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Alianza Estuclio Oscar Blanco, Mariano Calbi, Marcela Croce, Laura Estrin, Nicolés Rosa, Miguel Vitagliano Historia del ensayo argentino Intervenciones, coaliciones, interferencias Nicolis Rosa, editor Alianza Editorial Madrid/Buenos Aires ‘A864 Rose, Mel i “iatrn del ensayo argatinaitervencone, lions, ‘ {nterfocncine/ Nols ose, opi labora iNDICE ‘eo Mareta Croce a Fede Boones Aire Alianza, 2008 400 p20 18 em (Alan Beto; 5) ISBN 980-40-0182.8 1. Tul, I Croc, Marcle cla - 1. nan Argentine Prosentacién Pet aetererer 8 La sinrazén del ensayo Neale Rene dees 8 ‘ensign disusvas on I nation de Ramee Maja nar Blan Metis eet 9 inard Wilde Tauro Barn Pn Sealbrin rt: Ia necializain dele idnttad pret usr Blan mn Toe at Veta deta pls neyo ei et tr Brea ettnon Dal Repel St : eo ee Mara Goce wt naeeee Onn, rns, nd sania rnidad Set eniny pecvontina en Ju ree © ee Et 8a Marcle Goce : oo Set i a Ae ‘ite ia ar eae Nauaalnay cular on entation Fock means de avin Etrada Pee Mariano Calbi 315, Iemprots en Angelina - Printed in Argentina LA SINRAZON DEL ENSAYO Nicolds Rosa {Ala muerte de Montaigne se abre un nuevo espacio de la razén eritica? (Bs Montaigne un sueesor de Copérnico y de Gali- Teo? {Bl espiritu innovador y abierto a mltiples experiencias ‘que registra las sutiles modificaciones del espiritu —por ejem- plo, el sentirse no solo sino “a solas"—o las variaciones del pen sar —por ejemplo, no pensarse con los otros sino pensarse asi misma en el otro, en el préximo, amigo, presente 0 difunto—? {Bs el sucesor de Platén en el dislogo y de Cicerén en la extra {ntimidad de Ia amistad? {Bs antecesor de Descartes y de todas Tas palabras de los sujetos humanos que se apellidaron a partir de él, Yo? El legado platdnico es, sobre'todo, la modificacion de ls perspeetiva yoiea, casi un atentado contra el Yo y la destitueién ‘de su punto de referencia, amémoslo la erradicacién del punto de vista por Ia multipliacién de las visiones, sobre la base de una confrontacién de dos formas del pensar, de dos dictmenes u opiniones, de dos interrogaciones que pueden o no resolverse, ya ingeriptas en la mayéutiea socritica. En el caso de Platin, estos sujetos del diglogo tienen nombre propio, pues integran todos los personajes intolectuales de la época: Laques, Critén, Menexes, Fedro, Gorgias, Cratilo, Pausanias, dislogan; Distima interrum: pe y moncloga. Rete dislogismo tuvo una larga tradicin menos- cabando el pensar sistemético, siempre embargado de monolo- smo. La hevencia platénica pass a ser un “género literario® hasta ser desembarazado, mucho después, por la poifonta que To, convirtié en un “género disoursivo® @Bajtin) 0 en una “forma dis- cursiva” (Foucault). Las contiendas entre monotogismo y dialo- ismo —nunca superadas— se convirtieron en luchas ideol6gi- fas: el eterno didlogo con el amigo amado y ausente (La Boétie) 18 u a slrsan dl ensayo se transforma en lucha dialéctica, Galileo, en Il Saggiatore, es ‘tablece una forma de pensar la ciencia a través de un modelo que prenuncia la materia ensayistiea. En ¢l eomienzo Ciencia, Dis- lketica, Ensayo, iban juntos armando la eonstelacién de un sue ta que advenia como Yo: el ensay de Montaigne es adoptade co- ‘mo el que conviene ala exploracién de un terrene inexplarado ¢ incierto, ol de la subjetividad. A parti de ally gracias a a im: postacién del sefior de Montaigne que preside el Cogito cartesia- no, el Suijeto como Yo se declina, se repite, se transforma en ope- raciones de desplazamientos (el Yo eomo Nosotros), de interior zacién (el Yo intimn), de bipolaridad (YoT), de descentremien: to (el Yo de la tercerfa, dela tercera persona, méscara de la im- personalidad), de despersonalizacion el Yo automatico, enajen 4d), de otredad (cl Yo alienado, que viene de Otro), de enemistad {Yo como atentado del Otro-Yo duplicidad de los “yoes”.. dela paranoia), hasta su apogeo y culminacién en el siglo xix como eje del espacio egocéntrco, el Yo que hablaba, que subsumia el apa- rato dela enunciacién. Bl Sujeto en primera persona es el garan- tedella verdad del enunciado, Pero esa inmanencia ser‘a su pro- pia destruecién, B] Yo de la enunciacién falla, falsifcaba el fenunciado y desmentia lo que el sujeto del enunciado decfa, se disloca en varias proliferaciones, se dilataba en diversos enun- ciados, se trasponfa, se multiplicaba, mostraba la diversidad de las voces, de los tonos, de las modulaciones: geudntas voces £0 ofan y eudl era la autorizada? La poifonta fue al mismo tiempo tun aientado contra el Yo y en contra de Ia legitimidad de Ta au- torfa. Simultineamente, el Yo de la ciencia se deseubria cienti 9, €s deci, fuera del campo de