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Moderniiad ¢ Independencias ‘J fenguaje popular que fas élites se esfuerzan en emplear en sos", detenemos aqui después de haber intentado mostrar que todo » de la Independencia exige, para poder ser enteramente com fa existencia de una Modernidad cultural y técnica previas. que la sociedad sigue siendo una sociedad del Antiguo Ré= ro es la modernizaci6n cultural répida la que hace posible vropagacién de una revuelta de tipo antigo como el acceso es intelectuales a la cultura politica moderna, gracias a la in- jercida sobre ellas por los revolucionarios peninsulares. VC OS-XIIER GueatA frORID, MAPTRE, 18% IST: AMEU ANA SKK cpr: tay — as- . Ovett. - LYNCH ¥ CALVAL Ho. oderni dep @ Dye pew duncinS vin, 1972, tomo V, p. 37 sefala com lucider este fenémieno, con el empl > Arcdrste conocido por su cultura y autor de fellas excitos en lenge «como Lat chavfine se quite, Las rma de Sanson, AD gue le eng el sac x MUTACIONES Y VICTORIA DE LA NACION Entre los problemas mis importantes de la época tevolucionaria estin, sin duda alguna, los que ataiten a la nacién. Problemas politicos antes que nada, puesto que es alrededor de ta nacidn y de sus derechos donde van a ser librados una buena parte de los combates de los ad- versarios del absolutismo. La proclamacién de la sobsrania nacional por las Cortes en Cadiz en 1810 es, como en Ia Asimbles nacional tra cesa de 1789, el primer y fundamental acto de la rerolucidn hispinica Pero, éde qué nacién se trata, ya que la nacidn, tal como se concibe a finales del siglo avin, estaba aun lejos de la nacién moderna tal como se concebira precisamente dlespués de la revolucién. Uno de los puntos claves de la mutacién_cultural_y politica de la Modzrnidad se ecw tra_esen inte a de ntigua de na ina dew) Ta primera perimentar, hacia referencia a las comunidades politicas del Antiguo Regimen, diversas y heterogéneas, resultado de una larga existencia ent comin de un grupo humano y de la elaboracidn por parte de las dlites y del Estado de una historia y de un imuginatio propios. La nacién en el sentido antiguo remite al pasado, a la historia ~real 0 mitiea~ de un grupo humano que se siente ung y diferente de fos oftos. La segunda, fa nacién modema, hace referencia a uns comunidad nueva, flaca en la asogycidn libre de fos habitantes de un pais; esta macigin es ya por esencit, Soberana, y para sus forjaduires se idemtiica necesariamente con la libertad, Mientras que ta privieea mira h da lo hace hacia el futuro: una es la con ia el pasado, fa seyun- latacién de un hecho histé- .tico; la otra, un proyecto, 320 Modernidad ¢ Independencias Pero, en nuestro caso aparecen otros problemas que atafien a la aparicidn en América de unos nuevos estados independientes que van 8 justificar su existencia por su acceso al rango de naciones. La apari cidn de las «naciones» en la América hispanica es, en gran medida, un enigma histérico. Un enigma, puesto que América aparece dentro del conjunto de la Monarquia como una regién de una extraordinaria ho- mogeneidad cultural, politica y religiosa. Todo lo que serviri de base ‘en el mundo contemporineo a la afirmacién de la snacionalidad» es comin a los futuros paises hispano-americanos. Casi se podria decir que, si el gran problema de la Europa del xix es ef problema de las cionalidades diversas que intentan acceder a una existencia indepen~ diente, es decir, al tacién, el problema de la América hispinica ¢s el de cémo construir, partiendo de una misma enacionalidad», pri- mero, Estados diferentes y luego, un Estado-nacién, Mis ain, la mayoria de los elementos que constituyen habitual- mente La nacionalidad no sélo son comunes a toda la América hispi- nica, sine que también lo son a buena parte a tx Espaiia peninsular, La reaccin de patriotismo exaltado de los americanos en 1808 en nombre de una tinica «nacién espafolar es tin signo patente de. esta extraorcli herencia de la Monarquia hispinica, Sin embargo, po- cos