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ALGUNOS PLANTEAMIENTOS RELATIVOS A LOS ESTUDIOS SOBRE VARONES Y LA(S) MASCULINIDAD(ES) Piensa lo que significa para un nino hacerse hombre en la creencia de que independientemente cle sus propios méritos o esfuerzos, aunque sea el més frivolo y hueco o el rads ignorante yestiipido de la humanidad, slo por haber nacido hombre es por derecho superior a todos y cada uno de los miembros de la otra mitad de la especie inumana John Stuart Mill* INTRODUCCION Fin los dltimos afios se han inctementado de maneta importante Jas investigaciones relativas a la masculinidad, y en algunos casos, a las masculinidades en plural. Se han dado, a partir de entonces, diversas lecturas sobre el tema: algunas presentan una visién sa- tanizada de los varones, cl varon entonces es concebido como el todopoderoso verdugo de las mujeres; en otras, se habla de la “pérdida de autoridad del varon” en la sociedad moderna y de cémo al cambiar los papeles, ellos estén suftiendo terriblemente con los cambios sociales y culturales, basicamente en funcion de la transformacién en el papel y lugar que ocupa ahora la mujer cen la sociedad y en la economia. Ello ha provocado cambios den- * Citado por Miedzian, 1995. 39 Danpo voz Los vaxones tro de las familias, con los cuales “sufren” los nifios y también los vatones. Hs ésta una visién de victima de los varones, que propo- ne recuperar su papel y convertitlos nuevamente en héroes: es Ja visidn de los mitopoéticos cuyo representante mas connotado es Robert Bly. Algunos otros se han puesto a estudiar a los varones para estar de moda y ser considerados como aliados del feminis- mo; ottos, reconociendo la complejidad de los procesos, tratan de entender que los varones, al igual que las mujeres, estan condi- donados socialmente por su géncro. Que existen normativida- des y papeles que se les imponen y a los que a menudo se les obli- ga a asumir, y que es necesario tener una visi6n que nos permita desconstruit las relaciones de poder. Encontramos también la propuesta que trata de reconstruir histéricamente las miiltiples normatividades sociales ¢ institucionales que han influido sobre los modelos de masculinidad y feminidad dominantes, y sobre los subordinados. En este caso, los autores y autoras tratan de analizar las transgresiones, personalizar a las instituciones desta- cando que al matgen de que parezca que las cosas han sido siem- pte asi, se destaque que las petsonas producimos las institucio- nes, las avalamos y también podemos modificatlas (Figueroa, 1998b: Comentatios: 9-10), La(s) masculinidad(es) puede(a) estudiarse como dominio masculino, en la produccién social de nuevos hombres y de su identidad, o bien desde cl problema de la identidad de género, lo cual supone la referencia al otro (a) y, por tanto, la articulacion de los estudios sobre hombres y sobre mujeres, y la exploracién de como las transformaciones en la vida de uno(a) influye en la del (a)otro (a), es decir, desde una perspectiva relacional. En este sentido es importante desde mi punto de vista, la aportacién de autores como Connell (1995) que se oponen a con- ceptualizar a la masculinidad como un objeto, como un compor- tamiento determinado, como una caracteristica natural del indi- 40 PLAN TEAMIENTOS SOBRE VARONES ¥ MASCULINIDAD(ES) viduo, © como una norma de conducta, para hacer una critica setia a las interpretaciones esencialistas, normativas y positivis tas. En cambio se plantea considerar a la masculiniclad como un sistema de diferencias simbolicas, donde el lugar de lo “masculi- no” y de lo “femenino” son contrastados de manera permanente De ahi que la atencion sobre la masculinidad se deba poner en el ptoceso telacional, donde los hombtes y las mujeres vivimos el género. En este sentido la masculinidad es, a la vez “un lugar de las relaciones de género, las practicas por medio de las cuales hombres y mujeres se involuctan en dicho lugar selacional, asi como los efectos de dichas practicas en la experiencia personal, la personalidad y la cultura (Connell, op, aif: 71). Desde esta perspectiva se plantea abordar la(s) masculini- dad(es) como una cuestién en la que el poder tiene un papel cen- culini- tral, desde una perspectiva histotica y social. Las) mas dad(es) es(son) algo que se construye(n) en Jo cotidiano, que se va significando y resignificando en forma constante, en funcin de una ttama de relaciones que el vardn establece consigo mis- mo, con los otros, con la sociedad, de ahi que se considere que lo “masculino” pertenece al campo de lo social y no al de la natura- leza o la biologia. CARACTERISTICAS Y CONSTRUCCION DELA(S) MASCULINIDAD(ES) Pata algunos autores la fortna aceptada de ser un varon adulto en una sociedad concreta, es decir, aquello a lo que se denomina “hombre de verdad” 0 “auténtico hombre” es en realidad algo incierto y precario, como un premio a ganar o conquistar con ¢s- fuerzo. Por ello en muchas sociedades estudiadas se ha encontra- do que se elabora una clusiva imagen exclusivista de masculini~ dad mediante aprobaciones culturales, ritos y pruebas de diversa 41 Dano voz. Los vARoNes indole (Gilmore, 1994; 15). Muchos picnsan que en nuestras s0- ciedades la masculinidad es definida como la norma, que se con- forina y expresa en fancién de negat lo “femenino”’. Ello conlle- “si el varén es va contradicciones y problemas serios pues formadb en la crcencia de que sélo el yarn es persona plena, suje- to significante, intetlocutor valido, entonces no es de extrafar que prefiera el trato con varones. La paradoja de la heterosexualidad. del varén est en que no le gustan las mujeres como personas. Lo normal es el varén y, en consecuencia, las mujeres son lo que pro- duce extrafieza o lo que debe ser explicado (Marques, 1997: 85) También se afirma continuamente que los varones se enfren- tan a problemas pata adquirir su identidad masculina, y que ésta se tlene que reafirmar continuamente a lo largo de sus vidas. Considetan, asimismo que, tratar de cumplir con el ideal que re presenta “ser hombre” es generalmente una experiencia doloro- sa, sobre todo en socicdades como la nuestra, que se distingue por ser homofdbica y en la cual el individuo que va buscando su imasculinidad intenta con gran esfuerzo legar al éxito, la riqueza, el status, aun en contra de los otros y muchas veces de si mismo. nla carta que Franz Kafka escribié a su padre, que analiza Cazés (1997) encontramos todo un catalogo de lo que significa “ser hombre de verdad”, atributos que coinciden con lo que mu- chos otros autores y autotas han planteado y que pueden resu- imitse en : trabajo, fuerza, valentia, superioridad, conocimiento, violencia, falta de alegria y espontaneidad; setiedad, severidad, fortaleza, valentia, padre ausente, seguridad, confianza en si mis- mo, gobernar, tener siempre la raz6n, ejercer poder sobre ottos y otras. Ser la medida de todas las cosas, infligir dolor y saber casti- gat, entre otras. E's interesante apuntar que el autor concluye su andlisis apuntando que, a pesar de haber cuestionado estos valo- res y comportamientos, en el hechos Kafka en el ambito intimo y conyugal vivid como “un hombre de verdad”. 