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mente eurocéntrico del siglo x1x habia ’ pet eracional leninista, la cual habia inten- fego, al menos en principio, promover al mis- ee tiempo, bajo el signo del antimperialismo, auch del proletariado en los paises indus- “4 les, la aspiracion a la independencia de los “peblos oprimidos por el colonialismo y la SUjensa de la URSS como “patria del s." Los on spocesos recientes del s. han demostrado de yanera cada Vez mas evidente el peso que tie- on las historias nacionales, la diversidad de tuacion econdmica, el pluralismo de las tra- jones culturales y de las ideologias. Des- és de la segunda guerra mundial, junto a modelos ofrecidos por las socialdemocra- europeas y el s. soviético se han delinea- las realidades de los estados de reciente “Sndependencia del tercer mundo, que aunque Syelan al S., persiguen el objetivo de la moder- Phizacion a través de los instrumentos del par- + ‘ido unico, del reforzamiento de las élites jurocrticas y militares y de la integracion 4 elas masas con base en el tradicionalismo 2 qltural y religioso. En el mundo comunista, 3 41s. soviético se han contrapuesto el s. fun- 4 dado en la autogestion (v.) en Yugoslavia y el raicalismo comunista en China (v. maoismo). é ta teoria de las “vias nacionales al s."" (acep- } tadaen principio incluso por la Union Sovié- tica, pero corregida en 1968 con la tesis de la 4 *soberania limitada” de los estados socialis- $ us del propio bloque) se apoya en esta situa- | dén, pero deja abierto el problema del inter- } macionalismo y de los modos de una accion | comin entre socialismos fuertemente diver- ‘ gentes y tal vez en clara contradiccion. ‘ wauiocraFia: W. Abendroth, Historia social del } movimiento obrero europeo (1965), Barcelona, laia, 1978; G. Arpé, II sqcialismo riformistico e sffercatdemocrcia en Storie delle idee politi- ¥the, economiche e sociali, a cargo de L. Firpo, 4 Turin, uter, 1972, vol. v; N. Bobbio, ¢Qué es § scialismo? (1976), Barcelona, Plaza y Janés, ‘ 1917;G.M. Bravo, Historia del socialismo (1971), * Barcelona, Ariel, 1976; G.D.H. 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En algunos paises como México, Brasil o Pert, el predominio de estas ideologias alternati- 1508 vas llegé a bloquear casi por completo el desa- rrollo de formaciones politicas socialistas Pero en aquellos paises donde el fenémeno de la inmigracién masiva coincidia con un desa- rrollo temprano de la institucionalidad bur- guesa y una relativa liberalizacion del siste- ma politico, como el caso de Argentina y Uru- guay, anarquismo y socialismo de filiacién marxista coincidieron durante largo tiempo, alimentandose mutuamente. Las limitaciones de uno facilitaban las condiciones para la expansién del otro. Y si en un comienzo la intransigencia principista de las ideologias libertarias contribuian a acentuar el mode- ratismo y reformismo de los socialistas el que empujara a las corrientes mas contestatarias de la clase obrera hacia el sindicalismo revo- lucionario, que constituy6 la ideologia predo- minante en el movimiento obrero latinoame- ricano de las dos primeras décadas del siglo. El peso de las emigraciones alemana e ita- liana en la constitucién del s. latinoamerica- no creé condiciones mas favorables para que la hegemonia conquistada por la socialdemo- cracia en la II Internacional fuera reconoci- da como un ejemplo a seguir por las organi- zaciones socialistas formadas desde fines del siglo pasado en Argentina, Uruguay, Brasil, Chile y México. Ante socialistas como German Ave Lallemant, que entre 1894 y 1909 fue corresponsal en Argentina de Die Neue Zeit, o Juan B. Justo, que seguia asiduamente las publicaciones alemanas, 0 ante los socialis- tas paulistas, que en lo concerniente a sus ideas “se ubican total y absolutamente en el terreno de los postulados establecidos por sus compaiieros alemanes” —como la misma Die Neue Zeit—, la socialdemocracia