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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del poder popular para la Educación Universitaria

Pontificia Universidad Católica Santa Rosa de Lima

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales

Escuela de Comunicación social

Formación Humano Cristiana VII / D09O

EL SACERDOCIO Y EL MATRIMONIO; SACRAMENTOS QUE DEBEMOS


CONOCER

(ARTÍCULO DE DIVULGACIÓN)

Profesor: Alumna:

José Gregorio Mansilla Riczabeth Yuruby Corvo Pérez

C.I: 29.697.503

Telf. 0412-022-69-07

Correo: riczacorvo@gmail.com

Caracas, noviembre de 2022


INTRODUCCIÓN

El sacerdocio es el poder y la autoridad de Dios otorgados al hombre, incluida la autoridad


para efectuar ordenanzas y actuar como líder en la iglesia. La palabra sacerdocio tiene dos
significados. En primer lugar, el sacerdocio es el poder y la autoridad de Dios. Por medio
del sacerdocio, Dios creó y gobierna los cielos y la tierra. Mediante este poder, él exalta a
sus hijos obedientes, llevando a cabo “la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés
1:39). El sacerdocio del antiguo Israel estaba conformado por la clase de individuos
masculinos que, según la Biblia hebrea, eran descendientes patrilineales de Aarón (hermano
mayor de Moisés), que sirvió en el Tabernáculo, el Templo de Salomón y el Segundo
Templo hasta la destrucción de Jerusalén en 70 d. C.

Otro importante sacramento es el matrimonio, este se considerada como la base de la


sociedad, forma parte del designio de Dios sobre la humanidad desde el principio de los
tiempos, es la consolidación del amor de Dios y de la unión de los seres humanos, unión
entendida entre hombre y mujer, de consentimiento y de acuerdo mutuo. El matrimonio es
la idea que posee cualquier sociedad humana como el fin a la perpetuación de la especie y
la protección de las generaciones venideras. Desde el punto de vista occidental, constituye
una unión de dos personas que tiene como finalidad construir una familia, lo cual coindice
con el punto de vista antropológico, el cual define al matrimonio como una institución que
permite legitimar la descendencia, creando relaciones de alianza entre los grupos
parentescos.

El matrimonio, es un sacramento que da a los esposos la gracia para amarse santamente y


educar cristianamente a sus hijos, estableciendo entre ellos una santa e indisoluble unión.
Es un sacramento instituido por Dios, permanente y genuino, siendo uno de sus propósitos
la procreación, este designio se encuentra establecido en el Génesis (1, 28) donde se
menciona que la función del matrimonio debe ser la fecundidad, el medio de asegurar la
descendencia: «procread y multi- plicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre
los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se
mueve sobre la tierra

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EL SACERDOCIO Y EL MATRIMONIO; SACRAMENTOS QUE DEBEMOS
CONOCER

El sacerdocio en el Antiguo Testamento

La palabra con la que el Antiguo Testamento designa al sacerdote es kohen, la cual en la


versión del Nuevo Testamento se traduce por hiéreus; término utilizado para designar a los
sacerdotes de Israel, así como a los servidores de dioses paganos. Su raíz filológica es
desconocida y se ve relacionado con el verbo acádico kánu, que significa «inclinarse y
prestar homenaje» y de la raíz qwn, «estar de pie», entendiéndose que el sacerdote sería
quien está de pie delante de Dios como su servidor.

La historia del sacerdocio veterotestamentano marco la historia en los pueblos


poderosos, era ley que el sacerdocio coincidiera con el poder del rey, sin embargo, los
israelitas no se dejaron influir por dicha estructura y llevaban su propia religiosidad; sin
templos y sin sacerdotes. En el Antiguo Testamento se vincula el sacerdocio a Aarón, sin
embargo, se presenta a Moisés como el verdadero sacerdote del pueblo, ya que en la
historia se muestra siguiendo la antigua estructura patriarcal, siendo el jefe de las tribus, era
quien rociaba el altar y al pueblo con la sangre del sacrificio.

Naturaleza del Sacerdocio Veterotestamentario

El “sacrificio” es la palabra que describe la naturaleza del sacerdocio


veterotestamentario, en ella se expresa el comportamiento cultural de los sacerdotes. El
sacrificio se encuentra presente desde el comienzo de la estructuración del sacerdocio entre
los israelitas. Vinculado con el comportamiento de Moisés cuando en un acto de obediencia
a Yahveh, ofreció en unión con todas las tribus de Israel un sacrificio de comunión. Esta
forma de ofrecer sacrificios cultuales llegó a ser de un mandato divino a un proceder
ordinario y doméstico entre el pueblo creyente. De la misma forma el sumo sacerdote, una
vez al año, ofrecía un sacrificio de expiación por él y por todo el pueblo. Este tipo de
sacrificios son interpretados en el Nuevo Testamento como la imagen profética del
sacrificio de Jesucristo.
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PLANTEAMIENTO DE TRENTO EN SU RESPUESTA A LUTERO

El Concilio de Trento definió la fe de la Iglesia en la eficacia de los sacramentos, y propuso


con toda claridad que la justificación, en función de la cual son comprensibles los
sacramentos, no es debida al mérito de los actos humanos sino al hecho de recibir los
sacramentos con la debida disposición. Según Trento, en el proceso ordinario de la
justificación del hombre quien otorga la Gracia es Dios, a través de los sacramentos.

