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Da RGARET WADE LABARGE LA MUJER en ta EQAD MEDIA LS —— ea . e ’ = ‘* LA MUJER EN LA EDAD MEDIA SO OR occ tts sugestivo... sobre la historia de la condici6n femenina.” EL PAIS 4° Edicion - Margaret Wade Labarge LA MUJER EN LA EDAD MEDIA TRADUCCION DE NAZARET DE TERAN NEREA Tustracién de portad: Me Museum, Ni slo Ucelle (1397- eva York 475), Retrato de wna dama, I* edicién: 1988 2" edicién: 1989 F edicidn: 1996 I* edicién (tapa dura): 2003 © de los textos: Margaret Wade Labarge, 1986, © de la edicién: Editorial Ner San Bartolomé, n° 2, 5° dcha 20007 San sebastiin ‘Teléfono: 943 432 227 Fax: 943 43: nerea@nerea.net A., 1988) as © de la waduecién: Nazaret de Tern Bleiberg, 1988. @ de las ilustraciones: los autores Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse 0 transmitirse utilizando medios electrénicos fotocopia, grabacién, informacién, w otro sistema, sin perm editor. > mecanicos, por iso por escrito det ISBN: 84-89569-88-6 Depésito legal: 39.129-2003 Impresion: EFCA, S.A. Encuadernacién: RAMOS, S.A. Indice PROLOGO INTRODUCCION CAPITULO | CaPiTULo 2 CapPITULO 3 CaPiTULO 4 CapituLo S$ CAPITULO 6 CapituLo 7 CaPITULO 8 CapPiTULo 9 CapiTuLo 10 ABREVIATURAS BIBLIOGRAFIA II 13 Las precursoras 19 El molde de las mujeres medievales 37 Mujeres que gobernaban: reinas 69 Mujeres que gobernaban: damas nobles 101 Mujeres que rezaban: monjas y beguinas 131 Mujeres que rezaban: cenobitas y misticas 159 Mujeres que trabajaban: mujeres urbanas yeampesinas 185 Mujeres que curaban y cuidaban enfermos 217 Mujeres marginales 247 La contribucién de las mujeres ata cultura medieval 277 299 301 INDICE ALFABETICO! 307 G. Boccaccio, Le livw des cleres et nobles femmes. Biblioteca Nacional de Francia, Ms Francés 12420, f. 101 v image not available image not available image not available LA MUJER EN LA Epap Mepia intelectual de los pensadores medievales procedia de fuentes en las que la inferioridad inherente de las mujeres se daba por supuesta: el Antiguo Testamento y la filosofia y el derecho griegos y romanos. Pocos de estos pensadores prestaban gran atencién a Jo que en realidad ocurria en su sociedad 0 a lo que hacian las mujeres. De ec Dicer: crepe namie ae” OB ee See ee ee eS lineas principales que habia de desarrollar hasta el siglo XVI En ese periodo hubo muchos cambios intelectuales y sociales, ¢ inevitablemente la posicién de las mujeres reflejaba las corrientes mas amplias de la sociedad. Las ideas centrales y el marco mental de la gran abadesa del siglo xit, Hildegarda de Bingen, estaban naturalmente muy alejados de los de la viuda parisina del siglo xIVv, Cristina de Pizan. Con el fin de buscar claridad y coherencia, este estudio se centra en las actividades de las mujeres que pueden ser observadas en la sociedad fuertemente feu- dal de Francia, Inglaterra, los Paises Bajos y Alemania meridional desde 1100 hasta 1500. Esas mujeres compartian unas ideas comunes, unas actitudes y una evolucién social que diferian en grado considerable de las de sus hermanas de una Italia mas urbanizada o de una Espafia parcialmente musulmana. No podemos entender cémo vivian las mujeres y (hasta donde pode. mos descubrir) qué sentian respecto de si mismas sin cierto conocimien- to de las ideas dominantes sobre ellas. En el siglo XiI, la mayor parte de Europa era una sociedad predominantemente cristiana, que en general compartia las creencias cristianas que se reflejaban en sus leyes y pautas de conducta. En esa época, la Iglesia cristiana occidental se iba haciendo cada vee mas clericalizada, estructurada y jerarquizada. Asi, la mayoria de las afirmaciones medievales sobre las mujeres, ya fueran expresadas por tedlogos y legisladores tanto de la Iglesia como del Estado, ya se aplicaran concretamente por los predicadores y autores de tratados di- dacticos, encarnaban lo que los clérigos célibes pensaban sobre las muje res, Esto es aplicable particularmente a los siglos xil y Xill, cuando esos hombres constitufan