alemana aparecia como una gran fuerza politica ini- ciadora de una nueva época en la historia de los movimientos sociales, expresion de una nueva cultura laica y democratica, y forjadora consciente de la revolucién social. Sin embargo, el ejemplo de la socialdemo- cracia alemana, aureolada del apoyo que le habia prodigado Engels, considerandola como un modelo internacional de partido socialista, llegé a nuestras tierras cuando comenzaba a fracturarse el dificil equilibrio alcanzado entre la perspectiva palingenética en la que se inspiraba y su naturaleza de par- tido de masa, vinculado por miles de hilos visibles e invisibles a la accion integradora SOCIALISMO LATINOAMERICANO. del estado germano. Lo que de este Partid venia trasplantado a América fue su visign at marxismo como ideologia del desarrolloy Ja modernizacién, en el interior de unai® primible lucha de clases en la que el socialig mo expresaba el “partido del progreso". py divorcio siempre mayor entre principios tog. ricos proclamados y la actividad Practica revertiase en América en forma agravads acentuando una ignorancia de la teoria que los socialistas europeizantes se empefaban en considerar como propia no sélo del atra. so, sino también de la condicién “latina” de los trabajadores. La exigencia, derivada de |g doctrina de Marx, de la autonomia ideolégi. ca, politica y organizativa del movimiento obrero y la necesidad de una nitida distincién del partido socialista u obrero respecto de los partidos democraticos burgueses era trady. cida en clave corporativa, aislando la accién_” reivindicativa de los trabajadores y colocan. do barreras insalvables para una politica de bloque con las corrientes radicales, democra. ticas y anarquistas del movimiento social de las clases explotadas. La paradoja del s. latinoamericano consis. sobre una realidad distinta de la europea, sus esfuerzos por aplicar a nuestro ambiente las orientaciones fundamentales del marxismo canonizado de la II Internacional tenian sin embargo plena conciencia. Aun permitiéndo- les obtener éxitos relativos en la organizacién de las clases trabajadoras, los colocaba obje- tia, por lo tanto, en el hecho de que actuando j J interior del bloque de fuerzas orientadas hacia la modernizacion capitalista. La igno rancia casi total de la teoria revolucionaria de Marx, la aceptacion indiscutida del para- digma socialdemécrata, que condicionaba la posibilidad del socialismo al crecimiento de las fuerzas productivas y, por lo tanto, al 4 + | | tivamente en una posicion subalterna en el | \ siguiente aumento cuantitativo de unaclase 4 4 obrera moderna, la subordinacién a las difi- ciles condiciones ideolégicas y politicas en las que se desenvolvia su labor, tendia a limitar la accién socialista a una mera batalla coti- diana por las reivindicaciones més inmédig=99 tas de los trabajadores y por la legalid movimiento. La doctrina estaba de het escindida de esta accion y relegada ta 601 dicion de una filosofia de la historia sobre la que se fundaba la propaganda abstracta de SOCIALISMO LATINOAMERICANO. , sociedadad alternativa. Masta en quienes defendian con mayor fir- fa el contenido doctrinario socialista de los payos oFZanismos politicos, la doctrina, en idad, era considerada como una suma de ae pios abstractos, validos de una vez para nore y en cualquier circunstancia; princi- pe que debian ser difundidos como prerre- ‘sito para que un movimiento obrero, atin mgesprendido por completo del mundo bur- 5 del que surgié, pudiera conquistar una fentidad propia. A ese mundo lo separaba del Sjetariado una cisura radical y la funcion ja doctrina y de la accién socialista era asformar dicha cisura en una grieta pro- Manda y consciente. Teoria y movimiento real “eran, por lo tanto, los dos términos de una *Jacion que solo podia fundarse en la deter- jnacion precisa de la especificidad histori- PE del proceso, sino entes abstractos y siem- preidénticos a si mismos en el que tinicamen- | tela ignorancia e incultura transitoria del segundo creaba las dificultades de insercién del primero. La tarea de los socialistas que- daba reducida, en ultima instancia, a una } mpefiosa e inteligente labor de organizacion ?