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1, EL PROBLEMA DEL HOMBRE Hacerse la pregunta «gqué es el hombre, y pretender que esta pregunta no silo es necesaria, sino que también es dificil de responder, puede resultar extrafio yy paradéjico. Porque, jcémo se puede pretender que no sabernos lo que somos? O bien, jcémo ignorar los formidables avances de las ciencias que estudian al hombre (psicologta, sociologia, biologia, etc)? Veamos lo que escribla Max Sche- ler en 1928, e] mismo ao en que moria este famoso filésofo alemén: TT. _Sise pregunta aun europe culto lo que piensa al ota palabra “hombre’ seguramente empezarén a rivalizar en su cabeza tres circus de ideas total- mente inconilables entre si, Primero, el circulo de ideas de Is tadicibn ju- deo-crstina: Adén y Eva, la creacién el paraiso, la caida, Segundo, el ciclo de ideas de la antigiedad clésica: el hombre es hombre porque posee la “ra- sin’ o logos, donde logos significa tanto la palabra como la facullad de apre- sar Jo que son las cosas El tercer citculo de ideas es el circulo de las ideas forjadas por la ciencia moderna de Ja naturaleza la psicologla genética, y que se han hecho tradicionales también hace mucho tiempo; segin esias ideas, el hombre seria un producto finaly tardio de la evolucién del planeta ‘Thera, un ser que silo se distinguria de sus precursores en el reino animal por el grado de complicacién con que se combinarian en él enerata y faa fades que en si ye éxisten en la naturalezainftaumana Bos tres cltculos de ideas carecen entre si de toda unidad. Poseems, ‘pues, una antropologia cientiica, otra flosifica y otra teoléaica, que no se ppreocupan ina de otra. Pero no poseemos una idea unitaria del hombre. Por otra parte, la multitud siempre creciente de ciencias especiales que se ocu- ‘pan del hombre ocultan lz esencia de éste mucho més de lo que la iuminan, por valosas que sean. Si se considera, ademés, que les tres citados circulos de ideas tradicionales estén hoy fuertemente quebrantados, y de un modo ‘muy especial la solucién darwinista al problema del origen del hombre, cabe decir que en ninguna época de la historia ha resultado el hombre tan proble- 'matico para si mismo como en la actualidad.» (M, SCHEER, 5] puesto del hom bre en el cosmos. Buenos Aires, Lasada, 1978, pp. 23-24) ‘Asi, pues, parece que cuantas més cosas sabemos acerca del hombre, més pro- blematico se nos vuelve éste y mas lejos estamos de comprenderlo en su unidad més profunda. El texto citado mas arriba —que en algunos detalles no tefleja ya exactamente la situacién actual— tiene todo el interés de un testimonio, Justar mente se considera a Max Scheler el fundador de la «antropologia filosbicas, rama de la Bilosofla que tendrfa como finalidad principal el construir una «idea» unitaria (M. FOUCRULT, bas palabras Y las casas. Mérico, Sigho XXI, 1988, pp. 368-378. Texto recompuesto de frag: mentos) Michel Foucault —uno de los principales representantes del estructuralismo francés actual— nos Ileva aqui al extremo opuesto. Por supuesto que existe el hombre (o, mejor, los hombres), lo que Foucault discute es que el hombre sea el objeto de las ciencias que dicen estudiarlo. Lo que verdaderamente estudian estas ciencias son las estructuras lingisticas, psicoanaliticas, de parentesco, evo- némicas...en que vive el hombre. Asi fragmentan al hombre y lo reducen a algo que esld mds allé de 6] (a «estructura»). Adiés. pues, a el hombre. Si queremos 13 Got text esti esorito en 1908 Ha varia~ do la suacn? Cuiles son hoy ks ect cals de ideas? Estructuraliomo, No es una escuela fo- séfica, sino més bien un métode de est- lar [a realidad a partir de sus esructs- rag 0 sistemas de estucturas. Desacan Jos franceses Levi-Strauss (etnslogo), Lacan (psicoanalist) L. Alhusser y M Foucault (fs). ea, En general, odo tipo de tepresen- ‘aca menial, incluso ls imagenes, en sentido eatric, la represenlacin inte- Jectal de un objeto (entonces es sndni- mo de concepto y se contapone a la Jmagen). Aqui equivale a: sopinién>, «doctrines, leor. Bale tema ge tala en el capt 16 ae hacer ciencia, olvidémosto, Si hemos de buscarlo, no lo encontraremos sino frac- cionado y disuelo. ‘Max Scheler, pues, tenfa razdn: carecemos de un conocimiento unitario del hombre. ;Sigue teniendo sentido —a pesar de Michel Foucault— preguntar acerca de lo que sea y pueda ser el hombre? En cualquier caso, ahora est ya muy claro, se trata de tna tarea de la flosofia y no de las ciencias, aunque no se pueda prescindir de esta iltimas. 