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Estas Cartografías de la palabra n os llevan a volver

a m irar una trama m ultid im ensional de p roblem á­ Cartografías


ticas que n o s hablan de tradiciones escolares,
m o d o s de hacer que se constituyen h istóricam e n ­
de la palabra
te, recortes curriculares y d ecisio ne s de m acropolí-
tica educativa, relaciones entre m ercado editorial
escolar y prácticas docentes, m arcos teóricos
ROSANA BOLLINI
vigentes y teorías desterradas del cam p o académ i­
co, prácticas de lectura, escritura y oralidad que VALERIA SARDI
atraviesan o so n atravesadas por escenarios y
sujetos d ive rsos y que pueden ser productivas a la
hora de repensar la e n se ñ an za de la lengua. C arto­
grafías de la e n se ñ an za de la gramática, cartogra­
fías de la lengua cotidiana y de la lengua literaria,
cartografías de la escritura, cartografías de la c o n s ­
trucción de la voz propia conform an este libro y
d iseñan una territorialidad posible en el m apa
com plejo de la e n se ñ an za de la lengua. Cartogra­
fías que im aginan atajos, callejones sin salida,
grietas, m uros, túneles, p asa d izo s y otros ca m in o s
posibles para repensar y reflexionar en torno a los
problem as de la e n se ñ an za de la lengua en la
contem poraneidad.

lcrj’<
docencia
Bollini, Rosana
Cartografías de la palabra : problemas de la enseñanza de
la lengua / Rosana Bollini y Valeria Sardi. - 1a ed. - Buenos
Aires: La Crujía, 2013. Sobre la colección
144 p.; 21x14 cm. - (Docencia)

ISBN 978-987-601-193-8 La colección "Docencia” se propone abrir un espacio


de diálogo y debate sobre la tarea de enseñar. Está princi­
1. Pedagogía. I. Sardi, Valeria
palmente dirigida a los/las docentes y a quienes se forman
C D D 370.15
para serlo. Cuenta con el aporte y la reflexión de pedago-
gos/as especialistas en distintas disciplinas y profesores/
as que abordarán un conjunto de temas -tanto pedagógi-
co-didácticos como teóricos-disciplinares— que hoy están
configurando un campo de discusión pedagógica relevante.

Cartografías de la palabra. Problemas de la enseñanza de la lengua


Tres series conforman el plan de la colección:
Valeria Sardi y Rosana Bollini
1a edición 1. ¿Qué pensamos sobre...? Aborda temáticas generales sobre
Directores de colección | Nora Graziano • Pablo Cifelli la tarea de educar y la problemática actual que atraviesa
la formación docente.
© La Crujía Ediciones
Tucumán 1999. CABA. Argentina
E-mail: editorial@lacrujialibros 2. ¿Qué hay de nuevo en...? Aporta temas y debates actua­
www.lacrujiaediciones.com.ar lizados en diferentes campos del saber.

ISBN 978-987-601-193-8
3. Del dicho al hecho... Propone estrategias didácticas y ex­
Primera Clase Impresores periencias para problematizar y enriquecer el día a día de'
California 1231. CABA.Argentina
la enseñanza.
Noviembre de 2013.1000 ejemplares.

© Valeria Sardi y Rosana Bollini Todas ellas conjugan un mismo propósito: propiciar un
© 2013 La Crujía Ediciones
espacio de reflexión crítica que potencie -desafiando el
* -J

Diseño de tapa | Melasa Diseño descreimiento y el dogm atism o- la practica cotidiana de¡¡
Diseño de colección - Diagramación | m&s enseñar.
Corrección | JimenaTimor
P ablo C ifelli y N ora G raziano

Hecho el depósito que marca la Ley 11*723 Directores


Impreso en Argentina / Prin ted in Argén tiñe ,

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copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial
o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la
reprografía y el tratamiento informático.
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 3

mas disponibles en la lengua, lo que abarca los registros y los


subcódigos, entre los que especifican el estilo emotivo o el estilo
figurado. Las huellas de la voz
La estilística de los enunciados desde Bajtín nos hace re­
parar en los rasgos de género y de expresividad como grados
propia
diversos, e inevitables, de ajenidad y apropiación, al mismo
VALERIA SARDI
tiempo que nos recuerda que los géneros literarios tienen como
uno de sus propósitos la creación de un estilo individual, que en
Bourdieu aparece con su valor de desvío de la norma, así como
un concepto diferenciado o diferenciable en modos de decir por La tarea de escribir y hacer escribir a otros en instancias edu­
sexo, clase y variedades como la forma poética. cativas es un desafío porque en ese hacer se busca que las y los
Para volver a un ejemplo de nuestros escritores, Cutí es un jóvenes y adultos con los que uno trabaja encuentren su propia
apelativo, borlango es un sustantivo y merelusear es un verbo voz, construyan una poética y puedan identificarse con sus tex­
con sentidos múltiples. Son form as que integran el habla de a l­ tos y hacerlos propios. Es decir, se trata de facilitar y promover
gunos personajes en las novelas de Cohén. prácticas de escritura en la que los sujetos construyan un espacio
Es un desafío, divertido además, describir los m ecanism os propio, una voz singular y personal, una trayectoria de palabras
por los que procede Cohén para crear palabras y producir senti­ y sonidos peculiar con la que se identifican y en la que se reco­
dos, aunque la gran mayoría se destila por el lado del juego. La nocen. Encontrar la propia voz en instituciones m arcadas por el
otra curiosidad quizás consista en que Cohén justam ente es un discurso normativo, el temor a la experimentación y la instaura­
escritor cuyo estilo se configura, o no puede ser descripto, d ig a ­ ción de formatos estereotipados y preestablecidos es un desafío
mos, sin todas estas partículas y form ulaciones sintácticas, de tanto para el estudiante cuanto para el profesor. Encontrar la
gran complejidad, en lugar de un tono neutro. propia voz en algunas profesiones donde la palabra se encuadra
En cualquier caso, el estilo es una tarea de construcción in­ en ciertas prácticas instituidas y romper el cerco de lo académico'v
dividual, no importa a partir de qué materiales trabaje o incluso puede ser también una peripecia audaz que necesita de un héroe
si procura un cuestionamiento a formas estereotipadas que p a ­ dispuesto a superar los obstáculos para dejar las arm aduras lin-f
recen o procuran indicar directamente una ausencia, al menos güísticas y dejarse llevar por el deseo de su propia subjetividad. ®
tal como puede entenderse en la literatura que es su ámbito más En este capítulo me interesa reflexionar sobre los modos
amplio de exploraciones. Si la intervención en los textos intenta apropiación de la palabra que escenifican sujetos en distintas*
que alcancen su mejor forma, una vez que el oído se ha templado instancias de aprendizaje y formación. Es decir, analizar cómo
en la literatura es difícil s a lu d e ahí. se da el proceso de construcción de la palabra propia a partir del
tratamiento, manipulación y el uso de la lengua, más allá de los
form atos pautados por las instituciones o los discursos sociales
y más acá de la propia voz y la subjetividad hecha palabra.
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4 el profesor se remitía solamente a explicar lo que el alumno luego 101
debía realizar por sí solo. Luego de pensar una y otra vez lo que
Escritura delegada Eloy me había dicho, decidí acceder a su pedido porque para mí
negarle la posibilidad de trabajar significaba excluirlo de la clase
Estación central, película del cineasta brasileño Walter S a ­ y lo que menos pretendía era eso.
lles, se inicia con la imagen de una mujer pidiéndole a alguien Una vez que comenzó a dictarme noté que no sólo se había en­
que está fuera de cuadro que le escriba una carta. Así, a lo largo tusiasmado con la consigna de escritura que le había propuesto,
de la película nos encontram os con una mujer que se ga n a la sino que también me sorprendí por el relato que me estaba dic­
vida escribiendo cartas a otros, haciendo uso de ese poder, en tando y las explicaciones que me daba acerca de la utilización de
algunos casos de manera abusiva y en otros dando la posibilidad los signos de puntuación.1
a que personas de distintas edades puedan tomar la palabra, dar
voz en un texto ajeno a su propia voz y su propia historia. Esas En este relato se da cita una práctica de acom pañam iento
historias de apropiación de la escritura a partir de la escritura al estudiante en el proceso de posibilitar la escritura, facilitar al
delegada, es decir, a partir de la escritura de otro, me traen a la sujeto la toma de la palabra, que implica el abandono del temor
memoria otra escena. a e scrib iry la búsqueda de la palabra propia. La decisión d i­
Recuerdo el relato de una profesora en formación, que e s­ dáctica de la profesora en form ación se emparentó, también,
ta ba realizando su residencia, en un aula de se cundaria en la con construir una imagen de profesor inscripta en una pedagogía
localidad de Berisso: diferenciada;2 es decir, un profesor que no piensa la enseñanza
como fabricación sino, más bien, trata de “hacer con” ese alumno
yo me disponía a continuar trabajando con una consigna de es­ en particular, que tiene sueño, se resiste a escribir, pero luego
critura a partir de la lectura del cuento "Noche terrible” de Ro­ deja de lado el miedo a su propia voz y se larga a la aventura de
berto Arlt. La ¡dea de esa clase consistía en terminar con aquella escribir a partir de la oralización de su escrito y la puesta en texto
consigna para luego hacer la puesta en común. Pero, antes de por parte de la profesora en formación. Esa práctica de escritura
ello, tuve que poner al tanto a Eloy sobre lo que habíamos visto acompañada, que posibilita la practicante, da la oportunidad a •
la clase anterior porque no había asistido. Por medio del guión Eloy de vencer, como la define Rosana Bollini,3*"la inestabilidad^
conjetural pude prever este tipo de cuestiones relacionadas con frente a la p alab ra”, es decir, el temor y la incertidumbre que
el ausentismo pero jamás esperé la propuesta que él me hizo: me genera escribir, poner e n ju e go los propios saberes, romper el+
acerqué a él, mientras los demás trabajaban, y le expliqué lo que
debía hacer y me respondió que no tenía muchas ganas de trabajar
1. Se trata de un incidente crítico escrito por la profesora en formación Gisél$
porque tenía mucho sueño. Sin embargo, seguí insistiendo hasta Mendes de Faisca, incluido en Dossier 2011 de la Cátedra de Didáctica de la
que me planteó que yo escribiera lo que él me iba a dictar y, así Lengua y la Literatura II, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación,
poder cumplir con la consigna. En ese momento de tensión, no Universidad Nacional de La Plata.
2. Meirieu, Ph., Frankestein educador, Barcelona, Laertes, 2009.
supe cómo reaccionar, no me esperaba algo así, y esto tiene que
3. Bollini, R., "Trazos para una poética de la escritura”, en Actas V Congreso
ver con la imagen de docente que yo tenía. Esta representación
Nacional de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Homenajea Maite Alvara-
del docente se remontaba a mi propia biografía escolar, en la que do, Buenos Aires, El Hacedor-Jorge Baudino Ediciones, 2007.
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4 Desterritorializar la lengua

