You are on page 1of 9

1

La Ilustración

Francisco González Gómez

Empirismo y racionalismo coinciden en rechazar las formas místicas y religiosas del mundo,
realizan su búsqueda del conocimiento en el estudio de la naturaleza y dejan fuera de sus teorías
filosóficas la explicación de la voluntad divina, aunque sus mismas limitaciones los remitan al
final a ella. En otros términos, no parten de la divinidad y buscan convertir al hombre en el amo
de la naturaleza y al darle prioridad a ésta se ubican en una visión materialista. Enfrentan la
concepción religiosa proveniente del medioevo: ”El hombre había sido declarado en el Génesis
`señor de la creación’, pero es cierto también que dos importantes hechos limitaban el ejercicio
de este señorío: desde la `caída de Adán, el hombre fue condenado a obtener el pan con el sudor
de su frente, el ‘señorío’ concedido a Adán precede a su expulsión del Paraíso; en segundo
lugar, el `señorío’ implicaba, al propio tiempo, el respeto a la obra de Dios, pues todo lo que éste
había hecho era considerado ’bueno’... transformar la naturaleza implicaba alterar el designio
definitivo del creador y de los objetos salidos de su mano.” 1

Influidos por el desarrollo de la producción y por el uso de algunas máquinas simples que
funcionaban de acuerdo a la tecnología mecánica, a la extensión de los métodos matemáticos de
investigación al campo de los fenómenos físicos. El desarrollo de la navegación y del comercio
demandaban el conocimiento del movimiento de los astros para la ubicación de las naves en sus
rutas. Todo ello favorecía a concebir la mecánica en el centro del conocimiento del mundo y a
reconocer a través de ella el movimiento de las cosas, pero este movimiento se da sólo en el
sentido de traslado, de velocidad, de cambios de cantidad, cuantitativos. Por eso se le denomina
como materialismo mecanicista.

El empirismo de Bacon era limitativo en la medida de que sostenía que todos los conocimientos,
aún los más abstractos, derivan en la percepción sensible del mundo exterior. Tendía identificar
sensación con pensamiento. Su clasificación de la ciencia permite apreciar su mecanicismo:
“Las ciencias son como las pirámides cuyos únicos conocimientos son la historia y la
experiencia y, por esa razón, la filosofía natural debe basarse también en la historia natural; el
piso más cercano a los cimientos es la física.” 2 {El conocimiento se obtiene de la sensación y la
sensación de la práctica, en Bacon}

En varios aspectos quienes continuaron desarrollando el empirismo, en particular John Locke,


plantearon que, si bien las percepciones simples son el punto de partida del conocimiento,
requieren de una elaboración mental para combinar, separar, elaborar pensamientos más
complejos no limitados a las sensaciones.

El racionalismo de Descartes también se sustentaba en la física y en el conocimiento de la


naturaleza “el universo es material e infinito; la materia aunque se compone de partículas (o
corpúsculos), es divisible en principio hasta el infinito; no existe el espacio vacío; la extensión
es el atributo de la sustancia material; las partículas de materia se hallan sujetas a un
movimiento que representa aun cambio en su posición en el espacio; no existe ninguna fuerza al
margen de la materia, con excepción de Dios; por último, la materia y el movimiento son
indestructibles.”3 ¿Qué entendemos por materia? Todo lo que ocupa un lugar en el espacio.

1
Labastida, Jaime. Producción, ciencia y sociedad: de Descartes a Marx. Siglo XXI Editores, México,
1969, pp 96-97.
2
Dynnik, M.A. Historia de la filosofía. De la Antigüedad a comienzos del siglo XIX. Editorial Grijalbo,
México, 1960, p. 323.
3
Dynnik, Op.cit. p. 340.
2

El enfrentamiento entre el método inductivo y la concepción filosófica de los empiristas ha


confrontado a lo largo de la historia a los racionalistas partidarios del método inductivo.

