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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

EXTRAÑOS EN LA NOCHE: LA VIOLENCIA SEXUAL EN LA


PAREJA
Ideas principales: Susana Velázquez

 La violencia sexual no ha sido considerada en los estudios serios y


sistemáticos; es un concepto complejo en el que convergen conflictos sociales,
económicos y políticos, que afecta a hombres y mujeres aunque se ejerza casi
exclusivamente sobre éstas últimas.
 Los obstáculos que aparecen para la comprensión de los fenómenos de
violencia sexual son las dificultades relacionadas con el objeto por conocer,
obstáculos epistemológicos, y las dificultades inherentes a quien quiere
conocer, obstáculos epistemo-fílicos.
 Los obstáculos epistemológicos que se manifiestan en la investigación y en la
práctica en violencia sexual, se plantean porque el abordaje de este tema
implica ubicarse en el punto en el que se interceptan tres aspectos de la vida
humana que construyen la feminidad, la masculinidad y las relaciones entre los
géneros: la sexualidad, la violencia y el poder.
 Los obstáculos epistemofílicos con los que nos enfrentamos ante un hecho de
violencia sexual son los relacionados con el involucramiento personal con el
dolor de las víctimas, la posible movilización de las propias historias o
situaciones de violencia temidas o vividas, que pueden haber permanecido
olvidadas o encubiertas, sobre todo si el sujeto que investiga es mujer.
 El temor latente a una agresión sexual se manifiesta mediante actitudes que
transforman el sentimiento de miedo, necesario para identificar y prevenir las
situaciones de peligro y para defenderse de ellas, miedo instrumental en un
mecanismo ideológico que define una forma de sentir, ver y de comprender el
mundo.
 Las mujeres están expuestas en su vida cotidiana a diferentes manifestaciones
de violencia que forman parte de un continuum de experiencias posibles por el
hecho de ser mujeres. La violación es una manifestación extrema de violencia,
mientras que otras formas de agresión sexual pueden pasar inadvertidas en
tanto las mujeres adjudican los sentimientos de malestar que les producen a
formas exageradas de comprender las conductas masculinas.
 El concepto de continuum permite pensar que las agresiones sexuales son
exageraciones de las formas habituales de las relaciones entre los sexos y, a la
vez, pone al descubierto que las conductas masculinas “típicas” pueden
encubrir agresión sexual. La “naturalización” de los comportamientos agresivos
propiciados para los varones favorece la invisibilización, se reduce, en muchas
mujeres, la capacidad de percepción y de registro psíquico de las situaciones
de violencia, pero les genera diversos grados de malestar, que no siempre
atribuyen a los hechos de violencia padecidos.
 La violencia sexual es ejercida con la finalidad de dominar y controlar al otro a
través del miedo, el espanto, el terror. Es una estrategia de poder que deja a la
víctima imposibilitada de pensar y de accionar, provoca un desorden en su vida
e implanta un nuevo orden a través de la intimidación y la imposición.
 La violencia sexual también es ejercida en el ámbito de los vínculos cotidianos,
en la intimidad del hogar, en la privacidad del vínculo matrimonial. El ofensor
ejerce formas abusivas de poder dentro de la casa, aprovechándose de la
dependencia emocional y económica de los miembros de la familia, para ir
configurando las imágenes que cada uno de ellos puede tener de sí y de los
otros a los fines de ejercer ese poder.
 La violación marital es un acto de violencia que ocurre en el contexto de los
vínculos íntimos y estables. El hombre presiona a su compañera para tener
relaciones sexuales en contra de la voluntad de ella mediante amenazas y/o
maltrato físico y/o presión psicológica, imponiéndose mediante la fuerza, el
dominio y la autoridad.
 La posesión por parte del agresor de lo que es propio de la mujer, el cuerpo, la
sexualidad, la hace sentir pasivizada, burlada, con rabia, odio y vulnerada en
su pudor. La vergüenza es un sentimiento vinculado a la ira, la humillación;
lleva a la retracción y a la inermidad del yo, que, fragilizado, no podrá resistir
los ataques reiterados. Eva Giberti sostiene que, en el imaginario social, la
vergüenza opera como un ordenador psicológico y social del género mujer, se
considera una cualidad femenina y es constituyente de la subjetividad. Por ello,
la vergüenza es sentida en las situaciones en las que debe relatar el hecho de
violencia; se enlaza con la mirada y con la palabra cuando debe exponerse a
ser observada y escuchada. La mirada, aclara Piera Aulagnier, genera angustia
porque desviste y desnuda lo invisible; sólo puede ser soportable si es
acompañada de silencio, que no se nombre lo que se mira en ella.

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