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empezar

en
cero
un poema filosófico

por

Nicolás Suescún
para Margarita como siempre

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El dolor es un instante inmenso.
—Oscar Wilde

Cuando el alma de un hombre nace en este país,


le lanzan redes para que no pueda volar.
—James Joyce

Sólo por medio de la poesía el hombre resuelve sus


desequilibrios, creando un equilibrio mágico,
o tal vez un mayor desequilibrio.
—Vicente Huidobro

La revolución empieza en cero, para construir un futuro hipotético.


La reacción también aspira a empezar en cero, para restaurar el pasado.
La misma hipótesis básica: ¡que se puede empezar en cero!
—Friedrich Vogel

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E mpiezo en cero,
dudo,
me sobreviene un pensamiento
pero mientras lo tengo
me viene otro:
me doy cuenta
de que no empecé en cero,
de que no podría hacerlo
aunque me sintiera limpio,
totalmente limpio.

+++

El entorno,
la realidad circundante:
un lejano campo de batalla
que está en todas partes
y en ninguna,
balas perdidas,
balas con destino definido,
cosas duras, horrendas,
horrores tras horrores,
ruinas sobre ruinas
no me tocan,
y sin embargo...

+++

Siento la ansiedad del fracaso,


la paranoia que me infunde la vida,
oigo gritos, también silencio mudo

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y veo ojos airados, resentidos,
apagados, melancólicos, huidizos,
en cuerpos rotos
y sacrificados en nombre de nada,
oscuros, en fin,
oscuro yo también.

Y oigo lamentos de hombres solos,


palpo la tristeza cotidiana,
la resignación de los que no tienen nada.

Y huele a mentira por la calle.

+++

Me anonada esta diaria zozobra,


esta angustia,
este miedo a la muerte,
esta ansia constante de morir,
este querer cantar siempre
y no poder cantar nunca,
este silencio indeseado
como si un río me arrastrara
y no pudiera remontarlo
y dejara que las aguas me llevaran
y no viera las orillas sino el cielo
cerrado y gris, y el viento soplara,
un aullido sin fin y lacerante.

+++

Ah, sin embargo


ya no sueño con irme a otra parte,
quiero aquí mi utopía.
Y es que hoy o ayer soñé
que las montañas venían hacia mí
y que el mar me abría camino,
que yo era un profeta de inmensos poderes.

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Podía destruir las murallas
con un sólo toque de mi trompeta.

+++

Sólo que no había murallas


y que yo no tenía trompeta
ni sabría cómo tocarla de tenerla.
Por eso creo estar perdido
como siempre
en el bosque de los sueños.
Como si no supiera que llegar allí
no es cosa de la voluntad
sino el río de la vida, de aguas turbias
que lo arrastra a uno
hasta lo incomprensible,
el vacío y el enorme silencio,
el cero emocional,
el metafísico cero
donde cabe mi vida.

+++

Y es que al hablar
sobre ese país de ensueño
la imposible utopía,
hace un momento,
pensé que las montañas
me podrían sepultar
que el mar me devoraría
y que las murallas caerían sobre mí
que yo no era profeta, sino poeta.
Sin embargo,
tengo unas ganas de profetizar
que no me dejan
y a veces creo
que he visto algunas cosas del pasado.

+++

6
¿Serán también cosas estas de poetas?
¿Estas montañas, estas murallas?
¿La muralla china?
¿La muralla de los cinco sentidos?
¿O la muralla de la ilusión,
su tejido sutil?

+++

¿Empiezo en cero, entonces?


¿En el grito primario
de aquel mono antepasado nuestro
en las ramas del árbol de la ciencia?

Pero en cero no están ni los profetas


que creen ver el futuro
y que regidos por el pasado
se escapan del presente.

El futuro es un cero
y la clave del futuro
está en el universo entero
y yo, deshecho, desfasado,

en este estado instantáneo


entre el pasado y el futuro,
me froto los ojos cansados,
ya casi vegetativo.

