You are on page 1of 7

Roma y su Imperio

romano e incluso algunos elementos, hasta ahora discutibles, se han revelado


comunes a ambos. Tal es el caso de la casa-cabaña a la casa con tejado como
forma habitual de habitación a mediados del siglo vn; algo similar ocurre con
; Gonzalo Bravo el desplazamiento del hábitat hacia zonas menos elevadas, lo que exigió la
construcción de un agger (terraplén) en Satricum o de un murus terreus en
i ' Roma para proteger su defensa; no obstante, cada día está más claro que el
núcleo urbano originario, como ocurre también en Gabii, estuvo dominado

Historia del por una acrópolis en torno a la que se ubicaban las aldeas («vici»), subordina­
das o sometidas. Por tanto, en el panorama urbano del Lacio primitivo Roma
es tan sólo un exponente —y no siempre el más importante— de unos 40 nú­
cleos conocidos de época arcaica por fuentes escritas y arqueológicas. Pero
no todos ellos pueden ser considerados «ciudades» sino simples «ciudadelas»
(oppida) e incluso aldeas que no superaron la fase de la protourbanización;
otras ciudades latinas, en cambio, disputaron a Roma la hegemonía en el área
o, como los Prisci Latini, fueron dominadas tempranamente por ella (véase
cuadro).

Una 1.4 El Estado monárquico

introducción ^ A
1.4.1 De La reaLeza semilegendaria a La monarquía de origen etrusco

Los primeros tiempos de la historia política romana se remontan a la funda­


ción misma de la ciudad por Rómulo, al que la tradición atribuye también una
importante obra política. Puesto que Rómulo seguramente no existió, ésta
pudo ser realizada por alguno de sus sucesores; más que el régimen monár­
quico, propiamente dicho, de carácter dinástico o hereditario, este primer pe­
ríodo manifiesta la idea de la realeza (Martin, 1982). Los reyes se suceden sin
que exista un aparente vínculo familiar entre ellos; más bien parece que el re­
levo regio se corresponde con el prestigio alternativo de determinadas fami­
lias aristocráticas. Esto presupone un control estricto del poder monárquico
por parte del grupo social privilegiado con capacidad para poner y deponer a
sus «reyes», lo que no encaja bien en la idea antigua de «monarquía». De he­
f cho, las situaciones de interregnum debieron ser frecuentes y más largas de
i
V lo que la tradición romana propone. Durante este tiempo el poder era devuelto
i a los paires como depositarios de los auspicia, según el principio de que entre
dos reinados «auspicia adpaires redeunt». De ellos dependía la propuesta de
un nuevo rey, que sólo era considerado como tal al término de un largo cere­
monial que incluía, entre otros, los siguientes elementos: aprobación por la
asamblea de ciudadanos reunidos por curias (comitia curiata); confirmación
por el senado; auspicatio o consulta de signos divinos; inaugurado o consa­
gración e investidura. Todo ello indica que el rey carecía todavía del poder su­
ficiente para imponerse por sí solo o transmitir la autoridad otorgada a uno de
Historia y Geografía sus hijos.

