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Antonio Escohotado De physis a polis La evolucién del pensamiento filoséfico griego desde Tales a Sécrates mn EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA PROLOGO El presente ensayo pretende cubsir el petiodo que va desde Jos comienzos de la especulacién griega hasta la figura de Sécra- Aes, Despreciados © mal conocidos hasta el siglo 21x, los Hamados presocriticos (y quizé fuera més exacta la designacién tancia y produciendo se produce, la fuente de todas las cosas © ‘spontineas, el vivo engendrar cuya fecundidad emerge de si mis- mo, esto se indica al mentar la pbysis. En su comienzo, el saber s6lo contempla como absoluto esa fermentacién ilimitada, pues \inicamente en ella descubre algo capaz de constituir su. propia causa y su propia verdad. Pero la naturaleza es también lo hetero- sgénco, el concepto més impreciso donde todos los contenidos 25 J coexiste, La conciencia persigne en Jo fisico su otro y aquello ‘que por si se forma, mientras el tener presente de la concencis misma aparece como un set en lo fisico y a través de ello ba segundo lugar, aunque la naturaleza puede concebirse como un solo principio o, més simplemente, como universo, nombrs mimi mo la esencia de cada cosa, aquello en vittud de lo cual algo he Uegado a exists y permancee en su concrecién, pues la pyre sélo se opone ahora al producto del obrar de la conciencis huone na siguiendo sus privados fines, ex deci, al iil y al conjume de cosas surpidas de la penuria humana. En esa medida, ec rane Ja totalided como el fundamento responsable en cada presencia cexpecifica de su estar puesta, aquello en lo que ha de partcipas cualasir existencia para existr o la substancia de lo determi La dimensién fisica Este concepto de la naturaleza estéen el otigen del saber como su meta y, en realidad, todo esfuerm intelectual se marca Oo at firma Ja existencia amreglo a la acepcién antes indicada; y es hipotético, ademés, Porque presupone como cardeter de esa naturaleza contener el Brincipio de su modificacién y de su mantenimiento en cada caso, Por cual serd el origen o el medio de la physis). Por lo mismo, la materia es un modo de pensar el principio ant ‘que un principio en si. Significa decir: Ia verdad de lo que hay 1 aquello de donde algo viene 0 en donde yace. Siendo la decan- tucién por amalgama de los conceptos de origen y patria, ese principio carece por completo de su derivacién hacia la forma y Ja dinémica del paradigma en general. Pero, por su parte, festa materialidad de los milesios esti como a caballo sobre otros dos conceptos atin no desarrollados, que son la substancia onto- Iogica y la finalidad inmanente. Por eso aparece en Anaximandro el provenirir y el dar sede a la vez. Lo primero viene desta caudo en el fragmento («de donde... hacia alli...») y es evidente- mente bésico para el contenido del principio. Pero el dar sede © el puro eu» estd no menos indicado cuando se dice: «principio y elemento», y ante todo teniendo en cuenta que lo dpeiron es luna fusién suspendida periédicamente por el independizarse de Jos contraros. «En cuanto al principio mismo, que produce y jt , ¥ sustenta a un tiempo, pero ~siendo indiferente en si al producto— es ciclo y repeticién, «movimiento eterno», Oposicion » evolucién En linea con ello esté que Aneximandro sea el primer pen ssdor propiamente tal y el piers en decir gue el Loubee Phe engendrado por animales de otra especie».* Hasta Ia aparicidn de la filosofia el jurgimieno del hombre hihi consiuide sem pre una cuestién de providencia © milagro, no un simple result evolutive. Pero eso y s6lo exo cs en Anaximandre, une cone sializacién dentro de lo vivo que, por su parte, es io emanalo del agua por influjo del calor sol los efectos del Sol»? Paes ted Por lo mismo, la sepaacn de Jos contratios no significa solamente separacién de adje ‘ tives como blanco y negro, célido 9 fio, grinde 9 pequeo, x. Ems sepanen ee ee evolucién y, dentro de Ja evolucién, progreso de lo determinade de la cmd como el hombre es un «contrario» del animal o Partiendo de la mezcla absoluta que es el racks ai aoe to de la physis, el alzarse de los ‘opuestos significa sencillamente Is peta eqpotiacs de le Ie a amen diagegre del fo on an vind cea eo Ja senda de su posibilided particular, Dicho de otto modo, el 36 sinismno» se polariza en ,* se manifiesta ahora Ia tensiGn entre el principio que