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ADELA CORTINA EL MUNDO DE LOS VALORES Etica y Educacién Is 958-9482-06-6 Primera edicién: 1997 ia. reimpresion: 1907 Los tres primeros capftulos forman parte del libro Un mundo de valores, publcado por la Caneilleria de Edueacién y Ciencia dela Generalidad Valenciana (Espafa). Los reedtamos en este volumen, on otros trabajos de a misma autora, con autoriza- cin suya. © Autora: Adela Cortina © Editor; EDITORIAL EL BUHO LTDA. Calle 54A No, 14-13 Of. 101 TTels.: 2561521, 2491083 Apartado Aéreo 75.985, Santafé de Bogolé, D.C. Disefo de cardtula: Andrés Marquinez Casas Diagramacién e impresién: EDITORIAL CODICE LTDA. Cra. 15 No. 58-86 Tels: 2177010, 2494902 Santafé de Bogoté, D.C. Prologo (Germén Marquinez Argote). INDICE Capitulo 1 QUE SON LOS VALORES?. EL MUNDO DEL VALOR. Un tema de moda. ....... Los valores eatin de actulidad Un mundo eseurridizo: sobre gustos no hay nada es- FiO. eee eeee ee — ; O no tan escurridizo: hay gustos que merecen palos. QUE SON LOS VALORES?. La capacidad de estimar. Los valores valen realmente. Son cualidades que nos permiten acondicionar el man- do, hacerlo habitable. . Son cualidadesreales, las que damos cuerpo creaiva- mente. . : Los valores son siempre positivos o negatives. 30 10, 0. Bibliografia. Los valores poseen dinamismo. La materia del valor. Capitulo 2 LOS VALORES MORALES, QUE HACE MORAL UN VALOR?. ... 1. Moral y étiea...... cess eo 2. El mundo de los valores: un mundo extraordinaria- mente variado. on 38. Untest para los valores morales. .... obo 4, Seres que tienen un valor en si mismos - Seres que tienen un valor relativo. 5. Laevolucién de los valores. 6. La teoria de la evolucién social. . 7. Valores universales: mas alld del relativismo. Bibliografia. Capitulo 3 EDUCAR MORALMENTE. iQUE VALORES PARA QUE SOCIEDAD?........... TOMAR CONCIENCIA DEL PROPIO TIEMPO. ‘Tiempos de desorientacién. El perfil valorativo de una sociedad. : Nuestro capital axiol6gico. ...-..........2005 ‘Més allé del triunfalismo y del catastrofismo. ‘TOMANDO EL PULSO A NUESTROS VALORES. Libertad, Igualdad, 65 67 2283 3 80 3. Respeto activo. . 4, Solidaridad. 5. El didlogo... Bibliografia.. Capitulo 4 PRESENTE ¥ FUTURO DE LOS VALORES. .... El presente de los valores éticos. "Nuevos caminos hacia los valores morales. Fin de la ética del sacrificio?. No saerificios, pero si exigencias. La étiea de la sociedad civil. El deelive de las ideologias politicas. Mas all de la ética individual... Crisis de fundamentos. 9. UFalta de sentide?. . 10, Un futuro con calidad... peepe Epilogo MAPA DE LAS TEORIAS ETICAS. .. SSSR 8 101 108 105 106 107 108 109 3, PROLOGO De la autora de este libro se puede decir que: "vino, habl6 y convenci". Vino por primera ver. a Colombia el afo 1990, invitada como ponente al VI Congreso Internacional de Filosofia Latino- americana, organizado por la Universidad Santo Tomés. En dicho evento hablé sobre "Justicia y solidaridad, virtudes de la ética comunicativa’. Desde entonces ha vuelto afo tras afio a nuestro pais, en miltiples ocasiones, invitada por organismos oficiales, fun- aeiones culturales y universidades tanto piblieas como privadas: Andes, Nacional, Javeriana, Antioquia, Valle, ete. Sus ideas han eneontrado acogida en innumerables oyentes que en todo momento han Henado las aulas 0 auditorios en los que ha hablado. Al mismo tiempo, sus libros, ampliamente difundidos, han permitido: tores profundizar en una filosofia préctica de la que estdbamos y seguimos estando necesitados en Colombia. Quizsis esta neeesidad explica por qué la propuesta “adeliana” de una “étie tenido tanta acogida, Se trata de un proyecto ético, a la altura de los, tiempos, para superar el elima de confrontacién, en que histérica- ‘mente hemos vivido, denunciado por G. Garefa Marquez. como "el cireulo vieioso de la guerra eterna’ us lee- Recordemos, en forma resumida, que dicho proyecto ético implica basiamente: el diagnéstico de un hecho, una propuesta para a nueva situaciGn en que estamos y una metodologia para levarla a ceabo, a) Se parte de un hecho palmario: que las sociedades moder- nas de los paises de Occidente son hoy pluralistas. Nadie podri negar, que éste es también el easo de Colombia, aunque haya toda- vfa algunos que infantilmente se tapan los ojos con la mano para no ver la realidad. Fin la Colombia de hay eonviven personas y grupos con distintas coneepeiones del hombre y el mundo, eo ideales per- sonales, religiosos y politicos diversos, desde los cusles aspiran a organizar sus propias vidas de manera auténoma en busca de la felicidad personal y del bienestar social. Pues bien, las sociedades puralistas son necesariamente sociedades abiertas, que reconocen la mayorfa de edad de sus ciudadanos y su capacidad para diseernir entre lo bueno y lo malo. Por consiguiente, el pluralismo social con- lleva exige un pluratismo moral, que ciertamente noha existido ni existe en