Alianza Editorial
Roma y su Imperio
1. La Roma arcaica
ca exterior consistente en el control de los enclaves de importancia comercial
Aparte del caso de Rómulo, plenamente legendario, los restantes reina­
siguiendo la línea del Tíber, política que beneficiaba esencialmente al grupo
dos de este primer período cuentan con el apoyo documental y arqueológico
de comerciantes y artesanos de la ciudad y no protegía los intereses fundía­
necesario para que puedan ser considerados «históricos», si bien el relato tra­
nos de la aristocracia gentilicia; realizó también importantes reformas en las
dicional ha contribuido a reducir su obra política a determinados estereotipos
curias elevando su número a 10 por tribu para que el control gentilicio fuera
cuando no a atribuirles instituciones que corresponden en realidad al período
menos eficaz; intentó asimismo modificar las tres tribus existentes, pero cho­
posterior.
có con la oposición de importantes miembros de la aristocracia y con la rivali­
No obstante, parece obligado salvar previamente algunas dificultades.
dad de algunas ciudades etruscas, con cuya ayuda un tal Servio Tulio, de os­
En primer lugar, la onomástica real es tan poco frecuente en la Roma arcai­
curo origen, acabó con su vida ayudado por los hermanos Vibenna, príncipes
ca y posterior (los praenomina Numa, Tulo y Anco constituyen casos de
de la ciudad etrusca de Vulci.
«happax», si se exceptúan los homónimos, probablemente inventados por
Livio; los nomina gentilicios no identifican a familias relevantes de la polí­
tica romana antes de que la «historia temprana» estuviera elaborada) que
1.4.2 La defensa del Estado y La formación del ejército centuriado
cuesta aceptar su historicidad. En segundo lugar, si se admite la cronología
tradicional (desde el 753 al 616) durante 1376 años sólo habrían reinado
El Estado monárquico romano, organizado sobre la base de las tribus — y
cuatro reyes a una media de unos 35 años por reinado, lo que es muy impro­
no sólo de las gentes— , se presenta como un instrumento integrador —no ex­
bable, sobre todo si se tiene en cuenta que los reyes ejercían un poder otor­
clusivista— de la civitas. Los criterios de sangre dejaron paso a los territoria­
gado por el grupo dirigente (la aristocracia gentilicia) o el pueblo (reunido
les; la posesión de tierras, a otras formas de riqueza; en fin, la contribución a
en curias).
la defensa del Estado se impuso sobre los intereses particulares de determi­
Dejando a un lado este tipo de problemas, las figuras de Numa y Anco
nadas familias o grupos .paralelamente eirsfbrzamiento humano_y económi­
son más históricas que la de Tulo, cuyo relato de la conquista y destrucción
co de la estructura estatal supuso un debilitamiento progresivo del sistema
de Alba es consagrado por Livio a engrandecer el valor mostrado por la fami­
gentilicio y de los privilegios políticos de las familias de la nobleza._Además
lia de los Horatii.
sólo algunas de ellas se otorgó el título de «realeza», la elegida alternativa­
En cuanto a Numa, hoy se le considera responsable de la primera consti­
mente para proporcionar un «rey» o jefe político, militar y religioso de la co-
tución romana (Martínez-Pinna, 1985), oculta en clave religiosa en su cono­
mumdad*'La diferencia básica entre el poder regio temprano y la monarquía
cida «reforma sacerdotal», según la cual los collegia de flamines, augures,
posterior es que en ésta el poder político se encuentra mucho más articulado
vestales, salii, fetiales y pontífices integrados por tres miembros o múltiplos
en el conjunto de la estructura social; se diversifican las funciones y la efica­
de tres se correspondían con la distribución tribunal existente (Menager,
cia del Estado depende en gran medida del apoyo de los grupos sociales co­
1976) y algunos, como los «salios» o los «feciales», no eran ajenos a decisio­
rrespondientes. La ampliación del territorio dominado conlleva a menudo la
nes militares.
apertura de la civitas a nuevos grupos o, al menos, un cambio en el sistema de
Por lo que se refiere a Anco, se pone en duda su figura de conquistador
representación política que se adecúe a la nueva situación.
de algunos enclaves estratégicos del Lacio que serían luego controlados por
.* Una pieza clave de este sistema era el ejército, cuya estructura fue varias
su sucesor Tarquinio Prisco. Pero en cuanto que la figura de este último es ya
veces modificada durante el período monárquico. Las acciones militares no
plenamente histórica — aunque se dude a veces si él y el último Tarquinio no
siempre contribuyeron a engrandecer la figura del «rey», sino que, por el con­
serían idénticos— la de Anco y sus descendientes cobra mayor verosimilitud.
trario, en ocasiones la gesta de una familia en batalla empañaba la imagen pú­
La venganza de éstos hasta la propia muerte del rey no debería entenderse
como una represalia ante la imposición de un rey extranjero, como la tradi­ blica del soberano, como ocurrió a propósito de la toma de Alba por Tulo
Hostilio con la colaboración de los Horacios.
ción da a entender, porque Tarquinio, aunque de origen etrusco, se había in­
Si las «curiae» representaban al «pueblo armado», su número debió guar­
tegrado ya en la nobleza romana y fue «elegido» rey por la aristocracia
dominante y confirmado por el pueblo. Probablemente, si la tradición dar correspondencia con las tres tribus originarias, pero más tarde, cuando
historiográfica no es proclive a su figura fue porque ésta se conformó sobre el Tarquinio Prisco instituyó 10 curias por cada tribu, el número de 30 quedó
principio de defensa de los intereses aristocráticos y Tarquinio pretendió mi­ inalterado aunque el de tribus varió ostensiblemente. También este monarca
nimizar la influencia de la élite gentilicia sobre el ejercicio de la monarquía duplicó las tres centurias de celeres existentes o equites con otras tres de equi-
de formas diversas: primero, nivelando los intereses del «senado» introdu­ tes posteriores formando con ellas los sex suffragia elegidos, según Livio, de
entre los primores civitatis, esto es, los «notables» de la ciudad.
ciendo en él a los «paires minorum genitum»; después, adoptando una políti-
Roma y su Imperio
%. La Roma arcaica

