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‘PARADERO CINCO 1A VESTIMENTA CHICHA La mayoria de los peruanos va a pasear a los centros comer- ciales sin un centavo en el bolsillo. Ellos miran las vitrinas donde se exhibe la moda sin tener la posibilidad de adquirir los zapatos, el pantalon, las zapatillas, los jeans, las camisas o la casaca que contemplan con resignacién. Otros, los que ganan sueldos minimos 0 irrisorios, son capturados por el sistema de las tarjetas de crédito con las que sacan a cuotas una prenda que en la fabrica vale uno, en el mall cuesta cuatro y por la que terminan pagando doce. De modo que se convierten en esclavos de un sistema que pregona el culto por la vanidad, la egolatria y el narcisismo. Muy pocos, en ese mar de gente que pasa diariamente por el centro comer- cial que en estos tiempos ha suplantado a la plaza de Armas o plaza mayor, tienen el poder adquisitivo para comprar lo que les dé la gana sin afectar su economia familiar. {Como hacen entonces los jévenes pobres para vestir a la moda si no tienen dinero? Para nadie es un secreto que, en el Perti, existen delincuentes que matan por un par de zapatillas de marca, que te golpean para despojarte de la ropa hasta dejarte desnudo e inconsciente tirado en algiin descampado a las afueras de la ciudad. Los delincuentes se visten bien 121 en este pais donde las apariencias engafian. Pero aquellos que no delinquen y son también pobres tienen varias alter- nativas chichas para lucir aquello que se les ha prohibido de primera pero no de segunda mano. Sin embargo, en el caso del hombre chicha, no se trata solo de la vestimenta “huachafa”, sino también de los tintes de cabello y de los ondulados o laceados, de los perfumes adquiridos por contrabando, de las cirugias plasticas de na- riz y pomulos, de los collares con dijes enormes exhibidos en el pecho, de los aretes que cuelgan de las orejas andinas, de la ropa interior que también tiene que ser de marca y a la moda, de los anillos en uno 0 los diez dedos, de las pulseras con las que se adornan las manos de trabajadoras manuales, de los tatuajes con declaraciones de amor eterno, del ma- quillaje que cubre o cambia la piel, del reloj mas llamativo que se pueda conseguir en el mercado paralelo, de los lentes de sol que se usan aunque no haya sol, del dejo periférico que se quiere esconder o de la jerga que se quiere hacer ostensible, de los modales que hay que estilizar, del lugar donde vives que es e] que finalmente te define, del apellido que muchos han cambiado y otros han incrementado, del color de Ja piel como una huella digital, de tu red social o, para decirlo como Pierre Bourdieu, del capital simbélico atribuido al sujeto chicha. Wendy Ticona Collao (Huancayo, 1984), por ejemplo, tiene el cabello tefiido de rubio intenso, pero se le notan las raices andinas. Ha pasado por una rinoplastia que le corri- gid la hermosa nariz aguilefia con la que nacid y por dos liposucciones que le redujeron la cintura hasta hacerla mas 122 pequefia que sus enormes caderas. Todo el dinero que gana vendiendo emolientes en la esquina de su barrio lo invierte en ella, Quiso ser pelirroja y lo fue, quiso tener el cabello enrulado y lo tuvo, quiso ser como las estrellas de cine y no pudo. Se convencia en cada intento de que sus facciones y color de piel se lo impedian. Entonces, probé con el maqui- Iaje como método para blanquearse y tampoco pudo. Hasta que decidid que seria todo lo que quiso ser sin renunciar a ser ella misma, a sus raices. Wendy, que sin dejar de ser lo- cal es global, luce y mezcla en su cuerpo elementos de todas partes del mundo, aunque siempre se notan sus inocultables facciones andinas. En este tiempo, por ejemplo, se le ha dado por usar jeans a la cadera, con una blusa de la India, con un sombrero huancaino, con unas botas de vaquero borda- das con simbolos cuzqueiios, con una bufanda francesa, con aretes aimaras, con una faja taquilefia que usa como correa, con una chuspa como cartera, con unos lentes de sol negros que contrastan