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completa la información
“My full name is Leonardo Wilhelm DiCaprio. I am an actor. I was born on November
11th, 1974 so I am 43 years old. I live in the United States of America. I like acting;
indeed, I won the best actor award in the Oscars Ceremony in 2016. I don’t like
singing, that’s not my style but I love listening to music, specially rock”
Name:
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- WAS BORN - LIKE- MY NAME IS
I a new interview with @famousmagacom with Demi Lovato, she told us all about her life
3. Write a physical description. Use the following details/ Escribi una descripción
física. Usa los siguientes datos. No te olvides de usar HAS GOT y IS. Recorda que
HAS GOT lo usamos para describir el color de pelo o de los ojos de una persona.
Usamos IS para describir su peso o altura.
Ivan is 14 years old. He is American. He loves listening to music and reading books.
He………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
………………………………
Last summer, my family and I went to the beach. We …………… really happy because we
love Santa Monica. I …………… also excited because I had never been to the beach. My
parents …………… so kind to bring us to the beach. My brother …………… angry because
he wanted to go the mountains. But, to be honest, I …………… extremely graceful to be at
the beach.
balcon- adaptador-hundio-empezare-derrumbo-desenvolvio-guerra-insecto-alrededor-
murcielago-desenchufaron-niñez-bicicleta-cayo- echare-tuvo-feliz-veloz-enredo-fue
comence- vecindad- volcan- diversion – convenceras- movilidad- sabana- raices- visitaron-
bienvenido- herbivoro- bufanda- hebilla- subterraneo- enredado- tobillo- amabilidad- invasion-
profesión- iba- subraye- octava- cicatriz- viajaba- fugaz- niñez-raiz-cueva- llave
4. Elige cinco palabras del punto tres y elabora una oración con cada una de ellas.
5. Distinguir una narración de una descripción.
6. Escribe el argumento o bien la historia del cuento A la deriva, de Horacio Quiroga.
7. Escribe una historia que se puede elegir entre un relato mitológico o una narración
policial. Antes de escribir, recordamos la estructura de una narración.
8. ¿Cuál es el concepto de adjetivo? Escribe 10 ejemplos.
9. En este punto sólo tenés que explicar lo que te parece que dice el autor:
"Me gustaría saber", se dijo, “qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado.
Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin embargo...Algo debe
de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera. Dentro hay personas
que no conozco todavía, y todas las aventuras, hazañas y peleas posibles...Y a veces se
producen tormentas en el mar o se llega a países o ciudades exóticos. Todo eso está en el libró
de algún modo. Para vivirlo hay que leerlo, eso está claro. Pero está dentro ya antes. Me
gustaría saber de qué modo.”
La historia interminable Michael Ende
10. Explica el argumento del cuento Mil grullas de Elsa Bornemann, utilizando alguno de los
conectores del discurso que figuran en el cuadro, subrayá los que utilizaste. Tu relato tiene
que tener una carilla de extensión.
Material bibliográfico:
Cuando los pálidos vienen marchando
Elsa Bornemann
Apenas Felipe se enteró —al recibir la carta aquella mañana—, telefoneó a su amigo
Huberto: — ¡Me saqué la rifa de la exposición, Huber! ¡La moto es nuestra! "Nuestra", había dicho,
y era cierto, porque la amistad entre ambos los llevaba a compartirlo casi todo desde la infancia.
Con más razón, esa poderosa moto importada con la que los dos habían soñado tanto. Ni pensar en
comprarla. Aun sumando los ahorros de años no podrían haber llegado a reunir tamaña suma como
la que se necesitaba para adquirir semejante moto. —¡Qué joya! —repetía Huber unos días después,
al contemplarla ubicada en el patiecito delantero de la casa de Felipe mientras, mate va, mate viene,
planificaban un viajecito para "ablandarla". El estreno había sido —como es de suponer—dando
mil vueltas a través de las calles del barrio, ante la admiración de la muchachada. Me parece que lo
mejor será viajar hacia Arenamares... (Felipe miraba un mapa de rutas en compañía de Huber). —
Son quinientos tres kilómetros. Podemos hacer paradas en Villa Soltera, en Posta Luciérnaga, en...
