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Esther Perel

Inteligencia erótica
Claves para mantener la pasión en la pareja

temas'dehoy. VIVIR MEJOR


1
1

ÍNDICE

Introducción ............................................................................ 17

Capítulo 1. De la aventura a la cautividad: por qué la búsqueda


de la seguridad debilita la vitalidad erótica ........................ 27
E! poema Wild Things in Captivity ha sido extraído de The complete poems of D.H. Lawrence,
D. H. Lawrence (ed. V. de Sola Pinto y F. W. Roberts), copyright de Estate of Frieda I.awrence
Ravagli 1964, 1971. Capítulo 2. Más intimidad, menos sexo: el amor busca
Reproducido con d permiso de Pollinger•Limited y del propietario.
proximidad, pero el deseo requiere distancia ..................... 49
Todos los nombres y detal!es identificativos de las personas que aparecen en este libro han sido
cambiados para proteger su privacidad. Capítulo 3. Las dificultades de la intimidad moderna:
el diálogo no es el único camino a la intimidad ................ 71
E! contenido de este libro no podrá ser reproducido,
ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Capítulo 4. Democracia versus sexo apasionado: el deseo
y el igualitarismo no se rigen por las mismas reglas 89
Todos los derechos reservados.

Título odginal: Mating in Captivity

Colección: VJVlR MEJOR Capítulo 5. ¡Sí puedes! La ética protestante del trabajo
se enfrenta a la degradación del deseo ............................... 111
© Esther Perel, · 2006
© Redactores en Red, 2007, por la 'traducción
© Ediciones Temas de Hoy, S.A¡. (T.H), 2007
Paseo de Recoletos, 4. 28001 Madrid
Pdrnera edición: abril de 2007 Capítulo 6. El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien
ames: cuand9 chocan puritanismo y hedonismo ............... 133
www.temasdehoy.es
ISBN: 978-84-8460-590-4
Depósito !egá!: M. 11.584-2007
Preimpresión: J. A. Diseño Editorial, S. L.
Impreso en Mateu Cromo AA.GG., S.A. Capítulo 7. Modelos eróticos: dime cómo te amaron y te diré
Printed in Spain-Impreso en España
cómo haces el amor ............................................................. 155
Capítulo 8. Paternidad: cuando tres constituyen una amenaza
para dos .................................:............................................... 177

Capítulo 9. Piel y fantasías: en el santuario de la mente erótica


encontramos una ruta directa al placer .............................. 209

Capítulo 10. La sombra de un tercero: replanteándose


la fidelidad ···-·······-···-························································ 237

Capítulo 11. Volviendo a poner laxen «sexo»:


traer el erotismo al h?gar ..................................................... 269
A mis padres, Icek Pere! y Sala Ferlegier.
Su vitalidad sigue viva en mí.
Notas ........................................................................................... 295
Bibliografía ................................................................................. 303

1
! !

AGRADECIMIENTOS

Nunca había escrito un libro. Pensaba que no podría soportar la


soledad. Me sorprendió descubrir que podía volcar en papel mi
amor por la colaboración y las charlas de medianoche. Tiendo a
pensar durante las conversaciones: mis ideas surgen y se aclaran
al pronunciarlas. Algunas personas me ayudaron a hablar; y otras,
a escribir. Les debo tanto..., mucho más que este modesto tribu­
to. Ya que hemos reflexionado sobre el amor y el sexo durante
dos años, sólo quiero decir que cada palabra representa un beso
de gratitud.
Sarah Manges, extraordinaria editora: tú has sido mi brújula.
Me has hecho mantener el rumbo cuando las ráfagas de ideas
amenazaban con apartarme del camino. Laura Blum: tú le diste
vuelo a mi prosa. Como mi lengua materna no es el inglés,
pierdo algunos matices del idioma que tu don poético siempre
captura. Michele Scheinkman: nunca sé si una idea tiene senti­
do hasta que me das tu aprobación. Gail Winston, mi editora
de HarperCollins: creíste en mí como lo hace una madre; me hicis­
te ordenar mis pensamientos dispersos y me mantuviste alejada
de la jerga técnica. Mary Wylie: cuando editaste el artículo ori­
ginal, In Search of Erotic Intelligence: Reconciling Sensuality and
Domesticity, en el cual se basó este libro, ¿sabías lo lejos que lle­
garíamos? A menudo comprendías lo que quería decir antes de
Agradecimientos l 3
12 Inteligencia erótica

que yo lo hiciera. Rich Simon: tú has puesto todo esto en moví: niste siempre que perdía el paso. Adam, mi hijo mayor: tú eres
miento. Una simple pregunta en la primavera de 2002 ( «¿En qué mi genio del ordenador. Para mí significó mucho tu profundo inte­
has estado pensando últimamente?») me impulsó a enviarte algu­ rés por mi trabajo, incluso cuando éste me llevó a otros lugares.
nas ideas sueltas, las cuales, después de once versiones, termina­ Noam, mi hijo menor: te prometo que, cuando tengas la edad sufi­
i¡ ciente, estaré encantada con que leas mi libro.
ron en las páginas de una revista de vanguardia: The Psycho­
therapy Networker. Ése pudo haber sido el final: un artículo
interesante. Sin embargo, tú, Tracy Brown, hurgaste en las tien­
das de revistas, como sólo sabe hacerlo un representante empren­
dedor. Tú descubriste la portada de UtneReader, que había repro­
ducido mi artículo del Networker. Estrechamos lazos enseguida
y comenzamos este viaje increíble. Estoy recomendándote a dies­
i!¡
'I'i tro y siniestro. llana Berger: tú me introdujiste en el mundo de
1 li la terapia sexual. Tú has sido mi mentora y mi amiga. Michael
Shernoff: al ofrecerme un punto de vista homosexual, has impe­
dido que cayera en los clichés heterosexuales. Patri Cohen y David
Bornstein: es un honor para mí que me hayáis aceptado en vues­
tro . círculo de escritores. Sandy Petrey, gracias por haber sido
una lectora perspicaz. Shelly Kellner: aportas un raudal de orga­
nización a mi caos. Tu respaldo investigador fue impecable. Anya
Strzemien: pasaste horas escuchando mi voz en las cintas y lue­
go transcribiéndolas. ¿Podemos volver a trabajar juntos? Miriam
Baker: gracias por la maravillosa metáfora de la cautividad.
No exagero cuando menciono la·colaboración que recibo por
parte de mis pacientes. Me siento honrada por la confianza que
depositaron en mí. Gracias por permitirme entrar en vuestras
almas y por permitirme usar vuestras historias para enriquecer
la vida de otros. Amigos: únanse, por favor, también a la lista.
No puedo nombrar a cada uno de los que cenaron conmigo y ana­
1: lizaron las complejidades del deseo, pero vosotros sabéis quiénes
son. No puedo agradecéroslo bastante.
Jack Saul: hemos estado juntos durante casi un cuarto de
siglo. Sé que valoras el tema que elegí. No hubiera podido llevar
a cabo este proyecto sin tu eterno apoyo y entusiasmo. Intervi-
WILD THINGS IN CAPTIVITI

Wild things in captivity


while they keep their own purity
won't breed, they mope, they die.

All men are in captivity,


active wíth captive activíty,
and the best won't breed, though they don't know why.

The great cage of our domestícity


kills sex in a man, the símplicíty
11,, of desíre is dístorted and twisted a wry.

And so, wíth bítter perversíty,


grittíng against the great adversíty,
the young ones copulate, hate ít, and want to cry.

Sex is a state of grace.


In a cage ít can't take place.
¡'
'i
':

·¡
,
:: Break the cage then, start in and try.

D. H. LAWRENCE

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1 j1 INTRODUCCIÓN
,I

La historia del sexo en las parejas modernas comprometidas en


general muestra una disminución del deseo e incluye una larga
lista de coartadas sexuales, las cuales pretenden explicar la inelu­
dible muerte dé Eros. Últimamente, parece que todo el mundo,
desde los informativos matinales hasta el The New York Times,
ha sopesado el tema. Nos advierten de que muchas parejas no
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tienen sexo frecuentemente, incluso cuando afirman amarse el uno
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al otro. Hoy en día, las parejas están demasiado ocupadas, dema­
siado estresadas, demasiado implicadas en ¡¡ c¡ianza de los hijos
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y demasiado cansadas para el sexo. Y si esto no es suficiente
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para adormecer sus sentidos, los antidepresivos indicados para ali­
viar el estrés causan la destrucción final. Resulta irónico que suce­
da esto con la generación de la posguerra, que hace treinta años
fue precursora de una nueva era de liberación sexual. Ahora que
estos hombres y mujeres, y las generaciones que les siguieron, pue­
den tener todo el sexo que quieran, parecen haber perdido el
deseo.
Aunque no pongo objeciones a la precisión de los informes que
presentan los medios de comunicación {seguramente estamos más
estresados de lo que deberíamos), me parece que, al centrar
su atención casi exclusivamente en la frecuencia y cantidad de
las relaciones sexuales que mantiene una pareja, sólo abordan
18 Inteligencia erótica
Introducción l 9

las razones más superficiales de este malestar que aqueja a tan­


tos. Creo que se trata, además, de otras cosas. sexua1mente plenas. '; Resulta sorprendente por qué tantas rela-
Los psicólogos, terapeutas sexuales y sociólogos se han enfren­ c1. 0nes se desmoronan bajo el peso de todo esto?.
Es d'f'
1 1c1·1 gene-
tado al nudo gordiano de cóm() <:oµciliar sexualidad y domesti­ rar emoc10 "'n, expectativa y lujuria con la misma persona con 1a
. . . .
cicl\ld. Nos ofrecen gran cantidad de consejos sobre cómo com­ que buscas bienestar y estabilidad, pero no es unpos1ble. Os mv1-
prar en el mercado de las especias para agregarle nuevos sabores to a pensar en formas de introducir riesgo en la segun·dad, mis­ ·
.
teno en lo familiar e innovación en lo duradero.
al sexo en una pareja comprometida. Nos enseñan que la pérdi­
En el camino, abordaremos cómo la idi' eo og1a moderna di e
da del deseo es un problema de calendario, que puede solucio­
narse mediante habilidades organizativas y un mejor estableci: amor. a veces choca con las fuerzas del deseo_- El amor florece en
nn ·amb_1ente de.. intimidad, •·· reciprocidad e igualdad. Buscamos
º
miento de las prioridades, o que es un problema de comunicación
conocer a nuestro ser amado, mantenerle cerca, reducir • la d'is-
que puede mejorarse al expresar verbalmente y con precisión qué
es lo que deseamos sexualmente. tancia entre nosotros. Nos preocupamos por aquellos a los que
No me inclino por el enfoque estadístico sobre el sexo: si aún amamOs, nos ocupamos de ellos y nos sentimos responsables de
ellos. Para algunos, el amor y el deseo son inseparables. Sm• emb· ar-
tienes sexo, con qué frecuencia, cuánto dura, quién llega prime­
ro al orgasmo y cuántos orgasmos tienes. En lugar de eso, quie­ g , para muchos otros,.la intimidad emocional inhibe la expre.­
ro hacer preguntas que no tienen respuestas fáciles. Este libro � ero't'ca
s10n 1 Los elementos de cuidado y protección que fomen­
habla sobre del erotismo y la poética del sexo, sobre la natura­ taítéf�rri;r a menudo bloquean la naturalidad que estimula el
leza del deseo erótico y los dilemas relacionados con ello: ¿qué placer erótico.
. . . .
se siente cuando amas a alguien?; ¿y qué diferencia existe con ··Mi opinión, avalada por veinte años de e¡erc1c10 profesional,
desear a alguien?; ¿la buena intimidad siempre lleva al buen sexo? es la de que, en el proceso de establecer seguridad, n1u,chas pa.r�-
· s confmiden amor con fusión. Esta mezcla constituye un mal
¿Por qué la transición a la paternidad a menudo es sinónimo de
desastre erótico? ¿Por qué lo prohibido es tan erótico? ¿Es posi­ :uguri;;:r;�í-����:·¡;;�;;"mantener el ardor de la_ pasión hacia i
ble desear lo que ya tienes? el otro, debe existir un puente que cruzar. El erotismo reqmere ,'.
Todos compartimos una necesidad básica de seguridad, que cierta distancia. En otras palabras, el erotismo prospera en el espa-
ci� �;.;tr¡ �no mismo y el otro. Para tener una relación de int1- :
'·:! nos conduce, en primer lugar, hacia relaciones que impliquen un
nivel de compromiso, pero tenemos una necesidad· igualmente midad c.on el que amas, debes poder soportar esta brecha Y sus :
fuerte de aventura y emoción.. El idilio moderno nos asegura que incertid1unbres.
es posible hallar estos dos grupos de necesidades en un solo lugar. Mientras masticas esta paradoja, considera otra: generalmen­
Sin embargo, no estoy convencida. Hoy en día, recurrimos a una te, el deseo viene acompañado de sentimientos que parecen poner
sola persona para que nos proporcione aquello que alguna vez obstáculos al estilo del amor. Para empezar, se me ocurren: agre-
proporcionó todo un pueblo: una sensación de pertenencia, sig­ sión, celos y discordia. Exploraré las presiones culturales que dan
nificado y continuidad. Al mismo tiempo, esperamos que nues­ forma al sexo domesticado y que lo convierten en justo, eqmta­

I! tras relaciones de pareja sean románticas además de emocional y tivo y seguro, pero que también dan como resultado parejas ab�­
rridas. Quisiera sugerir que podríamos llegar a tener sexo mas
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l¡¡!i¡i1-
1
20 Inteligencia erótica Introducción Z l

emocionante, juguetón y hasta frívolo si estuviéramos menos limi­ pare)·a, el sexo también mejorará. Según mi experiencia, ése no
tados por nuestra tendencia cultural hacia la democracia en el dor­
suele ser el caso.
mitorio. Tradicionalmente, la cultura terapéutica ha sido más parti­
Para apoyar esta idea, desviaré al lector hacia la historia social. daria de la palabra hablada que de la expresividad del cuerpo.
Veremos que las parejas contemporáneas invierten más en el amor Sin embargo, la sexualidad y la intimidad emocional son dos
que antes, aunque, en un cruel giro del destino, este mismo mode­ idiomas distintos. Quisiera volver a colocar al cuerpo en el lugar
lo de amor y matrimonio es el que se encuentra detrás del aumen­ Í;gitimo e importante que ocupa en las discusiones relaciona­
to exponencial del índice de divorcios. Deberíamos preguntamos das con las parejas y el erotismo. J;:L�,u�rJl.o sgele p:imeµer..:v,er:
entonces·si las estrncturas maritales tradicionales alguna vez podrán c;!¡!dc9- e_1noc:ionales que las palabras pueden pasar por altq fácik
cumplir con este mandato, sobre todo cuando el «hasta que la muer­ _
m;nte. Las mismas dinámicas que constituyen la fuente de
te nos separe» lleva aparejada una expectativa de vida dos veces ;��flictos en una relación ( en especial aquellas relacionadas con
mayor a la de siglos anteriores. el poder, control, dependencia y vulnerabilidad) a menudo se
El eÍixir mágico que está dirigido a hacer esto posible es la vuelven deseables, al ser erotizadas y experimentadas con el
intimidad. Llegaremos al fondo de esto a través de varias ópti­ cuerpo. El sexo se convierte al mismo tiempo en una manera
cas, pero vale la pena destacar que el cliché que ve a la mujer de aclarar los conflictos y confusiones que giran en torno a la
como totalmente romántica y al hombre como conquistador intimidad y el deseo, y en una manera de comenzar a sanar
sexual debió haberse desmentido hace mucho tiempo. Lo mismo esas grietas destructivas. El cuerpo de cada uno de los miem­
sucede con las ideas de que las mujeres anhelan el amor, son bros de la pareja, marcado como está por la historia personal
esencialmente fieles y con tendencia a la domesticidad; y que los y las reconvenciones culturales, se convierte en un texto para
hombres, biológicamente, no son monógamos y le temen a la que leamos todos juntos.
. .
intimidad. Los cambios sociales y económicos que han tenido Siguiendo con el tema de la lectura, éste es un buen momen­
lugar en la historia occidental moderna han sorteado la línea tra­ to para explicar algunos términos que encontrarás en el libro. Para
dicional de géneros al situar estas cualidades tanto en hombres aclararlo, utilizaré la palabra «matrimonio» para referirme a los
como en mujeres. Los estereotipos pueden tener cierto grado de compromisos emocionales de larga duración y no sólo al estado
verdad, pero se quedan cortos cuando se enfrentan con las com­ civil. Y me moveré libremente entre los pronombres masculinos
plejidades de las relaciones modernas. Yo busco un enfoque más y femeninos sin juzgar a ningún género en particular.
andrógino del amor. Como revela mi nombre, soy de sexo femenino. Algo tal vez
Como terapeuta de parejas, he invertido las prioridades tera­ menos obvio es que soy un híbrido cultural. He vivido en muchos
péuticas habituales: en mi especialidad te enseñan a preguntar lugares diferentes y quiero darle una perspectiva cultural infor­
primero por el estado de la relación y después preguntar cómo mada ( o una perspectiva multicultural) al tema de este libro. Cre­
se manifiesta eso en el dormitorio. Visto de esta manera, la rela­ cí en Bélgica, estudié en Israel y finalicé mi formación en los Esta­
ción sexual es una metáfora de la relación en su totalidad. La dos Unidos. Después de vivir en medio de distintas culturas
suposición subyacente es que si podemos mejorar la relación de durante más de treinta años, tengo la perspectiva de alguien que
22 Inteligencia erótica Introducción 23

ades de políglota. Tengo pacientes hete­


está cómodo mirando desde fuera. Esta posición privilegiada me /rtmlticulrural y mis habilid
(en este momento no trabajo con la
ha proporcionado ópticas diversas para mis observa.ciones sobre . i:osexuales y homosexuales
etidos, solteros y vuel­
cómo desarrollamos la sexualidad, cómo nos conectamos con e[ · población transexual), casados, comprom
y de edad mediana.
otro, cómo hablamos del amor y cómo nos atraen los placeres . ros a casar. Tengo pacientes jóvenes, viejos
del cuerpo. Ellos cubren una amplia gama de culturas, razas y clases. Sus
He transferido mi experiencia personal a mi labor profesio­ : 'historias individuales hacen resaltar las influencias culturales y psi­
nal como médica, .maestra y especialista que trabaja en el campo . {cológicas que determinan el modo en que amamos y deseamos.
de la psicología transcultural. Al centrarme en el área de la tran­ ·. Una de mis experiencias personales que más me formó y que
·
sición cultural, trabajé específicamente con tres tipos de pobla-. · ·subyace tras este libro puede pareceros tortuosa, pero debo reve-
Clones diferentes: familias de refugiados y familias internaciona­ ,,; lárosla, ya que clarifica las motivaciones más profundas que avi-
les ( que son los dos grupos que más se desplazan hoy en día, . van mi pasión. Mis padres fueron supervivientes de los campos
aunque por razones muy distintas), y parejas interculturales Úas nazis de concentración. Durante años y a diario, se enfrentaron
cuales incluían tanto a las de razas distintas como a las de dis­ cara a cara con la muerte. Mi madre y mi padre fueron los úni­
tinta fe). Para ellos, los cambios culturales no eran resultado de cos supervivientes de sus respectivas familias. Tras esta experien­
mudanzas geográficas, sino que tenían lugar en sus propias salas cia, deseaban enfrentarse a la vida con ganas y hacer que cada
de estar. Lo que realmente despertó mi interés fue cómo esta mez­ día fuera el mejor. Ambos sentían que se les había otorgado el don
cla de culturas influenciaba las relaciones de género y los méto­ único de volver a vivir. Creo que mis padres eran personas poco
dos para criar a los niños. C011sid.eré los distintos significados comunes. No sólo querían sobrevivir, sino que querían revivir.
del matrimonio, y cómo su papel y lugar en el rriás amplio siste­ Tenían sed de vida, crecieron en medio de experiencias desbor­
ma familiar varían de acuerdo al contexto nacional. · Es un acto dantes y adoraban divertirse. Cultivaron el placer. No sé absolu­
privado entre dos individuos o un tema colectivo entr: dos fami­ tamente nada sobre su vida sexual, excepto que· tuvieron dos hijos:
lias? En las sesiones de pareja, intenté percibir los matices cultu- mi hermano y yo. Pero, por la manera en que vivían, creo que
rales existentes detrás de la cuestión del compromiso, la intimi­ tenían un profundo entendimiento del erotismo, aunque dudo
dad, el placer, el orgasmo y el cuerpo. Tal vez el amor sea que alguna vez hubieran usado esta palabra. Ellos personifica­
¡
r
i¡· universal, pero la manera en que cada cultura lo interpreta está ban su significado místico, su vivacidad, un sendero hacia la liber­
! definida, tanto literal como figuradamente, en distintos idiomas. tad, y no sólo la limitada definición de sexo que la modernidad ·
fl' ·li.:. Presté atención especial a las conversaciones sobre la sexualidad le ha asignado a este término. Es de esta definición ampliada de
i' la que quiero hablar en mi disertación sobre erotismo en este libro.
en la niñez Y la adolescencia porque en los mensajes que la socie­
dad les da a los niños ésta revela sus valores y metas, sus incen­ Tuve otra gran influencia que roe ayudó a darle forma a este
tivos y prohibiciones. proyecto. Mi marido es director del Programa Internacional de
Hablo ocho idiomas. Algunos los aprendí en la escuela, otros Estudios sobre Traumas Psíquicos en la Universidad de Colum­
en casa, unos pocos durante mis viajes, y uno O dos a través del bia. Su labor consiste en brindar asistencia a refugiados, niños
amor. En mi consultorio, se requiere que utilice esta competencia que estuvieron en la guerra y víctimas de torturas que buscan
24 Inteligencia erótica
Introducción 25

superar el gran trauma por el que han pasado. Al restituir su


sentido de la creatividad y su capacidad para jugar y divertirse, v1"da sexual se reaviva a causa de una aventura amorosa y a otras
. , que les
·enes sus aventuras les quitaron la poca conex1on
los supervivientes finalmente pueden volver a conectarse con la a qm . .
.
vida y con la esperanza que la alimenta. Mi marido se ocupa del quedaba. Atiendo a hombres mayores que se sienten tra1c1ona­
dolor; yo me ocupo del placer. Y el dolor y el placer están ínti­ dos por sus penes, por esa nueva sensación de que éstos ya no
les responden, y que recurren al Viagra para calmar la ansiedad
mamente relacionados.
provocada por los hec�os inneg�bles. Atiendo a sus �s�osas, �có­
Los individuos sobre los que escribo no aparecerán en los agra­ _
modas ante este desafio repentmo a su propia pas1V1dad. Atien­
decimientos, aunque les debo muchísimo. Sus historias son autén­
do-a- padres que han tenido un hijo recientemente cuya energía
ticas y casi textuales, aunque sus identidades permanecen ocul­
erótica ha sido.consumida por el cuidado del niño (tan consu­
tas. A lo largo de este proyecto compartí algunos pasajes de la
mida por sus hijos que no recuerdan cerrar la puerta de la habi­
obra con ellos, con espíritu de colaboración. En realidad, muchas
tación de vez en cuando). Atiendo a hombres que consumen por­
de mis ideas tomaron forma a partir de mi trabajo y no al revés.
nografía por Internet, no porque piensen que sus esposas no son
Además, mis ideas se basaron en una gran cantidad de meticu­
atractivas, sino porque su falta de entusiasmo les hace pensar
losas reflexiones hechas por muchos profesionales y escritores
que hay un fallo en ellos por querer tener sexo. Atiendo a gente
que habían abordado previamente las ambigüedades del amor y
tan avergonzada de su sexualidad que le evita ese calvario a la
el deseo.
persona que ama. Atiendo a gente que sabe que es amada, pero
Todos los días en el trabajo me enfrento a las realidades por­
i i, que ansía ser deseada. Todos ellos vienen a verme porque anhe­
1; i menorizadas que se esconden tras las estadísticas. Atiendo a per­
,
1 1J i sonas que son tan buenos amigos que no pueden admitir ser
lan la vitalidad erótica y no quieren vivir sin ella. A veces se acer­
can tímidamente; otras veces llegan desesperados, desanimados o
amantes. Atiendo a amantes que se aferran tanto a la idea de
enfadados. No echan de menos solamente el sexo como acto.
111,1,
·1111

que el sexo debe ser espontáneo que directamente nunca tienen


Echan de menos la sensación de conexión, de juego y de renova­
1

¡,1,lfj!, sexo. Atiendo a parejas que consideran que la seducción repre­


' '11

ción que les proporciona el sexo. Os invito a uniros a mis con­


, senta demasiado esfuerzo, algo que no deberían tener que hacer
¡1, ¡i versaciones -con estos buscadores mientras luchamos por abrirnos
ahora que ya están comprometidos. Atiendo a otros que piensan
y acercarnos un paso más hacia la trascendencia.
que la intimidad significa saber todo acerca del otro: ellos renun­
A aquellos que aspiran a acelerar el latido del corazón a dia­
1

cian a todo lo que implique distancia y luego se preguntan dón­


rio' les diré cómo son las cosas: la emoción viene de la mano de
de quedó el misterio. Atiendo a esposas que prefieren llevar la
la incertidumbre, unida a nuestro entusiasmo por abrazar lo des-
etiqueta «bajo deseo sexual» por el resto de sus vidas antes que
conocido en lugar de protegemos de ello. Pero esta misma ten­
sufrir explicándoles a sus esposos que el juego previo necesita ser
sión nos hace sentir vulnerables. Yo les advierto a mis pacientes
más que un preludio a lo que realmente importa. Atiendo a gen­
de que el «sexo seguro» no existe.
te tan desesperada por rechazar el sentimiento de letargo en su
Sin embargo, debo aclarar que no todos los amantes buscan
pareja que está dispuesta a arriesgar todo por unos minutos de
la pasión o alguna vez gozaron de ella. Algunas relaciones sur­
excitación prohibida con otra persona. Atiendo a parejas cuya
gen con sentimientos de calidez, ternura y cuidado mutuo, y
·

u,1
,!•1'I'·,
IJ
..

' ¡' \,1¡


26 Inteligencia erótica

: ,!
i
1 :,
muchos deciden mantenerlas en esas aguas calmas. Prefieren un
amor que se construya con paciencia más que con pasión. Para De la aventura a la cautividad:
ellos, lo que importa es encontrar serenidad en un lazo durade- . por qué la búsqueda de la
capítulo
1 ro. No hay una sola manera de hacer las cosas ni una manera
que sea la correcta. uno seguridad debilita la vitalidad erótica
«Inteligencia erótica» aspira a atraparte en un debate hones­
to, informado y provocativo. Te alienta a que te cuestiones a ti
mismo, a que hables sobre lo que no se habla y a que no tengas
miedo de desafiar lo sexual y emocionalmente correcto. Al abrir
las puertas de la domesticidad y la vida erótica, te invito a vol­
ver a poner la x en «sexo».
«El fuego original y primordial, la sexualidad, levan­
ta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene
y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotis­
mo y amor: la llama doble de la vida. »

ÜCTAVIO PAZ, La llama doble

Las fiestas en la ciudad de Nueva York son como expediciones


antropológicas: nunca sabes con quién ni con qué te encontra­
rás. Hace poco tiempo estaba dando vueltas por una que pretendía
reunir a gente que-i,staba al día; y, como es típico en esta ciudad
de grandes triunfadores, antes de preguntarme mi nombre, me pre­
guntaron a qué me dedicaba• .Les respondí:
-Soy terapeuta y· estoy escribiendo un libro.
El joven y apuesto muchacho que estaba parado a mi lado
también estaba escribiendo un libro.
-¿Sobre qué escribes? -le pregunté.
-Sobre física -me respondió.
Con cortesía, hice otra pregunta:
-¿Qué tipo de física?
No recuerdo qué respondió, porque la conversación sobre físi­
ca finalizó abruptamente cuando alguien me preguntó:
,_.
,:.
¡;
t
i
,1r.,.;, 1
'I ' 1,
,¡ , 28 Inteligencia erótica I. De la aventura a la cautividad 29

1:
1

-¿Y tú?, ¿de qué trata tu libro? -«Es imposible.»


11:
-Parejas y erotismo -respondí. -«Bueno, ése es el problema de la monogamia, ¿no es así? »
Nunca estuvo mi índice de popularidad tan alto -en fiestas, -«Es por eso por lo que no me comprometo. No tiene nada
en el salón de belleza, en los aviones, con adolescentes, con mi que ver con el miedo. Es sólo que odio el sexo aburrido. »
marido..., donde fuera y con quien fuera- como cuando comen­ -«¿Deseo con el transcurso del tiempo? ¿Qué tal deseo por
¡"
cé a escribir un libro sobre sexo. Me doy cuenta de que hay cier­ una noche? »

¡. ·. ¡

l
tos temas que ahuyentan a la gente y otros que funcionan como
imanes. La gente me habla. Por supuesto, eso no significa que
me digan la verdad. Si hay un tema que invita al encubrimiento,
-«Las relaciones evolucionan. La pasión se convierte en otra

-«Dejé a un lado la pasión cuando tuve fajos. »


cosa. »

es éste. -«Mira, hay hombres con los que te acuestas y hombres con
-¿Sobre parejas y erotismo? ,-preguntó alguien. los que te casas. »
-Esfoy escribiendo sobre la naturaleza del deseo sexual
-respondí-. Quiero saber si es posible mantenerlo vivo en una ·
relación larga y evitar el desgaste habitual. Como suele suceder en las discusiones públicas, los temas más
-No es necesario el amor para tener sexo, pero el sexo es complejos tienden a polarizarse en un segundo y los matices son
; -¡
necesario en el amor -dijo un hombre que había estado parado reemplazados por las caricaturas. De ahí la división entre los
a un lado, aún indeciso sobre en qué conversación participar. románticos y los realistas. Los románticos rechazan una vida sin
-¿Te concentras principalmente en matrimonios?, ¿en pare­ pasión; ellos juran que nunca abandonarán al verdadero amor,
jas heterosexuales? -preguntó otro, queriendo decir: ¿este libro Ellos son los eternos exploradores, quien.es buscan a la persona
también trata sobre mí? con la cual el deseo nunca se acabará. Cada vez que el deseo
Lo tranquilicé: mengua, ellos creen que el amor se desvaneció., Si el eros se debi­
-Estoy analizando a un gran número de parejas: heterose­ lita, el amor- se-halla..en-su -lecho de muerte. Lloran la pérdida de
xuales, homosexuales, jóvenes, mayores, comprometidas e inde­ la excitación y temen acomodarse.
cisas. En el extremo opuesto se encuentran los realistas. Ellos dicen
Les dije que quería saber cómo ( o si) podemos aferramos a que el amor duradero es más importante que el sexo fogoso y
un sentimiento de sentirse vivo y de excitación en nuestras rela­ que la pasión hace que la gente cometa estupideces. Es peligro­
ciones de pareja. ¿Existe algo intrínseco en el compromiso que dis­ so, crea caos y constituye un débil cimiento para el matrimonio.
minuye el deseo? ¿Podemos mantener la seguridad sin caer en la Según las inmortales palabras de Marge Simpson, «la pasión es
monotonía? Me pregunto si podemos preservar el sentido de lo para adolescentes y extranjeros » . Para los realistas, prevalece la
poético, aquello que Octavio Paz denomina la llama doble del madurez. La emoción inicial se transforma en otra cosa: en amor
amor y el erotismo. profundo, respeto mutuo, una historia compartida y compañe­
He tenido esta conversación muchas veces y los comentarios rismo, Es inevitable que el deseo disminuya, y uno debe afrontarlo
que escuché en esa fiesta no fueron novedosos. y crecer.

L
30 Inteligencia erótica I. De la aventura a la cautividad 3 1

A medida que se desarrolla la conversación, los defensores de sidades humanas esenciales e independientes que surgen por dife­
ambos bandos se miran- entre sí con una compleja mezcla de pena, rentes motivos y que tienden a arrastrarnos hacia distintas direc­
ternura, envidia, exasperación y total desprecio. Pero mientras se ciones. El infinitamente reflexivo psicoanalista Stephen Mitchell, 1
ubican en los extremos opuestos del espectro, ambos están de en su libro Can !ove last?, presenta ur\ marco de trabajo para
lJ
acuerdo con la premisa básica de que la pasión se enfría con el analizar este acertijo. Según lo explica él, todos necesitamos segu­
tiempo. ridad, esto es, permanencia, fiabilidad, estabilidad y continuidad.
-Algunos de vosotros resistís la pérdida de la intensidad y · Est�� instintos de echar raíces, de anidar, están cimentados en
otros la aceptáis. Pero tod�s parecéis creer que el deseo se des­ nuestra experiencia humana. Por otro lado, también sentimos la
vanece. En lo que no estáis de acuerdo es en cuán importante es necesidad de innovación y cambio: fuerzas generadoras que le
1 dicha pérdida -les digo. Para los románticos, la intensidad es más dan a la vidásu plenitud y energía. Aquí, el riesgo y la aventu­
j importante que la estabilidad. Para los realistas, la seguridad es ra cobran mucha importanci�-:-&t¡mos llenos de contradiccio­
\ más importante que la pasión. Pero ambos se desilusionan a nes: por un lado, buscamos seguridad y predictibilidad; y, por
\ menudo, ya que poca gente puede vivir felizmente en cualquiera otro, deseamos la mayor diversidad posible.

' de los dos extremos . ¿Alguna vez has observado a un niño que se aleja para explo­
Invariablemente, la gente me pregunta si mi libro ofrece una . rar y enseguida vuelve corriendo para asegurarse de que mamá
solución. ¿Qué pueden hacer al respecto? Detrás de esa pregun­ y papá todavía están allí? El pequeño Sammy necesita sentirse
ta se esconde el anhelo secreto de gozar de un vigor vital, de seguro para abrirse al mundo y hacer descubrimientos y, una vez
experimentar una oleada de energía erótica que marque nuestras que ha satisfecho su necesidad de explorar, desea volver a su
existencias. Aunque la gente se convenza a sí misma de que está con­ lugar seguro para volver a conectarse. Es un deporte que retomará
forme con la seguridad y la certidumbre, aún desea que esta fuer­ siendo adulto y que culminará en los juegos del eros. Alternará
za esté presente en sus vidas. Por eso presto especial atención al períodos de audacia y riesgos con períodos en los que busca­
momento en el.cual.todas estas. cavilaciones sobrel a .pérdida.inevi­ rá tierra firme y seguridad: Quizá ·titubee,pero,·generalmente,
table de la pasión se convierten en señales de esperanza. Éstas en algún momento se decidirá por alguna de estas alternativas.
son las verdaderas preguntas: ¿puede haber amor y deseo al mis­ Y lo que resulta cierto para los seres humanos también lo es
mo tiempo, en la misma relación, con el correr del tiempo?, para toda clase de seres vivos: todos los organismos necesitan alter­
¿cómo?, ¿cómo sería exactamente ese tipo de relación? nar épocas de crecimiento y equilibrio. Cualquier persona u orga­
nismo expuesto a constantes cambios � innovaciones corre peli­
gro de caer en el caos; y aquellos que son muy rígidos o estáticos
El ancla y la ola dejan de crecer y firialmeííie mueren. Esta danza interminable entre
el cambio y la estabilidad nos recuerda al ancla y las olas.
Podéis llamarme idealista, pero yo creo que el amor y el deseo Las relaciones entre adultos reflejan muy bien esta dinámica.
no son mutuamente excluyentes: simplemente, no siempre se dan Buscamos que nuestra pareja sea un ancla duradera y fiable. Al
al mismo tiempo. De hecho, la seguridad y la pasión son jos nece- mismo tiempo, esperamos que el amor nos ofrezca una experiencia

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32 Inteligencia erótica L De la aventura a la cautividad 33

suprema que nos permita elevarnos más allá de nuestras vidas -Hay ciertas cosas que él no dice; no es efusivo, pero · real­
corrientes. El desafío para las parejas modernas radica en conci- H mente es un hombre adorable. Cuando leo el periódico por la
liar la necesidad de lo seguro y predecible con el deseo de bus- r ,. mañana me siento afortunada. Todos gozamos de buena salud,
car lo excitante, misterioso y sorprendente. tenemos suficiente dinero, nuestra casa nunca se ha incendiado,
Para algunos pocos afortunados, esto casi no representa un no tenemos que esquivar balas en nuestro camino de regreso del
desafío. Esta clase de parejas integra fácilmente la tarea de lim­ trabajo a casa ... Sé lo peligrosa que puede ser la vida allí fuera.
piar el garaje con el acto de acariciarse la espalda mutuamente. Entonces, ¿qué es lo que quiero?
Para ellos no existe disonancia alguna entre el compromiso y la �: »Miro a mi amigo Marc, que se está divorciando de su ter­
emoción, la responsabilidad y el juego. Pueden comprar una casa ,¾ cera esposa -dice: "Ella no me inspira"-. Entonces, le pregun­
y también ser traviesos dentro de ella. Pueden ser padres y seguir
siendo amantes. En pocas palabras, pueden unir sin problemas
l. to a Alan: "¿Yo te inspiro?". ¿Sabes qué responde?: "Tú eres mi
inspiración para cocinar pollo todos los domingos". Hace un
lo corriente con lo extraordinario. Pero, para el resto de nos­ fantástico coq au vin, ¿y sabes por qué? Porque quiere compla­
otros, buscar emoción en la misma relación en la que establece­ cerme. Él sabe que me gusta.
mos un vínculo de permanencia constituye un verdadero desafío. » Entonces, estoy intentando descubrir qué es lo que echo de
Desafortunadamente, son demasiadas las historias de amor que menos. Ese sentimiento que tienes el primer año, esa agitación,
se desarrollan de tal manera que se sacrifica la pasión para lograr la sensación de emoción, las mariposas que sientes en el estóma­
estabilidad. go, la pasión física... Ni siquiera sé si puedo sentirlo nuevamen­
te. Y cuando lo comento con Alan, él responde: "¿Quieres hablar
sobre Brad y Jen nuevamente?". Hasta Brad Pitt y Jennifer Anís­
Entonces, ¿qué es lo que quiero? ton se aburrieron del otro, ¿no es cierto? He estudiado biología
y sé cómo funcionan las sinapsis y cómo la repetición excesiva dis-
Adele entra a mi oficina llevando medio sándwich en una mano minuye la reacción. Lo comprendo. La emoción -disminuye, sí,
y los papeles con los que está trabajando enrollados en la otra. sí, lo sé. Pero, aunque ya no pueda tener esa sensación de mari­
A sus treinta y ocho años, es una buena abogada y trabaja de posas aleteando en el estómago, quiero sentir algo.
forma independiente. Lleva siete años casada con Alan. Es el » Mi parte realista sabe que la emoción del principio se debe
segundo matrimonio de ambos y tienen una hija, Emilia, de cin­ a la inseguridad de no saber exactamente qué es lo que él sien­
co años de edad. Adele se viste de forma sencilla y elegante, aun­ te. Cuando éramos novios y sonaba el teléfono, lo que era emo­
que hace tiempo que tiene la intención de ir a la peluquería, lo cionante era no saber si sería él. Ahora, cuando él viaja, le pido
cual salta a la vista. que no me llame. No quiero que me despierte. Mi parte más
-Quiero ir al grano -dice-. El ochenta por ciento del tiem­

"""
inteligente dice: "No quiero esa inseguridad". Estoy casada, ten­
po soy feliz con él. Soy realmente feliz. go una niña y no necesito preocuparme cada vez que él se va
Esta mujer organizada y realizada no quiere perder ni un �� de la ciudad: ¿le gusto o no?, ¿va a engañarme? ¿Conoces esos
minuto. do las =isw, dd estilo, "Cómo sabe< si él ,eiliosott tt

j
·
.
.

-
34 Inteligencia erótica L De la aventura a la cautividad 35

ama". No quiero preocuparme por eso. No necesito pasar por La era del placer
-¡ eso con mi marido ahora. Pero me gustaría recuperar algo de
esa emoción. Hasta no hace mucho tiempo, el deseo de sentir pasión hacia los
1

» Al finalizar un largo día de trabajo, después de cuidar a Emi­ maridos hubiera sido visto como un contrasentido. Históricamen­
lia, cocinar, limpiar y tachar cosas de mi lista de quehaceres dia­ te, estos dos campos de la vida se organizaron de manera separa­
rios, el sexo es lo último en lo que pensaría. Ni siquiera quiero da (el matrimonio por un lado y la pasión, probablemente, por
hablar con nadie. A veces Alan ve la televisión y yo voy a la otro; si es que la había). El concepto de amor romántico, que
habitación a leer, y soy feliz. Entonces, ¿qué es lo que estoy inten­ apareció a fines del siglo diecinueve, los juntó por primera vez. El
tando decir? Porque estoy hablando sobre sexo solamente. Quie- lugar central que el sexo ocupa en· el matrimonio -y las altas
ro que me valoren como mujer; no como madre, o como espo­
sa, o como compañera. Y quiero valorarlo a él como hombre; �-,,- '
tal vez con una mirada, una caricia, una palabra. Quiero que me :;
i expectativas que lo rodean- tardó unas décadas más en llegar.
Las transformaciones sociales y culturales de los últimos cin­
cuenta años han redefinido por completo el concepto de pareja
:1 moderna. Alan y Adele son los beneficiarios de la revolución
miren a nú, sin todo lo que llevo a cuestas.
»Él dice que esto vale también para los dos. Tiene razón. Yo sexual de la década de los sesenta: la liberación femenina, la dis-
no me pongo un camisón de seda y hago locuras. Soy perezosa ponibilidad de las píldoras anticonceptivas y la aparición del movi­
¡':
en lo relacionado con "hacerme sentir especial". Cuando hacía miento gay. Con el uso generalizado de las píldoras anticoncep­
li tivas, el sexo se liberó de la reproducción. El orgullo gay y el
poco que nos conocíamos le regalé un maletín para su cumple­
años (él lo había visto en un escaparate y le había encantado) y feminismo lucharon para definir la expresión sexual como un
en su interior había dos billetes para París. Este año le regalé derecho inalienable. Anthony Giddens describe la transición, en
un DVD y lo celebramos con unos amigos comiendo un pastel The Transformation of Intimacy, cuando explica que la sexuali- ,,
de carne que había .preparado su madre. No tengo nada en con­ dad se �_<l'!Virtió en una PEQEiedad P�fSQI111LY :<IUe la desarrolla�-,
tra del pastel de carne, pero esto es a lo que hemos llegado:· No rrl:?S'. la definit.r!2�Y Ja..renego,�i,im2s dura11te to;¡;;�n��s�¡� ;;cÍ;.
sé por qué no me esfuerzo más. Me he vuelto conformista. Hoy en día, nuestra sexualidad representa ;;;; ·p;oy�ct; person�C
Adele, en su divagación sin pausa, captura vívidamente la ten­ abierto. Es parte de lo que s9mos, una identidad, y ya no es sólo
sión que existe entre la comodidad del amor comprometido y el algo que hacemos. Se ha convertido en una característica central
efecto sosegador que éste tiene sobre la vitalidad erótica. Sin duda, de las relaciones íntimas, y creemos que la satisfacción sexual es
la familiaridad es tranquilizadora y trae consigo una sensación nuestro deber. Ha llegado la era del placer.
de seguridad que Adele nunca pensaría en abandonar. Al mismo Esta evolución, conjuntamente con la prosperidad económica
tiempo, ella quiere recuperar la vigorosidad y emoción que había de la posguerra, ha contribuido a un período de libertad y de
entre ella y Atan al comienzo de su relación. Ella quiere las dos individualismo sin precedentes. Hoy se alienta a la gente a que
cosas: la comodidad y estar al límite. Y quiere que ambas cosas luche por la gratificación sexual y la realización personal, y a
sucedan con él. que se libre de las restricciones de una vida social y familiar que
hasta hace poco estaba definida por el deber y la obligación. Pero

Ll.
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l0. I. De la aventura a la cautividad 37

r'1
36 Inteligencia erótica
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1 en la sombra de esta extravagancia manifiesta se encuentra una Una historia de amor moderna: la versión corta
nueva forma de inseguridad persistente. El clan familia,; la comu­
nidad y la Iglesia tal vez hayan limitado nuestra libertad, tanto Conoces a alguien a través de una fuerte alquimia de atracción.
sexual como de otro tipo, pero a cambio nos han ofrecido una Se trata de una dulce reacción y siempre constituye una sorpre­
ser
sensación de pertenencia muy necesaria. Durante generaciones, sa. Te cautiva una sensación de posibilidad, de esperanza, de
estas instituciones tradicionales nos aportaron orden, significado, alzado por los aires y salir de lo mundano para entrar en un
continuidad y apoyo social. Al desmantelarlas tuvimos más opcio­ mundo de emoción y encantamiento. El amor te atrapa y te sien­
nes y menos restricciones que nunca. Somos más libres, pero tam­ tes poderoso. Sientes una ráfaga de emoción y quieres mantener
.
bién estamos más solos.. Como dice Giddens' - nos hemos conv.er-
· -----"-·····"· ·· - . .. --- . .--, esa sensación. También sientes temor -Cuanto m�s ?pego vas si�­
tido en criaturas ontológicamente más a,nsiosas. tiendo más tienes que perder. Entonces decides buscar la mane­
' .

· Trasladamos esta ansiedad de indepe�de��i;--a nuestras rela­ ei sea


¡,;J� .��� amor más seg�ro. Tratas de sujetarlo y hacerlo
ciones amorosas. Esperamos que el amo,; además de proporcio­ dependiente. Haces tus primeras promesas y, con alegría, renun­
nar un sustento emocional, compasión y compañerismo, actúe cias a un poco de libertad a cambio de un poco de estabilidad.
como una panacea para nuestra soledad existencial. Vemos a nues­ Creas estrategias para tu comodidad (hábitos, rituales, apodos
tro compañero como un baluarte contra las vicisitudes de la vida cariñosos) que te dan la tranquilidad que tanto necesitas. Pero la
moderna. Esto no quiere decir que nuestra inseguridad humana emoción que sentías estaba rodeada de cierta inseguridad. Tu emo­
sea mayor hoy en día que en el pasado. De hecho, tal vez sea ción era el resultado de la incertidumbre; y ahora, al intentar
todo lo contrario. Lo diferente es que la vida moderna ha redu­ domesticarla, terminas debilitando la vitalidad de tu relación.
cido nuestros recursos tradicionales y ha creado una situación en Disfrutas de la comodidad, pero te quejas de que te sientes encar­
la que acudimos a una persona para que nos brinde la protec­ celado. Echas de menos la espontaneidad. ALi11tentar.controlar
ción y la conexión emocional que antes nos daban una multitud los riesgos que trae 13: J:,asión, has acabado con ella. Así nace el
de redes de contactos sociales. Las relacionesintimas adultas han aburi:ktlento matrimonial.
llegado a sentirse abrumadas por las expectativas. Al Íi�mpoq;¡ �¡·;;;;�¡ �;; promete liberarnos de la soledad,
Por supuesto que cuando Adele describe el estado de su matri­ también aumenta nuestra dependencia hacia una persona. El amor
monio no piensa en la angustia contemporánea. Sin embargo, yo es intrínsecamente vulnerable. Tendemos a aplacar nuestras. ansie­
creo que los riesgos del amor aumentan gracias a las angustias dades a través del control. Nosséñtimos más seguros si pode­
concretas, propias de la vida moderna, que le aportamos. Vivi­ �""os acortar la dístancfa entre nosotros, maximizar la certidum­
mos a kilómetros de nuestras familias, ya no tenemos relación bre, minimizar las amenazas y contener lo desconocido. Más aún:
con nuestros amigos de la infancia y generalmente nos desarrai­ algunos nos defendemos de las incertidumbres del amor con tan- "
gamos y echamos raíces en otro lado. Esta discontinuidad tiene to celo que nos privamos de su riqueza.
efectos acumulativos. Le otorgamos a nuestras relaciones román­ Existe una marcada tendencia en las relaciones duraderas a
ticas una vulnerabilidad existencial casi intolerable --como si el preferir lo predecible a lo impredecible. Sin embargo, �roti§m¡::>
amor en sí mismo no fuera lo suficientemente peligroso. florece con lo impredecfü!e. El deseo no va de la mano del hábi-__
.,.,....
" · "''" "... . .
.
,

¡;:;.
38 Inteligencia erótica l. De la aventura a la cautividad 39

to y la repetición. Es indisciplinado y difícil de controlar. Enton­ de nada. C_tJ,wdo arµ,jlll<:'S, siempre cabe la posibilidad de la pér­
ces, ¿a qué nos lleva esto? No querernos tirar por la borda la segu­ dida (por las críticas, d rechazo, la separación y, finalmente, la

-�u�.
ridad, porque nuestra relación depende de ella. Una mínima sen­ ;huerte)� sin importar cuánto nos esforcemos por defendernos de
sación de seguridad física y emocional es de vital importancia para Incorporar cierta incertidumbre a veces sólo requiere dejar
tener una conexión y placer sanos. Sin embargo, sin un toque de a un lado la ilusión de la certeza. Al cambiar el punto de vista,
incertidumbre no hay anhelo, ni ilusión ni estremecimiento. An­ reconocemos el misterio inherente a nuestra pareja.
thony Robbins, un experto en motivación, lo expone claramente Le hice notar a. Adele que, si queremos conservar el deseo
cuando explica que la pasión en una relación es proporcional a con una persona a lo largo del tiempo, debemos tener la capaci­
la cantidad de •incertidumbre que se pueda tolerar. dad de incorporar una sensación de desconocimiento al ambien­
te familiar. Según Proust, «el verdadero viaje del descubrimiento
no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en ver las cosas con
T
¡

Una nueva perspectiva nuevos o¡os». ;'",

Adele recuerda un momento en el que experimentó un cam­


¿Cómo incorporamos esta incertidumbre a nuestras relaciones ínt i ­ bio de percepción como éste:
mas? ¿Cómo creamos este pequeño desequilibrio? En realidad, -Permíteme contarte lo que sucedió hace dos semanas
ya se encuentra allí. Los filósofos orientales saben desde hace tiem­ �uenta-. Fue tan inusual que hasta recuerdo el momento pre­
po que la inestabilidad es la única constante. Dada la naturaleza ciso. Estábamos en una reunión de trabajo y Alan estaba hablan­
temporal de la vida y su flujo constante, hay algo más que un do con unos colegas. Lo miré y pensé: «Es muy atractivo». Esta
dejo de arrogancia en la suposición de que podemos hacer de experiencia bordeó lo fantástico, como aquellas en las que sales
nuestra relación algo permanente, y de que la seguridad es algo de tu cuerpo. ¿Y sabes qué era lo que me resultaba atractivo?
que puede en realidad ser controlado. Como dijo Woody Allen, Por uri momento rne olvidé de que era mi esposo y que es real­
«si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes». Con fe ciega, mente insoportable, detestable, testarudo, que me irrita y que deja
nosotros seguimos avanzando. Como ciudadanos leales del mun­ todo tirado por el piso. En ese momento lo míré como si no lo
do moderno que somos, creemos en nuestra propia eficacia. conociera y me atrajo tanto como al comienzo de la relación.
Solemos comparar la pasión del comienzo con la sensación Es muy inteligente, sabe hablar muy bien; y tiene algo· impactante,
de embriaguez de la adolescencia: ambas son pasajeras e irreales. sexy. En ese momento no estaba pensando en las conversacio­
El consuelo que nos lleva a abandonarla es la seguridad que nos nes estúpidas que tenemos cuando reñimos por la mañana por­
espera del otro lado. Pero cuando intercambiamos pasión por esta­ que voy a llegar tarde, o porque surgen preguntas como: ¿por
bilidad, ¿no estamos cambiando simplemente una fantasía por qué has hecho eso?, ¿qué haremos para Navidad? o ¿por qué
otra? Como Mitchell señala, la fantasía de lo permanente puede no hablamos sobre tu madre? Me alejé de esas estupideces y de
superar a la fantasía de la pasión, pero ambas son producto de esas conversaciones absurdas. Sólo lo miré y me sentí de ·es¡¡ ·
nuestra imaginación. Anhelamos cierta constancia y hasta, tal manera. Me pregunto si él todavía siente lo mismo por n:ifalgu!: ·
vez, nos esforcemos para conseguirla, pero esto no es garantía na yez.
40 Inteligencia erótica I. De la aventura a la cautividad 41

Cuando le pregunté a Adele si le había contado a Alan esa .«no necesito colmarla de regalos. Ella sabe que la amo». Inten­
experiencia, se apresuró a contestar que no lo había hecho: to recalcarles lo poco que han visto y los incito a que recuperen
-De ninguna manera. El se reiría de mí. -' la curiosidad y echen un vistazo tras las paredes que los separan
'

t
� 1 ,

Le sugerí que tal vez la disminución del romance tuviera que 1s ,i. del otro.
ver más con el temor que con los límites impuestos por la fami- ¡· En realidad, nunca conocemos tan bien a nuestra pareja como
liaridad Y el peso de la realidad. El erotismo implica un riesgo. creemos. Mitchell nos recuerda que, aun en los matrimonios más
La gente teme permitirse esos momentos de idealización y de anhe- aburridos, la previsibilidad es un espejismo. Nuestra necesidad
lo por la persona con la que vive. Esto hace que uno reconozca de constancia limita nuestro deseo de conocer a la persona que
cierta soberanía, lo cual puede ser desestabilizador. Cuando nues- tenemos junto a nosotros. Así, nos ocupamos de que ella o él
tra pareja está sola, con su propia voluntad y su libertad, la fra­ . respondan a una imagen que a menudo es producto de nuestra
', ::
gilidad de nuestro vínculo se acentúa. La vulnerabilidad de Acle- / propia imaginación, qué está basada en nuestras propias necesi­
le es obvia, por la manera en que se pregunta si Alan siente lo dades: «Él nunca está ansioso, es como una roca . . . yo soy tan
mismo por ella. neurótica . . . »; «él es demasiado pelele para abandonarme» ; «ella
'
I, ¡ ·

La típica defensa ante esta amenaza es permanecer en el rei­ no soporta mis gilipolleces»; «ambos somos muy tradicionales:
no de lo que nos resulta familiar y de los afectos (las pequeñas aunque ella tenga un doctorado, realmente le gusta quedarse en
1.
riñas, el sexo reconfortante, los aspectos cotidianos de la vida casa con los niños». Vemos lo que queremos ver, lo que tolera­
diaria que nos amarran a la realidad e impiden cualquier posibi­ mos ver, y nuestra pareja hace lo mismo. Neutralizar las com­
lidad de trascendencia). Sin embargo, al mirar a Alan fuera del plejidades del otro nos proporciona una especie de otredad que
contexto de su matrimonio ( cambiando el zoom por un gran podemos manejar. Reducimos al otro, ignorando o rechazando
angular), la otredad de Alan se acentúa, lo que aumenta la atrac­ ciertas partes esenciales cuando éstas amenazan el orden estable­
ción que Adele siente hacia él. Lo ve más como un hombre y cido en nuestra pareja. También nos ponemos un freno, desha­
menos como su esposo. Después de tantos años, ella ha trans­ ciéndonos así de-buena parte de-nuestra -personalidad en nombre
formado a . alguien familiar en un ser desconocido. del amor.
Sin embargo, cuando nos encasillamos a nosotros mismos y
a nuestras parejas en identidades fijas, no deberíamos sorpren­
Justo cuando pensabas que la conocías . . . dernos de que la pasión se escape por la ventana. Lamento decir
que la pérdida se produce en ambos lados. No sólo terminas con
Si la incertidumbre es una característica intrínseca en todas las la pasión, tampoco obtienes seguridad alguna. La fragilidad de
relaciones, también lo es el misterio. Muchas de las parejas que este equilibrio inventadti se torna obvia cuando uno de los dos
acuden a terapia piensan que saben todo lo que tienen que saber rompe las reglas del artificio e insiste en incorporar a la relación
sobre su compañero: «A mi marido no le gusta hablar»; «mi novia aspectos más auténticos de sí mismo.
nunca coquetearía con otro hombre; ella no es así»; «mi aman­ Esto es lo que les sucedió a Charles y Rose. Tras casi cuatro
te no hace terapia»; «sé lo que piensas, ¿por qué no lo dices? » ; décadas de matrimonio, han tenido bastante tiempo para definir-
4 2 Inteligencia erótica
l. De la aventura a la cautividad 43
·¡ ,:
·\ '
se mutuamente. Charles es cambiante, provocador y un sed
uctor j '
j uguetón. Es un hombre apasionado . que necesita cont -¿Estás en medio de otra crisis de la mediana edad?; ¿qué
I• ención, 1, • ·
alguien que lo ayude a canalizar las indomables energías que es 10 �e harás• comprarte un descapotable rojo?
j •.

lo dis- \
traen. A lo largo de los años, Rose y Charles tuvi·eron ·mterva1os en
-De no haber sido por Rose, creo que no hubiese tenido
·r donde dejaron a un lado la monogamia. Ellos sabían lo que suce-
la i ·. , aunque sin conocer los detalles, y lo dejaron en el pasado.
profesión y la familia que tengo hoy en día -dice. Rose es fue d1a,
r- Í' ·
te, independiente y de ideas claras. Ella posee una especie d 0 al menos Rose lo hizo:
e ecua- , ,
nimidad natural que equilibra la personalidad intempestiva -Pensé que habíamos dejado .atrás nuestros años de turbu-
de j ·
su pareja. Ellos dicen que ella es la parte sólida de la relación 1ene='"s. Tenemos sesenta años, ¡por Dios! -se queja.
y _ .y eso qué evita?--le pregunto.
él, la parte fluida. Las pocas veces que Rose se aventuró
en el é
terreno de la pasión antes de conocer a Charles, lo vivió comó -·Salir herida! ¡Poner en peligro nuestro matrunomo.
' • 1 V,o he
algo abrumador. Quedó exhausta e insatisfecha. Él repres llegad� a aceptar las condiciones de nuestra relación. ¿Por qué él
enta
para Rose una pasión que ella no necesita poseer. Rose le no puede hacerlo?
teme -¿y cuáles son esas condiciones?
a la pérdida del control y Charles tiene miedo a disfrutar
dema­ -Cuando nos casamos, nos amábamos mucho. Aun , nos ama-
siado con la pérdida del control. Ellos se complementan
en la
relación, lo cual les permite florecer dentro de un espacio mos. Pero digamos que ambos hemos conocido pasiones más
limi- ·
intensas. Charles salió de todo ello desilusionado ( esta alta inten­
!
tado.
Este acuerdo ingenioso funcionó bastante bien, hasta el día sidad siempre duraba poco tiempo y terminó con mujeres con
en
que dejó de hacerlo. Como suele suceder; llega un momento las que no tenía mucho en común). Yo terminé aliviada. Me
en el
que nos damos cuenta de que lo que estamos haciendo ya sumergí demasiado en ello. En ese momento hablamos al respec­
no fun­ to: ambos buscábamos algo más duradero y un poco mas , tran-
ciona. Por lo general, esto es consecuencia de ciertos hechos impor ,
­ quilo.
tantes que nos - hacen reflexionar-sobre -el significado y la e
struc­ · Rose continúa explicando que ella y Charles teman , otros ob¡. e-
tura de nuestras vidas. De pronto, los compromisos q
ue ayer
funcionaban tan bien se convierten en sacrificios que hoy tivos para su matrimonio: compañerismo, estimulación intelectual,
ya no cuidado físico y emocional, apoyo:
queremos tolerar. Para Charles, una sucesión de pérdidas
{la muer­ -Realmente valorábamos lo que habíamos encontrado en el otro.
te de su madre, la muerte de un amigo cercano y un
sobresalto Rose creció siendo pobre. Su padre poseía un de pósito de
relacionado con su salud) hicieron que tomara conciencia
de su chatarra en la zona rural de Tennessee. En la actualidad, ella tie­
propia mortalidad . Quiere arremeter contra la vida, ej
ercer su
vitalidad y volver a conectar con la exaltación que mantuvo ne una oficina en Manhattan con vistas panorámicas a la Aveni­
bajo da Madison, en un piso 5 6.
control para poder estar con Rose. Para él ya es imposibl
e man­
tener esa parte de sí mismo escondida, aun a cambio de -La ciudad de granj eros en donde crecí no apoyaha a las
la tierra .
firme que Rose le ofrece. Pero cada vez que él intenta hablar muchachas con ambición, y yo tenía mucha. Cuando conocí a Char­
sobre les, supe que él era distinto. Yo podía estar con él; Y él me penni­
esta necesidad, Rose se siente amen
azada y no le da importancia:
tía hacer mis cosas. A principios de los sesenta, eso era mucho.
IT
.
' 44 Inteligencia erótica I. De la aventura a la cautividad 45

.:
'
-¿Qué pensabas que iba a suceder en el ámbito sexual? Ése .¡ Aunque ellos no lo sepan, ésta puede ser la mejor oportuni­
·' os, ya que les permi­
también era un tema importante en la década de los sesenta dad de expansión que hayan tenido en añ
'
.

negado durante mucho


i ¡' i

-le pregunto. te expresar partes de sí mismos que han


1

ntrol todo el tiem-


-Estaba contenta con nuestra vida sexual. Pensaba que era i tiempo . Es agotador tener que mantener el co
or sentir-
buena, incluso agradable - me responde-. Siempre supe que para t po, y Rose necesitaba el cambio. Es igualmente agotad
o, Charles dio
Charles no era suficiente, pero esperaba que él pudiera adaptarse. se eróticamente frustrado y, al negarse a tolerarl
el primer paso para brindarle a Rose aspecto s más auténticos
os de
de su personalidad . Irónicamente, después de muchos añ
En una sesión--privada·con Charles, unas semanas más tarde, él omenza-
estar lejos, y en medio de este torbellino emocional, c
me da su versión de la historia: ron a hacer el amor nuevamente . El deseo de Rose hacia Char-
-El sexo con Rose es bueno, pero siempre ha sido un poco les revivió junto con el interés de Charles por otras mujeres.
monótono. A veces puedo tolerar que no haya mucha intensi- Cuanto más la esquiva él, más interés siente ella. Y para él, ver
dad, pero otras veces es insoportable. Me he conectado a Inter- que ella se preocupa tanto por lo que él hace tiene un gran atrac-
net, he tenido relaciones extramatrimoniales y he recurrido a Rose. tivo erótico.
Por lo general, intentaba reprimirlo, porque veía que no había Durante mucho tiempo su relación funcionó gracias a un con-
lugar para esto entre nosotros; pero ya no quiero seguir hacién- trato de reciprocidad. Ninguno podía expresar sentimientos o
dolo. La vida es demasiado corta. Estoy envejeciendo. Cuando necesidades que estuvieran más allá de lo que les había sido asig-
me siento eróticamente vivo, como tú lo llamas, no me preocu- nado. Ninguno podía comportarse de manera irracional, insensi-
po por la muerte y no me preocupo por mi edad . . . al menos ble O codiciosa. Por primera vez en mucho tiempo, ambos recia-
durante algunos instantes.
,,, ruaban cosas con 1irmezaiSe éxigíán riíufüariíente cosas a las que
... .... . .:

-Francamente, me sorprende su reacción --continúa-. Han no querían renunciar. Había muchos momentos de dolor, pero
pasado años desde que dejó de interesarse por el sexo. Puede sonar . al mismo tiempo existía una vitalidad que·ninguno -de - los dos
extraño, pero sinceramente no pensé que Rose se tomara tan a podía negar.
pecho mi relación con otras mujeres. Aunque ya no soy exclusi- -Hacía años que no me sentía tan mal -me dice Rose-.
vamente suyo, estoy tan comprometido y soy tan fiel emocional- Sin embargo, analizando la situación, me doy cuenta de que nece-
mente como antes. No quiero herirla y por supuesto que no quie- sitábamos que esto sucediera. Siempre me concentré en las cosas
ro dejarla, pero siento que algo debe cambiar. , materiales (el dinero, la casa, la universidad de los hijos), pensando
Charles no se comporta como debería, pero Rose tampoco lo que eso era lo sólido . Pero ¿quién dice que lo que Charles bus-
hace. Ella es frágil y está asustada, lo cual no la convierte exac- ca es frívolo? Tal vez sea otra manera de cuidar del matrimonio .
tamente en la mujer invencible que Charles necesita que sea. De
la misma manera que habían reprimido el poder seductor de él,
también ocultaron la vulnerabilidad de ella. Han dejado atrás sus Al negarse a admitir todo lo que no estuviera dentro del marco
respectivos papeles y ahora se encuentran en medio de una crisis de comportamiento aceptado, Charles y Rose habían logrado el
.
[
'
, 46 Inteligencia erótica
I. De la aventura a la cautividad 47


!,_¡:-,
El erotismo se aloja en el espacio ambiguo que existe entre la
ii
efecto contrario al que buscaban. En lugar de lograr que su amor
fuera más seguro, lo convirtieron en algo más vulnerable. Por ansiedad y la fascinación. Seguirnos interesados por nuestra pare­
otra parte, el permitirse revelar partes de sí mismos que hasta ja; nos deleita y nos atrae. Pero, para muchos de nosotros, renun­
ese momento habían sido omitidas no estaba exento de riesgos. ciar a la ilusión de la seguridad y aceptar la realidad de nuestra
Los cimientos de su relación estaban en juego. Cada uno debía inseguridad elemental es un paso difícil de dar.
soportar la apertura del otro, aun cuando ello estuviera más allá
de su idea de bienestar.

