S19009194 El Romanticismo El Romanticismo, como movimiento literario, es un gran paso hacia adelante para la literatura, pues rompe con todas las reglas que habían dominado la literatura en los siglos anteriores, especialmente el pasado ,donde ya se pudo ver con claridad que esta sobreabundancia de límites daba lugar a un arte muy poco lúcido, ya que éste ha de ser precisamente todo lo contrario: una libre expresión del artista, que refleje exactamente lo que él quiera y como quiera, ya sea subjetiva u objetivamente, potenciando de esta forma la originalidad. Puesto que, al menos en mi opinión, esta es la faceta más importante de todas las artes.
Sin embargo, el Romanticismo no se trata de un movimiento puramente literario,
sino que tiene también importantes consecuencias culturales. Significa libertad. Algunos malinterpretan este concepto como rebeldía, pero ha de quedarnos claro que no es lo mismo. La libertad puede ser rebelde, pero no toda rebeldía es libre. Me explico. Si alguien se opone por sistema a todo aquello que conoce, buscando siempre el lado contrario de todas las cosas estipuladas (ya sean reglas, costumbres, formas de vida, de arte…) ¿No está siendo influenciado por estas normas, ya que adopta por sistema lo contrario a ellas, sin ser capaz de tener libre elección? ¿Y no es esto precisamente lo opuesto a lo que buscaban? Esto los lleva a comportarse de forma ilógica, sumiéndose en un estado de auto marginación y depresión, sintiéndose “malditos”, rechazados por la sociedad, cuando precisamente son ellos los que la rechazan sin motivos. Al final de este camino, quedan destinos tan trágicos como aquellos de los que se suicidaron en época del Romanticismo. Y pensaremos “¡Qué tontos eran estos románticos!”, sin darnos cuenta de que este movimiento ha seguido derivando hasta nuestra propia sociedad del siglo XXI, puesto que siguen dándose numerosos casos de conductas similares, ahora agrupados, en vez de bajo el nombre de románticos.
Pero nosotros no debemos caer en la misma equivocación. La verdadera libertad
no se consigue siempre con la rebeldía. Al contrario, a la verdadera libertad se llega de una forma mucho más simple en concepto y mucho más complicada en realización: la expresión constante, tanto en nuestros pensamientos como en nuestros actos, del “yo” que todos tenemos dentro, no importando si esto es parecido, distinto, igual u opuesto a las costumbres, convenciones sociales y reglas preestablecidas.