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LOS APÓSTOLES Y LOS DONES

Sermón escrito por Daniel Chamberlin

El siglo XX fue testigo de un crecimiento generalizado de lo que muchos


consideran como los dones milagrosos del Espíritu Santo. Después de un
silencio de aproximadamente 1800 años en la cristiandad bíblica, los dones
apostólicos aparentemente se han vuelto a manifestar. Este fenómeno se ha
introducido de tal manera en la corriente principal del pensamiento religioso
actual, que hasta sorprende a muchos cuando se cuestiona la validez de esta
manifestación. Invitamos a todos los cristianos serios a reflexionar
nuevamente sobre estos temas a la luz de la Escritura y preguntar con toda
honestidad: “¿De veras se manifiestan nuevamente los dones milagrosos de
los apóstoles?” Para nuestra respuesta, debemos mirar a la Escritura que tiene
la última palabra.

En primer lugar, encontramos tres relaciones de dones en el Nuevo


Testamento de la siguiente manera:

Rom.12:6-8 1 Cor. 12:28-30 Efesios 4:11

Profecía apóstoles apóstoles

servicio profetas profetas

enseñanza maestros evangelistas

exhortación milagros pastores-maestros

donaciones curaciones  

presidir ayuda  

hacer misericordia administración  

  don de lenguas  

  interpretación  
Conforme examinamos estas listas, encontramos que algunos de los dones
pueden ser clasificados como milagrosos o extraordinarios (los que aparecen
en negrillas), y otros son no-milagrosos u ordinarios. Nuestro propósito aquí
es ocuparnos de los dones milagrosos. Los dividiremos en cuatro partes.

I Apóstoles:

1. ¿Quiénes eran ellos? La palabra “apóstoles” literalmente quiere decir


mensajeros, enviados o delegados. No cualquiera podía ser apóstol
simplemente por voluntad propia; tenían que ser personalmente elegidos para
esa investidura por el Señor Jesucristo. Y cuando era de día, llamó a sus
discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles
(Lucas 6:13). Todos eran hombres; ningún apóstol era mujer.

Según el libro de Hechos 1:21-22, un apóstol tenía que ser un testigo ocular de
Cristo a lo largo de todo su ministerio público incluyendo la etapa posterior a
su resurrección.

A la iglesia del Nuevo Testamento se le permitía nombrar diáconos (Hechos


6:5) y constituir ancianos (Hechos 14:23), pero no podían nombrar apóstoles.
El nombramiento de apóstoles venía directa y únicamente de Cristo. Aun en el
primer capítulo de Hechos la decisión final para sustituir a Judas Iscariote fue
dejada en manos del Señor. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los
corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido (Hechos 1:24).

También nos damos cuenta que en el Nuevo Testamento la misma palabra


griega “apóstoles” se utiliza para describir hombres elegidos por las iglesias
para llevar información o ayuda de una iglesia a otra. (Ver 2Cor. 8:23; Fil.
2:25; Hechos 14:14). Sin embargo, no debemos confundir a estos últimos con
los doce personalmente elegidos por Cristo como sus apóstoles.

Pablo gozó de un apostolado único. Aunque no había seguido a Cristo durante


su ministerio público, vio efectivamente a Cristo resucitado y fue
especialmente nombrado por El, tal como lo afirma en Gálatas 1:1, Pablo,
apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo ...). De nuevo
Pablo explica, y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. (1
Cor. 15:8).
Cristo llamó a Pablo aun cuando la época de nombrar apóstoles había
concluido. Nótese que Pablo fue el último de todos sobre la tierra en ver al
Señor de una manera visible como testigo ocular de su resurrección. Nadie ha
visto a Cristo de igual manera desde la experiencia de Pablo. Es así como
Pedro pudo suponer que ninguno de sus lectores había visto al Señor: A quien
amáis sin haber visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os
alegráis con gozo inefable y glorioso (1 Pedro 1:8). Ninguno de los así
llamados apóstoles hoy en día, cumple con estos requisitos bíblicos.

2. Su propósito: Según Efesios 2:20 correspondió a los apóstoles


desempeñar un papel fundamental y especial en el desarrollo inicial de la
iglesia neotestamentaria: edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. Este papel
incluía al menos tres funciones. En primer lugar, estos hombres eran testigos
indiscutibles de la resurrección de Cristo, ya que todos ellos habían visto
personalmente al Señor en su cuerpo resucitado. En segundo lugar, a ellos fue
revelado el misterio de la economía del Nuevo Pacto: la iglesia, compuesta a la
vez de judíos y de gentiles (Efesios 3:1-10). En tercer lugar, ellos recibieron la
inspiración para escribir la Santa Escritura infalible, que pudiera ser leída por
todas las generaciones venideras. Cada libro del Nuevo Testamento fue escrito
ya sea por un apóstol o por alguien directamente relacionado con un apóstol.
Un poco antes de su muerte, el último apóstol sobreviviente nos dice que este
aspecto de su trabajo fue completado de una vez y para siempre (Apocalipsis
22:18-19). A partir de entonces no ha habido revelaciones inspiradas o
genuinas.

