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Circo y teatro en el Rio de la Plata entre 1880 y 1930 Frank Brown al eumplir los cuarenta aos de su actuacion en Buenos Aires, Algunos historiadores de la cultura popular rio- platense sefialan el aio 1884 como el del surgimien- to del teatro regional. Precisamente es en ese en- tonces cuando se estrena una versién pantomimica de Juan Moreira, basada en la novela homénima del argentino Eduardo Gutiérrez, publicada en forma de entregas en el diario La Patria Argentina, entre 1879 y 1880. Puesta en escena en los precarios picaderos de los circos finisecula: plena de u s, la pantomima gauchesca, épica martinferriana y una heroicidad contagiosa, es el resultado de un largo y complejo Proceso espectacular y es, al mismo tiempo, precur- sora de nuevas modalidades dramiticas: \quellas que constituyen el denominado ‘género chico cri El cireo fue el especticulo més popular en estas tierras du rante los tiempos de la Colonia y los de la vida republicana independiente, En el siglo pasado, ya en extramuros, ya en las villas mas alejadas, ya en los baldios de barrios perifricos, se instalaba una carpa ~o un remedo de carpa, como lo fue la primera empresita de los hermanos Podesta en la déeada del 70- que atraia al piiblico de diversas edades, especialmente al adulto, con su variedad de niimeros y propuestas, Si nos remontainos al afto 1829, encontraremos que algu: dios programas incluyen oberturas y arias de Operas en sus fun Giones, junto as pracbse de deacons equilibristas, forcudos y jineres habilidosos, También se interpretan modalidades dra~ Iaticas embrionarias, como el *baile-pantomima’, cuyas tec nicas de expresion corporal fueron incorporadas en Monten deo por los hermanos Caftete. El primer payaso hecho y derecho que expone sus gracias y yolteretas al pablico rioplatense fue el italiano Pedro Sotora, ‘el hombre incombustible’, quien en 1834 deleita a los monte, Videanos y bonaerenses comiendo estopa ardiendo y realizan= do saltos mortales, * A fines de la década del 20, Hega a Montevideo el circa de mayor envergadura visto por estos lares desde la época funda: ional: la Compafifa ecuestre Laferost Smith. Uno de se nit -meros centrales se anunciaba en cartelera: “Ejercicios ecuestres por la Sra Smith, en el que ejecutars muchas pruebas y actitu des clegamtes”. Gran escindalo se produjo, incluidos golpes, improperios y proyectiles improvisados arrojados al picadero, cuando la hermosa eure de vlntiscis as, laned a bento de !a pista unos banderines con los colores del pabellén nacional, en sefial de que el especticulo habia concluido. En realidad Gnalizaron las presentaciones del renombrado cireo, quie le vant6 sus carpas y marché al otro puerto del estuario en husea de un publico que bieninterpretara sus simbélicas y das puestas en escena Tal eva la importancia que iba cobrando el espectéculo cir cense en esta regién del mundo, que el mismisinno Juan Ma uel de Rosas, evando asumié el poder por segunda vez, un 0 después de la malograda cabalgata de Mrs Smith en Mon. tevideo, no asistié a una funcién de gala en el teatro sino que concurri6 a una funcidn de la empresa Laforest-Smith. Fl pro- pio titular de la compaiia realiz6 el temerario mimero del “ro. om RED Programa del Circo Olimpico. Sere Bie pero volante”, vistiéndose y desvistiéndose sobre el caballo al trote. Durante el periodo rosista, el teatro y las formas del especticulo ‘en general tuvicron un fuerte impulso y apo- yo oficial; incluso se conformé una escuela de actores criollos. Los federalistas vefan ade- ms, con regocijo, al final de cada funcidn, la quema de un judas con el nombre de algiin unitario refugiado en