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Expediente: 14326-2016-29-AAC
Departamento: Santa Cruz
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anexada (fs. 127 a 154 vta.).
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revisión el Auto de 20 de marzo de 2018 (fs. 392 a 394).
(…)
Por su parte, el art. 199 del CPC, determina los alcances de las costas,
disponiendo en su parágrafo II., que comprenderán el honorario del
abogado, así también los arts. 200 y 20, regulan el procedimiento para la
tasación de costas, refiriendo el art. 201, que el juez pronunciará la
resolución que correspondiere y regulará el honorario del abogado,
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ordenando al mismo tiempo el pago dentro del tercer día del total de las
costas estableciendo que esa resolución podrá ser apelada, sin recurso
ulterior”.
«Las que deben impedirse son las actuaciones dolosas o temerarias que
por constituir un verdadero abuso del derecho lesionan los intereses
legítimos de la otra parte y le causan perjuicios indemnizables y entraban,
contrariando el bien común, la recta y pronta administración de
justicia...».
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(…)
5.4. Tratándose de la tutela, la parte final del artículo 25 del Decreto 2591
de 1991, no establece en forma paralela las costas Y la temeridad, sino
que identifica ésta con aquellas, así debe ser la lectura de tal norma
porque, entre otras cosas, dicha interpretación es coherente con el
carácter público, informal, gratuito de la tutela.
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constitucional”.
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impetrante de tutela con la finalidad de lograr el restablecimiento de sus
derechos fundamentales y garantías constitucionales que se encuentran
en directa vinculación con el acto ilegal cometido en su contra.
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recíprocamente, quien los recibe, a pagar los honorarios profesionales por
el trabajo desarrollado.
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vencida en juicio y condenada en costas, se haga responsable de efectivizar
el pago de honorarios profesionales correspondientes a la asistencia jurídica
recibida por la parte vencedora; pues, se reitera, éstos tienen su génesis en
una relación contractual entablada entre el jurista y su cliente como
consecuencia del ejercicio de la profesión.
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III.3. Calificación de honorarios profesionales como las costas
procesales a ser impuestas a la parte perdidosa en acciones de
defensa
Ahora bien, debe tenerse presente, que las acciones de defensa se hallan
destinadas a la protección de derechos fundamentales y garantías
constitucionales, con la finalidad de otorgar una tutela inmediata, efectiva
e idónea, restableciendo o restituyendo el derecho restringido o
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suprimido; consecuentemente, su naturaleza jurídica excepcionalísima, no
contempla dentro de sus objetivos el resarcimiento de los daños civiles, lo
que no significa que los gastos en los que se incurrió en su activación, no
deban ser reconocidos como erogaciones propias de su tramitación;
empero, dichos costes deberán ser calificados en el marco de la
razonabilidad, objetividad y sana crítica del juzgador, sin tergiversar –se
reitera– el espíritu de la acción de defensa, que tiene como esencia el
restablecimiento de los derechos y garantías vulnerados.
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III.4. Análisis del caso concreto
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de Bs5 060.- y Bs27 840.-(equivalentes estos últimos a $us4 000.-),
correspondientes a honorarios profesionales, determinó que la parte
perdidosa de la acción de amparo constitucional, únicamente debía
proceder al pago de las costas procesales erogadas por el accionante y
determinadas en la iguala profesional exhibida; decisión que fue objeto
de impugnación por el entonces demandado, por considerar que dicha
calificación, resultaba excesiva y que al establecerse dicho monto, el
Juez de garantías no había considerado que los actos que dieron lugar a
la interposición de acción de amparo constitucional, fueron ejecutados
“sin temeridad y dolo de su parte”, sino, en absoluto desconocimiento
de las leyes.
