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Gf Gorosrecui W, (2000), i Aegeuting, T 4." La ocgauiaa- cik nawionsd . 3% od. Paidss Tate, I. REORGANIZACION POLITICA 1. Guerras civiles y guerra del Paraguay ciootro de as province, ms 0 menos controlado ie- E] Chacho tomé las armas y en su proclama a los pueblos anuacié sus in- 0 Wdicar los sagrados derechos que “los traidores y perjuros ‘usurpado”; los gobemadores de Tucumén, Catamarca y Santiago del 0 se unieron para derrotarlo y Mitre cedié a la presién de los “duros” y encomendé la direccién de la “guerra de pol ms encarnizado enemigo del caudillo, Domingo Faustino Sarmiento, gobemador de San Juan. En los meses de mayo y junio, las fuerzas nacionales derrotaron a las tro- ‘pas montoneras en Lomas Blancas y Las Playas aunque el Chacho mar todavia en jaque a sus enemigos hasta el 12 de noviembre, dia en que Fue ‘mado prisionero y muerto a lanzazos por el coronel Irrazébal. Este asesinato, desaprobado por el gobierno nacional, es buena muestra de las pasiones que dominaban en el turbuleato panorama politico del pais. Acallada la conmocién de la montonera, otros movimientos se produjeron en las provincias. El 2 de marzo de 1865 estall6 en Cérdoba una revolucién contra el gobemador Roque Ferreyra y en la sangrienta represién perdié la vida un ex gobernador de la provincia, el doctor Justiniano Posse; en 1866 tuvi lugar otras revueltas en Mendoza y en Catamarca contra el gobernador Maubecin; en 1867 en Cérdoba, La Rioja y Santa Fe y en 1868 en Corrientes. tenciones de rei i gobierno “Mayores esfuerzos demandé en cambio el iltimo episodio protagonizado por las montoneras en el Interior, vinculado en su origen inmediato con la gue- ra argentino-paraguaya. ‘Al declararse ei conflicto internacional y decretarse el reclutamiento de soldados, surgieron problemas en ciertas provincias: en Entre Rios, una fuerza reunida por Urquiza se dispers6 y en el Interior hubo que apelar no pocas ve~ ces a medidas coercitivas para lograr el enganche, La guerra impopular y los persistentes resentimientos sociales configuraban un perfecto caldo de ct para un nuevo estallido de violencia, La situacién hizo crisis con un pequefio episodio en la provincia de Men- doza: el 1° de noviembre de 1866 se levants la policfa local ante el atraso de ‘sus sueldos y puso en libertad a los presos entre los que se encontraba un diri- ‘gente federal, el coronel Carlos Juan Rodriguez que de modo sorpresivo se hall6 dueto del poder; al mismo tiempo las noticias del desastre experimentado por las fuerzas nacionales en Curupayti provocaron la sublevacién de un contin gente de reclutas destinado al frente, que engros poco todos usaban el distintivo punz6 y se aut Localizado hasta ese momento, e! movimiento se extendié en forma verti- ginosa. El coronel Irrazdbal fue derrotado por los mendocinos que también des- hicieron alas fuerzas del gobernador de San Juan y de La Rioja en le Rincona- da del Pocito y los sublevados sanjuaninos proclamaron gobernador a Juan de Dios Videla; poco después se repite el cambio de autoridades en San Luis con 80 la designaci6n del coronel Felipe Séa. Todo Cuyo estaba en poder de los ¥ las provincias vecinas corrian el mismo peligro cuando entr6 en. escena Felipe Varela arteniente del Chacho venia de Chile con dos batallones for- 10s emigrados argentinos que hi ‘oronel Estanisla Medina y en su bandera se | 1a Unién Americana! ; Viva el Ilustre Capitin General Urquiza! ros traidores a la Patria!” Su proclama, fechada el 10 de di- iba Ciembre de 1866, bast6 para levantar en armas alas montoneras de los Llanos Guandacol y provocar la sublevacién de fuerzas del gobierno apostadas en Yéchal para impedir su entrada. ‘En este clima de apoyo popular se realiz6 en enero de 1867 una reunién de 10s distintos jefes en San Juan que transformé el inorgé jento en tun sincronizado plan contra el gobierno nacional; Sa y Videla marcharfan ha al por San Luis y el sur de Cérdoba mientras Varela avanzaria hacia el norte para destruir el fuerte nicleo liberal encabezado por la familia ago del Estero. Los planes recibieron un apoyo inesperado de las milicias riojanas y la huida del gobemnador, que con la sublev: facilit6 1a entrada de los revolucionarios en la provincia y su paso hacia Catamarca, donde se libré la primera batalla contra las fuerzas mandadas por el comandante general de la provincia Meliton Cérdoba; el tro tuvo "Ante el aumento de los contingentes montoneros que se unian a Varela, el gobiemo empeté todos sus esfuer2os para desbaratar el movimiento que ya 81 sumaba varios miles de hombres en combate. Taboada por el norte y el coronel Arredondo por el sur llevaron