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¡Salid de las

ciudades!
Pero no por miedo
ni fanatismo

Juan Rojas
Contenido
INTRODUCCIÓN ......................................................... 4
PARTE 1: EL PLAN ORIGINAL DE DIOS........................ 12
1 ¿VIVIR EN EL CAMPO O EN LA CIUDAD? .................13
2 UNA IMPRUDENTE DECISIÓN ............................... 24
3 CUANDO LAS BUENAS INTENCIONES NO BASTAN .....35
4 PELIGROS DE VIVIR EN LAS CIUDADES FRENTE A LAS
VENTAJAS DE VIVIR EN EL CAMPO ............................ 38
PARTE 2: POR QUÉ SALIR DE LAS CIUDADES .............. 41
5 BENDICIONES ESPIRITUALES DE VIVIR EN EL CAMPO .42
6 GRANDES PERSONAJES DE LA BIBLIA QUE SE
EDUCARON FUERA DE LAS CIUDADES ....................... 46
7 LA EDIFICACIÓN DEL CARÁCTER FACILITADA POR VIVIR
EN EL CAMPO ...................................................... 52
8 OBRA MISIONERA EN LAS CIUDADES DESDE PUESTOS
DE AVANZADA ..................................................... 54
9 LAS CIUDADES: SEMILLEROS DE VICIO LISTAS PARA SU
DESTRUCCIÓN ..................................................... 60
10 PREPARACIÓN PARA LA CRISIS DE LAS LEYES
DOMINICALES ..................................................... 64
11 MOTIVOS PARA SALIR DE LAS CIUDADES Y VIVIR EN
EL CAMPO .......................................................... 67
12 PALABRAS DE ADVERTENCIA Y CONSEJO PARA LOS
PADRES DE FAMILIA .............................................. 73
PARTE 3: INSTRUCCIONES PARA UNA SALIDA
PLANIFICADA DE LAS CIUDADES ............................... 76
13 NO TODOS PUEDEN SALIR TODAVÍA ....................77
14 EL PELIGRO DE PERMANECER INNECESARIAMENTE
EN LAS CIUDADES ................................................. 80
15 SALIDAS IMPRUDENTES DE LAS CIUDADES ............83
16 BUSCANDO FERVIENTEMENTE LA SABIDURÍA DE
DIOS .................................................................87
17 LOS PRIMEROS QUE DEBEN SALIR DE LAS
CIUDADES ........................................................... 89
18 ¿FORMACIÓN DE COLONIAS ADVENTISTAS? .........92
19 SALID DE LAS CIUDADES ANTES QUE SEA TARDE ....94
Introducción
Corría el año 1999 y el miedo de varios crecía
por el «problema del año 2000», conocido
también como «Y2K»1. Resulta que, décadas
antes, cuando se desarrollaban los programas
informáticos, se decidió codificar el año con los
dos últimos dígitos. Por ejemplo, 1970 fue
codificado como 70, 1971 como 71, 1998 como
98, 1999 como 99. Pues bien, cuando se
acercaba el año 2000, varios especialistas en
informática empezaron a advertir sobre el peligro
de que al pasar del 31-12-99 al 01-01-00, las
computadoras no interpretasen el 00 como el año
2000, sino como 1900. Esto podría causar
—pensaron estos expertos— un colapso de los
sistemas informáticos. Se hablaba de que:
bancos, aerolíneas, hospitales, plantas de
energía, misiles intercontinentales, sistemas
eléctricos, etc., dejarían de funcionar o fallarían
desde el 01-01-002.

Uno de los personajes que antes de 2000 se


dedicó a difundir estas alarmantes noticias, fue el

1 Y2K: La letra Y significa año (year, en inglés), la letra K


significa kilo, y un kilo tiene 1.000 g, por lo que 2K son
2.000 g. Entonces, Y2K significa Año 2000.
2 https://www.nationalgeographic.org/encyclopedia/Y2K-bug/
(consultado el 25 de diciembre de 2021).
4
pastor adventista Edgardo Sagarra, quien por
aquel entonces vivía en los Estados Unidos y
poseía información actualizada sobre el tema. Al
ser invitado a Perú para una gira evangelística,
Edgardo Sagarra incluyó en su repertorio de
temas el asunto del Y2K. Mezclando temas
escatológicos adventistas con el Y2K, Sagarra
anunció un escenario apocalíptico para el 01-01-
00, y que, por lo tanto, los adventistas del séptimo
día debían salir pronto de las ciudades y
prepararse para el fin del mundo. Hubo otros
predicadores en Perú que se hicieron eco del
mensaje del pastor Sagarra; por ejemplo, el laico
José Raá Cipriani, quién en la ciudad de Arequipa
predicó varias veces sobre el Y2K3.

El mensaje apocalíptico de Edgardo Sagarra


impactó con mayor fuerza en el Sur de Perú, y
especialmente en un grupo de alrededor de
cincuenta adventistas, los cuales decidieron
abandonar sus empleos, vender sus bienes y

3 José Raá Cipriani, es hermano de sangre del


autodenominado «conferencista internacional» Darío Raá
Cipriani: líder máximo de un grupo separado de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día en Perú (Arequipa) y uno de los
más grandes propagandistas de teorías conspiracionistas
sobre la COVID-19 y el «nuevo orden mundial», en las redes
sociales adventistas (ver p. ej. la serie documental Darío
Raá, Pseudoadventista Sensacionalista y Negacionista en
https://youtube.com/playlist?list=PLMsdrGfu1K1sweMktP1yMU
JIx8qqDrISg. Consultado el 25 de diciembre de 2021).
5
propiedades (casas, terrenos, vehículos, etc.),
para salir prontamente de las ciudades. Se
pusieron de acuerdo en irse todos a un mismo
lugar, y el destino que escogieron fue
Quillabamba, a 37 km de la ciudadela inca de
Machu Picchu (una de las siete nuevas maravillas
del mundo), en la región selva del departamento
de Cusco.

Los protagonistas de esta historia cuentan que


en aquella jungla había aterradoras serpientes y
que, cuando madrugaban para hacer el culto
matutino, eran atemorizados por enormes polillas
que parecían aves. Se suponía que estas y otras
dificultades serían temporales, puesto que se
acercaba el día esperado: la segunda venida de
Jesús (al menos eso creían ellos).

Cuando llegó el 1 de enero de 2000, aquel


grupo de adventistas se llevó un gran desengaño.
No sucedió nada de lo que Edgardo Sagarra y
otros les habían anunciado, salvo algunos
sucesos aislados que no tuvieron relevancia. Con
el pasar de los días el espíritu de contienda
empezó a aflorar en aquella colonia selvática de
adventistas. No solo hubieron rencillas entre
hermanos, sino que se produjeron hechos
deplorables indignos de relatar aquí. No pasó
mucho tiempo para que uno a uno aquellos
adventistas empezaran a abandonar la colonia.
Varios de ellos habían dejado un trabajo estable
en la ciudad y se habían desasido de sus bienes
6
materiales, y ahora tenían que comenzar de cero.
Fue vergonzoso para algunos tener que regresar
a sus antiguas iglesias adventistas y ser objeto de
críticas o burlas por parte de sus antiguos
hermanos, que ahora los considerarían como
unos ingenuos fanáticos que se dejaron engañar.
En tan solo unos pocos años, aquella colonia
adventista en la selva de Cusco se extinguió por
completo.

Las consecuencias de esta equivocada


decisión, fueron primeramente económicas.
También se produjeron «traumas espirituales» al
punto que, de allí en adelante, varios de los
afectados empezaron a descartar cualquier idea
relacionada con el consejo inspirado de salir de
las ciudades. Estos resultados negativos (de salir
al campo por razones equivocadas) ya los había
anticipado Elena de White:

No se haga nada en forma desordenada


para que no se produzcan grandes
pérdidas ni se sacrifiquen las propiedades
a causa de discursos ardientes e
impulsivos que despiertan un entusiasmo
que no está de acuerdo con la voluntad de
Dios para que una victoria que es esencial
que se obtenga no se convierta en derrota
por falta de una moderación adecuada, de
proyectos adecuados, de principios sólidos
y de propósitos definidos…

7
… Si algunos actúan apresuradamente y
salen de Battle Creek4, y luego se
desaniman, no se culparán a sí mismos por
haber actuado imprudentemente, sino que
culparán a otros diciendo que los obligaron
a obrar en esa forma. Todo su
desconcierto y su derrota serán atribuidos
a aquellos que no deberían ser acusados
(Mensajes selectos, tomo 2, pp. 416, 417).

Veinte años después del fallido Y2K, en medio


de la pandemia del coronavirus (COVID-19),
varios adventistas del séptimo día vienen
cometiendo casi los mismos errores que aquellos
adventistas en el sur de Perú. Ya sea por
ingenuidad, o porque son inclinados al fanatismo,
muchos han abierto su mente a toda suerte de
teorías conspiracionistas sobre la COVID-19 y el
«nuevo orden mundial», y las han mezclado con
la escatología adventista. El resultado de esta
confusa mezcla ha sido el surgimiento de un
movimiento fanático en las redes sociales
adventistas que, para fines de identificación,
llamaremos «adventistas conspiranoicos del
séptimo día»5.

4
Battle Creek: Ciudad en el estado de Michigan donde se
encontraba la sede de la obra adventista en EE.UU.
5 Conspiranoico-ca: Persona obsesiva y desconfiada
que ve conspiraciones por todas partes
(https://www.um.es/neologismos/index.php/v/neologismo/153
0/conspiranoico-ca. Consultado el 26 de diciembre de 2021).
8
Algunos de los más fervientes en este
movimiento, mayormente laico, han sostenido
que los «fieles» deben salir prontamente de las
ciudades, pues —según han dicho— la vacuna
contra la COVID-19 es un veneno mortal, que
responde a un plan macabro de la «élite
mundial», para reducir a la población, modificar el
ADN de las personas, controlar su mente, e
instaurar un «nuevo orden mundial». Y puesto
que muchos gobiernos del mundo han
establecido restricciones para los no vacunados,
como la prohibición de realizar viajes
interprovinciales o de hacer compras en centros
comerciales, estos adventistas han interpretado
ello como el cumplimiento de Apocalipsis 13:17,
en donde se dice que nadie podía «comprar ni
vender, sino el que tuviese la marca […] de la
bestia». Lógicamente, en base a esa
interpretación forzada de la profecía, estos
hermanos, que pretenden ser «fieles» a Dios, se
han negado a vacunarse y vienen promoviendo
una salida apresurada de las ciudades, antes que
sea tarde y queden a merced de la «dictadura
mundial» que, según los videos conspiracionistas
que han difundido, se va a instaurar este 20226.

6
Ver p. ej. Falsos anuncios de Michael Yeadon (excientífico
de Pfizer) sobre el NOM (https://drive.google.com/file/d/10-
DxHPcAD-ShgNCCknSS-n7Q25lJZeTz/view?usp=sharing) y
Supercrisis en 2022. ¡Salid de las ciudades!
(https://drive.google.com/file/d/18arLe1mygFAJMrB1rzKEpHdh
pkNltAqD/view?usp=sharing).
9
No hay que ser profeta (solo hay que aprender
de la historia) para saber que ninguno de los
anuncios apocalípticos, creídos y difundidos entre
el movimiento de los «adventistas conspiranoicos
del séptimo día», se cumplirá. Y aquellos que
hayan salido de las ciudades, motivados por el
miedo y/o el fanatismo, basados en teorías y
anuncios falsos, se llevarán un chasco cuando
vean que nada de lo que les anunciaron sus
«gurús» en internet, se cumplió. Y al igual que
aquellos adventistas que hace veinte años
partieron a la selva de Cusco, en respuesta a un
mensaje espurio, se expondrán a sufrir pérdidas
económicas, y lo peor, a un deterioro de su
espiritualidad, lo cual requerirá de años para
superar7. La advertencia está hecha, estimado
lector.

A continuación, deseamos compartir con usted


información valiosa y equilibrada sobre los
verdaderos motivos para salir de las ciudades. La
base de este estudio es la Biblia y el espíritu de

7 Sucede a menudo que quienes creen en anuncios


apocalípticos espurios (que no se llegan a cumplir), al final
terminan sumidos en la confusión y la incredulidad. Elena
de White afirma que: «el desengaño conduce a menudo a
la incredulidad» (HAp, 215). Los repetidos fracasos
«proféticos» tienden a provocar indiferencia e
incredulidad, aun hacia la verdadera profecía. Ese es el
riesgo que corren quienes creen y difunden anuncios
falsos.
10
profecía. Es el anhelo del autor que cuando usted
salga de la ciudad, no lo haga movido por el
miedo, la emoción, o el fanatismo; sino con una
firme y sagrada convicción, producto de un
análisis cuidadoso y con oración de la Palabra de
Dios.

