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| Capitulo 18 DE LOS DERECHOS DE LOS SOBERANOS POR INSTITUCION Qué eclactodée / Se dice que un Estado ha sido instituido, cuando ati so tuna multitud de hombres establece un convenio entre Baado, todos y cada uno de sus miembros, segin el cual se eda aun hombre 0 a una asamblea de hombres, por mayoria, el de- recho de personificar a todos, es decir, de representardos. Cada indi- viduo de esa multitud, tanto el que haya votado a favor, como el que haya votado en contra, autorizard todas las acciones y juicios de ese hombre o asamblea de hombres, igual que si se tratara de los suyos propios, a fin de vivie pacificamente en comunidad, y de encontrar proteccién contra otros hombres. i De esta institucién del Estado se derivan todos los derechos y facultades de aquél o aquéllos 2 quienes les ¢s conferido el poder soberano por consentimiento del ueblo: pe Primero, puesto que se ha establecido el convenio, ‘ainbier” debe entenderse que éste no contradice ningiin pacto Trosorkad anterior al que los sabditos deben seguir estando obli- i gados. En consecuencia, los que ya han instituido wn Estado, y han convenido tomar como propios los juicios y las accio- nes de una sola persona, no pueden, sin su permiso, establecer legal- mente tn pacto nuevo entre ellos mismos comprometiéndose a pres- 1. Los sibdits no 46 Levitin Ww tar obedienia a oto soberano en ninguna cosa, Por lo tanto oe que estén sujetos a un monarca no pueden abolir Ia monarquia sin su aprobaciGn y volver a la confusién propia de una multitud desunidas, tampoco pueden transferir la persona de su representante a otra per- sona 0 a otra asamblea de hombres, pues estén obligados, mediante un convenio establecido entre todos y cada uno de ellos, a conside- rarse propietarios y autores de todo aquello que hace el que ya es su soberano, y de todo lo que a éste le parezca oportuno hacer. De tal manera que cuando algdn hombre disienta de lo conwenido, babrén de romper el pacto que han hecho con él, pues disentir es injusticia, ‘También, todos y cada uno han dado la soberania a quien representa su persona, Por lo tanto, si lo deponen, estin quitindole algo que es suyo, y es0 también es inyusticie. Ademas, si quien intenta deponer a su soberano es matado o castigado por éste por causa de dicho in tento, él seré el autor de su propio castigo, ya que por vierud de la institucién del Estado debe considerarsele como autor de todo lo que haga el soberano; y como es injusticia el que un hombre haga alguna cosa por la que pueda ser castigado por su propia autoridad, sera tam- bién, por definicién, injusto. Y como algunos hombres han preten- dido, por desobediencia a su soberano, establecer un nuevo pacto, no con ottos hombres, sino con Dios, diremos que también eso ¢s injustos pues no hay pacto con Dios como no sea a través de alguien {que representa la persona de Dios, cosa que sélo puede hacer el Iu- garteniente de Dios, que poste la soberania bajo Dios. Pero este pre- tendido pacto con Dios es una mentira tan evidente, incluso en las conciencias de quienes Io pretenden, que no sdlo constituye un acto inj, sino que revela también una vil inhumana disposicién, En segundo lugar, como el derecho de representar 2, El poder la persona de todos es dado a quien los hombres hax soberana no cen su soberano, mediante un pacto establecido entre Pwéde enayenarse ellos mismos, y'n0 entre el soberano y algunos de ellos, no puede $ haber quebrantamiento de convenio por parte del soberano; y, en consecuencia, ninguno de sus stibditos puede librarse de estar sujeto a él, alegando alin infringimiento de contrato por su parte. Que quien es nombrado soberano no ha hecho de antemano ningiin pacto con sus stbditos, es evidente. De lo contrario, tendria que haberlo hecho con toda la multitud, tomada