el contraataque y el 1° de abril el segundo ven- i6 en San Ignacio (San Luis) alas fuerzas de Séa y Vide de abril, se enfrentaron las tropas de Varela y de Taboada del pozo de Vargas, inmortalizada por el cantar popular, y sufrieron su segunda derrota Después de este encuentro todavia se produjeron algunas alternativas béli- cas de menor importancia, pero la montonera estaba ya deshecha. Felipe Vare dej6 el pais para morir en el exilio el 4 de junio de 1870 y con ‘timo capitulo de la lucha contra el sistema liberal en la regién A estos problemas intemnos se sumé otro grave compromiso que exigid del gobierno esfuerzos y gastos todavia mayores; nos guerra con el Estado paraguay, iniciada en 1865. Los origenes del conflicto son variados y se vinculan con situaciones poli- ticas y econémicas de vieja data que no habremos de examinar en sus deta- les; recordaremos s6lo que la situacién mediterranea del Paraguay lo llevé a complicadas maniobras diplométicas con el Brasil, Uruguay y Argentina con el fin manifiesto de mantener tin equilibrio politico que lo favoreciera. Se su- cedieron asf a lo largo de los afos, alianzas y contraalianzas manejadas discrecionalmente, primero por Carlos Antonio Lépez y a su muerte por su hijo, Francisco Solano Lépez, ambos presidentes vitalicios del pais vecino, una de las cuales fue causa inmediata de la guerra. En 1864, el general uruguayo y dirigente del partido colorado, Venancio Flores, invadié st pais con el objeto de derrocar al presidente en ejercicio, miembro del partido blanco. El hecho de contar el general Flores con fuertes simpatias en la Argentina donde habia luchado en favor de los liberales, dio lugar a sospechas sobre la real neutralidad del gobierno nacional en el episo- dio y motivé un pedido de explicaciones de varios paises entre los que se encontraba el Paraguay; el pedido fue considerado por Mit vio nacional y no se curs6 respuesta alguna. Al mismo tiempo el cionaba tropas en la frontera con el Uruguay y después lo invadia en apoyo de Flores, En ese punto de los acontecimientos, Francisco Solano Lépez, alia blancos uruguayos, declaré que considerarfa “‘atentatorio contra el eq\ de los estados del Plata, cualquier ocupaci6n del territorio oriental por fuerzas extrafias” y pidié permiso al gobiemo argentino para atravesar el territorio de Corrientes con sus fuerzas con el fin de combatir a los brasilefos. Ante la ne- gativa de Mitre aduciendo neutralidad, el Paraguay declaré la guerra el 5 de ‘marzo de 1865, apres6 dos buques argentinos surtos en el Puerto correntino € invadi6 la provincia. Dos meses més tarde se firmé el Tratado de la Triple Alianza entre Argenti- na, Brasil y el Uruguay ~ahora en manos coloradas- por el que se acordé una 82 contra el Paraguay. El general Mitre fue designado general en 108, mientras que el Brasil proporcionaria su escuadra ‘con que contaba el pai i fuerzas apenas bastaban para cumplir su cometido especifico; se ordené la mo- vil de la Guardia Nacional en todo el p jutamiento en Entre lados que se pondrian al mando de los gene- uso ademés la creaciGn de un ejército de ope- raciones mediante la contribuci6n de las provincias, lo que permitirfa organi- es de quinientos hombres con Ios contingentes de Guardias je cada una de ellas; este niimero se amplié después a veinticinco mil soldados en total presidente de la Republica con su ‘gabinete, 1862 (Archivo General de la Nacién) 83 Las disposiciones tomadas tropezaron con dificultades para ser cumpli- das en algunas provincias donde el entusiasmo popular ante la guerra fue ya nos hemos referido a los episodios de Mend dos con el envio de contingentes y cabe afiadir un episodio similar tre Rios, que culminé en el desbande de ocho mi reunidos por Urquiza De todos modos se procedié a organizar la movilizacién con las tropas dis- ponibles en la ciudad de Buenos Aires, las que fueron puestas bajo las érdenes del general Paunero y embarcadas rumbo a la zona de operaciones el 24 de abril El general Mitre por su parte, deleg6 la presidencia en el doctor Marcos Paz y marché hacia Concordia, provincia de Entre Rios, para asumir la jefatura de las fuerzas aliadas. Los primeros movimientos fueron favorables al ejército aliado, que alcan- 26 la victoria de Yatay, rindi al jefe paraguayo Estigarribia en Uruguayana y avanz6 hacia el norte provocando en octubre el repliegue del enemigo a su pro- pio territorio. De alli en adelante las operaciones se desarrollaron en tierra pa- Fic, 4.17. Mire y Francisco Solano Lépes: entrevista de Yatayty Cord, 11 de seriembre de 1866 (Archivo General de la Nacién). raguaya, luego de la caida de Paso de la Patria en abril de 1866; el 2 de mayo en Estero