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This article de als w ith the transformation of productive and dis tributive aspe cts
of a rural estate, be tw ee n 1584 and 1617. It is base d on three docume nts of
transfer of ow nership during this period of the Hac ie nda de la Sauc eda, loc ate d
ne ar Cocula, Jalisc o. Disc ussed he re is the appare nt change of regional ascrip -
tion due to the grow th of Guadalajara’s sphe re of in ue nce , plus the de velop-
me nt of a new ex te rnal artic ulation w ith Quere taro due to transformation of
predominant produc tive activitie s.
El pre se nte artíc ulo c ompre nde dos líne as de re ex ión e n e l ámbito de
la his toria rural del occ ide nte de Nue va España. La p rimera, versa so-
bre e l de sarrollo de la p roduc ción ag rope c uaria de una nc a te mprana
de la p rovinc ia de Avalo s, e ntre 1584 y 1617, una é poc a para la cual son
e sc as os los docume ntos que ilustre n la c ondic ión de las hac ie ndas . La
se gunda re construye : e l proce so de c re ación de una nue va ac tiv idad pro-
duc tiva p re dominante en la subre gión de ads cripc ión de la hac ie nda
re fe rida, las re lac ione s de artic ulac ión que tal ac tiv idad trajo c ons igo y
la sep arac ión p aulatina de dic ha subre gión de su comarc a de p erte -
ne nc ia inic ial, e n lo social y e n lo e conómico. 1
1. Desde mi persp ectiva, la mic rorregión -o s ubre gión- implica una relación socioe -
spac ial, semejante a la regional, que oc urre e n un ámbito te rritorial me nor que el de la
región y mayor que e l de la localidad. En el mundo de mi ex periencia, so lían coincidir, en
Mexica n Studie s / Es tu dio s Mexica n o s Vol. no. 17(1),Summer 2001, page s 299–320. ISSN 07429797
©2001 Regents of the University of California. All rights reserve d
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299
La Sauc eda de Coc ula lle gó a se r una de las g rande s hacie ndas del
occ ide nte de Méx ic o a partir de las prime ras déc adas de l siglo XVIII,
c uando los je suitas se adue ñaron de e lla en el año de 1700. Pe ro su fama
e importanc ia cre c ie ron más aún e n e l tie mpo e n que el primer marqué s
de Pánuc o, Franc isc o Javie r Vizc arra, y sus de sc endie nte s fueron sus
propie tarios , a partir de 1787 ( gura 1).
La his toria de La Sauce da y de sus últimos dueños ha sido tratada
por vario s autore s de modo some ro, y algo se puede ave riguar sobre e lla
en las fuente s sec undarias que re c onstruye n el ámbito re gional de la
Guadalajara de e ntonc es.2 Pe ro los prime ros años de su ex is te nc ia, e n-
tre 1539 y 1700 aprox imadame nte , son práctic amente desconoc idos para
legos y espec ialis tas. Por ello, el hallaz go entre los p ape les de su arc hivo
de tre s e sc rituras de venta de la here dad, hechas e ntre 1584 y 1617, de s-
pe rtó mi inte ré s en e laborar e ste artíc ulo.3
Los orígene s de e sta nc a nos re velan la trans formac ión de un e s-
pacio mic rorre gional en un c ontex to mayor, el de la provinc ia de Avalo s,
que ex istió e ntre 1525 y 1786 aprox imadame nte . La Sauce da llegó a com-
pre nde r una buena parte de las tie rras útile s del noroeste de la re fe rida
entidad polític a, zona que de muestra habe rse c onve rtido e n una sub-
re gión atípic a de su ámbito c omarc al e n el tie mpo c ompre ndido por los
datos que aquí pre se nto. Esto hac e re plante ar la ide a pre via de que la
lo territorial, con los antiguos se ñoríos pre hispánicos, pe ro e sto no siempre ocurría y a
vec es los re basaban. Igual que las re giones, las microrre giones crec ían o se reduc ían con
el tiempo. Ade más, como encue ntro que suce dió e n Coc ula, podían crec er a ex pensas de
otras regiones o subregiones vec inas, de mane ra inde pendiente de su región inicial de perte-
nencia. Por otra parte , las microrre giones podían volve rs e atípicas e n el contex to de sus
regione s de pe rtenec ía, al desarrollar nue vas articulaciones , ex ternas o internas, en fun-
ción de c ambios en sus actividades produc tivas pre dominante s.
