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Uso de redes sociales entre estudiantes universitarIos limeños

Article · January 2014

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Edwin Salas
University of San Martín de Porres
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Revista de Peruana de Psicología y Trabajo Social 2014, Volumen 3- N° 1: 75-90

USO DE REDES SOCIALES ENTRE


ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS LIMEÑOS

USING SOCIAL NETWORKING AMONG COLLEGE STUDENTS FROM LIMA

Edwin Salas Blasa1, Miguel Escurra Mayauteb


a

Recibido 10 de febrero de 2014; aceptado 20 de marzo de 2014

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1 Correspondencia: Av. Tomás Marsano 242, Surquillo, Lima 34, Fax: 51-1-2425899, email: esalasb@usmp.pe; e.salasb@hotmail.com

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Conforme el uso de las redes sociales (RS) se ha extendido geográfica y demográficamente, no


tener una cuenta en algunas de ellas es percibido por la gente como una forma de “no estar presente
en la sociedad actual”. Una parte importante de los investigadores que estudian comportamientos li-
gados al uso de las nuevas tecnologías considera que los niños, adolescentes y jóvenes se ven más ex-
puestos a ellas debido a la influencia social y a las atracciones que presentan las propias tecnologías.

Dentro de los cambios que actualmente se operan en el comportamiento de las personas, sobre
todo de aquellas que viven en grandes zonas urbanas, encontramos el extendido uso de las RS que
se opera a través de ordenadores (casa, oficina, laptop), tablets y/o de los teléfonos móviles. Es muy
frecuente observar en el comportamiento de la gente, independientemente del género, de la edad
y de otras condiciones socioeconómicas, el uso frecuente de las RS, uso que se da en cualquier con-
texto o situación (casa, centro de estudios, trabajo, en un restaurante, en los medios de transporte,
en ceremonias oficiales, religiosas, etc.) y en cualquier momento del día (desde la mañana hasta altas
horas de la noche), así se encuentren solas o acompañadas.

Balaguer (2012) sostiene que los cambios operados a nivel del uso de instrumentos, no se quedan
en meros avances en la tecnología; ellos operan sobre nuestras mentes, sobre nuestras interpreta-
ciones del mundo en general, sobre la forma cómo nos comportamos y lógicamente también sobre
nuestros juicios morales, de allí que a los adultos nos es difícil entender a los jóvenes y a los niños
que han nacido en los tiempos del dominio de internet, de Google, de las redes. Pero no solamente
cambian los individuos, sino otras cosas como las relaciones sociales, las relaciones emocionales, la
moral colectiva, la vida política (ejemplo de ello son las convocatorias políticas y antigubernamen-
tales hechas a través de las redes en Egipto, España, Brasil y en nuestro medio local), la vida de la
familia, etc.

“Los cambios sociales, tecnológicos y mentales se encuentran, por tanto, íntimamente


relacionados. Un mundo tecnificado debería producir transformaciones en los sujetos,
en este caso, en los niños criados en una cultura de tal naturaleza, inmersos en una nue-
va matriz cultural (…). Una generación que se impregna de lo tecnológico desde sus
primeros años, ya en sus primeros pasos iniciales, está necesariamente llamada a tener
características diferentes a las de sus precedentes. (…), la red es el oxígeno, está ahí,
casi ni se percibe, porque han nacido con ella y no conciben un mundo sin ella. Pero
este aspecto que los ubicaría como genuinos nativos digitales (…), al mismo tiempo,
los aleja mucho de la comprensión del mundo más cercano a lo analógico, en parte, un
mundo diferente” (Balaguer, 2012, p.5)

Los jóvenes y los niños están conectados a las redes “por defecto”, naturalmente, son parte de
este mundo nuevo en el que interactuamos; se puede observar con mucha facilidad que una parte
importante de ellos niños y aun de adultos de nuestro medio pertenecen a esta cultura digital. Es
apreciable también que muchos desarrollan un comportamiento adictivo a las redes sociales; estas
personas están permanentemente alertas a lo que sucede en estos entornos virtuales, de modo tal
que están atentos al ordenador o el smartphone a toda hora, contestan mensajes aún en circunstan-
cias que no deberían hacerlo (manejando un vehículo, en una cena, en clases o en una reunión de
trabajo o de amigos, desde una celebración religiosa, etc.), o, por dedicarse “patológicamente” a
estas actividades suelen descuidar las relaciones interpersonales presenciales (familiares, amigos, pa-
reja, etc.), se sienten ansiosos o irritables, o, pueden permanecer durante largos períodos de tiempo
sin comer o privándose del sueño. Es como si estas personas vivieran dominadas por las tecnologías
y las herramientas, Al respecto Carr (2010) dice “A veces nuestras herramientas hacen lo que les
decimos. Otras somos nosotros quienes nos adaptamos a las necesidades de nuestros instrumentos”
(pp.65-66).

