You are on page 1of 56

EL DOLO COMO FACTOR DE ATRIBUCIÓN

DE LA RESPONSABILIDAD “CONCURSAL”
DE LOS ADMINISTRADORES Y TERCEROS
EN LA QUIEBRA Y LA CULPA GRAVE COMO
ALTERNATIVA INTERPRETATIVA POSIBLE
por Pablo D. Heredia

Sumario: A. Introducción. B. Primera parte. El Derecho Comparado. I. Derecho


francés. II. Derecho italiano. III. Derecho inglés. IV. Derecho español. V. Derecho
portugués. VI. Derecho alemán. VII. Derecho chileno. VIII. Derecho uruguayo.
IX. Otros casos del Derecho Comparado y orientación del Derecho Comunitario
europeo. C. Segunda parte. El Derecho argentino. I. La situación con anterioridad
a la ley 24.522. II. La respuesta de la ley 24.522. a) Aspectos generales. b) La
configuración formal del dolo delictual referido por el artículo 173, LCQ. c) Al-
gunos casos de conducta dolosa aprehendidos por el artículo 173, LCQ. III. Asi-
milación del dolo a la culpa grave.

A. Introducción
La ley 24.522 sobre “Concursos y Quiebras” regula en sus artícu-
los 173 a 176 un régimen “concursal” de responsabilidad –que obliga
a indemnizar los perjuicios causados– de los sujetos que, como repre-
sentantes, administradores, mandatarios o gestores de negocios del su-
jeto fallido, hubieran dolosamente producido, facilitado, permitido o
agravado la situación patrimonial del deudor o su insolvencia. El mismo
régimen se aplica a quienes de cualquier forma hubieran participado
dolosamente con tales representantes, administradores, mandatarios o
gestores de negocios, en actos tendientes a la disminución del activo
o exageración del pasivo.

327
Doctrina

De un modo expreso, la letra de la ley alude al “dolo” como el


factor de atribución que juega en el régimen de responsabilidad “con-
cursal” indicado.
Esa precisión legal, empero, suscita varios interrogantes:
¿La restricción al dolo está también presente en el Derecho Com-
parado, de modo de poder ser afirmado que la legislación concursal
argentina es una solución comúnmente aceptada y aceptable?
¿Cuál es la configuración formal del dolo requerido por la
ley 24.522 y cuáles los casos típicos ponderables en la materia?
¿Tal restricción en cuanto al factor de atribución, se concilia con
un régimen de responsabilidad constitucionalmente aceptable?
¿Puede la culpa grave jugar en esta materia un papel similar al dolo
y salvar así eventuales objeciones constitucionales del régimen vigente?
En lo que sigue daremos respuesta a estas preguntas, analizando
el Derecho Comparado en una primera parte, y las demás cuestiones
indicadas en una segunda.

B. Primera parte – El Derecho Comparado


El estudio del Derecho Comparado es imprescindible para entender
cuál es la posición, si aceptable o no, del Derecho argentino con relación
a una materia determinada y, a partir de allí, influir en cambios le-
gislativos o en el modo de resolver de la jurisprudencia. Como lo ha
expresado Enrique Martínez Paz, “...la razón del fecundo aporte que
el Derecho extranjero lleva a la doctrina y al Derecho nacional se
muestra evidente y clara si se considera que todas las naciones cuya
cultura tiene un común origen, desarrollan las mismas instituciones y
puede aquel que las ha llevado a un desenvolvimiento más pleno en
su texto o en su aplicación, servir de inspiración para los otros derechos.
La vida jurídica de todos los pueblos acreditaría la realidad de este
modo de utilización del Derecho Comparado. La doctrina jurídica na-
cional es constantemente influida por los movimientos jurídicos que
se agitan en el extranjero, y una vez la doctrina elaborada, influye
poderosamente en la jurisprudencia, en la aplicación de la ley. De
modo, pues, que ni los jueces ni los expositores de materias jurídicas

328
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

dejan de citar, de apoyar sus conclusiones, en cuanto se trata de casos


extraordinarios, en las constancias del Derecho Comparado; pocos ha-
brían ya que se atrevieran a pensar que la ley es una fuente mágica
de la que el ingenio pueda extraer todas las soluciones...”1
Pues bien, como se verá seguidamente, el Derecho Comparado, a
diferencia de la ley argentina, muestra con claridad que no es el dolo
el único factor de atribución apto para establecer la responsabilidad
“concursal” de quienes pudieron provocar, agravar o mantener el estado
de cesación de pagos, sino que también lo es la culpa grave (Francia,
España, Portugal, Chile, Uruguay, Colombia) y, en algunos casos, in-
cluso la simple negligencia (Italia, Inglaterra, Alemania, Paraguay,
Honduras). Asimismo, la posibilidad de una condena por actos grave-
mente culposos está presente también en las recomendaciones del De-
recho Comunitario europeo. Todo ello muestra, desde la perspectiva
comparatista, que la restrictiva solución de la ley concursal argentina
no es aceptable2.

I. Derecho francés
El Derecho Concursal francés prevé, para ser ejercida contra los
dirigentes de derecho o de facto de la persona jurídica en liquidación
judicial, la llamada acción de responsabilidad por insuficiencia del
activo, que no es más que una “acción de complemento” de caracte-
rísticas específicas.
Fue creada por ley del 16-11-40 para ser aplicada a las sociedades
anónimas y por decreto del 9-8-53 a las sociedades de responsabilidad
limitada. Posteriormente, fue regulada por la ley concursal del 13-7-67
y, más tarde, por la ley del 25-1-85, de donde pasó al artículo L. 624-3
del Código de Comercio. Actualmente, está regulada por el artículo L.
651-2 del Código de Comercio, que tuvo una primera redacción dada
por la ordenanza del 18-12-2008, y una segunda –la hoy vigente– dada
por la ley 2016-1691 del 9-12-2016 relativa a “La transparence, à la

1 MARTÍNEZ PAZ, Enrique, Introducción el Derecho Civil Comparado, Abele-

do-Perrot, Buenos Aires, 1960, ps. 73/74.


2 En la segunda parte de este trabajo se verán otras razones que conducen a la

misma conclusión y la solución superadora que se propone.

329
Doctrina

lutte contre la corruption et à la modernisation de la vie économique”.


El texto normativo implicado es el siguiente: “...Lorsque la liquidation
judiciaire d’une personne morale fait apparaître une insuffisance d’ac-
tif, le tribunal peut, en cas de faute de gestion ayant contribué à cette
insuffisance d’actif, décider que le montant de cette insuffisance d’actif
sera supporté, en tout ou en partie, par tous les dirigeants de droit
ou de fait, ou par certains d’entre eux, ayant contribué à la faute de
gestion. En cas de pluralité de dirigeants, le tribunal peut, par décision
motivée, les déclarer solidairement responsables. Toutefois, en cas de
simple négligence du dirigeant de droit ou de fait dans la gestion de
la société, sa responsabilité au titre de l’insuffisance d’actif ne peut
être engagée. Lorsque la liquidation judiciaire a été ouverte ou pro-
noncée à raison de l’activité d’un entrepreneur individuel à respon-
sabilité limitée à laquelle un patrimoine est affecté, le tribunal peut,
dans les mêmes conditions, condamner cet entrepreneur à payer tout
ou partie de l’insuffisance d’actif. La somme mise à sa charge s’impute
sur son patrimoine non affecté. L’action se prescrit par trois ans à
compter du jugement qui prononce la liquidation judiciaire. Les som-
mes versées par les dirigeants ou l’entrepreneur individuel à respon-
sabilité limitée entrent dans le patrimoine du débiteur. Elles sont ré-
parties au marc le franc entre tous les créanciers. Les dirigeants ou
l’entrepreneur individuel à responsabilité limitée ne peuvent pas par-
ticiper aux répartitions à concurrence des sommes au versement des-
quelles ils ont été condamnés...”
El objeto de la acción es, pues, en presencia de una insuficiencia
del activo resultante en todo o en parte de faltas de gestión, el de
obligar a los dirigentes de la persona jurídica en liquidación, autores
de la falta, a complementar esa insuficiencia con su propio patrimonio.
De tal suerte, todo o parte del pasivo social puede así ser cargado en
la responsabilidad de los dirigentes, habiendo declarado la Corte de
Casación francesa que la acción de que se trata es constitucionalmente
válida y conforme al artículo 8º de la Declaración de los Derechos
del Hombre3.
Como resulta de la norma transcripta, esa responsabilidad solamente

3 Cass. Com., 10-7-2012, Nº 12-13.256.

330
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

tiene cabida en caso de liquidación judicial4, y se extiende no sólo a


los dirigentes de personas jurídicas (particularmente sociedades) sino
también al empresario individual de responsabilidad limitada, que el
Derecho francés reguló con la sanción de la ley 2010-658 del 15-6-2010,
con el efecto en este último caso de que las sumas debidas se imputan
al patrimonio personal del empresario5.
La jurisprudencia y doctrina francesa han interpretado6 que las con-
diciones de fondo de la acción de que se trata son las propias de
una acción de responsabilidad civil fundada en el artículo 1382 del
Código Civil7.
Así pues, la acción de complemento supone establecer una falta
de gestión, un perjuicio, es decir, la insuficiencia del activo, y una
relación de causalidad entre la falta y el perjuicio.
Interesa a los fines del presente estudio el primer elemento, es
decir, la falta de gestión, pues es el que se relaciona con el factor de
atribución de la responsabilidad.
En tal sentido, se advierte que el artículo L. 651-2 del Código de
Comercio exige expresamente la presencia de una “faute de gestión”
pero su noción no está definida.
Con anterioridad a la reforma introducida por la ley 2016-1691 el
9-12-2016, la doctrina francesa hubo de interpretar que la falta de
gestión engendraba responsabilidad sin necesidad de que fuese califi-
cada como inexcusable o grave. De tal suerte, una falta ligera, una
mera imprudencia, o una negligencia, era suficiente para fundar la
acción de complemento, con la sola condición de que la falta fuese

4 La ordenanza del 18-12-2008 redujo el campo de aplicación de la acción por

insuficiencia de activo, que antes también era admitida para los casos de resolución
del plan de sauvergarde o de redressement; conf. MERLE, Philippe, Droit Commercial.
Sociétés commerciales, Dalloz, Paris, 2014, p. 506, Nº 466, nota 2.
5 DIDIER, Paul y DIDIER, Philipe, Les sociétés commerciales, Economica, Paris,

2011, ps. 97/98, Nº 102; MERLE, Droit Commercial. Sociétés commerciales cit.,
p. 276, Nº 279, texto y nota 2.
6 SAINT-ALARY-HOUIN, Corinne, Droit des entreprises en difficulté, LGDJ,

Paris, 2016, p. 926, Nº 1439 y su cita en nota 9 de la Cass. Com., fallo del 16-4-91.
7 Se interpreta que es una acción de responsabilidad contractual particular; en

este sentido: LE TOURNEAU, Philippe, La responsabilité civile, Dalloz, Paris, 1982,


p. 531, Nº 1687.

331
Doctrina

anterior a la apertura del procedimiento8. En su caso, en esta etapa se


afirmaba que la gravedad de la falta solamente podía tenerse en cuenta
para modular la condenación9.
Empero, en la práctica, la jurisprudencia francesa se inclinó por
exigir que la falta fuese grave, ya por un acto positivo o una abstención,
siguiendo en ello los términos de la discusión parlamentaria que hubo
con ocasión de la sanción de la ley de 1985, según los cuales la falta
de gestión debía ser grave10. Concretamente, los tribunales hablaron
de la necesidad de una falta intencional o de una particular gravedad
incompatible con el ejercicio normal de la función social11.
La cuestión quedó superada, orientándose a esto último con la san-
ción de la referida ley de 2016, que incluyó el siguiente párrafo ya
transcripto: “...Toutefois, en cas de simple négligence du dirigeant de
droit ou de fait dans la gestion de la société, sa responsabilité au
titre de l’insuffisance d’actif ne peut être engagée...” (sin embargo,
en caso de simple negligencia del dirigente de derecho o de facto en
la gestión de la sociedad, su responsabilidad a título de insuficiencia
del activo no puede ser comprometida).
Es decir, el régimen francés posterior a ley 2016-1691 excluye
como factor de atribución a la simple negligencia y, por el contrario,
supone la presencia de una falta intencional (dolo) o, cuanto menos,
una falta de particular gravedad (culpa grave).
En su caso, la falta de gestión no puede deducirse de la sola im-
portancia del pasivo constatado12, ni ella puede ser presumida, esto
es, debe ser probada13. Bajo el imperio de la ley de 1967 la solución

8 VALLANSAN, Jocelyn; CAGNOLI, Pierre y FIN-LANCER, Laurence, Difficul-

tés des entreprises, LexisNexis, Buenos Aires, 2012, p. 466; PÉROCHON, Françoise,
Enterprises en dificulté, LGDJ-Lextenso Éditions, Paris, 2012, p. 822, Nº 1511 y 1512;
GUYON, Ives, Droit de Affaires, Economica, Paris, 1997, t. 2, ps. 418/419, Nº 1374.
9 ROUSSEL GALLE, Philippe, Réforme du droit des entreprises en difficulté,

Litec, Paris, 2005, ps. 309/310, Nº 463.


10 SAINT-ALARY-HOUIN, Droit des entreprises en difficulté cit., p. 926, Nº

1440, texto y notas 12 y 14.


11 Cours Apel. Rennes, 4-5-2010, RJDA 8-9/10, Nº 871, p. 834.
12 PETEL, Philippe, Procédures collectives, Dalloz, Paris, 2005, p. 209, Nº 411.
13 JEANTIN, Michel y LE CANNU, Paul, Entreprise en difficulté, Dalloz, Paris,

2006, p. 788, Nº 1292.

332
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

era distinta, pues la insuficiencia del activo hacía presumir la impericia


de los dirigentes sociales, quienes para eludir la responsabilidad debían
demostrar que habían aportado a la gestión social toda la actividad y
diligencia necesaria14.

II. Derecho italiano


La Legge Fallimentare de 1942 determina que “...Es ejercida por
el curador, previa autorización del juez delegado, oído el comité de
acreedores: a) la acción de responsabilidad contra los administradores,
los integrantes del órgano de control, los directores y liquidadores...”
(art. 146, segundo párrafo, inc. a, texto según el decreto legislativo 5
del 9-1-2006).
El texto anterior al año 2006 del transcripto precepto decía lo mismo
pero, además, remitía a los artículos 2393 y 2394 del Código Civil
italiano15.
Sin embargo, la ausencia de tal remisión de la ley concursal italiana
a lo normado por el citado Código Civil no ha cambiado las cosas
toda vez que: 1) sólo ha pretendido coordinar los textos de ambos
cuerpos legales, ya que por decreto legislativo 6/2003 se había intro-
ducido en dicho Código el artículo 2394 bis (“...In caso di fallimento,
liquidazione coatta amministrativa e amministrazione straordinaria le
azioni di responsabilità previste dai precedenti articoli spettano al
curatore del fallimento, al commissario liquidatore e al commissario
straordinario...”), y 2) dicha reforma de 2003 sustituyó en la legislación
societaria la referencia al síndico por la de “componente del órgano
de control”, introduciendo la fattispecie de responsabilidad por actos

14 ARGENSON, Jacques y TOUJAS, Georges, Réglement judiciaire, liquidation


des biens et faillite, Librairies Techniques, Paris, 1973, t. 1, p. 54, Nº 37.
Concretamente, a la luz de la ley de 1967 se entendía que la insuficiencia del
activo generaba dos presunciones: 1) la de una gestión incorrecta, y 2) la de una
causalidad entre la falta y el perjuicio. Ambas fueron criticadas por la doctrina; en
este sentido: LE TOURNEAU, La responsabilité civile cit., p. 532, Nº 1689.
15 “...L’azione di responsabilità contro gli amministratori, i sindaci, i direttori

generali e i liquidatori, a norma degli artt. 2393 e 2394 del codice civile, è esercitata
dal curatore, previa autorizzazione del giudice delegato, sentito il comitato dei cre-
ditori...”

333
Doctrina

de gestión16. De ahí que se pueda afirmar que el artículo 2394 bis del
Código Civil italiano asume cuanto resulta del artículo 146 de la Legge
Fallimentare17.
Aclarado ello, se aprecia que el artículo 2394 bis del Código Civil
italiano remite a su precedente, es decir, al artículo 2394, el cual regula
la acción de responsabilidad contra los administradores ejercida por
los acreedores sociales.
Tal artículo 2394 expresa, en sus primeras dos oraciones (que
son las que aquí interesan), lo siguiente: “...Los administradores res-
ponden respecto de los acreedores sociales por la inobservancia de
las obligaciones inherentes a la conservación de la integridad del
patrimonio social. La acción puede ser propuesta por los acreedores
cuando el patrimonio social resulta insuficiente para satisfacer sus
créditos...”
Pues bien, la acción del artículo 2394 del Código Civil italiano
cuando es propuesta por el órgano del concurso de acuerdo a lo previsto
por su artículo 2394 bis y en concordancia con lo previsto por el ar-
tículo 146 de la Legge Fallimentare, se entiende como “directa” y “au-
tónoma” en cuanto a su legitimación, que responde a la exigencia de
garantizar la par condicio creditorum18, y del carácter autónomo respecto
de la responsabilidad del administrador con relación a la sociedad deriva
la inoponibilidad a la masa de la renuncia de la acción deliberada pre-
viamente por la sociedad fallida19. Aparte de ello, se entiende que si
bien la acción de responsabilidad de que se trata no surge ex novo y
a título originario en cabeza del organismo concursal (lo que se deduce

16 MAFFEI ALBERTI, Alberto, Commentario breve al diritto delle società, Wol-

ters Kluwer-CEDAM, Milanofiori Assago, 2017, p. 795, Nº I.


17 GRIPPO, Giovanni, Commentario delle società, UTET Giuridica, Torino, 2009,

t. I, p. 526.
18 DE FERRA, Giampaolo, Manuale di Diritto Fallimentare, Giuffrè, Mila-

no, 1998, p. 310; MAFFEI ALBERTI, Commentario breve al diritto delle societàcit.,
p. 797, ap. II, 1.
19 SPIOTTA, Marina, en IRRERA, Maurizio (dir.), Diritto del governo delle im-

prese, G. Giappichelli Editore, Torino, 2016, p. 349, Nº 5, texto y jurisprudencia


citada en notas 188 y 189; GAMBINO, Agostino y SANTOSUOSSO, Daniele U.,
Società di capitali, G. Giappichelli Editore, Torino, 2014, t. II, p. 147, Nº 7; MAFFEI
ALBERTI, Commentario breve al diritto delle società cit., p. 797, ap. II, 1.

