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FUNCION Y CONCEPTO (Conferencia dada en Ia sesién del 9-1-1891 de Ja Sociedad de Medicina y Giencias Naturales de Jena.) Hace ya bastante tiempo? tuve el honor de dar una conferencia en esta Sociedad sobre el modo de simbo- lizacién que he denominado ideografia, Hoy quisiera iluminar esta cuestién desde otro Angulo y comunicar algunos complementos y concepeiones nuevas, cuya necesidad se me ha hecho evidente desde entonces, Con ello no pretendo dar una exposicién completa de mi ideografia, sino s6lo hacer piblicas algunas ideas bé- sicas, Parto de lo que en matemiticas se lama funcién, Esta palabra no tuvo al principio wn significado tan amplio como el que ha obtenido mis tarde. Ser4 bueno ‘empezar por dirigir nuestra atencién hacia los modos de uso originarios y s6lo luego considerar sus exten- siones posteriores. De momento voy a hablar tnica- mente de funciones de un solo argumento, Una expre- sién cientifica aparece en su significado més caracte- ristico alli donde se precisa de este significado suyo para expresar una ley general. En el caso de la fu ‘ién, esto ocurrié con el descubrimicnto del anélisis 1. EL 10 de enero de 1871 y et 27 de enero de 1882. 18 superior. En éste se tratd ante todo de establecer leyes que valiesen para las funefones en general. Hay que retroceder, pues, a la época del descubrimiento del and- lisis superior, si se quiere saber qué fue lo primero que Segin esto, por ejemplo, Ta expresién Read px seria una funeién de x, y 2B LS serfa una Funcion de 2 Esta respuesta no puede satsta cemos, puesto que en ella no se distinguen forma y contenido, signo y designado, un error con el que, na- turalmente, se encuentra uno ahora muy frecuentemen- te en escritos matemiticos, incluso de autores de renom- bre, En otros lugares he sefialado ya Jos fallos de tas ‘teorlas formalistas Corrientes de Ta aritaretien Fr 2. Dis Grindagn er Atha Los fname va RitmeiothBrolon IBBi pp 92 a lfes en Is sesiones de i ‘Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales de_ sees sein Gl it de, (Ne TY 8 el fe ERE foosn ry geul es el contenido, la referencia de “2-9? +2"? El mismo que el de “18” o de “3-6”. En la igualdad 2-2! 2= 18 se expresa que Ja referencia de la ca- dena de signos que esté a la derecha es Ja misma que Ia de la izquierda, Debo salir aqui al paso de la opinién. segiin 1a, cual. 2.-+.5:y-3-f-4, por-ejemploy-son clertamente iguales, pero no lo mismo. La raiz de esta opinién es nuevamente la confusién entre forma y con- tenido, entre signo y designado. Es lo mismo que si se quisiera considerar la violeta olorosa como. dife- ente de la Viola odorata, porque sus nombres suenan istintos. La diferencia de designacién por s{ sola no basta para fundamentar una diferencia de designados. En nuestro caso, Ia cuestién es menos transparente tan sélo por el hecho de que la referencia del signo nu- mérico 7 no es sensiblemente perceptible. La tenden- cig actualmente muy difundida a no considerar como objeto mis que lo que puede ser percibido con los sen- tidos induce erréneamente @ tomar por nimeros los signos numéricos mismos, a considerarlos los verdaderos objetos de estudio;* y entonces, naturalmente, 7 y 2-45 serian distintos. Pero tal concepcién no puede mantenerse, porque no podemos hablar en absoluto de cualesquiera propiedades aritméticas de los nimeros, sin remitimnos a Ia referencia de los signos numéricos. La propiedad del 1, por ejemplo, de que, al multipli- carse por si mismo, se da otra vez a si mismo, seria una 3, Véanse Jos ensayos: Zihlen und Messen erkenntnistheox rotisch betrachtet ("Contar y medic considerados epistemalégi- ceumente”), de H. 4g HexanioLrz, y Uber den Zahlbegriff (Sobre GLeoncept de nimor"), de Leovoun Knoxsoxmn Pslorophiche Aufsatze, Eduard Zeller zu seinem furfzlglahrigen Doktorjubl- lium gewidmet,) ("Ensayos loséficas. Dedicados a Edvard Zeller en el cincuentenario de su doctorado”), Leipzig, 1887. 0 pura fantasfa; ninguna investigacién microscépica o quimica, por exhaustiva que fuese, podria descubrir nunca esta propiedad en la inocente figura que Hlama- ‘mos ef signo numérico uno. Quiza se habla de una de- finicién; pero ninguna definicién es creadora, en el sentido de que pueda conferir 2 una cosa propiedades que no tenga ya, fuera de Ja propiedad de expresar y designar aquello para lo que la definicién Ia introduce ‘como signo.