11
PARTE 1: El plan original
de Dios

12
1 ¿Vivir en el campo o en la ciudad?
Iniciamos este estudio planteando la siguiente
pregunta: ¿Cuál fue el hogar que Dios escogió
para nuestros primeros padres?

La respuesta la encontramos en Génesis, el


primer libro de la Biblia:

Y Jehová Dios plantó un huerto en


Edén, al oriente; y puso allí al hombre que
había formado (Gén. 2:8).

Dios no puso a la primera pareja en un


suntuoso palacio, no los colocó en una lujosa
ciudad, ¡no! Los puso en un hermoso huerto.
Comenta al respecto Elena de White:

El hogar de nuestros primeros padres


había de ser un modelo para cuando sus
hijos saliesen a ocupar la tierra. Ese hogar,
embellecido por la misma mano de Dios,
no era un suntuoso palacio. Los hombres,
en su orgullo, se deleitan en tener
magníficos y costosos edificios y se
enorgullecen de las obras de sus propias
manos; pero Dios puso a Adán en un
huerto. Esta fue su morada. Los azulados
cielos le servían de techo; la tierra, con sus
delicadas flores y su alfombra de animado
verdor, era su piso; y las ramas frondosas
de los hermosos árboles le servían de

13
dosel. Sus paredes estaban engalanadas
con los adornos más esplendorosos, que
eran obra de la mano del sumo Artista.

En el medio en que vivía la santa pareja,


había una lección para todos los tiempos; a
saber, que la verdadera felicidad se
encuentra, no en dar rienda suelta al
orgullo y al lujo, sino en la comunión con
Dios por medio de sus obras creadas. Si
los hombres pusiesen menos atención en
lo superficial y cultivasen más la sencillez,
cumplirían con mayor plenitud los
designios que tuvo Dios al crearlos. El
orgullo y la ambición jamás se satisfacen,
pero aquellos que realmente son
inteligentes encontrarán placer verdadero y
elevado en las fuentes de gozo que Dios
ha puesto al alcance de todos (El hogar
cristiano, pp. 115, 116)8.

Como vemos, el plan original de Dios era que


los seres humanos tuvieran comunión con Él por
medio de sus obras creadas. Es por eso que les
ordenó: «Multiplicaos; llenad la tierra» (Gén.
1:28). En otras palabras, los hombres debían
esparcirse por la tierra, no debían agruparse
formando ciudades y vivir allí hacinados, tal como
sucede actualmente. Dice el espíritu de profecía:

8Salvo que se indique lo contrario, el uso de énfasis (como


cursivas, negritas, etc.) en las citas bíblicas y del espíritu de
profecía, fueron añadidos por el autor con fines didácticos.
14
No era el propósito de Dios que los
hombres vivieran hacinados en las
ciudades, confinados promiscuamente en
estrechos alojamientos. Al principio Dios
puso a nuestros primeros padres entre las
bellezas naturales en medio de las cuales
quisiera que nos deleitásemos hoy. Cuanto
mejor armonicemos con el plan original
de Dios, más fácil nos será asegurar la
salud del cuerpo, de la mente y del alma
(El ministerio de curación, p. 284).

La primera ciudad

Sin embargo, después de la entrada del


pecado Satanás utilizó a Caín para que actuara
contrariamente al plan original de Dios. Y
después de matar a su hermano y salir de la
presencia de Dios, Caín fue y edificó una ciudad.

Salió, pues, Caín de delante de Jehová,


y habitó en tierra de Nod, al oriente de
Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual
concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una
ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del
nombre de su hijo, Enoc (Gén. 4:16, 17).

Enoc fue la primera ciudad que existió. Fue un


emblema de la rebelión de Caín. Los
descendientes de éste imitarían su ejemplo y
construirían más ciudades en donde sólo se
exaltaría el mero progreso terrenal y material.

15
Al recibir la maldición de Dios, Caín se
había retirado de la familia de sus padres.
Había escogido primeramente el oficio de
labrador, y luego fundó una ciudad, a la
cual dio el nombre de su hijo mayor. Se
había retirado de la presencia del Señor,
desechando la promesa del Edén
restaurado, para buscar riquezas y placer
en la tierra maldita por el pecado, y así se
había destacado como caudillo de la gran
multitud que adora al dios de este mundo.
Sus descendientes se distinguieron en todo
lo referente al mero progreso terrenal y
material. Pero menospreciaron a Dios, y se
opusieron a sus propósitos… (Historia de
los patriarcas y profetas, p. 67).

Pero los descendientes de Set (el hermano


sustituto del justo Abel) siguieron el plan de vida
de Dios viviendo una vida sencilla, fuera de las
ciudades.

… Abel había llevado una vida pastoral


habitando en tiendas o cabañas, y los
descendientes de Set hicieron lo mismo y
se consideraron "peregrinos y advenedizos
sobre la tierra," que buscaban una patria
"mejor, es a saber, la celestial." (Heb. 11:
13, 16.) (Íbid.).

Causa primaria del diluvio universal

Con el transcurso del tiempo, los


descendientes de Set, llamados también los
16
«hijos de Dios», abandonaron el plan divino y
gradualmente se mezclaron con los
descendientes de Caín. Esto produjo una
gigantesca apostasía que propició el diluvio
universal.

Durante algún tiempo las dos clases


permanecieron separadas. Esparciéndose
del lugar en que se establecieron
primeramente, los descendientes de Caín
se dispersaron por todos los llanos y valles
donde habían habitado los hijos Set; y
éstos, para escapar a la influencia
contaminadora de aquéllos, se retiraron a
las montañas, y allí establecieron sus
hogares. Mientras duró esta separación,
los hijos de Set mantuvieron el culto a Dios
en toda su pureza. Pero con el
transcurso del tiempo, se aventuraron
poco a poco a mezclarse con los
habitantes de los valles. Esta asociación
produjo los peores resultados. Vieron "los
hijos de Dios que las hijas de los hombres
eran hermosas" (Gén. 6:2). Atraídos por la
hermosura de las hijas de los
descendientes de Caín, los hijos de Set
desagradaron al Señor aliándose con ellas
en matrimonio. Muchos de los que
adoraban a Dios fueron inducidos a pecar
mediante los halagos que ahora estaban
constantemente ante ellos, y perdieron su
carácter peculiar y santo. Al mezclarse con
los depravados, llegaron a ser semejantes
a ellos en espíritu y en obras;
17
menospreciaron las restricciones del
séptimo mandamiento, y "tomáronse
mujeres escogiendo entre todas." Los hijos
de Set siguieron "el camino de Caín"
(Judas 11), fijaron su atención en la
prosperidad y el gozo terrenales y
descuidaron los mandamientos del Señor
[…] El pecado se extendió por toda la tierra
como una lepra mortal (Íbid., pp. 67, 68).

Y vio Jehová que la maldad de los


hombres era mucha en la tierra, y que todo
designio de los pensamientos del corazón
de ellos era de continuo solamente el mal.
Y se arrepintió Jehová de haber hecho
hombre en la tierra, y le dolió en su
corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la
faz de la tierra a los hombres que he
creado, desde el hombre hasta la bestia, y
hasta el reptil y las aves del cielo; pues me
arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé
halló gracia ante los ojos de Jehová (Gén.
6:5-8).

Dios ratifica su plan de vida original para el


hombre

Después del diluvio Dios le dijo a Noé y a sus


hijos: «Fructificad y multiplicaos, y llenad la
tierra» (Gén. 9:1). El Señor les recordó su plan
de vida original dado al principio al ser humano
(ver Gén. 1:28). Ahora Noé y su familia tenían un
recuerdo fresco de las consecuencias del

18
apartarse de dicho plan. Más adelante, Génesis 9
relata que «comenzó Noé a labrar la tierra, y
plantó una viña» (Gén. 9:20). No se registra que
Noé o sus hijos hayan fundado una ciudad, como
lo hicieron Caín y sus descendientes.

Primeras ciudades post diluvianas

Con el transcurrir de los años otra vez la


rebelión volvió a levantarse. La historia bíblica
nos dice: «Y los hijos de Noé que salieron del
arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre
de Canaán» (Gén. 9:18). Recordemos que Cam
fue irreverente con su padre y por ello su
descendiente Canaán fue maldecido (Cap. 9:22-
25). Los descendientes de Cam se caracterizaron
por su rebelión a la voluntad de Dios y a su plan
de vida para el hombre.

Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y


Canaán… Y Cus engendró a Nimrod,
quien llegó a ser el primer poderoso en la
tierra. Este fue vigoroso cazador delante de
Jehová; por lo cual se dice: Así como
Nimrod, vigoroso cazador delante de
Jehová. Y fue el comienzo de su reino
Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de
Sinar. De esta tierra salió para Asiria, y
edificó Nínive, Rehobot, Cala, y Resén
entre Nínive y Cala, la cual es ciudad
grande (Gén. 10:6, 8-12).

19
Estas fueron las primeras ciudades post
diluvianas fundadas por Nimrod, el nieto de Cam,
caracterizadas por la rebelión y el desafío a Dios
(como es el caso de Babel9) y la violencia, el robo
y la mentira (como es el caso de Nínive10).
Comenta sobre ello la sierva del Señor:

Durante algún tiempo, los descendientes


de Noé continuaron habitando en las
montañas donde el arca se había detenido.
A medida que se multiplicaron, la apostasía
no tardó en causar división entre ellos. Los
que deseaban olvidar a su Creador y
desechar las restricciones de su ley, tenían
por constante molestia las enseñanzas y el
ejemplo de sus piadosos compañeros; y
después de un tiempo decidieron
separarse de los que adoraban a Dios.
Para lograr su fin, emigraron a la llanura de
Sinar, que estaba a orillas del río
Éufrates...

Decidieron construir allí una ciudad, y en


ella una torre de tan estupenda altura que
fuera la maravilla del mundo. Estas
empresas fueron ideadas para impedir que
la gente se esparciera en colonias. Dios
había mandado a los hombres que se
diseminaran por toda la tierra, que la
poblaran y que se enseñoreasen de ella;
pero estos constructores de la torre de

9 Ver Génesis 11:2-9.


10 Ver Jon. 1:2 y Nah. 2:13-3:1, 7.
20
Babel decidieron mantener su comunidad
unida en un solo cuerpo, y fundar una
monarquía que a su tiempo abarcara toda
la tierra. Así su ciudad se convertiría en la
metrópoli de un imperio universal…
(Historia de los patriarcas y profetas, pp.
111-112).

No obstante, hubo personas que se pusieron


bajo la dirección de Dios y siguieron el plan de
vida indicado por Él al principio.

Las personas que estaban bajo su


dirección seguían el plan de vida que Dios
había indicado al principio. Los que se
separaron de Dios se edificaron ciudades
y, congregados en ellas, se gloriaban del
esplendor, el lujo y el vicio que hace de las
ciudades de hoy el orgullo del mundo y su
maldición. Pero los hombres que se
aferraban a los principios de vida de
Dios moraban en los campos y cerros.
Cultivaban la tierra, cuidaban rebaños, y
en su vida libre e independiente, llena
de oportunidades para trabajar, estudiar
y meditar, aprendían de Dios y
enseñaban a sus hijos sus obras y
caminos (La educación, p. 31).

Abraham y sus descendientes

Entre estos fieles de Dios estaba el patriarca


Abraham y sus descendientes. La Escritura dice
de ellos:
21
Por la fe Abraham, siendo llamado,
obedeció para salir al lugar que había de
recibir como herencia; y salió sin saber a
dónde iba. Por la fe habitó como extranjero
en la tierra prometida como en tierra ajena,
morando en tiendas con Isaac y Jacob,
coherederos de la misma promesa; porque
esperaba la ciudad que tiene fundamentos,
cuyo arquitecto y constructor es Dios (Heb.
11:8-10).

Dios le prometió a Abraham que iba a entregar


a sus descendientes la tierra prometida (Canaán):

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete


de tu tierra y de tu parentela, y de la casa
de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y
haré de ti una nación grande, y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y
serás bendición [...] Y se fue Abram, como
Jehová le dijo; y Lot fue con él [...] Y
apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu
descendencia daré esta tierra (Gén. 12:1,
2, 4, 7).

Cuando Dios cumplió su promesa y dio a los


descendientes de Abraham la tierra prometida,
éstos siguieron el plan de vida dado por Dios y
practicado por Abraham.

En la tierra prometida... El pueblo no


vivía apiñado en ciudades, sino que cada
familia poseía su parcela de tierra y esto
aseguraba a todos las vivificantes
22
bendiciones de una vida pura y conforme a
la naturaleza (El ministerio de curación, pp.
213, 214).

23
2 Una imprudente decisión
Retomando la historia de Abraham, queremos
llamar su atención a un importante incidente del
cual obtendremos una gran lección a la hora de
elegir el lugar en donde establecer nuestro hogar.