334
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

del hecho de que el art. 2394 bis reenvía al art. 2394)20, no obstante
asume un carácter “unitario” e “inescindible” porque aquél puede for-
mular la instancia resarcitoria contra el administrador tanto con refe-
rencia a los presupuestos de la responsabilidad de este último respecto
de la sociedad cuanto de la responsabilidad frente a los acreedores so-
ciales21, acumulando las ventajas de unos u otros22.
Bajo la acción de que se trata, la inobservancia de los propios
deberes de parte de los administradores puede ser dolosa o culposa23,
esto es, a título de culpa genérica, por la mera negligencia, imprudencia
o impericia, en base a la consideración del interés de los acreedores,
por incumplimiento en el deber de conservar íntegro el patrimonio
social24. En este último sentido, se ha dicho que si la responsabilidad
del administrador se rige por el principio de la correcta administración
constitutivo de una cláusula general de comportamiento suyo, la com-
probación de una violación a ello hace evidente la calificación, por lo
menos, de típicamente culposa del obrar del administrador25.
Ahora bien, con relación a la prueba de la culpa del administrador,
la orientación mayoritaria de la jurisprudencia italiana ha sido que
basta al curador acreditar el nexo causal entre la mala gestión y el
daño, no siendo necesario que pruebe la culpa26.
Bien visto, tal criterio jurisprudencial no niega que la acción de

20 BONELLI, Franco, Gli amministratori di società per azioni, Giuffrè, Milano,

1985, p. 325, Nº 30, con cita en nota 352 de la jurisprudencia de la Casación italiana.
21 GRIPPO, Commentario delle società cit., t. I, p. 526; MAFFEI ALBERTI,

Commentario breve al diritto delle società cit., p. 797, ap. II, 1.


22 CASSOTTANA, Mario, en RAGUSA MAGGIORE, Giuseppe y COSTA, Con-

cetto (dirs.), Le procedure concorsuali. Il Fallimento, UTET, Torino, 1997, t. 3, p. 795;


BONELLI, Gli amministratori di società per azioni cit., p. 325, Nº 30, texto y nota 355.
23 FRÈ, Giancarlo, Società per azioni, en SCIALOJA, A. y BRANCA, G. (a cura

di), Commentario del Codice Civile, Nicola Zanichelli Editore y Soc. Ed. del Foro
Italiano, Bologna-Roma, 1956, p. 418, comentario al art. 2394.
24 CASSOTTANA, en RAGUSA MAGGIORE y COSTA (dirs.), Le procedure

concorsuali. Il Fallimento cit., t. 3, p. 796.


25 DI MARTINO, Marco, en BALESTRA, Luigi (dir.), La azioni di responsabilità

nelle procedure concorsuali, Giuffrè, Milano, 2016. En parecido sentido: GUGLIEL-


MUCCI, Lino, Diritto Fallimentare, G. Giappichelli Editore, Torino, 2017, p. 305.
26 PAJARDI, Piero, Codice del fallimento, Giuffrè, Milano, 1994, p. 669, Nº 11.8,

y sus citas.

335
Doctrina

responsabilidad de que se trata se integre con el indicado factor de


atribución subjetivo, sino que solamente refiere al problema de su
prueba. Problema que, desde una perspectiva afín pero distinta, también
ha abordado la doctrina italiana sobre la base de discutir el carácter
contractual o no de la acción, lo cual lógicamente tiene implicancias
en orden a la carga de la prueba de la culpa del administrador.
Para una primera orientación la acción es de naturaleza “contrac-
tual”, perspectiva que permite presumir la culpa del administrador de
acuerdo a lo previsto por el artículo 1218 del Código Civil italiano27;
es decir, así como los acreedores en ejercicio propio de la acción del
artículo 2394 no tienen que probar la culpa o el dolo del administrador28,
así tampoco el órgano del concurso legitimado para su ejercicio de
acuerdo al artículo 2394 bis y artículo 146 de la Legge Fallimentare
tendría la carga de probar ninguno de esos factores, lo que implica
que sea el administrador quien deba demostrar en juicio, en todos los
casos, la inexistencia de culpa suya29.
Para otra orientación, en cambio, la acción de que se trata tiene
naturaleza “extracontractual” en cuanto fundada en el hecho ilícito, sien-
do un caso específico de la responsabilidad regulada por el artículo 2043
del Código Civil italiano30. Por lo tanto, la culpa del administrador no
se presume y debe ser probada la inobservancia suya a las obligaciones
inherentes a la conservación del patrimonio social31; es decir, el síndico
tiene que probar el comportamiento culpable del administrador32.

27 Prescribe el art. 1218 del Código Civil italiano que “...Un deudor que no ejecuta

exactamente está obligado a resarcir el daño, si no prueba que el incumplimiento o


el retardo fue determinado por la imposibilidad de la prestación derivada de una causa
que no le sea imputable...” Se trata de una norma que aprehende la responsabilidad
contractual del deudor, encontrándose prevista la responsabilidad extracontractual o
aquiliana en el art. 2043 de dicho cuerpo legal.
28 GRIPPO, Commentario delle società cit., t. I, p. 525, Nº 3.
29 Sostienen el carácter contractual de la acción, con las consecuencias indicadas

en el texto: DI MARTINO, en BALESTRA (dir.), La azioni di responsabilità nelle


procedure concorsuali cit., p. 12; MAFFEI ALBERTI, Commentario breve al diritto
delle società cit., p. 798, ap. III.
30 De acuerdo al art. 2043 del Código Civil italiano, “...Cualquier hecho doloso

o culposo, que provoca a otro un daño injusto, obliga al que ha cometido el acto a
resarcir el daño...”
31 Sostienen el carácter extracontractual de la acción con las consecuencias indi-

336
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

En síntesis: en el Derecho italiano la responsabilidad concursal de


los administradores no se limita a los casos de dolo, sino que aprehende
también los actos culpables, limitándose la discusión al onus probandi
de estos últimos.

III. Derecho inglés


La Insolvency Act de 1986 establece dos acciones de carácter con-
cursal para hacer efectiva la responsabilidad de los administradores
de sociedades insolventes.
Así, en primer lugar, la Sección 213 regula la acción por fraudulent
trading según la cual si al momento de la liquidación de la sociedad
se advierte que alguno de los negocios se llevó a cabo para defraudar
a los acreedores, quienes tomaron parte en los actos respectivos como
“personas involucradas en la gestión de la sociedad” pueden ser con-
denados a restablecer el patrimonio social. No define la ley los actos
defraudatorios que quedan aprehendidos, pero se entiende que se trata
de un actuar doloso (intencional) y no meramente culpable, habiendo
entendido la doctrina que se puede dar por sentada la existencia del
ánimo defraudatorio cuando no existan perspectivas razonables de que
la sociedad pudiera cumplir con las obligaciones que hubiera asumido
y ello hubiera sido efectivamente conocido por los responsables33.
En segundo lugar, la Sección 214 de la Insolvency Act, comple-
mentando la anterior acción, regula la responsabilidad por wrongful
trading. Esta diferente acción no requiere una conducta dolosa, bas-
tando acreditar que los actos del administrador han sido negligentes,
esto es, cuando no hayan adoptado las medidas necesarias para mini-
mizar las pérdidas de los acreedores sociales, para determinar lo cual
es necesario ponderar no sólo los conocimientos y experiencia que
efectivamente tenga el administrador (test subjetivo), sino también los

cadas en el texto: GALGANO, Francesco, Diritto Commerciale. Le società, Zanichelli


Editore, Bologna, 2016, t. 2, p. 333, Nº 13.12; GAMBINO y SANTOSUOSSO, Società
di capitali cit., t. II, ps. 147/148, Nº 7.
32 CASSOTTANA, en RAGUSA MAGGIORE y COSTA (dirs.), Le procedure

concorsuali. Il Fallimento cit., t. 3, p. 797.


33 DAVIES, Paul L. y GOWER, L. C. B., Principles of Modern Company Law,

Sweet & Maxwell, London, 2003, ps. 748/749.

337
Doctrina

conocimientos, aptitudes y experiencia que razonablemente cabría es-


perar de una persona que ocupa un puesto similar al suyo en una
situación de crisis (test objetivo)34.

IV. Derecho español


La Ley Concursal de España (ley 22/2003) regula en su Título VI
la Calificación del concurso, cuya finalidad es establecer si el estado
de insolvencia del deudor debe considerarse fortuito (debido a hechos
externos inimputables) o culpable, esto es, derivado de una mala gestión
del patrimonio del deudor, con el fin de aplicar determinadas conse-
cuencias a las personas afectadas por la calificación y sus cómplices
(arts. 163 a 165, 172 y 172 bis).
En este último caso, las personas afectadas por la calificación y
sus cómplices pueden ser sancionados con los siguientes alcances: 1) la
inhabilitación de las personas afectadas por la calificación para admi-
nistrar los bienes ajenos durante un período de dos a quince años,
así como para representar a cualquier persona durante el mismo pe-
ríodo, atendiendo, en todo caso, a la gravedad de los hechos y a la
entidad del perjuicio, así como la declaración culpable en otros con-
cursos (art. 172, inc. 2º); 2) la pérdida de cualquier derecho que las
personas afectadas por la calificación o declaradas cómplices tuvieran
como acreedores concursales o de la masa y la condena a devolver
los bienes o derechos que hubieran obtenido indebidamente del patri-
monio del deudor o hubiesen recibido de la masa activa, así como a
indemnizar los daños y perjuicios causados (art. 172, inc. 3º), y 3) en
caso de liquidación de los bienes, la condena a todos o a algunos de
los administradores, liquidadores, de derecho o de hecho, o apoderados
generales, de la persona jurídica concursada, a la cobertura, total o
parcial, del déficit concursal, en la medida que la conducta que ha
determinado la calificación culpable haya generado o agravado la in-
solvencia (art. 172 bis)35.

34
DAVIES y GOWER, Principles of Modern Company Law cit., p. 197.
35
La doctrina ha interpretado que la posibilidad de condenar a los administradores
sociales al pago, total o parcial, del importe insatisfecho de sus créditos en la liquidación
de la masa activa representa una sanción civil pero diferente de la responsabilidad

338
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

El sistema normativo de la calificación concursal está construido


sobre un supuesto de hecho general (apartado 1º del art. 164), según
el cual el concurso de acreedores se declarará culpable cuando se cons-
tate que en la generación o agravación de la insolvencia haya mediado
dolo o culpa grave del deudor o de sus representantes36. Ese supuesto
de hecho general o cláusula general viene acompañado por unas de-
nominadas presunciones iuris et de iure37 o, según sea el caso, iuris
tantum de concurso culpable38.

por daños, en cuanto el juez puede imponer a los condenados el pago de una parte
de los créditos, cuando en la responsabilidad por daños, por el contrario, la indem-
nización habría de cubrir todos los perjuicios ocasionados; conf. VALENZUELA
GARACH, Javier, La responsabilidad de los administradores y el concurso de las
sociedades capitalistas, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2007, p. 118.
36 PULGAR EZQUERRA, Juana (dir.), Manual de Derecho Concursal, Wolters

Kluwer, Madrid, 2017, p. 385.


37 Las presunciones iuris et de iure resultan del art. 164, inc. 2º de la Ley Concursal,

que enumera las siguientes situaciones de hecho de las que, sin admitirse prueba en
contrario, deriva el carácter culpable del concurso:
1º. Cuando el deudor legalmente obligado a la llevanza de contabilidad incumpliera
sustancialmente esta obligación, llevara doble contabilidad o hubiera cometido irre-
gularidad relevante para la comprensión de su situación patrimonial o financiera en
la que llevara.
2º. Cuando el deudor hubiera cometido inexactitud grave en cualquiera de los
documentos acompañados a la solicitud de declaración de concurso o presentados
durante la tramitación del procedimiento, o hubiera acompañado o presentado docu-
mentos falsos.
3º. Cuando la apertura de la liquidación haya sido acordada de oficio por incum-
plimiento del convenio debido a causa imputable al concursado.
4º. Cuando el deudor se hubiera alzado con la totalidad o parte de sus bienes en
perjuicio de sus acreedores o hubiera realizado cualquier acto que retrase, dificulte o
impida la eficacia de un embargo en cualquier clase de ejecución iniciada o de previsible
iniciación.
5º. Cuando durante los dos años anteriores a la fecha de la declaración de concurso
hubieran salido fraudulentamente del patrimonio del deudor bienes o derechos.
6º. Cuando antes de la fecha de la declaración de concurso el deudor hubiese
realizado cualquier acto jurídico dirigido a simular una situación patrimonial ficticia.
38 Las presunciones iuris tantum resultan del art. 165, inc. 1º, que enumera las

siguientes situaciones de hecho de las que deriva el carácter culpable del concurso,
salvo prueba en contra, cuando el deudor o, en su caso, sus representantes legales,
administradores o liquidadores:
1º. Hubieran incumplido el deber de solicitar la declaración del concurso.
2º. Hubieran incumplido el deber de colaboración con el juez del concurso y la

339
Doctrina

De tal suerte, la responsabilidad concursal en el Derecho español


puede caracterizarse como un supuesto de responsabilidad subjetiva,
vinculada a conductas dolosas o gravemente negligentes. La imputación
subjetiva es absolutamente necesaria39. No se trata de un sistema de
responsabilidad objetiva40. En particular, en lo que respecta a la res-
ponsabilidad por déficit concursal, junto al presupuesto de la generación
o agravación del estado de insolvencia, se establece otro relativo a la
especial gravedad de la conducta antijurídica41. En otras palabras, se
ha entendido que el dolo y la culpa grave no han de reducirse a un
mero requisito de imputación subjetiva de un comportamiento, pues
la imputación culpable se asienta sobre una regla de antijuridicidad
con matices subjetivos. La equiparación de la culpa grave al dolo
revela la decisión de reservar la calificación culpable para los com-
portamientos más graves: se trata de una actuación a la ligera, incons-
ciente, con absoluta falta de consideración a los deberes que incumben
a los administradores en este contexto: non intelligere quod omnes

administración concursal o no les hubieran facilitado la información necesaria o con-


veniente para el interés del concurso o no hubiesen asistido, por sí o por medio de
apoderado, a la junta de acreedores, siempre que su participación hubiera sido deter-
minante para la adopción del convenio.
3º. Si el deudor estuviera obligado legalmente a la llevanza de contabilidad y no
hubiera formulado las cuentas anuales, no las hubiera sometido a auditoría, debiendo
hacerlo, o, una vez aprobadas, no las hubiera depositado en el Registro Mercantil o
en el registro correspondiente, en alguno de los tres últimos ejercicios anteriores a la
declaración de concurso.
Asimismo, el art. 165, inc. 2º, determina que el concurso se presume culpable,
salvo prueba en contrario, cuando los socios o administradores se hubiesen negado
sin causa razonable a la capitalización de créditos o una emisión de valores o instru-
mentos convertibles y ello hubiera frustrado la consecución de un acuerdo de refi-
nanciación de los previstos en el artículo 71 bis.1 o en la disposición adicional cuarta
o de un acuerdo extrajudicial de pagos.
39 MACHADO PLAZAS, José, El concurso de acreedores culpable. Calificación

y responsabilidad concursal, Thomson-Civitas, Navarra, 2006, p. 283.


40 MOYA BALLESTER, Jorge, La responsabilidad de los administradores de

sociedades en situaciones de crisis, La Ley-Grupo Wolters Kluwer, Madrid, 2010,


p. 523.
41 VERDÚ CAÑETE, María José, La responsabilidad civil del administrador de

sociedad de capital en el concurso de acreedores, La Ley-Grupo Wolters Kluwer,


Madrid, 2008, p. 207.

340
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

intelligunt42. A todo evento, al exigirse dolo o culpa grave, queda claro


que se excluye el resto de los supuestos de culpa43.

V. Derecho portugués
Sin perjuicio del ejercicio en el proceso de insolvencia de la sociedad
deudora de las acciones sociales o individuales de responsabilidad con-
tra los administradores societarios, reguladas por el Código das So-
ciedades Comerciais, que la legislación portuguesa permite continuar
en manos del administrador da insolvência44, y que pueden ser ejercidas
incluso en un escenario grupal contra los administradores de la sociedad
directora o los de la sociedad subordinada45, desde el punto de vista
concursal el Código da Insolvência e da Recuperação de Empresas
(CIRE –aprobado por el decreto-ley 53/2004, de 18 de marzo–) regula
la formación de un “incidente de calificación de la insolvencia” que,
con independencia de las consecuencias penales inherentes, permite
evaluar desde el punto de vista civil las razones que condujeron a la
situación de insolvencia a los fines de establecer responsabilidades de
los administradores del deudor (art. 185), entre las que destacan la
inhabilitación de las personas afectadas por la calificación para admi-
nistrar patrimonios de terceros (art. 189, Nº 2, b); inhibición para el
ejercicio del comercio y para ocupar cargos en personas colectivas
(art. 189, Nº 2, c); pérdida de créditos que el responsable pudiera tener
contra la insolvencia o sobre la masa (art. 189, Nº 2, d); e indemnización
a los acreedores del sujeto declarado insolvente hasta el monto de los
créditos no satisfechos, siendo solidaria la responsabilidad entre todos
los involucrados (art. 189, Nº 2, e)46.
42 PULGAR EZQUERRA (dir.), Manual de Derecho Concursal cit., p. 387.
43 VIZCAÍNO GARRIDO, Pedro, El interés social como fin de la actividad gestora
de los administradores de las sociedades en crisis: acreedores frente a socios, Thomson
Reuters-Aranzadi, Pamplona, 2015, p. 252.
44 COUTINHO DE ABREU, J. M., Responsabilidade civil dos administradores

de sociedades, Almedina, Coimbra, 2010, ps. 68/69, Nº 6.4, y p. 82, Nº 3.


45 Sobre el tema, véase: PERESTRELO DE OLIVERA, Ana, A responsabilida-

de civil dos administradores nas sociedades em relação de grupo, Almedina, Coim-


bra, 2007.
46 TELES DE MENEZES LEITÃO, Luís, Direito da Insolvência, Almedina, Coim-

bra, 2012, p. 273, Nº 22.1, y ps. 279/282, Nº 22.4.