2. LA «IDEA» DEL HOMBRE ‘Vamos ahora a recopilar algunas de las «ideas» del hombre que encontramos en la historia del pensamiento occidental a) Elhombre, jun «animal racional Este es ya un elugar comin: la mayoria de la gente define al hombre como un animal racional. Con ello nas mostramos deudores del pensamiento gtiego, que valoriaé extremadamente la razén y consider6 al hombre como un ser ante todo contemplativo y tedrico (el trabajo manual era para los esclavos, es decir, para los hombres no-libres, los emenos hombres»). Los griegos quisieron comprender al hombre situéndolo entre los dioses y las fieras, y dijeron que tenia algo de cada uno: animal, si, pero racional Parece que la definicién remonta a Platn. En un texto que se le atribuye, dice: «Hombre. Animal sin alas, con dos pies, con las ufias pplanas; el tinico entre los sexes que es capaz de adquirir una ciencia fundada en razonamientos» (Definiciones, 415 a). Pero aparece con mayor claridad en Arist6- teles {P_ ya ha vivido bastante, re- ‘caperemos al hombre entero, total, Y ese hombre es racionalidad, pero también pasion, imaginacin, vida... cy locura? b) Elhombre, centro del universo? ‘También se encuentra entre los griegos la idea de que la Tierra ocupa el cen- tro del cosmos y que el hombre es una sintesis («microcosmos») del universo, Asi surge la idea de que el hombre es el «centro» del universo. Mas tarde se averi- guard que la Tierra no ocupa ese lugar preeminente, No importa. Si nuestro pla- neta no ocupa el centro del espacio césmico, el hombre es la meta y fin de la evo- ucién del universo. En un breve ensayo —titulado significativamente Esbozo de tun universo personal escrito en 1936, Teilhard de Chardin expresa claramente esta concepcién 'P _sQut sentido tion este devni? até drgda la evo? Ln ave me ‘propongo en este ensayo es constuir una figura del mundo fisico alrededor Ge la persona humana, escogida como elemento sigifcativo de todo el ss tema.. La verdad del hombre es la verdad del universo para el hombre; es door, a verdad simplemente. ‘De igual manera que el polvo de las estrellas, correctamenté situado en la béveda celeste, toma hoy, a los os de los astronomos, la Ogura de las in- mmensas espzales en movimiento, as, as misfadas de seres que llamamos la ‘vida tionden a disponerse, siguiendo una ley muy sencilla de concentracion psiquica, termindndose, en el instante presente del mundo, en el hombre. Jk partir del hombre, descendiendo hacia los orfgenes, la consciencia parece desarudarse, dfuminarse hasta hacerse imperceptible. Hacia el hombre, al remontarse el eje de los tiempos, la espontaneidad oe despierta, se organiza y, fitalmente, se vuelve reflexive, emergiendo en lo personal» (P. TELHARD De Cuno, ESbaan de un universo personal Madrid, Narcea, 1975, pp. 7472.) Pero esta grandiosa visién encuentra también sus contradictores. Hacer del hombre la meta del universo, gno es una desorbitada e infundada pretensi6n? Al- cganos flésofos piensan que no se puede atribuir meta o fnalidad a la evolucién del universo y de la vida. El hecho de que el hombre actie siempre con un propé- sito no nos debe inducir a pensar que también el universo «se propone> algo. ‘Todo sucede sectin leyes y causes, pero,no hay metas o fines. El hombre es ciet- tamente el resultado de la evolucidn, pero no su finalidad, El resultado pudo haber sido otto: si ha aparecido el hombre es por pura casualidad, un puro azar. Es lo aque escribia Jacques Monod, premio Nobel de fsiologia y medicina en 1965, en un libro que hizo mucho ruido, El azar y la necesicad (1910): "T__slavida a aparecio sobre a Tete: oul ea ates del acntimeto a probabilidad de que apareciera? No queda excluida, a contrario, por la e5- fracture actual de la biosfea, la hipétesis de que el acontecimiento decisivo no se haya prodcido més que una sola vez. Lo que significaria que su probe: 15 cet ‘Comparar los res textas. ($e oponen totalmente entre 6? 