Bellaco y el 24 del mes en Tuyutf se libraron encuentros en ‘que, pese a las ba (0 aliado asest6 fuerte golpe a las fuerzas dde Lépez. Otras ibraron en junio en Yatayty Cord y en el Sauce 0 Boquerdn, en tanto los aliados planeaban apoderarse de las fortalezas de Curuzii y Curupa mn comenz6 el 3 de setiembre y logré éxito cen su primer objetivo, no asi en la toma del segundo fuerte que terminé en un terrible desastre para las tropas atacantes. A lo largo de 1867, la guerra continué en forma lenta y dificil, dadas las caracteristicas del terreno y el poder bélico que atin conservaba el presidente Lépez, pero el avance prosiguié y en el mes de agosto de 1868, el marqués de fas, al mando de las fuerzas desde principios del afio por ausencia del ge- ue debid bajar a Buenos Aires al fallecer el vicepresidente doctor fortaleza de Humaitd y marché hacia Asuncién, que cay6 el 5 de enero de 1869, después de la victoria de Ité Ibaté ‘Aunque la guerra qued6 de hecho terminada con este tltimo episodio, Lé- continuar una desesperada resistencia y reunié nuevas tropas en su dc Cerro Leén, fortificéndose en Caacupé; de alli fue desalojado y huyé hacia el noreste perseguido por fuerzas de cabalieria que, al mando del ‘general Cémara, el 1° de marzo de 1870 le dieron alcance y muerte en el lugar denominado Cerro Cora. El 20 de junio de 1870 se firm6 el Protocolo que puso fin al conflicto bélico. 2. Presidencia de Sarmiento El general Bartolomé Mitre termind su periodo presidencial en 1868 y el 12 de octubre, entregé el mando a su sucesor don Domingo Faustino Sarmien- to luego de un proceso eleccionario que sefiala la creciente complejidad del Panorama politico del pais. A diferencia de la primera eleccién, ahora las fuerzas se habjan agrupado en cuatro tendencias bien marcadas: frente a Mitre, que dirigia la més numero- sa, se levantaba en Buenos Aires el partido autonomista acaudillado por Adol- fo Alsina, mientras Urquiza agrupaba a los electores del Litoral y Taboada a una Liga del Norte formada por cinco pro 4 estos movimientos parti- darios se sumaba ademas la opiniGn del ejército que intervenia ea forma acti- va. En el extranjero por aquel entonces, Sarmiento no encabezaba personal- ‘mente ningin partido. La cronologia de los episodios se inicia a mediados de 1867 con el ofreci- miento de algunos amigos y admiradores, y hacia noviembre su candidatura ¢s proclimada por primera vez en el pais por el partido liberal de Corrientes, que 85 completa la férmula con Adolfo Alsina; Urquiza, Rufino de Elizalde y Alber- di, eran otros nombres que ban para el mismo cargo aunque no se habia coneretado ninguna férmula definitiva. En esas circunstancias Mitre envi6 - el Paraguay una carta a José M. Gutiérrez, calificada de “testamento donde exponia su pensamiento: maxima prescindencia e imparciali- dad del Boder Ejecttive, condena moral de las candidatuas de Urgueay Al berdi que calificaba de reaccionarias, término que también aplica ala de Alsina por ser fruto de una liga de gobemnadores sin apoyo popular; por tiltimo, des- aprobaba el clima de virulentos ataques reciprocos desatado por los partida- rios de Elizalde, Sarmiento y Alsina, irvieron para aclarar el panorama: su amigo Rufino de contarfa con el apoyo del aparato estatal y como resultado cundié a impresin de que ninguna candidatura habria de obtener la mayorfa absolu- ta de electores. A principios de 1868 Sarmiento es sostenido por el Partido Liberal de seis, provincias y cuenta con el apoyo del ejército que por medio del general Frc. 4.18. Sarmiento, sargento mayor después de Caseros (Archivo General de la Nacién). 86 a nee ‘Arredondo trabaja activamente por su candidatura en Santiago del Estero y La Rioja; Al or su parte, s6lo es fuerte en Buenos Aires y ello decide el den en la formula Sarmiento-Alsina, proclamada en forma oficial por el Pa do Liberal el 2 de febrero, ‘Todavia se sucedieron sin embargo una serie de combinaciones: Alsina in- tenté llegar a un arreglo con Urquiza, lo mismo que los partidarios de Elizalde; se extraviaron sospechosamente las actas electorales de Tucumén, provincia favorable a la formula Elizalde-Paunero, y no hubo elecci6n en Corrientes, sta, pero al fin el Congreso realiz6 el escrutinio y Sarmiento ob- § de los 131 que habfan sido declarados validos, y con ello 13, votos por enci El presidente electo se enterarfa del resultado al pasar por Rio de Janeiro en viaje a Buenos Aires. El 12 de octubre de 1868 recibi6 las insignias del mando y de inmediato inete con el doctor Dalmacio Vélez icia, Culto e Instruccién Pablica), doctor José Ben- jamin Gorostiaga (Hacienda), don Mariano Varela (Relaciones Exteriores) y el coronel Martin