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Había una vez una estudiante preuniversitaria que soñaba con ingresar a la universidad y estudiar

contabilidad, se había preparado varios meses en la academia, pero ya iba dos veces que postulaba y no
lograba ingresar.

Cierto día sus padres, quienes casi siempre viajaban por motivos de
negocios, le trajeron un llavero de un búho, aquel llavero era único
porque sus padres le hicieron grabar su nombre detrás del búho.
Cuando los padres le entregaron el llavero a su hija; ellos le dijeron
que era para que le traiga suerte y pueda ingresar a la universidad.
La estudiante se la c reyó y estuvo estudiando con más ganas.

Al final cuando dio el examen, los resultados fueron positivos; había


logrado ingresar; luego fue a su habitación para ver el llavero que
colgaba de su cartuchera, pero no lo encontró. La verdad es que la
estudiante había perdido el llavero y pues al final sus padres le
dijeron que haber ingresado a la universidad no era obra del llavero,
sino que era de su propio esfuerzo.

“La buena suerte es la hermana


gemela del trabajo duro”

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