83 me el mundo? :Defenden puntss de vista demestrabes? Este tema so tala en el cap. If (pp 21-285) y en ol cap 15. En eualqiier ‘am, es ol hombre quien encuonta el sentido yolvalr del mundo (p. 217, Este tema se estutia en el cap. 8 y en asp. 26 bilidad «a priors es casi nula.. El universo no estaba prefiado de la vida nile biosfera del hombre Nuestro nimero salié en el juego de Montecarle. Qué hay de extrafio en que, igual que quien acaba de ganar mil mines, sintamos la rareza de muestra condiciSn?s (. MoNon, Bl azar y Is necesidad. Barcelona, Baral, 1974, pp. 168-160, 186 y 193) Estamos, pues, en el centro del universo y todo converge hacia el hombre, 0 s6lo ocupamos un lugar marginal y nuestro origen fue casual? En cualquier caso, el hombre se siente hoy «fuera de su casa» en este universo que le supera infnita- mente y que intenta explorar y dominar. ¢) Elhombre, jun ser sociable? ‘También remonta a los gtiegos la «idea» de que el hombre es un animal «polt- tico», es decir, sociable y ciudadano. El texto clasico se encuentra en la Poiltica de Aristételes T «Es evidente que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por ‘naturaleza un animal politico... Y la razin por la que el hombre es un animal poll- tico en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es algo cenidente, La ratualesa, en efecto, no hace nada sin un fn determinado; y el hombre es el ‘nico entre los animales que posse el don del lenguaje. La simple 1g es verdad, puede indicar pena y place, y, po tanto, Ia peseen también ls demas animales, ya-que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener -sensaciones de lo que es penoso y agradable, y de poder significar esto los unos a lbs otros pero el lenguaje tiene él fin de indicar lo provechoso ¥ lo nocivo, 7, ‘por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre el ser el tinico animal que tiene la peroepcién del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de las dems cualidades morales y es la comunidad y particinacién en estas cosas Jo que hace una familia y una ciudad-estado» (AnIS- ‘Torees Politica, I, 1, 1253) Animal politico, el hombre es también —segtin este texto— el animal que ha- bla (homo loquens) y el animal ético 0 moral. Y toda ello lo es por su propia natu- raleza, Quizé el hombre no se encuente en el universo como «en su propia casa; no importa, su casa natural es la sociedad. Bien, pues también esta afirmacién en- chentra una formulacién opuesta: quiz el hombre no es naturalmente sociable, sino que su naturaleza es, de por si, agresiva y egoista, «El hombre es un lobo para el hombres, decia ya Plauto; y ésta es la tesis que repite el filésofo inglés ‘Thomas Hobbes (s. xv) {[)__eba mayor parte de los que han eserio sobre las replicas suponen que el hombre es un animal politico, nacido con una cierta disposicién natural ala sociedad. Pero si consideramos més de cerca las causas por las cuales los hombres se retnen en sociedad, pronto aparecerd que esto no sucede sino accidentalmente ¥ no por una disposiciba especial de la nauraleza» (De cive, 11 eHallamos en a naturaleza del hombre tres causas principales de discord: primera, la competencia; segunda, Ja desconfianza;tercera, la gbria, Le pri- ‘mera causa imptlsa a los hombres a atacarse para lograr tn heneficio, la se- ‘gunda, para lograr segurided: la tercera, para ganar reputacién...Con todo ello es manifesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un Poder comin que los atemorice a todos, se allan en la condicién 0 estado ‘que se denomina guerra; una guerra tal que es la de tocos conta. todos.» (T_Hlosses, Aniologia: Del ciudadano. Levitin. Madrid, Tecnos, 1968, pp. 135-198) En conclusién: sequin Hobbes, el hombre no es de ninguna manera un ser so- lable, pero se ve obligado a vivir en sociedad y someterse a la autoridad para no destruitse. Pero la sociedad, ;nos hace mejores de lo que somos? Al contrario, dité Rous- ‘seat: el hombre es bueno por naturaleza —tesis contraria a la de Hobbes—, y es la sociedad la que Jo pervierte. 