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| Cox | Los métodos estructuralistas Fen las ciencias sociales union | Amorrortu editores | Buenos Aires F atc DE Re Se f <> % siuoWECh * ° } Director de la biblioteca de sociclogia, Luis A. Rigal Les Méthodes Structuralistes dans les Sciences Sociales, Jean Viet © Mouton & Co., 1967 Primeta edicién en francés, 1965; segunda edicién, 1967 Primera edicién en castellano, 1970; segunda edicién, 1973 Traduccién, Manuel Lamana Revisién técnica, Josette’Braverman Unica edicién en castellano autorizada por Editions Mouton, Paris, y debidamente protegida en todos los paises. Queda hecho el depé- sito que previene la ley n° 11.723. © Todos los derechos de la edicién castellana reservados por Amorrortu editores $.C.A., Luca 2223, Buenos Aires. La reproduccién total o parcial de este libro en forma idéntica o modificada, escrita a m4quina por el sistema wultigrapb, mimed- gtafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derechos resetvados. Cualquier utilizacién debe ser previamente solicitada. Industria argentina. Made in Argentina. Introduccié6n En el método de las ciencias humanas y sociales ocupa hoy en dfa un lugar esencial el pensamiento estructuralista. No se trata tanto de que ellas descubran elementos simples, pata establecer rela- ciones de causalidad 0 igualdad entre estos, como de que aprehen- dan conjuntos. Todo acontece como si el conocimiento de los hechos de la vida humana y social, para ser conocimiento de la realidad, tuviera que tomar el camino de una integracién de esos hechos en una totalidad. . Pascal ya lo indicaba al escribir: «Las partes del mundo tienen todas tal relacién y tal encadenamiento una con otta que cteo imposible conocer a una sin la.otra y sin el todo... Como todas las cosas son causadas y causantes, auxiliadas y auxiliadotas, mediatas e inmediatas, y como ‘todas est4n sustentadas por un vinculo natural e insensible que une a las mds alejadas y a las més diferentes, me parece imposible conocer el todo sin conocer pat- ticularmente a las partes.>4 En efecto, el movimiento del conocimiento, en este texto de los Pensées,) esté claramente caracterizado como una continua remi- sién de las partes al conjunto y del conjunto a las partes. Sin embargo, se lo podré interpretar de diversas maneras, segtin sea Ja naturaleza de la relacién establecida entre el todo y sus compo- nentes; en ottas palabras, segiin la acepcién general que se dé al término estructura, Con respecto a esto, en primer lugar conviene subrayar que el todo no es en absoluto la suma de sus partes. «El término partes —escribe Mikel Dufrenne— a veces es responsable de ciertas. di- ficultades, porque sugiere un fraccionamiento en elementos inde- pendientes, y en consecuencia el cardcter aditivo del todo» [87, pag. 28]. ‘Para que haya estructura, es necesatio que entte las partes existan ottas relaciones ademds de la simple yuxtaposicién, y que cada una de las partes manifieste propiedades que tesulten de su pertenencia a la totalidad. Esta exigencia se cumple perfectamente en la definicién de Jean Piaget: «Diremos que hay estructura (en su aspecto més general) cuando los elementos estén reunidos en una totalidad que, como 1 Pascal, B., Oeuvres completes, Paris: Gallimard, Coleccién «La Pléia- de», 1954, pag. 1110. 2 Las indicaciones entre corchetes remiten a Ia Bibliogtaffa que figura tal, presente ciertas propiedades, y cuando las propiedades de los elementos dependan, enteta o parcialmente, de estas caracteris- ticas de la totalidad.»® Asimismo, Claude Flament, utilizando la nocién de estructura pata un estudio de los grupos sociales, escribe: «Una estructuta es un conjunto de elementos entre los cuales existen relaciones, de modo tal que toda modificacién de un elemento o de una telacién supone la modificacién de los otros elementos y telacio- nes» [154, pag. 417]. En este plano muy general de la definicién, parecen concordar las distintas utilizaciones de la palabra estructura, cualquiera sea la disciplina en que se aplica. Pero este acuerdo desaparece ape- nas se intenta precisar el nivel de realidad en el que debe ubicarse la estructura. ¢Es esta real o simple ficcién? gHay que ver en ella un esquema abstracto, algtin ordenamiento que permita dar cuenta de los hechos, o constituye la revelacién misma de estos hechos? ¢Es poder del objeto o construccién efectuada por el sujeto? ¢No es dable pensar que se establece precisamente en un campo donde se borra la dualidad del sujeto cognoscente y del objeto conocido? gEs estdtica o dindmica, sincrénica 0 diacrénica? He aqui preguntas susceptibles de respuestas tan diversas que el uso del término «estructura» se vuelve muy