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@ 008 (Aj Bok ae) Cenacimieuty p- 856 e uo, aan PETER BURKE h EL RENACIMIENTO ‘Traduccion castellana de ‘CARME CASTELLS CRITICA GRUPO GRUALBO.MONDADOR! BARCELONA inn sgromente roids, sin awoincion eta de suites Se cone bao ns aioe eabesns en ns ee, in eprossa {cial preg es oba por caer mello oproetinint, compres ‘dos epoaatin lament norman, Ta Gstibooba Ge em rc the maton lee 9 pte pace Marallos Esacan, Lt, Londres se: Per Bure © Lom eis radu caslana pra Expatay Andis CCRITICA (Gato Comer S.A) AYRES, 35, 8013 Berens Ismye ts83 6 Deptt ea. 8.621953 Imprwo e Bspana 1, EL MITO DEL RENACIMIENTO EL historiador holandés Johan Huizinga escribié que «la palabra Reracimiento evoca en el softador la imagen de un pasado de belleza, de plirpura y oro» [9].* O para ser exactos, Jo que ven reflejado en su mente es El naci- mmiento de Venus, de Boticelli, el David de Miguel Angel, 1a. Mona Lisa de Leonardo, Erasmo, los catillos del Loira, ylla Reina de les hadas,** todos mezclados en una ima- gen de una edad de oro de la creatividad y la cultura, Esta imagen del Renacimiento —con R maylscula—, se remonta hasla mediados del siglo xix, al historiador francés Jules Michelet (que estaba fascinado por clla), al critico John Ruskin (que la desaprobaba) y, sobre todo, al erudite suizo Jakob Burckhardt, cuyo famoso texto La cultura del Renacimiento en Italia (1860) des- cribia este periodo utilizando dos coneeptos, el de «indi- vidualismo» y 21 de «modernidad». Segtin Burckhardt, + Los mmeon exe cree etn as stern biogas (eae 9p 1011-08 ae) 20 TB er eine The Fore Quon, del pot ngs msn Speer (Lanes, 35 155), sormentari eric sabe mee ya po en (0 eb) 8 a mec «en la Edad Media, la conciencia humana permahecia, ‘como eubierta por un velo, softando o en estado de duer- ‘mevela ...y el hombre s6lo se reconocia a si mismo como, ‘miembro de una raza, pueblo, partido, familia w otra forma cualquiera de lo colectivo». Fue en Italia, en el Renacimiento, «donde se desvanecié en el aire ese velo por primera vez ... el hombre se convirtié en un indivi- duo espiritual, y se reconocié como tab» [1, 2.* parte). EL Renacimiento es sinénimo de movlernidad. Para Burck- hhardt, ol italiano «fue el hijo primogénito de la Europa. moderna», Pettarca, pocta del siglo xtv, fue «uno de los primeros hombres realmente modernos». Fue en Italia donde dio comienzo la gran renovacién del arte y de las ideas, y posteriormente estas nuevas actitudes y formas artstcas se difundieron por el resto de Europa. Esta idea del Renacimiento es un mito. Desde luego, «mito» es un término ambiguo, y aqui lo utilizamos de- liberadamente en un doble sentido. Cuando los historia- dores profesionales aluden a los «mitos», por lo general se refieren a relatos del pasado que se pueden conside- rar como falsos, 0 en cierta manera engatiosos. En el cetso de la descripcién que Burckhardt hace del Renaci- rmiento, los historiadores ponen en tela de juicio, por exagerados, los espectaculares contrastes que el autor sefiala entre ef Renacimiento y la Edad Media, y enire Italia y el resto de Europa, ya que tales contrastes se producen por no haber tenido en cuenta las diversas in- novaciones que se realizaron durante la Edad Media, la pervivencia de actitudes tradicionales en el siglo xvt € incluso mas tarde, ni tampoco el interés de los italianos por la pintura y por Ia misica de los Paises Bajos. EL Mro DEL RENACIMIENTO ° EL segundo sentido del término «anitoy es mas litera- rio, Un mito es un relato simbélico que narra las viis tudes de unos personajes sobrehumanos (por su excels tud 0 por su mezquindad); es un relato moral, y para ser exactos, un rlato sobre el pasado cuya funcién es la de explicar o justficar algunos aspectos de la realidad actual. El Renacimiento de Burckhardt es también un mito en este sentido. Los personajes de su relato —bien sean héroes como Alberti y Miguel Angel, o villanos como los Borgia— son todos ellos sobrchumanos. Y ese mismo relato explica y justifica a la vez el mundo mo- demo. Bs un Felato simbélico, en el sentido que descti= be un cambio cultural utilizando las metéforas del des- pertar y del renacer, metéforas que no son puremente decorativas, sine un elemento esencial de la interpreta- cidn de Burckhardt ‘Tales metéforas o alegorias no eran nada nuevo en la época de Burckhardt. Desde mediados del siglo x1v, tun gran niimero de eruditos, escrtores y artistas, en Ita- lia y en todas pertes, dieron en utilizar las imagenes de la renovacién para describ su sensacién de estar vivien- dlo.en na nueva épaca, tina edad de regenerncién, res tauracién, remembranza, renacimiento, redespertar 0 reemerger a Ia uz tras la época que ellos fueron las pei= ‘eros en describir como «la edad oscuran, Y tampoco entonces tales metéforas eran nuevas. Ya 1 poeta Virgilio, pinté en su cuarta Fgloga un vivo re- trato del retornc de la edad de oro. La idea de renaci- ‘miento estd también claramente expresada en el Evange: lio segiin san Juan: «En verdad os digo que aquel que ng nazea de nuero del agua y del Espiritu Santo no po- — 10 ek menace dri entrar en l reino de los celos». Lo més caractris- tico del uso de estas metiforas, en el periodo compren- dido entre tos afos 1300 al 1600 del que nos estamos ‘ocupando, fue su aplicacién a un movimiento de cariz tnds intelectual y artatico que politico o religioso. En la déceda de 1430, Leonardo Bruni deseribié a Petrarce fcomo «el primero que posey6 una gracia y un genio tax Jes que pudo reconocery traer de nuevo a Ia luz la ant- gua elogancia de estilo, que estaba perdda y