16 d) Elhombre, jun ser libre? Elproblema de lo que es el hombre por naturaleza es zanjaco por algunos flo sofos de un modo tajante: hay que arrancar al hombre de la naturaleza; el hombre carece de naturaleza, el hombre es libertad. Con esta afirmacin —que encon- ‘ramos en los existencialistas y en Ortega y Gasset la «idea» del hombre escapa del Ambito del pensamiento griego. En efecto, los ariegos concibieron al hombre sometido @ las leyes de la naturaleza; sometido, por tanto, @ la necesidad... Pero el hombre, cuando nace, carece de naturaleza definida, y tiene que irse haciendo @ si mismo, escogiendo lo que quiere ser: TT «Bsoy condenado a ser libre, Lo cual significa que no es posible encontrar ami libertad ms limites que ella misma, 0, si se prefiere, que no somos libres de dejar de sor ibres...Para la realidad humana, ser signica elegirse: nada le viene de fuera 0 de dentro que pueda recibir 0 aceptar. El hombre esté enteramente abandonads, sin ayuda alguna, a la insostenible necesidad de hacerse ‘ser’ hasta en el menor detalle.. El hombre no podria ser libre en mos casos y esclavo en otros: o es siempre y todo entero libre, ono es nada» (LP. Sante, Liétre ef Je néont [El ser y la nada). Paris, Calimard, 1943, pp 518-16) (Ottos afirman que quizé la libertad no es sino un suefio, y la «idea» del hombre como ser libre, la formulacién de un deseo. La nevesidad determinarfa todos nuestros actos, la necesidad de muestra naturaleza bioldgica, los impulsos del inconsciente, la presién social, Ja educacién primera... No habrfa més libertad que la aceptacién de la necesidad que nos rige. Creerse libres no es sino ignorancia de lo que nos determina Esta concepcién nos vuelve otra vez a los griegos. La encontramos, por ejemplo, en algunos fil6sofos marxistas, y, mucho antes, en el holandés Spinoza (s. Xvtl) «Los hombres se equivocan al creetse libres, opinion que obedece al solo hecho de que son conscientes de sus acciones ¢ ignorantes de las causas cle las determinan. Y, por tanto, su idea de ‘libertad’ se reduce al desconcci- imienio de las causas de sus acciones, pues todo es0 que dicen de que las ‘acciones hnimanas dependen de ia voluntad son palabras, sin idea alguna cue les correspondas (B. de Spinoza Etca, Il, $, escola). e) Elhombre, jun ser espiritual? Platén pensaba —de nuevo los griegos— que el hombre se identificaba con el alma (espiritual, no material) y que el cuerpo no era sino una cércel. El hombre, ‘por tanto, pertenecia no a este mundo de cosas, sino al mundo inmaterial de las Ideas, y debe ansiar volver a él: T) _sMientas tengamos el cuerpo, y nuestra alma se halle entremezclada con ‘semejante mal, no poseeremas suficientemente aquello que deseamos, es de Gir, la verdad, El cuerpo, en efecto, nos acarrea incontables disttacciones de- Dido @ la necesidad de sustento ¥, por i fuera poco, lo atecan enfermedades «que nos impiden el conocimiento de lo zeal Nos lena de amnores, deseos, te ores, foda clase de imigenes y tonterias de tal modo que en lo que de él ddepende jamais mos seria posible ser sabios. También las guerras, discordias 1 batellas las acartean el cuerpo y sus desecs, La puricacién consiste —como dice la antigua sentencia— en "separar al maximo el alma del cuerpo" y que aquéla se acostumbre a concentrarse s0- bre si misma desde todas las partes del cuerpo, ¥ a recogerse y vivir en Jo posible —tanto en lo presente como en lo futuro— sola en st, Hberéndose del cuerpo, como si se tratara de cadenes..;Y no es la muerte