Sacramento es un signo sensible instituido para conferir cierta santificación, y para


significar la verdadera santidad del alma. El sacramento es una ceremonia sagrada y
sensible que santifica a los hombres, y por razón de institución significa la verdadera
santidad del alma. A principios del siglo XIX se inició en Alemania una importante
renovación teológica y eclesiológica encabezada por el profesor de Tubinga Juan Sebastián
Drey (1777-1853), la cual tuvo como principal exponente a Juan Adam Mohler (+1838), y
cuya influencia llegó hasta el Concilio Vaticano II. La constitución Sacrosantum
Concilium, promulgada por el Concilio Vaticano II el año de 1963, es el documento más
importante del magisterio conciliar sobre Liturgia y Sacramentología.

MISIÓN APOSTÓLICA Y SACRAMENTALIDAD SACERDOTAL

Apóstol es una palabra griega y significa enviado. Y el primer enviado es Jesucristo ya que
Él mismo recibió la primera Misión, el primer mandato apostólico de parte de su Padre
divino. Él debía venir a este mundo, introducirse en nuestra historia, para proclamar la
cercanía y la llegada del Reino de Dios. Y después él envía, a los doce apóstoles y les dará
el mandato definitivo “por todo el mundo, anunciad el evangelio a toda la creación”. Será el
cumplimiento de aquella palabra del Señor y esta es la meta de toda la iglesia. Su misión es
anunciar la cercanía del Reino de Dios, y lo hace sobre todo por medio de la jerarquía, el
Papa y los Obispos, que son los sucesores de los apóstoles. También corresponde a todo el
pueblo de Dios; deber que nace en el Bautismo, misión que después se nos entregó en la
Confirmación.
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Ser apóstol es hacer crecer la Iglesia conquistando nuevos miembros, a su vez, conducir a
sus miembros actuales a mayor plenitud espiritual. Ser apóstol es serlo no sólo con la
palabra, sino con la vida, con el ejemplo. Todos tenemos anhelos y sentimos interés por el
bien espiritual de los demás, en especial de nuestros seres queridos, parientes, compañeros
de trabajo y de comunidad. Siguiendo a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, las
misioneras y misioneros se disponen a vivir y transmitir el Evangelio, con el sacrificio de
su vida y de su fama, fieles al mayor testimonio de amor.

Sacramentalidad Sacerdotal en el Vaticano II

La misión del sacerdote se dirige a que toda la humanidad se convierta en Eucaristía, acción
de gracias y alabanza, culto a Dios y caridad hacia el prójimo. El Concilio Vaticano II ha
renovado profundamente la teología del sacerdocio al situarla dentro de la Iglesia como
pueblo sacerdotal. El Concilio considera toda la dimensión sacerdotal del Pueblo de Dios, y
más específicamente del sacerdocio ministerial, como participación del sacerdocio de
Cristo, de su consagración y misión.

SACRAMENTO DEL ORDEN

El sacramento del Orden es conferido por la imposición de las manos seguida de una
oración consecratoria solemne que pide a Dios para el ordenando las gracias del Espíritu
Santo requeridas para su ministerio. La ordenación imprime un carácter sacramental
indeleble. La Iglesia confiere el sacramento del Orden únicamente a varones bautizados,
cuyas aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la
autoridad de la Iglesia corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir
la ordenación. En la Iglesia latina, el sacramento del Orden para el presbiterado sólo es
conferido ordinariamente a candidatos que están dispuestos a abrazar libremente el celibato
y que manifiestan públicamente su voluntad de guardarlo por amor del Reino de Dios y el
servicio de los hombres. Corresponde a los obispos conferir el sacramento del Orden en los
tres grados.
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Efectos del sacramento del Orden

Por la ordenación se recibe la capacidad de actuar como representante de Cristo, Cabeza de


la Iglesia, en su triple función de sacerdote, profeta y rey. Este sacramento configura con
Cristo mediante una gracia especial del Espíritu Santo a fin de servir de instrumento de
Cristo en favor de su Iglesia. Esta misión es concedida de una vez para siempre. El
sacramento del Orden confiere un carácter espiritual indeleble y no puede ser reiterado ni
ser conferido; puede ciertamente, por causas graves, ser liberado de las obligaciones y las
funciones vinculadas a la ordenación, pero no puede convertirse de nuevo en laico, porque
el carácter impreso por la ordenación es para siempre. La vocación y la misión recibidas el
día de su ordenación, lo marcan de manera permanente.

El ministro y sujeto del orden

Con el otorgamiento de este sacramento se reciben varios efectos que le ayudan al


cumplimiento de su misión. Lo lleva a su plenitud sacerdotal, perfecciona y capacita para
ejercer con facilidad su poder, lo cual, es posible porque el carácter configura a quien lo
recibe con Cristo. Lo que hace que el sacerdote se convierta en ministro autorizado de la
palabra de Dios, y pueda ejercer la misión de enseñar. Así mismo, se convierte en ministro
de los sacramentos y del pueblo. Otro efecto de este sacramento es la potestad espiritual. En
virtud del sacramento, se entra a formar parte de la jerarquía de la Iglesia. Una formada por
los obispos, sacerdotes y díaconos, que tiene como fin ofrecer el Santo Sacrificio y la
administración de los sacramentos. Otra es la jerarquía de jurisdicción, formada por el Papa
y los obispos unidos a él.

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ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL Y LAICOS CONSAGRADOS

AL SERVICIO DE LA IGLESIA

Sacerdotes para la Nueva Evangelización

“La vocación apostólica es encuentro con Cristo para prolongar sumisión” (Mc 3,14; Jn
20,21). Como Jesús, el sacerdote ministro es ungido y enviado por el Espíritu Santo «para
evangelizar a los pobres». Ha sido llamado para anunciar la alegre noticia (evangelizar) de
la salvación en Cristo, hacer llegar como primer anuncio el mensaje de Cristo a los que
todavía no lo han oído, dar testimonio del hecho salvífico de la muerte y resurrección de
Cristo.