Es en este ambiente filosófico, de avances en el conocimiento científico y cultural y, en


particular la creciente presencia política y social de la burguesía en el proceso de consolidación
del capitalismo el que gesta a la Ilustración en el siglo XVIII, aunque, como vimos sus raíces se
remontan por lo menos al Renacimiento y a la reforma protestante.

Este movimiento múltiple y con matices en cada país tiene en común “desarrollar la lucha de la
razón contra la autoridad, o bien la lucha de la ‘luz’ contra las ‘tinieblas’. “El término
Ilustración significa esclarecimiento, clarificación. Es una “filosofía militante, de critica a la
tradición cultural e institucional; su programa es la difusión del uso de la razón para dirigir el
progreso de la vida en todos sus aspectos. Esto es, la expresión del proceso de secularización de
la ciencia política.”4 La disputa de la razón contra lo tradicional proveniente del medioevo, le
permite a la Ilustración llamar al siglo XVIII el “Siglos de las luces”.

Para evitar confusiones debemos decir que secularizar significa pasar instituciones o personas
de un carácter religioso a uno civil. En este caso, significa el proceso mediante el cual a partir
del Renacimiento el ámbito de la religión se va restringiendo a nivel de las ideas, de su
influencia política y de su presencia en la vida cotidiana de la sociedad.

La autonomía del individuo

La ilustración da continuidad a la liberación alcanzada de la fuerte sumisión a las ideas del


Medioevo. Demanda que cada individuo ejerza su libertad de acción y de pensamiento. Para
lograrlo tiene que combatir a los prejuicios que nos impregnan desde la infancia, ser capaces de
resistir la presión del sentido común de la sociedad, de la moda, del qué dirán. Debemos ser
capaces de decir no cuando acciones de la autoridad pretendan restringir arbitrariamente
nuestras decisiones. Tenemos que recurrir a nuestra razón y fomentar nuestro espíritu crítico.
Pensar por uno mismo es una herencia de la Ilustración.

Pero esta autonomía tiene obstáculos que superar. Sobre todo, cuando emitimos una opinión o
actuamos contra el interés social. ¿Pero qué es, en qué consiste ese interés social? Estamos
obligados a reflexionar que no estamos solos ni en la sociedad ni en el planeta, no somos
individuos aislados, necesitamos a los otros, porque es en el ambiente colectivo, social, donde
nuestra razón enfrenta otras razones, otras opiniones, y a comprender y a valorar los argumentos
ajenos. Los hombres solos, aislados no somos gran cosa. A nadie le importamos y no somos
autosuficientes. La novela de Robinson Crusoe según la cual una persona sobrevive al naufragio
del barco que lo transportaba, es eso, una novela, tan relevante es la soledad del naufrago que a
la primera oportunidad el autor incorpora al relato a un sirviente nativo que le da compañía.

Entonces enfrentamos una dificultad grande, responder ¿qué es el interés común?


Probablemente se aclaren nuestras dudas si ponemos un ejemplo. Los terroristas que
“derrumbaron” las Torres Gemelas en Nueva York habían decidido dañar al Imperio
estadounidense perjudicial con su intervención militar y política a los musulmanes en el Medio
Oriente. Se sabe de las expresiones de júbilo de los palestinos prisioneros en Gaza y de pueblos
de religión musulmana que celebraron con fiestas la caída de las Torres. ¿Dónde está entonces la
razón? La única respuesta es enterarnos, conocer el origen de los hechos, las circunstancias
históricas y tratar de evitar al máximo el uso equivocado de nuestra autonomía individual. Es
difícil hacerlo en nuestra sociedad manipulada por los medios de difusión: prensa escrita, cine y,
particularmente, la televisión.

4
Bobbio, Norberto, et al. Diccionario de política, Vol. 1, Siglo XXI Editores, séptima edició n en
españ ol, México, 1991, p. 779.
3

Sin embargo, frente a los conflictos de clase y entre naciones que se presentan es inevitable
definir cual es nuestra posición tomando en cuenta nuestros propios intereses y los de la
sociedad en que vivimos. Definirnos ante la crisis climática, la globalización de la economía, el
terrorismo internacional, los problemas de los pueblos originarios y su defensa de sus territorios
frente a la minería depredadora y muchos más requieren forjar una solidez de criterio basada en
el conocimiento y la información.