incierto, incluso petjudicial para el progreso cientifico. Para percatarse.de ello basta con leer Jos textos en los que se opone a Georges Gurvitchly a Claude Lévi-Strauss, 0 los informes de dos coloquios que reunieron a especialistas de distintas disci- plinas: el primero, organizado en 1957 por el Centre International de Synthese (Centro Internacional de Sintesis), trataba de la No- cién de estructura y estructura del conocimiento [4]; el tema del segundo, sostenido en 1960 bajo la égida de la VIa. seccién de la Ecole Pratique des Hautes Etudes (Escuela Préctica de Altos Estudios), era: Sentido » usos del térntino estructura en las cien- cias humanas y sociales [3}. Uno y otro revelan los miltiples usos a los que se presta la nocidn, y ponen de manifiesto cudn vano serfa pretender dar una definicién unfvoca de ella una vez supetado cierto nivel de generalidad, En una introduccién al segundo de estos coloquios [2], Roger Bastide intenta pot su parte aportar al menos cierta claridad para el estudio de la palabra misma, y sefiala algunas de sus trayectorias. Observa que, hasta el siglo xvur, el término estructura conservé su sabor etimolégico (strwere = construir) designando, segin Littré, «la manera en que est4 construido un edificio», y que no tardé en seducit a anatomistas y graméticos, con Fontenelle y Vaugelas, respectivamente, para extenderse luego a todas las es- pecialidades, ciencias de la naturaleza o ciencias del hombre. En el siglo xix comienza una ptimeta trayectotia que conduce, al final de la obra, Los ntimetos de pagina corresponden en todos Jos casos a las ediciones en su idioma original. - , 3 Eléments d’épistémologie génétique, t, IL, «Logique et équilibre>, pag. 34. ufre la influencia de la de organismo, que permite a Radcliffe: rown llegar a la analogia de la estructura orgdnica y la estructura cial, Una segunda trayectoria parte de Lewis H. Morgan —que in embargo sigue siendo fiel al término «sistema»-— y pasa por ax y Engels, aunque leve también hasta Claude Lévi-Strauss. na terceta, que procede de la geograffa fisica conduce a la socio- logia a través de la geogtafia humana. Por ultimo, una cuarta trayectoria se inicia en Alemania con Ténnies, quien distingue estructuras comunitatias y societarias, prosigue con Max Weber y termina con Thurnwald y Hans Freyer. Para Roger Bastide, el afio 1930, en que apatece la obta de Freyer Soziologie als Wir- Rlichkeitswissenschaft, es de vital importancia porque permite situat «la invasién casi explosiva, en todas las ciencias sociales, del interés estructuralista>. Aunque esta invasién cotresponda a las ctisis econémicas que imponen la idea de una reforma de las «estructuras capitalistas», al éxito de la «psicologia de la forma» y ala influencia de las nuevas Idgicas y mateméticas, no por ello aclara la nocién de estructura, que sigue matcada por las corrien- tes antetiores de pensamiento y sufre el contagio de términos tan | préximos como organizacién, sistema, forma o modelo, De aqui una confusién muy evidente, que indicaba Roget Martin en ocasién del coloquio otganizado por el Centro Internacional de Sintesis, al comprobar: «Cuando psicdlogos y tnateméticos po- nen en primer plano la nocién de estructura, no parecen oponetse aun adversatio comin... Por mi parte, vacilarfa en afirmar que el psicdlogo tiene la misma concepcién de lo global que el mate- | matico, Respecto de este punto el lenguaje tal vez nos induzca a una aptoximacién aventurada> [4, pags. 390 y 392]. Por lo tanto, habré que aceptar la declaracién de A. Kroeber que cita C. Lévi-Strauss: «La nocién de “estructura” no es probable- mente otta cosa que una concesién a la moda... Sin duda, una personalidad tfpica puede set considerada desde el punto’ de vista de su estructura. Peto lo mismo vale pata un ordenamiento fisiolé- gico, un organismo, una sociedad cualquiera o una cultura, un cristal o una mdquina. Cualquier cosa —a condicidn de que no sea completamente amorfa— posee una estructuta. Por eso el tét- mino “estructura” no patece agregar absolutamente nada a aque- flo en que pensamos al emplearlo, salvo un dejo de agradable inttiga> [105, pag. 304]. A nuestro entender, el uso frecuente de la palabra responde a una necesidad més apremiante que Ja de la moda, a una necesidad que, aun a través de las diferentes acepciones del término «es- tructuta», resulta significativa de una o varias direcciones funda- mentales de la metodologia de las ciencias humanas y sociales, Si esto es cierto y si, como opina C. Lévi-Strauss, el sentido mismo de la palabra estructura tiene ya una estructura, es en vano espetar una definicién «fundada en la compatacién y abstraccién de los elementos comunes a todas las