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Texto Marco Teorico
Texto Marco Teorico
Los inicios del siglo XX no trajeron sólo la proliferación del interés por el arte,
trajeron el fortalecimiento de la industria y la tecnología, resultado de la Revolución
Industrial. Esos cambios dieron origen a transformaciones a nivel social, cultural,
económico y político e iniciaron una de las más poderosas reformas sociales, el
nacimiento de la cultura burguesa. Una cultura que gestó la revolución social y
política de la industrialización, del capitalismo, que se evidenció en innovaciones
esenciales para la ciencia y para el arte en todas sus expresiones.
Colombia no es la excepción. Desde finales del siglo XIX el país estaba pasando
por un auge artístico; ciudades como Bogotá y Medellín albergaban a los artistas
que se habían consagrado durante el siglo anterior y que le estaban facilitando las
herramientas a las nuevas generaciones.
Pintores y escultores de la escuela clásica se dedicaban a imprimir en sus obras la
majestuosidad que las élites del país querían reflejar. Efecto retratista que siguió
hasta las dos primeras décadas del siglo XX, en gran parte producto de las
influencias que tuvieron sobre esta fase artistas como Ricardo Bernal, Francisco
A. Cano, Epifanio Garay, Pantaleón Mendoza, Inés Acevedo y Blanca Sinisterra,
quienes desde las ultimas décadas del siglo XIX se dedicaron a llevar las riendas
del trabajo artístico en el país. Trabajo que se vio plasmado en la constitución de
las dos escuelas de Bellas Artes más importantes ubicadas en Medellín y Bogota;
que se caracterizaron por su tradición académica ligada al retratismo, el arte
religioso y el paisajismo.
Después del imperio retratista de las primeras décadas del siglo XX, heredado de
los artistas del siglo XIX, los años 30 acarrearon un grupo con gran espíritu
nacionalista penetrado por las tendencias mundiales que cada vez mas cobraban
forma y adquirían fondo dentro de los artistas del país. Entre algunos de ellos
resaltan Luis Alberto Acuña, Sergio Trujillo Margnenat, Carlos Correa, Gonzalo
Ariza, Ramón Barba, José Domingo Rodríguez, Gustavo Arcila Uribe, Rómulo
Rozo, Pedro Nel Gómez y Débora Arango. Estos artistas se dedicaron a técnicas y
temas que para ese momento eran casi inexplorados: murales, esculturas y óleos
con temas populares (mineros, barqueras y violencia) temas políticos y religiosos
(maternidades grotescas, caricaturas de personajes y escenas religiosas y
políticas).
Cada artista mostraba en su trabajo temas o eventos que eran parte de lo que en
ese momento estaba sucediendo. La crisis del 29 dejo un sin sabor frente al
capitalismo en algunos peldaños sociales colombianos que fueron evidenciados
en acontecimientos como la masacre de las bananeras y la entrada del
comunismo al país.
Este nuevo arte evidenció la necesidad que tenía el pueblo por conocer las
expresiones artísticas que lo representaban. Prioridad que se resaltó gracias a que
el Ministerio de Educación Nacional (MEN), resultado en 1930 de la
transformación del Ministerio de Instrucción y Salubridad Publicas, tenía especial
interés en la educación artística. Por esto se inauguró en 1931 el Primer Salón
Nacional de Artistas. Esa iniciativa ya había tenido en años anteriores algunos
antecedentes como la Exposición de la Fiesta de Instrucción Pública en 1904, la
Exposición Nacional de Pintura en 1918, la Exposición de Bellas Artes en 1922, la
Exposición Nacional de Bellas Artes en 1923 y el Salón de 1927, pero no habían
sido tan representativos, ni mucho menos intentaron atraer público fuera del
círculo de los artistas, como sí lo hizo el Salón de 1931.
“Dado que la armonía lo llena todo, dado que es el principio mismo de coherencia
del universo, este principio debería constituir la base de la educación, de modo
que nuestros jóvenes, al igual que los habitantes de una región sana, puedan
sacar provecho de todo y, sea cual fuere el lugar desde donde la emanación de
las obras bellas llegue hasta sus ojos y oídos, la reciban como una brisa que sopla
salud de tierras salubres y les gana imperceptiblemente desde su más temprana
infancia para la semejanza, el amor y la armonía con la verdadera belleza de la
razón” (Platón (427 - 347 a. C.)
La educación inicial
La educación que el niño recibe en sus primeros años de vida (0 a 6), esta dirigida
a una etapa muy importante para su desarrollo integral, ya que se influencian las
habilidades físicas y psicológicas, fomentando su creatividad, se le enseña a ser
autónomo y auténtico, estos aspectos sirven para abrirse en el mundo por sí solo.