sirve de apoyo a todas las cualidades y esas cualidades ‘mismas. Si la conciencia vela desaparecer ante cada Jas formas en su propia necesidad de originarse a partic de un principio indeterminado y de ir perecer alli, ahora se escubre en una escisién donde, por una parte, hay como fuente del wniverso algo-nada, earente de limite alguno susceptible: de cr sobrepasado, y donde hay por otta parte tna aglomeracién de cosas finitas y cambiantes. Se insinéa entonces Ta profunda para- ddoja implicita én la sintesis forzosa de unidad y totalidad, el hecho para ser todo, lo incorruptible ha de ser patticipado 0 tado y negarse asi su negacién de toda forma, aunque ni podria por si sola determinar Ia materia ni Ia materia frog Ia cual 1, Anaximandro, ef. ArisGteles, Fisice, 203 b 1344 or sf sola salir de su indifetenciado vacfo. El acto €] universo dele substancia incondionada —el popeee erent set saber.en_su experiencia inicial— es incapaz de reconciliar el abismo por él abierto entre lo definido (peras) y lo indefinido ferro ), ¥ frente @ Ia certeza de que lo relativo ha de originarse Ere sbsoluto se levanta un conocimiento superior, para el std inmediatamente el key Neue Las categorias generalen de la intdigencia EL pitagoris i El pitagorismo representa 1a primera conciencia de un prin Sei imi de naturales puree lnteectal 9, ec to es To expresado al decir que lo uno, como simple igualdad ndeterminada, es slo un algo; que lo dual, como diveridad reiteracién de lo uno, es ya el ser de la diferencia o de lo aire en cuya virtud Jo uno es en si fétil, pero que Gnicamente lo ‘tino contiene el todo verdadero, La totalidad ‘no. puede cor une nubstanca simple y fj, por Ia obvia rang de que si consti, yera un elemento positivo como el agua, el ire, ete. y carcciens destodo otro careceria igualmente de ser alguno, dado due ca fer es su limite especifico de humedhd, ealor, ete: Por lo ue fampoco puede concebirse el todo como una materia en cl nee tido antes visto, porque ella es sélo la generalized «injustcing de ‘as cualidades, el suelo del cosmos sue representa asi lo frerse del. Ldéaticacerteza cabe mantener respecto de fo mil Ble o del teino de las formas contrspuests, cuya pretenign de Steric ren voiando ol uta dl todo mi jcamente Ja unidad de la unidad y la dualidad express 1 concepto buscado. Por eso, partiendo de la anthesis de Aven mandto entre lo definido y lo indefinido, entre el limite y Ie th mitaci6n, el pitagorismo adelanta el cencepto de ermonin, 2. Asis ms De Coe, 1, 1, 268 40 La naturaleza se constituye en este cosmos por armo- aia de lo definido y lo indelinido. Ast estin constituidas todas las cosas que en el cosmos se hallan El niimero se descubre entonces como principio abscluro. No ¢s arbitrario que el primer despliegue sistemético de la aritmética y ln gcometria, ciencias del puro deducir libre, coincida con la primera descripeién del pensamiento en cuanto tal. La doctrina’ dle Pitégoras no contiene tanto un repliegue de la conciencia hacia el vacfo de todas las formas y todas las precisiones como el xcto de emerger el pensamiento desde su asegurada certeza, el proceso de exponerse la inteligencia a manera de universo sensi ble. En esa medida, no se trata de un pensar asimilado a la natu- raléza, sino de una naturaleza pensante. Eso es precisamente para, Pitégoras el mimero, que al ser descubierto en el interior de la presencia hace de cada cosa el desarrollo azaroso de una propor cin infinita y a la ver cierta forma estrictisima. Siendo wn néme- 0, cada cosa expone la pura exactitud y a la vez un puro azar ue se decide dentro de un margen ilimitado de combinaciones. De ahi que, ademas de expresar una dimensién cuantitativa, el” nimero sea también para esta conciencia la unidad armoniosa de sus principios, cuyo desarrollo lleva consigo la primera Iégica Los principios del niimero se asimilan a los principios de lo na- tural siendo, a Ja vez, las determinaciones generales del_pensa- imiento, y frente al rudimentario saber previo se abre paso en razén Ia certeza de que «el cosmos esté unitatiamente ordenado».