Montevideo. Es enestos mismos espacias circenses don- de por primera vez se exhibe ln natacidn, la lucha hbre y los primeros conatos de box, Como especticulos priblicos. En 1858 se realiza la primera fun~ cin de domadores y ficras: los ojos at6nitos de los espectado- res comtemplaban de qué manera una domadora se las arregla ba para controlar en la jaula a latigazos, a dos leones, un 050, una hiena y dos gatos monteses. El picadero cobra protagonismo en la escena rioplatense en forma paralela al teatro tradicional, con compaias europeas y con notrida asistencia de las burguesias locales. Cabe acotar ue el propio circo incorporé tempranamente comedias joco- sas y algunas piezas con mayores pretensiones dramsticas. Fsto suceda en tiempos de la Guerra Grande, cuando el Circo Olim. pico era un lugar de culto para las clases medias y populares. Las zanahorias y el titin en el ring Fn 1869 llega a Buenos Aires el citco italiano Chiarini, fpi- ca compafia clinica, cuyo eje actoral/empresatial lo conforma el micleo familiar. Los mimeros ecuestres de Ginsseppe Chiarini y su elenco fascinan al pablico durante mucho tiempo. Pero la novedad de esta compania estaba en el vestuario de sus asistentes: li breas anaranjadas compradas en un remate en México, durante tuna gira, luego de la derrota de las tropas del emperador Maxi- miliano por las fuerzas de Juérez. Las prendas eran de fa servi- dlumbre imperial, Chiavini as compra y vise con ells los ayudantes de pista, desde ese entonces denominados en la jer- gga del circo ‘zanahorias’ Bse mismo afio comienza a actuar en Montevideo y luego “GRIN VAL Oe Has ile Parisd “En el momento culminante un concurrente a las gradas que venia siguiendo con particular atharaca el desarrolta de la pieza, grité con toda su vox: —;Ab, cobardle! jAsi no se mata aun bombre!, ERTL y se largé a la pista, purial en Semis mano, resuelto a vérselas con el Chirino de mentirijillas.” en Buenos Aires, el payaso genovés, acrébata y hichador consumado, Pablo Rafietto, dis- cipulo en su tierra natal de Sicurgo Amato, tun anciano griego maestro en lucha romana, Raffetto monta una pequefia empresa y deambula por ambas mérgenes del Plata, mos trando su nimero del eafién. En nuestro pais, tiene problemas por circular con un canon en tiempos de guerras intestinas. El arma es requisada, usada en combate y expucsta lue- sg0 en la fortaleza del Cerro, Las ensefianzas del catcher griego se trans- forman en una importante fuente de trabajo para el genovés Los espectadores lo desaffan a pelear en las funciones, y es asf que la lucha se transforma en el plato fuerte del especticulo, El reglamento recomendaba: “Es prohibido poner los dedos en los ojos como de hacer uso de los dientes*, y también “Se avisa a los luchadores de no pegar cabezazos, no cometer at ciones hostles” Thteresan en Ia historia del especticulo rioplatense las an: ddanzas de este ‘titin en el ring’ por su encuentro, en 1877, con Jos hermanos Podesté, quienes asomaban cn ese entonces a los picaderos locales con sus habilidacles acrobaticas. La prehistoria de los Podesta Raffetto contrata a los jovenes hermanos uruguayos duran= te seis meses, para realizar una gira por el sur de la provincia de Buenos Aires, casi hasta la linea de fortines donde se percibia el olor de la amenaza del malén. No sélo compartian estos grandes artistas los extremos de un contrato laboral y las vieisitudes de la peregrinacion en ies vencijados carretones -once llegaron a tener los Podesti afios después-, sino ademas la sangre genovesa. Los padres de los actores uruguayos Hegaron desde la tierra xencize a Buenos Aires, ciudad de la que huyeron frente a la inminencia de la batalla de