Fue Goldberg (1995) quien marca el inicio de una serie de investigaciones y de discusiones so-
bre el tema, siendo el primero que describe las características del trastorno de adicción a internet
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(Internet Addiction Disorder – IAD). Luego Young (1996a, 1996b, 1997) yYoung y Rogers (1998)
propusieron descripciones, potenciales explicaciones, instrumentos de evaluación y formas de tra-
tamiento de la adicción a internet. Sobre la base de estas contribuciones existen muchas investiga-
ciones y artículos publicados sobre el tema en todo el mundo. Entre muchos de los autores de habla
hispana que han tratado el tema y que se relacionan más cabalmente con nuestros propósitos, encon-
tramos a Cruzado, Matos y Kendall (2006); Cruzado, Muñoz-Rivas, y Navarro (2001); Echeburua
(1992, 2005); Echeburúa y De Corral, (2004, 2010); Echeburua, Amor y Cenea (1998); Chóliz y
Villanueva (2009); Chóliz, Villanueva y Chóliz, (2011); Estevez y Calvete (2007); Marco y Chóliz
(2012); Navarro y Rueda (2007); Vilca y Gonzáles (2011); entre otros.

Existen investigaciones realizadas en el tema de las adicciones psicológicas, pero a pesar de las
evidencias encontradas y de la gran cantidad de publicaciones en el área, ellas aún no están clasifi-
cadas como trastornos por los principales manuales de diagnóstico de los trastornos mentales. La
discusión sigue en pie y de los términos de la ciencia se ha pasado a las instituciones sociales y a los
medios.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la American Psychiat-


ric Association (2008) desde su tercera versión (DSM III) reconoció el juego patológico “como un
trastorno de los impulsos no clasificado en otros apartados, junto con la cleptomanía, la piromanía,
etc.” (Echeburua, 1992, p. 9); del mismo modo Estévez y Calvete (2007) sostienen que el DSM-IV-
R relaciona este trastorno con “la incapacidad crónica y progresiva en resistir los impulsos de jugar,
la sensación creciente de tensión o activación antes de llevar a cabo la conducta de juego y la expe-
riencia de gratificación o alivio en el momento de ejecutarse” (p.25). Estos conceptos y concepcio-
nes se han extendido al uso de internet, de las tecnologías, de los videojuegos y a las redes sociales.
Aun cuando no hay reconocimiento del trastorno, el Instituto Nacional de Salud Mental Honorio
Delgado-Hideyo Noguchi (Lima-Perú) tiene pacientes hospitalizados con el diagnóstico de “adicción
a Internet” (Cruzado, Matos & Kendall, 2006).

Los principales factores que están presentes en estas adicciones (al internet en general) son la
impulsividad no controlada y la dependencia. Cruzado, Muñoz-Rivas y Navarro (2001) al referirse
a la adicción a internet sostienen que en realidad “Cualquier comportamiento normal placentero es
susceptible de convertirse en una conducta adictiva si el paciente pierde el control cuando desarrolla
una actividad determinada” (p.98) y genera dependencia frente a dicha conducta; lo que conlleva a
un deseo por repetir la acción, el síndrome de abstinencia y la pérdida de interés por otras conductas
que antes le resultaron satisfactorias.

La conducta adictiva se repite insistente y compulsivamente para reducir los estados de ansiedad,
pero a la vez, la acción se hace más frecuente y más duradera, cuando esto sucede, estamos ante
claras evidencias de un comportamiento adictivo. Estas inicialmente resultan placenteras, pero una
vez que se instalan como hábitos, generan estados de necesidad que no pueden ser controlados y se
asocian con altos niveles de ansiedad; para reducir esta ansiedad las personas desarrollan el compor-
tamiento adictivo, éste se produce ya no tanto por la búsqueda de gratificación (placer), sino para
reducir el nivel de ansiedad que les produce el hecho de no ejecutarlo (por evitación). El comporta-
miento habiendo inicialmente estado bajo el control de reforzadores positivos, pasa a ser controlado
por reforzadores negativos y es en este círculo vicioso que se desarrollan las adicciones (Fernández-
Montalvo & Echeburúa, 1998). Esta relación entre necesidad y comportamiento se repite de mane-
ra indeterminada e infinita, pero no resuelve el problema, sino por el contrario lo ahonda; deter-
mina al mismo tiempo y en muchos casos el descuido de otras actividades (trabajo, estudios,
de relaciones amicales, afectivas, familiares, etc.) y la postergación de conductas relacionadas con la
propias necesidades biológicas (comer y dormir por ejemplo). Estos dos mecanismos psicológicos
(placer-repetición /displacer-evitación) nos permite entender que éste fenómeno puede ser defini-
do como una adicción en toda regla. La diferencia con otras adicciones más conocidas y clasificadas
como trastornos, es que no estamos ante la presencia de una adicción con sustancias (opiáceos,
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nicotina, alcohol, etc.) sino ante factores psicológicos cognitivo-comportamentales que sostienen la
conducta adicta, están en la mente de las personas (Estévez & Calvete, 2007).