afios después los mismos americanos justificaban su lucha con una reivindicacidn «nacionals. Examinar las mutaciones del concepto de nacién equivale también a intentar comprender la Independencia. CONCEPCIONES RIVALES DE LA NACION A fines del siglo xvm hubiérase dicho, a primera vista, que el ab- > solutismo habia conseguido imponer una imagen de la sociedad y del) poder politico que era ya, en cierto modo, moderna. El reino —la pa | Tabra se usa cada ver. mis en singular sustituyendo a los tradicionales | sreinose— tiende a ser considerado como un conjunto homogéneo de | individuos, los sbditos, iguales en derechos y deberes ante la potestad > superior del rey que se concibe cada vez mis como absoluta. ‘Ciertamente, esta imagen es mas un objetivo por aleanzar, que tuna realidad existente de hecho. Por una parte, porque la sociedad esti todavia estructurada en reinos y ciudades, en estamentos y corporacio~ nes y porque el imaginario politico y social de la mayoria de ta pobla- & su misina identidad, Cuand Mutaciones y vicoria de la nacién cién corresponde mas a esta realidad que al discurso homogencizante del absolutismo. Por otra, porque que durante el reino de Carlos IV tuna parte de las élites ilustradas habia ya empezado a cucstionat der omnimodo del rey y a reivindicar los derechos la nacion ' Los acontecimientos de 1808 tienen como primera consecuencia el mostrar claramente lo fragil que er la concepcién absolutista del poder del monarca. Su fragilidad era debida no slo a doctrinas oin inarios politicos contrarios, sino.también a su incapacidad de fundar tedricamente el rechazo del usurpador. Aunque siguiesen existiendo, _-pattidarios del absolutismo, como el conde de Floridablanca, lo que ( muestran los innumerables escritos de 1808, es ante todo un rechazo_ | general de la relacién unilateral entre el rey y la nacién. En este senti | do podemos hablar de una victoria cel pactismo cn la medida en que Ia sociedad afirmaba poseer unos derechos politicos tan fuertes que eran capaces de legitimar tanto el rechazo de un nuevo soberane, como [a formacidn de poderes provisionales. Los términos empleados para designar esta sociedad y, por fo tan to su naturaleza, son muy diversos y en gran parte atin tradicionales. No obstante, mis alli de los téminos, la realidad a la que relieren es fa de una comunidad politica figads al monatea por vinculos recipro- cos, regidos por una multitud de antiguas leyes, que forman parte de a a las proclamas mn combatir por eb rey, por la patria, porta telighin, efa,cnumeragion cquivale a decir que Jo hacen pore Vefcura Kags fell Brigg) ow mo,es. compe ha modelado fa, lifstoria. En la Peninsula, Jovel fos timnatcpet pati Ral BQ rligibns-por su consttucién, por sus leyes, sus cos- tumbres, sus us0s, en una palabra por su libertade Ar amg gy Aa.» Dos atts después y crs con Las misints paki, Miguel Hidalgo justifica su levantamiento contra los europeos, sospechosos de colabo= racién con los invasores franceses, para defender: «[..p. estcy reli nuestra ley, nuestra libertad, nuestras costumbres y efnint raremwos de is sagrado y mils precioso que custodiar» ' Se trata obviamente en ambos casos le una constitucibn’l ~ del reino, cor itorea sus sleyes, sus costuamlfdses SAS pug. ¥ no, de un * Ci. gapitlo V, «Las referencias politias:renacinviento del * Garis de Melchor Gaspar de Jovellanos, publics poor Ly Guvcit ae Mési 8.VU.1809, p. 608, * Praclama de Miguel Hidalgo, E810, en De a Tore Villar, 0A, p. 208 322 Modernidad e Independencias ‘constitucién en el sentido moderno del término, es decir, de la expre- sidn de la soberania nacional. La resistencia al invasor y a la nueva dinastia, se justifica en la mayoria de los casos, con referencias tradicionales *. Como ya se ha expuesto anterionmente, se_apela a la ofe juradae al_monarea cautivo, como Ia manifestacién de una relacién pactada entre el rey_y el teino. Como argumento de autoridad se invoca implicitamente la constitu: ién histérica al citar