de Gainza (Guerra). Durante su desempefio, y pese a carecer de un partido politico propio que lo respaldara, se aplicé a restablecer la disciplina a distintos niveles: en el ejér- ‘Snici6 un sistema de jerarquizaci6n; procedié al exterminio de los tiltimos fervino con la fuerza de que disponfa para asegurar las ‘en todos los casos en que se suscitaron conflictos. al pacificacién sélo se lograria con medidas que aplicacién de la pena de muerte para zada por el gobernador de Santiago del Estero, don Manvel Taboada, al neu- tralizar su influencia en las elecciones de Tucumn, Salta y La Rioja. Como Jo manifestara en forma piblica, estaba dispuesto a hacer cumplir la Consti- tucién en todos sus aspectos, y no harfa para el caso distingos entre amigos y ‘enemigos; prueba de esta decisién fueron la intervencién a la provincia de San Juan en que procedié contra don Manuel José Zavalla, propulsor de su candidatura, tan pronto aquél infringi6 disposiciones de la Carta, y el proce- dimiento seguido en Entre Rios luego del asesinato de su antiguo enemigo, el general Urquiza El vencedor de Caseros, luego de su derrota electoral, habia acatado el sultado y apoyaba a Sarmiento con el que se babfa recon: pero en su provincia subsistian elementos contrarios a la politica de unidad inaugurada en 1862 y el 11 de abril de 1870, dos meses después de realizada su entrevista con el presidente, Urquiza cafa asesinado, y Ricardo Lépez Jordén, era electo gobernador por la Legislatura provincial 87 Resuelto a no transigir, Sarmiento decreté la intervencién militar a la pro- vincia y convocé a las Guardias Nacionales de Entre Rios, Santa Fe y Corrien- tes para aplastar la rebelién. La empresa no fue facil; Lépez Jordan, de gran ascendiente entre la poblacién y auxiliado por el partido blanco del Uruguay, ‘opuso enconada resistencia librandose sangrientas batallas en Los Sauces, Santa Rosa, Don Cristobal, hasta que en Naembé (Corrientes) el gobernador de esa provincia, Santiago Baibiene, lo derrot6 completamente el 26 de enero de 1871. Dos afios después, el 1° de mayo de 1873, Lépez Jordan volvi6 a rebelarse y se reiniciaron las hostilidades, esta vez con la participacién personal de Sar- que viaj6 a Parand para seguir de cerca las operaciones. A fines del el mes de diciembre, la victoria de Don Gonzalo puso fin al renovado da, designado en elecciones que fueron impugnadas por el Partido Nacion: Fig. 4.19. Lopez Jordén dcompatiado por sus coroneles. 88 al presidente saliente a pocos dias de entregar el mando. Se sublevaron el co- ronel de marina Erasmo Obligado y Jos generales Arredondo y Rivas con el apoyo de Taboada, y el general Mitre se puso a la cabeza del movimiento “no porque deseara modificar el resultado de los comicios presidenciales sino para impugnar las elecciones de diputados realizadas en la provinci La presencia de esta figura no detuvo sin embargo al pre ganizé la defensa en forma tal que su sucesor derrot6 sin di vados. quien or- los suble- cerré su presidencia con un episodio tempestuoso, uno més de los tan- protagonizara en los seis afios anteriores. Porque este hombre, enamo- rado de una idea adelantada en afios a su época quiso ~y no pocas veces logré— cortar de raiz todo aquello que consideraba un obstéculo al progreso; de abi su grandeza y sus terribles errores que lo han convertido en una de las figuras més discutidas del pasado argentino, 3. Creacién de los organismos del nuevo Estado al en octubre de 1862 cie- smpo el comienzo de pro- istalaci6n ofc’ \uevo gobierno na ra él largo perfodo de divisién y sefiala al mi fandos cambios en la estructura del poder pol En efecto, la le una autoridad que a todos comprendia aunque estuviese por encima de los intereses particulares de los estados, no hacia més i el ejercicio del poder real estaba en las provin- lo delegaban por propia decisién. Los episodios de la cuestién capital no son més que una ratificacién de y los derechos de las partes frente al nuevo elemento aglutinante. Pero la historia del proceso posterior re- vela una distorsién de este principio, definible como federalista, en beneficio de una progresiva centralizacién y traspaso de poderes a manos del Estado nacional, proceso del que ni siquiera escaparia Buenos Aires pese a su aparen- te liderazgo después de la batalla de Pavon, La concentracién fue lenta y no estuvo exenta de conflictos; las provincias ~algunas en mayor medida que otras- resistieron el avance del poder central, aungue el retraso en advertirlo les serfa fatal ya que para entonces se habian montado los mecanismos necesarios para neutralizar todo intento de conser- var la vieja autonomia. Las primeras medidas que alterarfan el equilibrio politico refrendado porla Constitucién al adoptar el sistema federal se vinculan con la instalaci6n de or- ganismos de dimensin nacional y con las facultades que por medio de ellos se fue arrogando la nacién. Los ejemplos més ilustrativos en este sentido sur- gendel examen de la creacién y funcionamiento de la Justicia Federal y el Ejér- cito Nacional. 