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Análisis del capítulo III

La encomienda y la colonización
En este capítulo el escritor hablar sobre los maltratos ocasionados a los indígenas por parte de los
españoles, de cómo se aprovecharon de su ignorancia, obligándoles a trabajar buscando oro y trabajando la
tierra sin remuneraciones teniendo también que pagarle tributo a la corona española, de como hicieron sus
vidas miserables, llegando hasta a matarlos y algunos se suicidaban porque no aguantaban los maltratos, ya
que los convirtieron en esclavos, extinguiéndolos en tan solo años gracias a la vida tan forzada que los
obligaban a llevar.

Nicolás de ovando y de unos 2,500 hombres españoles que no querían renunciar a sus privilegios para
favorecer a los reyes de España, llegando ovando a un acuerdo con ellos de un nuevo sistema que consistía
que la población indígena iba hacer repartida entre los españoles para que trabajaran en la extracción de
oro y en otras actividades. Durante parte del año a los aborígenes le pagaban con dinero y la otra parte
trabajaban en sus aldeas para poder tener alimentos, también mientras estos trabajaban en las casas de los
españoles se debían adoctrinar en el catolicismo como excusa de los españoles para adueñarse de tierras e
indígenas.

Los indígenas encomendados eran supuestamente libres y estos debían pagar tributo a la corona con labor,
pero en realidad eran esclavos de los españoles porque su trabajo era obligatorio y tampoco eran elegidos
por ellos, el pago era un año después de trabajar pudiendo ser muy poco o nada.

Los aborígenes trabajaban muchas horas buscando oro en los ríos provocando así muerte temprana y con
ello su extinción, los alimentos dados por sus años eran muy poco porque se les pedía que laboraban en sus
aldeas para su comida con el tiempo la población aborigen disminuía, los españoles les daban menos días de
descanso para que la producción no disminuyera. A esta modalidad de trabajo se le llamo demora y acelero
la muerte de los indígenas. El trato dado a los indígenas fue muy humillante llevándolos hasta el suicidio.

Ovando hizo guerras para someter a los indígenas que vivían donde no había presencia de los españoles,
mato y apreso a miles de indígenas convirtiéndolos en esclavos obligándolos a trabajar en la extracción de
oro. Quemaron vivo al cacique cotubanama. Ovando volvió hacer más guerras por que los indígenas morían
en los traslados o en sus largas jornadas de labor. También ataco el cacicazgo de xaragua al oeste de la isla,
tomando como prisionera a la cacica Anacaona, quiera esposa del cacique Caonabo y hermana de caique
bohechio, siendo esta también ejecutada. También fueron quemados vivos alrededor de ochenta caciques.

Ovando tomó otras medidas para ordenar la explotación y fundición de oro y las actividades comerciales.
También garantizó el envío a los Reyes de España, en forma de impuesto, de la tercera parte del oro
fundido. Luego, ante la presión de los encomenderos, redujo el envío a una quinta parte.

El reparto de los aborígenes favoreció a un grupo de españoles vinculados a Ovando. Los integrantes de ese
grupo recibían hasta cientos de indígenas, mientras la mayoría de los españoles recibía pocas decenas. Uno
de los mayores beneficiarios del reparto de indígenas fue el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, encargado
en la Corte de los asuntos de América. Ovando también sacó su gran tajada, por supuesto, y estableció
varias haciendas. El desigual reparto también provocó una lucha entre los colonizadores para hacerse de la
mayor cantidad posible de aborígenes, sobre todo cuando la masiva muerte de estos ponía en riesgo la
actividad productiva en la Isla.
Nicolás de Ovando fue destituido, cuya independencia ya no era tolerada por el Rey de España. A su vez,
Diego Colón, hijo de Cristóbal Colón.
exigía

que se reconocieran sus derechos de herencia, que estaban contemplados en las Capitulaciones de Santa Fe,
el acuerdo de su padre con los Reyes de España para hacer el viaje que lo llevó a América. Diego Colón se
casó con María de Toledo, que era hija de un primo del Rey y hermano del Duque de Alba, con mucho poder
en el reino. Ante tal situación, el Rey tuvo que poner a Diego Colón al frente del gobierno de la isla de Santo
Domingo. Diego arribó a la Isla en 1509, con los títulos de virrey y almirante, o sea, jefe supremo.

El Rey apoyó a los servidores y rechazó a Diego, a quien veía como representante, en España, de la nobleza
de Castilla, dada su filiación familiar con el Duque de Alba. La construcción del Alcázar, donde vivía Diego
Colón, fue tomada por el Rey como muestra de que este quería independizarse de España.

Nombró en su lugar a Rodrigo de Alburquerque, quien anuló muchos de los repartos hechos por Diego.
Ante esa situación, Diego viajó a España para reclamar que se le restituyera la facultad de repartir indígenas.
Pero la Real Audiencia, creada para atender las quejas por los fallos judiciales, rechazó los reclamos de
Diego Colón, quien tuvo que dejar las cosas en la Isla como las había encontrado.

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