\ de educacién del proletariado. El peso # piastante que éste debia necesariamente j sdquirir en la sociedad capitalisticamente + desarrollada, segun la vision reformista, 0 los } hipotéticos cataclismos hist6ricos a que esta- bacondenada, segun la vision revolucionaria, jubria de conducir a ese proletariado a la con- quista del poder y a la construccién del socia~ i ; | j fismo. j 4 Debido a su incansable actividad cotidiana, los socialistas lograron formar un conjunto de instrumentos de vida democratica colec- ; tvatales como gremios obreros, sociedades de socorros mutuos, cooperativas de consu- moy de viviendas, circulos socialistas, biblio- lecas y universidades populares, editoriales 4 yperiédicos. Supieron vincular la propagan- 4 daylaagitacion ala accién inmediata orien- tada a satisfacer las necesidades mas apre- { miantes de los trabajadores, fundamental- mente de los urbanos, movilizados en buena dida gracias a esta labor, pero no pudie- osupieron darle una organizacion verda- ramente transformadora a una clase a la =qué contribuyeron decididamente a consti- tuir. No disponian de una teoria revoluciona- ‘tia, ni creian verdaderamente en la posibili- 1509 dad de lograr transformaciones de tipo socia- lista en un futuro mas o menos previsible. En el fondo eran radicales de izquierda y como tales debieron soportar de ese selecto nucleo de socialdemécratas emigrados a América, que median con el rasero de la teoria y de la practica de la socialdemocracia europea, el contradictorio proceso de constitucion del movimiento obrero y de los partidos socialis- tas en América Latina. En aquellos lugares donde pudieron cons- tituir organismos politicos “modernos”’, por el ligamen doctrinario sobre el que fundaron sus propuestas organizativas, los socialistas lucharon por el ejercicio de la democracia politica, por la implantacién de sistemas elec- torales que respetaran la voluntad popular y por regimenes republicanos que impidieran el gobierno de la sociedad a través de la vio- lencia militar o el cesarismo. Privilegiaron la constitucién de partidos politicos basados en una clara definicin programatica y respetuo- sos de la autonomia de las instituciones de la sociedad civil. Defendieron los derechos de las minorias politicas y bregaron por una legislacién social que protegiera los derechos de los trabajadores. Postularon medidas eco- némicas que, no obstante rechazar la dilata- cién excesiva del poder del estado y de la burocracia, se dirigian a incrementar la inde- pendencia del pais con respecto al capital extranjero y a modificar su estructura eco- némica y de clases. De ahi que propugnaran el impuesto a la renta y a la herencia y tam- bién un impuesto territorial destinado a com- batir el latifundismo, que consideraban como el obstaculo esencial para una efectiva demo- cratizacién de la sociedad y del estado. IL RELACIONES CONTINENTALES E INTERNACIONALES. Apenas constituidos, los grupos 0 partidos socialistas latinoamericanos trataron de rela- cionarse entre si y con la Internacional Obre- ray Socialista de la que, formalmente 0 no, se sentian miembros plenos. Desde fines de siglo el Partido Socialista argentino mantu- vo una relacién sistematica y permanente con la II Internacional. Participo con delegacio- nes propias o haciéndose representar por otros partidos en casi todos los congresos de la II Internacional, ocupando un puesto per- manente en las sesiones del Buré Socialista Internacional, desde 1901 hasta los umbrales 1510 de la primera guerra mundial. Aunque de manera mas discontinua participaron de este organismo internacional las agrupaciones socialistas chilena, brasilefia, uruguaya, boli- viana y hasta mexicana. Después