El uso persistente e incontrolado de las redes sociales, de los móviles, de las tecnologías, de
internet, etc., aun cuando no estén categorizados como trastornos mentales se consideran como
adicciones porque el comportamiento que se desarrolla tiene características muy semejantes a las
descripciones hechas para el diagnóstico de las adicciones a sustancias, que si está descrita en el DSM-
IV-R. Chóliz y Marco (2011) remarcan este parecido y consideran que esas mismas características de
las adicciones a sustancias se pueden utilizar para este grupo de “nuevas” adicciones, cambiando “sus-
tancias” por tecnologías, internet, videojuegos o redes sociales. A éstas se les conoce también como
adicciones sin sustancias, sin drogas, no tóxicas (Echeburúa, 1992, 1997). Están presentes entre las
personas normales, pero por la frecuencia con que se presentan, por su intensidad, o por el grado
de interferencia que producen a otras conductas socialmente deseables (trabajo, familia, relaciones
sociales, etc.) se convierten en patológicas y dañinas para los individuos que padecen de ellas.

El uso de las redes sociales, constructo que nos interesa en este trabajo, es en muchas personas
un comportamiento adictivo, equiparable con otros fenómenos en torno a los cuales existe mayor
cantidad de información empírica, como la adicción a internet, al móvil, a los videojuegos, a las
compras, o al trabajo. En algunos países se han aportado no solamente instrumentos para medir las
adicciones de este tipo, sino que están trabajando en la intervención del problema. En el Perú la in-
formación es escasa, encontramos sin embargo algunos estudios como el llevado a cabo por Quiroz
(2004) que desarrolló un estudio cualitativo sobre varios aspectos relacionados al uso de internet
por los jóvenes; Quevedo y Ramírez (2006) que estudiaron la adicción a internet entre usuarios de
cabinas públicas en Arequipa; Cruzado, et al. (2006) que elaboraron un perfil clínico de pacientes
internados con diagnóstico de adicción a internet en un hospital mental de Lima y el de Astonitas
(2005) que analizó las correlaciones entre adicción a internet, personalidad y hábitos de consumo.
Asimismo, Vilca y Gonzáles (2011) construyeron el Cuestionario de riesgo de Adicción a las Redes
Sociales (CrARS) que tiene un buen nivel de confiabilidad y de validez.

Si bien la mayor parte de estudios con este tema específico está en niveles descriptivos, algu-
nos han realizado estudios relacionando las adicciones a RS con personalidad y habilidades sociales
(Herrera, Pacheco, Palomar & Zavala, 2010), encontrando entre adictos y no adictos a Facebook
diferencias en autoestima, depresión y habilidades sociales.

El presente estudio se propuso analizar y describir el comportamiento de jóvenes universitarios


en torno al uso que le dan a las RS; de modo que interesa precisar datos acerca de aspectos como la
frecuencia e intensidad del uso de las RS y las posibles relaciones de dependencia que se establecen
frente a ellas; qué redes utilizan con más frecuencia, a cuántas redes están adscritos, dónde y con qué
recursos tecnológicos entran a las redes y el motivo que los moviliza a utilizarlas, etc. Asimismo, se
hace un análisis descriptivo de las respuestas al Cuestionario sobre el Uso de Redes Sociales (ARS),
y se comparan los resultados tomando en cuenta el sexo (hombres y mujeres), Carrera que estudian
(agrupados en ciencias sociales y humanas, ingenierías y administración y negocios), nivel/ciclo en
el que se encuentran estudiando (I y II, III – VI y VII al X), edad (agrupados en rangos de 16 a 20, 21
a 25 y 26 a más) y la frecuencia o intensidad con la que usan las RS.

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El estudio es no experimental, con diseño transeccional descriptivo (Hernández, Fernández &


Baptista, 2010), las comparaciones que se realizan tienen el propósito de analizar los datos sin entrar
a determinar relaciones causales (McMillan, & Schumacher, 2011).

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El instrumento utilizado está compuesto por dos cuestionarios, el primero que recoge datos
acerca de la muestra y del uso que tienen de las redes sociales y el Cuestionario Sobre el Uso de Redes
construido por Escurra y Salas (2013) validado mediante un análisis psicométrico. Está
compuesto por 31 items y representa a los indicadores del DSM-IV-R para adicción a sustancias,
validado por jueces para medir el concepto adicción a redes sociales. La escala es de tipo Likert y
las calificaciones a las respuestas van de cero (nunca) a cuatro (siempre) en una escala ordinal. Los
autores evitaron utilizar el concepto “adicción” en el nombre del cuestionario (sólo está presente en
las siglas) para evitar cualquier distorsión en las respuestas debido a la deseabilidad social o a la preo-
cupación que el concepto podría producir en los jóvenes que estuvieron voluntariamente dispuestos
a responder el cuestionario. Se considera que la ausencia de adicción idealmente correspondería al
puntaje cero (0), a partir de uno se valora el nivel de la adicción, por lo que aquello más cercano a
l24 indica más nivel de adicción.