* Por el contratio, las figuras que Hamamos cas que dependen del medio de escritura. Puede imagi- narse que alguna vez se introduzean signos totalmente nuevos, lo mismo que los signos arabes desplazaron a Jos romanos, por ejemplo. Nadie consideraré en serio que ast se obtendrian niimeros totalmente nuevos, ob- jetos de a aritmética totalmente nuevos, con propie- dades hasta entonces inexploradas. Asl, pues, si hay que distinguir los signos numéricos de aquello a lo que se refieren, también habré que reconocer Ia mis- ‘ma referencia a las expresiones “2”, “141”, “3—1", "6:3"; pues no podemos alcanzar a comprender en qué radicaria la diferencia, Quizé se diga: 1++1 es und suma, pero 6:3 es un cociente. {Pero qué es 6:3? El'ntimero que multiplicado por 3 da 6, Se dice “el niimero”, no “un mimero”; con el articulo deter- rminado se sefiala que sélo hay un tinico nimero. Aho- 1a bien, resulta que G4+)+04+0404+)=6, 4, De lo que se trata siempre en este caso es de unit un sentido 0 una referencia a un signo, Si faltan totalmente sen- tido y referencia, no puede hablarse propiamente mi de un signo ni de una definicibn, y por lo tanto (1+ 1) es precisamente el niimero que se designs por (6 : 3). Las diferentes expresiones corres- ‘obstante, siempre a la misma cosa. En éaso contrario, Ja ecuacién #=4, no sélo tendria las dos rafces 2 y sino también (L+1) y muchas otras, que serfan intas unas de otras, aunque en cierto aspecto se- ‘eS Ps1 “2 La" y saa pa" se refieren a mimeros, a saber, 3, 18 y 192, Si la fun- cién s6lo fuera realmente la referencia de una expre- sidn de célculo, entonces seria justamente un mémero; y con ello no habriamos ganado nada nuevo para la aritmética. Ahora bien, ante la palabra “funcién”, uno suele pensar, naturalmente, en expresiones en las cua- les se alude a un mimero sélo indeterminadamente por medio de la letra x, como por ejemplo, “Dexa; pero con ello no cambia nada; pues esta expresién, en- 4tonces, alude también sélo indeterminadamente a un iémero; y que lo escribamos a él 0 sélo “x” no entraiia, ninguna diferencia esencial. No obstante, precisamente gzacias a Ia utilizacién en la escritura de la “x”, que alude indeterminadamente, podemos ser conducidos 2 ibn correcta, 2ELL, 2 +4 y “2-5 45" se reconoce una y otra vez. la misma funcién, s6lo que ‘con distintos argumentos, a saber, 1, 4 y 5. De aqui puede inferirse que lo realmente esencial de Ia fun- cién radica en lo que tienen de comin estas expresio- nes; es decir, pues, en lo que se halla en “Qik pa ademés de Ja “2”; lo cual podriamos escribir quizés por parte, reconozeamos la misma funcién en “2-18 4-1" y "2.9842", a pesar de que estas expresiones se re- fieran a niimeros distintos, mientras que, por otra par- te, en "2-541" y “4—1", a pesar de stu mismo va- Jor numérico, no encontremos la misma funcién, Tam- bién vemos ahora cuén fécilmente puede uno ser le- vado erréneamente a ver Io esencial de Ja funcién jus- tamente en la forma de la expresién, En Ia expresin 2B reconocemos Ja funcién al imaginarla descoimpuesta; y una tal descomposicién posible es sugerida por su de una Tinea por un punto. Nos inclinamos entonces el_punto de divisién a ambos segmentos de la linea, Pero si quiere efectuarse la divisién de manera pura, 0 sea, de modo que no se cuente nada dos veces, ni quede nada fuera, entonces habrit que atribuir el punto de divisién vnicamente a uno de los segmentos. Este tiltimo quedaré completamente ce- rrado en si mismo, y puede compararse al argumento, mientras que al otvo le falta algo. Pues el punto de ivisiGn, al que podrfa amarse su punto terminal, no Je pertenece. Solamente al completarlo por medio de este punto terminal o de una linea con dos puntos terminales se obtiene un todo completo. En nuestro caso, cuando hablamos, por ejemplo, de “la funcién 2:x!+2", no hay que considerar que x pertenece a la funcién, sino que esta letra sélo sirve para indicar el tipo de complementacién que le falta, al hacer paten- tes los Iugares en los que tiene que entrar el signo del argumento. ‘Ahora bien, Hamamos a aquello, en lo que se con vierte la funcién al ser completada por su argumento, el valor de la funcién para este argumento, Asi, por ejemplo, 8 es el valor de la funcién 2-x*-} x para el argumento 1, puesto que tenemos 2-1 4 1 = 3, Existen funciones, como, por ejemplo, 2-+x—x 0 2++0-x, cuyo valor es siempre el mismo sea cual sea 4 deberla tomarse el mimero 2 como esta funcién. Pero esto es incorrecto. Aunque el valor de la funcién aqui siempre es 2, con todo, hay que distinguir 2 de Ia fun- cién en si misma; pues la expresin de una funcién tione que mostrar siempre uno 0 més Tugares que estén destinados