Caseros, cuando se corria el rumor de que las tropas de Urquiza iban a degollar a cuanto extranjero hallaran aveci nado en la urbe. Unos afios después, en 1858, nace el rercer hijo, José Po- Representacion de Juan raporla famosa 'de los Podesta, dest, ya instalada la fa mili’ en Montevideo. Seri el mas famoso de los hermanos, ef futuro, “Pepino 88". Se mostrs en su juventud como excelente nadador en las costas de los Pocitas y mejor acrobata en tra pecios y aparatos de fa Picco an doméstiea adolescente Po- deseé instala un circo de barrio, en un galpén ubicado en Isla de Flores y Convencion, Alli, junto a sus hermanos, ofrece diversas piruetas y ntimeros arriesgados. Alternaba en’ ese en tonces el futuro cuiado y socio, Alejandro Scotti (1857), quien deleitaba al pablico del Barvio Sur con su ‘erueifixidn to, colgado de las argollas sélo con los dedos mayores, Scotti se asocia, afios después, con Raffetto, y luego integrara la com. pania Podesta-Scotti, de gran éxito popular. Los Podesti atrafan publico en las dos capitales. Llegaron a recibir un premio en el mismisimo Teatro Colén, en un es- pecticuloa heneficio de los huérfanos de los batallones de Mitre, luego de acallarse tas armas del estallido revolucionario. Alli son aplaudidos por la poderosa burguesia rioplatense y por los del poder politico. Un nsimeto de alto riesgo que practicaban Pepe y Pablo Podesta en un circo de 18 de Julio donde luego se levancara el Palacio Jackson, fue muy aplaudido en Buenos Aires. El ‘vuelo de los condores’, con Pepe volando por los trapecios y el pe quefio Pablo montado a sus espaldas, dejé aténitos a los Pectadores. Lueyo de ejecutada la prueba, y disminuida la ten sin, arrojaron al picadeto una lluvia de golosinas, sombreros, flores y cigarros. de Cris- albac Los dos rostros del payaso Ademds del genovés Raffetto, dos fueron los payasos que conquistaron las plateas del fin de siglo: Pepino 88 y Frank Brown Fste dltimo, a quien Rubén Dario clogiara en su Aur Biografia, llega estas en 1884. Con un estilo distinto al del clown criollo, el inglés nacido en Brig, hon en 1858 apare geen arteleras como “Bl rey de los clo- wns". Conoce el es paftol y los nifios Io aclaman cuando lanza golosinas de una cesta a las tribunas: “A mi, a mi Flon Blon” [sic}. Prepara un especticulo en clave de sétira, en ef que se propone coro cart. didato al Congreso en plena Campana electoral de legisladores (1884), en Buenos Aires. En 1893, cuando Marcelo ‘Torcuato De Alvear participaba del levantamniento yevolucionario, acudid Brown al eampantento de “Temperley donde estaban los rebeldes -un grupo de paisa. nos mal armados~ e improvisé un especticulo con repatto de igarrillos para los alzados en armas. Durante algun tiempo Brown trabajé en sociedad con los hermanos Podesta, De esa epoca es la anéedota que le cuenta Pablo a Vicente Salaverri, cuando el primero suffi un acei dente laboral y se “arrancé la cadera por completo”: “Fue en Buenos Aires, en el San Martin, donde crigia su imperio casen helero y frivolo Frank Brown. Trabajaba yo en los tres trape- cios volantes. El calor hubo de traicionarme. No pude asit tas manos al hierro, ascendi por sobre la plataforma, pasé por ene cima de la red y fui a dar a un corredor, donde quedé maltre~ cho. A més de la cadera habfame destrovado una pierna y un brazo. Recuerdo que cuando me conduefan exhausto, el doc tor Maximo Paz ~que era en aquel entonces gobernador de La Plata puso en tuna de mis manos un papel de cien pesos, com- padecido sinceramente de mi infortunio”. Mayor infortunio tuvo el trapecista catalin Enrique Caba é, cuando cay6 de una altura de 8 metros en plena fancidn y ‘murié instantineamente, una tarde de 