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Se planteó un ítem de la encuesta en el que se le pregunta si utiliza redes sociales: si la respuesta


es afirmativa, continúa con el desarrollo del cuestionario, si es negativa se le indica devolverlo al ad-
ministrador del cuestionario. Sólo cinco jóvenes de todos los que aceptaron participar en el estudio
devolvieron el instrumento al responder negativamente. Entre los resultados de la encuesta pre-
via a la escala de adicción a redes sociales (ARS) se tiene lo siguiente:

Con referencia al lugar en el que se conectan a las RS, el 92,9% lo hace desde la casa, luego el
64,2 desde el teléfono móvil, el 23,4% en la universidad, el 18,4 desde cabinas públicas y el 12,4%
en el trabajo. Los que marcan la respuesta “en el trabajo”, son generalmente estudiantes de los últi-
mos ciclos de estudios, que ya se encuentran desarrollando prácticas pre profesionales o combinan
estudios y trabajo; asimismo, en algunos locales universitarios en donde se han recogido los datos,
encontramos que no tenían señal abierta de internet para uso masivo (Wi - Fi) o los tienen bloquea-
dos por disposiciones administrativas. Estos datos nos demuestran que la penetración de internet
en los domicilios es importante, al igual que el uso de móviles con internet. Esto puede deberse
a la condición social del estudiante universitario y posiblemente también con la composición de la
muestra que mayoritariamente pertenece a universidades privadas

En cuanto a la frecuencia de conexión con la red social que utilizan, el valor porcentual más alto
es de quienes responden “Una o Dos veces por día” (31.1%), seguido por de “todo el tiempo me
encuentro conectado” (25.8%) Luego el 21,3% responde “entre dos o tres veces por día” y el 10%
lo hace entre siete a 12 veces por día. En el extremo opuesto se conectan sólo “Una vez por semana”
un grupo pequeño de 2.1 % y dos o tres veces por semana el 9,7%. Estos datos son indicadores

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también de que los jóvenes dedican una buena parte de su tiempo a para mantenerse conectados en
el mundo virtual; dentro de los factores considerados para sostener la existencia de ésta adicción,
está el tiempo que se dedica a la actividad.

La mayoría de los participantes usa una sola red social (44,6%), muy cerca están quienes utilizan
dos (36,7%), si se suman estos dos primeros valores, tendríamos al 82,8%. Luego el 13,5 utiliza tres
RS, el 2,6% usa cuatro, el 0,8% cinco y el 0,3% seis RS. Es posible también que quienes utilizan más
de una red, sean quienes están conectados por más tiempo. La red más utilizada es Facebook (98%),
luego Twitter (35%), le siguen de muy lejos MSN (13%),You Tube y Myspace (ambas con un 6%) y
otras con menor porcentaje.

Lo que más les gusta de las redes sociales: el 39.42 dice “comunicarse con amigos y familiares”
el 17.15% sostiene que es la “comunicación rápida, fácil, gratuita, simultánea con varios”, un 18.26
% considera a la posibilidad de “informarse”, opinar y debatir, Con porcentajes menores aparecen:
el “entretenimiento” (8.24%); conocer nuevas personas (8%); colgar y compartir fotos, videos,
música (5.79%); y, los propósitos académicos como hacer trabajos en grupo o remitir trabajos con
un 3.57%.

Un problema que se conoce a través de los medios de comunicación son las consecuencias de las
comunicaciones que se establecen con desconocidos; las RS e internet en general son instrumentos
que se prestan para este tipo de comportamientos y el anonimato. En la muestra los jóvenes sostie-
nen que se comunican mayormente con conocidos (el 83,9 % dice que más del 50% de sus comuni-
caciones son con conocidos). Otro problema relacionado es la identidad de las personas que usan la
red, es de público conocimiento que muchos usan identificaciones diferentes a la suya en las RS, en
el caso del presente estudio los que manifiestan registrarse con datos que no son suyos son el 6.3%.
Esto tiene relación también con lo que se encontró en la tabla 1, que sólo el 8% de las respuestas
están orientadas a conocer a nuevos amigos.

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El cuestionario tiene 31 ítems (Anexo 1), es una escala ordinal que valora cuatro (4) para la res-
puesta siempre, tres (3) para casi siempre, dos (2) para algunas veces, uno (1) para rara vez y cero
(0) para nunca, con excepción del ítem 15 en el que la calificación es inversa. Estos ítems represen-
tan a los indicadores de adicción a RS validado por criterio de jueces (Anexo 2).

Seleccionando los cinco ítems con las medias aritméticas más altas, encontramos a los siguien-
tes: 1, “siento gran necesidad de permanecer conectado a las RS” , 12 “generalmente permanez-
co más tiempo en las RS, del que inicialmente había destinado”, 19 “Permanezco mucho tiempo
conectado(a) a las RS”; 11 “cuando entro a las RS pierdo el sentido del tiempo” y el ítem 20 “Estoy
atento a las alertas que me envían desde las RS a mi teléfono o a la computadora”. Estas cinco medias
más altas tienen un concepto común: el tiempo que los jóvenes dedican a las RS, cuestión aludida en
el marco teórico como indicador de la adicción.