341
Doctrina

En tal incidente se define si la insolvencia puede considerarse “cul-


posa”, entendiéndose por tal, según el artículo 186, primer párrafo,
del citado Código, aquella que “...ha sido creada o agravada como
consecuencia de la actuación, dolosa o con culpa grave, del deudor,
o de sus administradores, de derecho o de hecho, en los tres años
anteriores al inicio del proceso de insolvencia...” (apartado 1º)47.
A continuación, en dos sucesivos apartados, se establecen presun-
ciones iuris et de iure o iuris tantum, respectivamente, de insolvencia
culposa.
En efecto, en su segundo apartado, el citado artículo 186 identifica
varias situaciones frente a las cuales se presume iuris et de iure que
la insolvencia es culposa. En tal sentido, allí se establece que “...se
considera siempre culposa la insolvencia del deudor que no sea una
persona singular cuando sus administradores, de derecho o de hecho,
hubieran: a) Destruido, dañado, inutilizado o hecho desaparecer, en
todo o en parte considerable, el patrimonio del deudor; b) Creado o
agravado artificialmente pasivos o pérdidas, o reducido lucros, cau-
sando, particularmente, la celebración por el deudor de negocios rui-
nosos, en su provecho o de personas con ella especialmente relacio-
nadas; c) Comprado mercancías a crédito, revendiéndolas o entregán-
dolas en pago por precio sensiblemente inferior al corriente, antes de
satisfacer la obligación; d) Dispuesto de bienes de la persona colectiva
en provecho personal o de terceros; e) Ejercido, a cubierto de la per-
sonalidad colectiva de la empresa, si fuera el caso, una actividad en
provecho personal o de terceros y en perjuicio de la empresa; f) Hecho
del crédito o de los bienes del deudor un uso contrario al interés de
éste, en provecho personal o de terceros, en particular para favorecer
a otra empresa en la que tengan interés directo o indirecto; g) Prose-

47 El Tribunal da Relação de Coimbra, 19-1-2010, caso 132/08.7TBOFR-E.C1,

ha expresado que “...el art. 186 del CIRE define la insolvencia culpable y de esta
noción general resulta que son supuestos del concepto de insolvencia: 1) que haya ha-
bido una conducta del deudor o de sus administradores, de hecho o de derecho; 2) que
dicha conducta haya creado o agravado la situación de insolvencia; 3) que dicha
conducta se produjo en los tres años anteriores a la incoación del procedimiento que
condujo a la insolvencia; 4) y que esa misma conducta sea dolosa o practicada con
culpa grave, y también que exista un nexo de causalidad entre esa conducta y la
situación de insolvencia...” (precedente disponible en www.dgsi.pt).

342
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

guido, en su interés personal o de tercero, una explotación deficitaria,


no obstante saber o debiendo saber que ella conduciría con gran pro-
babilidad a una situación de insolvencia; h) Incumplido en términos
sustanciales la obligación de mantener contabilidad organizada, soste-
niendo una contabilidad ficticia o una doble contabilidad o practicado
irregularidades con perjuicio relevante para la compensación de la si-
tuación patrimonial o financiera del deudor...” Asimismo, la insolvencia
se considera culposa, con el indicado valor de presunción iuris et de
iure, si se ha incumplido, en forma reiterada, con los deberes de pre-
sentación y colaboración para posibilitar el dictado de la sentencia del
incidente de que se trata (párrafo segundo, inc. i, del art. 186 cit.)48.
En fin, el apartado tercero del artículo 186 determina que “...se
presume la existencia de culpa grave cuando los administradores, de
derecho o de hecho, del deudor que no sea persona singular hayan in-
cumplido: a) el deber de requerir la declaración de insolvencia; b) la

48 El Tribunal de Apelación de Lisboa, 17-1-2012, caso 1023/07.4TBBNV-C.L1-7,

tiene afirmado que “...para cada una de las situaciones establecidas en los diversos
párrafos del apartado 2º del artículo 186, el CIRE determina que la insolvencia siempre
será considerada como culpable, sin necesidad de demostrar el nexo de causalidad.
Es una presunción juris et jure de acuerdo con el artículo 350, Nº 2, Código Procesal
Civil...” (precedente disponible en www.dgsi.pt).
El criterio fue reiterado años más tarde por el Tribunal da Relação de Évora,
6-10-2016, caso 2831/15.8T8STB-H.E1, donde se dijo lo siguiente: “...Al comentar
sobre esta disposición legal, Luís A. Carvalho Fernandes y João Labareda (Código
da Insolvência e da Recuperação de Empresas Anotado, 2ª ed., 2013, ps. 718/719)
refieren que en el apartado 1º del artículo 186 se fija la noción general de la insolvencia
culpable y en su apartado 2º, el legislador estableció una presunción irrefutable que
complementa esta noción [...] Y añaden: ‘La letra de la ley («se considera siempre»)
muestra claramente que se establece una presunción iuris et de iure, en vista de lo
que dispone el apartado 2º del artículo 350 del Cód. Civ.’, por lo que comprobadas
estas situaciones determinan, inexorablemente, la atribución de carácter culposo a la
insolvencia. Entendimiento que es seguido por la restante doctrina, es decir, María
do Rosario Epifânio (Manual de Direito da Insolvência, Almedina, 2013, 5ª ed., p. 131),
Alexandre de Soveral Martins (Um Curso de Direito da Insolvência, Almedina, 2015,
p. 363) y Luís Manuel Teles de Menezes Leitão (Direito da Insolvência, 2012, 4ª
ed., p. 274)...” En el mismo precedente, se afirma más adelante que “...justifica esta
técnica legislativa la necesidad de garantizar una mayor eficiencia del orden jurídico
en la responsabilización de los administradores por conductas censurables que origi-
naron o agravaron insolvencias; además, favorece la previsibilidad y la rapidez de la
apreciación judicial de los comportamientos...” (precedente disponible en www.dgsi.pt).

343
Doctrina

obligación de elaborar las cuentas anuales en el plazo legal, de some-


terlas a la debida fiscalización o de depositarlas para su conservación
en el registro comercial...” En este caso, la presunción legal es iuris
tantum, o sea, admite prueba en contra49, la que puede estar referida
a que la insolvencia es derivación de otros factores, como las condi-
ciones del mercado o una coyuntura económica50, o bien que el in-
cumplimiento de las obligaciones vencidas no se debe a la culpa del
deudor51.

VI. Derecho alemán


La regulación concursal alemana no prevé un régimen de respon-
sabilidad concursal específico. El artículo 92 de la Insolvenzordnung
(InsO) de 1994 sólo se limita a señalar que “...Las pretensiones de
los acreedores al resarcimiento de un daño que han sufrido colectiva-
mente como consecuencia de una disminución del patrimonio perte-
neciente a la masa de la insolvencia antes o después de la apertura
del procedimiento, en tanto dure el mismo, sólo pueden ser ejercidas
por el administrador de la insolvencia...”
De tal suerte, son de aplicación las normas sobre responsabilidad
de los administradores establecidas en la ley societaria52.
En tal sentido, la “Ley sobre sociedad de responsabilidad limitada”
(GmbH) establece en su artículo 43, apartados 1º y 2º, las reglas cen-
trales de las obligaciones y responsabilidad del administrador socie-
tario: 1) los administradores deben aplicar la diligencia de un ordenado
comerciante en los asuntos de la sociedad, y 2) los administradores
que incumplan sus obligaciones responderán de forma solidaria frente
a la sociedad por los daños y perjuicios ocasionados. La jurisprudencia
ha confirmado que los administradores societarios responden de forma
mancomunada por cualquier conducta dolosa o negligente con la que
49
Habla de una “...presunção ilidível...” (refutable), la citada sentencia del Tri-
bunal da Relação de Évora, 6-10-2016, caso 2831/15.8T8STB-H.E1.
50 Tribunal da Relação do Porto, 23-4-2018, caso 523/15.7T8AMT-A.P1 (prece-

dente disponible en www.dgsi.pt).


51 TELES DE MENEZES LEITÃO, Direito da Insolvência cit., p. 275, Nº 22.2.
52 MOYA BALLESTER, La responsabilidad de los administradores de socieda-

des en situaciones de crisis cit., p. 423.

344
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

incumplan sus obligaciones53. Particularmente, el artículo 64, aparta-


dos 1º y 2º, regula la responsabilidad por pagos tras la insolvencia
provisional o definitiva, al establecer que los administradores están
obligados a asumir los pagos que ocasionen una reducción de la masa
de la sociedad tras la declaración de la insolvencia material. El precepto,
ciertamente, ratifica que la conducta reprochada puede ser meramente
negligente, al permitir eludir la responsabilidad con la prueba de que
el pago u otra reducción de la masa es conciliable con la diligencia
de un ordenado comerciante.
De su lado, la “Ley sobre sociedades anónimas” (AktGH) determina
un análogo régimen de responsabilidad de los administradores por le-
sión al patrimonio social (arts. 92.3 y 147).

VII. Derecho chileno


La Ley de Reorganización y Liquidación de Empresas y Perso-
nas 20.720 no establece ninguna regulación especial sobre la respon-
sabilidad de los administradores de la sociedad en caso de apertura
del procedimiento concursal de liquidación regulado en sus artícu-
los 115 y siguientes.
El actual Derecho chileno, pues, repite el esquema que existía
bajo el imperio de la ley 18.175, derogada por el artículo 344 de la
ley 20.72054.
Tampoco contempla el Derecho chileno un régimen jurídico general
referente a la responsabilidad de los administradores de sociedades in
bonis que contenga claramente causales, acciones, procedimientos y
sanciones. Solamente la Ley 18.046 sobre Sociedades Anónimas con-
templa una serie de situaciones que hacen incurrir en responsabilidad
a los directores y las sanciones que les son aplicables55. En este sentido,

53 IDELMANN, Bernhard, La responsabilidad del administrador de la sociedad

de responsabilidad limitada alemana (GmbH-Geschaftuhrer) en el día a día de la


empresa y en caso de crisis e insolvencia de la empresa, en rev. Informaciones/INF,
publicada por la Asociación Hispano-Alemana de Juristas (Deutsch-Spanische Juris-
tenvereinigung e.V.), Nº III/2015, ps. 166 y ss., esp. Cap. II.1, p. 167.
54 SANDOVAL LÓPEZ, Ricardo, Derecho Comercial, Editorial Jurídica de Chile,

Santiago, 1995, t. III, ps. 431/432, Nº 327.


55 SANDOVAL LÓPEZ, Derecho Comercial cit., t. I, p. 502, Nº 424.

345
Doctrina

el artículo 41 de la ley 18.046 dispone que “...Los directores deberán


emplear en el ejercicio de sus funciones el cuidado y diligencia que
los hombres emplean ordinariamente en sus propios negocios y res-
ponderán solidariamente de los perjuicios causados a la sociedad y a
los accionistas por sus actuaciones dolosas o culpables...” Tal dispo-
sición es complementada por los artículos 133 y 133 bis56, siendo de
relevante importancia, por otra parte, el artículo 45 de la ley 18.046
por cuanto establece que se presume la culpabilidad de los directores
respondiendo en consecuencia, solidariamente, de los perjuicios cau-
sados a la sociedad, accionistas o terceros, en los siguientes casos: 1)
si la sociedad no llevare sus libros o registros; 2) si se repartieren
dividendos provisorios habiendo pérdidas acumuladas, respecto de los
directores que concurrieron al acuerdo respectivo; 3) si la sociedad
ocultare sus bienes, reconociere deudas supuestas o simulare enajena-
ciones. La doctrina destaca que los casos de presunción de culpabilidad
del citado artículo 45 admiten prueba en contra, que debe ser rendida
por el director involucrado57.
En ese esquema de cosas, se entiende que las precedentes dispo-
siciones de la ley 18.046 son aplicables en caso de insolvencia de la

56 Art. 133 – La persona que infrinja esta ley, su reglamento o en su caso, los

estatutos sociales o las normas que imparta la Superintendencia ocasionando daño a


otro, está obligada a la indemnización de perjuicios. Lo anterior es sin perjuicio de
las demás sanciones civiles, penales y administrativas que correspondan.
Por las personas jurídicas responderán además civil, administrativa y penalmente,
sus administradores o representantes legales, a menos que constare su falta de parti-
cipación o su oposición al hecho constitutivo de infracción.
Los directores, gerentes y liquidadores que resulten responsables en conformidad
a los incisos anteriores, lo serán solidariamente entre sí y con la sociedad que admi-
nistren, de todas las indemnizaciones y demás sanciones civiles o pecuniarias derivadas
de la aplicación de las normas a que se refiere esta disposición.
Art. 133 bis – Toda pérdida irrogada al patrimonio de la sociedad como conse-
cuencia de una infracción a esta ley, su reglamento, los estatutos sociales, las normas
dictadas por el directorio en conformidad a la ley o las normas que imparta la Supe-
rintendencia, dará derecho a un accionista o grupo de accionistas que representen,
a lo menos, un 5% de las acciones emitidas por la sociedad o a cualquiera de los
directores de la sociedad, a demandar la indemnización de perjuicios a quien corres-
pondiere, en nombre y beneficio de la sociedad.
57 LYON PUELMA, Alberto, Personas jurídicas, Ediciones Universidad Católica

de Chile, Santiago, 2006, p. 174, Nº 128.

346
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

sociedad, pues aunque tienen por finalidad primaria cautelar los dere-
chos de accionistas e inversores, pueden tener también un importante
efecto reflejo a favor de los acreedores58.
Pero dejando de lado la perspectiva que brindan las normas de la
ley 18.046 y haciendo pie en la cláusula general del artículo 2314 del
Código Civil de Chile59, ha entendido también la doctrina trasandina
que la responsabilidad de los administradores respecto de los acreedores
por insolvencia de la sociedad debe quedar limitada, en su caso, a los
actos fraudulentos o de culpa grave, dejando en lo demás un espacio
suficientemente amplio de discreción para la apreciación de los nego-
cios, ya que son los acreedores quienes corren con el riesgo de que
los administradores del deudor adopten erróneas decisiones de nego-
cios, de modo que la responsabilidad de estos últimos sólo puede tener
lugar en caso de imprudencias temerarias, de actos que afecten seve-
ramente la par condicio creditorum o que posponen los intereses de
los acreedores frente a los de los accionistas60.
En síntesis: el administrador de una sociedad insolvente responde,
obviamente, por dolo, pero también por culpa, que en algunos casos
puede incluso ser legalmente presumida, debiendo en otros calificar
como grave.

VIII. Derecho uruguayo


La “Ley de Concurso y Reorganización Empresarial” 18.037
(LCRE) establece que, en la misma resolución que dispone la liqui-
dación de la masa activa, debe el juez del concurso mandar formar
un incidente de calificación (art. 196), cuya finalidad es, en cuanto
aquí interesa, indagar la conducta de los administradores societarios,

58 ALCALDE RODRÍGUEZ, Enrique, La responsabilidad de los directores de so-

ciedades anónimas, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2013, ps.


270/271; BARROS BOURIE, Enrique, Tratado de responsabilidad extracontractual,
Editorial Jurídica de Chile, 2007, p. 824, Nº 603.
59 Art. 2314 – El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño

a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las


leyes por el delito o cuasidelito...
60 BARROS BOURIE, Tratado de responsabilidad extracontractual cit., p. 823,

Nº 603.

347
Doctrina

de hecho o de derecho, para –entre otros aspectos– condenarlos, si el


concurso hubiera sido calificado como culpable, “...a la cobertura de
la totalidad o parte del déficit patrimonial en beneficio de la masa
pasiva...” (art. 200, anteúltimo párrafo).
Así pues, la responsabilidad de los administradores establecida en la
ley concursal uruguaya, que no excluye las acciones de responsabilidad
societaria61, está sujeta a la previa calificación del concurso, que puede
ser “fortuito” o “culpable”. Y, en tal sentido, el artículo 192, segundo
párrafo, de la ley de insolvencia uruguaya determina que “...El concurso
se calificará como culpable cuando en la producción o en la agravación
de la insolvencia hubiera existido dolo o culpa grave del deudor o, en
caso de personas jurídicas, de sus administradores o de sus liquidadores,
de derecho o de hecho. En los demás casos se calificará como fortuito...”
Es decir, el comportamiento imputable debe tener una carga anti-

61 La ley de Concurso y Reorganización Empresarial 18.037 preserva el ejercicio

de la acción social de responsabilidad contra los administradores que autoriza el art. 393
de la Ley de Sociedades Comerciales 16.060 (sobre la referida acción societaria véase:
HOLZ, Eva y RIPPE, Siegbert, Sociedades comerciales. Un estudio actualizado, Fun-
dación de Cultura Universitaria, Montevideo, 2014, ps. 157/158, Nº 22 y 23).
En efecto, el art. 52, LCRE dispone que “...Corresponderá al síndico o al inter-
ventor, según el caso, la representación de la sociedad para la promoción de la acción
social de responsabilidad contra los administradores, los integrantes del órgano de con-
trol interno y los liquidadores, sin requerir para esto la previa conformidad de la reunión
o asamblea de socios o accionistas. Si el síndico o el interventor fueran omisos, dicha
acción podrá ser promovida por los acreedores. Si la sentencia contuviera condena a
indemnizar a la sociedad daños y perjuicios, el acreedor que hubiera ejercitado la
acción en interés de la masa activa, tendrá derecho a que, con cargo a esa indemnización,
se le reembolsen los gastos y se le satisfaga el 50% (cincuenta por ciento) del crédito
que no hubiera percibido en el concurso...”
La doctrina uruguaya ha destacado la unidad del régimen de responsabilidad so-
cietaria y concursal. En este sentido, se ha señalado que “...la responsabilidad concursal
de los administradores establecida en la LCRE deberá considerarse un caso más de
responsabilidad civil (y agregamos comercial) de éstos frente a la sociedad, la cual
–más allá de algunas especialidades establecidas en la ley concursal– habrá de regirse,
en todos sus términos, por los presupuestos y condiciones establecidas por la ley
societaria...”, conf. OLIVERA GARCÍA, Ricardo, Responsabilidad del administrador
societario, en AA. VV., Ley de Sociedades Comerciales. Estudios a los 25 años de
su vigencia, Montevideo, 2015, ps. 1031 y 1035.
Tal unidad también se aprecia en el factor de atribución, pues la responsabilidad
societaria aparece en casos de dolo o culpa grave (art. 391 de la ley 16.060).