la subjetividad. Bl enunciado en ‘teteera persona garantizaba tanto la conspletud diseursiva coma la abstraccién y limpieza del aserto cientific: la Tierra se mue- ve alrededor del Sol como el Sol se mueve en su propia galaxia, dependiendo de la fuerza de atraecién del Universo; no podia co: ‘responder a; el Yo se muove alrededor de fuerzas atractivas en los diversos sistemas que componen el espacio egocéntrico, El horror la disolucién yoieay el temora la enveltura psiquicn del tenuneiado cientifio tuvieron destinos diversos pero coalescen- tes. Si el Discurso del método de Descartes tuvo coma modelo lot Ensayos de Montaigne, las Meditaciones tavieron como anticipa cin las meditaciones Sisteméticas de Ignacio de Layola en sus nora del zap a 16 _Ejericios espirituales, una vordadora gimnasia del espfritu. Si las Meditaciones eon una via expositiva dela subjetividad, e ea rieter ervitieo de) Discurso ha desaparecido, Los especialistas Feafirman el earictersistemstico pero olvidan la lenta enuncia- dn sermonaria y reginda —Ia estructura tiene una division en jornadas— propia de un manual. La gimmasia espiritual de Lo- yola es una ascesisfsica y rutinaria para espantar la morbidez Fisica y el elajamiento mental. Las opciones estilistcas de Des cartes no gélo muestran su enlace con Montaigne, sino al mismo tiempo que el ensayo filoséfico —Ia exposicién del desarrollo de Jas “ideas” rogida por los movimsientos de ascenso y descenso, ci. ceulares, horizontales o verticales, elipticos, del pensar— quizd sea el fundamento del ensayo clasieo e incluso del moderno. No cela Filosofia como ciencia diseursiva,ideologta abstracta, sino ¢l régimen del pensar en su propia fundacién. Bl ensayo, por su ‘radical contingencia, todavia hoy es marginade de lareflexin 0 Toséfica. Quizés habria que llegar a Wittgenstein para asumir fa revelacisn de a sentencia y la organizacién de la misma como un “yelato dal pensar” para la reivindicacién del ensayo. Por mo: ‘mentes el cardcter aporético de ciertas ensayos, que vinculan Ia sentencia al aferismo, puede atentar contra la “fuencia diseur- siva” connatural a la “pérdida constante” del sentido, pero el en sayo en épocas més recientes recuperé una nueva sistematicidad cargada de “intensiones significantes” que lo liberan del pensa ‘miento construetivo, La variante del didlogo iloséfico en el siglo xvint (Diderot, Condillae, Sade) se diferencia estrictamente del tvatado pretendidamente riguroso, erudite y vinculado a las “pruebas del razonamiento” y a su sistema de argumentacién. El ensayo, precisamente por su cardeter ensayistico, no aporta pruebas sino conjeturas; no eonvence eon razanes sino con suti Jeaas retéricas —por eso serd siempre sospechado de “ligereza’ o de “inconsecuencia"—; no produce convieeiones sina dudas. La - Josoffa, como pensar sistemético, evacua la retdriea, aunque és {a reaparece en la argumentacién eon filosofemas, con silogis ‘mos barrucess, manierismos preceptistas, con inferencias sin, presuposiciones (formas del entimema o de la abduccién),y so bre todo con una formacién retérica que se sustrae al razona miento: la alegorfa que encontramos en Emerson como en Mar. tinez Estrada (Radiagrafia de la pampa, Muerte y transfigura- 6 Le sind dat ensayo cin de Martin Ferro, obra que soslays la épica para converti= 0 en slegoria de lo nacional que a través de Richerd Strauss convoea s Nietsiche), Como se transmite la filesofa, pregunta «we no parecieracorresponder ala iteratura, entendida su cam- po como critica Civeraria),andisis de as obras, historia de ale {eratura eineluse historia del conocimient literaio, de a his- toria de las escuelas, de los movimientos, de las genevaciones, es desir, los aspctostaxonéimicos en los que se puede dividr el co nocimiento de lo literaro. Bn cambio, la reflex Rilossfica es consubstancial al estudio de la historia de la Masala, por lo que ‘quelque intenta hablar de flosofa y de Msofos, de eorfas 5 loséfias, en mayor 0 en menor medida, es “interior” a la refle- sion Mosca. Pero si abardarmos Ta literatura como un saber y 4 no como conocimionto "saber literary “saber sobre lel teratura'— el intento, a posibilide, el “ensayo” es hacer emer- ger de una experiencia (praxis eserturaria le amamos) algo rds deo que die euando dice algo. No seria vano preguntarnes, 1y més allé de las elasiicaciones genévcas, si la reflexion sabre lo iterario—Ia pure literatura noes un saber Masia y que slo puede desarvallarse en el plane del diseurrireonjetural del ensayo, come es el caso de Maurice Blanchet. La pregunta por el ser del literario —sea éste esencial,diseursvoo hecho seta, de la combustinliterariaen su propia produceén y en sus efee- {os (suetoy objeto, accin y coneretin, autor y obra, precursor 0 sucesor, géner 0 estilo}, es una pregunta por el ser, no como esencia metafisica, sino como “vvienteafectado y diligente” en- cearnado en la poiess como el grado ms alto de su propia actua Vizacién polities. Cito se transmite la flosofia y edmo se transmite lo lite- arid? Por ln Vox, dita Séerates. Plan, instaurando tna larga progenie, fue desmentido por la Gramatia, Bl ensayo es siem- pre prueba de esritura, quizd la prueba més arlera, en tanto en 8 diseurvr pareciera transparanlar las voees de los interlocuto es y de los crifeos. Desimes, eon quién dialoga Benjamin, con Scholem o con el "drama barroco aleman", eon guién dialoga ‘Borges, con su padre, con Evaristo Carriego, con Biay Casares, sntipadas correspondientes?, geon quién digloga Martiner Es: trad, desmintindo tes voces apagadas de un didloge familiar y educado, con Martin Fierro, con Lombrese, 0 més altisonante, ison da eoany agent con Freud 0 Kafka o La divina comedia, didlogo tan trasegado y tan argentino, tan citado y tan citedor? Digamos, la eseritura ialega como quien dice “intertextualments", pero las voces eo- mmienzan a apagarse en un susurro, en un débil murmullo, hasta Gesaparecer, BI triunfo de Ia letra es salvaje, mas all de’lo que digan los manuales. El sujeto se vevela no tanto en Ta escritura sino en las voces que despierta el texto y en las voces que recor tae! lector, epresor monofénico de la potifona, Yen esa hucha, 1 ensayo es el intento de recobrar la polifonia del texto, deser- {anda quid del significado e incluso de un sentido eristalizado hacer del texto una insubordinacién vocal y abrirse a Tas multi ples interpretaciones. INTERVENCION " (ranshistériea) Si lo superficial del ensayo es una mirada rasante que in- tents desentvafar la profundidad de los discursos sociales (pi blicos) y de los diseursos individuales (privados), en esa relacién de extensibilidad contrapuesta (la externidad y Ia internidad) que sostiene nuestro pensar sobre el ensayo, entonces, si proce- demos a un andlisis de esa eonflietividad dé discursos no como produecién lingiistieo-retérica aunque lo presentifique en su ‘inica manera de darse a conocer, sino como actividad diseursiva el *polemas" social y del sujeto que lo sostiene, la “mirada” di- recta, enfocada, mitral, ramiicada, rizomatica, despejada, de- sorbitada, exeéntries es la vectorizacién que orienta el desarvo- Io dela forma ensayo. A partir de los sglas SV y XIX, fa vision, como resultado de la potenciacién de Is espeleologia humana y el reconacimiento de la presunta interioridad del sujeto —los mitas de la profundidad—, se goneraran los instrumentos épli- ‘os que develarian todos los misterioe de la intevioridad, como antes en el Renacimiento se aplicaron a develar los misterios de la exterioridad cosmolégica (teleseopie), mieroseopio, estetosco- Pio, radioseopia Cradiografia"), que estructuran una dialéctica entre Ia visién del mundo (Ia Sociologia, la visién centellograf x del Sujeto (la Medicina, la Psicologia, el Psicoandlisis), me- diados por una visién estereografica y estereoféniea (Ia Histo- 18 La sorsad det onenyo ria), convietiendo al diseurso cientfico en una trams de saberes ya su fundamento en una religién incerta, sin Dios y sin testi- {fos (mrtires);curiosamente, los misterios Gl cielo fueron deve- Tados; ls de la tierra y de sus habitantes, no. La incertidumbre de la postulacion fisica, la incerteza de las proposiciones mate- ‘mations y comunicativas, la imposibilidad de verificar Ios testi- tmanios de la Historia y de la Psicologia, sjetas ala variabilidad de los comportamientos humanos y a la versatilidad de los axio- ‘mas, proponen conjuntamente un ejercicio de Ta vacilacién dis puesto alrededor de nuevas retérieas de la conjetura, un anslisis Sintomel de los indicia, una logica de la sospecha y el arbitrio, de una confusisn reglada, de Ia suspicacia como regla epistémi- ‘ey de una variabilidad que puede, en ciertos registrs, enten- ‘evse como inconseeuente o insustancial. Todo elle contribuye ddespojer a la historia del pensamiento (de le Filosofa, de las Ciencias Sociales, del Psicoandliss, etc.) del concepto de neutra- lidad y de transparencia, la proposieidn de ese “detras que in- tercepta todas nuestras elucubraciones: slo podemes conjeturar To que hay “detrés” del azogue del espejo empariado, Bsa es la materia prima del ensayo; el resto es su historia INTERVALO. (seudofilasstico) Las formaciones de esta materia han sido estudiadas y pro- ‘gramades generando un camino que se confunde con Ia historia ‘de la filosoffa y de su propia retdries, Formalmente, podriamos decir que el ensayo surge a partir