En el extremo opuesto, las cinco medias aritméticas más bajas corresponden a los siguientes
ítems: 8 “cuando me es imposible conectarme, fantaseo y pienso con las redes sociales”, 9 “Estar
desconectado(a) de las RS, me produce malestar”, 25 “Descuido a mi pareja por estar conectado(a)
a las RS”; 27 “puedo permanecer sin comer durante muchas horas si estoy conectado a las redes so-
ciales” y el ítem 23 “prefiero a los amigos de las RS que a aquellos del barrio o la universidad”. Estas
últimas proposiciones tienen igualmente una connotación común, se refieren a conductas en extre-
mo patológicas relacionadas con síntomas de la abstinencia y el abandono de actividades y relaciones
importantes de la vida diaria, síntomas de la adicción en general. Estos resultados últimos están
en relación con el tipo de población que participa en el estudio, son jóvenes universitarios “nor-
males”, en ellos encontramos algunas tendencias de comportamiento adictivo, pero no extremos
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patológicos. Las puntuaciones de la DE nos indican que muchos de los valores encontrados son muy
cercanos a los de la media (Tabla 01), lo cual es un indicador de un nivel de dispersión muy alto en
relación con el valor de la media aritmética, se corresponde con una curva muy plana, que se puede
explicar por trabajar un comportamiento patológico con participantes normales, cosa observable
en la Tabla 01 (Anexo N° 01)

A partir de los datos generales se tomaron las 15 puntuaciones totales más altas y también otras
15 de las más bajas obtenidas, con la posibilidad de que esto refleje mejor a los que tienen comporta-
miento adicto a las RS, frente a los que no poseen dicho comportamiento, la Tabla 02 (Anexo N°02)
refleja esta comparación que visualmente se representa en la figura 01 que nos permite apreciar que
en todos los ítems los primeros están próximos al puntaje máximo, están por encima de la media
total, contrariamente, el grafico que representa a los de más bajas puntuaciones está más cercano a
cero.

Histogramas comparativos de las respuestas a los ítems, con los


puntajes de la tabla 1

Cuando se comparan los resultados de las puntuaciones totales, utilizando la prueba t de student
para dos muestras independientes y el coeficiente de Cohen para establecer la magnitud del efecto,
se encuentra que existen diferencias significativas por sexo. Los Varones tienen una media de 35.91
y las mujeres 20.35, diferencia al 0.008.

El resultado de las comparaciones realizadas tomando en cuenta la carrera que estudian, y apli-
cando el análisis de varianza de un factor a través del test de Scheffé y el coeficiente eta cuadrado
( 2) para establecer la magnitud del efecto, se encuentra que existen diferencias estadísticamente
significativas entre la media del grupo de estudiantes de Ciencias Sociales y Humanas con aquellos
de Ingenierías y también con los de Administración y Negocios. No se encuentran diferencias sig-
nificativas entre los grupos de Ingeniería y de Administración y Negocios. Se puede afirmar que los
estudiantes de ingenierías tienen un mayor nivel de adicción a las redes, seguido por aquellos que
estudian carreras relacionadas con la administración y negocios y finalmente por los jóvenes que
estudian carreras de ciencias sociales y humanidades. Gráficamente estas diferencias se representan
en la figura 02.

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

. Representa las puntuaciones medias obtenidas por estudiantes según


carrera

Las comparaciones realizadas considerando el nivel de estudios en el que los jóvenes se encuen-
tran y agrupándolos en tres categorías (Primer y segundo nivel, Tercero al sexto y séptimo o más),
determinan que no existen diferencias estadísticamente significativas entre las medias de los tres
grupos. Comparando los resultados por la edad, se encuentran diferencias estadísticas entre el gru-
po de 16 a 20 años con los de 26 a más años, los primeros tienen mayores niveles de adicción; las
otras comparaciones no resultan significativas. Estos resultados se pueden visualizar en la figura 3.

. Representación de las puntuaciones medias por grupo de edad

Cuando se analizan los resultados teniendo en cuenta la frecuencia con la que los jóvenes se
encuentran conectados a las redes sociales, Los resultados nos indican que no existen diferencias
significativas entre los grupos más veces se conectan a RS (todo el tiempo, entre 7 a 12 veces por
día y entre 3 y 6 veces por día) y tampoco entre los grupos que se conectan menos a las RS (una
o dos veces por día, dos o tres veces por semana y una vez por semana). Sí se hallan diferencias en
cuanto se comparan cada una de los tres primeros grupos, con los tres últimos mencionados; vale
decir, que podrían formarse dos grupos que se diferencian estadísticamente: el primero estaría
constituido por los jóvenes que manifiestan que se conectan a las RS por lo menos tres veces por día
hasta los que están permanentemente conectados y el otro grupo conformado por los jóvenes que
se conectan una o dos veces por día, hasta aquellos que lo hacen una vez por semana. Resultados que
pueden observarse en la figura 04

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

. Representación de las medias en función a la cantidad de veces que se conectan a las