* 0) Unidad La conciencia comienza conociendo en Ja unidad el funda- mento de todas las cosas. Tan uno es el uno como el tres, el cinco o el trescientos y, del mismo modo, es unidad una pareja de amantes, un bosque de éboles 0 una playa con sus innumerables 3, Filolo, B. 17 4. Flolao, B. 1 4 steno de arena Se trata, desde luego, de In unidad més riguro- semente abstracta, de Ja precision més imprecisa, pero loe ice Y gricinaiamente pura unidad; que ella sea depende de que soa una. Y ese es el Brinepio del nimero 1, que cada algo’ es de tina cierta manera el todo de sf 0 un punto, aunque come unida Brevis cuslgier deterinacn ete enceznas Se con a dad sea solamente algo en lugar de esa cosa misma Baral socte df, la pura unided es lo més contiguo a la pura diveridad cone Bor tl dominio de los unos singulares extras entre si, poce faquello que funda el cardcter de «uno» de cada cosa no se dis. at Se aavello que funda el earécter de «uno» de otza cunlque. ma; la sooe.2e & una en virtud de so propia actividad, sino esi Semente por earecer de contraposicién en general 'y, deWecrs ‘spodo, la unidad_es_algo_simulténcamente limitado ¢ ‘iimitede cade el limite. provene de su prosia absisscign y To ili se apoya sobre Ja carencia de exclusién que permite indefnido en Is seie de las unidades. = nt Progreso b) Diferencia No obstante, para los pitagricos el €spontiineo linea Si la pura unidad contiene el ser del io y de lo ilimitado, su desarrollo conduce a la dualidad o a la pura Sontraposicisn, por medio de In cal a sre infin we tie Jo par y lo impar 0 —enunciado conceprualnentn oo a Wiad y seen: Agt se ago en ay a se afiade a sf mismo como diferente a si mismo; la simple reite- geo Ie sel spree como movnieno de dictneaiie 7 la ae < ios unos recibe nombre, aiimero, que ¢s, ya la unidad eee En cuanto algo con otro, lo dual ¢s por una Parte lo eu consigo mismo desrroliad, la verdad del une sient pee Tr ght: es Ja determinacién pura, Ia alteridad més grat, tica. El dos 8 tanto lo impar 0 diverso del uno como la paridad Por excelencia y en esa medida ‘expresa la experiencia de gue la 42 1 tefljada en su propio ser no ¢s igualdad sino precisamente Wiferenia, de que lo uno reiterado es ya lo ott, Cn todo, lo fencial en Ia conttaposicién es la ausencia de cualauier término medio; el surgimiento de una cosa supone la desaparicién de la tra y, asf, Ia simple unidad se transforma incesantemente en sim ple diversidad y a Ia inversa, sin que ninguno de los extremos na la ver un lado y el otro aunque, en realidad, tengan un contenido idéntico. Careciendo de mediador, la dualidad es algo inestable y, en tltimo té:mino, imposible, ya que a falta de un fnculo entre lo doble no es dualided alguna, sino s6lo el uno en sf otto de sf, la absoluta diversidad es dentro de esta dualidad imposible donde se engen- mina medio, porque si el desarrollo de lo uno conduce a Io otto del uno mismo, el desarrollo de ese otro es su simple onerse como la mediacién por él presupuesta ¢ incumplida, y de este modo nace lo trino. Lo trino es el ser de Ta relacién —trén- sito de la Linea a la superficie— como simple despliegue de la antitesis Iatente en lo inmediatamente contrapvesto. Lo trino con. siste en Ta conexién de Jo que hay, en el vinculo de To uno y Jo otro, y en tal medida asume el concepto del todo, poraue limitendo a un tiempo Ia identidad y ta diferencia es también tivo compendio o la suma de ambos momentos. Lo txino tminada por un movimiento preciso, en cuya virtud la unidad deviene por mera reiteracién diferencia y esa diferencia al desa la identidad, que ahora aparece como identidad In diferencia 0, més sencillamente como tots rrollarse regresa de Ia identidad ad real 4) Pluralidad Sin embargo, lo trino no es todavia el universo, sino tinica- 43 mente el esquema de la presencie en su capacidad para diversi ficurse: dentro de To unitario. Aunque To uno se ha consolidate hasta el punto de acoger su propia negacién y aparece, net Conn uunidad concreta, la diferencia permanece todavia separada’ de ag Propia reiteracién. En la relacién misma, de unidad y diferencia, tuno de Jos lados ha vuelto sobre sf mientras el otto es todevie algo abstracto y estéril. Concebir el paso de lo tno a un untocwe exige pasar a lo cuédruple, que es por una parte el desarrollo. del concepto tring o su consumacin, donde se expresa para los pits Béticos el trinsito de la superficie a Ia soldez y, por otta porte, el euadrado o la fertlidad de In diferencia como diferencia: Cor ello aparece el cuarto principio, que resulta de la trayectora ece, satia de los previos y se basa en el hecho de que la unidad deviene diferencia, la diferencia deviene relsci y la relacién deviené plu- talidad esencialmente sintética, moménto a partir del