las sociedades totalitarias y eerradas, Estas, sean del tipo ue sean, son confesionales, es decir: imponen desde arriba a los, llamados "stibditos" una visién del mundo untvoca, que se predica para todos de la misma manera, y un cédigo de deberes y eomporta- mientos tinico, que se exige a rajatabla; de manera que quienes no Jo comparten son considerados extrafios en su propio pais, diserimi- nados y coaecionados. Esta es, en esencia, la doetrina y la préctiea del estado confesional, que histérieamente hemos padecido en Co- lombia hasta fechas muy recientes. ») Por otra parte, sociedad pluralista y abierta noes, de suyo, sinénimo de sociedad individualista y anarquizada, en la que cada uno hace lo que le dala gana, sin tener en cuenta alos demas. En tal caso no habria sociedad, sino la lucha de todos contra todos, més propia de animales regidos por instintos que por razén. Una socie- dad humanamente vivible exige un nticleo minimo de instituciones xy valores compartidos por los socios que la forman, Estos minimos ‘compartidos no anulan las diferencias, antes bien las hacen posibles y las poteneian. De aqui nace la propuesta "adeliana” frente a la nueva situacién de una Colombia pluraliata y abierta: una ética de minimos consensuados ¥ compartidos, asumida con eardeter nor- mativo como base de la convivencia civilizada. Su propésito es el de construir una sociedad eivil rica en matices y al mismo tiempo re- conciliada consigo misma gracias a un acuerdo en lo minimo, que resulta ser fundamental. Por ello, la moral minima es una moral civil o efviea: es, ademés, por ser de todos, una moral laiea o neutra frente a las éticas de ideales, por ejemplo las étieas religiosas; pero zo es indiferente ni menos hostil a las mismas, error en el que han incurrido las éticas laicistas. Tal como la propone nuestra autora, la ética civiea es consciente de que es necesaria, pero no suficient de que los eiudadanos, reconeiliados en unos mfnimos bésicos, tie nen todo el derecho a aspirar a la propia felitidad y perfeccién per- sonal por los eaminos que ofrecen las diversas tradiciones laicas 0 religiosas, libremente asumidas, Estas son morales de méximos aconsejables, que nada tienen que temer de una moral cfvica res- ponsable, es decir: que reeonozea en toda persona su dignidad de fin y que, por lo mismo, nunca puede ser utilizada como medio; que acepte la autonomia moral de todas las personas para decidir su propia reatizacién; que defienda el derecho a la igualdad de todos ante la ley y el justo reparto de posibilidades; y que, mas alld de la stricta justicia, proponga como virtud fundamental la solidaridad entre todos, especialmente con los mas débiles y necesitados. ©) Finalmente, una moral efviea consensuada, que no se pier- da en Jos medios de una accién puramente instrumental, sino que tenga presente ala persona en tanto que fin de toda aceién, necesi- ta poner en mareha'el uso libre de la raz6n" (Kant). La moral efviea ¢, por ello, una moral racional, fruto de la razén de sujetos auténo- ‘mos que, viviendo y para poder vivir con la dignidad de personas, tienen que comuniearse y dialogar. El didlogo ético es el método para llegar a la deseada moral efviea. Dialogar es poner en comin los problemas éticos, es dar razén con los demas de las conduetas que creemos justas, es estar abiertos siempre a la posibilidad de llegar a acuerdos fundamentales, que nos permitan resolver los pro- bblemas cireunstanciales. Esta metodologia implica, més alld del uso monolégico de la razén, poner en marcha la Hamada “razén comunieativa 0 dialégica” (Habermas, Apel, entre otrus). Por esta via es posible construir una sociedad politica demoeratica: una de- ‘moeracia participativa y radical, tema al cual nuestra autora ha de- icado los diltimos libros de una larga serie: Dios en la flosofia transcendental de Kant, 1981, Critica y utopia: la escuela de Frankfurt, 1985. Razén comunicativa y responsabilidad sotidario, 1985. Btica minima, 1986. Btica sin moral, 1990. La moral del camaleén, 1991. Btica aplicada y demoeracia radical, 1998. Btica de la sociedad civil, 1994. Btica de la empresa, 1994. El quehacer ético. Gua para la educacién moral, 1996. Hoy la Editorial El Baho afiade a esta larga lista de libros un titulo mas: EL mundo de los valores: ética y educacién, que nos llega como regalo de Navidad en este convulso afto de 1996, Estoy seguro de que, al poner en manos de lectores colombianos este nue- vo libro, su autora esté haciendo un servicio més a nuestra socie- dad, que ésta sabré agradecer. Por mi parte, eneuentro esta obra ‘sumamente interesante, no sélo por la claridad y amenidad con que se exponen, para el gran piblico, temas filoséficos de tan hondo calado, sino sobre todo porque, a mi modo de ver, este libro marea en el horizonte de la filosofia “adeliana" un paso adelante, hacia la fundamenta de su bien construida teorfa ética. Me explico. La filosofia de Adela Cortina