acepciones del término tal como n Spencer, de la biologia a Ja sociologfas la nocién de estructura: se lo emplea generalmente» [105, pdg. 305]. Mas bien conviene, fuera de los multiples usos de la palabra,ireferirse a Jas grandes opciones efectuadas en el plano del método, opciones regidas por la idea que se adquiere de la realidad y pot la maneta de ubicarse cof tespecto a esta en Ja tatea del conociiniento:~ oe Cuando C. Lévi-Strauss esctibe: «El principio fundamental es que - _la nocién de estructura no se tefiere a la realidad empirica, sino a “los modelos..construidos segiin esta>” [105, pag. 305], efectia una eleccién, una eleccién que no tendtfa mayor alcance si solo se estableciese entre las diferentes acepciones de un mismo tér- mino, De hecho, lo que implica C, Lévi-Strauss es cierta posicién respecto de la realidad, también una cierta idea de lo que es el - conocimiento como tal. Y de esta manera la nocién de estructura cobra un sentido. Toda reflexién tocante a ella se inscribe nece- satiamente en un matco epistemoldgico.: Se pueden determinar trayectotias, enumerat usos y hacer algo positivo, pero solo en la medida en que esto remita de la palabra al método. Es esta otra trazén pot la cual no trataremos en verdad la nocidén de estructura sino los métodos estructuralistas. La distinci6n puede parecer su- ‘perficial, surgida de una meta modificacién del enfoque,' peto en nuestra opinién conviene ubicar el debate en su verdadero campo. Considerada pues desde el punto de vista del método, la estruc- |, tuta esté enyuelta en el proceso del conocimiento, y la visién que ‘sé tiene de ella ligada’a Ja manera de enfoear el acto de conocer. En lo que a esto concierne, Roger Bastide hace una observacién muy interesante cuando distingue dos sentidos generales de la nocién de estructura, susceptibles por otra parte de numerosos matices: «el que convierte a la estructura en una definicién del gbjeto, y el que le confiere cardcter de construccién informativa del objeto» [2, p4g. 15]. Esto sin duda significa subrayar su rela- cién con la opcién metodoldégica, No obstante, se nos antoja que encerramos esta opcién dentro de limites demasiado estrechos al referirla totalmente al objeto, dejandola asi entre lo abstracto y lo concteto, Si nos atenetfios a la sociologfa, por ejemplo, parece que la oposicién entre la «sociologia abstracta» y la «sociologia concreta> no puede por sf sola prescribir la acepcién de la es- tructura en esta disciplina, Existen otras referencias, y una de nuesttas hipdtesis ser4 precisa- mente que la id: i . Gtil_ en. la _practica: En parte con la fijar con exactitud en un ptimer capitulo la nocién de estructura, sobte la base de su acepcién més general y menos discutible. Esto nos petmitird determinar, a titulo de hipétesis, jcuatro_tendencias ptincipales del método estructuralista.\En el curso de los capitu- los siguientes” observaremos de qué modo se afitman o esfuman ellas en psicologfa y las ciencias sociales. 10 1. Diferentes tendencias del método estructuralista Y Para delimitar el alcance de la nocién de estructura y fijar las diferentes tendencias del método estructuralista que esta precisién patece entrafiar a primera vista, lo més simple es relacionarla su- cesivamente con tres términos: los de modelo, significacién y _ dialéctica. Estructura y modelo Definida’ de una manera muy general, la estructura evoca ditec- tamente al wodelo, siempre y cuando se tome conciencia, con C. LéviStrauss, de las condiciones que aquel a su vez debe satisfacer: -Enjprimer lugar, un modelo ofrece un cardcter de sistema, Con- siste en elementos tales que una modificacién cualquiera de uno de ellos acarrea una modificacién de todos los otros. _ En segundo lugar, todo modelo pertenece a un grupo de. trans formaciones, cada una de las cuales corresponde a un modelo de la misma familia, de tal manera que el conjunto de estas transfor- maciones constituye un grupo de modelos. En teercer lugar, las propiedades indicadas més arriba permiten prever de qué modo reaccionard el modelo, en caso de que uho de esos elementos se modifique. Finalmente el modelo debe ser construido en forma tal qué su funcionamiento pueda dar cuenta de todos los hechos observa- dos [105, p4g. 306]. por J. von Neumann, y.Q. Morgenstern: «Unos modelos (como fos juegos) son construcciones tedricas que suponen una defini- cién precisa, exhaustiva y no dleinasiado complicada; también deben set patecidos a la realidad en todos los aspectos relevantes para la investigacién en curso. Recapitulando: la definicién debe. ser categérica y exhaustiva para que sea posible un tratamiento matematico. La construccién no debe ser intitilmente complicada, hasta