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Beatriz Sarlo UNA MODERNIDAD PERIFERICA: BUENOS AIRES 1920 Y 1930 Ediciones Nueva Visién Buenos Aires Capitulo VIIT A. IMAGINACION HISTORICA Hayden White observa que el significado de lo real intenta ser cap- tado a través de estructuras narrativas, En verdad, podria decirse que la ‘realidad’ de un acontecimiento reside en su posibilidad de ser narrado. Al mismo tiempo, toda narracién supone una serie de opciones de valor y, en ese sentido, puede considerarse como ope- racién de la conciencia' moral, que trabaja sobre los “topicos de la ley, la legalidad, la legitimidad 0, en términos mas generales, la au- toridad”.! Por eso, en la narracién se percibe no s6lo el orden de la serie cronolégica, sino un orden que afecta al discurso, que per- tenece a la dimensiOn de lo figurado, y donde se realizan las tran- sacciones de valor presentes en los textos que organizan lo real his- térico. Todos los ensayos de este periodo disefian sujetos y definen perfiles psicologico-morales. Todos incluyen narraciones y micro- narraciones: desde la historia fantdstica de los conquistadores en Trapalanda que imagina Martinez Estrada en Radiografia, hasta el romance? de una Argentina asediada por poderes extrafios, esa 1 Hayden White, “The value of narrativity in the representation of reality”, en: W. Mitchell (comp.), On Narrative, The University of Chicago Press, Chicago, 1981, pp. 23 y 13. 2 “La forma principal del romance es dialéctica: todo esta centralizado en el conilicto entre el héroe y su enemigo, y todos los valores del lector se vincu- lan con el héroe (...) El conflicto, sin embargo, tiene lugar en nuestro mundo, © se relaciona con éste, situado en el medio y caracterizado por el movimiento ciclico de la naturaleza. De alli que los extremos opuestos de los ciclos de la naturaleza se asimilen al conflicto entre el héroe y su enemigo.” Tal la defini- cién de Northrop Frye, Anatomy of Criticism, Princenton University Press, Princeton, 1973, 3a. ed., pp. 186-7. Jameson articula esta nocién en el marco de las practicas sociales simbélicas, al considerar al romance como “solucién imaginaria de una contradiccién real”. Véase. Fredric Jameson, The Political 206 especie de Justine, que aparece en los ensayos politico-historiogra- ficos de Scalabrini Ortiz; desde la ‘biograffa’ fragmentaria de Carriego a la abstracta autobiografia de Mallea en Historia de una pasion argentina. Casi todos estos libros recurren a formas de la explicacién histo- tica. No son textos de historia pero muestran que la historia for- maba parte, de manera muy central, de las preocupaciones de los escritores. A un momento vivido como critico, la explicacién o la figuraci6n histérica parecfa brindar un principio de orden intelec- tual y una jerarqufa causal. La ‘imaginacién historica’ propone un conjunto de personajes y una organizacion narrativizada de sus re- Jaciones; al hacerlo recurre a la ideologia, a las retoricas y a la experiencia. Se plantea problemas, indaga causas, define hipotesis sobre el pasado y suele lanzarse a probabilidades futuras; articula perspectivas que pueden ser tragicas, ironicas 0 moralizantes; en ocasiones, disefla fragmentos de programas politicos. Como dimen- sién atraviesa, en este perfodo, muchos de los discursos narrativos o ensayisticos sobre la Argentina. Arcatsmo e historia “La patriada (que no se debe confundir con el cuartelazo, prudente operacion comercial de éxito seguro) es uno de los pocos rasgos decen- tes de la odiosa historia de América (...) En la patriada actual, cabe decir que esté desconta- do el fracaso: un fracaso amargado por la irri- sion. Sus hombres corren el albur de la muerte, de una muerte que sera decretada insignificante. La muerte, siéndolo todo, es nada: también los amenazan el destierro, la escasez, la caricatura y el régimen carcelario. Afrontarlos demanda un coraje particular.” Lo escrito por Borges, en 1934 en Salto Oriental, figura en el pro- logo a El Paso de los Libres de Arturo Jauretche, publicado ese mismo afio. Borges, con mayor claridad que Jauretche, se refiere a una modalidad de la guerra que ya entonces era una forma segura de la derrota. Al mismo tiempo, la considera una de las pocas re- denciones posibles de nuestra historia que, en consecuencia, tiene Unconscious; Narrative as a Socially Symbolic Act, Methuen, Londres, 1981, p. 118, 207 su punto mds alto en el pasado. Para Borges, la patriada es guerrera y heroica: por eso compara a los hechos de Paso de los Libres con los protagonizados y cantados por Hilario Ascasubi. El cuartelazo, por el contrario, se inscribiria en el sistema de lucro e intercambio que caracterizan a la realidad politica contemporanea. Borges no admite al cuartelazo como una modalidad de la violencia latinoa- mericana que es previa al siglo XX: tal reconocimiento destruiria su ficcionalizacién del pasado y la correlativa degradacién del pre- sente. Al exigir cl coraje de enfrentar la derrota, la patriada separa a sus protagonistas de todo célculo y, en la version borgeana, se independiza de las dimensiones histérico-politicas para instalarse en el espacio heroico. En verdad, la patriada, como el duelo, se convierten en un paradigma criollo cldsico de conflicto, que puede oponerse