89 Completa la formula con Adolfo Alsina; Urquiza, Rufino de Elizalde y Alber- Gi, eran otros nombres que circulaban para el mismo cargo aunque no se habia Concretado ninguna férmula definitiva. En esas circunstancias Mitre envié desde el Paraguay una carta a José M. Gutiérrez, calificada de “testamento Politico”, donde exponfa su pensamiento: maxima prescindencia e imparciali- lel Poder Ejecutivo, condena moral de las candidaturas de Urquiza y Al- berdi que calificaba de reaccionarias, término que también aplicaa la de Alsina Por ser fruto de una liga de gobemadores sin apoyo popular; por sltimo, des- aprobaba el clima de virulentos ataques reciprocos desatado por los partida- Flos de Elizalde, Sarmiento y Alsina eron para aclarar el panorama: su amigo Rufino de on el apoyo del aparato estatal y como resultado cundi6 impresi6n de que ninguna candidatura habria de obtener Ia mayoria absolu- tade electores, A principios de 1868 Sarmiento es sostenido por el Partido Liberal de seis Provincias y cuenta con el apoyo del ejército que por medio del general Fic. 4.18. Sarmiento, sargento mayor después de Caseros (Archivo General de a Nacién), Arredondo trabaja activamente por su candidatura en Santiago del Estero y La Rioja; Alsina, por su parte, s6lo es fuerte en Buenos Aires y ello decide el or- den en la formula Sarmiento-Alsina, proclamada en forma oficial por el Parti- do Liberal el 2 de febrero. Todavia se sucedieron sin embargo una serie de combinaciones: Alsina in- tent6 llegar a un arreglo con Urquiza, lo mismo que los partidarios de Elizalde; se extraviaron sospechosamente las actas electorales de Tucumén, provincia favorable a la formula Elizalde-Paunero, y no hubo eleccién en Corrientes, feudo urquicista, pero al fin el Congreso realiz6 el escrutinio y Sarmiento ob- tuvo 79 sufragios de los 131 que habfan sido declarados validos, y con ello 13 votos por encima de la mayoria absoluta El presidente electo se enteraria del resultado al pasar por Rio de Janeiro en Buenos Aires. El 12 de octubre de 1868 recibi6 las insignias del mando y de inmediato constituy6 su doctor Dalmacio Vélez Sarsfield (Interior), doc- tor Nicol A\ Culto ¢ Instruecién Pablica), doctor José Ben- jamin Gor |, don Mariano Varela (Relaciones Exteriores) y €l coronel Martin de Gainza (Guerra), Durante su desempefio, y pese a carecer de un partido politico propio que respaldara, se aplicé a restablecer la disciplina a distintos niveles: en el ejér. tema de jerarquizaci6n; procedié al exterminio de los tiltimos ino con la fuerza de que disponfa para asegurar las Jos los casos en que se suscitaron conflictos. i6n s6lo se lograrfa con medidas que ‘odo desorden, aprobé la aplicacién de la pena de muerte para los desertores del ejé tomados prisioneros, y en los con- tidarios provinciales leg6 a deshacer la Uni6n del Norte encabe- zada por el gobernador de Santiago del Estero, don Manuel Taboada, al neu- tralizar su influencia en las elecciones de Tucumén, Salta y La Rioja. Como lo manifestara en forma publica, estaba dispuesto a hacer cumplir la Consti- tucién en todos sus aspectos, y no harfa para el caso distingos entre amigos y enemigos; prueba de esta decisin fueron it San Juan en que procedié contra don Manuel José Gondidatura, tan pronto aquél infringié disposiciones de la Carta, y el proce. Gimiento seguido en Entre Rios luego del asesinato de su antiguo enemigo, el general Urquiza, El vencedor de Caseros, luego de su derrota electoral, habfa acatado el re- sultado y apoyaba a Sarmiento con el que se habfa reconciliado Pero en su provincia subsistian elementos contrarios a la politica de unidad inaugurada en 1862 y el 11 de abril de 1870, dos meses después de realizada ‘su entrevista con el presidente, Urquiza cafa asesinado, y Ricardo Lpez Jordén, era electo gobernador por la Legislatura provincial 87 Resuelto & no transigir, Sarmiento decrets fara la pro- vincia y convocé a las Guardias Nacionales de Entre Rios, Santa Fe y Corrien- tes para aplastar la rebelidn. La empresa no fue facil; Jordan, de gran ascendiente entre la poblacién y auxiliado por el partido blanco del Uruguay, ‘opuso enconada resistencia librandose sangrientas batallas en Los Sauces, Santa Rosa, Don Cristébal, hasta que en Naembé (Corrientes) el gobernador de esa provincia, Santiago B Dos afios después, de mayo de 1873, Lépez Jordén volvié a rebelarse y se reiniciaron las hostilidades, esta vez con la participacién personal de Sar miento, que viajé a Parand para seguir de cerca las operaciones. A fines del aio, en el mes de diciembre, la victoria de Don Gonzalo puso fin al renovado intento del caudillo, que reaparece Finalizado el periodo presidencial, sucedié a Sarmiei da, designado en elecciones que fueron impugnadas por el Partido Nacionalis- ta que apoyaba la recleccién del general Mitre. El descontento desembocé en Fic. 4.19. Lopet Jondén acompanado por sus coroneles. 