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BH | 2 humana aso- j BE dirs pédos © necesitada, genéricamente a un sujeto lo e adquiere asi ralidad pierde fa en la acep- ales las mons- campo mismo arse lo mas y as tenazas del la adaptacién atural ya no ho cumplido, ue divisamos 3s de su per forme de la de peligros, eso a lo que omia, y que 1 filosofia y una perfec- dimos tener umiento hu- cigencias de al ponemos perfecci6n los cano- J fin de la an derecho el caracter ta esencial Vicimus esse neratio. pet cuando SU _ a | NATURALIDAD DEL DERECHO NATURAL Por lo tanto rechazamos Ia definicién del derecho natural que se lee en el Decreto de Graciano: “quod in Lege et Evangelio con- finetur” {Io que esté contenido en la Ley y el Evangelio; ™ la Fechazamos, repito, si y en cuanto con ella se quiera extender la paturalidad todos los preceptos del Antiguo y Nuevo Testamento, Comprendidos los que tienen la funcién espectfica de Hevarnos a situras naturalmente inalcanzables, que los te6logos aman sobre- naturales. Por igual motivo rechazamos también el concepto de derecho natural que lo confunde con el derecho ideal, entendido como el derecho dptimo, de una sociedad determinada. Lo éptimo puede ser natural, pero también puede estar colocado por encima de Ja natu- raleza. 4, NATURALEZA — FINALIDAD INTRINSECA ‘Ni la causalidad eficiente, ni el finalismo abstracto y genérico nos dan el concepto de naturaleza que responde a las exigencias del derecho natural. Mejor recurramos a un tercer sentido que es sinte- Sis de los dos precedentes, y que nos hace ver en la naturaleza la raiz del primer movimiento de los seres hacia su propio fin: 0c» 4 Kins 4 Epipy!? es decir, la tendencia radical que los impulsa a la bisqueda dela propia perfeccién. Para que tna cosa pueda ser natural a un determinado sujeto se requieren dos condiciones: el | origen intimo 0 causalidad intrinseca dada por la inclinacién o ten- dencia espontinea; la finalidad colocada en aquellos Bienes que + exige el sujeto para Ja propia perfeccién. Por lo tanto es natural lo que se encuentra en el pea ‘de confluencia de los dos requisitos ya descriptos: génesis y fin. ; Nos parece que éste es el sentido que es necesario atribuir a la naturiided en el mundo ético, si se quiere permanecer en los mér- genes del pensamiento tomista. Para convenceros Teames Tos. textos Benes e eavayum’;.o sea separa con claridad lo que algunos Taman del Aquinatense, tomando como ‘base dos articulos de la Suma Teo- Ibgica.'* En el primero nos da la definicién de ley natural, en cuyo eee. et Catbién contenido el derecho natural; en el s2gundo clasifica sus preceptos. La definicién es clarisima, y por $ duda. Después de haber dicho que la ley natu de la ley eterna en Ja creatura ‘racional, explica qu! { bastarfa para disipar toda rural es la participacion e Ia experimen eine D. L bb V4 12 Arist fetafisica, , Ae 2 Sot Tons, Sine Theol, T-il, 92, 2: 1-H, 04, &

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