Desmantelando el sistema de seguridad

', A menudo esperamos que nuestra relación de pareja actúe como


arbotante contra las adversidades de la vida. Sin embargo, el
! amor, por naturaleza, es inestable. Entonces lo apuntalamos: ten­
samos los bordes, cerramos las escotíllas y crearnos cierta pre­
visibilidad, en un intento de sentirnos más seguros. Sin embar­
go, el mecanismo que establecernos para hacer del amor algo
más seguro, generalmente aumenta el riesgo. Nos encallamos
en la familiaridad y tal vez lograrnos un pacífico acuerdo en casa,
pero, en el proceso, lo que orquestamos es aburrimiento. El
ímpetu de la relación se desploma bajo el peso de todo este
control. Desanimadas, las parejas se preguntan: ¿qué sucedió con
la diversión?, ¿qué sucedió con la emoción, la trascendencia, el
asombro? ·
El deseo se aviva con lo desconocido y por esa razón intrín­
seca crea ansiedad. En su libro Open to desire, el psicoanalista
budista Mark Epstein explica que nuestro entusiasmo por atra­
par ese misterio mantiene vivo el deseo. Al enfrentarnos a la irre­
, ',
futable alteridad de nuestra pareja, podemos responder con temor
o con curiosidad. Podemos intentar simplificarlo y decir que es
una identidad conocida, o podemos aceptar su misterio persis­
tente. Cuando resistirnos la necesidad de control, y cuando nos
mantenemos abiertos, conservarnos la posibilidad de descubrir.
Más intimidad, menos sexo:
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1

capítulo el amor busca proximidad,


:1,, - dos pero el deseo requiere distancia
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1g «Para algunos, el amor y la lujuria son componen­
:,¡i; tes inseparables de un todo más amplio, mientras que
}i ; para otros están irremediablemente desconectados. Sin
embargo, la mayoría de nosotros expresamos nuestro
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erotismo en aquellas zonas grises donde amor y luju­

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ria sintonizan y discrepan, al mismo tiempo.>>
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]ACK MORIN, The erotic mind

�- /:11�- i · · ·· 'En la prírhera conversación que tengo con cualquier pareja, siem-

pre les pregunto cómo se conocieron y. qué 'les atrajo del otro.
J!:'1]¡
Como asociamos a la terapia-con-·problemas, por lo general, la
gente no viene a visitarme cuando aún gozan del enamoramien­
to inicial de una relación. A veces necesitan un pequeño recor­
, datorio de cómo solía ser. Para nna pareja que está distanciada
o afligida, puede ser difícil concentrarse en qué los atrajo, pero
en el «mito de la creación » de cada pareja está la clave para
comprender la manera en que se desarrolló su relación.
«Era hermosa. » «Era muy inteligente y divertido. » «Era diná­
mico y rezumaba confianza en sí mismo y estilo.» «Para mí fue
su calidez. » «Para mí fue su delicadeza. » ,«Sabía que ella no iba
a dejarme. » «Me encantaban sus manos», «su polla», «sus ojos»,
«su voz» . «Cocina unas tortillas francesas deliciosas. » Los atribu-

!,
'

1
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iM.-1

50 Inteligencia erótica II. Más intimidad, menos sexo 5 1

tos que describen al amante idealizado son siempre pomposos y arquitectura, trayendo bebés al mundo o cualquier otra fantasía
generosos. El amor es un ejercicio de percepción selectiva, incluso irresistible, tan caprichosa como el clima. Mientras mis pacientes
un delicioso engaño, pero ¿a quién le importa eso en los inicios? me narran la exaltación que una vez sintieron, yo puedo echar
Magnificamos las buenas cualidades de la persona que ama­ un vistazo debajo de los escombros para ver qué era lo que algu­
mos y le otorgamos poderes casi míticos. Lo transformamos y nos­ na vez tuvieron.
otros también sufrimos una transformación en su presencia: «Me
hacía reír»; «me hacía sentir especial, inteligente»; «podíamos
hablar durante horas»; «sabía que podía confiar en ella»; «me sen­ Un esperanzador estado de felicidad absoluta
tía tan aceptado... »; «me hacía sentir hermosa,,. Los comenta-
rios resaltan la magnificencia de quien amamos o iluminan su · John y Beatrice pasaron sus primeros seis meses juntos práctica­
capacidad de engrandecernos, de hacernos salir de nuestro cuer­ mente encerrados ert una habitación en un maravilloso estado de
po. Como dice la psicoanalista Ethel Person, «el amor surge de efervescencia. John es· corredor de bolsa y ha conocido las penas
nosotros como un acto de imaginación, como una síntesis crea-. y las glorias de la revolución de las empresas «punto com». Cuan­
i
tiva que aspira a satisfacer nuestros anhelos más profundos, nues­ do vino por primera vez a la terapia, acababa de perder su for­
tros sueños más antiguos y que nos permite renovarnos y trans­
i .

tuna. Pasaba días mirando fijamente el monitor de su ordenado¡;


formamos». El amor es una afirmación de quiénes somos; y, a siguiendo vanamente la pista de la desaparición de su cartera de
la vez, una forma de trascender eso mismo. acciones mientras apuraba su whisky de malta sin mezcla. Tam ­
Los comienzos siempre están llenos de posibilidades, ya que bién acababa de experimentar un desmoronamiento erótico den­
conllevan la esperanza de poder sentirnos completos. A través tro de una, por lo demás, relación cariñosa y tierna con su novia
del amor imaginamos una nueva forma de ser. Tú me ves como desde hace cinco años. Estaba atravesando una triple crisis: emo­
yo nunca me había visto a mí mismo, borras mis imperfecciones cional, profesional y económica. Cuando co�oció a Beatrice, fue
y me agrada lo que--ves. Contigo Ta-través- de ·fr me- convertiré· · como despertar después de haber estado en coma. Sintió una pro­
en quien siempre soñé ser. Tú me completarás. Ser elegido por la funda sensación de alivio y renovación, Beatrice, una belleza pre­
misma persona que tú eliges es uno de los deleites de enamorar­ rrafaelista, tenía alrededor de veinticinco años, diez menos que
se. Genera una sensación de importancia personal muy intensa. John, y era estudiante de posgrado de lengua inglesa. Arropados
Soy importante. Tú confirmas mi valor. bajo las sábanas, hablaban durante horas, hacían el amor, vol­
Mientras escucho a las parejas describir la fusión que. acom­ vían a hablai; hacían el amor y dormían (aunque muy poco). En
pañó al nacimiento del amor, capto los sueños que los impulsa­ ese éxtasis de la primera etapa, se sentían libres y abiertos el uno
ron hacia el otro. La primera etapa de cualquier encuentro está al otro. Disfrutaban del encuentro de sus dos mundos, tenían una
llena de fantasías. Se trata de un flujo de proyecciones, ilusiones curiosidad interminable y gozaban de sus sentimientos de reci­
e indicios que pueden o no llevar a una relación. Estás frente a procidad y calidez, libres de los tormentos del mundo exterior.
alguien que apenas conoces y ya te imaginas escalando el Kili­ A medida que la relación fue evolucionando, John y Beatrice
manjaro con él, construyendo un hogar digno de una revista de comenzaron a sentir una creciente sensación de serenidad. La exci-
,, ,¡

52 Inteligencia erótica II. Más íntimidad, menos sexo 53

------
ración inicial maduró, el mundo real resurgió y la ilusión se trans­ ato cabos y se forma una imagen. Tus particularidades se asoman
formó en sustancia. Entraron en la intimidad. Si el '!!]1Qf �s un--.... lentamente, en forma abierta o encubierta, intencionadamente o
acto de imaginación, la intimidad es un acto de realización. Espe- no. Es fácil llegar a algunos sitios de tu interim; pero otros están
raa· que l;i excitación se calme para poder insertarse pacient¡: codificados y es difícil descifrarlos. Con el tiempo, conozco tus
mente en la relación. La clave de la intimidad es el tiempo y la virtudes y tus defectos. Al observar cómo te mueves en el mun­
repetición. Nos elegimos uno al otro una y otra vez, y así cons- do, descubro cómo te conectas: qué te emociona, qué hace que te
truimos una comunidad de dos personas. . actives y a qué le temes. Descubro tus sueños y tus pesadillas. Y
Cuando comienzan a vivir juntos, John y Beatrice se inician me aceptas. Y, por supuesto, todo esto también te sucede a ti.
mutuamente en los gustos y preferencias del otro, y se familiari­ Cuando John se acomoda a la nueva relación, deja de sacar
zan con las excentricidades de cada uno. A John le gusta el café el tema en la terapia; y yo supongo que, si no habla de ello, es
solo; nada de azúcar. Y necesita beber una taza en cuanto se levan­ porque no tiene ningún problema. Cuando, después de un año,
ta. A Beatrice le gusta con crema, sin azúcar, pero primero le gus­ vuelve a sacarlo a la luz, le presto mucha atención:
ta beber un vaso de agua. Algunas de estas necesidades se satis­ -Todo marcha bien. Estamos viviendo juntos. Nos llevamos
facen fácilmente y con ternura; algunas otras requieren de cierta · de maravilla. Es hermosa, divertida e inteligente. Realmente la
aceptación; y otras son molestas, groseras o completamente des­ amo. No tenemos sexo.
agradables. Se preguntan cómo podrán alguna vez tolerar. . . (nom­
bra las tres costumbres más repugnantes de tu pareja). Entran en
el mundo de los hábitos del otro y su familiaridad los tranquili- La intimidad genera sexualidad . . . ¿o no es así?
za. Esto crea una rutina, lo cual, a su vez, alimenta una sensa- ,
ción de seguridad. La familiaridad creciente también libera de las En los Estados Unidos, hoy en día, la creenci_a predominante en
formalidades y las restricciones. Sin embargo, esta falta de for­ la terapia de pareja es la de que el sexo es una metáfora de la
malidades, que es una característica bien recibida en la intimidad, relación: si descubres qué sucede en el campo afectivo, puedes
también constituye un antiafrodisíaco de comprobada eficacia. deducir qué sucede en el dormitorio. Si las parejas se cuidan y se
Por supuesto, la familiaridad es apenas una de las manifesta­ alimentan emocionalmente --si entre ellos existe buena comuni­
ciones de la intimidad. Nuestro continuo descubrimiento de la cación, respeto mutuo, equidad, confianza, empatía y honesti­
otra persona se extiende más allá de los hábitos superficiales, a dad-, puedes suponer, razonablemente, que tienen un vínculo
::¡
un mundo de reflexiones, convicciones y sentimientos interiores. erótico vivo y en funcionamiento. En su libro Hot Monogamy,
.J:· Penetramos en la mente de nuestra pareja. Hablamos, escucha­ la doctora Patricia Love expresa estas ideas al escribir:
mos, compartimos y comparamos. Desvelamos ciertas partes de
nosotros mismos y adornamos, disfrazamos y encubrimos otras. La �uena_ comu_ll!\;sWión.Y.e.rbaLes .una..de las.claves . para
A veces sé cosas de ti porque tú me las cuentas: tu historia, tu fami­ ll!la buena vida sexual. Cuando las parejas comparten libre­
lia, tu vida antes de conocerme; pero a menudo comprendo cosas mente sus perísanil�;,;:�� y emociones en el transcurso del día,
porque te observo, intuyo y asocio. Tú presentas los hechos, yo crean un alto grado de confianza y de conexión emocional
-
II. Más intimidad, menos sexo 55
54 Inteligencia erótica

entre ellos, lo cual les brinda la libertad para explorar su sexua­ erotismo. Antes de conocer a Andrew, Serena había tenido una
lidad más detalladamente. .La intimidad genera sexualidad. jugosa vida sexual en varias relaciones largas. Según su expe­
riencia, la creciente intimidad siempre la había conducido a tener
Para muchas personas, una relación cariñosa y con un com­ mejor sexo, así que se sorprendió cuando esto no funcionó del
promiso de por medio realza y estimula el deseo sexual. Se sien­ núsmo modo con Andrew. Cuando le pregunté que por qué se
ten aceptados y arropados, y esa seguridad les permite sentirse había quedado con él, siendo así que desde la primera cita no se ha­
libres. La confianza que surge de la cercanía emocional los lleva bía sentido deseada, me respondió:
a desatar sus apetitos eróticos. ¿Qué sucede entonces con John y -Supuse que ello se arreglaría, que con el amor mejoraría.
Beatrice? Ellos no reúnen estos requisitos. Tienen una relación her­ · -A veces es el amor el que se interpone en el camino - le
mosa, plena de intimidad y de cariño (se comunican entre sí) y, expliqué-; así que sucede todo lo contrario.
según este punto de vista, eso debería ser la base para un deseo Escuchar a estos hombres y mujeres me ha hecho volver a pen­
;f-, continuo. Sin embargo, no es así. Y, si ello les sirve de algún con­ sar en aquello que hace tiempo había supuesto acerca de la corre­
suelo, esto le sucede a mucha gente. lación entre la intimidad y la sexualidad. En lugar de contemplar el
Irónicamente, lo que contribuye a la buena intimidad no siem­ sexo como un resultado exclusivo de la relación emocional, llegué
( pre contribuye al buen sexo. Tal vez imaginemos lo contrario, pero, . a verlo como una entidad separada. La sexualidad es más que una
según mi experiencia como terapeuta, una alta intimidad emocio- metáfora para la relación: tiene su propio lugru; es algo paralelo.
· La historia íntima de la pareja puede, en efecto, decirnos mucho
na! generalmente es acompañada por 'iin bajo deseo se�al. Esto
representa, de hecho, una relación inversa desconcertante: la inte­ sobre su vida erótica, pero no todo. Existe una compleja relación
rrupción del deseo parece ser una consecuencia involuntaria de la entre el amor y el deseo; y no se trata de algo lineal, de una rela­
ción causa-efecto. La vida afectiva común de una pareja y su vida
creación de la intimidad. Muchas parejas, al llegar a mi consulto­
rio, comienzan su relato de esta manera: «Realmente nos ama­ física tienen, cada una, sus propios vaivenes y ·altibajos; y éstos no
siempre-coincidenc·Se cruzanTtienen influencia· el ·uno-sobre el otro,
Ii l
mos. Tenemos una buena relación. Sin embargo, no tenemos sexo».
pero también son distintos. Ésta es una de las razones por las cua­ ,_¡
A Joe le agrada el gran interés que Rafael siente por él, pero no 'I
le gusta sentirse asfixiado físicamente: sólo le interesa tener la les, para disgusto de muchos, generalmente se puede recomponer 1

una relación sin que esto tenga ningún efecto sobre el sexo. Tal
i: posición predominante. Susan y Jenny se sienten más cerca que
1

!u nunca desde que adoptaron a su primer hijo, pero esa cercanía vez la intimidad genere sexualidad sólo en algunas ocasiones.


,

!.• •.
no se traduce en sensualidad. Adele y Alan recuerdan sus noches
de hotel como íntimas, pero no especialmente apasionadas. A pesar

l
í de sus frustraciones eróticas, parece que estas parejas comparten
�I
i,,
La alteridad constituye una condición necesaria para
una buena intimidad, y no una ausencia de la misma. que exista conexión
I'li Andrew y Serena tienen muy claro que el sexo ha sido un
problema desde el principio y que, sin importar cuánto haya cre­ Se presupone con demasiada facilidad que los problemas relacio- .
! '1
cido su relación, nunca fue suficiente como para cargarlos de nados con el sexo constituyen el resultado de una falta de cerca-

¡;:¡'·
,,
56 Inteligencia erótica JI. Más intimidad, menos sexo 57
1

! nía; pero yo opino que tal vez la manera en la que construimos mientras eso sucede, tendemos a elegir parejas cuyas inclinacio­
11

esa cercanía sea la que reduce la sensación de libertad y autono­ nes coincidan con nuestras vulnerabilidades.
mía que se necesitan para obtener placer sexual. Cuando la inti­ Algunos de nosotros establecemos vínculos íntimos siendo ple­
midad se convierte en fusión, lo que obstaculiza al deseo no es namente conscientes de que necesitamos conectarnos, estar cer­
la falta de cercanía, sino la proximidad en demasía. ca, no estar solos y no ser abandonados. Otros comienzan una

i.
\ El amor descansa sobre dos columnas: la entrega y la autono- relación con una acentuada necesidad de mantener su espacio
ª t s personal: nuestro sentido de autciconservación nos pone en guar­
:::���:::r::;:�::!/�:: ��::::/;;�: :�:� �:� :::��:�· dia para no ser devorados. La conexión erótica y afectiva .crea una
da distancia, no hay conexión. Pero cuando la fusión es extrema cercanía que puede resultar abrumadora, provocando una sensa­
se arranca de raíz la separación de dos individuos diferentes. Enton­ ción de claustrofobia. Puede parecer una intrusión, Lo que al prin-
ces no hay nada ya que trascender, ningún puente que atravesar, ·. cípío se percibía como un espacio seguro se convierte en un espa­
nadie a quien visitar al otro lado, ningún otro mundo interno en cio confinado. Aunque nuestra necesidad de cercanía es casi tan
¡, ;
el que penetrar, Cuando las personas llegan a fusionarse (cuando primaría como nuestra necesidad de alimentarnos, lleva consigo
i:,;
... ..... i : - - .. esapllJ'.ec:e . 1 cq11exi. on
�dos...se...convie.tten...e.n.. 000), ...d ·ª .... CJ . .h. ªY na 1e
.. ,. .N ..inquietudes. :y amenazas que pueden i!lhibír d dese.o....Qu.eremos. ..
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!

i' con quien conectarse. Por lo tanto, la conservación de la indivi­ cierta cercanía, pero no tanta como para sentirnos atrapados.
dualidad constituye ooa condición necesaria para que exista cone­ John y Beatríce aún están lejos de ser conscientes de todos estos
xión: ésta es la paradoja fundamental de la intimidad y el sexo. meandros de la intimidad. La autenticidad y espontaneidad del
La doble (y a menudo conflictiva) necesidad de conexión e principio no les permitió prever la ambivalencia amorosa que
independencia es oo tema central en la historia de nuestro des­ seguiría a aquéllas. Desde su posición, la intimidad era algo sen­
arrollo, En la niñez, luchamos por encontrar un equilibrio justo . cilio: se abrían, se descubrían, compartían, se ,hacían transparen­
entre nuestra profunda dependencia de nuestros progenitores Y tes, se abrían más...
la necesidad de encontrar cierta independencia, El psicólogo John y Beatríce representan el ejemplo de un típico comien­
Michael Vincent Míller nos recuerda cómo esta lucha. se repre­ zo. De hecho, la intensa fusión emocional y física que ellos expe­
senta tan intensamente en las pesadillas de los niños: " ... los sue­ rimentan sólo es posible con alguien a quien todavía no conoce­
ños que dan sensación de abandono, como caer o perderse, y los mos. En esta etapa inicial de la relación, la entrega y la fusión
sueños asfixiantes en que se es atacado o devorado por mons- resultan relativamente inofensivas, ya que los límites que separan
truos». Llegamos a nuestras relaciones adultas con un archivo a ambas personas aún están definidos externamente, John y Bea-
de memoria afectiva listo para ser activado, La medida en que . . trice son nuevos el uno para el otro, Y aunque cada uno está
ambas necesidades hayan sido nutridas u obstruidas durante nues- emigrando al mundo del otro, aún no han establecido una resi­
tra infancia determinará las vulnerabilidades que llevemos a nues­ dencia fija allí; todavía constituyen dos identidades separadas . Es
tras relaciones adultas: qué es lo que más queremos y qué lo que i todo el espacio que existe entre ellos el que, precisamente, les
más tememos. Todo estamos a caballo entre ambas necesidades. . •· permite imaginar que no hay espa¡;ío alguno, Todavía están cau­
Su- intensidad y prioridad oscilan a lo largo de nuestras vidas; y, . tívados por el encuentro y no han consolidado su relación.
58 Inteligencia erótica 11. Más intimidad, menos sexo 59

Al principio puedes concentrarte en la conexión porque exis­ cía desdichada no constituye una condición necesaria-. La
te la distancia psicológica; es parte de la estructura. La otredad creencia popular sobre el amor ha llevado a pensar que esto
es un hecho: no es necesario cultivar la individualidad en las pri­ se debe al «temor a la intimidad», una aflicción que parece
meras etapas del enamoramiento, ya que en ese momento toda­ aquejar particularmente a los hombres. Pero lo que yo obser­ .1
vía sois entes separados. Aspiráis, de hecho, a invadir esa alteri­ vo no es tanto una renuencia al compromiso en una relación
dad. Como nuevos amantes que eran, John y Beatrice disfrutaron de intimidad (nadie puede dudar de lo profundo de la relación de
de esa intrínseca distancia, que les permitió experimentar libre­ John con Beatrice). Para este tipo de personas, lo sofocante es
mente la confluencia del amor y el deseo, exentos de los conflic­ el peso de la relación. Al eliminar las necesarias libertad y
1 tos que traerían a la terapia más adelante. -espontaneidad que el eros . exige, ellos se sie!).ten atrapados por
I ': la intimidad.
'¡! Las inhibiciones sexuales de John se agravan a medida que la
El aprisionamiento debilita el deseo relación con su novia se intensifica. De hecho, cuanto más la
quiere, menos la puede desear con libertad. Para él, como para
Para John, la intimidad abriga una amenaza de aprisionamiento. muchos otros hombres en esta situación, la paralización erótica
Creció en un hogar sometido a un padre alcohólico y maltrata­ no es algo fútil. Él está a merced de un pene testarudo, que, sim­
dor. No puede siquiera recordar el tiempo en que aún no estaba plemente, no quiere responder: Pero ¿por qué?, ¿cuál es el bloqueo
totalmente acostumbrado al mal humor de su padre y a la tris­ erótico que no le permite buscar placer con Beatrice, la misma

teza de su madre. Desde pequeño fue destinado a la tarea de cui­ mujer con quien, no hace tanto, pasaba horas en un paraíso sen­
sual?
,: !

dar emocionalmente de ella y aliviar su soledad. Él era su espe­


ranza, su consuelo, un indirecto testimonio de que su miserable Irónicamente, incluso la cercanía generada por el buen sexo
vida sería vengada a través de su maravilloso hijo. Los niños que puede tener un efecto bumerán. Al igual que John y Beatrice,
provienen de hogares tan conflictivos, generalmente, afrontan la muchas parejas viven-·sus-·relaciones -como una -danza- donde el
tarea de proteger a su progenitor más vulnerable. John nunca sexo fabuloso los acerca, pero luego esa misma cercanía puede
dudó del profundo amor que su madre sentía por él; pero tam­ volver a dificultar el sexo. El éxtasis inicial desarrolla rápida­
poco ese amor ha estado nunca libre de un sentimiento de car­ mente un lazo y crea una conexión inmediata. Pero mientras a
ga. Desde el comienzo, el amor implicó responsabilidad y obli­ muchos de nosotros nos agrada la idea .de ensimismarnos en el
gación.. Y aunque ansía la cercanía de la intimidad -siempre ha sexo, la unidad que formamos cuando fusionamos nuestros cuer­
tenido una mujer en su vida-, no sabe cómo experimentar el pos puede evocar un sentimiento de absorción. La intensidad de
amor de una forma que no le haga sentirse recluido. El amor la pasión sexual activa un temor: quedar sepultado. Por supues­
que comienza a sentir por Beatrice lleva consigo la misma sensa­ to que somos muy pocos los que nos damos cuenta de este tras­
ción de carga que el amor siempre ha provocado en él. fondo mientras ocurre. Lo que sentimos, en cambio, es la nece­
Existen muchas circunstancias que pueden llevar a la gente sidad de separarnos inmediatamente después del orgasmo, o un
a vivir el amor y la intimidad como algo asfixiante -una infan- deseo repentino de hacernos un sándwich o de encender un ciga-
60 Inteligencia erótica II. Más intimidad, menos sexo 61

rrillo. Le damos la bienvenida a la intromisión de cnalquier pen­ Los patrones de comportamiento nos igualan a todos
samiento al azar: «Quería enviarle uu correo electrónico a . . . »;
«esas ventanas necesitan una limpieza . . . »; «me pregunto cómo La dinámica en las relaciones siempre es complementaria: ambos
estará mi amigo Jack». Agradecemos cuando nos dejan solos miembros de la pareja contribuyen a crear pautas de comporta­
para divagar ociosamente con nuestras mentes porque esto res­ miento. No podemos hablar del temor al aprisionamiento de
tablece cierta distancia psicológica, cierta delineación de los limi­ John y de su pérdida del deseo sin mencionar también lo que
tes entre tú y yo. Del «ínter» volvemos al «intra». Tras haber Beatrice aporta a la relación. Así que la invité a que viniera a algu-
estado en cada uno de nosotros, regresamos a nuestra propia nas sesiones con John. Durante el curso de nuestra conversación,
piel. En ningún otro momento se representa tan claramente el comprendí claramente su contribución al rompecabezas. En su fer­
tránsito de la conexión a la individualidad como en la finaliza­ vor por la pareja, hizo que sus intereses coincidieran con los de
ción de un acto sexual. él, abandonó casi todas las actividades en las cuales él no estu­ ¡=:
En su libro Arousal, el psicoanalista Michael Bader ofrece viera incluido y dejó de ver a sus amigos. Desgraciadamente, todos
1

otra explicación para el punto muerto erótico al que han llega­ sus intentos por aumentar la cercanía entre ellos han tenido, eró­
do John y Beatrice. Desde su punto de vista, la intimidad viene ticarnente, el efecto contrario. Su deseo de agradar y su constan­
---- --1�- - dela mano de una por b1enei,tar de la te disposición a ienunciar a cualquier cosa que se interpusiera
otra perscma, lo cual incluye el temor a lastimarlo. Pero la exci­ entre ambos incrementan la carga emocional de John y exacer­
tación sexual requiere de la capacidad de no preocuparse, y la bús­ ban su abstinencia sexual. Es como si su pene creara el límite
. L queda del placer exige cierto grado de egoísmo. Algunas perso­ que él no podría establecer de otra manera. Es difícil sentirse
nas no pueden permitirse este egoísmo porque están demasiado atraído por alguien que ha abandonado su sentido de autono­
,,
L'

absortos en el bienestar de su pareja. Esta configuración emocio- mía. Tal vez la ame, pero para él, evidentemente, es más difícil
1

nal es reminiscencia de cómo se sentía John respecto a su madre desearla. No hay tensión.
-el conocimiento de su infelicidad lo ·abrumaba, bajo el peso de Les sugerí que Beatrice se fuese a vivir sola un cierto tiempo y
la preocupación y de un sentimiento de responsabilidad-: El que restableciera su independencia. Hacer esto animó a Beatrice
¡· intenso afecto que experimenta le dificulta concentrarse en sus a volver a relacionarse con sus amigos y a dejar de organizar su

[ propias necesidades, sentirse espontáneo, sexualmente vivo y des­


preocupado.
John se ha enfrentado a este desconcertante problema de la
vida alrededor de John. Le dije: «Tienes tanto miedo a perderlo
que te has distanciado de todo y has perdido tu libertad. No eXÍs'
te aquí una persona aparte, distinta, a la que él pueda amar». A

{1
1
pérdida del deseo en cada relación íntima que ha tenido. En el
pasado, cada vez que se bloqueaba, lo interpretaba como que ya
no amaba a esa mujer. De hecho, se trata de todo lo contrario:
John le dije: "Te gusta tanto cuidarla que ya no puedes ser su
amante. Necesitamos restablecer cierto grado de diferenciación y
volver a crear parte de la distancia que teníais al principio. Es .
es precisamente porque la ama tanto por lo que carga con ese difícil sentir deseo cuando estás lastrado por la preocupación».
sentimiento de responsabilidad hacia ella y no puede disfrutar de En los meses que siguieron, Beatrice se mudó. Fue un cambio
la búsqueda despreocupada del éxtasis erótico. radical sorprendente: encontró un apartamento, envió una solici-

,,;:, , , .

���if�,;f>-,..
62 Inteligencia erótica II. Más intimidad, menos sexo 63

tud para un curso de doctorado, se fue de viaje con sus amigos y músicos, de poco más de treinta años, que se han casado hace
comenzó a ganar su propio dinero. De manera gradual, a medi­ siete. Son una pareja interracial: ella es afroamericana; y él es
da que John fue convenciéndose de que Beatrice se valía por sí descendiente de irlandeses. Ella irradia confianza -con sus vaque­
misma, y a medida que Beatrice fue dándose cuenta de que no ros de chico y sus uñas pintadas de color verde mar. Él lleva la
necesitaba renunciar a su propio ser para merecer amor, crearon marca Quiksilver sobre todo su cuerpo. Son atractivos, valientes
un espacio entre ellos, en el cual el deseo pudo fluir más libremente. y con empuje, y están desesperados por lo que les sucede:
Muchos de los hombres y mujeres a quienes atiendo encuen­ -No tenemos sexo i llevamos años así --explica Candace--.
tran particularmente difícil insertar esta clase de espacio emocio­ Le tenemos pánico a ello y estamos tan disgustados. . . Y creo
nal en sus relaciones amorosas. Tal vez pienses que la seguridad que ambos tenemos un temor profundamente arraigado a descu­
que da una base sólida hará que correr estos riesgos sea más brir que es irreparable.
fácil, pero no es así. Es cierto que una relación segura nos alien­ Como John, Candace ha experimentado lo que parece una
ta a reforzar las ambiciones profesionales, a afrontar secretos fami­ inevitable pérdida de deseo en todas sus relaciones de pareja ante­
liares y a asistir a ese curso de paracaidismo al que nunca nos riores, y de nuestra conversación lo que surge es que ella com­
habíamos animado. Aun así, nos resistimos a la idea de estable­ prende su propio patrón de comportamiento:
cer cierta distancia dentro de la relación; distancia que es exac­ -Mi problema, mi parte del problema, no tiene nada que
tamente la que hizo posible, en un primer momento, esa unión ver con Jimmy --<lice--. Cuando la relación con alguien se vuel­
deliciosa. Podemos tolerar el espacio en cualquier lugar, salvo en ve íntima, cuando amo a alguien y ese alguien me ama, de repen­
nuestra relación de pareja. te pierdo el interés sexual. Siento que falta algo y no puedo acer­
El deseo sexual no obedece a las mismas leyes que mantienen la carme a mi pareja en el ámbito sexual. Tuve muchas relaciones
paz y la satisfacción entre los miembros de la pareja. La razón, la largas antes de conocer a Jimmy y esto me sucedió en todas ellas.
comprensión, la compasión y el compañerismo constituyen el sostén Candace sabe que Jimmy es importante ¡Íara ella. Él es fia­
de una relación estrecha y armoniosa. Sin embargo,-el sexo-a menu0 ble, atento e inteligente. Comparten una fértil asociación. A pesar
do despierta una obsesión irracional en lugar de un criterio reflexi­ de buscar estas cualidades en un hombre, sus efectos secunda­
vo; un deseo egoísta en lugar de una consideración altruista. La agre­ rios resultan antieróticos para ella. Ante la amabilidad de Jimmy,
sión, la deshumanización y el poder existen a la sombra del deseo y ella no puede experimentar su propia energía sexual.
son componentes de la pasión que no necesariamente cultivan la -Lo que puedo decirte -comenta- es que su amabilidad
intimidad. El deseo funciona siguiendo su propia trayectoria. me hace sentir segura, pero cuando pienso en con quién quiero
acostarme, no es seguridad lo que busco.
-¿Qué le falta? -le pregunto-. ¿No es suficientemente trans­
El camisón de franela gresor? ¿No es suficientemente agresivo?
-No es suficientemente agresivo.
Mi primer encuentro con Jimmy y Candace fue un claro ejem­ -Y, de alguna manera, ¿es un amante demasiado concien-
plo de esta historia tan común. Jimmy y Candace son jóve-nes zudo?
1

l
64 Inteligencia erótica IL Más intimidad, menos sexo 65

-¿Sabes lo que le dije? --confiesa Candace-. Le dije: «Si hoy


¡
-Sí. •.J
-¿Y te presta atención constantemente? me abandonaras, yo me sentiría sexualmente atraída por ti». :¡
·-Lo cual es muy considerado por su parte. Candace reconoce que el sentimiento de cercanía emocional ¡
-Muy considerado, pero no excitante -añadí-. Todo es que ella desea tener con Jirnrny se interpone en el camino de
,L

muy cariñoso, muy tierno, pero no es sexual. Habéis reemplaza­ aquello que . la excita sexualmente. Para sortear este obstáculo,
do el amor sensual por otra cosa. Es lo que la terapeuta sexual necesita establecer cierta distancia psicológica. Antes de conocer­
Dagrnar O'Connor denomina «amor cómodo». me, Candace había intentado hacerlo. Ella misma había hallado
-Corno un camisón de franela -asiente Candace. una solución a su problema: Jirnrny debía ignorarla al llegar a casa
en lugar de acercarse a ella. Corno dijo ella, «si siento que no
me necesitas, te deseo». Intuitivamente, sin saber por qué, nece­
Los elementos de protección y cuidado que alimentan la vida sitaba esta particular trama; estaba intentando crear deseo.
hogareña pueden ir en contra del espíritu rebelde del amor car­ Desafortunadamente, Jirnrny no se sumó a su juego. Interpre­
nal. Generalmente, elegirnos una pareja que nos haga sentir que­ tó su necesidad de distancia corno un rechazo hacia él. De mane­
ridos, pero después del iclüio inicial descubrirnos, al igual que Can­ ra conmovedora expresó su añoranza cuando explicó:
¡;
dace, que no podernos verlos corno seres sexuales. Querernos crear -Me he enfadado tanto... Recuerdo un tiempo en el que todo
una sensación de cercanía en nuestra relación y crear un puente lo que tenía yo que hacer era frotar mi rodilla contra su muslo
entre nuestra pareja y nosotros, pero, irónicamente, ese mismo para que ella se excitase. Pero hace mucho tiempo que, sincera­
espacio entre nosotros y el otro es la sinapsis erótica. Para que mente, no siento que ella me desee de esa manera. Yo quiero que
el deseo vuelva a casa, debernos recrear esa distancia que nos me desee. Quiero que esté ávida de una cosa, de una sola cosa.
costó tanto salvar. La inteligencia erótica consiste en crear cierta Y esa cosa soy yo.
distancia para luego hacer cobrar vida a ese espacio. -Pero tú ves su petición de un respiro · corno un rechazo
En una de nuestras sesiones, Candace comenta que nada la -le respondo--. Tú sabes que el deseo actúa de maneras extra-
excita más que ver a Jirnrny actuar sobre el escenario. Sin embar­ ñas. Ella te está pidiendo que la ignores, que no la desees, corno
go, cuando le pregunto si alguna vez va después entre bastido­ un medio para que ella te desee. Entiendo que no tenga mucho
res, ella me dice que no. sentido para ti. ¿Por qué esos rodeos? Comprendo tu reacción.
-¿Por qué no te metes en su camerino? -le pregunto--. Lo Pero has de darte cuenta de que necesita separar lo íntimo de lo
ves sobre el escenario y te excita. En ese momento, él es comple­ erótico; y para hacerlo necesita espacio. Te invitó a formar par­
tamente dueño de sí mismo y de su .talento. Pero luego, tú esperas te de un ardid que le permitiría hacerlo. No fue un desaire: fue
a llegar a casa y él, instantáneamente, pierde todo su erotismo. una invitación. No debes tornarlo literalmente, sino corno un jue­
Ella asiente con la cabeza; él parece decepcionado. go sexual: «Juega a que no me necesitas. Juega a ignorarme».
-¿Por qué no te divorcias? -le sugiero--. Quédate con él, Pero Jirnrny no podía jugar, ya que estaba atrapado en un
pero divórciate. Si ya no estás casada con él, no te parecerá tan conflicto con Candace. No quería tener que hacer semejantes
de casa, hogareño. contorsiones para despertar su deseo. Él quería que ella lo de-
1 '·
Ii :·
L: II. Más intimidad, menos sexo 67
1,:
¡1 66 Inteligencia erótica

J: seara a su manera. Jimmy llevaba tantos años sintiéndose priva­ dole los hombros. ¿Sabes una cosa? Ahora que lo pienso, recuer­

i
1

do de algo y rechazado que el principal sentimiento que lo acom­ do que en algún momento me pregunté si habría supuesto algu­
pañaba era el enfado. Su mal genio sólo aumentaba su anhelo y na diferencia para ella que fuera yo o la Sra. Monahan.
necesidad. La manera en que neutralizaron la amenaza de la ira -Entonces éste será el objetivo de la terapia -interpuse yo-.
fue a través de un enorme afecto. Su constante acercamiento físi­ Diferenciaremos a Jimmy de la Sra. Monahan.
1

co actuaba como un inhibidor del apetito sexual. Esta clase de Al decirles que no se tocaran, estaba delimitando el espacio
contacto puede subsistir durante años sin llegar a convertirse en que le daría a ella pie para buscar a Jimmy. A la vez, eso le haría
deseo. El amor incondicional no lleva al deseo incondicional. Ése a él sentirse deseado:
es el tipo de relación que tenemos con los amigos; y Jimmy y · -Quiero que esto os quede claro: ningún contacto. Ni besi­
Candace eran amigos que querían ser amantes. tos rápidos, ni auténticos besos, ni masajes, ni caricias. Nada.
Al saber que Candace ya había expresado su necesidad de Lo siento. Podéis escribiros, podéis enviaros notas, podéis habla­
¡¡ tomar distancia, yo encontré una oportunidad para intervenir. Tra­ �os con los ojos ... cualquier otra cosa que queráis hacer. Esto es
té de introducir un elemento perturbador en el acogedor y cari­ porque a estas alturas habéis apagado la chispa con el afecto,
dejándola sin medio alguno para que se encienda.
i.

ñoso contacto que había venido a reemplazar al sexo:


1!

-¿Os tocáis el uno al otro? -'-les pregunté, aunque sabía la Candace era cómplice de mis instrucciones:
respuesta. -De acuerdo -dijo-. Es odioso, pero es una buena idea.
-Constantemente -me respondió ella. Me preguntaba para quién sería más difícil seguir mis instruc-
-¿Os abrazáis? ciones. Aunque Candace se había presentado a sí misma como
-Sí -respondió Jimmy. una «puta del tacto», sospeché que Jimmy sería el primero en
- ¿Mucho? romper este acuerdo, ya que él se jugaba más en ello. Llevaba
-Sí -dijeron al unísono. años estando furioso y nunca había sabido cóino estar enfadado
-Bueno, eso debe terminar. con una persona a quien al mismo tiempo se ama: cómo estar

11
enojadísimo y conectado al mismo tiempo. Detrás de su conten­
Me miraron con los ojos abiertos de par en pru: Habían estado ción, detrás de las suaves caricias, se esconde el temor de que la
hablando de un aspecto de su relación que ellos apreciaban y, de ira inevitablemente conduzca a la separación. Las primeras sema­
pronto, yo se lo estaba quitando. Pero, por la manera en que me nas, Jimmy tuvo repetidos deslices. Así que le pedí a Candace que
respondió Candace, supe que estaba yendo en la dirección correcta. fuera más estricta respecto a mantener las manos fuera del juego.
-No sabes lo que significa eso para mi -me dijo-. Soy tan Quería subir la apuesta inicial. Finalmente, Jimmy lo pudo lograr:
1 ¡,
sensible al tacto. . . Para mí, el contacto es lo más importante. -Al cabo de, aproximadamente, un mes, no quería tener nada
:: ·,

Acepto el contacto de cualquiera, incluso de un relativamente que ver con ella.


desconocido. Soy una «puta del tacto». Quitar la capa protectora del afecto resultó ser más eficaz de
-Cuando fuimos a visitar a mi familia la semana pasada lo que había pensado.
-agregó Jimmy-, la mejor amiga de mi madre estuvo masajeán- -Tal vez la seguridad no me atraiga -admitió Candace-,
68 Inteligencia erótica II. Más intimidad, menos sexo 69

pero he llegado a depender de ella. Estas últimas pocas semanas característica esencial». Sin embargo, al intentar establecer cierta
él ha estado más alejado y ello ha sido realmente incómodo. No intimidad, a menudo buscamos eliminar la otredad, y así exclui­
estamos acostumbrados a estar así. Conseguí lo que le pedí, pero mos el espacio necesario para que el deseo florezca. Buscamos inti­
no estoy segura de que eso fuera lo que yo deseaba. midad para evitar sentirnos solos; y, sin embargo, crear la distancia
Candace y Jimmy habían construido una intimidad que des­ esencial para que el erotismo exista significa alejarse de la como­
cartaba conflictos de cualquier tipo. Toda la tensión se había cris­ didad de nu_estra pareja y sentirnos más solos. ,·,
talizado el) el punto muerto sexual que habían alcanzado. Era el Yo creo que nuestra capacidad para tolerar nuestra alteridad i¡
único sitio donde mantenían su alteridad. Al afectar el equilibrio _ (y la inseguridad que trae consigo) es una condición necesaria para
de su armoniosa, pero sexualmente apagada, relación, esperaba mantener el interés y el deseo en la relación. En lugar de esfor­
introducir un mayor sentido \le la otredad, ya qne sin ella no había zamos todo el tiempo por generar cercanía, yo sostengo que las
manera de que el deseo resurgiera. parejas pueden estar mejor al cultivar sus Yo individuales. Si cul­
Tras unos pocos meses de terapia, Candace y Jimmy me infor­ tivar la separación suena muy duro, entonces pensemos en ello
maron de que habían notado una diferencia, pero que aún te­ como una forma de nutrir un sentimiento de individualidad. El
nían un largo camino por delante: psicólogo francés Jacques Salomé habla sobre la necesidad de
-En muchos sentidos tenemos mucho desde el punto de vista desarrollar una intimidad personal con uno mismo como un con­
de nuestra relación. Tenemos mucho que agradecer y lo sé -me trapes� parn la pareja. Resulta hermosa uria imágen que resalt;
dice Candace-, pero también hemos descubierto que estar cerca -1a-cónexión éon urÍo lllismo en lugar de la distancia con nuestra
no significa no reñir nunca. Es gracioso, porque la única cosa de la pareja. En nuestra intimidad mutua hacemos el amor, tenemos
que estábamos tan orgullosos resultó sei; en realidad, un problema. hijos y compartimos espacio físico e intereses. De hecho, mezcla­
Al escuchar a Candace, se me ocurrió que la palabra «segu­ mos las partes fundamentales de nuestras vidas. Pero fundamen­
ridad» presentaba más de una sola cara. La psicóloga Virginia tales no significa todas. La intimidad personal delimita una zona
Goldner hace una precisa distinción -entre «la -seguridad flácida privada; que-requiere- tolerancia y respeto. Es un espacio (físico,
de la comodidad permanente» y «la seguridad dinámica» de las emocional e intelectual) que sólo me pertenece a mí. No todo
parejas que se pelean y se reconcilian, y cuya relación es una tiene que mostrarse. Todos deberían cultivar un jardín secreto.
sucesión de grietas y reparaciones. No es invitando a la agresivi­
dad, sino siendo dueño de la misma, cotno la tensión sexual pue­
-" ··-·•"'··· · . '"" .. -·�
de retozar libremente, y eso mismo es lo que trae seguridad. El amor disfruta sabiendo todo sobre el otro; el deseo necesita
algo de mistcrio,_El amor necesita acortar la distancia que existe
entre nosotros, mientras que el deseo se fortalece gracias a esa
Todos necesitamos un jardín secreto distancia. Si la intimidad crece a través <:!� la repetición y)a fami­
liaridad, el eroti;;;;; ;;:;,]?i:�ce-C?f! Ja repetición. El misterio,
En su revolucionario libro El segundo sexo, Simone de Beauvoir lo original y lo inesperado le dan alas. El a!llor pretel!de pos_eer;
escribe: «El erotismo es un movimiento hacia el Otro. Ésta es su
--------·-- .... , _,_, .,..... .
el deseo pretende querer.· _{Jna expresión de anhelo requiere de
.
, ··"

_.,¡'j
70 Intelígencia erótica

un persistente carácter esquivo. Está menos. interesado en dónde 1


ha estado ya y más apasionado por adónde puede ir todavía. Pero :'
muy a menudo, a medida que las parejas se instalan en la como-:·
' .
Las dificultades de la intimidad
didad que brinda el amoi; dejan de avivar la llama del deseo . Se .
:

moderna: el diálogo no es el único


olvidan de que el fuego necesita aire.
capítulo
tres camino a la intimidad

«No tenemos secretos; nos contamos todo. »


CARLY SIMON, We have no secrets

Cuando mi madre hablaba sobre relaciones de pareja, no tenía


mucho que decir sobre la intimidad:
-Necesitas dos cosas en el matrimonio -me decía-: Nece­
sitas la voluntad para que funcione y necesitas ser capaz de tomar
compromisos. No es difícil tener la razón, pero cuando tienes la
. razón te quedas sola.
Mi padre, que siempre era menos pragmático que mi madre,
superaba la cuota de expresividad y demostración. La adoraba
abiertamente y la colmaba de besos, regalos y atención. Pero si
. le hubiese preguntado si entre ellos había intimidad, él me hubie­
ra mirado perplejo sin saber de qué estaba hablando. Él conocía !
. el amor y conocía la relación de pareja; y ambas incluían implí­
citamente la inmensidad de la intimidad.
,1

Para mis padres y para otras personas de su generación, el dis­


curso moderno sobre la intimidad les resultaría completamente
incomprensible. Su relación estaba lejos de ser perfecta -deberían
,·¡ haber asistido a terapia por varias razones--, pero el concepto de «tra­
bajar sobre la intimidad» les habría resultado absolutamente ajeno.
.üt,:
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.

,.,._/:;,/,
.
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./1
72 Inteligencia erótica
III. Las dificultades de la intimidad moderna 73

11 ción y las obligaciones se sustentan en el amor. La iutimidad ha


! Cuando Tevye, en El violinista sobre el tejado, le dice a su
pasado de ser una consecuencia de una relación de larga dura­
esposa Golde que permitirá a su hija casarse con el hombre que
ama (en lugar del hombre que él ha escogido para ella), formu­ ción a ser un mandamiento para uno. En un matrimonio com­
i pañero, el respeto, como pilar de la relación, ha sido reemplaza­
la su decisión diciendo que « . . . éste es un mundo nuevo». Es un
do por la confianza y el afecto, y ahora no se cuestiona el papel
i

mundo donde la geute se casa por amoi; muy distaute del mun­
fundamental de la intimidad.
do en el que él conoció a Golde el día de la boda y su padre le
dijo que con el tiempo aprendería a amarla. Ahora, veinticinco
años más tarde, al ser testigo del floreciente amor de su hija por
ese hombre, le pregunta a su esposa si ella lo ama después de El auge de la intimidad
t�nt s años. Golde le responde con una increíble lista de expe­
� El terapeuta familiar Lyman Wynne señala que « . . . sólo se reco­
nenc1as que compartieron en su vida y le da una hermosa y líri­
noció .que la intimidad era una "necesidad" cuando se volvió
ca descripción de cómo el ,«viejo mundo» solía pensar acerca del
más difícil lograrla». La llegada de la industrialización y el sub­
amor y el matrimonio. Ella lavaba su ropa, ordeñaba su vaca,
siguiente aumento de la vida urbana desencadenaron un gran cam­
c mpartía su cama, pasaba hambre junto con é 4 luchaba con é4
� bio en la estructura social. Trabajo y f�_Illilj�_se, sepan1rgn_; y tam­
cnaba a sus hijos; limpiaba su casa y cocinaba para él. «Si eso
bién nos separamos nosotro��tuvimos más desconectados, más
no es amor, entonces, ¿qué es?», le pregunta. Saber que Golde lo
solos y más necesitados de un contacto significativo.
ama no cambia nada, pero Tevye termina la caución reconocien­
Por otro lado, cuando las personas viven en redes sociales
do que « . . . después de veinticinco años, es agradable saberlo».
cerradas, lo más probable es que busquen espacio antes que diá­
La visión del matrimonio de Golde no coincide con lo que
logo íntimo. Cuando tres generaciones viven bajo un mismo techo
hoy en día en Occidente consideramos, comúnmente, intimidad.
_ tod;; conocen su lugar: los miembros de la familia son más pro­
Nosotros lo llamaríamos domesticidad (en el mejor de los casos)
pensos a ·acatar las reglas de la formalidad,..que -aseguran la pri­
o multisecular opresión (en el peor de ellos). En el pasado, cuan­
vacidad y la discreción. Aunque se comparte mucho, todos recla­
do el matrimonio era una institución más pragmática, el amor
man algo personal: un rincón privado, una taza de café preferida,
resulta�a secundario. El respeto era fundamental. Los hombres y
el asiento junto a la ventana o una tranquila lectura en el baño.
l�s mu¡eres hallaban la conexión emocional en otros sitios, prin­
Desde Tokio a Djibuti y a Queens, en Nueva York, las personas
cipalmente en relaciones con personas del mismo sexo. Los hom­
que forman parte de una familia numerosa o aquellas que trabajan
bre� establecían _vínculos afectivos mediante el trabajo y el espar­
_ día y noche bajo el yugo de la presión económica, debiendo vivir
c1n11ento; las mu¡eres, a través del cuidado de los niños o pidiendo
en viviendas reducidas, tienden a no buscar una cercanía mayor:
azúc_ar prestado a las vecinas. El amor en el matrimonio podía
Cuando las personas viven amontonadas, no existe aislamiento
surgrr con el correr del tiempo, pero no era indispensable para
que trascender y están lejos de interesarse en adoptar los ideales
/. .

lograr una familia. El matrimonio solía sei; primordialmente una


de intimidad de la clase media occidental. Sus vidas ya están lo
cuestión de sustento económico; y constituía una sociedad d; por
suficientemente entrelazadas.
vida. Estar en pareja hoy en día es una iniciativa de libre elec-
• ""
74 Inteligencia erótica
HI. Las dificultades de la intimidad moderna 75

La intimidad se ha convertido en
el principal antídoto contra
el creciente aislarrúento. Nuestra escuc har como de hablar. Quien recibe estas revelaciones debe
determinación de «extender
mano y tocar a alguien» ha alc la - un compañero cariñoso, comprensivo, . .
y hbre . . .
de pre1mc1os
anzado un punto álgido de ferv

l
or
f religioso. Justamente esta mañan
el teléfono de mi casa y, como
teléfono móvil. Inmediatamente
a, cuando pensaba en ello, son
no lo cogí, comenzó a sonar
después, rrú ordenador me avi
mi
ó
-alguien que sepa escuchar, con empatía y cuyo conse10 nos rea-
.
firme--, Queremos sentir que nos conoce completamente, que nos
reconoc Profundamente y que nos acepta totalmente por qme-
e
- .
de que tenía un correo electróni só ,
. sea reciproco.
co. Cuando mi línea privada nes somos, y esperamos que ese compartir
unió a la algarabía, me rendí y per se . . . d moder-
No -es coincidencia que la aparición de la mtmuda
r'
�.1
tiempos de comunicación instan
mití que me «tocaran» . En esto
s ,
tánea, complementamos nuestra con el énfasis puesto en la palabra, haya surgido junto con
relaciones con una variedad de s "tt'.cieciente i�d�pendencia eco�ómica de las mujeres; Cuando
�¡

·� sión de que todos estos trasto


aparatos tecnológicos, con la ilu­
.1 s fortalezcan nuestras conexione ¡¡;; mujeres dejaron de estar económicamente a�arradas a sus
Este frenesí social oculta una s.
1 profunda necesidad de contac · man'dos , cuando ya no estuvieron socialmente. obligadas a sopor-
f humano. to
tar una unl'o'n desdichada ' dei matn- ·
!. · ' comenzaron a esperar mas
monio. El trabajo pesado innegociable se convlft10 en algo
. . ,,
. ceptable. Fue reemplazado por la expectativa de una cone-
ma
Dime cómo te sientes realmen xión emocional que satisficiera a ambos. Los benef.1c1os· tamb" ien
te _
alcanzaron a los hombres, quienes ya no estaban obhgados a
Es interesante: por un lado, nu ser el único sustento económico de la farrúlia ( su propia forma
estra necesidad de intirrúdad se
convertido en algo primordial; ha de trabajo pesado).
pero, por el otro, se ha estrech
do la manera en que la conceb a­ En nuestro modelo moderno de pareja comprometida, . la
imos. Ya no aramos la tierra
tos; hoy en día dialogamos. He jun ­ 'nfluencia femenina es inconfundible. En un tiempo en que _la
mos llegado a glorificar la c��

11

nicación verbal. Puedo hablar, :ociedad necesitaba nuevos relatos sobre la. conexión, las �uJe­
por lo tanto, existo. fogenuam
ii ! creemos que la esencia de qui ente res introdujeron su muy desarrollado y-comunicativo:fagemo. Se
énes somos se transmite con
precisión a través de las palab más había derramado mucha tinta explicando la capacidad verba'.
J ras. Muchos de mis pacientes
abr a­
( zan con entusiasmo esta sup superior de las mujeres en el _campo emocional. Por lo �ue aqu1
osición al quejarse: ·«No est
unidos. Nunca hablamos» . am os

}/!
concierne baste con decir que los siglos de acceso hm1tado al
En esta era _de la comunicació poder no: han convertido· en expertas en el establecirrúento de
n, se ha redefinido la intim

11

,._i··/ 11
dad. Ya no se trata de ese pro relaciones. La socialización de las mujeres continúa enfat12ando
fundo conocirrúento y famil
que se desarrollan con el tiem iaridad •

1.;1_.·
po y que se puede cultivar en el desarrollo de las habilidades para relacionarse.
cio. En vez de ello, consideramo silen­
:¡ / s la intimidad, principalril�nt
e,
Hoy más que nunca, la vida que llevamos requiere de una gran
como un proceso fluido, que im capacidad de adaptación. Debemos ser capaces de ma�tener la
plica la capacidad de revel¡rse
rrúsmo y compartir con confian �o .
i za nuestro material más person
al
conectividad de nuestras relaciones a pesar de la pre�1on wns­
y privado: nuestros sentimientos tante de nuestra ajetreada vida. La ferrúnización de la munudad,
.", . Por supuesto, se trata tan
to de
ii

H que pone el énfasis en el diálogo abierto y sincero, nos provee


¡1
ti
76 Inteligencia erótica
IlI, Las dificultades de la intimidad moderna 77

de los recursos necesarios par


a satisfacer las exigencias de
relaciones modernas. las Para quienes son partidarios de la intimidad a través del diá­
logo ( a me.nudo, aunque no siempre, las mujere ) es difícil reco­

nocer estos otros lenguajes para lograr la cercama; por lo- tanto,
Y el verbo no se hizo carne se sienten traicionados cuando su parej a se muestra reacia a con­
fiar en ellos: «¿Por qué no hablas conmigo? -preguntan, a modo
Dicho esto, el énfasis en «la inti de súplica-. Tendrías que poder decirme todo. ¿No confías en
midad a través del diálogo»
ta, sin embargo, problemático; resul­ mí? Quiero ser tu mejor amigo».
y ello por varias razones. La
monía de la palabra hablada se hege­ En este sistema, se exige que quien no habla cambie Y no que
ha inclinado hacia el lado fem
no Y, por una vez, ha coloc eni­ . quien habla sea más flexible. Esta situación minimiza la impor­
ado al hombre en
una posición de tancia de la comunicación no verbal, como hacer cosas agrada­
inferioridad. El papel social de
los hombres es el de actuai;
trr y ser audaces. La capacidad compe ­ bles para el otro, tener gestos atentos o �ompartir proy��tos con
de expresar sus sentimientos
una característica apreciada ent no es espíritu de colaboración. Una sonrisa tierna o un gm�o en el
re los hombres estadounidenses
atrevería a decir que . ¿Me momento justo expresan complicidad y sintonía, especialmente
no es siquiera una característi
al menos por ahor
ca desead a ? No, cuando no se pueden utilizar palabras.
a. Por lo que se refi
ere a las relaciones amoro­
sas, las «conversaciones íntimá Eddie, un viejo amigo mío, tenía todo un historial de abando­
s» �evitablemente dejan a mu
hombres sin sa ber qué decú: chos nos por parte de mujeres que se sentían consternadas por el hecho
En este campo, padecen una
cia crónica de intimidad que deficien­ de que él no podía (o no quería) «abrirse». El consenso gene�a l
precisa un continuo tratamien
Gran parte de la identidad m to. entre estas mujeres era que Eddie tenía miedo al compromiso
asculiná se basa en
trol Y la invulnerabilidad. Sin el autocon­ -«sea lo que sea lo que quiera significar», decía Eddie.
embargo, he notado que est
as mis­ Nunca sabían qué era lo que él sentía por ellas, a lo cual él
mas restricciones llevan a mu
chos hombres a otros camp
autoexpresión. Ante os de respondía: « ¿Qué quieres decir? Nos vemos' todos los días, ¿no
la ausencia de un
a narrativa verbal
arrollada del Yo, e
má s des­ es así?; ¿cómo puedes decir que no sabes qué es lo que siento?».
l cuerpo se convie
rte en un lenguaje funda­
memal: un conducto para la Cuando conoció a su esposa, Noriko, ella prácticamente no
.
.,
• 1

intimidad emocional. Aunq


·

escrito mucho sobre las ma ue se ha hablaba inglés y él no hablaba japonés. Su noviazgo fue literal"
nifestaciones agresivas de la
dad masculina, no se valora com sexuali­ mente mudo. Doce años más tarde, con dos niños a cuestas, él
o debiera el hecho de qu e el ter
no erótico también ofrece a re­ medita sobre los conúenzos:
los hombres una experiencia
tituyente para su lado más rec on s­ -Realmente creo que lo que hizo todo esto posible fue que
tierno. El cuerpo es nuestro
materno original y para mucho idioma no pudiésemos hablar. Por primera vez, nadie me presionaba para
s hombres es el único lenguaje
logra r la cercanía para que compartiera lo que pensaba. Y así, Noriko y yo teníar_n�s
que no se ha deteriorado. A
los hombres puede
tr avés del sexo
que mostrar cuánto nos gustábamos de otras maneras. Cocma­
n recuperar el placer puro de
la conexión si;
tener que encerrar sus necesid bamos para el otro frecuentemente, nos bañábamos mutuamen-
ades (tan difíciles
de expresar) den­ te ... Yo le lavaba el cabello. Mirábamos obras de arte. Recuer-
tro de la prisión de las pala br i
as.
do un día en que yo había visto una escultura maravillosa que _ _

I
l
1

�; 78 Inteligencia erótica
llI. Las dificultades de la intimidad moderna 79

había hecho ese homeless ( «perso


na sin techo »), Curt. Obviamente, saber todo del otro y que el otro sepa todo de
calle Lafayette (el tipo esta ba 1s, en la
Ioco, pero era bn·nante nosotros no siempre nos lleva a la clase de Última relación que
.
expltcar esto con mímica.I Lo que • ¡Intenta
no
)
. podí .
amos decu; debiam ' os buscamos. Si bien las palabras sirven como vías de conexión,
mostrarlo. Entonces, le puse eI .
a bngo y la lleve' de la rarnbién pueden montar obstáculos insuperables. No hay necesi­
el camino hasta Ja otra pu mano todo
. .
nta de la ciuda d . Su . ó
cuando vio la escultura. N cara se I·¡ umm dad de decir que no recomiendo este tipo de intervención tera­
o era que no nos comumca . , semos;
que no hablábamos. sólo péutica.
El mandamiento de la intimidad, si se lleva demasiado lejos,
puede parecerse a una imposición. En mi trabajo veo a parejas
que ya no aguardan a ser invitadas a pasar a la interioridad del
otro, sino que exigen entrar, como si estuvieran autorizadas a acce­
Cuando demasiado no es
suficiente
No estoy convencida de . . der sin restricciones.a los pensamientos privados de la persona que
que la expres1V1 dad desmedida (la capa
cidad de decir la verdad y - aman. La intimidad se convierte en intromisión antes que en pro­
no ocultar nada) necesar
· ·dad armom.osa
te una intlill! iamen te fomen- ximidad. Jacques Salomé lo llama «intimidad con mandamiento
y sana_. eua1quier costu
ser llevada a extremos mbre puede judicial»: «Debes escucharme»; «cuídame; dime que me amas».
realtnente nd1culo,
.
recuerdan que podemos s· Eddie Y N on ·ko nos Algo que debería desarrollarse con normalidad, que es parte de
estar cerca de nuestra
dad de hablar demasiado pare¡.a sm . necesi- la belleza y la sabiduría de una relación amorosa, se convierte
. da conversación · y ¡0 opuesto también es verdad: d en una obligación para el miembro de la pareja con menos ten­
s1a autorreveIadora puede ema-
hacerno s . a parar dencia a comunicarse verbalmente. En su libro Passionate
extrarradio de la intimidad. ir .al
!I, En la maravillosa películ Marriage, David Schnarch describe hábilmente cómo el deseo
a El amor es extas , ts. (Bttss, en e¡ on-
l, ¡ gmal), a una apasionada

escena de amor (luces te
nues,
. de intimidad puede llevar a una persona a imponer una forzosa
reciprocidad como medio de conjurar la amenaza del rechazo.

f1 . precisas
cuerpo . im y tremendos -germ"dos . partes del
1

mo) le sigue inmediatame acom parra- n d o a¡ orgas- El acuerdo de la-reciprocidad funciona más o menos así: « Te lo
nte una ses1o . , n de terapia · . El
terapeuta, interpretado po de pare¡as. diré si así lo deseas, y yo quiero hacerlo; así que rú tienes que
r Spªtd·mg Gray,' sigu
!
. anqueza que el márido encue e un 1·dean•o de desearlo». No nos gusta intimar solos.
ntra algo más que difíc . Algunas parejas van más allá y confunden la intimidad con ·
fr
Terapeuta: -¿Cómo es 1! aceptar.
.
¡ Joseph: -Tú primero.
Mary: -De acuerdo. Debo
e1· sexo entre ustedesl
_el cogg9¡. Lo que se toma como un �ci.dado hacia el ot:ro co;;_
tituye, en realidad, una especie d� 11igil\!1?:�i'!. JitCreta (un intento ')- 1
confesarte algo Fm¡
mos. No quería decírtelo No · . .o m,. s orgas- de descubrir los detalles de la vida de nuestra pareja): ¿qué altnor- { 9
. · que ,
na h .
erirte:
Joseph: -¿Nunca - . has alcanzad0 u zaste?; ¿quién llamó?; ¿de qué hablabais? Este tipo de interroga- \ .5i
n orgasmo?
Mary·• -No contJ.go.. torios simula cercanía y confunde los detalles insignificantes con \ o
Terapeuta: -Joseph, es im una profunda sensación de conocimiento . A menudo me sor­
portante que Mary
1o que siente y que tú Jo puedas pue da decirte prende ver cómo las parejas pueden estar al tanto de los peque- /
j

escuchai:
ñas detalles de la vida del otro, pero no han tenido una conver- /

!,"-"'--·
, •..•
l.
80 Inteligencia erótica III. Las dificultades de la intimidad moderna 81

sación sustancial en años. De hecho, tal transparencia, a menu­ berancía sexual. La sexualidad enérgica era de exclusivo domi­
do, puede significar el fin de la curiosidad. Es como si esta cade­ nio masculino. Las mujeres han buscado interminablemente rom-
na de preguntas reemplazara a una más significativa y auténtica­ r con la división patriarcal entre virtud y lujuria y aún luchan
mente interesada pregunta. �:ntra esta injusticia. Cuando privilegiamos el diálogo y minimi­
Cuando el impulso por compartir se convierte en algo obli­ zamos el cuerpo, actuamos en connivencia con el mantenimien­
gatorio, cuando los limites personales ya no se respetan, cuando to de la represión de la mujer.
sólo se admite el espacio compartido y . se niega, en cambio, el
,•,

espacio individual, la fusión sustituye a la intimidad y la pose­


sión destierra el amor. También se convierte en el beso de la Intimidad bil ingüe
muerte para el sexo. $irt_nada_.d!:Lll1j§tedo,Ja intimidad se con­
' vierte en algo cruel cuando no admite la posibilidad de descu­ A la hora de permitir que los cuerpos hablen, Mitch y Laura son
brir cosas nuevas. Cuando ya_119 li;ty 11ª.\Íí!Jl\J>'_esrnnA�s,_ .11Q_{1ªy dos extremos opuestos. Hán reducido sus Yo sexuales a meros
·'.,:
:;,,:

:y· -- 1
n:�ª <:¡lle ..,....buscar._
....... .. estereotipos. Laura describe a Mitch como el típico hombre obse­
sionado por el sexo, que exige que sus derechos se cumplan sin
., ....

importar cómo se sienta ella:


Los cuerpos también hablan -El único momento en el cual quiere acercarse a mí es cuan­
do quiere tener sexo, y lo quiere todo el tiempo -comenta Lau­
Si una consecuencia de la supremacía del diálogo es que los hom­ ra, ofendida.
bres se sienten en desventaja, otra es que conduce a que las muje­ Ella, testaruda y a veces dominante en sus interrelaciones
res queden atrapadas en una sexualidad reprimida. Esto le niega diarias, aparece ante Mitch como una mujer cohibida sexual­
al cuerpo femenino su capacidad expresiva, y esta idea me preo­ mente, que lo rechaza constantemente por algún insondable sen­
cupa. Apoyar el diálogo como el principal camino hacia la inti- timiento de fastidio o desprecio:
' midad refuerza la idea de que el deseo sexual femenino sólo es -Se comporta como sí yo fuera un animal primitivo y retro­
legítimo cuando está insertado en una relación: el deseo carnal cede cada vez que quiero tocarla; me hace sentir como una basu­
]''
¡.