Y hubo contienda entre los pastores del


ganado de Abram y los pastores del
ganado de Lot [...] Entonces Abram dijo a
Lot: No haya ahora altercado entre
nosotros dos, entre mis pastores y los
tuyos, porque somos hermanos. ¿No está
toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que
te apartes de mí. Si fueres a la mano
izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la
derecha, yo iré a la izquierda. Y alzó Lot
sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán,
que toda ella era de riego, como el huerto
de Jehová, como la tierra de Egipto en la
dirección de Zoar, antes que destruyese
Jehová a Sodoma y a Gomorra. Entonces
Lot escogió para sí toda la llanura del
Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se
apartaron el uno del otro. Abram acampó
en la tierra de Canaán, en tanto que Lot
habitó en las ciudades de la llanura, y
fue poniendo sus tiendas hasta
Sodoma. Mas los hombres de Sodoma
eran malos y pecadores contra Jehová en
gran manera (Gén. 13:7-13).

24
Reinaban en Sodoma el alboroto y el
júbilo, los festines y las borracheras. Las
más viles y más brutales pasiones
imperaban desenfrenadas. Los habitantes
desafiaban públicamente a Dios y a su ley,
y encontraban deleite en los actos de
violencia. Aunque tenían ante si el ejemplo
del mundo antediluviano, y sabían cómo se
había manifestado la ira de Dios en su
destrucción, sin embargo, seguían la
misma conducta impía” (Historia de los
patriarcas y profetas, p. 153).

Lot eligió vivir «en las ciudades de la llanura»,


estableciéndose finalmente en «Sodoma»,
mientras que Abraham «acampó en la tierra de
Canaán». Preguntamos: ¿Tomó Lot una buena
decisión al irse a vivir a la ciudad? ¿Qué nos dice
la inspiración sobre las prioridades a considerar al
momento de elegir un sitio para vivir?

Al elegir un sitio para vivir, Dios quiere


que consideremos ante todo las influencias
morales y religiosas que nos rodearán a
nosotros y a nuestras familias.

Deberíamos escoger la sociedad más


favorable a nuestro progreso espiritual, y
sacar provecho de toda ayuda que esté a
nuestro alcance, pues Satanás pondrá
muchos obstáculos a nuestro progreso
hacia el cielo para hacerlo lo más difícil
posible. Quizá nos hallemos en situaciones
molestas, pues muchos no pueden estar
25
en el ambiente que quisieran, pero no
debemos exponernos voluntariamente a
influencias desfavorables para la formación
del carácter cristiano. Cuando el deber nos
llama a hacer esto, deberíamos orar y velar
doblemente para que, por la gracia de
Cristo, nos mantengamos incorruptos.

El Evangelio [...] nos enseña a estimar


las cosas en su verdadero valor, y a
dedicar nuestro mayor esfuerzo a las cosas
de mayor mérito, que son las que han de
durar. Necesitan esta lección aquellos
sobre quienes recae la responsabilidad de
elegir morada. No deberían dejarse apartar
del fin superior...

Sea éste el propósito que dirija la


elección del punto en que se piensa fundar
el hogar. No hay que dejarse llevar por el
deseo de riquezas, ni por las exigencias de
la moda, ni por las costumbres de la
sociedad. Téngase antes presente lo que
más favorezca la sencillez, la pureza, la
salud y el verdadero mérito...

En vez de vivir donde sólo pueden verse


las obras de los hombres y donde lo que se
ve y se oye sugiere a menudo malos
pensamientos, donde el alboroto y la
confusión producen cansancio e inquietud,
id a vivir donde podáis contemplar las
obras de Dios. Hallad la paz del espíritu en
la belleza, quietud y solaz de la naturaleza.

26
Descanse vuestra vista en los campos
verdes, las arboledas y los collados. Mirad
hacia arriba, al firmamento azul que el
polvo y el humo de las ciudades no
obscurecieron, y respirad el aire
vigorizador del cielo (El hogar cristiano, pp.
114, 115).

Pero Lot puso los intereses materiales por


encima de los intereses espirituales, y escogió
para su familia la ciudad más próspera, pero a la
vez la más corrupta de la región.

La más bella entre las ciudades del valle


del Jordán era Sodoma, situada en una
llanura que era como el "huerto de Jehová"
(Gén. 13:10) por su fertilidad y hermosura
[...] El arte y el comercio contribuían a
enriquecer la orgullosa ciudad de la llanura.
Los tesoros del oriente adornaban sus
palacios, y las caravanas del desierto
proveían sus mercados de preciosos
artículos. Con poco trabajo mental o físico,
se podían satisfacer todas las necesidades
de la vida, y todo el año parecía una larga
serie de festividades” (Historia de los
patriarcas y profetas, p. 152).

Ofuscado por sus visiones de


ganancias materiales, Lot pasó por alto
los males morales y espirituales que
encontraría allí. Los habitantes de la
llanura eran "malos y pecadores para con
Jehová en gran manera,' pero Lot ignoraba
27
eso, o si lo sabía, le dio poca importancia.
"Entonces Lot escogió para sí toda la
llanura del Jordán... y fue poniendo sus
tiendas hasta Sodoma." (Vers. 13, 11.)
¡Cuán mal previó los terribles
resultados de esa elección egoísta!
(Ibid.).

Al final veremos que Abraham fue bendecido


por tomar una sabia decisión (Gén. 13:14-16),
mientras que Lot cosechó los desgraciados
resultados de su ciega y egoísta elección (Gén.
19).

La destrucción de Sodoma

La Escritura nos cuenta que, en su


misericordia, Dios envió a dos ángeles para
advertir a Lot de la inminente destrucción de
Sodoma.

Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes


aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus
hijas, y todo lo que tienes en la ciudad,
sácalo de este lugar; porque vamos a
destruir este lugar, por cuanto el clamor
contra ellos ha subido de punto delante de
Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado
para destruirlo. Entonces salió Lot y habló
a sus yernos, los que habían de tomar sus
hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este
lugar; porque Jehová va a destruir esta

28
ciudad. Mas pareció a sus yernos como
que se burlaba” (Gén. 19:12-14).

Se rieron de lo que llamaron sus


temores supersticiosos. Sus hijas se
dejaron convencer por la influencia de sus
maridos. Se encontraban perfectamente
bien donde estaban. No podían ver señal
alguna de peligro. Todo estaba
exactamente como antes. Tenían grandes
haciendas, y no les parecía posible que la
hermosa Sodoma iba a ser destruida.

Lleno de dolor, regresó Lot a su casa, y


contó su fracaso. Entonces los ángeles le
mandaron levantarse, llevar a su esposa y
a sus dos hijas que estaban aún en la
casa, y abandonar la ciudad. Pero Lot se
demoraba (Gén. 19:15, 16). Aunque
diariamente se afligía al presenciar actos
de violencia, no tenía un verdadero
concepto de la abominable iniquidad y la
depravación que se practicaban en esa vil
ciudad. No comprendía la terrible
necesidad de que los juicios de Dios
reprimiesen el pecado. Algunos de sus
cercanos se aferraban a Sodoma, y su
esposa se negaba a marcharse sin ellos. A
Lot le parecía insoportable la idea de
dejar a los que más quería en la tierra.
Le apenaba abandonar su suntuosa
morada y la riqueza adquirida con el
trabajo de toda su vida, para salir como
un pobre peregrino. Aturdido por el

29
dolor, se demoraba, y no podía
marcharse. Si no hubiese sido por los
ángeles de Dios, todos habrían perecido en
la ruina de Sodoma. Los mensajeros
celestiales asieron de la mano a Lot y a su
mujer y a sus hijas, y los llevaron fuera de
la ciudad” (Historia de los patriarcas y
profetas, p. 157).

… los varones asieron de su mano, y de


la mano de su mujer y de las manos de sus
dos hijas, según la misericordia de Jehová
para con él; y lo sacaron y lo pusieron
fuera de la ciudad. Y cuando los hubieron
llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida;
no mires tras ti, ni pares en toda esta
llanura; escapa al monte, no sea que
perezcas […] Entonces Jehová hizo llover
sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y
fuego de parte de Jehová desde los cielos;
y destruyó las ciudades, y toda aquella
llanura, con todos los moradores de
aquellas ciudades, y el fruto de la tierra.
Entonces la mujer de Lot miró atrás, a
espaldas de él, y se volvió estatua de sal”
(Gén. 19:16, 17, 24-26).

La inspiración revela que fue la vacilación y


tardanza de Lot lo que hizo que su esposa se
perdiera.

Si Lot mismo no hubiese vacilado en


obedecer a la advertencia del ángel, y si
hubiese huído con prontitud hacia las
30
montañas, sin una palabra de súplica ni de
protesta, su esposa también habría podido
escapar. La influencia del ejemplo de él la
habría salvado del pecado que selló su
condenación. Pero la vacilación y la
tardanza de él la indujeron a ella a
considerar livianamente la amonestación
divina. Mientras su cuerpo estaba en la
llanura, su corazón se asía de Sodoma, y
con Sodoma pereció. Se rebeló contra Dios
porque sus juicios arrastraban a sus hijos y
sus bienes a la ruina. Aunque fue muy
favorecida al ser llamada a que saliera de
la ciudad impía, creyó que se la trataban
duramente, porque tenía que dejar para ser
destruidas las riquezas que habían
acumulado con el trabajo de muchos años.
En vez de aceptar la salvación con gratitud,
miró hacia atrás presuntuosamente
deseando la vida de los que habían
despreciado la advertencia divina. Su
pecado mostró que no era digna de la vida,
por cuya conservación sentía tan poca
gratitud” (Historia de los patriarcas y
profetas, pp. 158, 159).

Secuelas de una decisión imprudente

Como se dijo anteriormente, Abraham se


quedó en el campo y fue bendecido por Dios; Lot
se fue a la ciudad, y después de perderlo todo
terminó viviendo en una cueva cubierto de
infamia.

31
Pero Lot subió de Zoar y moró en el
monte, y sus dos hijas con él; porque tuvo
miedo de quedarse en Zoar, y habitó en
una cueva él y sus dos hijas. Entonces la
mayor dijo a la menor: Nuestro padre es
viejo, y no queda varón en la tierra que
entre a nosotras conforme a la costumbre
de toda la tierra. Ven, demos a beber vino
a nuestro padre, y durmamos con él, y
conservaremos de nuestro padre
descendencia [...] Y las dos hijas de Lot
concibieron de su padre. Y dio a luz la
mayor un hijo, y llamó su nombre Moab, el
cual es padre de los moabitas hasta hoy.
La menor también dio a luz un hijo, y llamó
su nombre Ben-ammi, el cual es padre de
los amonitas hasta hoy (Gén. 19: 30-32,
36-38).

Lot habitó poco tiempo en Zoar. La


impiedad reinaba allí como en Sodoma, y
tuvo miedo de quedarse, por temor a que
la ciudad fuese destruida. Poco después
Zoar fue destruída, tal como Dios lo había
proyectado. Lot se fue a los montes y vivió
en una caverna, privado de todas las cosas
por las cuales se había atrevido a exponer
a su familia a la influencia de una ciudad
impía. Pero hasta allá le siguió la maldición
de Sodoma. La infame conducta de sus
hijas fue la consecuencia de las malas
compañías que habían tenido en aquel vil
lugar. La depravación moral de Sodoma se
había filtrado de tal manera en su carácter,

32
que ellas no podían distinguir entre lo
bueno y lo malo. Los únicos descendientes
de Lot, los moabitas y amonitas, fueron
tribus viles e idólatras, rebeldes contra
Dios, y acérrimos enemigos de su pueblo.

¡Cuán grande fue el contraste entre la


vida de Lot y la de Abrahán! Una vez
habían sido compañeros, habían adorado
ante el mismo altar, y habían morado
juntos en sus tiendas de peregrinos. Pero
¡qué separados estaban ahora! Lot había
elegido a Sodoma en busca de placer y
beneficios. Abandonando el altar de
Abrahán y sus sacrificios diarios ofrecidos
al Dios viviente, había permitido a sus hijos
mezclarse con un pueblo depravado e
idólatra; sin embargo, había conservado en
su corazón el temor de Dios, pues las
Escrituras lo llaman "justo." (2 Ped. 2: 7.)
Su alma justa se afligía por la vil
conversación que tenía que oír
diariamente, y por la violencia y los
crímenes que no podía impedir. Fue
salvado, por fin, como un "tizón arrebatado
del incendio" (Zac. 3: 2), pero fue privado
de su hacienda, perdió a su esposa y a
hijos, moró en cuevas como las fieras, en
su vejez fue cubierto de infamia, y dio al
mundo no una generación de hombres
piadosos, sino dos naciones idólatras, que
se enemistaron contra Dios y guerrearon
contra su pueblo, hasta que, cuan la
medida de su impiedad estuvo llena, fueron

33
condenada la destrucción. ¡Qué terribles
fueron las consecuencias que siguieron
a un solo paso imprudente! (Historia de
los patriarcas y profetas, pp. 164, 165)

34
3 Cuando las buenas intenciones no
bastan
Lot no era un empedernido rebelde contra
Dios, ¡no! Él tenía buenas intenciones, tenía el
propósito de ser fiel a Dios en Sodoma, junto con
su familia. Pero subestimó la corrupción de
aquella malvada ciudad y ésta terminó por influir
en la fe su familia, y hasta en la de él mismo.