extinguida». Y Brasmo coment al papa Leén X que «nuestra época puede convertirse en tna edad de oro» gracias al renaci- Iniento del saber y de la piedad, mientras que Giorgio Yasar organiz6 sus Vidas de pintores, escultores y ar- quitectos en torno a la idea de renovacion de las artes, dividida en tres fases: desde sus incios en la época de Giotto hasta las figuras culminantes de Leonardo, Re- faely, sobre todo, del propio maestro de Vasari, Miguel Angel. ‘Como todas las autovalorasiones Jas de los intele: cuales y artistas del Renacimiento resultan reveladoras y a la vez inducen a error. Como otros hij que se rebe- Tan contra la generacion de sus padres, csos hombres tenfan contraida una gran deuda con Ia Edad Medi que tan a menudo denostaban. Acentuaban su distancia con respecto al pasado reientey al propio tiempo minimiza- ban la que les separaba del pasado remoto, la Antigte- dad que tanto admiraban. La concepcin que tenian de fu renacimiento era un mito, en el sentido que presenta- bbe una imagen distorsionada del pasado; era un suefo, tn anhelo, y también una reactualizaci6n o una repre sentacién del antigo mito del eterno retorno {10, cap. X BL MITO DEL RENACINNENTO n | Blerror de Burckhardt comsistié en creer al pie de la Jeara la versién de lo artistas ¢ inteletuales dl periodo, haciendo suya de manera literal esa concepeidn de rena- ‘cimiento, y reeleborindola en su libro. Ala vieja férma- Ja dela restauraién de las artes y del resurgi de la An- tieUedad clésica, Burckhardt aNadié elementos nuevos, como los de individualsmo, realismo y modernidad. En su caso, result apropiado aplicar el proverbio de E. H. Carr: «Antes deestudiar historia, estudia al historiador>, Ya que sin duda existieron razones personales que expli- can su atraccide. por este periodo la imagen que tenia de 4. Para Burckhardt, Italia signifiaba, tanto en pa- sado como en presente, una huida de una Suiza que con sideraba sombria y remilgada, En su juventuditaianiz6 su nombre, firmando «Giacomo Burcardo>, y se desci- bia a si mismo como «un buen individuo», al tiempo due caracterizaba al Renacimiento como una época de individualsmo. Pero estas razones personales no son su- ficientes para explicar el éito de la mueva definicion, mi of ereciente inte:és por el Renacimiento que se dio a fi- nales del siglo pasado (entre incelectuales como Walter ater, Rohert Browning y John Addington Symonds en Gran Bretafa, y sus equivalentes en otros paises). Para comprender tal Sxito debemos recordar el culto cuasire- ligioso por las artes que se profesaba en los nuevos tem plos, lamados cmuseos», asi como fa preocupacién que por el erealismo y el «individusissmoy sentian los artis- {as y escrtores del silo 20x. estos, al igual que Erasmo ‘Vasari, proyedaban sus ideale hacia el pasado, crean- Wo su propio mito de una edad de oro, de un milagro sultural 2 fe RENACIMIENEO Pero ain hoy en dia hay quien toma en serio este mito del Renacimiento, y gracias a él siguen ganando dinero las cadenas de television y las agencias de viajes. Por el contrario, a los historiadores profesionales cada ‘vez les resulta menos satisfactoria esta version de Ia épo- ‘ca renacentista, aunque el periodo y el movimiento tes sigan pareciendo atractivos. El quid de la cuestin esté en que el gran edificio crigido por Burckhardt y sus con- tempordneos no ha resistido el paso del tiempo. Para ser exactos, lo han erosionado especialmente las invest ‘zaciones de los medievalistas (10, cap. XI], euyos argu- mentos, articulades en torno a un sinfin de detalles, pue- den sin embargo resumirse en dos lineas generales. En primer lugar, existen razones para afirmar que los Hamados «hombres del Renacimiento» eran en reali ‘dad bastante medievales. Su comportamiento, postula- dos ¢ ideales eran mas tradicionales de lo que tendemos 1 creer y de lo que ellos mismos pensaban. Hindsight sugiere que incluso Petrarea, «uno de los primeros hom- bres realmente modernos» segin Burckhardt, y un per- sonaje del que nos volveremos a ocupar en estas paci- has, por su ercativided tanto poétiea como intelectual, tenfa muchos puntos en comtin con la épgca que él mis- mo describié como «oscura» [72]. Dos de los més famo- 08 libros escritos en el siglo xvt, BY cortesano y El prin- cipe, estén més préximos a la Edad Media de lo que parece. EI cortesano de Castiglione esté inspirado en las tradiciones medievales de Ia cortesanta y del amor cor- ‘és, asi como en textos eldsicos como el Bangquete de Platon y el De los deberes de Cicerén (63). Incluso El principe de Maquiavelo, que algunas veces modifica de- BL Mivo Det RBUACHAENTO B liberadamente el saber convencional, pertenece hasta cierto punto a un género medieval, el de los llamados ‘aespejos» © libros de aviso para gobernantes [29, 68] En segundo lugar, Jos medievalisas han reunido da- tos suficientes para afirmar que el Rénacimiento no fue ‘un.acontecimiento-singular, como en un principio creye~ ron Burckhardt y sus contemporaneos, de manera que bien podsamos usar este trmino et plural. Exitie ron(Varios Atenacimientos» en la Bdad Media, especial smictilé en el siglo > y en la época de Carlomagno. En ‘ambos casos produjo una combinacién de logros ar- tisticos y litereris, con un resurgimiento del interés por las enseftanzas clésicas, y también en cada uno de ellos los contempordneos consideraron que la suya era una Epoca de resauracién, renacimiento 0 «renovacién» i, 78). ‘Algunos espiritus audaces, como el del diftnto Ar- rnold Toynbee, en su Estudio de la Historia, han avan- zado alin més en esa dirceci6n y han descubierto renaci- _mientos fuera de Buropa