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AUTO CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0001/2019-CDP

Sucre, 5 de febrero de 2019

SALA CUARTA ESPECIALIZADA


Magistrado Relator: Gonzalo Miguel Hurtado Zamorano
Acción de amparo constitucional

Expediente: 14326-2016-29-AAC
Departamento: Santa Cruz

En revisión el Auto de 20 de marzo de 2018, cursante de fs. 196 a 197,


pronunciada dentro del trámite de calificación de daños y perjuicios; y,
regulación de honorarios profesionales y costas procesales emergente de
la acción de amparo constitucional interpuesta por Freddy Ángelo Elías
Gómez, por sí y en representación de su hijo NN contra Pedro Guzmán Gómez
e Irene Cárdenas de Guzmán.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. El Tribunal Constitucional Plurinacional, mediante SCP 0727/2016-S3 de 22


de junio, CONFIRMÓ en parte la Resolución 01/2016 de 11 de febrero, dictada
por el Juez Público Civil y Comercial, de Partido del Trabajo y Seguridad Social y
de Sentencia Penal Primero de Portachuelo del departamento de Santa Cruz; y en
consecuencia, CONCEDIÓ la tutela solicitada, respecto a los derechos a la
dignidad y al acceso a los servicios básicos, y DENEGÓ respecto a los derechos a
la vida y a la salud (fs. 116 a 122).

I.2. El accionante Freddy Ángelo Elías Gómez, por memorial presentado el 16 de


mayo de 2018, solicitó al Juez Público Civil y Comercial, de Partido del Trabajo y
Seguridad Social y de Sentencia Penal Primero de Portachuelo del departamento
de Santa Cruz que, en cumplimiento de la Resolución 01/2016, confirmada
mediante la SCP 0727/2016-S3, se instruya que por Secretaría del referido
Juzgado se proceda a labrar la planilla de costas y regulación de honorarios
profesionales; debiendo considerarse todos los gastos que se vio obligado a
realizar como efecto de los actos lesivos cometidos en su contra, así como los
honorarios profesionales de su abogado patrocinante, que ascendían a la suma de
$us4 000.-(cuatro mil dólares estadounidenses); todo conforme se acreditaba
mediante las facturas y/o recibos presentados, así a través de la iguala profesional

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anexada (fs. 127 a 154 vta.).

I.3. Mediante planilla de tasación de costas de 17 de noviembre de 2017, el


Secretario del Juzgado Público Mixto Civil y Comercial, de Familia, de la Niñez y
Adolescencia e Instrucción en lo Penal Segundo de Portachuelo del departamento
de Santa Cruz, estableció como suma liquidable en favor del accionante, el monto
de Bs32 900.-(treinta y dos mil novecientos bolivianos); de los cuales, Bs5 060
(cinco mil sesenta bolivianos), correspondían a costas por daños y perjuicios; y los
restantes Bs27 840.-(veintisiete mil ochocientos cuarenta bolivianos), equivalentes
a $us4 000 (cuatro mil dólares estadounidenses), a la iguala de honorarios
profesionales de 26 de enero de 2016, suscrita entre el impetrante de tutela y su
abogado patrocinante (fs. 171).

I.4. El Juez Público Mixto Civil y Comercial, de Familia, de la Niñez y Adolescencia


e Instrucción en lo Penal Segundo de Portachuelo del departamento de Santa
Cruz, en suplencia legal del Juez Público Civil y Comercial, de Partido del Trabajo
y Seguridad Social y de Sentencia Penal Primero de la misma localidad y
departamento, mediante Auto de 20 de marzo de 2018, aprobó en parte la
tasación de costas y liquidación faccionada por el Secretario del Juzgado a su
cargo, únicamente en lo concerniente al pago de honorarios profesionales
calificados en la suma de $us4 000, y no así respecto a Bs.5 060, demandados
por daños y perjuicios, por no haberse demostrado los mismos (fs. 196 a 197).

I.5. Pedro Guzmán Gómez e Irene Cárdenas de Guzmán, por memorial


presentado el 29 de marzo de 2018, formularon recurso de apelación en el efecto
devolutivo” (sic) contra el Auto de 20 de igual mes y año, que fue concedido
mediante Auto de 5 de abril de 2018, dictado por el Juez Público Mixto Civil y
Comercial, de Familia, de la Niñez y Adolescencia e Instrucción en lo Penal
Primero de Portachuelo, disponiéndose su remisión ante el Tribunal
Departamental de Justicia de Santa Cruz (fs. 201 a 202 vta. y 206).

I.6. El Presidente del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, por


decreto de 12 de abril de 2018, argumentando carecer de competencia para
resolver impugnaciones en acciones de defensa, la parte apelante debía adecuar
su pretensión a lo previsto en el Código Procesal Constitucional (CPCo) y remitirla
ante el Tribunal Constitucional Plurinacional (fs. 346 vta.).

I.7. Por memorial presentado el 4 de septiembre de 2018, Pedro Guzmán Gómez,


solicitó al Juez Público Mixto Civil y Comercial, de Familia, de la Niñez y
Adolescencia e Instrucción en lo Penal Segundo de Portachuelo del departamento
de Santa Cruz, la remisión del cuaderno procesal ante el Tribunal Constitucional
Plurinacional en grado de consulta, señalando que la autoridad jurisdiccional no
había considerado, al momento de dictar la indicada decisión, que los actos que
dieron lugar a la interposición de la acción de amparo constitucional, no habían
sido cometidos por su parte con dolo y temeridad, y que por el contrario, fueron
producto de su ignorancia respecto de las leyes; habiendo la autoridad
jurisdiccional, mediante Auto de 5 de igual mes y año, dispuesto que se eleve en

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revisión el Auto de 20 de marzo de 2018 (fs. 392 a 394).