1875 en Durazno, en la carpa de la compariia del francés Félix Henault, Elempresario eee José J, Podesté en Calandra. de Martiniano Leguizamén, en 1896, decidié que un joven trapecista montevideano sustituyera al in~ fortunado espaol, José Podesta El trapecista deviene en paya- so y conforma un repertorio de canciones, letras y chistes vin- ealados a los tépicos de actuali- dad. Varios cancioneros del paya- 50 oriental fueron publicados durante décadas: “Voy a decir al guna cosa / sobre los tipos del dia 7 que con gran categoria / se la echan de literatos / siendo sélo ‘unos pazguatos / enamorados por demas, / que si ven una mamé / con alguna de sus hijas, / los cara de lagartijas /Te dicen alguna cosa. 7 Adis pimpollo, jqué hermosa! 1 Quidnerdelafortanado? [ue tipo desvergonzado! /la mam fu- riosa grita / y ellos van con la varita / entre los dedos jugan: do... 'sin un medio en el bolsllo / y la barriga silbando.” Ademas de sus habilidades de mtsico y cantante, Pepino 88 desarrollaba una suerte de especticulo interactivo con el pui- blico, con quien dialogiba y a quien involucraba en su pro. puesta de humor. Es un precursor de los personajes que encarnaran afios des- pués los capocémicos Luis Vittone, Enrique Muiio y Floren cio Parravicini. Este ltimo, después de despilfarrar una he- rencia y antes de ser el idolo del puiblico rioplatense, se gana la vida' como tirador experto, en un niimero en el que desnuda a tiros a su partenaire, acertando a los broches de su vestido. No se cobraba entrada a este ntimero que desafiaba a la muerte, aunque si existfa una “‘consumicién minima” Juan Moreira, e: re el picadero y ef escenario En 1884 la Compaiia de los hermanos Carlo habia tenido una excelente temporada circense. Los empresarios deseaban responder a la buena acogida del pablico con un mimero nue- REG aemayo de 998 “Durante el periodo rosista, el teatra y las formas del especticuto en general trvievon wn fuerte impulso y apoyo oficals incluso se conforms una escuela de actores criolles. Los federalistas veian ademas, con regocija, al final de cada fumcién, Ja quema de un judas con el nombre de algtin unitario refugiado en Montevideo. v0, original y de destaque en las carteleras. Surge asi la idea de re- presentar un drama gauchesco en el picadero, y se invita a Eduardo Gutiérrez ~autor de novelas de folletin, verdadcros best sellers en época-a preparar un guién para Ja pantomima juan Moreira, ba- sada en su novela homénima Contrataron a Pepe Podesti, exten pays, buen jnte yea tor. Se prepard concienzudamen- eel especticulo, com la direccién artistica a cargo del maestro de corcografias Pratessi, Hasta 1886 se presenté con el auxilio dela wes tualidad de los actores, Escenas como [a del cepo, la pelea con la partida, los encuentros con Sar- detti y don Francisco, se hacia sin el ausilio de la palabra hablada, No obstante, se escuchaba ta voz de Pepe cantando las décimas que comienzan: “El hon- do pesar que siento / y ya el alma se desgarra..” Pocos afios después, independizados los Podesti, José escribe un libreto en base a los diilogos de la novela 'y se representa el Juan Morcira parlante, con gran éxito en las carpas de ambas orillas, Baste saber que sélo en Montevideo Se puso en escena 42 veces consecutivas en el aio 1889. Para ello se habilite un local ubicado en la esquina de Yaguaron y San José donde los Podesta actuaron con el asesoramien- to del doctor Elias Regules, La ‘moreirizacién’ del espectéculo circense es un hecho in. cuestionable en Ia sltima década del siglo xs. Hasta surgen neologisinos en el habla coloquial, como “amoreizase”, y en los partes policiales se registran expresiones como “por hacerse el Morey