88 al presidente saliente a pocos dias de entregar el mando. Se sublevaron el co- ronel de marina Erasmo Obligado y Jos generales Arredondo y Rivas con el apoyo de Taboada, y el general Mitre se puso a la cabeza del movimiento “no porque deseara modificar el resultado de los comicios presidenciales sino para impugnar las elecciones de diputados realizadas en la provinci La presencia de esta figura no detuvo sin embargo al presidente, quien or- ¢ganiz6 la defensa en forma tal que su sucesor derrot6 sin dificultad a los suble- vados. Y asi cerré su presidencia con un episodio tempestuoso, uno ms de los tan- tos que protagonizara en los seis aios anteriores. Porque este hombre, enamo- rado de una idea adelantada en afios a su época quiso -y no pocas veces logré— cortar de raiz todo aquello que consideraba un obstéculo al progreso; de ahi su ‘grandeza y sus terribles errores que lo han convertido en una de as figuras mas discutidas del pasado argentino. 3. Creacién de los organismos del nuevo Estado La instalaci6n oficial del nuevo gobierno nacional en octubre de 1862 cie- ra él largo perfodo de divisi6n y sefiala al mismo tiempo el comienzo de pro- fundos cambios en la estructura del poder politico, En efecto, la instalacién de una autoridad que a todos comprendia aunque estuviese por encima de los intereses particulares de los estados, no hacia mas que confirmar el hecho de que el ejercicio del poder real estaba en las provin- cas que lo delegaban por propia decisién. Los episodios de la cuestién capital no son mas que una ratificacién de la autonomia y los derechos de las partes frente al nuevo elemento aglutinante. Pero la historia del proceso posterior re- yela una distorsién de este principio, definible como federalista, en beneficio de una progresiva centralizacién y traspaso de poderes a manos del Estado nacional, proceso del que ni siquiera escaparia Buenos Aires pese a su aparen- te liderazgo después de la batalla de avon. La concentracién fue lenta y no estuvo exenta de conflictos; las provincias ~algunas en mayor medida que otras~ resistieron el avance del poder central, aunque el retraso en advertirlo les seria fatal ya que para entonces se habian montado los mecanismos necesarios para neutralizar todo intento de conser- var la vieja autonomia, Las primeras medidas que alterarian el equilibrio politico refrendado por la Constitucién al adoptar el sistema federal se vinculan con la instalacién de or- ganismos de dimensién nacional y con las facultades que por medio de ellos se fue arrogando Ja nacién. Los ejemplos mas ilustrativos en este sentido sur- gen del examen de la creaci6n y funcionamiento de la Justicia Federal y el Ejér- cito Nacional. 89 Con el Legislativo y el Ejecutivo, el Judicial era el tercer poder del sistema establecido por la Constitucién de 1853, de allf que una de las primeras leyes sancionadas por el nuevo Congreso se refiriera a la forma que adoptaria la Su- prema Corte de Justicia y los tribunales inferiores; la ley fi6 en cinco el niime- +0 de ministros que la ompondrian y un procurador general, estableciendo ademés que en cada provincia se crearian uno 0 mas juzgados inferiores. De inmediato fueron nombrados sus integrantes y el organismo comenz6 a actuar en octubre de 1863, tan pronto hubo preparado las leyes que debian regular sus facultades y procedimieatos." La puesta en funcionamiento del Poder Judicial significé un paso impor tante ya que, a la par que co por primera vez de un modo duo afirmandose los prin« ‘Sin embargo, pese ala prerrogativa de la Corte de declarar inconstituciona- les las leyes que estuviesen en conflicto con la Constitucién, su incompetenci para decidir en los problemas suscitados entre poderes -establecida por rganismo, inexistente en 186: primeros pasos para constituirlo inmediatamente des- pués de Pavén, al reunir la Guardia Nacional de Buenos Aires con nicleos dis- persos de la Confederaci6n y transferir al orden nacional el Ministerio de Gue- fra y Marina y la Inspecci6n y Comandancia general de armas de la provincia. tegral del cuerpo se llev6 a cabo