Directora de ta Coleccion:
Silvia Geller
Comité editoriat
Sect
Marina Recalde
Angélica Marchesini
Fain Naparstek
Raquel Vargas
Colabord:
Graciela Esperanza
Director responsable
de la publicacién:
Leonardo Gorestiza
El Instituto Clinico de Buenos Aires es miembro de la Red
Internacional del Instituro del Campo Freudiano, y tiene su
sede en la Escuela de la Orientacién Lacaniana
Los inclasificables
de la clinica psicoanalitica
Instituto Clinieo de Buenos Aires / PaidésCubierta de Daniel Iglesias y Asociados
Foto de tapa de Frank Wolf
‘Tradvecién de Nora A. Gonzélez
150.295
tae
ISBN 95012-88013
|. Miler, Jaeques-Alain - 2. Psicoanslisis
I" edici6n, 1999
2° reimpresién, 2005
‘Reservas udorladevechos Queda igureaments proba, saa autaiacion ia de
al coprishi, bao las sancinesextablecas en Ins lees, a reproduccita par
Queda hecho el depésito que previene Ia ley 11.723
Impreso en Argentina - Printed in Argentina
Impreso en Color Efo,
Paso 192, Avellaneda, en septiembre de 2005
Tirada: 750 ejemplares
ISBN 950-12's801-3,
indice
Nota a la edicién castellana
‘Silvia Geller
|. El conciliébulo de Angers
(Efectos de sorpresa en las psicosis)
Prefacio ......2..
APERTURA,
De la sorpresa al enigma
(Jaequtes-Alain Miller... 0 ces nen cee es ee wee ee
Los APRIETOS DEL SABER
Elogio de la presentacién de enfermos
Claude Léger a
El amor de las voces
Mireille Dargelas ..... 5
Paradigma de desencadenamiento
Philippe De Georges... wean
Primera discusién
Los aprietos del saber . .
LA MUERTE DEL SUJETO
El goce alucinatorio
Ememarutl Fleury occ ce eevee ve te vee eee ee cene
29
41
47La homofonia delirante
Laurence Forlodow 1
La exaltacién maniaca
Pablo Fridman y Daniel Milas . 81
Segunda disc
La muerte del sujeto 0... 0.06202 ce cece ee ee eee en ee ee 89
EL AGUJERO Y LO REAL
Una mujer armada
Victoria Horme-Rein0so 6.00.60 00 eevee ces carol otience 101
Una nifia mortificada
Nancy Katam-Barwell ..... 4 uu
Cura de un mutismo A
Gabriel Lombardi .. 117
Una epidemia norteamericana
Jean-Claude Malewal , rece tet teeta 125
Los beneficios del-fuera de sentido
Daniéle Rouillon ..... 141
La biblioteca del Oro
Pierve Stvé Cp aaa a aaa 147
Un punto de forclusién
Patvicia Zavetsky ... 02.0.0. se ec ev eee eeees Fe sbogn 153
La prictica entre varios
Marrio Zerg her 2 20: 8 ER OR 159
Tercera discusiés
el Geuierey loreal: Ce awe, SBN) Oe AE See 165
CreRRE
Vacio y certeza
Jacques-Alain Miller 0.0.0.0 ce eee eee -. 189
Il, La conversaci6n de Arcachon
(Casos raros: Los inclasificables de la ica)
Los TExTos
Un caso no tan raro
Jean-Pierre Deffiewe 0.00.00.
Un sujeto en la nebulosa
Hervé Castanet .........
Una suplencia rara
Carine Dama sy yee sigan trea
Inclasificable o singularidad
Dominique Locatelli
Un caso contemporaneo
Francois Lechertier .
Inclasificables intervenciones
Bernard Seynbaeve
Su paps no esté ahi
Héline Mniestris
Abordajes de la letra
Jean-Pierre Rowillon 6.0000 00e cece tee ee ees
Historia de ojo
Pierre Naveau 0.0... 0.000 A NR
De una mancha a la otra
Camille Cambron oo... Jeulaieieaeioenneeemes
Sorpresa y certidumbre
José-Luis Garcia-Castell
El significante amo no clasifica
Gabriel Chantelauze
El au(toma)tismo mental
Frangoise Josselin ..
197
201
209
213
221
227
233
243
249
255
259
263
269
277Una familia desgarrada
Dominique Vallet .