una iberacién del ‘alma oon respectoal cuerpo? Por eso los que filsofan de verdad se preparan para el mote.» (PLATON Fedlin, 86 b - 67) El desprecio del cuerpo se convirti en lugar comtin de toda una direccién del pensamiento occidental, Sin embargo, a pattir de Aristételes surge otra tendencia que considera al hombre como unidad de cuerpo y-alma, y al cuerpo mismo como Vd Este tema oe tata en a cap. 18, = [is cer ‘Compara ambos textes. Deion pos- ‘as extemas libertad absouta 0 de terminacin abeolta (Cabe un tino met? :Cémo detnir lo que es ls ber tad? Nassies experiencia de libertad, apoyan la doctrina de Sartre © a de Spices? Bite tema se trata enol capitulo 13 ste m)e penetrado de espiritualidad: el hombre, dice el existencialista francés G. Marcel es «un espiritu encarnado». Y si el hombre es espiritu, puede escapar a las leyes , La diferencia bésica radica en el problema del destino y transcendencia del hombre ® Elhombre, jdignidad o miseri Finalmente, qué decir, pues, del hombre? Ante tanta contradicci6n —no sola- mente en las «ideas», sino también en su existencia real—, ;se le podré seguir ala~ bando por encima de todos los demas seres? En Juan Pico de la Miréndola, filtsofo renacentista, se encuentra este famoso pasa: 'T) _sEl.supremo Artesano [..] hizo del hombre la hechura de una fonma inet nida, y, colocado en el centro del mundo, le hablé de esta manera: ‘No te dlimos ningin puesto fo, ni una faz prop, ni un oficio peculiar, joh Addn para que el puesto, la imagen y los empleos que desees para ti, és0s los fengas y poseas por tu propia decisiGn y eleccién. Para los demas, una natu raleza coniraida dentro de cierlas layes que les hemos prescnio, TW, no so- rmetido a cauces algunos angostos, tela definirés segtin tu arbitrio al que te entregué. Te coloque en el centro del mundo, para que volvieras més cémo- mente a vista a tu alrededor y miraras todo lo que hay en ese mundo, Ni celeste ni terrestre te hicimos, ni mortal ni inmorlal, para que ti mismo, ‘como modelador y escultor de ti mismo, mas a tu guso y honta te forjes a forma que prefieras de ti, Podrés degenerar a lo inferior, con las brutos,po- diés realzarte @ la par de las cosas divinas, por tu misma deessén {..] Lo ‘ie cada cual cultvare, aquello forecera y daré su fruto dentzo de él. Silo vegetal, se haré planta si lo sensual, se embmutecerd; si lo racional, se con- verti en un viviente celestial silo intelectual, en un angel y en un hijo de Dios. (. Pico Dé 1A MimANDoLA, De Ja digmided de! hombre, Madrid, Edi- tora Nacional, 1984, pp. 105-108) a dignidad de] hombre est, pues, no en lo que es por naturaleza, sino en lo que puede llegar a ser segtmn su libertad y su accién. Pero en esta indetermina- cin esté también su sufrimiento y su dolor, es decir, su miseria: el hombre es el «animal enfermo», TT) _eeDe qué depende aquella condicién enfermiza? Pues el hombre esté mas enfermo, es mas inseguto, més alerable, més indeterminado que ringin oo animal, no hay duda de ello, él es el animal enferme: jde dénde proved esto? Es verdad que é! también ha csado, innovado, desafiado, alrontado el stino mas que todos los dems animales juntos él, el gran experimentador cconsigo mismo, el insatisfecho, el insaciado, el que disputa el dominio dltimo a los animales, naturaleza y doses, él el siempre invicto todavia, el eterna- mente futuro, el que no encuentra ya teposo alguno en su propia fuerza aco sanie, de mado que su futuro le roe implacablemente, como un aguifin en la came de todo presente: goto este valiente y rico animal n0 iba a ser tam bién él el més expuesto al peligro, el mas duradero y hondamente enfermo, entte todos os animales enfermos?s(F. NistSCKE. La genealogia de la moral Madkrid, Aianza, 1860, pp, 140-141) 2 3. EL MISTERIO Y EL ENIGMA ¢Serd posible, pues, saber lo que es el hombre? Gabriel Marcel —a quien ya hemos citado més arriba— decia que los problemas se pueden plantear, ¢ incluso 18 resolver, porque uno se puede distanciar de ellos suficientemente. Pero