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Capitulo 2 m El disefio de un programa de intervencién 3 resolucién de problemas sociales; pero también de sus limitaciones. Como es de sobra conocido, algunos tipos de acontecimientos sociales son definidos como un problema social y se espera que la Psicologia social sea ca- paz de mejorar la situaci6n. La suposicisn parece ser la de que si la Psicologia Social funciona, entonces seré capaz de resolver todos los problemas sociales. Sin embargo, tal y como se ha tratado detalladamente en el pri- mer capitulo de este libro, la reatidad est muy alejada de la simpleza de esta suposicién. Desgraciadamente, los problemas sociales rara vez. se definen sobre la base de criterios estrictamente cientificos. Mas bien se definen y se seleccionan en términos de juicios de valor, politicos e ideolsgicos. Por ejemplo, en el dmbito de la salud, eso significa no s6lo que los pacientes discutan frecuentemente que ellos estén 0 no enfermos, sino también que la enfermedad, sea la que fuere, no es sélo una cuestién biol6- giica y psicosocial, sino que siempre tiene ingredientes politicos (véase capitulos 7, 9 y 14), econémicos (véase Capitulo 6), 0 culturales (véase a este respecto el epigrafe «La diversidad humana» en el Capitulo 8). ¥ eso no quiere decir que la Psicologfa social no pueda resolver problemas importantes, sino que hay que ser cons- cientes de Ios Ifmites dentro de los que se mueve y del tipo de contribucisn que realmente puede hacer. Y al mismo tiempo deberiamos aceptar que la Psicologia Social Aplicada es, mas que una diseiplina ideo logica, una ingenierfa social que puede servir a intereses ideolégicos muy diversos. A pesar de que podemos reconocer la necesidad de una ingenieria psicosocial para contribuir a resolver los, problemas que aquejan a un grupo en un momento histérico-social determinado, nuestro pasado y presente es- tan repletos de ejemplos en los que las mejores intenciones y la inversiGn de recursos entroncan con una inadecuada planificacisn de la intervencién y tienen como resultado el fracaso, el desencanto y la desesperan- za de una sociedad. Asi pues, parece absolutamente necesario contar con una adecuada y rigurosa hoja de ruta que nos permita obtener los beneficios que la Psicologia social puede aportar a la mejora de la calidad de vida y el bienestar. En los siguientes apartados vamos a describir las fases que se deben tener en cuenta para que le calidad de vida y el bienestar puedan ser una realidad. 2. FASES EN EL DISENO DE UN PROGRAMA DE INTERVENCION Ahora que ya hemos resaltado la importancia de la intervencién psicosocial y Ia necesidad de Ia planificacién de la misma, vamos a abordar las fases més importantes del diseito de una intervencién. En Cuadro 2.1 quedan recogidos los que entendemos como pasos necesarios, cuando no imprescindibles, para levarlo a cabo de ma- nera exitosa, En este punto no podemos perder de vista que hay ciertos pasos a seguir que todo proyecto debe considerar para asegurar que se desarrollen e implementen estrategias de intervencidn eficaces que conduzcan a mejoras reales, Ademés, otra cuestién importante se refiere a la continuidad del proceso de planificacién, Aunque exis- te cierto orden en cuanto a los pasos iniciales para encarar un proyecto, éstos son evolutivos por naturaleza, y a lo largo de su desarrollo entrardn en juego diferentes aspectos de cada fase y se implementarsin distintas es- trategias de intervencién y evaluacién. Cabe destacar, por tltimo, que alguna de las fases serd tratada en mayor profuindidad en otros capitulos de este manual, por lo que en este momento las trataremos ms sucintamente, 2.1. Identificacién del problema o necesidad El primer paso en el disefio de un programa de intervencién dirigido a resolver un problema que se ha detecta- do es la identificacién y definicién del mismo, asf como de Ia poblacién en la que se produce, que desde este momento denominaremos poblacién diana del programa. La intervencién puede plantearse como consecuencia 54 INTERVENCION PSICOSOCIAL ‘CUADRO 2.1. FASES DEL DISENO DE UN PROGRAMA DE INTERVENCION 1. Identificacin de fos problemas o necesidades. 2. Evaluacién del problema o necesidad. 5. Determinacién del programa de intervencién 4, Seleccidn de partcipantes en el programa, 5. Cémo se hard la intervencién. 