Pero ya Servio Tulio^ su sucesor, incrementó el número de las centurias I II


de «caballería» a 18 añadiendo 12 a las seis existentes,-‘que fueron las prime­ CLASES N .° RENTA
ras llamadas a votar. Generalmente los miembros de estas centurias se ex­ CENT. Y EC ES c G L ESP J ARR MÌNIMA
traían de la primera «clase» de ciudadanos, a la que se asignaron 80 centu­
rias, de las cuales 40 eran de seniores o encargados de la defensa de la 18

ciudad, y otras 40 de iuniores o jóvenes responsables de llevar a cabo las 1.a 80 X X X X X X 100.000 ases
guerras exteriores. Si el voto de estos dos grupos de centurias era coinciden­ 2.a 20 X X X X X 75.000 ases
te arrojaba un total de 98, por lo que resultaba innecesario llamar a votar a 3.a 20 X X X X 50.000 ases
las restantes clases y centurias, que en total suponían sólo 95 unidades de 4 .a 20 X X 25.000 ases
voto o centurias. El resultado del sufragio, por tanto, recaía claramente en '5.a 30 X 11.000 ases
las primeras «clases», si bien la contribución a la defensa del Estado obliga 2 artesan o s (con la 1 .a) —
en cuanto cives a todas las centurias censadas excepto a la denominada capi- 2 cornetas (con la 5 .a) —
te censi, que carecía de cualquier tipo de armamento. Aunque el criterio de 1 «capite censi» (resto) —
clasificación «monetaria» — estipulado en ases, con mínimas variantes entre Total 193
Livio y Dionisio de Halicarnaso— sea totalmente anacrónico, es probable
que la descripción de la panoplia militar se aproxime a la realidad. El relato Abreviaturas:
de Livio permite establecer claramente dos categorías dentro de la «infante­ I = A rm as defensivas II = Arm as ofensivas
ría» según que portaran armas defensivas y ofensivas («pesada») o solamen­ Y = yelmo L = lanza
te éstas últimas («ligera»); la primera categoría correspondería a las tres pri­ EC = escudo redondo o «clipeus» ESP = espada
meras clases, mientras que la cuarta y quinta formarían la segunda o, dicho ES = «alargado o scutum» J = jabalina
de otro modo, las tres primeras constituirían la classis y el resto las infra C = coraza ARR = armas arrojadizas
classem, si bien recientemente se tiende incluso a restringir exclusivamente G = grebas
la categoría superior a las centurias de la primera «clase» (Richard, 1978) o
classis clipeata, por ser la única en llevar escudo redondo (clipeum). El pro­
blema se complica si al mismo tiempo se pretende ver en esta reforma el ger­
men de la posterior «legión» romana de 5.000 a 6.000 hombres. En efecto,
consideradas sólo las centurias iuniores de las tres primeras clases (40, 10,
10, respectivamente) el número total de 60 centurias de esta hipotética «clas­ 1.4.3 La orientación política de la monarquía
sis» se corresponde bien con el de una unidad legionaria. No obstante, un
nuevo problema surge si se admite que la «centuria» como unidad militar no x-En los tres últimos reinados se aprecia ya una clara alternancia en l a
tiene por qué identificarse con la «centuria» en cuanto unidad de voto. En orientación política de los respectivos monarcas. A diferencia de los anterio­
este sentido se han propuesto estimaciones razonables que modificarían sen­ res, estos no son ya «elegidos», sino que acce.den.aLtr.ono poriafuerza/Tar-
siblemente las hipótesis anteriores: los 8.000 miembros de las 80 centurias quinio Prisco se deshace de Anco Marcio; Servio Tulio interviene en el «gol­
de la primera clase formarían parte de la división entre «seniores» o «iunio­ pe» contra Tarquinio; Tarquinio el Soberbio se impone como «tirano».
res» en una proporción de 1:4, esto es, 1.600 de los primeros y 6.400 de los Aunque la tradición es contradictoria en muchos aspectos, Servio parece ha­
segundos, aunque a efectos de voto el cómputo de ésta fuera de 80 unidades, ber sido el menos «populista» de los tres» incluso la «constitución servia-
y algo similar debió ocurrir con las centurias de la segunda y tercera clases na», pieza clave de su obra política, tenía un carácter censitario que abocaba
censadas. Sin duda que algunas estructuras políticas y militares prevalecien­ a la configuración de una estructura social dualista: privilegiados y no privi-
tes en el período posterior contenían elementos de épocas precedentes, pero legiados.^Tarquinio Prisco intentó liberarse del rígido control que la nobleza
ello no significa en modo alguno que existiera ya la organización que los ca­ ejercía sobre la monarquía mediante unapolítica en defensa dejos i n t e r é s
racterizaría en el futuro. políticos y económicos de los grupos no privilegiados! Para ello introdujo en
Reagrupando los datós transmitidos por la tradición se obtiene el siguien­ el senado a los paires minorum gentium en igual número — 100— que los re­
te cuadro de situación: presentantes de las gentes maiores. Esta nivelación permitió al monarca des­
pués emprender una política exterior encaminada al control de los enclaves
Roma y su Imperio
1. La Roma arcaica