2. Cfr. Ramón Ma. Serrera Contre ras, Gu a da la ja ra ga n a de ra :e s tud io re g io n a l n o vo -
h ispa n o , 1760–1805 (Se villa: Consejo Supe rior de Investigaciones Cientí cas, Esc uela de
Estudios Hispanoamenricanos, 1977), 42–44, 102, 154, 194, 213. Este autor trata sobre
todo de l prime r marqués de Pánuco, aunque hay una refe re nc ia direc ta a La Sauc eda en
la página 43, cuando trata de los bienes que e l dicho marqué s dejó a su mue rte . Cfr. tam-
bién Eric Van Young, Ha cie n d a a n d Ma rke t in Eig h te e n th -Cen tur y Me xico : Th e Ru ra l
Eco n o m y o f the Gu a d a la ja ra Re g io n , 1675–1820 (Be rkele y: University of California Pre ss,
1981). Sobre e l dicho marqués y su familia, véanse las páginas 49, 126, 126n, 141, 151n,
156, 161 y 161n, 164–168, 172 y 172n, 178, 185, 187, 188, 219, 297, 306, 308n, 312, 313,
322 y 337. Las refe rencias a La Sauce da e stán e n las páginas 49, 165, 166–167, 172 y 172n,
225, 228–231, 232, 254, 329 y 336. La única re fe re ncia anterior a los jesuitas e stá en la
página 297, y se re e re a la c on rmación de propie dad de Estipac, su hac ienda hermana,
por Cristóbal Camacho Bravo, en 1644.
3. Los tre s doc ume ntos que aquí analizo son los únicos en e l archivo de La Sauc eda
temprana que c onsignan con c ierto de talle inventarios de la nc a en tres momentos suce -
sivos de su venta.
uadalaara
a Sa a lla
a n Corona Santa na
ti ac uejotit n oncitl n
cu a Me cala
Santa
M nica Ajijic C apala
ocotepec San Juan
La pr im e ra tr an s acció n
El prime ro de los doc umentos que se analiz an data de 1584. Se re e re
a la ve nta de una “hac ie nda de labor” llamada e ntonc es Arquillos, e n los
límite s del pue blo de Cocula, p or Franc is co Suáre z y Pe tronila de Ayala,
su muje r, e n favo r de l c onve nto de San Agustín de Guadalajara. 5 Las
tie rras de la nca c ompre ndían: me dio sitio de ganado mayor, sie te ca-
balle rías de tie rra, todas juntas , con dos sitio s de ganado menor y otras
c uatro caballe rías de tie rra para maíz. La hac ie nda tambié n te nía c asas,
una huerta y todo un cúmulo de bie ne s cuya lista c omple ta se pre se nta
en la Tabla 1. Todo ello se ve ndió por 7.500 p esos de oro común. El docu-
me nto se rmó e n Guadalajara el 14 de septie mbre de 1584.
Un aspe cto re le vante de e ste inve ntario es e l número de c aballe rías
que te nía la here dad en 1584, en re lación con su tie rra dedic ada al ganado
mayor. El he cho de que la nca tuvie ra onc e c aballerías y ape nas me dio
sitio de ganado mayor, sugie re que la activ idad ag rícola en e lla e ra más
importante que la c rianz a de tale s ganado s. Por otra parte , e l par de sitio s
de ganado me nor insinúan e l inic io de lo que más tarde se ría, en e l c on-
te x to provinc ial, una importante pe culiaridad de la zona de Coc ula y de
la nca aquí analizada. Esto es, el notable desarro llo de la crianz a de ganado
me nor, sobre todo del lanar.
Este panorama empie za a corroborars e cuando observamos con más
dete nimie nto las cifras de ganado, grano y sie mbras que había entonc es
6. Cabe se ñalar que el trigo candeal e s una variedad de c olor ne gro y duro de c on-
sistencia, apto para siembra en tierra c aliente. Es de menor rendimiento que el trigo blanco,
pe ro de mayor prec io. Y dado que e l trigo produc ido en la nca pare ce haber sido para
sus propios molinos, es pertinente indicar que la harina de trigo c ande al se usa hoy para
hace r deos y pan negro. Su rendimiento aprox imado e n contextos actuales uc túa entre
1.8 y 2.5 toneladas por hectárea. Comunicación personal de Luis Carlos Delanoe de la Uni-
versidad de La Sere na, Chile.
7. Aunque no cuento c on otros datos de la época, la información para los siglos XVII
y XVIII pe rmite e stablece r un parámetro. Por eje mp lo, los inventarios c onocidos del s iglo
XVII para la provincia de Avalos re velan que la hacienda de Amatitlán, en 1647, te nía seis
bue ye s; en 1674, doc e; en 1677, c uarenta, y en 1681, ochenta. Fernández, Mu c h a tier ra
y po co s du e ñ o s , 206. Y e n el siglo XVIII, en Chichiquila, otra hac ienda de la e ntidad, había
cuarenta y c uatro bue yes e n 1768. En otra más, Ojo Zarco, ex istía igual cantidad en la misma
fe cha. Archivo particular de Fede ric o Munguía Cárdenas (e n ade lante APFMC), Protoc o-
los de Sayula, le g. 24, 1768, mayo 4, sf. Archivo Particular de Jorge de la Peña (e n ade lante
APJP), títulos de Amatitlán. Inventarios asoc iados a la venta (no realizada) de Amatitlán
por Diego Lópe z de Saavedra a Francisc o Delgadillo Carvajal, f. 136; ventas de la hacienda
de Amatitlán por José de Avalos e Híjar a José de Villaseñor De lgadillo y por é ste a Alonso
de Orendáin e Híjar, ff. 220–232; protocolos asociados a la solic itud de un pré stamo de
750 pe sos por e l c anónigo Alonso de Orendáin, ff. 234–237.
