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PARTE II.

Tema 3.

COMPARA LOS IMPERIOS TERRITORIALES DE CARLOS I Y EL DE FELIPE II,


Y EXPLICA LOS DIFERENTES PROBLEMAS QUE ACARREARON.

Carlos I era hijo de Felipe de Habsburgo y de Juana I de Castilla. La muerte de su padre y la


incapacidad de su madre dejaron en sus manos una combinación de reinos y territorios que le
convirtieron en el monarca más poderoso de su tiempo. A la muerte de Fernando el Católico en 1516,
Carlos I ocupó el trono de la Monarquía Hispana. Poco después, en 1519, falleció su abuelo, el
emperador Maximiliano, y Carlos fue elegido por unanimidad emperador con el nombre de Carlos V de
Alemania.

Con Carlos I de España y V de Alemania comenzó la dinastía de la casa de Austria o de


Habsburgo, que reinó hasta 1700. Su herencia era inmensa. Heredó por parte de Maximiliano I de
Habsburgo los territorios patrimoniales de Austria y los derechos al título de emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico; por parte de María de Borgoña los Países Bajos, el Franco Condado y
Luxemburgo; por parte de Isabel la Católica la Corona de Castilla (con las recientes conquistas de
Navarra y las Islas Canarias), plazas del norte de África y las posesiones americanas y por parte de
Fernando el Católico, la Corona de Aragón, Nápoles, Cerdeña y Sicilia.

CARLOS I (1516-1556)

Carlos I heredó el título de emperador en unas circunstancias sumamente difíciles. Se acababa


de producir la rebelión religiosa y política de los protestantes en Europa central, Francia aspiraba al
dominio de Italia y en el Mediterráneo aparecía cada vez más amenazadora la expansión del Imperio
turco. Carlos I entendió que tenía una gran misión histórica: el mantenimiento de una monarquía
universal y cristiana dirigida por un doble poder: el espiritual, que concernía al papado, y el terrenal,
que correspondía al emperador. Desde esta perspectiva se explican los principales problemas de su
reinado: el enfrentamiento con Francia y con los turcos, y la lucha contra la expansión del
protestantismo. Para defender su idea de Imperio, el monarca se vio envuelto en continuas guerras, y
prestó más atención a su función como emperador que como rey español.

Su política exterior tuvo las siguientes zonas de conflicto:

1. Francia. El rey Francisco I se convirtió en un gran rival. En 1516, Francia ocupó el Milanesado,
pero en 1525 fue derrotada en la batalla de Pavía. La alianza de Francia con el papa Clemente VII
provocó el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V (1527).

2. Imperio otomano. Era una gran potencia en el Mediterráneo oriental desde la ocupación, en 1453, de
Constantinopla (Estambul). La expansión otomana por los Balcanes era una amenaza para las
posesiones imperiales. Además, su presencia en el Mediterráneo ponía en peligro las rutas comerciales y
las posesiones norteafricanas de Castilla. Para dominarlos, Carlos I lanzó con éxito un ataque contra
Túnez (1535), pero fracasó en la conquista de Argel (1541).

3. Alemania/Protestantes. La ruptura de la unidad católica, como consecuencia de la reforma religiosa


denominada protestante, fue el principal problema de la monarquía de Carlos I. Martín Lutero había
pedido la reforma de la Iglesia en las 95 tesis, donde criticaba algunas de sus prácticas. Para hacer frente
al problema se convocó la Dieta de Worms (1521), que presidió el emperador y en la que se pidió a
Lutero su retractación, pero este se negó. Al poco tiempo, el protestantismo fue adoptado por diversos
príncipes alemanes y en Flandes.

Carlos I, como defensor de la Iglesia, se enfrentó al protestantismo en dos ámbitos: el religioso y el


político-militar. En el primero, intentó pactar en varias ocasiones con los protestantes y promovió el
Concilio de Trento como instrumento para acercar posturas entre el papado y los protestantes. En el
segundo, logrando la derrota de la Liga de Esmalcalda (liga de príncipes protestantes alemanes para
defender sus privilegios y luchar contra Carlos V) en la batalla de Mülhberg (1547), pero no acabó con
el problema. No fueron soluciones definitivas en ninguno de los dos campos. En el religioso, porque
ambas posturas se radicalizaron. En el militar, porque Francia acudió en auxilio de los príncipes
luteranos.

Al final de su reinado, Carlos I tuvo que reconocer el fracaso de su idea imperial firmando la Paz de
Augsburgo (1555) en la que los protestantes consiguieron que cada príncipe pudiera elegir la religión
de sus Estados. Supone, por tanto, la consagración jurídica de la escisión religiosa. Carlos I finalmente
abdicó en su hijo, Felipe II.

FELIPE II (1556-1598)

En 1556, el emperador abdicó en su hijo Felipe II, a quien cedió la Corona y todos sus territorios,
salvo los dominios del archiducado de Austria y los derechos al título imperial, cedidos a su hermano
Fernando. A pesar de no heredar el título de emperador, Felipe reinó sobre un inmenso imperio.

A diferencia de su padre, Felipe II (1556-1598) fue un monarca dedicado a las cuestiones de su


reino. Él, personalmente, resolvía todos los asuntos con el auxilio de sus secretarios. Sus viajes fueron
escasos, no abandonó prácticamente nunca la Península y estableció la capital en Madrid en 1561. La
política exterior de Felipe II mantuvo las líneas de acción heredadas de su padre: la defensa del
catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía en Europa. Debido a ello, mantuvo la política y los
enemigos en Europa de su padre Carlos I:

1. Francia. Los intentos de Francia por cuestionar el dominio español en Italia provocaron nuevos
enfrentamientos. Las tropas de Felipe II salieron victoriosas en San Quintín (1557). Esta victoria
convirtió a Felipe II en el árbitro de la política francesa hasta finales de siglo.

2. Imperio otomano. El poderío de los turcos era cada vez mayor. Esta amenaza provocó la
reacción cristiana con la formación de la Liga Santa, una coalición militar formada por la monarquía
hispánica, Venecia y el Papado. Esta liga tuvo una gran victoria cristiana en la batalla de Lepanto
(1571), asestando un fuerte golpe a la supremacía turca en el Mediterráneo.

3. Países Bajos. La guerra en los Países Bajos fue el mayor problema de Felipe II. Se originó por el
descontento ante los fuertes impuestos, por el surgimiento de un sentimiento nacionalista y por el
conflicto religioso, al extenderse el calvinismo en la zona norte. En 1566 estalló una rebelión contra la
que Felipe II envió a los tercios con sus mejores generales, como el duque de Alba, ejerciendo una dura
represión. En 1580, el sur de los Países Bajos, católico, aceptó la obediencia al rey, pero el norte, las
futuras Provincias Unidas, mayoritariamente calvinistas, continuaron la lucha por la independencia.

4. Portugal. Felipe II hereda el reino de Portugal a la muerte del rey portugués enarbolando sus
derechos dinásticos (su madre pertenecía a la familia real portuguesa). En 1581 las Cortes de Tomar
reconocen soberano a Felipe II. Con esta incorporación une, también, a su corona todo el imperio
colonial portugués con sus bases en América (Brasil), África y Asia.

5. Inglaterra. Al llegar al trono Isabel I, Inglaterra inicia su política de expansión por el Atlántico,
creando una poderosa marina, fomentando la piratería contra las naves españolas que vienen de
América y apoyando la rebelión de los Países Bajos, para impedir un poder hegemónico en el
continente. Felipe II creará una flota para invadir Inglaterra, conocida como la Armada Invencible, la
cual sufrió un estrepitoso desastre en 1588.

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