a ser Henados por el signo del argumento, Tndtodo de Ta geometria analitlea nos ofrece um medio de hacemos intuitivos los valores de una fun- cidn para diversos argumentos. Pues, al considerar el argumento como valor numérico de una abscisa y cl valor correspondiente de Ta funcién como valor numé- ico de Ja ordenada de un punto, obtenemos un con- junto de puntos que, en los casos usuales, se nos pre- sentan intuitivamente como una curva. A cada punto de Ja curva le corresponde un argumento con el corres- pondiente valor de Ia funcién. Ast, por ejemplo, yan da lugar a una pardbola, aludiendo “y” al valor de Ia funcién y al valor numérico de la ordenada, al igual que “x” aludé al argumento y al valor numérico de Ia abscisa, Sila comparamos ahora con la funcién x(e—4), hallamos que en todos los casos tiene el mismo valor para el mismo argumento que la anterior. Tenemos, en general, P—de=ale—4), sea cual sea el mimero por el que se sustts ah{ que la curva que obtenemos de ax. De yat—de sea la misma que la que resulta de y=xe—4), Esto lo expreso asi: Ia funcién x(¢—4) tiene al mis. mo recorrido que la funcién 2° — 4x. Cuando escribimos de = xfe— 4), no igualamos una funcién valores de las funciones entre si, Y ‘esta ecuacién debe ser valida, cualquiera que sea el -argumento que sustituya x, habremos expresado de , este modo la generalizacién de una ecuacién, Pt tendremos asi una igualdad entre recorridos, Que és posible concebir la generalizacién de una igualdad entre valores de funeién como una igualdad, a saber, ‘como una igualdad entre recorridos, me parece que no hay que demostrarlo, sino que tiene que ser considerado como un principio légico® > Podemos introducir también una notacién abre- | 5. ashe, dl mo de exein Ibtl on | satin Eps “et? coragete dee gov agel eluate dete Roce Soe oe Enos Se epee a, Sagem | Sel ino viada para el recorrido de una funcién, A este fin, sus- tituyo el signo del argumento en la expresién de la fancién por una letra vocal griega, lo pongo todo en- tre paréntesis y antepongo a esto la misma letra griega, con un espirit suave. Segiin esto, He—4e) ibn x? Ae y ley A por ejemplo, ser el recorrido de la fi a(a-[a—4)) €l recorrido de la funeién x(e—4), de modo que en *8(P@49) =a (a-[a—ay” tenemos la expresién de que el primer recorrido es el mismo que el segundo. Se han escogido letras griegas diferentes a propésito, para indicar que nada nos fuer- za a tomar las mismas. “xm de = ae — 4)” expresa ciertamente el mismo sentido, si lo entendemos como antes, pero lo expresa de manera distinta, Repre- senta este sentido en forma de generalizacién de una ecuacién, mientras que la expresién que acabamos de introducir es senecillamente una ecuacién cuyo miembro de la derecha tiene, Jo mismo que el de la izquierda, una referencia completa en sf misma, En “a8 Ae = a(x 4)" el miembro de la izquierda, tomado aislado, alude s6lo indeterminadamente a un nimero, y lo mismo ocurre a 2 con el miembro de Ia derecha. Si tuviéramos mera- mente “x?—4x", podriamos escribir en vez de ello también “y®—4y", sin que cambiara el sentido; pues “y",Yo mismo que “x”, alude sélo indeterminadamente @ un nimero. Pero si tnimos ambos miembros en tina ecuacién, tenemos que escoger la misma letra para am- bos lados y con ello expresamos algo que no contiene ni el miembro de la izquierda por si solo, ni el de la derecha, ni el signo de igualdad, a saber, Ia generaliza- ccién justamente; naturalmente, se trata de la generali- zacién de una ecuacién, pero, no obstante, es, ante todo, una generalizacién. As{ como se alude indeterminadamente a un ntimero por medio de una letra, para expresar generalizacién, Aasimismo se siente la necesidad de aludir indeterminada- mente a una funcién por medio de letras. Para ello, se suele hacer uso generalmente de las letras f y F, de tal manera que, en “f(3)” y “F(s)”, x representa el argu- mento, En este caso, se pone de manifesto la necesidad de complementacién de la funcién por el hecho de que Ia letra f 0 F Ieve consigo un paréntesis, cuyo espacio, interior esté destinado a recibir el signo del argumento. Segiin esto, “fey” alude al recorrido de una funcién, que se dej indeter- “minada. Ahora bien, godmo fue ampliada la referencia potenciacién y sus inversas se afiadieron los diversos tipos de paso'al limite, aun- 8 que no siempre se tuviera una conciencia clara de Jo que habia de esencialmente nuevo en lo que asi se Introducta Se siguié avanzando y se hizo preciso in- cluso buscar refugio en el lenguaje hablado, dado que l lenguaje simbélico