cual el na mero pasa a la libre combinacién ya desde un equilibrio de Is com> trapuesto. ©) Armonia A sa vez, todas estas determinaciones generales se rednen cn la décads, que representa la armonia. Como suma de los cat tro primeros mimeros, la década es la magnitud eapital que tiene Por contenido Ia logicidad o la consecuencia misma; alli ol omer ‘lento de las determinaciones comiena: nuevamente, y a partir de este cfreulo del pensamiento puro concibe el pitagorisne Ip actividad del principio. La diversidad deviene atmonin cucnda ¢l eauilibrio entre idemtidad y diferencia se manifiesta come 1, leo _teal._Sin embargo, la posiciéa misma de este equilibrio plica asimilar Jo absoluto a un certo orden, y ese orden eo ene, en definitiva, una proporcién constante; cuando se afitma de lo arménico su buen concierto o su belleza sélo se afitma en realidad, esa constante y exacta provorcién alli representads n términos generales, lo regular. 44 6 te Ia identidad que progre-* Pero Ia proporcién es sencillamente 1 - a dentro de Ia diferencia, lo uno que permanece inmutable en s vent oun incesamtemente vuelve dese es oro sobre sf, la yb resentida ya como Jogos 0 como aquello que physis misma pero pi y le o aguelo9 feposa cumbiando, Los opveston serine sere dea ivas proporciones, y la geometsia y 1a mésica son los campos wget fe Ia hipotenusa aparece xulo y los catetos como spp ua dexequlxio 0 prradigméticos de esta coherencia; asi como lado o parte més extensa de un pattes menos extensas, Jo cual leva consig 0 ee exinctrlo ena Aigatay pn de aaepe reflejada sobre si y los catetos yuxtapuestos en la misma autorreflexién son ya lo mismo o un némero idéntico; y una semejante armonia sc des co, lx eocuencia musizl, donde Ta unidad dentro de a plutalidad se exprese en las proporciones de los tres acordes de ccuarta, quinta y oetava Cileulo 7 providencia s dificil ponerse en el lugar de quienes comenzaron a deducit la deo mtenitay atvear c'mon lc Heat descubriendo sus reglas y operaciones en completa libertad res- ode cualquier atenién a To exterior, y el asombro mayer sn Je comprobar cémo esas construcciones de una inteligencia regida por el exclusive criterio de ser consccuente consigo misma eran alcables a Ie realidad cteundane, El cosmos debi trasmtarse de modo. stbito en un sistema de proporciones perfectamente exactas, donde las cualidades sensibles formaban un ropaje cir. cunstancial y engafioso que sélo el efleulo podia descifrar desnu dando las presencias de todo lo extrfnseco, hasta reducitlas a un jterminado nimero y, por tanto, a una cierta armonta de opera- _ jones Iépices. Pero al ser mimeros, las presencias pasaban_a constituir simples actos intelectuales, pensamientos, y el principio ce Ie ysis djdba de ser un elemento sensible © una materi para revelarse como combinatoria de una inteigencia. Pa Gon todo, este concepto de la inteligencia cGxmnica, del cosmos 45 como exposicién pormenorizada del pensar, es a Ja yer Coherente con Ia poscin pitagérica algo jams emuncede co textos de Ia escuela. A titulo de explicacién, cabe imaginar cot breseamente era el misterio custodiado con mayor elo y toa certeza reservada de modo exclusivo los iniciados. Sesia ur et Sonsiderar que Is tess: el principio de la natursleza es pore Pensar pensando(se)» consttuye algo reconfortante para Ia oon Tor suponer que resulta idéntiea o siquiera an Dios providente, porque ese Dios ho ca Pensamicnto objetivo librado a su soleded, sino un sujto eve Becullares inclinciones que, entre otras muchas, conse plone reciso tener en cuenta que para un puro pensar no hy asa, cris leider le itlgonn se. pata sea £1 Zengpe yen el tio, en ed dloey onl lee, one Pero cabe imaginar tambi 2 at también que el concepto del. pensamien © con activided objetiva estaba demasiado cerca del pir ‘Ro Pata ser exptado por €, como acontece con lat figuras cer figuas al ojo con su propia pupila. En realidad, ese corccors cl més duro y profundo de cuantos cabe comprendes att Feauiere més desarrollo de Ia sabiditia filosfiea y, por ces La doctrina del alma Sin embargo, el pitagorism luce Hine mente pico de ln atte une cone nt aes eee b que ¢s dirfan los pri- tmeros pensadores griegos), y actividad parcial, no logra el mo- vimiento circular de la década, sino una trayectoria abierta a cambiantes formas de aparicién. No obstante, es imposible que sucumba; todo cuanto puede hacer es trans-formarse, pasar