42 PLAN TEAMIENTOS SORE VARONES Y MASCULINIDAD(ES) Pata algunos autores y desde otra perspectiva, en cl presente los hombres se preguntan qué significa set hombre. Cambian los viejos valores, desfallecc el ideal heroico, los hombres buscan un nuevo paradigma de masculinidad y se suscitan dolorosas pre- guntas sobre el tema. Seguin esta perspectiva, a la mitad de la vida los vatones usan algo més profundo y llegan a encontrar una viri- hidad mas madura y una masculimidad “més alla del héroe”. En Jos relatos analizados, han descubierto temas que aparecen tam- bién en la expetieneia del psicoanilisis, como son las Inchas con los padres, las dudas secretas sobre la propia virilidad y la fascina- cién por lo femenino, como una especie de busqueda del alma masculina. Los hombres —dicen—suften vergiienza escondida, para adaptarse al ideal heroico rechazan su miedo y su dolor, mi- nimizan los peligros de su conducta y sobtestiman sus capacida des. El resultado es el machismo usual en los jévenes y el orgullo de los patriatcas. Pero muy pocos pueden vivir conforme al ideal del hétoe y en general sienten vergiienza por su fracaso. Muchas veces utilizan Ja violencia para defender su orgullo, en esta pers- pectiva la violencia se explica por desesperacién, cuando se ex- ponen su secreto o su humillacién. Consideran que esa costum- bre de los hombres de esconder su miedo y vulnerabilidad es insana, no solamente pata ellos sino para todos los que los ro- dean. Proponen una autorreforma, a través del anilisis personal (Chinen, 1997), Ea esta perspectiva no esta presente el aniilisis, la maneta cn que socialmente se construye la(s) masculinidad(es) ni existe la preocupacién por considerar las cuestiones del poder, ca- tacteristicas de las relaciones entre los géneros. Desde otra perspectiva, el ideal de la masculinidad impuesto en Occidente ha sido definido como una amenaza vital, pues se considera que los esfuerzos exigidos a los hombres para alean- zarlo les provocan angustia, dificultades afectivas, miedo al fraca- so y comportamientos compensatorios potencialmente peligro- 43 Dianvo v024 108 VARONES sos y Gestructotes, como lo han comptobado estudios realizados acerca de la problematica del sida. M. Kimmel y M. Levil han de- il tradicional, que ptivi mostrado cuan contrario es el modelo vi legia la aventusa y el tiesgo, a la prevencién que podria evitar tal enfermedad (Badinter, op. cif: 174). En anilisis de esta tematica referidos a sociedades como la norteamericana “ser hombre” se define en primer lugar como alejado, © en oposicién clara a todo lo que pueda ser femenino, set hombre de verdad es estar “limpio de ferninidad” con lo que se exige a los varones rcnunciar a una buena parte de si mismos. Ademnés el “macho” es una persona importante, que debe ser “superior” alos demas. La masculinidad se mide a través del és nerat en Jos de- to, el poder y la admiracién que se es capaz ce { mas. Tiene que ser independiente, contar solamente consigo mismo; ademas debe ser siempre fuerte, recurriendo a la violen- cia si es necesario. Debera demostrar que es capaz de cozrer to- dos los riesgos; el vardn ejemplar es duto, solitario, no necesita de nadie, es impasible y viril. Duro entre los duros, un nutilado de afecto, que esta mas preparado para la muerte que para el ma- ttimonio y el cuidado de sus hijos. Ese pais, con todo su poder ha impuesto su imagen de virilidad a muchas otras culturas del mun- do (Ibid: 161). Bourdicu (1990) por su parte aporta algo central al aficmar que el orden social masculino est tan profundamente arraigado que no requicre justificacién: se impone como autoevidente, es considerado como natural gracias a un acuerdo entre todos que se obtiene, por un lado, de estructuras sociales como la organiza- cidn social del espacio, el tiempo, y la divisién sexual del trabajo y por otro, de estructuras cognitivas insctitas en los cuerpos y en las mentes. Las personas dominadas, o sea las mujeres, aplican a cada objeto del mundo y en particular en la relacién de domina- cidn en la que estin atrapadas, esquemas no pensados que son el PLANTEAMIENTOS SOBRE VARONES Y MASCULINIDAD(ES) producto dela encarnacién de esta relacién de poder en la forma de pares y que las lleva a construir esta relaciGn desde el punto de vista del dominante como natural. La eficacia masculina radica en que Iegitima una relacién de dominacién que se inscribe en lo bio- logico, que en si mismo es una construccién social biologizada. La masculinizacién de los cucrpos de los machos humanos y la feminizacién de los cuerpos de las hembras humanas son pro cesos que efectian una somatizacién del arbitratio cultural que también se vuelye una construccién durable del inconsciente. Los varones son sujctos de las estrategias matrimoniales, a través de las cuales trabajan para mantener o aumentar su capital sim- bélico, Jas mujeres son tratadas como objctos de dichos inter- cambios, en los que citculan como simbolos adecuados para establecer alianzas. Pata Bourdieu la dominacién masculina est fundada en Ja ldgica de la economia de los intercambios simboli- cos, 0 sea sobre la asimetrfa fundamental entre hombtes y muje- tes, instituida en la construccidn social del parentesco y el matrt monio. La economia del capital simbédlico tiene cierta autono- mia, lo cual explica, segiin él, que a pesar del cambio en el mado de produccién se puede perpetuar. Desde la perspectiva de Bourdieu, le socializacién tiende a efectuar una somatizacién progresiva de las relaciones de dom1- nacion de géneto a través de una operacién doble: primero, me- diante la construccién social de la vision del sexo biolégico, que como la fundacién de todas las visiones miticas del mundo; segundo, a través de la inculcacién de una hexis corporal que constituye la verdadera politica encarnada. La masculinizacion de los cuerpos en machos y la feminizacién de los cuerpos de las hembras humanas son procesos que efectian una somatizacién del arbitrario cultural que también se vuelve una construccion durable del iaconsciente (Ibid: 346). Se trata de formular una teoria de la obj siry vidad de la expe- Dawpo voz tos vARONES riencia subjetiva de las relaciones de