Cuando Lot se estableció en Sodoma,


estaba completamente decidido a
abstenerse de la impiedad y a "mandar a
su casa después de sí" que obedeciera a
Dios. Pero fracasó rotundamente. Las
corruptoras influencias que le rodeaban
afectaron su propia fe, y la unión de sus
hijas con los habitantes de Sodoma vinculó
hasta cierto punto sus intereses con el de
ellos. El resultado está ante nosotros.

MUCHOS CONTINÚAN COMETIENDO UN


ERROR SEMEJANTE. Cuando buscan donde
establecerse, miran las ventajas
temporales que pueden obtener, antes
que las influencias morales y sociales
que los rodearán a ellos y a sus
familias. Con la esperanza de alcanzar
mayor prosperidad, escogen un país
hermoso y fértil o se mudan a una
ciudad floreciente; pero sus hijos se ven
rodeados de tentaciones, y muy a
35
menudo entran en relaciones poco
favorables al desarrollo de la piedad y a
la formación de un carácter recto. El
ambiente de baja moralidad, de
incredulidad, o indiferencia hacia las
cosas religiosas, tiende a contrarrestar
la influencia de los padres. La juventud
ve por todas partes ejemplos de
rebelión contra la autoridad de los
padres y la de Dios; muchos se unen a
los infieles e incrédulos y echan su
suerte con los enemigos de Dios.

Al elegir un sitio para vivir, Dios quiere


que consideremos ante todo las influencias
morales y religiosas que nos rodearan a
nosotros y a nuestras familias. Podemos
encontrarnos en posiciones difíciles, pues
muchos no pueden vivir en el medio en que
quisieran. Pero dondequiera que el deber
nos llame, Dios nos ayudará a
mantenernos incólumes, si velamos y
oramos, confiando en la gracia de Cristo.
Pero no debemos exponernos
innecesariamente a influencias
desfavorables a la formación de un
carácter cristiano. Si nos colocamos
voluntariamente en un ambiente mundano
e incrédulo, desagradamos a Dios, y
ahuyentamos a los ángeles de nuestras
casas.

Los que procuran para sus hijos


riquezas y honores terrenales a costa de

36
sus intereses eternos, comprenderán al fin
que estas ventajas son una terrible
pérdida. Como Lot, muchos ven a sus hijos
arruinados, y apenas salvan su propia
alma. La obra de su vida se pierde; y
resulta en triste fracaso. Si hubiesen
ejercido verdadera sabiduría, sus hijos
habrían tenido menos prosperidad
mundana, pero tendrían en cambio seguro
derecho a la herencia inmortal (Ibid., pp.
165, 166).

Estimado lector, entienda que las buenas


intenciones no nos librarán de las trágicas
consecuencias de colocar los intereses terrenales
por encima de los intereses espirituales.

37
4 Peligros de vivir en las ciudades
frente a las ventajas de vivir en el
campo
A manera de resumen, en este capítulo Elena
de White expone los peligros para la
espiritualidad y la salud física que existen en las
ciudades, y también las bendiciones espirituales
dispuestas por la Providencia, para las familias de
quienes se establezcan en el campo.

En el mundo entero, las ciudades se


vuelven semilleros del vicio. Por doquiera
se ve y se oye el mal. En todas partes se
encuentran incentivos a la sensualidad y a
la disipación. La marea de la corrupción y
del crimen sube de continuo. Cada día se
registran actos de violencia: robos,
asesinatos, suicidios y crímenes indecibles.

La vida en las ciudades es falsa y


artificial. La intensa pasión por el dinero, el
torbellino y el afán de los placeres, la fiebre
de la ostentación, el lujo y la prodigalidad
son otras tantas fuerzas que impiden a la
mayoría de la humanidad que cumpla el
verdadero fin de la vida. Abren la puerta a
una infinidad de males y ejercen sobre la
juventud un poder casi irresistible.

38
Una de las tentaciones más sutiles y
peligrosas que asaltan a los niños y a los
jóvenes en las ciudades es el afán de
placeres. Muchos son los días de fiesta; los
juegos y las carreras de caballos arrastran
a miles11, y el torbellino de las excitaciones
y del placer los distraen de los austeros
deberes de la vida. El dinero que debiera
ahorrarse para mejores fines se
desperdicia en diversiones.

Debido a la actuación de compañías


monopolizadoras y a los resultados de las
confederaciones obreras y las huelgas, las
condiciones de la vida en las ciudades se
hacen cada vez más difíciles. Graves
disturbios nos aguardan, y muchas familias
se verán en la necesidad de abandonar la
ciudad.

El ambiente físico de las ciudades es


muchas veces un peligro para la salud. La
exposición constante al contagio12, el aire
viciado, el agua impura, el alimento
adulterado, las viviendas obscuras,
malsanas, y atestadas de seres humanos,
son algunos de los muchos males con que
se tropieza a cada paso (El ministerio de
curación, pp. 281, 282).

11 Hoy podríamos agregar las carreras de autos, motos,


bicicletas, etc.
12 La COVID-19 nos ha demostrado eso.

39
Mejor que cualquier herencia de
riquezas que podáis dejar a vuestros hijos
será la dádiva de un cuerpo vigoroso, una
mente sana y un carácter noble. Quienes
comprendan lo que constituye el verdadero
éxito de la vida serán sabios a tiempo. Al
establecer un hogar recordarán las mejores
cosas de la vida.

En vez de vivir donde sólo pueden verse


las obras de los hombres y donde lo que se
ve y se oye sugiere a menudo malos
pensamientos, donde el alboroto y la
confusión producen cansancio e inquietud,
id a vivir donde podáis contemplar las
obras de Dios. Hallad la paz del espíritu en
la belleza, quietud y solaz de la naturaleza.
Descanse vuestra vista en los campos
verdes, las arboledas y los collados. Mirad
hacia arriba, al firmamento azul que el
polvo y el humo de las ciudades no
obscurecieron, y respirad el aire
vigorizador del cielo. Id adonde, lejos de
las distracciones y disipaciones de la vida
de la ciudad, podáis dar vuestro
compañerismo a vuestros hijos y
enseñarles a conocer a Dios por medio de
sus obras y prepararlos para una vida de
integridad y utilidad (Ibid., p. 284).

40
PARTE 2: Por qué salir de
las ciudades

41
5 Bendiciones espirituales de vivir
en el campo
En el capítulo 1 descubrimos que vivir en el
campo forma parte del «plan original de Dios»
para el hombre13. En esta 2ª parte se desarrollan
otros motivos por los cuales somos llamados a
dejar las ciudades.

Algunos consideran que es una privación tener


que dejar las ciudades para ir a vivir al campo;
pero el espíritu de profecía nos asegura que allí
nos esperan ricas bendiciones de lo alto.

Satanás tiene el propósito de atraer a


las ciudades a los hombres y las mujeres, y
con el fin de lograrlo inventa toda clase de
novedades y diversiones, y toda clase de
recursos que resultan excitantes. Y las
ciudades del mundo están llegando a ser
hoy como las ciudades que existían antes
del diluvio…

¿Quién será amonestado? Volvemos a


decir: "Fuera de las ciudades". No
consideréis que es una gran privación el
tener que trasladaros a los cerros y las
montañas, sino buscad un retiro donde
podáis estar solos con Dios, para
aprender su voluntad y sus caminos…

13 El ministerio de curación, p. 284.


42
Insto a nuestro pueblo a que convierta la
búsqueda de la espiritualidad en la obra de
su vida. Cristo está a la puerta. Por esto
digo a nuestro pueblo: "No consideréis
que es una privación el ser llamados a
dejar las ciudades para trasladaros al
campo. Allí esperan abundantes
bendiciones para los que deseen
aprehenderlas. Al contemplar las
escenas de la naturaleza, las obras del
Creador, y al estudiar la obra de la mano
de Dios, seréis transformados
imperceptiblemente a la misma imagen".

Cada vez que veo estas flores pienso en


el Edén. Constituyen una expresión del
amor de Dios hacia nosotros. Así es como
él nos proporciona en este mundo un goce
anticipado del Edén. Quiere que nos
deleitemos en las cosas hermosas de su
creación, y que veamos en ellas una
expresión de lo que él hará por nosotros.

Desea que vivamos con amplitud de


espacio. Su pueblo no debe aglomerarse
en las ciudades. Él quiere que sus hijos
lleven a sus familias fuera de las
ciudades a fin de prepararlas mejor para
la vida eterna…

Estas ciudades están llenas de toda


clase de impiedad: huelgas, asesinatos y
suicidios. Satanás está en ellas y domina a
los hombres en su obra destructiva. Bajo

43
su influencia matan por el placer de matar,
y harán esto cada vez más…

Si nos colocamos bajo influencias


objetables, ¿podemos esperar que Dios
realice un milagro para deshacer los
resultados de una conducta impropia? Por
cierto que no. Salid de las ciudades tan
pronto como sea posible, y adquirid una
porción de tierra donde podáis tener un
huerto, donde vuestros hijos puedan ver
crecer las flores y aprender de ellas
lecciones de sencillez y pureza (Mensajes
selectos, tomo 2, pp. 408, 409).

La Biblia dice que las cosas invisibles de Dios,


su eterno poder y deidad se pueden discernir por
medio de la creación (Rom. 1:20). Al contemplar
las obras de Dios, diremos como David: “Los
cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento
anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1). “Te
alabaré; porque formidables, maravillosas son tus
obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy
bien” (Sal. 139:14). Dice la mensajera de Dios:

Las cosas de la naturaleza son los


ministros silenciosos de Dios, que él nos
dio para que nos enseñen verdades
espirituales. Nos hablan del amor de Dios y
declaran la sabiduría del Artista maestro
(El hogar cristiano, p. 130).

44
En lugar de ser una privación dejar las
ciudades, es una bendición colocarnos en
contacto directo con las obras de Dios para ser
transformados imperceptiblemente a su misma
imagen.

45
6 Grandes personajes de la Biblia
que se educaron fuera de las
ciudades
¿Cuáles fueron las condiciones de vida
escogidas por la Providencia para la preparación
de aquel que fue el más grande Maestro que el
mundo jamás haya conocido?

… JESÚS vino a esta tierra para realizar


la obra más importante que haya sido
jamás efectuada entre los hombres. Vino
como embajador de Dios para enseñarnos
cómo vivir para obtener los mejores
resultados de la vida. ¿Cuáles fueron las
condiciones escogidas por el Padre infinito
para su hijo? Un hogar apartado en los
collados de Galilea; una familia mantenida
por el trabajo honrado y digno; una vida
sencilla; la lucha diaria con las dificultades
y penurias; la abnegación, la economía y el
servicio paciente y alegre; las horas de
estudio junto a su madre, con el rollo
abierto de las Escrituras; la tranquilidad de
la aurora o del crepúsculo en el verdeante
valle; las santas actividades de la
naturaleza; el estudio de la creación y la
providencia, así como la comunión del
alma con Dios: tales fueron las condiciones
y las oportunidades que hubo en los

46
primeros años de la vida de Jesús. (El
ministerio de curación, pp. 282, 283).

En contacto con las obras creadas de Dios,


Jesús desarrolló su mente y agudizó su
entendimiento; y más adelante, en su ministerio
evangélico, el Señor recurrió a las lecciones
aprendidas en la naturaleza, para hacer más fácil
y didáctica su enseñanza.

JUAN EL BAUTISTA, el precursor de


Cristo, recibió de sus padres su primera
preparación. Pasó la mayor parte de su
vida en el desierto […] Prefirió Juan dejar
de lado los goces y lujos de la vida en la
ciudad para someterse a la severa
disciplina del desierto. Allí el ambiente era
favorable para los hábitos de sencillez y
abnegación. Allí, sin que le interrumpiera el
clamor del mundo, podía estudiar las
lecciones de la naturaleza, de la revelación
y de la providencia […] Desde la infancia
se le había recordado su misión, y él había
aceptado el cometido santo. La soledad del
desierto le proporcionaba una grata
oportunidad de escapar de una sociedad
en que las sospechas, la incredulidad y la
impureza lo dominaban casi todo.
Desconfiaba de su propia fuerza para
resistir la tentación y rehuía el contacto
constante con el pecado, no fuese que
hubiese de perder el sentido de su
excesiva pecaminosidad (El hogar
cristiano, pp. 116, 117).
47
Juan se preparó para su importante misión, en
el desierto; él dijo de sí mismo: «Yo soy la voz de
uno que clama en el desierto» (Jn. 1:22, 23).