como una de las partes del con- venio, o pactando con cada uno de los individuos en particular. Es- tablecer un convenio con la totalidad de Ta multitud considerando a ésta como una de las partes del acuerdo, es imposible, pues la mul- titud no es una persona; y si establece convenios particulares con cuantos hombres haya, ¢s0s convenios quedarin anulados una vez ‘que adquiera la soberania, pues cualquier acto que pueda ser alegado por uno cualquiera de ellos como infraccion del convenio, sera un 48 ‘Thomas Hobbes acto tanto de sf mismo como de los demés, ya que estaré hecho en fa persona y por el derecho de cada uno de ellos en particular. Ade- Ins, si uno o varios de ellos alegan que ha habido un infringimiento del pacto hecho por el soberano cuando éste fue instituido, y otros 1 otro de sus sibditos, 0 él mismo solamente, alega que no hubo se Imejante infringimiento, no hay entonees juez que pueda decidir la controversia; y, por tanto, la decisién tendré que ser dejada nueva- ‘mente alas armas, y todos los hombres recobiarsn el derecho de pro- tegerse a s{ mismos usando de su propia fuerza, contrariamente al de~ signio que los habfa llevado 2 establecer la institucion. Es, por tanto, ‘un empeito vano querer conceder la soberania segiin un tipo de pac to como el precedente. La opinién de que todo monarca recibe su po- der mediante un pacto, és decir, bajo condicion, procede de una falta de entendimiento de esta simple verdad: que los pactos, como no son git cosa qu mera palabras yexlaconts de alento, no tenen mis fuerza para obligar, contener o proteger a ningin hombre, quc la que les da ls expada que empuna el poder publica es deci Is foerta que rroviene de la libertad de accidn de ese hombre o asamblea de hom- Eres en cuyas manos etd la soberana ycuyonsctos Wenen el apoyo de todos los sibditos, y son realizados sirviéndose de la fuerza de to- dos y cada uno de ellos, unidos en la persona del soberano. Y cuan- do se hace soberana a una asamblea de hombres, tampoco imagina nadie que un pacto as{ haya pasado ala institucion, Pues no hay hom- bre que sea tan estipido como para decir, por ejemplo, que el Puc- blo de Roma hizo con los subdivos romance, para extent Ia be. ania, un pacto bajo tales 0 cuales condiciones que, de no cumplirse, daria’a los stibditos romanos el derecho de deponer al Pucblo Ro- mano *!, Que los hombres no vean la raz6n de que suceda lo mismo tanto en una monarquia como en un gobierno popular, procede de Ja ambicion de algunos que dan mayor aprobaeién a un gobierno por asamblea, con la esperanza de participar en ella, que a un gobierno monarquico, dado que no hay esperanza de que éste lo disfruten 2. Ningin En tercer lugar, como la mayoria ha proclamado >ombre puede, in un soberano mediante voto con el que va unida su incr en aprobacién, quien haya disentido deberé conformarse Protas contr tg 600 la voluntad del resto, es decir, deberd avenirse a aceptar todas las acciones que realice el soberano, si no quiere ser destruido por la mayoria, Pues si entré voluntariamente en la congregacién de quienes se reu- nicron para establecer el pacto, tacitamente dio su con- fnuttncion def Los érminos«Puchlo Romano» «Puchlo de Roma, wilizades aq por Hob- bss cos nme Cobo Rota ae moni a esa con ls sighs SPQR, fee de Senate Popnse Romana, es Sees Sonal J Pacis Romans ta Leviatin 49 sentimiento para teconocer Ja voluntad de la mayoria, Por tanto, si rehiisa cooperar con lo establecido, o protesta contra algo de lo que la mayoria ha decretado, esti actuando contrariamente alo acordado, injustamente. Y tanto si formé parte de la congregacién, de votantes, como si nos ya se le consultase o no, deberi some- terse a los decretos de los congregados. De lo contrario, seré aban- donado a su situacién natural de guerra, como estaba antes, y po- deg ser