con su cabello casi amarillo y con una casa- ca térmica de origen chino. El exmarido de Wendy, en cambio, fue un gringo de ver- dad que vestia de una manera bien peruana antes de morir en una sesion clandestina de ayahuasca. John (Los Angeles, 1979) vino al Pert para recabar informacion util para su tesis doctoral en Antropologia. Se alojé en el hotel donde la madre de la huancaina hacia limpieza y poco a poco se enamoré de la contundente y ritmica cadencia del cami- nar de Wendy. Se quedé en Lima y se cas6 con ella y sus costumbres. Poco a poco, poniendo en practica el método de trabajo de campo, fue mimetizandose con los peruanos 123 hasta el punto de nacionalizarse. Entonces, cambié los jeans por los pantalones de bayeta, las camisas de vaquero por las indumentarias andinas y el inglés se hizo castellano con quechua. Los antropdlogos quieren ser como el otro cultu- ralmente distinto que es su objeto de estudio. John se trans- formé, como decia Gamaliel Churata, en un gringo con ojos azules y pelo rojo. Pero, en una de sus incursiones a la selva, un falso chaman le propuso tener una sesion de limpieza con ayahuasca de la que salié con los pies por delante. Wendy, que tiene algo de antropdloga, aprendié del gringo John todo lo que sabe de las mejores marcas de ropa y calzado del mundo. Ahora compra la casi totalidad de su ropa de “marca” en las tiendas de ropa usada que funcionan en la avenida Grau en el Centro de Lima. Antes de usarla la “desinfecta” lavandola varias veces para matar hongos o bichos; luego, la adapta a sus necesidades, sus demandas y deseos, para después usarla con orgullo en los centros comerciales donde la gente la confunde con una pituca. En su cléset, ella puede elegir entre usar polos Vero Moda, ves- tidos Guess, casacas Tommy Hilfiger, blusas Noisy May, fal- das Vila, poleras Only, abrigos Maison Scotch, sacos Pieces, ternos Morgan o jeans Armani. Esta mujer no se priva de usar nada a pesar de la pobreza y sabe seleccionar lo mejor de lo mejor entre la ropa de segunda mano proveniente del primer mundo. Sin embargo, las prendas primarias que usa, lo que podria llamarse el nucleo o centro de su vestir, estan constituidas por los tejidos andinos de lana de vicufia o de alpaca, que, en forma de chalecos, boinas, chompas, cha- linas, guantes, carteras, ponchos o faldas, usa para hacer 124 notar que sus raices, como su pelo negro azabache, son an- dinas aunque se tifia de rubio 0 use las marcas mis exclu- sivas de ropa del mundo. Como Wendy, la mayoria-de los peruanos citadinos in- vierte en su apariencia personal aunque dentro de su casa el piso sea de tierra, las paredes no estén tarrajeadas, no tenga un bafio privado, no se alimente bien, no haya biblio- teca o descuide la salud de los padres. Puede faltar de todo en la casa, es mas, puede no haber casa, pero no debe faltar la ropa para la fiesta del fin de semana. En ese sentido, la ropa es una inversién necesaria cuando no se ha podido progresar con la educacién o el trabajo. Un correlato cuz- quefio es el brichero 0 cazador de gringas que se viste de modo exético tomando en cuenta el horizonte de expecta- tivas de las gringas para conseguir su viaje a Europa. Otro es el chalaco a quien no le pueden faltar las zapatillas de marca y el polo o la camisa de moda. El Callao es chicha a pesar de su resistencia salsera porque el 40 % de su pobla- cién proviene del interior del Pert y porque, del 60 % res- tante, la mitad desciende de provincianos 0 de extranjeros de todas partes del mundo. El hombre chicha es practico y democratico en su vestir, tal vez porque, en el estadio de pobreza, se acostumbro a vestirse con la ropa remendada que dejaban los hermanos mayores, quizd porque siempre se adapto a las donaciones de prendas repartidas por organizaciones humanitarias a las que habia que hacerles arreglos para adaptarlas a nuevas me- didas, acaso porque solo podia comprar lo barato en el Em- porio Comercial de Gamarra donde se venden confecciones 125 al por mayor, a lo mejor porque espera las ofertas