El proceso de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC ha tenido
avances significativos. Tres de los primeros seis puntos de la agenda de negociación
("Desarrollo Agrícola Global", "Participación Política", "Solución del Problema de las Drogas Ilícitas", "Terminación del Conflicto", "Implementación, Verificación y Aprobación") han sido resueltos y hay acuerdo entre las partes respecto de ellos. El amargo conflicto que sufre el país desde hace medio siglo podría terminar en unos años, aunque quedan grandes desafíos por superar. Sin duda, nos enfrentamos a acuerdos de paz defectuosos, lagunas en la verdad, lagunas en los procedimientos de justicia y reparación, y lagunas en las recompensas. Pero a pesar de sus muchas carencias, fue el mayor avance en la historia moderna de Colombia, sentando las bases para poner fin al conflicto armado y reducir la desigualdad en el país. El gobierno estatal ha rehabilitado exitosamente a aproximadamente 13,134 veteranos y ha desarrollado más de 1,000 proyectos productivos a lo largo del camino. Igualmente, importante es la formulación e implementación de 16 Planes de Desarrollo Orientado a la Comunidad (PDET) destinados a mejorar los aspectos económicos y sociales de las ciudades del interior de Colombia, hogar de cientos de miles de personas. Instituciones comerciales, infraestructura y ciudades de lujo débiles o inexistentes. Las condiciones ambientales para satisfacer las necesidades básicas siguen sin explorarse y el espectro del narcotráfico aún acecha. La pandemia ha puesto los acuerdos de paz en el centro de los debates políticos y ha resultado en el asesinato de líderes sociales, defensores de derechos humanos y ambientalistas en diferentes partes del mundo. En noviembre se cumplirán cuatro años desde que firmé en el Teatro Colón de Bogotá, y quizás encuentres que no puedes cambiar lo que dijo el piloto. Es más fácil ir al otro banco que volver. Por lo tanto, debemos continuar desarrollando políticas que promuevan el desarrollo rural y la participación efectiva de las comunidades más vulnerables. El impacto de la pandemia muestra un impacto significativo en las finanzas públicas, el crecimiento económico, el desempleo y la pobreza, y otras variables que conforman el éxito de Colombia. Esto conducirá a una situación en la que los acuerdos de paz dejarán de ser una prioridad. En mi opinión, este es un falso lujo que no nos podemos permitir. Es cierto que nos convertiremos en un país con una población creciente que vive en la pobreza y la desigualdad, pero no podemos permitir que los niveles de violencia del pasado vuelvan a aumentar. Por lo tanto, continuamos implementando PDET al sector privado, enfocándonos en impuestos y otras alternativas que puedan reactivar las economías de las regiones más vulnerables como el Pacífico, Amazonía, Orinoco y regiones fronterizas. En lugar de preocuparnos por la venganza, debemos priorizar la creación de oportunidades en las áreas más golpeadas por la guerra. La justicia transicional es un mecanismo para garantizar los derechos de las víctimas de violaciones del derecho humanitario en países en transición de períodos de conflicto y dictadura a la democracia. Esto significa por un lado el esclarecimiento de los crímenes cometidos durante el conflicto, por otro lado, el castigo de los responsables y, finalmente, la reparación material o simbólica de las víctimas. Este tipo de justicia se enmarca en un nuevo panorama jurídico en el que diversos organismos internacionales alientan el perdón y desalientan iniciativas de países que tienden a olvidar lo sucedido, surgiendo una serie de tensiones entre el deber y los ideales políticos de alcanzar la paz. Estas tensiones crean problemas muy complejos. Por ejemplo, si es el precio lo que debe percibirse para asegurar negociaciones exitosas, ¿es posible, deseable y flexible la justicia? ¿apoyo? El gobierno, con otros gobiernos, dialogó para justificar una serie de sanciones destinadas a proteger los intereses del acuerdo para poner fin al conflicto armado con la guerrilla, escuchamos un contraargumento contra el perdón sin castigo. En otras palabras, ¿los delitos tienen un precio? ¿Moralmente, podemos perdonar y olvidar delitos reprobables que no deberían existir en una sociedad democrática? ¿Cómo Chile o Sudáfrica? y si estos procesos tienden a estar profundamente fragmentados). En el caso de Colombia, todos conocen la división entre uno y otro. Reconocemos las mismas dificultades y los mismos peligros de polarización en todo lo relacionado con la remediación y la reconciliación. El primero de ellos, como hemos comentado, puede ser físico o simbólico: dinero, terrenos destinados por el Estado a indemnizar a las víctimas causadas, o espacio. Crear, Por ejemplo: monumentos, parques, museos, lo que él quiera... por el difunto. Tengo una pregunta. Si imaginas el mañana, ¿es memorable? ¿Qué necesitas recordar? "Memoria estructurada pero no escribible”. Construimos memorias a partir de experiencias, recuerdos e intereses específicos. Entonces, ¿cómo accedemos a los recuerdos que protegen a diferentes partes de la sociedad? Apoyar, visualizar y preservar la memoria de las víctimas en el marco del proceso de paz es claramente un dilema. ¿Pero qué víctima? La guerra tiene muchos tipos de víctimas y muchos aspectos. La guerra se recupera y algunas son batallas políticas. La firma del tratado de paz no significa el fin del conflicto, sino el inicio de una nueva etapa y nuevos desafíos para la sociedad colombiana. El tema del conflicto armado en Colombia y, por supuesto, el llamado tema del 'posconflicto' debe tener especial importancia en la Academia. Como centros de investigación y educación, las universidades pueden jugar un papel importante en todo lo relacionado con el proceso de guerra y paz. La razón principal es que tenemos una responsabilidad ética y académica, especialmente con nuestros estudiantes y la sociedad en general. El estudio de un erudito sobre la historia del conflicto cumple varias funciones. Por un lado, nos ayuda a entender problemas muy complejos. La investigación, por otro lado, tiene sus propias características, presentando versiones diferentes (ya veces conflictivas) del discurso oficial y la interpretación de las partes interesadas. La importancia de escuchar múltiples voces, no solo para comprender los orígenes, desarrollo y contexto del conflicto armado, sino también para diagnosticar, recomendar y proponer alternativas de solución a situaciones posteriores a un estallido repentino de conflicto., social y económicamente, es imperativo saber qué nos ayuda a innovar, este es un desafío particularmente importante para los académicos colombianos. www.elnuevosiglo.com.co/articulos/08-2020-la-pandemia-y-el-acuerdo-de-paz www.cienciassociales.uniandes.edu.co/sextante/el-proceso-de-paz-los-retos-para-la- sociedad-colombiana