de una forma a otra, tratando de aproximarse a la armonia absoluta que cs para el pitagorismo la fguea vida de los astvs, n de la conciencia 9 escisién de la naturaleza Bsc De este mado, reduciendo a constantes numéricas todos Jos fenémenos, descubriendo en el universo un vasto tratado cuyos fruarismos Son aiimeros en lugar de palabras, los pitagéricos le garon a la certeza de que el principio absoluto era un calcula sobre Ia base de magnitudes puras. Y aunque tal criterio recon- ciliaba en un mismo orden Io limitado y lo ilimitado, el propio reso de esa conciencia contenfa un progreso en Ia contradic- in. Las transiciones légicas que el pitagorismo descubre en la resin de la serie ordinal quedaron para la escuela en segundo término respecto de Ja serie misma, como si la pluralided se originase en cosa tan muerta como el 4 y no a la inversa. Por consiguiente, lo més inerte y pasivo, el mimero mismo, pasé_a set el impulso y Ia accién. No siendo las propies cosas mimeros de manera inmediata pero debiendo setlo, la realidad del uni verso se convertia en imitacién © copia de proporciones aritmé- ticas. Por lo mismo, el proceso en cuya virtud Ia unidad transita 47 hacia una diversficada solider y uaa corporcidad aparece como paso le una ecnca interior a una cacnca exterior, de lo libre a 4a esclavinw, hasta manifestarse tndo cuerpo como tumba de * Quiz por influjo del orfismo con el cual se vincula, Ja doe- trina pitagsrica que perseguia conliar lo finito y lo infin abre camino a una escisién bsica de ciclo y tierra, alma y cuerpo, reino inteligible y reino sensible. Aunque esta escisién fue reco. sida en parte por la filosofia plasSnica y ampliamente consolidade Por el crstianismo, es impropia en realidad del espisiu griego arcaico; no sélo brilla por su ausercia en todos los pensedons de esos siglos sino que, observada de cerca, se opone frontalmente al propio concepto de physis del cual parte la filosofia. En efecto, aquello que el despliegue hist6rico del saber va poniendo de ‘manifiesto con progresiva claridad es ina escisin en la conciencia, un divergir el talante humano entre dl saber mismo y el no saber, entre el conocimiento de Ia verdad y el camino extraviado, entre «ver y mirar. Es obvio que tal escsiin repercute en la presencia ¥ que no ven ua mismo érbolelsabio y el neci, pero eato ninguna telacin tiene con una dualidad de universos; el drbol estd abt y el sabio lo ve concebirse mientras el necio mira la repres tacién grifica de un simbolo lingifsico. Mantenet que la dife. tensa $e ca primatiamente en la con misma cs deplaar a excision de la conciencia a la naturaleca,escindit Ia physis en una ae arb y ot de bo pens por rota ee Uunitaria de ese concepto; en tal medida, Ia reconciliacion de lo definido y lo indefinido realizada sobre la base del nimero come Principio universal no sélo deja velada la filiacién puramente pom sante del cosmos, sino que desgatra de modo intcparsble la fe Higeaiay foamed nt 0%? Heparable le ive Extension y devenir Sucede que el niimero expone sok las po ipo, y noe abies a conan Se sooo a 48 mética en cuya virtud el uno se asimila al punto, el dos a la linea, cl wes a la superficie y el cuatro a Ja solider. En realidad, la vnciencia determinada como pitagorismo no hace sino represen- ur el paso de lo indeterminado (épeiron) al espacio, pues como agar absoluto el espacio constituye aquello que propiamente no ¢ 0 que tinicamente es Henado, y este no set universal abora con- ido en inmediata coherencia con algunas categorias generales ll pensamiento constituye Ja nueva intuicién del principio cds: rico. Cuando la substancia es concebida como espacio y éste pasa a existir a manera de realidad auténoma, independiente de Jas cosas allfsituadas y de sus movimientos, Ia conciencia posee una segura unidad del universo y puede estar cierta de haber asumido el proceso en virtud del cual son uno lo limitado y lo il mitado, Puesto que el espacio es In cantidad pura, es también monta de lo divisible y lo indivisible, de lo discontinuo y le lo continuo; esa armonfa reside en que la cantidad continua 9 ilimitada es algo discontinuo por descansar su continuidad en 4 sucesién de nimetos diversos, yen que la cantidad discontinua limitada es algo continuo por engendrarse su discontinuidad sobre el uno primordial del nimero mismo. No obstante, el espacio substancial es la posibilidad de Ia simple yuxteposicién devenida cia