unos afios més tarde cuando las conmociones internas en las provincias y permitieron .ntos de que se disponia, lo que ocurrié solamente hacia 1864, uuna vez terminada la campafa contra el Chacho Pefialoza. El gobierno procedié entonces a estructurar los organismos militares exis- tentes y en el mes de enero creé por decreto un ejército permanente compuesto por seis mil hombres distribuidos en un regimiento de arilleria, seis batallo- nes de infanteria y ocho regimientos de caballer‘a de cuatrocientas plazas cada que no estaban comprendidas las fuerzas destacadas en la frontera con el indigena. Si bien los distintos aspectos que completaban estas disposiciones (tales |. Ministros nombeados el 18 de cotubre de 1862: doctores Valentin Alsina, Francisco de las Carreras, Salvador Maria del Cari, Francisco Delgado y José Barros Pazos. Fue designado pro- ‘curador general de la Naci6n, Francisco Pico, Hasta 1870 ejrcié la presidencia de la Suprema ‘Cone el doctor Francisco de Ins Carreras y ene 1870-77 el doctor Salvador Maris del Cari 90. sedans ‘como formas de reclutamiento, estructura jerérquica, reglamentos, etcétera) se jeron en forma paulatina hasta una época bastante posterior a 1874, en lineamientos fundamentales la Institucién tiene vigencia a partir del decre- ‘mencionado. La guerra del Paraguay que elev los efectivos a més de veinte mil hombres, la creacién en 1869 del Colegio Militar, que inicia la formaciéa de un cuerpo de oficiales de carrera, 0 Ia ley del 21 de setiembre de 1872 con Sus innovaciones en el sistema de reclutamiento, anticipo de la conscripeisa obligatoria, son algunas de las medidas orientadas a lograr una mayor eficien- cia, siempre sobre la base de los objetivos perseguidos al crear el cuerpo. "Ahora bien, la gravitacién creciente de Ia institucién en el proceso politico de la época se vincula con las circunstancias especiales que vivia el pais ea ‘aquellos momentos: recordemos que el Estado enfrentaba en forma sucesiva © simulténea cor licos en el exterior, en las provincias y en las fron teras con el indigena lo que sin duda debié exigirle amplia capacidad operativa y tapidez en la toma de decisiones. Primero Mitre y luego Sarmiento solucio- Aaron el problema tomando al pie de Ia letra la disposicién constitucional que les otorgaba, como presidentes, la comandancia en jefe de las fuerzas armadas y se entendieron de modo directo con los mandos aun sobre aspectos exclusi- vamente castrenses. En la lucha por el restablecimiento del orden interno esta modalidad probs sobradamente su eficacia, no asi en el plano del equilibrio politico ya que pro- porcioné al Ejecutivo un instrumento sélo limitado por la discreci6n del go- bemante y cuyo empleo contribuy6 a alterar las tradicionales lineas de poder ‘en las provincias. La presencia de cuerpos de ejército en los actos eleccionarios, generalizada durante la presidencia de Sarmiento, fue suficiente para provocar muchos cambios y asi llegé a su fin por ejemplo la Unién del Norte encabeza- da por el gobernador santiaguefio don Manuel Taboada al ser desplazados sus aliados en Tucumén, Salta y La Rioja en ocasién de realizarse los comicios respectivos. El caso no es iinico; por medio de las fuerzas armadas, el Ejecuti Vo se hizo presente en los rincones més alejados y fue disgregando, por simple presencia, todo grupo capaz de hacerle frente en el plano El sistema trat6 de garantizar el cumplimiento de las normas constitucionales no siempre respetadas por la clientela de los gobemadores provinciales, pero al ‘no cambiar los mecanismos electorales, se limit6 a favorecer el tritinfo de hom- bres de representatividad tan cuestionable como los que se buscaba reemplazar. La incidencia de los dos organismos mencionados en la modificacién del equilibrio politico preexistente acelera entonces el proceso de centralizacién al que ademés contribuyen bios operados a nivel econémico; aunque este tema sera més adelante de andlisis, es oportuno adelantar que una de sus consecuencias se ver los sectores urbanos del Interior: aquellos sectores que habfamos visto expandirse y afianzarse a mediados del siglo van perdiendo autonomia, se mediatizan y terminan por caer en estrecha dependen- a de la época (Archivo General de la ia del Estado nacional que financia el progresivo aumento de las burocracias provinciales. Distintos mecanismos necesarios para el funcionamiento de la administra- i6n se fueron ajustando en forma paulatina al tiempo que se organizaban as- pectos relativos al régimen electoral, funcionamiento del reglamentacién del servicio ferroviario, representaci6n di General de Aduanas y de! Banco Nacional’ se vinculan con el iltimo sector y ccontribuyeron por distintas vias a sostener la politica del Ejecutivo. En resumen, puede afirmarse que el nuevo orden juridico, administrativo y econémico implantado por la ideologia liberal esté en el origen de nuestro sis- las normas constitucionales que wabrian de derivarse variadas con- tema de poder dito y las inversiones del gobierno nacional. 