“Tener paz
Jean-Louis Aucremanne
‘Un asunto clasificado
Isabelle Lesage
Cortes significantes
Jeanne Joucla ..
Carta a los participantes
Jacques-Alain Miller
La CONVERSACION
1. Apertura .
2. Los casos de Defficux y Castanet
3. El aparato del sintoma .
4, Matema de la nebulosa .
5. La clasificacién La Sagna .
6. Intermedio
7. Conversacién sobre una pestafia .
8. Charla sobre las incisiones
9. Mesa redonda sobre la mancha .
10. El goce en el proceso simbs
11, Precisiones
ico
12. La bolsa de los jnclasificables
13. Ultimo todo de palabra
14, Cierre ...
REFERENCIA
Ensefianzas de la presentacién de enfermos
Jacques-Alain Miller
10
313
417
Nota a la edicién castellana
El presente volumen es el testimonio de dos conversaciones sobre
Ia clinica psicoanalitica en las que participaron estudiantes y do-
centes de las secciones clinicas de habla francesa. Tuvieron lugar
en Francia en 1996 y 1997. El libro es una traduccién de Le Con-
ciliabule d’ Angers y La Conversation d’Arcachon, publicados original-
mente en francés en Ja nueva coleccién de Ornicar?, Le Banquet
des Analystes. Fueron muchos los que intervinieron en estas dos
conversaciones clinicas, y es lo que ustedes encontraran aqui: una
serie de casos seguidos por una discusién que revela cada vez lo
que se puede extraer como una ensefianza para nuestra prictica.
En definitiva, la interseccién que produce lo nuevo del caso con la
serie ~gconstitutida a partir de nuestra experiencia? demuestra la
necesidad de volver a pensar las categorias con las que se maneja
el practicante del psicoandlisis.
Pero si el libro esti dedicado a la psicosis, entonces la pregunta
obligada es qué pasa con las otras estructuras. Una de las conse-
cuencias de la discusi6n lleva a considerar las nociones de continui~
dad y discontinuidad para producir una formalizacién de la clinica.
Evidentemente se trata de un clinica psicoanalitica en movimiento.
Jacques Lacan se refiere a esto en su «Acto de fundacién»
(1964) cuando en la «Seccién de psicoanilisis aplicado» sefiala que
Jo que sostiene la praxis es «la critica de sus indicaciones en sus re-
sultados y [...] 1a puesta a prueba de los términos categéricos y las,
estructuras>.
Estd claro que este libro no pretende construir nuevas clasifi-
caciones 0 desechar anteriores, sino situar, como lo formula
Jacques-Alain Miller, dos momentos en la clinica: un momento
nominalista, en el que recibimos al paciente en su singularidad,
sin compararlo con nadie, como lo inclasificable por excelencia; y
un segundo momento, estructuralista, en que lo referimos a tipos
de sfntomas y a la existencia de la estructuraSi bien hubo un afio entre el Concilidbulo y la Conversacién, la
reunién de los dos voliimenes en uno se debe a que este tiempo pa
reciera haber funcionado como un intermedio. Es evidente, si-
guiendo la lectura de los casos y las respectivas discusiones, que los
principios planteados en la primera ocasi6n fueron retomados en la
segunda. De ahi que optaramos por el titulo de Los inclasificables de
la clinica psicoanalitica -parte del subtitulo del segundo volumen-,
puesto que se nos presentaba como la primera conclusién con la
que se podia leer este libro, desde el comienzo hasta el final.
Sita GELLER
2
1
El conciliabulo de Angers
(Efectos de sorpresa en las psicosis)Prefacio
= sQué es esto? ;Otro libro sobre ta locura?
~Digamos, més bien, las actas de un encuentro que reunié aun
centenar de ensefiantes, y otro tanto de estudiantes, de todas las
secciones clinicas de habla francesa.
aplasia?
“La Seccién Clinica de Paris fue fundada por el doctor Lacan
en 1977. Ofrecia, primero quizds a los jévenes psiquiatras en for-
macién, una ensefianza de la clinica psicoanalitica, a la vez clara y
Figurosa. La férmula gust6 tanto que en veinte afios se multiplics
por todas partes en Francia y en el mundo. Esta reunién en An-
gers -los dias 6 y 7 de julio de 1996~ fue una oportunidad para de-
batir sobre las psicosis.