En medio de una vida de activa labor,


ENOC mantenía fielmente su comunión
con Dios. Cuanto más intensas y urgentes
eran sus labores, tanto más constantes y
fervorosas eran sus oraciones. Seguía
apartándose, durante ciertos lapsos, de
todo trato humano. Después de
permanecer algún tiempo entre la gente,
trabajando para beneficiarla mediante la
instrucción y el ejemplo, se retiraba con el
fin de estar solo, para satisfacer su sed y
hambre de aquella divina sabiduría que
sólo Dios puede dar. Manteniéndose así en
comunión con Dios, Enoc llegó a reflejar
más y más la imagen divina (Historia de los
patriarcas y profetas, pp. 74, 75).

Después de proclamar, su mensaje,


siempre llevaba de vuelta consigo hasta su
lugar de retiro, a los que habían recibido la
amonestación. Algunos de ellos llegaron a
ser vencedores, y murieron antes de que
viniera el diluvio… (La voz: su educación y
uso correcto, p. 391).

Caminó, pues, Enoc con Dios, y


desapareció, porque le llevó Dios (Gén.
5:24).

48
Como pueblo que guarda los
mandamientos de Dios, debemos salir de
las ciudades. Tal como lo hizo Enoc,
debemos trabajar en las ciudades pero no
vivir en ellas” (Eventos de los últimos días,
p. 98).

Entre las montañas de Galaad, al oriente


del Jordán, moraba en los días de Acab un
hombre de fe y oración cuyo ministerio
intrépido estaba destinado a detener la
rápida extensión de la apostasía en Israel.
Alejado de toda ciudad de renombre y sin
ocupar un puesto elevado en la vida,
ELÍAS el tisbita inició sin embargo su
misión confiando en el propósito que Dios
tenía de preparar el camino delante de él y
darle abundante éxito. La palabra de fe y
de poder estaba en sus labios, y
consagraba toda su vida a la obra de
reforma. La suya era la voz de quien clama
en el desierto… (Profetas y reyes, p. 87).

Otros personajes bíblicos notables que se


educaron fuera de las ciudades

Tal fue el caso también para la gran


mayoría de los hombres mejores y más
nobles de todas las edades. Leed la
historia de ABRAHÁN, de JACOB y de
JOSÉ, de MOISÉS, de DAVID y de
ELISEO. Estudiad la vida de los hombres
que en tiempos posteriores desempeñaron
cargos de confianza y responsabilidad, de

49
los hombres cuya influencia fue de las más
eficaces para la regeneración del mundo.

¡Cuántos de estos hombres se criaron


en humildes hogares del campo! Poco
supieron de lujos. No malgastaron su
juventud en diversiones. Muchos de ellos
tuvieron que luchar con la pobreza y las
dificultades. Muy jóvenes aún aprendieron
a trabajar, y su vida activa al aire libre dio
vigor y elasticidad a todas sus facultades.
Obligados a depender de sus propios
recursos, aprendieron a luchar con las
dificultades y a vencer los obstáculos, con
lo que adquirieron valor y perseverancia.
Aprendieron a tener confianza en sí
mismos y dominio propio. Apartados en
gran medida de las malas compañías, se
contentaban con placeres naturales y
buenas compañías. Sus gustos eran
sencillos, y templados sus hábitos. Se
dejaban dirigir por principios, y crecían
puros, fuertes y veraces. Al ser llamados a
efectuar la obra principal de su vida,
pusieron en juego vigor físico y mental,
buen ánimo, capacidad para idear y
ejecutar planes, firmeza para resistir al mal,
y todo esto hizo de ellos verdaderas
potencias para el bien en el mundo (El
ministerio de curación, pp. 283, 284).

Moisés pensó que con la preparación obtenida


en Egipto ya estaba listo para ser el caudillo que
liberaría al pueblo de Israel, pero abruptamente
50
Dios lo sacó de Egipto y lo llevó al desierto de
Madián. Por espacio de cuarenta años Moisés
aprendió de Dios en medio de la soledad de las
montañas, desempeñando el humilde trabajo de
pastor. Esta experiencia lo preparó para la gran
obra que Dios le tenía reservada (Hech. 7:22-
34)14.

De manera similar David fue preparado para


liderar a Israel, en el campo, pastoreando las
ovejas de su padre (1 Sam. 16:11).

Eliseo, antes de ocupar el lugar del profeta


Elías, se dedicaba a la agricultura (1 Rey. 19:19-
21). Dice la inspiración:

Los primeros años de la vida del profeta


Eliseo transcurrieron en la quietud de la
vida campestre bajo la enseñanza de Dios
y de la naturaleza, y la disciplina del trabajo
útil (La educación, p. 55).

14 Historia de los patriarcas y profetas, pp. 253, 254.


51
7 La edificación del carácter
facilitada por vivir en el campo
Dios quiere hacer en nosotros la misma obra
que hizo en aquellos grandes hombres de la
Biblia. Él quiere preparar a nuestros niños,
adolescentes, jóvenes, y aún a los adultos y de
más edad, para la última gran obra en favor de la
humanidad. Pero para facilitar las cosas debemos
colocarnos en un ambiente más favorable, lejos
de la corrupción de las ciudades.

Los padres acuden con sus familias a


las ciudades, porque se imaginan que allí
es más fácil ganarse la vida que en el
campo. Los hijos, no teniendo qué hacer
cuando no están en la escuela, se educan
en la calle. De las malas compañías
adquieren hábitos de vicio y disipación.

Enviad a los hijos a escuelas ubicadas


en la ciudad, donde toda clase de tentación
aguarda para atraerlos y desmoralizarlos, y
la obra de la edificación del carácter
será diez veces más difícil tanto para los
padres como para los hijos.

Las ciudades rebosan de tentaciones.


Debemos planear nuestra obra de tal
manera que mantengamos a nuestros
jóvenes tan alejados como se pueda de
esa contaminación.
52
Es tiempo de que nuestro pueblo lleve a
sus familias de las ciudades a localidades
más apartadas, de lo contrario muchos de
los jóvenes, y también muchos de los de
más edad, serán entrampados y
arrebatados por el enemigo.

Ni una familia en cien se beneficiará


física, mental o espiritualmente por
residir en la ciudad. La fe, la esperanza,
el amor y la felicidad se adquieren con
facilidad mucho mayor en los lugares
retraídos, donde hay campos, colinas y
árboles. Alejad a vuestros hijos de los
espectáculos y ruidos de la ciudad, del
traqueteo y bullicio de los tranvías y otros
vehículos, y tendrán mentes más sanas.
Resultará más fácil grabar en su
corazón la verdad de la Palabra de Dios
(Eventos de los últimos días, pp. 99, 100).

53
8 Obra misionera en las ciudades
desde puestos de avanzada
Constantemente se escucha el argumento de
que aún no debemos abandonar las ciudades
puesto que tenemos el deber de predicarles a los
que moran en ellas. Sin embargo, el espíritu de
profecía es claro al respecto:

Debemos realizar planes sabios para


amonestar las ciudades y al mismo tiempo
para vivir donde podamos proteger a
nuestros hijos y a nosotros mismos de las
influencias contaminadoras y
desmoralizadoras que prevalecen en esos
lugares (El evangelismo, p. 61).

Como pueblo que guarda los


mandamientos de Dios, debemos salir de
las ciudades. Tal como lo hizo Enoc,
debemos trabajar en las ciudades pero
no vivir en ellas.

Hay que trabajar en favor de las


ciudades desde puestos de avanzada. El
mensajero de Dios dijo: "¿No serán
amonestadas las ciudades? Sí; pero no
por el pueblo de Dios que viva en ellas,
sino mediante sus visitas realizadas
para advertirlas de lo que acontecerá
sobre la tierra (Eventos de los últimos
días, p. 98).

54
Lecciones de la obra misionera de Lot y Enoc

Cuando la iniquidad abunda en una


nación siempre ha de escucharse una voz
que dé la amonestación y la instrucción,
como la voz de Lot fuera oída en Sodoma.
Sin embargo, Lot pudo haber preservado a
su familia de muchos males si él no
hubiera hecho su hogar en esa ciudad
malvada y corrompida. Todo lo que Lot y
su familia hicieron en Sodoma podría haber
sido hecho por ella, aun cuando hubieran
vivido en un lugar a cierta distancia de la
ciudad. Enoc caminó con Dios, y sin
embargo no vivió en medio de alguna
ciudad mancillada, con toda clase de
violencia y maldad, como lo hizo Lot en
Sodoma (El evangelismo, pp. 61, 62).

Nuestras instituciones deben ubicarse en el


campo

También se argumenta que las familias de


nuestros pastores y del personal que labora en
nuestras instituciones no pueden salir de las
ciudades todavía, puesto que estas instituciones
se encuentran dentro de las ciudades. Pero
nuevamente, el espíritu de profecía es claro al
respecto:

Todavía se da esta instrucción: "Salid


de las ciudades. Estableced vuestros
sanatorios, escuelas y oficinas lejos de

55
los centros de población". Ahora hay
muchos que prefieren quedar en las
ciudades, pero dentro de poco llegará el
tiempo cuando todos los que deseen evitar
ver y oír el mal se trasladarán al campo,
porque la maldad y la corrupción
aumentarán a tal grado que la atmósfera
misma de las ciudades parecerá estar
contaminada.

Dios ha advertido una vez tras otra que


nuestras escuelas, casas editoras y
sanatorios deben establecerse fuera de
la ciudad, donde pueda enseñarse a los
jóvenes con la mayor eficacia posible qué
es la verdad. Que nadie procure utilizar los
Testimonios para respaldar el
establecimiento de grandes intereses
comerciales en las ciudades. No invalidéis
la luz que ha sido dada acerca de este
asunto.

Se presentarán hombres que hablarán


cosas perversas para contrarrestar las
acciones que el Señor está induciendo a
sus siervos a realizar […] Es demasiado
tarde, sí, demasiado tarde para establecer
grandes firmas comerciales en las
ciudades; es demasiado tarde para
llamar a hombres y mujeres jóvenes del
campo para que vayan a las ciudades.
En las ciudades están surgiendo
condiciones que harán muy difícil que los

56
que pertenecen a nuestra fe permanezcan
en ellas...

Hasta donde sea posible, nuestras


instituciones deberían estar situadas
lejos de las ciudades. Debemos tener
obreros para esas instituciones, y si éstas
están ubicadas en las ciudades, eso
significa que las familias de nuestro pueblo
deben establecerse en ellas. Pero no es la
voluntad de Dios que las familias de su
pueblo se establezcan en las ciudades,
donde hay perturbaciones y confusión
constantes. Hay que evitar esto para sus
hijos, porque todo el sistema está
corrompido por el apresuramiento, la prisa
y el ruido. El Señor quiere que las
familias de su pueblo se trasladen al
campo donde puedan poner su casa en
la tierra, y cultivar sus propios frutales y
verduras, y donde sus hijos puedan
estar en contacto directo con las obras
de Dios manifestadas en la naturaleza.
Llevad a vuestras familias lejos de las
ciudades, es mi mensaje.

Hay que hablar la verdad, ya sea que los


hombres la escuchen o no. Las ciudades
están llenas de tentaciones. Deberíamos
planear nuestra obra de tal manera que
podamos mantener a nuestros jóvenes tan
lejos como sea posible de esa
contaminación (Mensajes selectos, tomo 2,
pp. 409, 410).

57
Instituciones que sí pueden estar en las
ciudades

Si bien las instrucciones anteriores declaran


explícitamente que nuestras oficinas
administrativas, casas editoras, sanatorios
(clínicas) y escuelas deben ubicarse en el campo,
existen algunas excepciones a dicha instrucción,
como son: casas de culto, escuelas de iglesia
(para los hijos de quienes todavía no pueden salir
de las ciudades) y centros de influencia (como
restaurantes naturistas o vegetarianos, salas de
terapia y tiendas de alimentos saludables).

El Señor nos ha indicado repetidamente


que debemos trabajar en las ciudades
desde puestos de avanzada ubicados fuera
de ellas. En esas ciudades debemos tener
casas de culto, como monumentos de
Dios, pero las instituciones destinadas a la
publicación de la verdad, a la curación de
los enfermos y a la preparación de los
obreros deben establecerse fuera de las
ciudades. Es especialmente importante
que nuestra juventud sea protegida de las
tentaciones de la vida en la ciudad.

En armonía con estas instrucciones se


han comprado y se han vuelto a dedicar
salones de reuniones en Washington y en
Nashville, mientras las casas editoras y los
sanatorios se han establecido fuera de los
centros congestionados de las ciudades,

58
como puestos de avanzada. Este es el plan
que se ha seguido al trasladar al campo
otras casas editoras y sanatorios, y este
mismo procedimiento se está siguiendo en
Inglaterra en lo que concierne a la casa
editora de Londres y también al colegio
que hay allí… (Mensajes selectos, tomo 2,
p. 411).