J-,: · femenino sólo puede realizarse a través del am01: ra -comenta Mitch, rencoroso.
Históricamente, la sexualidad y la inteligencia de las mujeres Para Laura, el sexo es la suma de todas las restricciones cultu­
nunca han sido integradas. _Los cuerpos de las mujeres fueron con­ rales y familiares que absorbió de niña; su cuerpo es un lugar que
trolados y su sexualidad contenida, para evitar su efecto corrup­ compendia tabúes y ansiedades. Como muchas niñas de su gene­ ;
•,'·
tor sobre la virtud de los hombres. La feminidad, asociada a la . ración (tiene cincuenta y pocos años), creció creyendo que podía
pureza, el sacrificio y la fragilidad, constituía la característica de ser inteligente O bonita, pero no ambas cosas a la vez. Los únicos
i comentarios sobre su apariencia que recuerda de su padre fueron
las mujeres moralmente intachables. Su gemelo maldito, el súcu­
r bo (puta, prostituta, concubina, bruja), era la mujer terrenal, sen­ sobre sus crecientes pechos. Y la advertencia confusa de su madre

l
sual y francamente lujuriosa que había cambiado decoro por exu- fue que era afortunada al no ser muy bonita, ya que los varones

l
. 'I III. Las dificultades de la intimidad moderna
83
82 lnteligencia erótica

l, ella ha
sólo quieren una cosa. Ya adulta, usa ropa que oculta su cuerpo l excluirlo de su lenguaje sensua
1enguªJ· e no físico' a
se ci. eg a Y no puede
-cuellos altos incluso en verano-- y se siente menospreciada por ad de «hablarle» . Ella
reprunido su capacid . fuerza
los piropos sobre su aspecto. La sexualidad evoca temor en ella; realtnente; y, a1. mi. smo tiempo, re
ver cómo es su marido
o Mitch se ve cons­
nunca ha podido disfrutar del éxtasis con su cuerpo . ra el que clama . Cuand
el comportamiento cont , el
Por otro lado, para Mitch el sexo es un lugar en donde se de l truncado lenguaje de las palabras
treñido a la utilización
ce y emerge el animal.
siente totalmente libre, desinhibido y en paz. No siempre ha sido amante romántico desapare . .
s extremos del bmom10 cuer-
1

así. De niño, sufría de desarrollo tardío, era len to y no muy atlé­ Mitch y Laura ejemplifican do
. por los lados
parej as tienden a inclin - arse
,¡:¡
tico. Pero tenía dos cosas que hicieron que su adolescencia fuera p -me nte. A menud o l as
. e¡ cu�r-
sten aquellos qu� cre
prometedora: sa bía bailar y realmente le gusta ban las mucha- · opuestos de esta división . Exi ?�e
o

-
l se sienten recluidos, cr1t1cos Y d1s
en

'' chas. A los dieciocho años se enamoró de Hillary, una estudian­ po es una prisión en la cua . . ,
s. Constituye una zona
coh1b.1d a, 1�co-
te del último año de carrera, que tenía una experiencia conside­ conformes consigo mismo
invención no tienen lugar a�ui . E
moda y tensa. El juego y la
'

rable, y su iniciación en la voluptuosidad del sexo fue magnífica .


gestos y moverse, y se refugian �n
s

Lamentablemente, en su matrimonio, ha llegado a sentirse mal por más seguro hablar que hacer
.."I

1 1
s
s demás, prefieren hacerlo a trave
algo que siempre había vivido con confia nza y alegría . Al mismo
el diálogo. Para acercarse a lo
,\ 1

otros para qui�nes el


cuerpo es
1

tiempo, Laura ha llegado al punto de sentirse completamente de la palabra. También existen


'1
nde se sienten hbr�s
Y sm atadu-
deficiente, mezquina y culpable . un lugar de recreo, un área do
Aconsejé a Mitch y a Laura que se escucharan mutuamente - conservan la capacidad
de un niño de habitar completa-
ar con �er-
o físico, pueden actu
con mayor empatía . Mitch comienza a comprender que el dis­ mente sus cuerpos. En er camp quien. es,
s. Podo general, son
tanciamiento de Laura de su propio c uerpo no tiene nada que tad y no tienen que ser responsable
a .. Es espec1altnente_ al
ver con él. Esto alivia la sensación de rechazo y su angustia por an más intimidad físic
en una ·pareja , dese
ap ar de su estruendo
mtenor.
no poder complacerla . Para Mitch está claro que su deseo surge hacer el amor cuando pueden esc
que detiene sus ansiedad�s; para
deL amor, - pero.necesita-a yudar a Laura · a-que confíe en la since­ Para ellos , el sexo es un alivio
o .verbal, el sexo se
convier te en
ridad de su interés por ella . Lej os de buscar una liberación egoís­ sus parejas , más inclinadas .a J
ta, lo que él desea es unión. una fuente de ansiedad.
bj tivo es que cad a uno en
la pare¡� ·· .
Por su parte, Laura aprende algo igualtnente importante sobre Como t p t , mi
e xperiencia d e Laura
le ha pn - ,1
Mitch: cuando el lenguaj e de las pala bras le falla, como inevita­ domine el lenguaje del otro. La
era eu a o e

l vocabulario corporal. Como


blemente sucede en el campo de las emociones, él se comunica con vado de la capacidad de reconocer e
e la sexua­
antiguas represiones d
el cue rpo . Ella siempre ha bía sentido que «las g anas de Mitch
muchas mujeres, lucha contra las
stado de
a las muj eres en un e
de estar en posición horizontal» no tenían mucho que ver con ella; lidad femenina, que han colocado
tes de los homb es para sedu­
que era sólo una liberación física salvaje . Pero a medida que ella pasividad y las hicieron dependien
. A pesar de la mdependenc1a
le escucha, se da cuenta de que Mitch necesita el contacto físico cirlas e iniciarlas en la sexualidad
'.

ue siendo sex ualmente


depen­ '"
para manifestar su ternura , su anhelo por conectarse . Se siente económica y profesional, Laura sig
. Juntas,i
emocionaltnente seguro sólo con el sexo . Al limitar a Mitch a su diente. Ella deja que Mitch adivi
ne lo que ella quiere lí.
I!
1: 84 Inteligencia erótica Ul. Las dificultades de la intimidad moderna 85
1
1

revelamos los tortuosos conflictos entre deseo y negación, querer en los brazos del otro. Les hice pararse cara a cara y empujar al
y no tener, gratificación y represión. La invito a activar sus fan­ otro con las manos abiertas. Les hice copiar, como si estuvieran
tasías, a poseer sus deseos y a hacerse responsable de sus satis­ frente a un espejo, los movimientos del otro. Las conversaciones
facciones sexuales. Dirijo su atención a su Yo físico y la desafío que siguieron a los juegos revelaron, gradualmente, más cosas .1
a que supere la vigilancia, la culpa y el repudio que rodean su sobre ellos, fueron menos críticas y hasta más juguetonas. Al pro­
sexualidad. ¿Puede mirar a su madre a los ojos y aun así man­ porcionarles una física, pero no sexual, representación de su pu�­
tener la idea de sí misma como un ser sensual? ¿Puede dar satis­ to muerto emocional, fueron capaces de ver sus patrones de resis-
facción a su erotismo y declarar oficialmente nula la idea de tencia.
«niña buena»? -Puedo permitirle que se acerque -admite Laura-, pero
Cuando sugiero a Mitch y a Laura que están atrapados en no demasiado. Confío en él, pero no tanto. Siempre retrocedo,
un lenguaje con muy poca imaginación, en un alfabeto muy limi­ ·verdad?
é
tado para contener su vida erótica, Mitch rompe a llorar: -Cuando dudas de tu capacidad para ser deseada, es más difí-
-No estoy enfadado -dice en relación con todas las veces cil confiar en que Mitch te desea -le explico--. Es mucho más
en que su frustración lo llevó a decir palabras hirientes-. Tengo fácil pensar que la culpa es suya (y, para ser justos, él te da muchos
el corazón roto. motivos para pensarlo) que afrontar la profunda duda que tie­
Le pido a Laura que lo abrace y me voy de la habitación nes sobre ti misma.
por unos minutos para que se conecten a través de la pureza del Mitch, que llevaba años recalcando la pasividad sexual de Lau-
contacto físico. ra, se dio cuenta de algunas cosas:
Cuando regreso, están sentados uno en cada extremo del sofá -Supongo que yo tampoco soy muy creativo. Cuando está­
'
con un abismo de distancia entre ellos. Cuando les pregunto qué bamos realizando el ejercicio, me sentí incómodo tomando las
sucedió, inmediatamente vuelven a culparse mutuamente, como riendas. Odio admitirlo, pero me gustaba más la resistencia pasi­
la primera vez que estuvieron aquí: va. En eso nadie me gana.
-Yo lo intenté, pero él... Le recordé a Mitch que cuando conoció a Hillary, su primer
-No lo habría hecho si ella no hubiera... amor, ella también tomaba las riendas:
Me di cuenta de que mi intervención era más una expresión -Tú te expresas con gran elocuencia en el campo físico; lo
de mi propia esperanza que de cualquier intención por su parte. sé. Pero dependes de un interlocutor fuerte. para sentirte seguro.
Simplemente, no estaban listos. Hasta ahora, Laura no lo ha sido.
Al darme cuenta de . que hablar era inútil, en los meses que Cuando Mitch y Laura vinieron a verme, me mostré reticen­
siguieron intenté distintos tipos de enfoque, la mayoría de los te a aceptarlos como pacientes. Me consideraban el último recur­
cuales se basaban en la interacción física en lugar de verbal. Les so como terapeuta: era la tercera o la quinta (no lo recuerdo) en
hice guiarse mutuamente por una habitación, intentando distin­ más de dos décadas. Durante años, habían intentado escapar de
tos comportamientos para quien guiaba y para quien era guia­ su rutina por medio del diáÍogo. Evidentemente, no había fun­
do: cooperación, resistencia y pasividad. Les hice caer de espalda cionado. En cambio, estaban ocupados en discutir, a la defensi-

-.,.,,,,_ . .,1
L
86 Inteligencia erótica lll. Las díficultades de la intímidad moderna 87

va, con hostilidad y totalmente l coche de tu esposa o aprender a c�_ci-


lado muchas partes
fuera de sus casillas. Habían reve­ camb1. ar los neumáticos de
esa de conexion.
de sí mismos, pero esta de tu suegra llev a consigo u na prom
ban lejos de la inti­ nar la sopa
midad. es actividades de lo coti­
Golde nos . recuerda que hasta. 1as banal
Sabía que no de xto de cone-
bía limitarme a la ha bitual curación a tra nan, con e1 tlempo ' u n ri.co conte
vés di. ano proporcio
del diálogo: eu . , . Eddi'e y Non. ko, maestros de la comunicación no verba1, nos
lugar de hablar, chillaban; y eso n JQon
ningún lado. o los llev b .,
Los ejercicios me brindaron una len
te alternativa a pueden ensena - r una 1ecc1on sobre las formas alternativas de expre-
a a a

través de la c
mos lo que se expresa con
sus Problema
ual observar su di
námica. Interpretar físicamen
te sar nuestro amot Cu_and. o sólo valora
i¡ , ¡
s nos proporcionó una nueva tiempo en el que podría-
i! l ectura del asunto. las pa¡abras, nos Per¡ud1camos. En .un
1 1

:/ Era algo nuevo , o para conectamos,


cheramiento.
que les llamaba la atención e interrum
pía su atrin- mos utl·¡·izar pract'tcamente cualqmer medi
Estaban descubriendo nuevos terri
torios. neces1'tamos aceptar y
reconocer las distintas formas de alcanzar
" '

¡i,'/.:i :
1

Al trabajar con
mis pacientes, hago hincapié en el hecho y tocar a alguien.
' ,1 ¡'i1
1
que la intimid
ad no es monolíti
ca, ni tampoco es siempre cohe
de
­
rente. s in
F il
! j ·¡

E termitente y tiene altibajos ha


' 1¡ ciones. La ter sta l s mej ores r l ­
apeuta familiar
l Keathe Weingarten nos aleja de

fi! /
en a

l
e a

visión de que
la intimidad es una característ
relación; por ica estática de una
a

el contrario, la ve como una cu


alidad de interac­

1 ción que tien


e lugar en momentos aislados
1 1

�in compro y existe tanto con como


misos a largo plazo: en la sinc
¡a de baile, ronización de una pare­
en la repentina sensación
,'

identificación entre per­


1

sonas que
no se conoce
, ', //'
i n dentro de un avión, en
la solidaridad
de

de los testigos
ante una catástrofe
, en el reconocimiento mutuo
,i!

'

,1
d� superviv
' !,

r
ientes (de cá
·
....I!

ncer de m ama, alcoholi smo


divorcio)... , terrorismo,
Existe la intimidad entre los
ª quienes atien pro fesionales y .aquellos
den (médico y enfermo, terapeut
nudiSta a y paciente, des­
Y cliente). No
sotros esperamos vivir estos discretos mo
mentos de ­
'' reconocimiento en nuest
necesari ras relaciones, pero no están
' amente atados a
cunstanciale una narra ción central. Pueden ser cir­
s, espontáneos y sin re
Weinganen, petición. Gracias a la idea de
ya no catalogo las relaci
lugar de e ones como íntimas o no. En
so, rastreo la ha bili
dad de cada pareja para ace
cada vez má rcarse
s íntimamente a través
del tiempo.
A veces la expr
esión emocional s m
logo; otras anifiesta mediante el diá­
veces, no. Construir a
un estantería para quien amas,
e
¡.
¡
\ '.
.i- ·•

Democracia versus sexo apasionado:


capítulo el deseo y el igualitarismo no se
cuatro rigen por las mismas reglas

«Ninguna declaración de derechos sexuales podrá


contravenir el horizonte salvaje y sin reglas de la ima­
ginación erótica.}}

DAPHNE MERK!N

¡
! Hace varios años, asistí a una presentación en un congreso nacio­
nal en la que el orador hablaba de una pareja que había acudi­
do a la terapia en parte debido a una brusca disminución de su
actividad sexual. Previamente, habían llevado a cabo sus fanta­
sías de dominio y sumisión; ahora, tras el nacimiento de su segun­
do hijo, la esposa quería tener sexo de manera más convencio­
nal. Pero el marido estaba atado a su viejo estilo de hacer el
amor; así que se habían atascado. El presentador sugirió que, para
resolver las dificultades sexuales de aquella pareja, debían traba­
jar en la dinámica emocional del 1:1atrimonio y en su nueva con­
dición de padres. Pero en la discusión que siguió, la audiencia
demostró estar menos interesada en la relación en sí de la pare­
ja ql!e en la desconcertante presencia de dominio y sumisión en
su vida erótica.
¿Qué patología -preguntaron diversos participantes- puede
subyacer en la necesidad del hombre de deshumanizar a su mujer

/i
IV. Democracia versus sexo apasionado 9 1
90 Inteligencia erótica

Y en el deseo de ella por esclavizarse al principio ? Quizá -espe­ ]ino en cualquier ámbito (en los negocios, en la vida profesional,
cularon algunos- la maternidad había restaurado su sentido de en política y en la econonúa). Tal vez la idea de dominio y sumi­

la dignidad, Y por eso ella ahora se negaba a ser tan menospre- sión, conquista y subyugación, agresión y rendición (sin impor­
tar quién de los dos interpreta cada papel) no sea conciliable con
. ciada. Otros sugirieron que el problema reflejaba diferencias de
gen_
• ew que vi.enen de antiguo: los hombres tendían a buscar la las ideas de equidad, compromiso e igualdad que sustentan el
md1V1duahdad, el poder y el control, mientras que las mujeres matrimonio hoy en día.
anhelaban la relación amorosa y la conexión. Otros también ase­ Al ser relativamente ajena a la sociedad estadounidense, sos­
:; -;
i

guraban que parejas como ésta necesitaban una conexión con peché que las actitudes que observaba en esa conferencia refle­
mayor empatía para contrarrestar su tendencia a entablar rela- jaban concepciones culturales más profundas. ¿Los especialis­
ciones implícitamente abusivas y de manejo de poder. Estos tas que había en la sala creían que las prácticas sexuales de la
pareja, aunque fueran de mutuo acuerdo y en absoluto violen­
r•
co�emarios dejaron e l claro mensaje entre líneas de que tales
i'.

tas, eran demasiado salvaj es y « retorcidas», y por lo tanto


�ract1cas �egradan intrínsecamente a las muj eres, reprimen la
idea de la igualdad de sexos y constituyen la antítesis de un matri­ inapropiadas e irresponsables para algo tan serio como es man­
monio bueno y saludable. tener un matrimonio y e ducar a una familia? Era como si el
erotismo y el placer sexual que se p erdían e n los levemente extra­
Después de dos horas hablando de sexo, el grupo no había
vagantes caminos de la fantasía y e l juego (en particular, en
m�nc10nado ni una sola vez las palabras «placer» y «erotismo»,
juegos que implican agresión y poder) debieran excluirse del
as1 q�e, fmahnen�e , mtervine. Dije que me preguntaba si yo era
. repertorio de los adultos responsables que mantienen relacio­
la umca sorprendida ante esta omisión. Después de todo, las rela­
nes de amor y compromiso.
ciones sexuales habían sido de completo mutuo acuerdo. Tal vez
Tras la conferencia, sostuve algunas conversaciones intensas
la mujer ya no quería que su marido la atase porque ahora tenía
con terapeutas especializados en parejas, provenientes de Suda­
un bebé constantemente pegado a sus pechos, que Ja ataba con
mérica, Oriente Medio y Europa. Nos dimos cuenta de que todos
más eficacia que las sogas. ¿La gente de la audiencia no tenía
nos sentimos de alguna manera descolocados ante las actitudes
sus propias preferencias sexuales, preferencias que no necesita­
.sexuales de los norteamericanos, pero delatar lo que era cultu­
ban mterpretar o justificar? ¿Por qué asumieron automáticamen­
ralmente distinto no era fácil. Hacer generalizaciones sobre un
te _que debía de ha �er algo degradante y patológico en el juego
tema tabú como lo es la expresión de la sexualidad es complica­
erotico de esta pare¡a? Pregunté: ¿la participación voluntaria de
do. Sin embargo, si pudiera aventurar una observación cruda, diría
una mujer en la. sumisión era un desafío demasiado grande para
que el igualitarismo, la franqueza y el pragmatismo están afian­
lo que es «políticamente correcto»? ¿Era demasiado amenazador
zados en la cultura norteamericana e influyen inevitablemente en
aceptar que una mujer fuerte y segura disfrutase llevando a cabo
la manera en que pensamos y experimentamos el amor y el sexo.
sus fantasías sexuales de sumisión? ¿ Ese reconocimiento reducía
La actitud de los latinoamericanos y de los europeos con respec­
la autoridad moral de las mujeres? Tal vez los participantes en esta
to al amor, por el contrario, tiende a reflejar otros valores cultu­
conferencia temían que si las mujeres reahnente revelaban tales
rales y es más propensa a expresar la dinámica de la seducción,
deseos, de alguna manera estarían aceptando el dominio mascu-
IV. Democracia versus sexo apasionado 93
92 Inteligencia erótica

se corresponde con la una­


a centrarse en la sensualidad y la idea de la complementariedad cuánto me atrae la sumisión sexual. No
lo que los demás piensan
(ser difereptes pero iguales) en lugar de la igualdad absoluta. gen que yo tenía de mí misma, o con
sobre mí, pero es la verdad.
puedes perder el con-
-¿Porque el sexo es un lugar en donde
e pregunto.
La política del dormitorio trol y seguir sintiéndote segura? -l
-Sí.
tomar decisiones, don-
Algunos de los mejores rasgos distintivos de los Estados Unidos -Es el único sitio donde no tienes que
de nadie.
(la creencia en la democracia, la igualdad, la creación de un con­ de no tienes que sentirte responsable
-explica-. No ten­
senso, el compromiso, la justicia y la tolerancia mutua), cuando -Para mí es como irme de vacaciones
der el teléfono, no tengo
son plasmados con demasiada minuciosidad en el dormitorio, pue­ go que maquillarme, no tengo que aten
una isla maravillosa y leja­
den dar como resultado que el sexo sea muy aburrido. El deseo que estar al mando. Es como estar en
plemente salir de mi mun­
sexual y el hecho de ser un buen ciudadano no se rigen por las na, lejos de mi vida cotidiana. Puedo siin
o atrevida.
mismas reglas. Mientras que el igualitarismo ilustrado representa do y ser otra persona, sexy y un poc
eje y le diga qué hacer
uno de los mayores avances de la sociedad moderna, puede tener Elizabeth quiere que un hombre la man
iera corregir un desequi­
consecuencias negativas en el campo erótico. (como si, a través de su Yo erótico, pud
). Ella disfruta de la des­
Elizabeth pasó veinte años guiando a Vito para alejarlo de librio de su vida y reponer algo esencial
falta de poder. Y yo aña­
las tradiciones machistas del sur de Italia y para acercarlo a la preocupación que le da la sensación de
tis por jugar en la zona
igualdad posfeminista de los suburbios de Nueva York. Cuando diría que también recibe una partida gra
él dice: «Creo que nos estamos llevando mejor» , con una voz prohibida de la desigualdád.
me hace sentir sexy.
que aún snena como la de don Vito Corleone, me doy cuenta de -Cuando se me acerca enérgicamente,
eara .tanto que po puede
cuánta transformación cultural ha habido. Elizabeth tiene alrede­ Aumenta la tensión. Es como si me des
dor de cuarenta. y cinco años y se describe como «hiperrespon­ aguantarse -dice Elizabeth.
grega Vito, rápidamen-
sable». Es psicóloga de una escuela y supervisa el bienestar de -Ella tampoco puede aguantarse -a
irresistible.
más de cuatrocientos niños de primaria, además de estar a car­ te-. Cuando se entrega, sé que soy
go de la mayoría de las tareas en su hogar:
-Siempre he hecho lo correcto. Siempre he buscado resulta­
aciones, el tráfico sexual,
dos. Siempre hago una lista y la guardo. De alguna manera esto La cruel realidad de la violencia, las viol
tivados por la orientación
�ierúpre ha funcionado. Y siempre he tenido relaciones de �are­ la pornografía infantil y los delitos mo
r un estricto control sobre
lª en las que mi tarea asignada era la de ser coordinadora, com­ sexual de la persona exigen mantene
tica sexual. Sin embargo,
petente y tener el control. No recuerdo un momento en el que los abusos de poder que invaden la polí
líticamente incorrecta» : los
me haya relajado Y me haya sentido libre y con sensación de vér­ la poética del sexo generalmente es «po
eles, las injustas situacio­
tigo, Y, quizá, hasta un poco irresponsable -Elizabeth hace una juegos de poder, las inversiones de pap
sas, las manipulaciones
pausa y souríe tímidamente-. Luego conocí a Vito y descubrí nes de ventaja, las exigencias imperio

..
¡,__. •;: ·
94 Inteligencia erótica
ionado 95
IV. Democracia versus sexo apas ,,.

es. Libros como_


seductoras y las sutiles crueldades le dan alas. Los hombres y supuesto' f avorecía a los hombr
Our
que, . por nían como ob1et1vo
mujeres estadounidenses, formados en el legado del movimiento y The Women's Room te
., l en las mujeres
, tanto
ido d e poses1on sexua
Ours elves
r n
s,
feminista y sus ideales igualitarios, a menudo encuentran ciertos
die
restab1ece
Bo
. es que
· lógicamente, Y J:b 1 erarlas de las restriccion
nt

desafíos en estas contradicciones. Tenemos miedo a que jugar p


se

m
u

legal c al feme-
, r d o l a sexua 1'd d
ª [ femenina. El placer sexu
con los desequilibrios de poder en el campo sexual, aunque sea b ·
s1co

go
o

habi
o

rar h asta que I s mu


ª. 1·eres estuvieran re¡atl-
lib
en una relación de m utuo acuerdo entre adultos maduros, pon­
m. no no podía
e na

re1a­
an

les y muy reales


l p eligros tradiciona
e

d
s

lv
e

ga en riesgo el respeto fundamental so bre el que se basan las va mente s


edad es de · trans
misión sexual,.
sexo . Las enferm
os

¡
e

relaciones humanas. ,
a o

d
a

ciona caban no solo


. r z no deseados impli
De ningún modo estoy pidiendo volver la historia del revés o [as· v.1o1aoones Y lo m b ..
os co n e

. , . , y acimiento de un muo
en perd' 1 1 ,
a a os

vergüenza , sino tamb1


s e

un progra ma antifeminis ta. Cualquier discusión sobre la sexuali­


. d.
. 0 la amenaza de la fatalida
c on el n

,a cons1g
dad o sobre las parej as modernas estará perversamente mal enca­ siempre trai

ra . . f. . num
. . .stas estaban mucho más interesadas
minada si no se tiene en cuenta la influencia vasta y enorme­ Las prim · placer. «Lo pn.-
en el

m , x q ue en e1 tema del
tema de la sobera
s e

mente saludable que el feminismo ha tenido sobre el perfil de la


e

dominen "
ero » ' pensaron
. Mientras los hombres
a se ual

vida familiar estadounidense. El movimiento de las muj eres bus­ r 1 rim


m P
negOCJ . S Y d la política' mientras ¡as
as de os
completamente las áre
1

có eliminar la discriminación por razón de sexo, fuertemente arrai­


o es o

mientras la
e

. e los hombres'
nónucamente d
o e

o
l

gada, y sacar a la luz las estructuras que perpetuaron el dominio mujeres d p n d c _


. · . en su totalidad sobre los hom-
.dar a los mn . os recaig
e

w
an

masculino en todos los campos de la vida, incluso en la sexuali­


e

d
e

carg
. l parejas más igualitarias),
a

dad. Esto desafió el doble rasero que, por un lado, alentaba a la . bros de las mujeres (mclus\:n
e c

duda, las
a no se

a liberada. Sin
a 1 d femenin
as

experimentación sexual de los hombres, y hasta lo contemplaba l r d un ª xu


puede hab as en todos
. ortantes mejor
d
se

d
a

como una etapa de desarrollo necesaria, pero, por otro, prohibía s


a e

feminis ;� � 1;ra :;:� la verdadera libertad, ya


e es ar

esa misma curiosidad en las mujeres. Este mismo d oble criterio p ª ª


e ta

a
tas

ellas.
otra clase, no se
hubiera·podido lograr sin
V1

sea sexua1 o de
e

exigía fidelidad sexual por parte de las muj eres; mientras que hacía
ectos

, traJ·eron algunas conse-


esto s s

a m .
e1 oras tam b'ien
la vista gorda con los hombres infieles, porque... «los hombres Sin e mbar g , óricos, creo
d as. Sm . dem.grar aquellos logros hist
t s

d
o es

son así». (Hoy en día todavía hay países en los que un hombre cuenci .
l sexo igualitario
y respetuoso ( sin
puede matar a su esposa infiel sin que ello lleve aparejada nin­ , f ·
1 p uesto sobre e
esea

1
as n o

que ., . gresión) resulta' para los


guna clase de repercusión legal. En algunas culturas, matar a la .
expresiones de
poder, agres1on n1 trans
e en as s

. . a1, 1a antítesis del deseo erótico.


igu
esposa es la única manera de recuperar el honor del marido y de hombres y muieres por
su familia .) L as diferencias por razón de sexo y sus consiguien­

tes tabúes y prohibiciones ha n sido vistos desde hace años como

imperativos categóricos, biológicamente arraigados y, por lo tan­ El limitado espacio del


erotismo
to , inalterables El feminismo demostró que estas obviedades y · onio
. · ara lograr un matrrm
h y Vi. o han trab a1'ado duro p
caracterizaciones innegables eran, de hecho, construcciones socia­ Elizabet · , n. La diferencia
va a otra pos·1c1o

\
les que reforzaban un orden d e sexos que provenía de antiguo y , p r e1 sexo los lle
t

equi tativo e o
96 Inteligencia erótica IV. Democracia versus sexo apasionado 97

misticismo judío, explica que las fantasías son como espejos. Los
'
t de poder que sería inaceptable en su relación emocional con Vito
e� precisamente lo que excita eróticamente a Elizabeth. AJ prin­ colocamos delante de nosotros para ver qué hay detrás. Recono­
c1p10, cuando revela su preferencia sexual, se siente avergonzada. cernos imágenes nuestras que de otra manera no podríamos ver.
No concuerda con la imagen que ella tiene de sí misma como Si el compromiso pide el sacrificio de la libertad a cambio de segu­
mujer liberada y poderosa: ridad, el erotismo es la puerta trasera que conduce nuevamente
-Me ha costado mucho aceptar aquello que me excita. a la libertad. Dentro de la amplia extensión de nuestra imagina­
Durante mucho tiempo, mis fantasías me perturbaban. La sumi­ ción, descubrimos la libertad que nos permite tolerar los límites
sión no va, precisamente, conmigo. Me llevó años conciliar Jo de la realidad.
que me excita con mis creencias políticas. En algún momento La misma dinámica de poder y control que puede resultar
entre el matrimonio, los niños y mi profesión, me di cuenta de desafiante en las relaciones afectivas puede ser altamente desea­
que era hora de dejar de esconderme, de dejar de fingir y, más ble cuando se erotiza. En el crisol de la mente erótica, tomamos
que nada, de dejar de pedir disculpas por ser yo misma y por los componentes más controvertidos del amor (la dependencia,
lo que buscaba en el mundo. Madurar ayuda. No siento que la entrega, los celos, la agresión y hasta la hostilidad) y los trans­
deba justificarme. Tal vez ése sea el significado de la liberación formamos en poderosas fuentes de excitación. Mi paciente Óscar
sexual. no tolera que su esposa, que es bastante mandona, le diga qué
· Muchas mujeres sienten que es difícil aceptar su propio deseo hacer; sin embargo, disfruta cuando es zarandeado sexualtnente
por la sumisión sexual. Pero, precisamente, es salir de nosotros por ella. Cuando le da órdenes relacionadas con la vajilla, él se
mismos lo que el erotismo nos permite. En el erotismo, pisotea­ siente como si regresara a la cocina de su madre. Sin embargo,
mos las restricciones culturales; las prohibiciones que tan vigoro­ no siente esa amenaza de regresión cuando las luces se apagan.
samente defendemos a plena luz son a menudo aquellas de las Lo que no le gusta en la esfera doméstica es lo que elige en el cam­
que disfrutamos en la oscuridad. Es un espacio alternativo don­ po erótico. Maxwell, que mantiene un ojo vigilante sobre los
de podemos experimentadibremente nuestros tabúes. La imagi­ rnuchos admiradores de su hermosa novia, a menudo los men­
nación erótica tiene la fuerza necesaria para anular la razón' las ciona cuando hacen el amoi: Lo que resulta amenazador en públi­
convenciones y las barreras sociales. co tiene su encanto en privado. Sus temores diarios los transfor­
Cuanto más señalo las tensiones de estas epifanías de placer' ma en objetos de seducción sexual nocturnos. Y Elizabeth, la
más aliviada se siente Elizabeth. Continúo: mujer que está a cargo de todo, adora tener un respiro cuando
-Por supuesto, nada es más atemorizador que la verdadera Vito se hace cargo de la sexualidad. Para ella, la toma de con­
pérdida de control de la realidad; pero lo importante de las fan­ trol que él realiza no es opresiva. Al contrario: siente que la cui­
tasías es que te permiten traspasar las restricciones morales y psi­ da. Y siente un renovado respeto por él cuando, «para varia¡; sabe
cológicas de tu vida cotidiana. qué hacer». El control de Vito le ofrece un espacio de conten­
En la expresión liberadora de la sexualidad, sucumbimos ción seguro, donde ella puede liberar su Yo lujurioso. El des­
ante nuestros impulsos rebeldes y ante las partes repudiadas y equilibrio de poder es, a la vez, seguro y sexy: protector y libe­
escabrosas de nosotros mismos . Mordechai Gafni, un erudito del rado¡; al mismo tiempo.
IV. Democracia versus sexo apasionado 99
98 Inteligencia erótica

hom­
Subvertir el poder secuentemente, genera un gran conflicto emocional para los
no la erradica de nuestra
bres (y para muchas mujeres). Pero eso
arc s le teme a la entre­
Algunos dirán que el deseo de Eliza beth por ser sometida no es psique ni hace que sea menos deseable. M �
asia permite una pasi­
más que una reproducción de la tradicional dominación mascu­ ga, pero al mismo tiempo la desea. Su fant
enmascarado, a los bra­
lina. Dirán que los acuerdos sexuales en los que uno de los miem­ vidad limitada, un regreso . seguro, pero
o en las explicaciones
bros de la parej a es el que domina y controla, y el otro es la zos de su madre. Y aunque no está interesad
las inclinaciones eró­
parte pasiva y débil, son intrínsecamente jerárquicos y opresivos; psicológicas O intelectuales de su motivación,
ereotípica de poder que
que no constituyen sino una repetición sexista del patriarcado. No ticas de Marcus desafían la d istribución est
obstante, un prisionero raras veces desea fingir que es un prisio­ re en la cima .
siempre coloca al homb
nero. Sólo quienes son libres pueden elegir hacer creer que lo
son, tienen la elección de fingir. Para mí, poder jugar con roles

indica, de alguna manera, que éstos ya no te controlan. El juego No existe el amor sin odio
posee el potencial necesario para cambiar la noción de la cate­
cipalmente, los con­
gorización de sexos. Para Elizabeth, que la controlen sexualmen­ Quienes defienden la intimidad moderna (prin
da ) han
autores de libros de autoayu
te supone un acto subversivo que, en definitiva, resulta liberador. sej eros matrimoniales y los
el complej o proble­
Lo mismo sucede con Marcus, quien dirige una unidad de inves­ buscado de manera permanente neutralizar
etidas: la pareja idea_!,es
tigación y desarrollo en una gran empresa internacional de soft­ ma del poder en las relaciones comprom
absoluta en cada área de la
relac1on,
ware. Es un típico ej ecutivo: competitivo, ambicioso y que pasa aquella que posee igualdad
diéramos medir el poder de
manera
más tiempo en el aire que en la tierra . Tiene un carácter duro y como si con una escala, pu
equi-
s , sumergidos en las ideas
agresivo, cualidades que lo han llevado a ser un líder nato en su cuantita�va. Muchos de nosotro
de

os justamente eso .
competitivo campo. La pala bra «poder» está asociada a muchas dad y reciprocidad, querem ;¡,¡'/i/\'.··
de sus actividades.--Y, -sin embargo, en su tiempo libre, le gusta qu n g i r l p f orma parte cle tod:as
Pero la reali oder
a de ello con más faci-
es e e oc a e

las relacionés humanas. Nos damos cuent


dad
que le den un buen azote. _ ,•:>'1
rt m nt , t av l autoridad, -�
Cuando Marcus llega a la casa de · su novia , lo hace después lidad cuando se expresa abi .
(1
de a
'\
r es
o. Quien tiene
e a e e a

de un largo día de tra bajo ejerciendo de j efe. Con una mujer ió , l gr ió y l tig
Ja coacción, la intimi
e cas

stigos, dependiendo del


dac n a a es n

sexualmente poderosa y dominante, él se toma un respiro en su más poder concede premios e impone ca
ambién existe el p�der
función de asumir el control. Al estar su novia al mando, en el grado en que se cumplan sus deseos. Pero t
aimiento, la necesidad
papel de ama, él puede rendirse, ya que sa be que ella puede resis­ del débil. El respeto, la pasividad, el retr
oral de la víctima so�
tir la intensidad de sus impulsos sexuales. La entrega no sólo lo de congraciarse y el afán de superioridad m
de fortaleza. El poder y los
deseqm­
complace eróticamente, sino que también lo fortalece emocional­ sus propias manifestaciones
mente. Como Elizabeth, Marcus puede experimentar una faceta librios de poder son inevitables.
ice que donde primero
sumergida, aunque vital, de sí mismo en el espejo erótico. En nues-. Ethel Person, en su libro Feeling strong, d
de poder
erencias de poder es en la red
tra cultura, la pasividad se interpreta como femenina y débil. Con- ap;endemos acerca de las dif
IOO Inteligencia erótica

j
IV. Democracia versus sexo apasionado 10 l

de nuestras familias: «Todas las relaciones de pod


er, todos los veces son apasionadas. Cuando confundimos afirmación con agre­
deseos de dominar o someterse tienen sus raíc
es psicológicas en sividad, neutralizamos la otredad, modificamos nuestros deseos
el hecho de que todos alguna vez fuimos niño
s pequeños con y hacemos que la hostilidad desaparezca; a�umulamos una c�l­
padres adultos, y sus raíces existenciales en que
todos tuvimos la ma que es tranquilizadora pero no muy excitante. _Stephen M1t-
sensación de ser pequeños· en un mundo eno
rme, fuera de con­ chell señala que la capacidad de contener la agres1v1dad es una
trol, que de alguna manera debíamos ser cap .
aces de domeñar». condición necesaria para la capacidad de amar. Debemos mte-
La niñez constituye el entrenamiento básico par
a obtener tácticas grar nuestra agresividad e.n lugar de erradicarla. Mítchell explica
de poder: Nosotros tenemos un deseo y nuestro
s padres tienen otro. qUe «la degradación del idilio y el cese del deseo no son conse­
Nosotros exigimos y ellos se oponen. Nos . .
otros negociamos para cuendas de la contaminación del amor por parte de la agres1�1-
obtener lo que queremos y ellos nos dice
n qué es lo que pode­ dad, sino que se deben a la incapacidad de mantener la tens10n
mos tener. Aprendemos a resistir y a rendirn
os.. En el mejor de necesaria entre ellos» .
los casos, aprendemos a equilibrar, a med
iar y a comprender.
Todos estos intercambios de poder infl
uyen en nuestras rela­
ciones íntimas adultas, y aquí las diferen
cias de sexo son impor­
tantes. Los varones y las niñas tienen Jed y Coral
una iniciación totalmente
diferente en el ejercicio del poder. Los
hombres son expertos en
las expresiones directas de poder; y las Jed es un hombre sencillo. Es un arquitecto imberbe Y afable,
mujeres, en las indirectas. brillante y bienhablado. Es amable y en absoluto la clase de per­
Estas diferencias se observan en el diál
ogo sexual.
Los adultos buscamos el control, en sona que se comporta de modo agresivo. Sin embargo, en el cam­
parte como un mecanis­ .
mo de defensa contra la vulnera bilidad po sexual es otro hombre. Jed descubrió el sadomasoqms:no c��n­
propia del amor. Cuando
nos ilusionamos con una persona, nue do era adolescente y durante años ha utilizado el escenano erotico
stra dependencia se dispa­
ra. También lo hacen nuestras frustrac como un lugar para descargar su agresividad. Adora el cuero,
iones y decepciones. Cuan­
to mayor es nuestra impotencia, may las superficies duras, las cadenas y las esposas:
or es la posibilidad de ser
humillados. Cuanto más necesitamo -Solía ser tímido y me era muy difícil hacerme valer. Sm
s, más nos enojamos sí no
podemos obtenerlo. Los niños lo sab embargo, al mismo tiempo, me enfadaba mucho y no sabf a qué
en; los enamorados tam­
bién. Nadie puede exasperarnos tan ráp hacer con ello. Tenía temor a herir a la gente, por lo cual siem-
idamente como nuestra
pareja (excepto, tal vez, nuestros padres, pre guardé lo que sentía en mi interior. ..
el centro original de la -Ya veo por qué el sadomasoquísmo te atrae tanto -le di¡e--.
ira dependiente). El amor siempre vien
e acompañado del odio.
Mientras que tenemos miedo a la intensid Puedes reclamar cosas sin temer lastimar a nadie. Los códigos
ad de nuestra depen­
dencia, algunos de nosotros le tememos inequívocos y la negociación de anteman_o te hacen sentir segu­
aún más a la intensidad ,
de nuestra ira. Recurrimos a complicada ro. Emocionalmente, tiendes a poner pnmero a los <lemas. La
s contorsiones en la rela­
ción para mantener todo bajo control. dominación sexual te ayuda a hacer caso omiso de la suprema­
Sin embargo, las parejas
\s que implementan este modelo de placidez cía de otras personas. Es una respuesta inteligente a tu subordi­
con más éxito pocas
nación emocional típica.
1
l
I 02 Inteligencia erótica

ff -Exactamente -respond
e-. Pero, al nus . o t:J.ei .
IV, Democracia versus sexo apasionado 103

también se tra ta de sus nece o, ¿sa bes ?, -No comprendo de dónde proceden sus motivaciones -<lice
s idade s. Les doy �
acer. z es la
1

ve. Ellos lo desean Realm p da­ Coral-. Estuve con muchos hombres, pero nunca conocí a
ente trene
' que gustarles, porque si
para mí sería impo�ible h no alguien a sí. Y existen muchas cosas pervertidas que me excitan.
acerlo.
Durante años, Jed evitó las Simplemente, no lo comprendo. Tal vez se deba a que crecí en
, rela ciones serias con mu .
tia que la cercanía era deva ¡eres. Sen­ este mundo tan feminista que tiene siempre en cuenta lo que es
stadora. Atormentado
do que soI'ia ser, temía senti por el niño tími- «políticamente correcto» y el respeto por las mujeres. De alguna
rse carente de poder y
como antes: d epend'rente manera, siento que se me falta al respeto. Es de mal gusto, vul­
-Coral fue la primera mu gar y me hace sentir como...
jer a qmen . ame, que no se
en deuda . No tenía que sentía -¿Como una puta? --le pregunto.
esta r en guardia constante
que la relación no me abso mente p ara -No. No creo que tenga nada de malo ser una puta. Fui
rbiera .
Jed creció siendo un solita . una puta durante mucho tiempo. Es sólo que me hace sentir
rio, con pocos amigos, ,.
parte de su adolescencia leyend . . y p a so gran menos deseada. No siento que se trate de mí. No tiene nada que
o hist�:1as d e .
cien ci a ficción y escu-
chanclo heavy metal en su ver conmigo y, por eso, no me siento conectada, motivada ni
ha b.Ita c1on. Coral, que
nu. smo barn.o, apenas rec creció en el interesada. ¿"Gene sentido lo que digo?
uerda a Jed de 1 escue1 ª
Ella era popu!ar, bornt s ecunda ria -:Sí, tiene sentido -responde Jed-, pero yo no lo veo como
. a y extrovertid a· ,
a
Edit0 e1 anuario . del
tituto. ins- si me olvidara de ti, como si olvidara tu identidad. Yo siento que
-Yo no era de las más popu estoy honrándote al querer despojarme por completo de mi escu­
la res, pero ocupa ba un
muy respetable -<lice. lugar do de defensa y decir: « Confío tanto en ti como para mostrarte
Aun' hoy en d1a, Coral tien esto».
, e muchos ami Es el centro de
su circulo social y está mu Para poder avanzar, Jed y Coral necesitan tener, cada uno, una
y interesada en co;p�:
ra en ascen-so-como direct mentar su carre- idea más cla ra sobre el otro. Hacemos un 'ejercicio en el cual
ora de documentaIes.
Once anos después de ha tra zan una línea en medio de un papel y luego, por separado,
ber terminado la escuel
ambos se encontraron po a secundaria, escriben al lado izquierdo las asociaciones que inmediatamente
r casualidad en una b
aprend1.do a disfrazar su tim oda. Jed ha b'la les sugiere \a palabra « a mor>;. Les apunto: «Cuando pienso en
I'dez con 1a irom . ,a y Coral 1. . 0
,
traída por s�- perspicacia y el amor, pienso en . . . » ; «cuando amo a alguien, siento . . . >>; «cuan-
�ay qu su excéntrico sentido del hu:0:
e ommr el hecho de que · �0 do alguien me a ma, siento ... »; «en el amor, busco . . .». Al fina-
·¡oven muy él se hab'1a convertido
atractivo. Ella se en un liza r, escriben, al lado derecho, sus respuestas a las siguient!!S
aseguró de co
nseg . ,
teléfono, ya que sa bi,a que a ell mr s u nume ro de cuestiones: «Cuando pienso en el sexo, pienso en... »; .« cuando
a corresponderí
. a . Comenzaron a salir
t:J.v a tom a _r ª_
l .
1mc . 1.a- deseo a alguien, siento... »; «cuando alguien me desea, siento... »;
y están juntos desde ha
Jed y Cora l son sorprendente ce seis anos. «en el sexo, busco . . . ».
, mente compa tibles en 1
na de los aspectos de la vid a �ayo- Este ejercicio, aunque simple, es extraordinaria mente reve­
, "''ffi
a; pero, en cua�t
o ' Io
p�iooo m,y -•s, re ,mJ lador. En primer luga r, porque muestra cómo ana liza cada uno
l . el amor y el sexo: qué lejos están y, al mismo tiempo, qué uni-
102 Inteligencia erótica IV. Democracia versus sexo apasionado l 03 ·
1

-:-�
xactamente -responde-. Pero, al mismo tiempo, ¿sabes?, -No comprendo de dónde proceden sus motivaciones --<lice
1

conocí a
tamb1en se trata de sus necesidades. Les doy placer. Ésa es la cla­ Coral-. Estuve con muchos hombres, pero nunca
ve. Ellos lo desean. Realmente tiene que gustarles, porque si no · alguien así. Y existen muchas cosas pervertidas que me excitan.
en
para mí sería imposible hacerlo. Simplemente, no lo comprendo. Tal vez se deba a q ue crecí
lo ue es
Durante años, Jed evitó las relaciones serias con mujeres. Sen­ este mundo tan feminista que tiene siempre en cuenta q
tía que la cercanía era devastadora. Atormenta do por el niño túni­ «políticamente correcto» y el respeto por las mujeres. De algu
na

vul­
do que solía ser, temía sentirse carente de poder y dependiente manera, siento que se me falta al respeto. Es de mal gusto,
como antes: gar y me hace sentir como ...
-Coral fue la primera mujer a quien a mé que no se sentía -¿Como una puta? -le pregunto,
en deuda . No tenía que estar en guardia constantemente para -No. No creo que tenga nada de malo ser una puta . Fui
que la relación no me absorbiera. una puta durante mucho tiempo. Es
sólo que me hace sentir
a que
j¡ Jed creció siendo un solitario, con pocos amigos, y pasó gran menos deseada. No siento que se trate de mí. No tiene nad
da ni
parte de su adolescencia leyendo historias de ciencia ficción y escu­ ver conmigo y, por eso, no me siento conectada, motiva
chando heavy metal en su habitación. Coral, que creció en el interesada. ¿Tiene sentido lo que digo?
mismo barrio, apenas recuerda a Jed de la escuela secundaria . -Sí, tiene sentido -responde Jed-, pero yo no lo veo como
que
Ell a era popular, bonita y extrovertida. Editó el anuario del ins­ si me olvidara de ti, como si olvidara tu identidad. Yo siento
de mi esc u­
tituto. estoy honrándote al querer despoj arme por completo
rte
-Yo no era de las más populares, pero ocupab a un lugar do de defensa y decir: «Confío tanto en ti como para mostra
muy respetable --<lice. ·
Para poder avanzar, Jed y Coral necesitan tener, cada uno, una
esto>�.
Aún hoy en día, Coral tiene muchos amigos. Es el centro de
ual
su círculo social y está muy interesada en complementar su carre­ idea más clara sobre el otro. Hacemos un ejercicio en el c
ra en ascenso como directora de documentales. trazan una línea en medio de un papel y luego, por separado,
Once años después de haber terminado la escuela secundaria escriben al lado izquierdo las asociac
iones que inmédiatamente
en
ambos se encontraron por casualidad en una boda . Jed habí� les sugiere \a palabra « amor,;, Les apunto: «Cuando pienso
aprendido a disfrazar su timidez con la ironía y Coral se sintió
.;.
. »; «cuan �
el amor, pienso en . . . » ; «cuando amo a alguien, siento . .
fina-
atraída por su perspicacia y su excéntrico sentido del humor. No do alguien me ama , siento ... »; «en el amor, busco. . . » . Al
hay que omitir el hecho de que él se había convertido en un lizar, escriben, al lado derecho, sus respuestas a las siguientes
joven muy atractivo. Ella se aseguró de conseguir su número de cuestiones: «Cuando pienso en el sexo, pienso en ... »; «cuando
... »;
teléfono, ya que sabía que a ella correspondería tomar la inicia­ deseo a alguien, siento ... »; «cuando alguien me desea, siento
tiva . Comenzaron a salir y están juntos desde hace seis años. «en el sexo, busco . . . » .
,
Jed y Coral son sorprendentemente compatibles en la mayo­ Este ejercicio, aunque simple, es extraordinariamente reve­
o
na �e los aspectos de la vida ; pero, en cuanto a lo sexual, tienen lador. En primer lugar, porque muestra cómo analiza cada un
pas10nes muy distintas: el amor y el sexo: qué lejos están y, al mismo tiempo, qué uni-
IV. Democracia versus sexo apasionado 105

he sentido muy impot nt


104 Inteligencia erótica

-N ecesito el poder porque me


1,:1 e e

dos. En segundo lugar, me permite observar la congruencia entre . empo. Necesito separar las cosas.
'
.
f,'

duran te m ch n u g1e-
los a cuerdos de la pareja. Como suponía, Jed y Coral experi­ . , m .
1 n 1 s m uy intensa -:-s
¡'¡
-Cu ando la conex10n :
o

zas a limit ar-


u

mentan el sexo d e maneras opuestas y esperan cosas distintas. rque co mien


it

ra e sexo ' p
e

l
e o c o

n e st b p
Coral busca una conexión íntima a través del sex o y el amor ro-, es u . escn'b'ste
1 en l a co lu mn
limit aciones que d
a

s
! o

mism
or

te , La s
a

aumenta su deseo. Ella asocia el a mor a la calidez y la seguri­


/. a

dad. Ser amada le hace sentir seg ura. Ser deseada le hace sen­ «amor». . ado , no puedo arriesgarme a
exponer
quier dem si
tir de la misma manera . Para ell a, el sexo es sanguíneo, salu­ -Si . la .
ella piense de
mi, e•sabes? Si
. . p reocupa lo que
a

a d . M
o

dable, un lujo : mi agres1vid . ado, me siento amenazado. Nece


sito
cer dema si
e

-He conectado con todas las personas con las que he teni­ ·
a1guren s e m .
.1stanc1a a excitarme.
ca

p
a

·
e

do sexo. Incluso en las relaciones de una sola noche, me iba d de su sexua 1-


.mtenta trazar un mapa de 1a estruct ura
r
. . dad es la motivación inicial, pero 1a
ar

sonriendo , pensando que estaba enamorad a. Tuve que apren­ Jed


l. L ag es1vi
der que el amor y el sexo no siempre son lo mismo y que no dad para C nom1,a que le brinda l
a agre-
s x ual es la auto
a r

fuer
ora

debía querer casarme con cada hombre con el que me acos­ ver.dader za e

sividad: en-
a

taba. en. Lo que pi


l s m daIes y a no im port
- e trata de qu odo
Para Jed, la conexión íntima surge tras el acto sexual, y el amor
orta. La d'igm
'dad ya no importa. T
s
, imp
o

n
o

y
e

sen los dem s


y el sexo no se combinan con tanta perfección como para Coral. . o, deseo anun . al. Eso es l a .libertad, por la
s p tit
o

a
a

lo que qu d
a

El amor brinda seguridad, pero también limitaciones. Está atado


toda mi vida .
e

cual he luchado
e e a

a l conflicto:

--Siento que debo ser cuidadoso con lo que hago y digo , para
no herirla. Me siento vulnerable, expuesto y desorientado. Es a combinación
sexual per­
sl : Jed Y C oral no son l
doloroso. Pienso que quizá no la merezca, porque siento que no Afrontémo . . ct de su relación, nunca
p sible qu e , en este aspe
y s
o

valgo la pena. A veces todavía me resulta difícil ver qué la ins­ fecta. media. Sin
mp ortarse com o
en Nuev: semanas y
o

n la idea de separarse,
e

pira a amarme. Siento bastante ansiedad. ll g .


q h n c ons1derado
embargo, cad ve
trar un mejor
e ue a co

Sin embargo, cuando hablamos de sexo, tiene una idea total­ z puedan encon
d e que tal v
a

nt
z ue

se han da d
a

mente distinta: � ero no un mejor compañe­


c ant o a lo sexua '
p
a

en
cue

ñer
o

-El sexo siempre me ha fascinad o. Es el único lugar donde comp


a.
ro para la vid
u

sentirse
a o

realtnente puedo ser yo mismo, donde puedo expresar todo tipo


e hi. .. dad la ca acidad de Jed para
Esto es lo q de
de sentimientos, los cuales, por lo general, mantengo en secreto. X: ; citud de Coral
mp o se a obé la soli
P
ce

en el
u

El sexo está muy relacionado con el poder; no son totalmente dominant , s a11a, de los límites del dor­
a1
l firm eza de Jed ma
ca

imen t
e

distintos para nú. exper


a

mito. rio:
ar

La agresividad constituye una parte intrínseca de su sexuali­ , xtraño para mí es que


n pa rt ha ce esto mas e
-Lo que , ' .
dad. Le da fuerzas. No necesita subordinarse á los deseos o a
pasi vo en todos los
demás aspectos de la
nt
e

Jed sea inc íbl m


e

los sentimientos de la mujer, ni tampoco se pierde en ellos: re e e e


IV. Democracia versus sexo apasionado 107
l06 Inteligencia erótica

vida. El contraste es completamente chocante· En gener


al, me
gustana , que fuera más decidI.
do y menos respetuoso . Reequilibrando la cultura «do
minante»
Le sugerí a Jed que comenzara a ped'ir cosas fu
era del ámbi-
al menos
to sexual. Es un novato en esta clase de reaf antes del sexo no tradicional, o
1rmac10 . , n personal. A la mayoría de los am ismo del poder y
Elegir un restaurante o una pelic tado, les gusta el erot
' u1a es difícil para e'J . e a aquellos que me han visi
coral que quiere quedarse en Nueva York par el D1a' ;dedeAcci
ª
c1rl
ón no, como puede parec
er, la violencia y el
dolor. De hecho, los
ablece
a

de Gracias (y no ir con 1a negociados (en los cuales se est


enorme familia de e11a, como
hacen contratos cuidadosamente én y a quién, y
todos los años) es algo casi unp . os1. ble. No le sugi·ero a Je uede hacer, por qui
d que qué se puede y qué no se p
reconf1g . ure su sexualidad' pero SI, 1o ali. ensados para garant
izar tanto el pla­
ento para que ta mbién . .por cuánto tiempo) están p s sólo
aprenda a ejercer el poder en otros campos de metes cuanto tú quieres; domina
la v1'da. Es impor- cer como la seguridad. Te so
tante que Jed sepa . que sus deseos también se n.
cump1irán fuera de hasta donde te lo permite poder
el intento de obtener
los rituales del sadomasoqwsm . o. En el mundo paralelo del sexo,
De la misma manera, a Jed no le importana experimento, una ma
nera de ensa­
, s1. Coral trans- se convierte en un juego, un
fm. . era un poco del atrev1m1. .ento que' com0 dir que detestamos experimentar en
. ectora, tiene en yar temporalmente prácticas ­
· cotidiana rechazamos la depend
la

1a sala de edición a 1 cama con dosel que


ª comparten. É1 dice vida real. Si en nuestra vida
nuestra agre­
en

que también Coral podri'a darIe un poco de vez la aceptemos. Si


f'trmeza a su vida cia, en nuestra vida erótica tal
ermite experi­
sexual: odos, el sexo nos p
sividad nos hace sentir incóm al,
-Cuando terminas de cepillarte los d1entes segura. Si, en nuestra vida re
y de ponerte el mentar el poder de manera
. eth, o la auto­
.
p1¡ama, y me preguntas si esta J10Che tendremo
s sexo, da' ndolo por aborrecemos la sum
isión, como es el caso de Elizab
hecho y de manera desenfadada, no me pro el escenario sexual
puede provo-
voca nada. Necesito nomía, como le sucede a Jed,
algo más atrayente· Dim · e que me deseas' ba¡ , .ame e1 cierre del carnos una catarsis.
pantalón, entra_a la habI·tac1o . , n desnuda . . . Algo, lo que se
a, en
lugar de: «¿Tendremos sexo esta noche·)» · �
0 l0 hago por ti.
n y sumi­
Enc1.endo velas, creo o (S-M) y la dominació
. el amb'iente que te agrada, te hago el am Durante años, el sadomasoquism formaban
suavemente... Hago todO de la manera mas os marginales que no
' tra d'ic1·onal por ti. sión (D-S) fueron comportamient
or

vr o lo intento, pero tú no. nal. Principalmente se relaciona­


parte de la sexualidad convencio
Tal vez a Coral nunca lleguen a agradarle l les, quienes siempre
han tenido
as manías sexua- ban con los hombres homosexua
les de Jed, pero la anun . o a que abra su mente par les en aislar la agresividad sexua
a compren- más éxito que los heterosexua
el sociólogo Anthony Giddens).
l

derlo. Al juzgarlo y no eomprender sus gustos


de seducc1ó . n, ella para lograr placer (como señala
esta , condenada a sentí . rginales se han desplazado hacia
rse menospreciad . a. Tnst Recientemente, estas prácticas ma
.,
. emente, ella no
dadanos de
se da cuenta de que Jed, en rea11dad · , esta' arnesgando mucho al el público en general
. Una creciente cantidad de ciu
erosexuales,
confiar en ella y pernu.t'Ir1e que entre en su
mundo eronc , . o pn- estos comienzos del
siglo XXI (homosexuales y het
.
vado. s y de derechas, urbanos y ale-
hombres y mujeres, de izquierda
:J IV. Democracia versus sexo apasionado 109
108 Inteligencia erótica

ás, considero los


. faltas de equidad. Adem
jados de las ciudades) obtienen placer sexual dando y recibiendo tens10nes y reparar las a . No
ios monio . sos orno lgo exclusivo de cada parej
ª.
órdenes. Son demasiadas personas como para encajar en un per­ desequilib � una fuente de problemas.
falt s de igu alda con 1tuyen
ar

s l s
r

fil psicológico minoritario. rod : arej a. No bus­


base e armonía de la p
A veces, éstas forman la
a a

Juntos, b uscamos el
a

La comentarista de socied ad Camille P aglia contempla este


el poder , sino aprovecharlo.
co neut ral" iz r
aumento de dominación y swnisión como una fantasía colectiva . dad, creatividad, sin temor y sexual-
ex p es rlo co n segun
modo de
a

que ajusta los aspectos desiguales de nuestra cultura igualitaria. r a

Creo que los rituales de dominación y sumisión representan una mente.


manera subversiva de colocarnos por encima, en una sociedad que
glorifica el control, subestima la dependencia y exige la igualdad.
En las culturas en las que estos valores están en su apogeo (como
en los Estados Unidos, por ejemplo) vemos que cada vez más
gente busca dej ar de estar al mando, se deleita con la dependen­
cia y reconoce las faltas de equidad de las que nadie quiere ha blar.
Visto de este modo, los bares en donde se practica el sexo libre­
mente aceptan lo que la sociedad rechaza . Este cambio explícito
de podei; que se transfiere, éon libertad y de mutuo acuerdo, de
una parte a otra, es muy clistinto de la distribución rígida de poder
que predomina en nuestra sociedad. En la vida real, es mucho más
difícil negociar el poder y es casi imposible adquirirlo o renu_n­
ciar a él. Nadie quiere perder su ración de la tarta.
Soy totalmente consciente de la disparidad de poder que exis­
te en nuestra ..sociedad .y-no - pasa un solo - día -sin que sea testigo
de la s secuelas de la violencia íntima. Pero también sé que la
agresividad, como emoción humana , no puede ser eliminada de

las interrelaciones entre las personas, y en especial de la interre­


lación entre aquellos que se aman. La agresividad es la parte
oscura del amor. También es un componente intrínseco de la
sexualidad y nunca podrá ser completamente eliminada de las rela­
ciones sexuales.

Al trabajar con parej as, pretendo descubrir la dinámica del poder.


Intento hacer que la manifiesten, y también intento examinar las
¡Sí puedes! La ética
capítulo
protestante del trabajo se enfrenta
cinco a la degradación del deseo

«La energía y la persistencia conquistan cualquier


cosa. )>
BENJAMíN FRANKLIN

ctos, Estados Uni­


En asuntos de amor, como en muchos otros aspe
plimiento de obje­
dos constituye una sociedad orientada al cum
la franqueza y los
tivos. Preferimos los significados explícitos,
iguo y las insinua­
discursos directos a lo imponderable, lo amb
transmitir nues­
ciones. Confiamos en las palabras concretas para
caminos sutiles _ que
tros sentimientos y necesidades más que en los -
sembucha !»; «¡no
nos llevan a la cercanía: «¡Ve al grano!»; «¡de
os se inventó el
te vayas por las ramas!» . En los Estados Unid
uno mismo. Muchos
adiestramiento para fomentar la seguridad en
a ser claros y com­
terapeutas también alientan esta inclinación
r con tu pareja, ¿por
pletamente directos: «Si quieres hacer el amo
que quieres exac-
qué no se lo dices claramente? Y dile qué es lo

buen plan, sóli-


Creemos que con una meta bien definida, un
tamente».

, todo es posible.
das competencias-de organización y trabajo duro
de los norteamerica­
Ésa es la idea que hay detrás del optimismo
ación inquebran-
nos. Con el esfuerzo adecuado y una determin
'll
;''!

V. ¡Sí puedes! 113


112 Inteligencia erótica

table, no existe obstáculo que no se pueda vencer. La recompen­ administrar más eficazmente el tiempo, o como consecuencia de una
sa por el trabajo duro es el éxito. En cambio, si fallas, proba­ obre comunicación. Si el problema estriba en una deficiencia de
blemente sea porque eres vago, careces de motivación, te permi­ · �estosterona, podemos conseguir una receta médica (una excelente
tes todo tipo de excesos y te falta voluntad para esforzarte de solución técnica). Para la disfunción sexual, que puede fácilmente
verdad por obtener lo que deseas. No tienes agallas y sólo tú tie­ ser contemplada como un problema médico, los remedios abun­
nes la culpa de ello. Y no hay razón por la cual esta interpreta­ dan: existen libros, vídeos y accesorios sexuales para ayudarte no
ción entusiasta, y esencialmente empresarial, no pueda extender­ sólo con lo básico, sino también para que alcances niveles inima­
se también a cada uno de los dilemas existenciales o amorosos. ginables de éxtasis. En su libro Against Love, Laura Kipnis dice:
Aplica este modelo empresarial al idilio amoroso y acabarás com­
prando libros como Find a husband after 35 using what I lear­ Se han generado sectores completamente nuevos en la eco­
ned at Harvard Business School ( «Consigue un marido después nomía, se han fomentado gran variedad de mercados e indus­
de los treinta y cinco, usando lo que yo aprendí en la Facultad trias complementarias y las empresas han realizado enormes
de Gestión de Empresas de Harvard» ), de Rache! Greenwdd; inversiones en nnevas tecnologías, desde el Víagra hasta la por­
Five minutes to orgasm every time you make !ove ( «En cinco nografía para parejas: el último recurso milagroso del cap'.ta­
minutos al orgasmo cada vez que haces el amor»), de Claire D. lismo para matrimonios agonizantes. Como consagrados med1-
· Hutchins; y Seven weeks to better sex («Ten mejor sexo en tan cos que mantienen respirando a los cadáveres con brillantes
sólo siete semanas»), de Domeena Renshaw. Los estadouniden­ máquinas de respiración asistida y órganos artificiales, las pare­
ses valoran la capacidad de definir lo que se desea y luego con­ jas, armadas con sus modernas tecnologías, pueden ahora
cluyen: si sabes lo que deseas en tu relación, ¡búscalo! Si te esfuer­ ganarle la partida a la muerte de la pasión.
zas para lograrlo en un cierto número de pasos, sin sobrepasar
los diez, te aseguras la entrada al jardín de los placeres terrena­ Este enfoque pragmático resulta representativo 'de cómo el gran
les sin haber perdido un minuto. país del manifest destiny ( «destino manifiesto») resuelve los·· pro­
Como europea, siempre he admirado el optimismo de los esta­ blemas. Desmenuzas el problema y separas las partes que lo com­
dounidenses. Es lo opuesto al fatalismo y la resignación que pre­ ponen, estudias cada una de ellas y obtienes un plan para obte­
valece en tantas otras culturas más tradicionales, y expresa una ner, paso a paso, una solución que promete resultados tangible�.
sensación saludable de «tener derecho a algo». En Estados Uni­ Sin embargo, si aplicas esto a los problemas sexuales, obtendr�s
dos, a la gente no le gusta decir: «Esto es así y no puedes cam­ un modelo enfocado más en la función sexual que en el senti­
biarlo». miento sexual. La sexóloga Leonore Tiefer nos advierte de que,
de acuerdo con este paradigma, el cuerpo se divide en una serie
1

Sin embargo, esta actitud de que todo es posible nos incita a


pensar que la disminución de deseo es un problema operativo que de partes inconexas, y la satisfacción es contemplada como el
puede solucionarse. Los artículos de las revistas y los libros de resultado del perfecto funcionamiento de éstas.
autoayuda nos animan a que veamos la falta de sexo en la pareja El énfasis puesto sobre los logros físicos antes que sobre el
como un problema de planificación, que exige priorizar mejor y deseo y el placer lleva aparejado el énfasis en los genitales Y refuer-
1
L
;

¡¡ V. ¡Sí puedes! 1 1 5

¡:
1 14 Inteligencia erótica

mera fun­
za la orientación masculina dominante. El pene es el nuevo pacien­ Sin embargo, cuando reducimos el sexo a una
1

de disfunción. Ya no
te; ha reemplazado a su dueño humano, y la capacidad de lograr ción corporal, también incluimos la idea
s del sexo. La cien­
Y mantener una erección dura como el acero le hace sombra a hablamos del arte del sexo, sino de las regla
autoridad; y la cien­
cia ha ocupado el lugar de la religión como
�ualquier otra habilidad sexual. Con el Viagra, lo único que sabe cómo asustar· ¡
unporta del sexo son las erecciones. (Y se continúa con las inves­ cia es un juez más imponente. La medicina
Si se lo compara (
tigaciones sobre el Viagra femenino: buenas noticias para todos hasta a aquellos que se ríen de la religión.
Solíamos mora- (
los serviciales maridos que aétualmente intercambian los queha­ con un diagnóstico, ¿qué es un simple pecado?
ceres domésticos por sexo, pero malas noticias para las esposas !izar-' ahor a norm·aliza mos , Y. el temor al fracaso sexual supo-
imiento religioso · de
ne la-�ersión laica de nuestro viejo sent
-�---·--� ···· --····-·-
que consideran su propia ausencia de deseo como algo que tiene
••"""""""

que ver más con el amor que con la tumescencia.) La experien­ culpabilidad.
otorga gn!.a. . ·
cia subjetiva del . placer sexual es sustituida por una lista objetiva Según mi experienci�, _un Jgti1mient<> que
a menud9 exace_r::
de criterios que se catalogan fácilmente, pero que lamentablemente importancia al rendi�ie11to y lafü1bilidad
a La «in�us­
están truncados: la erección, las relaciones sexuales, el orgasmo. halos mismos J)t<>blemas que pretende solucionar.
genera sus pro­
La sexualidad se ve asediada por parámetros cuantitativos, que tria para la perfección del rendimiento sexual»
la belleza y la
.
fac1htan estadísticas con las que podemos comparar nuestras pro­ pias inhibiciones y temores. Muy a menudo,
n en una atmós­
pias relaciones sexuales para saber · si estamos a la altura de las naturalidad de un encuentro sexual se despliega
busca un resulta­
circunstancias. La revista Newsweek informó de que actualmen­ fera segura, no competitiva y en la que no se
de la ambición ·•
te los expertos definen como matrimonios sin sexo a aquellos en do. La sensualidad no se presta a los rigores )
los cuales la pareja tiene relaciones sexuales menos de diez veces por sumar puntos.
las soluciones
al año. Los que tengamos relaciones once veces en un período Esto no significa que los consejos prácticos y
s problemas de
de doce meses podemos respirar aliviados. El resto puede consi­ especializadas sean inútiles o innecesarios. Si tiene
si estás dema­
derase dentro del quince o veinte por ciento de parejas sin sexo, comunicación, debes, por supuesto,trabajar en ello;
asiado ocupado
de acuerdo con esta regla. Nos preocupamos demasiado por la siado ocupado para tener sexo, es que estás dem
. Si tienes algún
frecuencia de la actividad sexual y por la cantidad de orgasmos en general. Sí careces de conocimientos, infórmate
, cambios hor­
que tenemos. ¿Cuántas veces tenemos sexo?; ¿cómo es de inten­ impedimento físico (como, por ejemplo, la edad
do una histe­
so el sexo?; ¿cuál es el nivel de rendimiento? Los aspectos más monales, diabetes, cáncer de próstata, o has sufri
Existen muchos
difusos y menos manipulables de la expresión sexual (como el rectomía), busca un médico que pueda ayudarte.
Pero mientras que
amor, la intimidad, el poder, la entrega, la sensualidad y la exci­ libros que ofrecen sólida ayuda en este campo.
objeto aspectos
tación) son los que menos posibilidades tendrán de llegar a la este modelo para solucionar problemas tiene por
no se encarga
portada de las revistas o a la primera página de los periódicos. importantes de nuestros contratiempos sexuales,
ente existenciales
El erotismo, como cualidad inconmensurable de la vitalidad y de de las cuestiones quijotescas y fundamentalm
allá de cualquier
la imaginación, se reduce a lo que el autor francés Jean-Claude del erotismo humano que se encuentran más
Guillebaud llama une arithmetique physiologique. pulcra reparación técnica.
1 16 Inteligencia erótica V. ¡Sí puedes\ llT

Cuando el esfuerzo no funciona Ryan y Christine llevan un año asistiendo a terapia. Los he
atendido juntos y por separado, ya que llevaban con dificultad la
Estados Unidos es una nación que está or gullosa de su eficien- · transición de ser una pareja sexualmente cohesionada a ser padres
cía. Pero aquí reside, precisamente, la trampa: el erotismo no es de tres niños pequeños. Tras el nacimiento de las mellizas, la ins­
eficiente,. Adora despilfarrar tiempo y recursos. Como, irónica: piración amorosa de estos amantes comenzó a quedarse sin aire.
mente, observa Adam Phillips, «en nuestra vida erótica el esfuer­ Mientras que algunas parejas aceptan con resignación la disminu­
zo no funciona . . . el intentarlo es siempre intentarlo con dema­ ción de la intensidad y se conforman con un compañerismo afec­
siado empeño» : FJ er()tisII1o es 11n _ac:? _de,)� �aginación, por lo ruoso, Ryan y Christine no quieren rendirse. Aún recuerdan con
·y
que no puede ser medido. Glorificamos la eficiencia no reco­ cariño lo que alguna vez fueron. Ellos diferencian claramente entre
nocemos que el espacio erótico es un descanso radiante en el cual tener sexo y hacer el amot; y hace tiempo que no hacen el am01:
gozamos y somos indiferentes a las exigencias de productividad; Alquilaron películas, se bañaron juntos y siguen teniendo su cita
aquí el placer es la única meta. Octavio Paz escribió: «El momen­ semanal. Intentaron muchas cosas; algunas dieron resultados posi­ .\
to de la unión es una grieta en el tiempo, un bálsamo para lás tivos y otras constiruyeron una pérdida de tiempo. Para ellos, el
heridas infligidas por los minutos y las horas del tiempo. Un asunto no es simplemente tener sexo. Por supuesto que les gusta­
momento totalmente eterno al mismo tiempo que efímero». Es ría tenerlo más a menudo, pero su preocupación está más relacio­
un salto a un mundo que está más allá. nada con la intensidad que con la frecuencia. No es la menor perio­
Dar este salto implica perder el control, algo que desde peque­ dicidad del sexo lo que les inquieta, sino la creciente monotonía.
ños nos han enseñado a evitar. Somos socializados para domi- · Les gusta ser inquietos y están comprando nuevos artilugios.
nar nuestros aspectos más primitivos: nuestros impulsos incon­ Puedo imaginar muchas cosas que podría sugerir a esta pare-
trolados, nuestros deseos sexuales y nuestro apetito voraz. El ja, adhiriéndome a su enfoque práctico del problema de la dis­
orden social se construye sobre estas privaciones y la falta del minución de deseo. Sin embargo, cuestiono la aplicación del enfo­
·mismo incita al caos. Debido a que la pérdida de control se ve que racionalista a los asuntos del corazón. Yo·ereo-que el desafío
exclusivamente como algo negativo, ni siquiera podemos consi­ de mantener con vida el deseo a través del tiempo en una rela­
derar la idea de que la entrega puede enseñarnos algo en lo emo­ ción seria es de otra naturaleza. No siempre conocemos nuestras
cional o en lo espiritual. Sin embargo, el experimentar una inte- ambiciones de a�temano. Nuestros deseos no están exentos de
rrupción temporal de nuestro Yo perceptible es a menudo conflictos, al igual que tampoco nuestras pasiones están libres de
liberador y comunicativo. He visto a mucha gente dar un tras­ contradicciones. Nuestros sueños deamor n<> _��_rig(!l]_.por Ja ,.íi 1 .
pié cuando, simplemente, no eran capaces de afrontar el pro­ voluntad o la razón: Ll i i�n d�sconoce Lís - raíces de - ���5tros •"J l

iá-s·:ñil;terfos7i';
¡¡ 'AY
blema erótico y solucionarlo. Se sienten desconcertados y teme­ sueños y necesidiéíes éíe[,:;orazón•. :t:::io siempre
:"•"',_..,,

rosos al ver que no tienen el control de la situación. Yo los poctemos--aplicar Iis leyes del beneficio y la pérdida a nuestra
ayudo a aprender a ceder el control intencionalmente, como un vida amorosa y erótica. Aplicar el espíritu del esfuerzo resulta