RS



Para los estudiantes universitarios, el lugar preferido para conectarse a las redes sociales es la
casa y el segundo a través del móvil. Estos datos tienen relación con la condición socioeconómica
del estudiante universitario limeño y a la mayor parte de estudiantes que participaron en el estudio
que pertenecen a universidades privadas; en gran cantidad de casos quienes llegan a la universidad,
aún a las estatales, pertenecen a las clases medias. Los datos confirman además el uso extendido de
las tecnologías de la información y cómo ellas han invadido nuestras vidas y más la de los jóvenes y
menores de edad. Un porcentaje muy grande (alrededor del 90%) de los jóvenes se conecta a las
redes sociales por lo menos una o dos veces por día, de ellos aproximadamente un tercio permanece
conectado todo el tiempo. Balaguer (2012) nos da una idea de cómo interpretar estos resultados
teóricamente, él sostiene que las redes sociales o la mensajería instantánea se han convertido en el
sostén, soporte o contención de muchos jóvenes que reciben en el instante respuestas a cualquier
cosa que ellos como usuarios planteen; esto explicaría por qué algunos de ellos suelen ir expresando
en las RS todo lo que hacen en todo momento, porque encuentran respuestas amigables, un “me
gusta”. La Rosa (2010) nos explica de alguna forma los resultados obtenidos, acerca de la motivación
para utilizar las RS, dice:

No requiere constatación empírica la presunción de que necesitamos ser escuchados por los
demás, lo que forma parte del gregarismo propio del ser humano. Las características de la sociedad
contemporánea condicionan múltiples contactos superficiales, observándose los rasgos anómicos de
los que hablara Merton, los cuales involucran la disminución de los contactos realmente humanos,
frente a frente (p.91)

La mayor parte de los participantes usa una sola red social, otro sector importante utiliza dos;
así, casi la totalidad usa Facebook y la segunda más usada es Twitter. Es interesante rescatar el dato
de que solo 5 jóvenes no contestaron la encuesta porque manifestaron que no usaban RS. No uti-
lizar las redes es no estar presente en el mundo presente, se ha convertido en una necesidad social
y de interacción, lo que está llevando a modificar nuestras interacciones, que cada vez son menos
presenciales.

El motivo principal para usar las RS, se relaciona con la posibilidad de comunicarse, aquí es ne-
cesario hacer notar que muchas respuestas encontradas se refieren a conversar, hablar, encontrarse,
etc. que normalmente estarían refiriéndose a relaciones más personales (cara a cara), pero que en
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

el lenguaje de nuestros jóvenes podría decirse que “hablan” a través de mensajes de texto, que “con-
versan” leyendo y escribiendo, o que se “encuentran” con amigos y familiares a la distancia. Esto,
como ya lo expresamos antes, es parte de una nueva cultura, el lenguaje es parte de ella y algunos
conceptos cambian y evolucionan a través de las épocas y de las generaciones y sus propias prácticas.
Se debe notar que las RS no son usadas con intensidad para propósitos académicos, Astonitas (2005)
encontró hace menos de 10 años que los jóvenes usaban más internet con propósitos académicos,
ahora la situación ha cambiado, el uso es con propósitos de interacción, sólo alrededor del 3% de los
jóvenes universitarios utiliza las RS con propósitos académicos.

El considerar una muestra constituida por jóvenes de una población normal, determina también
que la comunicación que éstos establecen a través de las RS, sea con personas conocidas. Muy pe-
queño es el grupo de jóvenes que dicen comunicarse con desconocidos, lo cual implica un riesgo y
puede resultar peligroso. Posiblemente por el tipo de participantes del estudio, las medias aritméti-
cas obtenidas en el puntaje total no son muy altas y las medidas de la DE no son muy diferentes de
los valores medios, cuestión que se confirma con los valores de la asimetría y la curtosis, estos datos
determinaron que en la escala validada por Escurra y Salas (2013) se dejen de lado algunos ítems.

En cuanto se agruparon las calificaciones mayores y las menores, el perfil de las respuestas resul-
tó más diferenciado entre estos grupos extremos. Habría que confirmar estos sesgos, administrando
el cuestionario a personas que tienen esta patología diagnosticada clínicamente.

Por otro lado, al seleccionar los cinco valores medios más altos entre todos los ítems, se encontró
que los contenidos se encuentran relacionados con el tiempo que dedican a las RS. Por otro lado los
cinco valores medios más bajos están relacionados con respuestas más psicopatológicas referidas al
descuido de las relaciones sociales o de ellos mismos; este hallazgo puede parecer contradictorio con
los de Cruzado, et al. (2006), pero, hay que recordar que ellos trabajaron con pacientes que tenían
diagnóstico de adicción a internet. Este hecho confirmaría de alguna manera la idea que se planteó
en la presentación y análisis de los resultados acerca de los sesgos de este tipo de pruebas que miden
patologías con poblaciones normales.