cerco de la timidez para poder decir. £n ese hacer escribir, h a­ Leer el Martín Fierro ha form ado parte durante décadas de
bilitar la palabra propia, la profesora construye un marco en el la experiencia de escolarización de los estudiantes en nuestro
que Eloy puede empezar a desandar el camino de la resistencia país. Las prácticas de lectura en torno a este texto representa­
para incluirse en el camino de la apropiación. tivo de la literatura argentina van desde la selección de algunos
Por otro lado, en esta escena también observamos las m úl­ cantos, el reconocimiento de los versos octosílabos, el análisis
tiples dimensiones del conocimiento lingüístico y del mundo en del lenguaje gauchesco, la lectura política, hasta la escritura
torno a la escritura como práctica sociocultural. Las indicacio­ de payadas, la renarración oral y la reficcionalización de algún
nes e intervenciones de Eloy en torno a la puntuación, por ejem­ fragmento del texto. Se trata de una práctica de lectura literaria
plo, dan cuenta de un saber específico sobre la lengua que se que, aunque sea tangencialm ente por la lectura de los cuentos
pone en juego a partir de la escrituración de otro. De allí también de Borgess o la relectura de Fontanarrosa y su Inodoro Pereyra,
es interesante observar cómo la profesora en form ación inter­ está presente en la escuela argentina. La disp uta o el debate
viene didácticamente poniendo enjuego una concepción de e s­ que podemos reconocer en estas prácticas de abordaje literario
critura que se opone a la creencia social de que escribir es solo tan diversas es cuán fieles tenem os que ser a ese texto, para
usar el código escrito, y da lugar a otra práctica de escritura muchos “sagrad o” de la literatura argentina, o cuánto podemos
escolar como escribir oralmente, a través de la inscripción en el romper los límites de su universo ficcional para ap osta r otras
papel por parte de ella. Artimañas de un estudiante para escribir, interpretaciones y relecturas; cuánto debemos seguir la voz de
para aventurarse en un recorrido incierto como es la búsqueda la crítica literaria en torno al texto o cuánto transgredir esos
de la propia voz y de la palabra propia. Primer paso, tal vez, para límites y proponer otras lecturas, otras voces en diálogo con la
perder el miedo a la página en blanco, "un espacio 'propio1 [que] voz de Martín Fierro.
circunscribe un lugar de producción para el sujeto”;' en otras Hace unos años, en un CENS del barrio de San Telmo, donde
palabras, siguiendo a De Certeau, en ese territorio en blanco el los estudiantes venían de una práctica m em orística y fuerte^
sujeto tiene que construir, poner en obra, su propia voluntad y mente historiográfica para leer la literatura argentina como así
construir un texto a partir de la materialidad del lenguaje, fra g­ también de un encuadre estructuralista para la enseñanza de lav
mentos lingüísticos que se combinan de maneras inesperadas o lengua, me propuse correr el cerco y proponer otros m odos de
convencionales para llenar ese vacío y para dar lugar a un arte­ leer y escribir, intentando encontrar, descubrir o provocar o tras
facto fabricado por el propio sujeto. voces, las voces de esos estudiantes adultos que iban de los 2QJ
a los 65 años. Romper con las m atrices pedagógicas de reprpf.
ducción de las voces de otros para instaurar, paulatinamente,*
las voces de los estudiantes -trab ajad ore s de la construcción,
amas de casa, oficinistas, mecánicos, vendedores y empleadas 5