del anilisis dejaba de funcionar cuando se hablaba por ejemplo de una funcién, cuyo valor para argumento racional es 1, y para argumento al mismo tiempo que determinar con més precision el sentido de las expresiones “suma”, “producto”, ete. Ahora proseguiré yo en ambas direcciones. Ante todo, a los signos -}, —, ete,, que sirven para la for- macién de una expresién funcional, afiado signos co- mo =, <, >, de modo que podré hablar, por ejem- plo, de la funcién x? = 1, en la que, como antes, x re- presenta el argumento, La primera cuestién que surge aqui es la de cudles son los valores de Ja funcién para distintos argumentos. Si ordenadamente sustituimos x por—1, 0, 1, 2, cbtenemos Cp De estas ecuaciones, s6lo la primera y Ia tercera son verdaderas, As, pues, digo: “el valor de nuestra fun- ‘ein es un valor veritativo” y distingo el valor verita- tivo de Jo verdadero y el de Jo falso. Para abreviar, 4 uno lo amo lo verdadero, y al otro lo falso. Segin esto, “2? = 4", por ejemplo, se refiere a lo verdadero, » al igual que “2°”, por ejemplo, se refere.a 4. ¥ “2 se refiere a lo falso, Segan esto, “ga 4", “O>1", “=a” se refieren a lo mismo, a saber, lo verdadero, de manera que @=4=@>1) es una eouacién correcta. Es natural aqui la objecién de que, no obstante, “g!=4" y “2>1" afirman algo completamente dis- tinto, expresan pensamientos completamente distintos; pero también “2! = 42" y “4-4— 4?” expresan pen mientos distintos; y, @ pesar de ello, se puede sustituir “24” por “4-4”, porque ambos signos tienen la misma referencia, En consecuencia, también "Qt = 42" y “4-4 =4" se refieren a lo mismo, A partir de esto se com- pronde que la igualdad de referencia no tiene como consecuencia la igualdad de pensamiento. Cuando deci- mos “el lucero vespertino es un planeta cuya revolu- cién es menor que la de la Tierra”, hemos expresado un pensamiento distinto al del enunciado “el astro ma- ‘tutino es un planeta cuya revolucién es menor que la de Ja Tierra”; pues quien no sepa que el lucero matu- tino es el Iucero vespertino, podria suponer que uno es verdadero y el otro falso; y, con todo, la referencia de ambos enunciados debe ser la misma, puesto que sélo se han intercambiado las palabras “lucero vespertino” y “Jucero matutino”, que tienen ambas la misma referen- 30 podemos también escribir “@=4)=(4-4=4)" “@=4)=@>1" Siguiendo por este camino, podrla preguntarse con qué fin se admitieron los signos =, >, < en el cireulo de los que contribuyen a formar una expresién fun- cional, Parece que en la actualidad ganz cada vez més ppartidarios Ia opinién de que In aritmética es logica ex- tensamente desarrollada, que una fundamentacién ri- gurosa de las leyes aritméticas nos retrotrae a leyes puramente légicas y sélo a tales. También yo soy de esta opinién y en esto baso Ia exigencia de que el Jen- guaje simbdlico aritmético debe ampliarse en uno 16- {gico. Cémo ocurre esto en nuestro caso, lo indicaremos 4 continuacién. ‘Vimos que el valor de nuestra funcién x*=1 es siempre uno de los dos valores veritativos. Ahora bien, 6. No ignoro que este uso lngiistico puede parecer de momento arbitrario ¥ artical, y que se podsia erigir una jsti- fracién més detenida. Consiltete mi aticlo “Sobre sentido y referenca", ifr, pp. 49-84 3 si para un determainado argumento, por ejemplo ~1, el valor de la funcidn es lo verdadero, podemos expresar esto asf: “el niimero — 1 tiene la propiedad de que su candrndo os 1°, 0 mis brevemente: “1 es una als eua- drada de 1", 0 “—1 cae bajo el concepto de la raiz ‘euadrada de 1”, $i el valor de la funcién 2° =1 es lo falso para un argumento, por ejemplo, 2, podremos en- tonces expresar esto asf: "2 no es raiz cuadrada de 1” bien “2 no eae bajo el concepto de saiz cuadrada de OF pe ep er ane mpm tros Hamamos funcién, Incluso podra decirse verdad ramente: un concepto "es una funcién cuyo valor e4 siempre un valor veritativo, También el valor de | funcién @+ IP = e+) btenemos lo verdadero, por ejemplo, para el argumento — 1 y podremos expre- sar esto también asf: —1 os un mimero que es menor en L que un mimeto cuyo cuadrado es igual a su duplo, Con esto, se ha expresado la ocurrencia de! niimero—1 bajo un coneepto. Las funciones xtsly (e+? = e+) tienen para el mismo argumento siempre el mismo va- Jor, a saber, lo verdadero, para — 1 y +1; lo falso, para todos los demés argumentos. Segiin lo establecido ante- riormente, diremos, por tanto, que estas funciones tie- nen el mismo recorrido y lo expresaremos asi en signos: 1) =4(le+1)*=2 [a+ 1). En Légica so denomina