+++

Y es que en el pasado
está el germen del futuro,
la explicación del por qué
(oigo timbrar el teléfono y no timbra)
de las cosas del futuro,
no de las cosas mismas
pues sólo se puede explicar
lo ya pasado en el futuro,

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cuyo principio es el fugaz presente.
Entonces sí se puede decir
el cuándo, el cómo y el por qué,
sin mensajes ni nada
(oigo timbrar el teléfono y no timbra).

+++

O me creo en el mar,
en el centro de un enorme cero
donde rige una constante histórica:
mirar desde la costa
naufragar el barco en que uno viaja
y ya no quedarle a uno
nada por decir
pero seguir diciendo
cosas y más cosas
como si nada fuera
y presentir que siempre
habrá con quien sentarse
aún cuando sea con un anciano
—uno mismo—
que se tambalea en un cuarto oscuro
lleno de trapos y recuerdos
murmurando cosas incomprensibles
ante una puerta que no se abre,
una puerta al futuro, clausurada.

+++

Y el cero también es la muerte,


nada aquí, nada allá,
nada en ninguna parte.
Cero, un sólo cero,
pues no se puede multiplicar
cero por cero
y nada empieza en cero
y nada sigue a cero
y una larga hilera de ceros
es igual a cero.

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Un millón de ceros es igual a un cero
¡Oh milagro de la suma que es resta!

+++

Por lo tanto tal vez


no se puede empezar en cero
y eso me hace filosofar de nuevo,
pensar en algo que, por lo visto,
no puedo dejar de hacer.

Es lo que me hace a veces


no creer en las montañas
ni en el mar,
tal vez prefiero imaginarlos,
verlos sólo como ideas
hacia las que me es imposible caminar,
sólo ascender por un sendero inmaterial.

¿Será que soy filósofo después de todo?


¿O que me lleva, me arrastra
una peligrosa marea de optimismo estúpido?

+++

Y es que mi manera
de mirar el mundo
tiene mucho de particular
y bastante de general.
Asaz ridículo este asunto
de andar explorándome
a mí mismo
como si fuera terra incógnita
y ese creer que me topo
con monstruos prehistóricos
donde todo es historia
a corta data.

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+++

Pero aislado entre las piedras


no siento que sea de utilidad alguna.
¿Guardo acaso la humedad de la tierra?

No, pero me hace daño,

Por eso trato de vivir en el aire


desde hace tanto tiempo
que ya no me acuerdo cuando viví en la tierra
ni cuánto tiempo,
tantos años, tantas vidas, todas en una.

Y me pregunto cuándo caeré


de esta cuerda floja
entre el ser y el no ser.

Y la noche se me viene encima.

+++

Me vienen pensamientos así


desoladores, aplastantes.
Negatividad full,
velocidad cero,
temperatura bajo cero,
cuando llega el día.

+++

Sí, habría que empezar en cero,


nada atrás, ningún mito,
arquetipo o fábula, nada después,
ni viejas historias repetidas
o el pálido devenir de las ideas,
ni sombras, ni ecos incomprensibles.

Y es que pedazos de cosas del pasado,

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recuerdos, ideas destrozadas
caen sobre mí todo el tiempo
como piedras rodando por un barranco enorme
y yo estoy en el fondo
resguardándome detrás de una roca.

El sol me azota, la sed me acosa,


el hambre me desespera,
y hay algo en el aire
que quiere volverme de piedra.

Y no me puedo comer las piedras.

Y la roca, mi refugio,
no responde a mis preguntas.

Y no hay agua.

+++

Los insectos del trópico me martirizan


tal vez por eso creo demasiado en el trópico,
el trópico me ahoga, me anonada,
el trópico es en esencia aburridor,
sin primavera, ni otoño, sin invierno.

Esto puede ser a causa de algo mío,


de una carencia, tal vez,
de algo que llevo muy adentro,
algo que clama
por el aire puro y raro de las alturas,
por el gélido abrazo de las montañas,
por el calor secreto de su pecho.