a las formas modernas del enfrentamiento. La patriada es la modalidad més alta de relacién cara a cara entre enemigos. Evita todos los rasgos que la inmigracién y las nuevas modalidades politicas implantaron en la Argentina. Libera- da de intereses, establece un nexo directo con la poesia, probado en las figuras de Ascasubi, Hernandez y Jauretche. La participacion en la patriada es un acto de decision que excluye el cdlculo, por- que, por definicién, excluye la victoria. Y, sobre todo, es un acto individual, donde abunda el enfrentamiento singular y donde el caudillo es s6lo el mejor de sus integrantes. Para Borges y para Jau- retche la patriada y el duelo criollo fueron las modestas versiones guerreras que la Argentina pudo producir, pero, en todo caso, son mejores que cualquiera de las modernas y corruptas formas del enfrentamiento polftico o militar. La patriada es una forma premoderna del enfrentamiento. Exige valor personal, el estilo de direccién de un caudillo del siglo XIX y el tipo de tropa, unida por relaciones de lealtad personal que se agrupaba a su alrededor. La patriada, segan esta reconstruccion mftica, implica relaciones politicas basadas en la confianza mds que en el mérito o la conveniencia. Exige también una tropa for- mada por criollos: gente baqueana en la desbandada, buenos jine- tes, sobrios en sus necesidades, silenciosos, discretos, valerosos sin fanfarroner{a, distintos en todo de la masa de mezcla migratoria proclive al bochinche y habituada a exhibir o padecer sus diferen- cias. Cuando Jauretche elige el género gauchesco para cantar la pa- triada radical de Pomar y sus hombres en Paso de los Libres, en la que participé, traza una linea de diferenciacion estético-ideologica respecto del presente. Todo ha cambiado: el pablico, los canales de difusion del género, el medio urbano y el medio rural. También desde el punto de vista politico, el radicalismo yrigoyenista pare- 208 cia una forma del pasado frente a las voces mesuradas que se esta- ban disputando la conduccién del partido. Las lealtades puestas en juego en una patriada ya no formaban parte de la cultura politica dominante ni en el radicalismo ni fuera de él. El poema de Jauret- che se inscribe, entonces, en un doble movimiento revivalista, que polemiza en el plano politico y en el de la cultura. El Paso de los Libres tiene tres cantores gauchos, peones 0 arri- mados de estancia. Un cantor introduce a los dos siguientes: el cantor de la patriada y el cantor cémico-politico. Estén presentes, asi, varias de las voces del género gauchesco y algunas de las for- mas de la polémica que lo habian caracterizado. Sin embargo, es- tos rasgos del texto aparecen descolocados respecto de la situaci6n de enunciacién caracterfstica de la gauchesca cldsica: no hay un piblico que pueda escuchar identificatoriamente el poema de Jau- retche y, a la inversa de lo que habia sucedido con José Hernandez, es el escritor mas prestigioso de la época quien lo prologa. También la narracién en gauchesco es formalmente perdedora. Borges no habfa recurrido a ella sino bajo la forma de la cita, del comentario, de la relectura. Jauretche toma la tradicién casi tal como habia quedado en el XIX y con ella realiza también una pa- triada literaria, destinada a constituirse en el Ultimo relato en gau- chesco de la literatura argentina, escrito por un cantor letrado que intenta, nuevamente, trazar un arco con el otro cantor y con el pueblo, En la gauchesca, el cantor gaucho, si polemizaba sobre cuestio- nes de arte, lo hacia con el cantor letrado y con el pueblero. En Paso de los Libres no existe esa oposicion, sino la que proviene de la realidad cultural y social de la ciudad nueva: la polémica es con el tango, a cuyo cantor Jauretche lama “cantor moderno”. Si en la gauchesca el letrado expropiaba la forma del cantor gaucho, traba- jando sobre la oposicién ciudad-campafia y saber gaucho-saber pueblero, en El Paso de los Libres, la dupla enfrenta una forma arcaica de la cultura de difusion popular con una moderna y urbana: Yo no soy cantor modemo —comienza largando el rollo— sino al estilo criollo que sera mi estilo eterno mientras no me trague el hoyo; por eso no habrd en mi canto los suspiros y los lantos de los nuevos payadores: ya ven el juego, sefiores, y en ese juego me planto. 209 No quiero andarme con chicas y desde ya se los digo: no pueden contar conmigo para cantos de maricas. Es cosa que no se explica que payadores de rango, anden Horando en el tango sus desgraciados aiores: 4Son mancos esos cantores y sus facones sin mango?3 El cantor, una vez que ha definido su universo ideolagico-estéti- co de acuerdo con dos ejes de valores: fo criollo y lo masculino, se larga a la frontera, abandona rancho y mujer y se apresta a seguir el itinerario de sus antecesores en la gauchesca. Ya en la frontera, se repite un t6pico, el del lamento sobre las penurias que alli le esperan, pero en este caso, se trata de una frontera elegida en razon a la lealtad que se debe a Pomar, el caudillo de la montonera radical. A la frontera se llega impulsado por un deber que mas que polftico es cultural y racial: que no han venido al provecho sino al honor de motir, porque ya quema en el pecho Ja vergilenza de vivir permitiendo que se siga sin otra ley que el