ampliamente antiguas leyes medievales, y mis particularmente Las Partidas, sobre Ta tutela del rey ‘menor o impedido * para sacar de ahi la necésidad de un consentimiento de la sociedad tanto al cambio de dinastia como a las autoridades que deben gober- nar en nombre de Fernando VIL. ‘Aunque lo que se designa esté claro, la confusién del vocabulario fs entonces extrema, Esta sociedad que teivindica un papel insoslaya- ble en la legitimizacién de las sutoridades politicas se presenta unas veces como «pueblo» en general ~en el sentido clisico del conjunto de {a sociedad por quien pasa per poputim el poder que dimana de Dios; ‘otras, como cf , en la acepcion més fuerte del término, la de un inicio radical. Sin embargo, no todo es tan radical ni resulta tan claro en esta revolucién. En efecto, son numerosas las zonas ambiguas, tanto en los textos como en los debates de la épcca. Esta ambigiedad primigenia influid en toda la historia contemporinea de Espafia. La soberania de __ la nacién no elimi na del rey, puesto que los revolucionarios espaiioles no luchaban contra un rey presente, sino en. nombre de un rey ausente.'En el mismo decreto'citado aniteriormente, las Cortes proclamabatt por un lado, la soberania de la nacién, y por otro: «conformes en todo con la voluntad general, pronunciada det ‘modo mis enérgico y patente reconocen, proclaman y juran-de nuevo, por su nico y legitimo Rey, al Sefior Don Fernando Vil». Incluso si tomaramos al pie de la letra la referencia a la voluntad general e hicigramos depender de ella la soberania del rey, verlamos que esta altima no ha sido explicitamente discutida, Esto se debe a que la insurreccion se hizo en nombre de los derechos del rey cautivo Sots: ya que la idea de la soberania def tnonarea s€ hallaba profundamente ~ enraizada. Cualquiera que fuesen los pensamientos intimos de los ti- berales espafoles con respecto a este punto, se veian forzados 2 actuar. tencubiertos al pretender introducir sis concepciones en una sociedad profundamente tradicional. De ahi que el imaginario politica de la his- foria contemporinea de Espaiia se veri marcado por la permanencia ‘ambigua de una doble soberania: la del rey y la de la nacién, represen tada por las Cortes ®. Este hecho atestigua !a inercia de las estructuras sociales y mentales que se remontan a la antigua teoria pactista, en la Gque el origen popular del poder monirquico va parejo con el pacto reciproco entre el rey ¥ su reino. Esta permanencia de los elementos antiguos permite explicar Ix utilizaci6n dominante del término «naciéne en relacién con la palabra pueblo» en los documentos oficiales. En toda sociedad tradicional 0 de Antiguo Régimen, en la que la existencia del individuo en sociedad sélo se concibe por su pertenencia aun grupo, ¢l-término «nacién~ hace referencia, sin demasiados prodlemas, a una comunidad politica 1% Decreto de las Cortes del 24 de sepiembre de 1810, en Colac. 0” Ci sobre este tema las muy peminestes obseraciones de Sinchez Aget 1978, pp. THO, Mutaciones y vicwria de la macién 335 de tipo antiguo con una unidad inmediatamente comprendida y acep=2__- tada por todos. Como ya hemos dicho anteriormente, son imigenes muy frecuentes en esta época la comparacién de la sociedad con et cuerpo humano, formado por diversos miembros gobemaclos todos por tuna misma cabeza, y la de los males sociales con fenémenos orginicos —debilitamiento, corrupcién, descomposicidn—. Son tanto mis fre- cuentes cuanto que la situacién politica es tal que hace temer {a diso- lucién de los vinculos sociales. Peligro supremo en este registro es, evidentemente, la acefalia, a la que, a partir de 1808, se intenta reme- diar tanto en Espaia como en América mediante la formacién de jun- tas. Como lo dice un informe de Barinas, en Venezuela, al recibir la noticia de la formacién de la Junts Central: [a] ef albotozo y otras demostraciones de jibilo que inundaron a todo el pueblo, cuando tecibieron al an nas no puede bosqutexarse: hombres, mugeres