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Tema I

Ubicación de la asignatura dentro de la Psicología Evolutiva y


Psicología del Desarrollo

 Contenido y significado de su estudio. Fundamentos teóricos.


 Revisión crítica del concepto evolutivo en Psicología. Psicología del desarrollo. Enfoques y
perspectivas del Curso Vital.
 Desarrollo, temporalidad y estructura: diferenciaciones y entrecruzamientos. Reversibilidad e
irreversibilidad del tiempo. Temporalidad retroactiva. Momentos de crisis y reestructuraciones.
Proceso de Historización. Valor del acontecimiento. Emergencia de lo nuevo.

BLEICHMAR, S

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“LA DECONSTRUCCIÓN DEL ACONTECIMIENTO”. EN LETICIA GLOCER FIORINI (COMP.). TIEMPO,
HISTORIA Y ESTRUCTURA. SU IMPACTO EN EL PSICOANÁLISIS CONTEMPORÁNEO.

La problemática del acontecimiento quedó relegada en psicoanálisis durante años. En un comienzo, porque el abandono de
Freud de la teoría traumática de las neurosis y a partir de ello del relevamiento del acontecimiento eficiente capaz de
producirlas dejó en segundo plano, la función de lo histórico en la producción del sufrimiento psíquico.
No se trata de poner todo sobre un mismo plano, que sería aquel del acontecimiento, sino de considerar que existe toda
una serie de rangos de acontecimientos diferentes que no tienen ni el mismo alcance, ni la misma amplitud cronológica, ni
la misma capacidad de producir efectos.
Me interesa, no cualquier acontecimiento, sino uno capaz de despertar ciertos afectos y, sobre todo, que tiene carácter
intangible. El acontecimiento que me interesa en psicoanálisis es entonces aquel que se relaciona con la producción
traumática o sintomática. Aquel elemento vivencial que puede producir efectos en la vida psíquica, lo cual nos lleva a
posicionarnos respecto a la historia del sujeto para considerar que no es la historia relato lo que constituye la fuente de toda
información posible sino, precisamente, sus fracturas y baches, no para ser entendido esto en el sentido clásico de la
amnesia histérica, sino de todo aquello inligable capaz de producir efectos y que debe ser volcado a una simbolización
eventualmente posible para evitar los efectos compulsivos que acarrea para el psiquismo.

Historia y acontecimiento.
La problemática del acontecimiento atraviesa un conjunto muy importante de campos del conocimiento.
Freud propone un recorrido en el cual, la historia se percibe en aquello que precisamente hace a la singularidad y fractura lo
que se esperaba como evolución dada. Si pensamos la relación entre historia y traumatismo, lo traumático es,
precisamente, eficaz en la producción de síntomas cuando se ve arrancado de toda historización posible. Su representación
es del orden de la “reminiscencia”, lo cual equivale a decir que se presenta al psiquismo desarticulado de los enlaces que
pueden historizarlo y brindarle la significación necesaria. Un sujeto “historiador” es precisamente, lo que no está en el
momento del traumatismo. El traumatismo es lo que escapa al relato, aquello que no puede ser recubierto por el yo, en
tanto es la parte motora de lo acontecial que acosa y llega a derribar, precisamente por su imposibilidad de cercamiento, las
formas habituales de defensa del yo que no pueden hacerle frente a esta efracción de la significación. Oponer lo histórico-
vivencial al acontecimiento es marcar la imposibilidad radical de que todo lo vivido sea transcripto, metabolizado, plausible
de elaboración o de simbolización.
La historia de los seres humanos y la historia en general está constituida por elementos del orden de lo acontecial devenidos
acontecimiento. Y este acontecial, que definimos a nivel psíquico como del orden de lo exógeno, sólo deviene significativo -
capaz de producir efectos, no de construir significación- cuando cobra idoneidad determinadora capaz de poner en
desbalance los modos habituales de funcionamiento.

Inicio y traumatismo
La idea de un aparato psíquico abierto a lo real, constituido a partir de inscripciones provenientes del exterior y sometidas
constantemente a su embate ha sido una preocupación central en mi tarea y en la generación de nuevas herramientas para
su abordaje. Crear los efectos de lo real en el psiquismo, pero de ese real que se define como “real libidinal”, me llevó luego
a la búsqueda del traumatismo en la determinación tanto de la compulsión como de los trastornos no sintomatizados. Las
representaciones que producen el sufrimiento psíquico no son todas -ni en ciertos casos la mayoría- del orden de lo
secundariamente reprimido, atravesadas por el proceso secundario y luego tornadas inconscientes. Se trata no sólo de lo no
hablable, sino incluso de lo no encadenable en el lenguaje, quedando entonces absuelto de toda significación. Son las
vivencias traumáticas que escapan al relato del acontecimiento como datado históricamente, lo que hace signo en nuestra
práctica sin que haya referente lenguajero con el cual cercarlas.
Es de subrayar que el signo de percepción devenido indicio para quien busca significarlo, vale decir enlazarlo en una serie
que permita su dominio, no es del orden metafórico sino metonímico: no simboliza al objeto, sino que guarda restos de él.
Por lo cual su recomposición no pasa por otorgarle, en primera instancia, sentido, sino por relacionarlo con aquello de lo
cual proviene. Esta ubicación desplaza, necesariamente, al acontecimiento construido y obliga a encontrar en sus intersticios
lo resto de lo real eficiente.
He definido como simbolizaciones de transición, a esas intervenciones capaces de establecer un enlace a la búsqueda de
captura de restos de lo real insistente en formaciones sintomáticas o compulsivas, para permitir una apropiación
representacional de aquello que no puede ser capturado por medio de la libre asociación.

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De la intervención al azar
Lo real no ingresa sino bajo ciertas líneas de fuerza, que transforman lo exterior en materialidad psíquica: sea significándolo
bajo las redes discursivas que la cultura impone, sea inscribiéndolo más allá de toda articulación posible en un espacio que
lo conservará “en latencia” o en caso de activarse, dejará al sujeto psíquico sometido a su insistencia. En este sentido es
que el análisis no consiste en dejar en suspenso la realidad, sino en capturar los modos de su incidencia en el sujeto
psíquico.
La fuerza de lo acaecido cobra eficacia productiva cuando lo que ingresa no es devastador, y puede encontrar modos de
recomposición simbólica. En tal sentido, nadie está exento de que su acaecer sea desarticulado o interrumpido por el azar,
pero todos tenemos la posibilidad de que la inscripción de lo imprevisible sea tolerada. Se trata, desde el punto de vista
teórico, de reconocernos tan vulnerables como plausibles de domeñar intrapsiquicamente lo que nos acaece. En esto radica
la sabiduría que el análisis puede brindar.

