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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del poder popular para la Educación Universitaria

Pontificia Universidad Católica Santa Rosa de Lima

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales

Escuela de Comunicación social

Formación Humano Cristiana VII / D09O

ESBOZO HISTÓRICO Y REFLEXIÓN SISTEMÁTICA

Profesor: Alumna:

José Gregorio Mansilla Riczabeth Yuruby Corvo Pérez

C.I: 29.697.503

Telf. 0412-022-69-07

Correo: riczacorvo@gmail.com

Caracas, noviembre de 2022


INTRODUCCIÓN

El sacerdocio es el poder y la autoridad de Dios otorgados al hombre, incluida la autoridad


para efectuar ordenanzas y actuar como líder en la iglesia. La palabra sacerdocio tiene dos
significados. En primer lugar, el sacerdocio es el poder y la autoridad de Dios. Por medio del
sacerdocio, Dios creó y gobierna los cielos y la tierra. Mediante este poder, él exalta a sus
hijos obedientes, llevando a cabo “la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés
1:39). El sacerdocio del antiguo Israel estaba conformado por la clase de individuos
masculinos que, según la Biblia hebrea, eran descendientes patrilineales de Aarón (hermano
mayor de Moisés), que sirvió en el Tabernáculo, el Templo de Salomón y el Segundo Templo
hasta la destrucción de Jerusalén en 70 d. C.

En la presente investigación se platea indagar un poco más sobre el sacerdocio y su


significado en el Antiguo Testamento y su naturaleza en el Veterotestamentario. Además, se
explicará la dimensión eclesial del ministerio en la patrística y su dimensión eclesial según
clemente de Roma. Por otra parte, se definirá la misión apostólica y la sacramentalidad
sacerdotal en el Vaticano II, el sacramento del Orden y sus efectos en el ministro.

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ESBOZO HISTÓRICO Y REFLEXIÓN SISTEMÁTICA

El sacerdocio en el Antiguo Testamento

La palabra con la que el Antiguo Testamento designa al sacerdote es kohen, la cual en la


versión del Nuevo Testamento se traduce por hiéreus; término utilizado para designar a los
sacerdotes de Israel, así como a los servidores de dioses paganos. Su raíz filológica es
desconocida y se ve relacionado con el verbo acádico kánu, que significa «inclinarse y
prestar homenaje» y de la raíz qwn, «estar de pie», entendiéndose que el sacerdote sería
quien está de pie delante de Dios como su servidor.

La historia del sacerdocio veterotestamentano se desarrolla a través de diversos momentos


y etapas que marcaron la historia, podemos comenzar diciendo como en los pueblos
poderosos era ley que el sacerdocio coincidiera con el poder del rey, sin embargo, los
israelitas no se dejaron influir por dicha estructura y llevaban su religiosidad al principio sin
templos y sin sacerdotes. De igual manera los actos de culto, especialmente el acto del
sacrificio, eran realizados por el cabeza de familia

En el Antiguo Testamento se vincula el sacerdocio a Aarón, sin embargo, se presenta a


Moisés como el verdadero sacerdote del pueblo, ya que en la historia se muestra siguiendo la
antigua estructura patriarcal, siendo el jefe de las tribus, era quien rociaba el altar y al pueblo
con la sangre del sacrificio. Siendo Moisés quien le otorga las funciones sacerdotales a
Aarón y a sus descendientes

Naturaleza del Sacerdocio Veterotestamentario

La palabra que describe la naturaleza del sacerdocio veterotestamentario es el “sacrificio”


con ella se expresa el comportamiento cultural de los sacerdotes. El sacrificio se encuentra
presente desde el comienzo de la estructuración del sacerdocio entre los israelitas. Se ve
vinculado con el comportamiento de Moisés cuando en un acto de obediencia a Yahveh,
ofreció en unión con todas las tribus de Israel un sacrificio de comunión. Esta forma de
ofrecer sacrificios cultuales llegó a ser de un mandato divino a un proceder ordinario y
doméstico entre el pueblo creyente, pues todos los días tenía que ofrecer a Yahveh dos

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corderos primales. De la misma forma el sumo sacerdote, una vez al año, ofrecía un sacrificio
de expiación por él y por todo el pueblo.