a esta ecuacién la extensién de los conceptos. Segiin esto, podemos designer como extensiOn del concepto el recorrido de una funcién, cuyo valor para cada argumento es un valor veritativo. No nos quedaremos en las ecuaciones ¢ inecuaciones. La forma lingiistien de las ecuaciones es un enunciado afirmativo, Un tal enunciedo contiene como sentido tun pensamiento — 0, por lo menos, pretende contener alguno —; y este pensamiento es, en general, verda- deto o falso; esto es, tiene, en general, un valor veri- tativo que puede concebirse asimismo como referencia del enunciado, ast como el nimero 4 es la referencia de la expresi6n “2 +2", 0 como Londres es la referen- cia de la expresién “Ia capital de Inglaterra”. Los enunciados afirmativos en general pueden con- ceebirse, 1o mismo qué’ Ias ectiaciones o las expresiones analiticas, descompuestas en dos partes, una de las cus- les esti completa en si misma, mientras que la otra precisa de complemento, Asi, por ejem- plo, el enunciado “César conquistd las Galias” puede ser descompuesto en “César y “conquisté las Galias”, La segunda parte es no-saturada, lleva consigo ‘un Tugar vacfo, y tinicamente cuando se lena este lu- gar por medio de un nombre propio o de una expre- sién que represente un nombre propio, apareceré un sentido completo, También ahora llamo funcién al sig- nifcado de esta parte no-saturada, En este caso, el ar- gumento es César. Como vemos, aqui se ha emprendido al mismo tiem- [po una extensién en la otra direccién, o sea, con respec- to.a lo que puede aparecer como argumento. Ya no hay 3 que admitir tan s6lo mimeros, sino objetos en general, teniendo que contar también a las personas entre los objetos, Como valores de funcién posibles estén los dos valores veritativos que acabamos de introducir. He- ‘mos de seguir adelante y admitir objetos sin limitacién como valores de funcidn. Para tener un ejemplo de esto, consideremos, por ejemplo, la expresién “Ia capital del Imperio alemén”, Esta expresién representa evidentemente un nombre propio y se refiere a un objeto. Si la descomponemos en las partes. “la capital del” ¢ “Imperio alemin”, con Io cual considero dentro de la primera parte Ia forma del genitivo, resulta que esta primera parte es no-saturada, mientras que la otra es completa en si misma. Segiin lo antes dicho, llamo pues a “Ia capital de x” Ja expresién de una funcidn. Si tomamos como argu- ‘mento suyo el Imperio alemén, obtendremos, como va- lor de la funcién, Berlin, Al haber admitido ast objetos sin limitacién como argumentos y como valores de funcién, lo que se pre- gunte entonces es a qué lamamos aqu{ objeto. Consi- dero que es imposible una definicién académica, puesto que en este caso tenemos algo que, por su simplicidad, mo permite una descomposicin ldgica. Tan sélo es po- sible aludir a lo que se quiere decir. Brevemente, aqui Eo sélo se puede decir: objeto es todo lo que no es fun- cidn, la expresién de lo cual, por tanto, no Heva consigo un lugar vacio. Un cnunciado afirmativo no contiene ningtin ugar vaclo, y por eso hay que considerar que su referencia es un objeto. Esta referencia, empero, es un valor veri- tativo. Por Jo tanto, ambos valores veritativos son ob- jetos. Mis arriba hemos presentado ecuaciones entre reco- vidos, por ejemplo "eed e) = lala)”. Podemos descomponer esto en “i&(e?—4.)" y“()=a (ale—4y)". Esta tltima parte es incompleta, al llevar consigo un lugar vacfo a la izquierda del signo de igualdad. La primera parte, “e(?—4e)", esté totalmente completa en si misma, o sea, que se rellere a un objeto. Los re- funciones mismas no lo son. También habfamos.deno- rminad también lo podria. mos raiz cua drada "ambién Tas extensiones de concepts son, ues, objetos, aunque los conceptos mismos no lo son. espués de ‘ampliado el eireulo de To que puede ser tomado como argumento, habré que hacer’ estipulaciones més precisas sobre las referencias de los signos ya usuales. Hasta tanto se consideran como ob- jetos tinicamente los niimeros enteros de la aritmética, has letras ay b de a +b s6lo aluden a niimeros enteros, y sélo hay que explicar el signo “més” entre los ni- meros enteros, Cada ampliacién del circulo de los ob- jetos, 2 los que se alude'con “a” y “b”, hace precisa 35 una nueva explicacién del signo “mis”. Mandamiento del rigor cientifico es tomar precauciones para que una expresién no sea nunca carente de referencia, para que nunca se calcul, sin notarlo, con signos vacios, en Ja opinién de que se trata de objetos. En époc rior se tuvieron experiencias desagradables con