8. AHS, Traslado de tre s sitios de estancia de ganado mayor y menor, sie te c aballerías
de tierra y dos he ridos de molino en té rminos de Cocula, 1622, caja B, le g. 43, dcto. 87,
ff. 13v- 19, ff. 40v-45v.
Los bie ne s c omprendidos e n la ve nta de la e stancia de Santa Mónica e n 1607. AHS, traslado
de tres s itios de e stanc ia de ganado mayor y menor, siete caballerías de tie rra y dos heri-
dos de molino e n términos de Coc ula, 1622, caja B, leg. 43, dcto. 87, ff. 40-45v.
11. Resp ecto al valor de los esclavos no hay modo de es table cer c omparación para
la é poc a en la provincia ni en las c omprave ntas subsecuente s de la nca. Baste decir que
el prec io, de alrede dor de 400 pes os por cabeza, e s se me jante al encontrado para la misma
dé cada del siglo XVII en la c iudad de Mé x ic o, para individuos de c ondición se mejante. En
una lista de valores de c omprave nta de e sclavos publicada por Valentina Garza Martínez,
Elisa Villalpando Canchola y Juan Manuel Pé rez Ze vallos, sus prec ios para el pe ríodo seña-
lado uc túan e ntre 380 y 450 pe sos, aunque la moda, a ojo de bue n c ube ro, se sitúa en
los 400 peso s. Valentina Garza Martíne z, Elisa Villalpando Canchola y Juan Manuel Pérez
Ze vallos, “Mercado y pre cios e n la c iudad de Méx ico. Su e volución en la segunda mitad
de l siglo XVI”, e n Lo s pre cio s d e a lim e n to s y m a n u fa ctu ra s n o vo h ispa n o s , c oord. Vir-
ginia García Ac osta, (Mé x ic o: CIESAS-Instituto Mora, 1995), 283–6.
12. Las que la nc a te nía de sde la compraventa de 1584, que e ran onc e, más tres c a-
ballerías y media que Catalina de Avalos vendiera a Juan Alonso en 1610. AHS, Doña Catalina
de Avalos vende tre s c aballerías y media a Juan Alonso Moreno, 1610. AHS, c aja B, leg. 45,
dc to. 97, f. 5. Aunque c abe se ñalar que veinticinco años más tarde, cuando se hicie ron las
composiciones, en 1643, e l entonces propietario de la nca aparente me nte tenía quince
caballerías y no hay re gistro intermedio de compraventa de la media caballería faltante.
AHS, Traslado de c omposición de tie rras de doña Beatriz de Arte aga y Sotomayor en Co-
cula y San Martín, 1696, c aja D, leg. 54, dcto. 169, ff. 15v.-18.
c ultivo o re nta de l orde n de las sesenta y untas .13 Este número de ani-
males de tiro era digno de una bue na hac ie nda del siglo XVIII, no diga-
mos de l XVII.14 As í, la cantidad de bue ye s y novillos en la nca e volu-
c ionó de la siguie nte mane ra: e n 1584 había se senta; e n 1607, tre inta y
se is; y e n 1617 se c ontaro n 120. Esta uctuac ión sugie re , como ante s
c onsigné , un fuerte desce nso de la capacidad de cultivo e ntre la prime ra
y la segunda venta, como un impre sionante cre cimie nto e ntre la segunda
y la te rce ra. Aunque hay que aclarar que los animale s de la prime ra
trans ac ción eran todos bue yes de arada; mientras que en la segunda y
te rce ra se tratab a de bue yes y novillos en conjunto .15
Por otra parte , c uando se re aliz ó la prime ra ve nta se sembrab a trigo
y maíz. De acue rdo c on el inve ntario , de l prime ro de e llos se plantab an
sie te c aballe rías y cuatro de l se gundo. En la siguie nte trans ac ción no se
espe ci c aron los usos de la tie rra ag rícola. No obstante , en lo que se re -
ere a e ste punto, el tex to permite inte rp re tar que no hubo cambio. La
te rce ra c omprave nta p re cis a que e ntonc es había una labranza de trigo
13. Uno de mis críticos sug iere que los bue ye s no provistos de ape ro y dedic ados
a labranza pudie ron se r animales que se te nían a mane ra de alc ancía, como a me nudo ha
oc urrido e n ámbitos rancheros de cimonónicos y ac tuale s. Si bien su opinión no es
de scartable , c onside ro que los hac endados de entonces tenían ac ce so a crédito líquido y
tal práctica no les era nec esaria. No tengo evidencia de que lo suge rido suc edies e en c on-
tex tos se me jantes y de tal antigüedad. Otra posibilidad es que los bue yes refe ridos fue sen
de stinados de manera re gular a la ex portac ión. Pe ro la fe cha en que tuvo lugar la ve nta
consignada de la nca, es apenas poste rior a los envíos de ganado al c entro de Nueva Es-
paña, que se hac ía entre julio y septiembre . Otra razón para tener ex ce so de y untas, pudo
ser su ofe rta en renta a medieros, o a labradore s inde pendientes, care ntes de ellas.