latinos que favorecían los intereses de los grupos de comerciantes y artesa­ 2 Instituciones y organización social
nos existentes en la ciudad. No obstante, la reacción de la nobleza romana y
probablemente la rivalidad con algunas ciudades etruscas acabó con su vida. Cuando en la historiografía antigua se alude áflos «primeros romanos», éstos
En estos acontecimientos destaca la intervención de un tal Macstarna, que la aparecen ya inmersos en una acabada estructura social — la gentilicia— y po­
historiografía moderna ha identificado con Servio Tulio, su sucesor en el lítica — la monarquía—taunque son escasas las referencias a la economía bá­
trono romano. En realidad Macstarna no es más que «el magister» romano sica de esta primitiva sociedad romana que, remontándose a los tiempos le­
ayudado en su rebelión por la nobleza de la ciudad etrusca de Vulci — los gendarios de la fundación de la Urbs, se presenta ya organizada en gentes. La
miembros de la familia Vibenna— para derrocar al rey de Roma. Sin embar­ gens es la institución social básica de la Roma arcaica, en tomo a la cual se
go, la figura de Servio Tulio contiene todavía algunos elementos enigmáti­ configura la sociedad romana y el propio Estado. En efecto, según la tradi­
cos (Ridley, 1975), especialmente respecto a su origen (¿etrusco, romano, ción, Rómulo eligió a 100 ciudadanos destacados, a los que otorgó el rango
esclavo?) y a la peculiar orientación de su política en favor de unos u otros de paires, sean o no éstos los miembros del senado originaria Aunque los
grupos sociales. textos hablaruíe ellos como paires familiarum, hoy se suelen entender como
Dionisio de Halicamaso lo considera «extranjero y sin patria», lo que se «jefes de las gentes» (Romano, 1984, 83), porque los propios escritores ro­
corresponde bien con una tradición latina tardía recogida por Justino que lo manos, sobre todo los más tardíos (Festo, Macrobio), utilizan indistintamente
identifica como servus Tuscorum, esto es, «esclavo de procedencia etrusca»; ambos vocablos (familia y gens) en contextos visiblemente distintos.
el mismo origen servil del rey se recoge en otra tradición, según la cual Servio En la interpretación tradicional, mientras que la primera forma parte de
sería hijo de Ocrisia, esclava de Tanaquil, la esposa de Tarquinio Prisco; en la segunda pero puede existir fuera de la «gens», ésta presupone un agregado
fin, el origen latino de Servio no podría descartarse, puesto que es el que más de familias unidas por lazos comunes: de sangre, culto, hogar, defensa y, por
se ajusta al contexto político de la época de rivalidades entre la nobleza de las supuesto, intereses. Naturalmente, estos vínculos entre los miembros de un
ciudades latinas y etruscas por controlar el trono romano. mismo clan fueron más estrechosül principio, cuando un reducido grupo de
Por otra partefresulta indudable que las reformas internas llevadas axabo ^ _ , familias se encontraba sometido a la autoridad del «paterfamilias»^ más tar­
por Servio, tanto en el ámbito de las tribus como en el del ejército «centuria- y iu de, cuando la organización gentilicia quedó relegada ante la estructura fami­