de la prime- ra guerra mundial siguieron siendo miembros del nuevo organismo reconstituido los parti- dos de Argentina, Uruguay y Chile, fundado en 1933 a partir de una diversidad de grupos preexistentes. Cuando en 1951 se reconstitu- ye en Francfort la Internacional Socialista, slo contara con la adhesion de los socialis- tas argentinos, y hasta los afios sesenta de los uruguayos. La reactivacion de la vida de la Internacional y su interés creciente por Amé- rica Latina en los afios setenta dara como resultado una etapa nueva en la relacion de tal organismo con una multiplicidad de for- maciones socialistas y populares latinoame- ricanas de antigua o reciente data y cuyas definiciones ideolégicas son genéricamente socialdemécratas (v. socialdemocracia lati- noamericana). En el plano continental existieron varias tentativas infructuosas por establecer un organismo coordinador de los partidos socia- listas latinoamericanos. En 1919, y conlaasis- tencia de delegados de Paraguay, Bolivia, Pert, Chile y Uruguay, fue convocada a ini- ciativa del Partido Socialista de Argentina la Primera Conferencia Socialista y Obrera Panamericana que sesion6 en Buenos Aires. Sin embargo, la crisis abierta en el movimien- to obrero y socialista a partir de la revolucién de octubre y la creacion de los partidos comu- nistas y de la III Internacional impidio que se realizara la nueva conferencia programa- da para dos afios después. En 1946 se realiza en Santiago de Chile un Congreso de partidos socialistas y populares cuyos resultados que- dan invalidados debido a la ilegalizacion de dos de sus organismos mas importantes: el Partido Accién Democratica, en Venezuela, y el apra, en Perti. Desde 1955 existié un Secre- tariado Latinoamericano de la Internacional Socialista que se extinguid pocos afios des- pués, cuando la expansién continental de la experiencia de la revolucion cubana prévocd un trastocamiento ideoldgico y organizativo de todas las formaciones de izquierda. IML EL SOCIALISMO ARGENTINO. Es ésta la experien- cia mas temprana y prolongada en el tiempo 9 — SOCIALISMO LATINOAMERICANO de formacién de un partido social; do en las experiencias alemana, ital ga. En 1894, y bajo la direccion d Juan B. Justo (1865-1928), se fund dico socialista La Vanguardia, e cual, y como resultado de la integracién g, una serie de agrupaciones de trabajadg® argentinos y extranjeros, se Constituy6 ea 1895 el llamado Partido Socialista Obre Argentino, titulo del que luego seelimings™> los dos tiltimos aditamentos. Un aio despuse en su primer congreso, establece su declare: cién de principios, estatutos y programa, que aunque modificados varias veces en los ates sucesivos se mantienen en su esencia hasta el presente. En dicho congreso se define coma el partido de los trabajadores organizados para la conquista del poder politico y la socia. lizacién de los medios de produccién, En 1904, cuando era todavia una pequefa ” organizacion politica, logra imponer-comg. diputado, por la circunscripcién obrera dela Boca, al doctor Alfredo L. Palacios, que fue en tal sentido el primer representante socia- lista a un parlamento latinoamericano. La ; excepcional lubor desplegada por Palacios, que mediante una estrecha vinculacién con sus representados hizo aprobar disposiciones legislativas fundamentales como el descanso dominical y la proteccién al trabajo femeni- —- noe infantil, ademas de proyectarlo al plano‘ nacional como una de las mas destacadas ‘ figuras de la democracia argentina, mostré a su partido como una fuerza disciplinada, democratica y consecuente defensora de los intereses de los trabajadores. Afios después, cuando la presion de un movimiento obrero | en ascenso y la oposicién del Partido Radical | , lista basa. liana y bel lel médico 6 el perio. n torno al jie eh pete te ee et, ae ae (v. radicalismo latinoamericano) al descono- cimiento de la voluntad popular, ejercida por un régimen que usufructuaba un