348
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

jurídica elevada –ya que debe ser susceptible de imputación de dolo


o culpa grave–, no bastando la imputación de culpa leve o mera ne-
gligencia62.
A continuación, el régimen concursal uruguayo establece “presun-
ciones absolutas de culpabilidad” (art. 193) y “presunciones relativas
de culpabilidad” (art. 194).
Ambas presunciones no hacen al nexo causal, sino que permiten
presumir la culpa grave del administrador incurso en las conductas
legalmente previstas; es decir, inciden en el factor de atribución63.
Así, habrá presunción “absoluta” de culpabilidad (grave), esto es,
que no admite prueba en contrario64, en los siguientes casos: 1) cuando
el deudor se hubiera alzado con la totalidad o parte de sus bienes en
perjuicio de sus acreedores o hubiera realizado cualquier acto de dispo-
sición patrimonial o generador de obligaciones con la finalidad de re-
trasar, dificultar o impedir la eficacia de un embargo en cualquier clase
de ejecución que se hubiera iniciado o fuera de previsible iniciación; 2)
cuando durante los dos años anteriores a la fecha de declaración del
concurso de acreedores los fondos o los bienes propios del deudor hu-
bieran sido manifiestamente insuficientes o inadecuados para el ejercicio
de la actividad o actividades a las que se hubiera dedicado65; 3) cuando,

62 LÓPEZ RODRÍGUEZ, Carlos, Ley de declaración judicial del concurso y

reorganización empresarial, La Ley Uruguay, Montevideo, 2015, p. 337; PUCEIRO


PAN, Diego, Calificación en el concurso: inconsistencias de un instituto de bajo
vuelo, en MILLER, A.; FERRER, A. y AYUL, Z. (dirs.), Estudios de Derecho Con-
cursal. Diez años de la Ley de Concurso y Reorganización Empresarial, La Ley
Uruguay, Montevideo, 2018, t. II, p. 1087.
63 MILLER, Alejandro, Consideraciones sobre la calificación del concurso y la

responsabilidad de los administradores sociales, en Revista de Derecho Comercial,


La Ley Uruguay, Montevideo, quinta época, año I, Nº 3, julio-setiembre de 2016,
p. 3, esp. p. 24.
64 MARTÍNEZ BLANCO, Camilo, Manual de Derecho Concursal, Fundación

de Cultura Universitaria, Montevideo, 2012, p. 409, Nº 4.


65 La doctrina uruguaya ha entendido que el art. 193, inc. 2º, LCRE consagra un

supuesto de infracapitalización: CHALAR, Laura, Panorama del Derecho Concursal.


La infracapitalización como presunción absoluta de culpabilidad del concurso en la
ley 18.387, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, 2015, p. 301; PUCEIRO
PAN, ob. cit., t. II, p. 1093.
Empero, también ha destacado que la exigencia “...manifiestamente insuficiente...”

349
Doctrina

antes de la declaración del concurso de acreedores, hubieran salido in-


debidamente del patrimonio del deudor bienes o derechos; 4) cuando
no hubiera llevado contabilidad de ninguna clase, estando legalmente
obligado a ello, o cuando hubiere llevado doble contabilidad o hubiere
cometido falsedad en la contabilidad66; 5) cuando el deudor hubiera co-
metido falsedad en cualquiera de los documentos adjuntados a la solicitud
de declaración judicial de concurso o presentados durante la tramitación
del procedimiento (art. 193).
Por el contrario, habrá presunción “relativa” de culpa grave, que
admite prueba en contrario67, en las siguientes situaciones: 1) cuando
el deudor hubiera incumplido el deber de solicitar la declaración
judicial de concurso; 2) cuando el deudor hubiera incumplido el deber
de cooperación con los órganos concursales, no les hubiera facilitado
la información necesaria o conveniente para el interés del concurso
o no hubiera asistido a la junta de acreedores; 3) cuando el deudor
hubiera incumplido con su obligación de preparar, en tiempo y forma,
los estados contables anuales, estando legalmente obligado a ello
(art. 194).
Como se aprecia, no hay presunciones de dolo, sino solamente de
culpa grave. Por lo tanto, el dolo siempre debe ser probado.
En cuanto a los cómplices, esto es, quienes hubieran cooperado
con los administradores, la responsabilidad concursal también requiere
de dolo o culpa grave en la realización de actos que hubieran producido
o agravado la insolvencia (art. 195, LCRE).

da lugar a que no aparezca la presunción sino en casos de trascendencia dejando de


lado los coyunturales, debiendo ser apreciados los déficits financieros bajo la lupa del
capital de trabajo promedio de la actividad específica del sujeto concursado; conf.
MARTÍNEZ BLANCO, ob. cit., p. 410.
66 Alguna doctrina ha entendido que este supuesto prescinde de la idea de culpa

(conf. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Carlos, Responsabilidad concursal de los administra-


dores societarios, La Ley, Buenos Aires, 2016, p. 97). Pero, sin embargo, prevalece
el criterio de que todos los casos del art. 193, LCRE son supuestos de responsabilidad
subjetiva (conf. PUCEIRO PAN, ob. cit., t. II, p. 1089 y sus citas).
67 La prueba podría ser la de la concurrencia de una culpa “leve” o la ausencia

de culpa. En este sentido: CAFFERA, Gerardo y MANTERO MAURI, Elías, Pro-


tección extracontractual del crédito, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo,
2016, p. 210, Nº 10.2.

350
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

En suma, en el Derecho Concursal uruguayo el factor de atribución


de responsabilidad de los administradores del sujeto concursado es el
dolo o la culpa grave.

IX. Otros casos del Derecho Comparado y orientación


del Derecho Comunitario europeo
El Código Civil de la República del Paraguay prescribe que los
administradores responden ante los acreedores sociales por la inobser-
vancia de las obligaciones inherentes a la conservación de la integridad
del patrimonio, pudiendo ellos promover la acción resarcitoria respec-
tiva cuando el patrimonio social resulte insuficiente para la satisfacción
de sus créditos. En caso de quiebra, la acción corresponde al síndi-
co (art. 1115). Lo dispuesto por el Código Civil está obviamente re-
lacionado con la calificación de la conducta patrimonial del deudor
que ordena realizar el Capítulo VII de la Ley de Quiebras paraguaya
(ley 154/69), según la cual, en lo que aquí interesa, tratándose de una
asociación o sociedad, podrá ser dolosa o culpable teniendo en cuenta
los actos de los directores, administradores, gerentes o representantes
(arts. 164, 165 y 166). No se implica necesariamente, pues, la presencia
del factor dolo en sus manifestaciones más agravantes; basta con actos
motivados por negligencias, impericias u otras razones culposas, en
tanto estén vinculados con la quiebra o con el agravamiento del esta-
do de insolvencia, siendo la acción civil resarcitoria independiente de
la penal68.
En Colombia, la Ley de Insolvencia Empresarial 1116/2002 ratifica
que el factor de atribución de la responsabilidad de los administradores
puede ser tanto el dolo como la culpa. Así lo expresa el primer párrafo
del artículo 82: “...Cuando la prenda común de los acreedores sea
desmejorada con ocasión de conductas, dolosas o culposas de los socios,
administradores, revisores fiscales, y empleados, los mismos serán res-
ponsables civilmente del pago del faltante del pasivo externo...” Se
trata de una responsabilidad de tipo subsidiario, pues aparece ante el

68 CAMP AUSINA, Carlos A., Convocación de acreedores y quiebra. Procedi-

miento concursal. Ley Nº 154/69, La Ley Paraguaya, Asunción, 1997, t. I, p. 452.

351
Doctrina

faltante de pago del pasivo69. La citada ley no califica si la culpa debe


ser grave, leve o levísima; pero la doctrina colombiana recuerda que
tratándose de administradores societarios la culpa debe ser evaluada
con mayor rigor70.
El Código de Comercio de la República de Honduras establece con
relación a los administradores de sociedades de responsabilidad limi-
tada que “...La acción de responsabilidad contra los administradores,
pertenece también a los acreedores sociales. En caso de quiebra, la eje-
cutará el síndico...” (art. 81); y respecto de los administradores de so-
ciedades anónimas, que “...Si la sociedad se encontrare en estado de
insolvencia, la acción de responsabilidad frente a la sociedad podrá ser
ejercida por sus acreedores, y en su caso, por el síndico...” (art. 230).
Como lo ha expuesto la doctrina de ese país, esta última norma –de
modo similar a la anterior– determina en definitiva el ejercicio a favor
de los acreedores de una acción de reintegración, por vía de daños y
perjuicios, de las cantidades que por acciones u omisiones culposas o
dolosas han sido sustraídas del patrimonio social. No hay en la doctrina
hondureña referencias a la exigencia de una culpa grave71.
La formulación de un sistema de responsabilidad concursal basado,
no exclusivamente en el dolo, sino también en la culpa grave, está
presente, al igual que en todos los casos anteriores, en las recomen-
daciones hechas por el Grupo de Alto Nivel de Expertos en Derecho
de Sociedades creado por la Comisión Europea en septiembre de 2001
para que formulara recomendaciones acerca de un marco regulador
moderno para el Derecho de Sociedades dentro de la Unión Europea.
En tal sentido, en el Resumen de las observaciones y recomendaciones
del Grupo de Alto Nivel de Expertos en Derecho de Sociedades dado
a conocer en Ámsterdam en octubre de 2002, conocido como “Informe
Winter”, en razón de que lo presidió el jurista Jaap Winter, se esta-
blecieron las siguientes sugerencias: A) Recomendación III.13. Debería
69ISAZA UPEGUI, Álvaro y LONDOÑO RESTREPO, Álvaro, Comentarios al
régimen de insolvencia empresarial, Legis, Bogotá, 2011, p. 404.
70 RODRÍGUEZ ESPITIA, Juan José, Nuevo régimen de insolvencia, Universidad

Externado de Colombia, Bogotá, 2008, p. 570.


71 GUTIÉRREZ FALLA, Laureano A., Apuntes de Derecho Mercantil, Univer-

sidad Nacional Autónoma de Honduras-Editorial Universitaria, Tegucigalpa, 1990,


t. II, ps. 519/520.

352
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

establecerse a escala de la UE una norma sobre culpa grave, que hiciera


a los consejeros de las sociedades (incluidos los consejeros en la som-
bra) responsables de permitir que la sociedad continuara con su acti-
vidad mercantil cuando debería preverse que no iba a ser capaz de
pagar sus deudas, y B) Recomendación IV.10. La responsabilidad de
los consejeros cuando la sociedad entre en situación de insolvencia
tiene su efecto más importante antes de la insolvencia y éste es un
elemento clave de un régimen adecuado de gobierno corporativo. No-
sotros recomendamos que, dentro de un apropiado gobierno corpora-
tivo, debería establecerse una norma europea sobre culpa grave por
continuación de la actividad mercantil cuando existan perspectivas ra-
zonables de que no se podrán pagar las deudas al vencimiento, rela-
cionada con el concepto de consejeros “en la sombra”.

C. Segunda parte – El Derecho argentino


I. La situación con anterioridad a la ley 24.522
A mediados del siglo XX, vigente la “Ley Castillo”, un autor na-
cional afirmaba que “...En muchos casos, la quiebra de la sociedad
puede importar la de sus directores, desde el momento que éstos al
abusar de su condición de dirigentes de los fondos sociales han pro-
cedido dolosa o culposamente e imputados en responsabilidad, sus
bienes no alcancen a cubrir los perjuicios ocasionados...” Párrafos más
adelante, el mismo autor sostenía que para caracterizar a los indicados
factores de atribución (culpa y dolo) podía acudirse, de acuerdo a lo
previsto por el artículo 194 de la Ley de Quiebras 11.719, a lo que
sobre el particular se establecía en dicha ley en su Título XIX respecto
de la calificación de conducta (arts. 168 y ss.)72.
Más allá de la confusión que derivaba de equiparar la extensión
de la quiebra social con la responsabilidad por dolo o culpa, lo cierto
es que la opinión transcripta daba cuenta de la posibilidad de condenar
civilmente a los administradores por insuficiencia del activo en una
situación falencial.

72 LO CELSO, Rogasiano M., Responsabilidad civil de los gerentes en las so-

ciedades anónimas, Depalma, Buenos Aires, 1944, ps. 157 y 159, Nº 87.

353
Doctrina

No había en esta etapa de nuestra legislación patria, en verdad,


una norma precisa que así lo estableciera a título de responsabilidad
“concursal” y, en su caso, la doctrina entendía que los actos de los
directores que hubieran comprometido la garantía de los acreedores
les imponía la obligación de responder personalmente por los perjuicios
ocasionados en los términos del artículo 337 del Código de Comercio73,
esto es, como responsabilidad “societaria” en el marco de la acción
individual de responsabilidad que en caso de quiebra podía ser ejercida
por el liquidador74 o por los acreedores contra los directores culpables75,
y cuyo factor de atribución no era necesariamente el dolo, sino también
la culpa in commitendo, in negligendo o in vigilando76.
Independientemente de la posibilidad de la referida condenación
civil, la ley 11.719 determinaba que si los directores, gerentes o
administradores de la sociedad eran considerados penalmente cóm-
plices de una quiebra fraudulenta, podían ser obligados al pago a la
masa de una indemnización de daños y perjuicios equivalente a una
suma igual al importe que intentaron defraudar (arts. 172, inc. 3º
y 194)77.
Derogada en 1972 la ley 11.719 por la Ley de Concursos 19.551
y sancionada la Ley 19.550 de Sociedades Comerciales que reemplazó
el régimen respectivo que resultaba del Código de Comercio, el régi-
men de responsabilidad de los administradores de sociedades quebradas
adoptó más consistencia pues, aparte de la acción “societaria” de res-
ponsabilidad para ser ejercida por el síndico o, en su defecto, por los

73 CASTILLO, Ramón S., La quiebra en el Derecho argentino, Talleres Gráfi-

cos Ariel, Buenos Aires, 1940, t. I, p. 483, Nº 743; GARCÍA MARTÍNEZ, Fran-
cisco, El concordato y la quiebra, Zavalía, Buenos Aires, 1957, t. III, p. 143, Nº 801.
74 FERNÁNDEZ, Raymundo L., Código de Comercio comentado, Compañía Im-

presora Argentina, Buenos Aires, 1946, t. I, p. 503, nota 108. En el mismo sentido:
LO CELSO, Responsabilidad civil de los gerentes en las sociedades anónimas cit.,
p. 158, Nº 87, donde afirma que la acción correspondía al liquidador según lo dispuesto
por el art. 122 de la ley 11.719.
75 LO CELSO, Responsabilidad civil de los gerentes en las sociedades anóni-

mas cit., p. 125, Nº 61.


76 GARO, Francisco J., Sociedades anónimas, Ediar, Buenos Aires, 1954, t. II,

ps. 452/454, Nº 561 y 562.


77 ORIONE, Francisco, Exposición y crítica de la Ley de Quiebras, El Ateneo

Librería y Editorial, Buenos Aires, 1935, t. 3, p. 291, Nº 347.

354
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

acreedores individualmente (art. 278 de la ley 19.550), la normativa


concursal consagró una acción de responsabilidad típicamente “con-
cursal”, enderezada a resarcir, a título de daños y perjuicios, la dis-
minución de la responsabilidad patrimonial de la sociedad, y suponía
la presencia de “dolo” o de una “infracción a normas inderogables de
la ley” (art. 166, ley 19.551), lo cual fue entendido, sobre todo a partir
de la “fe de erratas” dispuesta por la ley 20.315, como dos alternativas
distintas entre sí78, identificándose la primera con el “acto ilícito eje-
cutado a sabiendas y con intención de dañar” del artículo 1072 del
Código Civil de 1869, y la segunda con un acto reprochable según las
pautas de los artículos 512 y 902 del mismo cuerpo legal y bajo el
standard del artículo 59 de la ley 19.550 que indica que a los admi-
nistradores y representantes societarios les es exigible obrar con lealtad
y con la diligencia de un buen hombre de negocios79, lo cual se traducía
en una responsabilidad por culpa leve in abstracto según lo declaró
la jurisprudencia80.
En otras palabras, el régimen de la ley 19.551 no limitaba la res-
ponsabilidad “concursal” de los administradores societarios al dolo,
sino que la admitía incluso en casos de culpa, con mayor amplitud
que en el Derecho Comparado pues, mientras este último se orienta
mayoritariamente –según lo visto– a exigir una culpa “grave” (lata),
la jurisprudencia nacional admitía como factor de atribución la culpa
leve in abstracto.

78 QUINTANA FERREYRA, Francisco y ALBERTI, Edgardo M., Concursos.

Ley 19.551, Astrea, Buenos Aires, 1990, t. 3, p. 241, Nº 1.


79 QUINTANA FERREYRA y ALBERTI, Concursos. Ley 19.551 cit., t. 3, ps.

249/250; OTAEGUI, Julio, Administración societaria, Ábaco, Buenos Aires, 1979,


p. 412; BERGEL, Salvador, Responsabilidad de terceros en la quiebra, en L. L.
1981-I-743; GARCÍA MARTÍNEZ, Roberto y FERNÁNDEZ MADRID, Juan C.,
Concursos y quiebras, Ediciones Contabilidad Moderna, Buenos Aires, 1976, t. II,
p. 1032.
80 CNCom., sala D, 10-9-92, “Phonotone Co. SRL s/Quiebra s/Resp. de terce-

ros”, voto del juez Cuartero, L. L. 1993-B-280. El criterio fue reiterado por la misma
sala D, en las causas “Cresaltex SRL s/Quiebra s/Acción de responsabilidad”, sent.
del 21-4-2010, RC J 12337/19; “Calderas y Tanques La Marina SA s/Quiebra s/Acción
de responsabilidad por la sindicatura”, sent. del 12-5-2016; “Banco Extrader SA s/Quie-
bra c/Conca, Jorge Luis y otro s/Acción de responsabilidad”, sent. del 2-8-2016, RC
J 4287/16; “Devoreal SA s/Quiebra c/Moreno y otros s/Ordinario”, sent. del 1-11-2016.