3. Su duración. El ministerio de apóstol fue de duración limitada debido a


que su labor estaba limitada al período del establecimiento de los
fundamentos de la iglesia. Los fundamentos se ponen una vez únicamente, y a
partir de ellos se construye los demás; no ponemos fundamentos de manera
repetida y sin término. No hay lugar para apóstoles hoy día, porque los
fundamentos fueron puestos hace mucho tiempo. El cristianismo bíblico ha
construido sobre esos fundamentos durante aproximadamente 2000 años. Es
una locura completa y arrogancia descarada atreverse a compararse con Pedro
y Pablo y adoptar el título de apóstol hoy en día.

II. Profetas:

1. Quiénes eran: El Nuevo Testamento no declara cuáles eran los requisitos


para este ministerio; sin embargo, los profetas son mencionados varias veces
en relación con apóstoles: Les enviaré profetas y apóstoles (Lucas
11:49). Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas...(Efesios
2:20). ... como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el
Espíritu (Efesios 3:5).

2. Su propósito: Los textos que hemos visto muestran que los profetas


participaban de la estructura fundamental de la iglesia conjuntamente con los
apóstoles. Ellos enseñaron la verdad recibida por revelación divina. Sin
embargo, a ellos no se les confió redactar la Sagrada Escritura, sin la
supervisión de los apóstoles.

3. Su duración: Siendo cimientos al igual que los apóstoles, su ministerio


cesó a la par del de los apóstoles, toda vez que el cimiento ya había sido
puesto. Casi toda secta fundada en la época moderna ha sido iniciada por un
profeta o apóstol que se ha asignado a sí mismo ese título. Si creemos que la
profecía se sigue desarrollando en nuestros días, entonces no contamos con
ninguna norma para refutar sus descaradas herejías. ¡Después de todo es
imposible refutar a un profeta!.

III. Las lenguas y su interpretación:

1. Lo que significaron: El don bíblico de lenguas consistía en una habilidad


milagrosa de hablar una lengua o dialecto hasta ese momento desconocido
para el que habla, pero vigente para un grupo étnico sobre la tierra en ese
momento. Las palabras habladas tenían un contenido real y un significado. No
fueron expresiones incoherentes. En el día de Pentecostés, cada uno les oía
hablar en su propia lengua [literalmente, dialecto] (Hechos 2:6). Aun mas,
cuando Pedro explica este milagro a la multitud, equipara el don de lenguas
con la profecía, citando a Joel: En aquellos días también derramaré mi
Espíritu sobre los siervos y las siervas. (2:18). De igual manera, 1Cor. 14:5
considera iguales los dones de profecía y de lenguas cuando estas últimas son
interpretadas: porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas,
a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

1Cor. 12:30 refuta la noción popular de que cada creyente hablaba en lenguas.
Aun en Corinto, Pablo preguntaba: ¿todos hablan en lenguas? ¿todos
interpretan?
La idea moderna de que hay otro tipo de don de lenguas, un “lenguaje
celestial”, no se encuentra en las Escrituras y debe ser rechazada. La plática
incoherente de esta época no es el verdadero don de lenguas.

2. Su propósito: Un propósito de las lenguas era como señal para los judíos
de que el juicio de Dios vendría a ellos como nación. Así que, las lenguas son
por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos (1Cor. 14:22). Desde
Abraham, Dios les había hablado en hebreo; pero ahora, después de Cristo,
Dios les estaba hablando en otras lenguas – lenguas gentiles – para mostrar a
los judíos que sus privilegios nacionales estaban llegando a su fin; los gentiles
iban también a participar del pacto de la gracia. El fin de la nación judía se
completó plenamente con la destrucción de Jerusalén en el año 70 A. D. En
ese momento la señal de juicio nacional, es decir, las lenguas, dejó de ser
relevante y necesaria.

Otro propósito de las lenguas, cuando fueron acompañadas del don de


interpretación, era edificar a los creyentes en la asamblea local. Las lenguas
debidamente interpretadas, al igual que la profecía, servían como un medio
directo para recibir una parte de la verdad. Porque en parte conocemos, y en
parte profetizamos (1Cor. 13:9). Dios dio estas medidas temporales como una
fórmula de alimento infantil (gerber) para la vida inicial de la iglesia.
Posteriormente fueron desechadas al darse la revelación perfecta de toda la
verdad una vez que los libros del Nuevo Testamento fueron completados. Mas
cuando venga lo perfecto [literalmente, maduro o totalmente
desarrollado] entonces lo que es en parte se acabará (v.10). La Palabra escrita
de Dios es la dieta perfectamente balanceada para los cristianos de hoy. El
hablar en lenguas que se practica en esta época nos reduciría a una infancia
perpetua.

3. Su duración: Puesto que las lenguas debidamente interpretadas


funcionan de la misma manera que la profecía, y puesto que la profecía cesó
conjuntamente con los apóstoles, asimismo el don de lenguas ha cesado. Esto
es precisamente lo que Pablo dijo a los Corintos que sucedería: Pero las
profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará (1Cor.
13:8). La lenguas eran una piedra de los cimientos totalmente colocada en los
tiempos apostólicos. O, para usar la analogía de Pablo, estos dones milagrosos
pertenecieron a la infancia de la iglesia, pero Dios nunca pretendió reducirnos
a una permanente condición infantil. Cuando yo era niño, hablaba como
niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre,
dejé lo que era de niño. (v. 11).