de una transicién entre ta ‘prueba de razonamiento” (los Caracteres, de Teofrastro, las Cartas a Lucila, de Séneca o los Pensamientos, de Marco Aure- Tio}, aleanzando su eulminacién en los Ensayos, de Montaigne —piedra fundamental del ensayo por la nueva configuracién del sujeto de pensamiento en los albores de Ia Modernidad—, Enten- demos que el hecho capital que radica on los Bssais es la sutil combinacién entre Is eseritura de una “experiencia de vida" ya “experiencia de leetura” que marea todo el ensayo de la Moder~ nidad y lo opone a las formas reinantes desde el Medioevo, el tratado, Ia enciclopedia, el manual, el epitome, y a Tas formas sara dl ensayo angering 0 ins libres de la didaseatia. Cémo experimentar con el sujeto, an- tieipa Montaigne @ Montesquieu (Las eartas persas) y a Desear- tes (Bl disourso del método), asf como las Meditaciones abrevan ten los Bjercicios espirituales de Ignacio de Loyola. La otra ver tiente, la “prueba del afecto” y sus variaciones histéricas, senti- mmiento, emacién, sensibilidad, toda la teoria de la pasionalidad, jnaugura la Modernidad hasta la contemporaneidad. El ensayo ‘actual se caracteriza por una forma de la hermeneusis, la inter- pretacién, La interprotacin se diferencia de las hermenéuticas tradicionales por el intento do verifear a partir de un cogito abjerto, plural, sin identificacién posible a una dlase, entendien da esa interpretacién como un trabajo de produecion de sentido ilimitedo y sin diesionario universal Peirce, pero también Hei- degrer, Gadamer, Ricorur, en variantes diversas). En otra linea, la “interpretacién* como fendmeno dialéctico entre el sujeto y el objeto (Marz, Freud) en las distintas etapas de una fenomenolo- iia deseriptiva e interpretativa, La teoria del conocimiento mar, xista no admite un relato hermenéutico en tanto el predeminio del objeto, entendido racionalmente como objeto de estudio (Al thusser, Mare Angenot, Luis Prieto), rechaza el solipsismo de le categoria sujeto; no hay identidad constitutiva del sujeto, pues objeto material de eonocimiento es la determinacién objetiva de la apreciacin y de le situacidn cientifica del sujeto. Esto mar- ca fuertemente la objetualidad de las ciencias sociales, en tanto 8 un Objeto miltiple y sobredeterminado historicamente La diferencia del ensayo contempordneo, a partir de estas Aeterminaciones y en relacién con el ensayo de la Modernidad, festd dada por la indagacién de razones (el ensayo hist6rieo), la prueba de argumentacin y de especulacidn (el ensayo Mloséfico 0 epistémica), 1a eonstitucién de valores de creacién, de belleza y de constitucién discursiva particular (el ensayo estétic litera- tio), 0 la deseripeién, arganizacién de los valores sociales y su consecuencia en las velaciones humanas (el ensayo sociolégien). Debemos tener en cuenta que estos elementos intervienen en mayor o menor medida en cada una de estas eategorizaciones, respondiendo a des fenémenos propios de la actuslidad: 1)1a dis- persién de loe elementos de cada esfera —pangamos por easo Heidegger (ilosdfica y poética), Barthes (escritura y retdriea),0 en nuestro dmbito, Borges (ensayo y narracin fantéstica),invi- % Le ino dl oneayo tiendo las ocurrencias de Ia clasificacién, 0 Martines Estrada, realizando una mixtura entve psicolagia colectiva, eriminologia, Frenopatiee y las fuerzas “irracionales telricas"—; 2) el eardcter propiamente retérico del ensayo: si bien toda formulacién dis ccursiva opera a partir de organizaciones retérieas, en el Ensayo testes formulaciones van mas allé de sus particulsridades es ticas, por ejemplo, el “fragmento” en Maurice Blanchot, los ju cios apodieticos (rafranes, sentencias, ee.) en Bdmond Jabés, el “rmodo alegérico” en Martinez Estrada, el “titanismo” en Alma- fuerte. EI Ensayo es “un modo de pensar” Ja realidad en todas sus irradiaciones y no permite la sujecién a un modelo genérico al plegarse al movieniento del pensamiento atraido por el objeto de interés, Bse movimiento esta fundado por le fuerza atractiva del objeto Si el Ensayo es el discurso més significativo de la ersis de Ja conciencia conocida come el advenimiento de la Modernidad, {mpliesria necesariamente una radical sustitucién de la “prucba de juicio” y coalescentemente una sustantiva exeentriidad del sujeto y de las earacteristias que lo definen (la llamada *revolu- cidn copernicana”); simulténeamente, la aparicién de nuevos presupuestos epistémicos de Ia relacién sujeto-mundo y, conse- uentemente, una nueva estimscién extendida del Yo como “es- pacio egocéntrico". En esta concepcién, el Ensayo es la sustancia textual donde mejor se expresa y experimenta esta radicalidad, ya se lame