Un riego importante ante las situaciones conflictivas del mundo es abstenernos de adoptar un
criterio. En ese caso quedamos a expensas de la opinión pública y de los medos informativos
que poblarán querámoslo o no nuestra forma de pensar. Una actitud de desinterés social es
reforzada con la pretensión de encerrarse en lo personal, si acaso en lo familiar. Entonces
nuestros valores y nuestro criterio tienden al “valemadrismo”. No importa lo que suceda a mi
alrededor ni en mi país ni en el mundo. Como decía Luis XV, el rey de Francia previo a la
revolución francesa, “después de mi el diluvio”. Y llegó el diluvio que condujo a su hijo Lui
XVI y a su consorte María Antonieta a la guillotina. Otro ejemplo, relativamente dudoso, es el
emperador romano Nerón tocando un instrumento musical y contemplando a lo lejos el incendio
que arrasó Roma.

El individualismo extremo, como lo llaman el Papa Francisco, Víctor M. Toledo y muchos otros
destacados intelectuales, el individualismo egoísta o como se le defina con otros sinónimos, es
el campo fértil de la ausencia de valores, bien definida por Nietzsche y otros pensadores como
nihilismo. Es el riesgo que vive la sociedad actual, vivir en torno de lo mío, de mi equipo
deportivo, de mi artista favorito, de la ropa que visto, de los tenis que quiero adquirir, etc. Bien
dice Vinnai: “La concentración de poderío social en manos de la administración cultural y
política que todo lo abarca, someten hoy aspectos otrora privados de la existencia en la
burguesía a una enseñanza, manipulación y control metódicos, al servicio de la reproducción del
sistema social” actual.5

Finalmente comprendamos que al hablar de autonomía de los individuos incluimos a las


mujeres (por razones obvias no argumentamos sobre los niños y los ancianos), y esto es
importante porque hasta pocas décadas atrás y muy visiblemente en los siglos anteriores al XX,
las mujeres se hallaban sometidas, en México y casi todo el mundo, a la triple dictadura:
primero del padre, luego del sacerdote y, después del marido. Ejemplo notable de ello era la
marginación política expresada en la imposibilidad de participar en el rumbo de la sociedad
pues les estaba negando el derecho de votar. Derecho obtenido después de arduos conflictos en
los países económicamente más desarrollados. Pero esto es solamente un ejemplo. La
subordinación femenina enfrenta atavismos mayores y cadenas más pesadas, desde la
discriminación salarial y la promoción en los empleos, hasta el núcleo esencial: el machismo
contra el cual se batallan. También regresaremos a este tema.

Laicismo

5
Vinnai, Gerhard. El futbol como ideología. Siglo XXI Editores, segunda edició n en españ ol, México,
1978, p. 85.
4

Acompaña al proceso de responsabilidad individual creciente la libertad religiosa. La historia


europea desde el Renacimiento hasta la Ilustración “es la historia tanto de la consolidación de la
separación de las instituciones públicas como el aumento progresivo de la libertad individual”. 6
Para ello era necesario distinguir también qué conducta humana estaba “bien” y cuál estaba
“mal”, pero ahora ya no bastaba con presentarla bajo el manto religioso, de acuerdo con los
cánones eclesiásticos, era preciso independizar también en este sentido la calificación de los
actos de los hombres. Surgió así la diferenciación entre pecado y delito, correspondiéndole este
segundo al ámbito civil. ¿Cómo castigarlo? No podía hacerse desde la perspectiva religiosa,
máxime que se había reconocido la legitimidad de distintas formas de pensar y de creer en la
divinidad, sino considerando cuáles eran las acciones que dañaban al resto de la sociedad.

Fue necesario entonces separar los campos de la Iglesia y del Estado para no interferir uno en el
otro. De esta manera se estableció como un principio, surgido en la Ilustración, la división entre
la Iglesia y el Estado. Con esta política se garantiza la libertad de pensamiento, se prohíbe que
exista una religión de Estado y éste se compromete a respetar todos los credos sin beneficiar en
lo particular a ninguno.

