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EL RELO) DEL ABVELO sicaseron era bastante viejo, tanto que el abuelo habia nac) doenél, Desde una, pensar que ese barrio era un pl cos yotra,tratar de entrar en la pleza del fondo. Pero su abue Jo se lo tenia prohibido. —Terminantemente, Un santo el abuelo, aunque _y, zqué querés? —lo defen: nocido antes! jEra capaz de levantar que se mudaron alli, Gustavo tenia dos ideas fas lomo porque no habia ch joiste? —e dijo. un poco cascarrabias. dia su mama— Esta grande, Gusti, jsi lo hubieras co uncamion con fa mano izquierda! Camién 0 no camién, el caso era que Gustavo qu quéelabuelonolodejabaentraren el cuartito Le daba una ra aban ido a vivir a un castillo eria saber Capaz que descubria que seh como el de Barba Azul, pens6 Hasta que una tarde, cuando los dos mayores se fueron a trabajar se animé a desobedecer. La puerta de metal chirri¢ al abrirse.Al principio, le molesté el olor a pintura que brotaba de las paredes,pero el interior de la pieza superaba lo que se habia imaginado. Estaba impecable, llena de cosas. Unos libros viejos con los lomos descoloridos cubrian la pared de la derecha y,a la izquierda, cajas, paquetes apilados con orden y hasta un cofre de madera cubierto por una carpeta roja con puntilla blanca. Levant6 la cabeza; alla, arriba, en el techo, la arafia que ter- minaba en una esfera de colores que titilaban. También habia unarmario blanco, el escritorio antiguo, estantes cargados de paquetes y nada mas. Lastima {a hora, estaba oscureciendo y, en cualquier mo- mento, iba a entrar 0 su mama o su abuelo, si no, daba vuelta el cuarto. Seguro que encontraba algo con qué entretenerse. Lastima la hora, pens6 y, en ese momento, le dio pena ha- ber perdido su reloj de pulsera. ‘ ~No tiene cabeza este hijo —habia dicho la madre cuan- Eseaneado con CamScanner gustavo miraba todo con Sees de revisar, cuando le pare- apescuctiar unos Paes ysalié de alli con la Sensacion de que Oita yisto lo mas importante. quella noche, antes de cenar, se senté al lado del abuelo, jeacomodaba papeles en una caja. En la tapa, la caja tenia unaidujo de a _1Qué guardas ahi, abue? gran recuerdos. Fotos. Algunas amarillas, otras de un gris, terosoen jas que apenas si podian distinguirse Bestos; sonrisas, perepente,vioun recorte de diario que le llam6 la atencién _V esto? —dijo, tratando de tomarlo— ,Qué es? _pejé! —dijo el abuelo. y,por el tono de su voz, el chico se dio cuenta de que el pambre se habia puesto nervioso. Asiq ue le devolvi6 el papel enseguida. Sin embargo, pese al apuro, tuvo tiempo de darle unvistazo.Se trataba de una noticia en la que se veia la foto deun hombre parado junto a un auto pasado de moda. Encuanto tuvo el recorte en la mano, el abuelo lo metié en lacajay se levanto. De reojo, el nieto lo espid. Lo vio dirigirse hacia la parte de atras de la casa; si, justo alli, al famoso cuarto prohibido. En- seguida, el chirrido metalico que se escuché no le dejé lugar adudas. Era la puerta de la pieza del fondo. Para sus adentros, se prometié una investigaci6n para el otro dia. Sin embargo, paso como una semana antes de que pudiera volver. Tanto su mama como el abuelo se las ingeniaron para estar siempre con él. Al fin, una tarde tuvieron que hacer un ‘tramite juntos y no les quedé mas remedio que dejarlo solo. Pero, antes de irse, lo llenaron de recomendaciones. Las de siempre: que tuviera cuidado, que ojito con el fuego, que nole abriera la puerta a nadie y, muy especialmente, que no andu- Viera toqueteando las cosas ajenas. Custavo presté atencion a todos los pedidos, menos a uno, Slaltimo, No le pensaba llevar el apunte. Asi que, en cuanto escuché los pasos que se perdian en la ve~ "eda, corriéala pieza y, no bien estuvo adentro, se puso a buscar fej con flores en la tapa. No tuvo que esforzarse demasiado arene on wsciear | a Eseaneado con CamScanner estaba ahino més, arriba de la mesa. 12 abr6lleno de sosidad aunque fo que vera no parecia nada del otro mung, o},De su abuelo, seguro eant6,tenfa una correa de CUETO Una CUerda de ci e hasta creyO que andaba, po, excepto el rel lee tal Se entusiasmd tanto qu oyé contra el oido y tictac tictac. sj Jno tenia ninguno, mir i, momento, lo ap’ aba. Viejo, pero un reloj, y,como él hora. las cuatro de la tarde. También le gust6 ver una fot, ica, pecosa, peinada con dos mofigg su mama cuando era chic de [a mano del abuelo. Le cost6 reconocerlo tan flaco joven. El abuelo. jCuanto lo queria! Elresto de las cosas de la caja no eran nifu ni fa. personas que él no conocia, unas cintas ajadas y un bc do.lo ciertoera que el pedazo de diario brillaba por s No sé porqué tanto misterio—dijo hablando solo, Al principio, abrir cajones, libros, hurgar en cada rincén, le result6 divertido, pero, al rato, se cans6 y penso en ir a acos. tarse. Y estaba por hacerlo, cuando, de repente, d portén aun costado del armario. Un portén que la vez anterior no habia visto. Un porten que, en ese mo- mento, sonaba como si alguien lo estuviera tocando desde afuera. —,Quién es? —pregunté con un hilo de voz. —;Go00a!! jGocoll Qué golazo! —oyé.Le pareci6 menttira, eran voces de chicos, Entonces, entendio; seguramente, la casa terminaba en la cuadra paralela a la entrada y alli, si, habia chicos de su edad. —Dale! {No seas tronco y pated de una vez! Lasola idea de estar acompanadololleno dealegria.iPorfin! Gustavo abricel port6n y salié ala calle. Creyé escuchar un grito de “|CUIDADO!”, pero en cuanto lo hizo, un auto que retrocedia lo golped en la cabeza y no supo nada mas. No supo cuanto tiempo habia pasado cuando volvid en si. Estaba medio helado tirado en el suelo, en medio de la habitacién. Se tocé la cabeza. Intacta Nose encontré ni una magulladura en ninguna parte del cuerpo. Nada, Niuna herida, ni un moret6n. Ni siquiera una molestia. Iba'a levantarse cuando vio el pedazo de diario doblado en cuatro debale de {a estanteria, Lo reconocid enseguida, Era el recorte que el abuelo no le habia dejado leer, "UN/MUERTO QUE ESCAPO" deciaeltitular -y, debajo, la foto del abuelo mas facoy més joven, — esis “Un caso insdlito. Ayer, 3 de junio de x 960, a las 16 y 15, el sefior—yallidaban el nombre y apellido desu abuelo—fue a entregarse a la comisaria jurando haber atropellado a un chi- Pea tagea cual SUCOchEY, que al querer

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