escision, clivaje,alteridad, diferencia, fractura, grie= ta como desplazamiento y descomposicién del Garante, ya sell ‘me Dios, Otro, Ley o Fianza, En la Edad Media comienza una lucha que tendré sus conse- ceuencias en la Modernidad, por la tendencia y la plenipotencia 4del Yo, por la propiedad del Yo. ;Quién podia decir Yo, en tanto el sentido comunitario dicolvia el yo individual en el’ comtin? BI enigma de la Firma en las construcciones medievale, en la pi tura monacal, en los escritos de San Agustin, plantea el probl ma de la autoria y por ende el de la Autoridad. La desagregacién del Yo imponta una certifiescién mis allé de la persona, La pro- piedad del Nombre era la autoridad Suprema; era Dios, en tanto Ja ereacin era tarea divina, El anonimato es, al mismo tiempo, tuna reafirmacién de la propieded colectiva y una renuncia al nar- cisisme de autor. El Yo era bdsicamente genealéicn, la idea dela sara do cnany argentina a ‘Fama en Ja poesia espafola medieval hasta Manrique implicaba Je autoridad de los ancestros. En la Modernidad tardfa, la teorta de la intertextualidad (Riffatorre, Kristeva, Hans-Geonge Ru pretch), la teoria de la innovacidn (Tinianov), la teoria de la “an frustia de las influencias” (Havold Bloom), son maneras de reso: ‘er las progenies'textuales. [La Modernidad genere un Yo sin atributos. De este hecho se hace eargo el ensayo. Pero la desealificacién de la propiedad del Yo generard un espacio, o que Hamamos el “espacio egocéntri- co", y sustituye al Yo por la categoria Sujeto. Bn la conlempora heidad, el término “ensayo” sugiere tres atributos bien diferen tiados: 1) un determinado “pénero” discursivo asociado a la fil. sofa ya otros saberes humanistas; 2) cierta actividad empitica 0 su empleo téenico: tubo de ensayo, ensayo nuclear, ete; 3) las pruebas reiterativas y repetidas provias ala realizacién de una anifestacién artistiea o de otra indole (ensayo teatral, ensaye ‘musical, orquestal, ete) Bstos atributos diversos se rednen eh la prictica del inacabamienta, de lo no suficientemente estudia do, de 1a no formulacién del acto y la presencia irreparable del ‘gosto como accisn en espera. Légicamente esa espera se llama expectacion: filosficamente, dua, y,discursivamente, moltipi cidad de entradas que llamamos “incidents” o “interferencias", El ensayo no pretende sistemas, no tiene precepto deductive, no tiene orden ni limites, una reflexign que no acaba nunca: es na totalidad eléstica. BI ensayo amerieano de interpretacién es con- secuencia de esta manera de revisar el mundo y al mismo tiem- po de la vivencia intima de nuevos saberes. El descubrimiento del Nuevo Mundo modifies todos los niveles de Ta realidad: la realidad fisica (geogratica, cosmolégica), el plano antropelégico (la nueva raza”) el plano socioecondmieo (nuevas formas de ex- ploracién y de explotacisn donde experimenta el imperi Ja colonizacién), el plano imaginario (nuevos espacios, nuevos te rritorios, nuevas dimensiones a nerrar y a describ, desde Colon 1 Darwin, desde Alvar Ninez Cabeza de Vaca a Léry 0 D'Or- bigny, ete}; eres nuevos géneros (relato de viajes, de los conquis- adores, de los adelantados, de los frailes, de los educadores, de los evangelizadores) y nueva naturaleza (nuevas botdnicas, nue- ‘vas zoologias). Estas nuevas experiencias no son inmediatamen- te procesadas y producen una ruptura, un histo, un vacio una imo y 2 1a rad dal oneay pérdida: el ensayo es producto de este “vacio", el intento de ex plicar el propio estupor. ‘Stephen Greenblatt postula que el registro dol “pasa” o “estupefuccién’ es el tropo central en Ja respuesta inicial de los ‘europens ante la realidad americana, El pasmo —que nosotros Tamamas estupor—es el desarrollo renacentista de la respuesta medieval de admiracién ante el arte pagano y el arte oriental, pera el pasmo ante América (Colén, Jean de Léry o Bernal Diez del Castillo) es distinto del enfrentamiento medieval: l estupor frente al espeeticulo del “mundo nuevo” fue un enfrentamiento ‘emocional e intelectual decisivo ante una elteridad radiesl (Cer- teau, 1993; Greenblatt, 1991; Castro-Klarén, 1999) “Aqui nos enfrentamas a la constitucién multigenérica del ensayo, su velacién por momentas estrecha, por momentos laxa, con otvas retérieas discursivas: la autobiografia, las eartas, la epistola el billete, la reflexién, el testimoni, la biografa, la car- ta publica, et, Esa combinacién con otras matrices genéricas es propia del ensayo; al exceder su funcion pragmético-comunicati- vale permite, por un lado, la eonexién con otros géneros, pero al ‘mismo tiempo puede desdibujari. La tnice salida es desdefiar Ja taxonomia y enfocarlo como una préctica discursiva que al ‘mismo tiempo