invisible de esa tradici6n, él es nuestro Duchamp. Y, tal vez,
quien sabe, he pensando a veces, Duchamp conocié a
Macedonio, cuando estuvo en Buenos Aires, lo escuché
hablar y entonces invents el ready made, la performance y cl arte
conceptual. Ya sabemos que Duchamp decia que lo mejor
para un artista cra ser influide por un escritor. Podemos ima-
ginar que ese escritor fue Macedonio ¢ inventar la tarde en
que se conocieron en La Perla del Once. Otra vez estamos
convirtiendo lo posible y la realidad pensada en la materia de
una obra, hacemos lo que nos ensefié, Duchamp. Podriamos
llamar a ese relato conceptual (retomando un titulo muy
macedoniano): Macedonio Fermindeg, autor de “La nowia desnuda
da por sus célibes”. O a la inversa, Marcel Duchamp, autor dela can
didatura a presidente de Macedonio Fernandex, (primer happening).
El fin de la invasion
En su ensayo de Formas breves sobre ef siltimo cuento de Borges
subraya que se trata en verdad del relato que leemos como el tiktinno
‘uento de Borges. Hay textos y subre todo hay experiencias de lectura.
A ese respect, la publicacén abora por parte de Anagrama de su pri-
‘mer libro La inwasion, de 1967, reserito, ampliado y re-estrnaturado
cuarenta aos después, supone la conclusin de la edicin de (asi) su
cobra completa en esa editorial. Y establee un primer y wn dilio texto
cn la liica de lectura de Ricardo Piglia: el primero es el primer cuento
de La invasién, “El joyero” (de 19691), donde estin ya tedos ss
temas y donde se habla de anillos (esritos) que “nunca estin termina-
dos"; el sitimo es ef itimo ensayo de BI sltimno lector, “Cémo esté
echo el Ubsses”, que no eta fshado, donde lemos que Joyce inventé
Ja fiqura del lector final. 2El escrito establece paradignas de lctura de
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—
obra para que el lector las siga o para que se rebele contra ellas? gSe
trata de wn enigma que bay que descifrar?
No habfa pensado en esa serie. Pasamos del anillo de diaman-
tes del joyero a la papa artugada de Bloom, No esti anal como
sefiales de trinsito de la literatura, Un eseritor deja marcas que
se pueden rastrear en sus propios relatos: objetos, pricticas,
artefactos, que sefialan ~o que sefialarfan, digamos mejor
ciertas condensaciones de su escritura. Las piedsitas que cir
culan de la boca a los bolsillos en Molly de Beckett, las foto-
graflas en los relatos de
drez que juega Marlowe en las novelas de Chandler. Formas
czar, las partidas solitarias de aje-
de fetichismo, condensaciones del deseo. ‘Todo eso, desde
luego, no es deliberado, ni consciente, més bien es bastante
onirico. No habia pensado, por supuesto, que el anillo que
‘nunca se termina podria ser visto como una remota imagen
de la obra que se eseribe y se reesctibe. Y que luego, —como
pasa en el relato con el anillo— se vende de un modo brusco,
en un negocio de compra y venta, en una transaccién sérdida
y a cambio de nada, Pero esas lecturas son ficcionsles, cons.
trayen relatos inciertos y virtuales, que nunca se pueden com-
probar del todo (lo que no quiere decir que no sean ciertos).
También el epigrafe que abre La invasi6n es abora ef umbral de toda
uma obra: “A nosotros nos ba tocado la misién de asistr al erepisculo
de la piedad”. La operacin de situar a Arlt en un lugar similar al de
Borges se une abi a la idea de testimonio de una epoca erepascular. Me
‘ha recordada la cta de Hannah Arend: *
‘ro alrededor para ver que nos encontramas sobre wna moniaia de rui-
nas, de los pilares de las verdades més conocdas)”.
ilo hemos de mivar a nnes-
Tiene razén. El epigrafe de Atlt podria servir de marco para
todo lo que he escrito. Y también es verdad que con su gran
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‘capacidad visionaria, a la Nietzsche, (y Nietzsche resuena en,
‘esa frase Atl), dice algo sobre la historia que hemos vivido
en la Argentina en los tiltimos cuatenta afios. La politica creé
un contexto nuevo que actualiza la frase de Arte.
Usted sostine que el etic eseribe su diario personal mientras gece su pro
Sesion. ¢Cimo es su diario? sCuéndo legaré el momento de hacerlo pb bio?
Estoy siempre imaginando ese momento. Antes deberia
hacer algo que siempre estoy poscergando: necesitaré seis 0
siete meses para mecanografiar todos esos cuadernos,
Espero poder hacerlo algin dia. Una vez esté legible, ya vere-
mos qué ocurre. Todavia no tomé la decisién de irme a un
hotel, encerrarme con todos los cuadernos, leetlos, transcri-
birlos y editarl
ePor que no publica mas? gTiene miedo a la exposicién, 0 quiza a la
equivocacion?
No, porque estoy expuesto desde hace més de cuarenta afios,
No soy un escritor secreto. Yo me equivoco muchisimo... Los
libros me llevan mucho tiempo... Ademas se publica demasiado.
En un didlogo virtual con usted, Roberto Bolato se preguntaba: pcémo
hacer callar a los epigonos? Me han contado una anéedota que usted ba
reproducido en alguna ocasibn: la de Gombrowicx gritindoles desde el
bbarco en que seiban “ymaten a Borges!” sHay que matar a Pigha?
“Tendré que estar atento al momento en que esto pueda suceder,
para tratar de escapar. Salvo que hablemos en sentido metaféri-
co, como era Ia intencién de Gombrowiez, quien en realidad
queria decir que no hay que tomarse en setio a ningiin escritor,
nadie es demasiado importante, con todos hay que tener una
actitud sarcéstica y critica, Primero que nada con uno mismo,
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COLABORADORES
Vicente Battista (Buenos Aires, 1940). Integeé la sedaccién de la
revista literaria El escarabgjo de oro y fund6 y ditigié junto a Mario
Goloboff la revista de ficcidn y pensamiento crtico Nucoas Are.
Entre 1973 y 1984 vivie en Espaiia. Su primer libro de cuentos Lor
‘muertos (1967) fue premiado por la Casa de las Américas y el Fondo
[Nacional de las Artes. Su tiltimo libro de cuentos E/final de la calle
(1992) recibié el Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos
Aires. Escribié ademas varias novelas, entre las que destacan Siro
(1985), y Sucesos Argentinos (Premio Planeta 1995). Colabora en el
diario Cla
Rodrigo Blanco Calderén (Caracas, 1981) es Licenciado en
Letras por la Universidad Central de Venezuela y profesor de la
Escuela de Letras de esa casa de estudios. Fue ganador del
Concurso de autores inéditos de la editorial Monte Avila, mencin
narrativa 2005, con el libro Una larga fila de hombres, publicado ese
mismo afto. Fue ganador del 61 Concurso Anual de Cuentos del
diario E/ Nacional. En 2007 formé parte del grupo de escritores
del Bogota 39. Préximamente aparecerd su libro de cuentos, Lar
‘nvenibles,en el sello Random House Mondadori.
Jorge Carrién (Tarragona, 1976). Es escritor y doctor en humani-
ddades por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Fue miem-
bro del consejo de redaccién de la revista Latera/entre 2000 y 2005
y actualmente forma parte del consejo de direccién de Ia revista
Quimers. Da clases de literatura hispanoamericana en la Citedra
Unesco de Cultura Tberoamericana de la URE. Bs eritico literario
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