y nifios no hablan de otra coss, ellos dicen: somos felices, nacimos Espaiiles, femmas Ctx Ieza [el subrayado es nuestro}, no hay que temer io poor repique de camps El uso constante de la palabsa nacidn en todos los documentos oficiales no es fruto del azar. Si bien ef emino pueblo aparece eon frecuencia en los debates, en los articulos periodisticos, en los folletos y en los catecismos politicos, en los textos oficiales esti casi ausente ". Por ejemplo, en el «Discurso preiminars que fue leido por ta Comi- sion de Constitucién en 1811 en las Cortes y que constituye uno de los documentos mis importantes del proceso revolucionario, se men- © Demelas y Ssint-Geours, 1989, hacen wn estudio semintico smuy fino sobre ba imagen del cuerpo politico, sue premias y sus consecuencas: "Informe de Antonia Morena al conde de Flocdablanes, en el papetes de fs Junta Cental, leg. 54, By do. 47. Ta prensa eevelucicnaria de Cites mucho mie rac y el chlor, a sexes ileado en el seutide jacobing, sustituye completamente 4 Ls enacine a suai iedldes, Cle, por cemplo, el aticulo sDerechos del Hombves, pias en Cie por EY Redacor genera. en URI y repro en Mexico, pr el Citra emanane ott Pnerentil de Méxin. tno Hl, X11, pp. 307-308; de Teco se wata de una tad Jenae moditieala de la francest de 1793, Lo mismo ecurze com hs atecams politi Tedactadon después le la apertura de Tas Corts. Para el tems de fe catecismes poities J sue modelog Franceses, Alfonso Capitin Diz, Les Caton Palas on yi, Cn Inte de edncasio ci del pacha, Granala 1978, p. LS. IN. Esta, 336 Modernidad ¢ Independencias ciona constantemente la «naciéne. El término «pueblos, en cambio, no |<" figura ni una vez en su acepcién moderna, en singular, sino siempre cen plural, haciendo alusién a las ciudades o provincias, es decir, a las comunidades politicas de tipo antiguo. La palabra snaciéns, que evoca™ tun todo y no hace referencia a fos elementos constitutivos del conjun- to, permitia mantener la ambigiiedad sobre su estructura interna ¢ in: troducie mis ficilmente las ideas nuevas, No obstante, la usisma Cons titucién ya ponia en evidencia los cambios que se habian producido: La nacidn espaviola es la reunién de todos los espafioles de ambos hemisferios» ”. ‘Un poco mis adelante se especitica su composicion al hablar de los derechos de «todos los individuos que In componen», sin ninguna distincion de estamentos. La enacidne esti integrada por individuos iguales y es, a su vez, soberana. Pero atin asi esta soberania de la na- cin conformada por individuos puede ser interpretada como una so- berania intermedia: la de comunidad politica, que tiene st origen lt mo en el tinico y verdaclero soberano, Dios. EI preémbulo solemne de Ja Constitucién de 1812 nos remite sin ambages a este universo tradi- ional, en el que situaban sin duda a un buen niinero de los consti- tuyentes, asi como a fa mayoria de los recién estrenados «ciudadanose: En of nombre de Dios Todopoderoso, Pace, Hijo y Espiritu Santo, Autor y suptemo legistador de la soviedse Tas Cortes gencrales y exttaordinarias de ta nacién expats, convencidlas [uo] de que las antiguas leyes funslamentales de esta Mo- rnarquia [| podrin Hlenar debidamente ef gran objetivo de promover 1a gloria, la prosperidad y el bienestar de toda !s nacién, lecretan la siguiente constitueién politica para el buen gobierno y le reeta admi- ristracin del Estado El tradicionalismo de las palabras es evidente: «antiguas leyes frn- damentalese, -buen gobierno», Dios. Y, sin embargo, algunos consti- tuyentes juzgaron insuliciente [a fase en que se miencionaba a Dios, hasta tal punto que demanchron una profesién de fe completa, tal © Contain poet WNI2, a 12. bude, ~ Mutaciones y victoria dé la nacién 337 como te solia hacer en los concilios de Toledo en Ia epoca visigoda, discutiendo también sobre la precisién de Ia formula trinitaria empl Uday acerea de la inclusion de una ineocacidn a la Virgen, Ni las dis- Ccustones nila peticidn parecieron en