Expuestos como han sido los antecedentes procesales que dan origen a
la impugnación que se revisa, es necesario recordar que, conforme se
tiene establecido en el Fundamento Jurídico II.1 del presente fallo
constitucional, las costas procesales se definen como aquellos gastos en
los cuales fue preciso incurrir para el diligenciamiento de un proceso
judicial; erogaciones entre las cuales, conforme dispone la normativa
adjetiva civil, asimilada por esta jurisdicción en la tramitación de las
acciones de defensa, comprende los honorarios del profesional abogado
que asiste a los sujetos procesales; en este contexto, la calificación de
daños y perjuicios en la vía constitucional, al aprehender el
procedimiento de calificación de daños y perjuicios, inherente a la
jurisdicción civil y reconocer los gastos efectuados por el impetrante de
tutela para lograr la reposición del derecho vulnerado, como costas
procesales, pareciera incluir implícitamente el pago de los honorarios
profesionales como tales, situación que no es evidente, pues de
acuerdo a lo establecido en el Fundamento Jurídico II.2 del presente
Auto Constitucional Plurinacional, éstos de traducen en la contraprestación
acordada entre el jurista y su cliente por los servicios de asistencia técnica
que el primero habrá de prestar al segundo, sea en base al arancel
vigente o de acuerdo a una iguala profesional suscrita entre las partes
contratantes; extremos que, a partir de la relación cliente-profesional,
únicamente vinculan a éstos entre sí y por ende, no pueden ser
solventados por un tercero ajeno a dicha transacción.
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constitucional, toda forma lícita de trabajo, goza de especial protección
estatal y amerita en consecuencia, una justa retribución, situación que
no exime la labor jurídica desarrollada por un abogado.
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En aplicación de los argumentos previamente expuestos a la
impugnación formulada por Pedro Guzmán Gómez, objetando la
calificación de costas por honorarios profesionales, establecida
mediante Auto de 20 de marzo de 2018, por la que, el Juez de
garantías, aprobó la planilla de tasación de costas y liquidación,
elaborada por el Secretario del Juzgado a su cargo, únicamente
respecto al pago de honorarios profesionales reclamado por el
vencedor, en la suma de $us4 000.-, se arriba al convencimiento de que
la determinación asumida por el juzgador, no se ajusta a los parámetros
normativos y jurisprudenciales desarrollados por este Tribunal, toda vez
que, el Juez de garantías estableció que el monto a ser cubierto por la
parte perdidosa, dentro de la calificación de costas procesales respecto
a los honorarios profesionales, consistía única y exclusivamente en el
acordado en la iguala profesional presentada en ejecución de sentencia
por el accionante–vencedor, sin considerar que dicho documento, al
constituirse en un contrato entre partes, únicamente es exigible en su
cumplimiento en los términos en el descritos, por quienes lo
suscribieron, resultando en consecuencia ilógico, que un tercero ajeno a
su contenido, sea reatado a la observancia de sus estipulaciones,
menos aún, cuando lo pretendido busca, más allá del resarcimiento de
los gastos procesales que hubiera generado la activación y tramitación
del amparo constitucional, que el contrato de servicios profesionales
sea honrado por un tercero, que no intervino en la relación contractual
y tampoco fue beneficiado con los servicios prestados.
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Finalmente, en cuanto al argumento sobre la inexistencia de dolo o
temeridad en la ejecución de los actos que dieron lugar a la acción de
amparo constitucional de cual emerge la SCP 0727/2016-S3, que a su
vez, provocó el presente trámite de calificación de daños y perjuicios y
regulación de honorarios profesionales, cabe recordar al impetrante que,
conforme estableció la referida Sentencia Constitucional Plurinacional,
incurrieron en medidas de hecho o lo que es lo mismo, el empleo
injustificado de la justicia por mano propia, al haber hecho uso de medios
de fuerza para lograr el desalojo del accionante para que les restituya la
habitación que ocupaba como arrendatario; situación que bajo ninguna
circunstancia puede ser admisible en un Estado constitucional de derecho;
consecuentemente, el alegato del desconocimiento de las leyes, no funda
razón suficiente para actuar al margen de las normas legales y
constitucionales y en irrespeto de los derechos de los demás.
POR TANTO
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