~3En resumidas cuentas, un cologuio?
-Si quiere, pero antes que se pa-
§e6 solo por el mundo y llegé a buen puerto un afte después sin
haber hecho estragos; y henos aqui esta tarde a la buena de Dios.
Orrs hipéresis. No solo tenemos que ser los sorprendidos, sino
también los sorprendentes. En la interpretacién, en efecto, se es~
pera del analista que sea el sorprendente.
‘También sobre este punto Nancy Katan eligié una cita de La-
can, que tuvo resonancias en mi: «Ienemos que sorprender algo
cuya incidencia original fue marcada como traumatismo». No se
trata aqui del analista como el sorprendido, tampoco como el sor-
prendente, sino del analista como el sorprendedor ~no es una pala-
bra de la lengua, pero esté formada de tal manera que se entiende
de qué se trata-, ¢ incluso el sorprendedor de lo real, porque aquello
cuya forma original es traumatismo es lo real.
Por qué tendrfamos que sorprender lo re:
volver siempre al mismo lugar? Deberia bastar con esperar el re-
toro periédico. Sin embargo, si lo real vuelve al mismo lugar, es
también lo que para el sujeto no puede no ser evitado. En este in-
tervalo hay un espacio para que el analista sorprenda indirecta-
mente sus emergencias fugaces.
En seguida se plantea el problema de saber si el psicético tiene
relaci6n con la sorpresa. ¢La forclusién permite la sorpresa? No
se necesita represién pars que haya sorpresa? Se podria pensar, en
una particién de tipo biblico, que el neurético tiene la sorpresa y
el psicético, el enigma.
‘Alguien a quien no conozco, pero que dentro de poco tendré la
oportunidad de conocer, Emmanuel Fleury, de Lille, ha intentado
repartir la sorpresa entre neurosis y psicosis: «El neurctico ~dice~
se hace sorprender por lo simbélico, mientras que el psicético se
hace sorprender por lo real». La f6rmula es discutible, pero tiene
el mérito de impresionar.
Entonces, gnosotros podemos seguir Sorprendidos? Nosotros, la
banda que fo:mamos, y que es la prolongacién de una banda ori-
ginal formada hace veinte afios.
Por un lado, para una claboracién y para su transmisién, es un
Gxito: jhablamos el mismo lenguaje, amigos mics! Los que estén
en las secciones clinicas como ensefiantes y los que estan en las
secciones clinicas como participantes, los que Ilegan de Marsella,
19LOS INCLASHFICABLES D& LA CLINICA BSICOANALITICN
del norte, del este, del oeste, de Buenos Aires también... hablamos
completamente el mismo lenguaje.
Era por otro lado el ideal del Instituto del Campo Frendiano, si
confiamos en un breve fragmento de texto que yo habia escrito en
1991 para las secciones clinicas de Barcelona y de Madrid, titulado
«Tesis sobre el Instituto en el Campo Freudiano», donde de
Insistencia de Lacan: renovar el Departamento de Psicoandlisis
(1975), exigir un DEA, un doctorado (1976), crear la Seccién Cit
nica (1977). Inventé el Instituto a fin de continuar en Francia yen
otros lugares por este camino que es el de Lacan. ¢Por qué es ne-
cesario? Porque el discurso analitico tiende ineludiblemente a
destruirse a sf mismo. El saber supuesto, que sostiene al psicoani-
lisis, también lo socava. Por eso sc necesica un lugar donde el
saber expuesto ponga un limite. El Instituto es ese lugar. En él se
verifica por excelencia la transferencia de trabajo. =
‘Terminaba diciendo:
El Insticuto conserva siempre algo ar6pico. As{ como la Escuela se
particulariza, se-adapta a los limites de cada ciudad, regiGn, pais;
del mismo modo el Instituto intenta ser el mismo en todo lugar,
‘como el matema.
Se ha conseguido: trabajamos de la misma manera, tenemos las
mismas referencias, de Buenos Aires a Angers, y en otros lugares.
Es nuestro logro, pero en este universo homogéneo que hemos
creado, ztodavia podemos ser sorprendidos? Y ademas: gqueremos
ser sorprendidos? Seria inquietante que se abriera paso una volun-
tad de no dejarse sorprender. Pude sefialarla, ¢ incluso estigmati-
zarla, después de las tiltimas jornades de la Escuela.