1
medio para lograr el crecimiento per sonal y para descubrirse a difícil. Ni el enfoque más lógico puede neutralizar las ambiva­
sí mismos. lencias del amor.
_, ¡
V. ¡Sí puedes! l 19
118 Inteligencia erótica

-No tengo nada nuevo que ofreceros -les digo a Ryan y


la idea de libertad se asiente durante un tiempo, para ver si echa
Christine- en el aspecto del «cómo» solucionarlo. Habéis teni­
brotes.
do citas románticas, lo habéis intentado con el lubricante Astro­
A los pocos meses, Ryan comienza la sesión diciendo:
glide. Y todo eso os ha llevado a un régimen regular de sexo que
-¿Quieres escuchar una verdadera historia de la crisis de l�s
es satisfactorio, pero que en realidad no os satisface. ¿Es así?·
cuarenta? Aqní tienes una. La mejor amiga de mi esposa en la uni­
-Sí, así es. Pero ¿qué insinúas?, ¿que eso es todo?, ¿como la
versidad nos visitó hace poco. Sabes que trabajo desde casa, por
canción Is that ali there is? ( «¿Es esto todo lo que hay?»)
lo que hemos almorzado juntos algunas veces con la niñera Y los
-pregunta Christine.
niños: un plan poco estimulante, a decir verdad.
-No se puede aplicar la lógica a esto. La pasión es impre·
Bárbara tiene unos cuarenta y cinco años de edad, trabaja como
decible; no se rige por las leyes de causa y efecto. Lo que fun­
cooperante, dirigiendo programas humanitarios en situaciones de
ciona el lunes puede no funcionar el jueves. La solución a menu,
crisis en todo el mundo. No tiene niños, es partidaria de una sola
do constituye una sorpresa, y no el resultado de los intentos que
relación a la vez y está comprometida con la causa, pero se está
habéis estado haciendo hasta ahora. Así que no hablemos de
cansando del estilo de vida que lleva. Ryan continúa:
intentos, hablemos de libertad. Jugad.
-También es hermosa ... ¿mencioné eso? Vive la vida que yo
-¿Cómo?
no viví. Al lado de ella, me siento viejo y mediocre. Dirás que
-Intentemos algo juntos -les sugiero--. Puede parecer algo
eso no tiene nada de malo, pero su adrenalina es ccmtagiosa. Real­
fuera de lo común, pero como vuestro camino se ha convertido
mente me intimida y me excita. Me siento realmente atraído hacia
en una calle sin salida, tal vez deseéis intentarlo. Lo que parali­
ella. <· Sabes cómo me he sentido últimamente: muerto, casi sin
za el deseo es la incomunicación. Quiero que penséis en· lo con­ .
· energía con el cuerpo cada vez más pesado.) Es como s1 me hub'1e-
trario: en la libertad. Hablemos de libertad en el sentido más ha
ra apa�ado desde que senté la cabeza. Bueno, su energía 11'.�
amplio. ¿Cuándo os sentís más libres en vuestra relación? ¿En
despertado. Quiero besarla. Tengo miedo a hacerlo y tamb1en a
qué sentido-·estarTasados os da más libertad y en qué sentido os
no hacerlo. Me siento como un idiota, culpable, pero no puedo
la quita? ¿Cuánta libertad podéis daros entre sí? ¿Y a vosotros
dejar de pensar en ella. Cuando hice mi promesa en la boda,
mismos?
hablaba en serio. Amo a mi esposa; esto no tiene nada que ver
Comencé así la conversación en mi consultorio, con la espe­
con ella. Se trata de algo que he perdido y que tengo miedo de
ranza de que ellos la continuaran solos.
no recuperar jamás.
Me gusta hacer sugerencias que sacudan a las personas y que
Cuando Ryan se casó con Christine, cerró varias puertas.
las saquen de su complacencia o que, al menos, les brinden una
Abandonó su difícil carrera de actor, convirtió su pluriempleo
forma distinta de ver las cosas. Intento crear incomodidad con el
como asistente juríclico en un trabajo a tiempo completo Y se
statu quo. Aunque Ryan y Christine no están contentos con su
matriculó en la Facultad de Derecho. Ahorá trabaja para orga­
situación, no estoy segura de que estén tan disconformes como
nizaciones ecologistas como asesor legal. Al escucharlo, descon­
para cambiarla drásticamente. En terapia, les doy muchas ideas
certado por este enamoramiento, contemplo un despertar de sus
y nunca sé si les llegarán o si las aceptarán. Entonces, dejo que
sentidos latentes. .No intento persuadido de sus deseos «inmadu-
'f·
V. ¡Sí puedes! 121 l\
ii.
120 Inteligencia erótica

-Habíamos terminado de beber una botella de un fantástico ;


ros» ni lo sermoneo. Tampoco intento hacerle entrar en razón ni 11
Shiraz australiano --dice Ryan- y estábamos bastante entona­
explorar las dinámicas emocionales que se encuentran detrás de
dos cuando Christine me sorprendió al decirle a Bárbara: «Te miro
este enamoramiento aparentemente «adolescente». Simplemente,
¡.

y me pregunto si valió la pena. Honestamente, no creo haber naci­


valoro su experiencia. Está mirando algo hermoso'· fantasear sobre
Barbara es una manera de vivir la vida que él no ha elegido. Me
- do para esto (los niños, la casa, mi empleo). A veces me pre­
gunto si no lo hice sólo para probar que podía hacerlo». Luego
maravillo con él ante el atractivo de ese hechizo, pero también
lo llamo por su nombre: una fantasía. La cuestión que yo le plan­ dijo: «Es tan agobiante». ¿Se pregunta si valió la pena? ¿Lo halla
agobiante? Realmente me sorprendió.
teo es cómo puede disfrutar de esta experiencia sin permitir que
Ryan repitió estas palabras aturdido, como si aún no pudie­
la momentánea euforia ponga en peligro su matrimonio.
-¡Qué hermoso y qué patético! -le digo-. Es maravilloso ra creer lo que había escuchado. Ante mí insistencia, habló sobre
saber que aún puedes volver a vivir la vida de esta manera. Y sabes el resto de los comentarios de su esposa: que sentía que siempre
que no puedes comparar este estado de embriaguez con la vida había hecho lo que los demás esperaban que hiciera, que eso era
más fácil que descifrar las cosas por sí misma. Continúa hablan­
en tu hoga,; porque el hogar implica algo más. El hogar es algo
do con tono burlón, pero al mismo tiempo lleno de admiración,
seguro. Aquí tiemblas, estás sobre arenas movedizas. Te gusta,
al imitar a su esposa:
pero temes que pueda llevarte demasiado lejos. Creo que tal vez
no permites que tu esposa te provoque esta clase de sacudidas. -«Sé que no está bien quejarse cuando uno lo tiene todo»,
dice. «¿Dónde está mí gratitud? Los niños, Ryan, los resultados
Una antropóloga dedicada a la evolución llamada Helen Fisher
, explica que la lujuria es costosa desde el punto de vista metabó- de una buena carrera, mis amigos... Todo eso es una bendición.
Cuando no tienes una familia, un matrimonio, lo idealizas. Al
lico. Es difícil mantenerla con vida después de haber recibido la
recompensa evolutiva: los niños. Uno se centra tanto en las exi­ menos yo lo hacía. Pero luego, cuando lo tienes, te sientes atra­
pada. Tengo mis momentos felices, pero la mayór parte del tiem­
gencias incesantes de la vida cotidiana que corta el fluido de cual­
quier conexión eléctrica que exista entre vosotros. po me siento atrapada en un trabajo ingrato».
Ryan no dijo nada en ese momento, pero quedó muy impre­
En la siguiente sesión, Ryan supo exactamente por dónde que­
_ sionado:
na comenzar. Esa misma semana, Christine y Bárbara habían
hecho planes para salir a cenar. Como de costumbre, Christine -¿Cómo iba yo a saber que ella se sentía de esa manera?
se sentía culpable por salir sin él, por lo cual lo invitó a que las Siempre me pareció que era lo suficientemente feliz. Pensé que
acompañara. Después, lo ignoró durante el resto de la velada. tenía lo que quería. Pensé que yo era el único que se sentía incó­
Por una vez, no le importó jugar el papel de espectador y escu­ modo -ahora se sentía dividido: por un lado, estaba enfadado
por el hecho de que ella no había visto cumplidas sus expectati­
char los recuerdos nostálgicos de las mujeres. Tras la universi­
dad, ambas pasaron un año en Togo, con el Peace Corps ( «Cuer­ vas; por otro, estaba preocupado por lo que toda esta polémica
po de Paz»). Christine regresó a su hoga,; pero Bárbara nunca insinuaba sobre él:
10 hIZ. O. Como sucede siempre en sus conversaciones, ambas expre- -Para nú, ella es la roca y yo soy el débil. Tuve que esfor­
saron su envidia y su admiración por la vida de la otra. zarme mucho para convertirme en lo que yo pensaba que ella
122 Inteligencia erótica V. ¡Sí puedes! 123

deseaba y para crear esta vida que tenemos juntos. Me sentí ofensas»; pero luego me cautivó, me identifiqué con ella y, de algu­
menospreciado. Si ella se siente atrapada, atascada en un traba­ na extraña manera, me sentí cercano a ella y muy excitado, como
1

jo ingrato, ¿en qué posición me coloca eso? hacía mucho tiempo que no me sentía. Mi fascinación por Bár­
ra,
-¿Necesitas que ella reconozca tus esfuerzos? -le pregunté. bara desapareció. Y supe que si me hubiera casado con Bárba
-Supongo que sí. De alguna manera, sus dudas degradaban hubiera deseado a Christine.
el valor de mis esfuerzos. Sin embargo, después sucedió lo ines­ -Y no tuviste que esforzarte en ello -le dije--. Yo nunca
ul-
perado. hubiera encontrado una tarea que asignarte que te diera este re s
Hace una pausa antes de volver a hablar: tado.
-Comenzó a gustarme. Le explico que este deseo renovado fue consecuencia de una
ando
-Explícate -le dij e. reafirmación de la otredad y los sueños de Christine. Cu
-Es como si hubiese dado un giro de ciento ochenta grados. expresó sus deseos no correspondidos,
le dio permiso . a Ryan
No era capaz de interrumpirla, lo cual, probablemente, hubiera . para desatar los suyos.
hecho de haber estado solos -de todos modos, ella nunca me A veces todo esto es muy poco práctico. La misma situación
ono
hubiese dicho eso .a mí directamente--. Además, estaba intriga­ con otra pareja podría haber disparado un temor al aband
do. Ella se sentía como yo; estaba diciendo las mismas cosas que capaz de provocar la pelea del siglo. Nadie puede planear estas
ado
yo no me atrevía a decir. Ella quería más. Ella también estaba cosas, ¡de eso se trata! El deseo es un enigma; es insubordin
hambrienta. Echaba de menos su libertad. Yo sentía que ella cada y se frustra con las imposiciones. Esa tarde, Ryan fue receptivo
vez se volvía más interesante para mí, más aj ena a mí. El vino con Christine. En su sinceridad, él la volvió a descubrir. Y lo que
realmente había desatado su lengua. es aún más importante: volvió a elegirla;
y el acto de elegil; la liber­
-¿Qué más dijo? -yo también sentía curiosidad. El actor que tad que lleva implícita una elección, es lo que mantiene viva una
él llevaba dentro no podía resistir interpretar el papel de Christine. relación.
-«Siento que ambos estamos atascados -dijo, de nuevo El flambeado que saborearon Ryan y Christine-esa noche no
imitando su voz-. A veces fantaseo con otras vidas, con otros tenía nada de eficiente ni de expeditivo. No era una tarea que
l
hombres. No con un hombre en particular; sólo imagino un pudieran incorporar a su rutina semanal. Christine sacudió e
nue vo comienzo, sin cargas; sin historia y sin problemas. armazón y Ryan se liberó. Ella pedía individualidad y el resulta­
Alguie n con quien pueda ser distinta. Me siento tan disgusta­ do final fue un aumento de la intimidad. El deseo surgió de una
da por e star atascada e n esta casa, en esta familia, dentro de paradoja: el reconocimiento mutuo de las limitaciones de la vida
mi cuerpo ... Quiero gritar que no me molesten, que me dejen de casados creó un lazo entre ellos; reconocer la otredad inspiró
en paz». la cercanía.
Ryan compartió conmigo el inesperado desenlace de la velada: No hay manera de «institucionalizar» o de crear una particular

-Primero me sorprendió; luego me sentí a la defensiva y des­ política conyugal para esta pareja que, de alguna manera, les as
r, sta
pués me e nfadé. Es extraño, pero cuanto más hablaba, más la gure que seguirán teniendo, o que alguna vez volverán a ten
que establecer una espe-
e e

deseaba. Estaba enardecida. Primero pensé: «Vamos, deja ya las experiencia. Como terapeuta, reconozco
¡:¡
¡-¡

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¡,
f. !
124 Inteligencia erótica V. ¡Sí puedes! 125

cie de programa de refuerzo para ayudarlos a conservar este nue­ de su vida. Pero cuando la intensidad erótica comienza a mengua½
vo resplandor está más allá de mi capacidad. Pero aunque no aunque sólo sea un poco, se deja llevar por el pánico y se aco­
puedo convertir esto en una tarea o un ejercicio, el hecho de que barda, pensando: «De aquí en adelante, cada vez será peor. Supon­
haya sucedido quizá les abra los ojos a otra clase de realidad. go que, después de todo, no era amor». Él dice muchas veces
Espero que esta nueva realidad pueda cambiar la forma en que que quiere una relación estable (desea el compromiso y está pre­
se ven a sí mismos y al otro. parado para ello), pero su tolerancia al aburrimiento sexual es
·,
-:

nula. Según la experiencia de Ben, el compromiso y la excitación


!
¡_·¡
son mutuamente excluyentes.
« Una paradoja que controlar, no un problema que Pero, en su fantasía, existe, e n algún lugar, una mujer omni­
solucionar» potente, que puede hacer que todo esto se haga realidad. Sus
encantadores poderes harán que el sexo siempre sea enérgico:
Mantener el deseo a largo plazo es difícil, ya que requiere la con­ la señal más clara del amor duradero. Será una mujer tan
ciliación de dos fuerzas opuestas: la libertad y el compromiso. extraordinaria, tan increíble que su perfección lo llevará a que­
No sólo es un problema psicológico o práctico, sino también un rer sentar cabeza (como si todo esto no tuviera nada que ver
problema sistémico, lo cual hace que sea más difícil actuar sobre. con él). Invariablemente, la característica más atractiva en ella [' ·
él. Pertenece a la categoría de los dilemas existenciales que son es que no está disponible. Durante años, ha dicho lo mismo:
f.-
tan insolubles como inevitables. Irónicamente, incluso el mundo «Sencillamente, no he hallado aún a la persona correcta. He
,.

de los negocios, que está absolutamente relacionado con el prag­ conocido a muchísimas mujeres, pero no a la indicada, con la
matismo y la efectividad, admite que algunos problemas no po­ cual realmente pudiera quedarme. Les pregunto a mis amigos
seen soluciones claras. con quién podrían unirme, pero a ellos tampoco se les ocurre
En todos los sistemas encontramos la misma polaridad: esta­ nadie. ¿Cómo lo ves?» . Ben está en la perpetua búsqueda de
bilidad y cambio, pasión y razón, interés personal y bienestar la mujer ideal. Por supuesto que la -ha -estado buscando .desde
colectivo, acción y reflejo (por mencionar algunos). Este tipo de hace mucho tiempo: hasta la criatura que más idealizas al final
tensiones se encuentra presente en los individuos, las parejas y se vuelve simplemente humana y, por lo tanto, tiene imperfec­
las grandes organizaciones. Expresan una dinámica que es parte ciones.
de la propia naruraleza de la realidad. El experto en materia de Al comienzo de cada encuentro amoroso él se deja llevar y
liderazgo, Barry Johnson, autor de Polarity Management: Iden­ su confusión interna desaparece. Inevitablemente, cuando la
tifying and Managing Unsolvable Problems, · describe las polari­ ascensión inicial se estabiliza, sus fantasmas vuelven a aparece½
dades como conjuntos de opuestos interdependientes que perte­ como si ni siquiera la princesa más hermosa pudiera liberarlo
necen al mismo todo: no puedes elegir uno de los dos; el sistema de sí mismo, ni de los desafíos del amor. No importa lo extraor­
necesita ambos para sobrevivir. dinaria que sea: ella no puede protegerlo del hastío que llega con
"f ,¡:,,¡_.
Ben, por ejemplo, tiene una nueva novia cada seis meses, y el tiempo y de sus desilusiones. Después de cada relación falli­
todas las veces está convencido de que ha encontrado al amor da, cae en lo que Octavio Paz llama «una inundación de con-

;�JI
126 Inteligencia erótica V, ¡Sí puedes! 127

nes que hacer ambas cosas. Con la intimidad y la pasión sucede


cón de sexo. Estos encuentros múltiples le ofrecen olímpicos pla­ lo mismo.
cupiscencia»; o, como lo llamamos más comúnmente, un atra­

ceres por la noche, pero, a la mañana siguiente, sólo conversa­ Le digo que la tensión entre la seguridad y la aventura es una
ciones insulsas. Rápidamente comienza a sentir que la relación paradoja que tenemos que aprender a manejar, y no un proble­
es vacía y nuevamente se encuentra suspirando por la fantasía ma que solucionar. Es un rompecabezas:
de encontrar una pareja estable. Hambriento, tras meses de -¿Tienes conciencia de cada extremo? Necesitas a cada uno
sexo superficial, aborda su próxima conquista no sin algo de en momentos distintos, pero no puedes tener a ambos al mismo
, :,¡
tiempo. ¿Lo aceptas? No es una situación en donde debas elegir,
, :

'I' pánico. Cada vez que Ben se enamora, pasa de cero a cien en
·

,,
un abrir y cerrar de ojos. No puede tomarlo con.calma. Nada sino una situación en la qne obtienes-beneficios de··ambas cosas
es suficiente. La absorbe, y no sólo sexualmente. Estamos ante y también reconoces los límites de cada una. Es una cuestión de
el vaivén opuesto del péndulo: totalmente simétrico e igualmente flujo y reflujo.
intenso. El amor y el deseo son fuerzas rítmicas, aunque a veces cho­
Las personas como Ben son menospreciadas con facilidad debi­ can entre sí; siempre se encuentran en un estado de cambio con­
do a sus reacciones extremas, pero también constituyen un tema tinuo y siempre buscan el punto de equilibrio.
obligado de conversación. Ben es el tipo de persona de quien todos Ben ha salido con Adair durante los últimos ocho meses (un
gustan hablar a sus espaldas con una mezcla de pena (en su mayo­ récord para él) y siente que ocurre algo diferente:
ría, las mujeres) y envidia (mayormente, los hombres). Es el ejem­ -Creo que estoy enamorado de esta mujer -,-dice-. Sí, ya
plo vivo del conflicto que tantos de nosotros experimentamos en sé, creo que me enamoro de todas las mujeres, pero ésta es
silencio o de manera más sutil. diferente. De, acuerdo..., todas son diferentes, pero es que ésta
Al conocer la naturaleza romántica de Ben, no me agrada la es realmente diferente. Ella es mi cable a tierra. En situaciones
idea de recetarle una intervención sexual concreta diseñada para en las que tal vez tengo mucho miedo de algo (sabes cómo me ·
recargar-su libido. A Ben ,no le 'atraen los consejos; las solucio­ siento en esos momentos), ella no , reacciona . .:No es que no le
l nes pragmáticas no funcionan con él, ya que su dilema no es importe o que no responda, sino que no se involucra y no se
algo que haya que reparar, sino algo que él mismo tiene que dejar llevar por el pánico conmigo. Ella es tranquila y tú sabes
!:
reconocer. Sabiendo esto, tomo prestado un ejercicio de Barry que yo no soy para nada tranquilo. Creo que esto puede fun­
Johnson: cionar. Me gusta estar con ella. Y el sexo sigue siendo bastan­
-Quiero que inhales y contengas la respiración tanto como te bueno...
puedas -le digo a Ben. -Estoy esperando el «pero.. . » -le comento.
El oxígeno, inevitablemente, se convierte en dióxido de car­ -Pero siento que esto está cambiando. Me pongo nervioso e
bono sofocante y Ben debe exhalar. Al principio, la expulsión inquieto. Realmente no quiero echarlo a perder. Tengo cuarenta
del aire le hace sentirse maravillosamente, pero al poco tiempo y tres años, ¡por Dios! Quiero tener un hijo, pero me temo que
necesita oxígeno nuevamente. no seré capaz de seguir.
-No puedes elegir -le explico-- entre inhalar o exhalar; tie-

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.' ·/
128 Inteligencia erótica V. ¡Sí puedes! 129

No conozco a Adair, pero hay algo en la manera en que mane­ ción caótica, aunque su hiperactividad le sirvió para crear su
ja a Ben que hace que sienta optimismo. Sin él saberlo, tiene propia empresa de mensajería. Para Ben, el sexo es la máxima
una frustración ocasionada por su (¿me atreveré a decirlo?) experiencia reguladora, que domina su frenética energía: a la
temor a la intimidad. En sus relaciones anteriores, sus novias extrema tensión le sigue la liberación total. El único momento
se han sentido felices muy a menudo fundiéndose con él; sin en que se siente tan calmado es cuando alcanza la cumbre hedo­
embargo, Adair es capaz de mantener su propio Yo; parece tener nista. Es un momento de armonía perfecta entre él y el mun­
un auténtico sentido del yo que existe independientemente de do. A Adair le gusta el sexo, pero Ben lo necesita. El sexo es
él. Incluso después de ocho meses, es muy discreta acerca de su soporte vital: si se desconecta, siente que se está muriendo.
su vida privada. Irradia serenidad y una sobria y sutil inteli­ No es extraño que le entre pánico al pensar que el sexo puede
gencia. Es enfermera en una unidad de oncología pediátrica y caer en picado.
trabaja ante la amenazante presencia de la muerte: Ben la hace Ben es un hombre moderno por excelencia. Está motivado
reír e ilumina su mundo. Las ganas de vivir de Ben la animan: por la acción, y es por eso por lo que su reacción típica ante la
su deseo erótico no es mórbido en absoluto. A ella le gusta el insatisfacción sexual es la de finalizar la relación, comenzar a
contraste. salir nuevamente, tener sexo ardiente con otra mujer y comenzar
Ben, ciertamente, tiene una historia afectiva llena de com­ otra relación que -así lo espera- esté vacunada contra la muer­
plicaciones, con muchas cosas que resolver. Sin embargo, la difi­ te del erotismo. Le digo a Ben que, contrariamente a lo que la gen­
cultad que encuentra para conciliar seguridad y aventura no te piensa, actuar no siempre es la mejor opción:
es simplemente el resultado de sus problemas personales: se -Lo primero que debes hacer es no actuar instantáneamen­
trata del desafío que plantea el ideal moderno de amor. Tenien­ te cuando eres presa del pánico y terminar con Adair para des­
do esto en cuenta, examinaremos qué significa la sexualidad hacerte de tu temor -le digo-. Menos sexo no significa nece­
para Ben. sariamente menos amor.
La mayoría de-nosotros--lamentamos, con melancolía, con­
formidad o con gran desasosiego, que la pasión erótica se mar­
chite; sin embargo, el mantener la vitalidad erótica no se con­ Le ofrezco una contención segura para su agitada ansiedad y lo
vierte en el principio sobre el que organizamos nuestras vidas ... invito a estudiar detenidamente las contradicciones del deseo en
No sucede lo mismo con Ben: el sexo es donde él se siente más lugar de hacer una demostración de las mismas. Esto hace que
vivo. Posee un poder regenerativo que le permite regresar al Ben piense de manera distinta. Le pido que reconozca su dilema
mundo sintiéndose enriquecido y renovado. Al hacer el amor y que lo observe con compasión y lucidez. Trabajar sobre un
siente una conexión y un sustento que no encuentra en ningún · conflicto no es lo mismo que eliminarlo. Es en el reconocimien­
otro sitio. Se siente a la vez vulnerable y dominante, expuesto to y el manejo de la _ dualidad donde se encuentra la superviven­
y seguro. Ben es un hombre con una mente activa. Propenso a cia del deseo.
los impulsos libidinosos de alto calibre, en general se conduce Para Ben' actuar de acuerdo con la sexualidad es una solu-
a altas velocidades. Se desespera y parece estar en una situa- ción de corta duración. Le proporciona una solución temporal a
'1
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V. ¡Sí puedes! l3l
130 Inteligencia erótica
<. '..l
¡j

dio decente), corremos el riesgo de agravar más la indiferencia


1

1 su ansiedad y le permite eludir las preguntas más difíciles: ¿qué


le haría sentirse excitado y seguro en la misma relación de pare­
que luchamos por remediar. El erotismo nos desafía a la bús­
queda de otro tipo de propósitos, a rendirnos ante lo descono­
ja?; ¿por qué en su mente la excitación y la picardía están tan cido y lo inalcanzable y a romper con los confines del mundo
separados por un cordón del amor y el compromiso?; ¿cómo racional.
puede conservar una sensación de libertad en medio de una rela­
ción íntima?
Al reinterpretar el temor de Ben, le sugiero que éste puede
servirle como un sistema de alerta contra la complacencia:
-En el pasado, reaccionabas ante tus temores huyendo de
ellos. Qúiero que pienses en tu ansiedad como una herramienta.
Tu temor es tu aliado, un barómetro de tu necesidad de correr
riesgos. Cuando comienzas a sentirte inquieto, es hora de algo
(no alguien) nuevo.
Cuando termina la sesión, le cito la siguiente frase de la maes­
tra del zen Charlotte Joko Beck, para que piense en ella: «Nos
quejamos de las dificultades que encontramos en la áspera super­
ficie de nuestro camino, maldecimos las piedras afiladas qne apa­
recen bajo nuestros pies, hasta que, finalmente, en algún punto
de nuestro desarrollo, miramos hacia abajo y vemos que son dia­
mantes».

Vivimos en una época donde cuanto más rápido, mejor, y don­


de el control significa poder, donde los resultados importan más
que el proceso y el riesgo se calcula matemáticamente. En nues­
tras vidas, con tantos compromisos, esta presente la tentación de
simplificar nuestras complejidades existenciales; sencillamente,
no tenemos el tiempo y la paciencia necesarios para reflexionar
abiertamente, y preferimos ser dinámicos y así reafirmar nues­
tro sentido del control. Como terapeuta, he conocido parejas que
se quejaban de que la rutina había entumecido sus vidas. Pero
cuando invertimos continuamente en soluciones pragmáticas

iti,________________
para «tener sexo», que prometen cierta regularidad (un prome-
El sexo es sucio; guárdalo para
capítulo alguien a quien ames: cuando
seis chocan puritanismo y hedonismo

«El sexo sin pecado es como un huevo sin sal. »


LUIS BUÑUEL

«Lamento decir que nosotros, el FBI, carecemos de


autoridad para actuar en casos de sexo oral, a no ser que
interfiera de algún modo en el comercio interestatal. »

J. EDGAR HOOVER

¿Por qué tantas parejas se distancian erótica�ente? La lista de


los factores que contribuyen a la disminución de la excitación
sexual es larga y el fa<rtor más comúnmente citado es el estrés: «En
cuanto me siento, veo la pila de ropa por doblru; el correo sin
abrir, los juguetes desparramados ... Todo esto me quita el deseo
sexual» . «Entre nuestros nuevos empleos, nuestros padres mayo­
res y nuestros hijos pequeños, me siento agotada. Para empezar,
nunca tengo un fuerte instinto sexual, pero es que ahora mismo
no lo deseo en absoluto. No lo tomes como algo personal. » Sin
embargo, cuando mis pacientes, para explicar la falta de roman­
ticismo, hablan del, lamentablemente real, estrés en la vida moder­
na, les sugiero que tal vez se trate de algo más. Después de todo,

Ji,·
l 34 Inteligencia erótica
VL El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien ames 135

el estrés estaba presente en sus vidas mucho antes de que se cono­


das, todos los días nuestros electos dirigentes aportan gravedad
cieran Y eso no evitó que cayeran rendidos en los brazos del otro.
moral a la legislación sobre la sexualidad. Los abortos, la horno-
1

En la siguiente lista de justificaciones ellos sacan a relucir los


1

. sexualidad, el adulterio y los «valores familiares» han sido acti­


problemas más profundos de la relación: .las acaloradas discusio­
vos asnntos a tratar en la agenda de la política nacional esta­
nes Y las frías distancias, la falta de confianza, las desilusiones
dounidense durante más de treinta años. Este conservadurismo
¡

crónicas, los ciclos en que se reparten culpas. «¿Sexo? Debes de


,¡1 sexual hunde sus raíces en la tradición puritana, con sus profun­
estar bromeando: ¿después de todo lo que me has dicho? » «¿Cuán­
das sospechas sobre el placer y su actitud moralista hacia todo
il
do �e la última vez que demostraste interés en mí?» «¿Crees que
aquello que se aparte de la sexualidad entre persónas de distinto

podnas esforzarte un poco por parecer atractivo?» «Ojalá apaga­
1

sexo, monógama, conyugal y con fines reproductores.


¡

ras la maldita televisión. Me hace sentir como un zombi. »


Mientas tanto, los productores de televisión nos invitan a tele­
A pesar de esta letanía de desencantos, creo que existe una
fonear al programa si hemos tenido más de cien parejas sexua­
capa adicional en la desaparición de nuestra libido que tiene que
les. El sexo nunca había sido manifestado tan públicamente y
ver con la profunda ambivalencia cul.tural que rodea la sexuali­
hay un aluvión incesante de imágenes explícitas dondequiera que
dad. Reconocemos la importancia del sexo, pero aun así vacila­
1, posemos nuestros ojos. El sexo, la eterna imagen publicitaria, se
".1ºs entre los extremos del libertinaje excesivo y las tácticas repre­ ha convertido en una mercancía en sí misma. En cualquier
sivas: «No lo hagas hasta que te cases»; «hazlo sólo cuando de
momento del día, si ves un programa de debate, escucharás casos
verdad te apetezca»; «no es nada del otro mundo»; «¡es algo gran­
en que las madres se acuestan con los novios de sus hijas, hom­
bres a quienes les gusta mirar y prostitutas amas de casa que les
dioso!»; «necesitas amor»; «¿qué tiene que ver el amor con esto?».
Es un enfoque sobre el sexo de «o todo o nada». Las webs con
revelan la verdad a sus ingenuos maridos. El sexo está por doquier,
contenido pornográfico proliferan en Internet, pero aun así con�
en todas sus variantes: «Pornografía, impotencia, sexo prematri­
tinuamos discutiendo sobre si hay que impartir O no educación
monial, sexo matrimonial, sexo extramatrimoniál, sexo grupal,
sexual en las escuelas y, de hacerlo, si la llamamos «educación
intercambio de parejas, sadomasoquismo, y tantas·otras varieda­
1: sexual» u optamos por denominarla, menos gráficamente, «edu­
!'i, '. des de comportamiento sexual que su creador pueda imaginar,
ya sean normales o estrafalarias», como describe exhaustivamen­
cación sanitaria».
Aunque vivimos en una época de libertad sexual sin prece­
te Lillian Rubin.
dentes en los Estados Unidos, la práctica de controlar la sexuali­
La política y la economía del sexo y las posturas ante el mis­
dad continúa incólume desde los tiempos de los puritanos. La
mo diametralmente opuestas que presenciamos a diario penetran
intervención estatal hace que algunos suspiren aliviados mientras
en los dormitorios de los estadounidenses y se introducen en los
que a otros les infunde terror. Fomentamos la abstinencia con
pliegues de nuestra intimidad. Las parejas que atiendo viven en
tá�ticas basadas en el temor, amenazamos a los políticos desca­
la intersección de esta ambivalencia y deben moverse entre estos
rnados con destituirlos, estamos en contra de los matrimonios
sistemas de valores opuestos. El legado del puritanismo, que colo­
entre homosexuales y atacamos las precarias leyes sobre el abor­
ca a la familia en el centro de la sociedad, espera que el matri­
to. Aunque la virginidad parezca una reliquia de épocas pasa-
monio sea moderado, sobrio y fructífero. Trabajas, ahorras y pla-
136 Inteligencia erótica
VL El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien ames 137

nificas. Afrontas tus responsabilidades


con seriedad. Pero al lado raíces más en el beneficio comercial y la libertad de mercado que
en la libertad de pensamiento. En pocas palabras, está más rela­
de este concepto, tan norteamericano . , n y respon-
, de rnoderac10
sabi.lidad individual se
.
encuentra la idea, igualmente ba,s1ca . , de cionada con abrir la carrera que con abrir la mente. Tal vez ésa
,.•¡
. . .
s sea la razón por la cual la moralidad subyacente en nuestra cul­
libe rta d rnd .
_ lVldua L Creerno en la rea liza ción personal: en Ja vida,
la (ibertad y la bu_squeda de la felicida
d. Nos gusta la libertad de tura conservadora se mantiene intacta ante todas las imágenes
satisfacer espontáneament
e nuestros deseos y vi·vun · os en una eco- explícitas que parpadean en nuestras pantallas: la idea central de
consumista, manejada por el merca
,
que el sexo es sucio permanece indiscutida.
nornia
do, que se asegura de
que esos deseos nunca se acaben. La
. cul tura sexual nos dice que Donde se hace más patente nuestro profundo desasosiego res­
es atractiv o y que, deberíamos desear (corno si pecto a la sexualidad es en el modo en que encaramos la sexua­
no fuéramos capa-
ces de descubnr por nosotros mismo
s a quién desear y qué lidad adolescente. Un considerable número de estadounidenses
.
excita) . Hay una industria hedonística merod nos
eando por los extra­ cree que limitar el acceso a la educación sobre el control de nata­
o constante de todo lo que lidad y a la educación sexual mantendrá a los adolescentes ale­
rradios del atrirnonio, un recordatori

henws sacrificado a cambio de la
apagada sexualidad del amor jados de las tentaciones carnales. Las campañas corno «Not me,
manta!.
not now» ( «No yo, no ahora») proponen la abstinencia corno
¿Podrán nuestras modernas relacio
. nes de pareja ser lo sufi­ método para evitar embarazos en adolescentes y enfermedades
cientemente fuertes corno para res
istirse al canto de sirena del de transmisión sexual, y las políticas de salud pública reflejan la
placer ilimitado? Cuando nos incitan
constantemente a reempla­ idea de que la sexualidad adolescente constituye un comporta­
las imágenes sexuales retratan
za� lo viejo por lo nuevo, cuando
miento desviado que debe evitarse. No importa cuán liberales
la ¡uventud y la belleza eternas (ya
que nadie envejece, salvo tú) parezcan ser los medios de comunicación: muchos norteamerica­
cuando el sexo on-line satisface tu
s caprichos más person nos consideran la sexualidad como terriblemente peligrosa, un fac­
¿podernos esperar sentirnos dichosos ales'
con la misma persona duran� tor de riesgo.
te cmcuenta años? Aún no tenern
os una respuesta. Se nos pro­ Nuestros vecinos europeos, por el contrario, contemplan la
mete la satisfacción inmediata; y e
stá a disposición de cua sexualidad adolescente como una etapa nonnal del desarrollo hacia
ra, salvo nosotros. Todo esto refu lquie-
erza la profunda desconexio .,
n una sexualidad adulta saludable. El sexo no es el problema; el
entre fo q e nos inducen a desear
� y lo que nos permiten tener. problema es ser irresponsable en relación con el sexo. Así, Euro­
El puntamsrno y el hedonismo cho
can entre sí. pa respondió al eslogan «Not me, not now» con el lema « safe
sex or no sex» (que en español significa: «Sexo seguro o nada de
sexo»). También conviene aclarar que en Europa los adolescentes
«N o yo, no ahora» versus «sexo
seguro o nada de sexo» se inician en el sexo, como promedio, dos años más tarde que
sus homólogos norteamericanos, y que la tasa de embarazos entre
No no s engañemos pensando qu e
esta saturación refleja actitu­ aquéllos es ocho veces menor. ¿Cómo puede ser que la sociedad
des sexuales progresistas. La comerciali
zación descarada de imá­ estadounidense, con sus tan evidentes prejuicios contra el sexo entre
genes sexuales puede ser más abusiva
que progresista y tiene sus adolescentes, arrastre estadísticas tan vergonzosas?
l 38 Inteligencia erótica
1 1'

VI. El sexo es sudo; guárdalo para alguien a quien ames 139


La sexualidad plagada de
tabúes y la sexualidad orientad
1os excesos convergen de aa
manera problemática Amb vas generaciones que vienen acompañadas de una letra -gene­
· as nos 11e-
!
van a querer d'1soc1a
· r nuestra psique del acto f' .
i
ISICO d e l sexo. Que ración Y, X, o aquella por la que vayamos ahora-. Me facilitó
o SUCIO
una soc1e
· dad vea el sexo como alg
1
. no hace que una clara descripción del escenario sexual dentro del campus:
desaparezca. En vez de , e¡ sexo
ello esta clase de atmos Eera angustiosa -No tenemos tiempo para tener citas, así que la solución
alimenta la culpa y la vergue . '. nza en su a , ,
una incomodidad generaliz sp·cto _mas exuemo, o rápida es el rollito de los viernes o sábados por la noche. Vas a
,
ada en su mas o�mpre
sión. Se ha divorciado el se nte expre­ una fiesta o a un bai; todos se emborrachan... , se emborrachan
sexo de Ia c�ntmm . dad em mucho, y todos buscan una pareja. Todo se acaba cuando llega
social. Lo que hace falta es ocional y
'.!
una sexualidad que este, • el lunes, después de que todos hayan compartido las historias
en la que el placer florezca Integrada, ·
en un co.ntexto de con • , sobre sus ligues en el · almuerzo. «Enrollarse» es una. especie de
hablando solamente de a exion. No estoy
mor profundo; hablo tamb término general que abarca todo, desde sólo tontear hasta sexo
dado y el aprec10
. por otra perso ién del cui­
na en un nivel oral o sexo a tope.
básico.
»La relación ideal en la universidad es ser "amigos con privile­
¿Quieres que nos enrolle gios". Tienes un íntimo amigo con el que te diviertes mucho y con
mos esta noche? quien sabes que hay cierta tensión sexual. Todo comienza una noche
Ratu tiene veintidós años y cuando ambos estáis bebidos y tropezáis uno con el otro en un
estudia en una un1ve . rs1da. d pertene- bar o en sitio por el estilo. Váis a casa juntos, os acostáis (que
ciente al Ivy League (el grupo
I !,
de las ocho univers1·dad haya sido o no fantástico no importa) y luego aparentáis que nada
tigiosas de los Estados Unid es más pres-
i

os). Es hi'a de una docto ha sucedido. A la semana siguiente repites esto con la misma per­
1
gramador de ordenadores, ra y un pro­
1 ambos in�igrames md1os , sona; y así sucesivamente, hasta que sientes que no necesitas la excu­
años de duro traba¡·o han a los que
Li permm . 'do 11evar un tren de 1
pudiente. Ella paso, doce a ~
. de gente
p1O v1 . da pro- sa de salir o emborracharte: en lugar de ello, simplemente lo lla­
escuelas públicas de la .
segun:. los pasos de
cmdad de Nueva York
nos en las co

Y a h o
mpetitivas
ra espera
mas cuando tienes ganas de enrollarte o si estás aburrida.
A esto es a lo que Ratu y sus amigas se refieren, sin pudor j
1
su madre en la carrera
a la madre de Ratu en ¡ t de M ed'icm · a. Conocí alguno, como «la llamada para follar». Sin embargo, incluso en
a !esta
l
·ambas · de despedida de un amig • esta manera sorprendentemente abreviada de apareamiento, exis­
tenemos en común· Cuan
libro' me �ug�1
d
· ·0, que entrevistara a su
° le men cw. n
,
e el nombre de mi
o que
te un inconveniente de índole emocional.
hija: -Llega un momento -sigue diciendo Ratu- en el que una
-¿Que se sobre mi h"i¡a ?
Es, si•mplemente, increí de las dos partes está más interesada que la otra y es necesario
deprimente el modo en que ble. Es tan
estos chicos s� tratan en tener la incómoda charla. Se establecen reglas generales: es sólo
mente quieres saber lo que tre sí. ¿Real-
pasa.' Debenas hablar co una relación de «amigos con privilegios», nada más... y nada
no logro compre n eIIa. Yo
nderlo .
Con esa presentación , supe menos; y si uno de los dos no está conforme, entonces debe dar­
que tenía que conocer a se por terminada. Y así pasas a otro amigo. Hacemos todo lo posi­
lo hice. Lista y elocuente Ratu, y
' parecía la portavoz de una ble para que los sentimientos no entren en juego -dice Ratu,
de esas nue-
:i,, sin rastro alguno de irorúa.
140 Inteligencia erótica VI. El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien ames 141

s al estereotípico temor mascu-


Lo que me resulta interesante de la descripción de Ratu es muchas de nosotras nos sumamo
o una restricció n. El compromic
que no existe un ciclo narrativo: no hay argumento in crescen­ lino y vemos la monogamia com
s metas y amb1c10nes por a1go qu�
do, ni desarrollo, ni clímax, ni desenlace. De hecho, no
so implica sacrificar tus propia
·
hay, en
.
m n s, as1
absoluto, historia alguna en la historia misma . El sexo está sepa­ no puedes control
ar y en lo que puedes fracasar. Al � �
rado de la historia que le dio existencia:
es como lo vemos
ahora. Las relaciones suponen una p
románticamente, que otra
per-
erdida de

-Hay un intento deliberado de mantener las emociones ale­ la independencia. Cuando permites,
para ti misma .
jadas del sexo, y no sólo por parte de los chicos -dice Ratu-.Tan­ sona entre, tienes menos espacio .,
pierde con una relac10n,
.
to las chicas como los chicos hablan de amor por un lado y de -Así que sólo pensáis en lo que se
p;

¿no es así? -le pregunto.


sexo por otro, como si no tuvieran nada que ver· entre sí. De y no en lo que se gana con ella,
todas formas --dijo, tras hacer una pausa-, creo que la ma yo­ -Exactamente .
ría de mis amigas preferirían tener una relación seria, a -¿Y el amor?
unque no
. Las escasas pare¡as que
quieran admitirlo. -Ah. No existe en la universidad
can casi como bichos raros,
Nada más lejos de mi intención que menospreciar la expre­ hay aquí, en la universidad, desta
así.
sión liberadora del sexo ocasional o por pura diversión. Un como si estuvieran casados o algo
las relaciones. Siempre me
encuentro erótico puede abarcar una gama de intensidad
es inter­ Me intriga el relato de Ratu sobre
ja (o, al menos, soñar con el
personales que no su ponen la indiferencia. Pero este tipo de acti-· había parecido que tener una pare
vidad sexual en particular parece menos una expresión de libe­ amor) nos engrandecía
y que tenía que ver con lo que se _p
aba conven c a de
uede

ración que una demostración de una ansiedad subyacen en. Al menos, yo est
te . Para descub rir junto a algui
cuentran más segu­
id

mi sorpresa, Ratu estuvo completamente de acuerdo con esta idea: ue Ratu y sus amigos en
ello a su edad . Parece q
-La bebida y el sexo, por supuesto, combinan bien. Ambas ue en el poder de un lazo
amoroso dura-
ridad en un doctorado q
son cosas que se supone que no deberíamos hacer. dero. ¿Por qué piensan así?
que, al haber, adoptado el
Al escuchar a Ratu, me pregunté cómo esta nueva sociología
_ Una de las razones puede ser la de
pendencia, la juventud se mues­
del sexo se manifestaría más tarde en sus relaciones serias.
mandamiento cultúral de la autode
pareja:
-¿Qué hay del amor y el matrimonio? -le pregunté-. tre recelosa ante las relaciones de
viertes en un ser extre-
¿Alguna vez pensáis en ello? -Si al sexo le agregas amor, te con
e-. Creo que ése es el
meollo
-Consideramos el compromiso como una condena a cadena madamente vulnerable -me dic
n: esa falta de confianza.
Nos
perpetua. Sé que especialmente para muchos de mis amigos varo­ de la cuestión para toda mi generació
nes constituye un pensamiento aterrador. No pueden nosotros mismos y a n
o depender de los
imaginarse enseñaron a confiar en
el tener una misma pareja sexual durante más de una
semana ... demás.
pero, tal vez, sabia, dada la
¡y mucho menos diez años ! Es una actitud poco romántica,
modernos. L a igualdad entre
Luego, más seriamente, añade Ratu: precariedad de los matrimonios
irorúa: ahora tanto los hombres
-Para las mujeres es distinto. Pueden ver el atractivo de una sexos se manifiesta con toda su
a sentirse aterrorizados ante el
relación como ésa; alg unas realmente parecen de
searla, aunque como las muj eres tienen derecho
VI. El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien ames 143
142 InteHgencia erótica

Es la otra cara de la moneda; el mismo temor con otra respues­


compromiso. Es mejor mantener relaciones sexuales arriesgadas
�'
1 ta. Se emborrachan, tienen sexo y luego « fingen que nunca suce­
que sucumbir a los riesgos del corazón.
dió». Es una manera de hacerlo sin participar en ello. Todo esto
1

No hay nada más inútil que predecirle el futuro a alguien que


simplemente sucede; y nadie se ve obligado a admitirlo. Tal vez
!/

no está interesado en escucharlo; sin embargo, a veces, no pue­


estos supuestos libertinos no estén tan
lejos del legado puritano
do resistirme a ello, así que lo intenté con Ratu: ,
acer­
como sus revolcones de los sábados por la noche podnan h
-Me haces pensar que tal vez ésa sea la razón por la cual para son precisamen t cele­
nos creer. Estos encuentros furtivos no
e una
muchas de las parej as que atiendo es difícil mantener relaciones 1z­
b ración de los placeres carnales. Si no hubiera al menos una �
sexuales apasionadas con la persona que aman. No le sucede sola­
ca de disonancia .moral en su deseo por el sexo, no neces1tan
an
mente . a . tu generación. Toda esta.cultura se siente profundamen­
1

1
el
embriagarse para obtenerlo. Si se sintieran más a ,gusto con,
te incómoda con la vulnerabilidad y la dependencia, y el buen sexo r a
sexo, ellos mismos ocuparían el lugar central en el y q ue n n
en la intimidad requiere ambas.
recordarlo. ,
-Tal vez --dice Ratu-. ¿Pero quién dice que el buen sexo
Para Ratu, la excitación que surge de la espontane1• dad esta
tiene que ser íntimo? ¿Y si «b ueno » significa que me lancen con­ . cia .
asegurada mientras cambie de compañeros con cierta frecuen
tra una pared, me violen y me dejen antes de que me despierte ca
Pero ¿qué le sucederá cuando sólo tenga uno? Tal vez_ nun
po_r la mañana ? Es la espontaneidad lo que me gusta. Es la exci­ a
vuelva a ver a Ratu, pero muchas de las personas que v1e�en
tación que acompaña a la espontaneidad, a los múltiples compa­
verme me recue.rdan a ella Han descubierto que sus h1stonas de
ñeros sexuales y a las citas ideales donde nad a sale mal porque , mante-
nomadismo sexual no les ayudan a superar el desafío de
al día siguiente, después del desayuno, dices adiós y no te que­
ner la vitalidad sexual con una misma
persona cuando pasa el
das tanto tiempo como para ver los d efectos del otro. Tengo épo0 el matrimonio y el sexo
tiempo. Consideran que el sexo antes d _ _
cas en las que soy adicta a esa excitación, pero también tengo .
después del matrimonio son realidades co':1pl�tamente d1stmtas
épocas en las que me doy cuenta de qué superficial es todo eso sol­
Dicen que las relaciones sexuales que mantienes cuan�o eres
y deseo una conexión más profunda con alguien. He tenido cuando este� compro­
tero no te preparan para el que tendrás ,
novios ... y es agradable, aunque se hace· uh poco aburrido. Con ale-
metido . En todo caso, lo ven como la última exclamac1on de
suerte, algún día encontraré un equilibrio saludable ... si es que aún
gría antes de comenzar una vida de declive sexual.
no me he echado a perder hasta el punto de sentirme insatisfe­

cha con las relaciones a largo plazo.


. .
Después de todo, ¿qué importancia tiene el sexo.
7

Lej os de constituir la última palabra respecto al amor libre, toda ons­


esta bravuconería oculta un profundo desasosiego. Me pregunto
La saludable sensación de sentirse con derecho al erotismo se c
sa y sin cargas haC!� los
truye sobre una actitud relajada, genero
hasta qué punto este tipo de sexo relámpago supone realmente
placeres del cuerpo: algo contra lo que nuestra c�ltura p�ntana
una defensa contra la insatisfacción sexual, d e la misma manera ,
. ua luchanclo• A d1' ario, en el e1·ercicio de m1 profes10n, soy
que evitar los temas tabú constituye una medida de protección .
contin
,1 144 Inteligencia erótica
VI. El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien ames 145

i:
!
he sentido tanta seguridad
testigo de las repercusiones de esta ambivalencia. Gran parte de daño a nadie». Amo a Nico. Nunca
i er salido con una genero­
!
y confianza. Y después de años de hab
:¡::
mí labor con parejas incluye ocuparme de la vergüenza y los temo"
siento libre para pensar
res que rodean la sexualidad, que les hacen desear alejarse de sa cantidad de estúpidos, finahnente me
No creo que congenie­
sus amantes por miedo a ser juzgados y rechazados. Les doy per­ en otras cosas de nú vida. Pero no lo sé.
es así? Todos dicen que
núso, reduzco su ansiedad, normalizo sus fantasías y deseos, y des­ mos sexuahnente. Es un problema, ¿no
no importa cuán inten­
afío las distorsiones provocadas por una imagen desfavorable del al final el sexo se apaga de todas formas,
unto: ¿qué importancia
cuerpo. Juntos desenterramos los secretos y el silencio que acom­ so haya sido al principio. Entonces me preg
pañaron su educación sexual y nos enfrentamos a la influencia tiene en realidad?
cultural y fanúliar que anula la expresión ·erótica. La terapia es -Dímelo tú _:.le digo.
ica, ya te has diver-
un proceso de expansión sexual, que se logra liberándose de las -¿Sabes qué me digo a nú núsma? «Ch
maravilloso. ¡Ya se te
inhibiciones, fomentando lo corporal y franqueando límites. Las tido. Es hora de madurar. Es un hombre
parejas aprenden a bailar paso a paso y no importa cuánto tiem­ pasará!» . ]
era aquella pregunta
po ello nos lleve. Tres años después de que María me hici
tiene el sexo?»), ella ha
Conocí a María cuando ella estaba llegando al final de un ( «después de tod o, ¿qué importancia
no ha encontrado la
desengaño amoroso. Acababa de pasar dos años en la costa Oes­ vuelto a mí consulta. Evidentemente, aún
rbida por la emoción de
. te con un hombre con el que pensó que iba ·a casarse ... sólo para respuesta. Al principio estaba tan abso
el hecho de afrontar su
regresar a su hogar terriblemente desilusionada. Sus amigos deci­ la seguridad que era capaz de posponer
Nico. Tenía la esperanza
dieron que era hora de conocer a un buen hombre, a una per­ falta de receptividad sexual respecto de
sí solo, de que algún día
sona de bien: ¡ya basta de «tíos buenos sin coco»! Organizaron de que el problema se solucionara por
a su cauce. Nico, por
una cena con un objetivo: que fuera una delicada maniobra para el bloqueo desapareciese y tod o volviese
ionaría, aunque, obvia­
encubrir una primera cita. Y funcionó. su parte, es un hombre paciente. No la pres
a vida sexual que llevan.
Para María , salir con Níco fue como volver a aprender el arte mente, no. está.contento con la anénúc
el rechazo. En nuestras
del amor: una lenta revelación que estaba, sorprendentemente, No sacar el tema es su manera de evitar
actitud hacia el tema
libre de preocupaciones. No se enamoró al instante; fue enamo­ sesiones, María siempre ha adoptado una
irlo. En las pocas oca­
rándose de él poco a poco. Un año después de conocerlo, ella del sexo que oscila entre abordarlo y elud
ctamente, lo hizo siempre
me preguntó en nú consulta: siones en las que abordó el asunto dire
ía tiempo para hablar de
-Después de todo, ¿qué importancia tiene el sexo? Estoy des­ al final de la sesión, cuando ya no hab
la conversación:
orientada. Sé que la vida no puede basarse en la pasión. Ya lo ello. Un día decidí adelantarme e inicié
unté.
he intentado. Mí abuela solía decir: «¿De qué vivirás, cariño? ¡Ah! -El sexo es difícil, ¿no es así? -le preg
de sexo o difícil tener
Tienes mucho que aprender». Mi madre es igual. Siempre me dice: -¿Qué quieres decir? ¿Difícil hablar
sexo? -respondió con otra pregunta.
I:
« Cariño, la pasión está condenada al fracaso. Recuerda esto: debes
-Difícil de poseer -le respondí.

:i¡¡�.
hallar a alguien con quien puedas vivir, alguien que sea como tú,
hablar de él.
que comparta tus valores. Bueno... , el dinero tampoco le hace -Para nú es más fácil tener sexo que
11. 1
,

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.

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r: 146 Inteligencia erótica

-¿Y con Nico?


--Con Nico es más fácil no tener sexo que hablar de él.
VI. El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien ames

des imaginártelo? No he visto desnuda a mi madre desde que tenía


147

--Cuéntame. tres años; y a mi padre... nunca. Soy la más pequeña de cinco her­
1

-El sexo es difícil. Muchas veces no lo deseo, lo cual es manos y cada uno de nosotros demostramos nuestra rebeldía de
extraño, porque siempre me he considerado una persona sexual manera distinta, aunque mis hermanos nunca tuvieron que sopor­
.
He leído sobre mujeres con escaso deseo y no me siento identi­ tar las reglas que nos imponían a las chicas.
ficada con ellas, aunque últimamente lo cierto es que sí que me María arroja luz sobre el «todo o nada», el exceso o la abso­
parezco a ellas. luta carencia que impregna la cultura sexual de los estadouni­
-¿Con otros hombres era más fácil? denses:
-¡No, Dios mío, no! Pero en el pasado no tuve que hablar -Perdí la virginidad a los diecisiete años; y, para las mucha­
nun�a de ello. Nunca fue algo que tuviera que solucionar: 0 sur­ chas católicas, una vez que te acostabas con un chico, podías ya
gía con naturalidad y congeniábamos, o sabía que la relación no acostarte ·con toda la ciudad; y, sinceramente, la mayoría de noso­
duraría. Entonces, ¿para qué molestarme? Ahora estoy con un tras lo hizo --me dice-. Sé que suena anticuado, pero esto era
hombre al que amo. Creo que es maravilloso, me trata como a realmente así donde yo crecí. Staten Island es como una reserva
una reina y... yo no quiero tener sexo con él. Él se siente frus­ natural para los católicos en vías de extinción. El mensaje era
trado cuando lo rechazo día tras día y a mí no me gusta ser tan claro: el sexo es un pecado, excepto si estás casado.
mdiferente al sexo. Me gustaría pensar que esto comenzó a suce­ -Exacto, como dice el viejo adagio: «El sexo es sucio; guár­
der cuando quedé embarazada de nuestra hija, pero, siendo sin­ dalo para alguien a quien ames» -le digo.
cera, de alguna manera me sentía aliviada por tener una excusa. María se marchó de allí, fue a la universidad, se convirtió en
El «estoy embarazada» se convirtió en un «acabo de téner un agente de actores de reparto y actualmente vive en un mundo
bebé»; y éste, a su vez, en un «estoy dándole de mamar»; y, final­ totalmente distinto al de su infancia. Sin embargo, toda esta aper­
mente, en un «necesito .dormir». Francamente, como ya sabes, tura intelectual no ha logrado dejar atrás las · prohibiciones: el
ha sido un problema desde el principio. deseo carnal es pecaminoso, especialmente para las mujeres. A
-¿Quieres que nos arriesguemos a indagar en él? pesar de los veinte años de encuentros breves, relaciones tempo­
rales y noviazgos estables, los vestigios de aquellos mensajes se afe­
i"

-Estoy cansada de evitarlo, de esperar a que algo cambie.