4. De Certeau, Michel, La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer, México,


Universidad Iberoamericano-Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de 5. Nos referimos a "El fin”, incluido en el volumen de cuentos Ficciones (1944),
Occidente, 2007, p. 148. y "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)”, incluido en ElAleph (1949).
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4 mi mano sentía el calor de la sangre, veia como se arrodillaba
delante mió. Levantó su cara y mirándome a los ojos me dijo Ahora
domésticas. Así, después de leer, discutir, comentar e interpretar eres igual que yo.
fragmentos del Martín Fierro, les propuse una consigna de escri­
tura para seguir trabajando con el texto: Texto 2:
Siete años estuve esperándolo... Largos siete años, que se convir­
Después de muchos años del hecho, el Negro le cuenta a un amigo tieron en un suspiro el día que lo tuve enfrente.
cómo fue la pelea con Fierro. Escribí la historia como si fueras él, No quise abandonar el pago, es más, lo esperé en la misma pulpe­
teniendo en cuenta lo que siente el narrador hacia Martín Fierro. ría de Recabarren. Sabía que regresaría.
Pasó mucho tiempo, pero recuerdo ese día como si fuese ayer...
La instancia de tener que simular ser otro, imaginar la situ a­ Le hablé con dulzura, agradeciéndole sin querer. Me replicó con
ción de ser el Negro y hablar por él produjo un interés inesperado voz áspera, disculpándose quizá sin querer.
y generó textos que dieron cuenta de distintas voces para contar Le eché en cara la espera, a lo cual me explicó que ese día no quiso
la historia del Negro y, de alguna manera, poner en escena la andar a las puñaladas frente a su hijo.
propia lengua, la voz propia entretejida con la voz narrativa del Bebió una caña, y emprendió con uno de sus consejos que en este
personaje literario. Veamos algunos textos: momento no recuerdo. - 0 no quiero recordar-.
Caía la tarde, salimos de la pulpería. Sentía cómo afloraba el odio,
Texto 1: tantos años contenido, me dolía la derrota en el contrapunto,
Ese día fue el tan esperado por mucho tiempo, por fin tenía al quería cobrármela. Murmuré acerca de ese dolor y él sabía muy
malevo que le había arrebatado la vida a mi hermano cuando se bien que me había dejado con la sangre en el ojo.
trabaron en un encuentro, y en mis venas la sangre hervía, estába­ Estábamos listos para comenzar, más no me pude contener y le
mos frente afrente sabia que él me iba a hacer pata ancha. pedí que pusiera todo su coraje y maña. Tenía en mente la imagen
£1 atardecer se refleja en las hojas de los facones listos para cru­ de mi hermano.
zarse en el pleito. La mirada fija en sus ojos quería anticipar algún Sé que algo le provoqué, su mirada y su cuerpo lo denotaban.
movimiento. En ese momento pensé que el pleito se ponía bravo, Me marcó la cara, reculé, perdí pié...pero finalmente le amagé a-
no me dio tiempo para atajarme. En ese momento, él mostró su la cara y lo ensarté en el vientre.
hilacha. Me quiso tempranear, tiró el chusazo, fue rápido y acortó Una extraña sensación de vacío me recorría; pero tenía paz. Limpié^
en mi cara, sentí algo caliente que corría por mi cuello. Le amagué el facón en el pasto y volví con lentitud a las casas.
con el poncho y largué el puntazo. Sentí que el facón entraba en
el costado izquierdo y un quejido se escuchó, levanté la mirada y Texto 3:
lo vi encorvándose con su mano apretándose su estomago. Tras­ Nunca me gustó hablar demasiado del tema porque no es algo de
tabilló dando unos pasos'fiacia atrás, en ese momento hice pata lo que me sienta orgulloso, pero espero que mi historia te sirva
ancha, el pleito estaba pa mi lado. tanto como me sirvió a mí vivirla.
Sin pensar le mandé el segundo, ese iba a nombre de mi hermano, En ese momento lo único que quería era que el asesino de mi her­
con furia y desgarrando su estómago, su sangre salia a chorros, mano pagara, y no medí las consecuencias de mi deseo.
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPITULO 4 operación clara de apropiación del texto de Hernández, utiliza 107
expresiones del lenguaje gauchesco y las mezcla con su propio
Una de las últimas cosas que me dijo fue que "el hombre no debe código lingüístico, en el que no faltan términos tumberos y del
derramar la sangre del hombre”, grandes palabras... lunfardo. Es decir, para crear la voz del Negro entrama diversas
Disculpó si me pierdo en mis recuerdos, ¿dónde estaba? Bueno, no variedades lingüísticas con su propio registro de lengua.
importa, nos cruzamos esa tarde; con la primer embestida perdí En el texto 2, el autor construye el relato desde la psicología
pie hice un par de amagues a su cara y le metí una puñalada di­ del personaje, cómo se sintió el Negro durante los siete años que
recto a su vientre, lo atravesé; inmediatamente después le metí estuvo esperando encontrarse con el asesino de su hermano y
otra del mismo modo. Fierro quedó tendido en el piso y ya nunca cómo vivió el enfrentamiento, no tanto desde cuál fue el daño
más se levantó. Fue en ese instante que me di cuenta que nunca físico que hizo a su contrincante, sino que más bien se centra en
volvería a ser el mismo porque mis manos se habían ensuciado con las sensaciones, sentimientos y vivencias del narrador con res­
la sangre de un hombre y no iba a alcanzar toda el agua del mundo pecto a su rival, la espera y el encuentro tan deseado. Para ello
para limpiarlas. Así, me fundí con el atardecer, uno muy parecido elige un tratam iento de la lengua donde predomina un lengua­
al de hoy y desaparecí... je llano, el uso de algunos refranes, la utilización del discurso
Quiero que guardes estas palabras en lo profundo de tu alma "el indirecto, pocos términos gauchescos y, fundamentalmente, la
hombre no debe derramar la sangre del hombre". presentación de una voz narrativa que habla sin am bages de lo
que sintió antes, durante y luego de la pelea.
Si observam os estos tres textos, podem os ver cóm o cada En el texto 3 hay una decisión de contar la historia del Negro
uno de los estudiantes pone enjuego, en su texto, su identidad desde una perspectiva moral y didactizante. El relato se articula
lingüística; es decir, cómo en el léxico están presentes términos como una voz que habla a un narratorio elidido pero presente de
del lenguaje tumbero, del lenguaje rural, mezclados con ap ro­ manera velada en el texto y donde el acento está puesto en la
piaciones de la cultura literaria, en este caso provenientes del enseñanza que adquirirá quien escucha y quien relata, de algún
texto de Hernández y el lenguaje gauchesco, como así también modo replicando la estructura del texto de Hernández. Incluso se
cierto registro popular de uso de refranes, modismos y giros lin­ atreve a citar fragmentos del texto cuando da cuenta del consejo
güísticos argentinos. que le dio Fierro y lo nombra. También se ocupa de narrar la pelea
En el texto 1, el autor se propone narrar el encuentro hacien­ detallando cómo fue, pero no para regodearse en ella sino para
do hincapié en los detalles del enfrentamiento y se regodea en reflexionar acerca de la muerte de un hombre a m anos de otro
la utilización de un lenguaje que acerque al lector a la instancia hombre. En este caso, el tratam iento de la lengua es coloquial,
de combate cuerpo a cuerpo. Para ello no hay ninguna situación sin términos gauchescos ni lunfardos. Se trata de construir una»
preliminar, sino que el narrador se mete de lleno en el relato de voz llana para que el oyente comprenda los hechos y aprenda de
la pelea introduciendo elementos morbosos - c a s i en el registro ellos.
de la crónica p o lic ia l- contó la sangre y los lugares del cuerpo Las decisiones retóricas, estilísticas y lingüísticas que cada
donde introdujo el facón. La descripción juega también con un estudiante elige para narrar su texto dan cuenta, de algún modo,
registro cinem atográfico que produce en el lector el efecto de de cómo cada escritor trata de poner voz al relato ficcional del
estar visualizando la pelea en un primer plano. Asimismo, en una Negro, de dar cuenta de su propia subjetividad en ese escrito, de
CARTOGRAFÍAS d e la PALABRA | CAPITULO 4 de los estudiantes, es política la decisión de cada escritor de 109
contar la historia del Negro en el cruce entre su lengua y la lengua
poner su punto de vista sin gulary personal en el texto, y de tejer de la cultura; también es política la articulación entre la historia
una lengua literaria que se cuece en la alquim ia de su propia del Negro y la ética del escritor para contar su relato desde una
lengua, la lectura del texto de Hernández, sus prácticas socio- perspectiva singular que da cuenta, por ejemplo, de las dimen­
culturales y su vida cotidiana. Las palabras que los estudiantes siones morales de la pelea como así también porque da la posibi­
escritores utilizan en sus escritos, de algún modo, pueden pen­ lidad al lector de "forjar los medios de otra conciencia y de otra
sarse en térm inos fou cau ltian os com o interpretaciones, como sensibilidad”. Esta dimensión política se vincula, también, con
modos de leer la literatura consagrada y reinventar sus sentidos "el carácter social de la enunciación” -o t r a característica de la
a la luz de sus propias miradas. literatura m enor-, por ejemplo en el uso del discurso indirecto,
M ás allá de este análisis, podem os coincidir en que los tres donde se busca instalar la dim ensión colectiva de la enuncia­
textos presentan algunas problemáticas con la textualización; es ción, ya que el discurso indirecto "e s la presencia de un enun­
decir, a veces la sintaxis se enrevesa, la norm ativa ortográfica ciado transm itido en el enunciado tra sm iso r” .7 Pero tam bién
y la puntuación huye del texto o se escapa hacia los territorios de esa dimensión social de la enunciación está dada en reconocer
la transgresión, la repetición de ciertas palabras no da cuenta que todo discurso directo siempre proviene de otros d iscursos
de un juego anafórico sino de un problema de sinonimia, entre o, como señalan estos autores, "e s como un rumor de donde ex­
otras, ¿y si pensáram os que esa particularidad deform ada es traigo mi nombre propio, el conjunto de voces concordantes o
el riesgo que debemos correr para dar lugar a la voz propia? ¿y no de donde saco mi voz”.8 0, como plantea Voloshinov, "to d a
si pensáram os que esas huellas tejen otras tram as de sentido palabra expresa a 'u n a persona’ en su relación con 'la otra’. En
posibles si las inscribim os como ejemplos de lo que Deleuze y la palabra me doy forma a mí mismo desde el punto de vista del
Guattari llaman "lite ratu ra m enor”, aquella que da cuenta de otro, al fin de cuentas desde el punto de vista de mi colectividad.
la escritura "p a ra encontrar su propio punto de subdesarrollo, La palabra es el puente construido entre el yo y el otro”.9 En este
su propia jerga, su propio tercer mundo, su propio desierto”? 6 sentido, la enunciación es colectiva porque es producto de una
Las características de la literatura menor, de algún modo, interacción social, de la relación entre el hablante y el interlo­
pueden atribuirse a los textos Acciónales que producen los e s­ cutor en un medio social determinado.
critores estudiantes citados anteriormente ya que, por un lado, Podríamos observar en los textos de los estudiantes el uso
apuestan a una "desterritorialización de la lengua”, es decir, de una lengua menor que busca darle variedad y crom atism o a
una lengua en la que se desfiguran las palabras, se m odifica el la lengua estándar, que desterritorializa la lengua mayor para
sentido de los términos, se apuesta a una sintaxis de ruptura y construir una lengua propia. De allí que Deleuze y Guattari explM
a una ortografía m inada en su norm ativa. Por otro lado, otra citan que ese uso de una lengua menor en esta literatura permite
característica de esta literatura menor es su dimensión política,
el vínculo entre lo ¡ndividucfíy lo político; en el caso de los textos 7. Deleuze, Gilíes y Guattari, Félix, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia,
Valencia, Pre-Textos, 1988, p. 89.
8. Ibídem.
6. Deleuze, Gilíes y Guattari, Félix, Kafka. Por una literatura menor, México, 9. Voloshinov, V. N., El marxismo y la filosofía del lenguaje, Madrid, Alianza,
Ediciones Era, 1983, p. 31. 1992, p. 121.
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4 El autor, cuando escribe, dialoga consigo mismo, genera un diá­ 111
logo interior que, (...) dibuja nuestro yo, nos define como sujetos.
"conquistar su propia lengua, es decir, alcanzar esa sobriedad en (...) solo una escritura de la privacidad hace posible la definición
el uso de la lengua mayor que les permite ponerla en estado de de un espacio privado, un espacio en el que el individuo se reco­
variación continua (...). Un autor menor es aquel que es extran­ noce e Identifica, en el que se sitúa frente a lo exterior y perfila los
jero en su propia lengua”.10 límites de su subjetividad.13
Escribimos, tal vez, con el deseo de conquistar una lengua
que dé cuenta de nuestra propia voz, una voz que exprese nues­ Escribir como modo de dialogar con uno mismo, de construir
tra subjetividad. Escribimos en una lengua extranjera, secreta, la propia voz, de dar forma material a las experiencias vividas,
singular o, como afirma Michel De Certeau, "en una lengua sin es, de algún modo, lo que un grupo de profesores de institutos
tierra y sin cuerpo, con todo el repertorio de un exilio fatal o de de form ación docente de todo el país llevó adelante en un pro­
un éxodo im posible”.11 y en esa lengua, cada escritor encuen­ yecto de docum entación de la form ación con noveles y que se
tra su propia voz y reinventa su propio yo. 0, una vez más, como constituyó en una colección titulada "Acom pañar los inicios en
plantean Deleuze y Guattari, podemos pensar que "escribir quizá la docencia”,14 en el que participé como coordinadora editorial y
sea (...) seleccionar las voces susurrantes, convocar las tribus me ocupé de la tarea de hacer escribir a los y las docentes invo­
y los idiomas secretos de los que extraigo algo que llamo yo”.12 lucrados en el proyecto editorial con el propósito de sistematizar
Encontrar, descubrir, construir o apresar la propia voz cuan­ las escrituras para acercar un panorama del nuevo rol profesio­
do se escribe es una tarea en la que estam os involucrados como nal de los docentes de institutos de formación. Se trataba de,
profesores que hacemos escribir a otros, que acompañamos a los a través de la narrativa, d esp le gar la experiencia edu cativa
estudiantes en esa travesía personal en busca de las huellas de dando cuenta de una continuidad entre quien n array quien lee,
la voz propia en un cosm os de voces ajenas como es la lengua y, quien vive la experiencia y quien se acerca a ella a través de la
por supuesto, la literatura. lectura. De este modo, "la narración (...) se constituye en una