destruido por cualquier hombre sin que éste incurra en i justicia. Fn cuaro lugar, como en virtd de esta institu 4a ines cidn, cada sibdito es autor de todas las aeciones y jui- erana no cios del soberano instituido, de ello se seguird que praden ser, ox nada de Jo que éste haga podra constituir injuria para yo teweader ninguno de sus sibditos. Tampoco debers ser acusa~ do de injusticia por ninguno de ellos. Pues quien hace una cosa con autorizaci6n de otro, no causa injuria a quien le dio autoridad para actuar, Asi, por virtud de esta institucién de un Estado, cada indi duo en particular es autor de todo lo que el soberano hace; y, por tanto, quien se qucia de haber sido injuriado por ws soberano, eta ‘quejindose de algo de lo que él mismo es autor y, en consecuencia, no deberia acusar a nadie mas que a si mismo; y no podria acusarse 2 si mismo de haber sido vitima de injuria, ya que autoinjuriarse es imposible. Es cierto que quienes tienen poder soberano pueden co~ meter iniquidad, pero no injusticia 0 injuria, en el sentido mas pro- pio de estas palabras. En quinto lugar, y como consecuencia de lo que 5, Nada de lo que is dese ingin hombre que tenga poder grb ne erano puede con justicia ser matado por sus stibdi- ser 105, o castigado por ellos en ningiin modo. Pues visto “*tt0porel que cada sibdito es el autor de las acciones de su so berano, estaria castigando a otro por causa de actos que ha realizado l mismo. i como la Poaaedlde esta institucién del Estado: es la paz y defensa de todos, quienquiera que tenga de- recho a procurar ese fin, lo tendré también de procu- rar los medios, Pertenece al derecho de cualquier hom- bre o asamblea que tenga la soberania el juzgar cudles han de ser los medios de alcanzar la paz y de procurat la defensa, asi como el tomar las medidas necesarias para que esa paz y esa defensa no sean perturbadas, y el hacer todo lo que crea pertinente para ga- rantirar fa paz y la seguridad, tanto en lo referente a medias pres ventivas que eviten la discordia entre los subditos y la hostilidad que pueda venir del exterior, como para recuperar esa paz y esa seguri- dad cuando se hayan perdido. Y, por lo tanto, 6. El soberano juee de lo que es ecesario pars le pax defensa de Sus sui. 150 ‘Thomas Hobbes jes de ud En sexto lugar, va anejo a Ia soberania el ser juez etrina deben de qué opiniones y doctrinas desvian de la paz, y de cuales son las que conducen a ella y, en consecuencia, l ser jucz también de en qué ocasiones, hasta dénde y con respecto a qué debe confiarse en Jos hombres cuando éstos hablan a las mul. titudes, y quién habré de examinar las doctrinas de todos los libros antes de que éstos se publiquen. Pues las acciones de los hombres pro- ceden de sus opiniones, y en el buen gobierno de las opiniones ra- dica el buen gobierno de los actos de fos hombres para la consecu- ci6n de su paz y concordia. Y aunque en materia de doctrina no hay que fijarse en otra cosa que no sea su verdad, no repugna hacer de 'a paz el criterio para descubrir lo que es verdadero. Pues una doc. tina que sea contraria a la paz, no puede ser mas verdadera quc una az y una concordia que fuesen contra la ley de naturaleza. Es cierto que en un Estado donde, por negligencia 0 torpeza de los que lo go Bierman y de los maestros, se diftunden falas doctinas de una mane- ra general, las verdades contrarias pueden resultar generalmente ofen sivas. Sin embargo, la més brusca y violenta irrupeién de una nueva verdad jamas puede quebrantar la paz, sino solo, a veces, reavivar la guerra. Pues esos hombres que se hallan gobernados de una manera ‘an descuidada, que se atreven a tomar las armas para defender o in troducir una idea, de hecho estaban ya en guerra; no estaban en una situaciéa de paz, sino sélo en una césacion de hostilidades por tener miedo unos de otros, pero vivian constantemente en una situacién be- licosa. Por tanto, pertencce a quien ostenta el poder soberano ser juez, © constituir a quienes juzgan las opiniones y doctrinas. Es esto algo necesario para la paz, al objeto de prevenir asi la discordia y a ‘guerra civil. 