Asimismo, se rescatan para el Estado funciones que durante siglos detentó la Iglesia para
difundir y reforzar su presencia en la vida cotidiana: la educación dejó de ser religiosa, el
control de los cementerios pasó a manos estatales, el registro civil sustituyó a la fe de bautizo y
se estableció el matrimonio civil, se extinguieron conventos y monasterios y se proporcionó la
libertad de elección a monjes y monjas para continuar o no en reclusión conventual. De acuerdo
a la situación específica de cada país y siguiendo los mismos principios se aplicaron medidas
adicionales. Por ejemplo, en México el rechazo del clero a estas medidas y la organización de
una guerra civil para conservar sus privilegios provocó la nacionalización de los bienes del clero
y se prohibió la participación política de los sacerdotes de cualquier religión.

Existe un tercer ámbito que dirige la acción del individuo: la autoridad dentro de la familia. Con
múltiples variantes que dependen del entorno social, la autoridad paterna absoluta está
cuestionada, con excepción de regiones donde tampoco se ha podido consolidar la separación
entre Iglesia y Estado. Identificada como una variante del machismo, la autoridad paterna es
ejercida sobre el conjunto de la familia controla a la esposa y a las hijas, y, en algunos casos, se
relaja en el trato con los hijos varones. Mientras más democrática y laica es una sociedad, se
está redefiniendo la autoridad dentro de la familia y la forma de ejercerla. En otros países donde
predomina el Islam la situación es radicalmente diferente. La autoridad paterna no está
cuestionada y esto conforma otro tipo de familia diferente al de la civilización occidental laica.

En este giro revolucionario de abandono de las normas religiosas, dejaba de ser el objetivo de
los individuos en esta vida la conquista del Paraíso, y la búsqueda de la salvación en el más allá.
¿Qué queda entonces? Se ha formulado como perspectiva para el ser humano la búsqueda de la
felicidad. ¿Pero qué es ésta? ¿Cómo definirla? Tal cuestión se arrastra hasta el presente y
apasiona a hombres y mujeres. Constituye uno de los problemas filosóficos y sociales
definitorios de la sociedad actual. Podemos adelantar una definición que considera a la felicidad
de los humanos se encuentra en la conquista del bienestar.

La mayoría de los filósofos y escritores actuales plantean las reformas sociales que pueden
proporcionar mejores condiciones de vida, de trabajo, de salud, etc. No omiten que ha otras
cuestiones fundamentales como el cariño y la amistad. Volveremos sobre este tema.

6
Todorov, Tzvetan. El espíritu de la Ilustració n, Op. Cit. p. 58.
5

Desde el mismo siglo XVIII aparecieron posiciones extremas que olvidan el carácter social de
los humanos y definen a la sociedad como un conjunto de individuos aislados e identifican la
satisfacción de sus intereses y placeres con la felicidad. El Marqués de Sade proporcionó, desde
entonces, las formulaciones más extremas: “La felicidad se reduce básicamente al placer sexual;
acto seguido, la humanidad se reduce al individuo aislado, al sujeto que desea. ‘Ningún límite a
tus placeres más los de tus fuerzas o tus voluntades’. Nada limita pues la autonomía individual,
que aspira sólo a la intensidad de la experiencia en el momento en que tiene lugar. El mundo se
reduce al aquí y al ahora.”7 Sade expresa en forma nítida una visión hedonista: primero el
individuo en busca del placer y su satisfacción, lo demás es secundario. El principal defecto de
estas doctrinas sensualistas y egocéntricas no es solamente que sean inmorales, sino que son
falsas.8