el punto de que el tratamiento matemético pudiera ser lle- vado mds all4 del estadio de la formalizacién y dar resultados numéricos completos. Se exige la semejanza con la realidad para que el funcionamiento del modelo sea significativo. Pero esta all Y siempre y cuando se compare la definicién de los modelos dada ’ semejanza habitualmente se puede restringir a algunos aspectos que se juzguen esenciales pro tempore; de lo contratio las condi- ciones enumetadas se volvetian incompatibles» [278, p4g. 32]. Una aproximacién asi de Ja estructura y el modelo nos permite situar desde ya una de las principales tendencias del pensamiento estructuralista en las ciéncias sociales, tendencia que podremos ver en accién en campos muy diversos y no solo en antropologia. Ella descansa sobre el principio fundamental ya mencionado por nosottos y que dice que la nocién de estructura se relaciona no con la tealidad empirica sino con los modelos construidos a partir de ella. Al tratar sobre 1a estructura social, C, Lévi-Strauss pun- tualiza: , desde una perspectiva en la cual, como sefiala Roger Bastide, todas Jas estructuras se reducirian a estructuras mentales, pues no se- rfan més que «modalidades temporales de leyes universales en que consiste la’ actividad inconsciente del espiritu» [2, pag. 16]. ~ En direccién bastante andloga, y con una preocupacién igual por atrancar el objeto cientifico a lo vivido, Gilles-Gaston Granger esctibe que «la ciencia aprehende objetos construyendo sistemas de formas en un lenguaje y no directamente sobre datos sensibles» [11, p4g. 13]. Segtin su opinién, las relaciones sociales, y més generalmente el mundo percibido, proveen la materia prima a partir de la cual se edifica el universo lingtifstico de la ciencia, universo del que «ni siquiera hay que decir que imita cada vez mejor la estructuta de las cosas porque sin él, estrictamente ha- biando, no hay estructura» [11, pag. 38]. En consecuencia, la nocién de estructura no debe confundirse con la de imagen concreta, aunque simplificada, de los fenémenos, ni con la de esencia abstracta de la realidad. Hay que admitirla en el sentido de los mateméticos, y la estructura entonces se 12 yuelve un «conjunto de objetos abstractos definidos sincategore- maticamente por las relaciones que se establecen entre ellos, las opetaciones cuya posibilidad y ley se formulan» [10, pag. 21. De manera opuesta a C, Lévi-Strauss, que contempla la posibili- dad de integrar las diversas ciencias humanas por la prdctica de un andlisis estructural uniformemente vdlido en cada una de ellas, GG. Granger tiende a determinar en forma numérica y clasificar Jos modelos para establecer su tipologia. Distingue asi los modelos energéticos, cuya nocién es clasica en las ciencias de la naturaleza; los modelos de informacién, cuyo prototipo, a su entender, esté dado por el sistema de Saussure de la lengua, y los modelos ciber- néticos, que, sin volver a introducir lo vivido, afiaden al suceso un conocimiento que no obstante sigue siendo estructural. _ Ocutta lo que ocutta con esta oposicidn en el seno de Ja tenden: cia, una perspectiva asi lo impulsa naturalmente a uno a interro- garse sobre la validez del modelo, sobre Ja garantia de eficacia que ofrece la ciencia en el mundo percibido, sobre el grado de correspondencia con las relaciones sociales de los modelos que ponen de manifiesto la estructura, sobre esa «semejanza con la tealidad> requerida por J, von Neumann y O. Morgenstern pata que el funcionamiento del modelo sea significativo. Dentto de su ptopio carril cada tendencia del pensamiento estructuralista debe enfrentar, en efecto, el problema de sus fundamentos, y una parte de nuestra tatea consistitd en verificar esto. ’ Por ahora, si se nos permite retener la nocién de modelo como instrumento de discriminacién, contentémonos con sefialar que existe otra cortiente estructuralista, opuesta a la primera aunque en cierto modo también situada en relacién con el objeto.! Esta similitud en la situacién no debe causar, por lo demés, nin- guna ilusién: el objeto de que se trata en el caso de C. Lévi- Strauss y G.