series infinitas divergentes. Es necesario, pues, hacer estipula- cciones, de las cuales se desprenda, por ejemplo, a qué se reflere “+l, si “©” tiene que referirse al sol. El modo como se den estas estipulaciones es relativamente indiferente; lo esencial, empero, es que se hagan, que “a+b” tenga una referencia, sean cudles sean los signos de objetos determinados que reemplacen a “a” y “b”. Para los eonceptos hacemos la exigencia de que, para cada ar- ‘gumento, tengan por valor un valor veritativo, de que, para cada objeto, quede determinado si cae bajo el con- cepto no; con otras palabras: para los conceptos, ha- ccemos la exigencia de que estén claramente delimitad sin el cumplimiento de esta etigencia, serfa imposible establecer leyes légicas con ellos. Para cada argumen- to , para el que “x-+1” no tuviera referencia, tam- poco la funcién x +1= 10 tendria ningin valor, por Jo tanto, tampoco ningéin valor veritativo, de modo que el concepto Jo que aumentado en 1 da 10, no tendria ningén limite claro, La exigencia de delimi- tacién clara de los conceptos trae, pues, consigo la exigencia, vilida para las funciones en general, de que deben tener un valor para cada argumento, 36 = Hasta ahora hemos considerado Tos valores veritati- vos solamente como valores de funcién, no como argu- ments. Segiin lo que acabamos de decir, una funcién debe tener tambien un valor para cada uno de Tos valo res veritativos tomado como argumento; pero en la mayoria de los casos, si determinamos este valor ser por ganas de determinarlo, sia que importe mucho euil sea el valor determinado, Sin embargo, vamos @ considerar algunas funciones, que nos interesa. preci- samente examinar en el caso en que su argumento es un valor veritativo. Como funcién semejante, introduzco —xz, — estipulando que el valor de esta funcién debe ser lo verdadero cuando se tome como axgumento lo verdade- ro, mientras que en todos los demés casos el valor de esta funcién serd lo falso; o sea, pues, lo mismo cuando el _argumento es Jo falso, como cuando no es ningtin valor veritativo, Segtin esto, es, por ejemplo, 14354 Jo verdadero, mientras que tanto —143=5 como —4 son lo falso, El valor de esta funcién es, pues, el mismo argumento, cuando éste es un valor veritativo, En otra cocasién, habia llamado a esta raya horizontal “raya de contenido”, nombre que ahora ya no me parece adecuado. La Iamaré ahora simplemente “la hori- zontal”, 37 i Cuando se eseribe una ecuacién o una inecuacién, por cjemplo/> 4, habitualmente con ello se quiere al ‘mismo tiempo expresar un juicio; en este caso, se quie- re afirmar que 5 es mayor quo 4, Segin Ja concepcién que he expuesto aqui, con “5>4" 0 “1-+-3=5" se tienen solamente expresiones de valores veritativos, sin que con ellos quiera afirmarse nada. Esta separacién entre el juzgar y aquello sobre lo cual se juzga parece ineludible, porque en caso contrario no seria expresable Ja mera suposicién de un caso, el postular el mismo, Precisamos, pues, de un signo particular para poder afirmar algo. Para ello, utilizo una raya vertical al cextremo i2quierdo de la horizontal, de modo que, por ejemplo, con res afirmamos: 248 es igual a 5. O sea, que no sélo se le. atribuird un valor veritativo, como en el caso de “245=5", {sino que al mismo tiempo se dice también que este valor veritativo es lo.verdadero.? La siguiente funcién sencilla fuede ser aquella cuyo valor es lo falso justamente para los argumentos, para los cuales el valor de —x es lo verdadero, y, reck- procamente, cuyo valor es lo verdadero para los’ argu- mentos, para los cuales el valor de —x es lo falso. 7. La raya de joicio no puede ser utlizada para formar tuna expresion funcional, porque 0 puede contbuit, unto con otros signos, a Ia designacién de. un objeto. \|—2+8—5"* 0 designa ‘nada, sino que affme algo 38 A La designo ast y llamo a la pequefia raya vertical, raya de negacién. Considero esta funcién como una funcién con el argu- mento —z: 2) [—#), imaginando que las dos rayas horizontales se han fu- sionado, Pero también tenemos. (hy) = 2), porque el valor de -[- x ¢s siempre un valor verita- tivo. Considero, pues, que en “--2", las dos partes de la raya a la derecha y a la izquierda de Ia raya de negacién son horizontales en el sentido de esta palabra que acabamos de explicar. A partir de todo esto, « e a ppor ejemplo, se xeferiré a Io verdadero, y podemos aiiadir la raya de juicio: b? con lo cual afirmamos que 2? = que 2 no es 5, Pero también 5, 5 no es lo verdadero, 2 es Io verdadero, porque—2 es lo falso: i es