6, Procesamiento de la informacion, 7. Bvaluacion, 8, Seguimiento, 9. Preparacién del informe, de un deseo de resolver un problema actual o de prevenir problemas futuros. Si el problema no se define co- rrectamente, apenas tendremos oportunidades de diseitar una buena intervencién. Para disefiar la intervencién es esencial establecer un enunciado descriptivo del problema en términos que nos permitan comprender y compartir con el resto del equipo de intervencién su problema y sus manifesta- ciones, El enunciado del problema esté muy ligado a su fundamentacién te6rica porque la manera en que es conceptualizado esté intimamente relacionada con la teorfa mediante la cual es visto, y es bueno considerar varias aproximaciones antes de tomar cualquier decisién, Por ejemplo, podemos decidir que la naturaleza del problema de un adolescente que consume una gran cantidad de cigarrillos esta en sus actitudes (una teorfa cognitiva interpersonal) o, alternativamente, que el problema puede basarse en las normas sociales por las que ese grupo de adolescentes se rige (una teorfa contextual). De manera semejante, para entender el pro- blema referido a las adolescentes que no han usado un método anticonceptivo para evitar un embarazo no de- seado, podemos plantear que esta primordialmente relacionado con sus propias creencias acerca de las causas del embarazo o, alternativamente, podemos relacionarlo con circunstancias contextuales que impiden que las jdvenes pongan en practica sus conocimientos sobre anticoncepcién. Algunas de estas consideraciones Tas encontramos en los capitulos 4 y 10, Por ello, con independencia de la estrategia elegida en la intervencién, el primer paso consiste en identificar y definir el problema sobre la base de unos criterios que deben ser cla- ros y especificos. Para trabajar sobre el problema 0 necesidad que precisa andlisis e intervencién, tenemos que definirlo en términos de conductas problema, establecer indicadores para evaluarlo y analizar la pertinencia de esos indica- dores. Es decir, debemos establecer si estén justificados en términos sociales, si responden al problema o ne- cesidad intervenida, si permiten determinar las consecuencias de poner o no en marcha el programa, si permiten determinar razones que aconsejen interrumpir el programa, si petmiten evaluar y decidir si moditicar, parar continuar, y si se corresponden con las metas a corto, medio y largo plazo establecidas. Véase a este respect el Cuadro 2.2. ‘Cuando podamos responder afirmativamente a estas preguntas, estaremos en disposicién de decir que hemos identificado adecuadamente los indicadores relacionados con el problema sobre el que vamos a trabajar, Una vez claramente identificado el problema y adecuadamente definido, deberemos traducir esa definicién de forma operativa, Definir operativamente el problema es concretarlo de manera que sea manejable, es decir, que se puedan establecer y cuantificar cada uno de sus elementos. En otras palabras, definir operativamente el problema es describirlo en términos de las variables relevantes que lo componen, que nos permitan su medida, manejo y/o su tratamiento, Cpitulo 2 m El disefio de un programa de intervencion 5 ‘CUADRO 2.2. IDENTIFICACION DEL PROBLEMA O NECESIDAD Y SELECCION DE INDICADORES Definicién de conductas problema ~ {cual es su fundamentacién tedrica? Seleccién de indicadores y pertinencia de los mismos ~ iresponden al problema o necesidad intervenida? — {permite determinar las consecuencias de la puesta en marcha del programa? ~ ipermiten determinar cudndo se debe intrrumpir el programa? ~ ipermiten determinar cuando modificar el programa? ~ ‘orientan sobre cémo modifcar el programa? ~ icon qué tipo de objetvos o metas se correspanden? (corto, medio, largo plazo) Por ejemplo, en la introduccisn del capitulo nos plantedbamos eémo promocionar conductas alimenticias saludables entre los més jévenes. En esta pregunta que nos hacemos se incluyen dos variables: reduccién del consumo de productos envasados con alto contenido de grasas saturadas (frecuencia de consumo a diario y en fines de semana) y conducta de ingesta saludables (por ejemplo verduras o frutas una vez. al dfa). Otro ejem- plo posible, relacionado también con la adolescencia, es el de la prevalencia de conductas sexuales de alto ries- 20 que algunos j6venes llevan a cabo, olvidando utilizar preservativos consumir drogas en la creencia de que potencia el placer sexual, donde la tinica variable mencionada es la prevalencia de conductas sexuales de alto riesgo. Por lo tanto, la sucesisn que debemos hacer en la identificacién del problema o necesidad es la siguiente: DEFINICION > | SELECCION DEINDICADORES | —> OPERACIONALIZACION En definitiva, definir operativamente las variables significa concretarlas y especificarlas lo mas posible y es- tablecer cémo pueden ser medidas. En este estadio, el interventor deberia considerar una amplia variedad de métodos de los que hablaremos en el apartado siguiente 