ordenamien- to electoral viciado, imponga el voto univer- sal, secreto y obligatorio, el Partido Socialis- { ta surgira de las elecciones parlamentarias de 1912 como la tercera fuerza politica del pais, luego de los radicales y conservadores, mayo. - ritaria por muchos afios en la ciudad capital de la Repiiblica. Por esa misma época, el par- tido contaba con mas de 4 000 miembros, un periédico (La Vanguardia) de una gran dif, sién nacional, una revista bimensual y varios, semanarios en diversos lugares del pais:Po su neto perfil programatico, por la elevada EP A aciplina de sus militantes y por la perma- mte labor de educacién ideol6gica y politi- _Megue desplegaban sus organismos en el seno syela sociedad civil, el Partido Socialista fue, ee plenos derechos, el primer partido poli- ico moderno de su pais y del continente. Gu fundador y dirigente més respetado squrante las tres primeras décadas del siglo, ‘juan B. Justo, representa indiscutiblemente [yp caso particular en els. latinoamericano no “Wo pot la excepcionalidad de su nivel inte- fal, sino porque en ningun otro pats logrd F Bagularse en torno a una personalidad equi- ‘able un nucleo dirigente como el que lide- por muchos afios al Partido Socialista entino. Vinculado estrechamente al movi- nto socialista internacional, lector asiduo elas principales publicaciones sociales euro- as y americanas, estudioso de la problema- fica teorica y politica de los movimientos Sociales, traductor de El capital yaa fines de + ago, Justo fue una de las grandes figuras de ; [all Internacional. Como otros pensadores, traté de mantener una relacion critica con la 4 doctrina de Marx, definiéndose a si mismo y | alpropio partido como socialistas que encon- { faban en Marx, pero también en otros pen- { sadores, un conjunto de ideas y de propues- \ fas atiles para realizar el propésito al que | dedic6 toda su capacidad critica y su volun- © tad de lucha: el de crear, en las condiciones 4 especificas de la sociedad argentina, un movi- miento social de definido caracter socialista © yun cuerpo de ideas que, sintetizando los 5 conocimientos aportados por la ciencia y los * derivados de la experiencia del propio movi- } miento, se constituyera en una guia certera {para alcanzar el objetivo final de una socie- » dad socialista. « Hasta el advenimiento del peronismo (v.), ; 2 1945, el s. argentino fue la principal fuer- ade izquierda compitiendo con los comunis- fas por la direccin del movimiento obrero » ypopular. Luchando en un principio contra + los anarquistas en los medios obreros y con- ; ttalos radicales en el terreno politico, el Par- tido Socialista se transformo en una gran corriente democratica en cuyo seno se forma- jon intelectuales que contribuyeron decisiva- nnte a la formacién de un pensamiento de fransformacion social en Argentina y en todo Ttkcontinente. A los nombres ya citados de | Juan B. Justo y Alfredo L. Palacios debemos i SOCIALISMO LATINOAMERICANO 1511 agregar los de Enrique del Valle Iberlucea ¥ José Ingenieros, autor este ultimo de ensayos importantes sobre el desarrollo politico ¥ social de su pais, como La evolucion de las ideas argentinas y Sociologia argentina, QU despertaron en los medios intelectuales el interés por el conocimiento del marxismo Y de la doctrina socialista. ; Desde su nacimiento el s. argentino sufri una interminable serie de cismas y divisiones que lo condujeron practicamente a su disere” gacién en los afios sesenta, situacion de la que ain no ha logrado escapar no obstante las ten- tativas presentes de reunificacion. En 1918 las corrientes de izquierda que desde 1912 se fue~ ron perfilando en su interior rompieron con la direccin partidaria que rehusaba el apo- yo a la revolucién de octubre y la participa: tion en Ja III Internacional y formaron un nuevo partido que, denominado inicialmen- te Partido Socialista Internacional, adopt6 en 1920 el nombre, que aun conserva, de Parti do Comunista. IV. OTRAS