En oposición a la visión del individualismo extremo, hay otros conceptos que se oponen a esta
visión y que señala que es equivocada y falsa la idea del hombre aislado, autosuficiente. La
felicidad de los individuos se forja en el medio que le rodea, rechaza la idea de que los
miembros de la sociedad se preocupen únicamente de logros materiales: el dinero, el éxito
individual, la fama, y los placeres que pueden comprar. Al concepto de obtener las mejores
condiciones de bienestar se ha desarrollado otro objetivo importante: “La esperanza de lograr
una sociedad feliz en este mundo para las futuras generaciones”. 9

Con independencia de las características asumidas en cada país y época, la Ilustración enfrentó
en todos los casos la superstición, la intolerancia y el dogmatismo en materia religiosa; en la
política, la tiranía; en la sociedad el prejuicio, la desigualdad, la ignorancia y los obstáculos que
pudieran impedir la plena realización del individuo y su bienestar. 10 Centrados en la crítica a las
formas más recalcitrantes de la religión, se desarrolló el deismo como una doctrina que acepta la
existencia de Dios sin asociarlo con una estructura orgánica ni jerárquica y que la razón permite
comprobar su existencia. Dicha visión continuaba moviéndose en el terreno religioso, si bien
rechazaba las religiones establecidas: catolicismo, luteranismo, calvinismo y demás.

Universalidad

la Ilustración reconoce que Europa no está sola en el mundo y que existen otras culturas y
civilizaciones, algunas más antiguas, otras más atrasadas, pero diferentes a la civilización
occidental, lo percibe como algo novedoso y empieza a abrirse al conocimiento de ellas,
emprendiendo el debate sobre su cultura, costumbres, saberes diferencias religiosas y en general
todos los aspectos que las hacen una forma particular de organización humana. Contrasta con
ellas los valores fundamentales de la sociedad moderna. A partir de entonces no cesará el interés
y el empeño en comprenderlas otorgándole un gran impulso a nuevas ciencias que se destacarán
con un impulso propio como la antropología y la etnología. Es un interés persistente hasta
nuestros días y que ha enriquecido a la civilización occidental.

7
Todorov. Op., cit., pp. 94-95.
8
Todorov. OP., Cit., pp. 95-96.
9
Bury, John, B. La idea del progreso. Alianza Editorial (El libro de bolsillo, Madrid, 1971, p. 10.
10
Hufton, Olwen. Europa: privilegio y protesta, 1730-1789. Siglo XXI Editores (Historia de Europa
XXI), segunda edició n en españ ol, México, 1983, p. 76.
6

Son fruto directo del pensamiento ilustrado y revolucionario la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano promulgados por la Asamblea Nacional Constituyente en agosto de
1789 durante la Revolución Francesa. Se entienden como derechos universales que en el curso
de la historia se han extendido a hombres y mujeres de cualquier nacionalidad, origen étnico,
religión, fundamenta que la soberanía reside en la Nación, reconoce el derecho de la resistencia
contra la opresión y que son derechos inalienables la libertad, la seguridad, la propiedad, la
presunción de inocencia y la igualdad frente a la ley, que todos los hombres son libres y, de
hecho, condena cualquier forma de esclavitud,

Es innegable la importancia de esta Declaración en la conformación de nuestra sociedad actual,


durante los años posteriores y, sobre todo en el siglo XX. en medio de guerras mundiales entre
los países desarrollados, luchas de liberación de las colonias, guerras civiles y situaciones
catastróficas la Declaración mantiene en pie los derechos humanos son extensivos a toda la
Humanidad, garantizan sus libertades y el derecho a la integridad física y a la vida y que son
comunes a todos los seres humanos a pesar de lo que nos diferencia con rasgos faciales o
culturales, que es mucho más lo que nos hermana. Un principio Humanista heredado en Europa
desde el Renacimiento. Este es el cimiento a partir del cual los derechos humanos son un
principio universal.

