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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE TEOLOGÍA
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA –ÉNFASIS VATICANO II
PROFESOR: P. Víctor M. Martínez Morales, S. J.
ESTUDIANTE: Daira C. Figueroa; Juan D. Bernal S; Reynaldo M. Tello R; Yesid Vargas
Reseña: “PERFECTAE CARITATIS: SOBRE LA ADECUADA RENOVACIÓN DE LA
VIDA RELIGIOSA”. Autor: Concilio Vaticano II
“ACTUALIDAD DEL DECRETO "PERFECTAE CHARITATIS" SOBRE LA
ADECUADA RENOVACIÓN DE LA VIDA REUGIOSA”. Autor: P Vincenzo Bertone

CARIDAD PERFECTA: CAMINO ENTRE ESTANCAMIENTO Y PROFECÍA

El decreto sobre la adecuada renovación de la vida religiosa1 es una invitación en dos líneas
una renovación organizativa y una espiritual que parte de lo esencial de toda vida
consagrada por el bautismo: los consejos evangélicos o seguimiento de Cristo para vivir la
caridad perfecta como primicia escatológica. Este decreto inicia con los principios y
criterios para la renovación, reconoce la diversidad de formas en las que se manifiesta el
Espíritu desde las misiones de los institutos, continúa abriendo el camino para la creación
de estos, plantea criterios de discernimientos para nuevas fundaciones, siendo el criterio
básico el bien del mundo y de la Iglesia.
El documento de Bertone2 se centra en la actualidad del decreto, haciendo un recorrido por
distintos escritos que ahondan en las líneas del decreto, desarrollando las implicaciones de
los consejos evangélicos como centro de la vida consagrada, explicita el bautismo y su
relación con las vida religiosa, la comunión entre la dimensión eclesial y misionera de esta
elección de vida y el desafío de la formación permanente, nos parece pues, que este escrito
centra su mirada en la teología que plantea el decreto ahondando en estas temáticas.

Renovación para caminar hacia la caridad perfecta


Desde nuestra lectura consideramos ahondar en dicha renovación desde los siguientes
criterios la vida espiritual, la profecía, los votos, la formación permanente y la vida
comunitaria que permitan vivir la caridad perfecta, reconociendo nuestra historia como
procesos entre estancamiento y profecía, tal como Gaudium et spes muestra al ser humano,
causa y víctima de sus males, que va entre alegría y tristeza o gozos y angustias. Estos
criterios son fundamentales para una renovación organizativa y espiritual que aplican para
toda vida consagrada ya sea contemplativa o apostólica.

Renovación organizativa
La renovación organizativa parte del reconocimiento que la invitación del seguimiento de
Jesucristo es para todo cristiano/a, en el caso de la vida religiosa es una llamada divina
personal para vivir con mayor plenitud esta invitación, ya que la consagración bautismal es

1
imitación3 de Cristo por medio de los consejos evangélicos; Es una manera de romper los
esquemas de estatúo quo que aun padece la vida religiosa y clerical hasta nuestros días, la
padece porque es una tentación para no procurar “la vida escondida con Cristo en Dios” 4,
además de ser piedra de tropiezo para la sinodalidad, ya que los cargos al interior de las
comunidades también (era/es/puede ser) espacio de tratos especiales, honores… situaciones
que el ser humano desde su fragilidad no siempre logra asumir como servicio.
Esta renovación no puede partir desde los argumentos para una vida mejor y las estructuras
obedecen a las necesidades históricas, por lo que el fundamento de la “reorganización” es ir
a lo esencial: la vivencia de la caridad perfecta cuyo modelo es la Trinidad. Hoy se
continúan, especialmente en los institutos pequeños y medianos, los procesos de
reorganización de las estructuras para facilitar la vida desde el seguimiento de Jesucristo,
proceso inacabado de toda institución, pero el punto de partida siempre es volver a las
fuentes o al Espíritu que animo la creación de las instituciones.
El decreto invita a reestructurar la vida consagrada desde sus hábitos, constituciones,
modos, vida comunitaria, formación, vivencia litúrgica, en definitiva, sus maneras de estar
y ser para responder al seguimiento de Jesús en el momento histórico que se vive.

