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Galidad penn Ee Kare «zy lases al hablar sobre la importancia de cambiar algunas En res para comprenker mejor las cosas, prohiiste eluso dela pala- bra “calidad”. 0. ‘acultad de educactén, sea cual sea la materia, siempre se habla, neeta o indirectamente, de educacion, siempre se esté elaborando, de una u otra manera, qué es educacién (ver, mas adelante, la palabra *educacién”). Por eso hay que cuidar el vocabulario 0, como ti decias en algin momento, hay que cuidar la lengua del oficio y la lengua de Ja cosa, de la materia de estudio. Formar pedagogos, 0 educadores, 0 profesores, es dar la lengua del oficio de pedagogo, o de educador, 0 de profesor. Dar clases en una facultad de educacion es ocuparse de la educacién, sea lo que sea, se defina como se defina, es ser un estudioso de la educacién, e implica por tanto manejar un cierto vocabulario, lo que podrfamos llamar el vocabulario de la cosa, del asunto, de la ma~ teria de estudio. Lo que ocurre es que la lengua con la que se habla de educacién (y, por tanto, la lengua en que se piensa la educacién) esta hoy colonizada por el lenguaje dela psicologia, sobre todo de la psico- logia cognitiva (ver la palabra “aprendizaje") y esta colonizada tambien Prete nguaie de la economia. Y ambos lenguajes son una catastrofe. tripe ‘timo sentido, cualquier institucién educativa tiende a nom- »¥ a pensarse, como una empresa. Y de la economia y de la em- 931 aeons P de Profesor « Jorge Larrosa presa vienen palabras como innovacién, recursos, obj y, desde luego, calidad. jetivos, result, dog La palabra “calidad” es una palabra de fabricantes Una palabra que Ileva a pensar cualquier cosa com E insisto en lo de cualquier cosa, porque “calidad” es un Significante vacio. Cuando hablamos de una universidad de calidad, 0 de una ene anza de calidad, 0 de un profesorado de calidad, o de una investiga, cion de calidad, o de una titulacién de calidad, lo tinico que decimos es que eso a lo que nos referimos ha sido definido, objetivado y evaluado con arreglo a estandares mercantiles, que tiene mas o menos valor en el mercado. Nadie sabe lo que es la calidad (ni es necesario saberlo, porque no significa nada, 0 porque significa cualquier cosa, lo que el vendedor quiera que signifique) pero afadir esa palabreja le da a la cosa, a cualquier cosa, como un valor anadido que es apenas pura ima- gen, pura apariencia. Ya sabes que ahora vivimos en la época de los rankings (que no son sino indicadores mercantiles) y que para decidir el valor de compra de algo se necesita tener algtin criterio de compa- racion. Y para eso sirve la asi llamada calidad, para poder comparar, ¥ valorar, y mercantilizar. Ademds, la asi llamada calidad mide el rendi- miento (0, si quieres, se mide por la aplicacién de ciertos indicadores de rendimiento). Y para mi, ni la escuela ni la universidad tienen que ver con el rendimiento, se defina como se defina. La palabra “calidad” puede estar bien para la publicidad educativa (la educacién ahora es una mercancia y las instituciones educativas compiten entre si por atraer clientes y compradores), pero no para un curso universitario de educacién que cuida especialmente las palabras y los textos con 1as que decimos y pensamos eso que nos interesa, eso cuyo cuidado nos ha sido encomendado. yde Vendedores 10 una mercancig Ese dia que, como dices, prohibé la palabra “calidad” fue, seguramen~ te, en el contexto de algtin sermon sobre la conveniencia, al menos ¢” mis cursos, de tratar de silenciar algunas de esas palabras que no dice? nada pero que contribuyen al ruido ambiente, a las formas consenstit: les y por tanto vacias de hablar y de pensar (si es que a eso se le pued® lamar lenguaje, o se le puede llamar pensamiento). Supongo que ue taria de fomentar alguna reflexin sobre la importancia de cuidar I* palabras, de pensar en las que usamos y en las que no usamos y, Sob" todo, de