dominacién. Las cstructuras de dominacién no son ahistéricas, son el producto de un trabajo incesante y por tanto historico de reproducci6n, al que con tribu- yen agentes singulares, como los hombres con sus armas, con la violencia fisica y simbdlica y las instituciones como Ia familia, las escuelas y el Estado (b/d). Uno de los aportes desde mi punto de vista mas importantes de esta concepcidn, se refiere a la afirmacién de que si bien las mujeres son sometidas a un trabajo de socializacion que tiende a disminuirlas y negatias, hacen el aprendizaje de virtudes negati vas como la abnegacidn, la resignacién y el silencio, los hombres también son prisioneros e izénicamente, victimas de la represen tacién dominante, pot mas que sea conforme a sus inteteses El hombre es un ser que implica un deber ser, que se impone como algo sin discusién; set hombre equivale a estar instalado de golpe en una posicida de poderes y ptivilegios, pero también de debetes; estd situado en el principio del ptivilegio masculino que es también una trampa. El dominante es también dominado, pero mediante su dominio, lo que evidentemente 20 es algo desdefiable. Los hombres, por oposicién a las mujeres, son socialmente instruidos pata que se dejen involuctar en todos los juegos que les son asigna- dos, cuya forma por excelencia es la guerta (Ibid: 54-66). ‘Yodo el proceso de socializaci6n y aculturacion en el que nos formamos desde que nacemos va construyendo seres diferentes, hombres por una parte, mujeres por la otra. Eso quiere también decir que a ambos se les ptiva de la posibilidad de conocer, expe- rimentar y disfrutar de manifestaciones humanas consideradas come propias del sexo opuesto. Si un ser humano se compotta: activo, insistent, desenvuelto, audaz, atriespado, si quiere supe- rarse, pero tiene cucrpo de nitia, es calificada como: groseta, atra- bancada, marimacha y captichosa. Cuando un set humano se comporta sensible, obediente, emotivo, prudente, inocente y se 46 PLAN TEAMIENTOS SOBRE VARONES ¥ MASCULINIDAD(ES) somete y es nifia se le califica de delicada, femenina, décil, senti- mental peto si su cuerpo es de nifio se le dice: maricén, sensilyle- ro, débil, cobarde, artastrado, etc. (Nuiez, 1994), Existen discur- sos que construyen una “normalidad” para el hombre y otra para Ja mujer. En funcion de cllo se establecen requisitos pata cada uno de ellos y a partir de eso se habla de lo “masculine” y de lo “femenino”, pero no existe una “naturaleza masculina” aunque sf hay una anatomia y fisiologia diferentes. Estas diferencias tan radicales entre hombte y mujer, que la sociedad produce y repro- duce, tienen una expresién nitida y sumamente problemética en los campos de la sexualidad y de la teptoduccién. Como ya he dicho, las representacines hegeménicas de los papeles de cada género llegan a ser pensadas como “naturales”, “normales”, ahistéricas, De esa manera, aquellos o aquéllas que se atreven a transgredir las notmatividades son estigmnatizados por la sociedad y sus instituciones, mientras que aquéllos que cumplen sociedad reciben los beneficios del cter social, econdmico, laboral. con las expectativas de es: Prestigio y otros mas de cax Se trata de un proceso histérico y social, de una construecién social, lo cual queda demostrado en el mundo actual, o al menos en parte del mismo, donde es notorio que la pétdida de la autoti- dad masculina no es un sinaple proceso cle cambio en cuanto 4 las certezas masculinas o consccuencia simple de la autorreflexién. No es que el hombre tenga menos autoridad motal, es que la mu- jet apatece teniéndola. Algunas autoras han dicho que en teali- dad, el feminismo es menos culpable de haber alterado las referencias, que de haber mostrado al rey desnudo. Muchas mu- jeres han provocado el desvanecimiento de la caracteristica uni- versal masculina: la superioridad del hombre sobre la mujer. Desde que nacio el patriarcado —afirman— el hombre se habia definido siempre como un ser humano privilegiado, dotado de algo mas que las mujeres ignoraban. Se les juzgaba mas fuertes, 47 Danpo voz A LOS VARONES mas inteligentes, més valientes, mas tesponsables, mas creadores y mis racionales. so justifice la relacion jerirquica con las muye ves, Es, en palabras de Pierre Bourdieu, que “ser un hombre es, ve entrada, hallarse en una posicién que implica poder”. Pero también podemos decir que el dominante es dominado por su Gominacidn y con su progresiva desaparicion nos hhallamos fren- tea un vacio definitorio (Badinter, op. ee: 20). Existe hoy un punto de consenso en los estudios hombtes, que es el reconocimiento de miltiples expresiones de Ja masculinidad, es decit, cxsten elementos como la clase, la edad, el ciclo de vida, la escolaridad, entre otros , que son Impor- tantes y que se hable entonces, por cjenaplo, de masculinidades sobre los dominantes y subordinadas. Algunos autores han considerado @ Ja masculinidad como un conjunto de signifieados siempre cambiantes, que s¢ construyen a través de sus relaciones con ellos mismos y con los otros, con su mundo. Asi, definen que la “virilidad” no es estatica mi es atemporal, es histatica. No es la manifestacion de una esencia in- terior, es construida socialmente; no sube a Ja conciencia desde Jos componentes bioldgicos, sino que es creada pot la cultura. La virllidad, entonces, significa diferentes cosas, en diferentes €po- cas y en diferentes personas. En nuestra cultura, los varones han aprendido a conocer lo que significa ser un hombre al ubicar sus “efiniciones en oposicién al conjunto de otros, de minotias v2- ciales, minotias sexuales y, por sobre todo, de las mujer (Kim- mel, 1998; 49). En ouestra cultura la maseulinidad implica la bus- queda de cada hombre individual par acutular aquellos J mbolos culcarales que denotan vislidad, como sefales de que él hha logrado ser “hombre”, Se trata del acceso diferenciado que distintos tipos de hombres tienen a esos recursos cultutales que les confieren virilidad, y de como cada uno de estos grupos desa- solla sus propias modificaciones para preservar Y reclamag su vi- 48 PLANTEAMIENTOS SOBRE VARONES ¥ MASCULINIDAD(ES) rilidad. Se trata del propio poder de estas definiciones, que sirven para mantener cl poder efectivo que los hombres tienen sobre las mujeres y que algunos hombres tienen sobre otros hombres. Se establece: uno no debe hacer nunca algo que remotamente sugic- ta Feminidad; la masculinidad se mide por el poder, el éxito, la ri- queza y la posicion social. La masculinidad depende de permane cer calmado ante la crisis, con las emociones bajo control, no mostrarlas nunca. Se trata de osadia y de agtesividad y si no se cumple con todo ello se vive en la fuente del dolor