355
Doctrina

II. La respuesta de la ley 24.522


a) Aspectos generales
De espaldas al Derecho Comparado y abandonando la tradición
legislativa de nuestro Derecho Concursal reseñada en el parágrafo an-
terior, la ley 24.522 aprobó un régimen de responsabilidad “concursal”
basado exclusivamente en el dolo de los representantes, administra-
dores, mandatarios o gestores de negocios del fallido, o bien de los
terceros que hubieran participado con ellos en la producción, facilita-
ción, permisión o agravación de la insolvencia o que de cualquier
forma hayan participado en actos tendientes a la disminución del activo
o exageración del pasivo, antes o después de la declaración de quiebra
(art. 173).
Se ha afirmado que tal restricción (excluyente, como se aprecia,
de la culpa leve in abstracto antes referida) se adoptó en seguimiento
de lo aconsejado por el Anteproyecto del Ministerio de Justicia ela-
borado por la Comisión designada por resolución 379/9181. Pero ello
no es exacto, pues el aludido Anteproyecto mantuvo como primer
párrafo de su artículo 166 el texto del artículo 166 de la ley 19.551
en cuanto refería al “dolo” y a la “infracción a normas inderogables
de la ley” (expresión esta última de la que la jurisprudencia había
extraído el indicado tipo de culpa), agregando como novedad un se-
gundo párrafo a dicho precepto sobre la “responsabilidad de otros ter-
ceros” que sí aludía, sólo con relación a ellos, a su participación o
colaboración dolosa como exclusivo factor de atribución82, lo cual era
del todo lógico pues calificando dichos terceros como cómplices, el
dolo era lo único que correspondía imputarles ya que no hay compli-
cidad culpable; antes bien, la complicidad supone connivencia, con-
cierto doloso, tanto en la inejecución de los contratos como en la
comisión de delitos83.
81
ROITMAN, Horacio, Responsabilidad de terceros en la quiebra, en Revista
de Derecho Privado y Comunitario, Nº 11, Concursos y Quiebras – II, Rubinzal-Cul-
zoni, Santa Fe, 1996, p. 39, esp. p. 44, texto y nota 16.
82 Proyecto de Reformas de la Ley de Concursos, edición de acuerdo a la versión

de la Comisión creada por el Ministerio de Justicia de la Nación por resolución 379/91,


publicado por la editorial Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993, p. 120.
83 Así lo enseña LLAMBÍAS, Jorge J., Tratado de Derecho Civil. Obligaciones,

356
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

Igualmente se ha dicho para explicar la ratio legis de la apuntada


restricción que “...Admitir la culpa como conducta imputable implicaría
la posibilidad de revisar todas las operaciones efectuadas por la so-
ciedad fallida en el período de cesación de pagos, con más el año
adicional y cuyo plazo de prescripción no se computase desde que los
hechos se originaron sino desde que la declaración de quiebra pasa
en autoridad de cosa juzgada. Además provocaría la inseguridad en
las transacciones comerciales, que precisan para su eficacia principios
informadores claros, plazos breves de impugnación y celeridad en el
trámite y certeza rápida de su eficacia y firmeza definitiva...”84 Sin
embargo, el argumento no convence pues, en rigor, la atribución de
responsabilidad no supone ninguna revisión de las operaciones reali-
zadas sobre el patrimonio social en el llamado “período de responsa-
bilidad” (art. 174, LCQ); tales operaciones podrían en su caso ser
revisadas para ser declaradas inoponibles en los términos de los ar-
tículos 118, 119 y 120, segundo párrafo, LCQ, pero no hay revisión
alguna de ellas en el marco de la acción regulada por los artículos 173
y siguientes, LCQ, la cual, como en toda acción de responsabilidad
civil, pondera los actos cumplidos por los sujetos por sus consecuencias
dañosas externas, sin incidir en la existencia, oponibilidad o validez
de tales actos, de donde, por lógica implicancia, de ninguna inseguridad
en las transacciones comerciales puede hablarse simpliciter.

Abeledo, Buenos Aires, 1973, t. III, p. 605, Nº 2203, y t. IV-A, p. 31, Nº 2322. No
podemos dejar de observar en este punto que los terceros a los que alude el art. 173,
segunda parte, de la ley 24.522 no necesariamente deben ser cómplices del quebrado.
En efecto, el sujeto pasivo que responsabiliza la ley concursal es aquel que de “cualquier
manera” participa en los actos mencionados por el aludido precepto (conf. JUNYENT
BAS, Francisco, Responsabilidad de administradores y terceros, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 2001, ps. 42/43), o sea, “cualquier tercero” (conf. BALBÍN, Sebastián,
Quiebra y responsabilidad de administradores y terceros, Ad-Hoc, Buenos Aires,
2005, p. 39; CNCom., sala D, 8-6-2010, “Dar Vida SA s/Quiebra c/Fundación Sani-
dad Ejército Argentino y otro s/Acción de responsabilidad. Ordinario”). Empero, cabe
reconocer que, atento a las particularidades de las conductas tipificadas por el art. 173,
párrafo segundo, LCQ, rara vez podrían ser fruto de la mera culpa, encontrando sustento
las más de las ocasiones en el dolo (conf. BORETTO, Mauricio, Responsabilidad
civil y concursal de los administradores de las sociedades comerciales, LexisNexis,
Buenos Aires, 2006, p. 243, Nº 6).
84 ROITMAN, Responsabilidad de terceros en la quiebra cit., p. 39, esp. p. 45.

357
Doctrina

Que solamente el dolo sea el factor de atribución de responsabi-


lidad achica, hasta el límite de la desaparición, el instituto de que
se trata85.
Más todavía: en tanto no se admita ninguna forma de la culpa
como factor de atribución de la responsabilidad “concursal” de los
administradores de la persona jurídica quebrada, la solución podría
incluso ser tildada de inconstitucional pues el artículo 19 de la Carta
Magna, en cuanto establece el “principio general” de que “se prohíbe
a los ‘hombres’ perjudicar los derechos de un tercero” (alterum non
lædere), se encuentra “entrañablemente vinculado a la idea de repa-
ración”; y, en este sentido, la reglamentación del Código Civil y
Comercial que admite la responsabilidad por culpa, al carecer de
carácter exclusivo y excluyente en cuanto a las personas y respon-
sabilidades, expresa un principio general que regula cualquier disci-
plina jurídica86, determinando ello, por consiguiente, que quepa con-
ferir al citado “principio general” toda la amplitud que éste amerita,
y evitar la fijación de limitaciones en la medida que impliquen “al-
terar” los derechos reconocidos por el artículo 28 de la Constitución
Nacional87.
A nuestro juicio, empero, esa tacha quedaría eliminada si, por el
contrario, se diera cabida, como se lo hace en el Derecho Comparado,
a la “culpa grave” como factor de atribución ponderable, pues es claro
que el legislador puede establecer sistemas especiales de responsabi-
lidad que sólo serían susceptibles de cuestionamiento con base cons-
titucional si se comprobara la existencia y realidad de un menoscabo
sustancial a la garantía invocada por el interesado88.
Con todo, un sector de la doctrina nacional ha aprobado semejante

85 MAFFÍA, Osvaldo J., La Ley de Concursos comentada, LexisNexis Depalma,

Buenos Aires, 2003, t. II, p. 124.


86 CSJN, “Gunther c/Estado Nacional”, Fallos: 308:1118, 1144, considerando 14.

Asimismo, CSJN, Fallos: 308:1109; 325:11; 327:3753, considerando 3º; 330:2548,


y 340:1296, voto del juez Rosatti.
87 CSJN, Fallos: 327:3753, considerando 9º.
88 CSJN, doctrina de Fallos: 108:240; 139:20; 188:120; 189:306, 391;

250:131; 256:474; 258:202, entre muchos otros, y Fallos: 325:11, 25, considerandos
16 y 17.

358
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

restricción de la ley concursal vigente89, aunque la respuesta mayori-


taria, por el contrario, se ha orientado a su crítica90, bien que, en el
último caso, sin salirse del concepto formal del dolo delictual tal como
resulta de la legislación civil de fondo, y sin indagar sobre su posible
equiparación con la culpa “grave” para salvar la inconsistencia cons-
titucional referida.

89 ROITMAN, ob. y lug. cits.; MORO, Carlos E., Proyecto de reformas. Ley de
Concursos, Delta Editora, Paraná, 1994, p. 155; FERRER, G., Responsabilidad de
los administradores societarios, La Ley, Buenos Aires, 2009, ps. 206/207, Nº 6.2;
ESTÉVEZ, Jorge A., Responsabilidad de los administradores ante la quiebra de la
sociedad, en L. L. 2000-B-1232; VÍTOLO, Daniel R., Responsabilidad de terceros
en caso de quiebra, en Revista de Derecho de Daños, Nº 2001-3, Daños en la actividad
comercial, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, ps. 393 y nota 13; GAGLIARDO, Mariano,
Responsabilidad de los directores de sociedades anónimas, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 2011, t. III, p. 2209, Nº 1604.
90 JUNYENT BAS, Francisco y FERRERO, Luis F., El factor de atribución en

la acción concursal de responsabilidad de los administradores, en Doctrina Societaria y


Concursal, Errepar, junio de 2012, p. 485; FERRERO, Luis Facundo, En torno a la
noción de “dolo” en la acción concursal de responsabilidad de los administradores (art.
173, LCQ). Con especial referencia al vaciamiento empresario, en BORGARELLO,
RICHARD y RODRÍGUEZ PARDINA (dirs.), Ensayos de Derecho Empresario, Ad-
vocatus, Córdoba, 2011, p. 356; JUNYENT BAS, Francisco y FERRERO, Facundo,
La acción concursal de responsabilidad de administradores y terceros y el nuevo Código
Civil y Comercial de la Nación, en Doctrina Societaria y Concursal, Errepar, Nº 335,
octubre de 2015, ps. 1031 y ss.; BALBÍN, Quiebra y responsabilidad de administradores
y terceros cit., p. 30; BORETTO, Responsabilidad civil y concursal de los adminis-
tradores de las sociedades comerciales cit., ps. 218/223; BOQUIN, Gabriela, Acciones
de responsabilidad de los administradores en la quiebra (cuestiones conflictivas que
las limitan hasta hacerlas desaparecer), en La responsabilidad de los administradores
en las sociedades y los concursos, publicada por el Instituto Argentino de Derecho
Comercial, Legis, Buenos Aires, 2009, ps. 253 y ss.; FARHI DE MONTALBÁN,
Diana, La responsabilidad de los administradores de sociedad insolvente, en ROUI-
LLON, A. (dir.), Derecho Concursal, La Ley, Buenos Aires, 2004, p. 155; ROMANO,
A., Las acciones de responsabilidad contra los directores frente a los regímenes con-
cursal y societario, en ROUILLON (dir.), Derecho Concursal cit., p. 729; LÓPEZ
RADITS, Iván G., Responsabilidad de los administradores en la quiebra. Factores de
atribución subjetivos, en EMBID IRUJO, José M. y VÍTOLO, D. (dirs.), Situaciones
de crisis en las sociedades comerciales, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2010, p. 189; CHO-
MER, Héctor O. y FRICK, Pablo D., Concursos y quiebras. Ley 24.522, Astrea, Buenos
Aires, 2016, t. 3, ps. 89/90; HEQUERA, Elena, Responsabilidad del administrador
societario en la quiebra, en IX Congreso Argentino de Derecho Societario y V Congreso
de Derecho Societario y de la Empresa, t. II, p. 393.

359
Doctrina

b) La configuración formal del dolo delictual


referido por el artículo 173, LCQ
Bajo la vigencia del Código Civil de 1869, existió consenso en
que el dolo referido por el artículo 173, LCQ era el delictual aludido
por el artículo 1072 de aquel cuerpo legal, es decir, el tipificante del
delito civil caracterizado por la “intención de dañar”, o sea, un dolo
directo91. Empero, se discutió si el dolo “eventual” podía también en-
tenderse aprehendido como factor de atribución de la responsabilidad
concursal de que se trata. Algunos autores negaron esa posibilidad92,
otros plantearon severas dudas de que pudiera válidamente ser invocado
el dolo “eventual”93, pero la jurisprudencia se inclinó por aceptarlo
como factor de atribución de responsabilidad94.
Este último posicionamiento ha quedado positivamente ratificado
con el concepto (que obviamente incide en la exégesis del art. 173,
LCQ)95 del dolo que aprobó el Código Civil y Comercial de la Nación
en su artículo 1724, en cuanto prescribe que no sólo se configura con
la producción del daño de manera intencional (dolo directo) que en-
cierra, en sustancia, el conocimiento de la significación antijurídica
del hecho y, a la vez, la voluntad de realizarlo96, sino también cuando

91 Véase por todos: BALBÍN, Quiebra y responsabilidad de administradores y

terceros cit., ps. 32/33.


92 BALBÍN, Quiebra y responsabilidad de administradores y terceros cit., nota 61

en p. 32.
93 TRUFFAT, Daniel, La acción concursal de responsabilidad (LCQ, art. 173) y

los directores abandónicos o groseramente irresponsables. Posibilidad del “dolo even-


tual” como factor de atribución, en La responsabilidad de los administradores en
las sociedades y los concursos cit., ps. 429 y ss.
94 CNCom., sala D, 4-2-2013, “Instituto Ítalo Argentino de Seguros Generales SA

c/Giorgetti, Héctor Norberto y otros s/Ordinario”, RC J 3335/14.


95 JUNYENT BAS, Francisco y FERRERO, Luis F., Alcances y delimitación del

dolo en la acción concursal de responsabilidad. Incidencia del Proyecto de Código


Civil y Comercial unificado, en Revista de Derecho Comercial y del Consumidor,
Año IV, Nº 2, abril de 2013, p. 3; MARCOS, Fernando J., La responsabilidad societaria
y concursal frente al Derecho de Daños. Los cambios generados por la unificación,
en L. L. 2017-E, del 26-10-2017.
96 MOLINA SANDOVAL, Carlos, El dolo en la responsabilidad civil, en L. L.

2018-E, del 10-9-2018. En el mismo sentido: TRIGO REPRESAS, Félix y LÓPEZ


MESA, Marcelo, Tratado de la responsabilidad civil, La Ley, Buenos Aires, 2004, t. I,

360
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

se obra “...con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos...” (dolo


eventual)97, de suerte que, entonces, el dolo se configura aun si el
agente no tiene intención de dañar, pero se representa el resultado
como posible e igualmente actúa, prevaleciendo la esfera intelectual
o cognitiva (el conocimiento de las circunstancias del hecho y la pre-
visión de su resultado) por sobre la esfera volitiva (la intención de
dañar)98; es que para que haya indiferencia, previamente debe conocerse
de qué o ante qué se es indiferente99.
El dolo de que se trata puede ser in faciendo o in omitiendo. Es
decir, la omisión dolosa, como concepto que supera la inejecución
deliberada, puede conducir a la responsabilidad “concursal” de que se
trata100. Concretamente, la responsabilidad por omisión surgirá en aque-
llos supuestos en que pueda estimarse que los administradores podían
y debían impedir el acto dañoso para la sociedad, no tanto por un
simple deber de actuar, sino por concurrir en ellos una verdadera obli-
gación de evitar el resultado producido101. Asimismo, la responsabilidad
“concursal” de que se trata puede tener lugar incluso si el administrador
permite el daño de autoría de otro102, por ejemplo, la autoría de otro
administrador, pudiendo ello dar cuenta de un dolo eventual103.
A la constatación de la existencia de dolo puede llegarse en
ésta como en otras materias por cualquier medio probatorio, incluso
p. 663; en igual sentido: LLAMBÍAS, Tratado de Derecho Civil. Obligaciones cit., t.
III, ps. 706/707, Nº 2279; SANTOS BRIZ, Jaime, La responsabilidad civil, Montecorvo,
Madrid, 1991, t. I, p. 40; CNCom., sala D, 4-2-2013, “Instituto Ítalo Argentino de
Seguros Generales SA c/Giorgetti, Héctor Norberto y otros s/Ordinario”, RC J 3335/14.
97 FRICK, Pablo D. (dir.), Manual de concursos, quiebras y otros procesos

liquidatorios, Albremática, Buenos Aires, 2015, t. 2, p. 134.


98 LORENZETTI, Ricardo (dir.), Código Civil y Comercial de la Nación co-

mentado, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2015, t. VIII, p. 412.


99 RIVERA, Julio C. y MEDINA, Graciela, Código Civil y Comercial de la

Nación comentado, La Ley, Buenos Aires, 2014, t. IV, p. 1033.


100 REGGIARDO, Roberto S., Responsabilidad concursal de síndicos y directivos de

una entidad financiera en liquidación, en L. L. del 18-8-2015, nota al fallo de la SCJBA,


29-4-2015, “Plaza Compañía Financiera s/Quiebra s/Acción de responsabilidad”.
101 GARCÍA DE ENTERRÍA, Javier, Los delitos societarios. Un enfoque mer-

cantil, Civitas, Madrid, 2000, p. 102.


102 QUINTANA FERREYRA y ALBERTI, ob. cit., t. 3, p. 251.
103 CNCom., sala D, 21-4-2010, “Cresaltex SRL s/Quiebra s/Acción de respon-

sabilidad”.

361
Doctrina

por presunciones104, valiendo también recurrir a indicios, conjeturas,


argumentos indirectos o confrontaciones105.
Su prueba, que está a cargo de quien lo invoca106, debe resultar de
elementos que lleven al juzgador a una convicción segura al respecto,
ya que cualquier duda debe interpretarse a favor del deudor y resolverse
en el sentido de la ausencia de dolo107. Sin embargo, en algunas hi-
pótesis de excepción puede jugar el principio de la carga probatoria
dinámica, como por ejemplo en el caso de desaparición de los bienes
sociales ya que, como se verá, es carga de los administradores explicar
el destino de los bienes sociales.
No cabe hacer diferencias entre el administrador de derecho y el
de hecho108, pues sería insostenible que aquel que sin tener derecho a

104 CNCiv., sala G, 27-7-84, “Montes, Alberto”, J. A. 1985-I-295; AGUIAR,

Henoch, Hechos y actos jurídicos, Buenos Aires, 1924, t. I, p. 203, Nº 70.