I.8. A través de Oficio 90/2018 de 22 de octubre, el Juez Público Mixto Civil y


Comercial, de Familia, de la Niñez y Adolescencia e Instrucción en lo Penal
Segundo de Portachuelo del departamento de Santa Cruz, remitió ante el Tribunal
Constitucional Plurinacional, el expediente original relativo a la acción de amparo
constitucional formulada por Freddy Angelo Elías Gómez contra Pedro Guzmán
Gómez e Irene Cárdena de Guzmán, a efectos de su correspondiente revisión,
constatándose su recepción el 22 del indicado mes y año, mediante sello de la
Secretaría General de este Tribunal (fs. 404 y vta.).

II. FUNDAMENTOS JURÍDICOS

II.1. De las costas procesales y honorarios profesionales en acciones


de defensa

Inicialmente resulta preciso definir qué se entiende por costas procesales;


así, para Eduardo Pallares, en su Diccionario de Derecho Procesal Civil
“Por costas se entienden los gastos que es necesario hacer para iniciar,
tramitar y concluir un juicio. Han de tener una relación directa con el
proceso, de tal manera que sin ellos no pueda este legalmente
concluirse”; aserto que se halla en correspondencia con la proposición
formulada por René Padilla y Velasco que, en su tesis doctoral “Apuntes
de Derecho Procesal Civil salvadoreño”, afirmó que: “Las costas son
gastos que una parte está obligada a pagar a otra en virtud de la relación
jurídica procesal”.

Ahora bien, la jurisprudencia constitucional contenida en la SCP 1937/2010-R


de 25 de octubre, refiriéndose a las costas procesales, estableció lo siguiente:
“El art. 198.I del CPC, establece que cuando se declare improbada la demanda
en todas sus partes, se condenará en costas al demandante, disposición que
debe entenderse en forma general y extensible a todo proceso
judicial, incluida una demanda de ejecución de acta de conciliación; por su
parte, la norma prevista por el art. 237 del mencionado Código, dispone que el
auto de vista que resuelve la apelación, podrá ser; confirmatorio total con
costas en ambas instancias, confirmatorio parcial sin costas, revocatorio total o
parcial sin costas y anulatorio con responsabilidad, refiriendo además el
parágrafo II de la citada norma que si ambas partes fueren apelantes, no
habrá condenación en costas.

(…)

Por su parte, el art. 199 del CPC, determina los alcances de las costas,
disponiendo en su parágrafo II., que comprenderán el honorario del
abogado, así también los arts. 200 y 20, regulan el procedimiento para la
tasación de costas, refiriendo el art. 201, que el juez pronunciará la
resolución que correspondiere y regulará el honorario del abogado,

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ordenando al mismo tiempo el pago dentro del tercer día del total de las
costas estableciendo que esa resolución podrá ser apelada, sin recurso
ulterior”.

En similar sentido se pronunció la SCP 0630/2013-SL de 15 de julio,


que efectuando una cita del razonamiento asumido por la precitada
SCP 1937/2010-R, respecto a las costas procesales, señaló que: “…la
condenación en costas procesales, debe ser entendida de forma
general y extensible a todo proceso judicial, sea este familiar, civil,
penal e incluso constitucional, tal como sucede en el caso del recurso
contra tributos, impuestos, tasas, patentes, derechos o contribuciones
especiales; el recurso contra resoluciones del órgano legislativo; y el
recurso directo de nulidad; ya que en los arts. 138, 142 y 148 del Código
Procesal constitucional (CPCo), se establece que se impondrán costas a los
accionantes, cuando se declare constitucional la norma impugnada, o
cuando se declare infundado el recurso presentado. Sin embargo,
tomando en cuenta, que en el referido Código, no se hace mención
expresa a la condenación de costas procesales, a la parte perdidosa, en
las acciones tutelares (acción de amparo, libertad, privacidad,
cumplimiento y popular), corresponde verificar y analizar previamente, si
dichas costas son extensibles a estos medios de defensa, más aún, si se
toma en cuenta la naturaleza jurídica de estas acciones, cual es la tutela y
protección judicial de los derechos y garantías constitucionales. En este
entendido, resulta pertinente, remitirnos inicialmente, a lo expresado en la
Sentencia T-443/95 de 3 de octubre, emitida por la Corte Constitucional
de Colombia, que en su parte pertinente, precisó:

‘5.1. Hay que decir que, tratándose de la tutela, la condenación en


costas no obedece a un carácter disuasivo porque el Constituyente
consagró la tutela como una acción pública, es de su esencia la
gratuidad, está íntimamente ligada al derecho de las personas de
acceder a la justicia, luego un señalamiento de costas no puede
verse como algo que desestima la presentación de esta acción.

Pero, otra cosa muy diferente es que se abuse dolosamente de su


ejercicio, entonces, la conducta abusiva perjudica la administración de
justicia, impide, obstaculiza que el acceso a la justicia de OTROS se
desarrolle normalmente. La Corte Suprema de Justicia, al declarar
inexequible el inciso 2º de la regla 2ª del ordinal 199 del artículo 1º del
Decreto 2282/89 que modificó el Código de Procedimiento Civil, dijo:

«Las que deben impedirse son las actuaciones dolosas o temerarias que
por constituir un verdadero abuso del derecho lesionan los intereses
legítimos de la otra parte y le causan perjuicios indemnizables y entraban,
contrariando el bien común, la recta y pronta administración de
justicia...».