2.2. Evaluacién del problema o necesidad sobre la que intervenir En este segundo paso es necesario que analicemos el problema o necesidad sobre el que pretendemos intervenit. ‘Necesitamos saber en qué consiste y debemos explorar, analizar y medir el acontecimiento problemtico, o en qué se traduce la necesidad, y el contexto 0 contextos en los que se producen los problemas o emergen las necesidades de la poblacién afectada (Chacén, Barrén y Lozano, 1988). La evaluacién de necesidades implica dos pasos diferenciados: 1, La aplicacién de un instrumento o conjunto de instrumentos de medida a un area social defi ida. 2. Laaplicacién de un juicio para valorar la relevancia de Ia informacién recogida, con el fin de determi- nar las prioridades para la planificacin de programas y el desarrollo de servicios. La evaluacién del problema o necesidades es parte del proceso de disefio de un programa. Proporciona un im- portante input informativo que serd la base para el proceso de planificacién de la intervencién, También lo es, y los capitulos 12 y 14 nos ofrecen un adecuado ejemplo, la evaluacién de los recursos disponibles en una co- ‘munidad y que pueden ser de utilidad a la hora de implementar una intervencién. 56 INTERVENCION PSiCOsOCIAL En esta fase las preguntas més pertinentes que nos debemos hacer pueden ser del siguiente tenor: ,a qué ni- vel debe evaluarse el problema?, ;quién se opone a las conductas problema?, ;quién apoya o es tolerante con las conductas problema?, ,bajo qué condiciones ocurren las conductas problema?, {qué incentivos tienen las conductas problema?, ,qué consecuencias negativas tienen?, {cules son los incentivos actuales para el cam- bio?, ;cudles son las personas més influyentes con referencia al problema?, ;cémo ejercen la influencia? y ,cud- les son las posibles fuentes de resistencia para el cambio? Estas y otras preguntas se pueden reflejaren el esquema que presentamos en el siguiente cuadr ‘CUADRO 2.3. LISTA DE COMPROBACION EN LA EVALUACION DEL PROBLEMA 0 NECESIDAD * Nivel de anlisis + Individual + Grupal + Comunitaio. + Contexto + Fsico + Social + Caracteristicas + Condiciones en las que ocurren, + Incentivs asociados. + Consecuencias negatvas + Posibles mecanismos de cambio + Incentivos para el cambio, + Personas, grupos, instituciones faclitadores. «Fuentes de resistencia, Ademis, en este paso debemos establecer de dénde (fuentes) vamos a obtener la informacién y e6mo (mé- todos) vamos a hacerlo, Con respecto a la primera cuestién, deberemos establecer qué fuentes de informacién © unidades de andlisis vamos a utilizar. Una vez definidos los indicadores, nos preguntamos quignes (indivi- duos, familias, grupos, comunidades, ete.) 0 qué objetos (documentos, artefactos, situaciones, ete.) contienen es0s indicadores. Hablamos, entonces, de las fuentes de informacién, que pueden ser objetos o sujetos. Un ejem- plo: antes de disefiar la intervencién que describe en el Capitulo 4, Silvia Ubillos entrevisté a algunos Iideres de la comunidad, revisé la documentacién sobre el barrio de Alza (San Sebastidn) para analizar necesidades, problemas y recursos, y pas6 cuestionarios a la poblacién diana, La eleccién de las fuentes estd condicionada por las unidades de observacin (Io que se quiere medit), por 1a naturaleza del programa, por los objetivos, por los recursos humanos, técnicos y financieros disponibles, por la posibilidad de acceder a las fuentes y por la disponibilidad de tiempo. En este punto es més que aconsejable analizar qué se ha hecho hasta la fecha en otras comunidades o en otros programas y con qué resultados. Esta precaucién, tantas veces olvidada, nos proporciona una visién muy Atil, nos ahorra costes y nos permite contrastar nuestras primeras hipstesis con resultados empiricos. Para terminar con las fuentes, analizaremos si son suficientes, y asignaremos significado a la informacién 0 datos recogidos e integrados a partir de ciertos criterios légicos, tedricos, experienciales o de los valores per- sonales, profesionales, onganizacionales o sociales dominantes. Con respecto a la segunda cuestién, estableceremos qué método 0 métodos de evaluacién o de medida de las conductas problema vamos a utilizar. En este punto es importante sefialar la necesidad, en la mayoria de los casos, de integrar las metodologias cuantitativas y cualitativas, algo que abordarén con profusién Jorge L6pez y Barbara Scandroglio en el Capitulo 20. La utilizacién conjunta de ambas metodologfas potencia la obtencién de la informacién (Cook y Reicharut, 1986). Cpitulo 2 m El disefio de un programa de intervencion a7 La intervencién social utiliza los instrumentos propios de la