A partir del análisis inferencial, podemos concluir que los varones tienen mayores puntajes que
las mujeres, esto tiene que ver también con los roles sociales y el aprendizaje social, las mujeres
posiblemente reciben más críticas y desaprobación social que los varones por estar conectados por
mucho tiempo a las RS e internet (es una adicción). Igualmente, los que estudian ingenierías tie-
nen una media más alta que los que están en carreras de negocios y humanidades, cosa que puede
comprenderse por la relación que tienen las ingenierías con las tecnologías de la información. En
cuanto a las comparaciones que se hacen por el nivel de estudios universitarios, no se encuentran
diferencias, pero si en cuanto a la edad, los más jóvenes tienen mayores puntajes que los de mayor
edad, Balaguer (2012) sostiene precisamente este hecho y muchos hablan de las generaciones digi-
tales para referirse a los jóvenes y niños que han nacido en la era del gran desarrollo de la tecnología
informática.

En cuanto se toma en cuenta el criterio del tiempo dedicado a conectarse con las RS, los que
manifiestan que lo hacen todo el tiempo obtienen la mayor puntuación, luego los puntajes van ba-
jando a medida que dedican menos tiempo. Dentro de la literatura sobre el tema se encuentra que
este hecho está ligado a la falta de control de los impulsos (Marco & Chóliz, 2012; Echeburúa, 1992;
Cruzado, et al., 2006; entre otros), que a su vez lleva la conducta a terrenos más patológicos. Esto
puede explicar por ejemplo las grandes diferencias que existen entre las puntuaciones de los parti-
cipantes que obtienen los 15 más altos puntajes totales en el cuestionario, comparados con los que
obtienen los 15 más bajos puntajes; es posible afirmar que los primeros están desarrollando niveles
de adicción a las RS.

Finalmente, consideramos pertinente realizar más investigaciones sobre este tema, tratando de
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agrupar a los jóvenes por la cantidad de tiempo que dedican a estar conectados a las redes sociales,
por el tipo de actividades que desarrollan con las RS, con mejores criterios de selección de nivel so-
cioeconómico, y con diagnóstico de adicción establecido clínicamente. Por otro lado, es conveniente
investigar la adicción a redes sociales en correlación con otros factores como la impulsividad, el au-
toconcepto, dependencia, asertividad, habilidades sociales y algunos otros factores de tipo cognitivo
y emocional; a partir de lo cual se pueda establecer predictores para este comportamiento.

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ANEXOS

Tabla 1.

Nunca Rara vez Algunas veces Casi siempre Siempre


M DE As. Cu.
F % F % F % F % F %
1 35 9,2 104 27,4 147 38,7 70 18,4 24 6,3 1.85 1.03 0.14 -0.40
2 64 16,8 157 41,3 114 30,0 38 10,0 7 1,8 1.39 0.94 0.42 -0.16
3 153 40,3 148 38,9 57 15,0 18 4,7 4 1,1 0.87 0.91 0.98 0.66
4 169 44,5 92 24,2 56 14,7 35 9,2 28 7,4 1.11 1.27 0.94 -0.26
5 188 49,5 119 31,3 48 12,6 22 5,8 3 0,8 0.77 0.94 1.13 0.65
6 193 50,8 116 30,5 43 11,3 23 6,1 5 1,3 0.77 0.96 1.25 0.97
7 181 47,6 109 28,7 59 15,5 20 5,3 11 2,9 0.87 1.04 1.16 0.74
8 319 83,9 40 10,5 10 2,6 7 1,8 4 1,1 0.26 0.69 3.33 11.93
9 261 68,7 78 20,5 28 7,4 11 2,9 2 0,5 0.46 0.80 1.88 3.29
10 74 19,5 110 28,9 129 33,9 54 14,2 13 3,4 1.53 1.06 0.22 -0.60
11 59 15,5 119 31,3 120 31,6 45 11,8 37 9,7 1.69 1.16 0.40 -0.53
12 52 13,7 98 25,8 118 31,1 79 20,8 33 8,7 1.85 1.16 0.10 -0.78
13 164 43,2 135 35,5 57 15,0 10 2,6 14 3,7 0.88 1.00 1.28 1.51
14 106 27,9 101 26,6 95 25,0 45 11,8 33 8,7 1.47 1.25 0.49 -0.73
15 90 23,7 96 25,3 96 25,3 77 20,3 21 5,5 1.59 1.21 0.21 -1.00
16 129 33,9 120 31,6 87 22,9 31 8,2 13 3,4 1.16 1.09 0.72 -0.17
17 212 55,8 111 29,2 38 10,0 16 4,2 3 0,8 0.65 0.88 1.40 1.56
18 124 32,6 115 30,3 92 24,2 33 8,7 16 4,2 1.22 1.12 0.67 -0.28
19 69 18,2 100 26,3 110 28,9 62 16,3 39 10,3 1.74 1.23 0.24 -0.84
20 100 26,3 80 21,1 88 23,2 66 17,4 46 12,1 1.68 1.35 0.25 -1.13
21 121 31,8 132 34,7 84 22,1 35 9,2 8 2,1 1.15 1.04 0.65 -0.27
22 226 59,5 90 23,7 45 11,8 14 3,7 5 1,3 0.64 0.92 1.47 1.70
23 264 69,5 71 18,7 22 5,8 13 3,4 10 2,6 0.51 0.94 2.12 4.14
24 163 42,9 109 28,7 85 22,4 15 3,9 8 2,1 0.94 1.00 0.88 0.23
25 268 70,5 75 19,7 21 5,5 8 2,1 8 2,1 0.46 0.86 2.30 5.49
26 144 37,9 86 22,6 94 24,7 32 8,4 24 6,3 1.23 1.22 0.69 -0.47
27 268 70,5 68 17,9 23 6,1 12 3,2 9 2,4 0.49 0.92 2.17 4.39
28 207 54,5 90 23,7 56 14,7 18 4,7 9 2,4 0.77 1.02 1.28 0.98
29 176 46,3 104 27,4 64 16,8 23 6,1 13 3,4 0.93 1.09 1.07 0.43
30 242 63,7 85 22,4 37 9,7 9 2,4 7 1,8 0.56 0.90 1.79 3.08
31 178 46,8 108 28,4 62 16,3 15 3,9 17 4,5 0.91 1.09 1.21 0.88