do», supusieron la reorganización social y política de la primitiva comunidad y liar simple, los miembros de las gentes conservaron en su onomástica — el
romana: Pero no parece que este rey haya podido lih£rars£.deJas-exigeneias nomen— el prestigio de un origen gentilicio, del que no participaban otros
del grupo patricio que le había encumbrado en el tronóf En efecto, la organi­ segmentos de lapoblación romana:plebeyos y_clientes. -Por tanto, esta primi­
zación centuriada favorecía claramente a este grupo aun cuando otros que­ tiva diferenciación social debe ser adscrita a un momento posterior a la «co­
daron también representados. Si, como parece, no es correcto atribuir a Ser­ munidad» gentilicia originaria, en la que tal jerarquización no debió existir.
vio la creación de las 16 tribus rústicas, que favorecería ante todo las No obstante, es indudable que, si ab origine existió una diferenciación interna
pretensiones de plebeyos y clientes^los grupos no privilegiados quedarían. entre los grupos constitutivos de la gens (familias agnaticias o descendientes
relegados a los derechos políticos. Con el apoyo de éstos, en cambio, Tarqui- ' del primer varón; familias cognaticias o descendientes por línea materna), un
nio el Soberbio, un descendiente — quizá nieto— del anterior, consiguió contraste similar debió haber entre las gentes (maiores y minores), de tal
derrocar a Servio y erigirse en un auténtico «tirano>n;.ontra los intereses de la modo que la comunidad de intereses resulta difícil de admitir, tanto «dentro»
aristocracia.-, La política populista de Tarquinio representaba la alternativa al como «fuera» de tMa^Patres y gentes se distinguieron por su desigual capaci­
régimen anterior, en el que los grupos privilegiados habían logrado una am­ dad económica, militar y¿ en consecuencia, también política, poLb-queuiafis
plia participación en el Estados Fue entonces, si no ahora, cuando la plebe^se aniesgado pensar que los primerospatres-senatores acumularon la condición .
constituyó en «grupo político» (Richard, 1978) capaz de disputar al patricia- '• de «jefes» de las «gentes» más poderosas y representantes de las familias más
do su protagonismo político tradicional:Tinalmente, la reacción de este..últi- • influyentes dentro de ellasrDe este modo la auctoritas patrum definiría a
mo abocó en 509 a. de C. a la expulsión del rey romano, que buscó refugio 'T1 <v;. unos y otros, pero al mismo tiempo se excluirían de ésta aquellos «senatores»
primero en Etruria y después en Cumas, en la corte de Aristodemor El «pue- que no gozasen de esta doble condición (luego llamados conscripti). Una
blo» se había sublevado contra la «aristocracia», pero en esta ocasión los no­ anotación de Festo nos informa además quáfla elección de los miembros del
bles consiguieron controlar la situación e instauraron una «república»; en la «senado» debía hacerse curiatim, es decir, por curias. La curia era una orga­
que pronto esta oposición adaptaría formas más violentas de resistencia y re­ nización social superior en la que se agrupaban los varones («co-viri») Q_ciu-
chazo al orden instituido,- dadanos*(«quirites», del latín quiris, lanza) que, sin embargo, no se corres­
ponde con la acepción recogida más tarde en el término griego «kúrios» o
1. La Roma arcaica Roma y su Imperio