disuelva las earactertatieas genéricas y exalte la ssubjetividad de su enunciacion come regla de su dispersién, pe- ro también de su atraceién yoica, INTERSTICIO. (seudoepistémico) ‘Estamos frente @ un texto, el texto proclama su titulo y de- ‘baja del mismo dice: ensayo. g@ué estamos leyendo? Si apelemos 1 la reserva reldrica podemos intuir una clasifiacion aproxima- da, pero, como pretendemos ser eientificos, debemes euantificar ¥y evaluar: es un diagnéstic, una disertacién, quizés una medi- tacién —hecho que nos confirma su aproximacién @ la reflexién ética 0 filoséfiea—, tal vez una demostracién ldgica o una serie de sentencias orgenizadas alrededor de un pensamiento central. Pero esta imaginaria clasificacidn revela que lo que sospechabs: ‘mos ha sido confirmado: el ensayo es un género que tiende a dis- — Historie dl ensayo agentan a frazarse, a travestirse de otros enunciades y a fingir retéricas a Jas que luego abandona. Pero precisemes; el ensayo en la Moder: nidad era an diseurso esertivo, un diseurse doxalégico no pole nico; la instancia de su confirmacién era la "ratio" afectiva, As ‘parece en Montaigne. El ensayo cantemporineo, sujeto a las ‘odificaciones epistémicas del saber y del conocimiento, reagru- pa, refuncionaliza y atraviosa formas discursivas muy variadas, ho obstante, dentro de una extensiGn limitada que quizd permi {a suelarificacin pero no su definiién: primero, la Funcisn ideo- Tégiea, como organizacién de elementos de ideologemas y narre ‘mas; segundo, Ie clariicacion del modo de enunciacién, y teree 1, e1 andlisis tanto en la prdetice como en Ia evitca de 1a forma tensayistica, desde Montaigne a Borges (todo Discusion, de 1932, 0 "Elexamen dela obra de Herbert Quain, 1944), desde Echeve- ‘via BI elogio del matembre") hasta el radiggrafa Martinez Es trada, que estimula la prestindencia de cualquier definicién: En 2 desarrollo historio de la “forma” podriamos precisa el desen volvimiento de su retérica: Ia dedueeién para el ensayo cientifi. 9, la induccién para el ensayo histérico, la abduccién para el en ‘80 socioldgico, la comparacién, la anslogia, Ia demostracién para las pruebas estlistiens, la prueba ebipticn, elusiva o Ta prueba narrativa (el exemplum, el eardcter, la biografia la auto- biografia). Una de las formas tipieas del ensayo argentino es el {ensayo agonistico propia del polemos politico: a diseardia, Ia an- titesis, el panfleto, la injura, la diatriba, que se mezelan con sus, contravis; el panegivico, Ia adhesién, la soliitud, la eonvocato via, Ia demanda, ete. (Angenot, 1982). En resumen, el borra- riiento del enuneiador a veces sustituido por el nosotvos 0 por el plural de modestia, o por el plural edueativo, es la sombra de un ‘Yo travestido en "plural de dovencia™. El diseursoeritco tiende a reducirse a una relacién metaforizada, sobreentendida, débil mente critica, eonstruyendo un discurso axiomatica y no dialée- tieo: un discurso de confrantacién. Uno de los ejemplos mas pre- cisos es el “panfleto" travestida en ensayo eagnitivo: en este ca- s0, el enunciador debe luchar sordamente para lograr sus objeti- vos, por ejemplo, en Julien Benda, en La traicién de los intele wales, 0 en forme més asumida en su teatvalizacién, en Pag nna/12, de Horacio Gonzélez. El earécter discontinuo de los te- ‘mas puede ocular un razonamiento riguroso, como el vigido aca % Le irann de ensayo ‘demicismo puede encubrir una “frivolidad”, como en las “medi cones” de Diderat 0 de Condoreet. Pero, quiz, lo mas importa te como fundamento del ensayo seria el desslajo del contenido hacia los mecanismes del pensar. En imitacién de la seudoepis- témies de la “forma ensayo", nos abre la puerta hacia un disgra rma que sélo tiene la funcién avizora dela claridad feamoo de ia Enynciacién 4subjetidad autorial (Yo) [Enunciado del Yo miliple J a 3 i: Piscordia f anitests 5 Panteto § organizacion_injria § reibiea {Diatiba a Panogirco ‘polemos’ —_ JAachesion soteitud [Demand [Convocatoria Ensayo ormacion discursiva [Gonstructa] coma género| aanico [Genterido axcgico Fomadion Fomacion 4 Deteminacn nsica {dg los contenidos Hist dl onsye argentina INTERMEDIO T (revocacién critica del pasado y del futuro) B! pre-decir implica una relacign anterior a la confirmacién objetiva de la enunciacién e implica una herencia subjetiva, un pasada elacutivo transformada en recuerdo o tradicign y una pro-voeaeién de futuro que se enunciarfa como anticipacion, co- ‘mo prediecién 0 como profeeta. El ensayo es una experimenta cin del pasado (la historia, 1a experiencia, la tradicin, la me- maria, el ejemplurn) que se expresa como vatieinio y que espera ‘cumplirse como realidad. De ahi proviene su eardecter probabilis tico, EI ensayo es intencién de futuro y légicamente completa el juicio que se forma oon signs aleatorios, con presagios, can ale fgorias que, més allé de su fuerza de convieeién perlocutiva y simbolica, operan en la eonstitucién discursiva como juicios.