Escribir la experiencia 13. Mandigorra Llavata, María Luz, M. L., "La configuración de la identidad'
privada: diarios y libros de memorias en la Baja Edad Media”, en Castillo
Una cita me lleva a la reflexión sobre la búsqueda de la voz Gómez, A. (coord.), La conquista del alfabeto. Escritura y clases populares,

propia en otras prácticas de escritura donde se escribe a partir Gljón-España, Ediciones Trea, 2002, p. 141. ,
14. Esta colección fue impulsada por la Lie. Beatriz Alen desde su lugar d|
de la necesidad de contar lo vivido, de textualizar la materia de
coordinadora del Proyecto de Acompañamiento a Docentes Noveles del Iris-
la vida cotidiana o los modos de hacer de un sujeto. Dice M aría tltuto Nacional de Formación Docente y financiada por la OEI. Estuvo confor­
Luz Mandigorra Llavata: mada por seis libros -Lo s inicios de la profesión, Los procesos de gestión en
el acompañamiento a docentes noveles, Iniciarse como docentes en escuelas
rurales, Un caso de la práctica: somos todos nuevos, Primeros pasos en es­
10. Deleuze, G. y Guattari, F., op. cít. (1988), p. 107. cuelas urbanas, Una experiencia piloto de trabajo en red en la formación de
11. De Certeau, Michel, op. cit. (2007), p. 163. form adores- escritos por formadores de institutos de formación docente
12. Deleuze, G. y Guattari, F., op. cit. (1988), p. 89. de todo el país.
CARTOGRAFÍAS DF LA PALABRA | CAPÍTULO 4 un texto narrativo.19 Asimismo, una narrativa que diera cuenta 113
de la propia voz, de las huellas subjetivas en la materialidad del
transform ación subjetiva de quien escribe como a sí también de texto, en la cadencia y el ritmo del escrito, en la selección léxica
quien lee”.15 y la estructura. Escribir un trayecto vital que es individual pero
La aventura de hacer escribir a otros una narrativa de sus también involucra a un colectivo. De allí que la práctica docente
prácticas, es decir, textualizar su experiencia biográfica y na- deviene m ateria textual y la escritura “es considerada mucho
rrativizar situaciones cotidianas escolares particulares que dan más que un mero instrumento de gestión, es un catalizador de la
cuenta del rol del acom pañante pero, también, de macroproce- experiencia vivida”.20
sos sociales, políticos, educativos e ideológicos, en un tipo de Ahora bien, ¿cóm o dar voz a esa experiencia? ¿Cóm o impri­
registro no académ ico, borrando las m arcas de la experticia y mir la propia subjetividad borrando la dim ensión ascética del
dándole un lugar privilegiado a la narración, supuso quebrar la discurso aca d é m ico ? ¿Cóm o construir un texto narrativo que
"burocratización de la escritura”;161
7es decir, prácticas de escri­ estructure o modele la experiencia?
tura mecanizadas, habituales en los ám bitos docentes, que se A partir de talleres de escritura con las y los autores, se trató
vinculan con "u n a burocratización de la vida escolar que neutrali­ de acom pañar el proceso de búsqueda de la impronta personal
za también la posibilidad de una producción magisterial creativa en cada texto, de encontrar un tono, un modo de decir la expe­
de la escritura".11También fue necesario romper la hegemonía del riencia. Así, trabajam os con la escritura de textos autob iográ­
discurso académico, que se escenifica en los ám bitos de form a­ ficos que dieran cuenta de sus primeros recuerdos escolares, de
ción y que parte del presupuesto piagetiano que plantea que el escenas vividas en las aulas y sus inicios en la docencia, como
conocimiento abstracto solo está presente en las form as lógico- modo de volver sobre su experiencia educativa y, a partir de allí,
m ate m áticas y se su ste n ta en la prim acía de los paradigm as poder re-presentar y re-conocer la experiencia de los noveles.
lingüísticos de raigambre comunicativa y cognitivista que se ins­ La escritura de la experiencia biográfica obligó a los autores a
tauran en los ám bitos educativos a partir de la década del 90.18 trabajar la dimensión narrativa y a jugar con la escritura dándole
Escribir para comunicar una experiencia vivida, representar un tono acaso poético y, de esta manera, alejarse de la buro­
cierto recorrido de la formación, interpretar esa travesía como cratización de la escritura. Así, por ejemplo, una de las autoras
modo de construir conocim ientos socialmente significativos en -L ilia n a P áez- narró sus "Recuerdos de mi escuela primaria”:21