investigacién social, bien sean de naturaleza cuantitativa, como los cuestionarios, o bien de naturaleza cualitativa, como las entrevistas en profundidad o los grupos focales. La eleccién de los instrumentos depende de la naturaleza de lo que se quiere evaluat, del tipo de indicadores, de las fuentes de informacién, de los recursos humanos y econémicos disponibles, del tiempo de ejecucién de la evaluacién, del disefio elegido y de la perspectiva conceptual y metodolégica del evaluador © del equipo de evaluacién, Debido a que los métodos cualitativos son abiertos, son especialmente valiosos en la fase de evaluacién de las pruebas piloto de los procedimientos, actividades y materiales. Ellos permiten al evaluador un alcance ili- mitado para probar sentimientos, creencias ¢ impresiones de la gente que participa en la evaluacién y hacerlo sin prejuzgar a los participantes con sus propias opiniones. Los métodos cualitativos también son ttiles para probar disefios, procedimicntos y materiales cuando en el transcurso de su utilizacién surge un problema, Usando estos métodos, los evaluadores pueden determinar la causa de cualquier problema y corregirlo antes de que el dafto sea mayor. Por su parte, los métodos cwantitatives nos ayudan a recoger informacién que esté expresada en ntimeros. Se utilizan principalmente durante la evaluacién del proceso, del impacto y de resultados. A diferencia de los resultados producidos por los métodos cualitativos, los obtenidos por los Cuantitativos se pueden utilizar para establecer conclusiones estadisticas sobre la poblacién diana. Sin profundizar en su descripcién, cabe sefialar que los métodos cualitativos més utilizados en evaluacién son las entrevistas personales, los grupos focales y la observacién participante, mientras que entre los diferen- tes métodos cuantitativos se utilizan normalmente los sistemas de recuento, las encuestas, los cuestionarios y los disefios experimentales y cuasi-experimentales (véase Cuadro 2.4). ‘CUADRO 2.4: OBTENCION DE LA INFORMACION. Objetos: documentos, artefacts, + Fuentes o unidades de analss situaciones. Sujets indviduos, familias, comunidades. Cualitativos: entrevista, grupos focales, + Métodas bservacin partcipante Cuanttatvas: encuestas, cuestionaros, sistemas de recuento En definitiva, cémo evaluar las necesidades o los problemas es un elemento necesario del disefto del pro- grama de intervencidn. En este punto debemos dejar establecido cémo estudiaremos el alcance del problema en el grupo o comunidad de que se trate y cémo identificaremos los recursos potenciales de los que se dispone para abordar problemas, si es que existen. Tales pardmetros son importantes porque son en buena medida los que definen la pertinencia de una w otra orientacién en el disefio del programa de intervencién. Respecto a cuales son los elementos mas relevantes en la evaluacién de necesidades, Achiicarro y San Juan (1996) proponen los siguientes que, seguramente, pueden ser diferentes en funcién de la naturaleza del problema sobre el que intervenir: 58 INTERVENCION PSICOSOCIAL 1, Documentacién sobre las caracteristicas de la poblacién sobre la que vamos a intervenit: variables so- cio-demogriticas, datos epidemiolégicos, acontecimientos relevantes que nos den una cierta perspecti- va histérica de esa comunidad; una revisi6n, siquiera sucinta, del tratamiento que los medios de comunicacién han dado al problema en cuestidn y, en fin, toda aquella informacién que nos ayude a si- tuar dicho problema en un contexto cultural y geogrifico dado, 2. Andlisis de la comunidad: en esta fase entraremos en contacto con los individuos que constituyen esa comunidad. A tal efecto, deberemos incorporar una serie de instrumentos mediante los cuales podemos evaluar aspectos como las actitudes, representaciones sociales, informacién general disponible por la po- blacisn sobre el objeto de intervencién, asf como las expectativas de soluci6n, grado de implicacién emo- cional, etc. Es interesante contar con la opinién de los expertos de esa comunidad mediante el empleo de técnicas grupales o de todos aquellos recursos que nos faciliten la entrada en el foro comunitario es- tudiado. Los capitulos 4, 6, 7 ¥ 9 nos ofrecen ejemplos muy pertinentes 3. Andlisis de los recursos comunitarios: la intervencién psicosocial sobre un determinado problema pue- de tener diferentes prondsticos dependiendo de los recursos de que disponga la comunidad para abor- darlos. Estos recursos pueden constituir las estrategias de enfrentamiento (coping) propias de la comunidad: «diferentes servicios sociales, recursos econémicos, asociaciones comunitarias, religiosas y todas aquellas