-G. Granger es el objeto cientifico, vale decir uno cuya forma «no concierne directamente al contenido sensible sino a un lenguaje» [11, pag. 12]; en el caso de A. R. Radcliffe. rown, por el contrario, constituyen el objeto las trelaciones “so- ciales. Una sociedad consiste en un cierto nimero de relaciones en un mofnento dado, y el conjunto de estas relaciones sociales constituye una estructura. Radcliffe-Brown deja claramente sen- tado que emplea [5, pag. 158]. Pero no por eso la estructura deja de estar [69, pag. 1]. Este regteso «a las cosas mismas», imperativo fijado por Husserl, constituye a,primera vista una desautorizacién de la ciencia, y si esta debe entenderse como un discutso sobre el mundo, una’ incitacién al silencio. ATodo el universo de la ciencia esta: cons- truido sobre el mundo vivido —escribe Merleau-Ponty— y si que- ~ remos pensar la ciencia misma con tigor, apreciar exactamente su sentido y su alcance, tenemos que hacer surgir primero esta éx- petiencia del mundo de la que es expresién detivada»/'[69, pag, 111]. La actitud fenomenoldgica solo tiene sentido respecto de ut mundo al que la ciencia atin no ha dado forma en su lenguaje. Es pues, al principio, muy distinta de la que relaciona la estructura con los modelos construidos en un universo lingiiistico, La deli- mitacién de los objetos cientificos debe set substituida por la espontaneidad de la petcepcién. Pero, gqué quiere decir esto? ¢La actitud fenomenoldgica intro- ducirfa algtin mundo que seria «cosa en si» y pondrfa en lo esen- cial de ese mundo alguna conciencia distinta de él? Ante todo conviene tener en cuenta que si la actitud fenomenold- gica ordena volver al’ mundo antes de que sea sometido a las de- tetminaciones de Ja ciencia, también ordena rechazar la actitud natural, que supone la existencia del mundo en sf como objeto: Este rechazo, por lo demds, no implica que se desdefie la manera 15 | i | | i | | | es pues la significacién unida a la estructura? Es. —contesta Mer- leau-Ponty— «la conjuncién de una idea y una existencia indis- cetnibles, el atreglo contingente por el cual los materiales empie- zan a tenet un sentido ante nosotros, la inteligibilidad en estado naciente» [70, pég. 223]. Y la estructura en si es una forma, «un conjunto que tiene un sentido y, que ofrece por lo tanto al andlisis intelectual un punto de apoyo. Pero al mismo tiempo no es una idea; se constituye, se altera o se reorganiza ante nosotros como un espectéculo» [70, pag. 241]. De esta suerte, mi comporttamiento, el de otro, solo existen para el fenomendlogo por su sentido, y tal sentido nunca es captado sino en el seno de una estructura ‘que, en la relacién de sus partes con el todo provisto de unidad que entonces constituye, expresa nuestra manera de set en el mundo. . . Con la fenomenologia estamos pues ttatando una tendencia es- pecffica del pensamiento estructuralista, una tendencia segura- mente muy distinta de las que habiamos esbozado hasta ahora. La veremos en funcionamiento en los campos en que aparece, y que interesan a la vez a la psicologia y a las diferentes ciencias sociales, al volver sobre lo que hemos pasado con demasiada tapidez en nuestro andlisis, principalmente para situar a la «es- tructura» de los fenomendlogos tespecto de la «forma» de los guestaltistas. Estructura y dialéctica Empeto, antes deberemos considerar una cuatta y Ultima corrien- te del pensamiento estructuralista en ciencias sociales, relacionan- do la nocién de estructura con la de dialéctica. Se impone esta referencia en cuanto tomamos conciencia de la maneta en que se tealiza el anélisis estructural. Como puntualiza ‘Mikel’ Dufrenne: «Lo que vetifica la consustancialidad de las partes con el todo es la manera misma en que estén detetmina- das: el andlisis que las descubre trata de desdoblarse en una historia, es decir de hacer aparecer su manifestacién a lo largo del desarrollo del todo, como un episodio de su historia: movi- miento propiamente dialéctico en el que Ja historia garantiza el andlisis. Y, recfptocamente, la diferenciacién permite pensat en la integracién y volver a la totalidad sin que constituya una suma 0 una teunién de elementos: cuando Jas partes han adquirido bas- tante autonomfa, el todo en cierta forma se restauta por las telaciones de teciprocidad, que se instituyen entre ellas; Y de cualquier forma el todo. sigue siendo inmanente a las partes; la accién -o el comportamiento de las pattes solo tiene sentido en telacién a él; la finalidad se conjuga aqui, como para aclararlo, con la-causalidad reciproca» [87, pag. 29]. Apenas rehusemos. «teificar» la estructura, recibiéndola de una _ sola vez, y apenas la considetemos, por el contrario, un conjunto 18 que hay que retomar incesantemente en Ja dualidad superada del todo y de las partes, yemos aqui con mucha claridad cémo el pensamiento estructuralista en accién se confunde con el pensa- miento dialéctico, En efecto, equé es la dialéctica? En su ptdlogo a la Fenomenologia del espiritu, Hegel opone el conocimiento filoséfico al conocimiento matemético, El segundo, segtin dice, tiene por fin la magnitud y por matetia el espacio y Ja unidad. Ahora bien, en esto no hay realidad efectiva. Lo verdadero de que se trata en la matematica est4 «hecho de pro- posiciones rigidas y