absoluto fuera de lugar a tos dir putados y la comision tuvo que alegar que los otros:iticlos de ta te fe estudiarian en las escuelas y que por es0 no era necésario incluirlos ‘en ia Constitucién ®, La «nacién» que delibera y habla es también in separablemente el pueblo» cristiano. No es de sorprender, pues, et este contexto, que uno de los dix putados liberates publieara un libro sobre Las Gortes baie el titulo Cir Tomista en las Cortes", ya que los fundamentos tedricos de a muces Constitucién podian parecer a algunos una coutinuacion directs de ta doctrina politica clisica. Indludablemente, el circulo dirigente del gsupe revolucionario no era de esta opinion. Para elfos se trataba de na ve dadera revolucién, aunque se evitase Hamarls entorces asi si se Gene fen cuenta fa pésima imagen que tenia en aque! momento, fa Francia Tevolucionaria. Revolucion en f sentide avis radial de La palabra puesto que concernia a la base mista cle Ia legtiicd: 4 fo que ers fh enacidne y a sus poderes, y a fo que debia ser em adelante, La n. dn se wconstitular, comenzaba’ a existir de-uny manera nueva; en el sentido mvis fuerte de la palabra, se trataba de una nueva tundacidn. De todas formas, y con excepeidn de unos euantos racdicales, esta soberania de la snacién debia ser cjercida por sus representantes. Fl recuerdo de la Revolucidn Francesa estaba atin fresco ent todas las moras, ast c es, primero hacia ef terror y huego hae Ga el despotismo napolednico, La manera de cvitar estos peligros, al mo tiempo que se mantenian sus mismios objetivos, era th representativo bien cquilibrado que evitara tanto el despotismve de una persona como la anarquia de la eplebe y la trania de los demagogos Muy en sintonia con la rellexion francesa cle la época del directorio y con Benjamin Constant € inspirados por cl ejemplo inglés, conside faron que ser liberal era ante todo ser -constitucionalistys: separar Jos poderes, poner cote al ejecutivo y_garantizar los derechos del clue dadano. SC... sin del 2S.VILIRLL Jaguin Levens de Villans, Las cages Fae ef Tim om des Cet Cidie IRI Cavienamente se nate del is Villans ue «17, habia publ fun Cater del Esta, nape en Bossucty del mie nigra abvefatrs 338 Modernidad ¢ Independencias PACTISMO AMERICANO Hasta ahora hemos hablado poco de América, Esto se debe a que tanto el imaginario como las bases tedricas del pensamiento politico americano a fines del Antiguo Régimen no son sino una modalidad de ese conjunto mas vasto que es el de la Monarquia hispanica. También se debe al hecho de que en los primetos arios de la gran crisis, el cen tro motor mis importante de la revolucién, es decir, el difusor de las ¢ invaginarios, es la Espaia peninsular. Con excepcidn de algunos grupos ultra minovitarios que habian estado en contacto direc- to con la Francia revolucionaria © habian leido obras francesas o nor teamericanas, las ideas nuevas se difundieron masivamente en América solo a partir de 1808 a través de los folletos y periddicos patridticos de la Peninsula, de los decretos oficiales de los gobiernos provisionales y, finalmente, de los mismos diarios de los debates de las Cortes De 1808 a ta formacién de las juntas americanas en 1810, el vo- cabulario y las referencias doctrinales son las mismas que en la Penin- sula, aunque con una mayor insistencia sobre el caricter plural de la Monarquia. La palabra snaciéns se aotica ante todo a fa Monarquia en su conjunto, pero también, de manera muy clisica, a cada uno de los reinos que la constituyen, Hlamados otras veces «pueblos», es decir, las comunidades politicas completas det Antiguo Régimen: reinos y cite dades-pro Y, naturalmente, cuandlo se piensa en quién es cl de- positario de la representacién de esa comunidad politica antigua, es inmediata la referencia a sus principales elementos constitutivos: las ciudades representadas por sus cuerpos municipales: Hay otro cuerpo en todos los reinos espaiioler que lo representa in- mediatamente [al pueblo] y debe ser el intérprete fil de su voluntad. Se llama Congo municipal, Ayuntamiento, que vale lo mismo que junta o reunion, Culifdo, de la palabra latina capitalum [.