—Pero por ese camino... ¡son como ciento veinte kilómetros más, Felipe! —protestó Huber. —Sí,
pero estoy eligiendo las rutas menos transitadas. Lo que perdemos en kilometraje lo ganamos en
tranquilidad. En esta época, medio mundo viaja hacia las playas. ¡Odio los embotellamientos! Huber
se puso a anotar la lista de provisiones imprescindibles para aquel paseo de inauguración "oficial"
de "El Rayo", como habían bautizado a la moto pegándole esas palabras con letras autoadhesivas y
fosforescentes. Al fin, todos los preparativos estuvieron listos y los dos amigos partieron —una noche
de viernes— rumbo a Arenamares. Estaban contentísimos.
Los primeros doscientos kilómetros los recorrieron sin ningún tipo de inconvenientes.
"El Rayo" marchaba a la perfección. Eso lo animó a imprimirle mayor velocidad de la aconsejable
para un rodado "en ablande". El aire fresco de la noche se partía en serpentinas invisibles a su paso.
Estaban a punto de atravesar el puente sobre el arroyo Lobuna cuando a Huber y Felipe les pareció
que la moto echaba a volar, que se despegaba del asfalto, que se convertía en un verdadero rayo
sobre la oscuridad y el silencio de aquel paisaje campesino. Poco después —y bruscamente— la moto
se detuvo en mitad del puente y no encontraron forma de hacerla andar otra vez. — ¿Y ahora...
qué? —se preguntaba Felipe, contrariado. —Esta ruta es la desolación total... pero... ¿quién la
eligió? — agregaba Huber, tratando de divisar inútilmente, algún vehículo que se dirigiera en
dirección a ellos. Felipe sacó la guía de caminos y la alumbró con su linterna. —Estamos acá —dijo,
señalando Arroyo Lobuna en el plano—. Nos faltan como noventa kilómetros para llegar a Las
Acacias, el pueblo más cercano... Qué mala suerte... —No nos queda otro remedio que esperar.
Tarde o temprano alguien va a pasar por este desierto, ¿no te parece, experto en elección de
caminos? Huber bromeaba, pero lo cierto era que se sentía un poco disgustado por haberse dejado
convencer por Felipe en cuanto a tomar por las rutas menos transitadas. Y Felipe lo advirtió: —No
es mi culpa que hayamos tenido un desperfecto. ¿Quién iba a suponerlo, sabelotodo?
Al ratito, ambos se dispusieron a comer unos sandwiches de las viandas que habían
preparado. No llegaron a hacerlo. Apenas habían desenvuelto uno de los paquetes cuando, del
mismo lado de la ruta que habían dejado atrás tiempo antes, se les apareció —de improviso— una
Kombi blanca. Llevaba los faros encendidos y el interior iluminado. En ese mismo momento, la luz
de la luna fue como un poderoso reflector que blanqueó la noche durante un instante. Huber y
Felipe se miraron —sorprendidos— antes de que la negrura volviera a taparlo todo. Otra vez, sólo
aquel punto de luz que la Kombi encendía sobre la ruta, aproximándoseles lentamente. —Qué raro
—dijo Felipe—. Ese utilitario no hace ningún ruido... Yo no oigo nada... —Yo tampoco pero... ¿qué
importa? Lo bueno es que pronto vamos a salir de este puente. ¡Vamos, Felipe, a "hacerles dedo"!
Los dos amigos se apresuraron —entonces— rumbo a la entrada del puente y comenzaron a hacer
señas con las luces de sus linternas, a la par que indicaban la dirección hacia la que querían
desplazarse. La Kombi se les aproximaba cada vez más, tan lenta e iluminada como cuando recién la
habían divisado y ellos volvieron a ponerse contentos: seguramente, pronto serían recogidos y
podrían llegar hasta Las Acacias en busca de auxilio para su averiado "Rayo". Cuando el
inmaculado vehículo se detuvo sobre la banquina —a unos treinta metros del puente— Huber y
Felipe corrieron hacia allí, agitando sus cascos y dando gritos de bienvenida. —Que no se crean que
somos asaltantes —comentaban—. Que se den cuenta de que necesitamos ayuda. Y bien que los
ocupantes de la Kombi habían notado que los dos la necesitaban... Ya los esperaban con una de las
puertas traseras abiertas, invitándolos a subir —sin palabras— y los amigos subieron, casi sin
fijarse en los singulares ocupantes de aquel rodado, apurados como estaban por solucionar su
problema.
Fue recién cuando el vehículo volvió a ponerse en marcha —siempre con la cabina
iluminada— que Felipe y Huber sintieron que algo extraño ocurría allí adentro. Estaban
atravesando el puente. Desde su ubicación en el asiento posterior, ambos podían ver las cabezas y los
hombros de las seis personas que ocupaban los dos asientos de adelante y — también— del que
oficiaba de chofer. Los siete continuaban guardando el mismo silencio con el que los habían recibido.