CABRAL, A. C.

“EN LA CURA ANALÍTICA, PROTEGER A LA HISTORIA DE LA HISTORIA”

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Introducción: “¿Quién protege a la historia de la Historia?
Hacemos referencia a dos historias: nos resultara útil para reflexionar sobre las características particulares del recurso a la
historización que pone en juego la cura analítica.
Este “recurso a la historia” ha sido retomado por la mayoría de los autores post-freudianos. Lacan se inscribe en esta
tradición cuando, en distintos momentos de su enseñanza, identifica al inconsciente con aquellos capítulos censurados de la
historia del sujeto. Sostiene que, la rememoración, en el curso del psicoanálisis, no es otra cosa que volver a tornar
habituales aquellas representaciones de las que el sujeto fue desalojado por el esfuerzo de la represión.
Desde esta perspectiva, podríamos decir (parafraseando a Lacan) que en la cura analítica es posible, si, prescindir de la
historia, pero con la condición de haberse servido previamente de ella. En otros términos: solo sirviéndose del recurso a la
historización, puede construirse el campo de lo no historizable.
Según lacan, la historia está hecha porque “algún sentido tiene para imponer”. La Historia “detestada” por Lacan es aquella
que, en tanto sirvienta de la filosofía, corrobora en sus relatos las “pretendidas leyes” que aquella le suministra, y que
intenta ligar la sucesión de acontecimientos mediante una coherencia imaginaria.
Podemos hablar entonces, de dos tipos de historia. Una historia universal, donde dentro de las etnias, nacionalidades,
clases, partidos, etc, se cuenta con un acervo histórico compartido. Esta historia le da identidad y pertenencia al sujeto a un
grupo determinado. Y, en segundo lugar, una historia particular de cada sujeto, donde el individuo lo es en tanto no
separable de sus pertenencias simbólicas sostenidas en identificaciones a aquellos rasgos del ideal. Son los procesos de
desidentificación que hacen surgir aquello que en el sujeto apunta a un “más allá” de su condición de “miembro de”, hasta
alcanzar autonomía y originalidad.

Ex-manencia del trauma.


Haremos referencia a la noción de nachtraglich freudiano. Postula una causa pre-existente en el psiquismo, que
simplemente pospone su efecto. Se inscribe entonces en la perspectiva convencional de un antes que contiene la explicación
de un despues. La noción de posterioridad es aquella por la cual es el futuro el que puede constituir al pasado como causa,
al conferirle una cualidad de eficacia psíquica que no le era consustancial en el momento de su inscripción, sino que adviene
en el tiempo ulterior de su asociación con una segunda escena. El interjuego entre las escenas responsables de la
significación traumática esta determinado para Freud por los lazos entre las representaciones. Son estos lazos entre
significantes los que condicionan la emergencia eventual de “otra comprensión para lo recordado” precipitando el
advenimiento del trauma.
No hay, entonces, una in-manencia del trauma, existe, por el contrario, una ex-manencia del mismo, solo desde la
exterioridad de una segunda escena adquiere la primera su significación traumática.

Nachtraglich: poder de la palabra y realización de la historia.


En el mismo movimiento en que la palabra interpretativa modifica, nachtraglich, la significación de la historia acontecida,
puede cambiar tambien el curso de la historia por venir. El efecto nachtraglich que le interesa al analista es el que está
fundado en la recuperación de significantes reprimidos y en la caída de identificaciones, permite engendrar nuevas versiones
del pasado, e introducir a la vez cursos no repetitivos de la historia por venir.
Lacan retoma las referencias freudianas a lo “no consumado” al evocar en términos de demanda de ser la insistencia propia
de los procesos inconscientes, a los que asigna el estatuto de “lo no realizado”. Podemos entonces formular la orientación
que anima el movimiento de realización de la historia en la cura: que lo no realizado (aquello que demanda ser) advenga
ser.
Este movimiento de advenimiento que supone la realización de la historia en la cura resulta entones inescindible de la
realización del propio inconsciente. Es lo que fundamenta la coextensión de ambos conceptos (icc e historia). La atribución a
Lacan de un anti-historicismo radical por parte de algunos de sus críticos solo puede sostenerse en la ignorancia de la
distinción de las dos historias.

Estructura e indeterminación: lo no historizable.


El tropiezo con el núcleo de real del trauma permite sostener la afirmación de que no todo es historizable en el curso de la
cura. La misma tarea de elaboración de la situación traumática va otorgando consistencia a un resto que escapa a los
esfuerzos de historización. En el punto de intersección entre lo historizable y lo no historizable se aloja lo que llamaremos el
ombligo del trauma.
Comprender una historia no es reducirla a regularidades subyacentes ni a un caos de sucesos arbitrarios, es comprender a
la vez coherencias y sucesos: las coherencias en tanto que pueden resistir a los sucesos y condenarlos a la insignificancia, o,

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por el contrario, ser destruidas o transformadas por algunos de ellos, los sucesos en tanto que pueden o no hacer surgir
nuevas posibilidades de historia.
La emergencia del suceso supone algo semejante a lo que el encuentro con lo real del trauma actualiza para el analista: la
irrupción de un elemento extraño que se resiste a ser integrado en la “coherencia” de “regularidades subyacentes” y, en
tanto tal, “reducido a un saber”, aprehensible por medio del significante que haga posible su historización.
El suceso entonces, al igual que el trauma y el deseo inconsciente, propone el desafío de reservar un lugar para el azar y la
indeterminación en nuestra formalización de la estructura y sus determinismos.

“APRENDIENDO A ENSEÑAR”. DELUCCA, N. & PETRIZ, G.

