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Silencio, Memoria, ruido... y Olvido Oscar Ventura a apuesta por hacer surgi del silencio otra cosa qu 09 estuviera atravesa- | da por una enunciacién trigica de Ia existencia es Jo que ha orientado mi jposicién analizante Deate el primer encuentro con un analista deseneadenado @ {os 14 aflos hasta tos distintos tipos de franqueamientos que he ‘experimentado en el devenir de tres te sis mas, Hoy puedo decir que en el transcurso de 1040 se tiempo, siempre al fin yal eabo se traté mas o menos de lomismo, De ce ‘hacer para emanciparme a serigumbre al Otro que nmi caso se dectnaba alo Ja forma de una falsa sr nein del sujeto con Ia soledad, 1a angustia y l silencio Ta insistencia tenaz de un rasgo melancélico tela mi subjetividad hasta el punto de hacer de la tristeza un partenaire, capa de desrealizar la cotidianidad J conver Ia rlacin con el presente de {a vide Be eclipse radical del senti- do por el mundo y por las cosas que pudieran hhabitarlo. Y no me refiero aqui a tn pérdida, a la fuga del sentido que podiera entratst liberarse del yugo de una + onimia de la signficacién, Sino al impostura de una cenunciacién que empt aba sibitamente a cerrar Ia cuestion bajo el argumento de que el destino mortal sammovizonte de una muerte més o menos inminentc, tenia 2 capacidad de abolir tualguier signo de alegria. La transitoriedad de 1a satisfaccion siempre estaba ‘ontaminada por Ia inexorable fijeza del fantasma. rarvati del fantasia, so. estructura fundamental se consi tempra- po, araparnda on cl rato de ls coordonadas de mi Bees- 10 7 cen el tono mis veon dramatico en que ese relato se encarnd en mi subjetiy idad 7 pum psn ca Nace del Paseo LI 7 de Aon 217 REVISTA LACANIANA DE PSICOANALISIS | "28 En el transcurso del embarazo, mi madre, muy precozmente es presa de una profunda depresién que va tomando un cariz cada vez més acentuado en la medi- dda que la gravidez avanza, Entre los cinco y los seis meses y dado al parecer su estado, la consulta con un médico desencadena una crisis mayor. El tipo prescribe ue bajo esas condiciones subjetivas es mejor provocar un aborto, ya que pronos. fica que las consecuencias del puerperio pueden ser ain peores para su equilibrio mental. Y describe que esa intervencién esta mas del lado de la induccién de un parto que el de otra técnica, Si bien el desenlace de las cosas es el que es. Y aqui estoy, habléndoles a us- tedes, eso es posible sin duda gracias a la marca de un deseo que se inscribié mé alla de una prescripcién insensata. No obstante eso, la duda que esta temeridad ‘médica imprime en la constelacién familiar hace que una frase se me imponga Y¥ que se precipite antes que cualquier otra: podrias no haber nacido fue el frag mento de lo escuchado. Su eco toca el cuerpo. Y perturba toda la légica de la separacién, produce con el Otro una viscosidad de tal magnitud que homologa se- paracién a desaparicién. Una amenaza que hace inscribir mi subjetividad siempre en un borde, una suerte de posicién ectépica, entre Ia amenaza de ser expulsado del Otro como un objeto de deshecho o sostenerme bajo su manto a condicién de quedar sujeto a una coalescencia de afectos, dos concretamente: la angustia y la tristeza que atraviesan el cuerpo y paralizan el pensamiento, clausurando cualquier proceso de elaboracién. Un recuerdo hipemitido ayuda a solidificar el fantasma. Bs la percepcién de una mirada entre triste y ausente, tenia de silencio {que me contempla desde Ia cabecera de la cuna, Esta instantinea, escande efec- tivamente el mundo que existe mis alli de esta percepeién. Y fija también en mi el semblante de una mirada triste con Ia que el Otro me nombra a menudo. Ante Ja pregunta: ,Qué te pasa? ZEn qué piensas? Solo el silencio o la palabra: nada, podian operar por lo general como respuesta. Ignoraba profundamente lo que pensaba o lo que me