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dad wenes Aires” Facultad de Psicol IEE PSICOLOGIA EDUCACIONAL<) Catedra: BAQUERO myrmcag ENSAYOS SOBRE LA ESCUELA. SE TRILLA £, 41-1-04 ( JAUME TRILLA LAERTES S.A. DE EDICIONES cumpl ada, qué Se propone; a qué aspecto —o as. races educative general atiende preferen educat vo sctual; fas ya Ja adqui tuaies, Esto, sin atender a otros educacion no es nuestra intencién prose: ‘en esta clisica discusién sobre los cometidos mas que aquellos edificios que la ley esi el Estado no es ajeno a la segmentacién di ¢Para qué querré conservar o crear cuela que no tiene vocacién de escuela? ;Para qué querré Jimitar su espacio una escuela que no quiere encerrarse cm isma? Estas «escuelas» no necesitan ya ser «octogona- leso, ni tan siquiera un rétulo gue las distinga; no piden una arguitectura especializada: «Las dependencias de la miniescuela consistirian en dos, tres 0 cuatro salas dentro de instalaciones escolares actuales, plantas de Iglesias, albergues vacios durante Jas horas de escuela, salas faci- ‘itadas por edificios construides con fondos piblicos y ex teriores de almacén...»;* escuela de nuestros suefios nada tendria de palacio, un taller. Lo mds parecido que he visto es un campamento provisional de barraces en una obra. Tres alas divididas por tabiques ligeros, mon- tables o desmontables segim Jas necesidades, con una gran | sala en medios? 2 ‘Almacenes, iglesias, barracas de obra... quizé sin sa- berio, lo que en realidad piden ya no son escuelas. Quie- | ren estos 0, al menos, ya no lo erai tanto. os cuenta también de una escuela York; el cuela bastante Vale la pena mencionar aqui que Mabel, Gl wwiamos todos a unas cuantas manzanas ta, Susan vivia a diez minutos, en tras casas se convirtievon en adjuntas de en especial las de Gloria y Mabel. ¥ los nifios que vivian Cerca invariablemente estaban encantados cuando nos excontraban en la calle, Muchas veces, cuando iba de compras, subia por la calle de Michael Hasty (..) Gri- taba mi nombre y dejaba de jugar a la pel menudo con un compaiero més chico, caminal migo una calle 0 dos, charlando animadamente, Asi- mismo veia a José en la calle y durante parte del aio, XII, El modelo spandptico» 21, Torstos, L., La escuela de 2 Calamus Sct Aula tradicional modelica XV. El paradigms del activismo Este sf que ya c= un paradigma ds coal a yaad qe eicolares debersn referentes de los aprend 25 wt. Bata tler XVII. El aula es jardin, huerto, corral. 2. Escuela municipal montessoriana en Barcelona 2. Trabajo de taller en la -Excola de! Teeballe de Barcelona, ‘ea0 ty Escuela en New Jersey, FE UU, XVI. El aula es laboratorio XIX. El aila es el aire libre reds de Tease al puch fm la foto aparecen memorables Dedagogos de la rencvacign escolar en Catalunya como A. Galil Llomgueras y A Martorel XX. La clase-paseo. La vocacién centrifuga de la En su momento algo fan sencilo como lag excursiones, los fas muscos ey fueron une ite ie se0 —escribié Freinet— fue on los nifios* y el rol 2B. Dewasox, G, Las vidas de los nifios, México, Siglo 2001, 1972, pag. 38.” 24, “Aunque Ja evidencia cuantitativa justifique ya de por sf tal afirmaciOn, valdré la pena matizarla més. Existen, cer- tamente, escuelas para adultos. De hecho, sin embargo, la sescuela de adultos es en realidad uma escuela para lo que de nifios tienen ciertos adultos: «la ignorancias, Para la peda goss adiconal, ja infancia ‘sf empo del aprendizale ‘adultez el momento de aplicar Jo aprendido. La «escuela de adultos» sera asi un mecanismo corrector 0 compensa Para nos adultos que nd lo san dl todo, fruto de una i ia 0, realiza, , Ha 48 convento. Ya se han marchado sus sefiores padres —dijo el jo con una sonrisa que quiso ser compasiv poraiidad social en el que aun se ostenta el nuevo roi. En el colare encontramos tan jos, recordemos Jas tribulaciones de ta 1 hijo en su primer dia de escut da q le depara, Soa momen nifio adquiere una nus ién diariamente van repitiéndose Ia transformacién s que la acompaian. ¢Qué eran sino las form manos y oraciones, en nuestras ¢s- wr la mano opera como de los nifes esperando ‘que esto tiltimo no dice demasiado ea favor es una prueba mas de que el rol de alumno, en muchos casos, no le re adable al nifio) En la medida en que Ie jnstitucién vaya pareciéndose cada vez menos a si misma, en Ja medida en que se quie- ir sus limites de espacio en Ie medida en heterogéneo y una inte- io, los roles se diluyen tral Ares que estaban sentados en el espacio reservado a jos invitadas. Las madres contemplaban sonrientes @ mientras los padres, serios y envarados, se- ‘discurso con gravedad com Sa. Pero tamto en nas como en otros alentaba en Squel instante el més radiante orguile, Su corazén re posaba de semtimien'os loables y hermosas esperan- 22s, ¥ ai uno solo aceriaba a pensar que, @ cambio de Cultura y comunicacién. La lgica de ta co- 25, Lene ar’ sirnbotos, Madsid, Siglo 2<%t, 1978, pa. 107. nexién de fos 50 5 52 lar comenzaba con unas viel , estudiantes y maestros des- do. chismes dela noche x. Con frecuencia, Gloria y Susan egaban com recipientes de café y con miradas que uno inspecciona como para adivinar el estado del alma. Algunos de los nidos siempre Uegaban hambrientos a la escuela y se aduefiaban de los bocadillos que eran para la comida. Al masticarlos hablaban con otros nifios, 9 armaban de de la familia 0 27, Danntson, G., op. cit, pag 31 3 EL APRENDIZAJE DE LA DISCIPLINA EN La ESCUELA DISCIPLINADA* Durante las clases Jos. escol: dos, con la mirada fija, permanecemos_senta frente, inméviles. No esté siquiera permitido, segiin creo, sonarse la respective nariz. Las manos descansan sobre las rodillas, invisi. bles durante toda Ja leccidn. Las manos prucban, a cinco dedos, la vanidad y Ia concupiscencia humaras, por lo que esta bien que permanezcan escondidas bajo Ja mesa. Nuestras narices de escolares son todas espi. Titualmente semejantes, todas parecen tender més 0 menos hacia Jo alto, alli donde se aligera la conocida vision de la confusién propia de la vida. Las narices de los alumnos deberén ser chatas y hoscas, asi lo prescriben los reglamentos, Jas de ios aiumnos. Se ponen tan tiesas, esfuerzo por oir, que apenas s¢ ai Siempre estén un poco sobresalt Po. , constantemente presas de tal pavor! Cuan. do cl sonido de una llamada o de una orden las gol ea, se ponen a vibrar y a temblar, como arpas percuti- das y desconcertadas. Cada tanto, ya se sabe, las ore. Jas de los escolares tienden a dormitar un’ poquito. ly mo despierian entonces! Realmente, charse de * Texto publicado en Ja revista (mee 7, Barcelona, 1979, pags. 5054.

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