del universo y, por tanto, la pura exterioridad de los ntenidos, aunque esta yuxtaposicién observe una regularidad mensurable. Su concepto se despliega a través de los momentos del punto, la Iinea, In superficie y Ia solidez, pero este concepto no es ya el espacio, respecto del cual no hay momento alguno. Del espacio tomado como realidad absoluta no sélo no se n estas determinaciones generales unas de_otras, sino tam~ poco su propia situacién o su misma naturaleza espacial, pues que aparece dentro de la solidez como altura es, desde otra perspectiva, la anchura, y lo que aparece como anchura es, desde 1a perspectiva, la profundidad. De hecho, el concepto del cuerpo cn cl espacio expresa justamente Ia abolicién de esa total indi ferencia, la abolicién de esa armonia mecénica o numérica det espacio dentro de sf mismo, y como tiempo es lo negativo del sim- ple ser yuxtapuesto y exterior. El proceso en cuya virtud el 49 cosmos se Hena y se vacia es, por tanto, la obra del tiempo de la estratiicacién sucediendo a la pura yuxtaposicién, ya que el ppuro espacio no puede jamés expresst la necesidad de su conte- nido conereto o de aquello que lo lena. Y si en vez de surgir de Ia naturaleza el espacio se manifiesta como su fuente, surgird de mode ineible Ia oposcn ens Jos nimeres y as presen cias, entre el alma y el cuerpo, porque el cuerpo es la superficie dotada de profundided que crea i espace. Seas del espacio y se expone asf a un devenir interior. En esa medida, es el Ii de la espacialidad. Someter los cuerpos al estatuto del espacio ppuro exige entonces del conocimiento el uso de analogias arbi trarias y una aplicacién de Ia mera coincidencia como causa, exige canonizar el miimero en su inmediata manifestacién contable; de creer que scomo en una ciel tiene enceradas el dios a todas las coras» el pensar paca a la supessticién, a Ia fe en que Jo verdadero de algo se enuncia acertando fotmular alli una pro- porcidn cuantitativa constant. 5. Filolao, B. 15 30 Il. PRESENTIMIENTO DE UNA ONTOLOGIA MONOTEISTA EL momento posterior del saber encierra Ia cancelacion de «sa conciencia de To divino como gedmetra, cuyo precio es ignorar que constituye una existencia. La substancia es ahora sencilla: mente lo Uno, s6lo que el saber ya no se atiene a las formas abstractas de la magnitud, aunque su expresién sea tosca compa rada con el pitagorismo «Dondequiera encamine mi espiritu, todo se disuelve en uno y lo mismo; y todos los seres se encuentran por todas partes atraidos a una naturaleza homogénea» ! ‘Tomando la sentencia de Jen6fanes en su literalidad, lo Uno rparece como resultado de'un movimiento que pasa de los unos imaltiples al todo y desde el todo progresa hacia la unidad incon- dicionada. El principio no es aqui una esencia formal, como entre los pitagéticos, ni tampoco la materia informe de la primera fisica, aunque el disolverse de las formas y su ser atraidas a una substancia simple vineula ditectamente este concept con la sen- tencia de Anaximandro. En realidad, es un principio divino donde, in embargo, no aparece como agente la figura de un sujeto. El Jenstanes, A 35. 51 contenido es més bien algo como Ia tensién homogénca que anima Ja materia y el espacio o —en un plano més inmedia vedad universal, esa fuerza que liga masa informe y pura exten: esién. Si, como refiere Aristételes, Jendfanes se hubiese limitado 4 afirmar que «lo Uno es Dios»? 0, mis simplemente, que lo Uno es, In exposicién del concepto de substancia habrfa de co. menzar por el ser parmenideo @ por el logos heraclfteo, Pero Jenéfanes no se limité a presenti en la diversidad algo sélo ape. fente y transitorio respecto de una naturaleza homogénea Disolucién de las formas El saber parte del cosmos plural inmediato, donde todo se identifican. La concie ciliacién del todo mismo. y de lo sencillamente un coexistir yuxtap y cuatidades, una general fragmenta Ia intuicién de lo Uno de este cosmos es en sf con. plural, poraue su reunitin ex estos los diversos elementos cién de la presencia cuyo tinico ibide. Es allf, sin embargo, donde capta la miltiple singulatidad como algo abolido desde sf mismo. Eso Uno es en principio lo ave el todo acumulativo debe a su concepto, su eatecer de integridad verda dera, y en esa medida es la simple negacién de lo diverse, el hhecho de no poder consttuitse la diversidad sino respecto de sx Contrario v en el seno de éste. De af que su contratio, lo i