7. El derecho de En séptimo lugar, va anejo a la soberania el poder sisblecer rela: absolto de preseribir las reglas por las que los home mediante la, bres sepan cules Son Tos bienes que Peden disfrutar edn hacer" ¥ qué acciones pueden realizar sin ser molestados por Minos ode’ _ninguno de sus o-siditon.¥ ext te lo ose le hn sombre logue es bres llaman propiedad. Pues antes de que {uese cons. 00, de tal modo tiruido el poder soberano, segin ha quedado ya di- Fiotte ede” cho, todos los hombres tenfan derecho a todas lus co. ‘quitérlo sx _sa8, Jo cual, necesariamente, era causa de guerra, Por comerer tanto, siendo esta propiedad necesaria para la paz, y Injunici, dependiendo del poder soberano, es el acto de dicho poder para lograr la paz piiblica. Estas reglas de la propiedad, del meum y ei tuum y de lo bueno y lo malo, lo legal y lo ilegal en las acciones de los stibditos, son lo que constituye ls leyes civiles, es de- cir, las leyes de cada Estado en particular, si bien el nombre de De- recho Civil esta ahora restringido a las antiguas leyes de la ciudad de Leviatin 151 Roma, la cual, como era la cabeza de gran parte del mundo, fueron sus leyes, en aquel tiempo, las que se adoptaron en esas partes como. Derecho Civil. En octavo lugar, va anejo ala soberania el derecho 8. A dl cambitn de judicatura, es decir, el de oir y decidir todas las con- Pertenece of ‘ otis ie teoversias que puedan surgir en lo referente al Dere-—_,,ferbode cho Civil o'2 Ia ley natura, oa los hechos, Pucosia —7adetonty fe una decisién en la controversia, no hay proteccién de “controversias, tn subdito contra las anyurias de otro; las leyesrelaivas al mrenon al auxm son en vano, y a todo hombre le queda, como conseeuencit de su apetito natural y necesario de autoconservacion, el derecho de rotegerse a si mismo usando de su fuerza, lo cual constituye una si- {uaa de guerra y es algo contrario al fin para el cual el Pecado es instituide En noveno lugar, va anejo a la soberania el dere- 9 ¥ el de hacer la cho de hacer la guerra y la paz con otras naciones y _werra yla paz, Estados, es decir, el derecho de juzgar cuando esa de- 8H Me perce cision va en beneficio del bien piiblico y cuantas tro- ie pas deben reunirse, armarse y pagarse para ese fin, y cudnto dinero debe recaudarse de los sibditos para sufragar los gastos consiguien- tes. Pues el poder de que dependen los pueblos para defenderse son sus ejércitos, y el vigor de un ejército est en la union de sus fuerzas bajo un mando, el cual corresponde al soberano instituido, pues el mando de las militia, cuando no hay otra instituci6n, hace soberano a quien lo posee. Y, por tanto, quien es nombrado general de un ejér cito tendré siempre por encima de él a un generalisimo, que es el que tiene el poder soberano. En décimo lugar, va anejo a la soberania el dere- 10.¥ ede cho de escoger a todos los consejeros, ministros, ma- coger 4 todos las gistrados y oficiales, tanto en tiempo de paz como en sconsejeros y ‘tempo de guerra. Pues como el soberano esti a cargo pan pan tanto de lograr como iiltimo fin la paz y la delensa, se cr ‘pac como de tiende que distruta del poder de usar todos los medios ger que considere oportunos para su propésito En undécimo lugar, al soberano le corresponde el Velde poder de premiar con riquezas u honor, y de castigar Promiar y eastigar ; de castgar Par peso con penas corporales o pecuniaras, 9 con ignomitia, mde ane a todo sibdite suyo, dé swedienoe E ley'que haya — pyar ne sido previamemte establecidas y sino se ha hecho nin simo) sepa fe guna ley, actuara