14. Para establec er un parámetro, Amatitlán, ric a hac ie nda vec ina de Sayula, en 1674
tenía doce bue ye s, cuarenta e n 1677 y oche nta 1681. APJP, títulos de Amatitlán. Inven-
tarios asociados a la ve nta (no realizada) de Amatitlán por Diego López de Saavedra a Fran-
cisc o Delgadillo Carvajal, f. 136; ve ntas de la hacienda de Amatitlán por José de Avalos e
Hijar a José de Villaseñor Delgadillo, y por é ste a Alonso de Ore ndáin e Híjar, ff. 220–32;
esc rituras asociadas a la so licitud de un prés tamo de 750 pe sos por el c anónigo Alonso de
Orendáin, ff. 234–7. Para 1768, el conjunto de haciendas también avaleñas de Chichiquila
y Ojo Zarc o pose ían entre ambas ochenta y ocho cabezas de este tipo de ganado. Y Hue -
jotitán, entonc es gran hacie nda de Joc otepe c, en 1754 tenía 210 animales , entre bue yes
y novillos; en 1759, 216;y en 1778, 219. APFCM, protoc olos de Sayula, leg. 24, 1768, mayo
4, s f. Van Young, Ha c ie n da a n d m a rke t, 208. Archivo Históric o Municipal de Guada-
lajara (e n adelante AHMG), Inventario de la hacienda de Huejotitán, caja 5, leg. 55, 1778,
ff. 2v-3v.
15. El rubro de los novillos no s ie mp re implica animales ya mansos y aptos para se r
uncidos al yugo. En ocasiones supo ne machos tiernos; e n otras, toros jóve ne s ya mansos,
aún sin castrar, destinados a la y unta, pe ro todavía e n aprendizaje para tirar el arado o la
carreta. Dichos animales se unce n junto a un bue y c on ex pe rie nc ia que le sirve de mae s-
tro. Cabe rec ordar que la c arre ta no sólo se usaba para el acarreo de c osechas a la nca.
Era también muy útil para la c onstrucción de c ercas de piedra, las que, por cierto, aún no
aparec en en los inventarios.
16. Archivo de Instrume ntos Públicos de Guadalajara (e n adelante AIPG), tie rras y
aguas, Doc umentos primordiales de Hue jotitán, 2a. col, vol. 238, ex p. 36, sf. Fernández,
Mu ch a tier ra y po co s du e ñ o s , 176.
17. APFMC, pro toc olos de Sayula, leg. 46, 1780, junio 19, sf.
18. Fe rnández, Mu c h a tie rra y po co s d u e ñ o s , c ap. VI, tabla VII, 1.
19. Ibid., c ap. VI.
signi caban una gran cantidad de anim ale s, comparada con la de sus
ganado s mayore s; los que , salvo los bue ye s y las mulas, ape nas sumaban
tre inta ye guas , e ntre mansas y ce rre ras, doc e burros maestros (mana-
deros), p ara las crías de mulas y c aballos, cuare nta burras, c on su asno
garañón, y cie n cabezas de ganado bovino . En suma, los ganado s me nore s
re p re se ntaban e ntonc es 45 p or c ie nto de l valor otorgado a toda la nc a.
Tambié n llama la ate nc ión la p re se nc ia, por primera vez, de perros pas-
tore s e n el último de los inve ntario s analiz ados . Su ap aric ión ay uda a
pe rcibir la trasc ende nc ia que c obraban las ovejas y cabras e n esos mo-
me ntos de la his toria de la hac ie nda. Sin embargo, no obstante la im-
portanc ia de las e spe cie s menore s, la cría de mulas, c aballos y as nos,
c on sus 700 ye guas y c uare nta burras, no e ra despre c iable e n la nc a, al
me nos e n e l c onte x to del siglo XVII. 20
Dis cus ió n
Entre 1584 y 1617, la he re dad pre cursora de La Sauce da desarro lló carac -
te rístic as muy distintas a las del prototipo de la estanc ia avale ña de su
época. La nc a este re otípica re sultante de mi ex pe rie ncia pre via en el
estudio del áre a, estaba dedic ada sobre todo a la crianz a de ganado s
vac unos, c on esc asa ag ric ultura y poc o ganado me nor. En contras te , La
Sauc eda te mprana fue desc rita como “hac ie nda de labor” e n los dos
prime ros inve ntarios re visados. En el te rce ro sólo se menciona una “la-
bor de trigo” entre e l conjunto de tie rras dedic adas sobre todo al ganado ,
y se omite contabilizar el número de c aballerías. Esta c irc unstanc ia da
ide a de la trans formación productiva de la nca y sugie re que la ag ric ul-
tura fue su ac tividad produc tiva pre dominante hasta la segunda trans ac-
ción. Más tarde dominó la ganade ría y, por los números de animale s
consignados, sabemos que para 1617 ya pre vale cían las especie s menore s.
Pe ro e sta he re dad cocule ña pare c e no habe r sido la únic a e n la sub-
re gión que re sultó le jana al este re otip o. Ex iste n ele mentos su c ie nte s
para propone r que allí se c onstruyó, desde e l n de l siglo XVI, un áre a
dedic ada de mane ra primordial a la crianz a de ganados me nore s, e n una
franja situada al norte y noroeste de la provinc ia de Avalos . Más aún, e sta
zona re basaba la juris dic c ión de Cocula y se ex te ndía al áre a ve cina de
Te colotlán y Te namax tlán, a una distanc ia e stimada de se is a die z leguas
al suroeste de l p ue blo de Coc ula.