Elementos principales de la evangelización según Jeremías:

- Naturaleza: prolongar la misión de Cristo (EN 6,16).


- Objetivo: transformación de la humanidad según los planes salvíficos de Dios en
- Cristo (EN 17,24).
- Contenido: la persona y el mensaje de Jesús que edifica la comunidad eclesial y
- transforma el mundo (EN 25-39).
- Medios: Anuncio, presencialización y comunicación del misterio de Cristo,
ministerios y servicios concretos, instrumentos de inserción y cercanía (EN 40-8).
- Destinatarios: Toda la humanidad, el hombre concreto (EN 49-58).
- Agentes: Todo cristiano según su propia vocación, toda la comunidad eclesial (EN
59-73).
- Estilo o espíritu: «actitudes interiores» del apóstol (EN 74-80).

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El Sacerdocio

Ser «instrumento vivo de Cristo» indica una eficacia y una transparencia, de modo parecido
a cómo toda la Iglesia es sacramento, es decir, signo transparente y portador de Cristo. Las
perspectivas o dimensiones de dicha identidad se plantean en:

- La consagración: el sacerdote en su obrar y en su vivencia, pertenece totalmente


a Cristo y participa en su unción y misión.
- Misión: ejerce una misión recibida de Cristo para servir incondicionalmente a los
hermanos.
- Comunión: es enviado a servir a la comunidad eclesial construyéndola según el
amor.
- Espiritualidad: llamado a vivir en sintonía con los amores de Cristo y a ser signo
personal suyo como Buen Pastor.

Signo del Buen Pastor

Las diversas analogías empleadas por Jesús para indicar su propia realidad se pueden
resumir en su ser, obrar y vivencia, las cuales corresponden a una realidad profunda que
forman parte de los signos del Buen Pastor.

- Obra como Buen Pastor: anuncia la Buena Nueva, se acerca a cada ser humano
para caminar con él y para salvarlo integralmente.
- Vive hondamente el estilo de vida de Buen Pastor
- Las actitudes internas de Cristo Buen Pastor arrancan de su ser y se expresan en su
obrar comprometido. Su interioridad (espíritu o espiritualidad) es su camino o vida
de donación total:
- Amor al Padre en el Espíritu Santo
- Amor a los hermanos
- Dándose a sí mismo en sacrificio.

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Fisonomía y Virtudes concretas del Buen Pastor

Cristo eligió a los Apóstoles para prolongar en ellos de modo peculiar su realidad
sacerdotal. Bajo esta idea y realidad la vida de los Apóstoles se concreta en el seguimiento
evangélico de Cristo para ser fieles a su misión. Los elementos esenciales de la vida
evangélica de los Apóstoles son:

- Generosidad evangélica: obediencia, castidad, pobreza


- Disponibilidad misionera como prolongación de la misión de Cristo
- Fraternidad sacerdotal para ayudarse en la generosidad evangélica y en la
disponibilidad misionera

Las virtudes concretas delinean la fisonomía del Buen Pastor y enraízan en la caridad
pastoral:

- Ordenar la tendencia a desarrollar la propia libertad y voluntad: siguiendo los


designios salvíficos de Dios Amor sobre la humanidad (obediencia).
- Ordenar la tendencia a la amistad, intimidad y fecundidad: compartiendo con
Cristo la historia humana (castidad o virginidad).
- Ordenar la tendencia a apoyarse en las criaturas: apreciándolas como dones de
Dios, para tender al mismo Dios y compartir los bienes de los hermanos (pobreza)

Ello comporta la armonía de línea pastoral y de vida espiritual: escucha, contemplación,


profetismo, cercanía, diálogo, trascendencia, vivencia, testimonio… La espiritualidad
sacerdotal queda marcada por la misión de evangelizar

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Vocación y Formación Sacerdotal. Señales de vocación sacerdotal

Las señales de vocación al sacerdocio se manifiestan de modo objetivo-externo en la vida


ordinaria. Principalmente se analiza la intención o motivaciones, la libertad de decisión y la
idoneidad. En el caso de la idoneidad vocacional consiste en un conjunto de cualidades que
corresponden a la vocación sacerdotal y al ejercicio del ministerio. Estas cualidades son:

- Intelectuales (capacidad necesaria y relativa)


- Culturales (formación suficiente)
- Humanas (salud física y psíquica)
- Morales (virtudes humanas, cristianas y sacerdotales).

En toda vocación sacerdotal, hay que ver si el posible vocacionado se orienta hacia la
oración de amistad con Cristo y de mediación, el sentido y amor a la Iglesia, el seguimiento
radical del Buen Pastor (pobreza, obediencia, castidad), espíritu comunitario y
disponibilidad.

Formación sacerdotal inicial

La pastoral de las vocaciones sacerdotales tiene principalmente dos etapas: una preliminar
en la misma comunidad eclesial y en el Seminario o casa de formación. La formación
vocacional empieza en la familia, luego en el Seminario, dónde los candidatos reciben la
formación integral. El enfoque pastoral de la formación para el sacerdocio abarca todos los
aspectos de la vida del Seminario:

- Espiritual: amistad con Cristo, a partir de la escucha y meditación de la palabra y


de la eucaristía, celebraciones litúrgicas, práctica de virtudes cristianas, humanas
y sacerdotales.
- Convivencia: vida de fraternidad y de familia; «mediante la vida en común en el
Seminario y los vínculos de amistad y compenetración con los demás, deben
prepararse para una unión fraterna con el Presbiterio diocesano, del cual serán
miembros para el servicio de la Iglesia» (can.245, par.2).