105 BUSSO, E., Código Civil anotado, Buenos Aires, 1949, t. III, p. 243, Nº 45;

TRIGO REPRESAS y LÓPEZ MESA, ob. cit., t. I, p. 677; CNCom., sala D, 4-2-2013,
“Instituto Ítalo Argentino de Seguros Generales SA c/Giorgetti, Héctor Norberto y
otros s/Ordinario”, RC J 3335/14.
106 VÁZQUEZ FERREYRA, Roberto, Culpa y dolo en el Derecho Civil y Co-

mercial, Juris, Santa Fe, 1999, p. 87, Nº 5 y su cita de la CNCiv., sala D, 23-10-89,
“Soeme c/Servent, Roberto”, L. L. 1990-D-320.
107 LLAMBÍAS, Tratado de Derecho Civil. Obligaciones cit., t. I, ps. 183/185,

Nº 147 y 148, y ps. 188/189, Nº 155; PIZARRO, R. y VALLESPINOS, C., Institu-


ciones de Derecho Privado. Obligaciones, Hammurabi, Buenos Aires, 2006, t. 2,
ps. 606/607, Nº 3 y 4.b.
108 Como regla, a los administradores de hecho se les debe aplicar el mismo régimen

de responsabilidad que concierne a los administradores de derecho (conf. BONELLI,


Gli amministratori di società per azioni cit., p. 259, Nº 25-B; FARGOSI, H. y FARGOSI,
A., Notas sobre los directores de hecho, en L. L. 1987-E-577, Cap. IV; MARTORELL,
E., Tratado de las sociedades comerciales y los grupos económicos, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 2010, t. II, ps. 374 y ss., Nº 3.2; CNCom., sala B, 4-9-68, “Frigorífico
Setrti SA s/Convoc. acreedores, hoy quiebra”, RDCO 1970-239), toda vez que “...la
máscara se vuelve rostro y el que imita a los órganos legítimos sigue su suerte...” (conf.
COZIAN, M.; VIANDIER, A. y DEBOISSY, F., Droit des sociétés, Litec, Paris, 2001,
citado por DÍAZ ECHEGARAY, J., Deberes y responsabilidades de los administradores
de sociedades de capital, Thomson-Arazandi, Navarra, 2006, ps. 242 y ss.), siendo tal
solución la que mejor protege los intereses en juego, es decir, a los terceros de buena
fe, a los socios y a la propia sociedad (conf. ALLENDE, L., Administradores de hecho,
en AA. VV., El directorio en las sociedades anónimas. Estudios en homenaje al profesor
consulto Dr. Carlos S. Odriozola, Buenos Aires, 1999, ps. 275 y ss.).

362
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

ejercer determinada función la realiza de hecho, incurriendo en res-


ponsabilidad por dolo, sea tratado con menor severidad que aquel que
ejerce sus funciones conforme a derecho109.

c) Algunos casos de conducta dolosa


aprehendidos por el artículo 173, LCQ
1) Incumplimiento de deberes funcionales
Cuando un administrador societario facilita, permite, agrava, pro-
longa o disminuye la responsabilidad patrimonial de la sociedad fallida
o su insolvencia, se produce un incumplimiento a deberes funcionales
que derivan de la ley o de los estatutos110, esto es, se produce una
conducta antinormativa que, en su esencia, como en tantas otras si-
tuaciones del mundo jurídico, no es más que un acto ilícito en sentido
objetivo111.
Debe entenderse, pues, que concurre dolo cuando la insolvencia o
su agravación ha sido consecuencia de la infracción de deberes cuyo
contenido está concretado en la ley o en los estatutos, salvo que el
administrador pruebe que la infracción se debió a un suceso externo
que lo exime de responsabilidad. Probablemente, el incumplimiento
no se realice con la intención de generar o agravar el estado de in-
solvencia (dolo directo). Sin embargo, basta que el incumplimiento se
realice voluntariamente a sabiendas, para entender dolosamente per-
seguidas las consecuencias necesarias de la infracción (dolo eventual).
Cabe observar que el incumplimiento de deberes legales o estatutarios
concretamente determinados supone la omisión de la mínima diligen-
cia exigible a un empresario ordenado, y en ningún caso puede justi-
ficarse alegando el desconocimiento de los mismos, pues si bien el
ejercicio del cargo no requiere ningún conocimiento mínimo previo

109 CNCom., sala A, 30-6-2011, “Productos El Orden SA s/Quiebra c/Loizzo,

Alberto y otros s/Ordinario”; sala D, 12-5-2016, “Calderas y Tanques La Marina SA


s/Quiebra s/Acción de responsabilidad por la sindicatura”.
110 CNCom., sala D, 21-4-2010, “Cresaltex SRL s/Quiebra s/Acción de respon-

sabilidad”, RC J 12337/19.
111 ALTERINI, A., El incumplimiento considerado en sí propio (enfoque objetivo

del ilícito civil), Cooperadora de Derecho y Ciencias Sociales, Buenos Aires, 1963,
ps. 14/15 y 22/23.

363
Doctrina

específico, una vez aceptado el cargo, deben los administradores ad-


quirir los conocimientos mínimos necesarios para poder desarrollar su
función con diligencia112.
112 VERDÚ CAÑETE, La responsabilidad civil del administrador de sociedad

de capital en el concurso de acreedores cit., ps. 213/214, Nº 2.3.


En este sentido, cabe recordar que aun sin disposición expresa en nuestra ley, el
deber de los administradores de informarse no es dudoso, y de su incumplimien-
to pueden derivarse responsabilidades (conf. DI CHIAZZA, I. y VAN THIENEN,
P., El derecho-deber de información del director societario, en L. L. 2006-E-1240,
Cap. III. Sobre el tema, véase también: SUÁREZ ANZORENA, C., Ejercicio por el
director o el consejero de sus facultades de acceso a la información social, en II
Congreso de Derecho Societario, 1979, p. 141). Cabe observar, a todo evento, que
este deber de informarse compete a todo administrador societario, no siendo suficiente
una actitud pasiva de recibir la que le sea suministrada, sino que tienen el deber de
investigar. Se trata, además, de una exigencia que cabe reputar individual para cada
administrador, es decir, que corresponde a cada uno a título individual (conf. DÍAZ
ECHEGARAY, ob. cit., ps. 143 y 144). El deber de que se trata se cumple informándose
tanto sobre la “marcha general de la sociedad”, según la feliz expresión del art. 2392
del Código Civil italiano de 1942 (texto anterior al decreto legislativo 6 de 17-1-2003;
conf. FRÈ, Società per azioni cit., ps. 398 y ss.; FERRI, G., Manuale di Diritto
Commerciale, UTET, Torino, 1965, ps. 301/303, Nº 204; BONELLI, ob. cit., ps. 212
y ss.), cuanto igualmente recabando información sobre los aspectos concretos de la
misma, en cualquier momento y al margen de las próximas reuniones del directorio;
es decir, el deber se extiende a las operaciones singulares y significativas, lo cual
está de acuerdo con las normas que regulan la responsabilidad de los administradores
societarios, siendo además el criterio que mejor defiende el interés social (conf. DÍAZ
ECHEGARAY, ob. cit., ps. 148/149). Y si bien esto último no puede ser entendido
de un modo absoluto, pues es clara la necesidad de una adecuación, caso por caso,
de la exigibilidad del deber de informarse, que tenga en cuenta las circunstancias de
cada supuesto (conf. ORIOL LLEBOT, J., Deberes y responsabilidades de los admi-
nistradores, en ROJO, A. y BELTRÁN, E. [dirs.], La responsabilidad de los admi-
nistradores, Tirant lo Blanch, Valencia, 2005, ps. 29/30, Nº 1.2; DI CHIAZZA y
VAN THIENEN, ob. cit., Cap. V, a; BORETTO, Responsabilidad civil y concursal
de los administradores de las sociedades comerciales cit., p. 278), cabiendo incluso
aceptar que el deber de informarse tiene una razonable excepción en aquellas hipótesis
en que la operación singular de que se trate no es de especial relevancia o su ejecución
no puede incidir de manera notable en los resultados de la sociedad (conf. DÍAZ
ECHEGARAY, ob. cit., p. 148 y su cita de SALELLES CLIMENT, J., El funciona-
miento del consejo de administración, Civitas, Madrid, 1995, ps. 351 y ss.; CNCom.,
sala D, 30-4-2013, “Gire SA c/Cobilbao SA y otros s/Ordinario”; íd., 28-10-2013,
“Gianakis, Ricardo Miguel c/D’Mode SA s/Ordinario”).
Por ejemplo, consentir la venta del inmueble correspondiente a una planta fabril
a precio menor que el de mercado, sobre el cual debió el administrador informarse,

364
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

El abandono de los negocios sociales y aun la falta de presentación en


concurso en tiempo oportuno son infracciones a deberes fiduciarios de
los administradores que pueden generar su responsabilidad concursal113.

2) Desaparición de bienes de la persona jurídica administrada


La desaparición de los bienes sociales puede reputarse como una
presunción iuris tantum de la existencia de dolo114.
A esa desaparición puede llegarse por varias vías, verbigracia, ope-
raciones enmascaradas u ocultas, enajenaciones reales o ficticias de
forma gratuita u onerosa, ocultación pasiva de los bienes, etcétera.
Con relación a lo último, cabe observar que la ocultación pasiva
de bienes no puede dar lugar a la extensión de quiebra prevista por
el artículo 161, inciso 1º, LCQ115, pero en tanto provoque o agrave la
insolvencia de la sociedad puede ser sancionada para hacer responsables
a los administradores por el incumplimiento de sus deberes de custodia
y conservación del patrimonio social; ello es así, tanto por el ejercicio
de las acciones de responsabilidad societaria pertinentes (arts. 59 y 274
de la ley 19.550), que pueden ejercerse o continuarse en la quiebra
social (art. 174 de la ley 24.522), como mediante la promoción de la
acción de responsabilidad concursal de los artículos 173 y siguientes,
LCQ, cuando el ocultamiento hubiera involucrado un acto doloso del
administrador, que hubiera producido, facilitado, permitido o agravado
la situación patrimonial de la sociedad o su insolvencia, tal como lo
ha precisado la jurisprudencia116.
prefigura con claridad una responsabilidad por daño a la quebrada, en tanto su conducta
contribuye a la disminución de la responsabilidad patrimonial de ella; conf. CNCom.,
sala D, 12-5-2016, “Calderas y Tanques La Marina SA s/Quiebra s/Acción de res-
ponsabilidad por la sindicatura”.
113 CNCom., sala B, 26-11-98, “Estructuras Elcora SA s/Quiebra”.
114 BOQUIN, Acciones de responsabilidad de los administradores en la quie-

bra (cuestiones conflictivas que las limitan hasta hacerlas desaparecer) cit., ps. 253
y ss., esp. p. 263.
115 QUINTANA FERREYRA y ALBERTI, Concursos... cit., t. 3, p. 96; OTAE-

GUI, J., Extensión de quiebra, Ábaco, Buenos Aires, 1998, p. 101; MANÓVIL, R.,
Grupos de sociedades, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, p. 1104.
116 CNCom., sala D, 16-3-2009, “Conix SA s/Quiebra c/Edixer SA y otro s/Or-

dinario”, RC J 14657/09; íd., 8-9-2015, “Agroindustrias Metalúrgicas de Comechin-


gones SA c/Oneto SA s/Ordinario”.

365
Doctrina

Desde la perspectiva concursal, la calificación dolosa del oculta-


miento de bienes no puede ser discutida, pues el elemento subjetivo
es, a todas luces, la intención de dañar a los acreedores disminuyendo
la masa de liquidación, esto es, la garantía patrimonial que les corres-
ponde. Así pues, no cabe en la desaparición u ocultamiento de bienes
la hipotética comisión culposa, y la recuperación de los mismos no
excluye la calificación dolosa del acto117.
La calificación dolosa que puede afirmarse desde la perspectiva
indicada tiene similar correlato en sede penal en la que una de las
conductas típicas dolosas de la quiebra fraudulenta es, precisamente, la
de “...sustraer u ocultar cosa que correspondiere a la masa...” (art. 176,
inc. 2º, del Código Penal)118, pero bien entendido que aquella califi-
cación concursal no ha de entenderse con una significación técnica
jurídico-penal, pues la imposibilidad de calificar la conducta como
delito criminal no impide la aplicación de las reglas sobre responsa-
bilidad “concursal” necesariamente más amplias, pues cubre supuestos
excluidos en la jurisdicción penal119.
La acción de ocultar puede cumplirse mediante actos positivos
u omisivos. Oculta una cosa no solamente quien la esconde, sino tam-
bién quien calla la existencia de bienes que tiene la obligación de
denunciar. La ocultación también puede darse ocultando el título re-
presentativo de un bien.
El tema está vinculado, obviamente, al hecho de que entre las
obligaciones del administrador se halla, precisamente, la de conservar
los bienes del activo de la sociedad, lo cual significa: a) mantener
esos bienes en el patrimonio social, y b) justificar la enajenación o
transmisión –por la causa que fuere– de esos bienes y mantener en
el activo el producido de ellos, o bien dar cuenta de su destino o
aplicación120.

117
MACHADO PLAZAS, El concurso de acreedores culpable. Calificación y
responsabilidad concursal cit., ps. 127/128.
118 FONTÁN BALESTRA, Carlos, Tratado de Derecho Penal, Abeledo-Perrot,

Buenos Aires, 1981, t. VI, ps. 200 y 204/205.


119 ROJO, Ángel y BELTRÁN, Emilio, Comentario de la Ley Concursal,

Thomson-Civitas, Madrid, 2004, t. II, p. 2531, Nº 2.4.


120 CNCom., sala D, 10-9-92, “Phonotone Co. SRL s/Quiebra s/Resp. de terceros”;

366
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

Esto último a su vez proyecta, cuanto menos, las siguientes con-


notaciones:
a) El ocultamiento de bienes puede ser total o parcial. Lo que
interesa es el ocultamiento en sí mismo, en tanto enderezado
a eludir el destino solutorio de los bienes a favor de los acree-
dores.
b) No es necesaria la existencia de créditos exigibles con ante-
rioridad al ocultamiento o desaparición de los bienes, pues
resulta frecuente que el administrador se adelante en conseguir
una situación de insolvencia ante la conocida inminencia de
que los créditos lleguen a su vencimiento, liquidez y exigibi-
lidad.
c) Todos y cada administrador tienen la obligación de ejercer una
vigilancia activa sobre la gestión y el patrimonio social, lo cual
subsiste aunque la gestión de la sociedad sea asignada a uno o
más administradores en particular121. De tal suerte, la obligación
de conservar los bienes sociales y, por ende, la responsabili-
dad por incumplimiento de esa obligación, pesa sobre los ad-
ministradores en general, no teniendo trascendencia el reparto
de funciones que en caso de administración plural pudiera existir
entre ellos.
d) La carga informativa y probatoria referente a la suerte de los
bienes corresponde al administrador demandado122. Desde el
punto de vista probatorio esto es así pues es él quien está en
mejores condiciones de acreditar el hecho controvertido123.
e) Esa carga informativa y probatoria no puede estar disociada de

íd., 11-6-2007, “Confortar Hogar SA s/Quiebra c/Serrano, Ernesto Lorenzo y otros


s/Ordinario”, voto del juez Vasallo, RC J 6972/07; íd., 21-4-2010, “Cresaltex SRL
s/Quiebra s/Acción de responsabilidad”, RC J 12337/19.
121 FRÈ, Società per azioni cit., p. 401.
122 CNCom., sala D, 21-4-2010, “Cresaltex SRL s/Quiebra s/Acción de respon-

sabilidad”, RC J 12337/19.
123 PEYRANO, J., Lineamientos de las cargas probatorias dinámicas, en E. D.

107-1005; PEYRANO, J., Nuevos lineamientos de las cargas probatorias dinámicas,


en E. D. 153-968; MORELLO, A., Hacia una visión solidarista de la carga de la
prueba, en E. D. 132-953; CNCom., sala D, 23-10-2012, “Riggio, Rosario y otro
c/Ford Argentina SA s/Ordinario”.

367
Doctrina

lo que resulte de los registros contables. Como lo ha expuesto


un fallo con relación a bienes destinados a la venta, pero con
criterio aplicable a todos los bienes del sujeto administrado, debe
el administrador “...mantener en el activo los bienes de cambio
adquiridos para su venta, cuidando de su conservación y exis-
tencia a disposición de la entidad; y cuando venda esos bienes
–cual es su destino y la finalidad del negocio empresario– el
administrador deberá reflejar esa operación en la contabilidad
legal, de modo de registrar la ‘salida’ del bien de cambio e
ingresar la contrapartida correspondiente, que podrá ser –según
el caso– fondos de caja, fondos a depositar en bancos, o un
crédito contra el comprador, entre las hipótesis más comunes y
sin descartar otras posibilidades...”124 Cabe recordar, en este sen-
tido, que los administradores societarios tienen responsabilida-
des contables125 y, en esa medida, la inexistencia de registra-
ciones contables compromete la responsabilidad concursal de
que se trata126, como igualmente la compromete cuando se in-
curra en falsedad en la documentación contable o en una doble

124CNCom., sala D, 10-9-92, “Phonotone Co. SRL s/Quiebra s/Resp. de terce-


ros”; íd., 11-6-2007, “Confortar Hogar SA s/Quiebra c/Serrano, Ernesto Lorenzo y
otros s/Ordinario”, voto del juez Vasallo, RC J 6972/07; íd., 21-4-2010, “Cresaltex
SRL s/Quiebra s/Acción de responsabilidad”, RC J 12337/19.
125 FAVIER DUBOIS (h), E., Responsabilidades contables de los directores. El

caso de la confección de los estados contables, en obra colectiva del Instituto Argentino
de Derecho Comercial, La responsabilidad de los administradores en las sociedades
y los concursos, Buenos Aires, 2009, p. 154, Nº 7; CNCom., sala D, 6-4-2017, causa
22.118/1994, “Havanatur SA c/Guama SA y otros s/Ordinario”, y causa 127.413/2001,
“Havanatur SA c/Navarese, Claudio y otros s/Sumario”.
126 La inexistencia de registraciones contables ha sido ponderada como acto que

compromete la responsabilidad concursal de que se trata; conf. CNCom., sala B,


26-11-98, “Estructuras Elcora SA s/Quiebra”.
El art. 320 del Código Civil y Comercial determina que llevar contabilidad es
una “obligación”. No existen sanciones directas para el sujeto en caso de no llevar
contabilidad. Esto ha hecho pensar en el Derecho anterior –y podría hacerlo pensar
respecto del art. 320 citado– que, en realidad, no se está frente a una obligación
jurídica en sentido estricto, sino a una simple carga (conf. FARGOSI, Horacio, Cues-
tiones de Derecho Comercial, Jorge Álvarez Editor, Buenos Aires, 1965, p. 61, con
cita de Viterbo, Valeri, Casanova y Bracco; ANAYA, Jaime Luis y PODETTI, Hum-
berto, Código de Comercio y leyes complementarias, comentados y concordados, Ome-

368
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

contabilidad enderezada a encubrir la desaparición u ocultamien-


to de los bienes. Es que la existencia de falsedad en los registros
contables o doble contabilidad que involucre los bienes oculta-
dos o desaparecidos ratifica la responsabilidad del administra-
dor a título de dolo, pues semejante actitud no tiene otra expli-
cación posible que la intención maliciosa de causar un daño a
terceros.