Se necesita cierto deseo de sorpresa, de ser sorprendido. Y es
preciso ese deseo de ser sorprendido para poder sorprender tam-
bign. Se opone a esto una voluntad de control a cualquier precio,
de sujecién, Pero es vana: eso se agita.
Ahora dedicaré un poco de tiempo a oponer la sorpresa al
enigma,
_ Habja elegido para un ciclo de conferencias de la Seceién Cli-
nica de Paris el titulo «La experiencia enigmética», en referencia a
20
Dé Ua SORPRESA AL ENIGHA
un pasaje de «De una cuesti6n preliminar...», pdgina 520 de los Es-
tritos. Durante la primera sesi6n del ciclo ofteci un comentario de
dicho pasaje, que tuve la oportunidad de retomar en mi curso de la
semana siguiente, y que circulé en el Campo Freudiano. No voy a
retomarlo, sino desplazarlo. Es, en efecto, un punto nodal.
«De una cuestién preliminar...», el gran escrito de Lacan sobre
la psicosis, nuestra referencia, esta todavia bajo el dominio teéri-
co de «La instancia de la letra...». ¥ si comenté ese texto tan ex-
tensamente este afio, fue para oponerlo a los tiltimos desarrollos
de Laca
La instancia de la letra...» descansa sobre la nocién de la arti-
calacién, ¢ incluso de la articulacién causal, entre el significante y
el significado: S — s. Fl significado aparece como funcién del sig-
nificante. La composicién de los significantes entre ellos, segiin se
haga bajo-la forma de la sustitucidn, S/S, o bajo la de la conexién,
S...5, engendra un efecto de sentido de tipo metaférico ~emergen-
cia, (+) s-, 0 metonimico —retencién y fuga, (-) s.
‘Ahora bien, el enigma cuestiona precisamente la relacion del
significante con el significado, constituye una ruptura de articula-
cién entre ambos. No se consigue pasar del significante al signifi-
cado: $ //s. Por eso el enigma aparece como un tercero respecto
de la pareja de la metfora y de la metonimia; pone a prueba la re~
lacién del significante con el significado, es incluso la evidencia de
su no relacién.
Qué es el enigma? Algo es reconacido como un significante, es
decir, como que quiere decir algo ~es el sentido mas simple de la
palabra significante: S — (...). Que eso quiere decir es evidente. Pe-
ro /o que eso quiere decit no puede ser enunciado, queda velado,
falta, El enigma obliga asi a la particién del espacio semntico.
‘También obliga a darle una temporalidad. Primer tiempo, se
reconoce que hay significante, que eso quiere decir algo. El segun-
do tiempo es fara enunciar /o que eso quiere decir, y cuando no se
puede, es el enigma.
En este sentido, el enigma est4 en el principio mismo de la dis-
tincién entre significante y significado. Es el ejemplo de los jero-
glifices. Reconocemos los jeroglificos como significantes, no de-
cimos que el viento ha tallado en la piedra relieves extraordinarios
Pensamos que es un escrito, pero no logramos leerlo.
‘Ocurre que uno se debate por saber si un elemento, tal cosa, tal
2105 INCLASIFICABLES OF LA CLINICA PSICOANALITICA
eso, €5 0 no es un significante. ‘Tan pronto como estén un poco ais-
ladas, las piedras adquieren para ustedes un airecito de significan-
te. Cuando caminan por Fécamp, a la orilla del mar, Sobre un mon-
t6n de piedras, no piensan que son significantes, sino piedras que
lastiman los pies. En cambio, cuando una roca se destaca un poco,
sobresale, presenta un relieve fuera de lo comin, como en Etretat,
uno se pregunta: zel azar pudo haber producido eso? Entonces, de-
bate para saber si un elemento es un significante 0 no lo es.
A veces se juega a mezclar ambas cosas. Piensen en la torta de
cumpleaiios. Se escribe algo sobre ella, que en el fondo dice: «Pri-
mero se debe leer como significante, y después comer como tor-
ta». Hay que hacerlo en ese orden: si comen en seguida su torta
de cumpleafios, ya no podrin leer lo que esté escrito encima. A ve-
ces dudamos. Cuando es de caramelo y cuando uno no sabe leer
bien, cuando se es un nifio, antes de haber descifrado la palabra. ya
la hemos tragado. Es lo que evoca el «Comer el libro» del Apoca-
lipsis.