signifi Io contrario de en ciertos casos» y de entre bitras cosas, Jo contario también de «estf inteprado por elemen- Be a ea seat ¥y eonoce, pero como acto En esa medida, lo divino siente y conoce, pero co in reflexi6n, sin el desdoblamiento del cavilar subjetivo; con- cen sense) y conocete)eicastanent lo pamero ome tener su soledad y lo segundo como el recorretla, ambas cosas tnidas en el puro poder que inventa la presencia y la xeabsorbe de mod incesante. En realidad, ese Dios es la potencia natural de , *s milesios primitives enunciada con menos inadecuacién, lo que hoy denominariamos alma de la naturaleza, entendiendo por tal «Teo de aan epoioe en vex de ws podoctos. Y To impersonal de este Dios deriva de ser tnicamente actividad; no tina actividad discernible de otra, no el identificarse o el deseo de cosa slguna, sino un incontenible hacer abierto a su propia fla de fondo, Por eso mimo gobi in else tds as conte poraue no gobiemaproiamente a ninguna en el sentido de dicar drdenes desde el exterior, y simplemente produce cosmos sensible mientras recorre su contenido, Tonto. ello, hy en Jendfanes un elemento esefptico, de des confianza hacia el saber: nds Ia «Nunca hubo y nunca habré hombre alguno con un co- nocimiento seguro sobre los dioses y sobre todas las cosas 4. Jendfancs, B. 24 5. Jendfanes, B. 25. 9 de las que hablo. Aunk impecable, no se daria tener su fantasias* que por azar dijese le verdad més} cuenta él mismo. Pero todos pueden Provenir y partir To que realmente queda atris de modo definitive en el de- farvollo de la conciencia filoséfica es la mitclogia, con sus dices Movelescos. La experiencia de la unificacin que Jendfanes chen: fa sigue siendo por ello s6lo un lado, el ir h ber y queda fuera el paso de lo Uno ala presencia determinade, Jo sludido con el nombre de screacién» por el monoteisme. De hecho, partiendo de esa unidad del espacio y la materia alos alcanza un punto nico de masa infinita donde habsian sevice 4 caer todas Jas cosas ya desde el comienzo, en igar de vn wat Nemo que crece y.se.engendra de modo constante. Para concebir 1h vida del cosmos en su integridad es preciso que’el saber no ne conforme con esa repulsién inteior de 1o limitado ese con atraidas Jas determinaciones hacia un suelo comin. Es precise Aue piense también lo contraio, que piensc la necesidad en cuye Wirtud Jo Uno se repele dentro de sf hasta aparccer como ust verso, y pot la cual lo limitado se esfuerza en perseverar indela nidamente sobre su precaria consistencia. Pero el saber no ha encontrado todavia este curso de especulaciGn; sigue siendo able aatiescencia-a_la obra del tiempo sobre Jo deierminado, donde toda. definicién_ expia_su_inmanente -; buscarlo fuera de la conciencia o més allé del cosmos una prueba de necedad, porque el logos? es aquelld in 1o cual atratan constantemente y se tropiezan cada dia» lor bres:* Cosa distinta es que es0 comin € inmediato les sed fexiraiow y «se aparten de ello»; * semejante circunstancia ni e# imputable al Jogos mismo ni cambia en modo alguno su cotidiani- dad y ubicuidad. También bay hombres muertos antes de saber que hablaban en prosa o de que sus verdades eternas eran t6picos nsajeros. Al fogos no se llega por absiraccidn de esto y de aquello, 6 de todo en general, ni por ningtin procedimiento distinto de la vigil». La experiencia del principio requiere slo «estar des- pierto», mantenerse en el coraje de la apertura al sentido. Y lo Contratio de la vigilia no es el suefio en la acepcién del libre iimaginar, sino el dormir como estado fisioligico, el sopor falto de conciencia. Pot lo mismo, la oposicién primaria no se esta. blecers en los términos cielo-tierra, alma-cuerpo, inteligible-sensi- ble, etc., sino sobre Ia diferencia de vigilia y suefio. Todo cuanto puede acontecerle al hombre respecto del logos es que «le pase xcibidor, tal como olvida el durmiente su suefio si no Las cosas y los bechos ‘Ahora bien equé se da como cosmos inmediato a la conciencia? 