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- Intelectual y cultural: se centra en el conocimiento y la vivencia del misterio de
Cristo, con la capacidad de la inculturación en las nuevas situaciones de la sociedad.

La personalidad humana, cristiana y sacerdotal es un desarrollo armónico y progresivo de


criterios, escala de valores y actitudes, de suerte que el candidato aprenda a vivir en
sintonía con el modo de pensar, sentir y amar de Cristo Sacerdote y Buen Pastor.

El Rito de la Ordenación: Etapa y Significado

La tradición de la iglesia muestra que el ingreso en un determinado orden y su


otorgamiento (los órdenes son de tres grados: episcopal, presbiteral y diaconal). Y se
efectúan mediante un rito consistente en el gesto de la imposición de las manos del ministro
sobre la cabeza de los candidatos, acompañado de una oración que expresa y determina su
significado. La imposición de las manos muestra una variedad de significados en el
Antiguo Testamento:

- Era un gesto de bendición; “los patriarcas imponían las manos a sus hijos como un
eficaz augurio para invocar sobre ellos todo bien” (cf Gén 48,14)
- Los sacerdotes imponían las manos sobre el pueblo para bendecirlo; después de su
consagración sacerdotal
- La imposición de las manos era un gesto de identificación; “los sacerdotes imponían
las manos sobre el animal destinado al sacrificio” (cf Ex 29,10; Lev 3,2.8; 4,4).
- Era el gesto de la concesión de un cargo; “El Señor respondió a Moisés: `Toma a
Josué…, pon tu mano sobre él… y le comunicarás parte de tu autoridad, para que le
preste obediencia toda la comunidad de los hijos de Israel’ “ (Núm 27,18-20).
“Josué estaba lleno del espíritu de sabiduría porque Moisés le había impuesto las
manos. A él obedecieron los hijos de Israel” (Dt 34,9). Aquí el gesto significa la
transmisión de la propia tarea y, al tiempo, la habilitación para llevarla a cabo
mediante el don del Espíritu de Dios.

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En el Nuevo Testamento las imposiciones de las manos se mantienen.

- Jesús imponía las manos sobre los enfermos como signo, junto con su palabra llena
de autoridad de curación (cf Mt 9,18; Mc 6,5; Lc 13,13).
- Jesús impuso las manos como signo de bendición a sus discípulos en el momento de
subir al cielo; “Y alzando las manos los bendijo. Y mientras se alejaba de ellos e iba
subiendo al cielo” (Lc 24,50-51).
- La imposición de las manos de los apóstoles está ligada a los ritos de iniciación
cristiana como signo del don del Espíritu Santo; a los nuevos creyentes los apóstoles
“les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo” (He 8,17).

El Diaconado en la Iglesia

Un diácono es un hombre llamado por Dios a través de la Iglesia y después de un período


de discernimiento, formación y preparación es ordenado por su obispo para servir las
necesidades del pueblo de Dios. A lo largo del tiempo, se ha ido asignando a los diáconos
funciones diversas, pasando a ser uno de los brazos del obispo. El diácono es quien asistía
al obispo en la sagrada liturgia. En su papel como asesor, al obispo fallecer, recibía la
ordenación sacerdotal y episcopal. La estructura completa de la Iglesia, requiere al
ministerio del Obispo, los sacerdotes, los diáconos, los fieles y los religiosos para trabajar
juntos en la edificación de la comunidad de fe. Cada estado de la Iglesia contribuye de una
manera única a la misión que se le ha encomendado. Por esto, los diáconos son el signo
sacramental del ministerio de servicio de Cristo a favor de la Iglesia y del mundo.

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PRINCIPIO BÍBLICO DEL MATRIMONIO

Teología del Matrimonio

Para los cristianos el matrimonio es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo, es
el origen y fundamento de la familia, sobre la que se edifica la Iglesia. La teología del
matrimonio estudia el designio salvador de Dios, en orden a descubrir el estilo de vida que
corresponde a los casados. El amor del hombre y la mujer, por el cual existe el matrimonio,
tiene su origen en el don de Cristo por la Iglesia, representa la calidad de signo y así es
cumplido interiormente por el don de Jesús a nosotros y el compromiso de Dios con los
hombres. Fundamentalmente, el matrimonio consiste en una relación interpersonal, que
lleva consigo derechos y deberes recíprocos, propios y exclusivos entre los esposos.
Dependiendo de la cultura y la religión, el matrimonio podía ser monógamo o polígama;
como en la tradición oriental.

MODELOS DE MATRIMONIO A LO LARGO DE LA HISTORIA

El matrimonio se celebra como un acontecimiento de consecuencias decisivas e


irreversibles. Su nombre “matrimonium” estaba sujeto a ciertas leyes y normas. Luego fue
asimilado por la naciente cultura cristiana, en la cual se convirtió en un vínculo sagrado,
celebrado ante Dios y conforme a ciertos ritos provenientes del Antiguo Testamento. Los
primeros testimonios históricos que se conocen sobre algún tipo de ceremonias del
compromiso matrimonial pertenecen a la época donde el principal aglutinante era el grupo
familiar, posteriormente se concertaba entre las familias de los novios y se formalizaba
mediante ritos o celebraciones.

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 Sociedad Occidental: Los primeros datos sobre el matrimonio, se ven en la cultura
de Mesopotamia, para el año 4.000 a.C , en una tablilla se deja constancia del pacto
entre un hombre y una mujer, donde se definiéndose los derechos y deberes.
Posteriormente en la Edad Antigua, el enlace matrimonial era un contrato privado
entre el suegro y el yerno, donde se definían los intereses entre cónyuges. En los
siglos posteriores se da la supremacía masculina, estableciéndose roles en la pareja:
la esposa será la “la ama de casa” y el marido “proveedor” para la subsistencia
familiar. El matrimonio supone un trabajo en equipo para crear una familia y con
ello mejorar las condiciones de vida.

