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República Velha

En Brasil, la Primera República, o República Velha (en español, República Vieja), es el


periodo que va desde la promulgación de la República en 1889, hasta la Revolución
brasileña de 1930.
Con la promulgación de la República, el Brasil cambió su forma de gobierno, pero
hubo pocos cambios concretos para la gran masa de la población: continuó estando
el poder en manos de los propietarios de latifundios, la economía seguía basada en
la exportación de materia prima (como el café), y se hizo común la corrupción entre
las élites. La República Vieja, según algunos, puede ser dividida en dos periodos,
denominados, República da Espada (en español, República de la Espada) y República
do Café com Leite (en español, República del Café con Leche).

Desde el fin de la guerra contra Paraguay, el Imperio había apoyado la


transformación de Brasil en varios sectores de la economía, promoviendo las
inversiones extranjeras que generaron la dependencia de Brasil hacia
el capital proveniente de Gran Bretaña y Francia, en esos años los avances
tecnológicos permitieron la modernización del país, pero la aceptación de
la monarquía como forma de gobierno se hallaba ya en discusión constante. El
emperador Pedro II era ya un anciano en 1889 y no había tenido hijos varones y por
lo tanto la sucesión al trono debería recaer en la mayor de sus tres hijas: la
princesa Isabel I de Braganza, casada con un aristócrata francés.  conservadora
políticamente, rasgo que la hacía poco soportable para los intelectuales liberales,
quienes preferían una evolución pacífica del Brasil con la cual se generase
una república. Si bien el emperador Pedro II disfrutaba de gran popularidad
(inclusive entre los republicanos) no sucedía lo mismo con su hija y heredera ni con
la monarquía como sistema.
Finalmente entre la oligarquía terrateniente ( quienes habían perdido la ley para
tener esclavos que fue dictada por la princesa), Los jefes militares por su parte
deseaban mayor protagonismo político tras el triunfo en la Guerra de la Triple
Alianza y rechazaban que la nobleza imperial y los líderes de la conspiración
republicana, el 15 de noviembre de 1889 dieron un golpe de estado acabando con la
monarquía brasileña comenzando días meses con la primera republica brasileña

La monarquía imperial, aunque Pedro II era muy popular, no gozaba de apoyo


masivo en 1889, pero el republicanismo como doctrina tenía apoyo sólo entre un
grupo reducido de intelectuales y militares. De hecho el republicanismo había
atraído a los grandes terratenientes sólo porque satisfacía sus intereses financieros y
por resentimiento ante la Ley Áurea, pero no tenía suficiente apoyo popular para
arriesgarse de inmediato a elecciones abiertas.  La Constitución de 1891, que
establecía la República de los Estados Unidos del Brasil (República dos Estados
Unidos do Brasil), restauraba la autonomía a las provincias heredadas del Imperio,
ahora llamadas Estados. Se reconocía que el gobierno central no administraba a nivel
local, sino que ejercía el control sólo a través de los gobernadores locales ligados a
la oligarquía.
En los años veinte, el gobierno federal en Río de Janeiro sería dominado y
administrado por una combinación de las más poderosas patrias: São Paulo y Minas
Gerais, en el sistema denominado «café com leite»; porciones menores de poder le
corresponderían a Río Grande del Sur, y en menor extensión a Pernambuco y Bahía.
La República Velha mantuvo su funcionamiento sobre la base de las élites locales,
sustentadas en la riqueza obtenida con el modelo exportador de materia prima,
basado ante todo en el café de São Paulo, y en menor medida en los productos
lácteos de Minas Gerais. No obstante, esta prosperidad generó la aparición de
nuevos actores sociales: proletariado urbano en las grandes ciudades y clase
media más variada y numerosa de la que existía en 1889. Estos grupos estaban en
condición de ejercer poder en los nuevos centros de poder político formados en las
urbes, y las mejoras en las condiciones de vida generaban una expectativa de romper
el monopolio político establecido por las oligarquías de Minas Gerais y Sao Paulo.
Junto con ello, la tradición del ejército postulaba aún el rol de las fuerzas armadas
como agentes estabilizadores de la nación brasileña y en consecuencia se rechazaba
el excesivo dominio de las élites oligárquicas del sistema de café com leite imperante
hasta entonces, forjando su reacción en la ideología del Tenentismo vigente a lo
largo de la década de 1920.
La Gran Depresión de 1929 causó problemas a la élite debido al descenso de la
demanda internacional de café brasileño, y a la ausencia de créditos bancarios
en Estados Unidos y Europa que pudiesen sostener la economía del país. Ante todas
estas dificultades, la elección presidencial de 1930 causó serios disturbios cuando el
presidente Washington Luís (exgobernador de Sao Paulo) desistió de postular al
gobernador de Minas Gerais para sucederle y prefirió apoyar en la sucesión a otro
paulista, Júlio Prestes, designado como candidato oficialista en las elecciones
de marzo de 1930. La oposición se unió en torno a Getúlio Vargas, mostrando por vez
primera una quiebra entre Sao Paulo y Minas Gerais, así como el surgimiento de otra
élite estadual en pugna por el poder: la de Río Grande del Sur que se unió en torno al
opositor Vargas.
La elección de 1930 concluyó con el triunfo de Prestes gracias al apoyo
gubernamental, pero Getúlio Vargas y sus partidarios clamaron contra un presunto
fraude, movilizando a muy distintos grupos que tenían en común su descontento con
la República Velha. Con apoyo militar, la Revolución de 1930 se hizo efectiva en
octubre de ese mismo año y en pocos días los partidarios de Getúlio Vargas tomaron
el poder derrocando al breve régimen de Júlio Prestes, dando término en la práctica
a la República Velha.

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