Mucho más se puede hacer para salvar


y educar a los niños de los que en la
actualidad no pueden salir de las ciudades.
Este es un asunto digno de nuestros
mejores esfuerzos. En las ciudades han de
establecerse escuelas de iglesia, y en
relación con esas escuelas de trazarse
planes para la enseñanza de estudios más
avanzados cuando haya demanda de ellos.

Nuestros restaurantes deben estar en


las ciudades, porque de otro modo los
obreros que trabajan en ellos no podrían
alcanzar a la gente y enseñarles los
principios que rigen la vida sana” (Eventos
de los últimos días, p. 123).

Hay muchísimas ciudades donde nada


se ha hecho. En muchas partes se pueden
establecer centros de influencia mediante
la apertura de tiendas de alimentos
saludables, de restaurantes naturistas y
de salas de terapia (Testimonios para la
iglesia, tomo 7, p. 223).

59
9 Las ciudades: semilleros de vicio
listas para su destrucción
El espíritu de profecía declara que las ciudades
se están volviendo como Sodoma y Gomorra, y
por consiguiente serán trastornadas de diferentes
maneras.

La persecución de los placeres y las


diversiones se centraliza en las ciudades.
Muchos padres que se establecen en la
ciudad con sus hijos, pensando darles
mayores ventajas, se desilusionan, y
demasiado tarde se arrepienten de su
terrible error. Las ciudades de nuestros
días se están volviendo rápidamente como
Sodoma y Gomorra. Los muchos días
feriados estimulan la holgazanería. Los
deportes excitantes -el asistir a los
teatros15, las carreras de caballos16, los
juegos de azar, el beber licores y las
jaranas- estimulan todas las pasiones a
una actividad intensa. La juventud es
arrastrada por la corriente popular.

Me ha sido mostrado que las ciudades


se llenarán de confusión y crímenes; y que

15Hoy podríamos agregar el cine, shows, conciertos, etc.


16 Hoy podríamos añadir las carreras de autos, motos,
bicicletas, etc.
60
todas estas cosas aumentarán hasta el fin
de la historia del mundo.

En el mundo entero, las ciudades se


vuelven semilleros del vicio. Por doquiera
se ve y oye el mal. En todas partes se
encuentran incentivos a la sensualidad y a
la disipación (Eventos de los últimos días,
p. 113).

Pronto las ciudades serán destruidas

Entonces hubo relámpagos y voces y


truenos, y un gran temblor de tierra, un
terremoto tan grande, cual no lo hubo
jamás desde que los hombres han estado
sobre la tierra. Y la gran ciudad fue dividida
en tres partes, y las ciudades de las
naciones cayeron… (Apo. 16:18, 19).

Cuando la mano restrictiva de Dios se


retire, el destructor comenzará su trabajo.
Entonces ocurrirán en nuestras ciudades
las mayores calamidades…

El fin está cerca y cada ciudad va a ser


trastornada de diferentes maneras. Habrá
confusión en cada ciudad. Todo lo que
puede ser sacudido lo será, y no se sabe
qué pasará luego. Los juicios serán de
acuerdo con maldad de la gente y la luz de
verdad que han tenido.

61
¡Ojalá que el pueblo de Dios tuviera una
noción de destrucción inminente de
millares de ciudades, ahora casi
[totalmente] entregadas a la idolatría!

Falta poco para que las grandes


ciudades sean barridas, de manera que
todos deben ser amonestados acerca de la
inminencia de estas calamidades.

He visto las más costosas estructuras de


edificios construidos supuestamente a
prueba de fuego, pero así como Sodoma
pereció en las llamas de la venganza
divina, así estas orgullosas estructuras se
convertirán en ceniza [...] Los deleitables
monumentos de la grandeza de los
hombres se harán polvo aun antes que
venga la última gran destrucción sobre el
mundo.

Dios está retirando su Espíritu de las


ciudades impías, que han llegado a ser
semejantes a las del mundo antediluviano
y a Sodoma y Gomorra [...] Las costosas
mansiones, maravillas arquitectónicas,
serán destruidas sin previo aviso cuando el
Señor vea que sus ocupantes han
traspasado los límites del perdón (Eventos
de los últimos días, pp. 114, 115).

Especialmente las ciudades llenas de


transgresión y pecaminosas en extremo serán
destruidas.
62
Se me pide que declare el mensaje de
que las ciudades llenas de transgresión y
pecaminosas en extremo, serán destruidas
por terremotos, incendios e inundaciones.
Todo el mundo será advertido de que
existe un Dios que hará notoria su
autoridad como Dios. Sus agentes
invisibles causarán destrucción,
devastación y muerte. Todas las riquezas
acumuladas serán como la nada...

Acontecerán calamidades, calamidades


de lo más pavorosas, de lo más
inesperadas; y estas destrucciones se
seguirán la una a la otra (El evangelismo,
p. 24).

63
10 Preparación para la crisis de las
leyes dominicales
Basados en la profecía de Apocalipsis 13, los
adventistas del séptimo día sabemos que se
acerca el tiempo cuando se promulgará una ley
dominical.

Los protestantes volcarán toda su


influencia y su poder del lado del papado;
mediante un decreto nacional que imponga
el falso día de reposo, darán vida y vigor a
la corrompida fe de Roma, reviviendo su
tiranía y opresión de las conciencias
(Eventos de los últimos días, p. 111).

Quienes se encuentren en las ciudades cuando


llegue aquel día, serán presionados para
someterse al decreto dominical. Dependientes del
sistema que gobierna a las ciudades y al no
poder comprar ni vender, muchos traicionarán a
Cristo y recibirán la marca de la bestia (Apo.
13:16, 17). Consiente de este riesgo, Elena de
White abogó por una salida anticipada de las
ciudades:

No debemos ubicarnos donde seremos


forzados a estar en contacto estrecho con
quienes no honran a Dios [...] Pronto
surgirá una crisis con respecto a la
observancia del domingo...

64
El partido del domingo se está
fortaleciendo en sus pretensiones falsas, y
esto significará opresión para los que
decidan guardar el sábado del Señor.
Debemos ubicarnos en un lugar donde
podamos cumplir plenamente con el
mandamiento del sábado. El Señor
declara: "Seis días trabajarás, y harás toda
tu obra; mas el séptimo día es reposo para
Jehová tu Dios; no hagas en él obra
alguna" (Exo. 20: 9, 10). Y debemos tener
cuidado de no colocarnos en un lugar
donde será difícil para nosotros y nuestros
hijos observar el sábado.

Si en la providencia de Dios podemos


conseguir lugares lejos de las ciudades, el
Señor quiere que lo hagamos. Nos esperan
tiempos difíciles.

… El mundo protestante ha establecido


un día de reposo idolátrico en el lugar
donde debería estar el sábado de Dios, y
va en pos de las pisadas del papado. Por
esta razón veo la necesidad de que las
familias del pueblo de Dios se trasladen
fuera de las ciudades, a lugares apartados
del campo, donde puedan cultivar la tierra
y cosechar los productos que ellas mismas
siembren. De este modo podrán criar a sus
hijos con hábitos sencillos y saludables.
Veo la necesidad de apresurarse a fin de

65
tener todas las cosas dispuestas para la
crisis (Mensajes selectos, tomo 2, p. 412).

Algunos adventistas equivocadamente afirman


que el pueblo de Dios recién debe salir de las
ciudades cuando se imponga la ley dominical.
Pero es claro que están confundiendo la ‘salida
de las ciudades’ con la ‘huida de las ciudades’.
Las declaraciones anteriores del espíritu de
profecía (MS, t. 2, 412) nos hablan de la salida de
las ciudades ¡ya! Cuando se promulgue la ley
dominical será el momento de huir o abandonar
las grandes ciudades, e incluso las más
pequeñas, para ir en busca de hogares retraídos
entre las montañas. Veamos eso en la siguiente
declaración inspirada:

No está lejano el tiempo en que, como


los primeros discípulos, seremos obligados
a buscar refugio en lugares desolados y
solitarios. Así como el sitio de Jerusalén
por los ejércitos romanos fue la señal para
que huyesen los cristianos de Judea, así
la asunción de poder por parte de nuestra
nación [los Estados Unidos], con el decreto
que imponga el día de descanso papal,
será para nosotros una amonestación.
Entonces será tiempo de abandonar las
grandes ciudades, y prepararnos para
abandonar las menores en busca de
hogares retraídos en lugares apartados
entre las montañas (Eventos de los últimos
días, p. 104).

66
11 Motivos para salir de las
ciudades y vivir en el campo
En base a los capítulos leídos hasta el
momento, estamos en condiciones de enumerar,
de manera resumida, los motivos por los cuales
debemos salir de las ciudades:

Motivo n.º 1. Vivir en el campo es parte del


plan original de Dios para el hombre

Vivir en el campo, en contacto con la


naturaleza, responde a un plan divino establecido
desde el principio, antes de la entrada del pecado
(Gén. 2:8).

No era el propósito de Dios que los


hombres vivieran hacinados en las
ciudades, confinados promiscuamente en
estrechos alojamientos. Al principio Dios
puso a nuestros primeros padres entre
las bellezas naturales en medio de las
cuales quisiera que nos deleitásemos hoy.
Cuanto mejor armonicemos con el plan
original de Dios, más fácil nos será
asegurar la salud del cuerpo, de la mente y
del alma (El ministerio de curación, p. 284).

Notamos que, incluso después de la caída,


Dios no cambió su plan original de que el hombre
viva en medio de la naturaleza, sino que, con

67
mayor razón, lo mantuvo, para que sus hijos
gozaran de plena salud física y espiritual (esto
último se desglosa en los motivos n.º 2 y 3).

Consideramos que este primer motivo es el


más importante de todos, y debe quedar claro
que, vivir en el campo, no es una disposición
ulterior de Dios para escapar de la inminente
destrucción de las ciudades, o del
establecimiento de las leyes dominicales, sino
que siempre fue el plan de Dios que sus hijos
tuvieran comunión con Él viviendo en medio de la
naturaleza.

Motivo n.º 2. Vivir en el campo facilita la


transformación del carácter

Debido a nuestra condición pecaminosa actual,


la transformación del carácter a la semejanza de
Cristo resulta bastante difícil, y debemos echar
mano de toda ayuda posible dispuesta por la
Providencia para alcanzar ese objetivo. El espíritu
de profecía nos asegura que:

Al contemplar las escenas de la


naturaleza, las obras del Creador, y al
estudiar la obra de la mano de Dios, seréis
transformados imperceptiblemente a la
misma imagen (Mensajes selectos, tomo 2,
p. 408).

68
Ejemplo de ello lo vimos en la vida de los
grandes siervos de Dios como Enoc, Moisés,
Elías, Juan el Bautista, etc., quienes fueron
educados fuera de las ciudades.

Motivo n.º 3. Vivir en el campo mejora la salud


física y mental

Entre los beneficios de vivir en el campo


encontramos: aire puro, agua más pura,
alimentación más natural (orgánica), ejercicio
saludable (al aire libre), ambiente tranquilo
(antiestrés), entre otros.

El ambiente físico de las ciudades es


muchas veces un peligro para la salud. La
exposición constante al contagio, el aire
viciado, el agua impura, el alimento
adulterado, las viviendas obscuras,
malsanas, y atestadas de seres humanos,
son algunos de los muchos males con que
se tropieza a cada paso (El ministerio de
curación, p. 282).

No es la voluntad de Dios que su pueblo


se establezca en las ciudades, donde todo
es agitación y confusión constantes. En
favor de sus hijos, deben evitar esto, pues
el apresuramiento y el ruido desmoralizan
todo el organismo (El hogar cristiano, p.
120).

69
Vivir en el campo sería muy beneficioso
para ellos; la vida activa al aire libre
desarrolla por igual la salud de la mente y
del cuerpo (Testimonios para la iglesia,
tomo 4, p. 138).

Motivo n.º 4. Las ciudades están llenas de


corrupción moral y espiritual

Las ciudades de nuestros días se están


volviendo rápidamente como Sodoma y
Gomorra. Los muchos días feriados
estimulan la holgazanería. Los deportes
excitantes -el asistir a los teatros17, las
carreras de caballos18, los juegos de azar,
el beber licores y las jaranas- estimulan
todas las pasiones a una actividad intensa.
La juventud es arrastrada por la corriente
popular…

En el mundo entero, las ciudades se


vuelven semilleros del vicio. Por doquiera
se ve y oye el mal. En todas partes se
encuentran incentivos a la sensualidad y a
la disipación (Eventos de los Últimos Días,
p. 113).

Enviad a los hijos a escuelas ubicadas en


la ciudad, donde toda clase de tentación
aguarda para atraerlos y desmoralizarlos, y

17Hoy podríamos agregar el cine, shows, conciertos, etc.