3) Salida fraudulenta del patrimonio de bienes o


derechos. El problema de las ventas a precio vil
La realización de actos de disposición fraudulenta conlleva, por su
propio significado, una alteración de la situación patrimonial de la
persona jurídica administrada, determinando el origen o agravamiento
de su presente o futuro estado de insolvencia127. No hay aquí desapa-
rición ni ocultamiento de bienes, sino actos de disposición que pro-
yectaron alteraciones patrimoniales dolosas, que han podido constituir
el origen o, al menos, la agravación del estado de insolvencia.
Así, por ejemplo, los actos de disposición que provoquen una dis-
minución del valor de los bienes, los actos de renuncias de derechos
(v. gr., la renuncia de un derecho de crédito que pertenecía al deudor),
los pagos de deudas inexigibles (deudas prescriptas, deudas por obli-
gaciones naturales), los pagos anticipados, etcétera.
Esos actos de disposición pueden ser declarados inoponibles frente
a los acreedores por la vía de los artículos 118 o 119, LCQ, sin ne-
cesidad de probar una intención fraudulenta128; pero habiendo involu-

ba, Buenos Aires, 1965, t. II, ps. 12/13, Nº 3; SCJBA, 10-4-70, L. L. 140-819, fallo
25.022-S). Sin embargo, existen sanciones indirectas (conf. CNCom., sala A, 25-3-87,
“Olivera, Juan c/Nadinco SA”) que justifican el carácter de “obligación” impuesto
por el Código, como por ejemplo la establecida en el art. 330, tercer párrafo, según
el cual cuando en un litigio una parte no presenta contabilidad, la situación puede
ser juzgada por la contabilidad del adversario llevada en regular forma. Aparte de
ello, el incumplimiento a la obligación de llevar contabilidad en legal forma crea
grave presunción para los negocios del sujeto (conf. CCCom. de San Martín, 4-12-75,
L. L. 1976-C-437, fallo 33.709-S).
127 ROJO y BELTRÁN, Comentario de la Ley Concursal cit., t. II, p. 2533, Nº 2.5.
128 HEREDIA, Pablo D., Tratado exegético de Derecho Concursal, Ábaco, Buenos

Aires, 2005, t. 4, ps. 136 y ss.

369
Doctrina

crado ellos la actuación de los administradores de la persona jurídica


quebrada, nada impide la calificación como fraudulenta del accionar
respectivo o, lo que es lo mismo decir, como dolosa la actuación de
los administradores que ejecutaron o facilitaron tales actos129.
En el caso examinado quedan aprehendidas también las enajena-
ciones a precio sensiblemente inferior al de mercado130.
Sin embargo, esta última hipótesis no es susceptible de generali-
zaciones. En efecto, como fue expuesto en un fallo131, las conductas
antijurídicas enumeradas por su artículo 173, LCQ deben ser exami-
nadas con los hechos reveladores del estado de cesación de pagos
enunciados en su artículo 79, en cuanto ello fuera posible. Es que
responsabilizando el precepto citado en primer lugar a los sujetos en
él mencionados que “...hubieren producido, facilitado, permitido o agra-
vado la situación patrimonial del deudor o su insolvencia...”, natural
resulta correlacionar semejantes conductas antijurídicas –en cuanto ello
fuera posible, se reitera– con los actos u omisiones que, siendo a la
vez reveladores del estado de cesación de pagos, tuvieron la virtualidad
precisamente de producirlo, facilitarlo, permitirlo o agravarlo. Desde
la perspectiva de lo anterior, las ventas a pérdida, es decir, las realizadas
a precio vil (entendiéndose por tales las hechas a valores inferiores al
real o corriente, e incluso al costo)132, son actos que realizados cuando
ya se ha instalado el estado de cesación de pagos, tienen de ordinario

129
Tanto el fraude a la ley como el fraude a los acreedores son formas específicas
del dolo, en cuanto suponen engaño o artificio que tiende o a eludir el cumplimiento
de una norma objetiva de derecho, o a hacer ineficaz la responsabilidad contraída con
los acreedores. En este preciso sentido: DE COSSIO Y CORRAL, A., El dolo en el
Derecho Civil, Revista de Derecho Privado, Madrid, 1955, p. 13.
Particularmente, el fraude a los acreedores es un caso particular de actividad dolosa,
que por estar sometido a un régimen jurídico peculiar ha adquirido una especial tipicidad
(conf. DÍEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del Derecho Civil patrimonial, Civitas, Ma-
drid, 1996, t. II, p. 730).
130 MACHADO PLAZAS, El concurso de acreedores culpable. Calificación y

responsabilidad concursal cit., p. 123.


131 CNCom., sala D, 22-2-2013, “Sisic SA (s/Quiebra) c/Amondaray, Enrique

Oscar y otros s/Ordinario”, voto del autor del presente trabajo.


132 GARO, Francisco, Tratado de las compraventas comerciales y marítimas, Bue-

nos Aires, 1945, t. I, p. 206, Nº 181; ROUILLON, A. y ALONSO, D., Código de


Comercio comentado y anotado, Buenos Aires, 2007, t. IV-B, p. 9, Nº 7.

370
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

aptitud para producir un “agravamiento” de la insolvencia133. Ello es


así pues las ventas a precio vil, es decir, como se dijo, a valores
menores al real y aun de costo, han sido reiteradamente calificadas
en el Derecho Concursal Comparado y nacional como hechos revela-
dores del estado de cesación de pagos de carácter “ruinoso” o, según
su causa-fin, “fraudulento”. Así fue entendido, por ejemplo, en Italia
bajo la vigencia del Código de Comercio de 1882134, y lo siguió siendo
a propósito de la interpretación dada al artículo 5º de la Legge Falli-
mentare de 1942, identificándose –según las palabras de Piero Pajardi–
como un capítulo de la historia ordinaria de las empresas insolventes
a las ventas ruinosas, a las ventas a precios inferiores al valor de
mercado, y a las ventas sin correlación económica adecuada con la
disponibilidad inmediata de efectivo135. En Francia, por su parte, antes
y después de la vigente ley 85/98 de 25-1-85 –modificada en 1994,
2005 y 2008–, se ha sostenido igualmente el carácter ruinoso de las
ventas a precio vil136 o, dicho de otro modo, de las ventas de mercaderías
a pérdida137. Lo mismo en España, cuya ley alude, para caracterizar
a la insolvencia, entre otros hechos reveladores, a la liquidación ruinosa
de bienes del deudor (art. 2º, inc. 4º, ap. 3º de la ley 22/2003), como
asimismo en la legislación concursal del Paraguay (art. 166, inc. 7º
de la ley 154/69), entre muchas otras. Por lo que toca al Derecho
patrio, ya bajo la vigencia de la ley 11.719, Raymundo L. Fernández

133 Así lo ha destacado la jurisprudencia, conf. CNCom., sala A, 28-5-87, “Em-


presaria SCA s/Quiebra”, L. L. 1987-D-564; íd., 27-5-2005, “Establecimientos Vi-
tivinícolas San Alberto SRL s/Quiebra s/Acción de ineficacia concursal”, L. L. 2005-
F-477.
134 RAMELLA, A., Trattato del Fallimento, Società Editrice Libraria, Milano,

1915, t. I, p. 168, Nº 92; PIPIA, U., Del Fallimento, Unione Tipografico-Editrice


Torinese, Torino, 1932, p. 57, Nº 64; BONELLI, G., Del fallimento (commento al
Codice di Commercio), Casa Editrice Dottore Francesco Vallardi, Milano, 1938, t. I,
p. 757, Nº 357.
135 PAJARDI, P., Manuale di Diritto Fallimentare, Giuffrè, Milano, 1996, p. 77,

Nº 30-5; en análogo sentido: MAZZOCCA, D., Manuale di Diritto Fallimentare, Jo-


vene Editore, Napoli, 1980, p. 59; PROVINCIALI, R., Tratado de Derecho de Quiebra,
AHR, Barcelona, 1958, t. I, p. 276, Nº 78.
136 GRANCHET, G., La notion de cessation des paiements dans la faillite et le règle-

ment judiciaire, Librairie Gènèrale de Droit et de Jurisprudence, Paris, 1962, p. 185.


137 GUYON, Droit des Affaires cit., p. 134, Nº 1119.

371
Doctrina

calificaba como una anormalidad de las operaciones comerciales a las


ventas a precio mucho menor que el corriente y aun que el costo138,
y Mauricio Yadarola tildaba de procedimiento cuando no ilícito a las
ventas precipitadas y a cualquier precio, con el objetivo de procurar
recursos y dilatar la declaración judicial de quiebra, reveladoras ellas
de un estado de cesación de pagos139.
Con la sanción de la ley 19.551 este último criterio tomó cuerpo
al aludirse en su texto, genéricamente, a los medios ruinosos o frau-
dulentos para obtener recursos como hechos reveladores del estado
de cesación de pagos (art. 86, inc. 7º), una de cuyas especies es la
venta a precio vil (art. 86, inc. 5º)140. Explicando tales preceptos de
la ley de 1972 la doctrina siguió ejemplificando, como no podía ser
de otro modo, con los casos precisamente de las ventas a precio vil
o más bajos que el corriente o de costo141, destacándose acerca de
ellas, con razón, el carácter de actos que desmejoran el patrimonio
del sujeto deudor que es prenda común de los acreedores, al no ingresar
una suma igual o mayor que la que se disminuye con la enajenación142.
La precedente solución normativa, desde luego, está presente en la
ley concursal actualmente en vigor, manteniendo la doctrina especia-
lizada la afirmación de que la venta a precios menores al corriente
o al costo es un supuesto típico de expediente ruinoso o, según su
causa-fin, incluso fraudulento143. De su lado, la jurisprudencia ha vin-

138
FERNÁNDEZ, R., Fundamentos de la quiebra, Buenos Aires, 1937, ps. 538/
539, Nº 226.
139 YADAROLA, M., El concepto técnico-científico de cesación de pagos, en

Homenaje al Dr. Mauricio L. Yadarola, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba,


1963, t. II, p. 211, espec. p. 225.
140 MAFFÍA, O., Derecho Concursal, Buenos Aires, 1993, t. I, p. 138.
141 CÁMARA, H., El concurso preventivo y la quiebra, Buenos Aires, 1982, t. III,

p. 1616; QUINTANA FERREYRA, F., Concursos. Ley 19.550 y modificatorias, co-


mentada, anotada y concordada, Buenos Aires, 1986, t. 2, p. 41; GARCÍA MARTÍ-
NEZ y FERNÁNDEZ MADRID, Concursos y quiebras cit., t. I, ps. 655/656; AR-
GERI, S., La quiebra y demás procesos concursales, La Plata, 1972, t. 2, p. 49.
142 FLORIT, S. y ROSSI, J., Comentario teórico-práctico a la Ley de Concursos,

Ediar, Buenos Aires, 1987, t. II, p. 97, Nº 666.


143 Art. 79, incs. 5º y 7º, LCQ; conf. MARTORELL, E., Tratado de Derecho Co-

mercial, Buenos Aires, 2010, t. IX, p. 621; ROUILLON y ALONSO, ob. cit., t. IV-B,
ps. 9/10, Nº 7.

372
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

culado el empleo de los denominados medios ruinosos a la necesidad


de atender el pasivo exigible, de vencimiento inmediato y urgente
atención, a los fines de ocultar o disimular la impotencia patrimo-
nial144, y a la luz de todo ello, aparece indudable la relación que es
dable establecer entre la comprobación de la existencia de medios
ruinosos (o incluso fraudulentos) tales como las ventas de mercaderías
a precio vil o a precio más bajo que el corriente o de costo (art. 79,
incs. 5º y 7º, LCQ), con las conductas antijurídicas reprochadas por
el artículo 173, LCQ, en la medida, claro está, de la eficacia causal
de dichos medios para agravar la insolvencia según la descripción
brindada por esta última disposición. Ahora bien, el reproche que
puede hacerse a los administradores del sujeto quebrado por haber
vendido mercadería a precio vil, por debajo de su costo o precio
corriente, una vez que se ha instalado la insolvencia, agravándola y
disminuyendo la garantía patrimonial de los acreedores, no es inelu-
dible en todos los casos, cabiendo distinciones y matices que, en
rigor, se transforman en recaudos necesarios para no caer en excesos
represivos. Es que, en rigor, no toda liquidación por debajo del precio
de adquisición o producción es una liquidación ruinosa. Una venta a
pérdida, se dice, no necesariamente es una venta ruinosa, y para que
concurra esta característica se exige que el resultado de la liquidación
sea “particularmente grave”145. De ahí que, por ejemplo, escapan a
la configuración de que se trata las ventas que muchos comerciantes
ofrecen, tales como la “oferta del día”, de mercaderías a precios muy
baratos –valor de costo, a lo mejor algo menos– a fin de captar clien-
tela; las liquidaciones a precios reducidos, normales al finalizar las
temporadas; etcétera.
En general, pues, las que resultan cuestionables son las ventas “...con
pérdidas considerables, teniendo en cuenta los precios corrientes de
las mercaderías...”146 En otras palabras, se requiere que las ventas hayan
tenido como consecuencia una pérdida importante y, por tanto, una

144 CNCom., sala C, 29-12-94, “Martínez, José s/Quiebra s/Inc. de impugnación”,

L. L. 1996-C-773, sum. 38.699-S.


145 ROJO y BELTRÁN, Comentario de la Ley Concursal cit., t. I, p. 193.
146 CUZZERI, M. y CICU, A., De la quiebra, en BOLAFFIO, ROCCO y VI-

VANTE, Derecho Comercial, t. 18, vol. I, p. 269, Nº 204.

373
Doctrina

sensible disminución del patrimonio que constituya la garantía de los


acreedores147; o como lo expresó un fallo, “...por precios muy inferiores
a su valor real, que importen una contraprestación desproporcionada-
mente baja con respecto al bien adquirido...”148 Por cierto, siempre se
trata de situaciones que deben ser acreditadas y examinadas cuidado-
samente, pues si no es válido caer en excesos represivos, tampoco lo
es que, como fruto de una flexibilización interpretativa intolerable, el
daño causado a los acreedores quede indemne. A esta altura, cabe
recordar que, con buen sentido común, la doctrina especializada ha
afirmado que en ciertos casos es admisible que el empresario venda
bienes a menos de su valor para superar la emergencia y evitar, sen-
satamente, el recurso al crédito usurario, es decir, para autofinanciar-
se149, bien que esto último tiene el lógico límite del ostensible exceso,
y que el hecho material de haber realizado ventas a precio menor al
costo no basta por sí solo para probar el dolo específico al que par-
ticularmente se vincula ese medio ruinoso, el cual está representado,
normalmente, por el propósito de retardar la declaración de quiebra
aun cuando no hubiera una específica intención de perjudicar a los
acreedores150.

4) Distracción de bienes de la persona jurídica


administrada en beneficio propio del administrador
Cuando el administrador se apropia directa o indirectamente de
bienes cuya gestión le está encomendada, disminuyendo la garantía
patrimonial de los acreedores del sujeto administrado y causando, agra-
vando o prolongando su insolvencia, incurre en una conducta dolosa,
evidentemente intencional, que lo responsabiliza en los términos de
los artículos 173 y siguientes, LCQ. Bien entendido, el acto doloso
es posibilitado por las prerrogativas inherentes a la posición orgánica
que tiene el administrador que, al ser ejercidas en beneficio propio,
son contrarias al interés social.

147 ANTOLISEI, F., Delitos relacionados con las quiebras y las sociedades, Temis,

Bogotá, 1975, p. 101.


148 CNCom., sala A, 28-5-87, “Empresaria SCA s/Quiebra”, L. L. 1987-D-564.
149 MAFFÍA, Derecho Concursal cit., t. I, p. 137.
150 CUZZERI y CICU, en ob. cit., t. 19, vol. II, ps. 468/469, Nº 1066.

374
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

La situación califica como abuso de los bienes sociales151, y a título


meramente ejemplificativo pueden citarse los siguientes casos: obten-
ción de préstamos de la sociedad por parte de los administradores que
no son devueltos o la obtención de garantías sociales para deudas
propias; utilización de fondos sociales para atender gastos personales;
traspaso a la sociedad de las cargas y obligaciones de un contrato que
tiene como beneficiario personal al administrador; adquisición por la
sociedad de bienes a precios revalorizados o por encima del precio de
mercado para beneficiar al vendedor (testaferro por lo general del ad-
ministrador); pago de cantidades por supuestos servicios profesionales
que en realidad no han sido prestados, etcétera152. También puede con-
siderarse aprehendido el caso de retiros a cuenta de utilidades no apro-
badas por asamblea, cuando la insolvencia estaba ya presente, espe-
cialmente por parte del administrador de hecho que ningún derecho de
remuneración puede invocar153; y el aprovechamiento por el adminis-
trador de oportunidades de negocios que le correspondían a la persona
jurídica administrada y que se tradujeron en pérdidas económicas para
esta última que causaron, agravaron o prolongaron su insolvencia154.

151 MÉDINA, Annie, Abus de biens sociaux, Dalloz, Paris, 2001, ps. 213 y ss.,

donde la autora examina extensamente le but personnel, es decir, la utilización por


los dirigentes de bienes o de créditos de la sociedad en contra del interés social y a
favor del propio interés de ellos, sea directo o indirecto. Alude la autora que el caso
da cuenta no de un dolo genérico, sino de un dolo especial (Nº 6.38).
152 GARCÍA DE ENTERRÍA, Los delitos societarios. Un enfoque mercantil cit.,

p. 97.
153 CNCom., sala D, 12-5-2016, “Calderas y Tanques La Marina SA s/Quiebra

s/Acción de responsabilidad por la sindicatura”, considerando 11.