como le parezca més conveniente parce, Para dar 2 los hombres un incentivo que los haga servir al Estado, 0 ara disuadirlos de que daiien al mismo. Por iiltimo, considerando qué valor es el que los BY dde hombres suelea naturalmente darse asf sismes, que Honore 132 ‘Thomas Hobbes jerarguias respeto buscan de los demas, y euin poco valoran a Jos otros hombres, lo cual es origen de continua emulacion, de he chas y antagonismos que en diltimo término llevan a la guerra, a la dlestrvcciom mua y ala mesma de su podet contra un Coe ‘mii, es necesario que haya leyes de honor y un ctiterio publico por el que pueda valorarse a los hombres que hayan servido o puedan ser- vir bien al Estado. Y debe haber en manos de alguien el poder de eje~ ccutar esas leyes. Pero ya se ha mostrado antes que, no sélo toda la militia 0 fuerzas armadas del Estado, sino también Ia judicatura de toda controversia, van anejas a la soberania. Pertenece, pues, al son berano la misiGn de dar tulos honorficosy determinar qué orden le jerare lignidad tendré cada hombre, y qué sefiales de respeto habran de intercambiarse en reuniones publica 9 priadas ays dvechor on Estos son los derechos que constituyen la esencia indivistes de la soberanfa y que son sigaos por los que un hom- bre puede distinguir en qué otro hombre o asamblea reside el poder soberano. Estos derechos son incomunicables e inseparables. Hl po- der de acufiar moneda, el de disponer de la propiedad y de las per- sonas herederas que no han alcanzado la mayorta de edad, el de te. ner la primera opcién de compra en el negocio y el de poscer todas has demas prerrogativas estatutarias pueden ser transferidos por el s0- berano sin que éste renuncie al poder de proteger a sus sibditos. Pero si transfiere el poder sobre la militia, estar reteniendo en vano el de le diets, por falta de fuerza que obligue «que ls eyes se cum plan; y si renuncia al poder de recaudar dinero, la militia seré enton- ces algo vanos y si renuncia a tener control sobre las doctrinas, Jos hombres se alzarén en rebelisn por miedo a los espiritus. Asi, cuan- do consideramos cualquiera de los derechos mencionados, vemos que glposeer todos lo dems no tend efecto alguno en la eonseracin de la paz y la justicia, que es precisamente ef fin para cl que los Es- tados son insttuidosY ésa es la divs 2 a que se alude cuando se dice que sn reino dividido en si mismo no puede permanecer; pues armenos que una division asi haya precedile a dion eae, Ges, citos opuestos no podria nunca darse. Si no hubiese habido primero la opinién, extendida por la mayor parte de Inglaterra, de que estos pederes estban divididos ente el rey, y los lores, y Ia Camara de los Comune, ef pueblo no hubira gad nunca a divide ya caer en la presente guerra civil, primero entre los que discrepaban en po- lica iy despags entre los que dsentian scares dela bored de 2 gi6n. Y esto ha servido para instruir a la gente en este punto del de- Fecho soberano, hasta tal extremo que poeos son ahora‘en Inglaterra los que no ven ‘que esos derechos son inseparables, y asi habrin de ser reconocidos de una manera general cuando legus fa pronama po, cade paz; y asi continuaran reconociéndolo hasta que olviden sus su- Te ee Levitin 133 frimientos, y no por més tiempo, a ienos que el vulgo sea mejor ins truido de lo que ha sido hasta ahora. Y como éstos son derechos esenciales ¢ insepara- no pueden ser bles, de ello se sigue necesariamente que, aunque pa unferidessn rerea que se transierealguno decllosulizando ales yam wie © cuales palabras, si el mismo poder soberano no ha presemente sido cedido en términos expresos, y el nombre de so- berano no ha sido dado por los concesionarios a aquel que efectué Ja concesi6n, tal cesi6n sera mula. Pues cuando el soberano ha dado todo lo que puede, si le devolvemos la soberania, todo le