La masividad no se refiere al crecimiento de la matricula, sino a sus consecuencias sobre el sistema educativo. A una
relación anónima e indiferenciada, que puede presentarse aun en pequeños grupos de aprendizaje. En esta relación hay

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ausencia de investimento de los sujetos entre sí y con la tarea a realizar, que les permita un sentimiento de pertenencia,
contenedor y estimulante a la vez.
El deseo de las autoras de no caer en esa masividad las lleva a revisar conceptos de enseñanza-aprendizaje-formación.
Hay tres concepciones de lo que es enseñar:
1) Doctrinar (proceso con funciones rígidamente establecidas, hay un saber que alguien posee y otro que ha de recibirlo).
2) Indicar (si bien es más flexible, las funciones siguen diferenciadas)
3) Dejar ser una cosa involuntariamente: dejarla aparecer.
La tercera acepción es la que toman las autoras. En esta, el que enseña no solo muestra un conocimiento, sino también
deja aparecer algo propio del estudiante. Esto implica un proceso compartido de efectos recíprocos. Pensar es investir.
Enseñar-aprender también, y la formación supone tener en cuenta la movilización de investiduras que provoca todo acto de
conocimiento.
Desde una perspectiva psicoanalítica, grupo es un conjunto de personas, de sujetos singulares temporoespacialmente
relacionados. Todo grupo nace marcado por el deseo del otro, para su identificación e identidad. El encuentro con el otro
moviliza un interjuego identificatorio, el otro cuenta como modelo, objeto, auxiliar y enemigo. Por ello, se tiene en cuenta el
entrecruzamiento de deseos e intercambio libidinal puestos en juego.
Este movimiento identificatorio e identificante de cada sujeto, posibilitara que los otros puedan constituirse en “partes de sí
mismo”, y da lugar a la “situación de encuentro”, de vinculo, de investimento.
Para que el pensar devenga conocimiento, eso diferente, nuevo, tiene que ser apropiado por el sujeto de acuerdo a su
particular proceso de transformación.
Todo acto de conocimiento o pensamiento implica complejos movimientos simbólicos anudados a la particular organización
de las investiduras (placer de compartir, incomodidad ante la duda, etc.).
El concepto de organizador refiere a los esquemas subyacentes que determinan la construcción del grupo. Pueden ser:
- Socioculturales: refieren a las formas establecidas socioculturalmente. Se manifiestan en creencias, mitos, ideologías,
etc. Son modelos aceptados socialmente, códigos propios de una cultura.
- Psíquicos: refieren a las configuraciones inconscientes que se adquieren a través de la historia relacional del sujeto. Son
singulares de cada sujeto.
Ambos están presentes en los sujetos y se manifiestan en los grupos.
En el grupo de aprendizaje formación se instala un proceso que pasara por diferentes momentos: de idealización y
dependencia, momentos de estancamiento y confusión de conceptos simples, y momentos de intensa resistencia
manifestada por actitudes hipercríticas al modelo de trabajo, coordinación, material, etc.
El proceso aprendizaje-formación posibilita la integración dinámica entre el proceso de aprendizaje individual. El proceso de
elaboración grupal y el proceso de enseñanza a través del desarrollo de los contenidos.
La función interpretante permite formular nuevos interrogantes, abiertos a posibles resignificaciones. Garantiza la circulación
del conocimiento, dando lugar a la pregunta, al cuestionamiento, a la búsqueda de respuestas por parte de los miembros
del grupo. Permite una lectura compleja y no lineal de los temas, posibilitando reinventar y hacer propios ciertos conceptos.
Aprender es andar por un camino entre lo conocido y lo nuevo por conocer, atreverse a cuestionar lo ya sabido. Aprender
en grupo, es renunciar a la ilusión de un saber único, enfrentar los límites del conocimiento individual, poner a prueba el
pensamiento propio con el de otros.

“AMPLIACIONES SOBRE APRENDIENDO A ENSEÑAR”


Continuamos pensando que es un modo valido de proponer la enseñanza-aprendizaje-formación, pero somos más cautos en
relación a los resultados. Ciertos obstáculos dificultan esos objetivos:

- Aumento de la matricula sin ampliar la planta docente rentada.


- Precarización creciente del nivel remunerativo de los docentes.
- Resquebrajamiento del sentido que poseían las instituciones.
- Profundización de la fragmentación de los lazos sociales. se acentúa la competitividad, dificultad para reconocer y valorar lo
diverso.

La acentuación de la incertidumbre que antes era un estimulo para la búsqueda, genera mayor inestabilidad y fragilidad, y
se producen dos movimientos defensivos: predominio del repliegue en sí mismo para no perder cohesión o bien, tendencia a
buscar certezas incuestionables en otro.

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Además, junto a la caída de categorías como la de progreso asegurado, se cuestiona el sentido de autoridad. En la relación
docente-alumno, la autoridad ya no se sostiene en un saber cierto, lineal y permanente, sino que el mismo campo de
conocimiento se va transformando de tal modo, que el ámbito de la experiencia personal del docente como saber
acumulado pierde consistencia.
Hoy, el lugar de autoridad de un docente se rige por cánones diferentes. Este debe ser garante, hacer crecer y hacer
progresar. Para cumplir con esta función, si bien hay un plano de la asimetría que necesariamente se mantiene para
coordinar, orientar, promover y favorecer el crecimiento del alumno, también hay “mundos superpuestos” que nos
horizontalizan por dos motivos:
1) Las alteraciones afectan las subjetividades de ambos.
2) La necesidad de actualización y formación permanente, es una exigencia compartida.
- En los alumnos, el deseo de aprender, suele estar amenazado y se disocia, de la necesidad de incluirse lo más
rápidamente posible al proceso productivo.
Se pierde el valor depositado en la idea de que un mayor conocimiento va a garantizar un mejor futuro.

Se busca propiciar la elaboración personal dentro del intercambio de ideas, como modo de sostener el objetivo de la
“formación”.
Ya no se puede pretender enseñar contenidos que se supongan estables e inmutables como para marcar una meta final
clara.
En cuanto al aprendizaje en grupo al interior de las comisiones de trabajos prácticos, ofrece distintos puntos de vista para
pensar los materiales, encontrando en el cuerpo y la palabra del otro semejante lo diverso y distinto a sí, pero también
aquello de lo propio que aun falta metabolizar (internalizar). Hay que escuchar, reconocer al otro y a uno mismo, siendo
activo en un proceso de aprendizaje. El aprendizaje compartido con pares es garante de una nueva construcción, a la par
que los otros dan cuenta de lo transformado.

DELUCCA, N.

“HACIA UNA REFORMULACIÓN CRÍTICA DEL CRITERIO EVOLUTIVO EN PSICOLOGÍA”.