 Imperio Romano: aún se producen los enlaces conyugales por interés y el


reconocimiento social de la mujer para ser la madre de los descendientes de un
hombre. Durante esta época se destacaba el “coemptio” traducido a “compra
recíproca”, los dos miembros se hacían regalos, sin imposición paterna, era lo más
cercano a las bodas contemporáneas. Sin embargo, en la cultura occidental, el
pueblo hebreo defendía la poligamia, lo que inspiró a los mormones siglos más
tarde. Todo cambió con el declive del imperio romano y el consiguiente auge de la
Iglesia, por primera vez se impone el matrimonio como una unión ante Dios, siendo
un acto indisoluble. En 1215, en el Concilio de Letrán, el matrimonio pasa a formar
parte de la lista de sacramentos católicos. Situación que cambia a finales de
Medioevo, cuando ocurre la separación del Estado Occidental y la religión, el
matrimonio se convierte en una figura legal.

 Siglo XVIII: La ley inglesa desposeía a todas las mujeres de sus posesiones cuando
contraían matrimonio, sin embargo, todo cambia a mediados del siglo XIX con el
Romanticismo y la revolución industrial, cuando aparecen los primeros

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movimientos liderados por mujeres, que reivindican su derecho a decidir, y que
cambiarán para siempre la percepción del matrimonio. 

 Siglo XX: Los matrimonios de conveniencia volvieron a ser patrimonio


exclusivo de casas reales y alta aristocracia. A partir del siglo XX la visión que se
tenía sobre el matrimonio difiere bastante de aquella que se mantuvo durante los
milenos precedentes; tanto por la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres,
y la desacralización de dicha unión. Para el siglo XX la mujer deja de ser
únicamente el ama de casa y los divorcios aumentan. Las relaciones sexuales
esporádicas dejaron de ser tabú y comenzaron a ser aceptadas socialmente. Para
2005 en España es aprobado los matrimonios gais, sin embargo, el Tribunal
Supremo de Estados Unidos declaraba inconstitucional la ley contra el matrimonio
homosexual (DOMA), defendía que la única unión posible es la que se produce
entre un hombre y una mujer.

VERDAD Y SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD

El Significado de la Sexualidad

Se entiende como sexualidad a las conductas, deseos y actitudes de una persona relacionado
con la intimidad física, no es algo puramente biológico, mira a la vez al núcleo íntimo de la
persona; feminidad y masculinidad son dones complementarios, en cuya virtud la
sexualidad humana es parte integral de la capacidad de amar que Dios ha inscrito. «La
sexualidad es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de
manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano».
Esta capacidad de amar como don tiene su «encarnación» en el carácter esponsal del
cuerpo, «El cuerpo humano, visto en el misterio mismo de la creación, es no sólo fuente de
fecundidad y de procreación, como en todo el orden natural, sino que incluye el atributo

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«esponsalicio», la capacidad de expresar los sentimientos, el amor que se siente hacia el
otro.

La sexualidad, dimensión constitutiva de la persona.

La sexualidad es una dimensión constitutiva del ser humano, pertenece al ser de la persona
humana en la totalidad unificada cuerpo – espíritu. En este sentido, la sexualidad es una
dimensión de toda la persona y da vida a cada uno de los rasgos principales que la
distinguen; en el plano físico, psicológico y espiritual. Su educación se da de manera
explícita e implícita, forma parte del desempeño de la vida, desde el cuidado y la atención
de uno mismo y el de los demás. La sexualidad se manifiesta como una dimensión
fundamental, al estar íntimamente relacionada con la afectividad, la capacidad de amar y la
aptitud para relacionarse; pertenece al ser humano, a su desarrollo, evolución y la creación
de la existencia misma.

La institución matrimonial al servicio de la persona

El matrimonio se considera una institución que contribuye a definir la estructura de la


sociedad, al crear un lazo de parentesco entre personas, no cercanas en línea de sangre. Este
lazo es reconocido socialmente, ya sea por medio de disposiciones jurídicas o costumbres.
Una de sus funciones ampliamente reconocidas es la procreación y socialización, sin
embargo, el matrimonio también establece una serie de obligaciones y derechos que en
ocasiones son fijados por los cónyuges o familiares cercanos, que varían dependiendo de
cada sociedad, cultura, costumbres o religión.

Al ser el matrimonio una institución extendida en el mundo su definición es debatida por


distintas disciplinas. Según el derecho occidental el matrimonio es una unión entre dos

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personas, del sexo opuesto, que tienen como finalidad formar una familia, sin embargo con
el trascurrir de los tiempos la sociedad ha buscado introducir el matrimonio entre personas
del mismo sexo; cuestión que hoy en día se debate, diversos países han buscado la forma de
incluir o permitir legalmente este tipo de matrimonios, a pesar de que aún no es aceptable o
tolerado en su totalidad, ya que persiste la idea tradicional, donde un matrimonio está
conformado por un hombre y una mujer.

El matrimonio en la sociedad actual puede ser civil o religioso, esto va a depender de


diferentes factores como: la religión, el ordenamiento jurídico o la sociedad, los cuales van
a influir en los deberes, derechos y requisitos, al ser distintos en cada una de las culturas.
Las características generales de la institución del matrimonio, incluido en algunos
ordenamientos jurídicos, son la dualidad, la heterosexualidad, los derechos y deberes de
cada uno de los involucrados. Cabe destacar que hasta principios del siglo XX se reconoce
la igualdad como otro de sus principios, con regulaciones derivadas, acopladas a cada
época.