+++

Todo, no sé por qué,


parece hoy al derecho,
o sea al revés, no se por qué.
Vivo en un país surrealista,

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¿cómo puedo no ser surrealista yo también?

Con lo que volvemos al por qué,


por qué yo digo cosas
que no quiero decir,
por qué a veces desisto,
por qué a veces se cuela en mi paisaje
la sombra de una quimera.

Sí, pero todo está aquí


como siempre ha estado,
es decir, exactamente al revés
de lo que debe ser.

+++

El sueño sin sueños,


el estupor,
esa es mi ciencia
y mi paciencia,
las dos cosas
que tanto necesito
y que no tengo.

Sin paciencia
no hay ciencia,
lo dijo Nostronimbus,
y pare de contar.

¿Contar?

No se puede
estando en cero:
cero mas cero
igual a cero
y menos cero
cero,
ya lo sabemos.

+++

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Estando en cero
termina la función,
la musique est finie,
the show is over.

¿Pero no se puede empezar


después de que los actores
se retiran de la escena?

Sí, pero fuera de la escena.

+++

No estoy liberado todavía


ni lo estaré jamás,
sigo siendo un esclavo de mí mismo
confinado entre muros de palabras.

Se diría que me encanta seguir órdenes,


órdenes que sólo yo comprendo,
por fortuna.

Pero la obediencia a sí mismo


puede ser una disciplina
que lleve a la senda del poder,
en otra dimensión, si puede ser.

+++

Sí, la libertad está en cero


antes de uno, y no después,
y yo soy libre
cuando no soy yo,
cuando me esclavizo
y hago lo que no quiero.

Yo soy libre, me digo


¿y no lo soy?
Y es que eso de ser libre

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es cosa del pensamiento:
pienso que soy libre
luego soy libre,
pensamos, decimos.

Pero nadie es libre


habiendo nacido
y estando condenado
a la muerte, a cerrar,
quiéralo o no
el óvalo del cero.

+++

¡Ah, pero ese vacío embriagador del cero,


la libertad suprema
cuando no tengo pasado ni futuro
y soy como una planta sensitiva!

Entonces me explayo, divago y sueño


y soy muy distinto, ¡quién lo creyera!

Ya estoy harto, la realidad me hastía


y por eso es que sueño, y que divago
y que vivo, ya muerto —de la angustia—
ahogándome en el mar de la ilusión.

+++

Es una noche eterna


donde no hay nadie,
el cero es la muerte,
el cero es la vida.

Me confundo:
no hay pasado y no hay futuro
cuando no hay presente
o no queremos que haya presente,
y hablamos del futuro

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como si fuera el pasado,
y del pasado
como si fuera el futuro.

+++

La vida es sueño sin duda


¿pero es el sueño vida?
Hay sueños que son más largos,
parece, y en sueños comienza
y se acaba la vida.

Y ese es el secreto
que todo es sueño y nada es sueño.
Como el cero, el vacío del sueño.
Un sueño igual a un sueño
igual a un sueño
en el vacío de la nada.

Tambien aquí se aplica


la ley de identidad,
la no entidad de nada
la no-nada del cero,
y nada se puede hacer
con nada, lo dijo el rey Lear.

+++

¿Quién vive ? Quien no vive.


¿Quién muere ? Quien vive.

+++

Estuve en mi tiempo
y no estoy en mi tiempo.
Sin duda es un problema
vivir y no estar en el tiempo,
un problema que sólo resuelve

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la muerte a plazos,
el cese diario de la vida
las mil muertes cotidianas
en este país bajo el signo de la muerte.

+++

Son tantas muertes y tan horribles


que no sé cómo vivo con tanto frío,
el frío helado de tantos cadáveres
y las gélidas voces del hambre.

Y el frío también es el pasado,


el pasado en el que vivo
desde hace tanto tiempo
siempre en busca del futuro.

Y no sé lo que espero
después de tanta espera
o si mañana será otro día
igual a siempre, o como nunca.