frangollo y que la gente se diga: jse acabaron los criollos!4 En este punto calla el cantor de la patriada e interviene el cantor politico, que hace la historia del golpe de estado de 1930, elabo- rando fuego, en Ia tradicion de “Gobierno Gaucho”, una vision cémico-critica de la situacién, cuyo resumen explicito es ya, casi, la caracterizacién nacional que hard poco después FORJA. El ‘oro gringo’ y los ‘ricos’ locales son los grandes responsables, los dos enemigos-aliados. Bajo la forma gauchesca, Jauretche esboza por primera vez su teorfa sobre la sociedad y la economia argentinas. Es un rural que, en el género rural por excelencia, ya no se ocupa sdlo de los males de la campafia sino de los que afectan a toda la nacion: 3 BI Paso de los Libres, Coyoacén, Buenos Aires, pp. 16-17 4 pid., p. 23. 210 Esos negocios los hacen con capital extranjero; ellos son los aparceros y aunque administran la estancia, casi toda la ganancia la llevan los forasteros.5 Luego de disefiada la novela familiar de la Argentina moderna, Barrientos, el cantor soldado, retoma la narracién para hacer el relato de Ja derrota, la muerte, la desbandada y la persecucion. Si al rio Uruguay se lo describe segtin del Campo y a la refriega segan Ascasubi, el poema cierra con una pregunta que reintroduce la polftica contemporanea. En su respuesta comienza a disefiarse el espacio de militancia de estos intelectuales, algunos de origen crio- llo rural como Jauretche, otros sefioritos urbanos como su compa- fiero de armas Scalabrini Ortiz. Pero la pregunta no la plantea ni el viejo cantor cémico-polftico ni el mas joven cantor-soldado, sino el narrador que los habfa introducido: Me pregunto si mi raza como ese fuego agoniza, jo siestd ardiendo la brasa y hay que soplar la ceniza!® En una operacién de la imaginacion histdrica y la literaria se han encontrado los actores responsables de un presente degradado. Se los ha caracterizado seguin el modo satfrico; se han representado los hechos de Ja guerra segtin el modo heroico y, finalmente, en la respuesta implicita en la pregunta final se descubre el esquema del romance: hay que soplar la ceniza. Después de la derrota, se abre una perspectiva porque, a diferencia de Mallea o Martinez Estrada, Jauretche tiene un disefio social completo de los enemigos. Por eso, el poema no es sdlo un canto de derrota, no es sdlo una reivin- dicacién de la patriada, sino también el planteo de una perspectiva causal. Todo FORJA esta’ resumido en el cantor comico. En su desenlace, el poema reinterpreta la derrota de la patriada en térmi- nos de futuro, convirtiéndola en episodio significativo de una his- toria mds larga, que no se considera clausurada. Recurriendo a un género tradicional, Jauretche esboza el programa de una nueva po- Iftica en la escena argentina de los afios treinta. 5 Jbid., p. 3S, Y agrega: “los encargaos de la entrega/son siempre los oligar- cas” que “a Ja Patria se la llevan /con yanquis y con ingleses”. © Jpid., p. 67. Muchos de los temas del populismo antiimperialista, democratis- ta y antioligarquico estan presentes en El Paso de los Libres, ade- mds de la reivindicacion sexista de la masculinidad como nucleo inherente del coraje: los sentimientos de solidaridad colectiva y desde abajo que se oponen a las solidaridades bastardas de los dos grandes enemigos, oligarcas ¢ ingleses; la defensa de dimensiones culturales radicadas en el pasado argentino; la presentacion del cantor letrado en relacidn de empatifa con el mundo popular; la necesidad de una restauracién de valores que, alguna vez, en una edad de oro, caracterizaron a la patria. Si el criollismo urbano de vanguardia habia sido un programa para Borges, este criollismo politico aparece como versién estética de un nacionalista populista del treinta. Ironicamente, un poema gaucho, cuando aborda la crf- tica politica, toma los grandes temas que desbordan el mundo rural, caracteriza alianzas de clase a nivel internacional, se refiere a las inversiones y al comercio. El gauchismo es la forma de una elec- cién ideoldgica y de esa estructura de sentimiento persisten valores generales: respeto a los de abajo, justicia distributiva, gobiernos representativos desde un punto de vista sustantivo y no slo formal. El Paso de los Libres es también un gesto de resistencia cultural. Explicitamente, contra el tango por lo que representa de un mun- do urbano caracterizado por la mezcla y el margen no criollo, Pe- ro, de manera més profunda, contra las transformaciones formales introducidas por los movimientos de renovacién estética de los afios anteriores. Se trata de una opcién por la tradicién nacional, en debate también con la izquierda intelectual. El arcaismo formal de la opcién gauchesca es la modalidad elegida para exponer un programa polftico que va a ser relativamente novedoso. Este pro- grama tiene como condici6n basica una lectura de Ia historia, ca- racterizada primero por un esquema heroico (la patriada) y luego por una construccion de romance, que implica la posibilidad de cambio y redencién, sobre la base de un pronunciado monocausa- lismo, Jauretche, por su parte, va a seguir siendo un escritor criollo, y el viejo cantor comico se ird convirtiendo en su alter ego cuando inventa los slogans para FORJA7 o redacta la enciclopedia de luga- res comunes que es su Manual de zonceras argentinas, mas que un titulo, una descripcion de buena parte de su obra. Estamos frente a la definitiva politizacion del criollismo de los veinte, que la difu- sion de FORJA, segin un estilo cuasi martinfierrista, consolida en la segunda mitad de los afios treinta. Jauretche parte de certezas sobre el pasado de los argentinos: 7 El célebre “Los argentinos no somos zonzos”, para propugnar la neutrali- dad durante la segunda guerra mundial, por ejemplo. 