ORGANIZACIONES SOCIALISTAS. Es en. Uru- guay donde desde inicios del siglo existe un partido socialista que, sin la gravitacién del argentino, reproduce significativamente la experiencia de éste. Desde 1896 existian yaen Montevideo algunos grupos socialistas cuya labor permitié que en diciembre de 1904, y bajo el liderazgo de un intelectual prestigio- s0 como Emilio Frugoni (1880-1969), se cons- tituyera el Centro Carlos Marx y en 1910 el Partido Socialista Uruguayo, que ese mismo aio concurre a las elecciones conquistando una banca parlamentaria. Apoyando critica- mente las reformas econémicas, sociales € institucionales impulsadas por el gobierno democratico de José Batlle y Ordénez, el socialismo luché por la extension de éstas a Jaclase trabajadora y por mantener una auto- nomia politica y organizativa de los sindica- tos obreros y del propio partido. En su decla- racion de principios el s. colocé en un primer plano la necesidad de transformar la estruc- tura agraria y de impulsar la creacion de una clase de pequetios propietarios rurales. Para Jos s. uruguayos el destino de la democracia social y politica reposaba en la capacidad de la joven republica de provocar una transfor- macion que permitiera fundarla sobre otros cimientos que los del latifundio. La construc- 1512 cién democrética debia encontrar una “nue- va sustancia en la vida de la nacion”, en “Tas masas proletarias urbanas y en la clase media, especialmente del sector intelectual”, las fuerzas sociales que permitieran conver- tirla en un proceso constante € irreversible. En caso contrario, la democracia uruguaya, slo seria “una construccién en la arena” (Emilio Frugoni, La revolucion del machete, p. 143). En tal sentido, el s. uruguayo fue la primera y por largos afios la tinica organiza- cién politica que hizo de este tema un elemen- to central de su pensamiento y de su accion. ‘Sin embargo, nunca pudo escapar de su fuer- te y constrictiva envoltura urbana para expandir su accion a un mundo rural carac- terizado por la ausencia de un campesinado sediento de tierra, es decir, por la inexisten- cia de la unica fuerza social intrinsecamente interesada en un proyecto de transformacién agraria tan radical como la que propugnaban. El Partido Socialista nunca pudo ser en la realidad uruguaya de su tiempo una fuerza politica con tal gravitacion tedrica y politica como para transformarse en la columna ver- tebral de un fuerte movimiento obrero y popular en favor de la transformaci6n agra- tia, Ni las corrientes que sustentaban el batl- lismo (v. radicalismo latinoamericano), ni el anarcosindicalismo (v. anarquismo latinoa- mericano) entre los trabajadores, pugnaban por una solucién semejante. Frente a estas dos grandes fuerzas que hegemonizaban el mundo de las clases subalternas, el socialis- mo s6lo pudo ser una formacién politica pequefia, pero influyente; débil, pero respe- tado, clamando por un proyecto de nacion cuya perentoriedad nadie, salvo ellos, alcan- zaba a vislumbrar. Su programa de accion practico fue, en esencia, la lucha constante porque se respetaran plenamente los intere- ses de las clases populares y en primer lugar de los trabajadores. En hechos el s. no pudo apartarse demasiado de esa funcion que lo convirtié mas en un circulo de doctos influ- yentes que en los representantes politicos de los obreros uruguayos Partido de cuadros o mas bien de elemen- tos intelectuales sin soportes significativos de masa, el Partido Socialista valia por su pres- tigio en el campo de las ideas y por la doctri- na que sustentaba. Su crecimiento en la socie- dad uruguaya fue excesivamente lento. Paci- SOCIALISMO LATINOAMERICANO fista durante la primera guerra mundi resuelve mayoritariamente ingresar a }, ff Internacional en 1920 y un afio después ay vertirse en Partido Comunista. La mings.’ encabezada por Frugoni, resuelve perma” cer fiel a los principios y al programa del vier partido y reconstituirio con el mismo noe. bre. En la década de los treinta ha concluido su etapa de reorganizacién aumentando «ae efectivos y su peso politico a un punto tal a puede transformar a su semanario El So] tun cotidiano. En los afios sesenta, la expan. sion de la experiencia revolucionaria cub; y del castrismo (v.) provoca una nueva divi. sion en el viejo tronco partidario del que aca. ban marginandose los sectores mas tradicio. nales y el propio Frugoni. El Partido Socia. lista sera en adelante una fuerza politica de orientacién antimperialista, nacionalista’ y revolucionaria, estrechamente vinculada al experiencias de la nueva izquierda latinoame. ~ ricana. En Chile, y como resultado de una persis. tente labor de agitacion en los medios obre- ros realizada por el tipografo Luis Emilio Recabarren (1876-1924) se fund6 en 1912 el Partido Socialista Obrero, al que se adhirie- ron los sectores mas radicalizados del Parti- do Democratico y grupos dispersos que yaa fines del siglo pasado habian intentado dar forma organica a la tendencia socialista. Habiendo logrado cierta implantacion entre los obreros del salitre, en el norte del pais en 1921 se transformé en Partido Comunista. La fundacién de un nuevo partido socialista fue una resultante de la experiencia, excesiva- mente breve pero ilustrativa del estado de éni- mo de las clases populares, de la “repitblica socialista” surgida de una revuelta militar el 4 de junio de 1932. En 1933 se constituye el Partido Socialista sobre la base de la fusién de grupos provenientes de la izquierda radi- cal y de divisiones producidas en el interior del Partido Comunista. El nuevo organismo protagonizard, pocos afios después, junto con los comunistas y los radicales, la primere experiencia latinoamericana de Frente Pop lar. Desde 1957 en adelante, y luego de haber superado divisiones internas que esteriliza- ron en buena parte su accion politica, el par tido reunificado establecerd con los comunis- «. tas una alianza que, bajo distintas formas, s¢ mantendra aun hasta el presente. _ | Partido Socialista ha mantenido siempre a actitud critica frente a las experiencias ally III Internacional, manteniéndose al argen de ellas y con una politica continen- internacional propia. Asi su declaracién mje principios sefiala que “la doctrina socia- Hsia es de cardcter internacional y exige una jon solidaria y coordinada de los trabaja- jores del mundo. Para iniciar la realizacion at estos postulados, el Partido Socialista pro- ugnard la unidad econémica y politica de los eblos del continente para llegar a la Fede- jon de Reptblicas Socialistas del Conti- entey a la creacién de una econom{a antim- verialista”. Afirma ademés en lo nacional que {p> durante el proceso de transformacién total fel sistema es necesaria una dictadura de tra- jadores organizados”. En 1970, una coali- én de cinco partidos vertebrada en torno a alianza socialista-comunista y denomina- “a Unidad Popular, impone como nuevo pre- = dente de la Republica al socialista Salvador 4 Allende, que intenta instrumentar un progra- { ma de profundas reformas de estructura 3 + abortado por el golpe militar de 1973. Otras experiencias de formacién de parti- + dos socialistas en los marcos de la II Inter- 4 nacional, casi todas infructuosas 0 de muy { breve duracién, se produjeron en Brasil, Cuba + yMéxico. En los afios veinte, y vinculados a 3 la lll Internacional, se constituyen partidos 4 socialistas en Ecuador, Colombia y Peri. En * los afios sesenta, a partir de las profundas + recomposiciones que genera en las izquierdas 5. latinoamericanas la expansién del castrismo, | © surgen practicamente en todos los paises del continente nuevas formaciones socialistas que, no obstante mantener muchas de ellas vinculaciones ideologicas o politicas con los { distintos bloques ideol6gicos emergentes de b la fragmentacion del movimiento comunista -internacional, no se reconocenrenteramente r como herederas de las tradiciones de la II 0 de la III Internacional 2 j MBuOGRAFIA: V. Alba, Historia del movimiento } obrero en América Latina, México, Libreros “Mexicanos Unidos, 1964 (con una extensa biblio- fia sobre el tema); A. Angell, Partidos pollti- {9s y movimiento obrero en Chile, México, Era, °1972; J. 