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(…)

5.4. Tratándose de la tutela, la parte final del artículo 25 del Decreto 2591
de 1991, no establece en forma paralela las costas Y la temeridad, sino
que identifica ésta con aquellas, así debe ser la lectura de tal norma
porque, entre otras cosas, dicha interpretación es coherente con el
carácter público, informal, gratuito de la tutela.

Significa lo anterior que cuando la tutela es rechazada o denegada,


solamente puede hablarse de costas cuando se incurrió en
temeridad; lo que se castiga es la temeridad como expresión del abuso
del derecho porque deliberadamente y sin tener razón, de mala fé se
instaura la acción. Y quien tasa las 'costas' es el Juez de tutela porque el
inciso final del artículo 25 del decreto 2591/95 se refiere a él (algo muy
distinto ocurre en la situación consagrada en el primer inciso del mismo
artículo en el cual lo principal son los perjuicios)’” (las negrillas
corresponden al texto original).

En el marco de la normativa señalada y de la jurisprudencia convencional


glosada, la referida SCP 0630/2013-SL, concluyó señalando que: “…si bien
el Código Procesal Constitucional, no estableció de manera expresa, la
imposición de costas procesales en las acciones de defensa; sin embargo,
de lo expresado en la jurisprudencia constitucional desarrollada por el
anterior Tribunal Constitucional, en base a una interpretación realizada a
lo dispuesto en el art. 198.I del CPC, se establece que la sanción en costas
procesales, debe entenderse de manera general y por lo tanto, extensible
a todo proceso judicial; lo que quiere decir, que las costas procesales,
serán incluso extensibles a los procesos o acciones constitucionales de
defensa, como son las acciones de amparo constitucional, libertad,
privacidad, cumplimiento y popular; sin embargo, tomando en cuenta que
la administración de justicia en el Estado Plurinacional de Bolivia, es
gratuita (art. 115.II de la CPE); además, la naturaleza jurídica de estos
medios de defensa, cual es la protección y resguardo de derechos y
garantías constitucionales; deberá entenderse que la imposición de costas
procesales, no será impuesta en toda acción tutelar y en cada caso
concreto, en la que exista una parte perdidosa, sino que la misma deberá
ser impuesta, únicamente, cuando se evidencie que el accionante, actuó
dolosamente con temeridad, abusando de su derecho de solicitar la tutela
de sus derechos y lesionando intereses legítimos de la parte contraria, tal
cual lo precisó la Corte Constitucional de Colombia, en la referida
sentencia constitucional. Consecuentemente, asumiendo dicho
razonamiento, se establece que la imposición de costas procesales al
accionante perdidoso, sí procederá en las acciones tutelares; empero, sólo
en la medida que se establezca la temeridad de su demanda, por la que
se lesione intereses legítimos de la parte contraria; puesto que si no se
evidenciara dicha temeridad, no podrá imponerse las mismas,
independientemente sea denegada la tutela solicitada, por la jurisdicción

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constitucional”.

De donde se puede colegir que, en las acciones de defensa (acción de


amparo, libertad, privacidad, cumplimiento y popular), sí es posible la
imposición de costas procesales respecto a la parte perdidosa, misma que
si bien no se encuentra reglada de manera expresa en el Código Procesal
Constitucional, se regula y aplica en base a los entendimientos
jurisprudencias generados por el máximo garante de la Ley Fundamental,
cuyos razonamientos, emergentes de la interpretación de las previsiones
contenidas en el indicado art. 198.I del CPC, permitieron establecer que la
imposición de costas procesales, debe entenderse como una
compensación de gastos que al tener carácter general, se hace extensible
a todos los procesos judiciales, incluidos aquellos que por su naturaleza
extraordinaria corresponden ser conocidos y resueltos por la jurisdicción
constitucional; así lo entendió el Auto Constitucional 09/00-CDP de 20 de
noviembre de 2000, que refiriéndose a la calificación de daños y
perjuicios, interpretó que ésta debe comprender: “1) la pérdida o
disminución patrimonial que haya sufrido la parte damnificada como
consecuencia del acto ilegal cometido en su contra, 2) los gastos que la
parte recurrente ha tenido que efectuar para lograr la reposición
del derecho conculcado, entendimiento éste que guarda concordancia
plena con lo previsto por el art. 102-II y III de la Ley del Tribunal
Constitucional” (las negrillas nos corresponden).

El entendimiento antes citado, concuerda con el contenido normativo


del art. 39.I del CPCo, que el cual establece que la resolución que
conceda el amparo, determinará también la existencia o no de la
responsabilidad civil o penal, estimando en el primer supuesto, que el
monto indemnizable por daños y perjuicios, emergente de la
responsabilidad civil, conforme a la jurisprudencia constitucional
contenida en el ACP 0001/2012-CDP-SL de 20 de junio, que reiteró el
razonamiento asumido por el previamente señalado AC 09/00-CDP,
incluye: “a) Los gastos efectuados por la parte recurrente para
lograr la tutela a sus derechos; y, b) La pérdida o disminución
patrimonial que ha sufrido la parte recurrente a consecuencia del acto
ilegal cometido en su contra” (las negrillas fueron añadidas).