Debemos resaltar que en otras regiones del mundo y en distintas épocas se han aplicado
principios muy similares y en algunos casos iguales a la Ilustración que se asumió
esencialmente como europea, subrayando que no se trata solamente de acciones o políticas
prácticas circunstanciales, “sino también una toma de conciencia teórica”. En algunos lugares se
da el reconocimiento a la pluralidad religiosa como entre el brahmanismo y el budismo en la
India; entre confucianismo y budismo en China; musulmanes, judíos, cristianos, zoroastras y
maniqueos en Oriente medio, entre otros casos. Relacionada con esta tolerancia y convivencia
pacífica aparece en dichos lugares la necesidad de separar la política de la teología, el poder del
Estado de la religión, el gobierno de las iglesias; “se desea que el poder terrenal esté en manos
del príncipe en lugar de en los mediadores con el más allá”. 11 Estos ejemplos muestran la
universalidad de los principios de la Ilustración para resaltarlos como principios comunes a
muchas sociedades. No se puede omitir, sin embargo, que fue en Europa donde estas ideas se
generalizaron y formaron un cuerpo permanente de principios, no sólo coyuntural, sino que se
materializó durante los siglos de ascenso del capitalismo para conformar sus bases ideológicas.

Libertad de pensamiento y de conciencia y de prensa, de reunión.

Progreso

Desde sus inicios la Ilustración se asoció a la idea de Progreso asumida desde la perspectiva
burguesa y sirvió para fijar una rotunda diferencia con el pasado. En sentido estricto el concepto
actual de Progreso es fruto de la Ilustración madurada durante los siglos posteriores al XVIII.
Decía M. A. Javary en 1850: “Si hay alguna idea que pertenezca con toda propiedad a un siglo,
al menos por la importancia que se le otorga y que, aceptada o no, sea familiar para todos, es la
idea de progreso concebido como la ley general de la historia y del futuro de la humanidad”. 12

11
Todorov, Op., Cit., 115-116.
12
Bury, Op Cit., p. 281.
7

y tuvo que vencer dos “poderosas fuerzas tradicionales, la ortodoxia cristiana y el clasicismo
renacentista”.13 El cristianismo aportó una visión lineal de la historia, ésta iniciaba en la
Creación del mundo y concluía en el Juicio Final. Rechazaba la idea de la repetición de las
sociedades, según la cual cumplido un ciclo éste se repetía con cambios menores, pero en lo
esencial era un retorno al inicio de otro ciclo similar. El renacentismo, a su vez, apreciaba como
progreso la recuperación de los valores científicos, filosófico y artísticos de la Antigüedad
greco-romana. Sin embargo, la Ilustración veía el Progreso con optimismo de construir un
mundo diferente, novedoso, en el cual se enriqueciera la vida de las sociedades con los avances
en la implantación del capitalismo y la entronización de la burguesía como clase dominante.

Concepto fundamental de la vida moderna es la idea de progreso que alcanza su preponderancia


en los inicios de la Ilustración cuando las condiciones para aceptarla se habían ya constituido.
Antes, en la Antigüedad clásica y en la Edad Media se desconocía este concepto. El desarrollo
científico y cultural a partir del Renacimiento, el repliegue general de la visión religiosa que
ofrecía la esperanza de una vida ultraterrena en la cual se realizaría el destino de los seres
humanos había sufrido un desgaste profundo y se desdibujaba de su mente y de la conducta de
la sociedad, aparece entonces como una promesa viable el avance sostenido hacia un futuro
esperanzador. Esta visión se sostiene en las siguientes ideas: “1). El curso de los hechos
(naturales e históricos) constituye una serie unilineal; 2). Todo término de esta serie es necesario
en el sentido que no puede ser diferente de los que es; 3). Todo término de la serie realiza un
incremento de valor sobre el precedente; 4). Toda regresión es aparente o constituye la
condición de un progreso mayor“. 14 Acertadamente la Ilustración y los cambios científicos y
sociales que la hicieron posible ha sido calificada como “el verdadero origen del mundo
moderno y de la mentalidad moderna” no sólo por sus aportaciones científicas sino “porque
cambió el carácter de las operaciones mentales habituales de los hombres aun en ciencias no
materiales, a la par que transformó todo el universo físico y la estructura misma de la vida
humana”. Se produjo un cambio en el pensamiento del “investigador científico que lo llevó a
plantearse diferentes preguntas, usar diferentes métodos y buscar diferentes soluciones”. 15 Las
exigencias provenientes de los cambios provocados en la agricultura y en la industria donde el
ascenso de la burguesía reclamaba mayor producción y métodos de trabajo más productivos
abrían el camino a la exploración de nuevos caminos.