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Las orientaciones, las emociones, las actitudes hacia los diversos objetos de la politica, las capacidades cognitivas y expre- sivas necesarias a cada accién politica son por lo tanto consideradas como el resultado de un proceso de formacién-aprendizaje social que, si se extiende a todo lo largo de la vida, al igual que ocurre para cada proceso simi- lar, conoce de todos modos etapas bien sig nificativas, influencias particulares, momen tos de aceleracién o de estasis. Fin de los estu- dios de ciencia politica es el describir ni mas ni menos que las modalidades de este proce- so, identificar sus contenidos mas importan- tes, las etapas y las influencias capitales Si la relacion individuo-instituciones poli ticas es importante para toda la formacién politica yen cualquier situacion vuelve central en los sistemas democratico- representativos cuyo funcionamiento regular requiere la activa participacién de los ciuda- danos en el proceso politico y, por consiguien- te, la posesién por parte de éstos de motiva- ciones, valores, habilidades y conocimientos ‘Cteeeeeees ‘SOCIALIZACION POLITICA favorables a tal participacion. En e, temas, por ello, las. politica no sélo blema de mayor relieve que en otr: de gobierno historicamente existe han existido, sino también un fendmere!s mayor complejidad respecto de por lo meres, dos aspectos que, aunque conexos, pucies considerarse analiticamente distintos: el de Ia aceptacién o no del sistema, es decir el pat bblema de su legitimidad, y el de la formar, de individuos-sujetos politicos capaces y dyn puestos a participar en el proceso polities democratico. Sobre todo por esta razén —, no s6lo porque las investigaciones al respeo- to hayan sido desarrolladas por estudinee interesados sobre todo en el modo de funcio. namiento de las democracias representat;, vas— es por lo que los interrogantes teéricos y los resultados de investigacién empiries relacionados con la formacién de la identidad politica de los individuos se mueven casi exclusivamente dentro de un universo que tie ne como punto de referencia fundamental la forma democratico-representativa de gobierno. StOS sis, es un pro. ‘as formas, Ntes y que 1, CONTENIDOS DEL ESTUDIO PoLITICo. Con base en los resultados de por lo menos un trentenio de reflexiones e investigaciones empiricas, los estudiosos de s. politica distinguen, entre el conjunto de elementos que son objeto de estu. dio politico, tres nucleos de orientacién par. ticularmente significativos tanto a efectos de la legitimidad del sistema politico cuanto en relacién con la accién politica de los sujetos pertenecientes al sistema. El primero de éstos, considerado también como el primer nivel de la identidad politica individual, se conoce como orientacidn hacia la comunidad y comprende aquel complejo de nociones y valores que permiten distinguir al propio gru po de los demas, identificarse con sus simbo- los mas visibles, desarrollar un sentido de pertenencia y de lealtad hacia ellos, de soli daridad en ja confrontacién con los otros miembros. El segundo nivel, llamado orien- tacion hacia el régimen, contempla en cam- bio la evolucién de actitudes especificas en la confrontacién del bien politico de la comu- nidad, la aceptacién o no de los conceptos idevlogicos que lo justifican, de sus mecanis: mos institucionales, de los cédigos de com- portamiento prescritos, ademas de la adqui: 4 ercer estan Stio de eelos stud por ir cogni a ante | niicle aque! cogn ment agl prim infan seis ‘470rq Beara cias afect 505 * dif ep xteer doer fice XC sion es ;

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