Huber codeó a Felipe. —¿Viste? Están todos vestidos de blanco. ¿Por qué no hablan? —le susurró,
empezando a inquietarse— ¡Qué gente rara! Felipe fue más decidido: —Señores —exclamó de
pronto—, les agradecemos mucho que nos hayan recogido. Como pudieron comprobar, nuestra
moto se descompuso en el puente. Queremos llegar hasta el próximo pueblo... No sé si ustedes irán
hasta allá pero... Las seis cabezas —menos la del conductor— giraron pausadamente hacia los dos
amigos, hasta permitirles la contemplación perfecta de la palidez de sus rostros. Entonces, les
sonrieron con los labios pegados, no dijeron nada y —otra vez— volvieron a mirar hacia adelante.
— ¡Señores! —Casi gritó Felipe, reclamando una respuesta—. Disculpen... pero... ¿ustedes viajan
hacia Las Acacias o no? Fue la cabeza del conductor la que se dio vuelta en esta oportunidad.
Contestó con un simple gesto de negación que se tornó perturbador debido a su sonrisa desdentada y
a su cara descarnada, amarillenta. Para colmo, acomodó el espejito retrovisor de modo de observar
a los muchachos y que ellos pudieran —también— observarlo. Seguía sonriendo. —¿Dónde nos
metimos, Felipe?— volvió a codear Huber, casi al borde de las lágrimas—. Este tiene la piel como si
fuera una vela derretida... de las de velorio... Ahora, los dos tenían miedo. Sin dudas, aquel parecía
un vehículo fantasmal y sus ocupantes, ánimas de excursión... —Si no van para Las Acacias,
déjennos bajar aquí mismo, ¡por favor! — suplicó Felipe. No obtuvieron ninguna respuesta.
Enseguida, los dos amigos intentaron abrir las puertas que tenían más próximas.
Era obvio que preferían arrojarse al camino antes de proseguir en la compañía de tan
extraños "salvadores"... Los siete pálidos ni se inmutaron durante el tiempo que duraron los inútiles
forcejeos y las quejas de Huber y Felipe. Ninguno de los siete —tampoco— les replicó nada cuando
— repentinamente— el chofer hizo un brusco viraje y retomó el camino que habían dejado atrás,
dirigiéndose por la ruta hasta pasar —de nuevo— a través del puente del Arroyo Lobuna. Sin
embargo, para los dos amigos era evidente que la Kombi marchaba rumbo al sitio del que había
provenido. — ¿y qué sitio era aquel? A esta altura, el pánico se había apoderado de los muchachos y
fue mayor —aún— cuando —finalmente— los siete ocupantes de la Kombi les hablaron por
primera y única vez. Las voces, monótonas, monocordes y vibrando al unísono desde aquellos labios
casi pegados. Porque fue a coro como les informaron. —Salimos en su busca porque ustedes nos
llamaron. Y los trasladamos al lugar que nos pidieron, ya no es posible arrepentirse. Pero no teman,
nada más habrá de sucederles. Nada... Nada... Nada más... Estas palabras resonaban —todavía—en
la noche cuando la Kombi se desvió de la ruta, tomó por un camino lateral y atravesó un antiquísimo
portal de piedra. Sobre el portal, un montón de letras grabadas pero ilegibles, carcomidas por el
paso de los años, anunciaban el nombre del lugar. Al día siguiente, los diarios publicaron la siguiente
noticia:
TRAGEDIA EN LA RUTA A LAS ACACIAS Dos jóvenes muertos es el lamentable saldo de un
accidente ocurrido ayer a la noche sobre el puente del Arroyo Lobuna. Por causas que los peritos
tratan de establecer, la moto en la que viajaban ambos muchachos se despistó, atravesó la baranda
de contención del puente y se precipitó al arroyo que —en esta época del año— carece de agua. Los
cuerpos de los infortunados jóvenes —identificados como Felipe Lozano y Huberto Pérez— serán
entregados a sus familiares una vez que la policía aclare el caso, que tuvo una inexplicable
derivación, según trascendidos recogidos en el lugar del hecho. Aún se mantiene el secreto de
sumario, pero fuentes confiables han informado a la prensa que los cadáveres de los jóvenes
aparecieron a un kilómetro del lugar del accidente, dentro del vetusto cementerio abandonado que
se levanta en esa zona. Trascendió —también— que se están realizando todas las diligencias para
determinar quiénes y por qué trasladaron los cuerpos hasta ese sitio.