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En Psicología existen multiplicidad de paradigmas. Como paradigmas o matrices conceptuales ejemplares, tomamos
conceptos básicos aportados por distintas corrientes de pensamiento. Nos han permitido superar el modelo de
fragmentación de un proceso historio en etapas, donde el estudio de los fenómenos se realizan aisladamente y se describen
los hechos en forma estática.
Abandonamos el paradigma positivista que representa este enfoque, que busca uniformidades empíricas aparentes
(situaciones observables pero que no explican otras realidades que las incluyen)
Consideramos la descripción fenoménica como un primer nivel de análisis de los hechos. Intentamos pasar todo a la
explicación: al conocimiento o encuentro de ciertas invariantes que organizan el funcionamiento del fenómeno estudiado. En
nuestro caso, serán los trabajos psíquicos que realiza un sujeto que se está desprendiendo de sus objetos primarios
(pubertad o adolescencia) o los que enfrenta el viejo en sus nuevos posicionamientos, de los que nos interesa develar “los
procesos en juego”. Metodológicamente hay dos niveles de análisis: el primero describe los vínculos y las relaciones
observables y esto nos permite en un segundo nivel inferir, desde nuestro modelo teórico, los sentidos que el conjunto
vincular/familiar construye en su devenir histórico y que el otorga coherencia e inteligibilidad a su funcionamiento.
El paradigma positivista/evolucionista sustenta el concepto finalista, causalista, teleológico de que al término de la evolución
se logra la madurez completa, la unidad de la persona.
En nuestro caso, hemos dicho que una rica descripción fenoménica es un primer nivel de análisis. No descartamos las
descripciones, pero pretendemos explicar por qué las cosas se organizan de determinada manera. El desarrollo científico no
parece proceder por acumulación lineal, sino que tiene una mayor relevancia la “integridad histórica de una ciencia con su
época, con el progreso tecnológico y con las condiciones económico sociales”. Las condiciones de nuestro entorno van
cambiando, nuestro modo de mirar los hechos configura nuestra “invariante provisoria”, hasta tanto nos sean operativos
estos modelos teóricos, y que vamos construyendo nuevos conceptos en la medida de nuestras posibilidades y de las
exigencias de la realidad. La autora retoma el concepto sobre lo evolutivo o evolución: Acción y defecto de evolucionar.
Serie de transformaciones sucesivas y progresivas. La palabra conserva su sentido genérico de desarrollo.
Evolución no significa necesariamente progreso y mucho menos progreso unilineal, necesario y constante. La historia de la
vida suministra datos no solo de progreso sino de retrocesos, alteraciones y mutaciones inesperadas. La explicación de la
evolución, incluye no solo el estudio de los programas de organización de vida, sino también lo que adviene por azar.
El uso de la noción de “condiciones de posibilidad” permite evitar la dogmatización que presentan las alternativas del orden-
desorden; finalidad o determinismo-azar.
A partir de la tercera década del siglo XX la idea de evolución queda remitida fundamentalmente a los fenómenos biológicos
y surgen en asociación a esta el concepto de desarrollo. A partir del siglo pasado desarrollo queda ligado a progreso.
Desarrollo implica “desplegar lo plegado”.
En cambio en nuestra materia nos vamos a referir a “desarrollo” en relación a los procesos madurativos biológicos.
Conservamos las nociones de evolución y desarrollo en su sentido restringido, aplicado a determinados procesos biológicos
que implican cambios, a funciones instrumentales (motricidad, percepción, etc) que son la apoyatura infraestructural para el
surgimiento de lo psíquico. Su condición necesaria pero no suficiente. A su vez tendremos en cuenta que lo real del cuerpo
biológico, sin ser su causa, impone un límite a los procesos psíquicos.

Si tenemos en cuenta la vertiente temporal: que el niño o el púber no son lo mismo que el hombre y que el hombre ya no
es el niño. Y que aquello que adviene en un determinado momento del desarrollo ya no puede o no es susceptible de
producirse en otro. Por lo tanto, los procesos madurativos biológicos configuran “condiciones de posibilidad” para que el
infans pueda apropiarse del universo simbólico al que adviene y lo precede. Para que se ponga en juego esa “condición de
posibilidad” necesitará el encuentro con las instancias parentales. Y en esto interviene el azar.

La intervención del azar no supone una indeterminación absoluta. El desarrollo responde a ciertas leyes como a ciertas
reglas aunque no responda a una finalidad predeterminada.

En una Psicología donde nos interesa dar cuenta de las transformaciones en la estructura psíquica de un sujeto a lo largo
del devenir, la consideración del factor temporal es fundamental. Delimitación y diferenciación de tiempos disímiles:

a) Un tiempo cronológico: el de los relojes, tiempo lineal, irreversible.


b) Un tiempo madurativo: tiempo irreversible, referido a lo real del cuerpo. Tiempo del desarrollo que sigue ciertas leyes
pero que incluye variantes. Da cuenta de un antes y un después, posee un ritmo y una continuidad.

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c) Tiempos lógicos: refiere a procesos psíquicos. Nunca lineales, donde se articula lo sucesivo y lo simultáneo. El tiempo se
torna reversible. Con la constitución del sujeto y la instauración del inconsciente, el tiempo de la subjetividad deviene
historia singular, significada con posterioridad por el yo. Con tiempos y lógicas propias.

Esta historia nunca podrá ser una crónica de sucesos, será lo que cada uno va construyendo de lo vivido. El sujeto dará a
cada suceso, a cada hecho madurativo, una significación. Sentidos singulares que nuevos acontecimientos podrán otorgar
significación. Tiempo reversible, retroactivo. Retroacción o resignificación. La historia del sujeto, libidinal e identificatoria,
estará marcada por cortes, discontinuidades, momentos claves. Por la emergencia de lo nuevo que podrá o no ser
resignificada a-posteriori.

Para que un nuevo sentido surja, se necesitan por lo menos dos sucesos y un intervalo de tiempo entre ellos. En este
intervalo de tiempo (tiempo de elaboración psíquica), se articulan diferentes experiencias que facilitarán su comprensión. El
suceso, se constituye entonces en un acontecimiento para el sujeto, en tanto algo vivenciado puede hacer surgir nuevas
posibilidades de historia. Se pone en relación el ser y el devenir, la permanencia y el cambio.