que nos hagan pensar en el {ndice de participacién ciudadana, infraestructuras para lo- cales, recursos ambientales, identificacisn de las partes interesadas como posible recurso para formar agentes de salud, y para garantizar una cierta estabilidad en la implementacién definitiva del programa, etc» (Achiicarro y San Juan, 1996, p. 75). En todo el proceso de evaluacién no podemos dejar de lado el contexto bajo el cual se realiza. En efecto, ade~ mis de identificar y evaluar la necesidad o el problema, tenemos que valorar también la situacién en la que se produce. Como sefiala Gerardo Marin (Marin, 1996), es esencial diseftar intervenciones que scan sensibles a las caracteristicas culturales de los miembros de una comunidad cultural. Es decir, lo que este autor subraya es la importancia de la situacién social, cuya expresién maxima es la cultura, Desafortunadamente, nos seifala, la mayorfa de los trabajos en prevencién primaria, secundaria o terciaria (por ejemplo) se han realizado sin con- ceder mucha importancia al papel de la cultura en el comportamiento de las personas. La necesidad de disefiar intervenciones adaptadas al contexto cultural de la poblacién a la que van dirigidas esté respaldada por innu- merables investigaciones basicas en Psicologia y en otras Ciencias del Comportamiento que demuestran que la conducta humana esta influenciada por los valores compartidos por el grupo cultural en el que se ha desarro- ado el individuo, EL mismo Gerardo Marin (Marin, 1993) ha presentado el esbozo de los requisitos minimos que una interven- cidn debe cumplir para considerarse como culturalmente apropiada. Una intervencién culturalmente apropiada es el conjunto de estrategias para cambiar el comportamiento que deberia cumplir con los siguientes requisitos: a) la intervencién esté basada en los valores culturales del grupo; b) las estrategias que forman parte de la intervencién reflejan las caracteristicas de la cultura subjetiva de los miembros del grupo —por ejemplo, actitudes, expectati- vvas, normas de conducta especificas—, y c) los componentes que conforman la estrategia reflejan las preferencias comportamentales y expectativas de los miembros del grupo (véase también el Cuadro 8.4). Al final de esta fase seria deseable comunicar los resultados obtenidos a los agentes implicados en la inter- vencién con el fin de planificar la misma de una manera consensuada, realista y viable. 2.3. Determinacién del programa de intervencién Antes de proceder a Ia elaboracién del programa de intervencisn cuya ejecucién presumiblemente va a resolver el problema o reducir la necesidad planteada, deberemos reflexionar sobre los elementos Capitulo 2 m El disefio de un programa de intervencién 7) conceptuales que permitirén fundamentar nuestra intervencién, es decir, deberemos considerar sobre qué fundamentos tedricos construiremos nuestro disefio de intervencién (Pez, 1996; Marin y Marin, 1990; Ma- rin, 1996). La modalidad de intervencién que elijamos se refiere a la selecci6n de unos métodos particulares apropia- dos para la solucién del problema y para la poblacién afectada en su contexto particular. En cada situacién, el equipo interventor toma decisiones sobre las formas en las que debe ayudar a las personas a las que se dirige la intervencién, Estas decisiones implican elecciones sobre orientaciones, modalidades, estrategias y técnicas. Asf, designar una familia como cliente determina que nuestro trabajo tendra que utilizar unas estrategias y técnicas espeefficas, que se ajustan a ello, Por ejemplo, en su trabajo sobre intervencién familiar con un enfermo mental, Buelga y Musitu (1993) ba- san su programa en los principios y técnicas terapéuticas de la escuela estructural, de los que incluyen funda- mentalmente los siguientes elementos: menor implicacién emocional del terapeuta con la familia, frecuencia de sesiones més breve al comienzo de la terapia y més intensas en etapas posteriores, la tesis de que el cambio pueda producirse en el sistema modificando cualquiera de sus elementos aisladamente, y el postulado que asu- me la responsabilidad de planificar una estrategia a fin de resolver la sintomatologia del paciente. Por su parte, Enrique Gracia fundamenta el programa de prevencién del riesgo social que nos ofrece en el Capitulo I en vi- sitas de profesionales al hogar como vehiculo de apoyo social en sus diversas modalidades de apoyo educati- vo, apoyo prictico y apoyo emocional, Dichas visitas obedecen a un calendario previamente establecido y a ‘unos objetivos meticulsamente definidos, Sobre la base tedrica que hayamos establecido, definiremos qué queremos hacer y cémo hacerlo, Para ello, puede servimnos de gu‘a el siguiente esquema: 1, Estableceremos y determinaremos objetivos y los analizaremos eriticamente y con realismo. 