A la deriva
(Cuentos de amor, de locura y de muerte, (1917)
Horacio Quiroga (1879-1937)
Mil grullas
Elsa Bornemann
Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el mundo era nuevo. Como todos los
chicos. Porque ellos eran nuevos en el mundo. Tambíen, como todos los chicos. Pero el mundo era
ya muy viejo entonces, en el año 1945, y otra vez estaba en guerra. Naomi y Toshiro no entendían
muy bien qué era lo que estaba pasando. Desde que ambos recordaban, sus pequeñas vidas en la
ciudad japonesa de Hiroshima se habían desarrollado del mismo modo: en un clima de sobresaltos,
entre adultos callados y tristes, compartiendo con ellos los escasos granos de arroz que flotaban en
la sopa diaria y el miedo que apretaba las reuniones familiares de cada anochecer en torno a la
noticia de la radio, que hablaban de luchas y muerte por todas partes. Sin embargo, creían que el
mundo era nuevo y esperaban ansiosos cada día para descubrirlo. ¡Ah... y también se estaban
descubriendo uno al otro! Se contemplaban de reojo durante la caminata hacia la escuela, cuando
suponían que sus miradas levantaban murallas y nadie más que ellos podían transitar ese
imaginario senderito de ojos a ojos. Apenas si habían intercambiado algunas frases. El afecto de los
dos no buscaba las palabras. Estaban tan acostumbrados al silencio... Pero Naomi sabía que quería
a ese muchachito delgado, que más de una vez se quedaba sin almorzar por darle a ella la ración
de batatas que había traído de su casa. –No tengo hambre –le mentía Toshiro, cuando veía que la
niña apenas si tenía dos o tres galletitas para pasar el mediodía–. Te dejo mi vianda –y se iba a
corretear con sus compañeros hasta la hora de regreso a las aulas, para que Naomi no tuviera
vergüenza de devorar la ración.
Naomi... Poblaba el corazón de Toshiro. Se le anudaba en los sueños con sus largas
trenzas negras. Le hacía tener ganas de crecer de golpe para poder casarse con ella. Pero ese
futuro quedaba tan lejos aún... El futuro inmediato de aquella primavera de 1945 fue el verano,
que llegó puntualmente el 21 de junio y anunció las vacaciones escolares. Y con la misma
intensidad con que otras veces habían esperado sus soleadas mañanas, ese año los ensombreció a
los dos: ni Naomi ni Toshiro deseaban que empezara. Su comienzo significaba que tendrían que
dejar de verse durante un mes y medio inacabable. A pesar de que sus casas no quedaban
demasiado lejos una de la otra, sus familias no se conocían. Ni siquiera tenían entonces la
posibilidad de encontrarse en alguna visita. Había que esperar pacientemente la reanudación de
las clases. Acabó junio, y Toshiro arrancó contento la hoja del almanaque... Se fue julio, y Naomi
arrancó contenta la hoja del almanaque... Y aunque no lo supieran: “¡Por fin llegó agosto!”,
pensaron los dos al mismo tiempo. Fue justamente el primero de ese mes cuando Toshiro viajó,
junto a sus padres, hacia la aldea de *Miyashima. Iban a pasar una semana. Allí vivían los abuelos,
dos ceramistas que veían apilarse vasijas en todos los rincones de su local. Ya no vendían nada. No
obstante, sus manos viejas seguían modelando la arcilla con la misma dedicación de otras épocas. –
Para cuando termine la guerra... –decía el abuelo. –Todo acaba algún día... –comentaba la abuela
por lo bajo. Y Toshiro sentía que la paz debía de ser algo muy hermoso, porque los ojos de su
madre parecían aclararse fugazmente cada vez que se referían al fin de la guerra, tal como a él se
le aclaraban los suyos cuando recordaba a Naomi.
¿Y Naomi? El primero de agosto se despertó inquieta; acababa de soñar que caminaba sobre la
nieve. Sola. Descalza. Ni casas ni árboles a su alrededor. Un desierto helado y ella atravesándolo.
Abandonó el *tatami, se deslizó de puntillas entre sus dormidos hermanos y abrió la ventana de la
habitación. ¡Qué alivio! Una cálida madrugada le rozó las mejillas. Ella le devolvió un suspiro. El
dos y el tres de agosto escribió, trabajosamente, sus primeros *haikus:
Lento se apaga el verano. Enciendo lámpara y sonrisas.