+++

Recuerda, si puedes, lo que fuiste,


vuelve al camino que has hollado,
a la senda de salida de la selva,
al pasillo en el laberinto
y piérdete, déjate ir por caminos equivocados,
intérnate en lo que hubiera podido ser,
cierra el círculo de lo que fuiste
para llegar a la verdad extrema
de las cosas comunes
en el ir y venir de todos los días de la vida.

+++

Por todo esto, y eso, y aquello,

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cuando llegue la muerte
no será tal vez una sorpresa
sino una muerte más, un verdadero,
un súbito, retorno al pasado,
el único posible, y a la inversa
la única llegada al futuro.
Ya se sabe, los fantasmas de la conciencia
son los únicos que existen.

¡Ah, ayúdame, obrera de la persuasión,


para exponer el silencio preñado del cero,
su vital inexistencia!

+++

Vivir significa
rechazar continuamente de sí mismo
algo que quiere morir,
lo dijo un viejo sabio
no tan viejo,
sobra decir que loco,
cuando vivía del aire, ya casi sin aliento,
caminando con las suelas
de sus zapatos rotas,
perdido en el bosque impalpable
y delicioso del pensamiento puro
y hablando con dos caballos de tiro
como si fueran profesores de filosofía.

+++

O tal vez vivir quiere decir


ver en la oscuridad reinante
no un camino ni un mensaje
sino ver simplemente
como si fuera por primera vez.
¿Pero nace esto en el aire
y en el aire se esfuma?
¿Una columna, una cortina de humo?

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¿Señales? ¿Señales de humo?

+++

Entre oscuridad y oscuridad


el dulce discurrir de los días,
las albas sonrosadas,
los atardeceres apagados.

Entre oscuridad y oscuridad


el horrible paso de los días,
los amaneceres amargos,
los ocasos luminosos.

+++

Las nubes se confabulan,


los montes me miran impasibles
pero llenos de muertos invisibles
y el humo que se levanta allí
es el humo de su sacrificio.

Engendraron hijos e hijas


y fueron todos los días de sus vidas
como el viento que las nubes conjura,
como el polvo que se levanta
y cubre los altos monumentos.

+++

Ah, por primera vez la belleza del mundo,


el abrazo protector, pero opresor,
de las montañas que no me dejan,
el cero del horizonte,
la redondez de la tierra en el mar
donde se tiene la sensación de cero,
el círculo perfecto,

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el vacío en donde todo empieza
y todo se concentra.

+++

¿Qué es lo que pasa?


¿Qué nos está pasando?
¿Estamos recibiendo señales?
¿O es que somos receptores vacíos,
cántaros rotos que dejan escapar
el agua, y hacen cantar al viento
de vez en cuando?

+++

Tal vez no estamos aquí,


tal vez estemos en otra parte,
tal vez estemos un poco más allá
o un poco más abajo
de lo que pensamos,
tal vez no estemos en ninguna parte.

Hoy es mañana, o ayer, y nunca hoy.

Hoy no se puede, mañana tampoco,


y mucho menos pasado mañana,
lo dice el tiempo vivido
que nunca se repite,
no el tiempo real,
esa dimensión inexistente
que siempre vuelve a cero,
en un eterno vaivén
entre el ser y la nada.

+++

Sí, el cero sinónimo de nada


donde nada es todo:

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el hueco negro que nos absorbe a diario,
cada vez más fuerte y más profundo.

¿Pero para qué esto y no aquello?


¿Por qué el cero y no el uno
seguido de ceros, y todo lo demás,
aquí donde hay pasado y no hay futuro?

+++

Y está uno como si no hablara todavía


y confundiera el mundo con la eternidad
o sólo balbuceara sílabas, sonidos,
como si no pudiera decir nada
o sólo el silencio nos bastara,
el silencio del cero, el frío del cero,
la nada del cero. Pero la eternidad
se esconde, es otra cosa,
no la infinitud absoluta, sino la nada
total del tiempo, el lugar imposible
donde éste no discurre,
ese instante eterno de absoluta quietud,
de total inexistencia, de universal silencio.