occidental, en Bizancio, en el 0 islémico e incluso en el Lejano Oriente. Toynbee escribié cal uilizar la palabra renacimiento como un ‘nombre propia, nos hemos permitido caer en el error de considerar como un acontecimiento tinico lo que en rea- lidad no es mas que una manifestacién concreta de un fendmeno histérico recurrente» [88]. Su «no es més que reduce un movimiento complejo a una de sus caracteris- ticas, pero seguramente Toynbee esté en lo cierto al tra- tar de sieuar al Renacimiento-en-la-historia-mundial, y al peestar atercién a los resurgimientos del «ielenismo» (como él designa a la tradicién clésica), que se produje- “ 1 RENACIAIENTO son allende ls foneras de Ia Europe occidental, es wo a ecuperaion de tasonesaurLnas cave eee Gainey Japon. Al asa qe las pconss, cade tae Genta dene aus carters Dropsh pero 6D read tds pateneten ala za «fl See gut debemos eters? Exist eh ro den Ronit? Sf esrbmos como wa 69 weet a de purpura yor, como s fuse un miro Sutera and, ome sia aparcn dee nds tad vnpste seria io Sten cambio wiamos tet no an prio de Tos lores consegldos ca sida Matin ode fos que proteron fuera de Buro- Baad Meese un detemiado cimul Ge cams vey Pe onl ra oveidetl pares considera teeing un eoneetooxganiziv qu ain ene widad. wegen eierretacién de ste clo de cam- Tost objetivo del reo de execs. 2. ITALIA: RESURGIMIENTO E INNOVACION Pose a Ia necesidad de revisar la version cominmen- te aceptada del Renacimiento, que presenta a Italia como activa y creativa y al resto de Europa como pasiva imitativa, resulta ineludible empezar por Italia. Ast pues, este capitulo es dedicado a los principales cambios ‘ocurridos en el arte, Ia literatura y las ideas, desde Giot 10 (a. 1337) hasta Tintoretto (1518-1595), y desde Pe- ‘rarca (1304-1374) hasta Tasso (1544-1595). ¥.trataré de situac estos cambios —sean resurgimientos 0 innovaci fee en su conextosocioelteral,Paese obvi queen tie palode-no ble carne de indyidualdades cea- tira, hombres (en su mayerla eran faronel) que dea- ron en sus obras la huella de su personalidad. De igual aver, al ebvervaos el curso Gel eamblo altura en Talis dante todo el paiod, es deen los tes silos, gue van del 1300 hasla 1600, veremos que también ——LU—"_-_C. Coletvoe, dads que se trabelaba en pequetsstupoe, LL —_—C 16 HL ReNAcINTO predecesores. En un ensayo relativamente breve como el presente, me parece mis adecuado reseltar lo coletivo y tratar de contemplar el movimiento renacentista como un todo Una de las caracterstcas especialmente distintvas de {ode paride, Es en la arquitectura donde resulta mas obvia la re- > cuperacion de las formas clisicas, desde las plantas ba- Jas hasta los detalles ornamentales (83, caps. 26-27] Y no resulta sorprendente cl que esta recuperacién de la arquitectura griega y romana se produjese en Italia, donde’se conservaban, mas 0 menos intacta, diversas construeciones cldsicas, como el Panteén (lémina 5), el Coliseo, el Arco de Constantino y el teatro de Marcelo (Godos ellos en la misma Roma), a la vez que las con- diciones climéticas del sur de Europa permitian, més een cualquier otro lugar Ia imitacién de estos edifi- cios. Generaciones de arquitectos, entre los que se con- taban Filippo Brunelleschi (1377-1446), Donato Braman- te (@ 1444-1514) y Andrea Palladio (1508-1580), fueron a Roma a estudiar y a medir esos edificios para poder Immitar los principios sobre los que estaban construidos. En sus estudios contaron con la ayuda de un tratado de aarquitestura escrito por Vitrubio, que se conservaba des- de los tiempos de la antigua Roma. En estos Diez libros sobre arquitectura, publicados por ver primera aproxi- ‘madamente en 1486, Vitrubio resaltaba la necesidad de 1 Un artista dl norte Roma Masten van Heemskerck. 8 st renaciansro mantener Ia simetria y las proporciones, comparando la estructura de un edifisio con la del cuerpo humano. Asi- mismo explicaba las reglas para el uso correcto de. los «tres drdenes, es decir, las colurmnas déricas, jonias y corintias, con sus correspondientes frisos ¥ cornisas. El sistema de proporciones clisico se utilizé en edificios ta- les como las iglesias florentinas de San Lorenzo y del Santo Spirito, construidas por Brunelleschi, y en la de ‘San Francesco, en Rimini, de Leon Battista Alberti. La iglesia de San Pietro in Montorio, en Roma, construida por Bramante en 1502 (lémina 2), rompié con la tradi cional planta cruciforme de las iglesias medievales, para, adoptar Ia planta circular tipica de un templo romano. De abi cl apelativo familiar de Tempietto (pequetio tem- plo en italiano) de la que fue la primera iglesia totalmen- te construida en estilo dérico. También recuerda a un templo romano el gran pértico de la Villa Foscari, de Palladio, conocida popularmente como La Malcontenta, que se erigié en Fusina, no lejos de Venecia, alrededor de 1560. En esta villa se util bio, las casas de campo y las villas romanas no habian resistido el paso del tiempo, de manera que las villas enacentistas, desde Poggio @ Caiano en la década de 1480, hasta Pratolino en la década de 1570 (construidas para la familia Médicis), estaban inspiradas en las des- cripciones que hizo el antiguo eseritor romano Plinio el Joven de sus casas y jardines (21, 22 y 23} n al caso de la escultura, no se contaba con ninein tratado antiguo como el de Vitrubio, pero los modelos Horme importaucia (18, 19). El escu! 1 Antigidad econsrida:la vee la de Apes. 20 mACIACENTO tor Donatello fue # Roma, como su amigo Bruneleschi, a estudiar los vestigios de la Antighedad clésica, mien. tras que Buonaccolsi (apodado Antico), que se hizo fa- rmoso par sus