La Ilustración no estaba destinada a la subversión, sino al mejoramiento de la sociedad. Por ello


destacaba entre sus preocupaciones la cuestión educativa. En toda Europa recibió un impulso
notable. Al principio muchas escuelas eran manejadas por los jesuitas, después de su expulsión
otras ordenes clericales y personal civil o del Estado se hicieron cargo. En la mayor parte de los
países se estableció la educación obligatoria, con un mejor resultado en las ciudades que en el
medio rural. Inglaterra, Francia y Prusia destacan en este esfuerzo, pero aún los países atrasados
como España o Rusia actuaban para mejorar la educación. Destacaba el esfuerzo de los
pensadores franceses Diderot, D’Alambert, Helvetius y Holbach, entre otros para sintetizar en
una gran obra todo el conocimiento humano, así se originó la Enciclopedia.

Ciencia y razón

Ilustración IV

13
Kahler, Erich. ¿Qué es la historia? Fondo de Cultura Econó mica (Breviarios, 187), segunda
reimpresió n, México, 1974, p. 142.
14
Abbagnano, Nicola. Diccionario de filosofía. Fondo de Cultura Econó mica, México, p. 936.
15
Oakley, Francis. Los siglos decisivos. La experiencia medieval. Alianza editorial, (El libro de
bolsillo), Madrid, Españ a, 1980, p. 164-166.
8

Francisco González Gómez

Con independencia de las características asumidas en cada país y época, la Ilustración enfrentó
en todos los casos la superstición, la intolerancia y el dogmatismo en materia religiosa; en la
política, la tiranía; en la sociedad el prejuicio, la desigualdad, la ignorancia y los obstáculos que
pudieran impedir la plena realización del individuo y su bienestar. 16 Centrados en la crítica a las
formas más recalcitrantes de la religión, se desarrolló el deismo como una doctrina que acepta la
existencia de Dios sin asociarlo con una estructura orgánica ni jerárquica y que la razón permite
comprobar su existencia. Dicha visión continuaba moviéndose en el terreno religioso, si bien
rechazaba las religiones establecidas: catolicismo, luteranismo, calvinismo y demás.

Desde sus inicios la Ilustración se asoció a la idea de Progreso asumida desde la perspectiva
burguesa y tuvo que vencer dos “poderosas fuerzas tradicionales, la ortodoxia cristiana y el
clasicismo renacentista”.17 El cristianismo aportó una visión lineal de la historia, ésta iniciaba en
la Creación del mundo y concluía en el Juicio Final. Rechazaba la idea de la repetición de las
sociedades, según la cual cumplido un ciclo éste se repetía con cambios menores, pero en lo
esencial era un retorno al inicio de otro ciclo similar. El renacentismo, a su vez, apreciaba como
progreso la recuperación de los valores científicos, filosófico y artísticos de la Antigüedad
greco-romana. Sin embargo, la Ilustración veía el Progreso con optimismo de construir un
mundo diferente, novedoso, en el cual se enriqueciera la vida de las sociedades con los avances
en la implantación del capitalismo y la entronización de la burguesía como clase dominante.

Concepto fundamental de la vida moderna es la idea de progreso que alcanza su preponderancia