2. Fijaremos los contenidos del programa de intervencién (tratamiento): qué se hace, a quién, con quién, ccon qué se hace, para qué se hace. 3. Planificaremos nuestras actuaciones, procedimiento, pasos, calendario, estrategias para llegar a la po- blacién diana, coste, ete. 4, Estableceremos las estrategias de ejecucién del programa. 5. Asignaremos responsabilidades: quién hace qué y por qué, 6, Definiremos criterios ¢ indicadores de resultado. 7. Analizaremos costos (costos econdmicos y posibles consecuencias adversas, relacién costos y benefi- cios), sies posible alcanzar los mismos objetivos por métodos més econsmicos y si hay alternativas mas rentables. 8, Estableceremos los elementos y medios de mantenimiento del programa, es decir, las fuentes de finan- ciacién ¢ identificaremos las fuentes para la obtencién de recursos. 9, Finalmente, programaremos, si procede, la formacisn de personal local, el desarrollo de liderazgo local, Ia promocién de la participacién y la facilitacién del acceso del equipo interventor. En el Cuadro 2.5 podemos ver aquellos puntos del esquema anterior que tratan de responder al qué, y aque- os que se refieren al cdmo en la planificacién de la intervencién. De estas cuestiones nos ocuparemos a con- tinuacién. 60 —_INTERVENCION PSicosoCIAL ‘CUADRO 2.5. PUNTOS PRINCIPALES DE LA PLANIFICACION DEL PROGRAMA DE INTERVENCION Qué como + Objetivos + Procedimiento + Contenidos tratamiento) + Fases + Bjecucién + Calendario + Tareas y responsabilidades + Formacién + Giiteriose indicadores de resuitados + Acceso ala poblacién + Costos + Mantenimiento + Recursos humanos y materiales + Fuentes de financiacin y de recursos Desde las primera paginas del capitulo anterior se ha defendido que a la hora de establecer los objetivos de- rivados de nuestra evaluacién del problema y sus dimensiones, debemos tener en cuenta que la principal fun- cidn de la intervencién psicosocial es proporcionar una buena calidad de vida y bienestar social alos individuos, grupos o comunidades que constituyen el tejido social. Para conseguirlo cabe utilizar diversos métodos, que po- demos resumir en tres (Barriga, 1987). 1, Acciones preventivas, que tratan de impedir el surgimiento de problemas y conflictos sociales. En los capitulos 4, 6, 10 y 13 encontraré el lector buenos ejemplos. 2, Acciones impulsoras o dinamizadoras que facilitan la realizacién del cambio social, implican la elabo- racién de constructos te6ricos para explicar situaciones, produciendo un diagnéstico social, y permiten el disefio de instrumentos de cambio. Formulado en estos términos, el lector podrd encontrar ejemplos adecuados en los capitulos 6, 7, 11 y 17. 3. Acciones terapéuticas o integradoras que implican estrategias curativas, rehabilitadoras o compensato- rias. En alguna medida, los capitulos 7, 9, 14 y 18 contienen ingredientes de este tenor. Esenesta etapa cuando debemos establecer las estrategias de ejecucién del programa, distinguiendo entre ellas, primero por niveles: centradas en la persona, en el grupo-pequefio, en la comunidad, en la organizacién, o en Jas instituciones. Por ejemplo, en un centro de asesoramiento se puede ofrecer asesoramiento y apoyo a jéve- nes pertenecientes a grupos en riesgo de adiccién a sustancias de forma personal y confidencial, 0 suministrar informacién sobre aspectos y problemas relacionados con su grupo de edad; se pueden establecer servicios de urgencia de facil acceso en escuelas, clinicas, parroquias, que funcionen permanentemente y estén asignados a instituciones u organizaciones de la comunidad, En segundo lugar, podemos distinguir estrategias por funcio- nes u objetivos: presentacidn de servicios, desarrollo de recursos humanos, prevencién, reconstruccién social y comunitaria, cambio social y comunitatio. En esta etapa también deberemos asignar responsabilidades respecto de las actividades a realizar para con- suit los objetivos establecidos. Es decir, debemos establecer quién hace qué y para qué. Esta asignacién de responsabilidades esta {ntimamente relacionada con la formacién de equipos a la que aludiremos en el pérrafo siguiente. Un ejemplo pertinente nos lo ofrece la formacién de distintos Comités con tareas especificas tras una catéstrofee natural (véase Capitulo 14, Cuadro 14.5). Este es también e! momento apropiado para disefiar el con- junto de acciones a realizar que constituyen los contenidos del programa de actuacién, y definir los materiales, que vamos a necesitar para realizarlas. [gualmente definiremos criterios ¢ indicadores de resultado, analizare- mos los costos (costos econdmicos y posibles consecuencias adversas, relacién costos y beneficios), y procu- raremos determinar si es posible alcanzar los mismos objetivos por métodos més econémicos. Capitulo 2 m El disefio de un programa de intervencién A la vista del andlisis anterior, tendremos que establecer los elementos y medios de mantenimiento del programa, nuestras fuentes de financiacidn e identificar las fuentes para obtencidn de recursos. Por ejem- plo, en un programa de accién comunitaria para drogodependientes en un barrio periférico de la ciudad de Valencia (barrio de la Malvarrosa), los recursos humanos wtilizados por Gotzens (1993) fueron técni- cos de la Seccién de Estudios y Programas, de la Seccién de Accién Comunitaria, de la Unidad Técnica de Toxicomanfas y de los Servicios Sociales del Ayuntamiento, ¢ incluso personal ajeno al municipio, co- mo conferenciantes, formadores, monitores de taller, ete. Los recursos materiales utilizados fueron el Cen- tro Municipal de Servicios Sociales de la zona, locales puiblicos de la zona como colegios, Centro de recursos, Centro de salud, etc. y otros locales propios de distintas entidades y colectivos de la zona. Los recursos econémicos procedfan de la asignacién anual para los programas municipales de drogodepen- dencias a la unidad técnica correspondiente, de la asignacién anual para los Centros Municipales de Ser- vicios Sociales, y los que aportaron las distintas entidades y colectivos de la zona. En el Capitulo 13, por ejemplo, hacen acto de presencia los profesores y los servicios sociales del Ayuntamiento de Ibi en un programa de intervencién para la prevencién de la adicciones. ‘Un elemento importante de esta etapa del disefio es la formacién, que incluye la formacién de equipos de trabajo, de equipos de apoyo y base social, y formacién de personal local. La necesidad de formar un equipo de trabajo viene dada por la exigencia de organizar la direccién del programa de intervencién, de esbozar sus objetivos y sus Iineas de accisn, de disefiar las estrategias de contacto con la comunidad, con la organizaci6n 0 con las instituciones de que se trate, y de organizar las etapas de sensibilizaci6n, orga~ in comunal y capacitacién de zona local para formar equipos de apoyo y base social (Lara Pon 2001). El equipo de trabajo debe incorporar, al menos, ademds de su director, un productor (que acopia recursos y los gestiona), un metodélogo para el proceso de los datos, un equipo de formadores, un equipo de apoyo, uno 0 varios comunicadores que promuevan y faciliten la ejecucién del programa en la zona ob- jetivo y un conjunto de promotores (o captadores) que permitan el desarrollo del programa en la zona objetivo. Por su parte, el equipo de apoyo incorporaré promotores locales a los que hay que formar. Las tareas a evar a cabo por el grupo de apoyo pueden ser: apoyo en la localizacién y seleccién bibliogrética, en el es- tablecimiento de contactos con los centros sociales, asociaciones civiles, etc., y apoyo en la aplicacién, con- trol, codificacién y andlisis del pilotaje de los instrumentos. En paises con un bajo nivel de desarrollo, Lara Ponce (2001) recomienda captar y capacitar promotores jévenes, dado que en esos pafses cada vez es mas dificil Ia captacién de promotores de salud adultos que desarrollen un conjunto de actividades de promo- cién y cumplan un rol de agentes multiplicadores, debido a lo recargado de las obligaciones que tienen con su familia y comunidad. La capacitacién de los promotores debe ser progresiva, variada y directa, Ademés, debe estimular el esfuerzo y la solidaridad; fomentar la observacién propia y de los otros; ayudar al auto- control; proporcionar le oportunidad de descubrir formas de actuar en la propia comunidad y en el indivi duo mismo; ayudar a una mayor integracién humana y permitir interactuar para una mejor abservacién personal (Lara Ponce, 2001) Por Gltimo, ademés de contar con el equipo de trabajo y la participacién de personal de apoyo que per- mita poner en marcha la ejecucién del plan de intervencién, la mayoria de las veces resulta imprescindible preparar y contar con la participacién de personas vinculadas al contexto donde se va a realizar la inter- vencién (un excelente ejemplo se nos oftece en los capitulos 4 y 12). De este modo, en la mayorfa de los casos tendremos que formar y/o conseguir fomentar la aparicién de Ifderes locales que colaboren en pro- mover la participacién y que facilitan el acceso del equipo interventor. Por ejemplo, en una intervencién en un barrio marginal para prevenir el contagio del SIDA (véase Capitulo 4) se conté con los responsables del plan de prevencién del SIDA, con los responsables de distintas asociaciones de tiempo libre, de Tos talleres ocupacionales del barrio, de la Casa de la Juventud, con adolescentes previamente formados como «agen- tes de salud», con educadoras de calle, con los médicos del Centro de Salud, etc., a fin de fomentar en 62 —_INTERVENCION PSiCOsOCIAL todos ellos una actitud positiva que permitiera su actuacién como facilitadores en la implementacién del programa. 