pequeios bronces, fue enviado a Roma con el mismo propésito por su patron, el marqués de Mantua. Hacia 1500 estaba de moda entre Ios italianos refinados el coleccionar piczas clisicas, siendo uno de tos mayores entiiastas el pai Tulio II. Julio era el pro- pitario de la mayoria de obras de arte que se habian encontrado hasta entonces, incluyendo et Apolo de Bel- vedere (que debia su nombre a la villa papal en la que estaba expuesto), y el atin mds famoso Laoconte que ‘lustraba una escens de la Hada de Homero, en la que un sacerdote treyano fue cstrujado por unas serpientes enviadas por Apolo. Los muevos péneros de la escultura ‘epacentista eran por Jo general reediciones de Jos uehe. 105 clisieos, como Tos bsios, los monumentos ecuestres ‘Tas figuras o grupos con representaciones dela mitolo- aia clésica, como el Baco del joven Miguel Angel (Kimi- na 4), que imité con tanto acierto el estilo elisico que durante un tiempo se creyS que era una genuina an- tigiedad. Encl caso de Ia pintuca reultaba mucho mis diffe encontrar fuentes y modelos antiguos. No habia ningiin quivalente de Vitrubio ni de Laoconte, y la pinturaclé- sica —a excepeién de algunas decoraciones en la Domus ‘Aurea de Nerén, en Roma— era desconocida en la época ¥ continué signdolo hasta las excavaciones de Pompeya, a finales del siglo xvm. Como sus colegas en arquitec- tura y escultura, los pintores trataban (Fuese por deseo propio o exhortados por sus patrones) de imitar a los antiguos, para lo que tenfan que reeurir a métodos més 4. La Anigeda reomstruda, Hse Baco de Miguel Angel 2 Bt RenACHnENTO indirectos haciendo que sus modelos posasen al estilo de Jas esculturas clasicas mas famosas, o tratando de recons- truir las pinturas cldsicas perdidas a partir de las descrip lones presentes en textos iterarios [3, 12]. La Calumnia de Botticelli (limina 3), por poner un ejemplo, sigue la Aescripeién del escritor griego Luciano de una obra per- ida de Apeles. También se intent6 establecer unas re- elas pict6ricas a partir de las criticas lterarias de los an- tiguos, ereyendo que, segtin dijo Horacio, ala pintura es como la poesian. También en el campo de la musica —es- pecialmente entre 1540 y 1560— se realizaron intentos de secrear el antiguo estilo a partic de fuentes iteratias, en este caso a partir de los tratados clisicos [53] Elejemplo de la Antigitedad estimulé también el auge del retrato como género independiente. Los retratos del siglo xv solian pintarse de perfil, imitando las cabezas de Ios emperadores que aparecian en las monedas roma- nas, y normalmente se prolongaban hasta un poco més abajo de los hombros, a semejanza de los bustos de mar- ‘mol. No fue hasta el aflo 1500 aproximadamente cuan- do Leonardo, Rafael y otros artistas prescindieron de este convencionalismo para producir obras sin ningiin precedente clisico, en las que el modelo aparecia de fren- te, o mostraba tres cuartas partes de su rostro, con pla- ‘nos de medio cuerpo 0 de euerpo entero, sentado 0 de conversando con sus amigos o dando érdenes a los dos [75]. __s Sin embargo, en la pintura se produjo Gf avane? cru- al ave nada fens que ver con la Anigdeda desea Dimignto de las leves de la perspectiva lineal. Es posible cue los artistas clésicos hubiesen conocido estas Leyes, 5. Un paraigma isin: a Pants, on Roms, oe Cm ee ma - Kad S CF as 7 Bor: % Ayer! sorne| Py 2 nenacaenero pero en todo caso se habian perdido hasta que Brune- Ieschi y sus amigos las redescubrieron en el siglo xv. Este ejemplo pone de manifesto la afinidad entre ambas épocas y suglere que estos paraleismos no puedes! expli- carse sélo en términos de imitacién (18) ‘Tanto en Ja época clésica como en el Renacimiento, tos artisas sentian gran preocupacién por la apariencia de las cosas, ie Burekhardt denominé «realismon. Ca Palabra aparece entrecomillada no s6lo porque tenga ims de un significado (estilo ilusionista; tema tomado de la aida realy, sea ¢s0 lo que sea, y asi sucesivamente), sino también porque todos los artistas representan lo que para ellos es real y porque ningtin arte esté libre de con- ‘venciones. Incluso la perspectiva puede considerarse, segin 4! historiador del arte Edwin Panofsky, «una forma sim- bélicay. Por decilo de otro modo, Fepresentar el mundo de acuerdo con sus leyes significa aoeptar unos valores determinados y rechazar otros [18] En el caso de los artistas medievales, estos valores hhabjan de inferirse de su obra, con el consiguiente ries- go de producir un argumento circular. Incluso en cl caso de Giotto, su preocupacién por la tridimensionalidad, especialmente por Ia solidez de la figura humana, se in- fere de esta manera. Por otra parte, en Italia, durante los siglos xv y xvi, los artistas y otras personas solian expresar por escrito sus ideas sobre el arte, ¢ incluso al final del periodo llegaron @ imprimirlas, como hizo Va- sari con sus Vidas, dejando bien claro qué tipo de pro- blemas querian resolver, asi como su aprecio por cuali- dades tales como la «verdad» o fidelidad a la naturale- ‘a, la ilusidn de vida, la aparente facilidad con la que se IATA: RESUROIMINTO H BOWACIEN 2s superaban las dficultadesy, por lo mas eostoso de de- finir, la «graciay (6, cap. 6; 15) Nos hemos ocupado en primer lugar de la arquite- tua, la pintue y la eseultura porque la mayoria de no- sotros en Jo primero que pensammos al oir la palabra Re- nacimiento es en las ares visuales. Sin embargo, duran- te esa época las cartes lherales» —es decir, Ja literatura ya enseNanza— gozaban de mayor prestiio (al menos re fos estudiantes), que las warts mesinicai», catego- ria en la que, a pesar de