la clase social mds cultivada y producian la mayor parte de la literatura. Al percibir, en general, a las mujeres como amena- zas a su castidad, tenfan en consecuencia una visin atemorizada de la fuerza de la sexualidad femenina y albergaban una actitud hostil hacia el matrimonio. Cayeron de nuevo en el cémodo estereotipo de la responsa- 14 aig ent o Jaell not available image not available image not La MujeR EN LA EDAD MEDIA propias palabras sdlo puede producir «un leve sonido de trompetay ', como describia con excesiva modestia Hildegarda de Bingen lo que ella, como mujer, podia hacer. Pero ese sonido nos viene de las propias mujeres, y debe sonar afinadamente. Los placeres de In danza, en Alegoria de la Iglesia, {resco pintado por Andrea di Bonaiuto en la Capilla de los Espaioles de la Catedral de Florencia (1565). * Hildegardis abbatissae, Opera Omnia, PL. 197, 217-18. 18 aAVdlildavigc image not available image not available LA MUJER EN LA EDAD MEDIA jas. No es nada sorprendente que hicieran mucho hincapié en das virtudes eclesidsticas de esas reinas y destacaran su papel religioso, Dado que a menudo ésta era una parte muy breve y relativa: mente poco importante de la carrera de la reina en cuestion, la utilidad historica de esos relatos es algo limitada. Lo que hacian los reyes y las reinas era imitado, hasta donde sus medios se lo permitian, por los grandes nobles y sus esposas, de modo que también surgicron casas religiosas fundadas y patrocinadas por la nobleza en los grandes feu: dos. Unos cuantos ejemplos pueden ilustrar el calibre de esas mujeres y la variedad de sus actividades. Aethelflaed, hija del rey Alfredo, que se cas6 con Etelredo, jefe de los mercianos occidentales, fue una destacada mujer en la Inglaterra del siglo X. Tras la muerte de su padre, ella y su esposo lucharon lealmente para apoyar a su hermano el rey Eduardo en su esfuerzo por crear un reino para los ingleses. La Sefiora de los mercia- nos, como era llamada Aethelflaed, reconstruyé fortificaciones en Ches- ter incluso antes de que su marido muriera en 911. Durante siete aiios, tras la muerte del marido, us6 el poderio militar de los mercianos para ayudar a su hermano construyendo una serie de nuevas ciudades fortifi- cadas, de las cuales Warwick y Stafford fueron las mas importantes. Peles en Gales, al frente de sus propias tropas, conquisté Derby y recibié la pacifica rendicién de Leicester. Antes de morir en Tramworth, en. junio de 918, incluso las gentes de York habian prometide aceptar su gobierno. Su labor a favor de su hermano y de la unificacién de Inglate- ra habia prosperado porque todos los mercianos bajo su gobierno, tanto daneses como ingleses, aceptaron, al morir ella, al rey Eduardo. De Acthelflaed se ha dicho que fue «una de las pocas mujeres inglesas que, en algun momento de la historia, han influido permanentemente en el curso de la misman * Otras mujeres gobernantes tuvieron menos éxito. Inés, duquesa de Aquitania, fue la tercera mujer del duque Guillermo V, que gobems ese gran territorio suroccidental de 994 a 1030. El duque ya tenia dos hijos cuando se cas6 con Inés y ésta le dio otros dos y una hija. Poco después Anglo-Saxon Chronicle, tad, rev., ed. D. Whitelock (Londres, 1961), 62-67; D. M. Stenton, The English Woman t1 Hutory (Londres, 1957}, 4. image not available image not available image not available viada a Radegunda por el emperador de Bizancio, su talento tuvo alien. tos de majestuosidad. La ocasién le inspiré la composicién del gran himno procesional Vexilla Regis prodeunt, posteriormente adoptado como himno de guerra por los cruzados. La waduccién de Helen Waddell empieza asi Los estandartes del Rey avanzan Brilla el blasonado misterio, La Cruz donde el Seftor de los hombres Fue colgado como hombre, y es quid la versién més feliz de un himno todavia popular ‘, Fortunatus aporté una biografia de su amiga Radegunda al material reunido para su canonizacién, como también lo hizo Baudonivia, una de las monjas del convento