212 sea Maipt y Caseros, mencionados en &/ Paso de los Libres pero corregidos en nota a pie de pagina varios afios después, sea la histo- ria de las depredaciones que siguieron a un primer momento de afirmaciOn independiente. Borges, en cambio, construye una pecu- liar relacion ambigua y artificiosa con el pasado. Si, por un lado, su literatura de los afios veinte y comienzos de los treinta remite a la historia como materia imaginaria con la que elabora una mitologia estética, por el otro, es consciente de la operacién que realiza: “No hay leyendas en esta tierra y ni un solo fantasma camina por nues- tras calles”, escribe en El tamayio de mi esperanza,® libro que no va a reeditar nunca mas, borrando las huellas de construccion de su imaginario y las de sus rupturas con el pasado literario argentino. Podria asegurarse que el proyecto de Borges es Ilenar este vacio, remediar la carencia que afectaria, precisamente, a la literatura argentina como literatura nacional. El pasado existe como restos familiares, la historia se aprende en los recuerdos de padres y abuelos, en los retratos y los memoria- bilia que se conservan en las casas, en los afectos, los odios y las adhesiones que perduran durante décadas, No hay leyendas, cierta- mente, pero en los ancestros y en su herencia estan los materiales para inventarlas. Por eso, a diferencia del poeta maldito que renun- cia a su linaje, Borges se constituye como poeta afirmandolo.? No es un paria, sino el ltimo eslabon de una formacién ideoldégico- mitica, que es preciso retomar. Bsa tarea se realiza, por lo menos en parte, en los tres primeros libros de poemas y los tres de ensayo que publica en la década del veinte: “ensancharle la significacion a esa voz (criollismo) —que hoy suele equivaler a mero gauchismo— seria tal vez la mds ajustada a mi empresa”.10 Borges realiza dos movimientos de rearmado de la historia (don- de los héroes son personajes menores, sombras en el relato frag- mentario del siglo XIX): de los actores cultural-sociales, a través de la oposicién criollismo/gauchismo y la reelaboracion urbana del topico del coraje y del destino: de la topologia, con la invencién de un lugar literario, las orillas, que no es totalmente la pampa ni la ciudad. Como se vio en un capitulo anterior, en la topologia e historia de las orillas hay una voluntad estética que impulsa a la diferenciacién respecto del tono y los topicos del modernismo, que Borges leva a cabo trabajando también sobre escrituras ante- riores, desde la relectura de la gauchesca a la relectura de Carriego. 5. Jorge Luis Borges, El tamafio de mi esperanza, Proa, Buenos Aires, 1926. ° Véase al respecto: Ricardo Piglia, “Ideologia y ficcién en Borges”, en Pun- to de vista, neS, marzo de 1979, 10 1 tamafio de mi esperanza, cit., p. 10, Para Borges, la historia es un espacio donde coexisten el saber y la ignorancia: en consecuencia, un espacio de la imaginacion. En su poema “Isidoro Acevedo” afirma: “es verdad que ignoro todo so- bre él”; y en otro texto histérico-familiar, dedicado a Isidoro Sua- rez, repite: “Hoy es orilla de tanta gloria el olvido”.!! La literatu- ra se escribe con y contra este olvido, pero no en la empresa ilusoria de restituir el pasado, sino en la de construirlo como una invencion: He rescatado su tiltimo dia, no el que otros vieron, el suyo, y quiero distraerme de mi destino para escribirlo.12 Borges no se distrae asi de su destino sino que lo cumple: narra no lo que efectiva pero engafiosamente fue vivido, sino la materia indecisa del suefio de su antepasado. La relacién con ese pasado es més intensa cuanto mas inseguro sea el saber al respecto. Con una perspectiva antiglobal, Borges inventa un pais siempre hipotético, a traves de la expansiOn y repeticién de los detalles. Elabora asf una visién sinecdéquica: Mi patria es un latido de guitarra, una promesa en oscuros ojos de nina, la oracién evidente del sauzal en los atardeceres.13 Y también por sinécdoque reconstruye o inventa la historia argen- tina, trabajando sobre los margenes, sobre las figuras de segundo orden, sobre Ja luz tenue que ilumina anécdotas basadas en la transmision familiar y no en la mas ruidosa y evidente tradicion publica. La operacién borgeana se basa en la doble relacion que se establece siempre con la materia poética, las imagenes y los restos de la historia; en el miserable escenario de las guerras civiles 0 del desierto, los hombres son muertos a cuchillo y a sable, Quiroga es un pequefio caudillo pero también un héroe de mitologias nérdi- cas. Esta tenue sutura le permite a Borges poner en contacto dos superficies. las invenciones criollas son productivas estéticamente porque se las arranca del horizonte cultural del criollismo tradicio- nalista. Esta sobredeterminacion, como la denomina Riffaterre,!4 13 “tnscripcién sepulcral”, en Fervor de Buenos Aires (1923), cit. por J.L. Borges, Poemas, Losada, Buenos Aires, 1943, p. 128. 