2.4. Seleccién de participantes en el programa Un problema se relaciona usualmente con una poblacién, De hecho, la intervencién siempre comienza con una poblacién en la que descubrimos problemas especiticos. Después, trataremos de resolver los problemas; eso lo haremos ayudéndonos de una intervencién que creemos eficaz para su soluci6n, Finalmente contrastaremos su eficacia (investigacién-intervencién). La determinacién de los afectados por el problema puede hacerse atendiendo a diferentes criterios. Unas ve~ ces se realiza en funcisn de una determinada zona geogréfica; otras, dependiendo de la naturaleza del progra- ‘maa intervenir o de la poblacién diana para la que ha sido discftado. También puede estar ligada estrechamente a caracteristicas culturales, sociales o de género como, por ejemplo, la intervencién que se describe en el Ca- pitulo 4. ‘Tomemos como muestra un estudio que veremos en este manual (véase el Capitulo 11), donde precisamen- te la poblacién diana responde a la estrategia de intervencién, Como tendremos ocasién de ver, se presenta un programa para reducir el riesgo social en familias mediante apoyo social, y para ello se selecciona a madres {jOvenes con escasos recursos econémicos en su primer embarazo. Aunque hay otros tipos de familias con alto riesgo social (madres de més de 30 afios con més de un hijo y bajos recursos econémicos), éstas no son elegidas, ya que se ha comprobado que este tipo de intervencién no es tan beneficiosa como en el grupo seleccionado. En otras ocasiones la poblacién diana se puede construir sobre objetivos, como por ejemplo, la reeducacién de los maltratadores impuesta por sentencia judicial, laintegracién de inmigrantes ilegales o la modificacién de determinados comportamientos de internos de un centro penitenciario (Maydeu y Romén, 1993; Szapocznik y Pequegnat, 1995), ‘Asi como en los casos anteriores existen criterios claros para la identificacién de la poblacién diana, en otras situaciones la seleccidn de los destinatarios sobre los que vamos a intervenir es més difusa, dependiendo, por ejemplo, de las éreas de intervencién dentro de un campo de los ya mencionados. En el caso de los ser- vicios sociales podemos distinguir el rea de reinsercién y proteccién social, el drea de rehabilitacién para discapacitados fisicos y psiquicos, el drea de la mujer, el érea de Ia tercera edad, el érea de la salud y el drea de drogodependencias. En cada caso la poblacién sobre la que vamos a intervenir puede ser directamente la afectada, pero también puede ser toda la poblacién relacionada con el problema (Lépez, Garefa y Rodriguez~ Marin, 1993). Legados a este punto, probablemente nos preguntemos cudl ha de ser el método de seleccién de los sujetos que componen la poblacién diana més adecuado a nuestros propésitos. La respuesta no es sencilla, dado que existen multitud de tcnicas bien conocidas sobre muestreo, tanto aleatorio como no aleatorio (y cuya deserip- cidn excede de los propésitos de este capitulo), que atienden a diferentes aspectos de la poblacién: propiedades de la distribucign de la variable medida, caracteristicas de las unidades que la componen, homogeneidad de los grupos, tamafios de los estratos si los hay, ete. Cabe decir que un método muy utilizado para seleccionar una muestra representativa de la poblacién diana es el examen de la red o pirdmide. También denominado muestreo bola de nieve, se trata de un procedimiento de muestreo no aleatorio consistente en seleccionar individuos cla- ve con caracteristicas representativas del grupo diana a través del contacto con la comunidad, de modo que un programa puede comenzar con un grupo de usuarios de 5 a 15 personas. Cada miembro de este grupo seré el que nos ponga en contacto con otras dos personas de la poblacién diana practicando sucesivamente esta opera- cin hasta completarla muestra que nuestro programa pretende abordar (Achiicarro y San Juan, 1996). Una ver- sign de esta estrategia es la que utiliza Silvia Ubillos en el programa «Por Pares» en el barrio de Alza para captar participantes tal y como podemos ver en el epigrafe 4.2.2 del Capitulo 4.

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