+++

Y aunque nunca hay tiempo


a contratiempo emprendo
lo que no cuenta,
y en sueños elevo mi voz
sin saber el tiempo que me queda
para llegar de verdad al cero:
la imagen en el vacío
que sigue a la ilusoria plenitud,
a horrores imaginados o vividos,
la inexistencia en medio
de la vida, el fin.

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+++

Pero la vida sigue,


¿y tiene la lógica algo que ver
con todo esto?
¿Están cargadas las preguntas
como dados de tramposo,
o es que no tienen respuesta?
He sido lógico desde hace mucho
y llevo por ello muchas marcas,
señales claras y netas en el cuerpo
de tanto repetir lo repetido.

+++

Y ahora, después de este autoexorcismo


para expulsar de mi mente
al demonio de la desesperanza,
me pregunto por qué he escogido el cero
como punto de partida
(ah, pero otra vez estoy
pensando en el futuro
como si no fuera ya mucho
pensar en el presente)
o porque es como me siento, así,
bajo el helado manto del olvido,
y porque deseo, inútil gesto,
borrar el libro del pasado
y así llegar a cero desde cero
para empezar en cero
(ah, pero otra vez
estoy pensando en el pasado
como si no fuera ya mucho
estar en el presente).

+++

Privado del mar, entre montañas,


más cerca de las estrellas
pero más pegado a la tierra

21
y con menos oxígeno, ya casi polvo,
fumando el opio de la altura
bajo una luz muy blanca, muy fría,
me pregunto si la dulce tierra
se está yendo con el agua
hacia el mar salado, al que vamos
y del que venimos, como los ríos
y todo lo que vive, vivió, o va a vivir,
dejando sólo arena,
la arena del desierto y del reloj.

+++

Y es que en el centro del cero


está el abismo sin fondo
¿y no estamos todos
al borde del abismo?
¿Y no nos decimos
sí, pero voy a seguir como si nada,
como si estuviéramos en un llano
enorme y desierto,
como si el horizonte se perdiera
o pareciera estar muy cerca,
como un gigantesco acantilado
cortando el avance del mar,
su eterno ir y venir?

Y prevalece la incertidumbre.

+++

Así es que para llegar al cero


hay que darle la vuelta a todo el círculo,
volver atrás para poder continuar
hacia adelante, entre árboles talados
y explosiones.

Hay que hacer girar el óvalo del cero


con un palito
como en el juego del aro

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siendo uno el aro y el palito.

Pero el cero no rueda


permanece, inexistente.

+++

Ah, y la noche,
la noche poblada de sombras y susurros
y a veces de lúcidas palabras
o de opacas sentencias.

El laberinto de la noche,
el viento, cortante como un cuchillo
que me trae quejidos y lamentos
y el clamor mudo de las estrellas.

No se puede empezar en cero


porque ya estamos en cero,
hay tanto pasado que nadie recuerda
y no hay futuro,
solo un presente que no queremos ver.

+++

Ah, no soy un pastor añorando a su amada,


apenas un poeta a pesar de mí mismo,
soy una nada en busca de una nada,
un hombre que ha desdeñado el mundo
como si fuera posible vivir en la luna,
como si el péndulo del reloj se detuviera
y fuera el mundo breve, cosa de un instante,
brevedad del momento, sustracción de materia,
y no el devenir de los hombres que siempre se renueva.

+++

Lo que quiero es empezar de nuevo,

23
volver al cero de donde vengo,
al cero más nada, que es cero.

Es un lanzarse a la piscina del propio yo,


es volver a vivir partiendo desde el cero
cuando no hay obstáculos
y la tierra es grata, y el aire bueno.

Como si volviéramos a nacer


pero en otro mundo, en otro tiempo.

+++

¿Pero, ¿qué son para mí, corazón mío,


los charcos de sangre
y las mil muertes nuestras de cada día,
esta espera, este desgaste horrible,
estas imágenes que no me dejan,
estos gritos que se alargan en las noches,
este eco de los lamentos,
este fétido olor de las víctimas?
¿Hay sitio aquí para la poesía?
¿Hay lugar para las palabras?