12 “tsidoro Acevedo”, en Cuaderno San Martin (1929), op. cit., p. 128. 13 “Jactancia de quietud”, Luna de enfrente, cit., p. 89. 14 Segin Riffaterre, la sobredeterminacion “resulta de la sobreimpresién de la frase con otras frases preexistentes frases que figuran en otros textos, o fra- ses estereotipadas que forman parte del corpus lingilistico”. Véase: Michael Riffaterre, La production du texte, Seuil, Paris, 1979, p. 46. 214 en un doble sistema semdntico-ideoldgico es una de las operacio- nes basicas de Borges en los afios veinte. La perspectiva de Borges sobre la historia argentina supone por lo menos dos elecciones: el culto de sus héroes familiares, que son héroes menores pero aseguran un nexo de pertenencia fuerte; y la lectura del pasado a través de la herencia familiar, no importa cudén inventada 0 incierta. Al mismo tiempo, Borges tiene la certeza de que el pasado, observado desde la identificaci6n y la nostalgia, s6lo puede ser recapturado por la operacion imaginativa de la literatura. No hay edad de oro a restaurar sino, mas bien, la posibilidad de producir un poderoso mito literario. Borges, el personaje de sus textos, no podra ser guerrero como sus abuelos ni poseer esa baquia pampeana que los hizo sefiores de hombres y caballos. A diferencia de Jauretche, no piensa que haya un espacio para la pa- triada, ni la historia tiene la posibilidad de convertirse en cifra de la politica. Otras historias Hay otras formas de rearticular el pasado. Scalabrini Ortiz escribe dos ensayos marcadamente narrativos, uno psico-social y otro his- torico sobre la Argentina. Uno cuenta la narracién del movimiento expansivo del poder britanico sobre la joven e indefensa nacion a través de varios Cuadernos de FORJA y la Historia de los ferroca- rriles. El otro es el ultimo texto de su periodo ‘artiste’ y ha tenido durante décadas un increfble poder de permanencia, ademas del éxito instanténeo que acompafé a la publicacién de El hombre que esté solo y espera. La primera edicion se agota en un mes, octubre de 1931, y la segunda sale a la calle el 31 de diciembre. Ademas fue elegido, por unanimidad, como Libro del Mes por el Pen Club de Buenos Aires. A partir de ese momento se sucedieron las reediciones. El hombre que estd solo y espera fue escrito en un estilo cultera- no-ultrajsta, abundante en neologismos, con una sintaxis caracteri- zada por el uso incontenible del hipérbaton. Demuestra también un registro sensible a la lengua oral de Buenos Aires, fundamental- mente en sus emisores masculinos de capas medias. Sin las vanguar- dias de la década del veinte, esta escritura hubiera sido imposible, pero, al mismo tiempo, no es una muestra relevante del programa estilistico de la vanguardia. Scalabrini anticipa allf dos tesis que, luego, se convertirén en motivos centrales de interpretacion historica nacionalista: la inefi- 215 cacia, cuando no la traicion de los intelectuales y la responsabili- dad del imperialismo como causa de todos los males economicos y sociales de la Argentina. Las clases dominantes locales son compli- ces de ambas situaciones. La requisitoria contra los intelectuales es inusualmente fuerte dentro del tono apasionado pero menor de todo el ensayo: “Pero, en general, el intelectual no escolta el espiritu de su tierra, no lo ayuda a fijar su propia vision del mundo, a pesquisar los términos en que podria traducirse, no Io sostiene en la retasa de valoraciones que ha emprendido. Por eso el Hombre de Corrientes y Esmeralda se reconoce més en las letras de tango, en sus girones de pensamiento, en su hurania, en la poquedad de su empirismo, que en los fatuos ensayos o novelas 0 poemas que interfolian la antepemiltima novedad francesa, inglesa, ru- sa.715 Tanto el grupo de Sur como la izquierda del campo intelectual pueden reconocerse en los tres adjetivos gentilicios con que ter- mina la cita. Se estd constituyendo un tema, el de la defeccion de los intelectuales como intérpretes del ser nacional y voz del pueblo. Correlativamente queda esbozada la necesidad de una nue- va categoria de escritores y politicos, capaces de mantener una re- lacion activa con ese espiritu y con los valores que un populismo cultural en ciernes descubre en los hombres del comin: “el iletra- do, que quizd es sabio en lecturas y en’ doctorados de vida”. Sila Argentina esta sumergida en una crisis de valores, de habitos, de practicas, que atraviesa a la sociedad desde la economia a la cultu- ra, el intelectual deberd ponerse a la altura de las circunstancias, darse cuenta que el momento exige grandes proyectos, donde es preciso “jugarse por entero a cada momento”. FORJA retomaré la apuesta que se abre en El hombre que esté solo y espera La crisis presente se origina tanto en la privacién de relaciones ‘normales’ entre los sexos, como en la defeccion del radicalismo y los infatuamientos del viejo presidente derrocado, la soberbia de los militares golpistas, la incapacidad de los intelectuales y el avan- ce del capital extranjero. Todo se articula en un esquema orgénico y sin contradicciones, cuyo origen lejano reside en el proceso inmi- gratorio y sus consecuencias sobre la moral sexual y las modalida- des de la vida cotidiana. De todos modos, este comienzo ya ha dado lugar a sintesis raciales nacionales y no forma parte del 18 El hombre que estd solo y espera, Gleizer, Buenos Aires, 1931, 2a. edicion, pp. 101-2. Para un andlisis de los procedimientos retéricos de este libro, vé se: David W. Foster, Social Realism in the Argentine Narrative, Chapel Hill, North Carolina Studies in the Romance Languages and Literatures, 1986. 