Conceptualizar lo que permanece en lo que cambia y lo que cambia dentro de una estructura permanente, supone
desentrañar los procesos en juego teniendo en cuenta el entrecruzamiento del tiempo madurativo (irreversible) y del tiempo
lógico, psíquico (reversible). Considerar este entrecruzamiento, supone no caer en la perspectiva “evolucionista”.

El concepto de estructura con que nos manejamos implica una estructura compleja, abierta, donde se imbrican
determinación y azar.

La consideración del tiempo del sujeto, de la familia, de la pareja, tendrá en cuenta los tiempos históricos, el macro
contexto en que están y estamos incluidos, que desde el comienzo mismo del sujeto, no sólo a través de las instancias
parentales, sino en forma directa, forman parte de la constitución-construcción de nuestras subjetividades.

“DETERMINISMO, TEMPORALIDAD Y DEVENIR”. HORNSTEIN, L.

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El psicoanálisis nació confrontándose con la psiquiatría, con la medicina. El autor pensara que los modelos actuales de las
ciencias aportaran metáforas fértiles para el campo elegido, el psicoanálisis. Freud de la termodinámica tomo la idea de una
reserva energética cuya cantidad se desplaza pero no varía. Pero el modelo del principio de conservación de energía solo es
aplicable a sistemas aislados. ¿A dónde nos está llevando la idea de un psiquismo como sistema cerrado con una energía
constante? A cierto estancamiento.
Actualmente la ciencia aborda lo complejo, se abre a lo imprevisible. La naturaleza no es lineal, nada es simple, lo aleatorio
siempre está en acción. Intenta concebir no solo la complejidad de toda realidad sino la realidad de la complejidad. La
biología propone la auto organización para comprender como el azar produce complejidad. Lo psíquico incluye un nivel de
complejidad aún mayor. Tanto epistemológica como ontológicamente se requiere soslayar falsos dilemas: entre orden y
desorden, determinismo y azar, sistema y acontecimiento, permanencia y cambio. Admitir un determinismo causal absoluto
de todo lo que acontece en el universo implica negarle a lo nuevo la posibilidad de existir.
El equilibrio y la simplicidad son una excepción y no la regla. La turbulencia incesante del psiquismo y su historia nos
permite volver a pensar las series complementarias. Comprender una historia es abarcar lo que permanece y lo que cambia.
El azar interviene en la constitución subjetiva y en el devenir histórico. Para la ciencia actual, el azar y las leyes no se
contradicen a la hora de describir la complejidad del mundo. Colaboran alternando su protagonismo: las leyes en forma
constante; el azar, de manera puntual.

HISTORIA O FATALISMO: LAS SERIES COMPLEMENTARIAS.


Freud postuló las series complementarias para explicar lo observable en la clínica: Disposición y azar determinan el destino
de un ser humano y rara vez, quizá nunca, lo hace uno solo de esos poderes. El acontecimiento aleatorio tiene un rol
primordial en los sistemas complejos. La evolución de los sistemas alejados del equilibrio depende de una sucesión de
bifurcaciones. Entre bifurcación y bifurcación, se produce una “meseta” en la que prevalecen las leyes deterministas, el
equilibrio, pero antes y después de tales puntos críticos, reina el azar. Solo por retroacción es posible comprender el proceso
(Nachtraglichkeit). La profesora en esta parte recuerda que el psiquismo es abierto y que las instancias son abiertas y que
por eso el acontecimiento azaroso se incorpora a la estructura que venía siendo antes.
En un psiquismo totalmente determinado no puede suceder nada nuevo pero, por otro lado, un psiquismo totalmente
abandonado al azar no constituiría organización y no accedería a la historicidad

LA TOPICA: COMPLEJIDAD Y AUTOORGANIZACION


El termino estructuras disipativas asocia las ideas de orden y de derroche. Los movimientos irreversibles tienen la propiedad
de dar nacimiento a estructuras ordenadas que aparecen en el seno del desorden. Las estructuras disipativas brindan
mejores herramientas conceptuales que la termodinámica clásica para dilucidad el orden abierto del funcionamiento
psíquico.
El “caos determinista” (paradoja) hace referencia a cualquier variación en el tiempo. Esto se relaciona con el concepto de
retroacción de Freud en el cual los procesos deterministas pueden ser reconstruidos a posteriori. Antes son caóticos. La
lógica de los sistemas abiertos auto organizadores se expresa en el azar organizativo como principio de complejidad por el
ruido. La auto organización oscila entre el orden rígido, y una renovación incesante. Un ejemplo de esto es la identificación:
“El carácter del yo es una sedimentación de las investiduras de objetos resignadas, contiene la historia de estas elecciones
de objeto”.
Lo psíquico se sitúa entre “el cristal y el humo” en donde el cristal es la repetición rígida y el humo la metáfora de la
variedad, de la imprevisibilidad.
Pensar el psiquismo como un sistema abierto, no solo en su funcionamiento sino en su génesis permite reflexionar acerca
de la trama relacional constituida por los otros primordiales y sus realidades psíquicas singulares. La identificación, el
complejo de Edipo y la represión originaria son claros ejemplos de cómo se refleja el concepto de retroacción para pensar el
advenimiento de lo nuevo en el interior de lo ya dado. Mediante la retroacción las experiencias ulteriores producen re
significaciones.

EL DUALISMO PULSIONAL: REPETICION Y DIFERENCIA


El conflicto Eros-pulsión de muerte es la matriz desde la cal se despliega toda la vida psíquica. La pulsión de muerte es el
retorno hacia lo desorganizado. La idea de que toda pulsión es conservadora se basa en una termodinámica de los sistemas
cerrados. Los sistemas vivientes son abiertos: intercambian materia y energía con el entorno. Contra la pulsión de muerte,
cuya meta es disolver nexos y así destruir las cosas del mundo lucha la pulsión de vida cuya meta es producir unidades cada
vez más grandes y así conservarlas. La complejizacion es la única manera de hacer comprensible el mantenimiento del
principio viviente.