señor, y en el posterior latino de dominus, como persona que tiene la facultad Clustumina — sobre el territorio de Crustumerium— la última tribu creada.
(potestas) de ejercer dominio sobre algo o alguien. Que se trataba de unawr- Por tanto, si se acepta este dato, las 16 tribus anteriores procederían de época
ganización restringida Jo prueba el hecho de que las curias (viejas y nuevas) monárquica, en cuyo caso Servio Tulio sería el responsable de esta impor­
no pasaron de 30, mientras que el número de gentes fue-de 300, a 100 por tante innovación. No obstante, aunque el proceso de distribución del ager en
cada una de las tres tribus originariasífque sin embargo aumentaron hasta 35 tribus sea oscuro todavía en muchos aspectos (Taylor, 1960), es indudable
áTTinal del proceso, en plena época republicana. Las curiae plantean dos pro­ que el número total de tribus era todavía 21 en 387 a. de C., cuando se proce­
blemas básicos: uno, referido a su precisa composición social; el otro, relativo dió al reparto del ager veientanus, tras la toma de la ciudad etrusca de Veyes
a su función política. El primero consiste en saber si, a la luz de los textos an­ por Camilo, por lo que la creación de las tribus rústicas podría haber sido
tiguos, los «curiados» eran extraídos de las gentes o de las «tribus», habida muy posterior a la fecha asignada por la tradición. Lo mismo que las tres tri­
cuenta de que estas últimas incluían ciudadanos no «gentiles». Mientras que bus originarias fueron aumentadas a cuatro por Servio Tulio hacia mediados
Dionisio de Halicarnaso utiliza el término «guenikai» refiriéndose a las tri­ del siglo v i a. de C. con el fin de integrar en ellas a los nuevos ciudadanos
bus, el correspondiente latino «genera» es utilizado por algunos autores ro­ inscritos en el censo, la creación de las tribus rústicas resulta inseparable tan­
manos para describir la composición de las curias; la imprecisión semántica to del progresivo dominio romano en el ámbito latino como de la necesaria
de un término como «genus» sugiere una cierta heterogeneidad del grupo que ampliación del cuerpo cívico, incorporando en él no sólo a los ciudadanos
carecería de sentido si sus miembros pertenecieran sólo a las gentes. Por residentes en la Urbs, sino también a los ciudadanos residentes en el ager,
tanto, las curiae debieron incluir elementos aún no integrados en el sistema que pertenecían a las «clases» inferiores de la civitas.
gentilicio y del que tampoco formarían parte después cuando éste entró en Pero lo importante es observar que esta nueva distribución tribal signifi­
descomposición. En este sentido,'la cuna sería una instituciónlemprana,Atri­ caba la superación de la estricta organización decimal y ternaria de la socie­
buida a Rómulo, y de ella formarían parte todos los ciudadanos en cuanto dad romana originaria en tribus (T), curias (C) y gentes (G):
«quirites»; con una función básicamente militar. -
La cuestión de la función política de las curiae es aún menos clara. Hasta 1 1 T=3
hace poco se pensaba que se trataba de una organización militar paralela a la 10 10 10 C = 30
«fratría» griega, pero después se ha rechazado esta interpretación (Palmer, 100 100 100 G = 300