y de la confu- sion (Ibid. 51). El autor se tefiere a caracteristicas del ideal mas- culino occidental, heterosexual, de clase media, contra las cuales se cotejan todas las demas formas subordinadas de la masculini- dad. Coincidiendo con otros autores, afirma que el varon se en- cuentra en Ja necesidad de adoptar conductas que lo separen lo mas posible de las asociadas con la feminidad, ademas de que vi- ven bajo la presién de lograr el éxito y el status, Por otra parte, se refieren a que viven en distancia emocional y afectiva, y que esta catacteristica los hacen seres confiables, de los que se puede de- pender. Elles tienen que arriesgarse, no pueden darse por venci- dos y tienen que acumular: parejas, dinero, prestigio. Su hombria tiene que ser siempre demostrada y validada ante los hombres, y en ello su desemperio sexual es clave. Un indicador de los proble- mas que los varones enftentan al vivir este tipo de masculinidad es el referido a sus enfermedades que estan muy relacionadas con el estrés (Kimmel, 1990: 93-109). Pata cl caso de Estados Unidos pot ejemplo, se ha documen- tado que para muchos nifios y jSvenes la masculinidad esta aso- ciada a gtandes riesgos en cuanto a morbilidad y moctalidad. Encuentran asi que tienen habitos muy nocivos para la salud, graves experiencias depresivas y estrés psicolégico, ademas de serios problemas cardiovasculares. Identifican con la masculini- dad tradicional tres causas de muerte de varones entre 15 y 34 49 Dano voz Los VARONES aiios: Jesiones no intencionadas, homicidio y suicidio. En el caso de este ltimo se interpreta que su incidencia en los varones es menot que en las mujetes, y consideran que esto se debe a que los hombres seleccionan métodos mds violentos y porque para mu chos de ellos, el suicidio constituitia un estigma para su concep- cién de Ja masculinidad. Refieren también que los varones tienen. an consumo alcohélico mucho mayor que las mujeres y que practican deportes que pueden caracterizarse por generar dato, el varén que pretence vivir dolor y alto riesgo a la salud. Bs deci de acuerdo con la masculinidad hegeménica para ganar, debe pa- gar altos costos, muchas veces la salud y la propia vida. Para el cas ) mexicano, algunos otros autores y autoras han documentado a través del anilisis de causas de muerte que existe, pot ejemplo, un mayor indice de muertes violentas en el caso de los varones (De Keijzer, 1992). Este autor profundiza en las di- versas fotmas donde muchos hombtes se convierten en factor de riesgo pata la salud en general, y la sexual y reproductiva en parti- cular, afectandose a si mismos. Retomando a Kaufman y su “triada de la violencia”, este au- tor hace referencia a como en México el varén muete scis afios y medio antes que la mujer, siendo ademas un factor de riesgo para clla, los nifios y para si mismo. Un elemento socialmente muy 1m- pottante es el referido 2 que, antc los cambios en las relaciones entre los géneros, los varones reeutten a la violencia para resta- blecer las relaciones de poder que pata ellos son normales (Gold- ner ef al, 1990; 333-364). En este sentido, para poder eliminar la violencia de género, como plantea Lagarde (sf) tendriamos que construir procesos de igualdad verdadera entre mujeres y hombres, pero también igual- dad intragenética y lograr mecanismos de equidad social en el ac- ceso a recursos y opottunidades para evitar confrontaciones. Ha- bria que dar preferencia a la vigilancia social sobre los contenidos 50 LANTEAMIENTOS SOBRE VAKONES ¥ MASCULINIDAD(ES) violentos en la cultura y la sociedad, y sustituirlos por nuevos va- lores y practicas sociales. La ética de la justicia debe prevalecet, la cooperacién social y la solidaridad. Otros autores nos proponen mirar al mundo para darnos cuenta de que en él existen hombres que intentan vivir en socie- dades que no estan estructuradas para satisfacer las necesidades humanas. Veriamos —dicen— hombres que sufren profunda- mente en estas sociedades y, al mismo tiempo, yeriamos hom- bres que tienen el poder y los privilegios por encima de las mujeres. En todas las sociedades los hombres han dominado, Consciente o inconscientemente, gustosamente o no, han perpe- tuado las estructuras de poder masculino. Comprender estas estructuras de dominacion es una tarea de suma complejidad. Es dificil entender los patrones de domina- cién en constante cambio y Ja interacci6n entre la opresion a ni- vel individual y al nivel de las estructuras sociales, politicas, ideolégicas, mAs amplias. Interiorizamos las estructuras de opre- sién y de poder y esto no sélo afecta nuestra vision de la realidad sino que pasa a set, en cierto sentido, nuestra visiGn de la reali- dad. Algunos autores subrayan asimismo que la identidad y los comportamientos de género no son simplemente impuestos a Jos individuos a través de la socializaci6n, sino que los incdividuos participamos activamente en la construccién de nuestra identi- dad y nuestros comportamientos, Es asi que la identidad de gé- nero es activamente trabajada y mantenida por los individuos, que al mismo tiempo estan inmersos y son influidos por las cons- trucciones sociales, historicamente construidas y las relaciones de poder también social y culturalmente establecidas, y situadas en contextos y momentos historicos especificos. Es asi que las definiciones culturales de masculinidad y de feminidad emergen histéricamente, son construcciones dindmicas a través de las cua- 51 Dano voz A Los vARONES es los individuos y los grupos intcrpretan y consttuyen sus com- portamientos y relaciones Con los cambios suscitados en los tltimos aftos, lo que esta en juego —afirman algunos autores— no es nuestta hombria biolégica, nuestro sexo, sino nuestras nociones de masculinidad, historicamente especificas, socialmente construidas e incorpera- das individualmente. Confunden Ia hombria (sexo biolégico) con la masculinidad (género). Pero no se trata de una confusion sorprendente, dado que la diferencia es sistemAticamente encu bierta por la cultura, la ciencia, las creencias dominantes, la reli- pidn y la educacién, ademas de Jas propias experiencias que estan citcunsctitas a sociedades de dominacién masculina. Una amplia cotidianas. gama de estructutas sociales, desde la mas intima relacion sexual, hasta la organizacién de la vida econdmica y politica, sirve de base y pexpettia la dominacién masculina. Debemos entonces enfentar el poder y la dominacién en el nivel de Ja sociedad en su conjunto, pero al mismo tiempo, dado que licvamos estas rela- ciones dentro de nosotros mismos, es imposible separar lo “per sonal” de lo social” y esto es parte del significado de la frase: “Lo personal es politico” (Kaufman, 