DETERMINISMO Y CREACION:
La compulsión a la repetición es una simbolización que se repite. El pasaje de la repetición al recuerdo, a la reelaboración
¿no remite a creación?, ¿Con que categorías pensar el advenimiento de lo nuevo?
Eros nutre la creación neutralizando parcialmente la compulsión de repetición. Los mismos conflictos que conducen a un
empobrecimiento libidinal y narcisista permiten producir una historia no estática sino en movimiento, transformando sus

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necesidades singulares en finalidades originales y convirtiendo sus labilidades en potencialidades creativas. Una historia no
inmóvil conjuga permanencia y cambio. El determinismo piensa lo actual como la realización de lo “ya dado”. La no
determinación de lo que es, no es simple “indeterminación”. Es creación, es decir, surgimiento de otras determinaciones, de
nuevos dominios de legalidad. La “indeterminación” tiene un sentido preciso: surgimiento de otras determinaciones respecto
de las ya existentes. La crítica al determinismo nos permite considerar siempre una masa hipercompleja de cosas existentes
y es en el espesor de una masa donde se produce la creación. Nos conduce a repensar las series complementarias
discriminando las potencialidades abiertas por el pasado de una concepción fatalista del destino. Diferenciar sistemas
abiertos y cerrados transforma nuestra concepción de la temporalidad y la historia en la teoría y en la práctica analítica.

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LAPLANCHE, J. & PONTALIS, J. B.

"POSTERIORIDAD", "TRAUMA". EN DICCIONARIO DE PSICOANÁLISIS.

Trauma, traumatismo (psíquico)


Acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la incapacidad del sujeto de responder a él
adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica.
En términos económicos, el traumatismo se caracteriza por un aflujo de excitaciones excesivo, en relación con la tolerancia
del sujeto y su capacidad de controlar y elaborar psíquicamente dichas excitaciones.
El psicoanálisis ha recogido estos términos trasponiendo al plano psíquico las tres significaciones inherentes a los mismos: la
de un choque violento, la de una efracción, y la de consecuencias sobre el conjunto de la organización. El concepto de
traumatismo remite, ante todo, como el propio Freud indicó a una concepción económica. El aflujo de excitaciones es
excesivo en relación a la tolerancia del aparato psíquico, tanto si se trata de un único acontecimiento muy violento como de
una acumulación de excitaciones, falla ante todo el principio de constancia, al ser incapaz el aparato de descargar la
excitación.
Para que exista trauma en sentido estricto, es decir, falta de abreacción de la experiencia, la cual persiste en el psiquismo a
modo de un “cuerpo extraño”, deben darse determinadas condiciones objetivas. Ciertamente, el acontecimiento, por su
“misma naturaleza”, puede excluir la posibilidad de una abreacción completa; pero, aparte de este caso extremo, lo que
confiere al acontecimiento su valor traumático son determinadas circunstancias especificas: condiciones psicológicas en las
que se encuentra el sujeto en el momento del acontecimiento, situación afectiva que dificulta o impide una relación
adecuada y finalmente, sobre todo, según Freud, el conflicto psíquico que impide al sujeto integrar en su personalidad
consciente la experiencia que le ha sobrevenido.
La acción del trauma se descompone en varios elementos y supone siempre la existencia de, por lo menos, dos
acontecimientos: en una primera escena, llamada de seducción, el niño sufre una tentativa sexual por parte de un adulto,
sin que esta despierte en él excitación sexual; una segunda escena, ocurrida despues de la pubertad, evoca, por algún
rasgo asociativo, la primera. Es el recuerdo de la primera el que desencadena un aflujo de excitaciones sexuales que
desbordan las defensas del yo. Si bien Freud denomina traumática a la primera escena, se observa que, desde un punto de
vista estrictamente económico, este carácter solo le es conferido con posterioridad; o incluso: solamente como recuerdo la
primera escena se vuelve posteriormente patógena en la medida en que provoca un aflujo de excitación interna.
En Más allá del principio de placer, Freud plantea que un aflujo excesivo de excitación anula inmediatamente el principio de
placer, obligando al aparato psíquico a realizar una tarea más urgente más allá del principio del placer, tarea que consiste
en ligar las excitaciones de tal forma que se posibilite su descarga ulterior. La repetición de los sueños en lo que el sujeto
revive intensamente el accidente y se coloca de nuevo en la situación traumática, como para controlarla, es atribuida a una
compulsión a la repetición. El principio de placer, para poder funcionar, exige que se cumplan determinadas condiciones,
que son abolidas por la acción del traumatismo, en la medida en que este no es una simple perturbación de la economía
libidinal, sino que viene a amenazar más radicalmente la integridad del sujeto.
Buscando el núcleo del peligro, Freud lo encuentra en un aumento, más allá de lo tolerable, de la tensión resultante de un
aflujo de excitaciones internas que exigen ser liquidadas. Esto es lo que, en último término, explicaría, según Freud, el
traumatismo del nacimiento.

Posterioridad, posteriormente, con posterioridad.


Palabra utilizada frecuentemente por Freud en relación con su concepción de la temporalidad y de las causalidades
psíquicas: experiencias, impresiones y huellas mnémicas son modificadas ulteriormente en función de nuevas experiencias o
del acceso a un nuevo grado de desarrollo.

Freud señaló que el individuo modifica con posterioridad los acontecimientos pasados, y que es esta modificación la que les
confiere un sentido e incluso una eficacia o un poder patógeno. Nuestro mecanismo psíquico se establece por
estratificación: los materiales existentes en forma de huellas mnémicas experimentan de vez en cuando, en función de
nuevas condiciones, una reorganización, una reinscripción.

La concepción freudiana de posterioridad se define del siguiente modo:


1. ° Lo que se elabora retroactivamente no es lo vivido en general, sino electivamente lo que, en el momento de ser vivido,
no pudo integrarse plenamente en un contexto significativo.
2° La modificación con posterioridad viene desencadenada por la aparición de acontecimientos y situaciones,

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3. ° La evolución de la sexualidad favorece notablemente, por los desfasamientos temporales que implica en el ser humano,
el fenómeno de la posterioridad.

La represión supone dos acontecimientos claramente separados en la serie temporal. El primero en el tiempo está
constituido por una escena sexual (seducción por un adulto), pero que entonces no tiene para el niño una significación
sexual. El segundo presenta algunas analogías, que pueden ser superficiales, con el primero; pero esta vez, por haberse
presentado entre tanto la pubertad, ya es posible la emoción sexual, emoción que el sujeto atribuirá conscientemente a este
segundo acontecimiento, mientras que en realidad es provocada por el recuerdo del primero. Entonces el yo utiliza la
represión a modo de defensa.

“HISTORIZACIÓN EN LA ADOLESCENCIA”. LEWKOWICZ, I.

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Hay algo así como historia de la subjetividad, es decir, que hay alteraciones en la estructura subjetiva misma.