II.2. La iguala profesional suscrita entre el abogado y su cliente, no


puede ser incluida dentro de las costas procesales

De los argumentos expuestos en el Fundamento Jurídico precedente, se


puede inferir que dentro del marco de definición de lo que resultan ser las
costas procesales, se incluyen necesariamente los honorarios profesionales
del jurista que promueve y tramita la causa; situación que resulta de
innegable importancia también en cuanto a la acciones de defensa de
derechos fundamentales y garantías constitucionales se refiere, toda vez
que dichos servicios implican una erogación que debe ser efectuada por el

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impetrante de tutela con la finalidad de lograr el restablecimiento de sus
derechos fundamentales y garantías constitucionales que se encuentran
en directa vinculación con el acto ilegal cometido en su contra.

En este sentido, la asistencia prestada por un profesional abogado,


contratado para la elaboración y defensa de una acción constitucional,
debe ser efectivamente cancelada, sea en base a la iguala profesional
suscrita entre el interesado y el jurista o, en su defecto, conforme al
arancel mínimo vigente; así lo entendió la SCP 1846/2004-R de 30 de
noviembre, al señalar que: “…de acuerdo a lo dispuesto por el art. 77 de
la LA, los jueces y autoridades donde se evidencie el trabajo profesional,
dispondrán el pago de los honorarios conforme a la iguala profesional y,
en defecto de ésta, por el Arancel Mínimo del Colegio, considerándose a
los honorarios como acreencia privilegiada.

De la normativa glosada, se infiere entre otros aspectos, que toda


actividad laboral de los abogados es de carácter oneroso, salvo las
excepciones legales donde actúen en forma gratuita, siendo aplicable para
la regulación de honorarios por parte de las autoridades pertinentes, el
Arancel Mínimo de los Colegios de Abogados, de manera supletoria, ante
la falta de suscripción de la iguala profesional, o cuando directamente y en
el primer escrito, la parte y su abogado se sometan voluntariamente al
Arancel vigente.

Ahora bien, se entiende que los honorarios profesionales del abogado,


serán fijados tomando en cuenta el monto del asunto o proceso si fuere
susceptible de apreciación pecuniaria, la naturaleza y complejidad del
asunto o proceso, el resultado que se hubiere obtenido, la calidad, eficacia
y extensión del trabajo, la trascendencia jurídica, moral y económica que
tuviere el asunto o proceso para casos futuros, para el cliente y para la
situación económica de las partes. Estos parámetros sirven para fijar un
honorario racional y proporcional al trabajo prestado”.

Debe puntualizarse que la determinación del monto a cobrar por los


profesionales del derecho, referidos a la prestación de servicios
especializados, en primera instancia se halla sujeto a un acuerdo de
voluntades entre respectivo profesional y quien contrata sus servicios y se
constituye en un cliente; acuerdo mediante el cual se determina que el
pago procederá en base al Arancel Mínimo del Colegio de Abogados, o, si
por el contrario habrá de sujetarse a un contrato privado o iguala
profesional; situación que se halla librada a la autonomía privada de las
partes contratantes y que deriva en un pacto entre ellas; de ahí entonces
que el vínculo contractual que surge entre el jurista y el sujeto
patrocinado o asistido por el señalado profesional, conlleva el
cumplimiento de obligaciones recíprocas, en mérito a las cuales el
profesional abogado se compromete a prestar sus servicios y,

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recíprocamente, quien los recibe, a pagar los honorarios profesionales por
el trabajo desarrollado.

En armonía con lo antes referido, cabe recordar que el trabajo,


configurado como un medio para alcanzar el bienestar social y fuente
principal del desarrollo, se constituye también en un derecho fundamental
inherente a todos los individuos y sectores de la sociedad, motivo por el
cual, al instituirse en un elemento primordial de relaciones sociales, se
erige como parte esencial de la estructura del Estado que, dada su
trascendencia y repercusiones, goza de protección especial (arts. 46 al 55
CPE) que garantiza su ejercicio y permite el establecimiento de
condiciones que aseguren el desarrollo de las aptitudes y actividades del
hombre en condiciones dignas y justas.

Esto implica en consecuencia que el ejercicio de toda actividad lícita


amerite una retribución; que traducida en la obtención de beneficios
personales, como lo son los honorarios profesionales, derivados de la
prestación de un servicio en forma directa, se interprete en la consecución
de medios económicos suficientes para alcanzar una vida digna.

En el marco del razonamiento expresado previamente y en consonancia con


lo previsto por el art. 46.II constitucional, según el cual el Estado protegerá
el ejercicio del trabajo en todas sus formas, es que el profesional abogado,
al gozar de especial protección estatal como trabajador, bien puede
establecer el costo de sus honorarios en base a un contrato directo o iguala,
suscrita con el litigante que contrate sus servicios, apartándose de los
montos que fueran asignados en el Arancel Mínimo emitido por los Colegios
de Abogados, pues como se tiene señalado, el trabajo jurídico conlleva el
desarrollo de una actividad que si bien habrá de aportarle beneficios
económicos al profesional abogado en contraprestación por sus servicios,
también habrá de ser de utilidad para quien los adquiere.

Con todo lo señalado queda claramente definido que la prestación de


servicios de un profesional abogado, conlleva un costo por el trabajo
ejecutado que debe ser remunerado de acuerdo a lo pactado entre el
jurista y su cliente, o en su defecto, en base a lo establecido en el Arancel
de profesionales del ramo; situación que deberá hacerse conocer a través
del primer escrito de una demanda, cualquiera sea su naturaleza jurídica.