+++

No, sólo quiero un poquito de aire,


algo que siempre he querido
y que siempre se me ha escapado,
un sueño de justicia que nunca ha sido,
una utopía que no puede ser,
ese empezar de nuevo,
ese volver al cero de donde venimos,
al cero que todo lo incluye,
al cero que no abarca nada,
a ese cero más nada que es igual a cero,
para empezar todo de nuevo.

+++

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Es en lo hondo,
en lo más hondo
donde quiero cantar, yo que no canto,
aquí en la superficie,
en la que, opaco, callo, y me pierdo
bajo la luz del sol
y no echo raíces que penetren en la tierra
ni doy flores, o encuentro palabras
para decir mi pena.
¿O las encuentro a veces?

¡Oh milagro de la resta que es suma!

+++

Y es que hay veces que me veo...


y desaparezco,
no soy nada ni nadie
pero estoy en el mundo,
lo recorro todas las noches
encerrado en mí mismo,
perdido en el mismo sitio
como un trompo girando
eternamente.

Y siento frío, un crudo


amargo frío,
y no hay otro camino
y en torno a mí se cierra
el óvalo del cero.

+++

Así que, rebosante de preguntas,


empiezo y termino en cero
y aún añoro ese jardín
que nunca he visto
y que nunca veré,
donde el paso de las flores

25
da las horas.

+++

Es el tiempo
que nada perdona,
inflexible, imparable,
pero hay algo que nos hace romper
—o eso creemos—
el círculo de fuego,
armados de bloques de hielo,
de palabras,
puntos negros sobre blanco,
fuego seco que no quema
y que da vida
—creemos.

+++

Y si nada es seguro
y todo está en el aire
aquí en el reino
de la incertidumbre
¿no estamos ya en cero
todo el tiempo?
¿se puede entonces
empezar en cero?
¿Se debe entonces
empezar en cero?

+++

Se puede pero no se debe


olvidar el pasado,
desdeñar el futuro,
vivir en el presente
que es el óvalo del cero
cerrado y completo
como una roca

26
de esas que caen
en mi cabeza
todo el tiempo.

+++

Y es que el nuevo día


añade a la suma
un número que nada significa,
una adición al tiempo
al que asignamos sumas,
y es esa flecha única
que avanza y a la vez retrocede,
suma y resta constante
que queda siempre en cero
segundo tras segundo.

+++

Pero esto es una trampa.


La verdad es que no entiendo nada
de lo que pasa a mi alrededor
ni vislumbro un escape
hacia algo definido
ya que no deseado,
lejos de esta angustia
en este yermo de las lamentaciones,
donde danzo con alegría,
me río a solas
y juego con mi sombra,
porque ya estoy a punto
—eso creo—
de empezar en cero,
olvidándolo todo.

+++

Ah, pero la ciencia pura


¿no es esa la más alta poesía:

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ver el mundo como si no existiera,
entender lo que no se puede entender,
comprender,
ah, comprender,
estar y no estar
de ley en ley,
de principio en principio,
entre la realidad y la fantasía?

+++

¿Y sí frena el filósofo
la rueda del tiempo
o se precipita con ella
como todos?

¿Y aspiran los filósofos


a que los hombres
se comprendan
o se comprenden
apenas entre sí?

+++

Tal vez sólo el poeta...


pero ya es tarde.

Porque, ¿qué que hace uno,


envuelto en el óvalo del cero,
muriendo de una vida que no es vida,
aspirando, estático,
no extático, el dolor?

Y es que el cero,
el cero en el que estoy
y del que sueño partir
es como el círculo:

cualquier punto viene antes

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o después de otro
y no hay principio ni fin
sino el que fije el azar.

+++

Tormenta y arrebato interior


es eso lo que he vivido siempre,
siempre atormentado,
siempre arrebatado
y muerto en vida,
en cero siempre,
sin nunca poder avanzar
pues no hay suma posible,
todo es resta,
se marchita la flor,
se pudre la madera
y el metal se corroe,
nada es como lo vemos
y no hay nada,
ni una idea,
detrás de todo.