de las tiendas comerciales que venden ropa fabricada en China, quiza porque conoce mejor que nadie todas las tiendas outlet donde las fabricas de ropa rematan todo aquello que tenga alguna “yaya” o porque, cuando puede, compra ropa usada de “marca”, En efecto, es también parte de la cultura chicha la venta de la ropa usada que se ha extendido en los ultimos afios a todos los departamentos del centro y sur del Perti, en mercados conocidos como “cachinas”. La ropa usada que viene de contrabando se empez6 a vender en el Perti en los tiltimos veinte afios. Antes, era una practica delincuencial por cuanto los facinerosos vendian la ropa robada el dia anterior en cualquier lugar improvisado del Centro de Lima. Los pobres compraban alli lo que sus bolsillos les permitian sin importarles mucho quién se habia puesto antes la prenda. Ahora, en cambio, la compraventa de ropa usada es un creciente negocio. Esta ropa es traida de paises del llamado primer mundo donde el consumismo es una practica habitual. En efecto, alli donde el consumo de ropa es mayor, la ropa es desechada rapidamente en buenas condiciones. Los consumidores, alentados por organizacio- nes de caridad y compafiias de reciclaje, estan cada vez mas dispuestos a entregar sus prendas a tiendas, bancos de ropa © contenedores para que encuentren nuevos duefios. Pero, también estan los ricos filantropos que comparten con los pobres la ropa exclusiva que no se vende en cualquier centro comercial. Basta que la prenda se haya manchado con algo, que se le pierda un boton, que el cierre esté malogrado, que ya no les guste el modelo o el color, que no la usen por mucho 126 tiempo porque sus armarios estan repletos, que no quieran guardarla para la siguiente temporada o que haya pasado de moda para donar esa ropa a gente que lo necesita. Gran parte de las toneladas de ropa de segunda mano donadas en Europa occidental y América del Norte terminan en paises con una economia subdesarrollada o inviable. Mu- chos paises prohiben la importacién de estos articulos para proteger la industria textil nacional. A pesar de eso, la ropa usada entra al mercado por contrabando porque hay una de- manda que se incrementa constantemente. En el Pert, esta ropa termina siendo vendida en las amadas “ferias de la ca- china” que antes vendian su stock en un dia, pero que ahora funcionan todos los dias de la semana en diversos espacios publicos de las principales ciudades del Pert. Los comprado- res y vendedores son de dos tipos: los que saben de marcas y calidades y los que no saben o estan aprendiendo. Los donantes piensan que, en vez de desechar la ropa que ya no usan, esta puede servir a otras personas que si la necesitan. Sin embargo, la mayoria de la ropa que la gente dona en el primer mundo pensando que ayudara a alguien, en realidad, termina siendo exportada y vendida en los pai- ses pobres incapaces de satisfacer las necesidades de sus ha- bitantes. El viaje de salida de la ropa donada es complejo, ya que depende del tipo de prenda o de ropa. Prendas distintas terminan en distintos lugares del mundo. Por ejemplo, las camisas formales blancas regularmente terminan en luga- res donde hay trabajadores de escritorio que usan terno y corbata, la ropa “gruesa” esta destinada a comercializarse en las zonas donde el clima es frigido, mientras que la ropa 127 de verano termina en lugares pobres de clima tropical de América o Africa. En el Pert, esto se replica en las campafias de recolec- cién de ropa usada que organizan el gobierno o los medios de comunicacién cada afio en la época de heladas cuando, en algunos lugares de la sierra, las temperaturas pueden descender a treinta grados bajo cero. Entonces las clases pu- dientes se sensibilizan y entregan aquellas prendas que con- sideran prescindibles. Los voluntarios se encargan de selec- cionar las prendas por tallas para su respectiva distribuci6n con el fin de evitar el sinsentido de que la ropa de verano termine en lugares donde hace mucho frio o viceversa. Pero ocurre que, aprovechandose de