Ahora bien, teniéndose claramente definido que la relación entre el jurista y


su cliente para la tramitación de una causa judicial, cuando se trata de una
iguala profesional, deviene de la voluntad de las partes contratantes, resulta
inequívoco afirmar que al tratarse de una relación civil, el profesional
abogado es el único legitimado para exigir el pago de sus honorarios a aquel
que asumió el compromiso de honrar la contraprestación por sus servicios;
es decir, a su cliente; de donde se infiere en consecuencia, que el actor de
una demanda –cualquiera sea su índole–, no puede exigir a la contraparte

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vencida en juicio y condenada en costas, se haga responsable de efectivizar
el pago de honorarios profesionales correspondientes a la asistencia jurídica
recibida por la parte vencedora; pues, se reitera, éstos tienen su génesis en
una relación contractual entablada entre el jurista y su cliente como
consecuencia del ejercicio de la profesión.

En base a lo antes mencionado y bajo la comprensión de que las costas


procesales se traducen en una sanción impuesta contra la parte
perdidosa, y que, de conformidad a lo previsto por los arts. 199 del CPC y
77 de la LA, los honorarios profesionales forman parte de éstas, es preciso
aclarar que la condenación en costas respecto al pago de honorarios
profesionales, no se sujeta a los mismos presupuestos que exige el pago de
honorarios profesionales per sé, toda vez que al contrario, la cancelación de
las costas procesales se hallará a cargo de una persona ajena a las partes
del contrato de prestación de servicios, suscrito entre abogado y cliente; por
lo que, lógicamente, la tasación de las costas procesales por dicho concepto,
no puede fundarse en dicho contrato, dado que su contenido no implica
beneficio o perjuicio directo contra quien no forma parte de él;
consecuentemente, cuando la parte vencedora en una controversia judicial,
formule una pretensión destinada al pago de honorarios profesionales, como
parte de las costas procesales a ser condenadas contra el perdidoso, la
autoridad judicial, previa tasación de los mismos, deberá evaluar, bajo
criterios de razonabilidad y objetividad, el monto que habrá de ser calificado
para dicho fin, tomando en cuenta que no podrá contemplar como base de
cálculo y menos aún como monto indemnizable, el convenido entre el jurista
y su cliente a través de una iguala profesional, debiendo en todo caso
regirse como tasa referencial, a lo establecido en el arancel mínimo vigente;
lo contrario importaría que la parte vencedora, al cobrar por los honorarios
del profesional, que él mismo se encuentra reatado a pagar por ser
beneficiario del servicio recibido, incurriría en enriquecimiento sin causa
alguna, pues es dado solamente al abogado, percibir honorarios por el
ejercicio de su profesión.

No obstante, lo previamente referido no implica bajo ninguna circunstancia


que la tasación impuesta por el juzgador como costas procesales destinadas
al pago de honorarios profesionales, invaliden los acuerdos transaccionales
establecidos entre el abogado y su cliente, pudiendo el primero acudir a
cuento mecanismo legal le faculte para lograr la cancelación acordada en
contraprestación por sus servicios profesionales.

En base a todo lo expuesto, es posible concluir afirmando que los


honorarios profesionales, si bien se constituyen en un gasto para la parte,
no pueden ser reclamados como tales por el vencedor, toda vez que
independientemente de que su coste haya sido cubierto por la parte
victoriosa, no dejan de ser honorarios profesionales, estando únicamente
acreditados para exigir su pago, los abogados.

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III.3. Calificación de honorarios profesionales como las costas
procesales a ser impuestas a la parte perdidosa en acciones de
defensa

A efectos de poder establecer una línea jurisprudencial clara respecto a los


que implica la solicitud de pago de honorarios profesionales como parte de
las costas procesales exigidas por el vencedor del proceso judicial, es
preciso recordar que conforme a lo establecido por la SCP 0630/2013-SL a
partir del razonamiento contenido en la SC 1937/2010-R, glosados en el
Fundamento Jurídico III.1 de la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional, a partir de la interpretación de los arts. 198.I y 199 del CPC,
las costas procesales, entendidas como los gastos que deben ser erogados
por las partes, a efectos de iniciar y tramitar hasta su conclusión una
controversia jurídica procesal, se configuran en una obligación imponible a
la parte perdidosa y se hacen de aplicación general a todo proceso
judicial, incluidas las acciones extraordinarias de defensa de derechos
fundamentales y garantías constitucionales, pues si bien el Código
Procesal Constitucional no establece de forma expresa la imposición de
costas en las acciones de defensa, debe comprenderse, a partir de la
interpretación de la normativa civil señalada, que la imposición de costas
es asimilable a la justicia constitucional, por cuanto se comprende que el
activante de esta vía especial, incurrió también en erogaciones
económicas en busca del resguardo y tutela de sus derechos
fundamentales y garantías constitucionales.

La misma jurisprudencia constitucional, estableció además que la


calificación e imposición de costas, será aplicable en contra del accionante
–que es quien impetra tutela constitucional–, únicamente en aquellos
casos en los cuales se establezca que su demanda fue formulada con
temeridad y con la única intención de lesionar los intereses legítimos de la
parte contraria a la que demanda; entendimiento que no contempla la
posibilidad de imponer una calificación de costas procesales en contra de
la parte perdidosa, cuando, del análisis de los hechos demandados como
lesivos en la acción de defensa, se haya establecido que las vulneraciones
acusadas fueron evidentes, lo que derivó en la concesión de la tutela
impetrada; supuesto en el que sí, a través de la interpretación sistemática
de los arts. 198.I y 199 del CPC –antes referidos– y 39.I del CPCo, que
dispone que la resolución que conceda la acción, determinará también la
existencia o no de la responsabilidad civil o penal, estimando en el
primer supuesto el monto indemnizable por daños y perjuicios, hacen
viable la extensión del pago de costas procesales con cargo a la parte
perdidosa en una acción constitucional.