pasaba Al contrario que mi hermano, siete aflos mayor que yo, que siempre fue nom- brado en la novela familiar como un bebe imposible, insomne, un niffo hiperac- tivo... Yo al parecer me inscribja en las coordenadas contrarias, dormia, comia y précticamente nunca lloraba, un nifio silencioso. Una escena varias veces relatada es la siguiente: solia ocurrir que mi madre y mi abuela, inquietas ante el silencio acudian para comprobar si algo andaba mal, el temor, confesado bajo la vor tré- ‘mula de la abuela era verificar si atin seguia con vida, si no estaba muerto, Sin embargo ese silencio no me impedia hablar, fundamentalmente la palabra cra desplegada por la presencia de mi abuelo materno, un tipo magnifico al que le debo mi inmersién muy temprana en la literatura, en Ia poesia, mi gusto por la historia. Con é1 aprendi a leer y a escribir antes de ir de Ia escuela. Y bajo su presencia descubri mi relacién con la memoria. El era un hombre memotioso, con una capacidad de transmisién oral extraordinaria, Y en el transcurso de su compafifa se fue desarrollando en m una capacidad de memorizar que llamaba 74 El Pase presa de una ipo prescribe 1 que pronos- su equilibrio uccién de un indoles a us- inscribié mis ta temeridad me imponga p fue el frag. Hlogica de la pomologa s idad siempre er expulsado ya condicién = la angustia ‘clausurando solidificar el fa de silencio scande efec- mbién en mi snudo. Ante jabra: nada, te Lo que fue nom- 10 hiperac- a, comia y es relatada el silencio p la voz tré. ero Ia palabra ico al que i gusto por Y bajo su Bemorioso, so de su amaba la atencién en general. Y era consecuencia de clogios diversos. Una frase de mi padre apuntala esta cucstién: “la memoria de este chico lo llevaré lejos”. En fin, toda una capacidad de fijacién que sin duda me ha proporcionado un pequetio escabel para algunas cosas por un lado. Pero por otro ha significado también una condena cuando esta aptitud de la memoria era puesta masivamente al servicio del goce por recordar el traumatismo, a detenerme iniitilmente en cualquier dis- ‘chia del pasado. ‘As{ las cosas, el transcurso de la infancia entre silencio, memoria y letras me proporciono un refugio a la angustia que acechaba siempre ante cualquier acto {que implicard separarme. Hasta que un traumatismo familiar, enearnado en una debacle econémica produce un desamarre brutal del confort que me amparaba. El mundo de ayer se hace trizas, la casa familiar se convierte, literalmente, en un griterio cotidiano. Y desde ese momento pierdo Ia brijula. EI superyé muestra toda su ferocidad subjetivado en el grito, la ira y la violencia del Otro. Decia que hnubo cuatro analistas, aunque considero que hay un solo andlisis, el del analizante que uno es. Llegué al primero bajo un estado de ungencia a los catorce afios. Me habia convertido en alguien erritico, desorientado, bordeando 1a marginalidad y desafiando temerariamente al mundo, al limite del pasaje al acto, El impacto se produjo en el transcurso de la segunda sesién de anélisis de mi vida, con una analista kleiniana, de la cual conservo el mejor recuerdo. En esa segunda sesién sucedieron dos cosas, un acto y una interpretacién. Fl acto, sibito, luego de una sola entrevista fue el de invitarme, sin més dilacién, a que ‘me tumbe en el divan. Despuss llegé Ia explicitacién de la regla fundamental Ante lo imprevisto de la cuestién, el pensamiento que aquel adolescente tuvo fue: “esta me deja solo”, Un momento de estupefaccién, sin duda. Y la respuesta inmediata: el silencio. Estaba tratando de decir alguna cosa, euando la interpre: tacién se hizo oir: Movia yo Ia piema ritmicamente, presa seguramente de mi estado, cuando escucho: “Su movimiento de piernas representa la prictica de la masturbacién, ya que lo que ocurre es que las fantasias que mi persona ha des- pertado no encuentran otra forma de expresarse”. En fin, no puedo