Después, achicó en rollitos ambos papeles y los guardó dentro de una cajita de laca en la que
escondía sus pequeños tesoros de la curiosidad de sus hermanos. El cuatro y el cinco de agosto se lo
pasó ayudando a su madre y a las tías ¡Era tanta la ropa para remendar! Sin embargo, esa tarea
no le disgustaba. Naomi siempre sabía hallar el modo de convertir en un juego entretenido lo que
acaso resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por ejemplo, imaginaba que cada
doscientas veintidós puntadas podía sujetar un deseo para que se cumpliese. La aguja iba y venía,
laboriosa. Así, quedó en el pantalón de su hermano menor el ruego de que finalizara enseguida esa
espantosa guerra, y en los puños de la camisa de su papá, el pedido de que Toshiro no la olvidara
nunca... Y los dos deseos se cumplieron. Pero el mundo tenía sus propios planes...
*Tatami: estera que se coloca sobre el piso, en las casas japonesas tradicionales. *Haiku: breve poema de diecisiete
sílabas, típico de la poesía japonesa.
Ocho de la mañana del seis de agosto en el cielo de Hiroshima. Naomi se ajusta el *obi de su
kimono y recuerda a su amigo: “¿Qué estará haciendo ahora?”. “Ahora”, Toshiro Pesca en la isla
mientras se pregunta: “¿Qué estará haciendo Naomi?”. En el mismo momento, un avión enemigo
sobrevuela el cielo de Hiroshima. En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba
atómica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima. Un repentino resplandor ilumina
extrañamente la ciudad. En ella, una mamá amamanta a su hijo por última vez. Dos viejos trenzan
bambúes por última vez. Una docena de chicos canturrea: “Donguri-Koro Koro- Donguri Ko...”
por última vez. Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez. Miles de hombres
piensan en mañana por última vez. Naomi sale para hacer unos mandados. Silenciosa explota la
bomba. Hierven, de repente, las aguas del río. Y medio millón de japoneses, medio millón de seres
humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos desaparecen edificios, árboles, calles, animales,
puentes y el pasado de Hiroshima. Ya ninguno de los sobrevivientes podrán volver a reflejarse en
el mismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa, ni retomar ningún camino querido.
Nadie será ya quien era. Hiroshima arrasada por un hongo atómico.
Hiroshima es el sol, ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando. Recién en diciembre logró Toshiro
averiguar dónde estaba Naomi. ¡Y que aún estaba viva, Dios! Ella y su familia, internados en el
hospital ubicado en una localidad próxima a Hiroshima, como tantos otros cientos de miles que
también habían sobrevivido al horror, aunque el horror estuviera ahora instalado dentro de ellos,
en su misma sangre.
*Obi: faja que acompaña al kimono. Kimono: vestimenta tradicional japonesa, de amplias mangas,
largas hasta los pies y que se cruza por delante, sujetándose con una especie de faja llamada obi.
Donguri-Koro Koro: Verso de una popular canción infantil japonesa.
Y hacia ese hospital marchó Toshiro una mañana. El invierno se insinuaba ya en el
aire y el muchacho no sabía si era frío exterior o su pensamiento lo que le hacía tiritar. Naomi se
hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Ya no tenía sus trenzas. Apenas
una tenue pelusita oscura. Sobre su mesa de luz, unas cuantas grullas de papel desparramadas. –
Voy a morirme, Toshiro... –susurró, no bien su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama–.
Nunca llegaré a plegar las mil grullas que me hacen falta... Mil grullas... o *“Semba-Tsuru”, como
se dice en japonés. Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la
mesita. Sólo veinte. Después, las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su
chaqueta. –Te vas a curar, Naomi –le dijo entonces, pero su amiga no lo oía ya: se había quedado
dormida. El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas. Ni la madre, ni el padre, ni los
tíos de Toshiro (en cuya casa se encontraban temporariamente alojados) entendieron aquella
noche el porqué de la misteriosa desaparición de casi todos los papeles que, hasta ese día, había
habido allí. Hojas de diario, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos
libros parecían haberse esfumado mágicamente. Pero ya era tarde para preguntar. Todos los
mayores se durmieron, sorprendidos. En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro
velaba entre las sombras. Esperó hasta que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba
despierto. Entonces, se incorporó con sigilo y abrió el armario donde se solían acomodar las
mantas. Mordiéndose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles que había recolectado en
secreto y volvió a su lecho. La tijera, la llevaba oculta entre sus ropas.