He aquí un c as o que ilus tra lo ante rior. En 1661, el c ap itán Anto nio
de Olaide , vec ino de Que ré taro , cuyas tie rras fueron vendidas más tarde
20. Por eje mp lo, e n Amatitlán, en 1645, e l ganado caballar sumaba 250 c abezas, en
1647 alc anzaba las 339; en 1674, 188; y e n 1681, 300. Los asnos llegaban a treinta e n 1647.
Cfr. APJP, Títulos de Amatitlán. Fernánde z, Mu ch a tier ra y po c o s du e ñ o s , cap. V.
a La Suc eda manife stó que había adquirido con ante rioridad cinc o sitio s
de estanc ia y algunas c aballe rías de tie rra que habían sido de Be rnardo
Sánche z Corté s, difunto , que re tano tambié n. Cuatro de los sitios se halla-
ban en la juris dic ción de Tenamax tlán y uno e n la de Tec olotlán. Olaide ,
c omo último dueño, los había p oseído por más de veinte años, y agos-
taba e n e llos sus ove jas y carne ros e n los tie mpos c onve nie nte s.21 Ello
c orrobora que estos quere tano s habían e stado traye ndo sus ganado s a
dic hos paraje s de l oc cide nte del virre inato , al me nos durante dos dé ca-
das , c on objeto de apac entar sus re baños. Ade más, del doc umento se
in e re que e l propie tario ante rior a Olayde fue tambié n quere tano , y que,
desde tie mpo atrás había estado trasladando sus ganado s a la zona
re fe rida. Lo mismo oc urriría con sus suce sore s e n la p ropie dad de di-
chos agostade ros, Pe dro Gonzále z de Arte aga y Bernabé Vigil Valde z, que
tambié n eran quere tanos .22 El c as o de Pe dro González de Arte aga lo te -
ne mos bie n re gistrado. Este individuo y su sue gro, Marc os Garc ía de Soto-
mayor, hac ia 1619 solían trae r cada año más de 80.000 ove jas al occ i-
dente a pastar. Sabe mos tamb ié n que los González de Arte aga te nían
tie rras en Coc ula desde 1583 ( gura 2).23
Otras fuente s corroboran la pre se ncia de re baños en el norte avale ño
para el n del siglo XVII. En 1694, un sitio de la hac ie nda de Hue jotitán,
ante s llamado Jocote pe que Ix tabac án, y c onoc ido entonc es como de
los Tep ehuajes, se le había arre ndado a Bernardo de Josnavar, ve cino de
21. AHS, Títulos de las estancias de Coc ula y La Sauceda. Pe tición de amparo a Juan
de Olaide e n la pose sión de cinco sitios de e stancia en Tec olotlán y Tenamax tlán, c aja B,
leg. 33, dcto. 70a, ff. 1–1v.
22. Pedro González de Arte aga pare ce haber obtenido la nc a prec ursora de La
Sauceda por el año de 1635. Véase AHS, Traslado de títulos de un sitio de estancia de ganado
me nor y dos c aballerías otorgado por Luis de Velasco a Francisc o Rodrígue z, 1594 (1622)
(1635), c aja B, leg. 33, dcto. 71, f. 14. Pedro Gonzále z de Arte aga fue ye rno de Marc os Gar-
cía Sotomayor. Casó c on su hija Ana González de Arte aga. González de Arte aga fue arren-
datario de trec e s itios de estancia que heredase Ana de Ojeda, hija de Luis de Ahumada y
viuda de l c apitán Pedro Enríquez Tope te . Esos sitios habían perte ne cido al latifundio de
Luis de Ahumada y se in e re que Go nzále z de Arte aga los emp le aba para la crianza de
borregos. Jes ús Amaya Topete, Am e ca Pro to fu n da ció n Me x ica n a (2a. Ed.) (Guadalajara:
UNED, 1983), 445 y 509. Sobre Be rnabé Vigil, véase AHS, títulos de las estanc ias de Co-
cula y La Sauce da. Petición de amparo a Juan de Olaide e n la posesión de cinco sitios de
estancia e n Tecolotlán y Tenamax tlán, caja B, leg. 33, dc to. 70a, f. 1. Vigil pare ce haber
adquirido la nca en la séptima dé cada de l siglo XVII, ya que el 2 de enero de 1669 ya era
su propie tario. AHS, traslado de esc ritura de venta de Francisc o Martín de 18 sitios y me dio
de es tancia, mayor y menor a Marcos Garc ía, 1669, y traspaso de Francisco Pachec o a Fran-
cisc o Martín, 1610, c aja A, leg. 17, dc to. 36, f. 1.
23. AHS, Papeles sobre los predios pe rtenec iente s a doña Be atriz de Arte aga y Soto-
mayor e n términos de Cocula y de spachos de la Re al audiencia de Méx ico, para que no se
saque ge nte de trabajo de la hacienda a la fue rza, c aja B, leg. 42, dc to. 86, f. 5. Fernández,
Mu ch a tier ra y po co s du e ñ o s , 114.
