Jas angustias, todas las virtudes y las toaas
maldades lo han Hlenado alternativamente de
luz y.de sombra. Pero nunca ha dejado de
ser un bello rost
E! marido elinfortunado pintor Steinheil,
hizo un retrato de ella que conoce todo Paris.
Aparece ahi como una bella dama de gra
mundo; tiene una de esas caras sonrosad.
ingénuas que pintaron ios miniaturistas de los
buenos tiempos. En sus ojos brilla una pi-
Cansad.
cardia de nifia de quince afios en qui ima-
ginacion se va adelantando yaa los sentidos.
Pero esa no es la Mme Steinheil de los deli-
tos, de los amantes, de los misterios
En el banquillo de los acusados, el pliblico
devora con los ojos a una mujervestida de
negro, palida con palidez de cirioyde grandes
pupilas tristes, de pequeiia boca marcada con
el rictus del sollozo. Es Mme Steit.heil, ago-
biada por sus propias dectaraciones, por las
Firedaed
br
ciones que echan por tierra 4 las de ayer,
prueb: dejan en pié una sola de |
anteriores, y la acusada se yergue aate cl
fiscal agobiado, ante los jueces confundidos,
ante el piislice anhelante, se yergue ingé-
. inocemte, blanca. Y
Y aparece otra cai
de Mme Steinheil, cara jnfantil, risuefia, me-
dio cansada, cara de griseta alegre que viene
del Elsee Montmartre, cara menuda,
un si
£] americano acusado por su
cng esde perversa, de Cole
llete.
De boca de Ins tes igns, d= su propia bo-
ca, sale la narracién escandalosa, sabrosa-
mente parisien, de sus aventuras galantes.
Sus amantes sus amores, toda su adorable
mundanidad, Su cara es otra ya.
Es la de la parisiense heriiosa é incons-
novelas
ie
vivid
entemenre trigica de las grandes
la parisiense libertina que trascien-
El Presidente de Ja corte.
agenas, por 2 légica abrumadora del fiscal,
por las sospectias de Ios jueces. Esit casi
vencida, cogida.ef sus propias redes. Luego,
sus labios se eiitreabren v hace una nueva
declaracién; acude un testigo, declara, de la
baguita pdlida van saliendo palabras y pala-
E! Abogado general.
de & aventura, la parisiense de gran mun-
do que vive en jas paginas de Bourguet, e
Anatole Frange, de Prevost, de Maupassant;
esa que pasa por maitiples formas, todas
adorables floraciones. del mal, desde la Ja,