1970) arguyendo que, de tratarse de una reunión armada, los comitia curata
no habrían podido celebrarse dentro del pomerium, como habitualmente . Las razones de esta nueva distribución fueron sin duda demográficas y
ocurrió. Los nombres de las «curias» incluyen a veces topónimos ( Veliensis, territoriales, pero también institucionales. En efecto, la civitas dejó de ser un
Foriensis), que recuerdan el lugar de las reuniones.-vcuva función principal privilegio exclusivo de los grupos más acomodados de la población y hasta
parecehaber sido otorgar el imperium a los magistrados, probablemente ya entonces residentes generalmente en la ciudad, porque las necesidades de de­
durante el período monárquico, pero con seguridad desde comienzos del re- fensa del Estado exigieron pronto la incorporación de nuevos elementos al
publicancrT La lex curiata de imperio precedió al ejercicio anual de los ma­ p o p u lu s Quienes poseían armas (lanza, espada) y equipamiento defensivo
gistrados superiores con atribuciones militares?El tercer nivej institucional (coraza, escudo), organizados en «centurias», constituyeron la classis, que
de la sociedad romana arcaica era la pertenencia a una tribu, que sólo corres­ era la base del ejército romano; quienes, por el contrario, carecían todavía de
pondíala la población «ciudadana»*-Scgún la tradición, hubo tres tribus ori­ estos equipos formaban el grupo de los infra classem hasta que, como ciuda­
ginarias, de cuyos nombres (Tities, Ramnes, Luceres)*§eha pretendido de­ danos, pudieran ser incluidos en la categoría superior. Pero esto no significa
ducir la naturaleza de sus respectivos contingentes (sabinos, romanos y que, como pretendía Mommsen, populus y aristocracia —classis en termino­
etruscos oIatinós)fí©dos ellos de extracción urbana y vinculados directa o logía militar— fueran organizaciones idénticas, de las que quedarían exclui­
indirectamente con la fundación de la Urbs. Pero poco después, en plena dos los plebeyos como infra classem. Al contrario, se sabe que éstos partici­
época monárquica, "Servio Tulio realizó un nuevo.repario de ciudadanos en paban en el exercitus como infantería ligera (Martínez-Pinna, 1981), del
función de criterios exclusivamente territoriales: creó una nueva tribu urba­ mismo modo que lo hicieron más tarde los clientes que lograron acceder a la
na y cambió sus nombres (Suburana, Palatina, Collina, Esquilina'jí, pero la c iudadaní affiueron éstos —y no los plebeyos— en su condición de «depen­
creación de las 16 tribus rústicas adscritas al ager romanus debe haber sido dientes» de unpatronus aristocrático quienes en un primer momento estuvie-
posterior, probablemente no anterior al siglo v (Magdelain, 1971,113), aun­ ron excluidos de la civitas: en cuanto clientes estaban vinculados a un patro­
que Tito Livio y Dionisio afirman que en 495 a. de C. el número de tribus no, al que justaban obligados a prestar determinados servicios (mano de obra,
existentes era ya de 21, esto es, las' cuatro urbanas y 17 rústicas, siendo la defensa) o ayudas económicas (contribución a la dote de la hija) a cambio de
1. La Roma arcaica Roma y su Imperio