decir, 2 no es Jo verdadero. EI médo como represento la generalizacién se vork mejor con un ejemplo. Supongamos que hay que expre- sar que cada objeto es igual a sf mismo. En 5 tenemos una funcién, a cuyo argumento se alude por medio de “x”. Hay que decir ahora que el valor de esta funcién es siempre lo verdadero, sea cual sea el argumento que se tome, Ahora bien, con “Sf (a)” me referiré a lo verdadero cuando la funcién f(x) tenga ‘como valor siempre lo verdadero, sea cual sea su argu- mento; en todos los dems casos, “£—f (a)” deberd referitse a Io falso. Para nuestra funcién «=x se cumple el primer caso. Por lo tanto, ~f-a=a es lo verdadero; y esto Io escribimos asi: }S-a-a. Las rayas horizontales a derecha e izquierda de Ja ‘cavidad deben ser tomadas como horizontales en nties- tro sentido. En vez de “a”, podria escogerse cual- quier otra letra alemana, a excepcién de aquellas que, come fy F, han de servir de letras de funciones. Esta notacién ofrece la posibilidad de negar la gene- ralizacién, como en 0 Pues —2—a*=1 es lo falso, ya que no para cada argumento, es el valor de Ia fimeién 2*=1 lo verdadero. Pues, por ejemplo, para el argumento 2 obtenemos 2*=1; esto es lo falso, Ahora bien, si —£—a'=1 es lo falso, entonces es + t- aa1 lo verdadero, segiin lo que se ha estipulado antes sobre la raya de negacién, Tenemos pues PrS-eat; es decir, “no todo objeto es raiz cuadrada de 1”, 0 bien “hay objetos que no son raiz cuadrada de 1”. Puede expresarse también que hay raices cuadradas de 1? Sin dudal Basta con tomar, en vez de la funcién 1, Ie funcién De resulta, por fusién de las horizontales, a otatate Esto significa Jo falso, porque no para cada argu- mento es el valor de la funcién +e lo verdadero. Por ejemplo, iter 41 es lo falso, puesto que 1 = 1 es lo verdadero. Ast pues, dado que atet es lo falso, ser& por tanto TT= Jo verdadero: bpS-pat=t; es decir, “no para cada argumento es el valor de la funcién aatsl lo verdadero”, o bien “no para cada argumento es el valor de la funcién x= 1 lo falso”, 0 bien “hay por Jo menos una raiz cuadrada de 1”, A continuacién daremos todavia algunos ejemplos cn signos y palabras: lpi az0, hay por Jo menos un mimero positivo; a<0, a’—3at+2a~0, hay por lo menos una raiz de la ecuacién \ —3e 4 2 = 0, | A partir de aqui puede comprenderso cémo pueden expresarse las proposiciones existenciales mis importan- tes, Si aludimos indeterminadamente a un concepto pot medio de Ia letra de funciones f, tendremos en +2 fla) la forma en la que estén contenidos los tiltimos ejem- plos, prescindiendo de la raya de juicio. Las expre- siones Span", “£--a20", t-a<0", “2p a! 8a? 420-0" surgen de esta forma de manera parecida a como, por ejemplo, de 2° surgen “12”, “2”, "3", Asi como con x? tenemos una funcién, a cuyo argumento se alude por medio de “x”, asf también considero que “2 fay” es expresién de una funcién, a cuyo argumento se alude por medio de “f”. Una tal funcién es, evidentemente, funddmentalmente distinta de las hasta ahora conside- radas, pues, como argumento suyo s6lo puede entrar una funcién, Ast como las funciones son fundamen- talmente distintas de los objetos, as{ también aquellas fanciones cuyos argumentos son y deben ser funcio- nes son fundamentalmente distintas de las funeiones Tgualmente distingo conceptos de primero y segundo 8 orden De hecho, hace ya tiempo que en el anili “Ze feiifan funciones de segundo grado, por ejemplo, con Jas integrales definidas, en Ia medida en que se con- sidere la funcién a ser integrada como argumento, Puede afiaditse todavia algo sobre funciones con dos argumentos. Obtuvimos la expresién de una fun- cién al desmembrar el signo compuesto de un objeto en una parte saturada y otra no-saturada. Ast descom- pusimos, por ejemplo, el signo “3>2" de lo verdadero en “3” y “x > 2". Podemos seguir des- componiendo la parte no-saturada “x > 2” del mismo modo en “2” y “ey, donde ahora “y” indica el lugar vacio, que antes habia sido Wenado por “2”. Con Dy tenemos una funcién con dos argumentos, a uno de Jos cuales se alude por medio de “x”, al otro por medio de “y", ¥ con a>2 tenemos el valor de esa funcién para los argumentos 3 y 2 Tenemos aqu{ una funcién cuyo valor es siempre 8. V, mis Grundlagen der Arithmetik, Breslau, 1884, al final del § 53. La prueba ontolégica de la existencia de Dios adolece del error de que trata la existencia como un concepto de primer grado, “4 un valor veritativo. A las funciones de este tipo con un argumento las hemos Hamado conceptos; a las que tie nen dos argumentos las lamamos