El hecho de que 1Cor. 14 proporcione instrucciones para el uso de este don en


la congregación no sirve de argumento a favor de su permanencia. Mas aun,
estas instrucciones son raramente obedecidas por quienes profesan hablar en
lenguas hoy en día. Solamente a los varones se les permitía hablar en lenguas,
y solamente en los casos en que hubiera un intérprete, y solamente a tres
personas durante un servicio, y no todos a la vez, sino siguiendo un orden, uno
después de otro. (Vea 1Cor. 14:28-37)

IV. Milagros y Curaciones:

1. Quiénes los hacían: Una lectura cuidadosa del Nuevo Testamento nos


revela que usualmente los apóstoles ejercían estos dones especiales. Por
ejemplo, y muchas maravillas y señales eran hechas por los
apóstoles (Hechos 2:43). Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas
señales y prodigios en el pueblo (Hechos 5:12). Pablo pudo decir a los
corintios, con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre nosotros en
toda paciencia, por señales, prodigios y milagros (2Cor. 12:12). Si todos los
creyentes pudieran obrar estas señales, entonces el argumento de Pablo en
este texto no tendría significado.

2. Su propósito: El propósito primordial de estos milagros era validar la


autoridad de los apóstoles como los enviados verdaderos de Dios. En Hebreos
2:3-4 leemos que la verdad de la salvación enseñada por Cristo nos fue
confirmada (la salvación) por los que oyeron, testificando Dios juntamente
con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del
Espíritu Santo según su voluntad. Igual que en los tiempos de Moisés, así en
los días de Cristo y de los apóstoles, los judíos piden señales (1Cor. 1:22) como
prueba de autenticidad, y Dios suministró esa prueba.

3. Su duración: Hechos 8 nos enseña que solamente los apóstoles tenían el


poder de transmitir un don milagroso a otra persona, y esa otra persona no
podía transmitir a su vez ese don a un tercero. Felipe el evangelista podía
hacer milagros en Samaria (Hechos 8:6-7), pero no fue sino hasta que vinieron
dos apóstoles de Jerusalén, que los dones pudieron ser impartidos a los
nuevos creyentes en Samaria (Hechos 8:14-19).Los dones de hacer milagros
cesaron con la generación que siguió a los apóstoles.
Observaciones Adicionales:

Hacer milagros en sí mismo no es ninguna garantía de salud espiritual. Los


magos de Faraón parece que copiaban los milagros que se hacían a través de
Moisés. El hombre de pecado in 2Tes. 2:9-10 es descrito como aquel inicuo
cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y
prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se
pierden. Nuestro Señor enseñó que a muchos que afirman que son profetas de
Cristo, y que son exorcistas, en el día del juicio no les será permitido entrar al
cielo debido a que realmente son hacedores de iniquidad (Mateo 7:22-23).

Es digno de notarse que quienes afirman que poseen dones apostólicos hoy en
día, raramente hablan de ciertos milagros que pueden presentar riesgos como
tomar en las manos serpientes venenosas y beber alguna cosa mortífera
(Marcos 16:18). Su silencio acerca de estos temas es ensordecedor.

Nos podemos preguntar, “¿Pero no deberían ser manifiestos los dones el día
de hoy ya que Jesús es siempre el mismo?” La respuesta es que su carácter
esencial no puede cambiar, pero eso no significa que El está obligado a hacer
siempre lo mismo a través de las generaciones sobre la tierra. Como ejemplo,
ya no ofrecemos sacrificios de animales como lo hicieron los santos del
Antiguo Testamento.

A aquellos que pudieran argumentar, “yo lo he experimentado, y no me


importa lo que la Biblia u otras personas puedan decir,” respondemos con las
palabras de Isaías 8:20. ¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan de
acuerdo con esta palabra, es que no les ha amanecido. La Escritura es la
norma por la cual debemos medir nuestra experiencia, y no a la inversa.

¿Se manifiestan nuevamente los dones milagrosos de los apóstoles? No. Ahora
no hay ni apóstoles ni dones apostólicos. Cuando se pusieron los cimientos de
la iglesia, se completó el Nuevo Testamento y se desintegró la nación judía,
cesó también la necesidad de ministerios especiales y de dones milagrosos.
Ciertamente Dios puede realizar milagros ahora, pero el don de hacer milagros
no es dado a nadie en este tiempo.

Desde una perspectiva positiva, la Escritura ciertamente ofrece algo a los


creyentes que es aun mas excelente que los dones extraordinarios que ya
cesaron. Ofrece gracias ordinarias – tales como fe, esperanza y amor, que
ahora permanecen (1Cor. 12:31; 13:8, 13). Aunque “ordinarias”, estas gracias
son sin embargo sobrenaturales, y Dios puso un valor especial en ellas. Sin
santidad nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Es nuestro deber anhelar y
cultivar estas gracias.

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