-[ y simple- mente se fe Hama la ciudad o fa villa sean el lugar que representa y aun se les da el nombre propio de ells". Esta visién tradicional de la nacién y del pueblo sirve de base, en os comienzos, a Ia formacién de las juntas auténomas americanas. Al © feel capitulo VIL, EL centro y la peilerian © Mier 1H, 1990, prog, p. 31 ‘Mutaciones y victoria de la maciin 339) desaparecer la autoridad incuestionable del rey, los americanos replan- tean con una nueva encrgia [1 antigua reivindicacidn, procedente det siglo xv1, segiin la cual deben gozar no s6lo de iguales derechos que los espafioles de Espaia, sino de derechos incluso prioritarios en sus eReinos de Indias». 2En qué se basan los poderes insurreccionales de I Peninsula para proclamarse representativos del conjunto de la aacion espafiola «de ambos hemisferios-? 2No habria que convocar mas bien Juntas Generales también lamadas Cortes o Congresos— en cada rei- no a fin de suministrar una nueva legitimidad a las autoridades, inte- grandolas en fa soberania orignaria del «pueblo, de {1 conmunidad pe litica? El fendmeno, iniciado en México y Montevideo en 1808, conti nuado en Quito y en el Alto Peni en 1809, se acelera y se radicaliza en 1810, cuando Hlegan a América las noticias simultineas det avance ide las tropas francesas en Andalucia, de ta revuelta de rroca a la Junta Central hasts entonces reconocida por toda Améric y de su reemplazo por un Conscio de Regencia, Frente a bo que ap. recia como un poder suigido de la insuereecidin y condenado, quizis primero, Buenos Aires y tite s, se lanvzan a constituir juntas que ‘a una efimera existencia, Cat ciudades de América cel Sur, desp io reconocen el nuevo gobiemo provisional peninsular, Los principros justificar su formacién tienen las mismias bases pactistas tes por fas juntas pe invoeados pa {que los que habian sido empleados dos anos ninsulares. _ ‘AL desaparecer el gobiemo legitimo de la Monarquia ~ahora tr Junta Central, el poder vuelve a los «pueblos», a las diferentes co- munidades-politicas que lo forman. La Junta de Caracas lo explica claramente en su primers pro- lama: La Junta Central Gubemativa del Reyno que reunis el voto de ba nae cidn baxo su autoridad suprema, ha sido disuelta y disperss en axjue Hla turbulenciay preciptacién, y se hue destaide finalmente ayuelle Soberania consttuida lzgalmente para la conservacivin del Fstade [ol En este contlicto tos habitantes de Cadiz han organiza sistema dle Gobieano com ef titulo de Regen [oof fate of sete 0 skal voto general de Is nacidn, ni menos atin ef le estos habitantes, {que tienen el derecho lei o de velar por su consersacion. yee 340 Modeinidad ¢ Independencias dad, como partes integrantes que son de la Monarquia espafols, La nacién sigue siendo Gniea, el conjunto de la Monarquia, pero la desaparicin det titular de la soberania, devuelve ésta a los «pueblos» que la forman, sin que se abandone por ello ni ta fidelidad al rey, en cuyo nombre se va. a gobernar, ni una concepcién general de la nacién espaitola: «EI Pueblo de Caracas [..J deliberd constituir una Soberania provisional en esta Capital, para ella y los demas Pueblos de esta Pro- vincia, que se le unan con su acostumbrada fidelidad al Sefior Don Fernando Vile". La justificacién es perfectamente coherente y comprensible en el marco de referencias de una Monarquia plural regida por principios pactistas. Como el poder legitimo del rey habia desaparecido, el poder politico vuelve a la nacidn, es decir, al conjunto de la Monarquia. El poder provisional de ta Junta Central espaiiola, formado por los repre- sentantes de las juntas insurreccionales peninsulares que tenian en este ‘momento la representacién supletoria de los «pueblos» de Espa legitimo, tanto mas cuanto que habia sido reconocida al los reinos. y_ pro icanas. Fstos la habian jurado como go- bierno