No puedo cambiar ª Nico por un nuevo modelo. o hago que el rran obstinadamente a los tendones de su cuerpo con una sub­
sexo funcione con el , o me marchito. cutánea tenacidad. Actuar de manera liberada no significa
':i

María creció formando parte de una familia de clase trabaja­ necesariamente estar liberada. Cuando aún era soltera, María [
d �ra, hij_a de un policía y una profesora suplente. La religión era podía burlar su latente inquietud sexual. Le resultaba más fácil
'

pr'.mord1al y cursó s:s estudios en escuelas católicas sólo para desinhibirse cuando estaba menos implicada emocionalmente. Sin
chicas hasta que llego a la escuela superior. embargo, cuando decidió vivir dentro de los límites geográficos
-En casa nunca hablábamos de sexo. Mi abuela tuvo de una familia, los susurrns del pasado comenzaron a resonar.
d'a
hi'¡os y nunca supo que las mujeres podían tener orgasmos. ¿Pue- -Una vez cada seis meses, más o menos, sacaré el tema a relu­
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cir con Nico. Le diré: «Nico, nuestra vida sexual es un desastre.
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148 Inteligencia erótica VI. El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien ames 149

/
Tenemos que hacer algo al respecto. Quiero que leas este libro». Tiene que romper con la idea de que, para obtener placer, uno
Pero él no quiere leer un libro. Odia ese tipo de libros. Dirá: debe pagar, por adelantado, con la realización de .sus tareas. Nos
«Eso no es lo mío. Sólo tenemos que sacar tiempo para estar alejamos un poco de este complejo sistema de justicia y mérito,
juntos. Cuanto más sexo tienes, más sexo quieres. ¿No es así?». donde todo tiene que ser perfectamente equitativo para neutrali­
Ésa es su respuesta de reserva. zar el egoísmo.
-Te he recomendado algunos libros antes, pero en este caso María ha captado la idea:
parecería que los utilizas para esconderte tras ellos. ¿Por qué te --Creo que rrú .« bajo deseo» se debe más que nada a rrú fal­
resulta tan difícil hablar de ti misma, ser tu propia defensora? ta de posesión respecto al sexo y a rrú conflicto con el placer, en
¿Qué sucedería si le dices: «Nico, quiero hablarte de mí misma, especial el placer con rrú marido. No puedo explicar por qué me
de lo que pienso y siento sobre el sexo, de mí rrúsma como ser resulta tan incómodo abrirme eróticamente a Nico. Lo que sí sé
sexual»? es que es en .la familia donde nunca he obtenido nada especial.
-Todo el asunto es tan emocionalmente agobiante que me -Es cierto. Para ti, la familia está relacionada con el sacrifi­
resulta soporífero. cio personal y no con el placer. Sin embargo, para tener intimi­
dad erótica, es necesario sentirse con derecho a ella.
Sólo cuando María corrúenza a considerar en qué contribuye
A María le enseñaron que nada es gratuito, que todo debe ganar­ ella a ese punto muerto erótico en el que se hallan es cuando se
se. Los privilegios son para aquellos que nunca tuvieron que tra­ hace evidente la contribución de Nico a ello. Ella le hace algu­
bajar duro y resultan moralmente sospechosos. El credo era: has nas de las mismas preguntas que hemos analizado en nuestras
de sacrificarte por el bien de la familia. Su reticencia a ponerse a sesiones: «¿Qué significa el sexo para ti?», «¿cómo era tratado
sí rrúsma en primer tértnino es especialmente fuerte en el campo el sexo en tu farrúlia?», «¿cuáles fueron los hechos importantes
sexual. que deterrrúnaron tu sexualidad?», «¿qué es h que más te gus­
-Parece correcto pedir lo que realmente necesitas -le expli­ taría experimentar conmigo sexualmente y qué es lo que más
co--, pero pedir algo simplemente porque. lo deseas o porque te temes?». Así, surgen entre ellos conversaciones provocativas e
gusta es una actitud egoísta. El placer, a menos que lo hayas inspiradoras, que se concentran más en las posibilidades que en
ganado, es algo sospechoso. También surge la pregunta de cuán­ los problemas.
to crees que mereces y si vales lo suficiente como para recibirlo: María se entera de que, para Nico, el sexo es liberador y, al
sólo porque tú eres tú. Lo rrúsmo sucede con el erotismo: es pla­ rrúsmo tiempo, le permite conectarse; constituye para él un elo­
cer sólo por placer, y Nico ha de ofrecértelo gratuitamente. cuente signo de amor. Cuando ella lo rechaza, Nico piensa que
Juntas trabajamos para cultivar un sano significado de la pala­ no le ama. Nico no es hablador. En vez de ello, prefiere expre­
bra «merecer», que abarca desde sentarse por la mañana para sar su cariño haciendo cosas: lavar los platos, limpiar los zapa­
tomar un café y leer el periódico mientras la cocina aún está tos de María, tener siempre chocolate en el frigorífico. Se asegu­
sucia hasta salir con sus arrugas, incluso si eso significa que Nico ra de salir a pasear con ella durante los fines de semana, no se
deba quedarse en casa dos noches seguidas cuidando al bebé. siente culpable (lo que resulta difícil para María) y los interrrú-

:}:
"!'.:
VI. El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien ames 151

1
150 Inteligencia erótica

nables quehaceres domésticos no le agobian. Es generoso al


-Hace años. Recuerdo que muy al principio pasamos toda 1
una tarde besándonos .en la boca en el muelle de Coney Island.
demostrar cariño, tanto con María como con su hija. Sin embar­
Fue increíble. Ya no lo hacemos.
go, las caricias se acaban cuando comienza el sexo. Le gusta el
-Bien, entonces ahí lo tienes.
sexo, pero, tratándose de seducción, no se encuentra en su ele­ . .
Las complejidades de la dinámica entre María y N1co son
mento.
sutiles y esto sucede con la mayoría de las parejas que conozco.
-Está tan ansioso por llegar a la parte sexual del sexo, en la
Nunca se trata de una sola cosa o de uno de los dos miembros
que sabe lo que está haciendo, que tiende a minimizar los prole­ de la relación. María dice que quiere que Nico la seduzca, pero
gómenos y el aspecto romántico: el juego, ya sabes. Acabo sin­ se niega a ver a Nico como un seductor:
tiéndome apresurada. A Nico le lleva dos minutos pasar de ver
-Mi relación de pareja me impide sentirme atraída por él. A
la televisión a estar física y emocionalmente dispuesto para el sexo.
veces lo miro, por ejemplo cuando sale de la ducha o cuand� regre­
Mi proceso es más lento. Y, de acuerdo con mi típica forma de
sa a casa después del gimnasio, y pienso: ¡qué bueno esta! ¿Por
intentar ocuparme de él, no quiero que se sienta mal, así que inten­
qué desaparece esa atracción cuando recuerdo que es mi esposo?
to excitarme rápidamente. Resulta un completo fiasco. _
Le explico a María . que da miedo sentirse, al nusmo tiempo,
Para Nico, el sexo es una obra en un solo acto. Para María
eróticamente expuesto y emocionalmente unido a la misma per­
es una continuidad de placeres, un desarrollo sucesivo. El - pro­ A
sona, en especial cuando crees que, de alguna forma, el sexo es ;¡
blema surge cuando se ven atrapados en una directa y finalista ;¡
algo vergonzoso:
concentración en el coito y el orgasmo, que evita el erotismo.
-Hay una parte de ti que todavía no ha entrado en la rela­
í
.,·'
En esta situación, ella lucha contra la idea de que demorarse es
ción. De hecho, la energía psíquica que utilizas en mantenerla
implícitamente egoísta y descaradamente codicioso. Su falta de
escondida es tanta que te hace sentir exhausta. Por eso prefieres
prerrogativas y de autoafirmación se une al apresuramiento de
dormir antes que hacer el amor con tu marido.
Nico, lo que refuerza aún más su creencia de que ella no mere­
Como muchos de nosotros, María.creció.aprendiendo a ocul­
ce que se le preste atención. Por supuesto que a ella no le pre­
tar sus ensueños eróticos y sus fantasías no realizadas. Mantener
ocuparía en absoluto t_ardar en exceso si pensara que a él tam­
en secreto nuestros placeres constituye un componente funda­
bién le gusta. Pero a Nico la lentitud le inspira una clase diferente
mental de nuestra socialización sexual. María recuerda la ver­
de ansiedad, un miedo a la insuficiencia, a no funcionar como
güenza que sintió cuando, siendo una niña, la pillaron en medio
debiera.
de un delicioso momento de exploración erótica, y la repugnan­
Le sugiero a María que ella y Nico se liberen de ese modelo
cia que se reflejó en el rostro de su madre al decir: «Deja de
de sexualidad orientado al rendimiento, con su inflexible exigen­
hacer eso ahora mismo». Incluso los que tuvimos la fortuna de
cia de que ambos lleguen al orgasmo. Eso representa contemplar
tener padres que reconocían que el juego sexual era placentero
el sexo como si la cuestión fuese «aprobar» o «suspender», lo
aún recordamos con estremecimiento la advertencia: «Que sea
que huele a seriedad y le quita mucha parte de la diversión al sexo.
algo privado». Es difícil mostrar abiertamente lo que durante años
-¿Recuerdas estar comiéndoos a besos? -le pregunto--.
intentamos ocultar.
¿Cuándo fue la última vez que lo hicisteis?
152 Inteligencia erótica VI. El sexo es sucio; guárdalo para alguien a quien ames 153

Como es lógico, María lucha por incorporar a su relación las sexo exuberante) en sus hogares. Están deseosos de expresarse
imágenes eróticas que tan tempranamente le enseñaron a supri­ completamente en el campo erótico y se resisten al impulso de
mir y a defenderse de las mismas. Al percibir la receptividad de dominarse. Para ellos, la comurúón sexual está lejos de ser sucia;
Nico, la incito a hacer justamente eso: ser dueña de sus deseos y bien al contrario, la consideran una urúón sagrada que nos pone
sentirse merecedora de arrumacos. Al mismo tiempo, la animo a en contacto con lo divino.
que provoque en Nico una nueva curiosidad: La intimidad erótica es la revelación de nuestros recuerdos,
-Es muy fácil encasillarlo en el papel de marido, con todas deseos, temores, expectativas y luchas dentro de una relación
sus cualidades, cuando te ayuda con los quehaceres domésticos, sexual. Cuando nuestros deseos más íntimos son revelados y la
y luego quejarte sobre la falta de deseo. Él posee toda una geo­ persona a la que amamos los cumple con aprobación y validación,
grafía interior y tú sólo estás rondando alrededor del mismo vie­ la vergüenza se desvanece. Se trata de una experiencia de profundo
jo barrio. apoderamiento y de autoafirmación para el corazón, el cuerpo Y
el alma. Cuando podemos estar presentes tanto en el amor como
en el sexo, trascendemos el campo de batalla del puritarúsmo y
Éste es el desafío de la intimidad sexual: llevar el erotismo al hogar. el hedorúsmo.
Es la intimidad más aterradora de todas porque es la que más
abarca. Alcanza los sitios más profundos dentro de nosotros e
involucra aspectos reveladores que siempre están estrechamente
ligados a la vergüenza y a la culpa. Da miedo, ya que es una .
nueva forma de desnudez, mucho más reveladora que nuestros
cuerpos desnudos. Cuando expresamos nuestros anhelos eróti­
cos, nos arriesgamos a sufrir la humillación y el rechazo, ambos
igualmente_devastadores. He sido testigo-de la dolorosa escena
en la que las preferencias sexuales de una persona son condena­
das y calificadas por su compañero o compañera como retorci­
das, pervertidas y asquerosas. No resulta sorprendente que
muchos de nosotros prefiramos la seguridad del sexo factible
1:
''
como escudo ante este terrible escenario. Tal vez estemos aleja­
dos de la pasión, pero al menos nos sentimos normales. En el
esquema general, no representa una mala solución de compro­
¡ miso. Sin embargo, también están aquellos que desean que la
gente los vea de manera distinta, que se entregan y se arriesgan
a cruzar ese umbral. Reúnen el coraje necesario para enfrentarse
a las prohibiciones culturales que van en contra del sexo (del
¡
t
I'

Modelos eróticos:
capítulo dime cómo te amaron
siete y te diré cómo haces el amor

«Los adultos nunca comprenden nada por sí solos


y es muy aburrido para los niños tener que explicarles
las cosas una y otra vez. »

ANrolNE DE SAINT-EXUPÉRY, El Principito

«Así, como una llama olvidada, la infancia siem­


pre puede volver a brotar dentro de nosotros. >>

GASTON BACHELARD

Hay muchas instituciones que proclaman que velan por nuestros


intereses. La religión, el Gobierno, la medicina, la educación, los
medios de comunicación y la cultura popular trabajan sin descanso
para definir y regular los parámetros de nuestro bienestar sexual.
Los incentivos y prohibiciones que envuelven a la voluptuosidad
del cuerpo constituyen la lecha materna de la sociedad. Gran par­
te de lo que aprendemos sobre el sexo procede de la calle, las
películas, la televisión y la escuela. Pero antes de que alguno de
estos medios llegue a nosotros, nuestra familia es la primera en
11 enseñarnos. Somos miembros de una sociedad, pero también
somos hijos de nuestros padres ( el término incluye a abuelos,
padrastros y madrastras, tutores, padres adoptivos y cualesquiera
" -� - - -

156 Inteligencia erótica VII. Modelos eróticos 157

otros a los que se confíe nuestro bienestar más temprano). Nin­ desafíos y los conflictos de nuestros primeros años de vida. El
guna historia tiene un efecto tan duradero sobre nuestros amores objetivo de nuestra excavación es descubrir la manera en la que
adultos como la que escribimos con aquellos que nos criaron. estas preferencias influyen en nuestro umbral de cercanía y pla­
cer. ¿Qué te excita y qué te repele?, ¿qué te atrae?, ¿qué te resul­
ta indiferente?, ¿por qué?; ¿cuánta intimidad puedes soportar?;
La arqueología del deseo ¿eres capaz de tolerar el placer con la persona que amas?
Cuando el padre de Steven abandonó a su madre, ella rehizo .,1
,
La psicología de nuestro deseo a menudo yace enterrada bajo su vida, se dedicó a cuidar a sus hijos y juró que no pemútiría que
los detalles de nuestra niñez; y al excavar los comienzos- de -la alguien volviera a. herirla de..esa.manera. Enfermera en una sala de
historia de nuestras vidas descubrimos su arqueología. Podemos urgencias, hoy en día tiene una casa propia y ha logrado que sus
rastrear el momento en el que aprendimos a amar y de qué mane­ tres hijos fueran a la universidad. Steven siente una profunda admi­
ra lo. hicimos. ¿Aprendimos o no a experimentar el placer, a con­ ración y respeto por su madre y durante gran parte de su vida ha
fiar o no en los demás, a recibir o a que nos nieguen las cosas?; procurado no convertirse en lo que él llama «ese hijo de puta».
¿nuestros padres estaban al tanto de nuestras necesidades o nos­ Tras seis años de matrimonio con Rita, se encuentra a sí mismo
otros debíamos observar las de ellos?; ¿les pedimos protección o evitando sus acercamientos y eludiendo sus acusaciones sobre su pasi­
huimos de ellos para protegernos a nosotros mismos?; ¿nos recha­ vidad sexual. Detrás de sus excusas, Steven se siente . desconcertado
zaron?; ¿nos humillaron?; ¿nos abandonaron?; ¿nos abrazaron?; por su falta de interés ... y por sus fallidas erecciones.
¿nos acunaron?; ¿nos tranquilizaron?; ¿nos enseñaron a no espe­ Cuanto más ama y respeta a su esposa, más difícil le resulta
rar demasiado, a ocultar nuestro disgusto, a mirar a las perso­ follar con ella. Para Steven, la seguridad emocional requiere un
nas a los ojos? En nuestra familia, presentimos cuándo es correc­ control constante de cualquier tendencia al egoísmo o la agresi­
to triunfar y cuándo nuestro entusiasmo podría herir a los demás. vidad. Esta creencia, que nació del amor por. su madre, se ha
Aprendemos -cómo sentirnos a gusto con nuestro cuerpo, con convertido en parte de su sexualidad. Cuanto más ama a Rita y
nuestro sexo y con nuestra sexualidad. Y aprendemos muchísi­ cuanto más depende de ella, mayor es su necesidad de ser caute­
mas lecciones sobre quiénes ser y sobre cómo ser: a abrirnos o a loso y más se inhibe sexualmente. No sabe cómo experimentar
cerramos, a cantar o a susurrar, a llorar o a contener las lágri­ la amplia gama de la sensualidad en el contexto de la atención
mas, a atrevernos o a sentir temor. afectiva. Su inconsciente es leal a su pasado.
Todas estas experiencias determinan nuestras opiniones sobre A Dylan, un gerente de ventas al por menor, de veintitantos
nosotros mismos y las expectativas que tenemos hacia los demás. años, la seguridad emocional se le antoja imposible, con o sin exci­
Son parte de la dote que cada hombre y cada mujer aportan al tación sexual de por medio. Su madre, que falleció cuando él tenía
amor adulto. Parte de esta tarjeta de puntuación afectiva es evi­ doce años, era el eje emocional de la familia. Cuando sus ojos se
dente y manifiesta, pero la mayor parte de ella tiene un carácter llenaron de lágrimas en el funeral de su madre, su padre le dijo:
tácito, está oculta incluso para nosotros mismos. «Espero que no te me desmorones» . Para poder estar cerca de
Nuestras preferencias sexuales surgen de las emociones, los su padre, tuvo que suprimir toda su vida afectiva. «En nuestra

'.:fu
1 58 Inteligencia erótica
VII. Modelos eróticos l 59

casa --explica-, todos los sentimientos constituían un signo de


hombres, Melinda busca confirmar que, a diferencia de su madre,
debilidad. » En cuanto Dylan siente algo por alguien, se odia a sí
ella es fuerte e independiente, es la que tiene la última palabra,
mismo, esperando así controlar su insoportable vulnerabilidad.
la que toma las decisiones, tomando o desprendiéndose de aman­
¿Su solución? Dos veces a la semana va a clubs en busca de hom­
tes según se le antoja. Sin embargo, al eliminar, de forma tan
bres que nunca conocerá y -lo que es más importante-- que nun­
despiadada, la vulnerabilidad de su vida, acaba, contra toda lógi­
ca lo conocerán a él. En el sexo anónimo no hay sentimientos y
ca, tan sola y sin amor como su madre.
Dylan se protege para no repetir las humillaciones de su infan­
El principal agente del erotismo es la imaginación humana,
cia. Al mismo tiempo, experimenta la deliciosa emoción de ser
pero, para mucha gente, el trabajo de conocerse a sí mismo d�s­
deseado, de ser escogido por muchos de una forma inmediata.
de el punto de vista sexual se ve obstaculizado por los mensaies
Una de las facetas de los modelos eróticos que resalta la irra­
procedentes de los padres, que provocan temor, culpa y descon­
cionalidad de nuestro deseo es que lo que nos excita surge muy
fianza. Algo cuyo objetivo es proteger a los niños se transforma
a menudo de nuestras heridas y frustraciones de la infancia. El
a menudo en la fuente de muchos de los temores de nuestra vida
terapeuta sexual Jack Morin explica que la imaginación erótica
sexual como adultos.
es ingeniosa revirtiendo, transformando y reparando los traumas
Lena creció con una lista de lo que una mujer respetable pue­
del pasado. En otras palabras, las mismas experiencias que nos
de y no puede soñar, hacer y disfrutar. Hija mayor de una fami­
causaron la mayor parte del sufrimiento en la infancia a veces se
lia conservadora y devotamente religiosa, Lena aprendió que las
convierten, más tarde, en las mayores fuentes de placer y excita­
mujeres decentes se ceñían a las estrictas normas estándares del
comportamiento femenino, nunca eran agresivas o avasalladoras
ción.
Veamos el caso de Melinda. Su padre es un mujeriego. Aun­
y siempre colocaban las necesidades de los demás delante �e las
que siente empatía con la desesperación de su madre, no quiere
propias. Como su madre (tantas mujeres, a lo largo de los siglos,
sentirse como ella: destrozada, desdichada y carente de todo. En
antes que ella), Lena basa su autoestima y aceptación en el hecho
lugar de ello, Melinda se ha convertido en una seductora, esto
de dar y no en el de recibir. Haciéndose indispensable, esperaba
es' exactamente lo contrario de una esposa abandonada. Se pro-
contrarrestar los caprichos del amor. Sin embargo, es precisamente
pone vencer a los hombres con sus propias armas. En la mente
la amabilidad de Lena lo que hace perder el interés a su marido.
de Melinda, el deseo se aviva cuando su objeto no está disponi­
Sus remilgos al hacer el amor y su falta de seguridad en sí mis­
ble; y, una vez que seduce a un hombre, instantáneamente lo
ma en el aspecto sexual le inhiben.
encuentra menos atractivo. Para reafirmar su propio poder, debe
Durante los últimos meses, Lena ha comenzado a preguntar­
tener en el punto de mira al próximo hombre... y al próximo...
se cómo sería su matrimonio si ella fuese menos servicial. Está
y al próximo. Si no existe obstáculo alguno que vencer, ella no
experimentando con la idea de que tal vez a su marido le guste
tiene manera de calibrar su valía. Casi nada es tan excitante como
por quién es y no sólo por lo que ella le da. Juntas hemos id�
conquistar a un hombre poderoso, distante, pero la suprema exci­
desmantelando los temores, la culpa y la abnegación que consti­
tación consiste en deshacerse de él -una prueba evidente de que
tuyen el legado de la muchacha amable. A Lena le hubiese gus­
ella se ha vengado de su pasado-. Al abandonar fríamente a estos
tado ser más valiente no sólo para saber qué es lo que ella desea,
r 160 Inteligencia erótica

sino también para ser capaz de pedirlo. Comprar lencería en Vic­


toria's Secret con su esposo puede parecer algo sin importancia,
VIL Modelos eróticos 161

bién necesitamos que nos den el espacio suficiente para estable­


cer nuestra libertad. Queremos que nos sostengan y queremos
:¡ .

pero para Lena fue un paso muy importante. que nos dejen solos.
Las tensiones internas que bullen en la sexualidad de Steven, A lo largo de nuestras vidas forcejeamos con esta interacción
Dylan, Melinda y Lena son el resultado de sus conflictos infan­ entre la dependencia y la independencia. La manera en que con­
tiles. Los detalles de nuestras tendencias y aprensiones eróticas ciliemos estas necesidades al ser adultos dependerá mucho de cómo
se perfeccionan a través de nuestra vida, pero a menudo tienen hayan reaccionado nuestros padres ante la persistente dualidad
sus orígenes en las experiencias de la infancia, tanto en las bue­ de nuestro pequeño Yo. Es importante destacar que el comporta­
nas como en las no tan buenas. A veces se necesita un poco de miento de nuestros padres, lo que realmente-hacen,-representa
investigación psicológica para que esto tenga sentido, pero muy sólo una parte de la ecuación. Otra parte la constituye nuestra
poco de lo que sucede en la imaginación erótica responde a la interpretación de sus acciones. Cada uiño posee una personal capa­
1, ,

cidad de resistencia a la lotería de la vida. Lo que a uno puede


1

mera casualidad.
hacerle sentir bien, a otro puede resultarle abrumador. Algunos
deseamos que nuestros padres hubiesen estado más implicados,
Yo en .el contexto de Nosotros mientras que otros se avergüenzan al recordar lo escrutadores y
entrometidos que eran sus padres. Cada familia tiene sus respues­
Nuestra dependencia física y afectiva de los padres supera a la tas preferidas ante las expresiones de dependencia y autonomía
de cualquier otra especie de seres vivos, tanto en magnitud como (cuándo se las recompensa y cuándo se las coarta). En el toma y
en duración. Es tan completa (y nuestra necesidad de sentirnos daca con nuestros padres determinamos cuánta libertad podemos
seguros es tan profunda) que haremos lo que sea para no per­ experimentar de manera segura, y hasta dónde necesitamos supe­
derlos: reprimiremos nuestros deseos y enterraremos nuestra ditar nuestras necesidades para relacionarnos con los demás. Al
agresividad; aceptaremos la culpa en caso de abuso, nos some­ final, creamos un sistema de creencias, temores y expectativas (algu­
teremos a su control, nos volveremos autosuficientes o, de lo nos, conscientes; otros muchos, inconscientes) sobre cómo funcio­
contrario, renunciaremos a nuestras necesidades. En pocas pala­ nan estas relaciones. Lo envolvemos en un cuidado paquete y se
bras, utilizaremos una amplia gama de tácticas de supervivencia, lo entregamos a nuestro ser amado. Es un intercambio justo.
todas dirigidas a conservar nuestro vínculo primario. No es casual que toda esta historia emocional se exprese en
Las cosas se complican cuando se tiene en cuenta que una de el aspecto físico del sexo. El cuerpo es la herramienta más pura
nuestras principales necesidades, desde el punto de vista del des­ y fundamental que tenemos para comunicarnos. Como escribió
arrollo, es la autonomía. Desde el momento en que somos capa­ Roland Barthes, «lo que el lenguaje oculta es dicho a través de
ces de gatear, navegamos por las traicioneras aguas de la separa­ mi cuerpo. Mi cuerpo es un niño rebelde; mi lenguaje es un adul­
ción en un intento de equilibrar nuestro impulso básico de to muy civilizado». El cuerpo es nuestro idioma materno; ha sido
conexión y la necesidad de experimentar las cosas por nosotros nuestro mediador con el mundo desde mucho antes de que arti­
mismos. Necesitamos que nuestros padres nos cuiden, pero tam- culáramos las primeras palabras. Desde el momento en que exis-

1l:1·
162 Inteligencia erótica
Vil. Modelos eróticos 163

timos, el amor fluye sensualmente (y me atrevería a decir que tam­ sin embargo, no consigue hacer lo mismo en el ámbito físico. La
bién eróticamente) desde el adulto hasta el niño.
i

amenaza de fusionarse en el acto físico del sexo y la consiguien­


1

Las sensaciones corporales dominan el descubrimiento inicial te pérdida de uno mismo es tan intensa para estas personas que
de nuestro entorno y las primeras interacciones con aquellos que
nos crían. El cuerpo es un banco de recuerdos de los placeres 1 se defienden de ella cerrándose sexualmente o llevando su deseo
a otro sitio. La psicoanalista Jessica Benjamin escribió: «La lucha
sensuales de la piel. ¿Cuántas veces he escuchado en mi consul­ del niño por la autonomía se da en el ámbito del cuerpo y sus
ta a hombres y mujeres que imploran el uno al otro: «Simple­ placeres». No es diferente en el caso del adulto. .
mente, abrázame»? El poder balsámico de un abrazo a los cua­ La primera vez que James entró a mi consultorio, tomó asien­
1
renta años no es menor que a los cinco. El cuerpo también es to y dijo:
un centro de almacenamiento para la angustia y las frustracio­ -Stella y yo formamos un excelente matrimonio, pero el sexo
nes que hemos soportado y para el dolor por el que hemos pasa­ siempre ha constituido un problema.
do. De manera inteligente, nuestros cuerpos recuerdan lo que James se siente sexualmente inhibido ante Stella y su falta de
nuestras mentes han preferido olvida¡; tanto lo bueno cómo lo compenetración erótica le produce mucha tensión. La excitación
malo. Tal vez ésta sea la razón por la cual nuestros miedos más inicial que sie'nte cuando Stella se aproxima a él se convierte,
profundos y nuestros anhelos más persistentes emergen en el sexo invariablemente, en una preocupación relacionada con su propio
íntimo: la inmensidad de nuestras necesidades, el temor al aban­ rendimiento: ¿mantendré la erección?, ¿eyacularé muy pronto?,
dono, el terror a ser engullidos, el deseo de omnipotencia. ¿Stella llegará al orgasmo? El sexo se convierte en una carrera
La intimidad erótica es un acto de generosidad y de egocen­
· hacia la línea de meta: ¿podrá llegar a ésta antes de perder la
trismo, de dar y recibir. Necesitamos ser capaces de entrar en el erección? Su capacidad de disfrutar el momento se ve ampliamente
cuerpo o en el espacio erótico de otro sin el temor a ser absor­ reducida por este estrecho enfoque. No puede ser juguetón, ni pro­
bidos y perder nuestro propio Yo. Al mismo tiempo, necesita­ bar cosas nuevas, porque todo lo que no esté dentro de la ruti­
mos penetrar en nuestro interior, rendirnos a la autoabsorción na puede poner en peligro su capacidad..para llevar a cabo la tarea.
mientras estamos en presencia del otro y creer que él aún estará Esta clase de ansiedades siempre tienen un efecto dominó, y las
allí cuando regresemos, que no se sentirá rechazado por nuestra inhibiciones de James también han reprimido a Stella. Ella sien­
-' ¡
ausencia momentánea. Necesitamos ser capaces de conectarnos sin te su ausencia, lamenta su falta de atención y durante años se ha
temer a la destrucción y necesitamos ser capaces de experimen­ quejado amargamente de ello.
'
!;

tar nuestra otredad sin miedo al abandono. -Háblame de tu madre -le pido a James.
-¿Mi madre? No pierdes el tiempo, ¿verdad? Hace algunos
años fui a ver a una terapeuta y ella también me pidió que habla­
El egoísmo de los placeres íntimos ra sobre mi madre. Pero eso no cambió nada. Mi esposa no se
parece en nada a mi madre.
Siempre me ha interesado la gente que puede lograr un equili­ -Con la debida delicadeza, yo siempre me remonto a los orí­
J: . brio entre sí mismo y los demás en el ámbito afectivo, pero que,
1

genes. Te prometo que no te diré que te casaste con tu madre;


164 Inteligencia erótica VIL Modelos eróticos 165

pero el primer sitio donde aprendemos acerca del amor y las rela­ sentirse asfixiada. Él se ríe al recordar lo temeroso que se sentía
ciones es en la. farrúlia. Ningún otro entorno (arrúgos, ligues, pro­ cuando quería hacer algo sin ella: tenía miedo a desilusionarla.
. Su manera de preguntar «¿te importa? » la enfadaba. Finalmen­
fesores, enamorados) tiene este tipo de resonancia emocional. Así
que ... háblame de tu madre. te, ella le aclaró con brusquedad: «Mira, no soy tu madre. No
Lo que se revela en nuestra conversación es que James esta­ tienes que pedirme permiso». Stella le había enseñado a James,
ba muy acostumbrado a los cambios de humor de su madre y en gran parte a través del ejemplo, que puedes sentirte cercano a
que ella, por lo general, estaba sola y triste. No le gustaban el alguien -con intirrúdad, afecto y seguridad- sin sentirte sacrifi­
ruido ni el desorden y se alteraba cuando su hermana y él arma­ cado en el proceso. Al afirmar su independencia, Stella le ha ido
ban mucho escándalo. Era una buena madre, pero se encontra­ transrrútiendo, una y otra vez, que no es frágil y que su bienes­

1 ba profundamente herida.
--Siempre me resultó muy difícil sobrellevar sus necesidades _
tan específicas. Necesitaba setenta y dos cosas alineadas para estar
tar no depende exclusivamente de él. El precio del amor no tie­
ne que ser la anulación personal.
En muchos aspectos, James y Stella tienen un matrimonio envi­
bien. diable. Ambos disfrutan de la mutua compañía. Él aún la hace
La madre de James dependía de él para tener apoyo, compa­ reír a carcajadas y ella es la crítica más severa pero más fiable
1

1
t a
ñí y para conversar. (Ella se refería a su padre, simplemente, de sus trabajos de diseño gráfico y, como él dice, «de todo lo
1

· como «el que trae el sueldo».) demás, también». Stella, que tiene muy claro cuál es su lugar,
-Cuando crecí y quise salir con mis amigos, yo sabía que dice:
1

1
ella se sentía decepcionada. Solía decir «diviértete» de un modo -Nunca me he sentido hastiada, ni siquiera cuando no pue­
que hacía que me resultara muy difícil hacerlo. do verlo ni en pintura. El día que me sienta harta, se habrá ter­
1: rrúnado todo.
t James creció debatiéndose entre el deseo de no disgustar a su
En los treinta y un años que llevan juntos, han criado a cua­

t
madre y la. necesidad de tener una vida propia.
tros hijos, han restaurado .dos casas, han sufrido la pérdida de
r,
-Obtener una beca para 8tanford, en la otra punta del país,
fue lo mejor que pudo haberme sucedido. Ella no podía negar­ los padres de ambos, han sobrevivido al cáncer de mama ·de Ste­

11· me esa oportunidad. Me fui, pero llevé conmigo un gran senti­ lla y han festejado el nacimiento de su primer nieto. Éste es el

'1
i.
1.,
miento de culpabilidad.
La primera vez que James posó sus ojos sobre Stella, ella cons­
tituyó una auténtica visión:
lado bueno de su historia.
Sin• embargo, en medio de este bucólico paisaje se encuentra
el campo de minas del sexo, donde tienen lugar sus peores dis­
l. -Todo en ella era elegante, brillante y colorido. Era una mujer cusiones. Ella lo desea, él no; ella quiere hablar al respecto; él
que no temía sobresalit: Era todo luz. no. Ella se enfada; él adopta una actitud defensiva. Chocan y
Stella era la antítesis de la madre de James y por primera vez después aguardan a que pase la tormenta. Esta situación es cró­
él podía amar a una mujer y no sentir el peso de la responsabi­ nica e incesante; y últimamente ha empeorado.
ll lidad y la culpa. De hecho, Stella a menudo rechazaba sus inten­ Durante años, a Stella le ha disgustado ser la guardiana de
. 1

tos por ser demasiado servicial y le explicaba que eso le hacía su vida sexual.

--� ·
166 Inteligencia erótica VII. Modelos eróticos 167

-Yo soy la única que piensa en ello, la que lo desea, quien a James que con­
puntos de controversia entre ellos. Le comento
hace que suceda y la .que se queja cuando no lo obtiene. Si lo ( el sexo como
�ntrarse tan directamente en el acto físico del sexo
dejara en manos de James, nuestra vida erótica sería nnla. eró-
una ejecución) sin duda alguna constituye un enfoque poco
En privado, James admite qne sólo toma la iniciativa cuan­ n, parece
tico, Es una visión demasiado cerrada. En mi opinió
do está lo suficientemente seguro de que ella no le corresponde­ de
que James se siente abrumado ante la idea de comportarse
rá. De esa manera, él parece cumplir con su parte. Stella odia manera sexual con su esposa: expresar su deseo, erouzarla, sen­
ser quien «hace todo», pero no se atreve a dejar de hacerlo, por tirse libre para expresar sus deseos más procaces con ella.
! temor a que no suceda nada, a un vacío insoportable. Es mejor Cuando le pregunto a James si alguna vez experimenta el sexo
11

suponer la falta de interés de James que confirmarla. ­


sin temores, responde: «Sólo cuando me mastu rbo». Esto es impor
.1 Desde que Stella entró en la etapa de la menopausia, su .ape­ tante, ya que me confirma que él no tiene ninguna dificultad orgá­
tito sexual ha caído en picado y sus peores temores, de hecho, nica y que, en lo que se refiere a sus genitales, funciona perfecta­
se han confirmado. La falta de iniciativa sexual de James, antes mente. En el sexo solitario, James puede satisfacerse a sí mismo
oculta tras el deseo de Stella, ahora es evidente. Ella se siente sin la presión de las exigencias de otra persona. Las mujeres que
desesperada ante la inminente posibilidad de que su vida sexual pueblan sus fantasías son lascivas, sexualmente tentadoras y en
se desvanezca. modo alguno vulnerables. No teme que su egoísmo las hiera Y
-Somos como compañeros de habitación. Esta vez realmen­ puede disfrutar de su excitación sin sentimiento de culpabilidad.
te necesito que él haga un esfuerzo... y no lo hará. Él nunca alcanza este tipo de libertad con su esposa Y darnos
Le señalo a Stella que, aunque parezca que él no desee hacer­ cuenta de esto nos lleva a la causa de su bloqueo erótico.
lo, lo más probable es que no sepa cómo. El trastorno ocasiona­ James 110 sabe cómo disfrutar del sexo en presencia de la mujer
do por la: menopausia hace que Stella cuestione un patrón de que ama. Sin ser capaz de satisfacerse a sí mismo y a Stella al
conducta que ha venido siendo seguido desde el principio de su mismo tiempo, acaba sin complacer a ninguno · de los dos. Aun­
relación.. Pronto descubrirán que esto también les abre a nuevas que emocional e intelectualmente pueda conservar un fuerte s_en­
posibilidades. , ,
tido de sí mismo ante su esposa ( odia sus gustos por la mus1ca
James rápidamente se centra en las cuestiones relacionadas con se niega a vestir trajes italianos y, un año, la desafió votand o �¡
la ejecución misma para justificar su falta de deseo. Prevé el fra­ Jo
Partido Republicano), este dominio de sí mismo se viene aba
caso sexual y su ansiedad hace que se cumplan sus predicciones.
en las relaciones sexuales. Teme que si se rinde ante su propio
Cada vez que falla, se siente rebajado y degradado, y su temor a deseo sexual y se olvida de Stella, aunque sea por un momento,
la impotencia hace que quiera detenerse incluso antes de comen­
ella acabará herida de manera imperdonable.
zar. La involuntaria ironía que reside en todo esto es que James Aunque James no lo sepa, su modelo erótico está plagado de
se obsesiona tanto con hacerlo bien, en permanecer duro para
las marcas que dejó su relación con su desdichada madre. Cuan­
Stella, que la pierde de vista por completo. Entonces, mientras él la
do se trata de tener relaciones sexÜales con Stella, regresa a
cree que se está concentrando totalmente en ella, ésta siente que n de
situación que vivió en su niñez: debía tomar la difícil elecció
él se halla completamente en otro lugar. Éste ha sido uno de los cu!-
hacer lo que él deseaba o asegurar el vínculo de cercanía. La
l 68 Inteligencia erótica
VIL Modelos eróticos 169

pa que sentía de niño por ser egoíst,1 se ha transformado en inhi­ caso» está escrita sobre ella: opera como un depósito de margi­
bición sexual. Tal vez ésa sea la razón por la cual James siente nación sensorial. Busca otras superficies dentro de la casa. Des­
que el deseo de su esposa es una exigencia y no una invitación, pués, me gustaría que te masturbases al lado de Stella, para expe­
una obligación y no una forma de seducción. El erotismo se ha rimentar la posibilidad de satisfacerte delante de ella. Advierte la
trasladado al campo del deber y está sobrecargado con presión,

{
tensión y la culpabilidad: debes ser consciente de estas sensacio­
culpa y preocupación -todos ellos antiafrodisíacos de compro­ nes en lugar de intentar evitarlas.
bada eficacia. Elegí la masturbación por varios motivos. En primer lugai; es
el único campo dentro de la sexualidad en el que James puede

1
expresarse con libertad. En segundo lugar, esto lo invita a ser total­
Reavivando el deseo mente egoísta y lo aleja de la responsabilidad de complacer a su
esposa. En tercer lugai; esto le demostrará --espero- que com­
· James y Stella están perplejos. Su problema con el sexo se ha ano­ placerse a sí mismo no tiene por qué herir a Stella. Ser observa­
tado en la cuenta de la pésima química que hay entre ellos, y do alimentará su capacidad de satisfacer su individualidad eróti­
piensan que es algo tan permanente e irreversible como una pier­ ca sin sentimiento de culpabilidad. Por último, se quitará de la
na amputada. James lleva años atrapado en el mismo discurso de cabeza esa ansiedad por la ejecución. El acto de masturbarse fren­
desesperanza, que viene a ser algo así: «Nuestro problema tiene te a Stella, como única espectadora, representa en sí mismo una
que venir de algún sitio; de alguien ha de ser la culpa; y, si no es magnífica ejecución. Por primera vez, él podrá considerar la posi­
rrúa, ¿entonces de quién es? Debe de ser de Stella. Culpémosla a bilidad de que tal vez ella realmente disfrute percibiendo su pla­
ella». Al reinterpretar la falta de deseo de James,. la ubico, sin duda, cer. Permitir que ella le vea deambular libremente por su propio
en las repercusiones de su infancia. Él comienza a sentir un poco territorio erótico constituye un íntimo regalo.
de compasión por sí mismo. Al mismo tiempo, lo desafío a que Cada una de estas capas ayuda a crear una realidad que es
se responsabilice de ello en el presente. Juntos, desenredamos, sepa­ totalmente distinta a la que él sintió con su madre.-Después de
rándolos, autoculpabilización y responsabilidad, y planificamos todo, no nos masturbamos frente a nuestros padres, pero sí pode­
un procedimiento a seguir. Esto lo alivia muchísimo. Para Stella, mos hacerlo con nuestra pareja.
esta nueva postura de imputación representa un pequeño paso Por supuesto que cuando sugerí esto también tuve en cuenta
' . ,, hacia la recuperación de su sentido de la autoestima. la difícil situación de Stella. Cuando él la toca con indecisión, espe­
:: 'i\\
Trabajo con James para establecer un sentido más relajado rando que le dé luz verde, ella se siente llena de rencor. Como pue­
de la alteridad sexual, asegurándome de aclarar que alteridad no de deducirse, el cuidadoso respeto de James no la excita. Su defe­
supone indiferencia. En lugar de concentrarse constantemente en rencia la agobia; su obstinado enfoque la aflige. Al principio de
Stella, le pido que haga algo inconcebible: que encuentre apoyo la conversación, James me comentó que Stella tenía mal genio.
en sí mismo. Teniendo en cuenta esto, le aconsejo varias cosas: ·
-Aunque eso puede ser cierto -le dije-, si hubieras hecho
-En primer lugar, abandona el dormitorio. Tiene demasia­ el amor con ella más a menudo, tendrías una esposa con un carác­
das connotaciones negativas. Maldice la cama; la palabra «fra- ter muy distinto, porque la frustración que pueden sentir las per-
1
1
VIL Modelos eróticos 17 l

1
170 Intelígencia erótica

no deseaba compar­
n placer privado Y
cuando nadie toca, acaricia, a braza y disfruta de su cuer­ la masturbación como u momen­
unos días después constituye un
po las sa ca de quicio. Lo que logras entonces es que la excita­ tirlo . Pero lo que sucedió
sonas

pe ea. Ella
. James y Stella tuvieron una l
ción sexual se transforme en enfado. to verdaderamente decisivo
d , c onvencida de que
las cosas no iban a cambiar.
Le digo a Stella lo que le digo a tanta gente que tiene un cón­ sta b fa
ero temfa que no
es fue abrazarla, p
El primer impulso d e Jam
a

yuge que la ama , pero un amante que deja much o que desear:
e a en da

a. Ella parecía estar


muy eno¡ada con
-Tú sabes que él te ama; nunca lo has dudado y es por eso fuera eso lo que ella deseab abrazó. Aunque
atrás sus dudas y la
por lo que te has quedado a su lado durante todos estos años. él. Sin embargo, James dej ó el abrazo. E� el
mostró receptiva, él mantuvo
¡!

Lo que te duele tanto es que nunca te has sentido deseada por al principio no se
_
1'

su aten�10n
!

había re tra í , c t a
1':

éL- Sientes-que te corresponde enteramente a ti hacer que suceda; pasado, James siempre se a ya estaba lista:
e indicaban que ell
do en r ndo

y, de hecho , así es. Has sacrificado la complicidad sensual por la únicamente en los signos qu
tomó la decisión,
estabilidad emocional. No es un trato justo. actuaba siguiendo
sus indicaciones . Esta vez, él
intió so�prendente­
Como un glaciar que de pronto se derrite ante mis oj os, las se apoderó de sus
propios sentimientos y se s
calmar-
la espalda y ella comenzo a
lágrimas corren por las mejillas de Stella; y eso dice mucho sobre mente excitado. Le acarició
rla. Podía resistir
el vehemente deseo y el rechazo con los que lleva conviviendo se. uPo que él e
staba allí y que podía contene ,
erza dominó a la o
tra y esto los 1¡ evo
s
tanto tiempo. Es prácticamente imposible · no tomar tan reiterado la fuerz d S ll . U fu
ambos expre­
a increíble », como
a «hacer el amor de una maner
e te a na

repudio como algo personal, no verlo como una prueba d e que


a

é deleitaron con
uno no es deseado y no comenzar a dudar de sí mismo. saron por separado
. No hubo éxrasis, sino que s
con­
tendimiento de dos cuerpos re
-Amor y deseo no son lo mismo -le digo a James-. Aco­ tranquila pasión: el simpl en
1 ausencia.
ciliados después de una larga
e

gedor no es lo mismo que sexy. Tu esposa sabe que la amas, rta­


1 ra crear un patrón de compo
1 :, pero quiere que la desees. Quiere conocer tu hambre, saborear Se necesitan dos personas pa ión ,
cambiarlo. E n la siguiente ses
los delicados gustos de tus ca prichos y ver que coinciden con los miento, pero sólo una para per­
te a sí -mismo- como « audaz Y
i
suyos . Tu falta de capacidad pa ra dejarte lleva r, para rendirte James se describió alegremen
en que la sensa­
dido por la manera
ante tus propias intenciones hedonísticas es exasperante para ella. severante » y estaba sorpren
al mand o lo car
gó de energía. Al
Tu pasividad es irritante y tu consideración es lo opuesto a su ción de literalmente, estar prisión
pudo perder el control. La
fantasía de éxtasis desenfrenado. Tu lujuria debería representar tomar :1 control, finahnente
to cuidado esta­
un abierto a poyo para s u propio fervor. Es difícil dejarse ir con sexual que él y Ste
lla habían construido con tan
erarse de esa crónica
postura de reac­
alguien que no lo hace. ba comenzando a abrirse. Lib
t s lo fuera momentáne
amente, lo llenó de espe­
ción u qu e
ello pudo vislumbra
r las posib'.lidades e��ticas
ran:a, y gracias a
a n an ó

no que
imera vez en años, el descub
El experimento de la masturbación sólo resultó un éxito en par­ que tenía por delante. Por pr an ha er juntos
sa sobre lo que podí _ �
te: funcionó a medias, como suele suceder con estas cosas, pero podía fantasear con su espo mo que
no hubo ninguna transforma ción drástica. La conciencia de su y dónde podían hacerlo . R
ecuperó una par t d _ mis
e raviada en la ans
iedad.
e e s1

propia identidad sacó lo mejor de él. Siempre había considerado había estado completamente xt
VII. Modelos eróticos 173
172 Inteligencia erótica

miento erótico. Rastreamos los orígenes del bloqueo y también


M.erece la pena aclarar que en este encuentro sexual, y en los
la dinámica de la relación que los mantiene en su lugar. Para
posteriores, James no tuvo ningún problema con el hecho de
ellos es útil comenzar de esta manera y se sienten consolados al
correrse demasiado pronto o, incluso, con la preocupación de que
darse cuenta de que la comprensión del pasado puede ayudarlos
eso llegase a suceder. Cuando uno siente que el sexo es una obli­
a cambiar el presente.
gación, eyacular rápidamente es eficaz: hace que uno termine cuan­
to antes con aquello que lo incomoda. Cuando los amantes enta­
blan una relación sexual como seres libres, convirtiendo la entrega
en un acto de confianza en sí mismos, no hay necesidad de ter­
Sobre la importancia de ser despiadado
minarlo. Precipitar el espléndido final no tiene tanto sentido como
cerca nos sintamos de
saborear la confianza y la intimidad mutua mientras dura . Comúnmente creemos que cuanto más
nuestras inhibiciones. Pero
Eyaculación precoz es u n término poco apropiado. N o es una alguien, más fácil será despojamos de
midad alimenta el deseo,
cuestión de cronometraje, sino que tiene que ver con la falta de esto es una verdad a medias. La inti
alteridad. La excitación
voluntariedad. Sería mejor describirla como «eyaculación invo­ pero el placer sexual también requiere
alejarnos del lazo íntimo
luntaria». Cuando James tomó el control de su deseo, también erótica necesita que seamos capaces de
s a nosotros mismos y
pudo controlar su eyaculación. poi: un momento, que nos descubramo
ientes sensaciones . Nece­
En un interesante giro de la historia, James me dijo que, des­ que nos concentremos en nuestras crec
a poder conectarnos eró­
de el comienzo de la terapia, cada vez que él y Stella habían sitamos ser egoístas por un instante par
hecho el amor había sido tras una discusión. ticamente.
aquellos a los que ama­
-Eso me molesta un poco -<:onfiesa-. Me gustaría poder Nuestra capacidad de separarnos de
permanecerán allí, se forja
hacer el amor sin tener que pasar previamente por eso. mos, en tanto que confiamos en que
ntiles. Cuando más confia­
-La ira y la excitación sexual tienen una relación complica­ en la seguridad de nuestros lazos infa
s;-Guandojugamos con los
da -le explico-. Fisiológicamente hablando, ambas tienen mucho mos, más nos animamos a aventuramo
distancia que éstos pueden
en común. En términos psicológicos, también. En tu caso, creo bebes a «¿dónde está el niño ?», la
el juego es la comprensión
que estar enfadado te envalentona, te libera de la conformidad y soportar es núnima. Lo que potencia
es existiendo. Los niños más
te sientes con más derecho. El enfado destaca la individualidad y de que, hasta cuando no te veo, sigu
seguridad de que en algún
supone un contrapunto para la dependencia: ésa es la razón por grandes juegan al escondite, en la
s de la emoción de escon­
la cual puede avivar tan poderosamente al deseo. Te brinda la momento alguien los buscará. Despué
ado. La intimidad erótica es
distancia que necesitas. Puede llegar a ser un problema si se tor­ derse, viene el alivio de ser encontr
ndite. Como cuando éramos
na en hábito, pero no hay duda ele que es un poderoso estimulante. la versión adulta del juego del esco
n, más valientes nos sen -
A través de los años, he conocido a varias personas como niños, cuanto más fuerte sea la conexió
que nuestro amado esperará
James y Stella: parejas cuyas relaciones ( que podrían haber sido tiremos para desplegarla. Sabemos
stras búsquedas egoísta s. De
más animadas) se tambalean al borde de la austeridad sensual. a que regresemos y no castigará nue
Juntos investigamos los trasfondos emocionales de su estanca- hecho, tal vez hasta las aplauda.
,,
!

174 Inteligencia erótica VII. Modelos erótícos 175

En su libro Arousa/ ( «Excitación sexual» ), Michael demasiado. El sexo por puro placer, la pornografía y el cibersé­
Bader vin­
cula la idea del egoísmo con el concepto de «sexo xo tienen en común la distancia, incluso el anonimato, que evita
despiadado»,
al cual define como «el tipo de deseo que permite a el peso de la .intimidad y hace que la excitación sexual sea posi­
una perso­
na _r�ndfrse ant el vigor de sus propios ritmos de place ble. Evidentemente, estas situaciones sin conexión emocional se
� r y exci­
rnc,on Sin sentir culpa, preocupación ni vergüenz hallan más comúnmente fuera del hogar, donde la necesidad de
a de ningún
tipo». La explicación de Bader hace hincapié en la diferenciación es menos intensa. Estar con una pareja que no esté
importancia
de la diferenciación: la capacidad de aferrarse a uno disponible proporciona un límite de protección: si no puedes acer­
mismo en
prese�cia del otro. Sin esta capacidad, nos convertim carte demasiado a alguien, no tienes por qué sentir miedo a que­
os en alguien
parecido a James,. que no puede alejarse de la ment dar atrapado o a la pérdida. del Yo.
e de Stella el
tiempo suficiente como para experimentar su prop A mi juicio, cultivar cierto sentido de falta de piedad en nues­
io fervor.
La crudeza de nuestro deseo puede parecer mezquina tras relaciones íntimas es una solución fascinante a los proble­
, bestial
Y hasta falta de amor. El erotismo puede parecer depr mas del deseo. Aunque a primera vista pueda aparentar distan­
edador, un
arreb�to voraz. Cualquier sentimiento de culpa ciamiento e incluso falta de afectividad, de hecho hunde sus raíces
que podamos
experimentar al obtener algo, cualquier sensación en el amor y en la seguridad de nuestra conexión. Ser capaz de
de vergüenza·
por nuestro desenfreno, nuestra pasión, nuestra dejarse ir por completo, sin sentimiento de culpa ni inquietudes,
indecencia se
intensifican en la primitiva vulnerabilidad del sexo constituye una experiencia de confianza poco frecuente, que se
. Aportam�s a
nuestros encuentros eróticos íntimos una serie de basa en saber que nuestra relación es lo suficientemente enorme
mandamientos,
acumulados durante toda una vida, que van cont como para contenernos. En el encuentro erótico alcanzamos una
ra el egoísmo
en el contexto del amor. Los detalles de estos man intimidad única. Trasciende la cortesía de la conexión emocio­
damientos se
encuentran en nuestro modelo erótico. Además nal y aloja nuestros impulsos rebeldes y n'.'lestro apetito primiti­
del legado fami­
liar, también llevamos a cuestas el legado cultural. vo. La energía que genera el roce de los cuerpos emite un calor
La socializa­
ción ·sirve ·para controlarnos, para dominar nues que·no es·fácil de lograr a través de expresiones amorosas más
tros impulsos y
para domar el animal que llevamos dentro. Así, suaves. Paradójicamente, el ser despiadado es una manera de
como ciudada­
nos Y cónyuges obedientes, nos corregimos y ocul lograr cierta cercanía. La intimidad erótica nos invita a un esta­
tamos nuestros
apetitos feroces y disimulamos nuestra efímera nece do de desenfreno en el que experimentamos una dulce sensa­
sidad de con­
vertir en objeto a la persona a la que amamos. ción de libertad. Nos tomamos un breve descanso respecto de
Para muchas personas, la prohibición de ser desp nosotros mismos: de los legados de nuestra infancia, las rutinas
iadado en el
contexto de una relación amorosa es demasiad de nuestra relación y las restricciones impuestas por nuestras
o poderosa como
para permitirse el desenfreno erótico. La autoabso respectivas culturas.
rción mheren­
te a la ex�itación s al elimina al otro de manera Amar a otro sin perdernos a nosotros mismos es el dilema
�� tal que cho­
ca con el ideal de mtunidad. Estas personas desc central de la intimidad. Nuestra capacidad de gestionar las dobles
ubren que sólo
pueden ser desaforados y lujuriosos, sintiéndo necesidades de conexión y autonomía proviene de lo que apren­
se a salvo, con las
personas a quienes no conocen mucho o que dimos siendo niños y a menudo requiere muchísima práctica. No
no les importan
f¡.
1:
176 Inteligencia erótica

1,i
sólo afecta a la manera en que amamos, sino también al modo
en que hacemos el amor. La intimidad erótica abriga la doble pro­
1
mesa de perderse y de hallarse a uno mismo. Es una experiencia
Paternidad:
!
de fusión y de total autoabsorción, de correspondencia mutua y capítulo cuando tres constituyen
de egoísmo. Estar dentro de otra persona y dentro de nosotros al ocho una amenaza para dos
mismo tiempo es una doble posición rayana en lo místico. La
identidad momentánea que sentimos con la persona que amamos
va más allá de nuestra capacidad de reconocer nuestra indisolu­
ble alteridad. Para poder ser uno, primero ,debemos ser dos.

«Si algunos esperan que los niños les traigan tran­


quilidad, confianza en sí mismos o· una permanente
sensación de felicidad, van a llevarse una desagradable
,/
sorpresa. Lo que los niños hacen es complicar, impli­
¡- . ¡._ :
r, '¡
,
car, añadir líneas argumentales a la historia, colorear
el panorama, oscurecerlo todo, traer más temor que
nunca, sugerir lo sagrado, explicar la crueldad de la
mente humana, deshacer o volver a hacer algo del pasa­
do mientras proyectan sombras sobre el futuro. No exis­
te el aburrimiento habiendo niños en casa. Los riesgos i
son altos. El voltaje hace saltar las chispas. »
ANNE ROIPHE, Married

El sexo produce bebés. Así que es irónico que el niño, la perso­


nificación del amor de la pareja, a menudo amenace el idilio que
le dio existencia. El sexo, que es el que pone en marcha la empre­
sa familiar, es con frecuencia abandonado cuando los niños entran
en escena. Es más: incluso en el caso de que los niños lleguen
por otros medios, su impacto en la vida sexual de la pareja no
es menos drástico. Muchas de las parejas a las que trato ubican
la desaparición de su vida erótica en el nacimiento de su primer
hijo. ¿Por qué la paternidad a menudo nos golpea tan fuerte?
La transición de dos a tres representa uno de los desafíos más
178 Inteligencia erótica VIII. Paternidad 179

difíciles que una pareja habrá de afrontar. Lleva tiempo (calcula­ Para algunos de nosotros, éste es el momento en el cual el
do en años, no en semanas) orientarse en este nuevo mundo des­ amor comienza a iniciar el camino de vuelta a la estructura de
afiante. Tener un bebé es una revolución psicológica que cambia nuestras vidas. Recordamos . que el sexo es divertido, que nos
nuestra relación con casi todos y casi todo, desde nuestro senti­ hace sentir bien, que nos hace sentir más próximos.
do del Yo y nuestra identidad hasta la relación con nuestras pare­ -,-Es fácil olvidar -me dijo ini amiga Clara- que antes de
jas, nuestros amigos, nuestros padres y nuestros parientes políti­ ser padres éramos amantes. El sexo nos lo reitera. Me hace recor­
cos. Nuestros cuerpos cambian; también nuestras economías y dar que escogí a Meyer porque lo amo; lo elegiría hoy de nue­
nuestras vidas laborales. Las prioridades cambian, los roles se vo. Para mí, eso es algo romántico.
redefinen y el equilibrio entre la libertad y la responsabilidad expe­ Pero mientras algunas parejas se sienten atraídas el uno hacia
rimenta una profunda revisión. Literalmente, nos enamoramos el otro nuevamente, otros se desvían por un <;amino de distan­
de nuestros bebés y, como ya descubrimos. una vez con nuestras ciamiento mutuo. Recuperar la intimidad erótica no siempre es
parejas, enamorarse consume mucho tiempo y hace que dejes todo fácil. Se argumenta que los padres estadounidenses hoy en día,
a un lado. Formar una familia exige la redistribución de recur­ más allá de su clase social, están saturados de trabajo Y se sien­
sos y, durante un tiempo, parece haber menos de todo para la ten abrumados. Como consecuencia de esto, el sexo prácticamente
pareja: menos tiempo, menos comunicación, menos horas de sue­ no entra en el programa diario, y lo mantenemos en un estado
ño, menos dinero, menos libertad, menos contacto, menos inti­ de espera permanente mientras resolvemos temas más urgentes.
midad, menos privacidad. Aunque las parejas hablen de lo feli­ La vida familiar puede parecer una toma de decisiones continua:
ces que se sienten con su nueva familia y de lo satisfechos que se ¿qué es lo que requiere mi atención inmediata y qué puedo pos­
encuentran individualmente, describen estos cambios como muy poner hasta más tarde? Constantemente clasificamos las necesida­
duros para su relación. des incompatibles en sus correspondientes categorías jerárquicas:
Al final, la mayoría de nosotros volvemos a reconocernos en lo crucial, lo importante, lo soñado, lo debidó, lo insignificante,
este nuevo contexw ·de familia. En el mejor de los casos, nos lo irrelevante, lo que da lo mismo, lo trivial, lo que quizá algún
convertimos en expertos en los cuidados básicos. Establecemos día hagamos y lo que jamás haremos. El sexo a menudo perma­
el apoyo que necesitamos. Diseñamos una división de tareas, tan­ nece firme al final de la lista de los quehaceres y jamás cede el
to en el campo doméstico como en el profesional, que todos poda­ último lugar a otras tareas más mundanas.
mos sobrellevar. Hacemos los arreglos necesarios para el cuida­ Pero ¿por qué la conexión erótica con nuestra pareja termina
do de los niños; afianzamos la relación con nuestros padres; siendo tan secundaria? ¿Realmente importa si los platos se que­
robamos tiempo a otras tareas y nos tomamos breves descansos dan sin fregar o es que hay algo más detrás de nuestra misterio­
para nosotros. Con algo de suerte, dormimos toda la noche. Vol­ sa buena predisposición a renunciar al sexo? Tal vez haya algo
vemos a ir al gimnasio, terminamos de leer una revista antes de específico en relación con la moderna cultura estadounidense que
que el ejemplar siguiente llegue a nuestro correo y logramos cre­ refuerza el enmudecimiento erótico de los papás y las mamás. O
ar un espacio en el que podamos conectarnos .con el otro como tal vez sea que en el contexto de la familia, simplemente, es dema­
adultos. siado difícil integrar el erotismo.
,,
:¡·¡ ;
180 Inteligencia erótica '1
1
11
VIII. Paternidad 181

,, Paternidad, S.A. pagar la universidad a Becky (todo esto dicho sin que el que i¡ !
111

habla se tome un respiro).


,

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1¡, ,

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La segqridad y la estabilidad adquieren un significado completa­ -Ya no voy a fiestas hasta las cinco de la mañana, en espe­
mente nuevo cuando los niños entran en escena. Si lees cualquier cial cuando debo levantarme a las cinco y media --o a las seis y .:('

\,
libro para padres sobre bebés y niños pequeños, verás una y otra cuarto si el bebé se siente generoso. ,,
vez que el énfasis se pone en la rutina, la previsibilidad y la -Antes de que nacieran los niños, hacíamos las cosas sin
regularidad. Para que los niños se sientan seguros para salir al pensarlas. Si decidíamos ir de acampada, subíamos la tienda de
mundo y explorarlo por sí mismos, necesitan una base sólida. campaña al coche y salíamos. Podía llamar a Dawn a la oficina
La paternidad requiere que seamos estables, fiables y responsa­ a las cinco y cuarto de la tarde para hablarle sobre el grupo que
',
bles. Clavamos los pies firmemente sobre la tierra para que nues­ tocaba a las nueve de la noche, y siempre nos encontrábamos
tros hijos aprendan a volar. Incluso antes de que llegue el bebé, allí. Ahora compramos entradas para toda la temporada y• ter­
1,
:¡,
'
1 '
revisamos nuestro seguro de vida, compramos un automóvil con minamos regalando la mitad.
airbags y nos mudamos al mejor barrio (es decir, al más seguro) La vida familiar florece en un ambiente cómodo y consisten­
que podamos permitirnos. Reducimos nuestro consumo de alco­ te. Sin embargo, el erotismo reside, precisamente, en la imprevi­
hol, dejamos de fumar de una vez por todas y comenzamos a tener sibilidad, la espontaneidad y el riesgo. El eros es una fuerza que
algo de reserva en el frigorífico aparte de cerveza y condimentos. no gusta de restricciones. Cuando se acostumbra a la repetición,
Hacemos todo esto por nuestros hijos, pero también lo hace­ a la rutina o a las reglas, está herido de muerte. Entonces se con­
mos por nosotros mismos. Al enfrentarnos a ese gran desconoci­ vierte en aburrimiento y, a veces, lo que es peor, en repulsión. El
do que es la paternidad, intentamos establecer la mayor seguri­ sexo, un heraldo de la pérdida de control, está lleno de incerti­
dad que podemos. Creando una estructura, buscamos encerrar dumbre y vulnerabilidad. Pero cuando los niños entran en esce­
en ella lo impredecible. Organizamos, priorizamos, nos convertí-. na, nuestra tolerancia ante estas emociones desestabilizadoras des­
mos en personas serias. En el proceso, dejamos a un lado lo frí­ ciende en picado. Tal vez sea ésta la razón por la cual se las
volo, lo inmaduro, lo irresponsable, lo imprudente, lo excesivo y relega con tanta frecuencia al margen de la vida familiar. Ló que
lo improductivo, ya que todo esto choca con nuestra tarea: cons­ el erotismo hace �recer es, precisamente, aquello de lo que se
truir una familia. defiende la vida familiar.
-Cuando nació Jirumy, me deshice de mi moto: ya no pue­ Muchos de nosotros estamos tan inmersos en nuestro papel
do permitirme morir en un accidente. de padres que no podemos liberarnos, aun cuando deberíamos
-Soy escultor, pero acepté este puesto para hacer presen­ hacerlo.
taciones de PowerPoint para una empresa de inversiones de -:-Supe que temamos problemas cuando ni siquiera podía pen­
!'
1

primera categoría porque el sueldo y demás beneficios son fan­ sar en tener sexo hasta que todos los juguetes estuvieran en su lugar
1 tásticos y disfrutaré de derechos adquiridos tras cinco años de per­ -admite a regañadientes mi paciente Stephanie-.Y luego los pla­
manencia, por lo que no tendré que preocuparme por la jubila­ tos, la ropa sucia, las facturas, el perro... La lista nunca termina.
ción y podré colocar todo el dinero extra en una cuenta para Las tareas siempre parecen ser lo primero y la intimidad entre
'I
1
182 Inteligencia erótica VIII. Paternidad 183
1(

Warren y yo queda postergada al olvido. Si me preguntaran: «¿Qué -Antes de tener bebés, nunca había limpiado, por ejemplo,
prefieres hacer: limpiar el suelo de la cocina o hacer el amor con el compartimento de la nevera para los huevos. Era muy desor­
tu esposo?», por supuesto que elegiría tener sexo. ¿Pero en la vida denada. Tenía libros y papeles por todos lados, y nunca viví eso
real? Aparto a Warren a un lado y agarro la mopa. como una falta de control. Para mí era cómodo. Pero ahora sien­
Es fácil menospreciar a la mopa. Como le sucede a muchas to esta necesidad de esforzarme con mis cosas. Es como luchar
madres (sí, madres), a Stephauie le molesta limpiar, aun cuando contra el desorden, una batalla personal contra las fuerzas del caos
se siente compelida a tener su hogar ordenado, como un símbo­ que sé que vencerán en cuanto me dé la vuelta para ver la tele­
lo de maternidad exitosa. Se siente irresistiblemente atraída por visión o -¡Dios no lo quiera!- para tener relaciones sexuales con
la limpieza, como si el orden en el exterior pudiera transmitir mi marido.
paz al interior. Y hasta cierto punto es así. Aunque su lista de Antes de que naciera Jake, Stephanie trabajaba como jefa de
. quehaceres sea odiosa, hay algo en el hecho de hacer las cosas departamento en una compañía de transportes internacionales.
que le brinda cierta sensación de control y eficaci,¡: suficientes Siempre había planeado volver a trabajar después del permiso
cereales y galletas para merendar durante tres semanas, armarios por maternidad, pero el nacimiento de Jake hizo que cambiara
ordenados, los próximos zapatos ... dos números más grandes. de parecer. No podía soportar la idea de dejarlo y, tras hacer los
Éstas son actividades que tienen resultados inmediatos y percep­ cálculos correspondientes, se dio cuenta de que, en cualquier caso,
tibles, mucho más manejables qué la duración indefinida y los la mayor parte de su sueldo se destinaría a la niñera. Han pasa­
temores que conlleva criar a un hijo. do cinco años y ha llegado Sopbia.
Los niños son una bendición, un deleite, una maravilla ... pero -Con un niño de cinco años y una niña de dos, dedico a mis
también suponen un pequeño cataclismo. Estos queridos intru­ deberes de madre las veinticuatro horas del día y los siete días de
sos nos llenan con una profunda sensación de vulnerabilidad y la semana. Si me queda algo de tiempo, lo quiero para mí. Cuan­
falta de control. Tememos que algo malo les suceda o, peor aún, do Warren se me acerca, da la sensación de que 'otra persona más
tememos perderlos. Nos mantienen rehenes de una ansiedad está buscando algo de mí. Sé que ésa no es su intención, pero así
constante. Los queremos mucho y queremos protegerlos a. cual­ es como me siento. Ya no me queda nada para dar.
quier precio. Podemos anestesiar estos terribles pensamientos u -¿Cuándo se convirtió la intimidad sexual en una necesidad
obsesionarnos con ellos, pero, en cualquier caso, deseamos que suya solamente? ¿No añoras tú también la conexión? -le pre­
todo salga bien. ¿Están ellos bien? ¿Cómo puedes saberlo? ¿Con­ gunto.
trolé bien la situación o deberíamos comenzar a ahorrar para la Se encoge de hombros:
1
'! terapia además de para la universidad? Ante estos sobrecogedo­ -En realidad, no. Sigo pensando que en algún momento
res interrogantes, Stephanie corre hacia la mopa, incluso si no regresará, pero no puedo decir que la eche de menos.
hay necesidad de ello, ya que le proporciona un atisbo de con­
trol en lo que de otra manera sería un ambiente emocionalmente
¡ caótico. Mientras el deseo de Stephauie ha permanecido estancado, la frus­
En realidad, Stephanie solía ser bastante dejada: tración de Warren ha aumentado significativamente.
1
1
I 84 Inteligencia erótica VIII. Paternidad 185

-Ya he intentado de todo -dice Warren-. Pide ayuda y yo darlas. Siempre está pensando en cosas divertidas y nuevas que
la ayudo. Lavo los platos, la dejo dormir hasta tarde los fines de hacer con sus hijos. El amor de los padres vibra con vitalidad.
semana, salgo con los niños para que tenga tiempo para ella. Pero, Al ver a Stephanie relacionarse con su familia, parece que su
lo sabes, yo también trabajo . Me paso todo el día realizando tra­ energía y sus ganas de jugar no desaparecieron al ser mamá. En
bajos que tienen un plazo de entrega determmado. No es, preci­ su vida siempre hay aventuras y cosas nuevas, pero todo sucede
samente, que esté de merienda al aire libre. Ella cree que lo úni­ en relación con sus hijos, dejando a Warren anhelante. En este
co que quiero es acostarme con ella, pero no es así. Quiero llegar momento, los niños son la aventura.
a casa y estar con mi esposa alguna vez. Sin embargo, lo que me Si pensamos en el erotismo no como sexo «per se», sino como
encuentro es una mujer que se ha convertido totalmente en madre. una energía vibrante y creativa, es fácil ver que el pulso erótico
Todo gira en torno a los niños: qué debemos planear, qué debe­ en Stephanie está vivo y se encuentra en buen estado. Sin embar­
mos hacer, qué debemos comprar. ¿No podemos dejar de hacer go, ya no gira en torno a su esposo. Ahora ha sido encauzado
eso de vez en cuando? hacia sus hijos. Para Jake, los momentos de juego son constan­
-¿Has visto la película Antes del atardecer? -le pregunto-; tes, pero Stephanie y Warren sólo tienen fechas especiales ·tres
En un momento, el protagonista, Jesse, dice que se siente como veces �l año: los cumpleaños de ambos y su aniversario. Para
si estuviera dirigiendo una guardería con alguien con quien antes Sophia, lo último en moda . infantil, pero para Stephanie, sólo
solía salir. sudaderas. Alquilan veinte películas infantiles por cada película
-¡Exacto! -dice bruscamente. para adultos. Largos abrazos para los niños mientras los adultos
-¿Os divertís alguna vez? - le pregunto. sobreviven con una dieta de besos cortos.
-Lo pasamos bien. Hacemos muchas cosas juntos, como Todo esto me lleva a otro punto. A Stephanie los niños le
familia, y me encanta . La semana pasada fuimos a recoger man­ brindan un gran placer físico. Quiero que esto quede perfecta­
zanas. Paseamos en bicicleta, vamos al parque, hacemos ese tipo mente claro: ella conoce la diferencia entre sexualidad adulta y
de cosas. Los niños son fantásticos; nos reúnos ·mucho. Stepha­ la sensualidad que proporciona el hecho de cuidar a niños peque­
nie es una mamá increíble. Siempre busca algo nuevo para hacer ños. Como la mayoría de las madres, ella nunca pensaría en bus­
1

juntos. car el placer sexual en sus niños. Pero, en cierto sentido, ha habi­
-¿Juntos «los dos» o todos juntos? do un reemplazo. La sensualidad que las madres experimentan
�Todos juntos -refunfuña. con sus hijos, de alguna manera, tiene mucho más que ver con
la sexualidad femenina en general. Para las mujeres, mucho más
que para los hombres, la sexualidad existe a través de lo que el
Eros se desvía historiador italiano Francesco Alberoni llama un «principio de
continuidad». El erotismo femenino es impreciso: no está loca­
Stephanie tiene muchísima creatividad: proyectos de arte, cami­ lizado en los genitales, sino que está distribuido por todo el
natas al aire libre, visitas a museos y estaciones de bomberos, cuerpo, la mente y los sentidos. Es táctil y auditivo; está rela­
espectáculos con títeres, cortar y hornear galletas . . . y luego meren- cionado con el olfato, la piel y el contacto; la excitación a
186 Inteligencia erótica VIIL Paternidad 187

menudo es más subjetiva que física y el deseo se presenta den­ lado, y la reciente cultura del cuidado de los niños que ha exa­
tro de un entramado de afecto. gerado esta relación hasta niveles asombrosos, por otro.
En la relación física entre madre e hijo existen muchísimas La intensa concentración de Stephanie en sus hijos no es una
i,
experiencias sensuales. Acariciamos su sedosa piel, los besamos, mera cuestión de idiosincrasia, no es simplemente un reflejo
j',,
los acunamos, los meneamos. Mordisqueamos los dedos de de su propio estilo personal. De hecho, este tipo de cuidado dili­
I' sus pies, ellos nos tocan el rostro, lamemos sus dedos, permi­ gente en exceso constituye una tendencia bastante nueva, que
timos que nos muerdan cuando están echando los dientes. Ellos ya ha alcanzado su cumbre de insensatez, o al menos eso espe­
nos cautivan y podemos mirarlos durante horas. Cuando nos ro. La infancia representa, ciertamente, una etapa crucial de
devoran con esos grandes ojos, nos enamoramos y ellos-tam­ la vida, que inevitablemente moldea el futuro del niño. Sin
bién. Esta maravillosa fusión guarda .una llamativa semejanza embargo, durante las últimas décadas se ha puesto mucho énfa­
, '¡

·
con la conexión física que se da entre los amantes. De hecho, sis en la felicidad del niño, lo que haría estremecer a nuestros
abuelos. La infancia ha sido tan sacralizada que ya no parece
i i!
';
cuando Stephanie describe el éxtasis inicial de su relación con
Warren (miradas prolongadas, fines de semana en la cama, ridículo que una mujer adulta se sacrifique totalmente en aras
diálogos con lenguaje infantil, mordiscos en los dedos), la simi­ de un desarrollo ·perfecto y sin dolor del niño: una fábrica de
litud es inconfundible. Cuando dice: «Al final del día, ya no crianza de niños manejada por una sola persona y que funciona
me queda nada para dar», la creo. Pero también he llegado a las veinticuatro horas del día. Esto dista mucho de la época
creer que, al final del día, ya no hay nada que ella necesite. (no tan lejana en los Estados Unidos y aún vigente en muchas
Todas estas actividades lúdicas y la relación íntima que tie­ partes del mundo) en la que se consideraba que los niños eran,
ne con el desarrollo de sus hijos, toda esta conexión de piel, · principalmente, un recurso económico colectivo, por lo que
han capturado la potencia erótica de Stephanie, en detrimento las mujeres tenían muchos, con la esperanza de conservar, al
de la intimidad y la sexualidad de la pareja. Esto es lo que menos, unos pocos. Hoy ya no obtenemos de nuestros hijos
significa que el eros· se ha desviado. La energía exacerbada de la resolución de nuestros problemas; hoy obtenemos de ellos un
Stephanie se ha desplazado hacia sus hijos, quienes se han con­ significado a nuestra vida.
vertido en el centro de su placer emocional. Mientras tanto, el individualismo propio de los estadouni­
denses, con su centro de atención en la autonomía y la res­
ponsabilidad personal, nos coloca entre la espada y la pared
El culto a los niños en lo que se refiere a la vida familiar. Por un lado, investimos
a nuestros niños con una idealización sentimental y poseemos
El placer sensual de cuidar a los pequeños es natural y universal. una cultura del cuidado de los hijos que exige bastantes. recur­
También es sabio desde el punto de vista de la evolución: el vín­ sos afectivos y materiales. Por otro lado, tenemos una socie­
culo de una madre con su hijo es una poderosa respuesta fisio­ dad que carece notablemente del apoyo público que se necesi­
lógica que asegura la supervivencia del bebé. Sin embargo, qui­ ta para llevar a cabo este proyecto fundamental. Los servicios
siera establecer la diferencia entre el vínculo padres-hijo, por un básicos para nuestros hijos (en medicina, guardería y educación)
*' 111!