3. Aes, significa en griego antiquo den- tio de otra y asf indefinidamente, sino que el caber mismo, el fener lugar, tiene por elemento condicionante lo contratio de la id: Ja sucesiGn; y lo contratio del ser yuxtapuesto: Ja superposicién, a, ccna mtedoen pe ells waar parcialmente en relacién con las categorias abstractas del pitago- fismo: que el elemento fundamental del cosmos no es espacio, sino tiempo. Lo que rige, el principio 0 causa, no ¢s una zona egién hueca en sf y disponible para el brotar indiscriminado de presencias, sino una especie de destruccién que a la vez cons- truye, una fuerza que impulsa en el sentido de la relacién posi- tivancgativa antes aludida y que se opone a la idea del recinto fen cuanto constituye una fuente esencialmente inextensa. (Este tiempo no es evidentemente una edimensién» en el sentido pos- terior de serie uniforme ¢ infinita de momentos huecos en sf y capaces de acoger cualquier hecho, porque tal carac- Jo convierte en un recinto otra ver y lo «espacia- ' tiempo precisamente porque frente al estar extendido un Tugar Tevanta como verded la distensién de todo punto, por- que frente al espacio imévil se configura como actividad, y no como actividad cualquiera; tal fuerza va en cl sentido de la consecuencia precisamente, de la ramificacién de posiciones y su- presiones comprendida en toda presencia. En esa medida, se im. pone a los hechos y no se impone a ellos, los rige y los sirve, no es tanto tiempo como de-venir, venir-de, procedencia, y, por Jo mismo, simple consecucién o actualizacién de su contenido. La ceavsa que provoca la continua alteracién del cosmos es, en prin- cipio, simplemente la no indiferencia de los hechos entre sf, Ja conexién de esto con la posicién de aquello y con Ia supresién de aquello otto. 6 Cosas y procesos Pero, antes de templar més d aauello? Por wna parte, lo que podsfa hoy des fen el sentido de presencia dotada de cierta sol pets denis mismon la doch na ey En efecto, 1a cosa pose especificidad; més atin, su lidez. 0 concentra- otra parte, esos las determinaciones (Iégoi) de Ia. cosa, ina determinacién plural sin perder su a especificidad depende de esas deter sence ep Ite ea, acto mismo de limitar su campo de pre- {agra Js hacen posible. Ese perfil donde la cosa termina es Su luz», y ambos unidos ta determinacién y la cone onesién dela ‘osa con sus divers ¥ sehen oe ae ella algo en principio superior Nias saa cated eo Ber ejemplo, cl caballo ba de ser anal, crt go atin, et: Puede ser deel o cel amor ce a le acontee estat sano (0 enfermo, meiado (o coh ae me Si embargo, en el caballo hecho, real y peeaiihs Goro uty, Kterminaciones o limites estén actualizades de u bach es ° ea marera (ahora) y no de tal ia Sided? 2E1 mismo, ota cou? El erga, Presencia total Interior (energla, energeia = estar en ergon 0 bier cea stige en causa de su propia situacién precios ‘en si mismo un hecho que recibe pasivamente fen «obray) aque le 1 64 a situacién. Ahora bien, si posee esa energia, si es actividad foncreta recorriendo sus limites, entonces parece tal o cual cosa (iia 0 noche, nacimiento o muerte, aire o tierra) pero no lo ex, y fo To es porque no es «cosa» alguna sino més bien «proceso». Si se clige Jo segundo, ha de abandonarse 1a facticidad de la cosa o su simple estar puesta, su caricter efectivamente natural, puesto que la cosa no puede ser el fundamento activo de su propia presencia; esa presencia no es s6lo la cosa en abstracto fino [a cosa determinada, un conjunto de cualidades necesarias, posibles y contingentes que forzosamente 0 recibe 0 produce & partir de sf misma. Supongamos por un momento que la eleccién del saber, v lante todavia respecto del ser como «proceso», ha recaldo sobre Jo segundo. En ese mismo instante surge una antinomia de con- tiowidad y discontinuidad dentro de la presencia y, como corola- tio, un tiempo trascendente a toda cosa. Para ser esa 0 aquella presencia, Ia cosa ha de hallarse definida y, sin embargo, toda elimitacién es para ella una condiciéa; lo que propitmente surge cn su lugar jamés puede Ta cosa hacerlo por sf misma, sino que siempre lo recibe del orden del tiempo, de lo dado en cada shots; por Jo mismo, si el ser cualitativo es exist recotriendo Jos propios limites, la cosa tiene la cualidad solamente como con- dicién, y en ella 1a determinacién es por Jo mismo un fac cextrafio 2 lo determinado, Y en efecto, ése es el rostro del uni verso para el . Este es el punto decisivo de su saber, aquello que im- porta sobre todo lo demés. Pero Herfclito no se limita a dar el paso de un cosmos fictico a un cosmos racional 0 «l6gico», sino que su propio modo de plantear Ja unidad de la diferencia lleva consigo un concepto concreto de Ia actividad. La actividad no es una serie, un curso uniforme como el tiempo de los re B88 67

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