fulano de tal ests devenido Situaciones diversas suceden entre los concurrentes.a la car- pa. Una erénica de un diario argentino testimonia un inciden- te que se produce en Mercedes (Argentina) cuando se desarro Ila ba escena en la que Moreira trepa al muro del prostibulo La Primer cico Podest Scott (reconstruccian) Estrella y es muerto por un cabo de la Policia: “en el mo- mento culminante un concu- rrente a las gradas que veni siguiendo con particular alha- aca el desarrollo de la pic sito con toda su voz: cobarde! ;Asf no se mata'a un hhombre!, y se larg6 ala pista, pufal en iano, resuelto a vér~ selas_ con el Chirino de mentirijills.” Los dramones gauchescos, con mucha sangre corriendo en el picadero, con heroicos centauros criollos apechugan- do el destino fatal, inundan desde 1886 los escenarios de teatrllos de barrio, los picaderos de circo de pueblo, para lue- g0 llegar a los teatros renombrados de las ciudades, Cuenta el eseritor Eugenio Lépez. que cl empresario Ra- ffetto ex payaso~ le pidio en una oportunidad “un drama te ible”; “me tenés que matar todos los milicos que puedas”, le hijo al_guionista Las leyes de la oferta y la demanda del espectéculo masivo se cumplian con absoluto rigor. El matrero solitario, el tano malhumorado y la “costurerita que dio el mal paso” agotarian tn tres décadas sus propios modelos harto estereotipados. Otros gauchos, como Martin Fierro adaptado a'la escena por Elias Regules y Juan Cuello preparado por Luis Mejias, saturaron las arenas y Jas tablas. En 1896 se estrena Calandria, comedia de costumbres del entrerriano Martiniano Leguiza. ‘man. Su protagonista marca el pasaje entre el gaucho matrero y el campesino: *Calandria-Ya este pajaro murié / en la jaula (por Lucia) / pero ha nacido, amigazos, / el eriollo trabaja- dor! esa altura, el modelo original de Juan Moreira ya hal sido reformulado muchas veces, agregindosele escena sonajes, como por ejemplo el inefable Cocoliche. Seguin al sas versiones el personaje nacié de la improvisacién de un es- tudiante de Medicina que acostumbraba ira la earpa ya los camarines. Una noche ine gresbl picadero en plena fun Ein del Moreira. El piblice Ti6 mucho con sus dichos y payasadas improvisadas, pen- fando que estaban previstas en dl libreto: “Ma quiame Fran- chisque Cocoliche, ¢ songo cregollo gasta lo guese de la taba e la canilla de lo caracu: Los Conteidos del sinew ctiollo ya estaban perfilados. Fl creo dio sus frutos y propicic Jas eircunstancias para que ese sgénero teatral cuajara. La reite- raci6n y el desgaste de sus recursos temiticos y escénicos provoca. ‘fan 30 afios mus tarde la declinacién de la modalidad mis pro ductiva del denominado “género chico criollo”. EL 29 de mayo de 1930, un cronista bonaerense anotaba eriollo El comventille de la Paloma, de Alberto Va carezza, habia registrado mil funciones, pero la obra se mante- nia en cartel “no por el capricho del empresario, sino por el paiblico que coneurre a verla”. No obstante, el piblico habia Comenzacdo a interesarse en un nuevo subgénero dramatico que aportaba una vision irdnica de la vida, una mueca trigica junto a la sonrisa compasiva, el dislocamiento de la realidad desde el sesgo dotido de la earcajada El grotesco criollo dej6 al descubierto la relatividad de los valores, el amor, la solidaridad, meras méscaras que caen, La crisis econémica, los golpes de Estado y la pérdida de referen- cias personales y sociales cuajan en la éscena. Un personaje de Relojero (1934) de Armando Diseépolo dia: “..c1 hombre es el mismo siempre, bajo cualquier cielo, bajo cualquier formula una fiera que busca su bienestar.” Sdemmode 198, RT

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