1989: 13) COMO SEVA CONSTRUYENDO LA MASCULINLDAD “DOMINANTE” Para explicar la construccién de la maseulinidad se parte de la idea de que vivimos en una sociedad dominada por hombres. Estos, con contradicciones de por medio, siempre tienen mayo- res pti mayor libertad. Pero para explicar las relaciones de dominacién masculina y su reproduccién, cs necesario comptender que la aceptacién de la masculinidad no es tan s6lo una socializacién de cierto rol de género, como si preexistiera un ser humano que wvilegios que las mujeres, entre ellos y muy basicamente, aprende ua fol que luego desempefia el resto de su vida, Mis 52 PEANTEAMIENTOS SOBRE VARONES V MASCULINIDAD(ES) bica, durante su desarrollo psicolégico, adopta e interioriza un conjunto de relaciones sociales basadas en el género; la pexsona formada mediante este proceso de maduracién se convierte en la personificacion de estas relaciones. Ya los cinco 0 seis afios, se han establecido en el nifio, las bases de la masculinidad pata toda su vida (Ibi: 1-32). La nifiez, para estos autores, es un largo periodo de impoten- cia; la adquisicidn de Ia masculinidad es en parte la respuesta del nifio a la experiencia de la impotencia. Los niftos tienen a su alre- dedor, como ambiente inmediato a la familia, que constituye un enérgico agente de ubicacién tanto de clase como eficiente meca- nismo de creacion y transmisién de desigualdad de géenero. Hsta institucion, la familia, reproduce y recrea un sistema jerarquico de géneto de la sociedad en su conjunto. La familia juega un pa- pelimportante en la fomacién de la ideologia de la sociedad, a la vez que el sistema socioecondmico forma y rectea un cierto tipo de familia. Asi, a los nifios se les presentan dos categorias de hu- manos: los hombres, que petsonifican toda la grandeza y el po det, y las mujeres, que segrin Simone de Beauvoir son definidas como el “otro” en una sociedad “falocéntrica’”’. El monopolio de ja actividad por parte de los hombres no es un imperative psico logico o social; mas bien, la interiorizacion de las normas de la imasculinidad exige la represién excedente de los objetivos pasi- vos, como es el deseo de ser protegido. La represion de la pasivi- dad y Ja acentuacién de la actividad constituyen el desarrollo de una personalidad de agresividad, que es norma en las sociedades pattiarcales, aunque su grado varia (Jbéd: 35-37). La masculinidad se arraiga antes de los seis a en la adolescencia. La norma masculina tene matices den de factores de clase, nacionalidad, raza, religion y etnicidad, que dentro de cada grupo se muestran de manera particular. La adolescencia es un periodo en el que se necesita afirmar la mas- os y se refuerza que depen- Danpo voz. Los VARONES culinidad, que implica en parte negar los rasgos fetneninos, es un i6n en el cual se pasa pot pruebas s un periodo claramente machista. de que no se es femenino; Los rasgos machistas se irin —dice— atenvando en la adultez. 2] modelo ideal del joven es el agtesivo, abusivo, diestro en los deportes, que desafia a las autoridades. Se ven encaminados hacia un modelo que fomenta la violencia y la competitividad entre los pares, lo cual significa demostrar hombria en todo momento. La escuela constituye otto espacio de afirmacién de la masculinidad. La masculinidad se gana al término de un combate (contra simis- mo) que implica a menudo dolor fisico y psiquico (Callirgos,1996: 50-53). Durante la adolescencia el dolor y el temor implican la 1 presion de la “feminidad” y la pasividad, empiezan a hacerse evi- dentes. La mayoria de los hombres tesponden a este dolor interior reforzando los bastiones de la masculinidad. El dolor emocional que genera una masculinidad obsesiva se teprime mediante un tefuerzo de la masculinidad misma. La familia, la escuela, los de- portes, los amigos, los emplecs, los medios de comunicacion jue- gan un papel en Ia lucha del adolescente por dar los Ultimos toques su masculinidad. Se refuerzan las expresiones del poder masculi- no, que vatiatan de acuerdo con la clase social (Ib/d.: 38-39). Desde la perspectiva de estos autores, poder es el término clave para referirse a la masculinidad “hegeménica”. El rasgo co- min de las formas dominantes de la masculinidad contempora- nea es que se equipata el hecho de ser hombre con tener algun tipo de poder. El poder para psicdlogos como C.B. Macpherson tiene una acepcion positiva, como el potencial de usat y desatro- lar capacidades lnamanas. Se fbasa en la idea de ser hacedores y creadores, capaces de utilizar elentendimiento, el juicio moral, la creatividad, las relaciones emocionales. Poder pata satisfacer ne- cesidades, para luchat contra las injusticias y la opresidn. Poder que todos, en mayor o menor medida, experimentan. Pero el po- 54 PLANTEAMIENTOS SOBRE VARONES Y MASCULINIDAD(ES) der tiene una connotacién negativa. Los hombres han llegado a verlo como la posibilidad de imponer control sobre los otros y sobre sus “ind6émitas emociones”. Significa controlar los recur- sos que estan a su alrededor. En sociedades basadas en jerarquias y desigualdades, unos cuantos tienen cl poder que ejetcen sobre toda una mayoria, Esta es la concepcicn de poder dominante en nuestro mundo. La equiparacién dela idea de poder con domina- cién y control: una clase sobre las otras, los adultos sobre los ni- fos y nifias, los hombres contra la naturaleza, dominando a las mujetes, un grupo étnico sobre los otros. Un rasgo comin en to- das estas sociedades es que todas estan dominadas por varones. La equipatacién de la masculinidad con el poder es un concepto que ha cyolucionado a través de los siglos, y ha conformado y justificado la dominacidn sobre las mujeres en la vida teal (Kauf- man, 1994: 69). Los varones enfrentaran problemas serios para vivir con es- tas “masculinidades”. La masculinidad es poder, pero simulta- neamente es fragil porque no existe como realidad bioldgica sino que es una ideologia, una conducta codificada, que existe en cl matrco de relaciones de género, no es mas que una institucién so- cial. La tensién entre hombria y masculinidad es intensa porque la masculinidad requiere la represién de una amplia gama de ne- cesidades, sentimientos y formas de expresién humanas. Hl ideal masculino esta tan fijado en los varones que les resulta dificil se- parar a la persona que quisieran ser de la que son en realidad. Hombria y masculinidad son valoradas socialmente, los hombres coneretos sc sienten inseguros de su propia hombria y masculini- dad. Viven su existencia con dudas permanentes acerca de su “efectividad’, lo cual a menudo los lleva a set violentos con las mujeres (Kaufman, 1989: 40-43). La masculinidad se ha vuelto una especie