+++

Los pájaros y los animales del campo


gimen como si fueran bebés
porque nos hemos perdido
—y yo más que nadie—
en el salón de las escaleras mecánicas
y no reconocemos nada,
nuestra salud flaquea,
el anacronismo nos asedia,
de ahí que hayamos podido confundirnos,
pensar que no estábamos aquí,
sino allá, en otra parte, en otro tiempo.

+++

29
Entre la idea y la realidad
el extenso territorio extraño,
la incógnita perenne del azar,
los fantasmas intrusos de los que fueron
y el anuncio invisible de los que serán,
el vasto espacio donde están los astros.

Entre la idea y la realidad


unos segundos apenas que pasan,
fugaces, como una helada ráfaga de viento.

+++

Retumba un grito tremendo


que no sale de mi garganta
que suena dentro de mí, vacío.
Es el desierto que llevo adentro
donde el grito es el viento
que erosiona las dunas
hasta que todo es plano
y el grito no encuentra obstáculos
sino que se vuelve el aire todo,
la inmensidad del cielo,
esa cortina entre nosotros y el más allá.

Es un grito largo, interminable,


un grito que no se oye,
un lamento lancinante
que se pierde en el vacío,
en ese enorme desierto
que llevo dentro de mí,
donde me muero de sed
frente a un espejismo
que persigo inútilmente.

+++

Sí, el cero es la muerte de la ilusión,


ese morirse de verdad,

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morirse de ver la verdad, es decir,
como se muere de males del cuerpo
o de melancolía,
encerrado en la nada
que es todo, que es cero,
para vivir ligero de equipaje
aunque llevando a cuestas
el fardo del pasado
y la carga del presente
siempre en pos del mañana,
y así sentir más hondo el mundo
y padecer su sufrimiento,
hacerlo de uno, vivir con él
en la tierra baldía de la desesperanza,
bailando una fúnebre danza
dentro del óvalo del cero,
donde siempre hemos estado,
siempre encerrados,
sin salida.

Eso es tal vez empezar en cero.

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Nicolás Suescún (Bogotá, 1937), poeta, narrador y artista gráfico, ha
publicado los libros de poesía, La vida es, 3 A.M., La voz de nadie y Bag-
Bag (selección); y los de cuentos, El retorno a casa, El último escalón, El
extraño y otros cuentos y Oniromanía. Además, la antología Trece cuentos
colombianos y la antinovela ilustrada Los cuadernos de N. Ha publicado las
traducciones de Una temporada en el infierno, Iluminaciones y El barco
ebrio de Rimbaud, Poesía escogida de W.B. Yeats, y Una sombra verde bajo
un verde pensar de Andrew Marvell. Entre sus demás traducciones se
encuentran las de Diez novelas y sus autores de Somerset Maugham,
Madame Bovary de Flaubert, Aceite de perro y otros cuentos macabros de
Ambrose Bierce, Los periodistas literarios de Norman Sims, Seraphita de
Balzac, Timón de Atenas de Shakespeare, Colombia antes de la
Independencia de Anthony McFarlane, Repúblicas en armas de Clément
Thibaud, y El río de Wade Davis. Ha publicado numerosas traducciones al
inglés de poetas de todo el mundo para las “Memorias” del Festival de
Poesía de Medellín y de selecciones de poetas colombianos para su sección
de Colombia en la página http//poetryinternational.org/ Entre éstos
últimos se encuentran, entre otros: Porfirio Barba Jacob, Raúl Gómez
Jattin, Mario Rivero, María Mercedes Carranza, Luis Vidales, Héctor Rojas
Herazo, Fernando Charry Lara, Meira Delmar, Carlos Obregón, José
Manuel Arango, Piedad Bonnet, Jota Mario Arbeláez, Andrea Cote, Álvaro
Miranda, Luz Helena Cordero, Fernando Rendón, Gabriel Jaime Franco,
Santiago Mutis, y Lucía Estrada.

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