Que ré taro, para que traje ra sus ganado s a p as tar. 24 Pe ro sabe mos por
otros autore s que los ganado s trashumante s venían al occ ide nte desde
el n de l siglo XVI.
Franç ois Chevalie r narra c ómo e ntonc es, al multiplic arse los re baños
c on pre dominio de los ovino s, se habían orig inado las mig rac ione s pe -
riódic as siguie ndo pre cedente s ibéric os de trashumanc ia. Enc ue ntra que
desde 1579, o mucho ante s, más de doscie ntas mil ove jas de la re gión
de Que ré taro re c orrían c ada septie mbre de tre s a c uatro cie ntos kilóme -
tros para llegar a los pas tos fre sc os de la laguna de Chap ala y Michoacán
occ ide ntal, y volver a sus estanc ias en mayo del año siguie nte .25 Ramón
Se rre ra tambié n describe la mane ra en que las ove jas quere tanas eran
traídas cada año a pastar a la cue nca de Chapala, para re gre sar a sus n-
c as de orige n y ser esquilmadas.26
Con más de talle , Elinor Melville doc umenta c ómo e l ganado me nor,
en espe cial el ovino , e mpe zó a venir al occ ide nte de Nue va Esp aña a
c ausa de la sobre ex plotac ión y e l e mpobre c imie nto de los ante s ric os
valle s del c entro de Mé x ico. De mane ra puntual, e lla se ocupa de l caso
24. AIPG, tierras y aguas, Documentos primordiales de Huejotitán, 2a. col., vol. 238,
ex p. 36, sf.
25. Franç ois Che valier, La fo rm a ció n d e lo s la tifu n d io s e n Mé x ic o (2a. e d., 1a.
reimp.)( Mé x ico: Fondo de Cultura Económica, 1982), 129.
26. Cfr. Se rre ra Contreras, Gu a d a la ja ra Ga n a d e ra , 291–8.
tac ión e s cons ignada con claridad e n las me rce de s otorgadas a partir de
1593, c oinc idie ndo c on lo que Melville documenta al re spec to.
Richard Salvuc c i tambié n contrib uye a re c onstruir el mundo de los
ovinos y la tras humanc ia e n Nue va Esp aña.32 Este autor se ñala cómo las
ove jas prospe raro n en las tie rras altas y montañosas de la Mesa Ce ntral.
A ne s del siglo XVI se habían ex pandido por dic ho te rrito rio y se di-
vidían e n dos c onc e ntrac ione s: una norte ña y otra sure ña. En la del sur,
las ovejas se ex te ndían por la Mix te c a Alta y La Cañada de Oax ac a, así
como por los valle s de Tlac olula y Zimatlán, e n la zona zapote ca. Hacia
el norte , se hallaban e n las áre as c entrale s de l altip lano, e ntre la sie rra
madre Orie ntal y la Occ ide ntal. La divis ión e ra signi cativa. Los re baños
sure ños fue ron utiliz ados princ ip almente para e l abaste c imie nto de las
alde as indias , a las que surtían de huip ile s, chale s y faldas . En c ontras te ,
la ofe rta c omerc ial de lana proc edía sobre todo de los re baños norte ños.
Éstos produc ían tambié n carne ros , para e l cons umo humano, y tale gas
para almac e nar el mercurio de las minas. Salvuc ci observa que el clima
del altip lano novohis pano, con sie te me se s de invie rno sec o y c inc o de
lluvias ve ranie gas, ale ntó un p atró n de trashumanc ia de tipo medite rrá-
ne o. Éste imp lic aba la mig rac ión de ovejas e ntre agostade ros de inv ie rno
y de ve rano. Este autor hac e tambié n re fe re nc ia a una ruta de trashu-
manc ia hacia el río Verde de Guadalajara, a princ ipios del siglo XVII.
Finalme nte , Salvucc i enc uentra que durante los siglos XVI y XVII,
el foc o de la c ría de ove jas se trasladó de las sobre utilizadas tie rras del
Méx ic o ce ntral a las nue vas nc as de Sinaloa, Chihuahua y Coahuila, al
nore ste de Nue va Galic ia, a Zac ate c as y al valle de l río Grande , en Nuevo
Méx ic o. De ac ue rdo con e ste autor, la produc c ión de lana y su ve nta
conformaro n e l c re c imie nto te mprano de Que ré taro , en cuyas zonas de
in uenc ia pastab an quizá un millón de ove jas, por e l año de 1630. Tam-
bié n hace notar que las hacie ndas p rove e doras de los obraje s solían
pe rte ne c er a las más ric as familias de Nue va España. En e se conte x to,
cita a un observador del siglo XVIII, c onoc edor de la situac ión, según el
cual la rique za de Nueva España no estaba e n las minas , sino las ove jas
y los te lare s.33
Los obrajes, de acuerdo con el mismo Salvuc ci, obtenían su lana cruda
de variadas mane ras, y muchos nqueros construían obrajes en sus ha-
Mezquital cambiaron a esp ecie s de zona árida tales c omo la lechuguilla, e l nopal, la y uca,
el huizache , e l mezquite y e l c ardón. Tanto las tierras sin utilización como las de pastore o
fue ron c ubie rtas de manera sec undaria por mezquites—cre ciendo estos ya como matorra-
les y no c omo árbole s—, así c omo huizaches y mague yes silvestres.