en los inicios de la Ilustración cuando las condiciones para aceptarla se habían ya constituido.
Antes, en la Antigüedad clásica y en la Edad Media se desconocía este concepto. El desarrollo
científico y cultural a partir del Renacimiento, el repliegue general de la visión religiosa que
ofrecía la esperanza de una vida ultraterrena en la cual se realizaría el destino de los seres
humanos había sufrido un desgaste profundo y se desdibujaba de su mente y de la conducta de
la sociedad, aparece entonces como una promesa viable el avance sostenido hacia un futuro
esperanzador. Esta visión se sostiene en las siguientes ideas: “1). El curso de los hechos
(naturales e históricos) constituye una serie unilineal; 2). Todo término de esta serie es necesario
en el sentido que no puede ser diferente de los que es; 3). Todo término de la serie realiza un
incremento de valor sobre el precedente; 4). Toda regresión es aparente o constituye la
condición de un progreso mayor“. 18 Acertadamente la Ilustración y los cambios científicos y
sociales que la hicieron posible ha sido calificada como “el verdadero origen del mundo
moderno y de la mentalidad moderna” no sólo por sus aportaciones científicas sino “porque
cambió el carácter de las operaciones mentales habituales de los hombres aun en ciencias no
materiales, a la par que transformó todo el universo físico y la estructura misma de la vida
humana”. Se produjo un cambio en el pensamiento del “investigador científico que lo llevó a
plantearse diferentes preguntas, usar diferentes métodos y buscar diferentes soluciones”. 19 Las
exigencias provenientes de los cambios provocados en la agricultura y en la industria donde el
ascenso de la burguesía reclamaba mayor producción y métodos de trabajo más productivos
abrían el camino a la exploración de nuevos caminos.

16
Hufton, Olwen. Europa: privilegio y protesta, 1730-1789. Siglo XXI Editores (Historia de Europa
XXI), segunda edició n en españ ol, México, 1983, p. 76.
17
Kahler, Erich. ¿Qué es la historia? Fondo de Cultura Econó mica (Breviarios, 187), segunda
reimpresió n, México, 1974, p. 142.
18
Abbagnano, Nicola. Diccionario de filosofía. Fondo de Cultura Econó mica, México, p. 936.
19
Oakley, Francis. Los siglos decisivos. La experiencia medieval. Alianza editorial, (El libro de
bolsillo), Madrid, Españ a, 1980, p. 164-166.
9

La Ilustración no estaba destinada a la subversión, sino al mejoramiento de la sociedad. Por ello


destacaba entre sus preocupaciones la cuestión educativa. En toda Europa recibió un impulso
notable. Al principio muchas escuelas eran manejadas por los jesuitas, después de su expulsión
otras ordenes clericales y personal civil o del Estado se hicieron cargo. En la mayor parte de los
países se estableció la educación obligatoria, con un mejor resultado en las ciudades que en el
medio rural. Inglaterra, Francia y Prusia destacan en este esfuerzo, pero aún los países atrasados
como España o Rusia actuaban para mejorar la educación. Destacaba el esfuerzo de los
pensadores franceses Diderot, D’Alambert, Helvetius y Holbach, entre otros para sintetizar en
una gran obra todo el conocimiento humano, así se originó la Enciclopedia.

En el ambiente social de la clase media y una parte importante de la aristocracia flotaba la idea
de que la razón era el único medio por el cual los hombres podían buscar la felicidad.
Afirmaban los enciclopedistas que “La ciencia de la moral es quizá la más completa de las
ciencias, cuando consideramos las verdades que la componen. Descansa toda ella en un hecho
simple e innegable: la necesidad que los hombres sienten unos de otros, y las obligaciones
recíprocas que dicha necesidad impone. Todas las leyes morales proceden de esto. Los intereses
del individuo y del grupo nunca son incompatibles,”20

El discurso de la Ilustración apuntaba también a posicionar un concepto fundamental conforme


al cual “el bienestar de una nación, así como su capacidad para competir, se halla condicionado
por única y penetrante característica cultural, el nivel de confianza inherente a esa sociedad”. 21

VER LA PELÍCULA “HECHO EN DAGENHAM” - “MADE IN DAGENHAM”

20
D’Alambert, citado por David Ogg. La Europa del Antiguo Régimen. 1715-1783. Siglo XXI Editores,
(Historia de Europa / Siglo XXI), cuarta edició n en castellano, mayo de 1981, p. 318 y ss.
21
Fukuyama, Francis. Confianza (Trust). Editorial Atlá ntida, Libro de edició n argentina, impreso en
Españ a, 1996, p. 25.

You might also like