de alienacién. La alienacién de los hombres es la ig- norancia de sus emociones, sentimientos, necesidades y poten- e a Dano voz.a108 VARONES cial pata relacionarse con un ser humano y cuidarlo. Esta aliena- cién también resulta de su distancia con las mujeres y con otros hombres. $u alienacién aumenta su solitaria biisqueda de poder y tefuerza su conviccidn de que el poder requicte la capacidad de set distante, rasgos y potencialidades asociados con las mujeres, que son teprimidos y suprimidos totalmente (Kaufman, 1989: 73), Por lo tanto, también dificulta la solidaridad. Un planteamiento que me parece central es el relativo a que las distintas masculinidades denotan relaciones de poder entre Jos hombres, y no slo desde la perspectiva de hombres contra mujeres; un hombre que tiene poco poder social, en la sociedad dominante, cuya masculinidad no es de la vatiedad hegemdnica, es victima de una tremenda optesion social. No se trata de negar que los hombres como grupo tienen el poder social, sino de aftr mag que existen distintas formas de poder estructural y de caren- cia de poder entre los hombres. Que no existe una relaci6n lineal entte un sistema de desigualdades de poder, los beneficios su- puestos y reales y éste, y la propia experiencia en cuanto a esto relaciones, A partir del reconocimiento de Ja complejidad de es tos fendmenos, los autores proponen comprender la centralidad de este poder y desafiarlo. Reconocer que la gran paradoja de nuestra cultura que definen “patriarcal”, es que las formas daiti- nas de la masculinidad dentro de nuestras sociedades dominadas sino por los hombres, son perjudiciales no s6lo para lay mujere también para los propios varones. EL DESARROLLO DE LA(S) MASCULINIDAD(ES) EN ESTRUCTURAS HISTORICAS CONCRETAS Ta identidad de un vatén y sus experiencias no se determinan Ginicamente por el lugar que tienen en una division de géncros, sino por el lugar que ocupa en categorias nacionales, taciales, ét- 56 aw PLANTEANIENTOS SOBRE VARONES Y MASCULINIDAD(ES) nicas, de clase, regionales, institucionales, de la sociedad en que vive. Por ello es importante definir a las masculinidades contex- tualizandolas. Las cualidades de lo que Miedzian (1995) ha deno- minado la “mistica de la masculinidad” han variado, tanto en la forma como en la importancia otorgada a lo largo de la histozia y segtin la clase social. Es asi que la competitividad extrema, que es un componente de la masculinidad de hoy, habria sido suma- mente repugnante para los “caballeros” del siglo XIX, por ejem- plo, quienes heredaban la tierra y la riqueza, garantias de una po- sicion dominante en la sociedad. No obstante, por milenios ha existido un hilo conductor que ha dado continuidad al modelo masculino —considerado como incuestionable y que ha gene rado la norma para la conducta humana, y de ahi la enorme difi- cultad de su cuestionamiento, Asimismo resulta central la idea que establece que, la identi- dad de género masculina debe ser entendida dentto de un marco mayor, como la expresién de un orden sociopolitico fundado en cl control de los medios estratégicos de produccién, como son el parentesco, los sistemas econémicos y politicos y del poder sim bélico, que igualan al mundo patriarcal con el “mundo real” (Fu- let, 1998: 3) Rastreando en la historia se ha documentado que todas las sociedades cuentan con registros culturales de géncro, pero no todas tienen cl concepto de masculinidad. En nuestra concep- cion actual, la masculinidad existe sdlo en contraste con la femi- nidad. Nuestro concepto de masculinidad, en cualquier caso, es un producto historico bastante reciente, a lo maximo cien afos de antigtiedad (Connell, 1998a; 31). El autor critica las definicio- nes esencialistas que hablan de un nicleo de lo masculino y ha- cen una eleccién de la esencia bastante arbitraria. Los términos “masculino” y “femenino” apuntan mis alld de las diferencias de Danpo voz.a10s varones sexo sobre cémo los hombtes difieren entre ellos, y las mujeres entre ellas, en materia de género. Cont sociologia durante algun tiempo, de acuerdo a la cual las posicio- nes de hombtes y mujeres son vistas como algo complementatio, (Parsons, 1978) respecto a las orientaciones instrumental (mas- culina) y expresiva (femenina). La teoria de los roles que da sus- tento a estas concepciones es légicamente muy vaga; produce gtandes incoherencias en el andlisis de la vida social, exageta el grado al que el comportamiento social de la gente queda prescri- ta, y a la vez menosprtecia la desigualdad y el poder En la teoria del rol sexual, la accion, es decir cl desempeiio del rol, queda vinculado a la estructura definida por diferencias bio- lopicas, 0 sea, por la dicotomia de macho y hembra, masculino y fernenino y no a una estructura definida por relaciones sociales Conduce a una falta de percepcién de la realidad social, al exage- tarse las diferencias entre hombres y mujeres, a la vez que obscu- tece las estructutas de raza, clase y sexualidad. No puede por tiamente est la ciisica concepcién que permed a la ejemplo, explicar las resistencias respecto a las politicas sexuales, no comprende a la gente que confronta el poder, la manera como aficma su solidatidad y moviliza la resistencia. Esta teorfa contie- ne una dificultad esencial en cuanto a comprender la problemat- ca del poder, menospzecia la violencia y la coercion, pues parte de presuponer en tésminos generales el consenso. Hsta dificultad pata comprender el poder forma parte de su dificuliad mis am- plia de entender y analizar la dinimica social. Habla de la necesi- dad de cambiar el rol masculino, por ejemplo, pero siempre como algo que se impone al rol desde fuera, y es incapaz de en- tender una dialéctica que surge dentro de las relaciones de género (Connell, 1995: 22-27). La perspectiva relacional para explicar la nnasculinidad es un elemento central ea la perspectiva de Connell, pues establece cla- 58 PLAN TEAMIENTOS SOBRE VARONES ¥ MASCULINIDAD(ES) ramente que ninguna masculinidad surge, excepto cn un sistema de relaciones de género. A partir de esta premisa propone que en lugar de intentar definir la masculinidad como un objeto (un ca- ricter de tipo natural, una conducta promedio, una notma) nos centremos en los procesos y telaciones por medio de los cuales llevan vidas imbuidas en el género. De esta maner dad, si se puede definir brevemente, es al mismo tiempo la posi- cién de las relaciones de género, las practicas por las cuales los hombres y las mujeres se comprometen con esa posicion de gé- neto y los efectos de esas practicas en la expetiencia corporal, en la personalidad y en la cultura ([b#d: 35). Recupera, asimismo, las concepciones de