4. El problema de Buenos Aires a victoria de Pavén, Buenos Aires asumi6 la direccién de los destinos ladando al mismo tiempo el centro politico de la Repsblica a su Ja par que aseguraba el triunfo de los liberales sobre el partido perdié no s6lo el poder nacional sino también los provinciales, excepcién hecha de Entre Rios La posterior instalacién del Gobierno Nacional parecié ratificar su hege- c magistratura uno de sus representantes més ilus- (0 en realidad la elecci6n del general Mitre entradaba un grave peligro para las ambiciones de la provincia y los primeros conflictos no tardaroa en producirse. Dentro de! pensamiento liberal el presidente representaba la posi cin nacionalista que cotocaba a la Nacién por encima de los intereses de los Estados que la componian, en oposiciéa al pensamiento autoaomista con el que ya habia disentido al discutirse la constituciéa de la provincia. Elasiento de las autoridades naciouales provocaria el primer enfrentamiento, y la solucién de compromiso que permitis superarlo de momento resulta de un ‘equilibrio de fuerzas entre las partes en litigio, ya que si bien la federalizacién no fue aprobada, por ley del 1° de octubre de 1862 se acordé que las autorida- des nacionales residirian en el municipio de la ciudad de Buenos Aires hasta aque se llegara a un acuerdo sobre la capital permanente, conforme con los tér- 3 Un sistema bicameral componia el Poder Ley por dos representantes por provincia, elegidos p laturas respectivas, con una duracién de nueve afios en sus funciones, y que se renovaba por terce- ras partes, y la Cémara de Diputados, cuyos representantes surgian de eleccio- nes directas en la proporcién de uno por cada veinte mil habitantes o fraccién no inferior a diez mil. Hasta el levantamiento del primer censo se fij6 provi- sionalmente su némero en 50, distribuidos de acuerdo con la poblacién calcu- lada; esa cifra se aument6 a 86 en 1872; duraban cuatro afios en el cargo, renovandose la Cmara cada dos y podian ser reelectos lo mismo que los se dores. Juez de elecciones, derechos y titulos de validez de sus propios mi bros. el cuerpo se pi asi de la intromisién de otros poderes, aunque e 1 Senado, formado Jaba los asuntos a tratar. La instalacién de los tres poderes completé la estructura politica bisica del pais. Disposiciones complementarias adoptadas en forma paulatina contribu- emisién del voto sobre las bases de las normas fijadas por la Constituci ley organizé el sufragio estableciendo que en épocas determinadas los ciuda- anos se inscribirian en el cfvico ante juntas calificadoras formadas por el juez de paz y dos vecinos nombrados por los gobiemnos locales en cada localidad; el comicio debja constituirse en el atrio de la iglesia o en los porta- les del juzgado con la presidencia de un magistrado asistido por dos vecinos designados por sorteo, mas cuatro elegidos pot los ciudadanos al instalarse I ‘mesa; los inscritos en el padrén votaban piblicamente en forma oral o esc y elescrutinio se realizaba de inmediato. En 1873 se introdujo la boleta ele ral con voto escrito para identificar alos ciudadanos, sistema que Se utliz6 hasta 1a aprobacién de la ley Séenz Pefia y que dio lugar a muchos abusos y fraudes, alos electores, En otra esfera, la aprobacién de los cédigos de comercio y civil, moder- niz6 la legislacion privada y penal para todo el pais. El pri por los doctores Eduardo Acevedo y Dalmacio Vélez Sirs! provincia de Buenos Aires desde 1859 y dada la urgencia dk reglamentaci6n sobre el tema fue convertido en ley nacional e! 10 de setiem- bre de 1862 manteniéndose en vigencia hasta 1889, en que fue sustituido por el que rige todavia en sus lineas fundamentales; constaba de cuatro libros y legislaba sobre las personas y los contratos de comercio, el derecho mariti- mo y las quiebras. La redacci6n del Cédigo Civil se encomends por decreto del 20 de octubre dificaciones fundamentales y su ideologia deriva de la escuela racionalista del 9% ii derecho natural. Régis las personas, matrimonio y fami cesorio, condiciGn de yajadoses y derecho penal fueron mas abordados por el autor que se inspir6 en el derecho cast adelantos més recientes de su €poca en materia de jurispruden: las modalidades especiales de la sociedad destinataria de estas normas,

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