Ahora bien, debe tenerse presente, que las acciones de defensa se hallan
destinadas a la protección de derechos fundamentales y garantías
constitucionales, con la finalidad de otorgar una tutela inmediata, efectiva
e idónea, restableciendo o restituyendo el derecho restringido o

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suprimido; consecuentemente, su naturaleza jurídica excepcionalísima, no
contempla dentro de sus objetivos el resarcimiento de los daños civiles, lo
que no significa que los gastos en los que se incurrió en su activación, no
deban ser reconocidos como erogaciones propias de su tramitación;
empero, dichos costes deberán ser calificados en el marco de la
razonabilidad, objetividad y sana crítica del juzgador, sin tergiversar –se
reitera– el espíritu de la acción de defensa, que tiene como esencia el
restablecimiento de los derechos y garantías vulnerados.

En lo que refiere a la solicitud de pago de honorarios profesionales, como


parte de las costas procesales reclamadas por la parte gananciosa, dentro
de la tramitación de acciones constitucionales, debemos tener presente
que, conforme a lo establecido en el Fundamento Jurídico precedente, en
primer término, es el profesional abogado el único legitimado para exigir
su pago; y, en segundo lugar, la calificación de estos honorarios como
parte de las costas procesales, no puede bajo ningún criterio imponerse a
la parte perdidosa en base a la iguala profesional acordada entre el jurista
y su cliente, pues dicha relación contractual obliga únicamente a su
cumplimiento, en los términos establecidos, a los que la suscriben.

Así lo entendió este Tribunal a través de la SCP 0113/2012 de 27 de abril,


que refiriéndose al pago de honorarios profesionales por la parte
perdidosa en acciones constitucionales, estableció que: “Respecto a los
honorarios profesionales, en acciones constitucionales, los mismos deben
ser considerados, conforme al arancel mínimo del Colegio de Abogados del
departamento o ciudad en el que se encuentra suscrito el abogado
patrocinante, o en su caso, tomar dicho arancel como base. “No”
pudiendo pretenderse que dentro las acciones tutelares, la parte
perdidosa pague supuestas igualas profesionales, cuyo monto sea superior
al arancel señalado, toda vez que dicho aspecto desvirtuaría la naturaleza
de la acción de amparo constitucional”.

Consecuentemente, la calificación de costas procesales en ejecución de


una Sentencia Constitucional Plurinacional, que involucre la solicitud de
pago de honorarios profesionales convenidos entre un abogado y su
cliente a través de una iguala profesional, no podrá ser tasada en base a
dicho documento, debiendo el juzgador tomar como monto referencial
mínimo, el establecido en el arancel vigente al momento de emitir su
decisión, ponderando además la naturaleza y complejidad del tema; el
resultado obtenido; la calidad, eficacia y extensión del trabajo, así como la
trascendencia jurídica, moral y económica del asunto, como posible
precedente para casos futuros; parámetros éstos que, en el marco de
razonabilidad y proporcionabilidad con el trabajo prestado, deben servir
para orientar al administrador de justicia al momento de establecer el
honorario profesional reclamado como parte de las costas procesales, en
vía constitucional.

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III.4. Análisis del caso concreto

En el caso objeto de análisis, se impugna el Auto de 20 de marzo de 2018,


emergente de trámite de calificación de costas procesales, daños y
perjuicios; y regulación de honorarios profesionales, por el cual el Juez
Público Mixto Civil y Comercial, de Familia, de la Niñez y Adolescencia e
Instrucción en lo Penal Segundo de Portachuelo del departamento de Santa
Cruz, en suplencia legal del Juez Público Civil y Comercial, de Partido del
Trabajo y Seguridad Social y de Sentencia Penal Primero de la misma
localidad y departamento, aprobó en parte la tasación de costas y
liquidación faccionada por el Secretario del Juzgado a su cargo, en
ejecución de la SCP 0727/2016-S3, que confirmó en parte la Resolución
01/2011, dictada dentro de la demanda de acción de amparo constitucional
incoada por Freddy Ángelo Elías Gómez, por sí y en representación de su
hijo NN contra Pedro Guzmán Gómez e Irene Cárdenas de Guzmán, y
concedió la tutela solicitada, respecto a los derechos a la dignidad y al
acceso a los servicios básicos, estableciendo que únicamente correspondía
proceder con el pago de honorarios profesionales calificados en la suma de
$us4 000.

Del análisis de los antecedentes del proceso, se tiene que mediante


memorial de acción de amparo constitucional, presentado por el entonces
accionante Freddy Ángelo Elías Gómez, por sí y en representación de su
hijo NN (fs. 37 a 44 vta.), se estableció en el Otrosí 6, que los honorarios
profesionales se encontraban regulados conforme al pacto a ser
presentado en ejecución de sentencia; puntualización que fue tomada en
cuenta, en el Auto de Admisión de 28 de enero de 2018, por el Juez de
garantías que tramitó la causa, donde refiriéndose al tema en específico,
determinó que los honorarios se tenían por pactados.

Una vez concluida la vía constitucional, con la emisión en revisión de la


referida SCP 0727/2016-S3, luego de haberse procedido a la devolución
de obrados al juzgado de origen, el accionante se apersonó ante la
autoridad jurisdiccional y solicitó se proceda con la calificación de costas,
daños y perjuicios, exhibiendo una serie de recibos y facturas para
acreditar los gastos en los que éste había incurrido como efecto de la
lesión de sus derechos constitucionales, arrimando además, la iguala
profesional suscrita por su persona con un profesional abogado para la
atención especializada en materia constitucional; documento a través del
cual las partes contratantes, acordaron que los honorarios del jurista para
la tramitación de la indicada acción de defensa, se valorizaban en la suma
de $us4 000.-.