15. Sardi, Valeria, “Escribir las prácticas: historia y experiencias”, ponen­


cia presentada en el II Congreso Internacional de Profesorado Principiante 19. Como señala Jerome Bruner, la etimología de "narrar" "nos advierte quq
e Inserción Profesional a la Docencia, organizado por el Instituto Nacional narrar deriva ya del narrare latino, ya degnarus, que es "aquel que sabe de urj
de Formación Docente, Ministerio de Educación, Buenos Aires, 2010, pp. 3-4. modo particular”; lo que nos hace pensar que relatar implica ya un modo de
16. Achilli, Elena, Escuela, fam iliay desigualdad social. Una antropología en conocer, ya un modo de narrar, en una mezcla inextricable”. Bruner, Jerome,
tiempos neoliberales, Rosario-Argentina, Laborde Editor, 2010, p. 194. La fábrica de contar historias. Derecho, literatura, vida, Buenos Aires, FCE,
17. Ibídem. 2003, p. 48.
18. Para profundizar sobre esta dicotomía en los ámbitos de formación, ver 20. Mandigorra Llavata, M. L., op. cit., pp. 137-138.
Sardi, Valeria, "Prácticas de escritura, narración e imaginación y su relación 21. Páez, L., "Recuerdos de mi escuela primaria”, en AA.VV. Iniciarse como
con la apropiación del conocimiento”, en Lulú Coquette, Año 3, n° 3, noviem­ docentes en escuelas rurales, Buenos Aires, Ministerio de Educación, 2009,
bre de 2005. pp. 69-71.
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4
para el futuro de cada uno de quienes éramos sus alumnos, y con 115
el tiempo me convertí en una maestra como ella. (...)

Cada vez que me acuerdo de mi entrañable señorita Ñata recorren


mi mente imágenes con sabor a risa, alegría, felicidad. Si bien no En estos fragmentos de su texto podemos observar cómo re­

fue mi maestra de primer grado, fue con la que compartí la mayor memorar la experiencia en la escuela y, en especial, el lugar de

parte de mi escuela primaria y la que recuerdo con mucho cariño. su maestra Ñata, la lleva a relatar su historia involucrando a los

Se distinguía del resto de las docentes no solo por sus virtudes de lectores y, a partir de su relato, reinventa su propia identidad

buena maestra-comprometida, esmerada, paciente-, sino, por a partir de la tom a de conciencia de su trayectoria biográfica.

sobre todas las cosas, porque fue una de las primeras personas La trama narrativa del relato nos lleva primero a la figura de su

que confió en que yo podría llegar a ser alguien en la vida. (...) m aestra y, a partir de allí, la autora nos acerca a la vida en un

A la escuela íbamos caminando porque no había otro modo de medio rural y, detalladamente, muestra las diferencias de clase

llegar, aunque hoy ya no me parece tan lejos, en ese entonces no en una com unidad en torno a un ingenio azucarero a partir de

pensábamos lo mismo, pues las calles eran de tierray en tiempos la descripción de su barrio y de los enclaves de los trabajadores

de lluvia se convertían en lodazales. y del patrón. Luego el relato vuelve a recuperar la imagen de la

61 frente de la escuela daba a un barrio pobre, el único de los ba­ maestra, su huella en su formación, que la llevó a ser maestra.

rrios aledaños que no pertenecían al ingenio azucarero del lugar, En este texto, Liliana relata en un registro íntimo y subjetivo sus

pero que dependían del ingenio como fuente de trabajo. Los lí­ primeras experiencias escolares y vitales; recuerda, rememora y

mites de este barrio y el perímetro de la escuela marcaban el co­ se proyecta en su escritura pero, a su vez, involucra al lector en

mienzo de los cañaverales, que era el paisaje rural típico de esta esas vivencias autobiográficas.

zona. Desde aquí y hacia la ruta nacional 38 se levantaban las Otro momento de la producción de los textos se dio en una

casas de propiedad del ingenio, destinada a vivienda del personal instancia de taller en el que trabajam os con la escritura de los

obrero. Las casas de los empleados y de personal jerárquico se eri­ primeros párrafos del libro. Les propuse que pensaran una im a­

gían en las cercanías de la administración del ingenio y, también, gen, una metáfora que diera cuenta de la experiencia de acom ­

muy cerca de la casa del propietario, protegida de las miradas pañam iento a los docentes noveles y que trataran de poner en

indiscretas por un grueso cerco de siempreverdes y rodeada de un palabras ese inicio, en un tono narrativo que invitara a seguir,

parque imponente. Un palacio de Versalles en pequeña escala. La leyendo. Así, el grupo de autoras de la provincia de La Rioja22

riqueza arquitectónica y paisajística estaba reservada a esta es­ eligió la imagen de la apertura, en este caso de abrir la puerta a

pecie de señor feudal y para el resto solo la pobreza. Lo único que una nueva experiencia:

escapaba a esta regla era la iglesia y el convento de las Hermanas


Carmelitas, ambos mantenidos por personal del ingenio. Mi barrio
estaba ubicado entre las casas del ingenio y la ruta nacional.
(...) Mi lugar y mi imagen de buena alumno lo había construido
gracias a la señorita Ñata. Llegué a ser la abanderada de la es­ 22. Riña Moraga, Gladys Mabel Ávila, Silvina Alejandra Rodríguez y Berta Juá­
cuela en séptimo grado. Ella, con su ejemplo y sus consejos logró rez conformaron el grupo de autoras del libro Un caso de la práctica: somos
que, poco a poco, pudiera hacer míos esos sueños que proyectaba todos nuevos, publicado por el Ministerio de Educación en 2009.
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4 Otro texto de estas autoras da cuenta de cómo fueron en­ 117
contrando y construyendo su propia voz para acercar la expe­
Cuando abrimos la puerta... riencia a los lectores. Una de las tareas era que describieran
Abrir una puerta es siempre un desafío, entraña algo de misterio, cómo era el barrio donde estaba la escuela, que pudieran contar