avtozas clasicas como (Mitchell, 1971 y 1975) y Rubin (1984) para afirmar que el género es una estructura inter- namente compleja, en la cual se superponen varias légicas. Esto es fundamental pata comprender las masculinidades, pues éstas Ja masculini- se ubican simultaneamente en varias estructuras de relacion, que pueden seguir diferentes trayectorias hist6ricas. La masculinidad, asi como la feminidad, siempre estaran asociadas a contradiccio- nes internas y a rupturas hist6ricas. Dado que el género es una manera de estructurar la practica social en general, no un tipo es pecial de practica, esta inevitablemente implicado con otras es tructuras sociales. De ahi que coincida con muchos otros autores y autoras en que el género intetactéa con raza y con clase, y agre- ga que constantemente también interactiia con la nacionalidad y las posiciones ea el orden mundial. Algo que me patece interesante resaltar es que cl caracter so- cial, histérico y cultural especifico de las masculinidades queda claro en la concepcién de este autot, cuando establece que la masculinidad hegemédnica ao es un tipo de caracter fijo, el mismo y en todas partes. Mas bien, la masculinidad ocupa la posicién he- gemodnica en un modelo dado de relaciones de género, tratando- se ademis siempre de una posicién disputable 59 Dawpo voz. Los VARONES Dentro de la concepeién de Connell resulta fundamental la idea de que la(s) masculinidad(cs) no son sélo una idea en la ca- beza, 6 una identidad, sino que se extienden al mundo fundién dose con las telaciones sociales y, para comprenderlas, necesita mos estudiar los cambios en las relaciones sociales (Connell, op. cit: 29). Autores que definen al mundo actual como pattiarcal (orden social genético de poder, basado en un modo de dominacion cuyo paradigma es el hombre; mundo dominado por hombres, mundo en el que se apuntala a los varones como duefos y dirt gentes del mundo en todas las formaciones sociales) (Lagarde, 1997; 50-52), sostienen que éste hace que todos los hombres scan “patecidamente diferentes o diferentemente patecidos” y tiendan a agrupatse en torno a unos pocos tipos que resultan de la adaptacién que impone la sociedad. Definen entonces una ti- pologia, una setie de arquetipos como elenco bisico, de caracte- risticas que son adoptadas de manera preferencial por la mayoria de los hombtes: “patetnalistas”. Que estin convencidos de su superioridad sobre las mujeres, a quienes consideran incomple- tas, débiles y encantadoras y entonces ellos deben ejercer tutela sobte ellas. Los “machistas”, que son los varones mejor sociali- zados, pues de todas las normas aprendidas persisten en cllos las que mis los favorecen; siempre estan dispuestos a la conquista y consideran el ser macho como un elogio. Su dominio real v ima- ginatio sobre una o varias mujeres viene a compensar su senti- imiento de inferioridad en Ja jetarquia de la sociedad en general. Los “miséginos”, por su parte, odian a las mujeres; muchos de ellos tuvieron relaciones pésimas con sus madres y también nor- mas morales demasiado tigidas; los “buscamadres” actuan siem- pre como nifios, traviesos, torpes y desvalidos y sobre todo son abusivos, buscan en cada mujer alguien que se ocupe de ellos. Los “cumplidores angustiados” son aquellos varones que se con- 60 PLANTEAMISHTGS SOBRE VARONES Y MASCULINIDAD(ES) ceniran en sus obligaciones y sienten que tienen que demostrar que son hombres en todo momento y ante todos. Tienen que cumplit en todo, incluso y patticularmente, en la esfera sexual. ‘Todos los dias luchan por ganar el titulo de hombre. Los “fugiti- vos” son aquellos que saben que las mujetes y las relaciones han cambiado, perciben el conflicto, saben que no pueden cumplir pero tampoco tratan de buscar alternativas. Muchos de ellos tie- nen temor y aceptan lo que les conviene, sin comprometerse afectivamente (Cazés,1997a). Ta utilidad de estas tipologias se centra, desde mi punto de vista, cn que conttibuyen a desencializar los procesos sociales y sus cofstrucciones, como es el caso de la masculinidad. Ademas nos permiten un acercatmiento mas adecuado pata su compren- sién, y nos posibilitan establecer matices, diferencias y, sobre todo, cambios y transformaciones. Bxisten, por otta parte, autores que intentan contribuir a la comprensi6n de una particular masculinidad en una detetminada formacion hist6rico social, que tratan de explotar la masculini- dad como expetiencia histérica emergente. A partir de ahi afir- man que la sociedad especifica que estudian, ha creado una mascu- linidad identificada con la raz6n y ha considerado a lo femenino como vinculado a las emociones. Un elemento importante en la interpretacion de las masculinidades es que la sociedad tiene una concepcién de si misma como tacional, y la razon aparece como atributo exclusivo del vat6n. Se hace de la masculinidad un podet invisible, porque el hombre aparece como expresion de razon. En este tipo de sociedades los varones son educados para conce- bir que su libertad surge del uso de sus facultades racionales, eso define su moralidad liberal y es el nucleo de su humanidad. Se convierte en la base de su experiencia de superioridad sobre las mujeres, identificadas siempre con las cmociones y los senti- mientos, en contraposicién a la razén. De ahi que enamorats 61 Dawpo voz A10s vanones constituya pata cllos un sintoma de ausencia de libertad y reflejo de una debilidad incomprensible (Seidler, 1991: 2). En la genera- cion actual, segtin esta vision, los varones occidentales y particu- larmente en Inglaterra, van adquiriendo conciencia de que fue- ron educados para tratar a las mujeres y a los nifios como posesiones, aunque consideten sus relaciones en términos mu- cho més igualitarios. Han debido confrontar la amenaza que sen- tian cuando las mujeres con las que se relacionaban exigian evar una vida més independiente y se negaban a dat cuentas de su conducta. Tuvieron que reconocer que su propia dependencia de las mujetes se les habia escondido porque antes éstas siempre ha- bian estado a su disposicién. De ahf pasaton a comprendet la poca relacién que habian establecido con otros varones. Muchos hombres no tienen ninguna relacion de amistad propia, no han aprendido a valorarla, pues siempre se les ensefié que su felicidad dependia exclusivamente de logtos y éxitos individuales. Los va- tones forman parte y reproducen sociedades individualistas, en las que las acciones solidatias carecen de valotacién y de impor- tancia. Ellos no estan dispuestos a admitir su propia soledad ni si- quiera ante si mismos, se mantienen bajo control, manteniéndo- se ocupados. Viven en un mundo donde es imposible guardar tiempo y espacio para si