legitimo, estableciendo asi un nuevo vinculo mutuo —y volun- tario= con aquella autoridad que sustituia provisionalmente al rey y {que por eso se hacia llamar Majestad La Espaita peninsular rompia ahora este nuevo vinculo sin ningue nna consulta ni consentimiento de las provincias americana. Por lo ta to, cada comunidad politica asumia una parte de la soberanfa primi= genia. Por el momento, la nacién espaiiola seguia siendo dnica, pero cada spueblo» —el de Caracas, aqui, los otros después=, cada ciudad | principal con su territorio y sus ciudades dependientes, constituia una soberania provisional a ta espera de la reconstitucién de una soberania_, tinica ¢ incontestable. Fuera sincera o no esta declaracién de intenciones -sin duda lo era-aiin para una mayoria~, ef: proceso: que iba a llevar-a ba Indepen— dencia habia franqucado un paso fundamental. Por el momento, el fe- era por todos roclama de ta Junta de Caracas, 20.V,1R10, Gurta de Caracas, tome I, 27 de abil de 1810. © idem, 95, “i Ly hp. g Mutaciories y victoria de la naviin a némeno de formacién de las juntas de gobierno en América estaba ain ‘en la misma linea que el de la formacidn de juntas en ka Peninsula en 1808 y lo sorprendente es que no se hubieran constituido antes. Pero esta reaccidn normal venia después de una serie de decepciones ame- ricanas relacionadas con el respeto a la igualdad de sus derechos por parte de los peninsulares, tal como se habia manifestado entre 1808 y 1810 en la querella de la representacién politica de América, primero—— en la Junta Central y luego en'la preparacion de las Cortes ™ El rechazo por el Consejo de Regencia de estas nuevas juntas, consideradas como los prolegdmenos de un movimiento separatists y como un signo de deslealtad, va a Hevar muy pronto a ly guerra: el miedo a la Independencia contribuye a precipitarla, Guerra, pues, que es necesariamente | entre los americanos que aveptan nueyo gobierno provisional esp: Tos que To-rechazaw, Ein ef curso de esta guerra se exicerban las diferencias de oTigen Weieratico que existian entre los habitantes de la Monarquia —peninsulares y criollos— ra nacién, que significaba hasta entonces ef conjunto de una Monarquia apoyacla en clos pitares, el eusopeo y ef americano, empieza a ser utilizada en América para designar a los «pueblos que la com- ponian. EL FRAcASO DE LA Monanquia PLURAL Mientras que en América se ponia en marcha ef proceso que ter- minaria con fa Independencia, en la Espaita peninsular, los trabajos.de fas Cortes de Cadiz, al hacer de kr nacion espaiola un Estado unitario cerraban definitivamente la posibifidad de mantener & los teinos de In dias en el seno de la Monarquia. En la primera fase de la revolucién, en ta lucha contra ef absolu- tismo, cuando se trataba de contraponer dos legitimidldes, el término nacidn sin otta precision bastaba para oponerse al poder absolute del rey. No asi cixnd se teataba de fepresentar a Lrvacibn en un Congre s0 0 en unas Cortes de tipo modemo, pues entonces el problema de Ia representacidn hacia referencia inmediatamente a la esteuetura inter Cit. capitulos IV y VL 342 Modernidad ¢ Independencias na de la nacidn. En 1808 todavia en la mayoria de la poblacién y en tuna buena parte de las élites la nacién se interpretaba a a antigua, como un conjunto de «pueblos-comunidades y éstos como compues- tos de grupos diversos, estamentales 0 corporativos. fn el debate peninsular sobre la representacién; el tema de la re- presentacién de los reinos y provincias no ocupé un lugar central, puesto que la mayoria de los constitucionalistas —los histéricos y los revolucionariot— compartian una concepcién unitaria del Estado y de la nacién, El debate se centré en la representacién de un solo tipo de ‘grupos antiguos, los estamentales: Clero, Nobleza y Estado llano. Na- die defendio la representacién de otros cuerpos por razones que eran tanto antiguas como modernas. Antiguas, puesto que se consideraba que el «pucblo-, como grupo humano diferente