de descubrimiento, de ¡ncertidumbre, de asomarse a lo nuevo. qué particularidades tenía la creación de la Escuela N° 407 en
Cuando asumimos el desafío, de acompañar a docentes en sus pri­ el Barrio Alunai a partir de la descripción detallada del lugar.
meros desempeños laborales, intuimos que estábamos abriendo Veamos una primera versión de ese texto:
múltiples puertas. Abríamos la puerta, por ejemplo, a una nueva
función de la institución pues, como profesorado -además de la Visitar por primera vez la Escuela Na 407 significó todo un aconte­
misión fundacional de formar docentes- nos iniciábamos en el des­ cimiento para nosotras aun cuando como profesoras de práctica
cubrimiento de una tarea distinta, la de acompañar a los nuevos tuviéramos experiencia en recorrer los lugares más recónditos en
profesores en su inserción en las escuelas. También, abríamos la los que hubiese escuelas. Sin embargo, esta institución -reciente­
puerta a una forma diferente de desarrollo profesional, a una ins­ mente creada- tenía otros significados. A pesar de que contába­
tancia de crecimiento en la profesión que nos generaba incertidum­ mos con indicaciones precisas de cómo llegar, nos costó ubicarla;
bre pues involucraría no solo a los noveles sino también a quienes está enclavada muy cerca de la montaña y rodeada de vegetación
durante el desarrollo de la experiencia iríamos construyendo nuestro autóctona; un privilegio para quien pueda admirar el lugar.
perfil como acompañantes. Abríamos también la puerta, tal vez, a (...) Hablemos en principio de la escuela. Está ubicada en el Barrio
una respuesta para la pregunta que como formadores siempre y, Alunai que presenta diversos sectores, constituidos por asenta­
ahora, como acompañantes, nos interpelaba: ¿cómo se transforma mientos espontáneos con viviendas de condiciones precarias
uno en el docente reflexivo que demanda hoy la profesión? y otros con casas construidas por el Instituto de Vivienda de la
y, no ya en sentido figurado, sino de manera concreta abríamos provincia.
la puerta de la Escuela N° 407 del Barrio Alunai de nuestra ciudad Sus pobladores-la mayoría excluidos del modelo de desarrollo
-inserta en un contexto sociocultural que iríamos descubrien­ económico- se desempeñan en oficios, trabajos temporarios o
d o - para encontrarnos con un grupo de docentes noveles junto son beneficiarios de algún plan social. Evidencias deseos de su­
a quienes trabajaríamos por el término de un año. Sentíamos la peración buscando conseguir mejores condiciones de vida. Con
inquietud de asomarnos a lo nuevo. sus estrategias de lucha, sobre todo manifestaciones y cortes
de ruta, lograron proveer al barrio de agua corriente; también Iq
En este texto, las autoras expanden y develan los sentidos edificación y puesta en funcionamiento de la escuela fue resulta^
de la metáfora “abrir la puerta” para referirse a la experiencia de do de la fuerte presión de los vecinos. Convirtieron las dificulta^
acompañamiento a docentes noveles. Esa imagen la van decons­ des cotidianas en disparadores para la búsqueda de alternativas
truyendo hasta armar una constelación de sentidos posibles que (...)•
dé cuenta de la experienciá vivida, que acerque al lector cuáles
fueron sus pensamientos, sensaciones, vivencias al embarcarse A partir de esta primera versión, les pedimos a las autoras
en un proyecto inaugural en la formación docente. que trataran de describir más detalladam ente el lugar, que lo
acercaran al lector, que intentaran dar cuenta del espacio geo-
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4 En esta segunda versión, el texto nos invita a visualizar el 119
contexto geográfico de otro modo, a partir de la descripción
gráfico tal como ellas lo habían vivido para que el lector se im a­ detallada de la flora del lugar. Adem ás, nos acerca a sus po­
ginara el lugar como si lo estuviera viendo a medida que leyera el bladores no desde una mirada extranjera sino, más bien, dando
texto. Queríamos que encontraran otro modo de decir que diera cuenta de cómo transform aron las dificultades en logros para
cuenta de cuál había sido el impacto de esa primera visita. Vea­ la com unidad y cómo las autoras pudieron darle una impronta
mos la segunda versión: personal al texto a partir de trabajarlo desde una dimensión más
afectiva y cercana a su experiencia.
Visitar por primera vez la Escuela Na 407, con el objetivo de cono­ Veamos un fragm ento de otro texto, de una de las autoras
cer la institución y establecer contacto con los directivos, signifi­ del grupo, que tam bién relata la llegada por primera vez a la
có un acontecimiento importante para nosotras. Aun cuando como escuela:
profesoras de práctica teníamos experiencia en recorrer escuelas
de distintos barrios de la provincia, esta institución -reciente­ Cuando llegué al barrio me impactó el contraste entre el moderno
mente creada- poseía otros significados. edificio escolar y la fisonomía del lugar con calles de tierra, con
A pesar de que contábamos con indicaciones precisas de cómo irregularidades en su trazado, con casas de construcciones di­
llegar, nos costó ubicarla. Enclavada muy cerca de la montaña y versas. Al final de una calle pedregosa se levantaba una escuela
rodeada de jarilias, pichanas, tuscas, algarrobos y algunos car­ nueva, de estructura muy actual con una importante entrada y,
dones erguidos como custodios, apareció la escuela. como marco de fondo, un cerro imponente (...).24
Está ubicada en el Barrio Alunai constituido por diversos sectores:
unos integrados por asentamientos espontáneos con viviendas de En este fragm ento observam os cómo de manera concisa la
condiciones precarias y otros con casas construidas por el Institu­ autora nos acerca al lugar a partir de dar cuenta de detalles que
to de la Vivienda de la Provincia. hacen a la urbanización del barrio: las calles de tierra, la calle
Sus pobladores, en muchos casos excluidos del modelo de desa­ pedregosa, el contraste entre el edificio de la escuela y la a r­
rrollo económico, se desempeñan de manera independiente en quitectura del barrio y, asimismo, cómo en la narración se hace
diferentes oficios, en trabajos temporarios o son beneficiarios de hincapié en la impresión que tuvo la autora, esa primera mirada*
algún plan social. Con diversas estrategias de lucha -sobre todo del espacio donde se encuentra la escuela.
manifestaciones y cortes de ruta- lograron proveer al barrio de Tres versiones posibles para dar cuenta de la experiencia^
agua corriente. También la edificación y puesta en funcionamiento inaugural de conocer la escuela en la que iban a trabajar cor|j
de la escuela fue resultado de la fuerte presión de los vecinos que los noveles nos muestran cómo las autoras van buscando y en¥-
lograron transformar las dificultades cotidianas en impulsos para contrando su propia voz para relatar la experiencia del acom -4
la búsqueda de nuevas alternativas.” pañam iento a docentes noveles, a partir de un trabajo con la
m aterialidad de la palabra para darle form a a un texto que dé

23. Moraga, R; Ávila, G. M.; Rodríguez, S. A. y Juárez, B., op. cit., pp. 20-21. 24. Ibídem, p. 23.
CARTOGRAFÍAS D i LA PALABRA | CAPITULO 4
de las y los educadores so cia le s-,25ya que al escribir la memoria 121

el estudiante da cuenta de su propio recorrido de form ación y

cuenta de sus puntos de vista sobre la experiencia recorrida y la desarrollo profesional, de sus primeras prácticas profesionales

acerque al lector. y, a través de la escritura, reflexiona y tom a conciencia acerca

£1 ejercicio de b u scary encontrar los sonidos de la voz pro­ de su travesía biográfica, formativa y profesional. La escritura de

pia, ocultos en la lengua y el discurso pedagógico dominante, la memoria es una instancia de autoinvención y autoformación;

es encontrar los puntos de fuga de la lengua m ayoritaria para se tra ta de escribir para ir haciéndose a sí mismo, com o una

imprimirle a la propia escritura un sello personal que dé cuenta práctica cognoscitiva que promueve la m irada sobre la propia

del propio yo, de la subjetividad hecha palabra. Asimismo, el ha­ percepción y, a su vez, permite reflexionar, c u e stio n a ry com ­

llazgo de una voz propia puede pensarse como una operación de prender la experiencia.