EL RELATO DE LA CREACIÓN

Hombre y mujer en el Génesis

La creación de Adán y Eva fue el punto culminante de la Creación, según el libro del
Génesis, Capítulo I, Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las
fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo». Y Dios creó al
hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo,
diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los
peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra». Se
hace referencia a la unión y procreación entre hombre y mujer, como lo aceptable y
designado por naturaleza.

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Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamente se menciona la creación con bastante frecuencia, el mayor énfasis


se encuentra en las epístolas a los Romanos y a los hebreos, así como en el libro del
Apocalipsis. Donde describen lo que Dios ha creado en el principio. Sin embargo, la
creación no se limita a esta tierra o al sistema solar (Apocalipsis 5:13). “El primogénito de
toda la creación” (Colosenses 1:15) y “el comienzo/creador de la creación de Dios”
(Apocalipsis 3:14) es Jesús. “Son...creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios
2:10). Los cristianos son llamados a “vestirse del nuevo hombre” que ha sido “creado a
semejanza de Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24; cf., Colosenses
3:10).

LA BONDAD DE LOS ORÍGENES

Matrimonio y Redención

La doctrina matrimonial es rechazada como consecuencia de estimar que el hombre es una


"pasión corrompida". La Redención no se considera suficientemente eficaz para sanar o
santificarlo, por tanto, se considera que es incapaz de recomponer al hombre hacia un
ejercicio humano de la sexualidad y, mucho menos, hacia una vida conyugal santa. Este
pensamiento teológico podría formularse como la negación de que el hombre, pueda ser
considerado en su naturaleza como imagen de Dios. El rechazo de la doctrina sobre el
pecado original conduce al equívoco de considerar ordenado lo que es desorden.
Ateniéndonos a una formulación conocida, negar que las pasiones estén desordenadas, y
lleva a cabo la más trágica de las renuncias; renunciar a la felicidad de amar para entregarse
al placer.

El Matrimonio, Sacramento de la Nueva Ley

El matrimonio católico es uno de los siete sacramentos de la Nueva Ley, San Pablo lo llama
grande sacramento. Por eso dice el apóstol, dejará el hombre a su padre y a su madre y se
juntará con su mujer, y serán dos en una carne. Por el sacramento del matrimonio el hombre

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cristiano ha sido sacrificado y convertido en altar, donde los esposos hasta el fin de la vida
han de ofrecer a Dios el sacrificio de las más nobles y austeras virtudes.

La celebración del Matrimonio

Los protagonistas de la alianza matrimonial son un hombre y una mujer bautizados, libres
para contraer el matrimonio y que expresan libremente su consentimiento. La celebración
del matrimonio entre dos fieles católicos tiene lugar ordinariamente dentro de la Santa
Misa. En la Eucaristía se realiza el memorial de la Nueva Alianza, en la que Cristo se unió
para siempre a la Iglesia, donde los esposos sellan su consentimiento en darse el uno al otro
mediante la ofrenda de sus propias vidas, uniéndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia.

FINALIDAD O RAZÓN DE SER DEL MATRIMONIO

El doble fin del matrimonio

El matrimonio constituye una “íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el
Creador y provista de leyes propias”. Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del
matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida, ambas significaciones no se
pueden separar, ya que son valores del matrimonio, no alteran la vida espiritual de los
cónyuges ni comprometen los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia. Así el
amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la
fidelidad y la fecundidad. La unión y la procreación, hoy en día parecen una decisión
propia e independiente, forma parte de la unión matrimonial y de la vida en familiar,
principios que resultan totalmente aceptables en la sociedad.

La finalidad del matrimonio

En el Antiguo Testamento el matrimonio aparece originariamente como una relación ligada


a la más íntima condición del ser humano, dispuesta por Yahvé, propia de un periodo de

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inocencia y desbordante alegría, que luego daría paso a la «dureza de corazón» en la que se
hicieron indispensables las reglas. El Génesis (1, 28) establece que la función del
matrimonio debe ser la fecundidad, el medio de asegurar la descendencia: «Procread y
multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las
aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra». Su
propósito principal es la comunión, compañerismo, ayuda y consuelo mutuo, es crear un
hogar estable en el que los hijos puedan crecer y desarrollarse, en un ambiente donde se
siga el buen ejemplo de valores y creencias correctas, solo se imparta la sabiduría y el amor
de Dios.

Cuando Dios creó a la primera pareja, lo hizo en un ambiente ideal: hombre y mujer
capacitados física, emocional y espiritualmente; un ambiente perfecto, con transparencia de
vida, seguridad y admiración. Ambos en una comunión perfecta con su Creador y con
propósitos claros: reproducirse, cultivar el Edén, gobernar sobre toda criatura. Siendo el
ideal original, vivir en familia con fe, obediencia, humildad y amor, hacia Dios nuestro
creador. La unión matrimonial de un hombre y una mujer es el reflejo de la unión de Cristo
con la Iglesia, la cual es, en principio, indisoluble, pues son “una sola carne” y “un mismo
espíritu”. Es una unión “hasta que la muerte los separe”, y el Señor advierte que “lo que él
ha unido ningún hombre se atreva a separar” (Mateo 19.4-6).