se inseribe desde sus comienzos, y con una fidetidad a toda prueba, en la tradicién deontol6gica de la filosoffa préetica de Kant, escuela que en nuestros dias ha tenido ;muevos y fecunds planteamientos en las obras de Habermas y Apel. Inspirndose en ellos, nuestra flésofa ha eserito brillantes paginas con earacteres originales y talante personal. No obstarte, conside- 10 roque lo mejor esté atin por escribir. Porque Adela, lejos de amura- arse en sus propias posiciones, dando ejemplo de didlogo ha trata- do de "tender puentes" entre las étieas del deber, de corte kantiano, yy las de la felicidad o eudemonistas, que tienen como cabeza de es- cuela a Aristételes y que han tenido brillantes seguidores hasta nuestros dias. Segiin propia confesién, ambas escuelas tienen mu- cho que aprender la una de la otra; ella misma, en sus afios de for- macién, bebié de dichas fuentes y ha recordado siempre el "memo- rable" texto de la Btica de J. L. Aranguren, del cual “tantos espafolitos nos hemos servido para saber acerea de una moral con base antropolégies, con el orgullo ademas de sentirla sobradamen- te a nivel europeo". Pues bien, por todas estas razones nuestra au- tora esté en las mejores condiciones para avanzar por el fecundo ‘camino de la integraein, sin confusiones, de las dos tradiciones his- térieas. Este es a mi modo de ver el significado del libro que prologamos. En efecto, nunca antes habia escrito tematicamente sobre valores, tema que, como bien se sabe, a partir de Scheler se convirtié en el principal intento de fundamentacién de la ética des- de la antropologia. Ensu propio intento de fundamentacién afirma Adela "que los valores son cualidades que nos permiten acondicionar el mundo, hacerlo habitable’; y afiade que para dicho acondicionamiento "ha- bremos de tener en cuenta al menos dos instancias: nuestro sentido creativo y el atenimiento a la realidad”. Los valores no son, pues, creaciones puramente subjetivas, pero tampoco son meras cualida- des materiales de las cosas. En terminologia de Zubiri,aquien Adela parece seguir en este punto, los valores no pertenecen a la "nuda realidad” de las cosas, sino au "realidad en condicién de estimanda’. Pues bien, segtin Adela los valores no s6lo permiten "poner en con- diciones” o hacer habitable la realidad del mundo en que vivimos, sino al mismo tiempo nos permiten “acondicionae” nuestra propia realidad personal, poniéndola en buena forma, haciéndola de "bue- na condicién’. En el fondo, el problema moral consiste en hacer que 1a “condieién humana” sea buena y dé lo mejor de sf. u De este modo, Adela Cortina en este nuevo y kello libro toca fondo o fundamenta el quehacer ético, en contravia de muchos postmodernos que viven en la pretendida Arcadia feliz de un pre- sente cerrado a las utopias y sin necesidad de fundamentos. A pro- Pésito, exerihe nuestra antara el signiente texto, con el que pongo punto final a este prélogo: "Desde hace ya un par de décadas se ha venido poniendoren ‘uestiGn en el mundo occidental cualquier intento de fundamentar lamoral desde una perspectiva filosofica, es decir, el intento de ofre- cer un fundamento racional que pretenda valer uriversalmente. Desde distintas perspectivas filoséficas se afirma que la fundamentacién es imposible y, desde otras, que es innecesaria e ineluso perjudicial. Sin embargo, existen potentes corrientes filos6- fieas en nuestro momento que ofrecen serias y rigurosas. fundamentaciones del hecho moral |... Tal es el caso de la étiea dialégica o comunicativa, que autores como Karl Otto Apel o Jiirgen Habermas empezaron a disefiar en la década de los sesenta, o la fundamentacién zubiriana de lo moral, en la que hoy sigue traba- Jando un niimero muy cualifieado de filésofos espafcles’. GERMAN MARQUINEZ ARGOTE Santafé de Bogoti, 5 de diciembre de 1996 2 Capitulo 1 QUE SON LOS VALORES? I. EL MUNDO DEL VALOR 1. Untema de moda En los ditimos tiempos se ha puesto de moda hablar de la edu- cacién en valores. Se multiplican los cursos, las jornadas y los arti- calos sobre el tema, sobre todo dirigidos a profesores de Ensefianza Primaria y Secundaria, Las directrices del Ministerio de Eduea- cién Nacional planean sobre las eabezas de todos los interesados, porque son conscientes de que van a verse enfrentados al problema de tener que educar en valores. También en actitudes y normas, pero hoy vamos a empezar por pensar en los valores. Porque los titulos de cursos, jornadas y articulos dicen escue- tamente «Educacién en Valores», eomo si todo el mundo supiera qué son y estuviera perfectamente capacitado para explicarlo. Y como si todo el mundo supiera a qué valores nos referimos, si se trata de los valores morales, los religiosos, los estéticos, los itiles los propios de la salud. Vivimos, al parecer, en un mundo de genios, en el que todos dominan a fondo la cuestién de los valores y muchas mas. Por eso, las personas que no andan muy enteradas del tema