216 problema tal como se plantea al hombre de 1930. Se trata de una crisis cuya dimensién moral es definitoria: una sociedad que ha sa- crificado a los hombres (desde el punto de vista sexual y, a partir de alli, en todos los demas sentidos), que burla los mismos princi- pios segtin los cuales dice regirse, que produce ese sentimiento terrible de ‘vaciedad’ que corroe a todos los argentinos.!¢ Si uno de los ejes de la argumentacién de Scalabrini, como se verd mds adelante, reside en la determinacion sexual del caracter nacional, que define relaciones con el estado, el gobierno y la eco- nomia, puntos subordinados —pero igualmente importantes— testi- monian el impacto de la modernizaci6n acelerada sobre las capas medias. El hombre que estd solo y espera incluye fragmentos com- prensivos e inteligentes sobre las transformaciones urbanas, las reacciones de una ciudad pequefia frente a Ja presencia del extran- jero y las correlativas estrategias de defensa que luego se transfor- man en procesos de apertura y de cambio. Precisamente por eso, para Scalabrini, el curso de la historia permite abrigar esperanzas sobre el futuro, que, en cambio, Mallea considera incierto y Marti- nez Estrada, clausurado para siempre. El hombre que esta solo y espera fue la novela psicologica y so- cial donde Scalabrini ensayé también algunos de los temas que seran centrales, pocos afios después, en la redacci6n de la vasta no- vela historica sobre el imperio britdnico en la Argentina, donde se explica, con una perspectiva obsesivamente monocausalista, tanto el pasado como las condiciones actuales. Esta zona de su obra fun- da un sistema de figuraciones polfticas de alto contenido mftico y movilizador en las décadas siguientes, Los Cuadertios de FORJA y Sefiales son espacios de difusion de este conjunto de temas y propuestas. Me referiré especialmente al caso de Seftales, que apa- rece, en febrero de 1935, en Buenos Aires, como tabloid de actua- lidad economica, social y politica, disefiado y titulado segin las pautas del periodismo moderno. Aunque no hay mencion de direc- tor, es sencillo detectar la mano de un militante (0 por lo menos simpatizante) comunista, Leon Rudnitzky, que firma como Leo Rudni. A lo largo de un afio de publicacion casi regularmente se- manal, Sefiales cambia por lo menos dos veces de Ifnea politica. Se presenta como una publicacion de frente que aspira a “ser la pala- 16 Un tépico caracteristico del ensayo del treinta esté ausente del libro. El hombre de Corrientes y Esmeralda no se desvive por la riqueza, pese a la opi- nidn difundida que, justamente, Scalabrini refuta: “el portefio se complace en la fortuna imaginada, pero en su apropiacién no empefia ninguna de sus bonanzas vitales” (ibid., p. 133). La ideologfa del batacazo tal como va a ser presentada en las fantasias y los esfuerzos de inventores y conspiradores arltianos, no caracteriza al porteiio de Scalabrini. 217 bra de orientacion en las inquietudes de nuestro tiempo, pero muy especialmente dentro de la corriente de los intereses del pafs”.17 Luego, su interés por las cuestiones internacionales, y especialmen- te el ascenso del fascismo, aumenta, enfatizindose la presencia de Rudni que firma cantidad de articulos sobre politica y economia europea, norteamericana y soviética. En el namero 10, del 10 de mayo, después de una transparente disputa interna, Rudni es expulsado y, en el editorial donde se ex- pone el episodio, la nueva direccién afirma: “Sefales no puede ser més que un periédico argentino dentro del concierto de la prensa argentina y no un periédico sistematicamente internacionalista”’, porque “‘las cosas extranjeras nos interesin como espectadores frios y equidistantes y no como apasionados actores”. Retomada esta perspectiva local que el periédico habria perdido en manos de Rudni, Scalabrini es anunciado como colaborador permanente y se enfatiza la prédica nacionalista asf como se dedica considerable es- pacio a denuncias de funcionarios, politicos y abogados argentinos al servicio del imperialismo inglés. En el namero 19, del 3 de julio, se publica una colaboracion de Luis Dellepiane, sobre la defeccion de los dirigentes radicales respecto de los intereses de la nacién, que puede ser interpretada como la linea politica de FORJA a la que Scalabrini Ortiz sumara su romance histérico-econdmico: “Creemos que mientras abogados o representantes de las empresas extranjeras 0 aspirantes a serlo, y hombres que necesitan de esas empre- sas para sus actividades, puedan ejercer cargos electivos o politicos den- tro del partido, el partido no concretard en un programa la esperanza que el pais ha depositado en él, pues esa misma amalgama de intereses fue la que anulé las posibilidades de Yrigoyen en su segundo gobierno, derrotado més que por la reaccién artificial de la opinion publica, por los hombres que debieron colaborar con él, y no realizaron lo que ha- bian prometido a la ansiedad de las masas. »Estamos ahora en lo mismo: palabras, palabras. En el cabo de esta situacién actual verdaderamente tragica, no queda otro camino de oposicién que el radicalismo. El pueblo vuelve a esperar, en su desesperacion, que el radicalismo solucione sus problemas y poli- ticos avisados trepan sobre esa esperanza despreocupdndose de los problemas. Si los grupos dirigentes actuales hubieran tenido nocién de la realidad, en lugar de fomentar el electoralismo corruptor hubieran mantenido al 17 Senales, afio 1, n° 1, 27 de febrero de 1935, “Quiénes somos y adénde va- mos”. N. Galasso menciona la poco conocida Sefiales en su biografia de Scala- brini Ortiz. 