Un sacrificio de este tipo es el que celebró inicialmente Aarón, y que tras el mandato
perpetuo dictado por Yahveh, tenían que continuar celebrándolo los sumos sacerdotes el día
décimo del mes séptimo. Este tipo de sacrificios son interpretados en el Nuevo Testamento
como la imagen profética del sacrificio de Jesucristo.

DIMENSIÓN ECLESIAL DEL MINISTERIO EN LA PATRÍSTICA

La «Didaché»: es uno de los textos más antiguos de los Padres Apostólicos, es el


documento más importante de la era pos-apostólica y la más antigua fuente de la legislación
eclesiástica. Para comprender su conjunto de ideas o enseñanzas sobre el ministerio
eclesiástico es preciso tener en cuenta los siguientes: los ministerios en la comunidad; su
finalidad en la Iglesia, y la llamada eclesial para el ministerio.

- Los ministerios en la comunidad

En el comienzo del siglo n, quien se capacitaban en las misiones para anunciar el


evangelio, practicaba el mandato recibido en las comunidades. A tales ministros se les
denomina en la Didaché apóstoles, profetas y maestros. En estos términos se establece la
norma: «Todo el que viniere a vosotros y os enseñare todo lo anteriormente dicho, recibidle.
Mas si, extraviado el maestro mismo, os enseñare otra doctrina para vuestra disolución, no
le escuchéis; si os enseña, en cambio, para acrecentamiento de vuestra justicia y
conocimiento del Señor, recibidle como al Señor mismo». Según la Didaché, la recepción del
ministro por parte de la comunidad se basa en la tradición, en la fidelidad que guardan a la
doctrina en si misma, por otra parte, el cometido del profeta es subsidiario al Señor.

- La finalidad de los ministerios

En los textos de la Didaché, el obispo aparece vinculado a la comunidad, es la cabeza


que preside la capitalidad de la Iglesia. En los mismos textos se pronuncia que los profetas les

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competían hablar en Espíritu, estimulaban a la comunidad a seguir la doctrina del Señor, a
través de la instrucción, siendo una de sus facultades dar gracias en la Eucaristía. Cabe
resaltar que los profetas que tenían la doble competencia: anunciar el evangelio y celebrar la
Eucaristía, sustituían a los obispos, ya que tenían el mismo llamado ministerial

- Llamada para el ministerio

En la Didaché se le confiere a la comunidad la facultad de elegir a los obispos. Estas son


sus palabras: «Elegios obispos y diáconos» partir de este mandato tan icónico, no han faltado
críticos que hayan negado la sacramentalidad del episcopado.

- Contenido doctrinal de la Didaché sobre el ministerio en la Iglesia

1. La estructura de la comunidad se apoya en un primer momento en los ministerios


itinerantes y después en los estables.
2. Al disponer que en toda comunidad haya obispos y diáconos, establece como norma
la existencia del ministerio estable al Frente de la comunidad.
3. En la Didaché tan sólo se conocen dos ministerios, el de los obispos y el de los
diáconos.

DIMENSIÓN ECLESIAL DEL MINISTERIO SEGÚN CLEMENTE DE ROMA

Recapitulando el pensamiento ministerial expuesto en la primera Carta de Clemente, se ha de


afirmar, primero, que el ministerio eclesial se fundamenta en Jesucristo, de quien toma origen
mediante la Misión y de quien proviene a través de los Apóstoles que envían, Segundo, que
este ministerio está integrado por los obispos-presbíteros y por los diáconos, y tercero, que
los obispos-presbíteros, en cuanto predican la doctrina que han recibido de los Apóstoles, son
instrumentos de la sucesión apostólica

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MISIÓN APOSTÓLICA Y SACRAMENTALIDAD SACERDOTAL EN EL
VATICANO II

Viraje Metodológico y Conceptual en el Vaticano II

El planteamiento del Vaticano II sobre el ministerio ha supuesto un importante giro


metodológico y conceptual. El Vaticano II a la hora de proponer la doctrina sobre el
presbiterado lo hace siempre en relación con el episcopado. Esta manera de plantear la
reflexión sobre el ministerio se advierte en los distintos documentos que abordan la
consideración del sacramento del orden:

- La Constitución dogmática Lumen gentium


- El decreto sobre la función pastoral de los obispos Christus Dominus
- El decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros Presbyterorum ordinis.

