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1. El yo ficticio No existe vida que pueda ser recapitulada por entero tal como fue. Lo que equivale a decir que toda biografia es en ultimo térmi- no ficcin. ¢Qué nos dice esto acerca de la naturaleza de la vida? Y queremos verdade- ramente saberlo? BERNARD MALAMUD, Las vidas de Dubin uena pregunta, porque en el fondo todos sa- bemos algo —o deberiamos querer saber algo— acerca de la ficcién de nuestra vida. Escribi este libro precisamente para describir cémo la mente y el cerebro realizan la asombrosa proeza de cons- truir nuestro pasado y cémo, haciéndolo, gene- ran aquella ilusi6n de “yo” que nos incita a ir mas alla del cerebro automatico. El reordenamiento de sucesos empieza en la percepcion* y culmina en el raciocinio. La mente Conviene una aclaraci6n. Histéricamente, en la filosofia occi- dental el significado de los términos cuya designacién es la idea de percepcién ha oscilado entre dos extremos: la “percepcién sensi- ble” y la percepcién como percepcién nocional o “mental”. En muchos casos se ha entendido como una actividad o un acto psfqui- co que incluye algiin elemento sensible y algtin elemento nocional o intelectual. Se ha ido abriendo paso la nocién de “percepcién” como “percepcién sensible”, a diferencia de otras operaciones men- tales estimadas no sensibles. La distincién suele adoptar la forma siguiente: puede haber sensaci6n sin percepcién pero no puede haber percepcién sin sensaci6n. Esta traduccién recurre siempre a “percepcin consciente” para conscious awareness. (N. del T.) 19 El pasado de la mente es la ultima en saber las cosas. El ilusorio “noso- tros” (la mente) sdlo advierte hechos que el cere- bro ya ha computado. El cerebro, sobre todo el hemisferio izquierdo, esta disenado para interpre- tar las informaciones que procesa. En efecto, en aquella zona hay un dispositivo especial —-que de- nomino intérprete- cuya actividad es posterior a la culminacién de billones de procesos cerebrales automaticos. E] intérprete, ltimo eslabén en la cadena informativa del cerebro, reconstruye los hechos cerebrales, y lo hace incurriendo en grue- sos errores de percepcién, de memoria y de juicio. La clave de cémo estamos hechos no es sélo, entonces, esa maravillosa capacidad para ejecu- tar cometidos superiores, sino también las adulte- raciones que se perpetran al reconstruir los sucesos. Toda biografia es mito. Toda autobiogra- fia es irremediablemente fabulatoria. En el curso de los tiltimos treinta afios las cien- cias de la mente han pergefiado un cuadro que muestra cémo y para qué esta construido el cere- bro. Aparece una imagen sorprendentemente cla- ra y precisa: todo recién nacido viene al mundo dotado de circuitos para computar la informacién que le permite desenvolverse en el universo fisi- co. No necesita aprender trigonometria porque la sabe. Sin ensefianza previa distingue figura y fon- do. Tampoco precisa estudiar que un objeto masi- vo mueve a otro al golpearlo. Hasta los dispositivos que nos permiten desen- tranar la complejidad de las relaciones sociales 20 El yo ficticio pueden haber surgido de leyes perceptuales sumi- nistradas a nuestra mente infantil. Es mas, quiz la capacidad para transmitir cultura, facultad ex- clusiva del repertorio humano de competencias, provenga de nuestra singular habilidad imitativa. Investigadores dedicados al estudio de chimpan- cés! han comprobado en miltiples instancias que las habilidades del nifio empiezan donde termi- nan las del simio. Opinan que somos los tnicos que contamos con diversos procesos perceptivo- motores automaticos capaces de generar la inex- tricable coleccién de capacidades mentales que permite, entre otras cosas, profesar creencias y trasmitir cultura. Al considerar el nivel de complejidad instala- do en el cerebro [las redes neuronales prefigura- das antes del nacimiento], omito el tema naturaleza versus educacién en su acepci6n tradi- cional, esto es, la que pretende determinar qué grado de variabilidad intelectual resulta de los ge- nes y cudnta del entorno. El que Juan sea mas inteligente que Luisa o viceversa es sdlo la delga- da pelicula visible de un carambano mas volumi- noso. Prefiero inquirir por qué todos los humanos son diferentes de todos los chimpancés, y, para el caso, de todos los animales. ¢Por qué somos capa- ces de elaborar una teoria acerca de nuestro perro 0 gato, pero éstos no erigen hipdtesis acerca de nosotros? ¢Por qué los chimpancés no desarrollan historia ni cultura cuando los humanos lo hacen de manera reflexiva? Explicar esta discordancia 21 El pasado de la mente patente, esto es, entender cémo el cerebro huma- no cumple estas funciones y por qué ningtin otro animal lo logra, es la meta principal de este libro. Postulo que nuestro singular dispositivo cerebral (el intérprete) permite resolver desafios privati- vos de nuestra especie. Ademas, sostengo que in- cita a creer que el cerebro trabaja conforme a “nuestras” instrucciones, no al revés. La configuracién y el tipo de circuito especifi- cos del cerebro humano lo diferencian de los ani- males. Aunque comparte con éstos los mismos bloques de construccién -las neuronas-, la orga- nizacién de sus miles de millones de unidades fecunda competencias distintas. Es posible que las desigualdades cuantitativas entre Juan y Luisa re- flejen factores genéticos, intrauterinos y ambien- tales, o que las variaciones de coeficiente intelectual representen variaciones del trauma nor- mal del parto (nuevos hallazgos sugieren que los nifos nacidos por cesdrea son mas inteligentes), pero la disparidad cualitativa del cerebro huma- no genera otras discrepancias, entre las que desta- ca nuestra capacidad para reconstruir hechos pasados. Esta singularidad merece nuestra aten- ci6n pues es propia de todo ser humano, sea anal- fabeto o premio Nobel. Hay cientificos brillantes que se equivocan cuando se trata de entender la condicién huma- na. Algunos aseveran que “si separamos la cultura del lenguaje, que verdaderamente es una capaci- dad itinica, su diferencia con la tradicién animal 22

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