muertas; podemos detenernos en cada una de estas ptoposiciones, la siguiente recomienza de nuevo por si sin que la primera se mueva hasta la otta, y sin que sutja de esta maneta, de la naturaleza de la cosa misma, una conexién necesaria> [13, pag. 38]. Por el contrario, la filosoffa tiene por objeto «lo efectivamente real lo que se da en si mismo, lo que vive en-si mismo, el set-ahi que est4 en su concepto» Y una de las caracteristicas principales de lo real es que uno no puede detenerse en ello como se detiene ante una proposicién matemé- tica; es efi si mismo un «proceso que engendta y tecorte sus momentos, y es ese movimiento en su totalidad el que constituye lo positivo y la realidad de eso positivo». Lo verdadero de que se trata en la filosoffa «incluye pues también lo negativo en si mismo, que seria llamado lo falso si se lo pudiera considerar como aquello de que se debe hacer abstraccién. Lo que esté en vias de desaparici6n debe ser més bien considerado como esencial; no debe ser considerado en la determinacién de una cosa tigida que, sepatada de lo verdadeto, debe set abandonada no se sabe dénde fuera de lo‘ verdadero; y lo verdadero, a su vez, no debe ser considerado como un positivo muerto que yace del otto lado» [13, pég. 40]. A’la luz de estos textos, se ve que Ja dialéctica es interpretada como: una exigencia: pide que el pensamiento se ligue a lo efecti- vamente real y que, rehusando fijar las determinaciones que des- cubre en él el entendimiento, por negativas o conttadictorias que puedan parecer, persiga lo real como totalidad, més alld de esas determinaciones e integrdndolas en su movimiento. En suma, comporta dos movimientos, pero a los que resulta imposible diso- ciat salvo por Jas necesidades del andlisis; en el primero, descubre una contradiccién en el seno de lo real; en el segundo, requiere que esta contradiccién sea superada, siguiendo en esto la «cone- xién necesatia que surge de la naturaleza de la cosa misma». De este modo se une ‘al movimiento de nacer y perecer, ese movi- miento sobre el cual nos dice Hegel que «él mismo no nace ni perece, sino que es en si y constituye la realidad efectiva y el movimiento de la vida de la verdad» [13, pdg. 40]. En consecuencia, la dialéctica es esencialmente un método y en su movimiento los conceptos mismos revisten una funciédn meto- doldgica. Como escribe Georg Lukacs: «Esté en la esencia del método dialéctico que en él los conceptos falsos en su unilatera- lidad abstracta sean sobrepujados. Sin embargo esté proceso de superacién obliga al mismo tiempo a operat constantemente con conceptos unilaterales, abstractos y falsos, a dar a los conceptos su significado correcto, no tanto por una definicién como por la funcién metodoldégica que cumplen en la totalidad, en calidad de momentos superados» [18, pag. 15]. De igual modo, Engels sefialard en el Anti-Diihring que la tigidez de los conceptos y objetos que les corresponden, est4 disuelta en el método dialéctico que «abarca las cosas y sus teproducciones conceptuales esencialmente en sus relaciones, su encadenamiento, su movimiento y su fin», Expresa asi, como lo escribe Lukacs comentando este texto, que «la dialéctica es un proceso constante de pasaje fluido de una determinacién a otra, un sobrepujamiento permanente de los contrarios, que es su pasaje de uno a otro; que, por consiguiente, la causalidad unilateral y rigida debe ser sustituida por la accién recfproca [18, pdg. 20]. Si bien la nocidén de reciprocidad manifiesta ser una de las mds fecundas pata caractetizar al movimiento del pensamiento dialéc- tico, no pensamos sin embargo que deba excluir la de causalidad ; (as{ como en el caso del fenomendlogo la comprensién no debe f proscribir a la explicacién), ni que haya lugar pata concluir la li imposibilidad de utilizar una y otra, «El pensamiento dialéctico i —esctibe Mikel Dufrenne— no excluye en absoluto al pensa- 4 miento causal; para seguir su movimiento debe romper la totali. . dad inmediatamente dada; la causalidad puede ser un medio de separar a términos exteriores unos de otros, de poner a la opo- sici6n en primer plano; ella misma puede ser por lo tanto un momento del pensamiento dialéctico, cuyo movimiento se acabard pensando la complementaridad 0 la reciprocidad de los términos opuestos» [87, pag. 21]. Solo después de haber’ sefialado la marcha fundamental del pen- samiento dialéctico conviene interpretar los textos de Marx y Engels concernientes a la nocidén de estructura, En efecto, es grande el peligro de realizar las estructuras a partir de estos tex- tos, de abstraerlas de la actividad productiva y de «reificar> estas | abstracciones. Ahora bien, no habria nada mds conttatio al