En dichos documentos conciliares se plantea como doctrina común del Vaticano II : el


inicio de la reflexión sobre el ministerio o el sacramento del orden es la figura del obispo.
Según el Vaticano II y la doctrina del Magisterio que le ha seguido, el sacramento del orden
se fundamenta en la misión de Cristo conferida a los Apóstoles, participan tanto los obispos
como los presbíteros. Quedando clara la dimensión cristológica del sacramento del orden y la
finalidad de servicio a la Iglesia al regirla, al predicar el Evangelio y al celebrar el culto.

PLANTEAMIENTO DE TRENTO EN SU RESPUESTA A LUTERO

El Concilio de Trento definió la fe de la Iglesia en la eficacia de los sacramentos, y propuso


con toda claridad que la justificación, en función de la cual son comprensibles los
sacramentos, no es debida al mérito de los actos humanos sino al hecho de recibir los
sacramentos con la debida disposición. Según Trento, en el proceso ordinario de la
justificación del hombre quien otorga la Gracia es Dios, a través de los sacramentos.

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La Comprensión de los Sacramentos, después de Trento.

Sacramento es un signo sensible instituido para conferir cierta santificación, y para significar
la verdadera santidad del alma. También podemos afirmar que el sacramento es una
ceremonia sagrada y sensible que santifica de alguna manera a los hombres, y que por razón
de institución significa la verdadera santidad del alma". A principios del siglo XIX se inició
en Alemania una importante renovación teológica y eclesiológica encabezada por el profesor
de Tubinga Juan Sebastián Drey (1777-1853), la cual tuvo como principal expo-nente a Juan
Adam Mohler (+1838), y cuya influencia llegó hasta el Concilio Vaticano II.

La constitución Sacrosantum Concilium, promulgada por el Concilio Vaticano II el año de


1963, es el documento más importante del magisterio conciliar sobre Liturgia y
Sacramentología; estuvo precedida por una larga historia de investigación y reflexión
teológica que había culminado con la encíclica Mediator Dei, del Papa Pío XII (1947). Para
la Sacramentología Fundamental son de especial importancia las enseñanzas propuestas en
sus números 5-12, 57, 59 y 61 de la S.C., así como en la introducción.

MISIÓN APOSTÓLICA Y SACRAMENTALIDAD SACERDOTAL

Apóstol es una palabra griega y significa enviado. Y el primer enviado es Jesucristo ya que Él
mismo recibió la primera Misión, el primer mandato apostólico de parte de su Padre divino.
Él debía venir a este mundo, introducirse en nuestra historia, para proclamar la cercanía y la
llegada del Reino de Dios.Y después él envía, a los doce apóstoles. les dará el mandato
definitivo “por todo el mundo, anunciad el evangelio a toda la creación” Será el
cumplimiento de aquella palabra del Señor y esta es la meta de toda la iglesia. La Iglesia es
apostólica, es misionera, es enviada al mundo. Y no es por propia decisión, sino por voluntad
expresa de Cristo.

La misión de la Iglesia es y sigue siendo, anunciar la cercanía del Reino de Dios, es el


mensaje propio de Cristo que se prolonga en la predicación de la Iglesia. Y lo hace sobre todo
por medio de la jerarquía, el Papa y los Obispos, que son los sucesores de los apóstoles.
También corresponde a todo el pueblo de Dios, cada cristiano, si quiere ser un miembro vivo
de la Iglesia, tiene que ser un apóstol, un misionero. Es un deber que nace en el Bautismo,

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sacramento que fue la cuna de nuestra vida cristiana, misión que después se nos entregó
personalmente en la Confirmación.