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


Tabla 2

Grupo extre- Grupo extremo


mo alto bajo
Enunciados
N = 15 N = 15
Media D. E Media D. E
1. Siento una necesidad muy grande de permanecer conectado(a)
3.33 0.98 0.47 0.52
a las redes sociales.
2. Necesito cada vez más tiempo para atender mis asuntos relacio-
2.93 0.70 0.40 0.51
nados con las redes sociales.
3. El tiempo que antes destinaba para estar conectado(a) a las re-
2.53 0.64 0.20 0.56
des sociales ya no me satisface, necesito más.
4. Apenas despierto ya estoy conectándome a las redes sociales. 3.07 0.80 0.20 0.41
5. No sé qué hacer cuando quedo desconectado(a) de las redes
2.53 1.06 0.00 0.00
sociales.
6. Me pongo de malhumor si no puedo conectarme a las redes
3.07 0.59 0.00 0.00
sociales.
7. Me siento ansioso(a) cuando no puedo conectarme a las redes
3.40 0.51 0.00 0.00
sociales.
8. Cuando me es imposible conectarme, fantaseo y pienso que es-
2.07 1.49 0.00 0.00
toy viendo y manipulando en las redes sociales.
9. Estar desconectado(a) de las redes sociales, me produce males-
2.33 1.40 0.07 0.26
tar.
10. Entrar y usar las redes sociales me produce alivio, me relaja. 3.40 0.63 0.47 0.74
11. Cuando entro a las redes sociales pierdo el sentido del tiempo. 3.33 0.98 0.40 0.51
12. Generalmente permanezco más tiempo en las redes sociales,
3.40 0.51 0.07 0.26
del que inicialmente había destinado.
13. Pienso todo el tiempo en lo que puede estar pasando en las
3.47 0.74 0.07 0.26
redes sociales.
14. Pienso siempre en que debo controlar mi actividad de conec-
2.67 1.05 0.93 1.53
tarme a las redes sociales.
15. Puedo desconectarme de las redes sociales por varios días. 2.53 1.41 0.33 0.72
16. Me propongo sin éxito, controlar mis hábitos de uso prolonga-
3.00 0.76 0.60 1.40
do e intenso de las redes sociales.
17. Aun cuando desarrollo otras actividades, no dejo de pensar en
2.27 1.10 0.00 0.00
lo que sucede en las redes sociales.
18. Invierto mucho tiempo del día conectándome y desconectán-
3.47 0.64 0.00 0.00
dome de las redes sociales.
19. Permanezco mucho tiempo conectado(a) a las redes sociales. 3.60 0.51 0.13 0.35
20. Estoy atento(a) a las alertas que me envían desde las redes
3.07 1.44 0.13 0.35
sociales a mi teléfono o a la computadora.
21. Con mis amigos o la familia, siempre estamos comentando
2.53 1.25 0.93 1.22
temas referidos a las redes sociales o derivados de ellas.
22. Descuido a mis amigos o familiares por estar conectado(a) a
2.40 1.30 0.00 0.00
las redes sociales.

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


1.67 1.40 0.00 0.00


tengo en el barrio o en la universidad.
24. Descuido las tareas y los estudios por estar conectado(a) a las
2.27 1.44 0.00 0.00
redes sociales.
25. Descuido a mi pareja por estar conectado(a) a las redes socia-
2.13 1.69 0.00 0.00
les.
26. Aun cuando estoy en clase, me conecto con disimulo a las re-
2.80 1.37 0.00 0.00
des sociales.
27. Puedo permanecer sin comer durante muchas horas si estoy
2.13 1.55 0.00 0.00
conectado a las redes sociales.
28. Mi pareja, o amigos, o familiares; me han llamado la atención
por mi dedicación y el tiempo que destino a las cosas de las 2.33 1.35 0.00 0.00
redes sociales.
29. Cuando estoy en clase sin conectar con las redes sociales, me
3.40 0.63 0.00 0.00
siento aburrido(a).
30. En clase me siento cansado(a) y tengo sueño porque casi no
1.80 1.57 0.00 0.00
duermo por estar conectado(a) a las redes sociales.
31. Creo que es un problema la intensidad y la frecuencia con la
3.07 1.10 0.00 0.00
que entro y uso la red social.

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