@ priori. ‘Silvio Mationi reitera le que aparece en su trabajo sobie Montaigne (Mattoni, 2001): constitucidn de la esfera del sujeto y tl eardeter rapsédico. Bs decir, el cardcler de patchtvork, de ele-~ ‘mentos fragmentarios, de retazos que se hilan a partir del euje- toenunciante y marean una légica aventurada, Recordemos que rapsoda era el eantor de los eantos homéricos en la Antiguedad ye] elemento rapsédico implicarta la destitucién dela categoria, autor como ejecutor textual y su compromiso con la iteracién, con la antologia, con la proliferacién, Bs difiil aplicar este earée- ler raps6dico al texto de Montaigne, a menos que sélo sea una Aescripcién formal, La potencia diseursiva de Montaigne esta da- da procisamente por la apropiacién textual, dindase no el sello de la originalidad —hecho nunca pensado por los antiguos—, si- 1 de la pertenencia: hacer de lo “anénimo” un “nombre de au- for", una “firma” que generaré descendencia, como ocurri6 con Platon en la Antigiedad y con Montaigne en la Modernidad; se convirtieron en una firma de los bienes mostrencos que circula: ban en la gulture de la época (los Didlogos falgos etvibuidos Platén, o las enseftanzas o moralejas supuestamente extrafdas de los Ensayos: una preceptiva). ‘Nos enfrentamos con tres términos fuertes: exégesis, ensa- 40, profecfa, Se dice que la exégesis es bésicamente explicay, in- ‘erpretar, en su relacin oon la exégesis biblica, pero en térmi- % Le snreaén dl ensayo nos de derecho es un método expositive que atiende a las leyes positivas, es decir, independientes de otras esferas. Esto excluye ‘la étieay, por lo tanto, limitaria la accién penetrante del ensa- yo contempordneo, En el jugoso prélogo ensayistico de Martinez Bstrada a la edicién de los Ensayos de Montaigne (Montaigne, 1948) sefala con precisin el earcter amoral, es deci, en térmi nos de Montaigne, una “ria soledad” y una “aphanisis" en reli cin con la familia, la mujer, los nifos, y su independencia de los cénones civiles dea época, despojado del cardcter humano en la interpretacién acusativa para construirse a si mismo en “objeto natural". Ensayo, término genérieo, pero que se compromete a tuna designacién formal irreductible a la expresion misma de “género". Profecia, don divino que permite conover las cosas di tantes o futuras sobre Ia base de predicciones hechas gracias a tun don sobrenatural, Légieamente, juicio que se forma de una casa 0 de un hecho por las sefales que emiten. De hecho, estos tres términos que proliferan en los textos ensayisticns argenti- nos, despojados del orden sacro que los eireunda aunque no los anule, debemos entenderlos como el pre-decir en accién perfor- ‘mative que implicaria un eonocimiento previo al acto de enun- ciaciin, aunque este conocimiento sea material, legal, hist6rico y ‘su valencia pueda ser legitima oilegitima, pero que posbilitaria la aecién de proferir, y lo legaliza simb6licamente. La profecia se Tegitima en su accidn de decir y se legaliza en su propia autori~ zacién fuere del régimen dialéetieo, como lo vemos en Murena (1954) ;Cémo se constituye esta profecia, como mitopnético 0 co- ‘me mites te6riens explicativos, propios del ensayo de interpreta~ cién nacional? Dice Murena: "Los mitos que me forjé para expli- car el juego de las fuerzas humanas y sobrehumanas”, en una rmezcla de Nietzsche y de Lévi-Strauss, pueden entenderse como ‘generacién de ereencias, que en este caso tienen la marea incon fundible de la subjetividad. Murena intenta expliar el cardeter de generalidad dentro de una particularidad subjetiva para dar Ja sugestion de una empresa humana, aunque fuese de derrota, 1 potenciar Ia eraqufa de una visién que se justitica por su obs- finacién en mostrarse como verdadera. Historia dl ensayo argentine Fe INTROMISION 1 (paginas, expitulos, libros) La exigencia constante de la via fragmentaria y confesional del ensayo en sus largas tradiciones cdsicas y medievales nunca permitié establecer el régimen dual de la enunciacién ensayist fa, es decir, de un discurso orientado hacia el otvo (auditoro, ae iin teatral, legislative, eclesial, partido, clan, familia, amigo © ‘enomigo) y legitimado por esa misma Otredad (Bravo y Adurz, 2000) $i aceptamos la fragmentariedad del ensayo es en el sen tido de la via expositiva y de su propia disposicién en contradic- cidn oon otros évdenes propias del tratado o de la enunciacién ciomtfica, es decir, como la recomposicién