32. Richard J. Salvucc i, Te x tiles a n d Ca pita lis m in Me x ico : An e co n o m ic His to r y o f
the o b ra je s , 1539–1840 ( Princeton: Prince ton University Press), 1987.
33. Ibid., 45–7.
lo siguie nte : Alons o de la Mota y Esc obar, quie n re c orrió e l occ ide nte
de Méx ic o e ntre 1602 y 1605, nota que en Coc ula se daban abundante s
frutas de Castilla y en sus alre de dore s había muchas y muy buenas tie -
rras para se milla de maíz. Y ag re ga que, e n e se tie mpo, los indio s y algu-
nos e spañoles poseían “muy bue nas y grue sas” here dade s de sie mbra
de dic ho grano , del c ual prove ían a la c iudad de Guadalajara, dis tante
die z le guas de ahí.39
Todo e llo hac e re c onside rar e l panorama p re vio de la dinámica re -
gional de la provinc ia de Avalos . Ante s se perc ibía a la ganade ría de e s-
pe cie s mayore s c omo la ac tividad p roduc tiva p re dominante en toda la
entidad, hasta me diado s de l siglo XVIII, la misma que había motivado
de mane ra p rimordial la organiz ación del te rritorio y la c onstruc c ión
de l espac io re gional pe rtine nte s. El e studio de la nc a p re cursora de La
Sauc e da nos da una base para prop one r una situac ión dis tinta p ara e l
áre a de Cocula, e n func ión de la pre vale nc ia de la ganade ría ovina, a
partir del n de l siglo XVI.40 Ello se re e ja e n el padró n de me rce de s
de tie rra c onc e didas e n ella. Las c onc esione s de estanc ias de ganado
menor que ahí se otorgaron fueron ve intinue ve y las de mayor sumaron
sólo doc e . Y é stas, se gún mi modo de ve r, no se die ron de mane ra for-
tuita ante s del tie mpo de las composic ione s. Todo indic a que re sp on-
die ron a pe tic ione s c onc re tas, p ara ac tiv idade s p roduc tivas p re c onc e -
bidas y, e n c onse cue ncia, los sitios de ganado me nor obte nido s fue ron
más numerosos.
Por otra parte , la prox imidad de Cocula y sus agostade ros de ove jas
a la c re c ie nte ciudad de Guadalajara, pudo habe r orig inado un me rc ado
para la c arne de borre go, comple me ntario al de la lana y los obraje s del
mundo que re tano . Eric Van Young docume nta la imp ortanc ia de l c on-
sumo de e sta carne e ntre los habitante s de Guadalajara, de sde el n del
siglo XVII hasta e l té rmino del pe riodo colonial. 41
Apoyando la ide a de la trans formac ión produc tiva de l áre a de Co-
c ula hac ia el ganado me nor, hay info rmac ión de que algunos sitio s de
estanc ia que fue ron de ganado mayor se de stinaro n más tarde a las e s-
Por otra parte , sabe mos que e l áre a de Cocula se inde pe ndizó en lo
soc ial de l mundo avale ño luego de la muerte de don Alonso de Avalo s
el vie jo, su conquistado r, a p artir de 1574. Desde entonc es, los re ce p-
tore s de me rc ede s de tie rra en la jurisdic c ión de este pueblo y e n gene -
ral los te rrate nie nte s del áre a, fueron lugare ños o ge nte más ligada a
Guadalajara que a la provinc ia de Avalo s y su grup o dominante .47 Esto
lo corrobora una lista de propie tario s rurale s de la jurisdic ción de Co-
c ula, elaborada en 1643, en el contex to de las c omposic ione s. Por e lla
nos pe rcatamo s de lo poco say ulte ca que era entonce s e l áre a de inte ré s,
tomando como c rite rio la propie dad de la tie rra. 48
La susc eptibilidad de una subre gión a una ac tividad p roduc tiva p re -
dominante dis tinta a la de l re sto de su comarc a de ads cripc ión inic ial,
pue de inc idir en la construc c ión e n ella de un e spacio pec uliar, así como
en e l establec imie nto de re lacione s de artic ulac ión y p are nte sc o dife -
re nte s a las que oc urre n en las otras subre gione s de la entidad. Ello puede
ser causa de una eventual disgre gación de su ámbito re gional de cualquie r
te rrito rio de e sta mane ra afe c tado. Con esa lógica, cabe la posibilidad
de c onc ebir al áre a de Coc ula conve rtida e n una re gión de por sí, en fun-
c ión de lo dife re nte de su artic ulación c on e l ex te rior, y de una activi-
dad produc tiva p re dominante que le e ra pec uliar, a partir de l n del siglo
XVI. Pe ro sus re lacione s de dominac ión, p or gobie rno, c on el re sto de
la provinc ia de Avalo s y, por propie dad de buena p arte de sus tie rras,
c on Guadalajara, pare ce haberlo e vitado al menos en los aspe ctos for-
males de la organizac ión polític a de l te rritorio . Del mismo modo pare ce
haber in uido la de pende nc ia de se rvic ios que Cocula te nía c on la ca-
pital ne ogalle ga, como lo hace notar el he cho de que se haya ac udido a
sus notario s para formaliz ar las tre s c omprave ntas te mpranas de la nca
en cue stión.