ver- | dadero espfritu del marxismo, como lo muestra claramente Henri ' Lefebvre en su contribucién al Coloquio sobre la palabra estruc- 1, tura, dedicada por entero al concepto de estructura que abrigé i Marx [15, pag. 100]. | Entonces qué debe entenderse por estructura? Para saberlo, de ordinario se hace referencia al prdlogo de la Contribucidn a la critica de la economia politica, donde Marx escribe: En la produccién social de su vida, los hombres contraen rela- } ciones de produccién que cotresponden a un determinado nivel de desatrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de produccién constituye la estructura econd- mica de la sociedad, la base real sobre la cual se edifica una 20 superesttuctuta jutidica y politica, y a la que cottesponden formas de conciencia social determinada. "Para entender bien este texto hay que hacer dos obsetvaciones. Por una parte, el acento que se pone en el determinismo econd- mico no implica en absolute que haya que desdefiar el elemento biolégico (demogrdfico, familiar) de la sociedad. Por ejemplo, si con Henri Lefebvre nos referimos al libro de Engels sobre El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, vemos que allf se define a la estructura social, al menos hasta el perfodo his- - térico y mientras la productividad del trabajo no se ha desarrolla- do, como «basada en los lazos de sangre». Por otta parte, a menos de que no se haga mucho caso del movimiento fundamen- tal del pensamiento dialéctico, no se puede tender a separar las superestructuras de la base, ni a representérselas segtin el esque- ma. simplificado de una casa de varios pisos. Resulta claro, pata Henri Lefebvre, «que las ideas y las ideologtas nacen en las pto- fundidades de la conciencia ‘social, unida al conjunto de la prdéc- tica social (global). Es evidente que los grupos humanos activos, y sobre todo las clases, pertenecen a la vez a las fuerzas producti- vas y a las relaciones sociales, y por ende a los dos grados 0 niveles de la base, que en consecuencia no se pueden superponer como pisos..El esquema simplificado deja de Fido a la familia. Es evi- dente que la familia forma parte de las relaciones sociales (por ser. inseparables la produccién y la reproduccién). Finalmente, las telaciones.de propiedad se sittan en la estructura en calidad de formas de las relaciones de produccién, y en las superestructutas en calidad de exptesién juridica de estas relaciones» [15, pag. 105]. Henri Lefebvre propone entonces la nocién de formacién econdémico-social para englobar este conjunto de interacciones. En el pensamiento marxista, pues, la estructura esté (sean cuales fueren los diversos términos —esttuctura, sistema, forma, todo— que le corresponden en Marx) directamente ligada a la actividad productiva, a la vez vital y social, de los seres humanos que la ejetcen en distintos niveles (produccidn material, produccién de las relaciones sociales, produccién de las ideas e ideologfas); se pueden distinguir estos niveles a los fines del andlisis, pero no se podria exteriorizar a unos con respecto a otros. Resultado de la “ptoduccidén, Ia estructura no puede aislarse de la actividad pro- ductiva; Marx, en su polémica con Proudhon, aclata que Jos ele- _mentos de Jas estructuras no son pteexistentes a ellas. ‘Tomando las cosas al revés, como un verdadero fildsofo, Proud- hon no ha visto en las relaciones de produccién reales (el crédito, la moneda, etc.) mds que encarnaciones de principios y catego- tfas que dormitaban en el seno de la razén impersonal de Ja hu- manidad. El sefior Proudhon economista ha comprendido muy bien que los hombres hacen el pajfio, la tela, las sedas, en determi- nadas relaciones de produccién. Pero lo que no ha comprendido es que los hombres producen esas telaciones sociales de la misma maneta que producen los tejidos, el lino, etc. Los mismos hombres que establecen las relaciones sociales conforme a su productividad material producen también principios, ideas y categorias conforme a sus relaciones sociales, Estas ideas, estas categorias, son tan poco etetnas como las relaciones que expresan. Son productos histé- ticos y transitorios (Misére de la philosophie, Patis, Editions So- ciales, pag. 88, citado por Henri Lefebvre [15, pag. 102]). La estructura resulta asf totalmente determinada por el devenir histérico, En tal sentido es negacién; pero esta estructura, que setfa cosa muerta si se la aislara de la actividad ptoductiva, en- cuentra en dicha actividad (a la que por otra parte contribuye a tevelar) la razén de una recupetacién perpetua. La estructura es, pues, dindmica, y se manifiesta significativa en el interior del movimiento dialéctico. Estas dos catactetfsticas se ponen