lo propio del misterio es que nos envuelve por todas partes, de tal modo que nos hellamos ‘sumergides en él. Quiza «el hombre» es un misterio para el hombre, un enigma indescifrable: precisamente porque esté demasiado cerca, poraue est dentro de 1 Serfa una de esas cuestiones que es mejor no plantear. Pero, gpodemos renun~ ciar a saber lo que somos? {No sera mejor intentarlo, aun a sabiendas de que nos quedaremos a mitad de camino? El griego Heréclito afirmé —quizé al final de su vida—: «Me he buscado mi mismo», Y SScrates se inspir6 en la frase escrita en eltemplo de Delios: «Condoste a ti mismo Si hemos de abordar el «misterios, seré bueno que formulemos desde ahora algunas de sus principales dificutades: 1. En primer lugar, el hombre es un ser muy individualizado (0 personali- zado), Las plantas, e incluso los animales, son précticamente intercambiables en- tre st: parece que lo que existe es propiamente la especie. En el caso del hombre ro esast no parece existir «el hombres, sino tinicamente «hombres», Por eso pre- guntarse, sin més, por sel hombre» puede ser un mal planteamiento de la pre gunta: {T.__¢Nilo humano ni humanidad nel adetiv simple, ni el adjetivo substan tivado, sino el substantvo concreto: el hombre. El hombre de came y hueso, el que nace, sulte y muerte —sobre todo muere—, el que come y bebe y juega y duetme y piensa y quiere; el hombre que se ve ya quien se oye, el hermano, el verdadero hermano.» (M. de UNAMUNO, Del sentimiento trégico de Ja vide, Buenas Aires, Losada, 1968, p. Z) 2. Elanimal, cuando nace, esta ya biolégicamente terminado. No as{ el hom- bre, que, como dice el antropélogo alemén A. Geblen, es un «ser de carencias», es decir, un animal incompleto, no terminado, no hecho del todo. Por eso el hom- bre tiene que hacerse a si mismo, supliendo sus propias deficiencias y su inadap- tacién al ambiente, Por eso, también, el hombre carece de una naturaleza fija. En resumidas cuentas, para hablar sobre el hombre hay que recurrr, sobre todo, a su historia —si hablamos de los hombres—, 0 a su biografia —si hablamos de este hombre— "T.__:Higo sin temeio, eneros que hacer o que eat haciendo siempre, pues ea vida que nos es dada, no nos es dada hecha, sino que cada uno de noso- tros tiene que hacérsela, cada cual la suya. Esa vida que nos es dada, nos es dada vacia y el hombre tiene que ltsela llenando, ocupandola. Son esto nues- tras ocupaciones Esto no acontece con la piedtra, la planta el animal. B ellos Jes es dado su ser ya prefijado y resuelto... Al hombre Je es dada le forzosidad de tener que estar haciendo siempre algo, so pena de sucumbit, mas no le fs, de antemano y de ura ver para siempre, presente lo que tiene que hacer. Porque lo més extrafio y azorante de esa circunstancz. 0 mundo en que te- ‘emos que vivir consiste en que nos presenta siempre, dentro de su circulo w horizonte inexorable, una variedad de posibiidades para nuestra accién, va- riedad ante la cual no tenemos més remedio que elegrr ¥, por lo tanto, ejerci- ‘ar muestra libertad,,» (| ORTEGA Y GASSET, El homibre y fa gente. Madrid, Es pase-Calpe, 1972, p. 42) 3, Elhombre, por fin, es algo demasiado rico para que pueda ser encerrado cen ma sola «ideas. Cambia y se transforma continuamente, como el dios Proteo de la mitologfa griega. De ahi que se pueda hablar del «carécter proteico» del hom bre: posee infnitas facetas, infinitos aspectos que no es posible agotar. Y esos as pectos parecen, a veces, contradecirse entre s{ (asi se explicaria que @ cada ‘idea» del hombre pueda oponerse una ideas contrara), Lo terrible de La meia- morfosis, de Kafka, es que su protagonista se encuentra una ‘mafiana transformado en un insecto de duro caparazin, ¥ ya no puede escapar de esa condicién nica, Queda fiiado, terminado, encerrado en una rigidez inamovible: deja de ser un ‘hombre, 19 cor CConfgntase este texto con Ja doctrina dde Pan sobre las idess (p. 40) y el ‘minal (p. 19). = 189

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