Tas quejas de Leonardo y otros, se mezolaban tento la pintura fa escultura y la arquitec- tura, como la egrcultura y las tonias textiles y de na- vegacién. Lo cue en esa nueva era debia renacer eran Jas bonae litteree, Yas «buenas letras; a saber: la lengua, Ja Titeraturay la ensenanza. En cualquier caso est era la opinin de los intelectuales y esritores de quienes pro- cede la imagen de gran resurgimiento que ha llegado has- ta nosotros, ya que los artistas (con Ia notable excepcién dle Vasari), dejeron escaos testimonios de su parecer so- bre el tema. As pues, no debemos olvidar este sesgo de a informacién que ha llegado hasta-nosotros ELidioma bisloo ae se beneficis de exe srenggara.o «ceviviry no fue ef Tallaho, sino ef latin eldsico El Jatin medieval se cousideraba cbirbaro> por su vocabulatio, sit orbogratia ( esribia michi en hugac del cisico mili), su sintaxis, etc, como eseribig el erudito Lorenzo Valla en Ja década de 1440, «durante varios siglo, nadie ha hablado latin correctamente, y ni siquiera ha exstido quien al leerlo lo entendiese correctamente». En aquel momento, en cambio, la ambicidn de diversos inteleetua- les era excibiren un latin digno de Cicerén, 26 a ‘ales intelectuales recuperaron también los principa- les géneros literariog de la antigua Roma: la épica, la Comedia, Ta oda, la pastoral, etcétera [46]. Ya a medi dos dei siglo xiv, Francesco Petrarca, el gran poeta y ert dito toscano, eseribié una epopeya en latin, Africa, ba- sada en la vida del gran general romano Escipién el Afri- ccano. Fue la primera de las muchas imitaciones de la Eneida de Virgilio, en las que se narraban hazafias he- roicas siguiendo una serie de convenciones entre ellas em- pezar por la mitad (con posteriores incursions retrospec- tivas 0 flasi-backs) y alternar hazafas realizadas en la tierra con el consejo de los dioses. La Jerusalén libera- da, de Tasso (1581), donde se narra la primera cruzada, cs una de las epopeyas renacentistas més profundamen- te cristianas y cldsicas a la vez. Las tragedias se escribian ala manera melodramitica de Séneca, plagando los es ccenarios de cadiveres, y las comedias —en las que apa- recian padres severos, criados astutos, soldados penden- cieros y personajes equivocos— al estilo de los antiguos ddramaturgos romanos Plauto y Terencio. La poesia lati- ‘ng del Renacimiento italiano incluye odas a la manera de Horacio, epigramas a la manera ‘ales semejantes a las Egiogas de Virgil pastores, enmarcados en un paisaje arcadiano, tocaban la flanta y cantaban con afloranza sus amores. Con fre- ccuencia, las ideas se plasmaban en forma de dilogos, inspirados en la obra de escritores antiguos como Platén y Cicerén, y las historias de Florencia, Venecia y otros estados italianos siguieron el modelo de Ia historia de Roma de Tito Livi. ‘Merece destacarse el hecho de que al m hasta PALA: #BSURODHERTO E NNOVACION n 1500— se concedio més importancia.a le Gn dia Berarca es mis apreciado por sa lirica amorose tscrta en italiano, seguramente & hubiesepreferido que lerecordasen por sx Africa. ¥ para aumentar la parado- ja, el idioma de la renovacisn fue el latin clisico. Se prodijo un intervlo de mas decienailos entre las pr- tmeras comedias renacentises, cscritas en latin, y sus cauivalentes en itaitno, como los Suppasti de Aristo (4500) y in Calandra del cardenal Bibbiena (1513). Leo- nardo Bruni escribié en latin su Historia del pueblo jto- rentino a prinipios del siglo xv, mientras que la prime- fa obra de este esto en italiano, la Historia de Hala de Francesco Guieciardni, nose eseribi6 hasta pasos més de cin aos [25, 9]. Cuando los contemporéneos he blaban del renacimiento de las etasy, con esta expre- sign no se reefer tanto ala erature en sent. m0- omg a lo aie hoy en dla se conace & del bumaninng GFlumanisme es un término en cieta manera es co, cuyo significado puede v ‘varias Ex palnbrs furnanfamasempezd a usarse en Alemania & prncipios dl sigle xox, aplicindola al modo tradicional fe educacin clisen cuya valder estaba empezando a fuestionarse, y parece ser que fue Matthew Arnold el Primero en utiliza: cl término «humanismo» en inglés Por lo que respecia a chumanista», la palabra seo nd en el siglo x, 7 formaba parte del arpot de los estu- diantes unversitarios, que designaban con ela al prof Sor de chumanidades», de los studla humanitts, ant- fa frase romana que englobaba un eonjunto de cinco 28 sL RENACRMENTO as: gramiética,retériea, pode, historia y filo- sofia moral (3). Llegados @ este punto el lector bien podria pregun- tarse qué era lo espeificamente humano de as humani- dades, al defnidas. Segin eseribié Keonardo Bruni, uno de los lideres del movimiento de recuperacén de estos estudios, reciben este nombre porque «perfeccionan_al hombre». Pero gpor qué se consderaba que esas mate- riascumplin tal funcién? La idea fundamental era que el hombre se diferencia de fos animales en primer lugar por su capacidad de hablar, y, por tanto, de distinguir el bien del mal. Asi pues, ere fundamental el estudio de Jas matcrias relacionadas con el lenguaie (gramética y ret6rica), 0 com fa ica. La histori y la poesia se cons deraban hasta cierto punto éticaaplicada, y ensetaban alos estudiantes segvir los busnos ejemplos y a recha- zar los perversos. Las intelectuales de la época no s¢ suardaban de genealiznraosrea de la «condicén hua nap, como la llamaba Poggio, o de exeribir textos como Ia famosa Oratio sobre la dignidad det hombre, de Pico della Mirandola (aunque no pretendiese con ela hacer tna dectaracién de independéncia con respecto a Dios) 27]. Los postulados basicos de los hummanistas