Según la formación civil, la finalidad del matrimonio es muy similar al religioso, en esta se
establece el vivir juntos, procrear, y asistirse mutuamente. Con el debido respeto de
convivencia, el hogar común debe ser determinado libre, sin embargo, la procreación, no es
una obligatoria, pues hoy en día puede haber matrimonios sin hijos, ya que no es un
requisito primordial de la unión, es una decisión voluntaria y consensuada entre ambos
esposos, donde deben existir las capacidades, voluntad y el deseo de traer un niño al
mundo.

La conexión entre bienes y fines del matrimonio

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Según Jesús los bienes fundamentales del matrimonio “desde el principio”, son la
fidelidad, la unidad, indisolubilidad y la donación total al otro para ser con Dios. El amor
es el fundamento de todo y el primer bien del matrimonio, se define como comunidad de
vida y amor. Es una alianza de amor por la que los esposos se dan y se reciben con una
aceptación incondicional. El modelo del matrimonio es “la unión inefable, el amor
fidelísimo y la entrega irrevocable de Jesucristo, el esposo, a su esposa la Iglesia”. A las
propiedades fundamentales se unen otros bienes del matrimonio como la procreación y
educación de los hijos, la complementariedad y el bien de los cónyuges.

San Agustín Agustín expone que todos los bienes como bienes del matrimonio: la prole, la
fidelidad y el vínculo indisoluble.

 Proles (la prole): los hijos son la corona del matrimonio, enriquecen la personalidad
de los cónyuges, y aumentan el Pueblo de Dios (la Iglesia).
 Fides (la fidelidad): la fidelidad conyugal mantiene la exclusividad del amor entre
los dos cónyuges.
 Sacramentum (la indisolubilidad): la indisolubilidad garantiza la fortaleza del
hogar como lugar adecuado para la educación de la prole.

Argumentos con el paso del tiempo fueron establecidos por los canónicos como elementos
esenciales del concepto jurídico del matrimonio, identificados como "bienes del
matrimonio". Además, es bien sabido que el dominio de los bienes comunes en el
matrimonio reside en ambos cónyuges; establecido en la proporción de las capitulaciones,
donde se indica que los bienes adquiridos durante el matrimonio son propiedad de ambos
en partes iguales, ya que el matrimonio supone la mutua entrega total entre los dos
contrayentes.

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LA ORDENACIÓN DEL MATRIMONIO A LA TRANSMISIÓN DE LA VIDA

Los esposos a imagen de Dios son creadores de vida con Él. Cuando cumplen la función de
procrear colaboran con Dios Creador, cumpliendo su mandato: “Creced y multiplicaos”
(Gn 1, 27). Misión que cumplen los esposos con responsabilidad sabiendo que transmitir la
vida es una consecuencia del amor. El bien de los hijos los compromete y los hace seguir
creciendo en el amor de Dios, al mismo tiempo, llega el compromiso de su educación. Los
padres cristianos saben que la gracia de Dios les acompaña para ir creciendo en el amor, ser
fieles, superar las dificultades, educar bien a los hijos y sentirse felices.

Los esposos cooperadores del amor de Dios. La apertura a la fecundidad

La fecundidad se reconoce como un don, puesto que el amor conyugal tiende naturalmente
a ser fecundo, es un don recíproco del fruto y del cumplimiento. La Iglesia enseña que todo
“acto matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida” (HV 11). Debido a la
inseparable conexión que Dios ha querido entre los dos significados del acto conyugal: el
significado unitivo y el significado procreador. Los esposos son llamados a dar la vida,
participan en el poder creador y de la paternidad de Dios. Es su deber transmitir vida
humana y educarla, en este acto los cónyuges son cooperadores del amor de Dios Creador e
intérpretes de su palabra y enseñanza. Con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su
misión por formar un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien
de los hijos y teniendo en cuanta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal
y de la propia Iglesia.

Un aspecto a resaltar en esta responsabilidad es la ‘regulación de la natalidad’, los esposos


pueden querer espaciar los nacimientos de sus hijos, pero deben ser responsables Su deseo
no debe nacer del egoísmo, sino de la generosidad de una paternidad responsable, ya que
traer al mundo a un niño trae consigo deberes y obligaciones que deben ser cumplidas, para

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garantizar una vida digna. Gracias a esta vocación hemos nacido millones de seres
humanos. Por ello el Concilio reconoce a los esposos como cooperadores del amor del
Creador, quien, por medio de ellos aumenta y enriquece diariamente a su propia familia.

El hijo como Don

La Sagrada Escritura y la práctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas


como un signo de la bendición divina y de la generosidad de los padres (cf GS 50, 2). Se
entiende al hijo como un don, el ‘don más excelente del matrimonio’; no es visto como un
objeto de propiedad, sino como un ser que posee derechos, al ser el fruto del acto específico
del amor conyugal, tiene derecho a ser respetado como persona desde el momento de su
concepción.

LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS COMO FINALIDAD DEL MATRIMONIO

El deber-derecho de los padres

Corresponde al fin del matrimonio procrear y educar a los hijos. Por lo tanto, se entiende
que el fin primordial del matrimonio es el hijo educado. Se comprende el derecho de los
padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones religiosas y morales, siendo estos
pilares fundamentales en la conciencia de las sociedades venideras. El hogar cristiano es el
lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe, por eso la casa familiar es llamada
la "Iglesia doméstica".

La generación es y será siempre el fin del matrimonio, el centro alrededor del cual gira la
vida de los conyugues. El hijo es el fruto bendito de esas uniones y requiere los cuidados
más solícitos y diligentes de los padres. De poco vale darles la vida del cuerpo, sino se
atiende la vida superior del alma, iniciándola en los principios de la moral y de la religión.
La educación es el complemento indispensable a la generación material.