relaciones. También tenemos relacioniés en el caso de 9 ety y de FE y> 9, mientras que Ia funcién ety tiene nimeros por valores. Por lo tanto, no la Tama- remos relacién, 7 Vamos @ considerar ahora una funcién que no es Peculiar de Ia aritmética. Sea la funcién —e -y cuyo valor es lo falso, cuando se toma lo verdadero como argumento-y y al mismo tiempo un objeto como argumento-x, objeto que no sea lo verdadero; en todos Jos demés casos, el valor de esta funcién sera lo verda- dero, La raya horizontal inferior y las dos partes en que queda dividida la superior por Ia raya vertical eben considerarse horizontales. En consecuencia, siem- pte pueden tomarse como argumentos de nuestra fun- cién — a y —y, es decir, valores veritativos. Ente las funciones de un argumento, distinguimos las de primero y segundo grado. En este caso es posible tuna mayor variedad, Una funcién con dos argumentos 45 puede ser, con relacién a éstos, del mismo o de distinto ‘grado: funciones de grado igual o de grado desigual. Las que hemos considevado hasta aqui eran de grado igual. Una funcién de grado desigual es, por ejemplo, el cociente diferencial, cuando se toman como argum tos la funeién quo hay que diferenciar y el argumento para el cual aquélla es diferenciada, o bien la integral definida, siempre que se tomen como argumentos la fun- cién que hay que integrar y el limite superior. Las fun- ciones de grado igual pueden dividirse, a su vez, en fun- ciones de primero y segundo grado, Una tal funcién de segundo grado es, por ejemplo, fel) en que f y g indican los argumentos. (> En lag funeiones de segundo grado con un argu- mento hay que distinguir segém que en este argumento aparezea tuna funeién con uno 0 con dos argumentos, ‘pues una funcién con un argumento es tan radicalmen- te distinta de una funcién con dos argumentos, que la tuna no puede aparecer precisamente en el mismo lugar en que puede aparecer la otra, Algunas funciones de segundo grado con un argumento piden, como tal argu- mento, una funcién con un argumento, mientras que otras piden una funcién con dos argumentos, y estas dos clases estin tajantemente diferenciadas. es un ejemplo de una funcién de segundo grado con tun argumento, el cual pide como tal une funcién con 46 dos argumentos, La letra f alude aqui al argumento, y Jos dos lugares separados por la coma, en los paréntesis que siguen a “f’, ponen de manifesto que f representa una funcién con dos argumentos. En el caso de las funciones con dos argumentos, 1a variedad es ain mayor. Si, a partir de todo esto, echamos un vistazo retros- peetivo al desarrollo de Ia aritmética, nos damos cuenta de su progreso gradual. Primero se calculaba con niime- 105 singulares, con el 1, el 3, ete. 2+3=5, 2-3=6 son teoremas de esta clase. Se pasd Iuego a leyes més ‘generales, que valen para todos los mimeros. En la no- tacién, esto corresponde al paso al algebra. En @+b)c=actb-e tenemos un teorema de este tipo. Con ello se habia egado ya a la consideracién de funciones singulares, sin utilizar todavia Ia palabra en el sentido matemético, ni haber comprendido su significado. El peldafio in- mediatamente superior fue el conocimiento de leyes generales para las funciones y, con esto, el acuiamiento de la expresién artificial “funcién”. En la notacién, a esto corresponde la introduccién de letras como fy F, para aludir indeterminadamente a Jas funciones. En ae) ae) ite) Fe) a. Ee thi-Z =F) tenemos un teorema de esta clase, De este modo se tenjan también funciones singulares de segundo grado, a sin que, a pesar de ello, se concibiera lo que hemos denominado funcién de’ segundo grado, Podria pen- sarse que se proseguira en esta direccién. Pero, proba- blemente, este vltimo paso no tiene ya tantas conse- cuencias como los anteriores, puesto que, con el pro- reso ulterior, Jas funciones de segundo grado podrén ser consideradas de primer grado, como se demostrard en otro lugar.* Pero con ello no se habra climinado totalmente la diferencia entre funciones de primero y segundo grado, porque esta diferencia no fue hecha arbitrariamente, sino que tiene una justifcacién pro- funda en la naturaleza de la cuestién, También pueden considerarse, en vez de funciones con dos argumentos, funciones de un ‘nico argumento, aunque complejo, con Jo cual, sin embargo, subsiste con toda claridad Ia diferencia entre funciones con uno y con dos argumentos. © N, del Ts Cf, Grundgesetze der Arithmetk ("Las leyes fandamentales de Ia aritmétia”), §8 25, 34-37.

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