estén hé- bilmente refljados de una ob de prin- iagr cipios del’siglo xvi, del humanista francés Charles de Bowelles (lamina 6). Segtn este diagrama, hay cuatro ni- veles de existencia, que en orden ascendente son: exis como una piedra, vivir como una planta, sentir como lun animal, y entender como un hombre. Y a estos gra- dos de existencia se corresponden cuatro tipos de ser hu- ‘mano: el haragén, el glotén, el vanidoso y el intelectual. TALIA: RESURGIMIENO E TRNOVACION 2 En otras palabras: la humanidad es perfectible, pero sélo cl humanista es verdaderamente humano, BB diagrama muestra también que la vida contempla- tiva es superior a la vida activa, aunque en realidad no habia consenso acerca de este punto. Leonardo Brut canciller de la repiblica florentina, opinaba que el hon bre sélo podia reaizarse como ciudadano, mientras que Marsilio Ficino, filésofo que acepté el mecenazgo de los Médicis, se decantaba por el estudio y la contemplacién. ‘También Erasmo protegi su libertad para estudiar y.es- ,Fehusando sentirse ligado por obligaciones de tipo politico. Otros humanistas se debatian entre la accién y la contemplaci6a, como sir Tomés Moro, para quien no fue nada facil mar la decisién de convertirse en canci- Her (y mds tarde en lord cancer) de Enrique VIII, © Montaigne, quien interrumpié su retiro intelectual para seF-dlealde de Burdeos, en la época de la guerra civil (70, 701. ‘Ast pues, parece bastante evidente que entre los estu- dios que el movimiento humanista consideraba mas im- portantes no se encontraba lo que nosotros lamamos cciencia» (y que a la sazén se conocia como afilosofia natural»), Sin embargo, alguno de los humanistas més destacados (coimo por ejemploAlberti, estaban especial ‘mente interesados en las matemiticss. Sea como fuere, la recuperacién de textos de los antiguos escritores gric- 05. Fomanos sobre mateméticas, medicina, astrono- ‘la, astrologia y por ultimo (pero no menos importan- te) de magia, formaba parte del programa humanista, y Jos textos clisiens desompefaron un papel fundamental cag desarolo postr JE GGE eudiog Por ela T= 30 1 RENACMMEENTO zn, podemos sfirmar que durante ese periodo se pro- dujo también un «Renacimiento» matemtico, centitco ¢ incluso mégico[31, 32, 33]. Los casos de Bruneleschi y de Leonardo da Vine ilutran de manera convincente las relaiones entre las artes y el renacimiento de las ma- tematicas (18, 67) En qué sentido podemos afirmar que se produjo un «qugey del humanismo en alia entre 1300 y 1600? Asi i nueva educesién fue Vitorino da Rel, quien dcgio un pequéio ifemado en la ciudad de Manton, desde cl ato 1423 al 1446; otro fue Guarino da Verona [24, 28] Con el nuevo sistema se enssfaba alos alunos @ ha- bar, ieribiry Teer en latin eisico, lo que signifieaba pra fs huimanidades en deirimento de ots dicipl- as, especialmente la Ibgica. La légica habia sido una materia central en el curso introductorio de filosofia en. las universidades medievates, pero Petrarca, Valla y otros Inumanistas la atacaron, acuséndola de ser algo fatil, me- 10s sofismas y quebraderos de cabeza, que, ademas, pre- cisaba el empleo de unos términos téenices «barbaros» (6s deci, no cldsicos), tales como «sustancian, «acciden- tes», cesencian, ete ‘También era posible estudiar griego clésico en algu- nas escuelas_y universidades italianas, especialmente en Florencia (@°partir de 1396) y en Padua (desde 1463). Aunque & la sazén la Atenas clisica no despertaba la misma admiracién que la antigua Roma, la lengua grie- 2 supo atraer a fos estudiantes. Los primeras profeso- TALIA: RESURGBIERTO EINNOWACIEN 3 refugindos procedentes del Impesia bizantino, due paso a paso fue cayendo en manos de los tureos, va desde mucho antes de la eaida de Constantinopla, en 1453. Gracias a esos refugindos, dversos inelectuales italianos tuvieton Tz oportunidad de Test en si-Tengua original importantes textos gricgos, algunos de los cua. ies we asababan de descr, como algunos dilogor de Plaign y las obras del misterioso Hermes Trismegisto (a quien se considersba un antiguo sabio egipcio). Esas obras fueron traducidas por el ilsofo florentino Mar- silio Ficino, cuya admiracién por Plata era tan intensa aque tanto él como a sus discipulos se los conoce como «cneaplatnicosy (5, 39] ‘Algunos texos, como el Nuevo Testamento y las obras de Arist6tles, de los que a la sazén s6lo se cono- fa su traducciéa latina, fueron estudiados en su versién sciega original. ¥ asi, ls humanistas deseubrieron seria discrepancias nse las raduceiones latinas (en ocasiones realizadas a partir de las tradiuceiones irabes del original sriogo) y los testos originales. Pietro Pomponazz, l6- sofo italiano del siglo xv1, tras leer Ia versiGn_gricga ori ginal de las obras de Aristteles, qued6 firmemente con- vencido de que santo Tomas de Aquino estaba en un ‘ror al indicar cue Aristétles predicabe la inmortalidad del alma, ponieedo asi en entredicho toda la sintesis to- mista: De esta manera, la demanda de traducciones mis rigurosas llev6 raulatinamente a descubrir que las ideas de los admiradosantiguos resultaban més remotasy aje- nas de lo que en un principio se habia creido. Para _os humanistas, incluso los texts latinos clsi- cos habfan sido malinterpretados durante mucho lie- 2 HL RENACIIENTO Bo, cuando no enteramente perdidos. El redescul Tg.de manuscritos de los clsicos fue un acontesimiento stimulante en las vidas de inielectuales como Petrarca, Colecio Salutati (que recupers tas cartas de CicerSn) y Poggio Bracciolini (que encontré los discursos, también de Cicerén). Al mismo tiempo, se descubrié que los con- ceptos fundamentales