La adolescencia puede ser tomada también, no como una invariante de todas las épocas, sino como una institución
característica, significada, estructurada y representada de distintas maneras en distintos universos de discurso y prácticas.
“La adolescencia” sería abstracción para el historiador. La adolescencia como una instancia que históricamente en la historia
social de los pueblos va variando y también en la vida de cada individuo como un momento de historización.

Historización como un proceso, de una operación. Una marca 1 y una marca 2, la 1 cronológicamente previa, la 2
cronológicamente posterior o actual. En la relación entre estas dos marcas se juegan tres conceptos distintos de
temporalidad.

 Según una concepción tradicional de historia, la marca 2 despliega lo que en 1 está plegado. Pero aquí en principio no
habría alteración cualitativa en 2, es nada más que el tiempo que le hace falta a la manifestación de lo ya constituido.
 La institución postmoderna del tiempo plantea que el tiempo no es el de la sucesión, sino que es el de la sustitución. En
realidad, la marca 2 sería otra marca 1 y nunca saldríamos de la marca 1 porque nunca se historiza, siempre hay una sola
marca. Pero, en rigor, en la otra concepción también tenemos una sola marca porque la segunda es el despliegue de la
primera.
 La segunda marca historiza solamente si se inscribe después de una primera, pero altera a la primera. No viene a repetir
ni viene a eliminar, sino que viene a alterar la primera. Lo que aparece aquí no es la realización de lo que en 1 era en
potencia, sino que algo ocurre en 2 que hace que 1 pierda su hegemonía y su capacidad integral de significarlo todo. 2
suplementa a 1, viene a introducir un término suplementario, algo que destotaliza yendo más allá de lo que era.
Solamente aquí habría historización.

La subjetividad socialmente instituida se determina por el conjunto de marcas con las que una sociedad, una cultura
determinada estructura, marca, afecta y constituye a un miembro de la especie homo sapiens como miembro de la
comunidad, como miembro de la especie humana. La historia de la subjetividad sería la historia de las marcas que
humanizan a ese animal homo sapiens.

La significación de las etapas vitales depende de tres términos: 1) las marcas reales corporales. Lo biológico exige una
significación, pero no postula la significación, sino que más bien absorbe y excede cualquier significación que se le ofrezca.
2) Las prácticas sociales y la significación socialmente ofrecida. Acompañando a las mutaciones biológicas hay
señalamientos, rituales, institucionales, funcionales, que hacen que esas marcas estén socialmente investidas con un gran
poder de afectación y significaciones sociales ofrecidas para soportar esas marcas. 3) El sujeto. Tanto las marcas biológicas
como las marcas sociales producen un plus, es decir, producen un sujeto que tiene que significar eso, que tiene que
absorberlo, que tiene que armas con eso una biología y una ideología, una vida. Los insumos no son suficientes y el plus de
actividad psíquica de significación es inevitable.

La adolescencia está siempre planteada en distintas sociedades como el pasaje a ser hombre, pero depende de qué es ser
hombre en esa sociedad para que se entienda en qué tiene que consistir ese pasaje.

Si hay historización es porque el conjunto de las primeras marcas socialmente instituidas que estructuran la primera vida
psíquica no es suficiente para estructurar la segunda. El autor plantea dos motivos distintos para el desorden de la
adolescencia: la liberación de lo reprimido (pura demora sin historización) o irrupción de lo radicalmente nuevo.

Que la historización no sea la inscripción en una secuencia larga sino la capacidad de alterar lo previo sin perderlo.

“ENTREVISTA A ILLIA PRIGOGINE ¿NUEVOS PARADIGMAS?”. NAJMANOVICH, D.

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Desde mi punto de vista enfatizo la visión histórica diciendo que la irreversibilidad es una propiedad fundamental de la
naturaleza. ¿Es el tiempo algo que el hombre pone en la naturaleza pero ajeno a ella? O, en cambio, ¿es el tiempo una
propiedad fundamental de la naturaleza que el hombre tan sólo comparte con ella?

Freud ha dicho que la historia de la ciencia es historia de alienación. Que la conciencia es tan solo una pequeña porción del
inconsciente. Es cierto, pero si consideramos que la inestabilidad, la no linealidad, la irreversibilidad son propiedades básicas
de la naturaleza, entonces, somos nosotros su mejor expresión y nuestro vínculo de pertenencia con ella es realmente
fuerte.

¿Podría ampliar su concepción sobre la relación entre el tiempo y la complejidad?


El tiempo aparece solo al alcanzarse cierto nivel de complejidad. Solo descubriremos el tiempo al descubrir los sistemas
complejos.

En todos los niveles de la naturaleza la irreversibilidad produce tanto orden como desorden. En los estados equilibrados no
hay cambio y, por tanto, parece como si el tiempo no trascurriera. Lejos del equilibrio, el sistema se hace inestable, y al
cambiar, va adoptando diferentes configuraciones, aparece la temporalidad marcando una dirección en el trascurso del
tiempo que hace que ese proceso sea irreversible.

Procesos al azar

El azar puede ser la fuente de la creación, el principio explicativo del cambio y la transformación, una posibilidad para evitar
el desencanto de un mundo rígidamente determinado. El tiempo, pero el tiempo histórico del devenir, el tiempo de la
evolución y no el mecánico de los relojes, aparece junto con el azar como dos de las categorías conceptuales más fértiles
para avanzar en el reencantamiento del mundo. El caos creativo, aquello que está fuera de ley no tiene que ser
despreciado, evitado, eliminado, sino comprendido y valorado como un principio impulsor del cambio.

“LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO”, “EL ENFOQUE DEL CURSO VITAL”. URBANO, C. Y YUNI, J.