parti- culatmente en evidencia en una definicién que dio Lucien Gold- mann en un articulo reciente * sobre los problemas de una sociolo- gia de Ja novela. Citar esta definicién nos permitiré Iegar a una conclusién respecto de este punto, tecordando lo que por fuerza tienen de transitorio las estructuras relacionadas con la dialéctica: Empleamos el término estructura en el sentido preciso de un conjunto dindmico y significative de relaciones entre diversos aspectos de una misma y unica realidad social, conjunto de rela- ciones de naturaleza tal que todo cambio de uno de estos aspectos o de una de estas relaciones acarrea en las otras cambios correlati- vos que aseguran la persistencia del tipo fundamental del conjun- to. Naturalmente, también pueden acaecer cambios que alcancen un grado tal que el tipo fundamental de la estructura antigua no se pueda conservar (es lo que algunos han llamado en lenguaje dialéctico «el salto cualitativo» ), Nuestra hipdtesis es que en este tiltimo caso Ia vieja estructura queda sustituida por.otra, signifi- cativa y de distinto tipo, pero poseedora de propiedades andlogas, que luego seré superada a su vez [163, pag. 61]. Especificidad de las distintas orientaciones metodoldogicas Por orientatse hacia el pensamiento dialéctico, gacaso reviste el esttucturalismo una forma especifica, esencialmente diferente de las que hemos caracterizado con anterioridad? En todo caso, la oposicién a la primera de ellas parece muy mar- cada, Se establece a nivel de la critica que Hegel dirige a la ma- temdtica cuando, segiin la expresi6n de Jean Hyppolite, declara «el cardcter inesencial y aconceptual de la relacién cuantitativa». * La edicién original de esta obra data de 1961. (N. del E.) 22 | “‘endremos que investigar si esta critica sigue siendo vdlida, y particularmente si, mas all4 de las matematicas cuantitativas, se aplica a las matematicas nuevas, en las que se apoyan los soste- jredores del método de los modelos; deberemos apreciar asimismo {a diferencia, al menos aparente, entre una totalidad dindmica y significativa, y una estructura definida por la ley de combinacién de sus elementos. . La distincién con la segunda’ tendencia, ilustrada por la «sociolo- gfa concreta, tal vez parezca attificial si se sabe que el propio G. Gurvitch califica de «dialéctico> su esfuerzo de expresién de la tealidad-social y considera su sociologia a modo de un chipet- empitismo dialéctico», Peto asi como hay diversos sentidos de da palabra , en el sentido de que todas estarfan vinculadas con dogmas o pteocupadas por beatificar su meta. Asf la dialéctica de Marx, al no tenet en cuenta los andlisis concretos de situaciones y co- yunturas sociales reales, que la hacen figurar como un esfuetzo del «ser social en acto», se exasperatfa en «una verdadera escato- logia ptofética>, perdiendo lo mejor de su fuerza. Pata G, Gur: ; witch, conviene evitar toda confusién entre dialéctica y apologia, y fa dialéctica no puede ser ni espiritualista, ni matetialista, ni imfstica, no puede ser proyectada ni en la conciencia ni en el set; no es ni movimiento del ser ni realidad... Y esto por la sencilla tazén de que todo objeto de conocimiento «estd ya dialectizado pot el hecho mismo de la intervencién de lo humano colectivo ¢ individual». La dialéctica que tiene en cuenta este hecho prima- tio aparece como «el camino tomado por lo humano pata apre- hender las totalidades reales en movimiento que llevan su sello, de cerca o de lejos, incluida la realidad humana misma, asi como las relaciones variables de esta con el conjunto del set real» [12, pag. 10]. La diferencia con el marxismo, si se verifica pues para el propio G. Gurvitch en el nivel de la dialéctica, se establece también en el de Ja estructura, La estructura marxista es esencialmente dia- cténica; la estructura sincrénica recién interviene con la culmina- cién del socialismo. En la obta de Gurvitch. la estructura es «equilibrio de jerarquias». Sin duda esta expresién es bastante oscura, pero el término equilibrio, tal como se lo emplea aqui, no puede prestatse a equivoco: subraya indiscutiblemente el aspecto sincrénico de la estructura, aun cuando a esta se la llame «pre- caria>. ¢Cudl es la razon de esta diferencia? Ante todo conviene destacar el hecho de que la estructura, por concreta que sea, y pot més claramente situada que esté del lado del exte social, nunca expresa de modo completo el fenédmeno social total, Este tiltimo, nos dice G. Guewitch, «tiene primacia a la vez ontolégica y me+ todolégicamente’ sobre su propia estructura, en tanto que esta existe. Es mucho més rica que ella y su plenitud implica avin mds B

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