Escritura de venta de La Sauc eda por Agustín de Osio y Ocampo a los jesuitas y relación
de los antece dentes de c ompra, c aja A, le g. 17, dcto. 26, 1700.
47. Entre 1575 y 1618, desp ués de la muerte de l c onquistador, la jurisdicción de Co-
cula fue objeto de numerosas adjudicac iones de tie rra. Pe ro estas fue ron c oncedidas s o-
bre todo a gente que no pe rtenec ía a la familia del conquistador, ni asoc iada con claridad
a ella o al re sto de la provincia. En ese lapso, se die ron e n el territorio de Cocula 36 me r-
ce des de tie rra bien doc umentadas; de éstas todo indica que só lo tres fue ron conce didas
a mie mbros claros de la c asa de Avalos o de su grupo de intere ses. Cfr. Rodolfo Fe rnán-
de z, La g ra n pro pie da d e n Co cu la . Ello contrasta c on lo ocurrido e n el resto de la provin-
cia: de c uarenta y cuatro me rce des conc edidas, dieciocho fue ron dadas a los de la c asa de
Avalos y tre s más a Pedro Larios, e l apare nte lugarte niente de l viejo conquistador. Fe r-
nánde z, Mu ch a tier ra y po c o s du e ñ o s , cap. III.
48. AHS, Traslado de composic ión de tie rras de doña Be atriz de Arte aga y Sotomayor
en Coc ula y San Martín, 1696, c aja D, leg. 54, dc to. 169. Vé ase también Rodolfo Fe rnán-
de z, “La riqueza y sus dueños e n la Coc ula del me dio siglo XVII”, Es tud io s de l Ho m bre 6,
(1998): 191–206.
49. Eric Van Young, “La historia rural de Mé x ic o desde Che valier: historiografía de
la hac ie nda c olonial”, His to ria s 12 (1986): 26.
50. John Coatsw orth, Lo s o r íg e n e s d e l a tra s o : Nu e ve e n s a y o s d e h is to r ia e c o n ó -
fue un período de c re c imie nto mine ro, c onside ra que e llo implic a re vi-
sar la inte rpre tac ión de que fue una centuria de depre sión, y su asociac ión
por otros autore s c on la c risis e uropea de dic ha c ente na. 51
Para 1617, la nc a pre c ursora de La Sauce da mue stra una fac eta co-
here nte c on la te sis de la de pre sión: sus ganado s, y e n espe cial los ovi-
nos, cre c ie ron de mane ra signi c ativa, lo que implica e l priv ile gio de los
aspe ctos ex te nsivos de la produc ción. Sin embargo, su apare nte cre c i-
mie nto ec onómico e n la ag ric ultura y quizá e n la produc c ión de harina,
va a contrap e lo de la ide a de la dep re sión, favore c ie ndo la visión de
Richard Garne r de que el siglo XVII novohispano no fue un período de
c ris is ge ne ralizada. Sólo el ulte rior hallazgo de dato s pertine nte s a la
ép oc a sobre otras nc as de la c omarc a, o de re gione s ve cinas , permitirá
una ge ne ralizac ión más con able, aunque c abe re c ordar que , paradó -
jicame nte , buena parte de la riqueza de estos dato s yac e en el he cho de
que son únic os para su é poca y áre a de pe rte ne nc ia.
La subre gión de Coc ula fue la prime ra de las subcomarc as norte ñas
de la provinc ia de Avalo s e n pasar al áre a de in uencia dire cta de Guadala-
jara. Todo e llo, e n un proc eso de cambio de ads crip ción re gional e n que
le siguió la jurisdic ción de Zac oalco y, nalmente , toda la provinc ia de
Avalo s. Así, c uando se formaro n las inte nde nc ias, e n 1786, la entidad
polític a e nte ra pasó a formar parte de la de inte nde nc ia de Guadalajara;
y los dominios que habían sido de la ge nte de Corté s y sus descendie nte s,
pasaron e n su totalidad al te rrito rio c ontro lado por la capital de la an-
tigua Nue va Galic ia. Pe ro sólo e n el c aso de Coc ula y sus e ntornos e llo
sucedió en la coyuntura del fortale c imie nto de la artic ulación e conómica
c on Que ré taro .
m ica d e Mé x ico e n lo s s ig lo s X VIII y X IX (1a ed. 5a re imp.), (Mé x ico: Alianza Editorial,
1998), 23.
51. Richard Garner y Spiro Ste fanou, Eco n o m ic Grow th a n d Cha n g e in Bo u rb o n
Me x ic o (Gainsville: Univers ity of Florida Press, 1993), 109–10. Garne r s eñala que la pro-
duc ción de plata e n Nueva España aumentó entre 1569 y 1627 e n un 2.5 por ciento anual,
y entre 1628 y 1724 c rec ió 1.2 por cie nto cada año.