de las clases privilegia- das, estaba incluido en la representacién de las ciudades principales, Hevando estas iitimas a su vez, como cabezas de su circunscripcién, la de [as villas y pueblos de sus términos”, Modernas, puesto que los que debatian sobre la convocatoria de las Cortes —los constitucionali tas histéricos y los futuros liberales— compartian, en realidad, salvo en lo que concierne a los estamentos, el mismo imaginario de una socie- dad formatia por indlividuos: Los consttucionalistas histéricos mismos no se oponian a Ia eleccién de la mayoria de los diputados peninsula- tes por todos los vecinos y en un mimero que fuese proporcional a la poblacién total. Nadie, tampoco, en la Peninsula defendié una representacién de los reinos y provincias como entidades colectivas independientes de su poblacidn. En las Cortes de Cidliz este problema no provocé grandes divergencias entre los diputados, aunque bien podia haberlo hecho, si se tiene en cuenta el gran arraigo de los reflejos comunitarios. Este arraigo se habia manifestado todavia en 1808 en la Peninsula en la for- macién de las juntas insurreccionales y en la estructura misma de la Junta Central, formada por diputados de las juntas provinciales que correspondian de hecho a los antigues reinos y provincias. En este campo, como en otros, fa Comisién de Constitucién se ampara en las referencias tradicionales para proponer, después, solucio- © Por otro lad la eleccdin de una parte de fos diputade por las antiguas cinta des con vote en Canter y pe lox cabildes de las eapitles americana, comtnibuia a no cchocar demasiado ripidamente con las mentalidades radieionales. ‘Mutaciones y victoria de la nacién us nes muy modemas. Su proyecto de constitucién no tiene, para ell Nada [uo] que no se halle consignado del modo mis auténticg y so- emne en los diferentes cuerpos de la legislacién espatiola [..1+™. ‘Viene después un elogio extremadamente laudatorio de las an sguas insttuciones representativas de los reinos, herederas dle las tan paanidas libertades germanicas de los constitucionalistas hst6rivos eur ropeos: «Los congresos nacionales ce los godos renacieron en fas Core tes generales de Aragén, de Navarra y de Castilla [..)» SSigue después una exposicion de varias piginas, enteramente en la linea del constitucionalismo histérizo, que mis parece una leccion de historia del derecho que un discurso parlamentario, en el que se finde hhomenaje, reino por reino, a las vieja instituciones representativas de los reinos. Podria esperarse que, aunque no se propusiese una plens restauracion de estas leyes, sobrevivieran los reinos y provineias que hhabian gozado de estas libertades, tanto mis que en algunos de elles, ‘como Navarra y las provincias vasces, aquellas instituciones seguian tin tn vigor. Nada de esto sucede, porque ef postulado de ts unicidad de Ta nacién ha truntade ya radicalmente, Como hemos dicho anterior mente, fa unicidad que resulta ce fa mutacidn del imaginario durante el siglo xvut y sobre todo después de Ia Revolucién Francess, es pre Sentadla ahora, por un lado, come un dato experimental, ¢ por ott Como un hecho histérico indiscutible. El dato experimental ¢s el de La funanimidad de los levantamientos y el de Ia identidad ce sus referen~ cias culturales, El hecho que se presenta como historico, es en real dad una construccin intelectual que postula la existencia dle una dinica y unitaria nacién espaiiola en tiempos de los gods, fragments pués en diferentes Estados: Los espafoles fueron en tirapo de los godos dependiente formando un mismo y dnico inper pués de la resturaci6n [la reconquista) sunyue Rstuvieron divididos en diferentes estados que fueron mis @ menos independientes, soi las cieunstoncas en gue se Hallarn al ean tuirse en reinos separadosl.[ los espaioles dese iy tambien libres ° Discnse prlowinar Cig 24X81 hide, 9.74 Cir capitulo V, La Monarquiay bi nace © Discs prlimin.. Ciz, 2AXNART, 7

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