mismos ([ b/d: 26). En los tiltimos afios se ha empezado a pensar en la “masculi- nidad” dentro de una nocién de la diferencia; se piensa mas en la idea de “masculinidades” diversas y diferentes. Se acepta que existe una gran cantidad de masculinidades en las ciudades, en las comunidades rurales, on las comunidades indigenas, y se propo- nen realizar trabajos exploratorios considerando las distintas re- laciones de poder. Este acercamiento al proceso de construccién y practicas de las masculinidades es particularmente importante en el caso de México y Latinoamética en general, con sociedades tan heterogé 62 PranrreantienT0s So888 VARONES ¥ MASCULINIDAD(ES) neas como las existentes en te del planeta. Se reconoce la existencia de grandes diferencias culturales y se lama la atencion sta pa sobre la importancia de contextualizar los estudios. No es lo mis- mo una comunidad protestante, blanca, que una mestiza catdlica. ‘Tampoco es lo mismo estudiar la masculinidad en contextos so- cioculturales como América Latina, donde al menos en ciertos sectores la familia sigue teniendo un papel importante, que en paises anglosajones donde pricticamente esti desapareciendo. No es la misma la vision de la madre en comunidades latinoame- ricanas, que la que prevalece en paises europeos desattollados; no son iguales las relaciones de los varones con sus madres en los distintos paises, ni son las mismas las consecuencias en la repro- duccién y la sexualidad de sus hijos ¢ hijas. Proponen seflexionar sobre la relacion de los hombres con sus cuerpos y analizar cémo, por ejemplo, los hombres entran a la sexualidad como una imanera de afirmar su identidad machista, vinculado esto con la estructura particular de la identidad masculina en el caso mexica no (Seidler, 1997b). Existe un amplio acuerdo entre los diversos autores yautoras analizados en que la(s) masculinidad(cs), no pucden definitse fucta de un contexto socioeconémico, cultural ¢ histérico espe- cificos en que estiin viviendo los yarones, y que ésta es una cons- trucci6n cultural reproducida socialmente. Asimismo se coincide en que existe cierta visién de la masculinidad que aparece como dominante o hegemGnica, internalizada a través de todo un com- plejo proceso, tanto por los hombres como pot las mujetes, que a menudo Ja reproducen, peto que potencialmente pueden cues- tonarla y transgredirla, resistir oponiéndosele. Hay vatiacion, pero no somos simplemente individuos (Gut- émann,1993: 726). Como hemos dicho, existen condiciones tructurales, sociales, culturales ¢ histéricas que tienen gran in- fluencia en la conformacién de las identidades, tanto de los 63 Dasivo voz.a 105 VARONES varones como de las mujeres, y en el tipo de zelaciones que se es- tablecen entre los génetos. ALGUNAS IDEAS APORTADAS POR INVESTIGACIONES Y GRUPOS DE HOMBRES EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO: ACERCA DE LA(S) MASCULINIDAD(ES) Investigaciones recientes realizadas en América Latina muestran que las representaciones de la masculinidad en esas poblaciones se manifiestan en distintos 4mbitos: el natural (6rganos sexuales y fuerza fisica), que constituyen el nticleo de lo masculino, se ba- san en caracteristicas “innatas” ¢ “inamovibles”. Las diferencias sexuales se transmiten como un dato y, a través de la socializa- cidn, se les enseita a los varones desde nisios que la masculinidad es valentia y sexualidad activa, y éstas son las cualidades que con- formaa la virilidad. Esta es la parte no “domesticable” de la mas- culinidad, como se tratara mas adelante. Lo femenino actia como una especie de amenaza y el nifio se define entonces en contrapo- sicién con lo femenino mas cercano, su madre, sus hermanas. Hay otto espacio externo, la calle, que se asocia con la virilidad, la competencia, la rivalidad y la seduccién. Aqui el grupo de pates y Ia vida cn Ia escuela tienea un papel importante. El ambito natu- ral est4 adscrito al grupo de pares, el doméstico esta asociado a la familia, y cl piblico cs transmitido pot la escuela y el padze. Encontraron asimismo en esta investigacién que cada grupo de edad destaca diferentes aspectos de la cultura global masculina; los jovenes dan mas importancia a Ja solidaridad entte varones, lo importante es ubicazse en su espacio masculino y afirmar su viri- lidad, mientras que los adultos centran sus relatos en los debetes y conflictos conyugales, en la paternidad y el reconocimiento ob tenido cn el espacio publico, basicamente el trabajo. Afirman que estas diferencias no deben attibuirse a cambios generacionales, 64 ° PLAN TEAMIENTOS SOBRE VARONES ¥ MASCULINIDAD(ES) sino al momento diferente del ciclo vital en cl que se encuentra cada grupo de edad que ellos entrevistaron (Fuller, 1998: 6-8). En otras investigaciones en esta parte del mundo se com- prueba que para los varones entrevistados scr hombre tiene en ptimer lugar una caracteristica biologica: tener pene. Peto los homb: todo caso, en general consideran que los atributos de la masculi- nidad son: ser hombre es ser activo y da derechos. Hs la ley en su casa, jefe del hogar, provecdor, responsable de su familia; es una persona autonoma, libre, que se trata de igual a igual con otros hombres, que no debe disminuirse. Siempre debe daz Ja sensa- es tienen que hacerse hombtes, alo largo de sus vidas. En cidn de estar seguro, de que sabe lo que hace; debe ser fuerte, no tener miedo, no exptesat emociones, ni lorar, salvo cuando el hecho de hacerlo reafirme su hombria; el hombre es de la calle, del trabajo. EL lugar de la mujer es la casa; los hombres son hetero- sexuales, deben conquistar y penetrar mujeres. La naturaleza del hombre es como animalidad, su deseo es mas fucrte que su yolun- tad. A pesar de enfrentar problemas para cumplit con estos man- datos, la investigacién mosttd que estos varones no cstan a fondo cuestionando su masculinidad (Valdés y Olavattia, 1998a: 3-4). Ser un hombre integro, completo o verdadero plantea exi- gencias, obligacione sponsabilidades en vazios sentidos: debe ejercer el dominio familiar y tener dénde y sobre quién cjercerlo; eso exige ser padre de familia y cényuge dominante, proveedor y protector, tener un territotio y bienes suficientes que postbiliten el cjercicio de ese dominio, hay que cumplir tareas y proteger para lo cual requieren posesiones de todo tipo, muchas de elas Alcanzar la categoria maxima de la virilidad (domi nante) demanda eficacia en lo que se sabe hacer, peto también para competir y tiunfar en enfrentamientos que requicren vio- lencia, en diversos grados (Cazés, 1994: 371-2). Podemos constatar en la realidad que existen masculinidades materia’

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