las necesidades de la gente, algunos funcionarios inescrupulosos separan la ropa que regalaran de la que venderan. Como para Wendy, la ropa usada se ha convertido en un gran alivio para las personas de recursos bajos y economias pobres, porque se les ha permitido vestirse “bien” con ropa de marca a precios infimos. De otro modo, les seria imposi- ble. Sin ese mercado paralelo, que para las mayorias es im- prescindible, muchos peruanos no podrian cubrirse la piel. En el Pert, especificamente en la ciudades del sur, por donde entra el contrabando proveniente de Chile y Bolivia, este ne- gocio existe por lo menos desde hace dos décadas. Aparecié con algunas sefioras negociantes de mantos y polleras que comercializaban dicha ropa a escondidas, en forma clandes- tina o de modo ilegal. En los inicios, la gente sentia una especie de vergiienza social cuando era vista comprando esa mercaderia porque vivian pendientes del qué diran. Primero 128 fue un negocio para pobres, pero, poco a poco, fueron las clases medias las que se convirtieron en los principales con- sumidores anulando los prejuicios sociales. Tomasa (Ilave, 1982), experta comerciante aimara que ha amasado una fortuna escondida en Ja apariencia de humil- dad, nos cuenta que la llamada ropa usada debe su nombre al hecho de que viene prensada en “fardos” que contienen mu- chas prendas. Este negocio empieza con la compra de dichos fardos tanto en Oruro (Bolivia) como en Iquique (Chile). Por lo general —relata— el precio de un fardo depende del peso y de la calidad de las prendas que contiene. La ropa puede ser, de acuerdo a la calidad de la prenda, de primera, de segunda o de tercera. De acuerdo a la marca de la ropa contenida, cada fardo puede costar entre cien y ciento cincuenta déla- res americanos. Luego, este fardo es descompuesto y trans- portado por partes en maletines 0 sacos al menudeo para burlar los controles aduaneros de los diversos paises. Con un poco de soborno o amenazando a los pocos oficiales de aduana, todo llega a su destino, afirma categéricamente. Los comerciantes mayoristas son los que reparten a los mino- ristas, luego de escoger la ropa por calidades y marcas, en los diferentes mercados de todo el sur del Pert. Tomasa cree que la compra y venta de ropa usada, con el paso de los arios, ha crecido de tal manera que se ha convertido en un gran y rentable negocio para muchos ciudadanos que han encon- trado una gran posibilidad de mejorar su economia por la creciente demanda que tiene y por su gran rentabilidad. Se invierten cien o doscientos délares y la ganancia se duplica 0 triplica, segun sea el caso, porque estan libres de impuestos. 129 vista de la estética del dedo mefiique que, por ejemplo, es- tablece que no se debe combinar mas de tres colores en la ropa, que no se deben usar gorra ni zapatillas con terno, que no se debe mezclar la ropa elegante con la deportiva o que no se puede asistir con colores chillones a un matrimo- nio. La estética chicha que transgrede todo paradigma hace exactamente lo contrario. Lo mismo ocurre con el profesor Juan Huata Paricahua (Huancané, 1965), quien se jacta de vestirse a la moda con poco presupuesto. Ademas, se siente orgulloso de que toda su familia haya cambiado su modo de vestir con la gran fa- cilidad de comprar ropa usada barata venida de diferentes paises desarrollados. El uso continuo de prendas de marcas internacionales ha contagiado a sus demas colegas que ahora usan también casacas Old Navi que combinan con panta- lones Docquers aunque no estén acostumbrados y prefieran las ojotas hechas de Ilanta de carro a las botas Hi-Tech. Estos profesores también compraron su terno en la cachina y lo usan con una corbata roja que contrasta con su camisa mo- rada. Cuando practican deporte, lucen un buzo original Con- verse con unas zapatillas azules marca Nike un poco gasta- das pero también originales. Ellos han aprendido a recono- cer etiquetas, costuras, acabados, modelos, texturas, etcétera, para seleccionar lo que compran. Lo que para otros no