Si después de haber reconocido algo como significante, por
ejemplo los jeroglificos, no se logra saber lo que eso quiere decir,
tenemos el enigma: en el lugar de la significaci6n, un vacio.
Sin embargo, este vacfo no es absoluto; es un «falta en su lugar»,
vacio que se produce en el lugar donde se esperaba la significa-
cién. Entonces, nos queda algo, la significacién de haber reconoci~
do el significante como un significante. Es lo que expresamos
diciendo: «Eso quiere decir algo, pero no sé qué>. He aqui lo que
Lacan designa como la «significacién de significacién. Es la pura
intencionalidad del significante, el puro «eso quiere decir».
¢Por qué esta significacién de significacién es certeza? Es que
eso quiere decir tanto mas cuanto que no se sabe qué ~a partir del
momento en que se sabe, se puede comer la torta. Imaginen jero-
glificos trazados sobre su torta de cumpleajios. {Es terrible! jEspe-
rar para comerla a que llegue Champollion! O, en tal caso, sacar
una foto.
Mientras no se ha descifrado el significante, se lo preserva. Una
vez descifrado, si esto es posible, comenzaran las argucias sobre la
significacin. /Termina la certeza!
‘Hay aquf una particién semntica que se debe precisar.
Primero algo es reconocido como significante, se sabe que hay
significado, aunque no se pueda desplegar la significacién. Para
22
DE Ut SORPRESA AL ENIGMA
orientarnos propongo distinguir el quod y el quid del significado, el
fo quey el que, oposiciOn que interes6 especialmente a Jankélévitch.
“Tal vez es mas claro en el campo de la percepcién. Reconozco
que hay algo, un Erwas, un algo en general ~pero que alli se encuen-
tra en particular-, reconozco que hay una materia fisica, una existen-
‘ia, pero no tengo sin embargo el concepto. Es el quod sin el guid.
"Esta diferencia se explota en Ia literatura y el cine fantdsticos.
Qué intenta hacer el artista si no presentarnos un quad, una exis-
tencia, y demorar al mximo el momento de decir el quid? Presen-
ta seres ambiguos, sombras ~cf. Edgar Allan Poe, etcétera-, algo
que se puede caracterizar como informe ~el cadaver que camina, el
muerto vivo, el ser cabalgando entre varios conceptos, y por eso in-
situable. Y se espera. No se tiene el guid. Se sabe que es, pero no se
‘sabe lo que es. Ocurre que al final se’puede poner un nombre.
Es exactamente lo que se produce aqui: esti el quod del significa-
do, pero no se ene el guid de la significacin. Y cl enigma destaca
esta ruptura, rotura, fractura, en el seno del espacio seméntico.
Esta fractura s6lo se produce una vez, por poco que el significa~
do que se obtiene primero esconda otro. Un significado, como un
tren, siempre puede esconder otro -lo que hace que un mensaje
descifrado pueda muy bien ser un enigma, como sefialaba Lacan.
Era lo que pasaba con los mensajes de radio de Londres a la Resis-
tencia: se envia un verso de Verlaine, este anuncia el desembarco.
‘0 entre el
Decirlo de este modo permite percibir el parent
del deseo
efecto de certeza y lo que surge como angustia a pai
del Orro.
Elefecto de certeza esté en una posicin exactamente homélo-
gaala del afecto que hace surgir el significante enigmitico del de-
seo del Otro, a saber, el afecto de angustia, que Lacan define co-
mo lo que no engaia: S (K) > angustia.
Esta tinica definicién es adecuada para subrayar las afinidades
entre Ia angustia y la certeza. De alguna manera dice: Ia. angustia
es la certeza.
@or qué la angustia no engaiia? Porque no dice lo que es el
objeto. Esté en relacién con la falta en el Otro, pero no dice lo que
esta ¢5; no sostiene un discurso, no est ensefiando, como yo. La
angustia equivale simplemente a la significacién de significacién.
No despeja el quid, es pura relacién con el quod,
23Los INcLASiFicamLEs DE LA ci
La significacion de significacién es certeza y también angustia,
en la medida en que escapa a los deslizamientos, resbalones, apro-
ximaciones, imagenes, falsos semblantes, del discurso y de su re-
térica
La retérica les permite hacer travesuras ~aprovechen— hastz ese
Mamado al orden que constituye la angustia, en tanto que es el afec-
to correspondiente al significante enigmatico del deseo del Otro.