Para ello, a lo largo de la historia, autores como Jean Piaget, Lev Vygotsky,
desarrollaron teorías psicológicas y pedagógicas que a lo largo de la historia ha
permitido entender cómo piensan los niños, cómo aprenden, cuál es su
razonamiento e inteligencia. La Educación Inicial es un derecho de todos los
niños; tienen derecho a recibir educación, y al tratar con sus pares, el aspecto de
la crianza aparece relacionado con la crianza de calidad que, aportando una
mirada pedagógica ayudará no solo al niño, sino también a su familia, a
comprender las necesidades físicas y psicológicas del infante. No debemos olvidar
que el compromiso del personal docente y de apoyo para cumplir con los
propósitos que se hayan planeado, es muy similar al de la familia, pero no la
reemplaza, sino que la complementa (MEN,2008).
Con la educación inicial se pretende garantizar un desarrollo integral para el niño,
y por ello se cuenta con un programa pedagógico y su operación compete a todos
los adultos que se relacionan y ejercen una influencia en los menores, pueden ser
sus familiares o personal especializado en educación. Se brinda en dos
modalidades: escolarizada y no escolarizada. La edad de los niños comprendida
es entre los 0 a los 6 años. Estas edades se dividen en dos ciclos: primer ciclo,
comprendido entre los 0 y 3 años; y un segundo ciclo, que va de los 3 y los 6 años
de edad. Estos aprenden la forma de comunicarse, jugar e interactuar con los
demás apropiadamente. Un maestro les ofrece una variedad de materiales que le
permite a los niños manipular y realizar actividades que les motiven a aprender los
diferentes lenguajes artísticos.
Esta actividad creadora se aprecia ya, con todo su rigor, en los primeros años de
la infancia, donde encontramos procesos creadores que se reflejan, sobre todo, en
sus juegos. Allí los niños demuestran ejemplos de la más auténtica y verdadera
creación. Al jugar reelaboran las experiencias vividas creativamente y,
combinándolas entre sí, edifican realidades nuevas acordes con sus aficiones y
necesidades. El afán que sienten de fantasear las cosas es reflejo de su actividad
imaginativa.
Para Vigotski, la creación literaria y el arte del teatro, en combinación con las
clases tecnológicas y los ejercicios artísticos, es lo más valioso de que dispone el
profesor para el intenso desarrollo de la imaginación de sus alumnos. (Lev Vigotski
(1896 - 1934)
Howard Gardner, para quien la habilidad artística se enfoca como una actividad de
la mente, sostiene que las facultades sensoriales y perceptivas de los niños se
desarrollan mucho más rápidamente durante la infancia temprana, pues la
agudeza perceptiva del niño de dos años es muy similar al de seis años e incluso
a la de una persona madura.
En la producción de las artes visuales, Gardner valora que las obras de los niños
pequeños son tan artísticas, tan imaginativas o tan características como las
realizadas por individuos adultos; y están quizá más emparentadas con las obras
de los artistas adultos de lo que lo están las obras de los niños un poco mayores,
cuya espontaneidad ha disminuido. Existen bastantes afinidades entre el niño
pequeño y el artista adulto. Ambos desean explorar libremente, ignorar las
fronteras y las clasificaciones existentes y trabajar durante horas sin necesidad de
recompensa o estimulación exterior en un proyecto que se apodera de ellos. En
cambio, los niños no piensan en sus obras de arte del mismo modo en que lo
hacen los adultos. Producen sin referencia al ámbito artístico y están al margen de
las presiones del campo artístico y de sus valoraciones, encontrándose distantes
de los procesos artísticos de su cultura.
Gardner y otros miembros del grupo Proyecto Cero crearon el programa “Arts
PROPEL”, cuyo objetivo es proponer situaciones ricas en las que los alumnos
puedan fácil y naturalmente trabajar entre diferentes formas de conocimiento
artístico centradas en torno a las artes visuales, la música y la escritura creativa.
Cuanto más fundamentados, ricos y significativos son los proyectos artísticos, más
eficaz será el aprendizaje y resultará más probable que los estudiantes lleguen a
apreciar su actividad.
Una técnica poderosa durante los años de escolarización es, que los niños se
vean involucrados en proyectos de envergadura y que puedan fundamentarse
directamente en las artes. A través de la participación en proyectos vinculantes,
los niños adquieren no sólo habilidades artísticas, sino también conocimiento de lo
que significa llevar una empresa significativa, con apoyo adecuado, pero no con
ayuda excesiva.
Gardner en su libro “Las cinco mentes del futuro”, manifiesta que la desaparición
de las artes en buena parte de los planes de estudio, puede acabar teniendo
consecuencias negativas no deseadas. En un futuro inmediato, aquellas
sociedades que saben nutrir y preservar la creatividad tienen una probabilidad de
prosperar mayor que aquellas otras que desalientan la creatividad, o que se
limitan a copiar aquello que auténticos innovadores ya han logrado y que sus
sucesores probablemente superarán en el futuro.