se sienten un tanto avergonzadas y callan discretamente, no sea que se descubrasu ignorancia en este mundo de sabios. Y se apuntan en 15 un curso, ose leen un articulo, a ver sia fin averiguan qué son los valores y en qué valores dicen las autoridades que hay que eduear. Con un poco de suerte -piensan- lo mismo acabanenterdndose también de por qué hay que eduear on esos eélebres valores, ¢ ine cluso de qué procedimientos y téenicas se pueden emplear para lle- var adelante con éxito la tarea educativa. Que al cabo alas personas ‘nos importa saber por qué hemos de hacer las cosas, qué sentido tiene hacerlas, y como podemos llevarlas a eabo en la vida cotidia- za, muy especialmente en este easo, en el aul. Pero sucede que nuestro mundo no est4 poblado por genios, sino por gentes corrientes y molientes que, en el mejor de los easos, después de mucho trabajar acaban sabiendo algo de una pequeia pareela, y poco més. En el peor de los casos, como es piblico y noto- rio, ni siquiera saben eso ni tampoco les importa. Por eso, poco de particular tiene que quien no se haya dediea- doacllo, tenga dificultades para explicar lo que es un valor y todo lo demas que hemos eomentado; sobre todo habida euenta le que no se ponen de acuerdo al intentar aclararlo las mentes mas conspi- Porque resulta diffeil precisar en qué consisten cosas tan im- portantes en el mundo moral -que de él vamos a trataren este libro- ‘como la felicidad, la virtud o las normas pero, con tado y con eso, hay abundantes y rigurosas teorias que arrojan buena luz, sobre estos asuntos. Los valores, por contra, son sumamente eseurridi- z08, y por eso la mayor parte de los pensadores los han obviado, dando por supuesto que todos sabemos de qué estamos hablando al tratar sobre ellos. Como no es éste el easo, y como importa averiguar qué son los valores y cémo se ensefan, no sélo por obligacién docente, sino por- «que, al fin y al cabo, mueven toda nuestra vida, vamos a intentar ir 16 desentrafindolo en estas eseasas piginas, sin pretender ni por aso- ‘mo exhaustividad, Que no es la ambicién por dominar por completo ‘un tema cosa de seres humanos: mis negocio de personas es inten- tar saber algo de lo que en verdad nos importa y, en caso de asuntos como los valores, tratar de ponerlo en practica. Porque la coherencia entre lo que se sabe y lo que se vive es, como veremos, uno de los mas apetecibles valores humanos. Y to- davia mAs atraetivo, si cabe, el valor de la coherencia entre lo que se vive y lo que se enseia, ‘Vamos, pues, a comenzar nuestra tarea, pero no sin antes ree- tificar un tanto el titulo de este primer epigrafe, sustituyéndolo por un segundo més ajustado a la verdad de las eosas: se dice que los valores estan de moda, pero lo que oeurre es més bien que estén de actualidad. 2. Los valores estan de actualidad ‘Cuando se dice de un tema -los valores, la ética- que est de ‘moda, entiende el oyente que se habla de él en ese periodo de tiem- _po por conveniencias o porque la gente necesita destacar unos asun- tos y relegar otros, pero que, pasado un plazo, dejar de tener noto- riedad, dejaré de estar en boga. Porque la moda, como es sabido, esta estrechamente relacionada con la fugacidad, y pocas cosas hay ‘menos atractivas que un asunto pasado de moda. ‘Sin embargo, una cosa es estar de moda, muy otra estar de actualidad. En el segundo caso nos referimos al hecho de que un asunto que forma parte de nuestro ser més profundo, de nuestra més entrahable realidad, ademas de ser importante de suyo, ha Sa- lido ala uz por uno u otro motivo y las gentes han dado en hablar de 41. No radiea tanto su importancia entonces en que ande de boca en 7 boca, sino en que es un ingrediente indispensable de la vida huma- na, inseparable de nuestro ser personas’ Esto es lo que ocurre, sin ir mas lejos, eon el mundo de los valores en general: que son componentes tan inevitables del mundo ‘humano que resulta imposible imaginar una vida sin ello. ¥ esto es lo que sueede concretamente con los valores mora- les, porque la moral -como en otro lugar apunté- «la llevamos en el cuerpo», ya que no hay ningzin ser humano que pueda situarse mas allédel bien y el mal morales, sino que todos somos inevitablemente morales?. Sea aetuando de acuerdo con unos ednones morales de- terminados, sea obrando de forma inmoral en relacién con esos mis- ‘mos eéinones, estando altos o bajos de moral, en forma desmoraliza- dos, lo cierto es que no podemos escapar a ese émbito de la morali- dad que coincide con el de la humanidad. Toda persona humana es inevitablemente moral Por eso cuando los valores morales saltan a los periédicos, a Jos medios de comunicacién de masas, 0 las publicaciones oficiales del Estado, no es que estén fugazmente de moda porque de algo hay que hablar. Es que estén de actualidad, porque alguna especial cireunstancia invita a sacar ala palestra lo que es un elemento cons- titutivo de nuestra realidad