seré res- taurado como algo inseparable de ella. Como esta gran autoridad ca indivisible y estd in- poder yet separablemente unida ala soberania, hay poco funda- ‘bong de os mento para la opinién de quienes dicen que los reyes 4, wlio ¢ soberanos, aunque sean singulis majores, es decit, de «fees ante ‘mayor poder que cada uno de sus sibdites, son, sin “707 ‘embargo, universis minores, esto es, de menor poder que todos los subdites tomados en conjunto. Pues si por todos en conjunto quieren decir el cuerpo colectivo cama una persona, entonces todos en con junto y cada uno son expresiones que significan lo mismo, y tal modo de hablar resultaré absurdo, Pero si por todos en conjunto quieren de- cir que se trata de todos como una persona, persona que est repre sentada por el soberano, entonces ef poder de todos en conjunto es el mismo que el poder del soberano, y tambign en este caso fesuleaea absurda esa manera de hablar, cosa de lz que se dan buena cuenta cuando la soberania radica en una asamblea del pueblo, pero que no ven cuando se tata de un monarca, a pesar de que el poder de s0- berania es el mismo, quienesquiers gue’ sean los que lo posecn. ¥ lo mismo que con el poder, sucede tambien que el honor del Soberano debe ser mayor que el de cualquiera de sus sibditos, © que e! de todas ellos tomados en conjunto, Porgue en la soberania co Ja fuente del honor. Las dignidades de ford, conde, duque y principe son ereaciones suyas. Asi como en presencia del amo los servos ser iguales y sin honor alguno, asi también ocurre con los sibditos en presencia del soberano. Y aunque algunos brllen mas y otros menos cuando estin fuera de su vista, en su presencia no brillan mas que las estrellas en presencia del so Alguno pudiera aqui objetar que Ja condicién de El poder soberao los subditos es sobremanera miserable, puesto que es- 70 ft davon tan sometidos alos deseos y a otras pasiones irrega- “Ma eutncia lares de aquél o de aquellos que tienen en sas manos “Samant! aff? un poder tan ilimitado. Y, por lo comiin, quienes vi- todo demo ster ven bajo un monarea piensan que es éste un defecto doe itor de la monarquia, y quicnes viven bajo un régimen de dispuestos a 154 ‘Thomas Hobbes | Sikigemat_democraci bajo cusluir ono tipo de siblea so. menor, berana, atribuyen toda decrveniets, aesa forma de Bobierno, Sin embargo, toda modalidad de poder esti lo suficien, temente perleccionads coma, bara proteger a los sabditos, es le nan. Frasgh Auienes se quejan no reparan en que el ecco aca hombre no puede nunca estar libre de incomodidaden y gue sats mayor que Pueda acaecer a Ja seneralidad del pueblo bajo cualquier sistema de gobierno es insignificante si se la compara eos ke miserias y Fes que acon in gue ve ball as eyes, y donde falta un poder coercitiva que les ate lan que ne les permita exer en is rapidiay en Ia vengancy ‘Tampoco com. sideran que la mayor presién que ejereen loc gobernantes soberanes Se prosede de su papi plrcr nid bene ae oben de hacer dato ode oon 3 sus stbditos, en cuyo vigor radiea mre poate I Fuerza y ta gloria de lasoberania, Mey ‘contrario, esa Bresion proviene de la obstinacion de loc sabi ‘que, al contribuir de mala gana a su propia defensa, hacen gue hey necesario a los gobernantes sacar de ellos todo lo que pueden of tiempo de paz, para tlos para resistr al enemigo 0 para ganar ven cnc al. Todos los «2 hombres, por naturaleza, estin protinies do notables lentes de au- unlquic wena st pasiones y su amor propio, a aves de ls cay Gualquier pequefo pago les parece sobremeners Bravos0; pero estin {lsprovists de esas otras lentes antcipadorse cee 5, las lentes de {a moral y de la ciencia civil, que les promot distinguir desde le- jos la miserias que los esperan y que no pode, cevitarse sin esas ‘ontribuciones.

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