188 Inteligencia erótica VUI. Paternidad 189

están fuera del alcance de muchas familias, incluso de familias estaría más predispuesta al sexo. Ella desearía a veces poder tener
de clase media. En nuestra cultura individualista, tendemos a contacto físico sin tener que ir directamente al sexo y se queja
asumir como propias estas deficiencias de los servicios públi­ de que las exigencias de Warren son una prueba de su insensibi­
cos, contemplándolas como fracasos personales. Como la abue­ lidad. Ella oscila entre el resentimiento y la culpa.
la vive a tres mil kilómetros y en algunos lugares una buena Warren se siente desplazado y alega que lleva años escu­
guardería cuesta unos treinta mil dólares al año (y el coste chando una letanía de excusas.
sigue aumentando), a las parejas les falta el aire, el espacio, el -Primero, tenía náuseas, luego estaba muy cansada, luego
tiempo y el dinero. estaba ya muy gorda. Cuando Jake nació, fue la episiotomía,
rS¡.·:
La importancia del cuidado de los niños, sumada a la esca­ el período de lactancia, los pezones doloridos. «Ahora no, estoy
sez de recursos, · afecta en-especial a las madres, quienes llevan amamantando a Jake. » «Ahora no, acabo de terminar de ama­
la mayor parte de la carga en las parejas heterosexuales. Y mantar a Jake. » «Ahora no, tengo que amamantar a Jake den- ·
esto no acaba aquí. Este enfoque sin precedentes en los niños tro de un rato. » Luego estaba muy gorda, muy fuera de for­
que tienen los matrimonios modernos se está extendiendo den­ ma. Lo hicimos durante un breve período de tiempo, mientras
tro del ámbito del romanticismo subyacente. No sólo quere­ intentábamos concebir a Sophia, pero ahora hemos vuelto de
mos ser padres perfectos y darles todo a nuestros hijos, sino nuevo a cero.
que también queremos que nuestra relación marital sea ale­ Para cuando vienen a verme, están encasillados en un patrón
gre, completa, excitante sexualmente e íntima emocionalmen­ de comportamiento. Él toma la iniciativa, ella lo rechaza; él
te. De hecho, en nuestra cultura, la supervivencia de la fami­ se siente desairado y se retrae; ella se siente privada de afecti­
lia depende de la felicidad de la pareja. Pero cultivar la relación vidad y desconfía aún más de sus motivaciones sexuales.
Í,"c ,

ideal requiere cuidado y atención, y esto compite directamen­ -No nos llevamos lo suficientemente bien como para
te con la paternidad de «contacto total » que muchos de nos­ siquiera intentarlo -se queja Stephanie.
otros alentamos. El idilio utópico result<Lmalogrado ante la rea­
i, Se culpan mutuamente por su desdicha sexual y ambos creen
lidad de la vida familiar. Stephanie se siente abrumada porque, que la responsabilidad de mejorar reside en el otro.
en efecto, lo está. Estoy preocupada por ellos y se lo hago saber; y no es por­
que piense que una pareja no pueda tener una relación viable
sin sexo: la ausencia de deseo sexual, cuando es mutua, no es
Warren desea que vuelva su esposa necesariamente un indicador de insatisfacción. Hay muchas
maneras de estar comprometido felizmente y no siempre el sexo
Stephanie y Warren personifican una configuración matrimonial está incluido. Sin embargo, si uno de los dos realmente echa
muy cdmún: ella está absorta en los niños, exhausta, y no tiene de menos tener sexo y no logra llamar la atención del otro,
interés alguno por el sexo; él se siente frustrado y solo. A ella le una perniciosa espiral hacia abajo se pone en movimiento.
molesta que todo lo que se refiere a los niños y al hogar recaiga Para estas parejas crónicamente desilusionadas, la ausencia de
directamente sobre sus hombros y dice que si él la ayudara más, intimidad sexual crea un vacío emocional. Tarde o temprano,
,;
1
190 Inteligencia erótica VIII. Paternidad 191
¡ '.,1i
las cosas llegan a un punto crítico. Se rebelan y encuentran el de tomar la iniciativa, y no era muy usual que experimentara .el
sexo en otro sitio: a través de Internet o en flirteos, engaños o deseo de forma espontánea. En aquellos días, el papel de Warren
aventuras amorosas. O se van, aunque tengan que esperar para era generosamente complementario: la timidez de Stephanie se
ello a que los niños crezcan. O se quedan, pero se convierten disipaba ante la firmeza de él. No sólo la hacía sentir deseada y
en seres tan amargados y resentidos que ojalá se hubieran ido. deseable; también la hacía sentir deseosa. La seducía lentamente,
Warren y Stephanie parecen encaminados en una dirección pro­ despertaba sus sentidos de forma gradual y ella respondía con
blemática. entusiasmo. Esta capacidad de respuesta, tan marcada al princi­
Stephanie no logra ver que detrás de la persistente insistencia pio de su relación, ocultaba temporalmente su característica fal­
de Warren se encuentra el anhelo de tener intimidad con su ta de deseo sexual (un rasgo que muchas mujeres comparten).
esposa. Para él, el sexo es un preludio de la intimidad, un Le señalo a Warren que ella podría mostrarse más receptiva
camino a la vulnerabilidad emocional. Ella le responde como hoy en día si él prestara más atención a cultivar su deseo que a
si él fuera un niño más y no se da cuenta de que esto no sólo simplemente observarlo. Para ella, el amor y el deseo son inse­
es para él, sino también para ella. Como muchas otras muje­ parables. Ella necesita sentir cierta intimidad antes de permitirse
res, una vez que está en el rol de cuidar a los niños, le es muy la vulnerabilidad que implica el sexo; de no ser así, se siente nn
difícil salir de él. Mentalmente está tan pendiente de lo que hace objeto.
por los demás que es incapaz de advertir cuándo alguien le ofre­ -A veces parece que él sólo desea un escape. No tiene nada
ce algo. que ver conmigo --dice Stephanie---. Se te quitan las ganas.
Lo que Warren encuentra intolerable es que su acercamiento -Stephanie necesita que tomes la delantera, pero no puedes
esté teniendo, precisamente, el efecto contrario al que él pre­ solamente comprarle el billete: debes hacer que sienta interés por
tende. Está desesperado por ver un destello de deseo en Ste­ el viaje -le digo a Warren-. Tú tienes un importante papel como
phanie, pero quiere que sea en ese momento, de forma repen­ gnardián de la llama. En este momento, ella sólo siente presión.
tina y total, como le sucede a -él. Le explico que esperar -que Ella percibe- tusinsinuaciones-como-bruscas y molestas. Cree qne
nuestra pareja esté de humor sólo porque nosotros lo estamos todo lo que quieres es tener sexo. Demuéstrale que no es así.
conduce a la desilusión. Consideramos su falta de deseo cómo
un rechazo de índole personal y olvidamos que uno de los
mayores elixires de la pasión es la expectativa. No puedes for­ A la búsqueda de Stephanie
zar el deseo, pero sí puedes crear un ambiente donde el deseo
pueda desarrollarse. Puedes escuchar, invitar, provocar, besar. Fue más difícil para mí llegar a Stephanie, ya que ni ella ni yo
Puedes tentar, halaga¡; enamorar y seducir. Todas estas tácti­ podíamos separarnos con facilidad de la gran cantidad de pre­
cas ayudan a construir una base erótica desde la cual tu pare­ siones ideológicas que se escondían debajo de la superficie de nues­
ja puede elevarse con mayor facilidad. tra conversación. Si confirmaba las necesidades de su marido,
Incluso antes de tener a los niños, la postura de Stephanie en podía fácilmente interpretarse que negaba las de ella. ¿Cómo invi­
la sexualidad se correspondía más con la de recibir que con la tar a una mujer a que vuelva a conectarse con su cuerpo y su
VIII. Paternidad 193
l 92 Inteligencia .erótica

Situamos sus experiencias personales en un contexto cultural más


sexualidad, más allá de sus hijos, cuando ella no tiene interés algu­
. no o cuando siente que no lo merece o se siente �gotada?; ¿cómo amplio y hablamos sobre cómo la política sobre la maternidad,
el mito de la castidad y la visión del embarazo y el nacimiento
evitar que sienta la presión de tener que dividirse entre las nece­
del niño como una cuestión médica conspiran para despojar a la
sidades de sus hijos y las de su marido, dejando a un lado las
maternidad de sus componentes sexuales. Le recomiendo que lea
propias eternamente? No quería imponer mi parcialidad con res­
el libro Sexy Mamas, de Cathy Winks y Anne Semans, que tra­
pecto al sexo y agregar más presión a la situación.
-Nunca me escucharás -esto fue lo ·que le dije- decir que ta el tema de la sexualidad y la maternidad de un modo accesi­
ble, realista y positivo. Le sugiero que lo deje a la vista, sobre su
deberías obligarte. No hay nada más desalentador eróticamente
mesilla.
que tener sexo porque te lo piden. Sin embargo, realmente pien­
Estas conversaciones tenían como objetivo volver a introdu­
so que el sexo es importante: para ti, para tu matrimonio y para
cir el tema del sexo en el campo psíquico de Stephanie y ayu­
tus hijos. Me asombra tu buena predisposición a privarte de una
darla a obtener una visión de sí misma como ser sexual. Duran­
li parte tan importante de ti misma. ¿Cómo es que en la larga lis­
te años, ha dejado su deseo en manos de Warren, a quien le
ta de cosas que tus hijos necesitan no figura «padres que tengan
había sido asignado el mantenimiento de la vida erótica de la pare­
.sexo»?
ja (además del de los neumáticos para la nieve, el césped y la basu­
Muchas mujeres luchan para integrar la sexualidad en la
ra). Sabía que estábamos bien encaminadas cuando dijo sin que­
maternidad. Nuestra cultura equipara la devoción maternal a la
rer: « ¡Durante toda mi vida he sido una rezagada sexual y no
falta de egoísmo: abnegación, negación y sacrificio propio. Duran"
me agrada que Warren sienta que tiene derecho a algo que ni yo
te años, Stephanie ha colocado a los niños en primer lugar y se
misma me permito! ».
ha olvidado de ella misma por completo. Ha renunciado a su
Juntas cambiamos el enfoque: el centro ya no era la negación
libertad y a su independencia (ambas, bases fundamentales del
de sí misma, sino el conocimiento de sí misma. _Analizamos cómo
deseo) Y ha dejado de ser ella misma, una persona por derecho
podría recuperar su derecho al placer, con su inherente carga de
propio. Volver a conectarse con-su -Yo-erótico; separado·-de su
egoísmo, de manera tal que no sintiera que es una mala madre.
Yo maternal, es clave. Juntas investigamos cuán evasiva puede
Como resultado de estas conversaciones, Stephanie hizo algo radi­
ser su parte sexual. Exploramos su historia sexual, cómo se expre­
cal (por sí misma): se fue a un refugio con su hermana durante
saba la sexualidad en su familia mientras ella crecía y cómo ha­
un fin de semana, dejando que Warren y los niños se las arreglaran
bían sido sus primeras experiencias. Ella me cuenta lo incómoda
solos. Llegar a eso llevó mucho trabajo, pero creo que antes de
que se sentía su madre con respecto al sexo, y que nunca habla­
que ella pueda abrirse al sexo, necesita expandir el dominio de
ba abiertamente sobre el tema, sino que hacía referencias implí­
su placer personal. Al ser más generosa consigo misma, espero que
citas a la moralidad y al pecado. Ella nunca pensó que su madre
pueda ser más receptiva a su esposo.
'
fuera un ser sexual y yo no dejo de pensar en que, taÍ vez, la
No me inclino demasiado por poner deberes para casa en la
historia se esté repitiendo.
terapia, especialmente cuando la lista de quehaceres domésticos
Hablamos sobre cómo cambió su identidad sexual como con­
es casi infinita. Al mismo tiempo, actuar es un requisito previo
secuencia del embarazo, el parto, la lactancia y la maternidad.
l 94 Inteligencia erótica
VIII. Paternidad 195

para poder cambiar. Por eso les pido a Warren y a Stephanie, al


fmal de una de las sesiones, que cada uno haga algo de mane­ gar a la madre y la madre lo admite, desviando su atención hacia
ra diferente durante las semanas siguientes. No deben hablar de é� esto basta para volver a equilibrar a toda la familia. Los lími­
tes se desvanecen y se establecen nuevas reglas respecto a las
ello, ya que su esfuerzo se valorará por su intención y no por
fronteras que demarcarán áreas que son solamente para adultos.
su éxito.
Se distribuye el tiempo, los recursos, los juegos y la diversión, y
-Me gustaría que fueseis más allá; que hagáis algo, lo que
se rescata a la libido de su jubilación forzosa.
sea, que os lleve un paso más allá de lo normal -le digo a
},i Mi labor con parejas gais y lesbianas me ha llevado a reco­
Warren-. Solemos hacer por los demás lo que nos gustaría que
i

nocer que esta dinámica se repite cada vez que uno de los padres
hicieran por nosotros, pero eso no es necesariamente lo que ellos
(sin importar su sexo) se hace cargo de los niños. Como las pare­
1, , qúizá querrían. Esto consiste, en parte, en trabajar yaceptar vues­
jas del mismo sexo no están obligadas a cumplir con la división
tras diferencias. En una época buscabas a Stephanie con mucha
I' tradicional de tareas (las mujeres en casa, los hombres en la ofi­
creatividad, pero ahora ya no lo haces. Creemos (y no sólo tú)

fJ que necesitamos buscar lo que aún no poseemos. El truco está


en que para mantener el interés erótico de nuestra pareja debe­
mos ser más seductores, no menos.
cina), ofrecen un buen punto de comparación. Veo una y otra
vez que quien asume el rol de cuidador primario casi siempre sufre
los mismos cambios que Stephanie: una inmersión total en la
¡,.·
1

vida y en el ritmo de los niños, una pérdida del Yo y una mayor


A estas alturas, el sexo ha sido relegado y se ha convertido úni­
dificultad para lograr salir de los quehaceres domésticos (una com­
¡: camente en lo que Warren desea y lo que Warreh añora. Stephanie
pulsión que brinda sensación de frustración y de seguridad al
pasó de ser receptiva a ser reactiva. Se trata de una posición pasi­
mismo tiempo).
va, en la que su mayor poder es el rechazo. Le sugiero:
El papel del padre más autónomo es ayudar a quien más tiem­
-Recuerda que un no absoluto tiene una connotación bas­
po dedica a criar a los niños a que se desconecte de ellos y vuel­
tante restrictiva. Lo que reahuente lo hiere es el rechazo rotun­
va a inyectar energía en la pareja: «Deja los juguetes por ahora,
do. Puedes hallar más libertad si le dices «tal vez» 0 « besémo­
nadie va a darte una medalla; ve a dormir un rato». «No tienes
nos» o incluso «convénceme». Warren, más que nadie, puede
por qué hacer esas tartas de nueces. Ya has hecho suficiente por
ayudarte a que vuelvas a conectarte con la mujerque se encuen­
hoy.» «Está la niñera; sentémonos diez minutos y tomemos una
tra dentro de la madre. ¿Te imaginas cómo sería educarlo en
copa de vino antes de que se vaya.» Es un enfoque distinto sobre
lugar de darle de lado? Invítalo a invitarte y observa qué sucede.
la «división de tareas» tradicional que enfatiza el compartir res­
Stephanie, consumida por la maternidad, rápidamente deses­
timó el valor inherente a la persistencia de Warren. Desde mi ponsabilidades y reciprocidad, y acepta la relación interdepen­
diente de ambos compañeros.
punto de vista, Warren le recuerda constantemente que la inti­
Cuando Warren pregunta: «¿Quieres?», y Stephanie finahuente
midad erótica es importante. Con él y a través de él, Stephanie
le responde: «Convénceme», su dinámica comienza a cambiat
eventuahuente podrá comenzar a desenredar aquélla del vínculo
1 ' Esto interrumpe el agobiante antagonismo y da lugar a la tan nece­
! con sus hijos y a conseguir que parte de su energía vuelva a sí
sitada reciprocidad. Pedirle que la ayude supone, en sí misma,
misma Y a su relación con Warren. Cuando el padre quiere lle-
1

una expresión de firmeza sexual. Y Warren, finahuente aliviado


' '"
¡i
í
.i '
196 Inteligencia erótica
VIU. Paternidad 197

¡ del peso que implica ser quien siempre suplica, se propone recu­ necesitan saber que existen límites a su omnipotencia, y saber qué
perar a su esposa. Esto le da un nuevo sentido a su tarea de
1

es lo que se les está pidiendo de forma encubierta. Ellos necesi­


mantener la llama encendida. tan que tengamos nuestras propias relaciones amorosas, cual­
1
quiera que sea la forma en que éstas se desarrollen. Cuando
j¡ i estamos satisfechos emocional y sexualmente (al menos, razo­
nablemente satisfechos ... no pidamos demasiado), permitimos que
Levantar el embargo erótico
1 nuestros hijos experimenten su propia independencia con liber­
La pareja está bien encaminada, pero las fuerzas del eros aún no tad y apoyo.
'

están alineadas. Los rituales de seducción más elaborados de Si Stephanie y Warren van a volver a disfrutar, necesitarán libe­
'!i
Warren se ven frustrados, repetida y lastimosamente, debido a una rarse de esa concentración desproporcionada en sus hijos, tanto
! !
vida hogareña poco versátil . Hay algo absurdo en el grado en en lo material corno en el aspecto afectivo. Aunque se desee la
que sus vidas giran alrededor de sus hijos: fines de semana lle­ espontaneidad, la realidad de la vida- familiar exige cierta plani­
nos de torneos de béisbol infantil y fiestas de cumpleaños, niños ficación. Las parejas que no tienen hijos pueden tener sexo cuan­
i :: que se van a la cama apenas media hora antes que sus padres, do se les antoje, pero los padres deben ser más prácticos. Ya sea
una regla de «puertas abiertas» para el dormitorio de los padres... una noche a solas programada, un fin de semana lejos cada par
En seis años, Warren y Stephanie no han pasado un solo fin de de meses o media hora extra en el coche...; lo que importa es
semana solos, lejos de los niños. Han dejado de incluir sus nece­ que la pareja delimite el territorio erótico para ellos. Cuando Ste­
sidades dentro del presupuesto familiar y consideran que contra­ phanie y Warren se resisten a la idea del sexo premeditado, les
tar una niñera es un lujo exorbitante y no una necesidad vital.
l. En pocas palabras, nuncá se han reservado el tiempo y el espa­
digo:
-Planificarlo puede parecer prosaico, pero en realidad impli­
cio necesarios para relajarse y reponerse, ni corno individuos ni ca intencionalidad, y la intencionalidad transmite valor. Cuando
corno pareja. Al no estar ya concentrados el uno en el otro, se hacéis planes para tener sexo, lo que hacéis, en realidad, es afir­
han volcado en los niños para compensar lo que ya no tienen. mar vuestro vínculo erótico. Es lo que hacíais cuando erais novios.
He advertido, con el correr de los años, que concentrarse en Pensad en ello como un juego preliminar prolongado: en lugar
los niños no es sólo un estilo de vida, sino que a veces también de veinte minutos, son dos días.
representa una estructura afectiva. De hecho, los niños constitu­ Planificar ha sido de mayor utilidad para Stephanie.
' yen una fuente alimenticia para los adultos. Su amor incondi­ -La idea de Warren sobre una cita --dice-- es ésta: se acer­
cional y su devoción total infunden en nuestras vidas un gran
'
ca a mí para tener sexo el martes a las once y cuando 'lo recha­
significado. El problema surge cuando acudimos a ellos buscan­
''

zo dice: «¿Podemos tener una cita mañana por la noche?» . Le


¡,
! :-
do lo que ya no obtenemos de nuestra pareja: sentirnos especiales, he tenido que explicar que para mí las relaciones sexuales pro­
importantes y saber que no estarnos solos. Cuando trasladamos gramadas no son una cita. Necesito salir. Quiero comer algo que
esas necesidades afectivas adultas a nuestros hijos, les hacernos haya cocinado otro, o en platos que otra persona lavará . Cuan­
llevar una carga muy pesada. Para sentirse seguros, los niños do salirnos, conversamos, nos besamos, bromeamos. Podemos ter-
1 VIII. Paternidad 199

fi
198 Inteligencia erótica

zar sin riesgo alguno, lo cual puede durar años. Disfrutamos del
l·!
1:'
minar una frase sin que nadie nos interrumpa• Él me presta aten-
ci.o, n Y me hace sentir sexy.
deseo con impunidad, al menos durante un tiempo, y esperamos

cierta satisfacción sexual en nuestras relaciones serias . Para nues­


Su cita no sólo los ayuda a mantener su conexión emocional,
tros padres y abuelos, el sexo después de tener hijos tal vez no
que tan cn,tica es para Stephanie, sino que también ayudan a ésta
era tan distinto al sexo antes de tenerlos (el embarazo y la gran
a pasar por la transición de ser madre a tie
mpo completo a ser responsabilidad que acarreaba eran siempre una posibilidad inmi­
amante.
nente ), pero para la generación inmediatamente posterior a la
-Durante mucho tiempo, sólo pensaba en el sexo para ver
Segunda Guerra Mundial, y para todas las siguientes, la paterni­
có 0 podía evitarlo. En vez de ello, s aber que Warren y yo ten-.
dad co mplica nuestro estilo de vida liberal y autogratificante.
dnamo una cita me ayudó a esperarlo. M
� e mimo: me ducho
Este fenómeno es aún más mortificador debido a que tenemos con
'.11

me depilo las piernas, me maquillo. Hago un esfuerzo especial


qué compararlo: «Antes te encantaba tener sexo»; «solíamos hacer
para bloquear la negatividad y para permitirme ser sexual
el amor durante horas»; « antes sabía cómo excitarte ». Éstas son
La de Stephanie y Warren es una típica historia del efe�o que
. las quej as que escucho a menudo. Cuando la paternidad pone
tiene la patermdad sobre el erotismo, pero es sólo una entre
fin re pentinamente a la diversión, nos quedamos tan atónitos
muchas. Es la historia de una pareja heterosexual, blanca, de e1a-
s� media, . c como resentidos.
�s�da legalmente, cuyos ideales igualitarios y aspira­ Tanto los hombres como las mujeres se enfrentan a estos cam-
c10nes romant1cas desaparecieron sin piedad cuando pasaron de
ser dos a ser tres. Mi labor con ellos no ha terminado. Las cosas bios, pero no de la misma manera y por supuesto que tampoco
ha me¡•orado mucho, pero para esta pareja, y para esta mujei; por igual. La liberación que tanto reforzó la sexualidad de las

cwdar a los pequeños no va de la mano con el erotismo. Creo mujeres aún debe cruzar el umbral de la maternidad, la cual toda­ .,' I
q�_e cuando lleguen a la siguiente etapa de la vida ( cuando los vía no ha perdido el aura de moralidad y de santificación que
mnos vayan a � escuela y Stephanie vuelva a trabaj a¡; como pla siempre ha tenido. La asexualización de la madre constituye el
­
puntal de las culturas tradicionalmente patriarcales, agudizando la

nea) se ?beraran nuevas energías. Mientras tanto, pensar en esto
1

inv isibilidad sexual de las madres de nuestro moderno sistema


'
1

como solo na etapa de una relación duradera los a yuda a man­


1

� occidental. Tal vez nuestro legado puritan


o sea el que despoj a a
J

tenerse pacientes y optimistas.


·'

la maternidad de sus componentes sexuales; tal vez estemos con­


'
vencidos de que la lujúria está reñida con el deber maternal.
"

,1 .

Evidentemente, no existe una sola Norteaméríca, y las dife­


'

rencias culturales abundan en este vasto país. Mi amiga June me


Las mamás sexis existen
recuerda que no tod os los estadounidense
s llegaron en el May-
H oy en día llegamos a la paternidad con una identidad sexual qu
e,
,· frecu ntemente, ha florecido por completo. Todos nosotros flower.
� . nos
benefic1 s c uando la sexualidad se separó por comple
-Los negros no estamos, desde luego, libres de los proble-
�� to de la
reproducc10n. Como regulares conswnido mas sexuales, pero, sin duda alguna, nos preocupan mucho menos
res de métodos ant1- '
' '.
concept1v. os, e,. stos nos han otorgado el privileg¡·o que a ustedes, los blancos --dice--. El sexo es algo natural en la
.

de poder reto-
.

,:.

l8!.. \'·¡.1' .
¡¡ j�-
1!
- •
ii 200 Inteligencia erótica

VIII. Paternidad 201


vida y no un secreto sucio. Mis hijos saben
que yo tengo sexo·
yo sabía que mis padres tenían sexo. Ell
os ponían un disco d; dos Unidos, hay muchísimas mujeres que a diario se sublevan con­
Marvin Gaye, cerraban la puerta de
la habitación y nos decía tra la negación del eros. Para ellas, la maternidad anuncia una
que no molestáramos.
seguridad sexual nueva, una feminidad y hasta la restauración
n

Mi amiga argentina bromea ace


rca de que su esposo la 11 de uu cuerpo dolido. Un día, tuve sesiones consecutivas, prime­
«marm. ta» en 1a cama: ¿no es ama
la mejor manera de incorp ro con Stephanie y luego con Amber. Las realidades de su vida
tabú? Mi colega española Susa ora r el
na me dice que
en Madrid su cotidiana eran notablemente semejantes, pero sus experiencias no
me1or baza, desde el punto de vis
ta sexual, es su hermoso podían ser más distintas. Amber me dijo:
¡ !i de tres años. hi'1 o
-Solía decirle que no al sexo como parte de mi rutina, no
-En Nueva York es mi acento
.\, l
¡
, mi cabello, rm·s p·ternas, pero sé por quLEl rechazo a cualquier deseo, hasta al hambre, se ins­
!

·
desde luego, no mi hijo. ,
piraba en mi madre, que pesaba unos 48 kilos. Antes de tener a
. 11' Mi paciente Stacey, una mujer
. blanca que vive en Brook mis hijos, cuando mi marido me preguntaba si quería comer,
. conoce su demogra
con su h11a, l�
fía: también le decía que no. Lo rechazaba por costumbre, antes inclu­
-Los únicos hmnbres que co
quetean conmigo son el pe so de pensar en la pregunta.
tra antillano el dentista ruso, el pa dia­
� nadero italiano y » Ahora conozco razones mucho más profundas para decirle
puertornqueno de la tienda. ¿Lo el em ple ado
s hombres blancos? Olvídalo que no al sexo: el cansancio desesperado que implica la mater­
estoy con mi hijo, pasan de mí. . Sí
nidad, la rabia, al parecer insondable, hacia mi hijo de dos años
En cambio, mi hombre con un
bebé recibe una respuesta dif y medio por despertar a su hermanito, la amargura de no sentirme
rente: es un afrodisíaco. Un ho e­
_ mbre camínando por la cal . apoyada, el ser uu burro de carga para nuestra casa y los niños.
le co
�n bebe montado sobre sus hombros transmite la idea de Y aun así yo soy quien siente ansias por tener sexo, quien lo
est abi ­
n

lidad, compromiso y cuidado. Par


a muchas mujeres (y para pide o se desanima cuando no lo obtiene. P�so el día haciendo
nos hombres gais), eso es
algu­
sexy.
distintas actividades: amamantando, cocinando, agachándome
En su libro París to the Moon
, Adam Gopnik compara para recoger los juguetes, llevando niños, cambiando pañales. Tras
modelo asexuado de reproducción el
norteamer1·cano cOn ¡a v1s · . ,n unos días de sándwiches de mantequilla de cacahuete y discos
,
mas voluptuosa que tienen los 1o
franceses sobre el tema: compactos para niños, en los que participo del mundo de mis hijos
los libros estadounidenses sobre «Todos
el embarazo com1en zan y dejo a un lado el mío, quiero uu vaso de jerez, mi música y a
test, no con el acto». Y contin · con e¡
úa · «En Par1's, [el embara
·
_
algo que ha sucedido a causa del zo J es mi hombre. Me gustaría poder desprenderme de mi aspecto actual:
sexo y que, con ayuda y cabello revuelto, camisetas con manchas de vómitos y vaqueros
seios, puede devemr en que recup con-
_ eres la libertad para salir
,;

mas sexo. En Nueva York, el em y tener con macarrones y queso, todo lo cual conforma lo que conside­
barazo se relaciona con un ro el «cuerpo de madre». Tan a menudo como puedo, acuesto a
de hospital. En París, representa a sala
un capítulo en la educac1· , ese cuerpo con los niños.
. ental, una extr
tnn on sen-
aña consecuencia de los pla
ceres del cuerpo». Otra de mis pacientes, Charlene, aprende de sus hijos:
A pesar de lo domínante que es
este punto de vista en Est -Mis hijos me han enseñado a ser codiciosa. Mi bebé de
a-
quince meses puede estar mamando durante media hora, ir a jugar
'11
VIII. Paternidad 203

, de lo que pensaba . Desde ese momen-


,!i
e mueho mas
202

d
Inteligencia erótica

ui capa z . .
i .

F esa mtens1dad.
y regresar a por más en cuestión de minutos. Niega con la cabe­ d h g amor, Persigo
to cuan _
enos, la mater
m· dad le ha dad o
e d e tres pequ
1
za cuando le ofrezco leche en una taza o un biberón, me levan­ , m dr
e

li
a o

J
o

,A
ta la camisa y chilla hasta que desa brocho mi sostén. Cuando ve una nueva identi�ad
u e a

e vestía como un
�:; :: de veinte años, m
i

mi pezón sonríe, hace unos ruiditos y se abalanza sobre él. El de -Cuan d t P


zapatos de un num ' ero cuarenta
tres años quiere mi regazo , mi tiempo y mi atención siempre que éis p ios, vaqueros,
ema

r
o

chico: j r . confiaba
pueda robárselo a su hermano. Él me dice cómo sentarme . en el , � r echazo rotundo
hac1a 1a feminidad y des
na
am

. S la deshumaniza- .
e s

y dos _
C nfu día l a valoración con
suel o, cóm o d ebo exacta mente empuja r el camión y no siente
de sus mtenc�
. .
en

un hombre pudi
era interesarse en mí más
n

culpa ni vergüenza al decidir si jugar conmigo o con su padre, o q


o

cr 1
es

ción y no
n

. eto sexna¡• Hoy, mis pantalo-


quién lo acuesta . Por supuesto que no siempre obtienen lo que , . 'bilid ad como ob¡
ue

d'i p
e a

alla de fil " as muestran


. ustados, a la moda y d'1vertidos·, mis blus
quieren, pero me impresiona la fluida transmisión del deseo entre m1.
om

¡
s

, tip de mujer que


me conv rt1
su cuerpo y su mente. Se permiten sentir de una manera que ya el escote. Fmalmente . madre:
son a

sonrojar a m1
nes

. ar
1
h
o

, mrr
e en e

he olvidado -o me han educado para que rechace--, y obser­ padre italiano v lv n ria
�/ que' ,. �::a :e siento segura. No ten­
varlos me hace ser más consciente de mi propio cuerpo y me e gur . or
e

xy,
o

, s
se

codiciosa :, da, comple-


[a atenc1on de nadie, ya estoy atrapa
a

hace recordar mi propio deseo. r


s

11
e

go q os (cuatro
Para Renee, el embarazo constituyó el preludio de un proce­ nr da da en Ias neces
idades y deseos de otr - -
a

t
am

m uí no existe nm-
e

t
u

ntro lib rtad , aq


so de aceptación de sí misma que · nunca antes había experimen­ , aquí encu
v�rones, ad mas) y
en e e e

que yo no
a

;e pod No debo darle respuestas a nadie


e e

tado: gun ¡ uego exual, sen­


-El embarazo fue una experiencia medicinal para mí. De niña g¡" do. c::no madre' no tengo temor a ser s
haya c
fui objeto de a busos sexuales y siempre rehusé aceptar las seña­ sual y a hacer
valer mi deseo .
es o
)

les de feminidad de mi c uerpo. Tuve conflictos con mis musl os ·


durante veinticinco años. Estuve internada en un hospital por tras­
tornos alimenticios el año anterior a quedar embarazada. De Cuando papá sufre l a dep
resión posparto
hecho, estaba tan delgada que nunca pensé que podría llegar a sexnal-
nte abandonado
quedarme preñada. Llevaba años sin tener el período de una for­ mbr c m W arren, q_ue se sie
Por cada ho en mad re, hay
un hombre
ma regular. Sin embargo, en el mismo instante en que vi el sig­ p sa se convierte
o

d
e o

mente cua n
-rrnponante cambio al regresar
libid o sufre un
o

no positivo en el test rápido de embarazo, todo cambió. Fue la cuy


su es

L ,
o

como minución del deseo


aspectos, la dis
primera vez en la vida que sentí que l a comida era saluda ble. P rtos. En algunos
a

Ia sa la d
eo

d e pero a1
Me encantaba ver que mi cuerpo crecía. Por una vez, mis pechos n lg nuevo. "" , a1 vez no nos guste,
en 1as madres
a

.Pero qué sucede con e1


e

-
1d
eran red ondos por naturaleza y estaba orgullosa de ello. Muchas b
o es a o

menos p �;: : �: :::: ;� :mo alguno en la ma�e


e ti
l

de mis amigas se queja ban por la incomodidad y el aumento de ya p


mo

q . admite
ode

padre
s

e común , se
ri , aunque es igua¡ d
n n

peso. En cambio, yo finalmente sentí que estaba bien parecer una de sus hijos? Est hi t
ue no

con menor frecuencia.


a

mujer. Di a luz de manera natural; fue algo impactante. Me sor­


a s o

!j
·,
prendí al comprobar lo que mi cuerpo podía hacer y soportar.

,;. , ',i�
1-<"i
r:•i 1, -�----------
ti ,�
i
/
VIII. Paternidad 205
1
204 Inteligencia er6tica

Cuando Carla y Leo me vm1 la noche, era lo más mara­


. .eron a ver' ella esta ba a punto para que ella los amamantara durante
de volverse loca· Llevªban ¡un celoso. Soy un padre
. . tos di.ecisiete años: 1os pnm • eros villoso del mundo. No estaba en abso.luto
seis, desbordantes de pas1.o,n,· 1os cuatro s1gm .
. entes, un caos, a muy cariñoso y comprensivo.
' .i
.. consecuencia del nacimiento de 1os beb'es · y l muj er que ha
, ' os últimos si· ete, de -¿Qué sentías al chupar los pechos de una
vac10 sexual. Ella intento, desde hablar a sup bebé? -le pregunto.
¡¡cai; gntar y com- estado amamantando a un
pensarle. Tuvo algunas aventuras amorosas pasa¡er . o a lo físico era
a_s y, después, -Era extraño -responde-. Todo lo referid
una más seria. Él se enteró, ella 1o amenazo , . y debo decir que no
, , c on d1vorc1arse, él un poco raro. La vi dar a luz, dos veces,
le sugirió ir a terapia,· y aqm estan. vida sexual.
fue precisamente maravilloso para nuestra
-Estoy hartLde las excusas _ e d.ice ella- que debe ser
. El trabajo, el -Sé que se supone -digo, tranquilizándolo-
estrés, su padre moribundo·
, que de:e levantarse temprano' que y todo eso, pero nadie
. , un momento mágico, el milagro de la vida
no ha ido al g·unnas10 , esagradable. Para un
(as1 que no t'iene energia) , que le duele la parece querer admitir el factor smnamente d
·
espalda' mi aliento, m1. peso su confesar que ver a su
' peso. Durante mucho tiempo lo hombre, no es «políticamente correcto»
tomé como algo personal, per Hay un personaj e en
o ahora se acabó· Amo a este om-
h- mujer dar a luz puede resultar asqueroso.
bre, estoy dispuesta a quedarme con él, pero e es el señor Hal­
no puedo VJvrr . . así. uno de los libros de Alice Walker -creo qu
-Siempre me cons1·dere, -argumenta e'l- ahí, nunca más será
un hombre muy que ve dar a luz a su pareja y, a partir de
competente sexualmente· Bromea'b. amos con Dice que nunca hará
• os la s veces que rom- capaz de tocarla (ni a ella ni a otra mujer).
prrn muebles cuando empezamos a salir p. or pnm . era vez; había pasar a nadie por eso de nuevo.
mucha pasión. Nunca cons1.dere, que el na • mi manera de ser
crrn1e
· nto de los niñ.os -Es un poco extremista, pero sí. Cambié
tía tan libre. Creo
fuera un momento detenrun . ante en mi vid desde e ª .
1 punto de con ella, me volví más cuidadoso y no me sen
vista sexual' pero, obv1am desearla de esa mane­
. ente' algo camb"10' muy dentro de nú
· que me impidió ser agresivo o apasionado, o
Me doy cuenta de que Leo hab1' comenzad ª o a dis tancia rse ra (entregarme realmente a ella, o simplern
eµte poseerla, corno
físicamente cuando CarIa quedo, embara · cambio.
zada - de su -pnm er hi¡ .. o solíamos hacer). Indudablemente, supuso un
y no tuvi.eron contacto sexuaI alguno_ duran us hijos? -le pre-
te el último trimes- -¿No podías hacer eso con la madre de t
tre. Leo comenzó a llegar ca ·
da vez mas tarde de la oficma. Car- gunto.
a IO hablaron abier-
1a sabía que algo suced'ia, a pesar de que nunc
-Aparentemente, no -responde.
tamente. ta y santa madre
-Hablemos de esta dualidad entre prostitu
-¿Qué cambió para ti cuando ella fue , profundas. Muchos
mama.' -le pre - -le sugiero-. Tiene raíces psicológicas muy
gunto. re de sus hijos: pare­
hombres encuentran difícil erotizar a la mad
-Su significado para mí. -responde- oso, demasiado edípi­
· De pronto camb"10: ' ce demasiado regresivo, demasiado incestu
ya no era mi amante, Illl. campan_era y mi s la madre de los niños,
esposa, sm . o que era co. Lo que tienes que recordar es que ella e
1a madre de mi hi¡·o· y Iuego fue la madre · endaría cualquier cosa
de m1 otro hi¡. .o. Duran- no la tuya. Llegados a este punto, te recom
te un tiempo los niños la nece .
, sitaron por completo y a Illl, me pare- que , en una pequeña y saludable medida
, pueda convertirla en
c1a bien. Sentía que tener a los bebe,s durrru de la madre.
.endo a nuestro lado, un objeto: algo que pueda diferenciarla
206 Inteligencia erótica

Carla había estado callad


a durante gran parte . . pe
VIII. Paternidad 207
a la semaua siguiente' de ¡a ses1on, ro
no tuve duda aIguna d ,
do atención Riéndose e que hab1a de los otros medios que utilizamos para crear una familia) para
. , me conto• la hi.sto pr esta-
-Realmente quería ria. no morir. Nos hacemos un lugar en el ciclo de la vida y dejamos
soltarme con Leo· Qu
le una esmerada prolo • proporcionar­
ena una marca en el curso de la historia. Al dejar algo o a alguien
ngada y espectac�lar
la forma obligada o felación; no sólo de detrás de nosotros, vamos más allá de la mortalidad: ese alguien
correcta. Pero sabi
asunto de la esposa, a que estaba todo e es el representante de nuestra unión. De esta manera, tener un
¡a madre. ¿Me lo .. • se
comencé este juego y le . . perm1t ma? Entonces, niño se relaciona con el deseo. Es un acto puro que proporciona
d!J.e. «podemos tene
tes clase de sexo y tú r un par de d1f . eren- vitalidad. Resulta muy cruel ver que el niño deteriora la fuerza
puedes !lamarlo com
seas que continúe esta o qm·eras, pero si de que lo trajo al mundo.
fe!ac1o. • n, te costa -
qm. eres que continúe. rá alg º· 1en No hay duda alguna de que los niños hacen que la conexión
sería divertido, pero ¡
e·ien do• 1ares» · Pense� que mcludolar e· . es si
erótica sea más difícil de sostener. Existen exigencias diarias sin
0 que realment
ir dinero
e quena • saber era si Leo
apartar de su mente mi podía las que la familia no podría funcionar, pero que debilitan la espon­
papel de madre. Por lo
a tu esposa por una general' no ¡e pagas tane idad sexual. También está presente su innegable efecto en los
felacio'n. Fue un exp .
erunento enca recursos de la pareja: menos tiempo, dinero y energía para inver­
todo lo que puedo. decirt ntador; es
e.
-Quizá puedas comenzar tir en el otro. Existe la invisibilidad sexual de la madre estadou­
a ac tar taqet . as de cre•d1to. . Pod a
mos poner un lector de rí . nidense, la cual está tan arraigada en nuestra psique que tanto
taq·etas a1· lep ado de la carn
He recordado durante ª- bro_mea Leo. hombres como muj eres conspiran para negar la sexualidad en
earla. En un solo gesto, y ano - s la respuesta er •
de manera IUt .
otl·ca J·uguetona de las madres. Existen muchas formas de aislamos de la sexualidad
transformar el dilema . • . eligente, logro • capturar y en la familia, y actuamos suponiendo que debemos esconder el
· como devolverle e¡
madre. Leo temía expre pap e¡ de amante a
la sexo a los niños para protegerlos.
sar la crudeza de su
de sus hijos, una mu¡·er des eo ante la
mad re Para muchos padres, la idea de un jardín secreto provoca des­
· swnamente merecedora d amo
earla se arriesgó, interrum e- r y-resp to. de una profunda culpa y temor hasta distintos tipos de vergñen­
. .to• a se p1.0• e1 patron • de comPOrtam .
e
IUVI r su cómp li íento y lo za. Tememos que nuestra sexualidad adulta de alguna manera
· , ce erótico. Q
.
mto • del m . ·•
conv1rt1·0 en una muj - dio la repres1on y se dañe a los niños, que sea inapropiada o peligrosa. Pero ¿a quién
er sexuaJmente .
e
, provocativa
gia cobrar. por sus servi - Y vuJgar que exi- estamos protegiendo? Es más probable que los niños que ven a
cios. En �edio de esta
de la sexualidad desear aprobación explícita sus padres expresar a sus anchas su cariño. (discretamente, den­
ada, la iu¡tm.a de Le
0 finª1mente se des tro de determinados límites) acepten la sexualidad con la sana
ató.
combinación de respeto, responsabilidad y curiosidad que mere­
ce . Al censurar nuestra sexualidad, frenar nuestros deseos o renun­
la vida fam íliar
Escapar del asedio de
ciar a ellos por completo, transmitirnos intactas nuestras inhibi­
Tener un hijo es una ciones a la próxima generación.
de nuestras mayores a . .
to sentido, nos reprod . sp1rac1ones. En cier- Hay tantas razones para renunciar al sexo que aquellos que
• .camente o por
ucnnos (sea b1.olog1
no lo hacen merecen una mención especial. Las parejas valien­
al no
tes y con determinación, que mantienen la conexión erótica, son
gu

----------e::-· '
208 fnteligencia erótica

ante todo, parejas que la valoran. Cuando sienten que el deseo


entr� en crisis, se vuelven aplicados, y realizan intencionados y
conc1:nzudos esfuerzos para resucitarlo. Saben que no han sido
Piel y fantasías: en el santuario
los h11os los que extinguieron la llama del deseo; han sido los de la mente erótica encontramos
adultos los que fracasaron en mantener encendida la chispa
capítulo
nueve una ruta directa al placer
encendida.

«Toda la fauna de las fantasías humanas y su vege­


tación marina vagan sin rumbo y se regocijan en las
zonas apenas iluminadas de la actividad humana, como
si trenzaran gruesos mechones de oscuridad. Aquí tam­
bién aparecen los faros de la mente, cuyo aspecto exte­
rior se asemeja a símbolos menos puros. La puerta de
entrada al misterio se abre al contacto con la debili­
dad humana, y así entramos en los dominios de la oscu­
ridad. Un paso en falso y una sílaba titubeante revelan
juntos los pensamientos de un hombre. » )
LOUIS ARAGON

Cuando Catherine llegó a la pubertad, tenía 23 kilos de más.


Sexualmente invisible y continuamente rechazada, era la amiga fea
que se quedaba vigilando la puerta mientras sus amigas se besu­
queaban con muchachos al otro lado de la misma. Actualmente,
es una hermosa mujei; que lleva casada casi quince años. Ella y
su marido interpretan una fantasía en la que ella es una . prosti­
tuta de lujo. Los hombres pagan enormes sumas de dinero por
el placer de su compañía: la desean tanto que están dispuestos a
gastar pequeñas fortunas y a arriesgar sus empleos y matrimo­
nios por un poquito de su tiempo. Cuanto más escandalosas son
sus transgresiones, mayor es la valía de ella. Las humilladones que
r
11
i
i
2!0 Inteligencia erótica
lX. Piel y fantasías 211

hace cinco años que estoy con Althea. Solíamos tener una vida
experimentó Catherine en el pasado son vengadas por aquellos sexual espectacular, pero desde que tuvimos un bebé, hace seis
hombres que ahora no pueden pasar a su lado sin maravillarse. meses, ella no quiere tener sexo tan a menudo como antes. Debo
En su propio teatro surrealista, ella exige, de modo triunfal, ven­ desplegar todo mi arsenal de seducción para convencerla Y a
ganza por las penurias y frustraciones de su adolescencia. · veces ni siquiera eso funciona. La mayoría de las veces ternuno
-Ni siquiera -se queja la esposa de Daryl- es capaz de deci­ ocupá�dome de mí mismo.
dir a qué restaurante ir, ¿y pretende atarme?; ¿de qué va esto? La fantasía favorita de Emir es tener sexo con dos mu¡eres a
. .
La dificultad que encuentra Daryl para hacerse valer en la vida
la vez:
diaria encuentra su solución, de manera espectaculai;_en.sus fan­ -Me encanta la idea de recibir toda esa atención.
tasías de dominación. En la sumamente ritual y consensuada co­ Muchos hombres heterosexuales fantasean con el tema de la
reografía de dominación y esclavitud, la agresividad de Daryl «mujer totalmente sexual»: ella no necesita ser cortejada o per­
encuentra una forma segura de expresarse. Se cumplen sus deseos, suadida; no necesita ponerse de humoi; porque siempre está de
se reprime su temor a ir demasiado lejos y su poder masculino humor para hacerlo; no dice: «¿Cómo puedes pensar en sexo
..
1• ' ;;
aporta a los demás placei; y no sufrimiento. justo ahora que tenemos tantas cosas por hacer?», sino que dice:
Lucas, un desinhibido gay que creció en un pequeño pueblo « ¡Más, más, más!»; no les hace sentir mal por querer tener �:xo,
al sur de Illinois, se hizo pasar por heterosexual durante años, ya que ella lo desea con la misma intensidad. Cuando dos Jove­
aterrorizado ante la idea de ser descubierto. Jugaba al fútbol en nes francesas te invitan a su cama, puedes estar seguro de que
la escuela secundaria y hasta tuvo relaciones sexuales con una ninguna de las dos te dirá: «Esta noche no, cariño, estoy dema­
animadora porque ella se le acercó en la multitud, delante de otras siado cansada».
personas, y él sabía que rechazarla podría despertar sospechas
sobre su sexualidad.
-Hui de ese pueblo --dice, ahora, con treinta años- para
El pan de los pobres
poder ser gay abiertamente, sin que eso amenazara mi vida. Aho­
ra me encuentro a mí mismo paseando por la playa nudista de Hasta hace poco tiempo, las fantasías sexuales tenían mala fama.
Aquinnah, haciéndome pasar por heterosexual para ver si algún _
Lo que el cristianismo consideraba un pecado fue vi�to, �ás ade­
gay trata de convertirme: seré heterosexual, pero bajo mis pro­ . _
lante, por la psicología moderna como una pervers1on, hnutada
pias condiciones. En la actualidad, sólo finjo serlo cuando creo a las personas insatisfechas e inmaduras. Incluso hoy muchas per­
/; · que me va a ayudar a tener sexo. Afortunadamente para mí, son sonas creen que las fantasías no son otra cosa que una pobre com­
tantos los hombres gais a los que les encanta convertir a hom­
!.i ' ¡
pensación para las frustraciones libidinosas y la falta de oportu­
bres heterosexuales que ¡tengo sexo todo el tiempo!
¡¡
,' nidades causadas por la falta de valor, un desarrollo atrofiado o

Emir es un hombre de una sola mujer, y ha sido así toda su una barriga prominente. Creen que las fantasías sexuales que tene­
vida: mos representan lo que queremos que suceda en el mundo rea� .
-Siempre he tenido novias, novias de verdad, mujeres a las «Si mi esposo realmente se sintiera atraído hacia mí, no neces1-
que amé y con las que estuve durante años. Yo soy así. Ahora,
212 Inteligencia erótica IX. Piel y fantasías 2 l 3

taría mirar fotografías de mujeres con tetas enormes», se queja ciclad de ir a cualquier lugar gracias a nuestra imaginación es
una esposa. «Cuando fantaseo con que otros hombres me vio­ una expresión pura de libertad individual. Es una fuerza creativa
lan, siento que estoy traicionando a mi novio», dice otra pacien­ que puede ayudarnos a trascender la realidad. Al proporcionar­
te. «¿Qué clase de mujer querría que la violaran?» nos una válvula de escape ocasional en nuestra relación de pare­
Yo también solía tener la estrecha idea de que la fantasía ja, funciona como un poderoso antídoto contra la pérdida del
era como el pan de los pobres: el alimento de los sensualmen­ deseo sexual en una relación. En pocas palabras, el amor y la
te empobrecidos. Me habían enseñado a tomar las fantasías ternura se enriquecen con un toque de imaginación.
como un síntoma de neurosis o inmadurez, o como idealiza­ Las fantasías ( sexuales o de otra clase) también tienen pro­
ciones-románticas teñidas de erotismo que nos impiden ver la piedades medicinales y renovadoras casi mágicas. -Restituyen los
verdadera identidad de nuestra pareja, y que socavan las rela­ pechos robados por una mastectomía o nos permiten volver a
ciones de pareja de la vida real. Me encontraba atascada en el caminar como lo hacíamos antes de un accidente que nos dejó
límite entre lo imaginario y lo real, en lugar de profundizar en parapléjicos. Nos hacen volver atrás en el tiempo, lo que nos
la complejidad de la mente erótica. Afortunadamente, fui lo sufi­ permite ser jóvenes otra vez; y, por un instante, nos permiten
cientemente curiosa como para preguntarles a mis pacientes ser como ya no somos y como nunca volveremos a ser: perfec­
sobre sus vidas de ficción. Sin embargo, una vez que me habla­ tos, fuertes y hermosos. Nos ponen en presencia de aquellos
ron de ellas, seguía sin saber qué hacer con esa información. seres queridos que han muerto, o nos traen recuerdos de cuan­
Era como mirar una fantástica película rusa sin subtítulos: no do hacíamos el amor apasionadamente con la misma pareja que
tenía idea de qué se trataba, aunque podía apreciar la belleza ahora luchamos por erotizar. A través de las fantasías repara­
de las imágenes. mos, resarcimos y transformamos. Por unos momentos, estamos
Con el correr de los años las ideas sobre este campo han evo­ más allá de la realidad de la vida y, por ende, de la realidad de
lucionado, y ahora consideramos las fantasías como un compo­ la muerte.
nente-11aturaL de -una saludable sexualidad adulta. Antes, el pun­ Cuanto más escucho e investigo, más aprecio-la-habilidad de
to de vista reinante contemplaba las fantasías casi exclusivamente la fantasía: su energía, su eficiencia imaginativa, sus cualidades
como compulsiones furtivas o como deseos perversos de una curativas y su poder psicológico. Nuestras fantasías combinan la
minoría insatisfecha. Hoy, la visión al respecto se ha ampliado. singularidad de nuestra historia personal con el amplio alcance
El trabajo colectivo de filósofos y médicos, como Michael Fou­ de la imaginación colectiva. Cada cultura utiliza incentivos y pro­
cault, Georges Bataille, Ethel Person, Robert Stollei; Jack Morin, hibiciones para expresar aquello que se considera sexy (en el caso
Michael Bader y decenas de ellos más, ha generado una oleada de los Estados Unidos, el concurso televisivo «American Ido!» o
de cambios en cuanto a la comprensión de la profundidad y la Mónica Lewinsky) y lo que está prohibido (los monaguillos
riqueza de la imaginación erótica: qué es y para qué sirve. o Mónica Lewinsky). Los viajes mentales de nuestros deseos tien­
En mi experiencia profesional, he llegado a percibir las fanta­ den un puente entre lo posible y lo permitido. La fantasía es la
sías como un valioso recurso imaginativo, ya sea cultivado de alquimia que transforma este revoltijo de ingredientes psíquicos
manera individual o de manera conjunta en la pareja. La capa- en el oro puro de la excitación erótica.
214 Inteligencia erótica
IX. Piel y fantasías 215

En la labor que desempeño con parejas, las fantasías sexua­


les también me proporcionan un caudal de información sobre la do. Esto se aplica principalmente a las mujeres, a quienes, apa­
rentemente y en general, les cuesta más ser dueñas de sus pensa­
vida interior de las personas y las dinámicas relacionales de la
mientos sexuales. Claudia, una de mis pacientes, me describió
pareja. Las fantasías son el camino ingenioso que nuestra mente
una vez, con todo lujo de detalles, cómo le gustaría que su espo­
creativa recorre para superar toda clase de conflictos relaciona­
dos con el deseo y la intimidad. El psicoanalista Michael Bader so se acercara a ella. Ella imaginaba un lento y gradual baile de
seducción, que se desarrollaba durante todo el día, con conver­
(cuyo mordaz libro Arousal discurre sobre los trasfondos de la
fantasía} explica que en el santuario de la mente erótica encon­ saciones tentadoras, besos suaves en la nuca, delicadas caricias,
sonrisas cálidas y miradas de. reojo.
tramos un espacio psicológico seguro para desatar las inhibicio­
-Quiero que toque mi brazo sin tocar mis pechos. Quiero que
nes y temores que nos perturban. Nuestras fantasías nos permi­
me provoque, que se acerque sexualmente y luego dé un paso atrás
ten negar y deshacernos de los límites impuestos por nuestra
para hacerme desearlo. Quiero pedirle que me toque los pechos
propia conciencia, nuestra cultura y nuestra imagen de nosotros
--explica.
mismos.
Si nos sentimos inseguros y poco atractivos, en nuestras fan­ -¿Y si él hiciera estas cosas? -le digo.
-Tendríamos unas relaciones sexuales completamente dife-
tasías somos, en cambio, irresistibles. Si creemos que una mujer
es retraída, en nuestras fantasías es insaciable. Si tenemos miedo rentes -me contesta.
Antes de que pasaran veinte minutos, cuando le pregunto sobre
de nuestra propia agresividad, en nuestras ensoñaciones interio�
su vida de fantasía, me asegura:
res podemos sentirnos poderosos sin tener que preocuparnos por
que alguien salga lastimado. Si no nos atrevemos a pedii; en nues­ -Yo no fantaseo. Jim sí lo hace, pero yo no. A él le encan­
tras fantasías eróticas el otro conoce nuestras necesidades, inclu­ tan los tríos.
-¿Estás bromeando? -le digo, absolutalflente pasmada-.
so antes que nosotros mismos. Si sentimos que no deberíamos
tener relaciones sexuales, en nuestro teatro privado podemos Toda tu descripción sobre el juego previo y las expectativas
entregarnos a alguien lujurioso sin tener que cargar con la res­ constituye una fantasía. Ciertamente, no es parte de la reali­
ponsabilidad: hicimos lo que él quería, no fue culpa nuestra. La dad, ¿o sí?
fantasía expresa el problema y facilita la solución. Constituye un En mi opinión, las fantasías sexuales incluyen cualquier clase
espacio ardiente, en el que el miedo que nos inhibe se transfor­ de actividad mental que genere deseo e intensifique el entusias­
ma en descaro. ¡Qué alivio descubrir que nuestra vergüenza se tor­ mo. No es necesario que estos pensamientos sean gráficos ni que
na en curiosidad; nuestra timidez, en firmeza; y nuestro desam­ estén bien definidos. A menudo carecen de cohesión: son más
paro, en dominio! sensaciones que imágenes, más sensuales que sexuales. Práctica­
De todas maneras, la fantasía no siempre adopta la forma de mente cualquier cosa puede infiltrarse en nuestra imaginación

·I'l. .. .
erótica: recuerdos, olores, sonidos, palabras, momentos específi­
fi
,¡;
elaborados y preelaborados guiones. Muchas personas creen que
cos del día, texturas... todo puede ser considerado una fantasía
si sus fantasías no incluyen argumentos cuidadosamente orques­
tados Y personajes bien definidos, entonces no están fantasean- siempre y cuando ponga en movimiento la rueda del deseo.
' ; En su libro Men in Love, Nancy Friday dice:
IX. Piel y fantasías 217
216 Inteligencia erótica

otros mismos y a mantener nuestras manos lejos de nuestro cuer­


La fantasía es un mapa del deseo, la maestría, la evasión po. Algunos de nosotros, incluso, recibimos un mensaje más
y lo oculto; es la ruta de navegación que inventamos para estricto, que convirtió nuestra curiosidad inocente en vergüenza
conducimos entre los arrecifes y los bancos de la ansiedad, la perdurable. Educados en el silencio, como herederos de una incon­
culpa y la inhibición. Es una labor de la conciencia, aunque trovertible desconfianza en. el sexo, no resulta en absoluto sor­
responde a nuestras presiones inconscientes. prendente que nos sintamos completamente incómodos ante la
1
Lo que es fascinante no es sólo qué extrañas son las fan­ idea de expresar nuestros pensamientos más profundos. Al abrir­
tasías, sino qué incomprensibles: cada una nos brinda una ima­ nos a otra persona, nos arriesgamos a que se rían de nosotros y
gen coherente y consistente de la personalidad --el incons­ a que nos juzguen. Mi paciente Zoya lo resumió muy bien:
ciente- de la persona que la inventó, aunque esa persona -Segün el modo en que me crié, no era posible disfrutar del
crea que se trata de un capricho aleatorio del momento. sexo; y mucho menos hablar de él. Todas las personas que man­
tenían relaciones sexuales por placer eran putas y pervertidos que
se quedaban ciegos y a quienes les crecían pelos en las palmas
¡Silencio, por favor! de las manos. Con ese panorama, es obvio que siempre mantu­
ve \a boca cerrada.
Las paradojas simbólicas y la irracionalidad de nuestras imáge­ Si no hablamos nosotros mismos, nadie más lo hace. Muchos
nes eróticas mentales nos permiten vislumbrar, de la manera más de nosotros experimentamos nuestras fantasías sexuales en sole­
fascinante y reveladora, nuestras propias profundidades. Las fan­ dad (a pesar de la omnipresencia pública del sexo). Al no saber
tasías expresan verdades acerca de nosotros que, de otra mane­ qué es lo que están pensando y haciendo los demás, no tenemos
ra, serían difíciles de conocer. Nos muestran tal como somos y, ningún referente con el cual compararnos, no tenemos manera
a su propia y misteriosa manera, expresan nuestros deseos más de saber si somos normales o no. Tenemos miedo de ser dife­
profundos. re�tes y, por ende, pervertidos.
Sin embargo, cuando llega el momento de hablar de nuestras Este problema sería menor si nuestra imaginación erótica se
cavilaciones interiores, la mayoría de nosotros tenemos los labios comportara mejor y estuviera más en línea con nuestra persona­
extremadamente sellados, incluso ante nuestra pareja ( o, tal vez, lidad pública. En nuestra geografía erótica interior todos tene­
especialmente ante nuestra pareja). En una época en la que la mos lugares preferidos. Lo más probable es que para llegar a algu­
intimidad se articula alrededor de la revelación de verdades per­ nos de esos lugares tengamos que escabullirnos, eludiendo al perro
sonales incómodas, el silencio erótico, como norma, se mantiene guardián de nuestra conciencia. El hombre que disfruta hacien­
firme. Aunque tal vez nos sintamos cómodos al hablar de lo que do el amor tiernamente a su esposa no necesita ocultarse, y lo mis­
hacemos, somos muy pocos los que deseamos revelar qué es lo mo sucede con la mujer que fantasea con que su amado esparce
que pensamos cuando lo estamos haciendo. una docena de rosas para ella sobre la cama: no hay nada en
En el nivel más básico, nuestra reticencia proviene simplemente sus aspiraciones románticas que cause incomodidad o culpa.
de la vergüenza. A la mayoría de nosotros nos enseñaron desde Todos deberíamos tener esa suerte. Una imaginación poblada con
muy pequeños a guardarnos nuestros pensamientos para nos-
218 Inteligencia erótica
IX. Piel y fantasías 219

damitas y caballeros, tan considerados y educados, podría pasar


-Esto no encaja conmigo. Yo no tocaría nunca a una chica
tranquilamente por la supervisión de nuestro comité interno de
de diecisiete años. Me considero una persona decente... no pue­
ética. Sin embargo, la mente erótica casi nunca es tan dócil.
do encontrar la conexión entre ambas cosas. De ninguna mane­
A menudo, aquello que nos excita choca con la imagen pre­
ra podría admitir esto ante Sharon... Apenas puedo admitirlo
ferida de nosotros mismos o con nuestras convicciones morales
ante mí mismo.
e ideológicas. Así, encontramos a la feminista que ansía ser domi­
De hecho, la imaginación erótica se alimenta de una gran can­
nada; a la superviviente de abusos sexuales que inyecta en su
tidad de sentimientos que están lejos de lo correcto: agresividad,
erotismo personal sus propias experiencias traumáticas; al mari­
lujuria ciega, necesidades infantiles, podei; venganza, egoísmo y
do que fantasea con la niñera (y con la bailarina que hace strip­
celos (por nombrar sólo unos pocos). Estos sentimientos, que
tease, la masajista y la actriz porno) para aumentar el disfrute
aparecen permanentemente en nuestras relaciones íntimas, pue­
que siente con su esposa; a la madre que siente que el contacto
den amenazar la estabilidad de nuestra conexión y hacer que el
de su piel con la de su bebé es sensual y... ¡sí!, erótico; a la espo­
amor se torne desdichado. Es mucho más fácil, y a menudo más
sa que se masturba utilizando imágenes mentales de sexo ardien­
sabio, desterrarlos a los límites de nuestra imaginación, donde
te con ese novio psicótico con el que siempre supo que no se
no puedan dañar a nadie. En las antesalas de la mente erótica
casaría; al amante que necesita pensar en el cachas que vio en el
las reglas del decoro son puestas patas arriba, y a menudo se las
gimnasio para poder llegar al orgasmo con su novio.
invita a entrar con el único propósito de pisotearlas. Se cruzan
Pensamos que algo debe de andar mal en nosotros por tener
las fronteras prohibidas, se invierten los roles de los sexos' se
pensamientos tan lascivos: creemos que esta clase de fantasías no
corrompe la modestia y los desequilibrios de poder se interpre-
puede formar parte de la vida erótica de una mujer felizmente
tan de forma exuberante, todo en aras de la excitación sexual.
casada; que la dominación y el tratar al otro como un objeto no
En las fantasías llevamos a cabo lo que no nos atrevemos a hacer
pueden ocupar un lugar legítimo en la mente de un padre y mari­
en la realidad.
do respetable. 1
Cuanto más incómodos nos sentirnos ante el contenido de
nuestra imaginación erótica, mayores son la culpa y la vergüen­
Joni y Ray
za que sentimos, y más poderosos son nuestros censores interio­
res. Ralph vive con Sharon desde hace quince años. Aparente·
Los lamentos de Joni son algo así:
mente, son una pareja muy feliz. Pero, al poco tiempo de haber
-Ray piensa que no me gusta el sexo. Pero a mí sí me gus­
comenzado a estar juntos, Ralph se encontró a sí mismo fanta­
seando cada vez que hacían el amor: su adorada Sharon era con­ ta el sexo, o al menos solía gustarme ... Simplemente, es que con
él no me gusta tanto. Él no me entiende sexualmente y yo tam­
,¡¡ tinuamente reemplazada por una zorríta de diecisiete años en un
poco logro hacer que me entienda. Es desalentador. Sólo tengo
fi

cine · a oscuras. Para Ralph, su vida interior es corno una guerra


veintinueve años. Soy demasiado joven para dejar de tener sexo.
"
!! tribal: el amor tierno por un lado, y la lujuria ciega por el otro.
il
[� -¿Existe alguna edad adecuada para dejar de tener sexo?
Un día, él me confesó:
-le pregunto--. Tal vez más adelante podamos elegir una fecha
l¡'..
;:Jiil

IX. Piel y fantasías 221


•.
i .•
220 Inteligencia erótica

1'
i .• para eso, pero, por ahora, prefiero saber qué es eso que quieres Joni es bastante comunicativa en lo que atañe a revelar su
. de Ray y que no estás obteniendo. pasado sexual: cuáles fueron las mejores experiencias que ha teni­
'
-Quiero que él sea más hombre. ¡No puedo creer que yo do, cuáles fas peores, y qué hizo que pertenecieran a una u otra
111 esté diciendo eso en voz alta! --dice, negando con la cabeza-. categoría. Me proporciona un montón de información sobre el
Ni siquiera sé lo que eso significa. Es como si quisiera que fuera ambiente en el que �e crió, sus excitaciones precoces, la edad a
un hombre prehistórico de la década de los años cincuenta. Sin la que comenzó a masturbarse y la edad a la que comprendió lo
embargo, no es eso lo que deseo. Mi madre lo tuvo, y yo no que significaba la masturbación. Pero cuando le pregunto: «¿Qué
creo que nú padre le haya preguntado jamás qué le gustaba, ni significa el sexo para ti?, ¿qué sentimientos surgen junto con el
en el dormitorio ni fuera de él. Ray es un hombre excepcional. deseo?,· ¿qué esperas deLsexo?, ¿qué deseas sentir?, ¿qué quieres
I 1
¡. : Es un verdadero caballero, me respeta y me permite ser yo mis­ expresar a través del sexo?, ¿qué es lo que hace que te repri­
1 !
ma. Me encanta lo sencilla que es nuestra relación; pero, sexual­ mas?», me mira perpleja.
mente, no me excita. ,-No tengo ni idea -admite-,-,-. Nadie me. había preguntado
-¿Qué falta? -le pregunto. esto nunca.
De repente, ella se inclina y me toma de la muñeca, sin brus- Todos nosotros rodeamos nuestros encuentros eróticos de una
quedad pero con firmeza: compleja serie de necesidades y expectativas. Buscamos amor,
-Esto es lo que quiero. placer y reafirmación. Algunos de nosotros encontramos en el sexo
Luego, con vacilación y cuidado, acaricia nú antebrazo y dice: el lugar perfecto para la rebelión y la evasión. Otros buscan la
-Esto es lo que recibo. trascendencia y el éxtasis, o hasta la comunión espiritual. Lo que
-Entonces, ¿es pasivo? logré sacarle a Joni fue la historia de sus experiencias. Lo que
-No exactamente. Él siempre da el primer paso en el sexo, yo quería era poder tener una idea de los anhelos y los conflic­
pero la manera en que lo hace me trastorna. Simplemente levan­ tos que ella había llevado a esas núsmas experiencias.
ta las cejas y dice: «¿Mmmm?». Parece como si me estuviera pre­ -¿Puedo preguntarte sobre tus fantasías? -le pregunto.
guntando: «¿Voy a tener sexo esta noche?»; como si se supusie­ Joni palidece.
ra que yo tengo que tomar el mando a partir de ese momento. -¡Oh, Dios! ¡Es algo tan personal! Lo que hago, o lo que
-Entonces, el problema es que la manera en que él se acer­ he hecho, no parece tan vergonzoso como lo que sucede en mi
ca a ti quiere decir: «¿Me deseas?», en lugar de decir: «Te deseo». mente.
¿Es así? -Pero es justamente allí donde quiero llegar. Tengo la sensa­
-¡Sí! --exclama Joni. ción de que si hablamos de tus fantasías podremos llegar al quid
Le explico que para poder entender qué es lo que ella desea de lo que ocurre entre Ray y tú.
de Ray, primero tengo que entender qué es lo que ella espera del Con el tiempo, y gracias al poder de la persuasión, Joni me
sexo. revela una colección fantástica de escenas eróticas desenfrenadas,
- Si el sexo fuera una búsqueda -le pregunto--, ¿cuál sería lujuriosas e increíblemente detalladas, que ha estado creando des­
tu Santo Grial? de su más tierna adolescencia. Vaqueros, piratas, reyes y concu-
lX. Piel y fantasías 223
222 Inteligencia erótica

Le explico que las fantasías sexuales no funcionan de la mis­


binas desfilan en combinaciones interminables de poder cuidado­ ma manera que otros tipos de fantasías. Si alguien me cuenta
samente ejercido y entrega exquisitamente refinada. Con los años, que sueña despierto con unas vacaciones en Tahití, creeré que
las historias han variado, pero no así su esencia. El último epi­ desea irse de vacaciones a Tahití. En este caso, la conexión entre
sodio tiene lugar en el rancho de su esposo, donde él la entrega aquello sobre lo que las personas fantasean y lo que desean en
de manera ritual a sus empleados, corno si fuera una ofrenda realidad es muy poco complicada. Sin embargo, las fantasías
sexual. La noche en que llegan allí, su esposo le indica a Joni sexuales no reflejan la realidad de la misma manera. Lo que ocu­
que se vista para la cena, donde conocerá a su personal. Su espo­ rre con las fantasías sexuales es que implican una ficción. Cons­
so (que, de acuerdo con la descripción que ella hace de él, rotun­ tituyen una-simulación, una actuación: no son algo real, ni tam­
damente.no es Ray) elige la ropa para ella: un vestido elegante y poco reflejan necesariamente el deseo de algo real. Al igual que
extremadamente revelador y otros adornos realmente exquisitos: los sueños o las obras de arte, las fantasías son mucho más que
pendientes con colgantes de cristal, un diamante que pende, osci­ lo que parecen ser superficialmente. Son complejas creaciones psí­
lante, entre sus pechos, y zapatos con tacón de aguja. Él se ocu­ quicas, cuyos contenidos simbólicos no deben traducirse de mane­
pa de cada detalle de su apariencia. Después de la cena, él le ra literal.
pide que se desnude para que ellos puedan apreciar su belleza. Ella -Piensa en la poesía, no en la prosa -le digo.
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obedece; aunque se siente avergonzada, e incluso humillada, todo Pensando en todo lo que Joni me contó sobre su relación de
esto le resulta extrañamente emocionante. Está completamente a pareja con Ray, no me pareció que ella tuviera que preocuparse
merced de ellos y ni siquiera intenta escapar. Los hombres se por ser masoquista; ni siquiera por ser pasiva. Tal vez los vaque­
enfrentan a sus propios desafíos: adivinar cada uno de sus deseos ros la controlaran, pero, en definitiva, quien controla a los vaqueros
y llevarla a la cima del éxtasis sexual, darle el placer que ella es ella. Ella es la autora, la productora, la que elige el casting, la
nunca ha sentido antes. directora y la protagonista de la película. Todo . esto es una pro­
-¿Quieres saber a qué le tengo miedo? Temo ser una maso­ ducción puesta en escena por ella misma para .obteneLplacer. y
quista, exactamente corno mi madre -me dice. no dolor. Ellos son adoradores, no sádicos. Si realmente estuvie­
-¿De qué manera eres masoquista en esta historia? -pre­ ra siendo forzada, no lo estaría pasando tan bien. Incluso aun­
gunto. que el significado sea el de control, lo que ella experimenta es el
-Me someto, soy pasiva, no tengo voluntad propia, hago lo cuidado. Experimenta el hecho de ser cuidada, aunque el medio
que me indican y me gusta que me digan lo que tengo que hacer. a través del cual lo hace sea el control. Estas enrevesadas tramas
¿Qué estoy haciendo allí, acatando órdenes de los hombres? No representan, simplemente, un sendero seguro hacia el placer.
me gusta que nadie me dé órdenes. No soporto la autoridad, ¿y Cuando le explico a Joni que su fantasía parece estar más
me excito al ser sometida por un grupo de vaqueros? Esto no relacionada con la atención y la vulnerabilidad que con el maso­
tiene ningún jodido sentido. quismo, su alivio es patente. Ella es una alcohólica en proceso
-En realidad, para mí tiene muchísimo sentido -le digo. de desintoxicación, por lo que la idea de tener problemas de
-Bien, entonces... ¿le importaría, doctora, iluminarnos al res- dependencia no la sorprende. Lleva negando su necesidad de apo-
to de nosotros con su sabiduría?