154 Como lo dijo la CNCom., sala D, 25-4-2017, “Vireyes Agropecuaria SA c/Stein,

Alberto y otros s/Ordinario” (voto del autor de este trabajo), no es dudoso que “...entre
los deberes de los administradores está la prohibición de aprovechar en beneficio
propio o de personas a ellos vinculadas las oportunidades de negocio que corresponden
a la sociedad que administran. Este aprovechamiento constituye un claro supuesto de
infracción al deber de lealtad que frente a la sociedad administrada les incumbe (conf.
Díaz Echegaray, J., Deberes y responsabilidades de los administradores de sociedades
de capital, Thompson-Aranzadi, Navarra, 2006, p. 170). Al respecto, recuerdo que la
prohibición de aprovechar o de permitir que otro aproveche –ya sea por acción o por
omisión– las oportunidades de negocio de una sociedad, si bien ha sido prevista en
la legislación nacional con relación a los administradores de las sociedades que hacen

375
Doctrina

III. Asimilación del dolo a la culpa grave


En el examen del Derecho Comparado efectuado en este trabajo,
se advierte en varios casos que la responsabilidad “concursal” de los

oferta pública (ley 26.831, art. 78, inc. b, y derogado art. 77, inc. b, del decre-
to 677/2001), no hay razón para no entender que rija también sobre los administradores
de cualquier sociedad ya que no hay razones para distinguir. Ciertamente, una de las
formas en que ese aprovechamiento puede tener lugar es en el marco de actividades
competitivas con el sujeto administrado (conf. Rojo, Á. y Beltrán, E., La responsa-
bilidad de los administradores, Tirant lo Blanch, Valencia, 2005, p. 38, Nº 2.3; Cou-
tinho de Abreu, J., Responsabilidade civil dos administradores de sociedades, Alme-
dina, Coimbra, 2010, p. 29, Nº 1.3.2; Perestrelo de Oliveira, A., A responsabilidade
civil dos administradores nas sociedades em relação de grupo, Almedina, Coimbra,
2007, p. 32). Pues bien, el aprovechamiento de una corporate opportunity por los
administradores comporta siempre un perjuicio de la empresa social, pues ésta queda
privada de los negocios que podrían ser desarrollados por la propia sociedad (conf.
Llebot Majó, L., Los deberes de los administradores de la sociedad anónima, Civitas,
Madrid, 1996, p. 122, citado por Díaz Echegaray, J., ob. cit., p. 170, texto y nota 106).
Las oportunidades de negocios, se ha dicho, son verdaderos activos de la sociedad
y, por ello, tiene el derecho de recuperarlas para sí o ser compensada por daños que
pueda haber sufrido por privación de ellas (conf. Junyent Bas, F., Sociedad y empresa.
Las reglas del buen gobierno, tendencias en orden a la sociedad informal, interven-
ción y responsabilidad, acciones societarias y concursales, Buenos Aires, 2006, p. 38,
Nº 3.4.2). La cuestión, valga aclararlo, debe examinarse teniendo en cuenta el negocio
presentado u ofrecido y su relación con el objeto social (conf. Dobson, Juan I., Interés
societario, Astrea, Buenos Aires, 2010, p. 159, Nº 37); que la posibilidad de realizar
una inversión u operación haya surgido en conexión con el ejercicio del cargo por
parte del administrador (conf. Informe Olivencia, punto II, 8.4); y que la oportunidad
hubiera entrado en el dominio de la actividad de la sociedad o que ésta hubiera tenido
un interés objetivamente relevante en ella, sea porque manifestó ya su interés en el
negocio, sea porque recibió una propuesta contractual o está en negociaciones para
la conclusión de un contrato (conf. Coutinho de Abreu, J., ob. cit., p. 31; véase
también: Pérez Carrillo, E., La administración de la sociedad anónima. Obligaciones,
responsabilidad y aseguramiento, Marcial Pons Ediciones, Madrid-Barcelona, 1999,
p. 104, nota 114). Cabe insistir en lo último: para derivar del aprovechamiento una
imputación al administrador se requiere que la oportunidad de negocio hubiera sido
ofrecida a la sociedad administrada o que la sociedad tuviera interés en la operación
o inversión de que se trate. Es que cualquier otra oportunidad de negocio, aunque
resulte conveniente para la consecución de los fines sociales, no constituye una cor-
porate opportunity, es decir, una oportunidad de negocios para la sociedad. De tal
suerte, la prohibición de los administradores de utilizar en beneficio propio o de las
personas a ellos vinculadas las oportunidades de negocio tiene efecto siempre que la
sociedad no haya desestimado dicha inversión u operación sin mediar influencia del

376
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

administradores surge, indistintamente, tanto por dolo suyo como por


culpa grave, asimilándose ambos conceptos.
Fue ya afirmado, además, que la indicación del dolo como único
factor de atribución de la responsabilidad endilgada por el artículo 173,
LCQ representa una restricción que afecta el principio alterum non
lædere en cuya operatividad, a los efectos de establecer responsabili-
dades, la noción de culpa no puede ser totalmente descartada sin en-
frentar reglas constitucionales, especialmente cuando la reglamentación
del Código Civil y Comercial, que admite precisamente la responsa-
bilidad por culpa, expresa un principio general que regula cualquier
disciplina jurídica.
Ahora bien, la declaración de inconstitucionalidad de una ley cons-
tituye un remedio de ultima ratio que debe evitarse de ser posible
mediante una interpretación del texto legal en juego compatible con
la Constitución Nacional, pues siempre debe estarse a favor de la va-
lidez de las normas155. El esfuerzo interpretativo se justifica, además,
porque las limitaciones a la intervención de los jueces en los casos
en que sólo les es dado examinar la intención de dañar (dolo), representa
solución que se justifica exclusivamente en la necesidad de reconocer
a las personas una esfera de libertad, en la cual moverse según su
propia discreción156, hipótesis que notoriamente no es la reglada por
el artículo 173, LCQ.
Así pues, corresponde indagar si el dolo formalmente reclamado
por el artículo 173, LCQ admite su material asimilación a la culpa
grave, extremo que permitiría salvar toda objeción constitucional157.

administrador. Consiguientemente, si la sociedad, por cualquier motivo, ha desestimado


la oportunidad de negocio, expresa o tácitamente, el administrador queda en completa
libertad para aprovecharla para sí o para las personas a él vinculadas (conf. Díaz
Echegaray, J., ob. cit., ps. 173/174). Con lo que va dicho que, desde esta perspectiva,
la prohibición de aprovechamiento no es absoluta, sino relativa (conf. Sánchez Ca-
lero, Fernando, Los administradores en las sociedades de capital, Thomson-Civitas,
Madrid, 2007, p. 194)...”
155 CSJN, Fallos: 335:2333, considerando 14 y sus citas, y Fallos: 341:1625.
156 TRIMARCHI, Pietro, La responsabilità civile: atti illeciti, rischio, danno,

Giuffrè, Milano, 2017, p. 47, Nº 2.3.11.


157 Cabe recordar que, con relación a una situación afín pero distinta, la Corte

Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Aquino, Isacio c/Cargo Servicios In-

377
Doctrina

Al respecto, no es ocioso advertir que el Código Civil y Comercial


de la Nación alude en varias disposiciones a la culpa grave (arts. 1521,
1771, 1819 y 1867) y que, si bien es cierto, que desde el punto de
vista conceptual, ella se distingue del dolo incluso si es eventual158,
no lo es menos que, en la práctica, desde la perspectiva de un sistema
de responsabilidad civil eficiente, la identificación en sus efectos es
posible e incluso útil y necesaria para evitar que queden indemnes
daños injustos. En otras palabras, como lo señala Josserand, el mérito
de la asimilación de la culpa grave con el dolo es discutible en justicia
pura, pero prácticamente se justifica tanto por la anormalidad del in-
cumplimiento cuanto, y sobre todo, por las dificultades que presenta
la prueba directa del dolo, de la intención de dañar159.
En efecto, en materia de responsabilidad civil no es posible (ni
necesario) establecer una distinción analíticamente precisa entre el dolo
y la culpa grave. La culpa grave consiste en no manejar los negocios
ajenos con aquel cuidado que aun las personas negligentes y de poca
prudencia emplean en sus negocios propios. Y en materia de respon-
sabilidad civil un descuido de esa magnitud se asimila al dolo, es
decir, la mala intención, pues esta última y la temeraria desconside-
ración se cruzan provocando el mismo resultado160. Cuando la negli-
gencia o la imprudencia es tan grosera, apenas sí es creíble que su
autor no haya deseado, al obrar, causar el daño que se ha producido.
Si en esa hipótesis no se considerase que hay responsabilidad, el juez

dustriales SA s/Accidentes ley 9688”, sentencia del 21-9-2004 (Fallos: 327:3753; RC


J 4176/04), confirmó la declaración de inconstitucionalidad del art. 39, primer párrafo,
de la ley 24.557, que establecía el dolo como único factor de atribución de la res-
ponsabilidad civil de los empleadores, si los trabajadores o sus derechohabientes habían
recibido las prestaciones de la aseguradora de riesgo del trabajo.
158 STIGLITZ, Rubén S., Distinción entre culpa grave y dolo en el Código Civil

y Comercial. Aplicación al contrato de seguro, en L. L. 2015-D, del 4-8-2015; MO-


LINA SANDOVAL, Carlos A., La culpa en el Derecho Privado, cap. VI, en L. L.
2018-C, del 28-5-2018; CAZEAUX, Pedro N., Asimilación de la culpa grave al dolo,
en Responsabilidad por daños en el tercer milenio: homenaje al profesor doctor
Atilio Aníbal Alterini, Buenos Aires, 1997, ps. 165/174.
159 JOSSERAND, L., El espíritu de los derechos y su relatividad, Editorial José M.

Cajiza Jr., Puebla, México, 1946, p. 300, Nº 281.


160 BARROS BOURIE, Tratado de responsabilidad extracontractual cit., p. 161,

Nº 99.

378
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

estaría desarmando ante los que negaran su mala intención y se atrin-


cheraran detrás de su torpeza y su inexperiencia. La maldad misma
adoptaría la máscara de la tontería. Y para cortar por lo sano con esa
defensa, no hay más que entender presumida en el autor de una culpa
grave la intención de dañar (culpa lata dolo æquiparatur). Se advierte
así que la asimilación de la culpa grave con el dolo es una regla que
se aplica en el terreno de la prueba, de donde esa asimilación puede
destruirse con la prueba de la falta de la intención dañosa, pues la
presunción indicada es iuris tantum161. En otras palabras, el dolo es
un estado interno del ánimo, no susceptible de pruebas directas, que
no cae bajo la acción de los sentidos, ni puede argumentarse más que
indirectamente por la actitud del deudor; por consiguiente, la culpa
grave (lata) constituye en esta hipótesis una presunción vehementísima
del dolo, la más grave y concluyente de todas; y es ésta la razón por
la que la culpa grave se asimila al dolo, salvo prueba en contrario de
la buena fe162.

161 MAZEAUD, Henri y Léon y TUNC, André, Tratado teórico práctico de la

responsabilidad civil delictual y contractual, Ejea, Buenos Aires, 1962, t. 1-II, p. 63,
Nº 414.
El hecho de causar un daño consciente, pero no intencionalmente, es difícil de
distinguir del dolo propiamente dicho y, en fin, será casi siempre imposible discernir
cuándo la culpa grave es o no consciente; conf. PLANIOL, M. y RIPERT, G., Tratado
práctico de Derecho Civil francés, Cultural, La Habana, 1946, t. 6, primera parte,
p. 574, Nº 405.
162 GIORGI, J., Teoría de las obligaciones en el Derecho moderno, Reus, Madrid,

1928, vol. II, p. 78, Nº 36.


En el Derecho extranjero, aceptan la equiparación de la culpa grave con el dolo:
CHIRONI, G., La culpa en el Derecho Civil moderno, Hijos de Reus Editores, Ma-
drid, 1898, t. III, p. 327, Nº 120 bis; SCOGNAMIGLIO, Renato, Responsabilità civile
e danno, G. Giappichelli Editore, Torino, 2010, p. 59, Nº 8; SAVATIER, René, Traité
de la responsabilité civile, Librairie Gènèrale de Droit et de Jurisprudence, Paris,
1951, ps. 221/222, Nº 178; MALINVAUD, Philippe y FENOUILLET, Dominique,
Droit des Obligations, Litec Nexis, Paris, 2010, ps. 465/466, Nº 588; LACRUZ BER-
DEJO, José L., Elementos de Derecho Civil, t. II, Derecho de las Obligaciones, Dykin-
son, Madrid, 2011, ps. 168/169, Nº 103, quien precisa que “...La culpa lata, concep-
tualmente nunca es dolo, pero se equipara a él en el Derecho común, por la dificultad
de demostrar el dolo directamente [...] La equiparación podría defenderse, además,
desde otro punto de vista, es decir, considerando que [...] la culpa implica buena fe,
y ésta, habitualmente, un mínimo de diligencia...”; PUIG PEÑA, F., Tratado de De-

379
Doctrina

De acuerdo a lo expuesto, que importa –se insiste– no negar las


diferencias conceptuales existentes entre la culpa grave y el dolo, pero
sí equiparar una y otro por sus efectos163, y admitiendo una inteligencia
del asunto reflejada, en ese preciso sentido, también por doctrina y
jurisprudencia nacional164, sostenemos posible que los jueces indaguen
el factor de atribución de responsabilidad del artículo 173, LCQ, tam-
bién desde la perspectiva de la culpa grave, habida cuenta su asimilación
al dolo. Con ello, quedan salvadas posibles objeciones constitucionales,
en el entendimiento de estar en presencia de un sistema especial de
responsabilidad que, aunque excluyente de otros grados de culpa, acepta
la grave como elemento de juicio apto para presumir probatoriamente
el dolo con los alcances indicados165.
Es de observar, a todo evento, que la jurisprudencia concursal mues-
tra, en la práctica, aun sin decirlo, esa equiparación. Los precedentes
jurisprudenciales, en efecto, no han sancionado solamente los casos
de dolo, sino también de culpa grave166.

recho Civil español, Revista de Derecho Privado, Madrid, 1946, t. IV, vol. I, p. 243,
quien destaca que la culpa grave (lata) tiene extraordinarios puntos de contacto con
el dolo.
163 TRIGO REPRESAS y LÓPEZ MESA, Tratado de la responsabilidad civil cit.,

t. I, p. 700.
164 CNCom., sala D, 10-4-86, “Torres, Ángel c/Omega Coop. de Seg. Ltda.”;

sala E, 11-11-2005, “Escudero, Graciela c/Liberty, Ángel c/Omega Coop. Seg. Ltda.”;
CNCiv., sala C, 28-2-63, L. L. 110-151; sala A, 6-3-64, J. A. 1964-III-393; CNCom.,
sala B, E. D. 11-621; CNCiv., sala F, 6-5-96, “Ojeda, Pedro c/Telecom SRL”, voto
de la doctora Highton de Nolasco, L. L. 1996-C-797, Nº 38.808-S; SCJBA, 18-8-53,
L. L. 72-419; BORDA, G., Tratado de Derecho Civil. Obligaciones, Perrot, Buenos
Aires, 1976, t. I, p. 103, Nº 93; MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad por
daños. Parte general, Ediar, Buenos Aires, 1971, t. 1, ps. 75/77, Nº 31; ALTERINI, A.;
AMEAL, O. y LÓPEZ CABANA, R., Derecho de las obligaciones civiles y comer-
ciales, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, p. 197, Nº 460; TRIGO REPRESAS y
LÓPEZ MESA, ob. y lug. cits. en nota anterior; SÁNCHEZ HERRERO, Andrés
(dir.), Tratado de Derecho Civil y Comercial, La Ley, Buenos Aires, 2016, t. III,
ps. 415/416, Nº 8.2.3.
165 COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén, Manual de obligaciones, Astrea, Buenos

Aires, 1997, ps. 132/133, destaca la aplicación jurisprudencial de la equiparación no


como preconcepto, sino para juzgar la conducta ex post facto.
166 DOBSON, Juan M., Los errores de gestión y la responsabilidad civil de ad-

ministradores de sociedades comerciales, en ROUILLON (dir.), Derecho Concur-


sal cit., p. 130.

380
El dolo como factor de atribución de la responsabilidad “concursal”

Partiendo, pues, de la apuntada asimilación y concentrando el asunto


en la responsabilidad de los administradores de la persona jurídica
fallida, corresponde advertir que la culpa lata, como modalidad agra-
vada de la negligencia equiparable al dolo, supone, a diferencia de
este último, la involuntariedad en la infracción de la regla de conducta
(no hay ánimo de dañar)167, pero también, desde ya, la infracción de
la diligencia exigible, esto es, de los deberes más elementales, o la
infracción de la diligencia que hominum communis natura desiderat;
exigencia de conducta esta última que difícilmente pueda ser definida
en abstracto, desligada de las situaciones concretas que se enjuicien
por el juez, si bien habrá de vincularse con el estándar normativo
exigible en atención a la actividad propia del sujeto quebrado168.
De tal suerte, la mera conducta negligente no habilita la condena,
sino que es necesario la existencia de un plus de gravedad de la con-
ducta, en el sentido de que los actos del administrador revelen un
desprecio hacia los más elementales deberes de cuidado, falta total o
inexcusable diligencia, lo que remite con carácter general a los deberes
orgánicos de los administradores, en función de la actividad de la
empresa administrada y de las circunstancias en que se encuentre169.
Conviene tener presente, al respecto, que el patrón de conducta com-
parativo apto para delimitar la diligencia propia de los administradores
sociales no es el general del buen padre de familia, sino un modelo de
conducta especial de carácter profesional, concretamente, el de un or-
denado empresario –pues éste actúa para la sociedad representada como
si tuviera tal condición–, el de un representante leal –pues los adminis-
tradores son gestores de un patrimonio ajeno, el de la sociedad, en el
que repercuten todos sus actos170–; o, más genéricamente, el patrón de
conducta del buen hombre de negocios (art. 59 de la ley 19.550).

167 ROJO y BELTRÁN, Comentario de la Ley Concursal cit., t. II, p. 2523, Nº 1.


168 MACHADO PLAZAS, El concurso de acreedores culpable. Calificación y
responsabilidad concursal cit., p. 90.
169 VIZCAÍNO GARRIDO, El interés social como fin de la actividad gestora de

los administradores de las sociedades en crisis: acreedores frente a socios cit., ps.
259/261 y sus citas; PULGAR EZQUERRA (dir.), Manual de Derecho Concursal cit.,
p. 387.
170 VERDÚ CAÑETE, La responsabilidad civil del administrador de sociedad

de capital en el concurso de acreedores cit., p. 211 y sus citas.

381
Doctrina

Así, en primer lugar, los administradores sociales, en su faceta de


ordenados empresarios, están obligados, por un lado, a cumplir los
deberes específicamente determinados legal o estatutariamente y, por
otro lado, a cumplir otros deberes que, aunque no están concretados
en normas legales o estatutarias, derivan del deber general de diligente
administración. En segundo lugar, como representantes leales, deben
omitir cualquier comportamiento lesivo al interés social, debiendo éste
prevalecer sobre los intereses personales171. Pero, se insiste, la mera
conducta negligente no habilita la condena, sino que es necesario la pre-
sencia de una conducta grave, incompatible con una diligencia mínima.

171 VERDÚ CAÑETE, La responsabilidad civil del administrador de sociedad

de capital en el concurso de acreedores cit., p. 212.

382

You might also like