personal. Y si, pasadoun plazo, que- dan relegados esos valores a un segundo plano, no ror eso habrén perdido importaneia, dnieamente habrén perdido notoriedad. Asi, durante una temporada puede estar de actualidad exigir ayuda para los paises menos desarrollados, porque un nutrido gru- * CONILL, Jesis. -Btiea y humanidadess, en Vela Mayor n’ 6 (1995), pp. 65-11, ©” CORTINA, Adela. Bl quehacer ética Guia para la educacién moral, Ma did, Santillana, 1996, p. 10. » “ARANGUREN, José Luis. Btica, en Obras Completas, Madrid, Trotta, vol. I. 18 po de j6venes organizan acampadas y manifestaciones pidiendo el 07 del Producto Interior Bruto para esos paises, y los medios de comunieacién se hacen eco de la noticia, Prensa, radio y television se ceban en el tema, de modo que por alin tiempo el 0”7 se con- Verte en el protagonista de telediarios y reportajes. iSignifica esto que, una vez finalizadas las aeampadas y las protestas que son noti- cia porque «wenden, deja de tener realidad que los paises del Ter- cer Mundo precisan ayuda y que los paises rieos deben prestrsela? O dicho de otro modo: el hecho de que los medios de comunieacién dejen de hacerse eco iquiere decir que la indiferencia de los patses ricos ya no es insolidaria ¢ injusta? La respuesta a esta pregunta es a todas luces negativa, y deja bien claro el hecho de que una cosa es estar de moda, muy otra estar de actualidad. En el segundo caso hablamos de un asunto en- trafablemente nuestro que, como el Guadiana, unas veces sale a la superficie y otras fluye bajo tierra, pero est ahi, siendo parte nues- tra Y esto es precisamente lo que ocurre con los valores morales, que son en realidad los que andan en este momento en boga, aun- que la gente se refiera a ellos con el rétulo genérico de -educacién en valores». Es una aguda sensibilidad ante la falta de ética la que esta reclamando una mayor moralidad en todos los ambitos de la vida social: en la empresa y en la politica, en las medias de comuniea- cién, en los baneos y en las profesiones, en los hospitales, las eseue- as, os institutos y las universidades; en el conjunto de nuestra vida, en suma, Porque entendemos, afin de cuentas, que un aumento en ‘moralidad es lo mismo que un crecimiento en humanidad. No quiere decir esto que no sean esenciales los valores estét cos (la belleza, la elegancia), los religiosos (lo sagrado, lo trascen- dente), los de la salud (la salud, la agilidad), los intetectuales (el conocimiento, la evidencia), o los de la utilidad (lo titi, lo eficaz), sino que son los morales los que parecen estar de aetualidad; tal vez 9 porque nos pereatamos, eon razén, de que desde ellos podremos ordenar los restantes de una forma ajustada a las exigencias de nuestro ser personas, ya que los valores morales actiian como integradores de los demas, no como sustitutos de ellos. Por eso urge educar en este tipo de valores, sea a través dela educacién formal», es decir, en la escuela, sea a través de la fami- lia, a ealle o los medios de eomunicacién. Pero como la tarea, con ser atractiva, resulta a la vez un tanto compleja, conviene ir intentando aelarar qué son los valores, qué tipo de valores componen la vida humana, cudles son los valores morales y por qué, para pasar a contemplar otras cuestiones una vez aclarado el nicleo. Que por el hilo se ird sacando el ovillo, mien- tras que, si empezéramos ya por la madeja, nos veriamos enreda- dos en la complejidad del asunto sin solucién. Adentrémonos, pues, sin ms en ese mundo, harto complejo, de los valores, 3. Un mundo escurridizo: no hay nada escrito sobre gustos 3.1. Lenguaje descriptivo y lenguaje prescriptivo ‘Vamos al cine un domingo por la tarde y, después de toda la semana trabajando, la pelicula no nos gusta nada, «iQué est ssamos enfadadlos- deberian devolverme el dinero. Pero, ni aiin as porque la tarde a ver quién me la devuelve. Al salir del cine nos encontramos a un amigo y nos falta tiem- po para decirle: «Acabo de ver una pelicula infame, no se te oeurra ira verla, no vale la pena en absoluto». Una situacién cotidiana, un didlogo normal. En él aparecen dos términos que expresan de alguna manera un valor: «infameny ‘no vale la penas, que quiere decir en buena ley «no merece que ‘astes en ella ni el tiempo ni el dinero» A primera vista, parece que hemos informado a nuestro ami ‘£0 de emo es la pelicula, pero no es asi. 0 a menos no lo creen asi los filésofos analiticos del lenguaje que distinguen entre dos tipos de lenguaje: el deseriptivo o informativo, y el que denominan preseriptivo, dentro del cual un buen nimero de ellos incluye el valorativo o evaluativo, al que pertenecen las dos expresiones de valor que hemos meneionado. Con el lenguaje deseriptivo o informativo -eontimian- trata- ‘mos de deseribir hechos que oeurren en el mundo, hechos que las, demas personas pueden comprobar; de forma que cuando relata- ‘mos a otros esos hechos, les estamos informando acerea de ellos y