sirve, para mucha gente sin recursos es una bendicién a pesar de las combinaciones extravagantes en el modo de vestir que rompen con el esquema formal y con el llamado buen gusto. {Como seguir la moda sin dejar de ser uno mismo, sin ser esclavo de la vanidad? A los jévenes siempre les ha gustado experimentar con la moda en busca de originali- dad. Cada generacién tiene nuevas formas de expresar sus preferencias, sus modos de ser, sus practicas culturales, sus gustos musicales o su manera de vestir. ;Existe un modo de vestirse que sea considerado chicha? Claro que si, se le ha bautizado como huachafo porque a nadie se le ocurre que una india pueda tefiirse el cabello de rubio; es huachafo que le exijan usar zapatos de charol a una anciana que jams se ha puesto tacos y vestidos; es huachafo usar saco encima de una camiseta deportiva, etcétera. Simplemente no va, sim- plemente no combina desde un punto de vista criollo. Pero, desde la 6ptica chicha, se puede combinar todo con todo y se pueden mezclar las combinaciones de las combinaciones. El modo de vestir del hombre chicha obedece, en sus origenes, a la necesidad; después, fue un asunto relaciona- do con la creatividad y la adaptacién; luego, la transgresion se unié a estas causas para hacerse con el tiempo un estilo no homogéneo. Pero lo que surgid como necesidad se fue asentando en una practica recurrente por la que se empe- z6 a afectar el modo de vestir tradicional de una sociedad racista y conservadora que habia estereotipado cémo y con qué debian vestirse los blancos, los negros, los chunchos, los chinos, los cholos y los indios. El hombre chicha se viste de todos los modos, un tanto como blanco, un poco como negro, otro poco como chuncho, mucho como cholo y cen- tralmente como indio moderno. No hay un paradigma en el modo de vestirse chicha porque no se puede predecir o establecer cual sera el resultado de las combinaciones que resultan de multiples combinaciones. 133 Margarita Sucasaca Yucra (1987) nacié en el Callao, hija de padres surefios. Desde que tiene trece afios trabaja vendiendo ropa en Gamarra. Conoce quién fabrica y c6mo y donde se vende la ropa mas barata y de mejor calidad. Gamarra no solo copia la moda, también impone la moda disefiada por su propia gente y hasta organiza desfiles con las modelos mas cotizadas del medio. De manera que una vendedora como Margarita consume lo que se bambea y aquello que es local. Ella odia usar ropa de segunda, pero no tiene problemas con usar ropa nueva no original; es decir, bambeada que se fabrica clandestinamente y que se vende en la galeria comercial Polvos Azules. Mientras en Gamarra se fabrica y vende usualmente ropa legal de marcas nacio- nales, en Polvos Azules se vende, por lo general, ropa de marcas internacionales de procedencia ilegal. Otro es el asunto que tiene que ver con el calzado que compra Margarita. Algunas veces va al parque industrial de Villa El Salvador donde compra zapatos de cuero nacional de primera calidad fabricados alli o hechos a mano por zapate- ros trujillanos, otras veces compra zapatos de marcas inter- nacionales que entran por contrabando, otras veces compra zapatos de procedencia china en los dias de oferta de los cen- tros comerciales. Un ciudadano chicha jamas compra zapatos 0 ropa de avance de temporada o de temporada. Espera a que pase la moda y se ponga a mitad de precio. Caso distinto es el de Wendy que compra todos sus zapatos y zapatillas de segunda mano, pero casi nuevos: Wendy usa zapatillas Nike, Adidas, Puma, Under Armour, Reebok, Converse, Fila, Skechers, Hi-Tec, y zapatos Louboutin, Manolo Blahnik, Jimmy Choo, Aquazzura, Stuart Weitzman. Ella ha apren- dido a seleccionar lo exclusivo de lo popular y en su closet también existen zapatos Cat o Merrell para usarlos de diario. Wendy afirma que la ropa de marca y los zapatos de marca, “marcan” la procedencia socioeconémica de las personas y distinguen a una persona chicha popular de una persona chi- cha extraordinaria.

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