Renovación espiritual
Cada época tiene sus propios énfasis y necesidades, por ello, es necesario una renovación
permanente de las formas, además la revelación cristiana es encarnación del Verbo en la
historia humana, por lo que la comprensión del Misterio Trinitario es un camino inacabado,
vamos detrás de Dios5; pensamos que aquí se encuentra la causa principal de la salida
masiva experimentada en la vida consagrada después del Concilio Vaticano II, ya que los
retos presentados en este documento implicaron una cambio de mentalidad hecho concreto
en las formas conocidas. Ahora, ahondaremos en los elementos que son retos para la
renovación.
*La vida comunitaria como elemento fundamental para la renovación; cultivar la caridad
fraterna y sororal es propio de la vida consagrada, la comunidad es espacio privilegiado
como don y tarea, allí las sombras y luces se aprecian con mayor lucidez, por lo que es un
espacio vital para la formación permanente, la vivencia de los votos, el servicio y la
profecía desde la santidad comunitaria.
*La profecía y los votos, la castidad, pobreza y obediencia son los medios que posibilitan
el seguimiento de Jesucristo, vivirlos es ser profeta ante un mundo que tiene ideologías y
valores que perjudican la vida; la ortodoxia y ortopraxis de estos tres dan testimonio de la
santidad como realidad no en plenitud, pero sí como semillas del Verbo en el ahora; la
castidad se entiende como orden afectivo, apertura al encuentro fecundo y transformativo
con la alteridad; la pobreza como libertad interior y exterior; la obediencia como
discernimiento continuo escuchando la voz de Dios y del pueblo sufriente.
Estas elaboraciones epistemológicas conservan lo fundamental de cada voto, y muestran un
cambio que no siempre encontramos en el cotidiano, en el que se acentúan aspectos que no
3
Aunque puede ser una categoría cuestionada, lo comprendemos como otra manera de nombrar la invitación
a vivir la comunión en la alteridad desde el Misterio Trinitario en la historia personal y social.
4
No 6
5
Seguimiento de Dios, como Moisés, como Pablo, en una carrera sin llegar a la meta.

2
siempre privilegian la vida saludable del ser humano, la afectividad/castidad como espacio
de tentación, la pobreza como sacrificio que puede implicar hasta daños en la salud y la
obediencia como perdida de la libertad y capacidad de decisión propia.
La vivencia de los votos como fecundidad en la vida consagrada es lugar propicio para la
profecía, que da cuenta con dolores de parto6 el ya pero todavía no, la vida religiosa nace
como modelo de vida que agradecida por la llamada del Señor vitorea la historia de
salvación propia y comunitaria, para ser luz del mundo.
*La formación permanente, como espacio pedagógico y teológico, el reconocimiento de
nuestro ser inacabado y cambiante, al mismo tiempo, de nuestra tarea de elegir
constantemente cómo vivir, se inscribe en un sentipensar arraigado en la persona de Cristo;
la formación permanente implica el discernimiento constante de las formas, estilos,
lenguajes y todo aquello que es contingente, para echar raíces en aquel que ES.
La renovación espiritual es proceso inacabado y tarea constante, es el fundamento para la
renovación de la vida religiosa y la Iglesia, también es una exigencia para el cristiano, es
camino de crecimiento incesante, somos seguidores del Camino, mientras que detenerse es
decrecer, perderse, morir.

Conclusiones
Finalmente, no se puede considerar concluida la renovación de los institutos de vida
consagrada, ya que la novedad es una característica propia de la Iglesia, que desde siempre
se esfuerza por conjugar la perennidad del dato revelado con la novedad y la historicidad de
las formas, aunque se reconoce que el ser humano tiene una tendencia al estancarse, la
dinámica misma del cristianismo es movimiento, camino.
Con Bertone creemos que el decreto Perfectae caritatis, unido al primado de la vida
espiritual, manifiesta su actualidad al centrarse en los elementos fundamentales teológicos
de la vida consagrada, su acento en el carácter eclesial y misionero, más allá de las
expresiones organizativas.
El decreto plantea el reto de la renovación de la vida consagrada y aunque ofrece los
principios desde los cuales se ha de construir la renovación como es la vida espiritual y la
comunión en la alteridad, vida fraterna/sororal, para dar respuesta desde la novedad que
entraña la Buena Nueva y los signos de los tiempos, no es doctrina anquilosada, sino el
hacer vida la caridad desde el encuentro con Dios que se revela en la historia.

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