de un mismo texto se prestaban a diferentes interpretaciones segin la copia manuscrita de que se dispusiera, Esto provocd el desarrollo de técnicas| dle cetitica textual» que permitieran recobrar 10 que en realidad habia escrito el autor, antes de que una pléyade de copisias distorsionaran el mensaje [83, cap. 12; 86) ‘Algunos textos eldsicos ya conocidos en la Edad Me- dia fueron también objeto de nuevas interpreta Desde el siglo x1 las universidadesitalianas, especialmen: tela de Bolonia, habian impartido derecho romano, pero fueron los humanistas los primeros en situar las leyes en cl contexto sociocultural de la antigua Roma, dada su familiaridad con el estudio de Ia literatura y de Jas ins- do demodia, aetlados del algo Sv maces, ru Sonncinento dea Hates de Roma) prin. inmente dee historia de a tengua lating qu Ta Tama. da Donat ds Consiantige, doramento modiate ol SGnTatempsrador cela of centro We Tal aT pay @ Samson ae SOS Tan naar gue oe fang aos gue Ss So arcs ‘Sls is tarde (a En ia atid que con respect la Antgbedadesi- ca mantenian los humanists y ls arsasvncalados a to, coexitian do elementos apacentemente contadi= Bes, clésicas. Por ejemplo, el humanista(Lorenzd) alls HALA RESURGIMIRNTO B LNNOVACION 3 torios. Por una parte, eran bastante més conscientes que sus predecesores medievales de la distancia que existia entre ellos y la Antigiedad clisica, y estaban preocupa- dos por la corrupcién de la lengua y el declive de las artes que se produjo en Italia como resultado de a inva- sin de los barbaros. Y por otra, se sentian personalmen- te muy préximos a los grandes romanos. Petrarca escr bié cartas a Cicerén, entre otros, y Maquiavelo se pre- sentaba a sf mismo conversando con los antiguos. Am- bos estaban convencidos de que era posible revivir la Antighedad. Por ejemplo, Petrarca se solidarizé con la tentativa de restaurar la repiblica romana, que se pro- dujo —de puertas adentro— entre 1347 y 1354. Y Ma- quiavelo, en sus Disewrsos sobre la primera década de Tuo Livio, afirmaba apasionadamente que los estados modernos podian y debian imitar algunas de las ordena- ciones politicas y militares de la antigua Roma, como la rilicia ciudadana (62, 68, 72) Para compreader este renacimiento de las formas clé- sicas en arquitectura 0 en las obras draméticas, y el en- ‘fasiasmo por descubri y editar manuscritos clésicos, he- ‘mos de contemplarlos como partes de una empresa bas- tante més ambicosa, nada menos que la restautacién de _fa-antigua Roms. LY qué debemos entender por ello? ‘No siempre es terea fécil discernir si los humanistas es- cribian de manera literal 0 metaforica, o hasta qué pun- to deseaban realnente restaurar el pasado, En cualquier caso, la idea del renacer era bastante més que una figu- ra retérice, Al igual que los antiguos, muchos bumanis- tas crefan en_una interpretacién ciclica de la historia, segiin Ia eval ura época podia ser una especie de reen- enacts carnacién o reaparicién de otra época anterior. Algunos de estos humanistas pensaban que ellos y sus conciuda- danos podian ser los «nuevos romanos», a base de ha- blr, eseribir y pensar como ellos y de emular sus logros, desde el Coliseo y la Eneida hasta el propio imperio r0- ‘mano. Como hemos sugerido anteriormente, la idea de tun retorno al pasado puede haber sido un mito, pero era un_mito_en.el.cual mucha gente-no-s6lo-pensaba, sino que viva. ‘Uno de los conceptos clave de los humanistas era el de GitadlSayy no tanto Ta imitacion de la naturaleza como la de Jos grandes escritores y attsias. Hoy en dia esta idea empieza a resultar extrafia, Nosotros estamos hhabituados a Ia idea de que tanto los poemas como les pinturas son la expresién de pensamientos y sentimien- tos de individuos creativos, y aunque en el fondo estemos convencidos de que, de hecho, algunos artistas imitan a otros, nos inclinamos a considerar tal imitacién como prucbe de su falta de talento 0 como un error que come: fen los que aiin «no se han encontrado» a si mismos y por tanto no pueden desarollar un estilo personal. «dm tacién» e un témino peyorativo. Tanto los escritores como los artistas asin demostrar su originalidad, espon- taneidad ¢ independencia, y niegan las «infiuenciasy de sus predecesores (por no mencionar e plagio, que actual- ‘mente se considera como una especie de robo del pro- Piedad intelectual. Por el contrario, la ansiedad de los csritores y artistas del Renacimiento se debia a razones totalmente opuestas. Aunque nosotros solemos pensar en «se periodo como en una época de innovacion y original- dad, los hombres que vivieron en resaltaron su imitacion ALIA: RESUREISIENTO E INNOWACION 35 de los mejores modelos antiguos: el Panteén, el Laocon- te, Cicerda, Visio, Tito Livio, etefera [49] Pero estasinitacién no significaba esclayitud. Para utilizar una de las metdforas més cozrientes en la época, imitar no era «emedar» 8 Jos antiguos, sino que consis- tia en asimilar al modelo, convirtindolo en propio y, a “er_posible, superario. Generalmente se sostiene que los ‘amiodernos> no esperaban igualar los logros de los anti guos, y que sélo pretendian seguir sus pasos, lo que ya en sf constituia un reto. Como ya hemos visto, Miguel Angel fue capaz de hacer pasar una de sus obras como si se tratase de una antigiedad genuina, Albert eseribié tuna comedia gue fue confundida con una obra clisica, y Carlo Sigonio, humanista del siglo xvi, «descubri6y tuna obra perdida de Cicerén, que en realidad habia es- crito € mismo, Hasta qué punto las imitaciones debian parecerse al original era une cuestién que suscitaba controversias. El posta y erudite