que fundara Radegunda. La diferencia de puntos de vista en las dos biografias llama mucho la atencién porque, a diferencia de Fortu- natus, Baudonivia no destaca en primer lugar las virtudes que se podian esperar —piedad y abnegacion—; mis realista, hard hincapié en atri- butos femeninos: solicitud matemal por sus monjas, sus intentos de ser- vir de pacificadora entre los miembros de su familia politica y su esfuer- 20 por convertir su monasterio en un centro de intercesién para los reyes francos. Radegunda murié pacificamente en su convento en 587, cuando tenia unos setenta afios, y la iglesia de Ste-Radegonde sigue todavia en pie en Poitiers, donde ella la fundé en 552 para sus monjas, como recor: datorio mudo de una mujer fuerte ¢ influyente * Un siglo después que Radegunda, Hilda de Whitby repitié las carac- teristicas de aquélla —nacimiento real, celo religioso y capacidad admi- nistrativa—, aunque bajo condiciones menos amenazadoras. Hilda era sobrina nieta del rey Edwin de Northumbria y la bautizaron de nifia al hacerse cristiano el rey. No opté por la vida religiosa hasta Hegar a la SH. Waddell, More Latin Lyrics (Londres, 1976), 123 °'S, F. Wemple, Woman in Frankish Society (Filadelfia, 1981), 188:85; Lehmann, Réle, 168-80; H. Waddell, The Wandering Scholan, 7d. rev. (Nueva York, 1984), 227. 26 image not available Imaqae not available image LA MUJER EN LA EDAD MEDIA en la escuela de palacio, bajo la autoridad de Alcuino, ademas de la hermana de Carlomagno y una de sus mujeres. Seguin parece, estudia- ban gramatica elemental, algo de retérica y de légica y adquirian unas vagas nociones de aritmética, geometria y astronomia. Este programa cubria, al inenos fragmentariamente, gran parte de lo que entonces se sabia. Una comunidad religiosa como la de Chelles, muy favorecida por Carlomagno y utilizada como lugar de retiro por su hermana Gisela y su hija Rotrod, tenia una amplia biblioteca de la que disfrutaron ambas. Las monjas mantenian correspondencia con Alcuino sobre asuntos literarios importantes y sus opiniones eran tenidas en consideracién. El les pedia criticas sobre su comentario incompleto al evangelio de San Juan y les envié las obras de Beda. A su vez, ellas le instaban a terminar el comen- tario, pero también a explicar algunos textos dificiles de San Agustin. Estas monjas eran instadas claramente a actuar como escribas profesio- nales; varios conventos tenian sus propias dependencias de copistas. Durante el siglo IX se hizo evidente que este énfasis en el aprendizaje y en los libros habia ido mas alla de la corte y los monasterios hasta an ee damas no sélo poseian libros, sino que incluso legaban bibliotecas consi- derables en sus testamentos. El conde Ekkehard, un noble de Borgoia, legé obras religiosas y mundanas: los manuscritos religiosos inclufan va- rios textos teoldgicos y de Derecho canénico, vidas de santos y un Evan: gelio aleman, mientras que entre las obras de interés secular se contaban_ La Historia de los frances, de Gregorio de Tours, una historia de los lom. bardos, copias de varios cédigos legales, un libro sobre agricultura, uno sobre el arte militar, dos sobre predicciones, uno sobre medicina y una de las obras del gran enciclopedista de la alta Edad Media, Isidoro de Sevilla. Como muchos amantes de los libros, Ekkehard también tenia libros prestados por amigos y estipulé cuidadosamente que sus albaceas se ocuparan de devolver a los benedictinos de Fleury unos libros de su monasterio que le habian prestado y que encontrarian guardados a salvo en una caja de su armario, Aunque la mayoria de estos libros fue legada a instituciones eclesidsticas 0 a amigos religiosos, uno de los cddigos de leyes fue donado a un tocayo suyo, el otro, asi como el texto sobre el arte militar, a un amigo seglar y el libro de medicina a una importante dama de la nobleza. Otro contempordneo suyo, el conde Eckhard de 30 available image not riroeiiakila GAVAHAWIG image not available LA MUJER EN LA EDAD MEDIA bir invitados