pueden comprobar de algrin modo si son verdaderos 0 falsos. Con el lenguaje preseriptivo, sin embargo, lo que intentamos es -como su nombre indiea- prescribir la conducta; entendiendo ahora por «preseribir» dar orientaciones para que las personas ac- ‘ten en consonancia. El lenguaje preseriptivo, a su vez, puede ser imperativo 0 valorativo (también llamado -evaluativo). Ellenguaje imperativo orienta la condueta por medio de man- datos; mientras que el valorativo la orienta en la medida en que ‘expresa que algo es valiaso y que, por lo tanto, merece la pena orien- tar la accién en ese sentido. Cuando yo comunico a otra persona que algo es valioso o, por el contrario, que no vale la pena, le estoy dando orientaciones, bien para que actiie en esa direceién, bien para que tome el camino contrario. A jirimera vista parece que le estoy informando de forma aséptica y, sin embargo, lo que estoy haciendo es darle pistas para que acti. 2t Deseriptivo 0 informative Deseribe hechos y nos informa acerca de ellos. Bj. «La pelicula dura do horas». Prescriptivo Orienta la accién Tipos de lenguaje - Imperativo: la orienta por me- dio de mandatos. Ej. «iDebes ver esa pelicula!» - Valorativo: la orienta por me- dio de valoraciones 0 estima- ciones. Bj. «La pelicula es buena». Por ejemplo, si volvemos a nuestro desgraciado domingo, hu- jéramos informado a nuestro amigo de la pelicula sie hubiéramos, contado cosas como las siguientes: es una pelicula que dura dos ho- ras, se titula «Destruccién total», la hacen en el ci director es Pepe Pérez, y los actores principales, Juan Gareia y Marichu Léper; yo he ido a la segunda sesion, que em pezaba a las, Plaza», el siete y media, porque si iba a la siguiente, que es a las diez, eorria el riesgo de quedarme dormida, Este lenguaje es descriptive e informative, porque transmite al interlocutor un conjunto de hechos, cuya verdad o falsedad él puede comprobar, si tiene interés en ello. Puede ir al cine, mirar los carteles y los horarios y comprobar si le he engafado 0 no, Obvia. 2 ‘mente, comprobar la verdad o falsedad de los hechos es mucho mas complicado en otras ocasiones. Por ejemplo, en los juicios por un delito puede resultar extrema- damente dificil, e incluso imposible, eomprobar si el presunto autor del acto delietivo lo es. En las informaciones de los meciios de comunicacién, el oyente tiene bien complicado averiguar si es ver- dad lo que le estan contando, igual que resulta casi imposible dis- cernir qué hay de verdad cuando alguien intenta desaereditar a un tereero atribuyéndole aetuaciones que en una sociedad suelen con- siderarse como poco presentables. 3.2. Dificultades del lenguaje valorativo: el riesgo de subjetivismo Pero, con todas las dificultades que ello suponga, es posible averiguar si los hechos se produjeron como se estén deseribiendo. En eambio, resulta imposible comprobar si la pelicula es buena 0 ‘mala de la misma forma que comprobamos la verdad o falsedad de los hechos, porque aquf hemos entrado en otro orden de cosas: no enel delos hechos, sino en el del lengzuaje evaluativo, queda orien- taciones la aecién, pero no pretende ser verdadero ni falso. Porque puede ser muy bien que nuestro amigo vayaaver «Des- truceién total», a pesar de todo, y que salga entusiasmado. «No sé ‘cémo has podido decirme que era infame y que no valia la pena. Es genial» Ante diserepancias de este género los expertos en cine se em- barean en una larga perorata intentando convencer al interlocutor con toda suerte de angumentos sobre planos, tomas, guién, diree- cin o protagonistas. Y es verdad que resulta feeundo para mejor apreciar un valor aprender a distinguir, en este caso, los elementos de una pelicula, como también conocer su historia y aprender técni- 2 cas relacionadas con el cine. Pero, en iltimo término, nuestro ami- {g0 puede muy bien acabar diciéndonos después de nuestro porm norizado diseurso: «pues a mi me ha gustado». Lo cual tiene senti- do, estemos de acuerdo 0 no, mientras que no tiene sentido empe- arse en afirmar que los burros vuelan. Por eso dice el refriin que sobre gustos no hay nada escrito». El mundo de los valores en general es, pues, un mundo escu- rridizo y complejo, en el que parece que todo se resuelve en el puro subjetivismo del «a mi me gusta», «a mi no me gusta», «yoo valoro positivamente, y él, negativamente>. Por eso a los pensadores no Jes gusta mucho meterse en este terreno. Porque asi como el Ienguaje descriptive, informativo, sobre hechos, con més 0 menos dificultades puede acabar pronuncidndo- se sobre la verdad o la falsedad del hecho, el lenguaje valorativo parece topar con esa fortaleza inexpugmable que es el gusto de cada ‘uno. Y ya puede el vendedor ponderar las virtudes desu mereaneia, hacer con todo celo el articulo, que al final el potencial cliente se «queda en potencial, al espetarle un implacable: «pues a mi no me usta». Y el vendedior se ve obligado a decir, eon ganas