218 partido en la abstencién y a sus hombres dirigentes sometidos al estudio ardiente de los problemas del pais.”18 Varias de las Ifneas del gran relato historico-econdmico que pro- duciré Scalabrini estén presentes en las paginas de Sefales. En un articulo con el que se inaugura el periddico, “Hoy, como en 1890, Inglaterra estrangula nuestro futuro’’!9 se condensan todos los te- mas que Scalabrini y FORJA expandiran desde 1936. El articulo recurre con abundancia al ejercicio de la imaginaci6n: situaciones y actores son literalmente inventados, porque las anécdotas de connivencia antiargentina, afirma Scalabrini, podrian haber sucedi- do realmente tal como él las expone y ayudan a “la comprension de los sucesos que tan caros resultaron a la reptiblica”. Si la imagi- nada reunién en Londres, alrededor de 1885, no tuvo lugar, bien pudo haber sido reemplazada por una estrecha relacion epistolar 0 cualquier otro método. Lo central es que la alianza antinacional est funcionando desde entonces. Los financistas ingleses saben, en 1885, que la Argentina, a través de las exportaciones, ha ampliado el abanico de sus relaciones internacionales y esto debe ser obsta- culizado a toda costa, porque “el dominio de las fuentes de materia prima y vituallas es tan esencial para la grandeza de Inglaterra como el dominio de los mares. Gracias a su habilidad financiera, la fortuna ganadera argentina estd bajo control y no es argentina sino nominalmente.” Aqut esta, in nuce, la teoria monocausalista y fuertemente cons- pirativa que se propondré como explicacion global de los males nacionales: bajo las formas de la independencia politica no somos sino una colonia. Por eso, los ingleses, nuevamente reunidos en un conclave londinense a raiz de la revolucién del 30, no se alarman demasiado por el manotén norteamericano sobre sus posesiones. Ellos saben que, de todas formas, lo que se ha impedido es la nacio- nalizacién del petréleo que hubiera golpeado con dureza a sus capitales invertidos en la industria extractiva. Se trata, entonces, s6lo de una travesura’ del rival norteamericano, que los ingleses de- ciden encarar con un plan completo para la Argentina post-golpe: fundacion del banco central, visitas vicepresidenciales a la reina, nuevas condiciones en el comercio de carnes, entrega de las rique- zas naturales, negociados escandalosos. 18 5] articulo lleva como titular: “La direccién de la Unién Civica Radical esta en grave déficit frente al pueblo argentino. Opina el destacado ciudadano radical Dr. Luis Dellepiane”. 19 Ato 1, ne 1, pagina doble central, con fotos. Sin duda, es enorme el poder persuasivo de esta historia sencilla donde acontecimientos y actores estan perfectamente clasificados seguin la dicotomra nacional-antinacional. La capacidad de organi- zacion de lo real que exhibe este relato muy literario de Scalabrini, se basa, por un lado, en procesos evidentes y declarados de ficcio- nalizacién (una manera de contar la historia, de trazar los perfiles de los personajes, de adivinar intenciones en cada gesto, de inven- tar esos gestos y esas palabras) y en Ja potente voluntad explicati- va, simplificadora pero, quiz4s por eso mismo, convincente, del despliegue de la hipéstasis imperialista. Las fotos que acompafian la nota punttan grdficamente el relato de la infamia, y sus epigra- fes retoman, condensados, los principales temas: Judrez Celman, “presidente en la época en que se produjo el desastre financiero planeado en Londres”; Uriburu, jefe del golpe “‘inspirado por el ca- pital norteamericano en su lucha por el control de los mercados argentinos”; Arist6bulo del Valle, que “fue el primero en lamar la atencion sobre el peligro que para la soberania argentina implica- ban las maniobras de Londres”; Pellegrini, que “‘consumé la entre- ga de la soberania argentina al capital financiero inglés”; Trafalgar Square, el escenario “desde donde se mueven los hilos invisibles que manejan desde hace setenta afios la econom{a argentina”; Li- sandro de la Torre, “cuya candidatura a la presidencia aparecfa como una amenaza més a los designios del imperialismo britanico”; el Congreso, “donde se discutieron y aprobaron las leyes que favo- recieron el desarrollo y la aclimatacion de las empresas capitalistas britanicas’’. Practicamente, toda la version historica del nacionalis- mo. La permanencia de estos temas en la cultura polftica argentina no tiene como explicacion, obviamente, su verdad historiografica. Los ensayos de Scalabrini, aunque