subversión o rebeldía frente al discurso pedagógico hegemónico, De esta experiencia me interesa reflexionar en torno a cómo
las y los estudiantes trabajan sobre la construcción de una voz
ya que esa voz construye saberes teórico-pedagógicos a partir de
la narrativización de experiencias concretas de la práctica que propia, cuáles son las dificultades que se presentan, cómo en­

históricamente han sido silenciadas y marca el discurso con las tran en tensión las representaciones y experiencias de escritura

huellas de la subjetividad. que tienen con la propuesta de la escritura de la memoria y cómo


van encontrando su propio camino en esto de escribir la propia
memoria. En este sentido, es interesante analizar cómo en esta
instancia de la formación se plantea el desafío de que cada es­
Construir una voz propia
tudiante pueda tomar la palabra como autor, confíe en su propia
escritura, construya una voz singular a partir de la cual pueda
Descifrar cómo se construye la propia voz, interpretar los me­
construir un texto propio y que esa práctica se transform e en
canismos de esa operación subjetiva, leer el modo en que los suje­
una experiencia de apropiación de la palabra y de constitución
tos imprimen su huella personal a su escritura es, también, develar
de la propia identidad como educador social. 0, en palabras de
cómo los sujetos manipulan el lenguaje, cómo seleccionan ciertas
Roland Barthes, se trata de que la experiencia de la escritura de
palabras o las reemplazan por otras, eligen una construcción sin ­
la memoria produzca "nuevos sentidos, es decir fuerzas nuevas.
táctica determinada, una estructura textual o un registro más
lejos o más cerca de la coloquialidad; decisiones de autor que dan
cuenta de la escritura como un devenir donde el escritor busca ser
otro, encontrarse en la lengua para construir una lengua propia. 25. Desde agosto de 2009 coordino el Taller de Escritura y Memoria Profesion&l
Esa operación subjetiva con el lenguaje está presente en de lo carrera de Pedagogía y Educación Social en el Instituto de Tiempo Libr^y
otras escrituras, como el género de la memoria de la formación Recreación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí los estu­
diantes elaboran su memoria de formación y profesional, en la que dan cuenta
o memoria profesional, que es un dispositivo de form ación que
de sus primeras experiencias profesionales, el recorrido de la formación inicial
colabora y participa en la construcción de una identidad profe­
y construyen, a partir de la narrativización de sus trayectorias, conocimiento
sional -e n el caso de la experiencia sobre la que reflexiono aquí, específico sobre el campo disciplinar de pertenencia. Producto del trabajo
realizado con los estudiantes del taller durante el ciclo lectivo del año 2009
es el libro Con la cabeza en lospyes, publicado en 2011.
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4 y significantes en la búsqueda de encontrar la música, cadencia 123
o ritmo de la escritura propia.
apoderarse de las cosas de una manera nueva, socavar y cambiar Esta últim a frase me trae a la memoria un estudiante que
la subyugación de los sentidos”.26* cursó el taller en 2009, que fue encontrando su voz en los textos
£1 primer acercam iento es bucear en las experiencias y re­ a partir de poder poner en palabras las sensaciones que su expe­
presentaciones de la escritura que tienen los estudiantes: ¿e s ­ riencia le había dejado en el cuerpo y, a partir de allí, abandonar
criben?, ¿qué escriben?, ¿cuál es su relación con la escritura? Si su preocupación por el registro académico. Una de las experien­
escriben, ¿cuándo o con qué fin lo hacen? Los relatos dan cuenta cias que narró en su memoria fue un viaje a una localidad del
de vínculos diversos con la escritura, desde aquellos que escri­ conurbano bonaerense donde iba a coordinar un taller de murga
ben para canalizar sus angustias, pasando por la escritura como con otros talleristas que trabajaban para una m unicipalidad de
registro e interpretación de sus primeros desarrollos p rofesio­ la zona. En la primera versión del texto, Patricio se había pre­
nales a experiencias donde la relación con la escritura es más ocupado por contar, largamente, en un registro más académ i­
conflictiva, tensa, difícil por experiencias negativas en la for­ co, el origen de la murga, su conform ación histórica y el marco
mación o, también, una indiferencia o distancia respecto a qué conceptual desde el que trabajaban para, luego, de manera más
significa escribir o qué lugar tiene la escritura en sus vidas. En el acotada, dar cuenta de qué había pasado en el taller, qué sen­
taller se promueve la construcción de una relación productiva e saciones o vivencias había experimentado en el barrio. En esa
íntima con la escritura, no solo para poder realizar la memoria primera versión, cuando Patricio hacía referencia a cómo había
sino, fundam entalm ente, por la convicción de que la escritura sentido la experiencia, el lector podía vivenciar junto al narra­
tiene un valor formativo, facilita la objetivación de las prácticas dor cómo había sido la llegada del grupo al barrio y los cam bios
y permite la revisión, discusión, reformulación y cuestionamiento que se iban produciendo en él. A partir de este trabajo con la
de la experiencia. lengua, trabajé con Patricio para que insistiera con ese tono,
En este camino de encontrar o construir una voz propia suele que era ese discurrir narrativo el que nos acercaba al barrio y a
surgir una tensión que, como señalábam os en el apartado ante­ la experiencia.
rior, es la tendencia a usar un registro academ icista plagado de En la segunda versión del texto y definitiva, Patricio se animó
citas de autoridad y citas textuales que da cuenta de las restric­ a soltar la palabra y a imprimirle a su texto ese matiz singular
ciones -respecto a los modos de decir del conocimiento teórico que estaba vinculado con las horas y días que, como operador
en la formación in icia l- de un discurso académico hegemónico. de calle, pasaba en los barrios y que le permitía aprehender la
En este sentido, y para acom pañar el proceso de escritura y de experiencia desde una mirada cercana, desposeída de prejuicios
tom a de la palabra, se trabaja con la búsqueda de un registro y preconceptos:
más narrativo, tal vez con ciertos matices poéticos; es decir, un
registro más literaturizado que academicista. 0 bien, se trata de
poder soltar la palabra, descentrarla, jugar con sus significados
"V

26. Barthes, Roland, Variaciones sobre la literatura, Buenos Aires, Paidós,


2003, p. 42.
| CAPÍTULO 4
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA
sin necesidad de historizar o enmarcar teóricamente el concepto 125
de murga y, de esta manera, encuentra su propia voz, su propia
Con el ritmo en la sangre27
poética, que le imprime una marca subjetiva singular a su me­

Salíamos de la Municipalidad de Lomas de Zamora dos veces por moria.

semana. Siempre era la misma camioneta y el mismo chofer el En esta búsqueda de la voz propia en la escritura, una d i­

que nos conducía a los barrios. Lo que siempre cambiaba era lo que mensión interesante para analizar es cómo, a veces, la presencia

acontecía en las barriadas. del registro oral en la escritura puede dar cuenta de una poética,

Según como planificábamos el día se hacía el recorrido. Entrá­ de una marca personal en la enunciación que construye un d is­

bamos a un barrio y la gente reconocía la camioneta y sabía que curso propio, una voz propia. Recuerdo a un estudiante, Matías,

llegábamos nosotros. Los pibes salían a nuestro paso, se acerca­ que cursó el taller en el año 2011, cuya escritura estaba marcada

ban, sacaban sus instrumentos, nos saludaban, era su manera de fuertemente por el registro coloquial -c o n matices de una jerga

recibirnos, de demostrar que éramos bienvenidos. b a rria l- y que ante la propuesta de revisar ciertas zonas de su
texto en las que se incluían expresiones coloquiales o giros lin­
(...)
Era verano y las tardes hacían sentir el calor. Entre el chaperío y güísticos populares, atendiendo a una posible publicación de la

la tierra daba la sensación de que se elevara la temperatura en el memoria, defendió la inclusión de térm inos como "p artid o s al

barrio en unos cuantos grados más. (...) medio”, “estos pibes”, “no te van a perdonar que seas un cagón

£1 desafío en los talleres era armar un centro murga desde cero. en territorio ajeno lavando culpas pequeño burguesas” porque

La mayor dificultad era animarse a exponerse frente a sus com­ dijo que usar esas palabras era “su forma genuino de escribir” y

pañeros, amigos y vecinos. Esto provocaba mucho nerviosismo y que no encontraba “el sentido de forzar [su ] estilo de escritu­

se percibía en el ambiente, como se percibe con todos los senti­ ra” como habitualmente le pedían en la mayoría de las materias

dos el carnaval. Porque en las calles, en noches de febrero, cuando teóricas. La decisión férrea de este estudiante de no modificar su

el corso irrumpe en los barrios, transforma la realidad. Viste de texto, de no borrar las marcas de la oralidad, da cuenta de reco­

seda de colores los adoquines, empapa de lentejuelas las plazas nocer que en esas palabras estaba la singularidad de su poética,

que hasta al barrendero más astuto engañan, al agazaparse en en ese modo de decir la experiencia se hallaba su subjetividad

las grietas de las baldosas y se eternizan hasta la próxima luna hecha palabra, su voz propia. De allí que coincidimos con Rosana

de carnaval. El carnaval inunda con sus colores y sus olores, la Bollini cuando dice que “un texto surge de una determinada poé­

parrilla desbordada de chorizos jugosos tientan hasta al vecino tica que lo ha hecho realizarse, adem ás de que pueda contener

más inapetente. (...) una propia”,28*por lo que podemos pensar que el uso de ciertqg
marcas de subjetividad como el uso del registro coloquial y oríjl