Eso, eso no engafia, dice Lacan. ;Qué engafia? Los otros afec-
tos, siempre desplazados. Pero fundamentalmente lo que engafia
¢s la relacién del significante con el significado: S 0+.
Aqui no se puede proferir ningtin «Eso no engafies. En cuan-
to hay relacidn entre el significante y el significado, eso engaia, y
uno se engafia todas las veces. Esta relaci6n como tal supone el en-
gallo, es engafiosa, sofistica.
En cambio, alli donde esta relacion no se establece, el significan
te juega su partida de su lado; y del otro, no hay una significaéién
que despliegue sus espejismos, sino solamente la certeza y la angus-
tia de que eso quiere decir alguna cosa sin que se sepa qué. Alli se
pasan por alto todas las metéforas y metonimias de la ret6rica
Sin duda se dice-de $ de A tachado, S (A), que es un significan-
te sin significaci6n, pero también se podria decir que es un signi-
ficante con la significacién de significacién. Si conservamos el
nombre de significante, es porque lo ligamos a una significacién.
Esa significacién de significacion, asf como los fenémenos que la
reflejan en distintos érdenes, como certeza y como angustia.
De este modo, el significante del Otro tachado tiene un corre-
lato de significado, que es un significado paradéjico, y es lo que
rastreamos: s (A).
Esto me Ileva a pi
la sorpresa al neurético.
En lo que se refiere a la psicosis, la doble barra que impide la
comunicacién entre el significante y el significado revela la emer-
gencia del significado del Otro tachado, suerte de significado
suplementario, fantasmitico, que aparece bajo la forma de fend-
menos de angustia o paroxisticos, y que es de alguna manera el
precio de.la psicosis,
Estudiaremos un ejemplo de esto con Philippe De Georges. Se
trata de una sesi6n tinica, en la que alguien cuenta el momento de
giar el enigma del lado psicético y dejar
24
De LA SORPRESA AL ERIGNA
desencndenamiento de su psioss, cuyo resorte es wna plabra de
sds por parte de la pareja. En seguida, por una reaccién en cade~
na, el signficante y el significado se separan. Asi como se necesi-
ta un punto de basta para clavar los significantes en los significa~
dos, del mismo modo, si se lo toca en un solo punto, se puede ha-
cer temblar el conjunto del sistema significante-significado de un
oo lai puisodieee ac relucian enone el significante y el signi-
ficado es fluida: el significante se borra de inmediato, mientras
uno se pasion por la significacin desplegada. Sin embargo, b-
jo la forma de la sorpresa, a pesar de todo sc logra recuperar algo
el enigma, Digamos que Ia sorpresa restituye al neur6tico algo
de la separacién entre el significante y el significado. La sorpresa
es en este sentido una forma atenuada del enigma, y es entonces
cuando estamos més cerca de la verdadera salud mental cuando
percibimos que el significante no es transparente ni evanescente,
que tiene su propia densidad, que no muere en los brazos del sig-
nifieado que engendra, que los significantes solo hablan a los
significantes. : ‘i
Los significantes se entienden entre ellos, como comprendie-
ron perfectamente cierto niimero de psicéticos ~y en general es-
tos significantes conspiran, no quieren nuestro bien. Este destello
de lucidez Jo tenemos en Ia sorpresa, donde recuperamos algo de
la separacién del significante y del significado.
En esta perspectiva lo normal no es Ia articulaci6n del signifi-
cante con el significado. La norma es el enigma.
Por lo tanto, es preciso dar cuenta de muchas cosas que antes
se consideraban basicas. Ese fue todo el esfuerzo de Lacan para
pasar al revés de «La instancia de la letra...
He aqui el punto de partida que propongo. Ahora pasemos a
las exposicionés.
ne ees hibiles condujeron a distribuir el mimero de exposi-
ciones por secci6n clinica, en funcién de su ntimero de inscriptos,
de su antigiiedad, del deseo de las personas. Esta mezcolanza dio
sin embargo catorce exposiciones, unas més interesantes que
otras. Michel Jolibois habia inventado un programa. En un mo-
mento de debilidad pensé: «Debe tener razén». En un segundo
momento pensé: «Aun cuando tenga razén, lo que es muy proba~
25