detenerme hoy, en las consecuencias amplias que esta interpretacién tuvo, Lo que pretendo aislar aqui es su efecto de verdad, salvaje, pero da en la diana. El pensamiento “esta me deja solo”, veloz, antes de tumbarme cn el divan, tocaba, sin que me centerase, lo més fundamental. Dejaba al sujeto inerme, sumido en la angustia Habia una conexién directa entre el hecho de estat solo y desaparecer, profun- ‘damente ignorada y que encarnaba, efectivamente, Ia posibilidad fantasmatica de ser destituido radicalmente del campo del Otro. Sin embargo esta coyuntura queda velada ante la irrupcién fulminante de la cuestién sexual. Y es esto lo {que realmente me despierta, y hace olvidar mi obsesién por la muerte. Puedo @ partir de alli empezar a hablar bajo ta forma de una pregunta: ;Cémo sabe eso? le interrogo. Todo me parecia una especie de brujeria, de adivinacién del pensa- miento, Fue tal el impacto que me hizo surgir ripidamente la curiosidad por el scar Yonura Silencio, Memoria, ido... ¥ OWvido | 75 psicoandlisis. Por fin habia encontrado un interlocutor en uno de 10s momentos, mas tormentosos de mi vida. reereeuencia, me detengo un instante en ell ha tenido a particulardad de instatar a au manera en el tiempo de ese primer encuentro analitco es X ave arse oco del Otro, Qué queria ella de mi? ¥ es bajo las coordenadas de este desplazamiento,inadvertido en aquel momento, por To que e Psicoanalisis ha comenvado a set mi brjula desde aquel momento, Ya no lo abandonaria JOP ste primer tiempo condensado en esta interpretacion hace que ess X, que venta a presentificar el deseo del Otro haga deslizar también una decisién. En el trans- asoo de ese andlsis surge un deseo poderoso, y que el tempo verifica que <= ha sate inquebrantable: ser psicoanalista, Es aqui donde puedo ubicase! print vsozo de To que significaba el Psicoandisisy de lo que me ata a él de it buena manera, su primera impronta, Lo pucdo transmitir como algo muy sencillo que ve coagulaba en el binario vida-muerte, Puedo también decir que unt signifi- eres deaprende de alli. Y a la gue be podido datle en el tempo un alent daar sedor Me ha permitido captar un momento de pasaje que va de le intl aaarevrerte a lo imposible del sexo, que es un imposible muy diferente al la cverte, Puedo decir que compré un billee directo de Ia muerte @ la sexualidad aque incidié radicalmente en el destino de mi vide. “AI final de esta experiencia hay un acto resefiable, Compro, como al a23n, 8 primer libro de Psicoandlisi, sin tener la menor idea de lo que ‘compraba. Fs ese redo ensayo de Serge Leclaire, editado por primera vez en 1975 que se titula: “Matan a un nitio”, aa otante este primer recorteanaitico la rlacin de objeto qued definida por el régimen del fantasma, Apenas intido, ignorado realments Y se materia- fiza bajo el fondo de hacer falda la separacién del Otro. Constivo Bit meto- rimia con los objetos amorosos. Asegurindome siempre un objeto antes de la eyentualidad de una separacién. Y es bajo el signo del hartazgo que Ia repeticiOn te claborada hasta un punto en el transcurso de un segundo anzlisis, ca relacién eon To femenino se esablece bajo Ia impostura de un cierto don- juanismo que no era otra cosa mis que una defense Construida cuando la de- svimija de amor de una Tmujer se desplegaba ¥ requeria de una apuesta real Ahi Organizaba la huida, Porque jugar de verdad la apuesta del anon, es decir, cuando dina mujer se presentaba mas alla del euerpo al que yo me adhesia, mpi ado en a reorte que oricntaba la pulsién-. Cuando la cosa trascendia esto la angusta ¥ diners obturaban el rolato, Fl silencio se imponia y mis all. del gee fico ne habia plan, Las palabras que el amor requere si bien estaba presents GY PTY coartada, Palabras vacias sostenidas en el uso que yo podia hacer de mi memoria ide mi saber sobre algunas cosas. Palabras repetidas. Fn este eqpacio se producen dos