o sin ellas, «que «el cliente siempre tiene razén~. Cierto que en cada sociedad existen unos estindares, unos patrones de lo que suele gustarle a la mayoria, que son los que per- mniten fijar los precios de los productos, poniendo mis earos aqué- Tos que més suelen gustar, Pero, «mayoria» no es lo mismo que uunanimidad, Por eso una primera aproximacién al mundo de Tos valores parece Hevarnos a la eonclusién de que, en iltimo término, ‘quées una buena pelicula, qué es un hermoso cuadlro, qué es una casa confortable parecen ser decisiones muy subjetivas, cosas que cada persona decide y sobre las que no tiene mucho sentido argu- ‘mentar eon los demas, porque aqui eada uno es muy duefo, sobre gustos no hay nada eserito. ¥, sin embargo, 24 4, Ono tan escurridizo: hay gustos que merecen palos 4.1 Limites del subjetivismo Y, sin embargo, las cosas no son tan simples. Si lo fueran, a nadie le preocuparia eduear en unas cosas llamadas «valores» que dependen del gusto de cada cual. Los profesores de Historia del Arte no se empefarfan en defender que «Las Meninas» es un cua- dro genial, sea eual fuere la opinién de sus alumnos, ni los de Lite- rratura pondrian tanto celo en asegurar que merece la pena leer EU Quijote, aunque alegue el alumnado que es un tostén. En casos como éstos, cuando alguien -por ejemplo- se duerme sin recato escuchando la Oda a la Alegria de Beethoven, podemos pensar de él que est muy cansado o que es un zoquete en materia de misica, pero no vamos a echarle la culpa a la calidad de la obra, ni a conformarnos diciendo lisa y lanamente que ésta es una eues- tin de gustos, en la que cada uno es muy duefio. Yase contaba hace tiempo aquél eélebre chiste, de los muchos que se han ideado acerea de los exémenes: — «dHuele el deido sulfhidrieo? — Huele muy bien, sf senor. — Pues huele a podirido, chico. = Amime gusta ese olor» . Por eso, frente al refrin que aboga por el subjetivismo de los ‘gustos, alegando que sobre ellos no hay normas, no hay nada escri to, es imposible diseutir, est4 el que mantiene que alguna norma si debe haber, porque «hay gustos que merecen palos. 4.2. Educacién en valores ‘Y esaeste segundo refrain al que se acogen padres y enseantes cuando se esfuerzan por eduear en un sentido u otro Ios gustos de ‘uu hijoe o sus alumnos, sea en enestiones de misiea, ce literatura, de artes plisticas o, por supuesto, de étiea. Porque aunque aqui no podamos alcanzar el tipo de unanimidad que logran algunos hechos fehacientes -cosa que, todo hay que decirlo, sueede rara ver-, quien aprecia determinados valores est convencido de que valen, y de ‘que también las demas personas gozarian con ellos, siempre que pudieran degustarlos en ciertas condiciones. La cuestién de los valores es, pues, una cuestién, no sélo de intuicién personal, de eaptacién personal del valor, sino también de cultivo de las predisposiciones necesarias para apreciarlo, para degustarlo. Como se degusta un café ose paladea un buen vino, que al cabo importa tener un paladar selectivo, eapaz de apreciar lo que realmente merece la pena. La educacién en valores consistiria pues -podernas ir adelan- tando- en cultivar esas condiciones que nos preparan para de- ustar ciertos valores. 26 UE SON LOS VALORES? Llegados a este punto, estamos ya en disposicién de ir respon- diendo a la pregunta que encabeza este capitulo, y lo haremos de la mano de un excelente guia, José Ortega y Gasset, que de ello trata en un bello articulo titulado «Introduccién a una estimativa. {Qué son los valores? », si bien iremos en muchas ocasiones més allé de él. 5. La capacidad de estimar Recuerda Ortega que, cuando nos enfrentamos a las cosas, no ss6lo hacemos con respeeto a ellas operaciones intelectuales, como comprenderlas, compararias entre si o clasificarlas, sino que tam- bién las estimamos o desestimamos, las preferimos 0 las relega- mos: es decir, las valoramos. No sélo nos percatamos de que una persona es mas alta que otra, ode que tiene la piel mas clara o mas oseura, sino que amamos ‘una y otra nos parece impresentable, preferimos a unas y evita- mos a otras siempre que es posible. Y Jo mismo ocurre com las cosas, con los sistemas sociales 0 con las instituciones: que valoramos unas positivamente (las amamos, nos atraen, etc.), mientras que valora- ‘mos otras negativamente (las odiamos, nos repugnan, ete.). 