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224 Inteligencia erótica
IX. Piel y fantasías 225

yo durante toda su vida, incluso núentras anhelaba secretamente podría significar eso o adónde nos podría llevar. Ray no jugaba
que alguien se ocupara de ella. La única cosa que Joni ha perci­ a ese juego. Yo le gustaba y él no tenía miedo a decirlo.
bido lo suficientemente segura como para depender de ella fue el. La franqueza de Ray, su integridad y su generosidad emo­
alcohol, un amigo constante y fiable. Y lo que aún importa más cional transmitieron a Joni una sensación de paz y seguridad
aquí: el alcohol nunca le pidió nada a cambio. que ella nunca había experimentado antes en una relación amo­
A los trece años, Joni presentó, por iniciativa propia, una rosa. Para ella, la capacidad de Ray de intuir sus necesidades
solicitud de ingreso en un internado; fue aceptada y dejó su era absolutamente encantadora, y el hecho de que él pareciera
hogar para siempre. En ese momento, ella se consideraba una tener tan pocas necesidades personales también constituía un
chica ambiciosa. Ahora, mirando hacía atrás, se da cuenta de punto a· favor.
que ése fue un intento de escapar de 1a problemática distribu­ -Resulta irresistiblemente atractivo que un hombre pueda
ción de necesidades y recursos que gobernaban la economía anticiparse a tus necesidades -le dije--. Dime, ¿cuánto tiempo
emocional de su fanúlia. Con los años, Joni ha construido una duró?
red de amistades sólidas, que la han nutrido de diversas for­ -No duró lo suficiente. Siento que últimamente tengo que
mas. Pero, al final, ni el internado, ni su profesión, ni el alco­ pedirle las cosas a Ray todo el tiempo; a veces, hasta tengo que pe­
hol, ni sus amigos la han protegido de la dependencia ineludi­ dírselas dos veces. ¡No puedo soportarlo! -contesta.
ble ni del cenagal de vulnerabilidades que el amor íntimo lleva -¡Ah! ¡ Vaqueros: al rescate! A ellos ni siquiera tienes que
aparejados. pedirles las cosas una vez.
Acto segundo: Ray aparece en escena. En sus propias palabras, A lo largo de la terapia, me siento repetidamente impresiona­
Ray es un hombre sencillo. Es el feliz producto de la exitosa da por la fuerza de la aversión de Joni ante cualquier expresión
socialización masculina: independiente, autosuficiente y capaz de de necesidad. Hay algo de extremismo en el hecho de que la
solucionar sus propios problemas. No es como los muchachos con necesidad de cuidados le haga sentir hunúlladá y subyugada; y
los que Joni solía. Balir:. artistas alcohólicos difíciles, ensinúsma­ puedo ·ver cómo sus fantasías con vaqueros encajaf f· perfecta­
dos y emocionalmente inestables, que se escabullían de sus rela­ mente en este problema emocional central. En sus pintorescas
ciones de pareja diciendo cosas como: «No intentemos definir historias eróticas, ella puede estar a merced de los demás sin
esto, ¿no podemos simplemente ver hasta dónde llega?» y «es, pre­ experimentar la debilitante impotencia a · la que tanto teme. Este
cisamente, porque me gustas por lo que no puedo estar conti­ guión en particular (y también el de cada una de sus otras fan­
go». Ray, por el contrario, le manifestó claramente su interés por tasías) le permite sortear los peligros de la dependencia: el des­
ella. La llamó cuando le dijo que lo haría, nunca llegó tarde Y amparo, la furia y las hunúllaciones. Además -y esto es impor­
planificó sus citas cuidadosamente. tante-- en sus fantasías la desean por las núsmas cualidades que
-Él realmente prestaba atención a lo que yo decía. Me hacía ella más detesta de sí misma en la realidad. En el refugio de su
preguntas sobre mí y luego se acordaba de nús respuestas. Yo esta­ propia mente, ella transforma la pasividad en placer erótico, el
ba acostumbrada a situaciones en las que podías tener sexo con poder se convierte en una expresión de cuidados y el riesgo se
alguien durante seis meses sin tener que abordar el tema de qué reencuentra con la seguridad.
r 226 Inteligencia erótica

Joni está abrumada por las consecuencias que la dependencia


tiene en todos los campos: sus propias necesidades resultan humi­
llantes, y las necesidades afectivas de los demás son igualmente
IX. Piel y fantasías 227

sividad sexual. La agresividad sexual femenina contradice de tal


manera nuestros conceptos culturales sobre la feminidad que sólo
podemos liberarla mediante estas transposiciones imaginarias:
insoportables. Su manera de resolver esto es poblar sus fantasías dejando que él, el atacante inventado, exprese la agresividad que
con caricaturas de machismo: hombres enérgicos que no tienen tantas mujeres se resisten a expresar por sí mismas .
ninguna debilidad y que no necesitan de ningún cuidado. Estos El tan difundido abuso sexual sobre las mujeres es un escalo­
hombres no piden, toman. Así, Joni se libera del imperativo social friante telón de fondo para la actualmente prosaica fantasía de la
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que recae sobre las mujeres relacionado con el cuidado de los violación, pero en estas situaciones imaginarias el ataque no es
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1 demás, y se libera su propia codicia sexual despreocupada. real. Son pocas las mujeres que incluyen un ojo morado o un labio
partido en sus ensoñaciones eróticas. El terapeuta sexual Jack Morin
pone el centro de atención en que los violadores que aparecen en
Detrás de la máscara de vaquero las fantasías son notablemente pacíficos. En las fantasías, la violencia
es reemplazada por la delicadeza. A través del hombre tierno, las
Las fantasías eróticas tienen la extraordinaria capacidad de resol­ mujeres pueden experimentar de manera segura los placeres de la
ver más de un asunto a la vez. Las fantasías de Joni hablan, cier­ «dominación saludable y la entrega poderosa».
tamente, de sus conflict�s individuales, pero, al mismo tiempo,
resuelven un tabú cultural que va en contra de la sexualidad
femenina en general. A lo largo de la historia, se han hecho gran­ Mientras tanto, volvemos al rancho
des esfuerzos para asegurarse de que el deseo sexual femenino
estuviera bajo control. Dicho sea en su honor, las mujeres se han En mi ejercicio profesional pretendo crear un espacio sexualmen­
puesto sistemáticamente a la altura del desafío que supone supe­ te amistoso, libre de juicios y moralizaciones, donde las personas
rar este tabú. Con cada nueva orden, su imaginación se ·ha:vuel­ puedan hablar con tranquilidad sobre su sexualidad . Simplemen­
to más resistente. De forma consciente, Joni se identifica con las te hacer esto (aunque muchas veces no es sencillo en absoluto) pue­
mujeres de sus historias, pero ella también ha inventado a los de tener un impacto muy profundo. El sexo se convierte, al mis­
hombres incluidos en ellas y ha puesto cada detalle en su lugar. mo tiempo, en una forma de arrojar luz sobre los conflictos que
De hecho, ella desempeña todos los roles. Ella sabe lo que impli­ atañen a la intimidad y el deseo, y en una manera de comenzar a
ca ser un depredador sexual: conoce la lujuria y sabe lo que es reparar estas grietas destructivas. Juntas, Joni y yo utilizamos los
ser despiadado. Indirectamente, a través de los vaqueros ella pue­ guiones de sus fantasías para afrontar el tema de la crisis entre
de sentir agresividad, egoísmo y poder. Estos atributos están tan ella y Ray. La dependencia y la pasividad, la agresividad y el con­
estrechamente ligados a la masculinidad en su mente que sólo pue­ trol eran todos sentimientos que ella había repudiado durante años,
¡J, den expresarse a través de personajes masculinos.� � �� y que sólo habían sido permitidos en la privacidad de su propia
11r·,1 Para muchas mujeres, la simulación de situaciones de seduc­ mente. Al recuperarlos a través de la terapia, ella se encontraba
11¡ i, ción forzada constituye una válvula de escape segura de la agre- un paso más cerca de poder liberarlos en su casa.
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228 Inteligencia erótica

Una vez que Joni no se sintió cautiva ya de la vergüenza que


suponían sus fantasías, pudo relajarse y aceptarse a sí misma. Para
IX. Piel y fantaslas 229

Al dejar en manos de Ray todo lo relacionado con el ámbito


sexual, buscando su experiencia e ignorando la propia, Joni había
su propia sorpresa, era .capaz de acercarse a Ray con toda clase cumplido con la antigua misión femenina de preservar el ego de
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de peticiones y casi sin turbación. Las conversaciones que siguie­ su hombre y de reforzar su masculinidad. O, al menos, eso era
ron a esto revelaron que los tremendos obstáculos en la pareja lo que ella creía. Pero sus suposiciones eran incorrectas, ya que
no eran más que torpes malentendidos que, por mera negligen­ Ray se excita con su apetito sexual, e incluso con sus exigencias.
1

cia, se habían convertido en una bola de nieve incontrolable. Para él, que una mujer se le presente como su par sexu�l lo libe­
ii

Durante años, Ray había creído que su manera tierna de acer­ ra del peso de las conjeturas y de la permanente inseguridad que
carse a Joni era exactamente . lo que ella quería. De hecho, él creía le genera no sentirse nunca seguro de estar haciendo lo correcto.
que eso era lo que todas las mujeres querían, por lo que no logra­ Cuando ella es más comunicativa, él ya no tiene que preocupar­
ba entender como la pregunta « ¿qué puedo hacer por ti?" garan­ se por ella y ya no se siente disminuido ante sus respuestas indi­
tizaba una respuesta tan irritada como: «¡Nada!». Él no tenía ferentes y pasivas. Su entusiasmo le da permiso para exigir cosas
forma de saber que, para Joni, que se ocuparan de ella sexual­ para sí mismo, y para poder experimentar el abandono desen°
mente implicaba abdicar de toda responsabilidad y deleitarse en frenado junto a la mujer que ama.
la dependencia pasiva, libre del sentimiento de culpabilidad. La Joni nunca le contó a Ray cuál era el contenido específico de
dinámica de la pareja se había vuelto absurda: el rechazo de ella sus fantasías; sin embargo, el desenterrar su significado produjo
provocaba en él una preocupación excesiva, la cual, a su vez, gene­ cambios significativos en los aspectos sexuales y afectivos de su
raba mayor rechazo. relación. Una vez que Joni supo qué es lo que esperaba del sexo,
Cuando Joni le propuso a Ray que fuera más enérgico y que y una vez que logró entender cuáles eran las barreras sociales y
tuviera más control de sí mismo, esto resultó tan liberador para personales que se interponían entre ella y el placer, pudo acer­
él como para ella. Por primera vez, Ray sintió que había espacio carse y responderle a Ray de una manera muy' diferente.
para una amplia variedad de sentimientos, y no sólo para los - Ahora que tengo más claro -me dijo- qué significa el sexo
que implicaban ternura. Joni se sorprendió por la positiva res­ para mí y cómo quiero sentirme a la hora del sexo, puedo hablar
puesta de Ray a su propia y nueva seguridad en sí misma. Inclu­ con Ray al respecto sin tener que explicarle en detalle cuáles son ·
so que ella reconociera que su deseo era pasivo constituyó una mis fantasías. De todas maneras, eso ya no me parece tan terri­
inaudita capacidad de acción por su parte. Al igual que muchas ble, ya que no hay nada en ellas de lo que me tenga que aver­
otras mujeres, ella había asimilado el poderoso mensaje de que gonzar o con lo que tema enfrentarme.
las expresiones audaces de sexualidad femenina eran cosa de
putas, además de constituir actos egoístas, no resultar atractivos
y no tener nada que ver con la intimidad amorosa. Decir o no decir
-Temía que decirle a Ray: «Haz esto, no hagas aquello,
más despacio, un poco más, así...», hiciera que él se sintiera Algunas parejas encienden el erotismo al contarse sus fantasías o
castrado. al representarlas. Catherine y su esposo conspiran con atrevida
r 230 Inteligencia erótica
1 IX. Piel y fantasías 231

complicidad al planificar los detalles de sus lascivas puestas en rabilidad como mujer -dice ella-. Es decir, hay algo enfermizo
escena. Es divertido, novedoso y les permite ser (y estar con) en todo esto, ¿no?
alguien nuevo sin la necesidad de irse a alguna otra parte. Es Amanda ve hombres lujuriosos con poder absoluto, aprove­
una forma de crear multiplicidad a partir de la monogamia. chándose de mujeres indefensas. Pero Nat ve una película com­
Pero no todo el mundo desea una entrada para el teatro de pletamente diferente. Cuando le pregunto: «¿Quién tiene el poder
la seducción. La revelación no es un componente necesario del tra­ allí? » , él responde rápidamente: «La mujei; sin duda alguna » . Lo
bajo con las fantasías. Yo no soy defensora del enfoque que impli­ que excita a Nat es la mujer insaciable, la mujer sexualmente
ca contarlo todo; no todas las personas elegirían vivir en una poderosa que se ocupa de varios hombres a la vez: su placer no
atmósfera como la de la película Confesiones verdaderas. Tal vez está rélacionado con la fuerza ni con el dolor. «Ella lo desea y lo
prefiramos guardar nuestras fantasías para nosotros mismos, y disfruta. Si no fuera así, no me excitaría en absoluto. »
no por vergüenza, sino por ser vagamente conscientes de que Las explicaciones de Nat constituyen un alivio para Amanda,
exponerlas a la luz podría hacer que quedaran desfasadas. Por en cuanto que hacen que las películas parezcan un poco menos
otro lado, tal vez sea más sabio soñar solos, ya que puede ser espeluznantes; sin embargo, ella sigue sintiéndose herida por el
que no estemos en sintonía erótica con la persona que amamos. hecho de que las mujeres que aparecen en la pantalla no se parez­
Tomemos como ejemplo a Nat y a su novia, Amanda. La can a ella en absoluto.
vida de fantasía de Nat no está prolijamente guardada en la pri­ -No puedo competir con esas mujeres. Si eso es lo que le
vacidad de su cabeza, sino que se vuelve evidente por las cintas gusta a él, entonces, ¿cómo va a estar satisfecho conmigo?
de vídeo colocadas, a la vista de todos, en los estantes: «Gang -pregunta.
Bang (violación múltiple) 1 », «Gang Bang 2 » , «Gang Bang 17 » , Cuando Amanda mira esas películas, sólo piensa en lo que
«Gang Bang 50 » ... Su gusto por la pornografía es inconfundible. los vídeos insinúan sobre ella, y no en lo que dicen sobre Nat.
Nunca ha sentido la necesidad de ocultarlo, pero tampoco ha Entonces, se siente rechazada.
sentido el deseo de compartirlo. -No considero que estas mujeres sean sexis -'1dmite él-.
-Para mí, es una especie de fetiche. No creo que las perso­ Cuando veo a una chica caminar por la calle con un top, mini­
nas siempre entiendan sus fetiches. ¿Por qué a ciertas personas falda de cuero y botas que gritan «fóllame » , sí, me excito. Pero
les gustan los zapatos? No tengo ni idea. He intentado enten­ ¿quiero pasar el resto de mi vida con esa persona? No. ¿Quiero
derlo, pero no lo logré. Y no estoy siendo evasivo. Esto sucede poner en riesgo mi relación contigo por follarme a esa persona?
desde siempre, desde que era un adolescente, y va más allá de No. ¿ Me he sentido atraído hacia esa clase de personas en el
mi vida sexual real. pasado y me las he follado? Sí. ¿He mantenido una relación de
Nat podría haber continuado cómodamente con sus divaga­ pareja con alguna de esas personas? No. Creo que puedo reco­
ciones privadas, de no haber . sido porque a Amanda esas cintas nocer la diferencia entre algo que considero excitante y la perso­
de vídeo le molestan. (De todas maneras, debe de haber sospe­ na a la que realmente amo. Creo que soy lo suficientemente madu­
chado que el dejarlas a la vista haría que surgiese la cuestión.) ro como para manejar estos conceptos. Mis sentimientos hacia ti
-Yo no entiendo esa violencia, me asusta. Golpea mi vulne- son algo completamente diferente.
232 Inteligencia erótica IX. Piel y fantasías 233

Le sugiero a Amanda que considere que lo que excita a Nat lidad masculina, Giddens afirma que la potencia masculina que
es, precisamente, el hecho de que las mujeres en sus fantasías no se muestra en estas historias es un consuelo manifiesto por las
son reales. Es justamente la ausencia de complejidad psicológica inseguridades masculinas, ya sean sexuales o de otra clase . Los
lo que alimenta su excitación, ya que si estas mujeres fueran rea­ personajes femeninos que aparecen en buena parte de la porno­
les (si ruvieran sentimientos, necesidades, inseguridades, opinio­ grafía (y que son invulnerables) neutralizan la vulnerabilidad mas­
nes), ni siquiera bastarían cien pares de botas para excitarlo. En culina, porque siempre son totalmente receptivas y están absolu­
estas fantasías, la complejidad de las personalidades es sustan­ tamente satisfechas. El hombre nunca siente la sensación de no
cialmente reducida al extremo de incluir solamente lo que él quie­ estar a la alrura requerida, ya que la mujer se encuentra en un
re de ellas. Las mujeres de sus películas pornográficas deben ser estado de éxtasis supremo que es enteramente atribuible a él mis­
lo suficientemente vacías ( es decir, deben ser objetos) como para mo. De esta manera, ella confirma su virilidad.
poder absorber las proyecciones imaginarias de Nat y satisfacer Mientras Nat escuchaba mi rudimentaria interpretación de la
sus necesidades. pornografía, me dio la sensación de que para él hubiera sido lo
Nat evoca imágenes de súcubos hambrientos. Joni hace lo mismo estar allí que en cualquier otro lado. No le agradó mucho
mismo con los vaqueros, quienes tampoco son muy complejos que la idea de que la película Gang Bang Busters 47 tratara en rea­
1
'l digamos. Para Daryl, lo que funciona es la caminata lasciva por lidad sobre la inseguridad masculina. Sin embargo, sí se identifi­
la playa. Para Catherine, es su esposo haciendo el papel de clien­ có con la necesidad de tener una zona libre de emociones en la
te. Nuestras fantasías a menudo están pobladas con este tipo de que el sexo pudiera ser libre de cargas y salvaje, y en donde todas
personificaciones de la sexualidad desenfrenada . A través de ellas las vulnerabilidades, insuficiencias y dependencias (tanto las de
podemos experimentar simple placer o lujuría incontenible, libres él como las de ella) pudieran suspenderse temporalmente.
de las ataduras impuestas por las intrincadas emociones de las Si las cintas de vídeo no hubieran estado a la vista, proba­
relaciones sexuales adultas. Ellas permiten que personas desco­ blemente no hubiéramos llegado a este punto en la discusión sobre
nocidas nos ayuden a eludir las ambigüedades del deseo y las los hábitos visuales de Nat. -Por un-lado,-no - hacía mucho tiem­
contingencias del amor. Aunque las fantasías son vecinas del amoc, po que Nat y Amanda estaban juntos: aún estaban asentando su
no pueden sustituir a la realidad . vida juntos y negociando los,diversos aspectos de su relación. Tuve
La pornografía heterosexual, en su mayoría producida por y la sensación de que las inseguridades, prejuicios y diferencias esté­
para hombres, se ocupa principalmente de aquello que el soció­ ticas de Amanda harían difícil que ella pudiera oír hablar de las
logo Anthony Giddens denomina «alta intensidad sexual, baja personales maneras de excitarse de Nat sin percibirlas como una
emoción». En parte, cumple con la necesidad de muchos hom­ amenaza.
bres de compartimentar sus vidas en cuanto a lo sexual y lo emo­ Por su parte, Nat no era especialmente receptivo a las sensi­
cional, y de separar sus relaciones de pareja estables de sus impul­ bilidades de Amanda. Era displicente respecto al efecto que todas
sos irrefrenables. Pero también tiene un propósito adicional que aquellas cintas de vídeo tenían sobre ella, y (al contrario de lo
no se nota a simple vista. Mientras que los detractores del porno que acontecía con las objeciones propias) estaba siendo un poco
se centran principalmente en la agresividad y violencia de la sexua- evasivo respecto a su no comprensión de lo que todo aquello sig-
f! 234 Inteligencia erótica IX. Piel y fantasías 235

nificaba. Su argumento, que la amaba demasiado como para tico en nuestras relaciones sexuales: no siempre son necesarias
investirla con esa clase de erotismo, resultaba muy simplista. Reve­ las palabras o las presentaciones en sociedad. Cómo manejar este
lar la propia vida interior erótica requiere más sensibilidad y tac­ asunto dependerá de cada relación de pareja en particular y de
to de los que Nat exhibía. Del mismo modo, entrar en el mun­ la compatibilidad entre sus miembros.
do de fantasía de nuestra pareja requiere tener más sentido de la
otredad del que Arnanda podía demostrar.
Algunas personas disfrutan espiando desde detrás de las cor­ Nuestros tabúes culturales acerca de las fantasías eróticas son
tinas las fantasías sexuales secretas de su pareja; para otras per­ tan fuertes que, para mucha gente, la mera idea de hablar sobre
sonas, en cambio, esto resulta desastroso, pues.no sólo no enri­ ellas genera ansiedad y vergüenza. Sin embargo, las fantasías son
quece la complicidad erótica, sino que la daña. Invitar a alguien mapas de nuestras preocupaciones psicológicas y culturales, i
a lo más recóndito de nuestra mente erótica es arriesgado. Cuan­ explorarlas puede darnos mayor conocimiento de nosotros mis­
do la fantasía es mal acogida, puede resultar devastadora, pero mos, lo cual es un importante paso hacia el cambio. Cuando res-
cuando es recibida de un modo que haga que nos sintamos reco­ - tringimos nuestros espacios erótlcos interiores, nos quedamos con
nocidos y aceptados, puede ser extraordinariamente fortalecedo­ un sexo truncado, desprovisto de vitalidad, y que no es necesa­
ra. Mientras que la fantasía puede no ser en sí misma un lugar riamente íntimo. Lo que las personas no logran ver es que las rela­
para la intimidad, el hecho de revelarla expresa y fomenta amor ciones sexuales sosas y aburridas se deben a que la imaginación
profundo y confianza. ha sido desconectada precisamente así.
Al mismo tiempo, entrar en el espacio mental erótico de los Nuestra imaginación erótica constituye una expresión exube­
demás requiere un esfuerzo de comprensión, y un considerable rante de nuestra vitalidad y es. una de las herramientas más pode­
grado de alteridad afectiva. Tal vez no nos guste lo que escuche­ rosas que tenemos para mantener con vida el deseo. El darle voz
mos, tal vez no nos parezca sexy. Este nivel de objetividad com­ a nuestras fantasías puede liberamos de los numerosos obstácu­
pasiva no es fácil de lograr, especialmente en lo que se refiere al los sociales y personales que se encuentra n -entre· nosotros y el
deseo. Si nuestra pareja se excita sexualmente con algo ajeno a placer. El comprender lo que nuestras fantasías hacen por nosotros
nosotros, lo que sea, la tentación es juzgar primero y formular nos ayudará a entender qué es lo que buscamos, tanto sexual
preguntas después, si es que las hacemos. Lo que comienza como como emocionalmente. En nuestras ensoñaciones eróticas encon­
una pregunta abierta puede degenerar rápidamente en un replie­ tramos la energía que nos ayuda a mantenemos apasionadamen­
gue de mutua autodefensa. Cuando la mentalidad erótica se sien­ te conscientes de nuestra propia sexualidad.
te criticada, se esconde. Si ya no es privada, se vuelve hermética.
Yo soy partidaria de la privacidad, y prefiero un enfoque cau­
to en lo que concierne a la revelación de la sexualidad personal.
El explorar el propio erotismo no significa hacerlo público, y reco­
nocer las propias necesidades no significa tener que compartirlas
en detalle. Existen muchas maneras de incluir a nuestro Yo eró-
capítulo La sombra de un tercero:
diez replanteándose la fidelidad

«P: ¿Existe algún secreto para tener relaciones de


pareja duraderas?
R: La infidelidad. No el acto en sí mismo, sino la
amenaza de ella. Para Proust, una inyección de celos
es la única cosa capaz de rescatar una relación de pare­
ja que ha sido arruinada por la rutina. »
ALA.IN DE BorroN, Cómo cambiar tu vida con Proust

«El matrimonio es una cadena tan pesada que hacen


falta dos para llevarla; y algunas veces tres. »

, ALEJANDRO DUMAS

El Talmud, la gran recopilación de la tradición rabínica, cuenta


la siguiente parábola: todas las noches, el rabino Bar Ashi se pos­
traba ante Dios misericordioso y le rogaba que lo salvara de los
impulsos malignos. Su esposa, al oírlo por casualidad, pensó:
«Han pasado varios años desde que él ha renunciado a mí. ¿Por
qué razón dice eso?». Entonces, un día, mientras él estudiaba en
el jardín, ella se vistió como Haruta y se le acercó, (Haruta era
el nombre de la prostituta por antonomasia en la antigua Babi­
lonia. Esa palabra, en hebreo, también sigrúfica «libertad».)
-¿Quién eres? -preguntó él.
238 Intdígencia erótica X. La sombra de un tercero 239

- Soy Haruta -respondió ella. el uno al otro. Resolvemos el asunto de los ex amantes: ¿sabe­
-Te deseo -dijo él. mos algo de ellos, hablamos de ellos, los vernos? Ya sea sin tapu­
-Tráeme la granada que se encuentra en la
rama más alta jos o de forma solapada, definirnos zonas privadas y zonas para
del árbol -exigió ella a cambio.
compartir con nuestra pareja.
Le entregó la granada, y fa hizo suya. La madre de todos los limites, la reina soberana, es la fideli­
Cuando regresó a su hogar; su esposa estaba
encendiendo el dad, dado que es la que mejor confirma nuestra unión. Tradi­
fuego. Él se puso de pie e intentó arrojarse a él.
cionalmente, la monogamia significaba tener una sola pareja
-¿Por qué haces eso? -le preguntó ella.
sexual durante toda la vida, como en el caso de los cisnes o los
-Porque sucedió esto y aquello -confesó él.
lobos. Hoy en día, significa tener una sola pareja sexual a la vez.
-Pero era yo -respondió ella. (Al parecer; hasta los cisnes y los lobos sólo en apariencia son
-De todas maneras, yo deseé lo prohibido. monógamos.) La mujer que se casa, se divorcia, vuelve a estar
soltera por un tiempo, tiene ·varios amantes, se vuelve a casar, se
divorcia y se casa por tercera vez puede de todas maneras cum­
plir con los requisitos de la monogamia siempre que sea sexual­
Monogamia monolítica
mente fiel a su pareja mientras mantiene cada una de estas rela­
En el momento en que dos personas se convierten en una pare­ ciones. Por otra parte, el hombre que lleva cincuenta años
ja, comienzan a negociar los límites: qué está permitido y qué comprometido con la misma mujer; pero se permitió un único
no. Eliges a una persona entre todas las demás; después trazas encuentro amoroso con otra persona cuando llevaban quince años
las líneas que enmarcarán esa rna�avillosa unión. Entonces co­ de relación, es fácilmente relegado a la categoría de infiel. Sí has
mienzan las preguntas: ¿qué es lo que puedo hacer por mi cuen­ engañado, has engañado.
ta y qué es lo que tengo que compartir?; ¿tenernos que irnos a Como cantaba Bob Dylan, «los tiempos están cambiando».
la cama al mismo tiempo?; ¿vendrás -a- celebrar la Navidad con Durante los últimos-- cincuenta -años nos -hemos--abíerto a una
mi familia todos los años? A veces, llegamos a e;tos acuerdos de amplia variedad de nuevas combinaciones matrimoniales y fami­
manera explícita, pero en la mayoría de las ocasiones utilizarnos liares. Podernos tener matrimonios heterosexuales, homosexuales
el método de ensayo y error. De esta manera, vernos hasta qué o transexuales. Podemos vivir en concubinato. Podernos ser padres
punto uno puede salirse con la suya sin pisotear sensibilidades solteros, padrastros, padres adoptivos o no tener hijos. Los matri­
ajenas. « ¿Por qué no me pediste que te acompañara? Pensé que monios sucesivos y las familias mezcladas son hoy algo corrien­
viajaríamos juntos...» Una mirada, un comentario, un hiriente te. Podemos vivir juntos y no casarnos nunca, o podernos tener
silencio: ésas son las señales que tenernos que tornar en cuenta. un matrimonio del tipo «cada uno en su casa», con sólo breves
Nuestra intuición nos dice cuán a menudo tenernos que vernos, temporadas de convivencia bajo el mismo techo. En perfecta sin­
con qué frecuencia debernos hablar y cuánto se espera que com­ tonía con la fragilidad del matrimonio, en la actualidad tenemos
partamos. Escudriñarnos nuestras respectivas amistades y decidi­ acuerdos prematrimoniales y divorcios de mutuo acuerdo. Todos
ti·-� rnos cuánta importancia pueden tener ahora que ya nos tenemos estos arreglos han redefinido los limites, tanto dentro de la pare-
, i 1
240 Inteligencia erótica X. La sombra de un tercero 241

ja como en la relación de ésta con el mundo exterior. Sin embar­ que las personas tienen aventuras amorosas, a pesar del hecho
go, por más flexibles que sean nuestras actitudes hacia el matri­ de que la monogamia es un barco que se hunde tan rápido que
monio, nuestra insistencia en la monogamia permanece inque­ nadie puede evitarlo, continuamos aferrándonos a sus restos, ya
brantable. Con escasas excepciones ( estrellas de cine, hippies que confiamos plenamente en su solidez estructural.
entrados en años y swingers -personas sexualmente desinhibi­
das-), los límites que demarcamos en torno a la exclusividad
sexual siguen siendo rígidos . Encontrar nuestra media naranja
Podría decirse que nuestro romance con la monogamia tiene
algún coste. La terapeuta familiar brasileña Michele Scheinkman Históricamente, la monogamia representaba un sistema de con­
dice: «La cultura estadounidense muestra una gran tolerancia ante trol externo impuesto sobre la reproducción femenina. La fideli­
el divorcio --que implica una ruptura absoluta de los lazos de leal­ dad, .como pilar fundamental de la sociedad patriarcal, estaba rela­
tad y tiene dolorosos efectos sobre todos los miembros de la cionada con el linaje y la propiedad -«¿cuál de éstos es mi hijo?;
familia-, pero es una cultura que no tolera en absoluto la infi­ ¿quién se quedará con las vacas cuando yo muera?»-; no tenía
delidad sexual». Preferimos matar una relación de pareja antes nada que ver con el amor. En la actualidad, y especialmente en
que cuestionar su estructura. Occidente, está íntimamente relacionada con el amor. Cuando el
Nuestra confianza en la monogamia está tan afianzada que matrimonio dejó de ser un acuerdo contractual para convertirse .
la miyoría de las parejas, en especial las parejas heterosexuales, en un asunto del corazón, la fidelidad se convirtió en una expre­
casi nunca �bordan el tema abiertamente. No necesitan discutir sión mutua de amor y compromiso. La fidelidad, que una vez
algo que se da por supuesto. Incluso aquellos que, aparte de eso, representó una prohibición social dirigida a las mujeres, consti­
están dispuestos a investigar la sexualidad en todas sus combi­ tuye ahora una elección personal para ambos sexos. La convic­
naciones posibles, a menudo se muestran reticentes a negociar ción ha sustituido a la convención.
los rígidos límites de la exclusividad. La monogamia representa En estos días, somos nuestros propios cupidos. Al no estar
una característica imprescindible. De acuerdo con esta manera ya obligados a casarnos con quien corresponde, podemos deli­
de pensai; no se puede ser casi monógamo, o monógamo en un near nuestro propio ideal de lo que queremos... y queremos
noventa y ocho por ciento o periódicamente monógamo. El deba­ mucho. La lista de nuestros deseos sigue incluyendo todo lo que
te sobre la fidelidad implica que se trata de un asunto abierto a debe proporcionar una familia tradicional (seguridad, hijos, pro­
la discusión, ya no un mero imperativo. La posibilidad de una trai­ piedades, respetabilidad), pero ahora, además, queremos que Joe
ción es algo demasiado sombrío, así que evitamos el tema median­ nos ame, nos desee y esté interesado en nosotros. Deberíamos
te una negación que parece ensayada. Tenemos miedo de que el ser confidentes, los mejores amigos y unos amantes apasionados.
menor punto débil abra la puerta a Sodoma y Gomorra. El matrimonio moderno nos promete que existe una persona con
A pesar de que la tasa de divorcios es del cincuenta por cien­ quien todo esto sería posible y que simplemente tenemos que en­
to en las primeras nupcias y del sesenta y cinco por ciento en los contrarla. Nos aferramos con tanta tenacidad a la idea de que el
segundos matrimonios, a pesar de la asombrosa frecuencia con matrimonio nos dará todo que los desencantados con él se incli-
242 Inteligencia erótica X. La sombra de un tercero 243

nan por el divorcio o las aventuras amorosas, pero no porque resulta que mamá nunca nos fue completamente fiel, ni siquiera
cuestionen la institución, sino porque piensan que no podrán al comienzo del cuento de hadas.
alcanzar el nirvana prometido con la persona que eligieron. Segu­ Así pues, el fantasma de la traición ha estado allí desde el
ramente, la próxima vez elegirán mejor. Siempre nos centramos comienzo; crecimos con él. Las condiciones de aislamiento
en el objeto de nuestro amor y no en nuestra capacidad de amar. impuestas por la vida moderna sólo amplifican la inseguridad
De ahí que el psicólogo Erich Fromm afirme que pensamos que latente que se oculta en el fondo de nuestra romántica actitud
es fácil amai:, pero que es difícil encontrar a la persona adecua­ posesiva. El miedo a la pérdida y al abandono hace que nos afe­
da. Una vez que encontremos nuestra media naranja, ya no nece­ rremos con mayor fuerza a la fidelidad. En una cultura en la
sitaremos a nadie más. que todo es desechable y en la que los recortes de plantilla en
La exclusividad que buscamos a través de la monogamia hun­ las empresas confirman hasta qué punto somos todos reempla­
de sus raíces en nuestras primeras experiencias de intimidad con zables en realidad, nuestra necesidad de sentirnos seguros en
aquellos que nos criaron. La psicoanalista feminista Nancy Cho­ nuestra fundamental relación de pareja es enorme. Cuanto más
dorow escribió: «Esta tendencia primaria -debo ser siempre ama­ pequeños nos sentimos en el mundo, más necesitamos brillar a
do, en todas partes, de todas las maneras posibles, deben amar los ojos de nuestro compañero. Queremos saber que le impor­
todo mi cuerpo y todo mi ser; sin críticas, sin que requiera el tamos y que, al menos para una persona, somos irreemplaza­
menor esfuerzo por mi parte- es el objetivo final de todo impul­ bles. Ansiamos sentirnos completos y liberarnos de la prisión de
so erótico». En nuestra vida amorosa adulta buscamos recuperar nuestra soledad.
esa primigenia identidad que sentíamos con mamá. El bebé no Tal vez ésta sea la razón por la que nuestra insistencia sobre
conoce el concepto de otredad. Érase una vez una persona cuyo la exclusividad sexual es absoluta. Dado que el amor sexual adul­
único cometido era estar siempre disponible para nosotros. En to reproduce momentáneamente la forma más primitiva de fusión
la. comunión extática entre madre e hijo no hay brechas. Para el -la unión de los cuerpos, el pezón que llena· toda nuestra boca
recién naddo la madre es todo al mismo tiempo, es ·inseparable y nos deja completamente satisfechos-, imaginar a nuestro ama­
e ilimitada: su piel, su pecho, su voz, su sonrisa... todo es para do con otra persona es un cataclismo. El sexo, creemos, es la
él. Cuando éramos unos bebés rosaditos nos sentíamos plenos y peor de las traiciones.
realizados, y en algún lugar profundo de nuestro ser nunca nos De ello se deduce que la monogamia es la vaca sagrada del
olvidamos de ese paraíso. Aquellos de nosotros que no conoci­ ideal amoroso, ya que es el indicador de que somos especiales:
mos ese estado idílico (por tener madres ocupadas ' inconstantes me han elegido a mí y han rénunciado a los demás. Cuando tú
ausentes o egoístas), a menudo mostramos una determinación aún le das la espalda a otros amores, confirmas que soy único; cuan­
'
mayor para encontrar a la pareja perfecta. do tu mano o tu mente se alejan, mi importancia se hace añicos..
La pregunta es: esa unidad que tanto luchamos por recupe­ De manera inversa, si ya no me siento especial, mis propias manos
rai:, ¿no es en sí misma una fantasía? Para el niño, mamá es el y mi mente se estremecen por la intriga. Las personas desilusio:
principio y el fin de todo, pero la madre siempre ha conocido a nadas son propensas a divagar... ¿podrá alguien devolverme nu
otras personas; incluso tiene un celoso amante: el padre. Al final importancia?
244 Inteligencia erótica X. La sombra de un tercero 245

de com­
La lotería del matrimonio Esta llamativa pelirroja, que trabaja en el departamento
atracción hacia
pras, no es nada sutil a la hora de expresar su
acho; y, una vez
Doug conoció a su primera esposa en la universidad. Eran bue­ Doug. Encuentra excusas para entrar en su desp
lo bien que supo
nos amigos, pero su vida sexual nunca fue especialmente intere­ allí, se entretiene un rato. Está impresionada por
nuevas esas
sante. Finalmente, tanto su vida sexual como su matrimonio se manejar al jefe de ambos; le encanta ese traje; «¿son
; y ésta se trans­
esfumaron. Más tarde, él tuvo algunas apasionadas relaciones, que gafas?». Un bocadillo se convierte en una copa
ellos es ardien­
lo dejaron sexualmente tonificado, pero emocionalmente agota­ forma en un romance de cinco años. El sexo entre
avenrura. Se trata
do. Y después conoció a Zoe, una artista multimedia, feliz y lle­ te, pero no es de eso de lo que se trata en esta
ción que trae apa­
na de energía, con un -<:orno él lo denomina-« bajo grado de de la enorme atención que él recibe y de la emo
a le falta atención
neurosis». Según él, «ella era única en su género:' con los pies en rejada lo prohibido. Para Naomi, a quien nunc
os los fines de
la tierra, práctica y salvaje en la cama. Pensé que me había toca­ masculina, Doug es irresistible. Ella le echa de men
su necesidad de
do la lotería matrimonial». semana, y está celosa de su otra vida; y aunque
sta-, también
Tras varios años de matrimonio, ella dejó de responderle con posesión agote a Doug -y a veces le resulte mole
él.
tanto enrusiasmo. Todavía tiene mucha energía, pero dirige gran le confirma con precisión cuán importante es
inar las con­
parte de ella a otros ámbitos. Los niños exigen su atención. La Cuando Doug viene a verme, apenas puede dom
estamente debe
animación por ordenador absorbe su creatividad. Y su enorme tradicciones de su vida. Su matrimonio, que supu
, que, por defini­
familia (sus padres, sus cinco hermanas y todos sus sobrinos) son ser monógamo, no lo es. Su aventura amorosa
ue él no pudo cum­
el centro de su vida social. Doug siente que pasa desapercibido. ción, es no monógama, acaba de terminar porq
Sin relaciones sexuales que lo distingan de los diversos persona­ plir con las exigencias de fidelidad de Naomi.
quería que yo
jes que pueblan la vida de su ocupada esposa, se siente cada vez -¡Todo esto es de locos! -me dice--. Naomi
cual, como le dije,
menos relevante, como si fuera un extra en una película. dejara de tener relaciones sexuales con Zoe, lo
con· otra persona,
En los años siguientes, la irritabilidad creciente de Doug se no podía hacer. Entonces, ella-empezó a -salir
a a tener sexo con­
ve salpicada por breves momentos de instigación seductora: invi­ y ya están hablando de matrimonio. Ella se nieg
a su relación con
ta a Zoe a pasar fines de semana románticos, selecciona cuida­ migo, y es absolutamente hermética en cuanto
ello. Imaginarla en
dosamente las películas en DVD de la semana, le compra pen­ Evan. Estoy tan celoso que me obsesiono con
dientes, pues a ella le encantan los adornos colgantes. En general, los brazos de otro hombre me vuelve loco.
Exiges fideli­
Zoe reacciona, pero cuanto más la busca, más se da cuenta de -Espero que entiendas la ironía -le digo-.
la infidelidad.
lo esencial que resulta su esfuerzo, y esto le .deprime. A pesar de dad en el lugar que precisamente se define por
-responde.
todas las astillas que echa al fuego, Doug no logra encender el fue­ -Si, pero es la infidelidad de ella, no la núa
al. ¿Ella y Zoe
go ardiente que necesita. Cuanto más intenta acortar la distan­ -¡Oh, claro! Olvidé que existe una doble mor
fiel a ninguna?
cia, más vacío se siente. Sus ojos comienzan a deambular y cuan­ deben ambas serte fieles, mientras tú no le eres
, lo sé. Créeme,
do finalmente se posan en alguien no lo hacen en Zoe, sino en -Sí, algo así. No es un acuerdo muy justo
Naomi. no estoy orgulloso de esto.
246 Inteligencia erótica X. La sombra de un tercero 247

-Entonces, ¿por qué no dejaste a Zoe? -le pregunto--. rebelión en contra de los límites impuestos por el matrimonio.
Si
tuviste todo lo que dices con Naomi, ¿por qué no te queda La transgresión es afrodisíaca, y en ocasiones los secretos son
ste
con la zarza ardiente, con el fuego que nunca se consume? una fuente de autonomía o una reacción violenta contra la falta
-Amo a Zoe -dice Doug, visiblemente conmocionado de privacidad. ¿Qué podría ser más excitante que una conversa­
por
las implicaciones de lo que acabo de decirle-. En realidad ción telefónica susurrada en el cuarto de baño? Así, la agobiada
, nun-
ca deseé abandonar mi matrimonio. Tengo algo bueno con Zoe, madre puede volver a sentirse mujer nuevamente: su amante no
Y no quiero vivir lejos de mis hijos. Además, ¿Naomi y yo, casa­ sabe nada del juego de Lego roto o del fontanero que la dejó plan­
dos? Eso sería un desastre . tada por segunda vez.
-Entonces, la finalidad de este idilio no era terminar con Una.. relación amorosa ilícita puede ser catastrófica, aunque
tu
relación... ¿Habrá sido entonces una especie de estabilizador, también puede ser liberadora, medicinal y constituir una fuente
en
el que la tercera persona ayuda a mantener a los otros dos en equi­ de energía. De hecho, frecuentemente es todas esas cosas a la
librio ? vez. Cuando ya no hay más intimidad, cuando ya no conversa­
-No lo sé; tal vez. El caso es que no lo pensé, simplemente mos, cuando hace años que no nos tocan, somos más vulnera­
lo hice. Seguí mis instintos, y ahora me siento · como una mierda. bles a la amabilidad de los extraños. Cuando los niños son peque­
ños y demandan atención, sentirnós reconocidos por alguien
ajeno al matrimonio puede ser vigorizador; y cuando los hijos
Deshacer. el affaire se han hecho mayores y se han marchado, quizá los padres tra­
ten de volver a llenar esos nidos vacíos en otro lado. Si nos falla
En cierto grado, creo que Doug quería que yo le confirmara que la salud o si acabamos de ser rondados por la muerte, tal vez
lo que él había hecho estaba realmente mal: había traicionado suframos árrebatos de insatisfacción: un grito exigiendo algo
las promesas realizadas al casarse, lo cual constituía, simple y mejor. Algunas aventuras amorosas constituyen actos de resis­
llanamente, una infracción moral. Pero la condena absoluta nos tencia;·otras•-tienen-lugar, precisamente, cuando no ofrecemos
clistrae muy fácilmente de la verdadera cuestión que se halla detrás resistencia en absoluto. El hecho de descarriarse puede hacer
de este tipo de comportamientos. Yo prefiero tomar una postura sonar una alarma que indique una necesidad urgente de prestar
moralmente neutra, que nos permita explorar con libertad el sig­ atención al matrimonio, o puede convertirse en la campana fúne­
nificado de la aventura, en lugar de analizar su aspecto ético. bre que se escucha tras el último y agonizante suspiro de la rela­
Una vez que Doug comprenda cuáles fueron los motivos que lo ción de pareja.
condujeron a los brazos de Naomi, podrá sacar sus propias con­ Yo cuestiono la visión, ampliamente difundida, de que la infi­
clusiones, tanto sobre lo que hizo como sobre lo que querrá hacer delidad siempre indica problemas más profundos dentro de una
de ahora en adelante. relación. Las aventuras surgen a causa de una miríada de fuer­
Las personas se descarrían por diversas razones: falso amor, zas; y no todas ellas están clirectamente relacionadas con fallos
venganza, anhelos insatisfechos o mera lujuria. A veces una aven­ en el matrimonio. Da la casualidad de que muchos adúlteros están
tura amorosa consiste en una búsqueda de intensidad, 0 en una bastante satisfechos con sus relaciones de pareja; Doug lo esta-
-,-.¡

248 Inteligencia erótica X. La sombra de un tercero 249

ha, pero quería algo más. No podía expresar exactamente qué, obstáculos, hacer malabarismos con los horarios, buscar un lugar
sólo podía decir que era algo relacionado con tener relaciones seguro, ·inventar excusas. Y todo este entusiasmo inagotable con­
sexuales con mayor frecuencia. firma la importancia mutua de los amantes. Visto de esta mane­
Juntos, Doug y yo exploramos la anatomía de su pasión y ra, la transgresión de Doug fue un intento de recuperar aquello
logramos comprender cuáles eran aquellas necesidades que se que una vez tuvo con su esposa y sin lo cual no puede vivir: la
satisfacían en la tumultuosa relación que manterúa con Naomi. sensación de ser importante, el alivio de la soledad y la sensa­
Para Doug, el sexo es el lugar donde se nutre desde el punto de ción de fortaleza.
vista afectivo, y constituye su refugio. Es la encarnación del amor.
A través del sexo, él experimenta un abandono del ego que le hace
sentirse uno con el mundo. La pasión le otorga a Doug el mayor Puedes volver a casa
de los alivios, que lo libera de la insoportable soledad del ser.
«Es como si yo desapareciera, todo se desvanece.. Esta especie de Para cuando su aventura amorosa termina, el matrimonio de
enfoque total, de atención absoluta, de alguna forma me libera Doug ha quedado reducido a lo estrictamente esencial. Doug y
de rrú mismo. Dejo de pensar, las sensaciones recorren mi espal­ Zoe son cordiales, respetuosos, incluso ocasionalmente afectuosos,
da, atraviesan mi cerebro y salen. Y no hay nadie observando lo pero afectivamente están muertos. Se han acostumbrado a la
que sucede.» Hacer el amor es una experiencia integral. Con vaguedad por lo que concierne a las repetidas ausencias de él.
Naomi, Doug logra tener sexo trascendente y explosivo. En par­ Las insinuaciones sexuales de Doug son escasas y espaciadas en
te, esto se debe a que, desde el punto de vista erótico, están hechos el tiempo; y está tra.stornado. Tiene miedo a tener un lapsus y reve­
con la misma tela; pero también, lo que es más importante, a lar algo sin querer; su hermetismo cada vez ocupa más lugar en
que la propia estructura de su aventura, y de todas las aventu­ el matrimonio, de forma que sólo quedan muy pocos asuntos
ras, se presta a la pasión. que poder discutir libremente con Zoe: los riiños, el presidente Y
Las aventuras amorosas son arriesgadas, peligrosas y volubles; el tiempo.
todas éstas son características que alimentan la excitación sexual. A medida que vamos desentrañando qué desencadenó su affai-
En el universo autosuficiente del amor adúltero uno está absolu­ re con Naomi, resulta claro para rrú por qué él prefirió quedar­
tamente aislado del resto del mundo y los vínculos se fortalecen se con su esposa en lugar de luchar por su amante. Zoe es tierra
gracias al secreto que los rodea. El hechizo se mantiene, ya que firme. Al mismo tiempo, su capacidad para apreciar la verdade­
nunca ha sido expuesto a la luz del día. No tienes que preo­ ra dimensión de las co�as le proporciona un cierto sosiego; no le
cuparte de que tu amante no le agrade a tus amigos, ya que nadie resulta difícil dormir por las noches ni levantarse por las maña­
conoce su existencia. Las aventuras amorosas se desarrollan en nas. Zoe no busca la pasión. Rara vez se deja arrastrar. Tal vez
los márgenes de nuestras vidas y están maravillosamente libres de Doug encontró en Naomi la pieza que le faltaba, pero con Zoe
citas con el dentista, impuestos y facturas por pagar tiene el resto del rompecabezas.
Sin embargo, hay barreras que atravesar. Para poder verse, hay Doug y yo conversamos acerca de cómo encaja su ideal _ de
que hacer un esfuerzo; a veces, un gran esfuerzo. Hay que saltar matrimonio en la realidad de su particular vínculo mawmomal.
250 Inteligencia erótica X. La sombra de un tercero 251

Él desea tener calor y calidez en el mismo sitio. Quiere que la mesa problema no es que me hayas engañado, sino que me hayas men­
de la cocina sea un altar de unión carnal por las noches y un tido!». Para la manera de pensar de los norteamericanos, el res­
rincón soleado, donde desayunar felizmente con los niños, a la peto está ligado a la sinceridad, y la sinceridad es una cualidad
mañana siguiente. Sin embargo, es probable que Doug nunca primordial de la responsabilidad individual. El ocultamiento, el
experimente con Zoe la misma intensidad que tuvo con Naomi. disimulo y otras formas de engaño equivalen a una falta de res­
Las aventuras amorosas tienen su propia clase de pasión. El secre­ peto. Sólo se le miente a aquellos que se encuentran por debajo
tismo, el suplicio, la culpa, la transgresión, el peligro, el riesgo y de uno: los hijos, los electores y los empleados.
los celos constituyen un material altamente inflamable, como un En otras culturas es más probable que el respeto se exprese
cóctel molotov: una explosión erótica demasiado peligrosa en mediante mentiras piadosas, destinadas a preservar el honor de
una casa con niños. la pareja. Es preferible un encubrimiento protector a decir ver­
A medida que Doug tiene más claro qué es lo que puede espe­ dades que podrían causar humillación. Así, la ocultación no sólo
rar de su matrimonio, surge una nueva serie de preguntas: ¿cuá­ preserva la armonía matrimonial, sino que también constituye
les son sus opciones ahora que ha decidido quedarse?; ¿puede un símbolo de respeto. Basada en mis propias influencias cultu­
admitir sus anhelos sin tener que cumplirlos?; ¿seguirá sorteando rales, me adhiero a la decisión de Doug de permanecer callado;
la monogamia en privado, sin que Zoe lo sepa, como sucede en y, al mismo tiempo, lo aliento a que busque otras maneras de
todas las aventuras amorosas, o tendrá una conversación más volver a conectarse con su esposa. Su matrimonio ha estado en
abierta sobre los límites sexuales de su matrimonio?; ¿debe con­ «pausa» durante mucho tiempo; es hora ya de pulsar el botón
fesar que tuvo un lío para poder reconciliarse con su esposa?; ¿qué de play.
puede hacer con su sentimiento de culpabilidad? Doug vuelve a invertir en su relación con Zoe. Al disponer
Las respuestas cambian todos los días. La semana pasada, le de más tiempo y estar, generalmente, más libre y dispuesto sexual­
parecía que no podría volver a mirar a su mujer a los ojos has­ mente, comienza a canalizar sus abundantes recursos hacia su
ta confesarle lo sucedido. Hoy, le parece que la mayor demos­ esposa. Ella-finge·sorpresa ante el regreso-repentino de su Ulises,
tración de amor sería guardarse todo esto para sí mismo: pero, debajo de esa pose burlona de «¡dichosos los ojos que te
-¿Debo romperle el corazón simplemente para aliviar mi con­ ven!», Doug puede advertir que se siente aliviada. Lo aliento a que
ciencia? A veces pienso que siempre lo supo y que la única razón fortalezca su implicación en sus hijos, su casa y en las activida­
por la que no me ha dejado es porque he mantenido la boca cerra­ des sociales, con la esperanza de que, relevando a Zoe de algu­
da. Al menos, de este modo ella conserva su dignidad. nas cargas domésticas, pueda ésta abrirse al erotismo.
La mayoría de los terapeutas de pareja estadounidenses creen En sus intentos por ser más comunicativo, Doug le pregunta
que las aventuras amorosas deben revelarse, si es que se desea a Zoe si alguna vez siente atracción por otros hombres. Su res­
reconstruir la intimidad. Esta idea va unida a nuestro concepto puesta es evasiva: «Tal vez sí; tal vez no; ¿a ti qué te importa?».
de amor íntimo, el cual rinde culto a la transparencia: no tener Esto le deja un poco desconcertado.
secretos, no decir mentiras y contarlo todo. De hecho, algunas per­ -Cuando alguien está tan envuelto en el secretismo como tú
sonas condenan el engaño incluso más que la propia falta: "¡El lo has estado -le digo--, es fácil pensar que tú eres el único

... J
X. La sombra de un tercero 253
252 Inteligencia erótica

ra oculta en el matrimonio de Doug,


su telar, en casa . Naomi es la somb
misterioso, el rebelde, y que ella es Penélope, sentada en Z e viv e en el centro d
e esta aventura. Los cel
os del aman­

tal vez ella tenga sus pro­ p éste, el deseo de


esperando que regreses a casa . Pero presencia del cónyuge ; sin
o

te dependen de la
ero

ebrecidos amantes que­


pios secretos y fantasías sobre hombres que pueden darle l q e l p ión y la locura de los enf
posesión,
o u
que
tú no puedes. ente, flácidos. Ta
l vez sea ésa la razón por la
a as

ían, simp l m
dar an una vez que el
El matrimonio es imperfecto. Comenzamos con el deseo de as aventuras am
orosas que continú
e

so n tan poca s l
te ­ erdadera prueba
unidad y luego descubrimos que somos diferentes. Nuestros mo q las in spiró se ha disuelto. La v
matrimonio liminad o el obs-
res despiertan ante la idea de todas las cosas que nunca vamo a a cuando se ha e
entura comienz
u e

de am n n av
s

a nues­
tener. Discutimos; nos retractamos; le echamos la culpa
or e u a

camos táculo. bra de un tercero


, ya
tra pareja por no lograr que nos sintamos realizados; bus Todas las relaciones s
uceden a la som

en otra parte. Lamentablemente, muc


hos de nosotros nos queda­ q suelda nuestra
unión de pareja. En su
que es este « t o» l
mos atascados en situaciones como ésta hasta que nos queda s
mo : «La pareja implica resis­
ue

am Phillips dice
o r e

libro Ad pareja
su sue­ ero para que la
calvos o peinamos canas. Otros lamentan la pérdida de e un tercero, p
Mon oga mia,
a l int o misión d
tencia por la
am
ño y luego se avienen a aceptar la elección que realizaron. El or ensable tener ene
migos. É sa es la razón
a r

d s indisp
se basa en la aceptación. Cuando Doug llegue a co n e a sí p
pu eden vivir sin e
llos. Cuando somos
n
ure e
m
er

que los mo nóg s ser tres » .


ocers
es trans­ areja, necesitamo
mismo y a reconocer a Zoe tal como es, podrá entonc ra formar una p
a os o

dos, estam s j nto . Pa en ­


uchos de mis paci
formar sus diferencias en riquezas. er una parej a? M
u s

Entonces, ¿qué debe hac


o

an a reconocer
que existe un tercero. Se
tes simplemente se nieg que insiste en que .
s po l s ñ uelo de la unidad,
sienten atraíd amor perfecto es
autosufi­
e

ad de otros. El
o r e

no ten emos n c id
el otro, aun­
La sombra del tercero
ue la presencia d
es tan frágil q
e es

ciente. Est fu ión


na­ ente fuerte como
para hacer-
En los lindes de toda parej a mora un tercero. Puede ser el e s.lo.suficientem
a s

qu e s a n fa nt sías, e
osa
morado ·del ·instimto, cuyas manos aún recordamos, la herm
e e a

ue­ la añicos. sensacional en la pelícu


la
cajera o el apuesto profesor de cuarto curso con el que coq Esto ha sid il st rado de manera
de regre­
teas cuando vas a buscar a tu hij o a la escuela. El extraño q Wide Shut. Bill y Alice acaban
o u

Stanl y K b ick,
d, que ha suscita­
ue
de
nos sonríe en el metro es el tercero. También lo son el stripp
Eyes
ueta de Navida
a fiesta de etiq
e u r

l j s
er,
sar d un
la estrella de cine porno..., ya sea que los toquemos o n . Él es
re sexo . Bill sie
mpre ha supuesto que
u o
s b
a
ión
e

do una conv sa «Eres


o
so. apaz de ser infiel:
con quien la mujer fantasea cuando hace el amor con su espo r naturaleza , inc
er c o

igual q él, s, po
Alice, al ca
A ella la podemos encontrar cada vez más fácilmente en
Inter­
e de mis hijos,
y estoy seguro de ti. Nun
ue e

mi esp a y l madr
indignada por su
net. Real o imaginario, personificado o no, el tercero constituy el. Estoy segur
o de ti». Alice,
os a

h s sid infi
e

el fiel de la balanza que da equilibrio a la parej a. El tercero


es la m
d p or un cigarrillo
de marihuana que
o
l nton
a
nv
e

arrogancia y descri­
lado error. Así, Atice
manifestación de nuestro deseo por aquello que está al otro e sacarlo de su
e a e a a

fuma se, d id
acaban de uede ser la
cuán poderosa p
el de detalle,
ec
de la valla. Es lo prohibido.
r

be, con un t ibl niv


El amante es el tercero, pero también lo es la esposa ·que está
err e

i
l .,'i¡
. 254 Inteligencia erótica X. La sombra de un tercero 255

presencia de los otros, incluso cuando ésta no es más que un cho, ¿de qué hablabais?»; «pasas mucho tiempo en el ordena­
espejismo. Le cuenta a Bill la febril fantasía que tuvo en relación dor, ¿sólo lo usas para trabajar?»; «¿dónde has estado?»; «¿quién
con un oficial de la Marina, al que deseó a distancia: nunca se más estaba allí?»;«¿me echaste de menos?». Muchas de nuestras
conocieron; y, sin embargo, el control que él tuvo sobre ella por preguntas se mueven, vacilantes, por el límite entre la intimidad
un instante fue tan fuerte que ella lo hubiera dejado todo si él lo y la intrusión. Queremos saber, pero no queremos ser demasiado
hubiera pedido. También le cuenta que esto había sucedido un obvios. Decimos que preguntamos porque nos importa, pero a
día en que ella y Bill acababan de hacer el amor, y que nunca veces lo hacemos porque tenemos miedo.
1

había querido a su esposo tanto como en ese momento. Así que establecemos reglas y esperamos que nuestras parejas
Bill queda deshecho por la revelación de_su esposa.. y pasa el puedan cumplirlas; de esta ·manera nos aseguramos, de forma
resto de la película tratando de vengarse de esa traición y de res0 preventiva, la fidelidad mediante el procedimiento de atarlas en
taurar el orden en su destrozado mundo. Lo que me sorprendió . corto. El deseo es desobediente; sin embargo, las acciones son
es que, para Bill, una fantasía podía generar el mismo sentimiento sensibles a la razón, por lo que son más fáciles de controlar: no
de ultraje que una aventura amorosa real. puedes tener amigos íntimos del sexo opuesto; no puedes ir al
Bill es como muchas de las personas que he conocido. Su · cine con fulano o mengano, a no ser que vayan otras personas;
seguridad no se basa únicamente en lo que hace Alice, sino tam­ no a los vídeos que no podamos ver juntos; no a los. locales de
bién en lo que ella piensa. Sus fantasías prueban su libertad y su striptease, excepto para despedidas de soltero; no a los bailarines
otredad, y eso lo asusta. El tercero nos muestra otras posibilida­ masculinos; no a los vestidos demasiado provocativos; no pue­
des, opciones que descartamos. De esta manera, está ligado a nues­ des recordar con cariño a tus ex, y, desde luego, no puedes encon­
tra libertad. Laura Kipnis dice: «¿Qué puede causar más ansie­ trarte con ellos a solas cuando estén en la ciudad.
dad que la libertad de nuestra pareja, la cual puede ser la libertad Cuando ya no podemos soportar. nuestra ansiedad, recurri­
de no amamos, o de dejar de amarnos, o de amar a otra perso­ mos a medios de control más primitivos: espiamos. Revisamos
na, o de convertirse en una· persona- -diferente· a ·esa que una vez los estados de cuentas de la tarjeta de .crédito, .presionamos el
se comprometió a amamos por siempre y que ahora ... tal vez ya botón back ( «atrás») del navegador de Internet, revisamos el depó­
no lo haga?». Si puede pensar en otros, podría amar a otros, y sito de gasolina, el teléfono móvil; en definitiva, hurgamos para
eso es intolerable. encontrar información. Pero estas estrategias, inevitablemente, se
quedan cortas . Los interrogatorios, los mandatos e incluso la evi­
dencia pública no logran apaciguar el miedo fundamental que le
Amor fortificado tenemos a la libertad de nuestra pareja: nuestro ser amado pue­
de llegar a desear a otra persona.
La amenaza del tercero es inherente a la experiencia del amor; Los problemas aparecen cuando la monogamia deja de ser una
incluso la relación matrimonial más controladora puede no ser expresión libre de lealtad y se convierte en una forma de con­
suficiente para despejar nuestros temores. Sin embargo, muchos sentimiento impuesto. El control excesivo puede crear el marco
de nosotros lo intentamos: «Estuviste un buen rato con ese mucha- para lo que Stephen Mitchell llama «actos de exuberante desafío» .
256 Inteligencia erótica
X. La sombra de un tercero 257