La autoridad jurisdiccional constituida en autoridad constitucional, en


base a la planilla de tasación de costas de 17 de noviembre de 2017,
elaborada por el Secretario del Juzgado a su cargo, que determinó
como suma líquida pagable por concepto de daños y perjuicios el monto

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de Bs5 060.- y Bs27 840.-(equivalentes estos últimos a $us4 000.-),
correspondientes a honorarios profesionales, determinó que la parte
perdidosa de la acción de amparo constitucional, únicamente debía
proceder al pago de las costas procesales erogadas por el accionante y
determinadas en la iguala profesional exhibida; decisión que fue objeto
de impugnación por el entonces demandado, por considerar que dicha
calificación, resultaba excesiva y que al establecerse dicho monto, el
Juez de garantías no había considerado que los actos que dieron lugar a
la interposición de acción de amparo constitucional, fueron ejecutados
“sin temeridad y dolo de su parte”, sino, en absoluto desconocimiento
de las leyes.

Expuestos como han sido los antecedentes procesales que dan origen a
la impugnación que se revisa, es necesario recordar que, conforme se
tiene establecido en el Fundamento Jurídico II.1 del presente fallo
constitucional, las costas procesales se definen como aquellos gastos en
los cuales fue preciso incurrir para el diligenciamiento de un proceso
judicial; erogaciones entre las cuales, conforme dispone la normativa
adjetiva civil, asimilada por esta jurisdicción en la tramitación de las
acciones de defensa, comprende los honorarios del profesional abogado
que asiste a los sujetos procesales; en este contexto, la calificación de
daños y perjuicios en la vía constitucional, al aprehender el
procedimiento de calificación de daños y perjuicios, inherente a la
jurisdicción civil y reconocer los gastos efectuados por el impetrante de
tutela para lograr la reposición del derecho vulnerado, como costas
procesales, pareciera incluir implícitamente el pago de los honorarios
profesionales como tales, situación que no es evidente, pues de
acuerdo a lo establecido en el Fundamento Jurídico II.2 del presente
Auto Constitucional Plurinacional, éstos de traducen en la contraprestación
acordada entre el jurista y su cliente por los servicios de asistencia técnica
que el primero habrá de prestar al segundo, sea en base al arancel
vigente o de acuerdo a una iguala profesional suscrita entre las partes
contratantes; extremos que, a partir de la relación cliente-profesional,
únicamente vinculan a éstos entre sí y por ende, no pueden ser
solventados por un tercero ajeno a dicha transacción.

En este marco, en el indicado Fundamento Jurídico II.2, se estableció


que, el cobro de honorarios profesionales por asistencia técnica jurídica,
únicamente puede ser promovido por el jurista que, en su calidad de
prestador de sus servicios, es el único que se encuentra legitimado para
exigir el pago de la actividad laboral por él desplegada en la
sustanciación de un proceso judicial, oportunidad en la cual, el
juzgador, de conformidad a lo prescrito por el art. 77 de la LA,
dispondrá su cancelación conforme a la iguala profesional suscrita entre
el cliente y el profesional, y en su defecto; es decir, ante la inexistencia
de convenio escrito, en base a la tasación impuesta en el arancel
vigente, toda vez que, en consonancia con lo dispuesto por el art. 46

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constitucional, toda forma lícita de trabajo, goza de especial protección
estatal y amerita en consecuencia, una justa retribución, situación que
no exime la labor jurídica desarrollada por un abogado.

Teniéndose definido entonces, que el ejercicio de la abogacía implica


una prestación de servicios jurídicos profesionales que deben ser
remunerados, y que una forma de obtener su pago se efectúa a través
de pacto entre jurista y cliente, que se denomina iguala profesional, y
que únicamente reata a su cumplimiento a quienes se someten a lo
estipulado en ella, como expresión de la voluntad de los suscritos de la
iguala, por lo que no puede pretenderse que, mediante un trámite de
calificación de costas, sea el contendiente perdidoso en la acción quien
honre el acuerdo asumido por aquellos, dado que la contratación del
servicio y el monto acordado por éste es ajeno.

En el caso de las acciones constitucionales, destinadas a la protección


de derechos fundamentales y garantías constitucionales, si bien se
reconoce el derecho del accionante, que ha demostrado la lesión de
aquellos, a percibir una compensación por los gastos que la activación
de justicia constitucional conlleva, ello no implica que la tasación
requerida deba atenderse en mérito a la iguala profesional suscrita
entre el profesional abogado y su cliente, pues conforme se tiene
descrito en el Fundamento Jurídico II.3 del presente fallo Constitucional
Plurinacional, esto desnaturalizaría la esencia de los mecanismos
extraordinarios de defensa, cuya finalidad se restringe a la protección y
restablecimiento de los derechos y garantías vulnerados.