acontecimientos. Por un lado Ia eleccitn de tans majer sin que hubiese otra Fue la pura contingeneia que me hizo enconte Tamujer que hoy es mi compariera de viaje y madre de mis hijas. EI amor eS! Ve2 76 | e1Psse presentaba una autenticidad inédita, ella no venia a reemplazar a nadie. Estuvo ‘marcado de entrada por la separacién. Apenas nos encontramos nos separamos, para luego volvernos a encontrar y asi se siguid escribiendo. ;Qué quiero decir con esto? Que habia encontrado a alguien que para mi mostraba una alteridad tal, que Ia volvia inatrapable en la versin del fantasma. Una cosa extrafia para mi, Tenfa la neces virtud de sustracrse, de ausentarse. Y efectivamente yo empecé a convocarla no sélo bajo la urgencia del deseo que su cuerpo des- Pertaba. Sino también para desencadenar una conversacién que cada vez. iba mas lejos en una intimidad compartida aleatoriamente. Es bajo estos argumentos que puedo decir, para sintetizarlo al maximo, que Ia eleccién de objeto femenino a partir de alli se declina en: ella nunca esta cuando la busco. Sélo aparece cuando Ta encuentro. Por otro lado una vicisitud mayor que concierne al acto fundamental de elegir separarme fisicamente de los significantes Amos. Emigrar. El significante “exilio voluntario”, me acompaiié durante muchas sesiones de un tercer andlisis ya reali- zado en Europa, Esta cleccién se inscribe bajo el argumento de tomar distancia de ‘mi ciudad, de mi pais, fundamentalmente con la intencién de alejarme del ruido del Otro, de esa presencia angustiante que pensaba que podia ser neutralizada por la distancia. Que por el hecho mismo de emigrar, la tristeza y la nostalgia que siempre me acompafiaban iban a ser exorcizadas. Pensamiento magico sin "Y el destino, que evel se vuelve pura incertidumbr eerie ee eee volvio. ¥ Mg permito utilizar ia metifors sme Kertész, sin destino. Sip destino para el Mmatizante que who eS, como Sy Mestino para ef anaista que WNP dice ser. ES un amento de capsacion radical ide a inexistencia del O'T ude a partir de abi texperimentar el pasaje gUe implica encarmar Ta posiciOn vie analista como O10 # Tats encararia como objet0- oe dos vertents, la. 282 agente de ta caus pee ae ver riviandad que significa dsie™™ como oe tata, arrjar @ fa asus, UNS puede desapareeet sin MOF ‘Al tiempo que sanfiene intact vaya paradols 1 femeza de la vida Su ale Dienso esta interpretacions oe apt conersto, como cl MORN Pe ivilegio- go del devenir anaista. Y vowsidero tambien que Sv Mere sacia, si bien responde oe singutaridad demi caso, S¢ puede inseribir como fempuije a pensar en cada wo. bajo qué tipo de argumen!® nantico desprencdido de i CUM puede ubicar ae ekimpago enc} que se Sera Mina nueva posicion: Una eubicacion del cuer- jo en las experiencias ME cada uno diige como analist Sen el transcurso del 78 EPs ——— primer y del segundo anélisis el tiempo estaba escandido por una cronologia de la existencia, aqui se produce una dilucién del tiempo y del sentido. Un quiebre radical del relato que precipita el momento de concluir. Es bajo esta coyuntura que se produce el desenlace de este anilisis, pero no es el final. Falta desajustaraiin un tornillo més. Si bien la serenidad era el significan- te privilegiado de este tiempo en el que transito ya sin analista. Y en que pensaba haber encontrado cierto silencio, un refugio al griterio del mundo. No obstante 80 un acontecimiento del cuerpo se precipita. Es curioso: se me desencadenan actifenos. Un ruido constante en lo ofdos que toma el cuerpo ¢ invade la cotidiani- dad, Ello precipita volver a encontrar a un analista, esta vez elegido por un rasgo de sensibilidad que le atribuyo y por su extimidad con Ia lengua materna. Este acontecimiento del cuerpo vuelve mi humor excesivamente variable, més bien depresivo, El ruido se vuclve un obstécuto, Una primera interpretacién conmueve esto y lo enmarca en la perspectiva de la