Ser apóstol es hacer crecer la Iglesia conquistando nuevos miembros, a su vez, conducir a sus
miembros actuales a mayor plenitud espiritual. Ser apóstol es serlo no sólo con la palabra,
sino con la vida, con el ejemplo. Todos tenemos anhelos y sentimos interés por el bien
espiritual de los demás, en especial de nuestros seres queridos, parientes, compañeros de
trabajo y de comunidad. Siguiendo a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, las misioneras y
misioneros se disponen a vivir y transmitir el Evangelio, con el sacrificio de su vida y de su
fama, fieles al mayor testimonio de amor.

Sacramentalidad Sacerdotal en el Vaticano II

La misión del sacerdote se dirige a que toda la humanidad se convierta en Eucaristía, acción
de gracias y alabanza, culto a Dios y caridad hacia el prójimo

El Concilio Vaticano II ha renovado profundamente la teología del sacerdocio al situarla


dentro de la Iglesia como pueblo sacerdotal. El Concilio considera toda la dimensión
sacerdotal del Pueblo de Dios, y más específicamente del sacerdocio ministerial, como
participación del sacerdocio de Cristo, de su consagración y misión. En relación con ello, la
afirmación de la sacramentalidad del episcopado –primum analogatum del sacerdocio
ministerial– es de gran importancia. Esa nueva perspectiva ha producido una renovación
pastoral de la teología del sacerdocio; el autor analiza la fecundidad de las nuevas
perspectivas abiertas por el Concilio

EL SACRAMENTO DEL ORDEN

El sacramento del Orden es conferido por la imposición de las manos seguida de una oración
consecratoria solemne que pide a Dios para el ordenando las gracias del Espíritu Santo
requeridas para su ministerio. La ordenación imprime un carácter sacramental indeleble.

La Iglesia confiere el sacramento del Orden únicamente a varones bautizados, cuyas aptitudes
para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la autoridad de la Iglesia
corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir la ordenación.

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En la Iglesia latina, el sacramento del Orden para el presbiterado sólo es conferido
ordinariamente a candidatos que están dispuestos a abrazar libremente el celibato y que
manifiestan públicamente su voluntad de guardarlo por amor del Reino de Dios y el servicio
de los hombres. Corresponde a los obispos conferir el sacramento del Orden en los tres
grados.

Efectos del sacramento del Orden

Este sacramento configura con Cristo mediante una gracia especial del Espíritu Santo a fin de
servir de instrumento de Cristo en favor de su Iglesia. Por la ordenación recibe la capacidad
de actuar como representante de Cristo, Cabeza de la Iglesia, en su triple función de
sacerdote, profeta y rey.

Como en el caso del Bautismo y de la Confirmación, esta participación en la misión de Cristo


es concedida de una vez para siempre. El sacramento del Orden confiere también un carácter
espiritual indeleble y no puede ser reiterado ni ser conferido para un tiempo determinado. Un
sujeto válidamente ordenado puede ciertamente, por causas graves, ser liberado de las
obligaciones y las funciones vinculadas a la ordenación, o se le puede impedir ejercerlas, pero
no puede convertirse de nuevo en laico en sentido estricto, porque el carácter impreso por la
ordenación es para siempre. La vocación y la misión recibidas el día de su ordenación, lo
marcan de manera permanente.

UNIDAD DE SACRAMENTO Y DIVERSIDAD DE MINISTERIOS

La Iglesia santa, por voluntad divina, está ordenada y se rige con admirable variedad. El
pueblo elegido de Dios es uno "Un Señor, una fe, un bautismo" (Ef. 4,5). Ante Cristo y ante
la Iglesia no existe desigualdad alguna en razón de estirpe o nacimiento, condición social o
sexo, porque "no hay judío ni griego, no hay siervo ni libre, no hay varón ni mujer. Pues
todos vosotros sois "uno" en Cristo Jesús" (Gal., 3,28; cf. Col., 3,11). Aunque no todos en la
Iglesia marchan por el mismo camino, sin embargo, todos están llamados a la santidad y han
alcanzado la misma fe por la justicia de Dios (cf. 2; Pe., 1,1). Y si es cierto que algunos, por
voluntad de Cristo, han sido constituidos para los demás como doctores, dispensadores de los

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misterios y pastores, sin embargo, se da una verdadera igualdad entre todos en lo referente a
la dignidad y a la acción común de todos los fieles para la edificación del Cuerpo de Cristo.