27 Y, curiosamente, «ser» y «valer» no se identifiean, porque hay cosas que son y, sin embargo, las valoramos negativamente, como podria ser el caso de una enfermedad, mientras que otras no son y las valoramos positivamente, como puede ser Ia justicia perfecta, ‘quo on ningén lugar de la tierra est todavia realizada y.sin embar- ‘go, merece toda nuestra estima, 6. Los valores valen realmente Por eso el gran problema a cuento de los valores, el nudo gordiano en todo este asunto, eonsiste en averiguar si tienen reali- dad o si, por el contrario, los inventamos; si concedemos un valor alas cosas y por eso nos parecen valiosas, o si mas bien reconocemos enellas un valor y por eso nos parecen valiosas. solidaridad, por ejemplo, es en sf valisa y por eso desea- ‘mos construir un mundo solidario, 0 si, por el contrario, son algunas personas las que han deeidido que la solidaridad es un valor. Siuna persona justa debe agradarnos porque la justicia es un valor, o si ‘mas bien ocurre que a alguno les agradan las personas justas y por eso dicen que la justicia es un valor. La cuestién es muy compleja. Porque si aceptamos la primera tesis -Ia que dice que nosotros inventamos los valores-, entonces el subjetivismo es.inevitable, Cada grupo, cada persona, cada socie- dad crearé sus propios valores, y mal va a pretender que los esti- ‘men los demas grupos, personas o sociedades. Pero si aceptamos la segunda -la que dice que los valores son reales y por eso hemos de aceptarlos-, entonces no se entiende por qué no somos capaces de estimarlos todas las personas, nitampoco qué resquicio de creativi- dad nos queda a la hora de construir el mundo. {Tenemos que situarnos pasivamente ante la realidad y elimi- nar todos los obsteulos que nos impidan eaptar unos valores ya 28 dados? 20 nuestra eapacidad creadora también tiene algo que decir enesto de los valores, aunque no sea inventarlos partiendo de cero? Ciertamente, en torno a estas euestiones se han producido in- contables debates que no podemos recoger aqui, y por eso tendre- tos que conformarnos con exponer tinieamente nuestra propia con- clusién, que iremos desgranando en tres pasos: 1) Los valores valen realmente, por eso nos atraen y nos complacen, no son una pura ereacién subjetiva. Consideramos buenas aquellas cosas que son portadoras de algiin tipo de valor, como es el caso de una melodia hermosa o el de tuna propuesta liberadora. ¥ las consideramos buenas porque des- cubrimos en ellas un valor, no porque decidamos subjetivamente Aijarselo. Lo que sueede en muchas ocasiones es que, como estamos acos- ‘tumbrados a fijar un precio a las cosas, atendiendo a diversos deta- les, podemos aeabar ereyendo que, no sélo fijamos su preeio, sino también su valor. ¥ conviene no confundir ambos, porque el precio ssi podemos ponerlo, pero no el valor. En este sentido se pronunciaba Oscar Wilde, al caracterizar de forma insuperable qué es un cinico: «Cinico -deeia- es el que conoee el precio de todas las cosas, y el valor de ninguna». Conocer el precio de los buenos vinos, de los buenos pisos, parece que nos da «mundo», nos da prestigio. Incluso hemos dado en creer que toda persona tiene un precio, de suerte que el «hom- bre de mundo» es el que sabe lo que hay que pagar por las cosas y Por las personas. Y, sin embargo, no sélo es falso que toda persona esté dispues- taavenderse por un precio, por alto que sea, sino que también loes, 29 ‘que seamos nosotros quienes inventamos el valor de las cosas. Por- ‘que los valores son cualidades reales de las personas, las cosas, las institueiones y los sistemas. 2) Pero la realidad no es estitiea, sino dinamica, contiene un potencial de valores latentes que s6lo la creatividad humana puede ir deseubriendo, De abi que poclamos deeir que la ereatividad hu mana forma parte del dinamismo de la realidad, porque actiia eomo una partera que saca a la luz lo que ya estaba latente, alumbrando de este modo nuevos valores o nuevas formas de percibirlos. Los grandes genios y los grandes ereadores de ls humanidad son piezas indispensables de este dinamismo de la realidad, pero también los ciudadanos de a pie, en la medida en que todos y cada uno son capaces de alumbrar nuevas perspectivas de valor. Una ver recogidos estos dos rasgos del mundo de los valores, pasamos a formular otra cuestién, no menos delicada ni menos nu- clear: ‘conducta en un sentido u otro? Q dicho de otro modo, sen qué con- siste su fecundidad para nuestra accién? 1ué oficio desempefian los valores cuando orientan nuestra 7. Son cualidades que nos permiten acondicionar el mundo, hacerlo habitable Los valores (como la libertad, la solidaridad, la belleza) valen realmente porque, como diria Xavier Zubiri, aunque en otro con- texto, nos permiten «acondicionar» el mundo para que podamos vivir en él plenamente come personas. Por eso tenemos que ‘enearnarlos en la realidad creativamente, lo cual no significa que nos los inventemos de forma arbitraria. La realidad es una base a partir de la cual las personas ereativas disefan una inerefble eanti- dad de posibilidades y de mundos nuevos, pero una cosa es lacrea- cin, fruto de la libertad, muy otra la aberracién, producto de men- tes calenturientas. Acondicionar la vida slo puede hacerse desde la creacién y no desde la aberracién, .Qué significa esto? Lo veremos ms claramente eon un ejemplo. ‘Supongamos que deseamos cambiarnos de casa y nos ofrecen tuna hermosa vivienda, pero vieja. «Necesita reformas

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