*Semba-Tsuru (Mil grullas): una creencia popular japonesa asegura que haciendo mil de esas aves –según enseña a
realizarlo el origami (nombre del sistema de plegado de papel)– se logra alcanzar la larga vida y felicidad.
*Furoshiki: tela cuadrangular que se usa para formar una bolsa, atándola por sus cuatro puntas después de colocar el
contenido.
–Son hermosas, *Tosí-can... Gracias... –Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas –y el muchacho
abandonó la sala sin darse vuelta. En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el
recinto, mil grullas empezaron a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera también
dejó colar, al entreabrir por unos instantes la ventana. Los ojos de Naomi seguían sonriendo. La
niña murió al día siguiente. Un ángel a la intemperie frente a la impiedad de los adultos. ¿Cómo
podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su sangre? Febrero de 1976.
Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y es
gerente de sucursal de un banco establecido en Londres. Serio y poco comunicativo como es,
ninguno de sus empleados se atreve a preguntarle por qué, entre el aluvión de papeles con
importantes informes y mensajes telegráficos que habitualmente se juntan sobre su escritorio,
siempre se encuentran algunas grullas de origami dispersas al azar. Grullas seguramente hechas
por él, pero en algún momento en que nadie consigue sorprenderlo. Grullas desplegando alas en las
que se descubren las cifras de las máquinas de calcular. Grullas surgidas de servilletas con
impresos de los más sofisticados restaurantes... Grullas y más grullas. Y los empleados comentan,
divertidos, que el gerente debe de creer en aquella superstición japonesa. –Algún día completará
las mil... –cuchicheaban entre risas–. ¿Se animará entonces a colgarlas sobre su escritorio?
Ninguno sospechaba, siquiera, la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida
Hiroshima de su niñez. Con su perdido amor primero.
Elsa Bornemann:
Nació en Buenos Aires en 1952. Es narradora, guionista y traductora. Entre los
numerosos e importantes premios que recibió por sus libros y por su trayectoria, se destacan: la
Faja de Honor de la SADE por El espejo distraído y el Premio Nacional de Literatura Infantil. Fue
la primera escritora argentina que integró, en 1976, la Lista de Honor de IBBY, por su libro “Un
elefante ocupa mucho espacio”.
Trayectoria de acompañamiento – MATEMÁTICA 2°Año
Contenidos priorizados
MODALIDAD DE ACREDITACIÓN
Contenidos priorizados
· Signos distintos, RESTO y utilizo el signo de mayor en valor absoluto. Por ejemplo:
+.+=+
-.-=+
+.-=-
-.-=-
Al multiplicar con 10, ¿Qué le pasa al número multiplicado?. Al dividir con 10, ¿Qué le
pasa al número dividido? ¿Sobra algo?
SEGUNDA ACTIVIDAD
Esta propuesta fue armada con las actividades para 2°Año,de los ocho trabajos prácticos
explicados por Zoom.
“HOLA CHICOS “
Trabajo de continuidad pedagógica
Profesora: González Angélica
Materia: Educación Artística Plástica
Curso:2f
Link del libro de FQ digital para que continúen haciendo sus tareas.
https://educacioncytlamatanza.com/2020/03/17/plataforma-virtual-nivel-secundario-fisica-y-
quimica-2-ano/
3) Leer las páginas 57 y 58 con mucha atención y completar la red conceptual sobre
los sistemas materiales con los conceptos que están a continuación:
SISTEMA MATERIAL - SOLUCIÓN - PROPIEDADES INTENSIVAS – SOLUTO - SISTEMA
HOMOGÉNEO – COMPUESTAS - SISTEMA HETEROGÉNEO – SUSTANCIA PURA
CONTESTA.
Utilizando el libro de Biología entregado este año por la escuela, responder las siguientes preguntas :
1)¿Quién fue Robert Hooke ?¿Qué experiencia realizó? ¿De dónde proviene la palabra CÉLULA ?
d-- Fermentación.
8) Las Teorías evolutivas del siglo XIX fueron las de Lamarck y Darwin. Explicar brevemente cada
una de ellas.
,
TRABAJO INTEGRADOR DE EDUCACION FISICA
EESN°7
Velocidad: Definición.
HANDBALL
1. Dibujar la cancha con todas sus líneas y medidas, cantidad de jugadores por
equipo
EESN°7
Velocidad: Definición.
HANDBALL
1. Dibujar la cancha con todas sus líneas y medidas, cantidad de jugadores por
equipo