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La educación de los hijos en el hogar

La familia posee una función esencial en la formación de las futuras generaciones, en ella
radican los valores que contribuirán al desarrollo de la sociedad saludable y virtuosa que se
necesita. La familia es el lugar donde se deben forjar los valores, para alcanzar un modo de
vida más humano y saludable que posteriormente se transmitirá a la sociedad. La familia
cumple una función social, la cual es promover la educación y el buen comportamiento ante
el medio social, bajo valores morales y sociales, donde debe prevalecer la armonía, la
confianza, la seguridad, el respeto, los afectos, la protección y el apoyo necesario para la
resolución de problemas, a fin de que la persona misma cultive los valores para trasmitirlos
y enseñarlos a los demás.

EL VÍNCULO MATRIMONIAL

El vínculo matrimonial se entiende como la relación constituida entre los esposos mediante
el pacto conyugal. «El vínculo nace de consentimiento, de un acto de voluntad del hombre
y de la mujer; la fuerza del vínculo se funda en el ser natural de la unión libremente
establecida entre el hombre y la mujer». La palabra vínculo procede del latín vinculum,
dando nombre a la argolla o cadena, que se ponía a los soldados apresados en combate,
como signo de esclavitud. El término se utilizó, siglos después, para referirse a las
situaciones derivadas de diversas relaciones jurídicas, sobre todo a las que afectaban al
estado de las personas, y para designar el efecto jurídico del consentimiento matrimonial.

Por su parte el nombre de esposos deriva de esposados o encadenados, por esta razón, se
suele decir que los casados se entregan anillos -similares a las argollas de una cadena-,
como signo de su vinculación matrimonial. El uso del anillo constituye desde antiguo una
manifestación pública del compromiso adquirido: una relación permanente que afecta a su
estado civil y canónico. La utilización y aceptación popular del término manifiesta que la

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palabra significaba con propiedad lo que ocurría a quienes se casaban: se modificaba su
status, se establecía una vinculación entre ellos, una relación permanente para compartir y
establecer un nuevo hogar, una familia.

LA GRACIA DEL SACRAMENTO

El sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos
la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento
perfecciona el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica
en el camino de la vida eterna. El matrimonio se funda en el consentimiento de los
contrayentes, en la voluntad mutua, con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo.
Dado que el matrimonio establece a los cónyuges en un estado público de vida en la Iglesia,
la celebración del mismo se hace de modo público, en el marco de una celebración
litúrgica, ante el sacerdote, los testigos y la asamblea de los fieles.

LA UNIDAD DEL MATRIMONIO

Las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad (c. 1056). Se
trata de propiedades intrínsecas a cualquier verdadero matrimonio, lo cual además supone
la mutua entrega total entre los dos contrayentes.

- La unidad: una unión verdaderamente matrimonial sólo puede ser monógama. La


poligamia, tanto en su versión de poliandria (una mujer con varios hombres), como
en la de poliginia (un hombre con varias mujeres) contradice esta propiedad
esencial. En cualquier caso, ambas formas atentan contra la igual dignidad de los
cónyuges y una relación verdaderamente justa.

 La indisolubilidad: es la proyección temporal de la unidad, cualquier matrimonio


válidamente constituido es indisoluble. A esta se opone el divorcio, al ser la

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imposibilidad material de los fines del matrimonio. Sin embargo, modernamente el
divorcio se ha generalizado en las legislaciones civiles, así como el matrimonio civil
obligatorio que impusieron gobiernos anticatólicos en Italia y España en el último
tercio del siglo XIX. La existencia del divorcio debilita la plenitud de las relaciones
conyugales. Desde un punto de vista religioso, la indisolubilidad fue solemnemente
reiterada por Jesucristo al interpretar auténticamente el pasaje del Génesis cuando
concluyó: «por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre»

CONCLUSIONES

Es bien sabido que todos estamos llamados a impartir la palabra de Dios, a través de las
buenas acciones, enseñanzas y su palabra, la misión corresponde a todo el pueblo de Dios,
cada cristiano, si quiere ser un miembro vivo de la Iglesia, tiene que ser un apóstol, un
misionero, nacido del Bautismo, misión que después se entrega personalmente en la
Confirmación. Sin embargo, Cristo quien otorga a unos el ser Apóstoles y a otros ser
pastores, entre sus numerosos discípulos, haciéndoles partícipes de su misión y de su
autoridad.

La autoridad sacerdotal también se ve involucrada en los sacramentos, como lo es el


matrimonio; figura central en la constitución de las sociedades, debido a su principio
fundamental: la reproducción de la especie y la conformación de nuevas familias. Es por
ello que el vínculo matrimonial desde un principio se ha visto protegido legalmente y
amparado por costumbres sociales, morales y culturales, gracias a ello el matrimonio ha

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transcendido en el tiempo, viéndose influenciado por las épocas, costumbres, culturas y
religiones donde este se presente.

La belleza y grandeza del matrimonio se manifiesta en sus propiedades, fines y bienes que
hacen que la vida de los esposos sea una “íntima comunidad de vida y amor”. Es la
comunión de cuerpo y espíritu unidos globalmente. Dice el Concilio Vaticano II: “Este
amor (humano, interpersonal, que abarca el bien de toda la persona) es capaz de enriquecer
con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espíritu y de ennoblecerlas como
elementos y señales específicas de la amistad conyugal” (GS 49). El designio de Dios para
el matrimonio es maravilloso pues busca la felicidad de los esposos, a su vez impartir su
palabra con las generaciones venideras, quienes se encargarán de seguir estas hermosas
enseñanzas, valores y conocimientos que nos invita a reflexionar y crear una mejor
sociedad cristiana.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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%20debida%20disposici%C3%B3n.

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