proporcionan al lector una can- tidad enorme de documentos, como en el caso de su obra sobre los ferrocarriles, no responden con exclusividad al régimen hist6rico de prueba, sino al régimen ideolégico-polftico de la creencia. Sus textos son, desde un punto de vista retérico, extraflamente persua- sivos; su intencién basica es la modificaci6n de las condiciones pre- sentes (proyecto ligado a la politica antes que al saber). Su régi- men es el del ensayo y la logica binaria que despliega esta entre las causas basicas de su eficacia. Un claro sistema de valores define los lugares y un movimiento imaginativo coloca a los actores, les atri- buye intenciones simples y comprensibles, los mueve en acciones perfectamente encadenadas. Asi, las figuraciones histéricas de Sca- labrini presuponen y conquistan un publico bastante mas amplio que el de Mallea y Martinez Estrada: jévenes estudiantes 0 profe- sionales, miembros de las capas medias, descontentos con el curso 220 que la Argentina hab{fa tomado después del golpe, para quienes FORSA representa no solo un espacio de denuncia del presente si- no de propuestas para el futuro. Precisamente lo que no ofrece ja- mas Martinez Estrada y lo que Mallea sdlo abre como posibilidad para bellas almas refinadas ¢ intelectuales. Los ensayos de Scalabrini son un capitulo decisivo en la forma- cién de ideologias nacionalistas antimperialistas que interpelan a capas medias urbanas. Politicos antes que morales, practicos antes que reflexivos, hist6ricos mds que tedricos o filos6ficos, son la for- ma de una fuerte intervencién en el debate de ideas durante los afios treinta. Un contingente de intelectuales va a buscar, fuera de su campo especifico, una escucha social y un impulso de moviliza- cién. Mallea y Martinez Estrada, en cambio, representan otro tipo de estrategia. Sus figuraciones son menos precisas y, aun cuando escriban textos donde casi no quedan espacios para la duda, no proponen seguridades tan compactas como las de estos nacionalis- tas de nuevo tipo. Una forma del problema argentino* Radiografia de la pampa rene una serie de temas ideologicos?® articulados orgdénicamente y presentados como datos objetivos de lo real: irrevocables como destino, definen de una vez para siempre los males nacionales. Se puede agrupar estos temas en tres grandes haces. El primero expone la certidumbre de que el crecimiento economico se vio acompafiado, en la Argentina, de miseria espiri- tual, lo que supone no un desajuste provisorio entre una zona y otra de la formacién social, sino un dato fundante que explicaria su constitucién, proporcionando también un prondstico para su futuro. El topico de la oposicion economia-politica tiene un rasgo particular por la militarizacion de la historia argentina y la gravita- cién del ejército que desemboca fatalmente en la usurpacién del * Una primera versién de las consideraciones sobre Martinez Estrada fue pu- blicada por Dispositio, IX, 24-26. 20 Bernardo Canal Feijéo sefalaba en 1937: “No podria acusarse al autor de esta ‘Radiografia’ de haber inventado ni uno sdlo de sus puntos de ataque, ni uno solo de sus argumentos, La originalidad de la obra consiste inicamente en haber sistematizado machaconamente lo que ya viene circulando desde hace bastante tiempo. Apenas hay idea que no haya sido blandida por Sarmiento y Alberdi; rastreada y analizada sociolégicamente por el maestro Juan Agustin Garcia, por Juan B. Justo, por Ingenietos, por Carlos Octavio Bunge...”, en “Radiografias fatrdicas”, Sur, n° 37, 1937, p. 76 221 poder politico.2! Ya en 1910, Joaquin V. Gonzalez habia alertado sobre dos peligros que se alimentaban mutuamente: la irresponsa- bilidad del patriciado, que resignaba las preocupaciones ptiblicas absorbido por el affairismo, y la ley de la discordia, que habia regi- do desde la disolucién de los vinculos con Espafia y a la cual el caudillismo proporcionaba su forma. El segundo tema es el de la ‘barbarie democratica’ que, en el ensayo argentino de Sarmiento a Lugones, tom6 figuras sucesivas: gaucho-montonero-caudillo-inmigrante. La ‘barbarie democratica’ caracteriza un estado donde no hay perspectiva jerarquica?? que ordene las voluntades sociales encontradas y modere los impulsos oscuros que las ponen en movimiento. Por’otra parte, en América nunca existio un orden legitimo y es indtil, en consecuencia apos- tar a una restauracién indeseable como lo habfan hecho Galvez o Lugones. El tercer haz tematico se sustenta en los dos primeros. Se trata de lo que sucede en América con la cultura europea. La religion, las costumbres, los sistemas de modelizacién de la vida cotidiana, la produccion misma de sentidos atraviesan por un proceso de bar- barizacién.23 Para decirlo con la palabra que Martinez Estrada tepite ad nauseam: se degradan., El] mestizaje, que es el rasgo basico de la demografia americana, es un obstaculo a la posibilidad misma de existencia de una cultura en América. El eco de los positivistas argentinos puede escucharse todavia cuando los argumentos racia- les rigen la interpretacion de la historia. Un caso particular de este tdpico es el de la imposibilidad de adaptar los instrumentos euro- peos a la realidad del nuevo mundo. Ni instituciones politicas, ni 21

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