protección. Dada esta estrecha relación entre ambos, no es sorprendente que identificar a estos nuevos senadores. Y a los autores antiguos discrepaban al
algunos textos se refieran a los «clientes» considerándolos liberi (hijos) de reconocerlos unos como patricios (Livio, Cicerón) y otros como plebeyos
los patronos, ^ñenominación que, aunque se use en sentido figurado, parece (Dionisio, Plutarco, Dión). La cuestión se plantea por el hecho de que en el
indicar que éstos eran «libres», si bien temporalmente ligados a relaciones de primer año de la República estos autores parecen distinguir a los paires, pro­
dependencia/'Si los patronos, en calidad de grandes propietarios, residían en piamente dichos, de los conscripíi o inscritos en una lista, que sin embargo
la ciudad, sus clientes de los pagi rurales serían los encargados de explotar la gozaban de la misma condición de «senadores». No es claro si estos últimos
parte del ager perteneciente a aquéllos: Pero más tarde la creación de las tri­ son así denominados por tratarse de plebeyos promocionados, entendiendo la
bus rústicas dio la oportunidad a plebeyos y clientes de acceder a una porción expresión paires et conscripíi como bimembre (Momigliano, 1966) o si, por
del ager, otorgamiento que sólo debió afectar a las tierras públicas.'’'No obs­ el contrario, ésta debería ser entendida como quipaires qui conscripíi para di­
tante, una parte de laplebs urbana, que denominaba al grupo de ciudadanos ferenciar a éstos de los paires originarios que habían logrado ya transmitir el
sin tierras, pasó a convertirse también en plebs rustica, del mismo modo que rango de nobleza a sus descendientes:
muchos «clientes» fueron favorecidos por estos repartos y lograron de este
modo acceder a la ciudadanía. Como grupos no privilegiados de la civitas,
sus intereses eran afines, si bien los últimos siguieron durante algún tiempo 1 .os PRINCIPIOS
manteniendo estrechos vínculos con sus antiguos patronos. Por esta razón, FUENTE RÓMULO REYES T. PRISCO REPÚBLICA
cuando los plebeyos organizaron la primera secessio en 494 a. de C. y se ne­
garon a formar parte del ejército, los antiguos clientes — ahora ciudadanos— Livio
fueron reclamados por los miembros de la aristocracia en defensa de sus tra­ I, 8 ,7 100
dicionales intereses. I ,3 5 ,6 + +100
> Pero la institución más importante dedaJELoma arcaica fue. sin dudajglSe- II, 1,1 0 (patricios) = 300
nado, en tomo al cual giraron las innovaciones políticas más destacadasde
D ion isio de
este período^Resultado de la evolución del primigenio «Consejo de ancia­
H alicam aso
nos» característico de muchas sociedades tribales antiguas^^eLSkaaíu^-monár-
II, 4 7 ,1 100
quico (del latín senex, viejo) se remonta .generalmente a Rómulo, quien, se­
I I ,4 7 ,2 +50 + 100 = 300
gún la tradición, habría instituido este órgano con los 100 paires de las
III, 6 7 ,1 (plebeyos)
primitivas gentesiLivio, Dionisio de Halicarnaso, Plutarco y Dión Cassio,
entre otros, atribuyen su creación al «fundador» de la ciudad. Excepto Cice­ C icerón
rón, que no menciona expresamente su número (pristinum numerum), el resto D e r.p ., p ristin u m
asigna la entidad de 100 miembros al Senado romano originario. Asimismo 11,3,5 num erum + 50 d uplicatio = 200?
todos, salvo Dión, suponen que este número aumentó durante el primer perío­ (patricios) = 300?
do, si bien la oscilación varía entre los 50 nuevos senadores de Cicerón y los
100 propuestos por Dionisio y Plutarco, aunque Livio no especifica el incre­ P lutarco
mento, dando a entender, sin embargo, que^laverdadera reforma de esta insti­ R óm ulo, 13.1 100
tución fue llevada a cabo por Tarquinio Prisco, quienintrodujo en.el Senado R óm ulo, 20.1 +100
100 nuevos paires minorum gentium, a los que Tácito confunde con los cons- N um a, 2.6 150
cripti atestiguados el primer año de la República.' P oplicola, 11 — 164 = 300
Esta duplicación es asumida expresamente por Cicerón, pero mientras (plebeyos)
Dionisio considera que el aumento consistió en 1/3 (esto es, 100), Dión se in­
D ión C assio
clina por 2/3, es decir, 200. Se ha estimado incluso que el número de nuevos
(e n ZONARAS,
senadores en 509 a. de C. sería mayoritario (164 de 300) - (Richard, 1978,
482), y Cicerón asegura que el senado de Bruto fue «elegido de entre todos
7.8)
V 100 +200 = 300
(plebeyos)
los ciudadanos» (ab universo populo)*La tradición es unánime acerca del to-
ta jde 300 senadores de época republicana, que se mantendría hasta las refor­
mas de Sila del año 81 a. de C: No obstante, el problema sigue siendo cómo
1. La Roma arcaica ^

En ambos casos, no obstante, persiste la duda de si los conscripti —patri­


cios o plebeyos— pertenecen al período monárquico o son la primera mani­
festación institucional de la época republicana; en el primer supuesto su in­
troducción en el senado no se debería a Servio Tulio, como suele creerse, sino
más bien a Tarquinio el Soberbio,""enfrentado a la creciente influencia del pa-
triciado; en el segundo, los responsables serían Junio Bruto, primer cónsul ro­
mano, o Marco Valerio Publicóla, que hizo frente a Porsenna de Clusium tras
la expulsión del último rey romano.

You might also like