tratar de reconocer quién las ha puesto en nuestra boca. oe gacién de un profesor nsefi ve : . * de las primeras tareas y de las mas oe Dial sci Pata espana El gosto de prohibir algunas palabras piekag: hares aaa verdadera prohibicion. De lo que se trata es d h ence gutomética (y, por tanto, mas consciente) la lengua te se seo se algunas veces, deba mostrar eambign sus oe ee Porcjemple, vores se puede estar a la vez en contra de la mercantilizacién de la aiverst- dad y a favor de una universidad de calidad porque la palabra “calidad” pertenece, precisamente, a los que han convertido la universidad en mercancia. Cuando veo a los jévenes profesores universitarios preca- rizados e hiperproductivos, locos por publicar en revistas “de impac- to”, por hacer estancias en universidades extranjeras “de reconocida excelencia”, y llenandose la boca con eso de “la calidad”, no puedo sino pensar que estdn actuando a favor de su propia precarizacin y su pro- pia mercantilizacion. do con tus afirmaciones, me doy ara defender la universidad, de calidad”. Posiblemen- aciones que esta palabra entiendo la importancia Karen. ‘Al mismo tiempo que estoy de acuer cuenta de que uno de nuestros esloganes P! en la década de 1990, era “publica, gratuita y te no nos dabamos cuenta atin de las implic acarreaba, pero pensando sobre lo que dices, en i c de observar las palabras del oficio y de la materia de estudio. Reflexio- nando sobre como somos capturados por todo eso, recuerdo un texto de Masschelein y Simons, “La domesticacion del profesor ; De ea el libro Defensa de la escuela. Al oe ads ve ; erste a i eo bra con sentido vacio, como ac; ‘ ae al trabajo del profesor, se crea ae ae Oca eng cual ineapacide “ rena al de falta de calidad.” De esa forma,el con desconfianza © como aero! profesor, en una logica perversa, 951 Letra sc aque pater elemental o pretencias, pienso que la prnepa ol gqavion de ttn profesor es enseriar a hablar y a escribir. ¥ para eso una Je tay printers tareas (y de las ms importantes) es elegir las palabras EL gesto de prohibit algunas palabras en clase, desde luego, no ean vtadera prohibicion. De lo que se trata es de hacer menos automatica anto, mas consciente) la lengua que se usa. ¥ tal vez el profesor, Siaumas veces, deba mostrar tambien sus opeiones. Por eiemplo, que no se puede estat a la vez en contra de la mercantilizacion de la univers aya favor de una universidad de calidad porque la palabra “calidad” portenece, precisamente, a los que han convertido ta universidad en mereancia, Cuando veo & los jévenes protesores universitarios preca- rizados e hiperproductivos, locos por publicar en revistas “de impace to", por hacer estancias en universidades extranjeras “de reconocida trcelencia”,y Henaindase la boca con eso de “la calidad”, no puedo sino que estan actuando a favor de su propia precarizacion y su Pro- (y. port pen: pia mercantilizacion, Karen. ‘AL mismo tiempo que estoy de acuerdo con tus afirmaciones, me doy cuenta de que uno de nuestros esloganes para defender la universidad, en la década de 1990, era “publica, gratuita y de calidad”. Posiblemen- te no nos dabamos cuenta aun de las implicaciones que esta palabra acarteaba, pero pensando sobre lo que dices, entiendo la importancia de observar las palabra del oficio y de la materia de estudio. Reflexio- nando sobre como somos capturados por todo eso, recuerdo un texto de Masschelein y Simons, “La domesticacion del profesor”, pres’ nite en el libro Defensa de la escuela. Alconfigurar una “cultura de calidad (esa palabra con sentido vaeio, como acabas de decir) y aplicar esa orienta: cin al trabajo del profesor, se crea una cultura de rendir cuentas. a cual “la incapacidad 0 el rechazo a rendit cuenta s del desemper eo con desconfianza 0 como una senal de falta de calidad.” De esa forms profesor, en una légica perversa, se doma s St mism: 10.

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