memoria: “Usted no puede olvidar”, es la repuesta que encuentro ante la minuciosidad del relato que construyo, saturado de sentido, El corolario de esta interpretacién es un articulo que escribo para ta prensa al que le pongo el titulo de: “{Cémo olvidar?” ¥ me olvidé del cuerpo y sus ruidos. El andlisis empezé de la buena manera, con una respuesta sublimato- ria a una interpretacién, Y asi contindo hasta su final. Las cartas estaban echadas y la perspectiva del pase en el horizonte. Aunque habia aiin una presencia excesi- va del Otro. Se lo percibia en la modulacién depresiva de mi relato. Era curioso, fuera del andlisis tenia una posicién mas bien manfaca, activa con el trabajo. con la escuela, con la vida. Pero el relato del andlisis era mas bien desolador, el mundo era un desierto. Mi gusto por la historia, més la memoria, se inclinaban hacia frases del tipo: todo tiempo pasado fue mejor. No tendria que haber nacido en esta época: hubiese sido feliz habitando otra. La de Freud por ejemplo y me podia extender en una interpretacién trgica y que pensaba épica de la historia del psicoanslisis, idealizaba a personajes por sus rasgos de goce, mas que por sus Produeciones que podian apasionarme, héroes de no se sabe bien que martiri. Podia detenerme en las vidas de tipos como Silberer, suicidado, Tausk suicidado, Fedem también suicidado, el tiltimo Ferenczi que al final declina hacia la locura y la muerte. Abraham, cl rey de la pulsién oral atragantado con una espina de pescado, causa de su muerte. Y si volvia a mis ideales adolescentes aparecian: Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Brian Jones, Alejandra Pizarnik. Al final de una sesién y creyendo que estas historias podian conmover al ana- lista, subsumirlo en la fascinacién por este goce iniitil, hacerlo aliado de las des gracias de la humanidad. Escucho una frase amable, al tiempo que contundent: ‘Pero qué vidas de mierda relata usted de toda esta gee”. E1 impacto primero fue: él no me comprende, pero en el transcurrir de los minutos posteriores a esa sesién se me hizo patente al servicio de qué ponia yo a funcionar la memoria. Y volvia a quedarme solo. Esta interpretacién, tanto por su tono, como por la ironia que transmite me Oscar entra Silencio, Memori, rid... y Olvido | 79 ensefié algo que no deja de estar presente en mi prictica, Me advierte siempre de {que uno no puede dejarse conmover por la mano que pide auxilio cuando Ia inten: cidn de esa mano pretende cogerse a la del analista con la intencién de arrastrarlo a la ciénaga del goce. El analista al que mi amor pretendia aferrarlo por el lado de la desgracia se despegaba sutilmente, E Otro perdia consist Pero veamos cémo responde el sujeto del significant, do en la repeticién. Un tiempo después entro a otra sesién, estoy un poco nervioso pues tenia que ir a controlar y se me hacia tarde para todo. Entro a la consulta y 1 se va, se prepara un café, habla con su secretaria, va y viene por abi y yo en el divan bajo el pensamiento otra vez: este me deja solo. Cuando entra se va direc tamente al ordenador, rompe papeles, hace ruido. Le digo que estoy apurado que engo que ira controlar y que no tengo tiempo para hablar, y que no se me ocurre nada. Es initil seguir hablando le digo. Fin de esa sesién que es puro corte, Salgo apurado. Iba a controlar al consultorio de una quetida col 5, rue de Assas. Tomo cl primer taxi que veo y con una espontaneidad increible le digo al taxista: 5, rue de Lille, El taxi sigue su marcha y cuando nos estamos acercando al destino y extraiiado por el rumbo le pregunto adonde va: “5, rue de Lille” me responde. La sorpresa es impresionante, Me iba directo al consultorio de Lacan. Tba en busca del Otro de! Otro ya que mi analista me habia dejado solo, Cuando vuclvo a sesién y cuento lo que me ha ocurrido una risa franca y compartida con el analista invade la consulta, El