18 Hoy podríamos añadir las carreras de autos, motos,
bicicletas, etc.
70
la obra de la edificación del carácter será
diez veces más difícil tanto para los padres
como para los hijos (Ibid., p. 408).

Estas ciudades están llenas de toda


clase de impiedad: huelgas, asesinatos y
suicidios. Satanás está en ellas y domina a
los hombres en su obra destructiva. Bajo
su influencia matan por el placer de matar,
y harán esto cada vez más (Mensajes
selectos, tomo 2, p. 409).

Motivo n.º 5. Las ciudades serán castigadas


de acuerdo con la maldad de sus habitantes

El fin está cerca y cada ciudad va a ser


trastornada de diferentes maneras. Habrá
confusión en cada ciudad. Todo lo que
puede ser sacudido lo será, y no sabemos
qué pasará luego. Los juicios serán de
acuerdo con la maldad de la gente y la luz
de verdad que han tenido (Eventos de los
últimos días, p. 114).

Las impías ciudades de nuestro mundo


serán destruidas. Mediante las catástrofes
que ocasionan actualmente la ruina de
grandes edificios y de barrios enteros, Dios
nos muestra lo que acontecerá en toda la
tierra (Testimonios para la iglesia, tomo 7,
p. 83).

71
Motivo n.º 6. La crisis de las leyes dominicales
afectará principalmente a quienes vivan en las
ciudades y dependan del sistema que las
gobierna

El mundo protestante ha establecido un


día de reposo idolátrico en el lugar donde
debería estar el sábado de Dios, y va en
pos de las pisadas del papado. Por esta
razón veo la necesidad de que las familias
del pueblo de Dios se trasladen fuera de
las ciudades, a lugares apartados del
campo, donde puedan cultivar la tierra y
cosechar los productos que ellas mismas
siembren […] Veo la necesidad de
apresurarse a fin de tener todas las cosas
dispuestas para la crisis (Mensajes
selectos, tomo 2, p. 412).

72
12 Palabras de advertencia y
consejo para los padres de familia
En este capítulo reproducimos las serias
advertencias del espíritu de profecía para los
padres que, como Lot, ponen los intereses
mundanales encima de los espirituales al
momento de elegir un lugar para vivir.

Es frecuente que los padres no sean


cuidadosos en cuanto a rodear a sus hijos
con las influencias correctas. Al elegir
casa, piensan más en sus intereses
mundanales que en la atmósfera moral y
social, y los hijos traban relaciones
desfavorables para el desarrollo de la
piedad y la formación de un carácter
integro...

Padres que denunciáis a los cananeos


porque ofrecían sus hijos a Moloc, ¿qué
estáis haciendo vosotros? Ofrecéis un
costosísimo sacrificio a vuestro dios
Mammón; y luego, cuando vuestros hijos
se crían sin recibir amor y con un carácter
desapacible, cuando manifiestan impiedad
decidida y tendencia a la incredulidad,
culpáis a la fe que profesáis porque no
puede salvarlos. Cosecháis lo que
sembrasteis, el resultado de vuestro
egoísta amor al mundo y de vuestra
negligencia con respecto a los medios de

73
gracia. Mudasteis vuestras familias a
lugares de tentación; y no considerasteis
esencial el arca de Dios, vuestra gloria y
defensa; y el Señor no realizó un milagro
para librar a vuestros hijos de la tentación
(El hogar cristiano, p. 120).

Mejor es sacrificar cualesquiera


consideraciones mundanales, o aun todas
ellas, antes de poner en peligro las almas
preciosas confiadas a vuestro cuidado
(Ibid., p. 122).

Porque ¿qué aprovechará al hombre si


ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
(Mar. 8:36).

Sería bueno que pusierais a un lado


vuestras preocupaciones y perplejidades
para buscar retiro en el campo, donde no
impera tanto la influencia que corrompe la
moral de los jóvenes. Es verdad que en el
campo no estaríais completamente libres
de molestias y congojas; pero evitaríais
muchos males y cerraríais la puerta a un
alud de tentaciones que amenaza dominar
la mente de vuestros hijos. Estos necesitan
ocupación y variedad. La monotonía de su
hogar los vuelve inquietos y agitados, y
han caído en la costumbre de frecuentar a
los jóvenes viciosos de la ciudad, con los
que obtienen una educación callejera...

74
Viviendo en el campo se beneficiarían;
una vida activa al aire libre desarrollaría su
salud, tanto física como mental. Debieran
tener un jardín que cultivar, donde pudieran
hallar diversión y ocupación útil. El cuidado
de plantas y flores tiende a perfeccionar el
gusto y el juicio, mientras que el
familiarizarse con las útiles y hermosas
creaciones de Dios ejerce una influencia
que refina y ennoblece la mente al referirla
al Hacedor y Señor de todo (El hogar
cristiano, pp. 125, 126).

Los padres pueden obtener casitas en el


campo, con tierra de cultivo, donde puedan
tener huertos y donde puedan cosechar
verduras y frutas menudas para
reemplazar la carne, que tanto corrompe la
sangre que corre por las venas. En tales
lugares, los niños no estarán rodeados por
las influencias corruptoras de la vida en la
ciudad. Dios ayudará a su pueblo a
encontrar tales hogares fuera de las
ciudades (Ibid., p. 123).

75
PARTE 3: Instrucciones
para una salida
planificada de las
ciudades

76
13 No todos pueden salir todavía
El espíritu de profecía refiere que «algunos»
adventistas deben permanecer en las ciudades
para predicar el mensaje de Dios. Debemos tener
cuidado de no convertir esos «algunos» en ‘casi
todos’, desvirtuando así el llamado de Dios a salir
de las ciudades.

Deberíamos sentir una preocupación


constante al observar el cumplimiento de
las palabras de Cristo: ‘Mas como en los
días de Noé, así será la venida del Hijo del
Hombre’. Mateo 24:37. En los días que
precedieron al diluvio, se inventó toda
clase de diversiones para llevar a los
hombres y mujeres a la despreocupación y
al pecado. Hoy, en 1908, Satanás está
obrando intensamente, para que
prevalezcan las mismas condiciones
impías. Y la tierra se está corrompiendo...

No podemos dejar de ver que el fin del


mundo se acerca. Satanás está obrando
en la mente de hombres y mujeres, y
muchos parecen sentirse invadidos por el
deseo de diversión y excitación. Como en
los días de Noé, está aumentando la
maldad en todas sus formas. El divorcio y
el matrimonio están a la orden del día. En
un tiempo como el presente, los que
procuran guardar los mandamientos de
Dios deberían buscar lugares apartados,
77
lejos de las ciudades. Algunos deben
permanecer en las ciudades para dar la
última nota de advertencia, pero esto se
volverá cada vez más peligroso de realizar
(Elena de White, Manuscrito 85, 1908)19.

En vista de que cada vez se vuelve «más


peligroso» para la espiritualidad vivir en las
ciudades (aunque fuese para predicar el
evangelio), el llamado de Dios sigue siendo:
«Salid de las ciudades».

No obstante, lo anterior, la realidad es que


existen familias a quienes no les es posible salir
de las ciudades todavía. Bien sea porque no han
conseguido una propiedad adecuada en el
campo, porque no cuentan con los medios
económicos necesarios, o por cualquier motivo
válido. El consejo para estas familias es el
siguiente:

Siempre que se pueda, es deber de los


padres establecer un hogar en el campo
para beneficiar a sus hijos.

A medida que transcurra el tiempo, cada


vez será más necesario que nuestro
pueblo salga de las ciudades. Durante
años hemos recibido la instrucción de que
nuestros hermanos y hermanas, y

19Citado parcialmente en De la ciudad a la vida rural, p. 10


y en De la ciudad al campo, pp. 13, 14.
78
especialmente las familias con hijos,
deberán planear salir de las ciudades a
medida que puedan hacerlo. Muchos
tendrán que trabajar laboriosamente para
ayudar a abrir el camino. Pero hasta que
sea posible salir, durante todo el tiempo
que permanezcan en ellas, deberían
ocuparse activamente en el trabajo
misionero, por muy limitada que sea su
esfera de influencia (Eventos de los últimos
días, p. 122).

Dice el consejo inspirado que «hasta que sea


posible salir», los hermanos que se quedan en las
ciudades deben «ocuparse activamente en el
trabajo misionero». El ejercicio espiritual los
fortalecerá para enfrentar las múltiples
tentaciones que hay en las ciudades.

79
14 El peligro de permanecer
innecesariamente en las ciudades
Como se mencionó recientemente, debemos
tener cuidado de no desvirtuar los consejos del
espíritu de profecía sobre la salida de las
ciudades. Algunos adventistas acomodadizos
minimizan el consejo de Dios, recurriendo a citas
aisladas como ésta (que citamos en el capítulo
anterior): «Algunos deben permanecer en las
ciudades para dar la última nota de
advertencia»20. Declaraciones como ésta, que
habla de «algunos» (no de ‘todos’ ni de ‘la
mayoría’) que permanecerán en las ciudades
predicando el mensaje del tercer ángel, no
pueden justificar la actitud indiferente de quienes
innecesariamente permanecen en las ciudades,
porque sencillamente no quieren obedecer el
consejo de Dios, o porque no les conviene
hacerlo.

Las advertencias del espíritu de profecía son


claras:

Al elegir un sitio para vivir, Dios quiere


que consideremos ante todo las influencias
morales y religiosas que nos rodearán a
nosotros y a nuestras familias.

20 Elena de White, Manuscrito 85, 1908.


80
… no debemos exponernos
voluntariamente a influencias
desfavorables para la formación del
carácter cristiano. Cuando el deber nos
llama a hacer esto, deberíamos orar y velar
doblemente para que, por la gracia de
Cristo, nos mantengamos incorruptos (El
hogar cristiano, p. 114).

Está aumentando la maldad en nuestras


ciudades y cada vez resulta más evidente
que aquellos que permanecen en ellas
innecesariamente, arriesgan la salvación
de su alma (Eventos de los últimos días, p.
122).

Si nos colocamos bajo influencias


objetables, ¿podemos esperar que Dios
realice un milagro para deshacer los
resultados de una conducta impropia? Por
cierto que no. Salid de las ciudades tan
pronto como sea posible, y adquirid una
porción de tierra donde podáis tener un
huerto, donde vuestros hijos puedan ver
crecer las flores y aprender de ellas
lecciones de sencillez y pureza (Mensajes
selectos, tomo 2, p. 409).

Y no solo existen riesgos para la vida espiritual


de quienes permanezcan innecesariamente en
las ciudades; la salud física también se puede
comprometer, especialmente si se trata de los
más débiles y los mayores de edad.
81
Será una gran ventaja tener nuestros
edificios en localidades retiradas de las
ciudades tanto como sea posible. La
salubridad de los contornos debe
considerarse en todo lo que vale. Deben
elegirse puntos un tanto alejados de las
ciudades ruidosas. Los que trabajan en las
grandes ciudades necesitan ventajas
especiales, para que no se les pida que
sacrifiquen la vida o la salud en forma
innecesaria.

Escribo estas cosas porque se me ha


mostrado la importancia de que nuestros
obreros eviten en lo posible cualquier cosa
que ponga en peligro su salud.
Necesitamos ejercer el mejor juicio en
estos asuntos. A los hombres y mujeres
débiles o ya de edad, no se los debe enviar
a trabajar en ciudades insalubres y
atestadas. Que trabajen donde no
sacrifiquen innecesariamente la vida. A
nuestros hermanos que llevan la verdad a
las ciudades no se les debe obligar a poner
en peligro su salud en el ruido, el bullicio y
la confusión, si se pueden obtener lugares
retirados [para que vivan]. (El ministerio
médico, pp. 410, 411).

82
15 Salidas imprudentes de las
ciudades
Hemos de cuidarnos de salir de las ciudades
de forma imprudente y apresurada, como
respuesta a un movimiento de agitación, sin
buscar la sabiduría de nuestro Dios.

Hermano mío, su carta me dice que en


Battle Creek21 hay muchos que están
decididos a salir de ese lugar. Existe una
gran necesidad de que ahora se lleve a
cabo tal cosa. Los que por fin han decidido
salir, que no lo hagan en forma apresurada
como respuesta a un movimiento de
agitación, en forma imprudente, o de un
modo tal que después tengan que
arrepentirse profundamente de haber
salido...

No deben realizarse movimientos


imprudentes motivados por el consejo de
salir de Battle Creek. No hagáis nada sin
buscar la sabiduría de Dios, quien ha
prometido darla liberalmente a todos los
que se la pidan, sin reconvenir a nadie.
Todo lo que se puede hacer es aconsejar e
informar, y luego dejar a los que están
convencidos acerca de cuál es su deber

21Ciudad en el estado de Michigan donde se encontraba la


sede de la obra adventista en EE.UU.
83
que actúen bajo la dirección divina y
enteramente dispuestos a conocer a Dios y
a obedecerle.