e in¢luso abandonar el monasterio para casarse sin incurrir en ninguna condena. Hoy se cree que Hrotsvitha fue una canonesa, no una monja. Cierta- mente era noble de nacimiento y el comentarista mas reciente de su obra cree que pasé bastante tiempo en la corte, probablemente a una edad temprana "*. Esta hipotesis pueden reforzarla las caracteristicas de su Gesta Ottonis, que era un encargo que le hicieron para celebrar a Otén I en un largo poema épico. La Gesta no es una de las mejores obras de Hrotsvitha; la autora carecia de los escritos 0 de la informacién de primera mano que habria necesitado para escribir un poema épico con- vincente, y no digamos para una obra con rigor histérico. Ademds, una obra semejante, destinada a glorificar al emperador como el gobernante cristiano ideal, no era lo mas adecuado para su malicioso sentido del humor. Por otro lado, sus comedias seudoterencianas, escritas a la mane- ra de Terencio pero basadas en las leyendas de santos de la época, son divertidas y un notable logro literario. Las criticas no se ponen de acuer- do acerca de la intencion subyacente a las comedias. ¢Las escribié como ejercicios puramente literarios y sdlo para diversion de sus compafieras de Gandersheim, o tenian quiz el propésito de distraer a un auditorio mas amplio como lecturas dramaticas, con un cierto uso elemental de caracterizacién o incluso de mimo? La pregunta sigue sin respuesta. Probablemente, la mas comica de sus obras sea Dulcitius que trata de la herdica negativa de tres hermosas jévenes cristianas a ofrecer sacrifi cios a los dioses romanos, prefiriendo la tortura y la muerte a abjurar de su fe. En una escena casi de farsa, Dulcitius, el gobernador romano que deseaba seducir a las jovenes para su propio placer, las hace encerrar en un almacén junto a la cocina. Cuando por la noche viene furtivamente a llevar a cabo su malvado plan, le acomete tal delirio que abraza los cazos y las cazuelas y demas utensilios de cocina, creyendo que son las encan- tadoras jévenes a las que busca. Entretanto, sus prisioneras lo atisban a través de la puerta y se rien de su ridicula situacion. En el que es quiza el mas temprano ejemplo de drama de cocina, Hrotsvitha hace que el desdichado gobernador, cubierto de hollin, asuste a sus propios soldados image not available image not available image not available eCémo afectaron estos cambios a las mujeres y a su posicién en la sociedad medieval que se estaba desarrollando? El enfoque moderno habitual ante semejante pregunta partiria de unas estadisticas basicas: el porcentaje de mujeres en la poblacién, su esperanza de vida y la media de nacimientos por madre. Pero esa infor- macidn sobre la Edad Media es muy dificil de desenterrar. Buscar exacti- tud en el uso medieval de las cifras es como buscar una aguja en un pajar. Los registros que se han conservado son fragmentarios, de modo que las comparaciones son dificiles y a menudo inadecuadas; los escribas de la época no se interesaban por lo que consideraban hechos carentes de importancia. Casi toda la informacion de que disponemos es inciden- tal, entresacada de vidas de reinas, santas 0 abadesas, que no pueden considerarse representativas de la poblacién femenina en general. Las leyes que establecen la edad para contraer matrimonio pueden sugerir a qué edad se esperaba que las nifias alcanzasen la pubertad, y los regis- tros de casos legales y de contribuyentes suministran ocasionalmente alguna indicacién util acerca de las edades de las mujeres 0 de la edad a la que morian. En el mejor de los casos estos datos sdlo pueden sugerir la amplitud de las posibilidades, no suministrar una media general. Existe, ademas, un problema de caracter més especializado. Cual- quier andlisis de las mujeres en la sociedad medieval hace surgir inme- diatamente otro problema relacionado con la naturaleza extraordinaria- mente masculina de esa sociedad, especialmente la de las clases mas clevadas.

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