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Capítulo I. La psicología del desarrollo.
CONCEPTUALIZACION DE LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO EN EL MARCO DE LA PSICOLOGÍA
El objeto de la psicología evolutiva es la interpretación, descripción y explicación de las transformaciones psicológicas
vinculadas al proceso de desarrollo humano.
El carácter necesariamente integrador e interdisciplinario de la psicología del desarrollo se basa en la naturaleza compleja
del psiquismo humano.
Breve recorrido histórico de la psicología evolutiva.
La psicología evolutiva ha sido la disciplina que ha realizado un constante trabajo de producción teórica para tratar de
establecer las características de los procesos psicológicos en diferentes estadios de la vida.
En un principio, entre los siglos XIX y XX, la psicología evolutiva estuvo centrada en el estudio de las edades más
tempranas, infancia y adolescencia. Se abordaba la investigación a través de un método específico: la psicometría.
A partir de la década del ’30 comenzaron a estudiarse todas las etapas de la vida y no solo las más tempranas. Asimismo,
promovieron un giro metodológico en la forma de estudiar los cambios evolutivos.
Los primeros aportes de la psicología evolutiva se caracterizaron por su pretensión de describir el cambio evolutivo como un
conjunto de etapas sucesivas y necesarias que se iniciaban en la niñez y culminaban en la vejez vinculando cada una de las
etapas a un conjunto de características y conductas específicas que transcurren dentro de determinada secuencia de edad
cronológica. Estas teorías pretendían que las etapas evolutivas eran normativas y universales. El concepto de normatividad
se vincula a la comprensión del cambio como producto de un conjunto de normas que gobiernan el desarrollo.
Las primeras teorías evolutivas suponían que todos aquellos sujetos cuyo desarrollo entraba dentro de los parámetros de
normalidad, debían presentar ciertas características psicológicas acordes con su edad cronológica. Además las características
propias de cada etapa se tendrían que presentar en todos los sujetos, independientemente del contexto socio-cultural.
Luego de la posguerra se produjo un cambio importante en la forma de plantear el estudio científico del desarrollo humano.
Se reconoció la influencia decisiva que la cultura y el medio social tienen en el desarrollo de las características psicológicas y
sus procesos de cambio. Los procesos históricos y los valores sociales fueron reconocidos como moduladores de los
procesos de desarrollo psicológico individual.
Se empezó a tener en cuenta una perspectiva nueva del sujeto como un ser de naturaleza compleja, activo, proactivo y con
capacidad de regular, representarse e interpretar sus procesos de cambio. Se plantearon nuevos métodos de investigación,
observando, evaluando y testeando el mismo grupo de sujetos durante períodos extensos de tiempo, para conocer sus
procesos evolutivos.
A lo largo del siglo XX la psicología evolutiva ha progresado hacia una visión más comprensiva y totalizadora del desarrollo
humano.
MODELOS TEÓRICOS EN EL ESTUDIO DEL DESARROLLO PSICOLÓGICO
El usual reconocer tres modelos generales para el estudio del desarrollo evolutivo:
1. En el modelo mecanicista, el individuo es concebido como una máquina y su conducta puede ser explicada en términos
de causalidad eficiente. Lo importante no es el organismo, sino los aspectos externos a él. En este modelo la clave
explicativa del desarrollo estaría en las condiciones ambientales. El individuo tiene un rol pasivo y receptivo de la influencia
ambiental.
2. El modelo organicista (más abarcativo que el anterior), el individuo es representado fundamentalmente como un sistema
orgánico vivo. El desarrollo estaría fuertemente condicionado por un plan madurativo interno, orientado a una meta finalista
y sustentado en la capacidad de autorregulación, automantenimiento y autoreproducción.
3. El modelo contextual dialectico propone un análisis contextualizado del cambio en el que el desarrollo es producto del
entrecruzamiento de un sistema de normas que lo regulan, con las mediaciones que el propio sujeto introduce como parte
de un grupo social y con las herramientas que su cultura le provee. Postula la interdependencia entre el sujeto y la
naturaleza. Este modelo ha sido el marco en el cual se han formado las últimas teorías evolutivas de nuestra época.
Capítulo 2. El enfoque del curso vital.
EL ENFOQUE DEL CURSO VITAL COMO MARCO INTERPRETATIVO DEL DESARROLLO EVOLUTIVO.
Este enfoque orienta la descripción, la interpretación y el análisis de los procesos de desarrollo evolutivo a lo largo de todo
el curso vital. Adopta una perspectiva de interacción moderada. Se caracteriza por otorgar una mayor importancia a los
procesos del sujeto reconociendo la importancia del medio como agente activo que, junto con el individuo, participa en la
construcción y autorregulación de su propio desarrollo.
Para este enfoque, el sujeto, en los procesos de desarrollo posee un carácter activo ya que los procesos de adaptación
suponen el despliegue de estrategias de afrontamiento. Tambien se le reconoce un aspecto constructivo en tanto que debe
reconstruir sus esquemas de percepción de la realidad y de sí mismo y debe reelaborar sucesivamente su identidad.

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Este enfoque resalta no sólo las diferencias entre los sujetos que cursan la misma fase evolutiva, sino tambien las
variaciones y transformaciones en el curso de la vida de cada sujeto individual.
El concepto de desarrollo evolutivo.
En el curso vital, ninguna fase evolutiva mantiene primacía en la regulación del desarrollo, es decir, ningún estadio es
determinante causal de los cambios que ocurren en los estadios anteriores.
La influencia de los procesos históricos en el desarrollo.
El desarrollo ontogenético sufre la influencia de un conjunto de condiciones socioculturales que ocurren en un momento
histórico dado, y que a su vez sufren transformaciones. De ese modo, para comprender los procesos psicológicos propios de
cada fase evolutiva es necesario analizar las condiciones histórico-culturales actuantes en cada sociedad.
El proceso del desarrollo es producto del interjuego entre ganancias y pérdidas .
El proceso de desarrollo no es un simple movimiento hacia mayor eficacia o una complejización siempre creciente y
acumulativa de las capacidades y funciones psicológicas. El concepto de desarrollo no implica necesariamente evolución. De
esta manera, no habría desarrollo evolutivo sin la interacción entre nuevas adquisiciones o ganancias y la ocurrencia de
pérdidas.
El cambio evolutivo es siempre un proceso de especialización que no siempre abarca todos los sistemas del sujeto ni implica
un avance general en todos ellos. Así, un sujeto puede alcanzar un alto grado de desarrollo de la inteligencia motora y un
escaso nivel de integración emocional o afectiva.
En base a estos aportes y ubicándonos en el modelo contextual-dialéctico podemos aproximarnos a una definición de
desarrollo evolutivo, al que entendemos como el proceso de constitución y reconfiguración de la subjetividad, la identidad,
las capacidades y funciones psíquicas, y el sentido existencial de sujeto, a partir de la dinámica interactiva de
despliegue/repliegue de las potencialidades y limitaciones emocionales, afectivas, cognitivas y sociales que reconocen como
punto de origen la concepción y como punto de cierre la muerte biológica.

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