… Aquellos hombres que no poseen una


experiencia en la vida práctica, deben
actuar con mucho cuidado porque corren el
riesgo de aconsejar sin saber lo que sus
consejos pueden inducir a otros a llevar a
cabo (Mensajes selectos, tomo 2, p. 414).

La inspiración nos advierte que no salgamos


de las ciudades de forma desordenada, sin
moderación, sin planificación, y sin proyectos
adecuados ni propósitos definidos.

Me dirijo a la iglesia de Battle Creek


para que actúe de acuerdo con los
consejos dados por Dios. Es necesario que
muchos salgan de Battle Creek, y sin
embargo también es necesario que tengáis
planes definidos acerca de lo que haréis
cuando salgáis de Battle Creek. No salgáis
apresuradamente sin saber lo que estáis
haciendo… (Ibid., pp. 415, 416).

No se haga nada en forma desordenada


para que no se produzcan grandes
pérdidas ni se sacrifiquen las propiedades
a causa de discursos ardientes e
impulsivos que despiertan un entusiasmo
que no está de acuerdo con la voluntad de
Dios para que una victoria que es esencial
que se obtenga no se convierta en derrota
84
por falta de una moderación adecuada, de
proyectos adecuados, de principios sólidos
y de propósitos definidos. En este asunto
debe haber una dirección sabia, y todos
deben actuar bajo la dirección de un
Consejero sabio e invisible, el cual es Dios.
Habrá instrumentos que son humanos que
lucharán por el dominio, y se efectuará una
obra que no llevará la rúbrica de Dios.
Ahora quiero rogar que cada persona no se
vuelva con demasiada intensidad y
confianza hacia los consejeros humanos,
sino que busque fervorosamente a Dios,
Aquel que es sabio en consejos. Someted
todos vuestros caminos y vuestra voluntad
a los caminos de Dios y a la voluntad de
Dios (Ibid., pp. 416, 417).

Si bien, Dios mismo debe ser nuestro primer y


principal Consejero, también se necesitan
«hombres sabios» y «bien equilibrados», que
sean «consejeros seguros».

… Ojalá que haya generales, hombres


sabios y considerados, hombres bien
equilibrados, que sean consejeros seguros,
que comprendan la naturaleza humana, y
que sepan cómo dirigir y aconsejar en el
temor de Dios (Ibid., p. 416).

Ahora, justamente ahora, es el tiempo


cuando los peligros de los últimos días se
amontonan junto a nosotros, y por eso
necesitamos hombres sabios como

85
consejeros, y no hombres que piensan que
su deber consiste en crear agitación y
desorden sin ser capaces de dar consejos
oportunos ni organizar y disponer para que
después de cada brote de entusiasmo, de
la confusión surja el orden, y haya
descanso y paz por la obediencia a la
Palabra de Dios (Ibid., p. 417).

… hágase todo decentemente y con


orden (1 Cor. 14:40).

86
16 Buscando fervientemente la
sabiduría de Dios
Salir de las ciudades no es un asunto de poca
monta. Requiere de un análisis cuidadoso del
asunto, con mucha oración, aun con ayuno, y un
estudio concienzudo de la Palabra de Dios.

Que todos tomen el tiempo necesario


para realizar cuidadosas consideraciones,
para que no sean como el hombre de la
parábola que comenzó a edificar y luego
fue incapaz de terminar. No debe
realizarse ningún movimiento sin
considerar cuidadosamente ese
movimiento y sus resultados; todo debe ser
tenido en cuenta…

Puede haber personas que se apresuran


a hacer una cosa, y que se comprometen
en negocios acerca de los cuales no saben
nada. Dios no requiere que se haga esto.
Pensad con sinceridad y oración, y
estudiad la Biblia cuidadosamente y con
oración, teniendo la mente y el corazón
despiertos para oír la voz de Dios…
(Mensajes selectos, tomo 2, p. 415).

… Órese mucho, y aun con ayuno, para


que nadie actúe en oscuridad, sino que
avance en la luz así como Dios está en
luz… (Ibid., p., 416).

87
… La sabiduría de ningún instrumento
humano es suficiente para trazar planes y
proyectos en este tiempo. Exponed cada
plan delante de Dios con ayuno, y
humillando el alma delante del Señor
Jesús, y encomendad vuestros caminos al
Señor. La promesa segura es que él
dirigirá vuestras sendas. El posee recursos
infinitos. El Santo de Israel, quien llama por
su nombre a las huestes del cielo, y
mantiene las estrellas en su lugar, os cuida
individualmente... (Ibid., p. 418).

Y si alguno de vosotros tiene falta de


sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será
dada (Sant. 1:5).

… Dios ayudará a su pueblo a encontrar


tales lugares fuera de las ciudades (Ibid., p.
413).

88
17 Los primeros que deben salir de
las ciudades
El espíritu de profecía declara que las familias
con hijos son los primeros que deben salir de las
ciudades.

Mientras Dios me dé fuerza para hablar


a nuestro pueblo, continuaré invitando a los
padres a abandonar las ciudades y
establecer sus hogares en el campo,
donde puedan cultivar el suelo y aprender
del libro de la naturaleza las lecciones de
pureza y sencillez (El hogar cristiano, p.
130).

Los niños no deben estar expuestos por


más tiempo a las tentaciones de las
ciudades que están maduras para su
destrucción. El Señor nos ha amonestado y
aconsejado para que saliésemos de las
ciudades. Por eso no debemos hacer más
inversiones en ellas. Padres y madres,
¿cómo consideráis las almas de vuestros
hijos? ¿Estáis preparando a los miembros
de vuestras familias para ser trasladados a
las cortes celestiales? ¿Los estáis
preparando para que sean miembros de la
familia real e hijos del Rey celestial?
"Porque ¿qué aprovechará al hombre si
ganare todo el mundo, y perdiere su alma?'
(Mar. 8: 36). ¿Qué importancia tienen el

89
ocio, la comodidad y la conveniencia,
comparados con el valor de las almas de
vuestros hijos?

Los padres deben comprender que la


educación de sus hijos constituye una obra
importante en la salvación de las almas. El
campo ofrece oportunidad para una
abundante ejercitación en la práctica de
hacer lo que debe ser hecho y que
proporcionará salud física mediante el
desarrollo de los nervios y los músculos.
"Fuera de las ciudades", es mi mensaje
para la educación de nuestros hijos
(Mensajes selectos, tomo 2, p. 407).

Los creyentes que viven en las ciudades


tendrán que trasladarse al campo para
salvar a sus hijos de la ruina (Elena de
White, Carta 25, 1902).

Ha llegado el tiempo cuando, a medida


que Dios abra el camino, las familias
deberían salir de las ciudades. Los niños
deberían ser llevados al campo. Los
padres deberían conseguir un lugar tan
apropiado como lo permitan sus recursos.
Aunque la casa sea pequeña, debe estar
rodeada por terreno que pueda ser
cultivado.

Los padres pueden conseguir casas


pequeñas en el campo, con terreno de
cultivo, donde sea posible tener huertos

90
para cultivar verduras y frutos pequeños,
con el fin de reemplazar la carne que tanto
contamina la sangre vital que circula por
las venas. En esos lugares los niños no
estarán rodeados por las influencias
corruptoras de la ciudad...

A medida que transcurra el tiempo, cada


vez será más necesario que nuestro
pueblo salga de las ciudades. Durante
años hemos recibido la instrucción de que
nuestros hermanos y hermanas, y
especialmente las familias con hijos,
deberían planear salir de las ciudades a
medida que puedan hacerlo (Mensajes
selectos, tomo 2, p. 413).

91
18 ¿Formación de colonias
adventistas?
El espíritu de profecía desalienta la formación
de colonias de adventistas, no importa si las
intenciones son «hacer la obra de Dios». No
recibiremos la bendición del Señor si
desatendemos sus claras instrucciones.

No es el propósito de Dios que sus hijos


formen colonias o se establezcan juntos en
grandes comunidades. Los discípulos de
Cristo son sus representantes en la tierra, y
Dios quiere que estén dispersados por todo
el país, en pueblos, ciudades y aldeas,
como luces en medio de las tinieblas del
mundo. Han de ser misioneros para Dios,
que por su fe y sus obras atestigüen que
se acerca la venida del Salvador” (Joyas
de los testimonios, tomo 3, pp. 248, 249).

El Señor desea que en nuestros días su


pueblo se disperse por toda la tierra. No
debemos agruparnos en colonias. Jesús
dijo: ‘Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura.’ Marcos 16:15.
Cuando los discípulos cedieron a su deseo
de permanecer juntos en Jerusalén, Dios
permitió la persecución, y tuvieron que
dispersarse por todas las regiones del
mundo habitado (De la ciudad al campo, p.
21).

92
No os agrupéis en un solo lugar,
cometiendo el mismo error que en Battle
Creek. Hay cientos de lugares que
necesitan recibir la luz que Dios os ha dado
(Fundamentos de la educación cristiana, p.
495).

La luz dada reiteradamente por el


Espíritu de Dios es: No forméis colonias…
(Testimonios para los ministros, p. 400).

Los miembros laicos de nuestras


iglesias pueden realizar una obra que
hasta ahora apenas ha sido iniciada por
ellos. Nadie debe trasladarse a lugares
nuevos simplemente para obtener ventajas
mundanales; sino que donde hay
oportunidades de ganarse la vida, deben
entrar familias bien arraigadas en la
verdad, una o dos familias por lugar, para
trabajar como misioneros. Deben sentir
amor por las almas, preocupación por
trabajar en su favor, y deben estudiar la
manera de llevarlas a la verdad. Pueden
distribuir nuestras publicaciones, celebrar
reuniones en sus casas, llegar a conocer a
sus vecinos e invitarlos a venir a esas
reuniones. Así harán brillar su luz por las
buenas obras (Joyas de los testimonios,
tomo 3, p. 249).

93
19 Salid de las ciudades antes que
sea tarde
Finalizamos éste opúsculo, compartiendo con
ustedes los solemnes llamamientos que la
mensajera del Señor hizo a las familias
adventistas, instándolas a que tomen una
decisión y salgan a tiempo de las ciudades.

Esta madrugada no pude dormir


después de las dos. Durante la visión de la
noche me veía a mí misma en una junta.
Rogaba a varias familias que aceptasen las
instrucciones establecidas por Dios y
saliesen de las ciudades para salvar a sus
hijos. Algunas de ellas dejaban pasar el
tiempo sin tomar una determinación.

Los ángeles de la misericordia


apresuraron a Lot, a su esposa y sus hijas
tomándolos de las manos. Si Lot se
hubiera apresurado tal como el Señor lo
deseaba, su esposa no se habría
convertido en una estatua de sal. Lot
adolecía de un marcado espíritu de
dilación. No seamos como él era. La
misma voz que amonestó a Lot a que
saliese de Sodoma, nos ruega: "Salid de
en medio de ellos, y apartaos […] Y no
toquéis lo inmundo" (2 Cor. 6: 17). Aquellos
que obedezcan esta amonestación
encontrarán un refugio. Que cada hombre

94
esté bien despierto y procure salvar a su
familia. Que se ciña para realizar el trabajo.
Dios revelará punto por punto qué debe
hacer después.

Oíd la voz de Dios hablar por medio del


apóstol Pablo: "Ocupaos en vuestra
salvación con temor y temblor, porque Dios
es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer, por su buena voluntad" (Fil.
2: 12, 13). Lot recorrió la llanura de mala
gana y con lentitud. Se había asociado
durante tanto tiempo con la gente impía,
que no logró comprender el peligro que
corría hasta que su esposa quedó en la
llanura convertida en una estatua de sal
(Mensajes selectos, tomo 2, pp. 406, 407).

Dentro de no mucho tiempo no se podrá salir


de las ciudades

Mi advertencia es: Salid de las ciudades.


No edifiquéis sanatorios en las ciudades.
Educad a los integrantes de nuestro pueblo
para que salgan de las ciudades y vayan al
campo, donde pueden obtener porciones
pequeñas de tierra y construir un hogar
para ellos y sus hijos...

Nuestros restaurantes deben estar en


las ciudades, porque de otro modo los
obreros que trabajan en ellos no podrían
alcanzar a la gente y enseñarles los
principios que rigen la vida sana. Y por

95
ahora tenemos que utilizar salones de
reuniones en las ciudades. Pero dentro de
no mucho tiempo habrá tal contienda y
confusión en las ciudades, que aquellos
que deseen salir de ellas no podrán
hacerlo. Debemos estar preparados para
estos acontecimientos. Esta es la luz que
el cielo me ha dado (Mensajes selectos,
tomo 2, pp. 162, 163).

Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis


vuestros corazones (Heb. 4:7).

96

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