Angelo. Poliziand fue uno de los que sellalé la necesidad de guardar cirtas distancias con res- pecto a los moielos clisicos, por prestigiosos que éstos fueran. «Quienss s6lo saben componer sobre fa base de Ja imitacién me producen la misma impresién que los Toros y las urracas que expresan cosas que no compren- den. Tales escritores carecen de fuerza y de vidan (49, cap. 8]. Pietro Bembo, eritco veneciano del siglo xv, creia imiter a Cicerén cuando escribia en latin, pero al ‘mismo tiempo trataba de dignificar el italiano como len- gua literaria, considerando a Petrarca y a Boccaccio, es- critores toscanos del siglo x1v, como los mejores mode- los, los «clisicos» modernos. La creciente sensacién de 36 aL RenaciateNro distanciamiento hist6rico dificultaba a imitacién. «iA quignes imitaban los antiguos?» se preguntaban algu- nos. ;Serfa la imitacién adecuada a los nuevos tiempos? ‘Tanto si les gustaba como si no, los artistas y escritores del Renacimiento no podian imitar a los antiguos més que de una manera parcial, dado que los productos de Ia Antigiedad s6lo_habian sobrevivido de una manera fragmentaria. Ya hemos visto que ni en pintura ni cn misica habia producto alguno a imitar, de manera que Jos mmisicos y los pintores estaban obligados a ser libres. Y a pesar de cllo, la ausencia de modelos especificas en ciertos géneros era un problema secundario si to compa- ramos con el hecho fundamental de que los italianos del Renacimiento vivian en un mundo sustancialmente dife- rente al de los antiguos. Su sistema econémico, social y politico tenia poco en comiin con el de la antigua Roma, ‘con sus senadores y esclavos, sus legionarios y sus lati- fundios. En esta situacién, el ideal de restaurar la anti- gua Roma no podia ser més que una quimera, Y henos aqui de nuevo inmersos en el mito renacentista del Re- nacimiento. En realidad, Petrarca, Brunelleschi, Alber- Vall, Mantezna, Ficino v otros eruditos de los si- slos xiv y xv estaban en muchos sentidos lejos de lo que consideraban préximo, la antigua Roma, y cerca de lo que ereian distante, la Edad Media, Pese a su rechazo del pasado reciente, del arte «gético», de la filosofia wes- coldstica» y de Ia Tafinidad «barbara», se habian forma- doen esa cultura bajomedieval y en muchos aspectos ‘ain perteneeian a ella. Acostumbrados como estaban 2 fg eseritura gética, no Tes resulté nada facil leer las anti- ‘suas inscripciones romanas, ALA: RESUROIMIENTO I ANOVACION Ey ‘Al rechazar lo que conocian, 1 Baja Edad Media, Jos hunvanistas-conTundieTon alstinas_veces tos albores aE Ta Boca medieval co TabaR. Ci ta Poggio ided tipo de letra que conocemos como «renacimienton 0 “talican, ereia que estaba siguiendo unos ejemplos cli sicos, cuando de hecho sus paradigmas procedian de la Edad Media temprana y pregética. A Brunelleschi le ‘currié algo parecido, pues tomé como modelo para sus reformas arquitocténicas eI Baptisterio de Florencia, ere- yyenda que era un templo clisico lo que en realidad re- sulté ser un ejemplo del romdnico toscano, construido probablemente en el siglo vat [22; 83, cap. 27]. [La continuidad con la Edad Media se puede apreciar hasta ef siglo x7, incluso en la obra dé es del Renacimientoy modélicos, como Ludovico Ariosto y aldassare Casiilione. La obra mas famosa de Ariosto ce su narracién pottica Orlando Furioso (1516), en la ‘que se perciben Jas huellas del conocimiento que el au- tor tenia de la épica eldsica, pero ain esté més clara su euda con los somances medievales, especialmente los pertenscientes . Los padres de Ia Iglesia resolvieron el conflicto me- dante un compromiso, curiosamente expresado por san Agustin en el episodio del «expolio de los egipcios»: «El ALIA: RESUROBMTENTO E MNOVACION a Nuevo Testameato nos dice que cuando el pueblo de Is- rael abandoné Egipto, se levaron consigo €l tesoro de los egipcios, y de igual manera, los cristianos pueden hacer suyo y adaptar segin sus costumbres todo cuanto de valor hubiese en Ios cldsicos paganos». En todo caso, algunos cristianos primitives ereyeron que lo griegos an ‘iguos conoctan la verdadera doctrina (Ia llamada prisca theologia) gracias a los judfos. «:Qué es Platén sino un Moisés que habia en griego atico?», escribié Eusebio en cl siglo 1 (39). Este compromiso resulté sugerente a los humanis- tas, cuyo problema, desde luego, era el diametralmente ‘opuestor recondliar Ia cultura eristiana tradicional con Jos redescubiertos cldsicos. Posiblemente algunos eridi- 08, como Gemisthos Plethon, refugiado griego del si- slo xv, abandoaaron el cristianismo por el culto a los antiguos dioses, pero la mayorfa de ellos lo que desea- ‘ban eran convertirse en romanos antiguos sin dejar de ser cristianos modernos. Su deseo de armonia les condu- Jo a algunas interpretaciones de la Antigiledad que hoy nos parecen poto verosimiles, como la de considerar la Encida como ura alegoria del viaje del alma por la vida. No obstante, cata época tiende a mirar el pasado segiin su propia imagen, y no debemos suponer que la nuestra es una excepci6a. Por lo que se refiere alas arte: visuales, el significa- do del resurgimiento de las formas antiguas no es fécil de interpretar, dado que en general carecemos de eviden- cias acerca de las intenciones de los artistas, pero exis- ten indicios de tentativas de reconelliar In Antigledad con el eristianismo, ast como del uso de modelos del cristia- 2 EL RINACIMEENTO nismo primitivo. La planta circular del Tempietto de Bra- ante (lémina 2), por ejemplo, no sélo reouerda a los templos paganos, sino también « un tipo determinado

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