De esa manera, Patricio da cuenta del carnaval en el barrio puede estar dando cuenta de una voz propia, un recorte singular

y la significación que la murga tiene para los vecinos del lugar de la palabra para decir su discurso, y habilitar esa palabra im-

27. Para leerlo completo, ver Villani, Patricio, “Recordar del latín re-cordis, 28. Bollini, Rosana, "Trazos para una poética de la escritura”, en Actas V Con­
volver a pasar por el corazón”, en Kurlat, S. y otros. Con la cabeza en los Pyes, greso Nacional de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Homenaje a Maite
Buenos Aires, Instituto de Tiempo Libre y Recreación, 2011, pp. 37-39. Alvarado, Buenos Aires, El Hacedor-Jorge Baudino Ediciones, p. 71.
CARTOGRAFIAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4
a la vez lo escrito y lo hablado”, como señala Josette Rey-Debo- 127
ve.30 Asimismo, desde la incorporación de las nuevas tecnologías
a la vida cotidiana y su presencia en las prácticas de lectura y
plica reconocer la existencia de un sujeto que escribe desde su
escritura habituales, se pueden observar cam bios en los modos
propia identidad lingüística, desde su propia lengua.
de escrituración y la aparición del "h ab laescritu ra” (parlécrit)
Sin embargo, en general, ese cruce o pasaje entre oralidad y
-té rm in o acu ñ a d o por A. M. Jeay en su libro Las m ensajerías
escritura, y escritura y oralidad, se vive -d e sd e el discurso peda­
electrónicas (1 9 9 1 )-; es decir, se da una hibridación entre la
g ó g ic o - como una falencia o algo a corregir. Existe una creencia
oralidad y la escritura, “a mitad de camino entre lo oral y lo es­
entre los docentes que postula que la naturaleza de la lengua
crito (...) un abandono de las form as de escritura clá sica s”31 y
es escrita y, más allá del discurso pedagógico que sostiene la
la aparición de nuevas formas de textualización que dan cuenta
im portancia de la oralidad en la form ación de los estudiantes,
de otros m odos de apropiación y circulación de lo escrito y lo
prácticamente se borra la existencia de lo oral en las prácticas
oral. En este sentido, Anne Marie Chartier señala la invención de
concretas. De allí que se tome lo escrito como norma lingüística
nuevas escrituras que evolucionan “con la rapidez de las len­
y, en el caso de la oralidad, se recomiende un uso normalizado de
guas orales mientras que lo escrito, al fijar las formas gráficas,
lo oral que remite, nuevamente, a lo escrito. Asimismo, este jue­
am inoraba la evolución de los idiom as”; además, plantea que
go de espejos se hace evidente en el discurso docente de que los
estos cam bios repercuten "en los escritos comunes: estilo elíp­
alumnos escriben como hablan, dando cuenta de una mirada pe­
tico, simplificación de la sintaxis, brevedad en lo producido, ra­
yorativa hacia sus variedades lingüísticas y desconociendo que
pidez necesaria en las interacciones y, en consecuencia, en las
en las m arcas de oralidad en la escritura puede estar presente
reacciones”.32 De allí que sea necesario, como docentes, romper,
la enunciación de la propia voz, de su identidad lingüística, más
ciertas cristalizaciones teórico-prácticas en torno a lo oral y lo
allá de que no se encuadre en la lengua escolar que espera el
maestro o profesora o en el "lenguaje dom inguero”.29 escrito, y atender a otras dimensiones cuando hablamos de ora­

Estas creencias no dan cuenta de los hallazgos de la inves­ lidad y escritura/escritura y oralidad.

tigación en el área que niega la existencia de una sintaxis de lo En esa urdimbre de palabras y discurso es donde el sujeto

oral y otra de lo escrito, o la existencia de un léxico diversificado construye su voz propia, su subjetividad hecha letra, su propio

que constituiría distintos niveles de lengua como, por ejemplo, yo. Encontrar la voz propia es encontrar la propia lengua, esos

culto-fam iliar, correcto-incorrecto; más bien, se discuten estas sonidos que construyen una musicalidad singular donde el sujetó

oposiciones porque se considera que se puede hablar de pasajes se reconoce.

entre la oralidad y la escritura y la escritura y la oralidad, de Tal vez se trate, como señalan Deleuze y Guattari, de q ie

"lenguaje 'e la b o ra d o ’ y un lenguaje relajado, en lo escrito y lo cada sujeto pueda encontrar "la lengua menor, dialecto o n^üs

oral; (...) se puede hablar incluso de un continuum que atraviesa


30. Rey-Debove, Josette, "£n busca de la distinción oral-escrito”, en Catach,

29. Con este término, Blanche-Benveniste se refiere a un lenguaje utilizado Nina (comp.), Hacia una teoría de la lengua escrita, Barcelona, Gedisa, 1996,

por los usuarios de la lengua que es considerado especial, prestigioso, que p. 106.

se usa en ocasiones especiales. Ver Blanche-Benveniste, C., “La escritura del 31. Chartier, Anne Marie y Hébrard, Jean, La lectura de un siglo a otro, Barce­

lenguaje dominguero”, en Ferreiro, £. y Gómez Palacio, M. (comp.), Nuevas lona, Gedisa, 2002, p. 167.
perspectivas sobre los procesos de lecturay escritura, México, Siglo XXI, 1986. 32. Ibídem, p. 197.
CARTOGRAFÍAS DE LA PALABRA | CAPÍTULO 4

bien idiolecto, a partir del cual convertirá en menor su propia


lengua mayor. (...) Conquistar la lengua mayor para trazar en
ella lenguas menores todavía desconocidas. Utilizar la lengua Epílogo
menor para hacer huir la lengua m ayor”.!¡ Es decir, en esa b ú s­
queda de la lengua menor cad a sujeto podrá ir m oldeando o ROSANA BOLLINI
imprimiendo su huella personal, su marca subjetiva, sus señas
particulares que le permitan construir textualidades donde re­
conocerse.
Para ello quizá haya que pensar la práctica de escritura en
las diversas instancias e ducativas como un proceso donde se
Pienso en zonas por afuera de las cartografías, los mapas, los
trata de acom pañar al que escribe en esa búsqueda de la propia
papeles, las hojas de los libros, en las velocidades que intervi­
voz, aunque signifique romper con matrices pedagógicas insti­
nieron, en los sucesos que nos dejaron pequeñas iluminaciones.
tuidas. Acaso se trate de abandonar los mandatos homogeneiza-
Tiene que haber algo de aventura participando, creo, para que
dores para dar lugar a la pluralidad de la palabra y abandonar la
una experiencia se mantenga. Las que destacam os como núcleos
mirada desde el déficit y la carencia. Siempre hay una voz propia
o principios de atención vienen también del afecto, de las em o­
que quiere ser oída y reconocida.
ciones, de personas que han intervenido en ellas.
Las páginas actuales convierten en presente momentos d i­
versos de nuestras vidas y se hicieron en el medio de otros, de
lo que continúa; y entre ellos la propia invitación de Valeria fue
una novedad. Quizás un acontecimiento permanece si contiene
algo no previsto, otras intenciones en la mirada, si se mueve sin
necesidad de ciertas categorías.
Valeria me propuso escribir sobre cuestiones en las que uno
trabaja durante años, se replantea, experimenta, y ponerlas en
un texto es dejar que se impongan algunos instantes, episodios?,
crear una velocidad conveniente para que no pasen de largó)
Desafío, estímulo, podría poner estas palabras para definir su
»
propuesta para com unicar de mi parte más unas intensidades
que quedan de la lengua, la literatura, en lo que se alcanza a
crear dentro de las clases y después, afuera, para que todo eso
ingrese a un espacio de charla.

33. Deleuze, Gilíes y Guattarí, Félix, op. cit. (1988), p. 107.

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