de la totalidad a partir de Ios fragmentos —digamos, la via abductive— 0 los casos 0 «ejemplos de comprobacién de la generalidad o la relacién de caso 12 caso (prueba de los ejemplos que va desde Ia experiencia hums: na a la demostracign diagnéstica) o como la prueba mayor de la ensayfsticn moderna y actual: la experiencia de la excepeionali ad come eonjuntes inoonexos de easos partieulares, propio del ensayo moral francés (La Bruyére, Chamfort) y términos genéri ‘2s, el proverbio, la moraleja, la jaculatoria, Ia injuncién disciphi ‘ato a consigna politica. Por eso el ensayo subjetive, enunciado tn la primera persona como justifiacién individual, no puede re presentarse a sf mismo, no puede fécticamente ser lo mismo y To br, sino se conmueve como diferencia de si mismo, como “alter tego” en el espacto epocéntric. Bste espacio no es ni subjetivo ni fntimo, sino le excentralided del sujeto, aquella prevista por Froud en la certificacién més absoluta de Ta “impropiedad” del Sujeto, y por Marx en el alienus, la “alionacién” absoluta de la “ripropiedad’ del abjeto sometido siempre a expropiaciones mul tiplicadas en lo social objetivo e sujet de las multiples identifi- caciones o el sujeta sin identifieacién. La opcién del “género” co- mo aceptacién de reglas explicitas verbales 0 no verbales, retri cas y discursivas se ve desmontada en estas orientaciones. Las iltimas reflexiones sobre el ensayo usan quizi como soporte el ‘érmino género, pero inmediatamente lo olvidan. ;De dénde pro viene este olvido, de inconsecuencias en la aygumentacin ode al: g0 mas radicel: [a imposibilidad de cerear este objeto como insti- tucién discursive? Cuando se caractariza el ensayo como subjet 2s Lea sna dl ety vo, se muestra la ineapacidad del sujeto de verse a sf mismo oo ‘mo sujeto; siempre sera un objeto, y es sélo en la preseindencia@ ten la alienacign que el otra Te comporta o le atribuye como alean 2zaré su objetividad, pero también Ia confirmacién de su subjeti vidad. EI Otro, como semejante (Montaigne y La Bostie), eam r val (Murena y. Martinez Estrada), como hermano de adicciones Baudelaire y B. A. Poe), como enemigo (Alberdi y Sarmiento), falsas efigies de admiracién (Borges y Lugones),transuhstancia- dds en el Lector, en paginas, en eapftulos, en libros, enmascaran Jog elementos dela reflexign narcisista poro también el rigor de Ja letra del Otro que siempre inquietard nuestra visién especular. Bl ensayo es la muestra mas acabada de un transcurrir discurs- vo que se ré alimentando de cosas: de ahf su division, de abjetos; de ahi su variedad de sujetos emisores, de premisas; de shi su ‘mulliplicidad retérica, de afirmaciones y negaciones; de. shi su impropiedad ldgiea y, como forme do esta constitucién malo fgrada, si tomamos come modelo la eonstruccidn deduetiva, la Irresponsabilidad de los sujetos de la enuneiacién. De hecho, que esta irrsponsabilidad tiene elementos histérios, desde Montaig. ne, que inaugura un sujeto desaprensivo y un sistema de refle- xi6n sobre cosas y bjetos amparado en ol juicio sentimental, has ta los ensayos contemporéineos, que atribuyen la irresponsabili- dad a la cosa —futil, innecesaria, fivola— y deben necesaria ‘mente asumir la responsabilidad del enunciado. El mas evidente, 1 mas brutal, es el ensayo politica, que debe entrentar a un rival y eompartinlo con un eémpliee INTROMISION (de le propio, de lo ajeno) . Mattoni se interesa en Murena, en particular en el ensayo “La leccién de los desposefdos: Martinez Estrada” (Murena, 1984). La invocacién de un texto tan mentado como “El escritor argentino y la tradicién’, donde Borges aplicaré una regla mez clade porspicacfay de astucia argumentativa que puede explicar tanto los poomas homéricos eomo la literatura geueheses, y don de la “tradicign” es un hecho azaroso y “argentina”, "un hecho ca- sual” que determinaré una eausalidad literaria como histeiéniea —— ietoin dl eneye argentino i sy simulténeamente, un “determinismo googrifico®invertide que abligaria al escritor argentino a la innovacidn (manejar todos Tos temas europevs”) y a la “extrafeza retériea” que, eegin Bor igs, 108 permitiria una invencién muy generosa y aeaudalada, Freehos que eximen a Borges de lo que siempre y en otros textos predieé la literatura as efecto de lectura y, en eansecuencia, los lectores argentinos seriamos los mejores lectores de la cultura tuvopea, idea que soslaya la apropiacin de los cédigos de lectu- ray de a propiedad de las “bibliotecas”y de las “lenguas”. La ex- traterrtorialidad de la cultura argentina —en la conviecién de Matton, eficaz lector de Borges, atrapado en la industriosa astu-

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