pensamiento que me venia era una imagen de la infancia. Yo solo, sentado en el umbral de la puerta de mi casa familiar, huyendo del ruido y esperando al Otro que viniera a rescatarme. Otro que nunca llegaba como yo lo esperaba, y que me hacia perder el tiempo entre el aburrimiento y la tristeza por lo que nunca ocurri6. Ya de pie y camino hacia la puerta y de muy buen humor le digo: Mire, FI Dr. Lacan no estaba ni se lo espera asi que lo mejor que puedo hacer con todo esto es apostar de una buena vez. y hacer el pase. Nunca habia caminado tan tranquilo y aliviado por esa ciudad lena de vida y de ruido. Una sucesién de suefios elaboran la separacién definitiva del analista, Elijo uno en esta ocasién, Estoy en la comisa de un edificio, es un piso alto y debo des- plazarme por esa comisa hasta un baleén para asegurarme estabilidad, El transito cs angustiante, vertiginoso, me puedo caer. Sin embargo lego hasta el baleén y me aferro a él para treparme por la barandilla y pisar, digimoslo asi, tierra firme, En el mismo momento en que ya estoy a salvo del lado bueno del baleén tuna sombra, una figura salta por encima de mi y cae al vacio. Bajo las escaleras apresuradamente, hay un circulo alrededor de algo que no veo. Pregunto quign es, quién se ha tirado. -Es sueco- es la respuesta que escucho. Me despierto aliviado, menos mal me digo, no era yo. Y al rato disecciono el significante sueco, en su- eco, Es este también el desenlace de la sesidn donde relato este suefio. Y efectiva- ‘mente, un eco insidioso se habia precipitado al vacio. Y ahi lo dejé abandonado, me olvidé de él casi inmediatam 80 | 1 Pase Me di cuenta que existe la posibilidad de tirar al supeyé por la ventana o por el baleén. En fin, tirar al superyé por la ventana es efectivamente una metéfora con la que trato de hacerme entender, pero seguramente merece una ampliacién. El superyé no es algo de lo que tan ficilmente se desprende uno, por lo menos en mi experiencia no entiendo que sea algo que se pueda eliminar. Mis bien pienso que e! fin del andlisis en este sentido es una forma posible de establecer un nuevo contrato con el supery6. ¥ ese contrato, ese nuevo pacto con el superyé puede llegar lejos en la medida de lo que para cada uno es lejos. En mi caso en que la tenacidad del rasgo melancélico era su refugio preferido. Lo que se resuelve en mi conversacién con el superyé, podemos decirlo asi. Es que el establecimiento del deber que él impone se declina mas bien del lado de una cleccién que de un imperativo, Es lo que me permite también establecer una relacién de amor con lo que uno hace. Y en este sentido la vida sin duda se vuelve més amable. Yo podria haber elegido estar en cualquier otro lugar en este momento, esta noche, pero estoy aqui. Hoy puedo decir, que en mi caso es la buena forma del olvido del sintoma lo que diluye el aparato del sentido, hasta donde puede, lo que hace que mi destino, al que pensaba firmemente fijado en la tragedia, se haya convertido en pura va- cuidad de la palabra que lo pretende enunciat. Quedan como restos, més seguramente los que irdn llegado, este ruido que me ‘acompaiia en los ofdos, y que si no es demasiado fuerte, funciona més bien del lado de la vida. Y ya no soy tan memorioso, me he vuelto mas selectivo tal ver. Soy un poco clasico respecto a cémo se modulan los afectos, un tono mas bien maniaco-depresivo, Y la escritura, esa funcién imprescindible para mi, que en mi caso, en principio, es la muestra de un recurso, que si bien esté encamado, se mantiene ain como resto sintomitico, Hago con ella lo que puedo, est ain demasiado a merced de la mirada del Otro, Pienso que solo una Escuela, en la cual, uno no deja de ser analizante, permite el privilegio de dirigirme asi, con este grado de franqueza, a todos vosottos. Oscar Ventura Silencio, Memoria rude... yOWvido | 81

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