Cuando se niega al tercero, algunas personas deciden sortear este incómoda con su cita semanal con Mario: no quiere herir los
obstáculo en privado. Así, las aventuras amorosas, los encuen­ sentimientos de Ángela.
tros on-line, los locales de striptease y el sexo en los viajes de nego­ Armados con una ideología del amor que pregona la unión,
cios son transgresiones comunes que brindan cierta distancia psi­ nos sentimos incómodos buscando la autonomía. Esto es espe­
cológica respecto de las relaciones de pareja dominantes. Cuando cialmente cierto por lo que se refiere a la individualidad de nues­
el tercero es desterrado y su presencia sólo se permite fuera del tro deseo. Incluso las parejas que se permiten mutuamente un
matrimonio, es allí donde se le busca.
espacio considerable en otros aspectos, como vacaciones separa­
das, noches fuera de la ciudad o amistades íntimas con personas
del sexo opuesto, muestran sus escrúpulos ante la idea de que cada
El invencible «nosotros»
uno pueda tener su vida erótica independiente. Y no me refiero
al sexo extramatrimonial. Me refiero a un Yo sexual diferencia­
En teoría, entendemos que ambos merecemos un poco de priva­ do, que genere sus propias imágenes, que responda a otras, Y
cidad, aunque en la práctica este asunto es un poco más compli­ que disfrute cuando se excita de forma inesperada. Son todas estas
cado. La psicóloga Janet Reibstein subraya que nuestro modelo contingencias del deseo las que intento hacer llevaderas en m1
de matrimonio, romántico y revestido de compañerismo, que pone trabajo con parejas.
el énfasis en la unión y la honestidad, «responde más a nuestro
criterio de intimidad que a nuestro criterio de autonomía». El
énfasis está puesto en construir cercanía y no en sustentar la indi­ El matrimonio monógamo en una sociedad promiscua
vidualidad. Aquellos de mis pacientes que se adhieren fuertemente
a este carácter distintivo de la intimidad terminan sintiendo que En general, el rol de los terapeutas es desafiar el statu quo cul­
sus aspiraciones individuales, o las de su pareja, no son legíti­
tural. Constantemente alentamos a nuestros pacientes a que exa­
mas. El invencible ;,nosotros» .sustituye al enclenque Yo. minen sus presunciones sobre lo que es normal, aceptable Y pre­
A Niv le disgustaba que su novia se acostase tan temprano: visible. Sin embargo, los límites sexuales son una de las pocas
«Ella es bailarina y se va a dormir a las nueve de la noche, Yo áreas en las que los terapeutas parecen reflejar la cultura domi­
no puedo dormirme a esa hora, así que sólo me acuesto allí». nante. La monogamia es la norma, y se considera que la fideli­
Cuando le pregunto si alguna vez sale con sus amigos después dad sexual es realista, madura y comprometida. La no monoga­
de que ella se vaya a la cama, se queda pasmado: «¿Puedo hacer mia' incluso si es de mutuo acuerdo, está bajo sospecha. Es signo
. .
eso?». La idea de hacerlo, o incluso sugerirlo, nunca se le había de falta de compromiso o de miedo a la intimidad, y debilita a
ocurrido. la pareja.
Leila y Mario son otro ejemplo: han sido una pareja de bai­ Como uno de mis colegas expuso con convicción, «el matri­
le estable desde que las fiestas con música acid se pusieron de monio abierto no funciona. Pensar que es posible es absolutamente
moda. Pero cuando ella comienza a salir con Ángela, que es una
ingenuo. Lo intentamos en los setenta y fue un desastre». «Pue­
patosa bailando y no tolera la música alta, comienza a sentirse
de ser, pero el matrimonio cerrado tampoco es una garantía de
258 Inteligencia erótica X. La sombra de un tercero 259

que las cosas no terminarán en desastre. A lo sumo, parece invi­ gados a llevarlos a cab�, al menos hasta que nos casamos, momen­
tar a cometer transgresiones que son insoportablemente doloro­ to en el cual se espera que renunciemos súbitamente a todo aque­
sas. » Mi colega, un excelente terapeuta familiar, estaba tomando llo que nos han alentado a desear. La monogamia aguanta sola,
una postura de «todo o nada» con respecto a la fidelidad. Des­ como el niño holandés que apoya su dedo en . el dique, intentan­
de este punto de vista, el compromiso emocional exige exclusivi­ do contener un caudal de pasión desenfrenada.
dad sexual y no acepta medias tintas.
Sin embargo, vivimos en un mundo que no nos ayuda mucho
a quedarnos quietos o a conformarnos. En esta cultura consumista Invitar a la sombra
siempre queremos tener lo más moderno y lo mejor: lo último,
lo más nuevo, el más joven. Y si no lo logramos, al menos que­ Algunas parejas prefieren no ignorar la seducción de lo prohibi­
remos más: mayor intensidad, más variedad, más estimulación. do. En lugar de ello, subvierten su poder invitándolo a entrar: «Yo
Buscamos la gratificación instantánea y somos cada vez más no quiero que él me sea infiel nunca, pero saber que ésa es una
intransigentes con cualquier frustración. Nada ni nadie nos alien­ posibilidad me mantiene sexualmente interesada en él». «Fingir
ta a que estemos satisfechos con lo que tenemos, a pensar: «Esto que no hay hombres apuestos en el mundo no hace que mi rela­
está bien. Esto es suficiente». El sexo es una parte esencial de nues­ ción de pareja sea más segura; y, ciertamente, no la convierte en
tra economía; algunas personas incluso dirían que es lo que la una relación más honesta.» «Mi novia es preciosa. Los hombres
impulsa. Ese vestido, ese automóvil, estos zapatos, esta loción, siempre . intentan seducirla. La manera en que él se lo toma a risa
un nuevo tatuaje y unas nalgas firmes, todas estas cosas conlle­ me hace sentir muy bien: ella sigue eligiéndome a mí. » Estas pare­
van la promesa de una vida sexualtnente más satisfactoria. Esta­ jas tienen fantasías en común, leen literatura erótica juntos o
mos convencidos de que la gratificación sexual y la felicidad per­ recuerdan su pasado. Admiten que, sí, el repartidor es atractivo,
sonal van de la mano. Los placeres terrenales están en todas al igual que el técnico del ordenador, el vendedor de la tienda
partes, son un verdadero banquete, y sentimos que tenemos dere­ Barney's, el neurólogo y la esposa-del-vecino;
cho a participar de ese festín. No resulta sorprendente entonces Selena y Max tienen licencia para coquetear, pero no pasan
que las personas a menudo se sientan inquietas en el matrimo­ de, simplemente, ser conscientes de las oportunidades que se les
nio. La fantasía de la variedad infinita se ve frustrada por el com­ ofrecen:
promiso. -Ambos nos morimos por recibir atención. Mi ego recibe una
Ésta no es una manera de justificar la infidelidad ni de ava­ inyección de energía cuando alguien intenta seducirme, especial­
larla. La tentación ha existido desde que Eva mordió la manza­ mente ahora que tengo un hijo. Y siempre que alguna coquetea
na, y siempre han existido también mandamientos en su contra. con Max, siento que me estoy llevando a casa al rey de la noche.
La Iglesia católica es experta no sólo en evitar la tentación, sino A Max y Selena les gusta jugar con la posesión, pero ambos
también en imponer penitencias a aquellos que no pueden resis­ tienen absolutamente claras ·cuáles son las reglas del juego.
tirse a ella. En la actualidad, no son los deseos en sí mismos los Cuando Elsa regresa de una conferencia, Gerard siempre sien­
que han cambiado, sino el hecho de que ahora nos sentimos obli- te curiosidad por saber a quién conoció esta vez:
.:',lil
,1 260 Inteligencia erótica
X. La sombra de un tercero 261

·N
-¿Había alguna persona interesante?; ¿le hablaste de tu mara­ errantes; sin embargo, los rechazamos. Coqueteamos con ellos,
villoso esposo?; ¿coqueteabas mientras presumías de mí? aunque los mantenemos a una distancia segura todo el tiempo.
Wendy siempre ha sabido que George siente debilidad por las Tal vez ésta sea otra forma de entender la madurez: no como
1 rubias. Así que, el jueves pasado, decidió convertirse en rubia un amor sin pasión, sino como un amor que .sabe de otras pasio­
por un día. Se puso una peluca de color rubio platino y una gabar­ nes no elegidas. ·
dina y se presentó por sorpresa en el edificio donde él trabaja
para invitarlo a almorzar.
�¡Fantástico! -le dijo George-. ¡Los muchachos van a pen­ Invitar al tercero
sar que estoy teniendo una aventura!
-Deja que sientan envidia -le respondió Wendy, sin perder Existen muchas maneras de invitar a un tercero a la relación de
el compás. pareja sin que haya sexo extramatrimonial; y algunas otras que
Estas parejas, a su manera, han decidido aceptar la posibili­ sí lo incluyen. Para la mayoría de las personas, la sola mención
dad de lá existencia del tercero, que implica reconocer que nues­ de relaciones de pareja con sexualidad abierta dispara la alarma
tra pareja tiene su propia sexualidad, que está repleta . de fanta­ de alerta roja. Son pocos los asuntos relacionados con el amor
sías y deseos no necesariamente relacionados con nosotros. Cuando comprometido que despiertan respuestas tan viscerales. ¿ Y si se
damos validez a la libertad del otro dentro de la relación, nos enamora de él?; ¿y si nunca regresa? La idea de que uno puede
sentimos menos inclinados a buscar esa libertad en otra parte. En amar a una persona y tener relaciones sexuales impunemente con
este sentido, invitar al tercero lleva de alguna manera a contener otra nos produce escalofríos. Tenemos miedo de que transgredir
su volubilidad, por no decir su atractivo. Ya no es más una som­ un límite pueda llevar a la posible ruptura de todos los demás.
bra, sino una presencia; es algo sobre lo que podemos hablar abier­ Evocamos imágenes caóticas: promiscuidad, orgías, desenfreno.
tamente, sobre lo que podemos bromear y con lo que podemos Contra esta decadencia, la única barricada existente es la de ser
jugat Cuando podemos-decir la verdad sintiéndonos a salvo, nos una pareja. Es nuestra mejor defensa contra la pasión animal
sentimos menos inclinados a guardar secretos. desenfrenada.
En lugar de inhibir la sexualidad de la pareja, reconocer la Adam Phillips afirma que da monogamia es una especie de
existencia del tercero en general le agrega sabor, lo cual no es algo nexo moral, el ojo de la cerradura por el que podemos espiar a
menor, ya que nos recuerda que no somos los dueños de nues­ nuestras preocupaciones». Al conversar sobre la no monogamia
tra pareja; no debemos darla por sentado. Es en la incertidum­ de mutuo acuerdo, surgen diversas cuestiones espinosas: «¿El com­
bre donde yace la semilla del deseo. Además, al establecer cier­ promiso emocional siempre está ligado a la exclusividad sexual?»;
ta distancia psicológica, nosotros también podemos echarle un «¿podemos amar a más de una persona al mismo tiempo?»;
vistazo a nuestra pareja a través de la mirada aduladora de un «¿pueden las relaciones sexuales ser "sólo sexo"?»; «¿son los
extraño, lo que nos permite volver a descubrir aquello que la ruti­ hombres más propensos a descarriarse que las mujeres?». Tal vez
na nos impedía ver. Finalmente, renunciar a los demás reafirma éstas sean las principales preguntas de la lista, pero hay muchas
nuestra elección: él es a quien quiero. Admitimos nuestros deseos más: «¿Los celos son una expresión de amor o una señal de inse-
262 Inteligencia erótíca X. La sombra de un tercero 263

guridad?; ¿por qué nos entusiasma la idea de compartir a nues­ una distinción entre lealtad emocional y exclusividad sexual den­
tros amigos, pero le exigimos exclusividad a nuestro amante?». tro de su compromiso de pareja.
No quiero que parezca que yo tengo las respuestas a estas pre­ -Desde el principio hablamos de la posibilidad de tener rela­
guntas. Sin embargo, creo que podemos beneficiarnos si domi­ ciones sexuales con otros hombres. Somos abiertos al respecto.
namos nuestra nostalgia amorosa, ya que eso nos permitiría refle­ Para nosotros, el verdadero compromiso es el afectivo. Tener
xionar sobre ellas más seriamente. sexo fuera de nuestra pareja no sería causa de ruptura. Creo que
Incluso nuestras creencias más arraigadas sobre la sexualidad podrían decir que somos emocionaltnente monógamos y sexual­
son susceptibles de revisión. Hubo un momento en que rechazá­ mente promiscuos.
bamos las relaciones sexuales prematrimoniales y la homosexua. Arlene, que es dieciséis años mayor que Jenna, explica:
lidad; sin embargo, en la actualidad, ambas cosas son más o -Sé que el sexo importa; ocurre simplemente que ya no es
menos aceptadas en la mayoría de los círculos sociales. En épo­ tan importante para mí. Y cuanto mayor soy, menos me preo-
cas más recientes, un pequeño grupo de hombres y mujeres han cupa. .
arremetido contra la monogamia, convirtiéndola en la próxima Jenna siente que está en la plenitud de la vida y que no está
gran batalla dentro de su guerra personal por lograr la emanci­ preparada para jubilarse de manera anticipada. Han acordado que
pación sexual. cuando Jenna esté rodando exteriores para una película, puede
Joan y Hiro comentan que tienen dos clases de relaciones divertirse siempre y cuando no olvide cuáles son sus prioridades.
sexuales: sexo por amor y sexo por diversión. Este último se lo Cuar.do le pregunté a Arlene si no se siente amenazada por
reservan para su viaje anual a la convención de swingers en Las este acuerdo, contestó:
Vegas. Me dicen que esto ha hecho maravillas tanto en su vida -Claro que sí; pero en este momento pienso que pedirle a Jen­
sexual como en su intimidad. A pesar de lo que pueda parecer, na que renuncie al sexo por completo implicaría una amenaza
Joan y Hiro son defensores de los ideales matrimoniales que apa­ mayor que unos pocos miembros de un grupo de fans. No pue­
rentemente -están desafiando. No cuestionan la institución del do imaginarme diciéndole: «Tu cuerpo me pertenece, ya sea que
matrimonio; de hecho, buscan preservarla. Valoran la unidad, la yo lo desee o no». ·
.
sinceridad y el hecho de compartir. Incluso la fidelidad ocupa un Consciente de que la sangre de Eros ya no corre por las venas
lugar privilegiado en su acuerdo. Joan y Hiro han neutralizado de su relación, Arlene reinventa el concepto de fidelidad. La mono­
de forma efectiva la amenaza de la infidelidad al canalizarla den­ gamia estipula que ha de mantenerse fuera lo prohibido, pero rara­
tro de su relación. Y, como dice sarcásticamente la antropóloga mente incluye previsiones para la pareja. Si en algún momento
Katherine Frank, «lo que sucede en Las Vegas se queda en Las el deseo merma, la monogamia se convierte muy fácilmente en
Vegas». El intercambio de parejas es una forma de adulterio con­ celibato. Y cuando esto sucede, la fidelidad se convierte más en
sensuado. Además, concede la misma libertad a ambos miem­ una debilidad que en una virtud.
bros de la pareja. En los veinticinco años que Marguerite e Ian han estado jun­
Eric y Jaxon también son fanáticos del sexo por placer y tos, han tenido períodos de exclusividad total y episodios de dolo­
durante los diez años que han estado juntos siempre han hecho rosa infidelidad.
X. La sombra de un tercero 265
264 Inteligencia erótica

dicamente, a medida que surge la necesidad de ello . Marguerite


-Cuando me enteré de la aventura amorosa . de Marguerite,
me sentí destrozado -me explica Ian-. Me llevó meses darme e Ian subrayan que su acuerdo es, al mismo tiempo, claro y fle­
cuenta de que, además, sentía envidia. No de su amante sino de xible :
-Tenemos nuestras reglas: no a las aventuras amorosas de
ella misma. Yo llevaba años resistiéndome a otras mujer:s. Cuan­
larga duración, no a los amantes en la misma ciudad en que
do ella confesó lo que había sucedido, evaluamos la situación.
vivimos, no a las aventuras con amigos comunes. En tanto nos
Decidimos seguir juntos, pero abrir las compuertas.
ciñamos a estas reglas, las cosas parecen funcionar. Cuando nece­
-Estamos intentando encontrar algo que funcione para nos­
sitemos renegociarlas, lo haremos.
otros -agrega Marguerite-; eso no significa que sea una rece­
Resulta interesante señalar que, a pesar de que estas parejas
ta válida para los demás.
· aportan un nuevo significado al concepto de fidelidad, aun así
Cuando le pregunto si su matrimonio abierto no resultaba
son propensas a la traición. La confianza es crucial en toda rela­
doloroso, ella me contesta:
ción, y esto no es diferente para aquellos que a bren la puerta de
-A veces lo es; a veces, no. Pero la monogamia (la cual, por
. su espacio íntimo a un tercero. La infidelidad radica en la infrac­
cierto, nunca negociamos) también era dolorosa.
ción de los acuerdos, en la violación de la confianza. Aunque las
Los escépticos se burlan de esta clase de acuerdos y cuestio­
propias reglas puedan parecer muy diferentes, pueden romperse;
nan el nivel de compromiso en estas relaciones de pareja: « y0
y su ruptura tiene consecuencias igualmente dolorosas. En este sen­
no he visto nunca durar a un matrimonio abierto». «Inténtalo
tido, las parejas que tienen una sexualidad abierta no difieren de
por un tiempo. Luego volverás a mis brazos.» «Es egoísta.» «Es
sus equivalentes monógamas.
autoindulgente. » «El que juega con fuego se quema.»
Enfrentados a las complicaciones de las aventuras amorosas,
Sin embargo, en mí experiencia, las parejas que negocian los
el divorcio y los matrimonios sucesivos, algunos de mis pacien­
límites sexuales, como las mencionadas anteriormente, no están
tes intentan tomar un rumbo diferente. Las personas no monó­
menos comprometidas que aquellas que mantienen cerradas las
gamas valoran la libertad de la ·expresión sexual e intentan con­
compuertas. De hecho, es el deseo de fortalecer su relación el
ciliar la perdurabilidad del amor con las sorpresas del deseo, con
que los lleva a explorar otros modelos de amor de larga dura­
la esperanza de poder resistirse a la lasitud que con el .tiempo
ción. En lugar de deportar al tercero lejos de la provincia del
empieza a aparecer. Repito las palabras de Marguerite: ésta no
matrimonio, le conceden un visado de turista.
es una receta para todo el mundo.
Para estas parejas, la fidelidad no se define por la exclusivi­
dad sexual, sino por la fuerza de su compromiso. Los límites
no son físicos, sino emocionales. La primacía de la pareja sigue
La presencia del tercero es. un hecho de la vida; cómo manejar
siendo lo más importante. Estas parejas insisten en la monoga­
_ el asunto depende de nosotros. Podemos tomar una postura teme­
mia afectiva como condición sine qua non; y desde esta base
rosa y de indign ación moral, o podemos revestirlo de una fuerte
realizan toda clase de concesiones sexuales: Pero, lejos de ser rela­
curiosidad y una sensación de intriga. En su aventura erótica,
ciones de parejas hedonistas en las que todo está permitido estas
Doug corteja al tercero en secreto. La desolación de Bill nace de
relaciones tienen acuerdos explícitos, que son renegociados �erió-
X. La sombra de un tercero 267
266 Inteligencia erótica

. entos. Precisamente lo que


un intento desesperado por negar su existencia. Selena y Max lo nuestro contrato en diferentes mom
· ser cada pare.1a respecto del
invitan a sus fantasías, aunque no van más allá de eso. Joan y van'a es ¡o complaciente que pueda
iño al tercero ayudara a man-
Hiro acompañan al tercero directamente a su dormitorio. tercero. Pero, al menos, un simple gu
o e irrepetible amor duran-
El matrimonio se ha convertido en una cuestión de amor; el tener con v1"da e¡ deseo por nuestro únic
ta s rva p�ra_ crear un «nue-
amor es una cuestión de elección, y elegir siempre implica renun­ te este largo trayecto y, tal vez, has '.
siglo vemtmno.
ciar a otras opciones. Pero eso no significa que los demás estén vo arte de amar» para las parejas del
muertos. Tampoco significa que tengamos que adormecer nues­
tros sentidos para protegemos de su encanto.
Reconocer la existencia del tercero se relaciona con dar vali­
:1 dez a la individualidad erótica de nuestra pareja, de lo cual se
,. il desprende que la sexualidad de nuestra pareja no nos pertenece.
No es únicamente para nosotros y en relación con nosotros, y
;!.:,
'I
.

no debemos suponer que cae por derecho propio dentro de nues­


',. .
.

tra jurisdicción, ya que no es así. Tal vez esto sea así en los actos,
·'.,,
.

pero seguramente no lo es en el pensamiento. Cuanto más estran-


. guiamos la libertad del otro, más difícil es que el deseo respire
en una relación de pareja comprometida.
Sigue la lógica, y tendrás el itinerario de un viaje de enrique­
cimiento afectivo. Es algo así: sé que miras a otros, pero no pue­
do saber qué es exactamente lo que ves. Sé que otros te miran,
pero no sé realmente a quién están viendo. De repente, ya no
me eres familiar. Ya no eres un ser conocido; por el que no debo
molestarme en sentir curiosidad. De hecho, eres bastante miste­
rioso. Y me siento un poco desconcertado. ¿Quién eres? Te deseo.
Albergar a un tercero abre un espacio erótico en el que el
eros no debe temer marchitarse. En ese espacio, la otredad de
nuestra pareja puede conmovemos profundamente y, a continua­
ción, excitamos profundamente.
Quisiera sugerir que contemplemos la monogamia no como
algo ya dado, sino como una elección. Como tal, se convierte en
una decisión negociada. Siendo más precisos, si deseamos com­
partir cincuenta años con la misma persona, y además queremos
tener unas felices bodas de oro, quizá sea más acertado revisar
capítulo Volviendo a poner la x en «sexo»:
! once traer el erotismo al hogar

«El amor jamás muere de muerte natural; muere


porque no sabemos reponer los manantiales que lo ali­
mentan. »
ANAlS NIN

«Requiere coraje empujarnos a nosotros mismos


hacia lugares donde nunca antes hemos estado... pro­
bar nuestros lúnites... romper barreras.
Y llegó el día en que el riesgo que conllevaba per­
manecer apretados dentro del capullo era más doloro­
so que el riesgo que representaba florecer.
Requiere coraje llevarnos a nosotros mismos a luga­
res donde nunca antes hemoS estado... Probar nuestros
límites ... Romper barreras. »
ANAlS NIN

Nunca deja de sorprenderme la gran cantidad de personas que


están dispuestas a experimentar con la sexualidad fuera de sus
relaciones de pareja, pese a lo insulsos y puritanos que son en
casa con sus parejas. Muchos de mis pacientes tienen (según
ellos mismos me cuentan) vidas domésticas carentes de excita­
ción y erotismo, aunque se sienten devorados y excitados por
270 Inteligencía erótica Xl Volviendo a poner la x en «sexo» 271

una vida sexual altamente imaginativa, totalmente al margen de supone que lo disfrutan. En teoría, el sexo con la única finali­
lo hogareño, y que incluye aventuras amorosas, pornografía dad de reproducirse ha pasado de moda. Pero sexo y erotismo
sexo cibernético y ensoñaciones ardientes. Para ellos, el amo; no son la misma cosa; y el sexo lascivo, íntimo, ardiente, nece­
sexual se halla comprometido en la construcción de una fami­ sario, frívolo y erótico de los amantes se convierte en algo poco
lia, incluso de una familia de dos. Anestesian su propio erotis­ común una vez que compartimos el mismo techo. Aunque los
mo. Luego, tras haber sacrificado la libertad dentro de su rela­ medios de comunicación están saturados de sexo y nos prome­
ción de pareja, incluso la libertad de pensamiento, salen al ten excitación sin límites, siempre y cuando sigamos . los diez
mundo para recrearse a sí mismos liberados de las restriccio­ consejos mencionados en la edición de esta semana, el sexo
nes del compromiso. En casa, seguridad; fuera, la pasión y Ja domésticp sigue teniendo un cierto halo antihedonista. ¿Será que
aventura . Debido a esto, cuando los medios de comunicación la razón por la que nos inundan de artículos sobre cómo tener
anu�cian co� frenesí (y lo hacen bastante a menudo) que las sexo ardiente con nuestra pareja es porque no creemos que el se­
parejas no tienen relaciones sexuales, no puedo evitar pensar xo con nuestra pareja pueda ser ardiente? O, para ser más pre­
que es muy probable que estén teniendo muchísimo sexo, sólo cisos, ¿será que. en lo más profundo de nuestro ser creemos que
que no entre ellos. no debe ser ardiente?; ¿será que creemos que el matrimonio no
La pasión quizá sea un acicate en las etapas iniciales de una es un lugar adecuado para las diabluras de la lujuria, por más
relación_ de pareja; o quizá no. En cualquier caso, se espera que que antes de casarnos hayamos experimentado la sexualidad con
la volatilidad del erotismo apasionado en algún momento evolu­ libertad?
Si el matrimonio tiene que ver con el · amor, que es lo que nos
�ione y se convierta en una alternativa más seria, estable y mane­
jable; en definitiva, en amor maduro. Es bien conocido que has­ gusta creer, entonces el sexo después del matrimonio debería ser
ta la química biológica de la pasión tiene una vida corta. La una declaración de amor. Debería ser valioso. Sin embargo, la tera­
antropóloga evolutiva Helen Fisher cuenta que se sabe que el peuta sexual Dagmar O'Connor dice:
c�ctel hor�o�al amoroso, compuesto por dopamina, norepine­
fnna Y fenilet1lamina, no dura más que algunos años... con suer­ Para que el sexo [después del matrimonio] sea «valioso»,
te. La oxitocina, la «hormona del amor», es la más duradera de sería necesario que siempre, cada vez que nos metamos jun­
todas. Los f�tos de este amor maduro (compañerismo, respeto tos en la cama, éste fuera una expresión de amor, preferible­
profundo, reciprocidad y cuidados mutuos) son considerados por mente de amor duradero y fuerte. ¡ Y qué increíble carga ello
muchos como un buen sustituto de la pasión erótica. Si la atrac­ representa! Elimina las posibilidades del sexo estimulado por
ció_n Y el deseo fueron los protagonistas del noviazgo, ahora se cualquier otra clase de emociones y sensaciones: el sexo jugue­
retiran tras las bambalinas, dando paso al acto central: construir tón y el sexo furioso, el sexo rápido, el sexo mecánico y el sexo
una vida juntos. picarón. De hecho, prácticamente elimina todas las posibili­
El erotismo está llamativamente ausente de nuestra idea de· dades de tener sexo. Después de todo, ¿quién puede sentir
matrimonio. Por supuesto, se supone que las parejas que tienen «amor duradero y fuertó> tan a menudo, especialmente a las
una relación comprometida tienen sexo; y, hoy en día, hasta se once de la noche?
XL Volviendo a poner ia x en «sexo» 273
272 Inteligencia erótica

solíamos salii; que se casa­


Nos han enseñado que el matrimonio está relacionado con el -Todas estas parejas con las que
ron más O men
os al mismo tiempo
que nosotros, están tirando
compromiso, la seguridad, la comodidad y la familia . Es un asun­
. Esto te hace pensar acerca de tus
to serio: una empresa que requiere determinación y responsabili­ la toalla -me dice Philip-
cara con los fatales defectos de tu
dad: es todo lo que necesitamos tener y todo lo que necesitamos valores y te enfrenta cara a
hacer. El j uego y sus compañeros (el riesgo, la seducción, el atre­ propia relación de parej a .
? -le pregunto.
vimiento, la transgresión) deben arreglárselas solos, ya que los -Y ¿cuál es vuestro fatal defecto
dejamos fuera de la sólida estructura de nuestros hogares. -El sexo -responde él.
Muchos d e mis col egas consideran que la intensidad que -El engaño --dice ella.
nsideró que Jacqueline era el
caractenza las etapas iniciales -del idilio es una especie de locu­ Cuando se conocieron, Philip co
ra temporal, destinada a curarse con los rigores de un camino premio mayor para él:
y sexy. No podía creer que
l�rgo Y difícil. Los psicólogos interpretan frecuentemente el ape­ -Jackie era inteligente, hermosa
en mí. Ella realmente
me gustaba, y yo esta­
tito de aventuras sexuales ( que pueden ir del mero flirteo al estuviera interesada
. Tuvimos un sexo fantástico por
encaprichamiento, de seguir en contacto con nuestros ex aman­ ba totalmente loco por ella
le pedí que se casara conmigo
tes a travestirnos, o interesarnos en tríos .y fetiches) como fan­ mucho tiempo , j usto hasta que
tasías infantiles o temor al compromiso. Estos profesionales son -recuerda él.
io el sí? -le pregunté .
partidarios de un modelo de amor en el que hay una pareja -¿Qué sucedió cuando ella te d
cambió cuando me pusieron
compañera y colaboradora, con la que nos une la intimidad. --No sucedió nada , pero algo lo veo
Ello nos dej a con una relación de pareja fuerte en lo que con­ ese anillo . En ese mo
mento no lo relacioné , pero ahora
ilia me a pagó bastante rápi­
cierne a la cooperación y la comunicación, pero débil por lo que claramente . El entrar en una fam e a mí mis­
. echo, intenté negarm
atañe a la complicidad y la picardía. El problema es que la amis­ do . No le dije nada a ella . De h o, ya ni
tes. Pero, al poco ti mp
e
tad desapasionada no es una buena tierra para cultivar el ero­ mo que las cosas eran diferen - da vez que
tismo. siquiera podía excitar
me ·con ella . Con el tiempo, ca
so si tan sólo salía una noche,
ella se iba de la ciudad, o inclu
net o me iba de copas a los
yo me ponía a chatear en Inter
El día en que me dieron ese anillo ... bares.
siones: algunas fueron des-
Pasaron ocho años de transgre e,
sadas, y otras, compasivament
Jacqueline y Philip están intentando reavivar la chispa que una vez cubiertas, otras fueron confe
se volvió repetitiva: el
ecreto . La secuencia
hubo entre ellos. Llevan casados diez años, y finalmente están se mantuvieron en s
una nueva transgresión
. L a ver­
:mergiendo de la bruma que implica ser padres de niños peque­ final de un episodio llevaba a eguida de
añarla siempre era s
nos. Este otoño, su hijo menor comenzó ir a la guardería, y su güenza que Philip sentía al eng
rrepentimiento . Se se
ntía muy mal por las­
nuevo l:torario le devolvió un poco de orden al de sus padres. Al remordimientos y a
ran demos­
ambiar. Él hacía una g
mismo tiempo, el año anterioi; sus amigos pasaron por una epi­ timar a Jackie, y prometía c a lo
y lo respetable que era, Y ell
demia de divorcios. tración d e l o buen marido
274 Inteligencia erótica XI. Volviendo a poner la x en «sexo»
275

perdonaba y volvía a acogerlo en sus brazos. Pero, luego, él Cuando era adolescente, Philip comenzó a sentirse secreta e
se sentía inquieto nuevamente, a lo que seguía una escalada irresistiblemente atraído hacia la pornografía. Cuando se hizo
de lascivia. Durante esos años tuvieron dos hijos; Jackie terminó mayor y el sexo real se volvió una posibilidad, se interesó por
de escribir su primera novela; Philip obtuvo un puesto perma­ mujeres que pudiera seducir instantáneamente, con las que pudie­
nente en la universidad y se mudaron a Nueva York. Todos ra tener sexo ocasional y sin compromiso.
estos sucesos los ayudaron a postergar la , resolución de su pro­ -De alguna manera, esa moral rígida alimentó mi obsesión
blema. Pero la última ronda de Philip fue, para Jackie, la gota por romper las reglas.
que colmó el vaso. Para Philip, el desafío a la decencia convencional era la clave
Para comprender la sexualidad de Philip me fijé en sus padres, de su íntimo método de excitación. El sexo, convertir a las muje­
cuyo matrimonio simbolizaba de forma muy señalada la división res en objetos y la transgresión se convirtieron en la misma cosa.
cultural entre la domesticidad segura y el erotismo peligroso. Irónicamente, es manteniendo su sexualidad lejos de los lindes
Mientras su madre criaba cinco hijos, su padre se enredaba en una de su relación con Jackie como Philip espera poder protegerla de
continua serie de aventuras amorosas, las cuales no se esforzaba los peligros que implica su deseo.
mucho por ocultar. Al parecer, el abuelo de Philip había hecho No es necesario decir que Jackie se sintió muy perturbada
exactamente lo mismo. por la pérdida de intensidad de su vida sexual. Ella nunca había
-Mi padre, que era realtnente un hombre muy agradable, tenido mucha confianza en su propio magnetismo, por lo que tam­
hacía lo que le apetecía, sin preocuparse mucho por cómo nos bién se había sorprendido al ver la atracción que Philip había
haría sentir a los demás, y mucho menos a mamá -me contó sentido por ella. Cuando su vida sexual menguó, se imaginó que
Philip. él simplemente había perdido el interés, y que esto era algo pre­
Su madre, cuyo sufrimiento era intenso, era, no obstante, una visible. Habiendo crecido con un hermano que entraba y salía con­
mujer práctica, que nunca se olvidó de que tenía cinco hijos que tinuamente de instituciones psiquiátricas, Jackie se había acos­
alimentar. tumbrado a mantener sus propias necesidades al mínimo:-Había
»Ella nunca habló del tema, pero todos sabíamos que nos nece­ aprendido a no imponerse a los demás y a conformarse con lo
sitaba tanto como nosotros la necesitábamos a ella. que pudiera obtener.
Para no disgustarla aún más, Philip hizo lo que pudo para Mientras Philip busca reafirmación fuera de casa, la autoafir­
parecerse lo menos posible a su padre. Se convirtió en lo que él mación de Jackie descansa solamente en él y en su respuesta hacia
mismo llama un niño prodigio asexuado. ella; utiliza un método con el que muchas mujeres ordenan su _
-Era absolutamente moralista y sentencioso -dijo Philip, sexualidad: lo convierte a él, y a su deseo por ella, en la pieza
con pesar. En apariencia, era el muchacho agradable e inofen­ central de su identidad sexual. En los viejos tiempos, cuando Phi­
sivo con quien las chicas salían porque sabían que podían con­ lip estaba loco por ella, ella florecía. No había problemas. Jackie
fiar en que yo no me aprovecharía de ellas, pero en el fondo se sentía abierta, atrevida, sexy y deseada. Hoy, como buena alum­
estaba absolutamente confundido, y me odiaba a mí mismo na de su propia niñez, evita poner mucho interés en ello, por
por ello. miedo al rechazo. Y, cuando finalmente logra reunir el coraje
276 Inteligencia erótica XI. Volviendo a poner la :e en «sexo» 277_

para hacerle insinuaciones sexuales, Philip se siente presionado a «Eso no se hace con la esposa»
ser receptivo y ocuparse de ella.
-Cada vez que Jackie se me acerca con intenciones sexuales, Muchos de mis pacientes tienen miedo de expresar su intensa exci­
me paralizo - me confía. tación sexual con la persona que aman y respetan. Philip no es
-Lo cual aumenta la inseguridad de Jackie -le digo. el único que esconde su falta de deseo tras la coartada de la decen­
Se podría mantener que el deseo masculino recorre toda la cia. Tal vez algunos de estos comentarios te suenen conocidos:
gama existente entre dos extremos: están aquellos que ruegan «No puedo imaginarlo diciendo lo que quiero oír; va a pensar
que su pareja se les insinúe y así les confirme que son desea­ "¿qué le ha sucedido a mi esposa?"»; «no quiero ni pensar, y
bles; y aquellos otros que se paralizan cuando su hembra da el mucho menos mencionar, las cosas que hacía antes de que nos
primer paso, temerosos de que su pasividad no sea suficiente­ conociéramos; no puedo hacer eso con mi esposa». El erotismo
mente masculina. Eternamente inseguros de su poder, como doméstico está cubierto por un velo de corrección.
pequeños pupilos de mamá, aquellos que son reacios a la insi­ Cuando Philip me dice que jackie nunca aceptaría hacer esas
nuación están en el límite entre la niñez y la adultez. Como era cosas, le pregunto: «¿Cuáles son esas cosas exactamente?». Me
de esperar, Philip toma las insinuaciones sexuales de Jackie como preparo para escuchar una larga lista de retorcidas imágenes de
peticiones basadas en la necesidad, más que como invitaciones sexo duro, por lo que me sorprendo cuando me revela el menú
tentadoras. básico de su imaginario sexual.
Philip se siente culpable por no tener una mejor relación eró­ -A mí no me gustan las sutilezas. Me gustan las cosas des­
tica con su mujer. Cuando le requiero .una imagen sexual que la caradas: juguetes sexuales, lencería, porno, mucho vocabulario
incluya, piensa en una imagen de ambos besándose romántica­ explícito ... ; sencillamente: follar de verdad.
mente al atardecer, y agrega que en este momento le resulta difí­ -Todas las cosas que Jackie y tú disfrut�bais antes del ani­
cil imaginar a Jackie de manera erótica y apasionada. Philip le dice llo, ¿no? -pregunto.
a Jackie, abiertamente: -Sí --dice, mientras se encoge de hombros.
-Es sólo que no puedo verte en mi mente como una mujer -¿ Y ahora no le gustaría a Jackie?, ¿o eres tú al que no le
sexual; y me siento mal por ello, pero es la verdad. gustaría con ella? Yo no tengo la sensación de que ella haya cam­
Philip ansía sentir pasión por Jackie, pero cree ese tira y aflo­ biado tanto. Pero me pregunto hasta qué punto sientes que éstas
ja consigo misma no se lo va a permitir. Le tiene pavor a los son cosas que no puedes hacer con tu esposa. Parece que crees
efectos que su deseo desenfrenado pueda tener en su sagrado que no está bien convertir en objeto a la persona que amas.
matrimonio y, al . mismo tiempo, se siente avergonzado por su -¿ Y estás diciendo que no es así? -me pregunta.
necesidad de sexo despersonalizado. De acuerdo con su manera -Estoy diciendo que no tiene por qué ser así. Muchas pare-
de pensar, el amor no es un lugar apropiado para estas inclina­ jas juegan a convertir a su pareja en un objeto, como una mane­
ciones lascivas. ra de investir de otredad a un compañero que se ha vuelto dema­
siado familiar. Esto muchas veces es rechazado al considerarlo una
falta de intimidad, pero creo que cuando ambos desean hacerlo,
278 Inteligencia erótica XL Volviendo a poner la x en «sexo» 279

se convierte en otra clase de cercanía. Debes confiar mucho en una Chatea con tu pareja
persona para permitirte olvidarla.
Repudiamos la lujuria tanto por razones psicológicas como Subrayo que la manera en que Philip ha compartimentado su
culturales. Todas las experiencias amorosas conllevan cierta ' sexualidad, con el sexo amoroso reservado para el hogar y el
dimensión de dependencia. De hecho, la dependencia es un ingre­ sexo apasionado reservado para los extraños, ha excluido al ero­
diente esencial de la conexión. Pero también produce una terri­ tismo de su relación de pareja, por lo que su repertorio es limi­
ble ansiedad, debido a que implica que aquel a quien amamos tado.
tiene poder sobre nosotros: el poder de amarnos, pero también Pero él no es el único culpable: por ·su parte, Jackie ha trans­
el poder de abandonarnos. El temo,; ya sea a que nos juzguen, ferido a Philip su sentido de la autoestima, y le recomiendo que
al rechazo, o a la pérdida, es inherente al amor romántico. El lo recupere. Él no debería tener el monopolio de su sexualidad.
rechazo sexual por parte de la persona que amamos es especial­ -Jackie, ¿cuándo fue la última vez que coqueteaste con
mente doloroso. Por lo tanto, nos sentimos menos inclinados a alguien? -le pregunto-. ¿Eres capaz de abrirte ante los ojos de
arriesgarnos eróticamente con la persona de la cual dependemos otro hombre, para que Philip no sea tu única fuente de reafir­
tanto, y cuya opinión es tan importante para nosotros. Preferi­ mación sexual?
mos censurarnos a nosotros mismos y mantener un guión eróti­ Philip comienza a moverse nerviosamente en su silla.
co estrictamente negociado, aceptable y hasta aburrido, antes que -Un momento... -dice él.
arriesgarnos a salir lastimados. No resulta sorprendente entonces -No te preocupes, no estoy sugiriendo aquí un ojo por ojo
que algunos de nosotros podamos abrirnos a los peligros y aven­ -lo tranquilizo-. Pero tu esposa es una mujer muy atractiva, y
turas del sexo sólo cuando las apuestas están bajas: cuando ama­ si tú no puedes verlo, ¿por qué no debería ella escucharlo de algún
mos menos o, lo que es más importante, cuando tenemos menos otro?
miedo de perder el amor. Stephen Mitchell escribió: «No es que En esta misma línea, también les sugiero que creen nuevas
el idilio amoroso siempre disminuya con el tiempo, sino que se cuentas de correo electrónico, reservadas exclusivame_nte a enviar­
vuelve más riesgoso». se correos eróticos entre ellos: pensamientos, recuerdos, fantasías
Jackie ha estado escuchando muy atentamente y está espe­ y seducciones. Les menciono que esta correspondencia no debe
rando su turno con paciencia. versar sobre los problemas que tienen en su relación; debe ser
-Escucho toda esta charla sobre estar al límite -<:omienza un espacio para el juego. Quiero que utilicen el ciberespacio para
Jacl<:ie--, pero conmigo él se comporta casi como un alocado, despertar la curiosidad, la intriga y una especie de ansiedad salu­
más como un niño de doce años que como un hombre. Para mí dable. Escribir tiene muchas ventajas respecto a hablar. Puedes
resulta difícil liberar realmente mi sexualidad con un adolescen­ expresarte por completo, elaborar tu respuesta y decir con la
te. ¿Por qué piensa que tiene que ir a buscarlo en otro lado? palabra escrita lo que tus labios no se atreven a mencionar. Impli­
Tal vez deba comprarme una peluca y arrimarme a él en un bar ca cierta distancia, y espero que esto pueda ayudar a desmante­
-bromea. lar sus inhibiciones.
-No es mala idea -le digo. Cuando llega el día de San Valentín, Jackie ya se ha acos-
,:li!

280 Inteligencia erótica


en «sexo» 281
XL Volviendo a poner lax

tumbrado al arte de la seducción. Se ha vuelto juguetona y para que pudieras venir corriendo a mamá para que te castigase.
atrevida, y no sólo en sus correos electrónicos con Phílíp, sino No estoy interesada en repetir tus dramas familiares. Yo voy a
también con otros hombres. Después de algunos meses, me ser la que te deje primero; y tú lo sabes.
dice: »Darme cuenta de que tengo la fortaleza para abandonarlo me
-Tu incitación a que yo me valore a mí misma a través de ayudó a tomar la decisión de quedarme -me dijo a mí-. Ten­
la opinión de otros hombres además de la de Philíp me ha hecho go mucha más libertad que antes. Ahora, cuando doy el primer
mucho bien. paso en el sexo, me siento descarada, y me encanta. "¿ Esto es lo
Comenzó a hacer cosas con sus amigos varones: fue a con­ que quieres, Phílip? ¡Aquí lo tienes!" No es necesario que sea
ciertos y a galerías de arte, y, en general, ha flirteado más. romántico, ni siquiera que sea especialmente personal. Me gus­
-No es que haya sucedido nada espectacular, pero ha sido tan muchas cosas diferentes. Prefiero hacer el amor con ternura,
divertido estar de nuevo expuesta, hablar con hombres que no son pero, a veces, la avidez también es buena.
mí esposo, sabiendo que disfrutan de mi compañía. Y ahora, las He trabajado con Jackie y Philip de manera intermitente
palabras de Phílip y su mirada ya no son lo más importante en durante años. Phílip ha dejado de actuar en base a sus impul­
mi vida. sos, y con el tiempo ha ido buscando maneras de destruir la
Esta nueva confianza de Jackíe ha dejado a Philíp un poco a creencia tan arraigada en él de que el sexo ardiente no se encuen­
la deriva, lo cual resulta ser positivo. Se siente intrigado por la tra en casa. Al encontrar formas de verse a sí mismo como un
manera en que ella le escribe y se sorprende al ver que, cierta­ hombre sexual que, además, es un hombre fiel, pudo deshacer­
mente, se defiende en el explícito léxico del sexo. Todo esto la se de patrones de comportamiento familiares que habían sobre­
sexualiza ante sus ojos. Liberado de la previsibilidad de un guión, vivido, al menos, tres generaciones. En el pasado, la fascinación
empieza a adoptar una nueva visión. El seudoanonimato de sus que Philip sentía por el porno era como un refugio, una fanta­
correos electrónicos le ha permitido verla como un ser con deseos sía de inmediatez en la que el momento del deseo y el de la
propios, convirtiéndola en el objeto de su deseo: satisfacción se fusionaban. La mujer de la pantalla no oponía
-Le digo cosas que nunca antes imaginé que podría decirle. resistencia, ni tampoco le pedía ningún esfuerzo por su parte.
Y me imaginaba que ella perdería el interés, pero no. Ella nece­ De esta manera, la tensión entre el deseo y sn satisfacción era
sita muchos nienos cuidados de los que yo le dedicaba -admite nula, y Philip nunca necesitó integrar el deseo en el contexto
Philip-. Me di cuenta de que le adjudiqué un montón de carac­ del amor. Gradualmente, Philip ha permitido que las partes des­
terísticas que ella no tenía realmente; características que me per­ articuladas de su sexualidad volvieran a casa, y ha podido estar
tenecen a mí o, al menos, a mi familia. más presente para su esposa.
-No entiendo de qué manera tus aventuras podían servir para El desafío actual para Jackie y Phílíp es continuar llevando el
cuidar de mí, aunque entiendo que para tí eso tenga algún sen­ erotismo a casa: cometer pequeñas transgresiones, buscar lo pro­
tido -le dice Jackie-. No está bien, pero lo comprendo. De todas hibido y experimentar idealizaciones apasionadas en medio de
maneras, siempre me resultó sorprendente lo fácil que me ponías sus vidas íntimas. El analista y escritor inglés Adam Phillips subra­
descubrirte. Era como si estuvieras pidiendo que te descubriera, ya este tema en su libro Monogamia:
282 Inteligencia erótica XI. Volviendo a poner l a x e n «sexo» 283

Si es lo prohibido lo que causa excitación, si el deseo es lizas un producto, menos satisfactorio será cada uso siguiente.
fundamentahnente transgresor, entonces los monógamos son París no es lo mismo en el decimoquinto viaje que en el prime­
como los millonarios. Tienen que encontrar la pobreza. Deben ro. Afortunadamente, la lógica de este argumento se desmorona
pasar el hambre suficiente. En otras palabras, tienen que tra­ al ser aplicada al amoi; ya que se basa en la suposición errónea
baja¡; aunque sea para convertir aquello que siempre está dis­ de que podemos tener a una persona de la misma manera que
ponible en algo lo suficientemente ilícito como para ser atrac­ podemos tener un iPod o un nuevo par de zapatos de tacón Pra­
tivo. da. Cuando mi amiga Jane me dijo: « Tal vez sólo deseo aquello
que no puedo tener», le respondí: «¿Qué te hace pensar que real­
mente tienes a tu esposo?». La gran ilusión del amor compro­
¿Se puede desear lo que ya se tiene? metido es pensar que nuestras parejas nos pertenecen. En realidad,
su otredad es invulnerable, y su misterio es eternamente impe­
Osear Wilde escribió: «En este mundo hay sólo dos tragedias. Una netrable. Apenas podamos comenzar a reconocer esto, el deseo
i)

es obtener lo que se desea, y la otra no obtenerlo». Cuando nues­ continuo se convertirá en una posibilidad real. No deja de sor­
tros deseos no se cumplen, nos sentimos desilusionados. Nos cau­ prenderme que una amenaza repentina al statu quo, como, por
sa frustración que nos nieguen un aumento de salario, el ingreso ejemplo, una aventura amorosa, un encaprichamiento, una ausen­
en la universidad o no ser aceptados para un trabajo. Cuando el cia prolongada y hasta una buena pelea puedan, repentinamen­
objeto de nuestro deseo es una persona, su rechazo nos hace sen­ te, encender el deseo. No hay nada como el miedo a la pérdida
tir solos, que no valemos la pena, que nadie nos quiere o, lo que para que los zapatos viejos parezcan nuevos.
es peoi; que no podemos ser amados. Pero los deseos cumplidos El argumento opuesto a la ley de los rendimientos decrecien­
también acarrean su propio estigma de pérdida. Obtener lo que tes es el principio que indica que la inversión continua lleva a
queremos debilita la emoción provocada por desearlo. La deliciosa un aumento de la satisfacción. Cuanto más haces algo, y cuanto
sensación generada por el anhelo, las elaboradas estrategias de mejor eres haciéndolo, más lo disfrutas. La persona que juega al
la búsqueda, las fantasías emotivas, es decir, toda la actividad y tenis semanahnente, y cuya habilidad mejora con el tiempo, esta­
energía puestas en el deseo, dejan paso a la posesión de aquello rá de acuerdo con los efectos positivos de hacer las cosas con
que deseábamos. Piensa en la última cosa que «tenías que tener» frecuencia. Para ella, París será cada vez mejor. Cuanto más prac­
hasta que la obtuviste. Ahora que es tuya tal vez la disfrutes, tal tica, mayor es su habilidad. Cuanto más habilidosa es, mayor es
vez la ames, pero ... ¿la sigues deseando? ¿Puedes siquiera recor­ su confianza en sí misma. Cuanto más confía en sí misma, más
dar cuánto la deseabas antes de tenerla? Gail Godwin escribió: riesgos se atreve a correr. Cuantos más riesgos corre, más exci­
«La acción de desear siempre es más intensa que la recompensa tante es el juego. Por supuesto que toda esta práctica requiere de
que nos da obtener lo que deseamos». esfuerzos y disciplina. No es solamente una cuestión de estar de
¿Es más difícil desear lo que ya se tiene? La ley de los rendi­ humor; requiere paciencia y dedicación permanente. La jugadora
mientos decrecientes nos dice que el aumento de la frecuencia de tenis sabe intuitivamente que el crecimiento casi nunca es sos­
lleva a la disminución de la satisfacción. Cuanto más tiempo uti- tenido: puede pasar por períodos de estancamiento o por algu-
284 Inteligencia erótica XI. Volviendo a poner la x en «sexo» 285

nas disminuciones en su rendimiento, pero de todas maneras la más importante, requieren que seamos completamente conscien­
recompensa hace que el esfuerzo valga la pena. tes de lo que estamos haciendo, Para muchos de nosotros, el sexo
Desafortunadamente, muy a menudo asociamos esfuerzo con premeditado es sospechoso. Amenaza nuestra creencia de que el
trabajo y disciplina con sufrimiento. Sin embargo, hay una mane­ sexo sólo está sujeto a las maquinaciones de la magia y la quí­
ra diferente de pensar en el trabajo. Puede ser creativo y reafir­ mica. La idea de que el sexo debe ser espontáneo nos mantiene
mante, y puede darnos un sentido de la vitalidad mayor del que a un paso de distancia de tener voluntad sexual, de ser dueños
podamos obtener con cualquier ejercicio agotador. Si queremos de nuestro deseo y de expresarlo con una intención determina­
que el sexo nos satisfaga, entonces tenemos que esforzarnos de da. En tanto el sexo sea algo que «simplemente sucede», no ten­
esta misma ingeniosa manera. drás que reclamarlo. Resulta irónico que en una sociedad tan
voluntarista, la evocación de la voluntariedad del sexo parezca
grosera y nada sutil. Nos avergüenza, como si nos hubieran atra­
El mito de la espontaneidad pado haciendo algo indebido.
Cuando mis pacientes recuerdan con nostalgia aquellas pri 0

En la visión' que muchas personas tienen del sexo, existe un ideal meras épocas de sexo ardiente e instantáneo, les recuerdo que,
muy arraigado: el sexo es algo que encaja instantáneamente, que incluso al comienzo, la espontaneidad también era un mito, Cual­
no exige esfuerzo; es una cuestión de compatibilidad de la piel, quier cosa que sucediera «en el momento» era a menudo el resul­
que es perfecta desde el comienzo. Se supone que el buen sexo tado de horas, cuando no de días, de preparación. ¿Qué me pon­
es fácil y que está libre de tensiones e inhibiciones. O lo tienes o go, de qué hablo, a qué restaurante vamos, qué música pongo?
no lo tienes. Esta idea, frecuentemente, va de la mano de su buen Toda esta planificación, esta producción imaginativa, con alto gra­
vecino: el mito de la espontaneidad. La palabra «espontaneidad » do de detalles, formó parte de la construcción de la situación y
se presenta como un mantra que repiten los hombres y mujeres de su desenlace.
que vienen a mi consultorio cuando hablan de lo que para ellos Por esta razón, insto a mis -pacientes a que no sean espontá- ·
es el sexo verdaderamente erótico, excitante, emocionante y urgen­ neos en relación con el sexo. La espontaneidad es algo maravi­
te. Resulta difícil exagerar su convicción entusiasta de que para lloso, pero en una relación duradera cualquier cosa que «va a
que el sexo sea realmente sexy debe ser inesperado. suceder» ya ha sucedido. Ahora tienen que realmente hacer que
Nos gusta pensar que el sexo surge por medio de un impul­ suceda. El sexo en una pareja comprometida es sexo intenciona­
so o inclinación natural, que no es inducida y en absoluto artifi­ do. El «no pude resistirme » se convierte en «no quiero resistir­
cial. Hablamos de dejarnos llevar. «No pude resistirme... Sentía me». El «caímos en los brazos del otro» se convierte en «deja
la sangre correr por mis venas... Fue algo que nos superó a que te abrace » . «Nos enrollamos ahora mismo» se. convierte en
ambos ... se adueñó de nú. » Este idilio que mantenemos con la teo­ «¿podemos enrollarnos esta noche?». Mi meta es ayudar a que
ría de que el sexo es explosivo sugiere que somos impacientes mis pacientes se sientan cómodos con la idea de que la sexuali­
ante la seducción y el erotismo juguetón, ya que estas cosas lle­ dad es una parte reconocida conscientemente y aceptada ccin entu­
van mucho tiempo, requieren de mucho esfuerzo y, lo que es aún siasmo en sus vidas, algo que requiere de un compromiso total.
¡::
286 Inteligencia erótica XL Volviendo a poner la x en «sexo» 287

La idea de la planificación es un obstáculo que muchas Dorninick es un auténtico gourmet. El sábado le preparó a
parejas deben salvar. Asocian planificación con horarios, hora­ Raoul un típico estofado italiano. Comenzó con una idea: que­
rios con trabajo y trabajo con obligación. A menudo, la tera­ ría hacer algo delicioso. Barajó diversas ideas hasta que se deci­
pia se convierte en un proceso destinado a desmantelar estas dió por la ternera. Luego fue al barrio Little Italy a conseguir
creencias. la mejor carne, a una panadería en el Village para conseguir
su pan de sémola favorito, y luego a una tienda especializada
en el Soho para comprar unos cannoli de chocolate. Finalmente,
Cargar al sexo de intencionalidad cargó con las bolsas de las compras hasta el centro para con­
seguir la botella perfecta de Montepulcíano. Preparar la comi­
Dorninick y Raoul se quejan de su vida sexual mediocre. En los da le llevó casi todo el día, pero se convirtió en una delicia
comienzos de su relación amorosa, cuando Raoul aún vivía en epicúrea, incluso en una experiencia erótica. Todo había sido
Miarni, la distancia impedía la rutina. Sus fines de semana eran diseñado para el placer.
esperados ansiosamente y no eran para nada aburridos. Pero, aho­ -Sí, fue mucho trabajo -admite Dorninick-, pero lo dis­
ra que viven juntos, pasan su tiempo libre haciendo los quehaceres fruté, no lo sentí corno si fuera un trabajo pesado.
domésticos o haciendo recados. No puedo evitar darme cuenta -¿Cómo es que el sexo ha llegado a ser considerado por ti
de la diferencia entre la atención que le prestan a estas tareas y corno un trabajo? Pareces reticente a ponerle a tu vida erótica la
su falta de atención hacia su vida sexual, corno si el sexo fun­ misma intencionalidad que le pones a tus comidas -le digo.
cionara basándose en un principio diferente. -Al relacionarlo con el sexo, parece tan forzado --dice Do­
-La ropa no se va a lavar sola, ¿sabes? --dice, a la defensi­ rninick.
va, Dorninick. Corno Dominick y Raoul, muchos de mis pacientes se opo­
-¿Y el sexo se va a hacer a sí mismo? -le pregunto. nen rotundamente a la idea de intencionalidad en lo que respec­
Dorninick finge no entender lo que quiero decir cuando digo ta al sexo. Consideran que estas estrategias son demasiado tra­
sexo planificado. bajosas después de un camino tan largo, y creen que ya no debería
-¿Quieres que lo anote en mi ordenador de bolsillo? ¿Jue­ ser necesario pasar por eso una vez que el momento inicial de la
ves por la noche, a las diez? ¡Parece tan patético! --dice. conquista ha pasado. «¿Seducir a mi pareja? ¿Todavía debo hacer­
-Si no quieres que el sexo se convierta en un ítem más de lo?» Esta reticencia a menudo es una expresión de nuestro deseo
tu lista de cosas pendientes, no lo trates corno si lo fuera - le infantil de que nos amen tal cual somos, sin ningún esfuerzo de
respondo--. No estoy hablando de ponerle un horario al sexo, nuestra parte, porque somos muy especiales. Ésa es la grandiosi­
estoy hablando de crear un espacio erótico, lo cual lleva tiempo. dad de los bebés, y la llevarnos dentro de nosotros. « ¡No quie­
Lo que luego ocurra en ese espacio es otra cosa, lo importante ro! ¿Po� qué debería hacerlo? ¡Se supone que me arnas de todos

!
es que el espacio en sí esté marcado por la intencionalidad. Corno modos!» La terapeuta sexual Margaret Nichols observa que, aun­
ese osobuco que hiciste para Raoul el fin de semana pasado: eso que tu pareja aún te ame cuando hayas engordado veinticinco
no fue algo que simplemente sucedió. kilos y te pasees por la casa con pantuflas de peluche y con una

, ., á
288 Inteligencia erótica XL Volviendo a poner la x en «sexo» 289

camiseta manchada de sudor, eso no implica que él vaya a tener vanecía. Ahora, Nile es el que se ocupa de la niñera y yo me voy
una erección (o que ella se sienta húmeda). directamente al dormitorio. Éste es un arreglo que me permite con­
-¿La excitación de la seducción es privilegio únicamente de servar el momento.
las parejas que están saliendo? -le pregunto a Dominick-. Que Sarah y Nile tienen tres hijos, que la hacen correr todo el día,
vivas con alguien no significa que ese alguien siempre esté dis­ y todos .los días. Ella le ha dejado muy claro a Nile que es muy
ponible para ti. En todo caso, requiere más atención, no menos. difícil para ella salirse de ese rol, y que, por el contrario, le es
Si quieres que el sexo siga siendo jugoso, debes hacer algo para muy fácil volver a caer en él.
que suceda. No, no tiene que ser todos los días, pero ¿puedes -Solía pensar que era cuestión de estar de humor, aunque des­
hacer alguna vez un plato cuyo ingrediente principal sea Raoul? eché esta idea hace mucho tiempo. Esperar a estar de humor es
como esperar la segunda venida de Jesucristo. A mí me gusta
planificar. Me da algo en qué pensar mientras juego con muñe­
Planificar genera expectativas cas Barbie y reviso los deberes.
Lo que Sarah espera que suceda es más que el sexo: es el ritual.
Tener expectativas implica que estamos esperando que algo suce­ Pasar un buen rato juntos, de mujer a hombre, les permite libe­
da. Son un ingrediente importante del deseo, y planificar el sexo rarse temporalmente de las cadenas de la realidad. Para ellos, el
puede ayudar a generarlas. Cuando Dominick prepara su osobu­ juego previo dura horas. Llevan doce años haciendo esto; y, como
co, puede saborearlo de antemano. Imagina la sorpresa y el pla­ sucP.de con las disciplinas que uno domina, lo echan de menos
cer que sentirá Raoul. Espera que esto haga que su novio se sien­ cuando se lo saltan. Saben que para tener buen sexo son necesa­
ta especial, y se imagina su gratitud. La fantasía es el mortero rios más de quince minutos después de las noticias de las once.
de las expectativas. Es una forma de imaginarse qué es lo que
va a suceder. Es una especie de juego previo que tiene lugar por
fuera de la interacción directa de la pareja. Las expectativas for­ Cultivar el juego
man parte de la construcción de la situación; por esa razón las
novelas románticas y las telenovelas están llenas de expectativas. Cuando las parejas se quejan de que su vida sexual es lánguida,
Creo que las añoranzas, la espera y el anhelo son elementos sé que no es solamente mayor frecuencia lo que necesitan. Tal
esenciales del deseo y que pueden generarse mediante la previ­ vez quieran tener más sexo, pero también quieren que sea mejor.
sión, incluso en relaciones de pareja duraderas. Cuando Nile y Por esta razón, prefiero hablar de su vida erótica en lugar de
Sarah salen los sábados, a menudo tienen algunas cosas planea­ hablar de su vida sexual. El acto físico del sexo es algo muy limi­
das: cena, música y, después, sexo. En el pasado, todo el cortejo tado, por lo que el asunto fácilmente degenera en una conversa­
de la noche se desvanecía en el momento en que Sarah debía ción sobre números. La naturaleza humana detesta la falta de
pagarle a la niñera. intensidad. Las personas desean estar radiantes. Quieren sentirse
-De pronto, volvía a convertirme en madre, y toda la ten­ vivos. Si les dieran una sola posibilidad, las parejas amantes lle­
sión sexual que habíamos construido hasta el momento se des- narían la falta de intensidad con trascendencia.
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I,
290 Inteligencia erótica XI. Volviendo a poner la x en «sexo» 291

,¡ Los animales tienen sexo; el erotismo es exclusivamente huma­ demás, nuestra capacidad de disfrutar se ve inevitablemente com­
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no: es la sexualidad transformada por la imaginación. De hecho, prometida.
el acto sexual no es necesario para tener una experiencia erótica Cuando somos niños, el juego es algo natural, pero nuestra
integral, aunque el sexo frecuentemente se insinúa, es simple­ capacidad de juego disminuye con la edad. A menudo, el sexo
mente imaginado. El erotismo surge del cultivo de la excitación: se convierte en el último campo de juego que podemos permitir­
es la búsqueda intencionada del placer. Octavio Paz compara al nos, en un puente hacia nuestra niñez. Mucho tiempo después
erotismo con la poesía del cuerpo, con el testimonio de los sen­ de que nuestra mente ha comenzado a llenarse de mandamien­
tidos. Al igual que un poema, no es lineal: serpentea y vuelve sobre tos que nos obligan a ser personas serias, el cuerpo sigue siendo
sus pasos. Nos muestra lo que vemos, pero no a través de los una zona franca, libre del peso de la razón y del juicio. Al hacer
ojos del cuerpo, siuo a través de los ojos del espíritu. El erotis­ el amor podemos recuperar el dinamismo absolutamente libre de
mo nos muestra otro mundo dentro de este mundo. Los senti­ inhibiciones del niño, quien aún no ha desarrollado la concien­
dos se convierten en sirvientes de la imaginación y nos permiten cia de sí mismo ante la mirada juzgadora de los otros.
ver lo invisible y oír lo inaudible.
El erotismo, ligado como está a la imaginación, representa otra
forma de juego. Yo pienso en el juego como una realidad alter­ La inteligencia erótica
nativa que se encuentra a mitad de camino entre la realidad y la
ficción; como un espacio seguro en el que experimentamos, nos Con mucha frecuencia conozco parejas que lo entienden, y que
reinventamos y asumimos riesgos. A través del juego dejamos en conservan una actitud juguetona hacia el otro, ya sea en el
suspenso la incredulidad: simulamos que algo es real, cuando sabe­ dormitorio o fuera de él. Están física y sensualmente vivos;
mos con total certeza que no lo es. son dos personas que no han dejado que languidezca su deseo
La seriedad aquí no tiene cabida. por el otro. Incluso en nuestra cultura de gratificación instan­
El juego es, por definición;un espacio despreocupado rabso­ tánea, ellos pueden ver a la seducción como,,un ,Jin,en sí mis­
lutamente libre de complejos. El gran teórico del juego, Johan mo. Johanna continúa hechizando a su novio desde hace diez
Huizinga, sostenía que una característica fundamental del jue­ años al concertar encuentros amorosos en moteles en un subur­
go es que no sirve a ningún otro propósito. Es difícil conciliar bio cercano. Darnell y su amante fingen que no se conocen
la falta de propósito asociada al juego con nuestra cultura alta­ cuando van a una fiesta. Eric cuenta que hace el amor con su
mente eficiente y de responsabilidad constante. Cada vez más, esposa en el callejón en el que se encuentra su apartamento
evaluamos el juego en función de sus beneficios. Jugamos al cuando llegan tarde por la noche, un placer furtivo que se per­
squash como ejercicio cardiovascular, llevamos a nuestros hijos miten antes de entrar a ver cómo están los niños. Todos los
a cenar fuera para ampliar sus paladares, nos vamos de vaca­ años, Ivan y Rache! se van a pasar un fin de semana de adul­
ciones para recargar energías. Sin embargo, si nos vemos aco­ terio de común acuerdo con otros swingers. «En lugar de guar­
sados por el conocimiento de nosotros mismos, ,si estamos obse­ dar secretos de cada uno, guardamos secretos de todo el mun­
sionados por los resultados o temerosos ante los juicios de los do.» Jessica rescató a su esposo de sus vagabundeos solitarios

AU:
292 Inteligencia erótica XI. Volviendo a poner la x en «sexo» 293
!i
provocándolo a través de la estación de radio CB. Todas las Las relaciones de pareja modernas son calderos de deseos con­
mañanas Leo le dice a su esposa que es muy afortunado por tradictorios: seguridad y excitación, sólidos cimientos y trascen­
haberse casado con ella, y realmente lo siente después de más dencia, la comodidad del amor y el ardor de la pasión... Lo que­
de cincuenta años juntos. remos todo y con una misma persona. Conciliar lo doméstico y
Para todas estas parejas el juego es una parte fundamental lo erótico representa un delicado acto de equilibrio que logra­
de su relación y el erotismo va más allá del acto sexual. Para mos, como mucho, de manera intermitente. Requiere conocer a
ellos, hacer el amor puede ser algo cerem,;mioso o repentino, la pareja al mismo tiempo que reconocer su misterio persistente;
un acto de entrega o de utilitarismo, clásico o transgresor, cáli­ crear seguridad mientras nos mantiene abiertos a lo desconoci­
do o ardiente. La cuestión es que el sexo sea placentero y ten­ do; cultivar la intimidad de manera que se respete la privacidad.
tador, y no una obligación. Reverencian al erotismo, aunque Alternar la unidad y la individualidad de manera armoniosa. El
gozan de su irreverencia. Les gusta el sexo, especialmente con deseo resiste el encierro, y el compromiso no debe absorber toda
el otro, y se toman el tiempo necesario para construir un espa­ la libertad.
·
Al mismo tiempo, el erotismo en el hogar exige un compro­
1

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cio erótico.
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Como todas las parejas, ·ellos también atraviesan períodos en miso activo y _de voluntad. Es como una resistencia continua al
los que el deseo está dormido, momentos en los que están dis­ concepto de que el matrimonio es algo serio, que implica más
gustados entre sí o que simplemente están inmersos en sus trabajo que juego, y que la pasión es para los adolescentes y los
propios proyectos y en sus propias vidas, pero no les entra el inmaduros. Debemos deshacernos de nuestra ambivalencia res­
pánico, no están aterrorizados de que haya algo que funcione pecto al placer, y desafiar nuestra incomodidad hacia el sexo, sobre
terriblemente mal entre ellos. Saben que la intensidad del erotis­ todo en el contexto de nuestra familia. Quejarse de aburrimien­
mo crece y mengua, que el deseo sufre eclipses momentáneos y to sexual es fácil y habitual. Alimentar al erotismo en el hogar
desapariciones intermitentes, pero que con la suficiente atención es un acto de valiente desafío.
de su parte, -pueden--recuperar la excitación.
Para ellos, el amor implica seguridad y aventura al mismo
tiempo, y el compromiso les otorga uno de los mejores lujos
de fa vida: tiempo. El matrimonio no es el fin del idilio, sino el
comienzo. Saben que tienen años por delante para profundizar
en su conexión, para experimentar, para regresar sobre sus pasos
y hasta para equivocarse. Ven su relación como algo vivo, en
curso, y no como algo consumado. Es una historia que escri­
ben en conjunto, una historia con muchos capítulos; y que nin­
guno de los dos sabe cómo terminará. Siempre hay un lugar
al que aún no han ido, algo sobre el otro que aún deben des­
cubrir.
l
!
NOTAS*

l
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1. De la aventura a la cautividad

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que hacen referencia.

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Notas 297
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296 Inteligencia erótica
,·,'.'·'I¡
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Notas 299
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