Consiguientemente, cuando el beneficiado con la tutela constitucional


de los derechos fundamentales o garantías constitucionales acusados
de lesionados, exige en ejecución de una Sentencia Constitucional
Plurinacional, que el Juez o Tribunal de garantías califique las costas
procesales e incluya dentro de éstas los honorarios profesionales del
jurista que lo asistió en la tramitación de su demanda en base a la
iguala suscrita entre éstos la autoridad si bien se encuentra compelida a
considerar su pago, no podrá establecer conforme a los términos
pactados en el señalado documento, pues, se insiste, éste obedece a la
voluntad de las partes suscribientes y en su contenido es ajeno a los
intereses del perdidoso, lo que no implica que no puedan ser
comprendidos como gastos en los que incurrió el activante de la vía
constitucional, sino que, como tales, deberán ser tasados en el marco
de la razonabilidad, objetividad y sana crítica del administrador de
justicia que, efectuando una ponderación del trabajo desempeñado por
el jurista y lo relevante del problema jurídico que dio origen a la acción
constitucional, impondrá el pago de honorarios profesionales a cargo de
la parte perdidosa, teniendo como parámetro mínimo de su apreciación,
los montos establecidos en el arancel vigente al momento de la
interposición de la demanda.

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En aplicación de los argumentos previamente expuestos a la
impugnación formulada por Pedro Guzmán Gómez, objetando la
calificación de costas por honorarios profesionales, establecida
mediante Auto de 20 de marzo de 2018, por la que, el Juez de
garantías, aprobó la planilla de tasación de costas y liquidación,
elaborada por el Secretario del Juzgado a su cargo, únicamente
respecto al pago de honorarios profesionales reclamado por el
vencedor, en la suma de $us4 000.-, se arriba al convencimiento de que
la determinación asumida por el juzgador, no se ajusta a los parámetros
normativos y jurisprudenciales desarrollados por este Tribunal, toda vez
que, el Juez de garantías estableció que el monto a ser cubierto por la
parte perdidosa, dentro de la calificación de costas procesales respecto
a los honorarios profesionales, consistía única y exclusivamente en el
acordado en la iguala profesional presentada en ejecución de sentencia
por el accionante–vencedor, sin considerar que dicho documento, al
constituirse en un contrato entre partes, únicamente es exigible en su
cumplimiento en los términos en el descritos, por quienes lo
suscribieron, resultando en consecuencia ilógico, que un tercero ajeno a
su contenido, sea reatado a la observancia de sus estipulaciones,
menos aún, cuando lo pretendido busca, más allá del resarcimiento de
los gastos procesales que hubiera generado la activación y tramitación
del amparo constitucional, que el contrato de servicios profesionales
sea honrado por un tercero, que no intervino en la relación contractual
y tampoco fue beneficiado con los servicios prestados.

En el marco de estos razonamientos, corresponde a este Tribunal


revocar la decisión asumida por el Juez de garantías a través del Auto
de 20 de marzo de 2018, por cuanto, conforme se tiene establecido en
los Fundamentos Jurídicos que sustentan el presente fallo
constitucional, si bien resulta viable el resarcimiento de los gastos
efectuados por el accionante en la tramitación de la acción de defensa,
entre los cuales se contempla los honorarios profesionales del abogado
que le brindó asistencia técnica especializada, éstos no pueden ser
calificados en base a lo acordado en la iguala profesional suscrita entre
quien prestó sus servicios y quien se constituyó en cliente, sino que,
bajo los principios de razonabilidad, objetividad y sana crítica, deberán
ser tasados por el juzgador sobre la base mínima establecida en el
arancel del Colegio de Abogados, vigente al momento de plantearse la
demanda de acción de amparo constitucional; es decir, a enero de
2016, debiendo para ello, efectuarse una ponderación de la labor
jurídica efectuada por el abogado, atendiendo para ello, la naturaleza y
complejidad del tema; el resultado obtenido; la calidad, eficacia y
extensión del trabajo, así como la trascendencia jurídica, moral y
económica del asunto; parámetros que permitirán al administrador de
justicia constitucional, establecer el honorario profesional reclamado como
parte de las costas procesales de la acción tutelar.

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Finalmente, en cuanto al argumento sobre la inexistencia de dolo o
temeridad en la ejecución de los actos que dieron lugar a la acción de
amparo constitucional de cual emerge la SCP 0727/2016-S3, que a su
vez, provocó el presente trámite de calificación de daños y perjuicios y
regulación de honorarios profesionales, cabe recordar al impetrante que,
conforme estableció la referida Sentencia Constitucional Plurinacional,
incurrieron en medidas de hecho o lo que es lo mismo, el empleo
injustificado de la justicia por mano propia, al haber hecho uso de medios
de fuerza para lograr el desalojo del accionante para que les restituya la
habitación que ocupaba como arrendatario; situación que bajo ninguna
circunstancia puede ser admisible en un Estado constitucional de derecho;
consecuentemente, el alegato del desconocimiento de las leyes, no funda
razón suficiente para actuar al margen de las normas legales y
constitucionales y en irrespeto de los derechos de los demás.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en virtud de la jurisdicción y competencia


que le confiere la Constitución Política del Estado y el art. 16.II del Código
Procesal Constitucional, declara: HA LUGAR la impugnación planteada por Pedro
Guzmán Gómez; y en consecuencia, dispone REVOCAR el Auto de 20 de marzo
de 2018, debiendo el Juez Público Civil y Comercial, de Partido del Trabajo y
Seguridad Social y de Sentencia Penal Primero de Portachuelo del departamento
de Santa Cruz, constituido en Juez de garantías, dictar nueva resolución de
tasación de costas procesales por honorarios profesionales, en base a los
argumentos expuestos en el presente Auto Constitucional Plurinacional.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional


Plurinacional.

Gonzalo Miguel Hurtado Zamorano René Yván Espada Navía


MAGISTRADO MAGISTRADO

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