La diferencia que puso el Señor entre los sagrados ministros y el resto del Pueblo de Dios
lleva consigo la unión, puesto que los pastores y los demás fieles están vinculados entre sí por
necesidad recíproca; los pastores de la Iglesia, siguiendo el ejemplo del Señor, pónganse al
servicio los unos de los otros, y al de los demás fieles, y estos últimos, a su vez asocien su
trabajo con el de los pastores y doctores. De este modo, en la diversidad, todos darán
testimonio de la admirable unidad del Cuerpo de Cristo; pues la misma diversidad de gracias,
servicios y funciones congrega en la unidad a los hijos de Dios, porque "todas estas cosas son
obras del único e idéntico Espíritu" (1 Cor., 12,11).

EL MINISTRO Y EL SUJETO DEL SACRAMENTO DEL ORDEN

El ministro y sujeto del orden

Con el otorgamiento de este sacramento se reciben varios efectos de orden sobrenatural que
le ayudan al cumplimiento de su misión. Siendo estos, el carácter indeleble, diferente al del
Bautismo y el de la Confirmación, pues constituye al sujeto como sacerdote para siempre. Lo
lleva a su plenitud sacerdotal, perfecciona y capacita para ejercer con facilidad el poder
sacerdotal. Todo esto es posible porque el carácter configura a quien lo recibe con Cristo. Lo
que hace que el sacerdote se convierta en ministro autorizado de la palabra de Dios, y pueda
ejercer la misión de enseñar. Así mismo, se convierte en ministro de los sacramentos, en
especial de la Eucaristía, ejerciendo el poder de santificar. Además, se convierte en ministro
del pueblo, ejerciendo el poder de gobernar.

Otro efecto de este sacramento es la potestad espiritual. En virtud del sacramento, se entra a
formar parte de la jerarquía de la Iglesia, la cual podemos ver en dos planos. Una, la jerarquía
del Orden, formada por los obispos, sacerdotes y díaconos, que tiene como fin ofrecer el
Santo Sacrificio y la administración de los sacramentos. Otra es la jerarquía de jurisdicción,
formada por el Papa y los obispos unidos a él. En este caso, los sacerdotes y los diáconos
entran a formar parte de ella, mediante la colaboración que prestan al Obispo del lugar.

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CONCLUSIONES

Cristo eligió a doce apóstoles, entre sus numerosos discípulos, haciéndoles partícipes de su
misión y de su autoridad. Desde entonces hasta hoy es Cristo quien otorga a unos el ser
Apóstoles y a otros ser pastores. Por lo tanto, el ministro del Sacramento del Orden es el
Obispo, descendiente directo de los Apóstoles. Los obispos válidamente ordenados, es decir
que están en la línea de la sucesión apostólica, confieren válidamente los tres grados del
sacramento del orden. Así consta en los Concilios de Florencia y de Trento.

Sin embargo es bien sabido que todos estamos llamados a impartir la palabra de Dios, a
través de las buenas acciones, enseñanzas y su palabra, la misión corresponde a todo el
pueblo de Dios, cada cristiano, si quiere ser un miembro vivo de la Iglesia, tiene que ser un
apóstol, un misionero, quien nace en el Bautismo, misión que después se entrega
personalmente en la Confirmación.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

- ARNAU, Ramón. (2001) Orden y Ministerios. BAC, Madrid-España


- TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS. (s.f.). Recuperado de
https://www.mercaba.org/FICHAS/edoctusdigital/sacramentos_04.htm#:~:text=El
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- Nuestra misión apostólica. (s.f.). Recuperado de
https://es.catholic.net/op/articulos/42382/cat/901/nuestra-mision-
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- La teología del sacerdocio en el Concilio Vaticano II. (2012). Recuperado de
https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/38995/1/201506%20STh
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- SEGUNDA PARTE LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO. (s.f.).
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%20sacramental%20indeleble.

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